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ALCMEON 30

El trastorno mental transitorio: implicancias jurídicas y médico-legales


Juan Carlos Romi

Alcmeon, Revista Argentina de Clínica Neuropsiquiátrica, vol. 8, Nº 2, octubre de 1999, págs. 113 a 134

Introducción

Intentaremos hacer algunas reflexiones sobre un problema médico legal de frecuente observación,
como es el de evaluar ciertas perturbaciones mentales de carácter agudo, en el marco delictivo, para
que el juzgador pueda determinar el grado de imputabilidad o no, del sujeto inmerso en un delito.

El problema que plantea nuestro código penal a través del artículo 34 es drástico: imputabilidad o
inimputabilidad de acuerdo a que el sujeto presente o no las eximentes que contempla el inciso 1º.

Nosotros pensamos que, así como el Código Civil establece el artículo 152 bis, que contempla la
inhabilidad civil como producto de que el sujeto en cuestión presente algún tipo de perturbación, que lo
disminuya en sus facultades mentales sin llegar a la "demencia en sentido jurídico" que contempla el
artículo 141, en el Código Penal debería existir algún artículo que contemple la "imputabilidad
disminuída" (semialienación o semienajenación) como en el Código Penal español.

El contar con dicha posibilidad jurídica, evitaría las discusiones que suscitan ciertas circunstancias
especiales que crean algunas perturbaciones mentales agudas desde el punto de vista médico-legales,
que si bien no cumplen con las plenas condiciones de las eximentes que contempla el art. 34 CP,
tampoco se pueda afirmar que el sujeto no haya presentado algún tipo de disminución de la plenitud de
las facultades mentales bajo la forma de atenuación de la capacidad para delinquir.

Es frecuente observar que tales circunstancias de atenuación de la imputabilidad se intentan suplir, con
la graduación de la pena desde el punto jurídico, o con el "forzamiento" de la figura de la  emoción
violenta  (art.81 inc.1º CP) que no siempre encuadra en el plano de la realidad médico legal, ya que
dicha figura es eminentemente jurídica y no tiene un correlato psiquiátrico concreto.

Por lo expresado, postulamos la posibilidad de describir las perturbaciones mentales que generan estas
discusiones y hacer una delimitación médico legal, como lo hace la escuela española.

Concepto

El término  trastorno mental transitorio  (TMT) tiene su origen en el CP español de 1932. El jurista
español Jimenez de Asúa jugó un rol importante en su redacción y propuso que, junto al enajenado que
resultaba exento de responsabilidad criminal se encontraba también "el que se hallare en situación de
inconsciencia".

El psiquiatra valenciano José Sanchis Banús objetó el término "situación de inconsciencia" por
impreciso, y postuló el de "estado de inconsciencia" que supone admitir como motivo de exención una
perturbación transitoria del psiquismo ligada a la acción de alguna causa exógena.

Lopez Ibor dijo que el TMT "es como un enajenado que lo fuera por breve tiempo" y Quintano Repollés
lo vio como el reverso del intervalo lúcido y dijo: "el TMT es el intervalo no lúcido".

Nuestro Código Penal contempla como eximente en el art. 34 inc. 1º, a la alteración psíquica plena que
se aprecia como un  TMT completo  bajo la forma de  estado de inconsciencia,  hecho que no trae
mayores problemas para hacer el correlato médico -jurídico.

El problema se plantea cuando el TMT, a pesar de ser evidente o notable, no alcanza la plenitud
requerida para la instalación de un estado de inconsciencia; se trataría entonces de un
TMT  incompleto  y por lo tanto, sólo sería un atenuante, no contemplado taxativamente en nuestro
Código Penal. Por otra parte, las figuras que de alguna manera intentan cubrir estas circunstancias, son
eminentemente jurídicas, sin correlato psiquiátrico forense, como es el caso de la llamada  emoción
violenta.

Durante muchos años se exigió, para establecer el diagnóstico de TMT, que la reacción anómala del
sujeto tuviera un trasfondo patológico. Algunos autores, como Alonso Fernández, dicen que hay
estados psíquicos que pueden provocar trastornos de la conciencia sin que concurra un fondo morboso
como son el agotamiento, la somnolencia y situaciones afectivas intensas como la cólera, la angustia o
el éxtasis. Por lo tanto, sostienen que estos trastornos de la conciencia no morbosos pueden tener "el
valor de enfermedad" en la psiquiatría forense.

Lo que queda claro, es que la situación del TMT no ha de haber sido buscada a propósito para
delinquir. La preordenación al delito excluye la posibilidad de apreciación de la eximente (completa) o la
atenuación (incompleta).

Características

El TMT debe reunir los siguiente requisitos:

a) Ser desencadenado por una causa inmediata y evidenciable.

b) Ser de breve duración

c) Que cure rápidamente sin secuelas ni posibilidad de repetición.

d) Que haya surgido sobre una base patológica probada.

e) Que la intensidad del trastorno mental anule el libre albedrío no bastando la mera ofuscación.

Con base en lo anterior se puede formular la siguiente definición:

Los TMT son estados de perturbación mental pasajeros y curables, debidos a causas ostensibles sobre
una base patológica probada, cuya intensidad puede llegar a producir trastornos en la comprensión y la
voluntad y por ende, la consiguiente repercusión en la imputabilidad.

Se debe distinguir el trastorno mental transitorio espontáneo (TMTE) del provocado (TMTP).

Los elementos que componen el TMTE son:

1) Origen

Se trata de reacciones a agentes "venidos de afuera" y se corresponden en la clínica con los síndromes
reactivos a motivos físicos, psíquicos o mixtos.

Por lo tanto, lo que diferencia los TMT de la enajenación (psicosis endógena), es que aunque ésta
desaparezca con rapidez, puede reaparecer sin motivos aparentes en cualquier instante. Los TMTE no
vuelven a repetirse si no vuelve a darse el motivo exógeno.

2) Comienzo

La brusquedad de aparición se refiere al intervalo cronológico y al modo de hacer su irrupción la


sintomatología.

El TMT ha de ser producido por una causa externa "inmediata, necesaria y fácilmente evidenciable", es
decir, debe existir una secuencia entre la causa (por ejemplo: discusión) y el efecto (por ejemplo:
agresión).

La sintomatología, a su vez, hace su presencia intensamente y explica a la perturbación que se


manifiesta.

3) Duración

Lo que importa aquí no es que su permanencia sea más o menos prolongada o breve, sino que sea
pasajera, es decir, que tenga comienzo y terminación y que no tenga posibilidad de reaparición por
motivos internos.

4) Curación

El TMT ha de tener terminación con curación completa, recuperando el sujeto su estado anterior al
episodio de perturbación mental.

5) Base patológica

En los TMT suele observarse la existencia de un terreno predisponente, pero no es indispensable.


Cuanto más fuerte sea el factor exógeno y menos la predisposición tanto más pura será la reacción
exógena.

Tienen todos en común las alteraciones de la conciencia unida a una cierta incontinencia afectiva y un
condicionamiento conductual.

Se describen los de causas físicas, los de causas psíquicas y los mixtos.

Los de  causas físicas  raramente delinquen ya que el sujeto se encuentra incapacitado o sometido a
tratamiento.

En los  choques físicos  (infecciones, traumatismos craneanos, etc) la base patológica facilita el
trastorno, pero éste puede darse aún en ausencia de dicha predisposición.

Se encuentran aquí, desde los  estados crepusculares  que aparecen como reacción a diversos
estímulos exógenos de clara base somática o física: infecciones, intoxicaciones, epilepsia,
traumatismos, etc., hasta los síndromes de  reacción externa de Bonhöffer  como los síndromes de
delirium y los amenciales.

Se encuentran también los  síndromes facultativos de Stertz u homónomos de Kleist.  Se trata de


cuadros que tienen rasgos de las psicosis endógenas pero en las que el motivo externo es tan
importante para su génesis que el cuadro entero se inicia con él y cesa también con él. Por eso suele
hablarse de depresiones, esquizofrenias, paranoias "reactivas".

Las respuestas patológicas ante  choques psíquicos  emocionales sólo se conciben en sujetos
portadores de un trasfondo patológico, generalmente trastornos de la personalidad (modos de ser).

