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Volumen Extra-La Princesa Vampiro Del País Perdido
Volumen Extra-La Princesa Vampiro Del País Perdido
NOTA IMPORTANTE
CRÉDITOS:
Recordó que había un comando para esto. Momonga recordó el comando que había visto
antes, y luego extendió la mano antes de agitarla suavemente de arriba hacia abajo.
—De rodillas.
Albedo, Sebas y las seis criadas (Pléyades), todos cayeron de rodillas ante él de la forma en
la que los súbditos se postrarían ante su señor.
Momonga apoyó la espalda contra el trono, y, lentamente, levantó la cabeza hacia el techo.
Él había construido Nazarick, una de las mazmorras más difíciles del juego, con sus
amigos. Por esa razón, Momonga había pensado que un grupo de jugadores podría pensar
en desafiarlos en el último día del juego
Aunque había enviado mensajes a los antiguos miembros, las personas que finalmente
vinieron se podían contar con los dedos de una mano.
Aunque actualmente su gremio no era más que un cascaron vacío, ser miembro le había
traído momentos agradables en el pasado.
Movió los ojos para contar las gigantescas banderas que colgaban del techo. Había 41 en
total, el mismo número de miembros que había en el gremio, y cada bandera tenía los sím-
Momonga pensó sobre cierto plan qua había preparado para hoy. Un plan para un glorio-
so final: Para celebrar con sus amigos que habían venido en el último día de operaciones,
para hacer algo grande con ellos justo en el mismo final, Momonga había ido a un distrito
de compras que casi nunca visitaba, y compró grandes cantidades de objetos, con el objeti-
vo de usarlos para realizar un evento.
Sin embargo, aunque varios de sus amigos vinieron hasta el gremio, lamentablemente nin-
guno de ellos se quedó hasta el final.
Esos amigos que vinieron en particular… por supuesto, pusieron sus vidas reales primero.
Del mismo modo que Momonga había visto a muchos de sus amigos dejar el gremio por la
misma razón, era una conclusión que él hubiera podido anticipar.
Aun así, Momonga seguía sintiéndose terriblemente solo, y terriblemente frustrado al mis-
mo tiempo.
Era debido a que estas dos emociones llenaban su corazón que se había olvidado por com-
pleto de su intención original de tomar parte de un evento con sus amigos. No, tal vez se
debió a que no quería recordarlo.
Tal vez pudo haber otro final, es decir, olvidar el evento, y quedarse sentado en el trono
hasta el final. Sin embargo, ahora ya lo había recordado.
«¡Tengo que ir! ¡No importa si sólo soy yo! ¡Tengo que darle a toda esta cosa
Momonga soltó el Báculo de Ainz Ooal Gown que había estado sosteniendo firmemente, y
de inmediato canalizó el poder en el anillo de su dedo anular derecho, el anillo de Ainz
Ooal Gown.
Mientras operaba el anillo de Ainz Ooal Gown, apareció una lista de destinos de teletrans-
portación.
Los ojos de Momonga se posaron sobre el Báculo de Ainz Ooal Gown. Siendo un Arma de
Gremio, su destrucción significaba la destrucción del gremio. Desde este punto de vista,
dejarla era la decisión más segura que podía tomar. Sin embargo, ¿acaso Momonga no
había tenido cierto pensamiento más temprano antes de tomar el báculo?
«Es cierto, acompáñame, ya que eres la prueba de que el gremio de Ainz Ooal Gown existió
alguna vez.»
Había dos filas de féretros delgados de piedra usados para dar sepultura a cadáveres a
cada lado de él, aunque ahora estaban desocupados. El piso estaba hecho de piedra caliza
pulida. Atrás se encontraba un tramo de escaleras que daban hacia abajo, y al pie, un par
de puertas dobles, puertas que llevaban al primer piso de la Gran Tumba Subterránea de
Nazarick. Éste era el lugar más cercano a la superficie al que el poder de teletransport-
ación del anillo podía traerlo.
El nombre del lugar que se mostraba indicaba que éste era el Mausoleo Central de la Gran
Tumba Subterránea de Nazarick.
