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El Síndrome Del Niño Emperador

Yadrianis Bello Castillo

Valeria Coronado Santiago

Kendry Orozco Bohorquez

Aura Paredes Suárez

Psic. María Margarita Tirado Vides

Docente

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Popular del Cesar

Programa de Psicología

PS404: Psicopatología

Grupo 01

Valledupar

2021
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El niño emperador

El síndrome del emperador es un trastorno de la conducta infantil que se manifiesta

en forma de desafío, chantaje e incluso agresión a los padres, que han perdido toda

autoridad para el menor (Rocamora, 2021). De acuerdo a lo anterior el niño siente que tiene

el control, que puede imponer su voluntad y someter a sus padres.

Otra definición importante para destacar y mencionar pertenece a Aroca y Lorenzo,

(2014) donde refiere que es “el tipo de violencia donde el hijo o la hija de manera

intencional y consciente actúan en contra de sus progenitores (o quienes ocupen ese rol)

con el deseo de causarles daño, perjuicio y/o sufrimiento, de forma repetitiva a lo largo del

tiempo, mediante la violencia psicológica, física y/o económica, con el fin de obtener

poder, control y dominio sobre sus víctimas para conseguir lo que desea”

A partir de las definiciones anteriores, estos niños o niñas con el síndrome del niño

emperador, llegan a convertirse en el dominador de su hogar. Algunos ejemplos de las

conductas que tienen son elegir las comidas diarias, a que lugar salir a dar un paseo, que

serie o película de televisión se verá, y muchas más actividades que no es común que un

niño elija todos los días. Estos niños amenazan, agreden psicológicamente o físicamente a

sus padres, y parecen no haber desarrollado las emociones morales como la compasión, el

amor o la culpa, además de no ser empáticos con las demás personas de su entorno.

En cuanto a los antecedentes, el síndrome del emperador acoge su nombre en

referencia a los emperadores romanos, que podían decidir sobre la vida o por el contrario el

fallecimiento con solo levantar o bajar el pulgar, además de ello, su voluntad debía ser

respetada, o sino el enojo estaba completamente asegurado. Este nombre también

corresponde a una etiqueta que se utiliza para diagnosticar a niños denominados tiranos, por
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no respetar las normas, que pueden ridiculizar y también tienen conductas agresivas con sus

padres, llegando incluso hasta el punto de la agresión física (Rivera & Alemán, s.f.)

Habitualmente sucede que el agresor no depende de su víctima, ya sea hombres,

mujeres o ancianos (Aroca y Lorenzo, 2014). Sin embargo, en el caso del niño emperador

se invierten los papeles. El niño o el adolescente siendo menor de edad se convierte en

agresor, y aunque dependa de sus padres al ser responsables de su cuidado, resultan siendo

ellos las víctimas de quien cuidan.

Hoy en día, se puede observar el aumento de padres complacientes con sus hijos,

por lo cual, los niños adoptan una postura de manipulación y dominación con sus padres, ya

que de esa forma obtienen lo que quieren, por consiguiente los niños aprenden a recibir

beneficios a través de esa conducta inadecuada. De este modo se acostumbran y aunque los

padres decidan imponer su autoridad los niños seguirán teniendo el mismo patrón de

conducta y la problemática empeora. Mayormente se da en la población masculina, y solo

un 33% es por parte femenina (Rivera & Alemán, s.f.)

Entre las causas o factores predisponentes de este síndrome, se encuentran; darle

siempre la razón al niño, permitir que el niño evoque agresiones verbales o físicas,

consentirle deseos innecesarios. Por otra parte, los expertos también señalan causas de

origen psicosocial, se refieren a la poca atención que se le brinda al menor, el poco tiempo

que comparten con sus padres, ya sea por la ocupación laboral de los padres conlleva a que

los niños quieran llamar su atención, por medio de pataletas, faltas de respeto y

manipulaciones.
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Dentro de los mismos factores se encuentran los “padres permisivos” este término

se atañe a los padres que son complacientes con sus hijos, ofrecen autonomía y libertad a

sus hijos, sin ejercer autoridad frente a ellos, muchos padres modernos tienen filosofías

como: “la autoridad es un estímulo estresor para los niños”; este estilo de crianza trae

consigo múltiples consecuencias negativas y el desarrollo del síndrome es una de ellas.