Los TMT de  causa psíquica  pueden también ser consecutivos a estímulos vivenciales de origen
puramente psíquico, es decir verdaderas "reacciones de situación".

Se encuentran en este grupo las  reacciones vivenciales anómalas  que se expresan ya sea como
reacciones psicógenas o psicopáticas, como luego analizaremos.

Se diferencian de las reacciones de los sujetos normales en que frente a grandes emociones o
pasiones que perturban el autodominio se le producen una disminución de la conciencia y de la
voluntad a tal punto que el código español las señala como atenuantes bajo el nombre de "arrebato" y
"obcecación".

Se describen:

a) las  reacciones explosivas  que, según Krestchmer, son esencialmente de causa afectiva, y pueden
constituir un auténtico TMT si su intensidad es suficiente como descarga de todo malestar acumulado.
Se las observa en epilepsias, trastornos afectivos e histéricos, en las fugas ciega y sin fin y los raptus
bajo tensión de la angustia, etc.,

b) las reacciones primitivas de Krestchmer ya sean hipobúlicas o hiponoicas, en las que entran algunos
casos de somnolencia, hipnosis, estados crepusculares y crisis histéricas.

c) las reacciones en corto-circuito (explosión emocional) y

d)  las reacciones de espanto  (parálisis emocional) cuando son típicas reacciones situacionales por
estímulos afectivos, violentos, bruscas, cortas y terminen sin defecto.

Los TMT de causas mixtas por motivos exógenos y psicógenos simultáneos también son posibles. Se
citan la tuberculosis y el cáncer como consecuencia de la toxemia propiamente dicha y de las
reacciones de la personalidad condicionadas por el medio y la vivencia de destino. También se
describen las que tienen relación con circunstancias sexuales de la mujer, es decir, los trastornos
mentales de la menstruación, el embarazo, el parto y el puerperio.

1) Intensidad
El grado de intensidad del TMT puede ser variado. En sus formas más intensas puede llegar a ser una
causa de exención cuando ha alcanzado la misma hondura que la que acompaña a la perturbación del
enajenado, y coloque al sujeto en un  estado de inconsciencia  en sus determinaciones (inhibición
intelectual y anulación total de la voluntad).

Existe la posibilidad de que un trastorno mental transitorio sea provocado (TMTP). Para que el TMT
cause efecto de eximente o atenuante debe ser preciso que no haya sido buscado como propósito para
delinquir (preordenado).

Existen cuadros que generan dudas y que son de observación frecuente relacionadas con el alcohol
como la embriaguez aguda y la embriaguez patológica que se da en sujetos con una predisposición
especial: epileptoide, esquizoide, histeroide, y a veces sobre cuadros postraumáticos o sobre motivos
pasajeros, como el agotamiento, falta de sueño, exposición prolongada a altas temperaturas,
insolación, etc.

Para que los trastornos de conciencia y de la coordinación motora que puedan provocar un TMT, sean
causa de exención o atenuación de la responsabilidad penal, se debe tener la convicción de que tales
respuestas eran desconocidas por el sujeto y no respondían a la actitud premeditada de delinquir.

Los tóxicos euforizantes y embriagantes (morfina, cocaína, heroína, marihuana, éter, alucinógenos,
etc.) plantean los mismos problemas que el alcohol y pueden aplicarse las mismas consideraciones
psiquiátrico-forenses.

En resumen: la propuesta médico-jurídica que fundamenta el concepto del TMT es el de una


perturbación mental que anula parcial o completamente las facultades psíquicas con privación de la
voluntad y el raciocinio, de duración limitada, que desaparece sin dejar secuelas. Está causado por
fenómenos exógenos o vivenciales, o endógenos de carácter patológico. Se asimila a la enajenación,
siendo su única diferencia la transitoriedad y que no debe haber sido producida intencionalmente.

Clasificación

El TMT puede clasificarse como  completo  (exención característica del estado de inconsciencia que
lleva a la ininputabilidad jurídica) e incompleto (atenuación característica de los cuadros que, sin llegar
al estado de inconsciencia, provocan estados crepusculares de la conciencia compatibles con la
inimputabilidad disminuída desde el punto de vista jurídico, por lo menos para el código penal español
que lo asimila al arrebato y la obcecación (AyO).

El trastorno mental transitorio completo

En los últimos tiempos se tiende a afirmar que el TMTC es el último estadio de una graduación jurídica
que se inicia en la simple irritación, aturdimiento o acaloramiento, sin relevancia penal, pasando por la
atenuante del AyO, hasta llegar al TMTC caracterizado por el estado de inconsciencia.

El concepto de  estado de inconsciencia  no debe interpretarse etimológicamente, sino en un sentido


psicológico, es decir, como una "alteración grave de la conciencia". En este sentido, como lo señala
Frías Caballero, "el código no exige, pues, una falta absoluta de conciencia sino una profunda
perturbación de ella".

De manera tal, que será la intensidad de la perturbación la que incline la decisión del tipo de TMT, ya
que en la actualidad se desestima la importancia de la base psicopatológica de la personalidad del
imputado y la cualidad de la perturbación y mucho menos, se tiene en cuenta el carácter ético de la
respuesta de la víctima.

No se debe confundir el término "inconsciencia" con los puntos de vista neurólogico y psicoanalítico.

Desde el punto de  vista neurológico,  la inconsciencia produce una  supresión  de la conciencia. En el
estado de inconsciencia el individuo es "ser sin mundo".

Es una perturbación del estado de vigilia, el individuo se encuentra inconsciente (pérdida del
conocimiento), por ejemplo: por un traumatismo de cráneo que puede provocar una conmoción (perdida
de conciencia transitoria sin dejar secuelas),  contusión  (pérdida de la conciencia con secuelas) o
por compresión (masa ocupante ya sea tumoral o hemorrágica).

Tampoco se debe confundir el inconsciente psicoanalítico con la inconsciencia médico legal.

El inconsciente según el sistema metapsicológico de Freud es la parte más profunda de la topografía


del aparato psíquico. Tiene que ver con la instancia del Ello o principio del placer.

Existe en el inconsciente una energía instintiva que intenta llegar al consciente (proceso primario) a
través de impulsos (pulsiones interiores).

A la porción intermedia Freud la denominó  preconsciente  que también tiene sus formas de actuación
(proceso secundario) y se encuentra entre la realidad y el inconsciente, regido fundamentalmente por
el Superyo o principio del deber y el consciente que es la conexión con el mundo de la realidad regido
fundamentalmente por el YO o principio de la realidad.

Se dice que el YO responde a tres amos (el ello, el superyo y el mundo exterior). El inconsciente
freudiano tiene valor simbólico.

Desde el punto de  vista psiquiátrico  se produce una pérdida de la capacidad judicativa
por  suspensión  de la conciencia. Entre los cuadros psiquiátricos que pueden provocar cuadros de
inconsciencia se citan todos aquellos capaces de suspender el juicio, como ocurre en el  síndrome
confusional.

Los  estados de inconsciencia  desde el punto de vista médico legal pueden estar provocados por
intoxicaciones como el alcohol y drogas, pero también por otras motivaciones como el sueño, la
epilepsia, la emoción, la hipnosis, el sonambulismo, el dolor etc.

La ebriedad

Es un trastorno psico-orgánico transitorio que perturba la conciencia y compromete el SNC dando


síntomas neurológicos de variada gravedad pudiendo llegar al coma y aún la muerte.

Las etapas clínicas del alcoholismo con valor médico legal que se pueden enunciar son:

a) Período subclínico (alcoholemia de hasta 1g por mil de sangre) es sintomatológicamente subjetivo.


Se encuentra perturbada la atención y los reflejos.

b)  Período clínico  (alcoholemia de 1 a 2g por mil de sangre) es sintomatológicamente objetivo. El


individuo puede presentarse locuaz y desinhibido (bebida alegre), depresivo (bebida triste), somnoliento
(bebida onírica) o agresivo (mala bebida).

c)  Período médico legal  (alcoholemia de 2 a 3 g por mil de sangre) se producen amnesia total,
incoordinación motora y automatismos.

d) Período letal (más de 4 g por mil en sangre) se precipita la intoxicación con sueño profundo, coma, y
muerte.