23:58:03
Era como si el timbre del tren hubiera sonado, y la puerta del tren estuviera soplando aire
en preparación para cerrarse.
Momonga usó Volar, como si fuese un asalariado corriendo hacia las estrellas.
Si él no supiera estas cosas, si cometiera algún error cuando necesitara lanzar hechizos,
eso afectaría actividades tales como el combate. Es por eso que Momonga había pasado
más de un año memorizando cada una de las posiciones de la consola. Aunque este esfuer-
zo dejaba estupefactos a sus otros compañeros de equipo, de todas maneras Momonga no
había logrado ganarle a Touch Me ni siguiera una vez a pesar de su gran esfuerzo. Aun así,
Momonga sentía que su buen record de PVP (Jugador vs Jugador) se debía a su diligencia
práctica, y eso probablemente era cierto.
Momonga voló con todas sus fuerzas hacia el gran pantano que rodeaba la Gran Tumba
Subterránea de Nazarick.
El control de la postura durante el vuelo era sorprendentemente difícil. Alguna vez había
oído a alguien decir que era como jugar a un juego de cazas. Sin embargo, si lo único que
hacía era volar en línea recta, entonces bastaban los movimientos simples. O mejor dicho,
no era necesario controlar nada. Todo lo que tenía que hacer era no tocar la interface de
control.
Una vez que dejara la porción de superficie de Nazarick —en otras palabras, el cemente-
rio— detrás de él, se encontraría en las nieblas de la región pantanosa.
Por entre la niebla aparecieron las siluetas de monstruos, pero en este momento, todos los
“mobs” habían sido desactivados, así que no atacarían en tanto él no los atacara primero.
El cambio a modo inactivo había sido implementado aproximadamente una semana atrás.
Eso, combinado con la frecuencia de las actividades de excursionismo* llevaron a muchos
nuevos descubrimientos.
(*Se refiere a que van por ahí mirando cosas, si se les ocurre algo mejor me avisan, puede
ser una frase no necesariamente una sola palabra)
Incluso Momonga no pudo evitar contener un suspiro de entusiasmo cuando vio los videos
de esos descubrimientos. Y en cuanto a los que no obtuvieron tal reacción de él, en su lu-
gar obtuvieron maldiciones en su mente: ¿Cómo demonios alguien va a saber sobre esto?
¿Los desarrolladores son estúpidos?
Valía la pena celebrarlo, por supuesto, pero al mismo tiempo le hacía sentir solitario. Como
si hubiese sido completamente olvidado por el mundo. Era algo así.
Momonga entrecerró los ojos, aunque su expresión no cambió. Había llegado a su destino,
una isla flotante en el pantano. Era una inusual isla pequeña. No era muy grande, pero es-
—¡Aquí voy!
Mientras gritaba esas palabras con un tono de voz fuerte que normalmente nunca usaría,
Momonga presionó con fuerza sobre el botón. En ese momento, los cilindros, que estaban
tan cercanos el uno al otro que casi no había espacio entre ellos, dispararon bolas de luz
arriba a los cielos. Éstas también estaban muy cerca, así que se veían como una bola gi-
gante de luz.
Eran fuegos artificiales vendidos por los desarrolles de Yggdrasil, o tal vez por el equipo de
operaciones, a bajo precio.
Momonga había comprado alrededor de diez mil fuegos artificiales y los había colocado en
esta isla. Sin embargo, no había utilizado todos porque se había aburrido a mitad de la tar-
ea. En este momento, Momonga probablemente tenía por lo menos un cuarto de esos
fuegos artificiales en su inventario.
«Ah…»
Momonga no sabía cómo se sentiría cuando se apagasen los servidores de un DMMO. Esto
debido a que Momonga, no, a que Satoru Suzuki no había jugado ningún otro juego más
que Yggdrasil. Sin embargo, estaba seguro de que no terminaría de manera esperanzadora.
Estaba seguro de que sería como un repentino corte de hilos y de que sería devuelto a la
realidad a la fuerza.