Los estudios acerca de los estilos de crianza, dan a conocer las consecuencias de

cada uno, y dentro de los tipos identificados se destacan cuatro, los padres autoritarios, los

padres con autoridad, los padres permisivos anteriormente dicho y por último los padres

pasivos. Por otra parte, el hecho de que los padres tengan personalidades diferentes, llega a

ser un problema, dado que cuando uno de ellos quiere ejercer autoridad frente al niño, su

padre o madre le desautoriza en frente del niño, es importante que ambos tengan claro los

límites y normas que se implementaran, para mitigar los riesgos.

Anteriormente se ha mencionado que el síndrome del niño emperador es un

fenómeno donde el niño termina por dominar a sus padres y en el caso más extremo

termina por agredirles. Algunas de las características que posee un niño que padece este

trastorno son principalmente la ausencia de apego hacia los progenitores y otros adultos; el

perfil de estos sujetos es de clase no marginal, que mientras vive en casa de los padres, los

extorsiona usando cualquier medio negativo, para obtener las cosas que desea, utiliza

amenazas explicitas, se vale de la violencia verbal/física. Si el menor logra tener el control

de la situación, el hecho de disfrutar de ello es de motivación para seguir haciéndolo aun

fuera de su hogar.

En ellos se destaca la insensibilidad emocional, esto se puede identificar por

diferentes factores, como los que a continuación se mencionan, el niño miente o engaña
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constantemente a los demás para beneficio propio; no muestra culpa ni preocupación al

hacerle daño a alguien más; le importa poco si se mete en problemas; no muestra tristeza ni

preocupación si le ocurre algo negativo a otra persona; no aprende por medio de castigos

(es decir, sin importar el número de veces que se le castiga, sigue realizando la misma

acción) lo cual deja dicho que presenta poca responsabilidad ante el castigo. Estos rasgos

de insensibilidad emocional se pueden observar ya desde la infancia, incluso desde los 2

años de edad. (Garrido, 2005)

La falta de conciencia acarrea consigo el impedimento para establecer relaciones

reales con los demás, ya que son incapaces de amar además de la carencia del juicio moral.

Este síndrome se expresa de diferentes formas, dependiendo el grado el grado en que se

muestran las siguientes características: violento, abusivo, irresponsable, impulsivo,

buscador de riesgos, manipulador, mentiroso; entre más falta de conciencia, más persistente

y profunda será la conducta déspota del que presenta el síndrome del emperador. Se sabe

que poseyendo estas características inmorales difícilmente se puede lograr una adecuada

conexión con la sociedad, porque esta se rige por medio de valores que deben respetarse

para que las demás personas puedan conjugar.

Por lo general la sociedad rechaza estas conductas porque se considera que la

familia es el ente que mayor respeto merece, por eso también se necesita la psicoeducación

frente a este problema, para así adoptar una conducta apropiada frente a este caso. Hay que

tener en cuenta que un hijo violento que presentará un juicio moral muy egocéntrico, por

tanto le será muy difícil comprender el punto de vista de los demás.

Se deben tener una serie de cuidados frente a estos casos ya que estos sujetos

pueden aislarse y maquinar en su cabeza agravios y humillaciones hacia los demás, estas
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acciones violentas pueden ser graves hasta la posibilidad del asesinato. Estos jóvenes

presentan en algunas ocasiones una imagen camaleónica, en la escuela pueden mostrarse

como los inteligentes de la clase y ser duros en casa con sus padres, al final estos últimos

resultan frustrados, cansados, confundidos y desanimados, el sentir que los niños se le salen

de las manos es una señal de alerta por lo que también necesitan de la atención profesional.