El alcoholismo puede ser a su vez agudo y crónico.

El alcoholismo agudo se puede dividir en simple (embriaguez común) o asociado a epilepsia, drogas,


personalidades psicopáticas, etc. (embriaguez potenciada).

El alcoholismo crónico (organismo alcohólico) puede llegar a presentar desde el punto de vista mental,


cuadros de psicosis y demencia.

Las epilepsias

Las epilepsias representan un problema médico legal importante por el número de enfermos afectados,
la gravedad de la repercusión social que pueden tener sus crisis o los trastornos conductuales.

Se caracterizan por presentar crisis o descargas neuronales paroxísticas hipersincrónicas que interesan


simultáneamente al conjunto de las estructuras cerebrales con alteraciones EEG. bilaterales síncronas
y simétricas.

Pueden ser crisis generalizadas (gran mal y pequeño mal) y parciales.

Las  crisis generalizadas  tónico-clónicas de las epilepsias convulsivas graves (gran mal epiléptico)  se
acompañan de la pérdida de conciencia total e inmediata, (con amnesia total del hecho),y de una caída
abrupta (coma). Al finalizar la crisis el paciente presenta un cuadro confusional post-crítico con una
obnubilación agitada y un desorden motor que se disipa lentamente.

El  pequeño mal epiléptico  de la segunda infancia se acompaña de crisis de  ausencias  o breve
suspensión de la conciencia (5 a 15 segundos) en que la mirada se hace vaga, la palabra se interrumpe
y a veces se acompaña de movimientos de globos oculares, párpados, nuca, etc. Al final de la crisis se
vuelve a una conciencia clara y el paciente sigue haciendo lo que hacía sin transición.

Las crisis parciales se caracterizan por descargas neuronales hipersincrónicas que afectan a un sector
localizado más o menos extendido de las estructuras cerebrales durante escasos minutos y que
pueden luego generalizarse o no.
Durante las crisis, ya sean  sómatomotora  (crisis jacksoniana del cortex motor prerrolándico
contralateral),  sómatosensitiva  (región parietal ascendente) o  sensoriales  como por ejemplo: visuales
caracterizadas por relámpagos o luces coloreadas (afectación del cortex occipital contralateral) no hay
pérdida de conciencia salvo que se generalicen secundariamente.

En las  crisis temporales  (frecuentes en el adulto), se presentan sensaciones vegetativas (molestias


epigástricas), fenómenos alucinatorios auditivos (ruidos, voces, etc.) olfativas (olores a quemado o
podrido), visuales (por ejemplo: visión de animales), sentimientos de extrañeza, miedo, pensamiento
forzado, dismnesia paroxística, y trastornos psicomotores de la conducta (automatismos, fugas, furor,
etc.). Estas crisis temporales suelen tener gran importancia médico legal en los casos de TMT.

Los cuadros confusionales epilépticos suelen ser ansiosos, agitados o estuporosos, con delirios por lo
general místicos y alucinaciones (onirismo). Pueden durar de días a semanas y provocar cuadros de
TMTC

En los  estados crepusculares  o estados de ensueño prolongado, la obtusión de la conciencia con


relación al mundo de la realidad exterior nos hace sospechar la riqueza de contenidos patológicos
internos que almacena (despersonalización, alucinaciones, delirios e imágenes oníricas y falsos
reconocimientos, etc.) y pueden liberar impulsos de violencia extrema (violaciones, incendios,
agresiones, homicidios que obedecen a una intencionalidad de inconsciencia patológica). Tienen gran
importancia a la hora de definir los cuadros de TMTI.

Los pacientes con epilepsia pueden presentar una variada gama de alteraciones psiquiátricas entre las
que figura un cuadro clínico de la personalidad epiléptica considerado como exponente de un trastorno
orgánico de la personalidad.

También como trastorno crónico de la personalidad, podemos encontrar las psicosis epilépticas y los
cuadros demenciales, que pueden asociarse a crisis paroxísticas o no y con ello los complicados
diagnósticos médico-legales.

La emoción

La emoción es una reacción primaria, explosiva, brusca e intensa. Un estímulo ya sea percibido desde
el exterior o representado desde el interior impacta el psiquismo provocando cambios del tono afectivo
(huida o ataque) y trastornos neurovegetativos que alteran la conciencia.

Para comprender la problemática afectiva en los TMT se debe hacer un mínimo recordatorio de la
semiología de la afectividad

La afectividad es el engranaje que impulsa toda la vida psíquica.

Los estados afectivos pueden ser agradables o desagradables y dependen del modo de reaccionar de


cada uno frente a los estímulos que proceden de variados estados de ánimo que oscilan entre el placer
(que estimula) o el displacer (que deprime).

El hombre es como su afectividad lo condiciona. La afectividad se confunde en su origen con las


pulsiones instintivas, siendo éstas en última instancia las que condicionan toda la vida afectiva desde
que la satisfacción o la insatisfacción determinan respectivamente estados afectivos placenteros o
displacenteros. Así las fuerzas instintivas satisfechas provocan sedación y relajación (estado de ánimo
placentero) y las insatisfechas aumentan la tensión impulsiva y la excitación (estado de ánimo
displacentero).

El  temple general  representa el potencial o  carga afectiva  que posee el individuo con su
correspondiente capacidad reactiva (humor).
El humor representa el matiz placentero o displacentero que desplaza la carga afectiva de acuerdo con
las circunstancias actuantes hacia un polo u otro.

La afectividad tiene su origen en lo instintivo, impregna toda la personalidad, participa de las


elaboraciones intelectuales y condiciona la conducta.

Se manifiesta a través de contenidos: emociones, afectos, sentimientos y pasiones.

Las emociones son cambios bruscos de humor o estado de ánimo.

Se clasifican en simple o primaria y compleja o secundaria.

Las emociones simples son básicamente:

a) el miedo (sensación subjetiva de reducción del ámbito personal) que provoca la reacción de huida;

b) la cólera (sensación subjetiva de aumento del ámbito personal) que provoca la reacción de ataque; y

c)  la sexual  (sensación subjetiva de expansión y proyección del ámbito personal) que provoca la
reacción de acercamiento.
Las emociones complejas son, por ejemplo: la ansiedad y la angustia (displacenteras) y la alegría
(placentera).

La  ansiedad  es una exaltación tímica por un temor psíquico que provoca una descarga motora
(sobresalto) y la angustia es una sobrecarga emocional por un temor físico que provoca una descarga
de llanto (sobrecogimiento).

Los  afectos  son inclinaciones naturales o tendencias que mediante el aporte emocional primario
conducen al humor hacia el plano o polo placentero o displacentero. Se diferencia de las emociones por
la mayor estabilidad que presenta los afectos.

Existen inclinaciones  egoístas  (giran en torno al yo) placenteras (por ej: optimismo) o displacenteras
(por ejemplo: pesimismo) y altruistas (giran en torno a los demás, por ejemplo: amor a los semejantes).

Los sentimientos son estados afectivos elaborados en la conciencia mediante el aporte del juicio y del
razonamiento que le configuran estabilidad, subjetividad y especificidad individual. Pueden ser egoístas
(culpa), altruistas (amor), impersonales (fe).

Las  pasiones  son estados afectivos intelectualizados de gran persistencia que en ocasiones puede
hacerse permanentes condicionando la conducta. Pueden ser  egoístas  (odio,
venganza), altruistas (caridad, piedad), impersonales (música, pintura, arte, etc.)

En los TMT desde el punto de vista médico legal, nos interesa valorar el grado de intensidad emocional
que sufrió un individuo que cometió un ilícito, ya que de acuerdo a la intensidad de la reacción puede
provocar una  suspensión judicativa  (emoción inconsciencia) o un trastorno de la conciencia sin
desconexión total con la realidad caracterizado por un estado crepuscular.

La emoción inconsciencia es un TMTC que configura una eximente de acuerdo al art. 34 inc. 1 del CP,
y el estado crepuscular emocional un TMTI.
La personalidad suele estar desestabilizada por patologías previas como las epilepsias, las neurosis, el
alcoholismo, la depresión, etc.

La desconexión de la conciencia provoca amnesia y automatismos (como luego analizaremos).

El sueño

La  inconsciencia  puede ser un estado normal en el sueño. La inconsciencia patológica puede ser
debida a distintas causas (ebriedad del sueño).