Incluso así…
Dentro de varios segundos regresaría al mundo real. Aun así, este momento se sintió como
si estuviese hecho para mostrar vívidamente la alegría de Satoru Suzuki. Y entonces…
Había pensado que una vez que la luz se desvaneciera, sería bienvenido por la escena fa-
miliar de su habitación más allá de una lámina de vidrio. Después de todo, Yggdrasil iba a
ser apagado, había pensado. Sin embargo, lo que vio en realidad terminó siendo algo com-
pletamente diferente.
No hablaba consigo mismo por soledad, sino a que había encontrado algo que no podía
comprender.
Lo primero que le vino a la vista fue el cielo nocturno. Alrededor de él, las constelaciones
brillaban, y las lentas nubes parecían estar tratando de cubrir su luz. Momonga podía ver
las elevadas cimas de las montañas a la distancia, y los negros bosques en las cordilleras
ondulando como olas en el aliento del viento nocturno.
Era un paisaje que no podía ver en el mundo real —en otro lugar que no fuera una ar-
cología— y era como si nunca hubiese dejado el juego.
Bueno, eso estaba bien. Después de todo, acababa de usar un hechizo de vuelo. Sin embar-
go, lo que había bajo sus pies no era un pantano.
No se trataba sólo de uno o de dos edificios, sino que estaba en la escala de un pueblo. No,
era más grande que eso. Momonga podía ver a la distancia un edificio que parecía ser un
castillo, y un muro rodeando una ciudad. Estas ruinas habían sido alguna vez una ciudad
bastante grande. De los variados restos, no parecía haber sido conquistada sino más bien
abandonada por alguna razón.
Aunque se encontraba varios metros sobre la ciudad, él no tenía forma de saber con exac-
titud qué era lo que sucedía en su interior. Sin embargo, Momonga no podía evitar re-
cordar Vilisyrteria, la ciudad subterránea abandonada con una planta de producción au-
tomatizada de muñecos.
«…¿Hah? »
Momonga observó sus alrededores nuevamente. El terreno no le era familiar. Por supues-
to, era imposible que Momonga conociera cada centímetro cuadrado del mapa de Yggdra-
sil. Tal vez había un escenario como este escondido en alguna esquina del juego.
Sin embargo, éste ere el día final del juego. El juego estaba programado para terminar a las
12 de la medianoche. Y ahora ese momento había pasado. Era imposible que la pantalla tu-
viera algún error.
El final de operaciones de Yggdrasil se había pospuesto. O tal vez le mostraban esto porque
no había cerrado sesión por cuenta propia. Varias posibilidades le pasaron por la mente.
Lo más probable era que una cierta —e innegable— razón había llevado a un retraso en el
cierre de los servidores. Si ése era el caso, Los Administradores del Juego habrían anuncia-
do algo. Momonga se apresuró a abrir las funciones de comunicación que había cerrado
hasta hoy… y quedó hecho piedra.
Una mezcla de ansiedad y dudas llenaron su ser, Momonga intentó activar otras funciones.
Ninguna respondió. Era como si hubiese sido excluido por completo del sistema.
En lugar de pensar en qué hacer ahora. Dónde está la interface de control del hechizo Vo-
lar—al mismo tiempo que pensaba eso, Momonga se percató de pronto que no había
necesidad de ello.
«¿Qué está sucediendo? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué puedo usar Volar? No, espera, eso no
es todo, ¿verdad? »
De pronto Momonga había “comprendido” sólo por intuición como controlar el hechizo
Volar. Ni siquiera era consciente de ello; era como si fuese perfectamente natural.
Su mano izquierda sostenía el símbolo del gremio, el Báculo de Ainz Ooal Gown. Su mano
derecha sostenía el lanzador de los fuegos artificiales.
Era verdad que nada había cambiado. No había duda de que esas manos huesudas y blan-
cas le pertenecían, justo como en Yggdrasil. Sin embargo, la sensación era diferente. Detal-
lar esa diferencia con precisión era muy difícil, pero tenía una firme sensación de que ésas
eran sus propias manos. Aunque eran las mismas manos de Yggdrasil, se sentían perfecta-
mente naturales, como si estuviese mirando sus propias manos en el mundo real.