Es necesario estar atentos a los pequeños que imponen de manera sistemática su

voluntad o tienen rabietas en lugares públicos delante de toda la familia, al dejar que los

niños obtengan lo que quieren cada vez que les plazca puede desarrollar o aumentar la

intensidad del síndrome, por otra parte se ha estudiado los siguientes factores como el

género en que más se presentan estos casos, que han dado como resultado que existen más

emperadores que emperatrices, es decir, se da más en el género masculino aún se desconoce

la razón.

Hay un componente genético y otras condiciones personales que pueden

favorecerlo, como el hecho de ser hijo único, el caso del pequeño de la casa con hermanos

muy mayores, de los padres añosos o con hijos adoptados. Además, cuando ya son

preadolescentes o adolescentes, estos varones manifiestan más su agresividad con las

madres que con los padres. (Pearce, 2000)

Por otro lado, se debe saber diferenciar este síndrome de la psicopatía, por lo

general los no psicópatas son más rápidos e intensos para reaccionar a palabras cargadas de

emoción, mientras que los psicópatas no lo muestran de esta manera, sino que pueden

responder de la manera esperada, y de forma desprovista a las palabras que carecen de

intensidad. Los no psicópatas como se ha mencionado carecen de conexión emocional, no

pueden procesar las emociones de los demás; en cambio, al hacerle un escáner cerebral a un
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psicópata se mide el flujo sanguíneo en el cerebro, se puede evidenciar que tienen más

actividad que los no psicópatas, al momento de trabajar palabras con intensidad emocional.

Estos hechos dan cuenta de una diferencia neurológica heredada, que probablemente puede

ser compensada por el ambiente y la educación que recibe el niño. (Hart, 2006).

En cuanto al tratamiento psicológico y el trato familiar resulta oportuno mencionar

que el hogar es la primera institución de la que forma parte el niño desde que nace, y posee

una fuerte influencia en la educación y desarrollo de los infantes. Las familias deben

colaborar estrechamente y comprometerse en el trabajo cotidiano de sus hijos, ya que son el

primer agente socializador y transmisor de las primeras competencias humanas, y donde se

desarrollan los aprendizajes básicos que constituyen la base de otros aprendizajes, dicho de

otro modo, los tutores y padres son los responsables de facilitar la adquisición de

habilidades necesarias para desenvolverse correctamente en la sociedad. (Urra, 2007)

Además de todo lo anterior, la familia del infante juega un papel fundamental en

la detección temprana de manifestaciones de conductas desadaptativas que trascienden los

limites impartidos por los padres o tutores a cargo; para facilitar la identificación de los

desajustes de comportamiento en los niños, es importante que los integrantes de su núcleo

familiar tengan preestablecidas ciertas normas, y reglas que el niño no pueda incumplir.

Cuando ocurra la violación continua y excesiva de estas, será el momento oportuno para

acudir a un apoyo psicoterapéutico.

La familia es el eje articulador de una intervención terapéutica exitosa, porque el

tratamiento para el trastorno del niño emperador, inicia realizando una evaluación para

entender y conocer la historia de infante con sus figuras paternas, ya sea lo que han

transcurrido juntos, como han afrontado los padres y el niño las etapas de cambio y de
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conflictos. Dicho de otro modo, se realizará primeramente una inspección en el periodo de

construcción de la personalidad del niño y de la relación de este con sus padres. Posterior a

la evaluación, se llevará a cabo la terapia enfocada en entender y modificar las posturas de

los padres ante las conductas y expresiones de su hijo, y que el niño pueda ser consciente de

su forma de expresarse y relacionarse, para así, ofrecer alternativas de comportamientos.

(Antón, 2009)

A lo largo de la intervención, se debe instruir a los padres sobre las diferencias

entre educar y criar, ya que la aplicación de estos métodos ayuda a desarrollar las facultades

intelectuales afectivas y morales, en concordancia con las normas sociales y culturales; una

buena educación de parte de los padres garantiza que el niño sea capaz de valerse por sí

mismo, tomar decisiones asertivas, y establecer una correcta vinculación con sus iguales.