El sueño es una fase nictameral de los ritmos circadianos regulado por el sistema vagal
centroencefálico.

Durante el sueño sólo descansa la conciencia perceptiva y discriminativa.

Durante este período aumenta la energía del inconsciente psicoanalítico por suspensión cortical del
control consciente.

Las fases del onirismo son cuatro: 1)  ritmo alfa:  disminución de la amplitud con frecuencia alta (5 al
10% del sueño); 2)  ritmo beta: caracterizado por ciclos de 12 a 16 por segundo (50 % del sueño);
3) ritmo REM: que comienza entre 70 a 100 minutos luego de iniciado el sueño y que se repite de 4 a 6
veces durante la noche con disminución del tono muscular (25% del sueño) y 4) el ritmo de las ondas
lentas (15 al 20% del sueño).

La  inconsciencia patológica  es la suspensión completa y transitoria de las operaciones cognoscitivas


(evocativa-judicativa-valorativa) con presencia de actividad motora automática independiente
(capacidad práxica).

Se debe hacer diagnóstico diferencial con el desmayo y el coma.

El desmayo es la pérdida de sentido de breve duración (pérdida de la conciencia perceptiva y de los


movimientos corporales). El coma es la pérdida de sentido de origen orgánico donde sólo queda la
conciencia fisiológica.

El sueño puede colocar a un sujeto en una situación de inconsciencia que, según los supuestos, implica
inimputabilidad. Si se considera la inconsciencia completa por sueño como una modalidad del TMT
podrá apreciarse todas las graduaciones respecto a las eximentes que el código permite.

El agente desencadenante del TMT por inconsciencia en el sueño será el agotamiento y la falta de
descanso. La inconsciencia puede surgir también en forma repentina como consecuencia de la
narcolepsia (1x 1000 de las personas), verdadero ataque de sueño que puede durar hasta 15 minutos
que produce profunda inconsciencia.

Otro trastorno son los terrores durante el sueño (pesadillas) que pueden durar hasta 10 minutos, en los
cuales el individuo puede realizar movimientos violentos, agitación con confusión, a consecuencia del
tema de la ensoñación y realizar acciones delictivas (lesiones, homicidios, etc.).

El sonambulismo

El  sonambulismo  se produce en la fase más profunda del sueño, en la que el sujeto se levanta
realizando conductas automáticas y en ocasiones complejas. Los ojos permanecen abiertos y se
pueden sortear obstáculos pero no existe estado de conciencia. No se puede entablar una
conversación, aunque puede darse el caso de que el sonámbulo hable espontáneamente y en forma
ininteligible. Existe amnesia posterior al suceso. Se pueden consumar actos ilícitos durante el episodio
sonambúlico. Los episodios pueden durar entre 5 y 30 minutos. Algunos relacionan el sonambuismo
con patologías psíquicas como la histeria y la epilepsia.

El hipnotismo

La  hipnosis  fue descripta por el cirujano escocés James Braid en 1840 por la influencia de Mesmer.
Demostró que durante el sueño magnético las personas no están inconscientes sino muy sensibles a la
sugestión. Este descubrimiento allanó el camino a otros científicos como Charcot, Liébeault, Bernheim,
Janet y Freud.

La efectividad de la hipnosis depende de las características de la persona que se pretenda hipnotizar.


Al trance hipnótico no accede cualquiera ya que se produce un trastorno de la voluntad evidente,
quedando el hipnotizado en situación de sumisión y obediencia con respecto a otra persona. Luego se
experimenta una cierta amnesia de lo ocurrido.

Los actos realizados bajo este estado son asimilables al TMT, aunque hay autores que sostienen que
las acciones sugeridas pueden ser refrenadas o inhibidas, sobre todo cuando tales órdenes pugnan con
convicciones profundas del sujeto. Otros sostienen que en aquellas personas que tienen predisposición
para el delito, la inhibición ética hace que la conducta se cumpla automáticamente.

La determinación técnica de la hipnosis, desde el punto de vista penal, se sitúa como una perturbación
lindante entre la inhibición de la libre voluntad por sugestión de terceros y el grado de resistencia que
pueda oponer el sujeto a la orden del hipnotizador.

Las reacciones vivenciales anormales

Este concepto lo consideramos de especial importancia en razón de resultar un aporte significativo a la


dilucidación de aquellos problemas psiquiátrico forenses en su proyección jurídico -penal de la
inimputabilidad.

Binder fue quien ha analizado y expuesto con acabada claridad conceptual esta particular
manifestación psicopatológica.

Estudia así:  aquellos trastornos que se producen cuando ciertas vivencias a las que se llaman
psicotraumáticas provocan determinadas respuestas psicológicas anormales".

El mismo autor, hace un distingo en estas respuestas anímicas a las vivencias traumáticas, entre
"reacciones" y "desarrollos".

En tal sentido expresa Binder que la:  "reacción psicológica anormal"  es la respuesta a un trastorno
psicotraumático agudo del equilibrio que cursa en breve tiempo (entre unas horas y unos días) como
manifestación aislada. Al cesar el efecto traumático de la vivencia, la persona recupera relativamente
pronto el dominio de sus funciones psíquicas y sin dejar tras de sí alteraciones permanentes de la
psique.

En cambio "los desarrollos psíquicos anormales" son mucho más difíciles de superar, toda vez que bajo
la incidencia de daños psicotraumáticos crónicos, o que se repiten continuamente, se producen
alteraciones desfavorables de la estructura de determinadas disposiciones psíquicas y con ello
respuestas anómalas de larga duración (meses o años) y la consecuente desadaptación a la vida
cotidiana.

Todo hombre normal puede tener reacciones normales y anormales. Por ello podemos decir que
mientras las reacciones normales son adecuadas desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, a
sus motivaciones, las reacciones anormales, aunque son comprensibles cualitativamente en su
motivación, resultan totalmente desproporcionadas cuantitativamente y por ello impresiona como algo
en su manifestación conductual.

A su vez Binder hace un distingo entre lo que llama "reacciones psicógenas"y "reacciones
psicopáticas".

Cuando los sucesos que surgen no pertenecen a los estímulos habituales del medio ambiente que
actúan cotidianamente sobre el hombre, por lo tanto, cuando tales estímulos extraordinarios producidos
por el medio provocan "vivencias psicotraumáticas" desencadenando reacciones anímicas o vivenciales
anormales se habla de "reacciones psicógenas".

En los individuos que presentan una disposición psicopática puede ocurrir que estímulos ambientales
relativamente intrascendentes o pequeños (algo cotidiano o corriente) tengan un real efecto
psicotraumatizante. Estos estímulos actúan como dice Binder como "una chispa en un barril de
pólvora"  y en consecuencia a estas respuestas anímicas anormales se las llaman  "reacciones
psicopáticas".

Los trastornos mentales transitorios incompletos

En el CP español se considera que un sujeto actúa con  arrebato u obcecación  (AyO) cuando sufre
alteraciones pasionales o emocionales e incluso psíquicas que afectan a su capacidad cognoscitiva y
volitiva, pero sin abolirla, por lo que su alcance es sólo parcial.

El AyO es un estado de ánimo que ofusca la mente proyectando su efectividad en situaciones en las
que la mayoría de las personas se comporta de manera imprevisible.
Se entiende por arrebato una pérdida momentánea del autodominio como consecuencia de la ira o de
sentimientos afectivos. Es una reacción ante una determinada situación vivencial, que desemboca en
una situación de descontrol.

Así los insultos, las agresiones físicas, las situaciones ambientales estresantes, las amenazas y
provocaciones pueden dar lugar a respuestas arrebatadas. En el arrebato no se medita la acción, sino
que se actúa acaloradamente, sin prever las repercusiones que ello puede tener. Los hechos realizados
bajo arrebato entrarían en sintonía con las reacciones en cortocircuito.