Sin embargo, era su habilidad de permanecer calmado a pesar de encontrarse en este tipo
de situación lo que más le asustaba.
«Ahh, sí. »
Lo primero que debía considerar debería ser, ¿dónde está este lugar?
«Si tan solo hubiese alguien a quien poder preguntarle… no, lo mejor es que no haya nadie,
¿cierto? » —Pensaba Momonga mientras descendía al suelo. Tal vez debería investigar los
alrededores con el hechizo Volar… o no. Esto podrá ser un montón de ruinas derrumbadas,
pero todavía había muchas casas que seguían manteniendo su forma. Podría haber infil-
trados allí. Y parecía que podría haber alguien escondiéndose en los pequeños callejones
entre las casas destruidas mirándolo a hurtadillas.
Los espacios abiertos ofrecían un buen campo visual pero esencialmente era exponerse al
enemigo.
Aunque no pensaba que hubiese nadie que siguiera pensando en hacerle PK (matarlo) en
vista del incomprensible estado de eventos, y era posible que Momonga fuese el único que
había terminado de esta manera, debería moverse con más sigilo hasta lograr desenredar
este misterio.
Además, Momonga estaba sosteniendo la prueba del gremio, el Báculo de Ainz Ooal Gown.
Eso debería reducir las probabilidades de que le hagan PK.
—Perfecto Incognoscible —Momonga usó un hechizo. Éste era un hechizo de alto nivel
que superaba por mucho a Invisibilidad. Ahora, debería ser invisible impidiéndole el uso
Momonga miró sus manos huesudas y miró hacia abajo. Todavía podía verse a sí mismo, y
no había ningún ícono que le dijera que era invisible. En definitiva, no tenía confianza en sí
mismo.
Mientras descendía, los detalles de la ciudad gradualmente le fueron visibles. Los resi-
dentes debían haberla abandonado hace bastante tiempo, ya que podía ver signos de que
una de las razones del colapso de las casas era que estaban podridas.
«¿Qué le sucedió a esta ciudad? Y más concretamente, ¿qué demonios está sucediendo?
¿Acaso Yggdrasil 2 ha sido lanzado? ¿O se trata de un evento escondido por los desarrolla-
dores? ¿Digamos por ejemplo, ser teletransportado a la fuerza a este lugar si no salías a ti-
empo del juego al final? Pero en ese caso, ¿cómo explicar este realismo? »
No podía encontrar la respuesta, sin importar cuánto agonizara pensando sobre ello.
Había muchos tipos de habilidades, pero las habilidades de creación de nomuertos mien-
tras se era invisible eran inservibles. Todo lo que provocarían serian exponer su posición.
Aunque podía usarlas para colocar una trampa, bajo las circunstancias actuales podría
hacer que alguien que hubiese podido se amistoso en su lugar comenzara a sentir sospe-
chas.
«Debería cubrirme el rostro? No, se siente como que las personas que cubren sus rostros
son sospechosas… que molesto…»
Momonga activó una de sus habilidades. Era la habilidad para detectar nomuertos.
En Yggdrasil, usualmente había nomuertos en lugares como este. Como tal, Momonga
había usado la habilidad casi inconscientemente. Mientras lo hacía, la habilidad le comu-
nicó una mala noticia.
«!»
Momonga originalmente había estado descendiendo lentamente, pero ahora se lanzó hacia
abajo a gran velocidad y se escondió en un edificio de dos pisos cuyo techo había colapsa-
do.
Era un cuarto espacioso. Los muebles del interior habían sido aplastados bajo el techo co-
Momonga mantuvo su hechizo de Volar así que sus pies no tocaban el suelo. Había consid-
erado la posibilidad de que el piso pudiese colapsar. Si continuaba observando la situación
de esta manera, debería ser capaz de obtener más información.
Sin embargo, Momonga tenía algo más importante sobre lo que meditar…
“… ¿Qué demonios está sucediendo? ¿Por qué esta área está llena de reacciones de
nomuertos? A dónde diablos he sido teletransportado?”