De la misma manera, es conveniente reflexionar sobre el tipo de crianza y ambiente por el

que está pasando el niño, para poder realizar un reajuste si es necesario. (Ruíz, 2009)

Los padres deben tener en cuenta que las reglas que se van modificando de

acuerdo a las necesidades, deseos e intereses del niño; pero necesitan un ambiente ordenado

y controlado con horarios y rutinas, puesto que los menores con este tipo de alteración no

son conscientes de que las demandas y exigencias que expresan son desadaptativas y

perjudiciales para su desarrollo evolutivo. No obstante, todos los padres de familia o cabeza

de hogar, tienen conocimiento de que deben ser poco permisivos y decir no, para ello se

pueden apoyar en técnicas basadas en el diálogo y la comunicación, y evitar en la medida

de los posible la violencia y el maltrato a la hora de dirigirse a ellos, porque los niños

aprenden de sus figuras paternas.


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Garrido (2007) explica la existencia de diversas técnicas y estrategias para

redireccionar las conductas desadaptativas de los niños emperadores, por ejemplo: la

terapia de interacción padres-hijos ha demostrado ser de mucha utilidad para ayudar a los

niños entre los dos y siete años, tiene como objetivo poner a trabajar juntos a padres e hijos

a través, de una serie de ejercicio, mientras que el terapeuta guía a los padres por medio

través de un audífono intrauricular. Con esta técnica el padre o tutor aprende a estar más

atento a las conductas y habilidades positivas del niño, para que después se encargue de

reforzarlas y premiarlas para que el niño las realice con mayor frecuencia.

Por otra parte, la técnica de soluciones proactivas y colaborativas son unas de las

más utilizadas por su eficacia; se basa en la idea de que la conducta explosiva y

demandante se debe a una necesidad por parte del niño para tener atención. Por ello, el

objetivo de esta es enseñarles a los niños habilidades culturales, como la música, el arte, el

deporte entre otros, esto con el fin de que obtengan la atención que desean a través de otro

medio más enriquecedor, sin embargo, numerosas investigaciones han criticado esta

práctica, porque puede empeorar la conducta del niño. (Antón, 2009)

En definitiva, el tratamiento de los niños con estas alteraciones resulta un poco

difícil, porque requiere de una intervención interdisciplinar, ya que son muchos los factores

que intervienen en la aparición de las conductas desadaptativas, sin embargo, realizando

una correcta evaluación sobre sus antecedentes y áreas de ajustes se puede establecer el

plan terapéutico adecuado para cada caso particular.


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Referencias

Antón, C. (2009). Mediación familiar: una intervención humanista. Familia. Revista de

Ciencias y Orientación Familiar, 39, 11–14. https://doi.org/10.36576/summa.29350

Aroca-Montolío, C., Lorenzo-Moledo, M., & Miró-Pérez, C. (2014). La violencia filio-

parental: un análisis de sus claves. Anales de Psicología/Annals of

Psychology, 30(1), 157-170.

Garrido, A. (2005). Los hijos tiranos. Síndrome del niño emperador. Ed. Ariel. Madrid.

Garrido, V. (2007). Antes que sea tarde: ¿Cómo prevenir la tiranía de los hijos?.

Barcelona: Editorial Nabla.

Hart, L. (2006). Sin miedo a educar. Ed. Ciudadela. Barcelona.

Pearce, M. (2000). Berrinches, enfados y pataletas. Ed. Paidós. Barcelona.

Rivera, M. Á., & Alemán, J. A. (s.f.) El Niño Emperador: Los desafíos del quehacer

profesional. La problemática de los grupos vulnerables Visiones de la realidad., 13.

Rocamora, A. (2021). Síndrome del Emperador: ¿cómo tratar a un niño mandón?. Cuida

tu Salud Emocional. https://www.cuidatusaludemocional.com/sindrome-del-

emperador.html

Ruiz, PJ (2009). Niños y adolescentes que maltratan. Pediatría Integral, 13, 919-929.

Urra, J. (2007). El pequeño dictador: cuando los padres son las víctimas del niño

consentido al adolescente agresivo. Madrid: La Esfera de los Libros.

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