Los actos en cortocircuito o reacciones primitivas, son reacciones momentáneas impulsivas producidas


por las capas inferiores de la personalidad, es decir, sin que intervengan la "esfera del yo" en su función
conductora, ya que ésta "llega tarde" para frenar o dar la contraorden a la acción ya ejecutada. Se
producen por lo general por situaciones emotivas, pasionales, o circunstanciales, sin necesario
trastorno del campo de la conciencia, aunque el sujeto no alcanza a tener clara conciencia del acto ya
que representa la etapa final de un conflicto muy traumático (rechazado o reprimido por el inconsciente)
que hace eclosión como una reacción motora elemental (reacción impulsiva); a diferencia de los actos
reflejos que tienen un origen psíquico condicionado por el entendimiento.

La  obcecación  implica una situación de perturbación psíquica por hechos externos o acontecimientos
vivenciales, pero con la particularidad de que no puede anular la responsabilidad criminal siendo su
alcance sólo atenuante.

Toda actuación realizada bajo obcecación responde a un estado que se ha ido gestando durante un
período superior al del arrebato, que es mínimo o inmediato. El obcecado llega a esta situación
después de haber sufrido una determinada agresión continua, o haber pasado por un trance
desagradable.

De manera que la obcecación es un estado de ofuscación transitoria que desaparece después de


haberse producido el fenómeno que la detona. Reconoce un estado de ánimo preexistente (un estado
interior de malestar, ira, celos o resentimiento) que se extiende en el tiempo y que actúa
persistentemente en el sujeto impidiéndole valorar adecuadamente las consecuencias de una acción
reactiva ante los estímulos que recibe.

Por lo tanto se puede dar en obsesivos, paranoides, depresivos, etc, que tras un período de obcecación
tienen una reacción de ofuscación que los obnubila.

Estos cuadros admiten excepcionalmente la  alevosía  por excitación psíquica pero nunca
la premeditación que exige, entre otros requisitos, la frialdad del ánimo.

Como contrapartida, los estados pasionales y el miedo excesivo (que puede llegar al pánico o al terror)
y la acción de drogas pueden constituir auténticos TMT.

Las consideraciones médico legales que se deben tener en cuenta cuando se debe contemplar la
posibilidad de TMTI que puedan determinar una imputabilida disminuída desde el punto de vista jurídico
son:

A) TMTI exógeno, reacción vivencial y pasional.

El TMTI por reacción vivencial plantea un mayor problema de prueba entre todos los existentes puesto
que habrá que tener en cuenta las circunstancias ambientales y subjetivas que rodearon los hechos.

Se entiende por  vivencias  los acontecimientos de la vida que provocan una resonancia afectiva
influyendo emocionalmente en el sujeto. Esta reacción emocional es habitualmente compleja, se
compone de elementos psíquicos y físicos como la angustia y el miedo que provocan, además de la
alteración psíquica, sintomatología somática como taquicardia o temblores.

La reacción vivencial es una respuesta emocional comprensible motivada por una vivencia. Se dice que
la reacción vivencial es  anormal  cuando la duración intensidad y cualidad de la reacción es una
respuesta desproporcionada a la motivación que la determinó.

Las reacciones pasionales de amor, celos, odio, poder, avaricia, envidia, etc. pueden dar lugar a actos
irreflexivos muchas veces concomitantes con el delito, que si bien pueden ser transitorias son de mayor
duración y profundidad.

Otros trastornos transitorios que perturban gravemente la razón y la acción y que remiten sin secuelas
son las  psicosis reactivas graves, resultantes de un estrés psicosocial (duran como máximo dos
semanas),  las psicosis exógenas  como el estado crepuscular;  el trastorno psicótico agudo
polimorfo (que presenta productividad psicótica alternante y cambiante en horas) ; el síndrome exógeno
confusional  provocado por infecciones e intoxicaciones que inciden el parénquima cerebral, y  el
trastorno por estrés postraumático agudo  que se caracteriza por la reexperimentación de un
acontecimiento traumático con reducción de la respuesta frente al exterior y una gran variedad de
síntomas neurovegetativos.

B) TMTI endógeno. La base psicopatólogica

El TMTI de origen endógeno puede ser ocasionado por una perturbación de origen patológico o
enfermedad mental como la psicosis, así como por una anomalía o trastorno que sin llegar a
considerarse una auténtica enfermedad psíquica posee un fondo morboso o personalidad de base
psicopatólogica.

Los trastornos de la personalidad se deben diferenciar claramente de la enajenación mental, pues


mientras los primeros por sí mismos no tienen relevancia jurídica penal salvo que estén unidos a una
situación vivencial u otra situación exógena concomitante, la segunda implica per se una exención de
pena.

El problema de las psicopatías a nivel psiquiátrico es que no son verdaderas o auténticas


enfermedades mentales y jurídicamente son excepcionalmente consideradas exentas de
responsabilidad criminal.

El tipo de personalidad antisocial o sociopatía es una de las de mayor incidencia jurídico criminal. La
existencia de este trastorno, unida a situaciones vivenciales adversas o a trances de máxima tensión,
pueden dar lugar a acciones delictivas muy violentas.

Así, los psicópatas pueden presentar descompensaciones psicóticas que pueden implicar disminución
o anulación de la responsabilidad criminal. También hay que contemplar con un buen diagnóstico los
casos fronterizos y las estructuras "bordelines" (personalidades límites descompensadas).

El  trastorno paranoide de la personalidad  tiene su manifestación más grave en el delirio sensitivo
paranoide. En el delirio pasional la petición amorosa rechazada se elabora en el sentido de la idea de la
insuficiencia vergonzosa y se transforma en las correpondientes ideas referidas, y de celotipia.

La celotipia y la desconfianza hacia la pareja son comunes en las personalidades paranoides y


proclives a situaciones delictivas por reacciones explosivas y agresivas.

Los querulantes y pleitistas realizan sus actividades delictivas en relación a supuestos jurídicos y
judiciales.

El trastorno esquizoide y esquizotípico se caracteriza por la deficiencia que presentan estos individuos
para establecer relaciones sociales por ser solitarios, introvertidos, fríos, lentos y distantes. A menudo
pueden sufrir episodios psicóticos de corta duración (se asocian a los bordelines).

Los  trastornos histriónicos  se caracterizan por una conducta teatral e intensamente manifestada, con
conductas extravagantes, manifestaciones de autodramatización, excitación emocional, hiperreacción,
así como explosiones de ira injustificadas. Egocéntricos, exigentes y agresivos pueden desdoblar la
personalidad y tener reacciones de conversión y trastornos de la conciencia breves.

El trastorno explosivo o de falta de control de los impulsos se caracteriza por la inestabilidad emocional
con tendencia al odio, la ira o la violencia y que puede tener un correlato con alteraciones cerebrales
orgánicas de tipo epileptoide que le resta responsabilidad penal en algunas circunstancias.
Entre las  neurosis, las obsesivos compulsivas y las histéricas que se disocian (fugas psicógenas,
trastornos de trance y posesión, amnesias, etc.), suelen ser las que más complicaciones de tipo
delictivo suelen presentar cuando se presentan descompensaciones emocionales agudas que le restan
responsabilidad.

Los movimientos automáticos por miedo y el dolor

En los  movimientos automáticos  el impulso externo actúa por vía subcortical (periférica) pasando
directamente de un centro sensorio a otro motor sin intervención primaria de la conciencia, por lo tanto
este reflejo es penalmente irresponsable. Así por ejemplo ante una situación de agresión inminente y
peligrosa, se puede reaccionar agrediendo al atacante en forma irracional a causa de un miedo
insuperable.

El  dolor intenso  puede provocar una situación de perturbación mental evidente que anule el
conocimiento reflexivo y la voluntad. Las sensaciones de dolor se transmiten a las regiones corticales
somatosensibles del SNC, donde se origina la percepción consciente. El cortex parietal localiza el dolor
y percibe su intensidad y magnitud, pudiendo dar lugar al aturdimiento, la inconsciencia y, de persistir,
al shock cardíaco y la muerte. De manera tal, que el dolor puede ser causa de alteración mental, fruto
de la angustia y el sufrimiento y ocasionar actos irreflexivos.

El problema de la emoción violenta

El estado crepuscular de la conciencia de causa emocional trae la conflictiva figura de la emoción


violenta.

La "emoción violenta" es una figura jurídica de difícil correlato médico legal. En el art. 81 inc. 1º del CP
se contempla como un atenuante de la imputabilidad. Allí se tiene en cuenta la emoción y las
circunstancias que la acompañan en el momento de un hecho delictivo.