El hecho era que, Momonga había mirado hacia un área que contenía una respuesta de
nomuerto antes de esconderse en esta casa, y definitivamente había visto una figura de
apariencia humana en el lugar. Sus movimientos poco coordinados definitivamente no
eran los de un ser vivo.
Momonga permaneció quieto al mismo tiempo que se apretaba contra la pared y enfocó
todas sus energías en espiar el exterior. A pesar de que podía detectar a los nomuertos, no
podía determinar su fuerza. Las criaturas nomuertas más poderosas incluían seres que
podían ver a través de Perfecto Incognoscible.
Una de ellas era marcharse —para ser más precisos, alejarse— de este lugar hasta que de-
saparezcan las reacciones de nomuertos.
La otra era investigar el nivel y demás de las criaturas nomuertas, y si eran de un nivel que
podía manejar, averiguar exactamente en dónde estaba.
Sin embargo, no había garantías de que estaría seguro marchándose. En ese caso, lo mejor
sería quedarse aquí e investigar las reacciones de nomuertos. Adicionalmente, Momonga
también era un nomuerto, así que era muy probable que no fuera atacado siempre y cuan-
do él no tomase acciones hostiles.
«Todo saldrá bien. No sé por qué, pero confió en que también puedo usar hechizos de
ataque sin ningún problema… en realidad esto se siente un poco mal. Ya no me siento
como yo mismo… No. Luego pensare sobre ese problema. Lo más importante es que,
tendré muchas formas de escapar siempre y cuando pueda usar el hechizo de
Teletransportación. »
—…No colapsará, espero. —Hablar consigo mismo era una señal de inquietud.
El personaje llamado Momonga estaría bien incluso si el techo le caía encima. Pero eso era
así sólo en Yggdrasil, e incluso si podía usar sus hechizos y habilidades con normalidad,
no había ninguna garantía de que su cuerpo funcionaría de la misma manera que lo hacía
en el juego.
«Pero, ¿y estos ojos? También puedo usar mi visión oscura con normalidad. ¿Debería
asumir que mis habilidades pasivas también están funcionando con normalidad?
Hablando de ello, ¿el nivel de tecnología no es un poco bajo? »
Este edificio no usaba ni barras de acero ni concreto. Los escombros esparcidos a sus pies
eran difíciles de identificar ya que habían sido pulverizados por completo, pero parecían
estar hechos de madera y ladrillos.
«¿Esto sigue… sigue siendo Yggdrasil después de todo? No, aunque se siente como si la re-
spuesta debería ser algo cercana a ello…»
Sin importar cómo lo pensara, éste simplemente no era el mundo real. Pero aun si ése era
el caso, seguía dejando muchas dudas sin respuesta.
Momonga dejó de lado esa pregunta por el momento y utilizó un hechizo. Comenzó con
Mensaje. Debería ver si era posible contactar a alguien más, ya fuera un Administrador del
Juego u otra persona.
No podía contactar con nadie ni tampoco podía cerrar sesión. Era como si estuviera atra-
pado en este mundo.
«Lo siguiente es… tratemos de mirar en los alrededores para recabar información. En ese
caso, usaré…»
—Visión Remota.
Ésta era una apuesta. Sería un fastidio si había nomuertos que pudieran ver a través de la
invisibilidad, pero sería peor si los enemigos tuvieran formas de interferir con hechizos de
detección o incluso formas de contraatacar hechizos de adivinación.
Lo que veía ahora era completamente diferente a Yggdrasil. En Yggdrasil, usar Visión Re-
mota crearía una pantalla en la esquina de su visión. Una pantalla cuyo tamaño era ajust-
able a voluntad, pero fundamentalmente sería representada como una imagen diferente.
Era como si él hubiese abierto un nuevo par de ojos, y con ellos, un nuevo campo de visión.
Momonga ignoró su breve confusión y usó Visión Remota para divisar a la criatura
nomuerta.
Un hombre estaba dando tumbos, con un tambaleo poco inteligente. Había ojos nublados
bajo los párpados abiertos, y no mostraba señales de parpadeo.
Daba la impresión de que éste no era un ser nomuerto de alto nivel. Más bien, era uno de
bajo nivel. Un zombi. Sólo que, la apariencia de un zombi típicamente era bastante grotes-
ca, pero ése no era el caso de este ser nomuerto. No parecía que hubiese sufrido daños
mayores o que estuviera demasiado podrido. Se veía como un cadáver limpio moviéndose
por allí.
«Un ser nomuerto como este… si esto fuese Yggdrasil… no, ¿por qué pienso sobre esto
como si no fuese Yggdrasil? Esto podría ser una gran actualización de software… ¿pero
después de que cerraron los servidores? ¿Cómo puede ser eso? »
De pronto Momonga se dio cuenta de algo, y gritó con una voz que no agitaría a los zombis
en las cercanías:
«Como pensé… ¿esto no es Yggdrasil después de todo? Tampoco creo que la compañía ga-
nara nada al cometer deliberadamente un crimen contra mí… Pero que el juego se haya
convertido en realidad o algo así es imp… ¿o no es imposible? Además, el hecho de que
Eso también era muy importante, pero su prioridad ahora era evaluar la situación a su
alrededor. Tenía que protegerse primero. Si moría, ¿el juego terminaría con él cerrando la
sesión, o simplemente sería el final porque ésta ahora era su realidad?
Momonga dejó que el sensor creado por el hechizo flotara pasando por los ojos del zombi.
Mientras veía marcharse al hombre, Momonga dejo que la Visión Remota continuase por
el camino.
Encontró más de diez seres nomuertos en el camino, y en todos los casos era lo mismo —
zombis.
Algunos estaban caminando en círculos dentro de sus casas, y otros iban y venían por las
calles. Parecía como si toda la ciudad estuviera bajo el dominio de los nomuertos.
Dicho eso, esto no era nada extraño en Yggdrail. En verdad, allí había muchas ciudades
subterráneas que eran gobernadas por nomuertos. Entre ellas se incluían lugares que
podían ser convertidos en bases luego de derrotar a los monstruos jefes en el interior.
Aunque Momonga no había estado en tales lugares antes, los videos de ello que habían
sido compartidos en la red retrataban una hermosa ciudad paradisíaca.
En poco tiempo Momonga terminó de explorar los alrededores. Todo lo que había aprendi-
do era que no había otras criaturas nomuertas que no fueran zombis, y que toda el área es-
taba en ruinas, sin sobrevivientes.
Momonga exhaló con un “whew” —aunque no tenía idea de cómo era que su cuerpo es-
quelético y sin pulmones había podido hacerlo— y disipó sus hechizos de Visión Remota y
Perfecto Incognoscible.
Había estado preocupado sobre qué era lo que iba a hacer si encontraba jugadores —espe-
cialmente PKs (Asesinos de jugadores)— alrededor, pero parecería que había estado mal-
gastando sus esfuerzos. Además, dependiendo de la situación, puede que no sea imposible
que pueda levantar los brazos para rendirse al momento de ponerse en contacto con otras
partes para obtener información sobre ellos.
De ser posible, le hubiera gustado medir su fuerza matando a un zombi, pero eso sería de-
masiado peligroso. Si bien esto se basaba en su conocimiento de YGGDRASIL, los nomuer-
tos de poca inteligencia como los zombis verían a Momonga como uno de ellos y, por lo
tanto, no iniciarían ataques contra él. Sin embargo, las cosas serían diferentes si él lanzara
un ataque en su lugar. Incluso podría provocar una respuesta hostil de todos los zombis
circundantes en una reacción en cadena, hasta que todos los nomuertos en toda la ciudad
lo consideraran un objetivo válido de ataque.
Algo como eso que sólo debilitaría su fuerza y aumentaría el número de sus enemigos
sería un último recurso. Actualmente, debía priorizar la recopilación de información.
Momonga dejó la casa en ruinas. Dar su primer paso afuera requirió de mucho coraje e
hizo que su corazón se acelerara —aunque no tenía un corazón del qué hablar— pero el
primero zombi con el que se topó no reaccionó con hostilidad, y se alejó de Momonga
como si nada hubiera pasado. Con eso, Momonga se liberó del tremendo peso que sentía
sobre sí mismo. Luego de investigar las calles circundantes, llegó a una conclusión.