La emoción, si es un concepto médico, y como se ha expresado, es una reacción primaria, explosiva,


brusca e intensa. De acuerdo a la intensidad de la respuesta emocional a un estímulo dado el individuo
puede llegar desde un estado crepuscular de la conciencia a una estado de inconsciencia.

Lo que acontece en la llamada "emoción violenta" es:

a) una  reacción vivencial anormal  emotiva muy intensa pero que no alcanza un grado de alienación
completa (estado de inconsciencia del art. 34 del CP). Algunos autores como Dupré hablan de una
personalidad predispuesta de base (personalidad hiperemotiva preexistente al hecho).

b)"las circunstancias que la hicieron excusables", la doctrina habla de un hecho de carácter ético
disvalioso que provoca la representación mental súbita que conmueve la afectividad e inhibe las
funciones intelectuales superiores por la marcada exaltación afectiva que produce.

c) la  respuesta psicomotora  (requisito cronológico) debe ser  inmediata, aunque se describen
formas tardías por ejemplo: en las personalidades esquizoides y hasta diferidas cuando el estímulo es
iterativo en el tiempo.

d) luego del hecho se reconoce un estado de dismnesia de lo ocurrido (amnesia parcial) por lo que se
dice que es el estado de semi-alienación o incompleto y le corresponde una atenuación y no es
eximente de pena.

e) en cuanto a la objetivación de "violenta" pasa a ser un juicio de valor exclusivamente jurídico al igual


que "las circunstancias que lo hicieran excusables".

El problema de las drogas

El denominador común de las drogas (en menor grado el tabaco y la cafeína) es la capacidad de variar
la conducta, en algunos casos transformar la personalidad e incluso llevarle a situaciones de
dependencia total respecto a la sustancia, así como en algunos casos hasta un síndrome de
abstinencia (SA).

Los efectos que produce son diversos desde la excitación, la inhibición o la relajación del SNC. Según
el potencial del fármaco la repercusión en el cerebro aumenta llegando a producir completa
perturbación mental asimilable a una enfermedad mental que anula el entendimiento y la voluntad.

Se entiende por  droga  a una sustancia que, introducida en el organismo de diversa forma, sea para
fines terapéuticos o no, es capaz de producir una modificación en la conducta,(actúa sobre el SNC)
condicionada por los efectos inmediatos o persistentes de tal forma que genere el impulso de
reiteración en el consumo hasta llegar a la fármaco-dependencia.

Las drogas pueden ser capaces de generar acostumbramiento (tolerancia celular) y dependencia física
(su falta provoca un síndrome de abstinencia) y psíquica (hábito).

Es preciso señalar que no todos los toxicómanos delinquen. El consumo prolongado de determinadas
drogas con alto potencial tóxico, en especial el alcohol, algunos psicofármacos y los inhalantes entre
otras, provocan lesiones cerebrales graves y en ocasiones irreversibles, así como la transmisión de
enfermedades muy graves como la hepatitis y el SIDA.

El consumo de drogas, en especial las que mayor adicción provocan, pueden dar lugar a conductas
que inciden en la imputabilidad por tres motivos principalmente: a) la intoxicación de la sustancia que
altera la capacidad cognoscitiva y volitiva del psiquismo por ejemplo: el alcohol, b) por el síndrome de
abstinencia que afecta su conducta, como por ejemplo: la heroína y c) por las patologías asociadas que
las drogas comportan como los delirios paranoides como por ejemplo: las anfetaminas y la cocaína.

Recordar que la droga atrae por el placer y retiene por el dolor.

Existe un tipo de personalidad especial dentro de los toxicómanos, denominado toxicofilia


(predisposición a sufrir dependencia frente a sustancias tóxicas).

La toxicofilia puede ser orgánica y psíquica. La primera se caracteriza porque el individuo acusa
síntomas de abstinencia desde las primeras tomas. Suele aparecer accidentalmente (contacto casual
con la droga) o por prescripción facultativa. La toxicofilia psíquica se caracteriza por una especial
estructura de la personalidad (oscilaciones anímicas, inmadurez emocional, bajo nivel de frustración,
egocentrismo, reacciones en cortocircuito, etc.) que le exige al individuo la búsqueda del placer en
forma inmediata sin reflexionar sobre las consecuencias. Suelen reaccionar en forma totalmente
anormal con una ingesta relativamente baja.

Es sabido que los efectos de las drogas no sólo dependen de factores personales sino también de
condicionamientos psicosomáticos y ambientales.

Los politoxicómanos son los que poseen mayor proclividad a la delincuencia. La violencia considerada
como agresividad biológica mal canalizada es un fenómeno que se desencadena de forma muy
sintomática en consumidores de sustancias tóxicas, ya sean éstos adictos o consumidores
experimentales.

A nivel social, se presenta la droga como algo demoníaco externo a la sociedad, que es capaz de
infectar al cuerpo sano de las personas, pasando a ser el toxicómano como una "subclase" marginal
dentro de la sociedad, hecho que suele traer aparejado el resentimiento social del consumidor, que se
vanagloria de su rol con orgullo y vanidad como forma de expresar su rechazo al rechazo social que
sufre.

Es muy frecuente de observar que el toxicómano es por lo general consumidor de varias drogas, ya sea
de forma simultánea o por separado. Suele ser consumidor de tabaco y alcohol, además de las drogas
a las que se tiene la adicción principal.

Las combinaciones que se pueden observar son: la mezcla de cocaína y/o anfetaminas con alcohol o
marihuana o LSD u otras formas más sofisticadas como el "crack", la "burundanga", el "éxtasis", el
"coraje", etc., que pueden provocar comportamientos compatibles con TMT.

La mezcla de heroína con cocaína ("speedball"), no es común en la Argentina. La mezcla de alcohol


con sedantes (barbitúricos, benzodiacepinas, etc.), con cannabis, LSD o antidepresivos pueden
provocar estados de inconsciencia que pueden ser contemplados dentro de los TMT.

Consideraciones médico-legales del TMT

Por último haremos una breve descripción de los elementos semiológicos a tener en cuenta cuando se
debe hacer una pericia de un TMT, sobre todo en lo concerniente a la conciencia, la ideación y la
actividad.

Concepto de conciencia

Totalidad de la experiencia momentánea, insertada en la corriente continua de la vida psíquica,


mediante la cual se percibe el mundo circundante a través de los órganos sensoriales y de las huellas
mnésicas.

Es un fluir en donde el YO puede captar un momento, por lo que conciencia es siempre "conciencia de
algo", es decir, de intencionalidad.

Reconoce la conciencia:

a) una estructura, que es como un escenario que requiere de luz (intensidad) y un campo (amplitud).

b) Un contenido,  que son los personajes que representan al mundo exterior (objetos a captar) y al
mundo interior (vivencias del yo).

 
 

Además, la conciencia se divide en áreas o sectores que se pueden graficar en forma concéntrica

El  estado vigilia o vigilancia  depende de los relojes biológicos autorreguladores neurocerebrales del
sueño y la vigilia. En este sistema intervienen el sistema activador reticular ascendente (SARA), la
corteza cerebral, el hipotálamo, las hormonas, los estímulos, el riego sanguíneo, etc. Sin estado de
vigilancia, no hay claridad de conciencia y por ende no hay lucidez. Lo opuesto a una persona
despierta, consciente y vigil, es el sueño fisiológico.

La  claridad de conciencia  depende de la intensidad de la vivencia, la amplitud del campo de la


conciencia y la ordenación del continuo devenir de la vida psíquica. Los factores que intervienen son el
tono vital, el grado de interés y el estado anímico, es decir, el conjunto de motivaciones del vivenciar y
del comportamiento.

La conciencia de sí mismo depende de los elementos anteriores (vigilancia y claridad) y permite saber


que el YO mismo es distinto del mundo o realidad del no YO.
Comprende:  a) la vitalidad del YO: sentimiento vital (conciencia corporal y anímica), se altera por
ejemplo: en los estados depresivos; b) la actividad del YO: libertad para actuar, se altera por ejemplo:
en los estados catatónicos; c) consistencia del YO: sentimiento de unidad, se altera por ejemplo: en la
esquizofrenia; d) demarcación del YO:  límites entre el yo y no yo, se altera por ejemplo: en la
despersonalización; e) identidad del YO: conciencia de historia personal, se altera por ejemplo: en las
neurosis; f) imagen del YO: sentimiento con referencia a los demás, se altera por ejemplo: en la baja
autoestima;  g) energía del YO: capacidad de autoafirmación, se altera en la falta de autonomía
personal.

Estado de conciencia

En el estado de conciencia interviene un componente neurológico, un componente psicológico y un


componente social.

El componente neurológico requiere de la indemnidad del soporte del SARA y el centro encefálico para


mantener la regulación sueño-vigilia y coordinar la actividad cortical estímulo-acción.

El componente psicológico requiere de la atención y sensopercepción para captar los estímulos, de la


memoria para almacenarlos y recordarlos, del pensamiento y la razón para discriminarlos, del juicio
para valorarlos, de la afectividad (carga afectiva) para motivarlos y de la actividad para ejecutarlos.

El componente social requiere de la buena interacción con el medio para integrar las acciones en forma
adecuada.

De manera tal que, el estado de conciencia requiere de un sensorio libre tanto  "para estar
alerta"  como  "para darse cuenta",  es decir, para tener capacidad de comprender y de mantener el
contacto con la realidad.

Niveles de conciencia

Se describen distintos niveles de conciencia que tiene que ver con la mayor o menor integración del YO
al mundo que lo rodea.

a) Conciencia fisiológica:  es la más elemental, tiene que ver con los reflejos. Sólo se suprime por un
coma profundo

b) Conciencia sensoriomotriz: tiene que ver con el control corporal. Se descontrola en los estados de
inconsciencia por ejemplo: a través de automatismos psicomotores.

c) Conciencia perceptiva: es la captación de la realidad a través de los sentidos Tiene que ver con la
lucidez mental. Se altera cuando se pierde en la relación YO-Mundo.

d) Conciencia discriminativa: es la capacidad de valorar lo bueno de lo malo, lo liícito de lo ilícito, etc.


Se altera cuando por ejemplo: un individuo ha perdido la capacidad de comprender un acto.

e) Conciencia reflexiva o moral: tiene que ver con la capacidad autocrítica (yo reflexivo). Se pierde
cuando un individuo pierde la capacidad de prever lo que debe hacer o lo que es más conveniente para
él.

La conciencia se puede desestructurar por diferentes causas provocando diferentes niveles de TMT.

Las perturbaciones pueden aparecer en el plano de la vigilancia o del "estar alerta" (perturbaciones del
sueño-vigilia), o en la claridad o del "darse cuenta " (perturbaciones de la claridad), pero la patología de
más importancia médico-legal es el estado de inconsciencia.

Las  perturbaciones del estado de vigilia  tienen que ver con la  lucidez  en el sentido "neurológico" o
estado consciente (estar despierto) o con trastornos del sueño.

Las alteraciones que se pueden observar son cuantitativas: a) la hiperconciencia o hipervigilancia como


se ven en los estados paranoicos;  b) la hipoconciencia o estados crepusculares  como se ven en el
ensueño, las alucinaciones oníricas, las epilepsias, etc.; c) la inconsciencia o TMTC debido a ebriedad,
emoción, epilepsia, etc.

Las alteraciones del sueño pueden ser múltiples. Se citan:

a) el insomnio que puede provocar estados hipnagógicos;

b) la hipersomnia ya sea por necesidad imperiosa de dormir mientras se está realizando alguna acción,
ya sea por dificultades para despertar (provocando trastornos confusionales) o por la actividad
automática post sueño (ebriedad del sueño);

c) la narcolepsia o síndrome de Gelinau (asociación de cataplexia con alucinaciones hipnagógicas);

d) las pesadillas en las que en la fase REM del sueño aparecen imágenes oníricas con gran exaltación
emocional que provocan desde  temor  (recuerdos displacenteros) hasta  terror  (emisión de gritos y
agitación motora);

e) onirismo  con trastornos neurovegetativos: enuresis (miccional), encopresis (defecatoria) o


polucionismo (eyaculatorio), etc.;

f)  sonambulismo: forma de histeria o epilepsia que disocia el sueño provocando una reacción motora
(se realizan actos automáticos sin recuerdos posteriores de los mismos).

Las  perturbaciones de la claridad  de conciencia se manifiestan por los diferentes grados


de obnubilación que presenta un individuo hasta llegar al coma.

La  obnubilación  puede ser  fisiológica  (cansancio, fatiga, etc.), o  patológica  ya sea  simple  (diferentes
grados de perturbación de la claridad de la conciencia) u onírica (por ejemplo: el delirium tremens que
cursa con excitación, delirio, alucinaciones y desorientación) que forma parte de la  confusión mental.
Ésta puede ser estuporosa (mutismo y akinesia), perpleja (irresoluto e indeciso) o agitada (exaltada y
excitada).

Se citan como distintos grados de profundidad de la obnubilación:

a)  el embotamiento o torpor  que cursa con distracción atentiva, falta de concentración voluntaria,
desorientación y amnesia de fijación. Se puede observar fisiológicamente por cansancio o fatiga, en el
trance hipnótico (sugestión) o histérico (disociación) en el que el individuo puede obedecer a órdenes
automáticamente, como así también a cuadros psicopatológicos con liberación de automatismos ya sea
por traumatismos, toxifrenias, epilepsias, etc.

b) la somnolencia, caracterizada por la pérdida del tono postural (el individuo cabecea), puede ser por
cansancio o fatiga o por enfermedades como por ejemplo: la encefalitis.

c) el sopor, caracterizado por la somnolencia permanente. El individuo se despierta del letargo sólo con
estímulos sensoriales como el pinchazo.

d) el sueño, aquí el individuo deja la vigilia y sólo despierta con un zamarreo enérgico.

e) el precoma: el individuo está inconsciente y reacciona a estímulos con gestos por ejemplo: frente al
dolor. Conserva el reflejo a la luz y el corneano.

f)  el coma:  el individuo permanece inconsciente, en vida vegetativa, comienza a perder los reflejo
oculares y aparece la midriasis. En el coma I aún conserva los reflejos, en el coma II sólo el corneano,
en el coma III desaparecen los reflejos y se aparece la miosis, en el coma IV aparece la rigidez de
descerebración, el EEG es plano, con midriasis fija, es irreversible (muerte cerebral).

Las causas del coma pueden ser múltiples. Se citan los traumatismos de cráneo, los tóxicos, los
tumores, las infecciones, las vasculares (trastornos del riego cerebral, la isquemia, la arteriosclerosis, la
embolia, la trombosis, la hemorragia cerebral, etc.) ,las crisis subintrantes epilépticas, etc.

Está descripto también el coma vigil que es un síndrome apálido con mutismo acinético, inmovilidad,
mirada fija (núcleos de la base), donde se debe hacer diagnóstico diferencial con la catatonía.

La ideación obsesiva

Las ideas patológicas siempre son el resultado de la interacción de un capital ideativo normal con una
sobrecarga afectiva patológica. Entre las ideas patológicas se encuentran las ideas obsesivas.

La  idea obsesiva  es una idea errónea, reconocida por el sujeto como tal, que perturba el juicio sin
desviarlo, por lo que condiciona parcialmente la conducta, bloqueando o inhibiendo la voluntad, debido
a la base afectiva patológica que la sustenta. El núcleo afectivo anómalo, que la nutre, es una emoción
displacentera como el miedo, el temor, la angustia, la ansiedad, etc.

Las obsesiones pueden ser ideativas (puras), fóbicas y compulsivas.


Las obsesiones  ideativas  se expresan a través de  escrúpulos  (duda e inseguridad
permanente),  recuerdos  (representaciones recurrentes que se evocan automáticamente)
y especulaciones (reformulaciones permanentes de ideas).

Las obsesiones  fóbicas  se nutren de temores irracionales que aparecen en forma recurrente y que
condicionan la conducta haciendo asumir al individuo mecanismos de evitación o recurrir a
acompañantes contrafóbicos para contrarrestar la angustia que padece si tiene que ejecutar la acción
temida.

Las obsesiones compulsivas son conductas que se experimentan, no como el resultado de la volición


del individuo, sino que van acompañadas tanto de una sensación de impulso irracional a efectuar
alguna forma de acción, como por una lucha o deseo a resistirse.

La actividad

Es una función psicomotriz que se manifiesta a través de actos.

Los  actos  que se pueden describir son: a) el  instintivo  (comer), b)  el habitual  (caminar) o, c)
el voluntario condicionado y dirigido por la voluntad.

La  voluntad  es un tipo de energía estática o potencial que posee el ser humano y que frente a los
requerimientos de lo intelectivo-afectivo se convierte en energía dinámica (acción) de lo que resulta el
acto voluntario.

El acto voluntario consta de una etapa de elaboración consciente (conación) y una etapa de ejecución
(acción propiamente dicha).

La etapa de elaboración o conación es intrapsíquica y corresponde a la acción implícita o pre-acción.


Es el momento que va desde el desear hasta el hacer, de lo implícito (apetencia–rechazo) a lo explícito,
(acercamiento-huída).

Comprende: a)  la intelección  (idea, deseo, tentación, etc.), b)  la deliberación  (cobra fuerza el deseo
frente a la duda o la inquietud por lo que surge la lucha interior), c)  la intención o propósito  (plan de
acción vencida la resistencia interna, se rumea el cuándo, el dónde y el cómo) ,d) la decisión (reacción
motriz voluntaria por lo que surge el acto).

Las alteraciones de la conación pueden ser cuantitativas (hiper-hipo y abulia) o cualitativas


(impulsiones y compulsiones)

La etapa de ejecución o acción propiamente dicha es extrapsíquica y corresponde a lo explícito.

En el estudio de la  voluntariedad  de los sujetos que llegan a la comisión de un delito es frecuente
observar que se los pretenda encuadrar en situación de una ideación obsesivante patológica, es decir,
un estado de " compulsión automatizada" que le haya impedido dirigir sus acciones. Si bien no se
puede descartar que esta situación podría eventualmente darse, podemos afirmar que esta posibilidad
es un hecho excepcional.

Debemos hacer notar que cuando se habla actualmente de un  trastorno obsesivo compulsivo  (no
"impulsivo") y se utilizan ambos términos se está haciendo referencia a los pensamientos (obsesivos) y
las conductas (compulsivas) que caracterizan a esta neurosis.

Las  obsesiones  son definidas como ideas, pensamientos, imágenes o deseos persistentes o
recurrentes que son ajenos al YO, (reiteración sobre un tema o problema), es decir, que no se
experimentan como algo producido voluntariamente, sino más bien como ideas que invaden el campo
de la conciencia. El individuo, por lo tanto, realiza intentos por ignorarlas o suprimirlas sin éxito
(ideación parasitaria), hecho que lo angustia.

Las  compulsiones  son conductas que se experimentan, no como el resultado de la volición del
individuo, sino que van acompañadas, tanto de una sensación de impulso irracional a efectuar alguna
forma de acción, como por una lucha o deseo a resistirse. Sin embargo, el impulso permanece como
impulso y no es ejecutado por el individuo ya que éste teme "perder el control" de su conducta.

Estos impulsos, aunque no conducen a la acción, provocan gran ansiedad en el individuo y le obligan a
tratar de evitar la situación o el objeto que le provoca el impulso. Por ejemplo, no querer asomarse a un
balcón por el temor a sentir el impulso de tirarse al vacío.
En ocasiones la conducta compulsiva se vuelve muy elaborada y repetitivamente esterotipada,
haciendo el neurótico lo que denomina "rituales compulsivos" por ejemplo: lavarse las manos tres veces
o comenzar a caminar con el pie derecho ante el temor a las infecciones o a caerse en la calle, etc.

A veces estos rituales se vuelven tan complejos que llevan a interferir casi todas las actividades diarias
del paciente.

Tanto las obsesiones como las compulsiones son egodistónicas (ajenas al YO) para el individuo. Sólo
en forma excepcional se han observado que las obsesiones bajo la forma de un deseo imperativo de
realizar actos disvaliosos (reñidos con los principios del individuo y su manera de ser) se cumplen en la
acción y sólo luego de luchas internas (compulsiones) que pueden llegar hasta al agotamiento del
individuo. Ejemplo de ello son los, a veces intrascendentes, actos de cleptomanía o los no tan
intrascendentes episodios de piromanía u homicidio.

Para que ello se configure como una  idea obsesivante patológica  tiene que aparecer como una
conducta repentina e imposible de controlar y ejecutada sin prevención o cálculo premeditado, y a
veces frente a la presencia de terceros testigos, ya que la necesidad es tan fuerte que el individuo no
puede evitar, controlar o postergar la acción temida de ejecución para una circunstancia más propicia o
menos comprometida. Luego de un momento de un gran alivio por la ejecución del hecho tensionante,
el individuo, como no lo quería hacer, (conciencia clara de la ilicitud). siente un gran remordimiento y
necesita expiar la culpa que su accionar le ha generado,(no nos olvidemos que se trata de una
conducta neurótica y no una conducta psicopática).

Dicha situación de incapacidad para dirigir las acciones es excepcional, lo habitual no son estas
"neurosis obsesivas compulsivas automatizadas" sino las impulsiones psicopáticas conscientes y
premeditadas.

Los impulsos o pulsiones, a diferencia de lo que hemos descripto, se observan con frecuencia en las
conductas psicopáticas ("acting-out") y se dan en los trastornos antisociales de la personalidad, en las
personalidades psicopáticas o psicopatías clásicas y corresponden a un tipo rígido de estructura.

Los trastornos del control de los impulsos se caracterizan por los siguientes síntomas:

a) Imposibilidad de resistir un impulso, una tendencia a realizar un acto peligroso, rechazando la


resistencia interna consciente.

b) Sensación creciente de tensión antes de cometer el acto

c) Experiencia de placer, gratificación o alivio al realizar la acción. El acto se considera egosintónico,


pues es consonante con el deseo consciente inmediato del individuo. No suele haber autorreproche o
sentimiento de culpa posterior.

Entre los más comunes se encuentran: el trastorno explosivo intermitente, la cleptomanía, la piromanía,
la ludopatía, etc.

Los dos elementos básicos que se deben investigar son los trastornos de la memoria y de la actividad
automática.
Los trastornos que perturban los estados de conciencia se caracterizan por la amnesia (signo negativo)
y los automatismos (signo positivo).

La amnesia es la falta de recuerdos de un hecho vivido en forma pretérita.

Se distingue una forma típica (ausencia absoluta de recuerdos de un período temporal dado), por ej.:
crisis epiléptica de gran mal. En el estado de inconsciencia se produce un trastorno mental transitorio
de alienación mental en la cual la amnesia es completa de todos los hechos que se han producido
durante el lapso que duró el trastorno (no es selectiva).

También hay una forma  atípica o dismnesia  (evocación irregular, parcial e incompleta). Se produce
también en los trastornos mentales transitorios pero no alcanzan la jerarquía alienante de la anterior (no
psicótica) por lo tanto no es médico legalmente una eximente sino un atenuante (estado de
semialienación que determina una imputabilidad disminuida). Se describen la amnesia lacunar (flash),
los  estados de enturbiamiento  de la conciencia (obnubilación simple), estado crepuscular  de la
conciencia o de opacidad sensorial no uniforme ya que sólo se percibe un punto o zona central
(estrechez) quedando en la oscuridad el resto del campo perceptivo de la conciencia.

Los automatismos pueden ser fisiológicos y patológicos. Entre los primeros encontramos a los hábitos.
En cuanto a los patológicos se realizan sin gobierno intencional dirigido al cumplimiento de objetivos
preestablecidos.

El automatismo inconsciente no persigue motivos, la conducta resulta instintiva, absurda,


incomprensible, desproporcionada y dispráxica (acción o acto incomprensible).

Por todo lo expresado, ante una pericia en que se piense en la posibilidad de que se esté ante la
presencia de un sujeto que en su acto delictivo haya presentado un trastorno mental transitorio, es de
capital importancia el estudio de los antecedentes psiquiátricos y el examen semiológico de su actividad
psíquica, sobre todo en lo referente a su estado de conciencia, su discurso ideativo, su carga emocional
y la repercusión en su actividad conductual.

Bibliografía

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