Para empezar, la tecnología de este lugar no era particularmente avanzada. No había nin-
guna señal de electrodomésticos y en cuanto a las técnicas modernas de construcción, no
contaban con cemento, y los ladrillos tenían formas desiguales. Era posible que hubiera
líneas eléctricas enterradas en el piso, pero en ése caso sería totalmente imposible contin-
uar con la vida diaria. Además, esta era la primear vez que había visto estufas fuera de Yg-
gdrasil. También…
Poco a poco, Momonga se dio cuenta que no era posible que esto fuese un juego.
Para comenzar, ¿cómo era que un cuerpo compuesto completamente de huesos se estu-
viera moviendo por allí? Él no tenía músculos ni nervios. Se estaba moviendo como si esto
fuese el tipo de criatura que siempre había sido, y tales cosas sólo aparecían en juegos. No,
si pensaba sobre ello, ¿qué había sobre el poder, el principio llamado “magia”?
Momonga caminaba por una calle principal. La base de conocimientos que había estado
construyendo para sí mismo hasta este día había sido destruida, pero no había podido ser
capaz de reconstruirla.
«Tal vez se debe a que es una calle principal, pero el número de zombis de pronto ha
aumentado. »
Para evitar chocar con los zombis, Momonga utilizó una vez más su hechizo de Volar y con-
tinuó moviéndose a una altitud ligeramente más elevada. Parecería que éste era uno de los
caminos principales de esta ciudad, ya que cuando miraba de frente podía ver las puertas
de la ciudad, que estaban abiertas.
En la otra dirección yacía un castillo de aspecto elegante. Tal vez se debía a que la manera
de su construcción era diferente, pero no parecía estar tan dañado como la casa de antes.
¿Podría ser que no pudieron ni siquiera derrotar a zombis, los más débiles de los nomuer-
tos en Yggdrasil? ¿O este lugar es diferente a Yggdrasil y los zombis aquí son extremada-
mente poderosos?
Justo cuando Momonga estaba reflexionando sobre el apocalipsis zombi que había tomado
esta ciudad y cómo podría haber comenzado, Momonga registró una reacción.
—¿Qué?
Entre la masa de reacciones nomuertas que le rodeaban, una de ellas se alejaba gradual-
mente de él.
«…Qué es esto»
Momonga entrecerró los ojos. Podía sentir cierto grado de inteligencia en esa acción, una
cualidad que los zombis no poseían.
Flotó ligeramente en el aire. Dada la completa falta de vacilación de la otra parte a la hora
de moverse, debía estar muy familiarizado con el diseño de la ciudad. Sin embargo, el ter-
reno no tenía importancia para alguien que podía utilizar Volar.
Mientras Momonga volaba en línea recta por el aire, vio la forma de alguien.
«Usaré la Dominación Nomuerta… No, ése es el último recurso. Y además. Puede ser
posible que no pueda dominarlo. »
Momonga aterrizó frente a la figura. Dicha figura resultó estar mirando hacia atrás en ese
momento y chocó con Momonga. Era un impacto ligero, y no significó nada para Momonga.
Pero la pequeña persona no pudo resistir la colisión y cayó de plano.
—Eeee…
La figura no respondió el saludo de Momonga. Todo lo que él podía oír era una súbita in-
gesta de aire.
—Me disculpo por esto, pero en este momento estoy bastante confundido. Hay muchas co-
sas que me gustaría preguntarte. ¿Te importaría?
La otra parte podría ser un jugador como Momonga, lo que significaría que su edad actual
podría no ser acorde a su edad aparente. Con ese punto en mente, Momonga hizo su pet-
ición de manera educada. Por supuesto, no se le olvidó inclinar la cabeza para indicar que
estaba saludando.
«¿Se visten como niños? ¿Éste es uno de los residentes de este mundo? Tampoco parece
ser un NPC… ¿hm? »
Momonga estudió a la persona frente a él, teniendo cuidado de no mirarla de forma gros-
era.
Era una niña bonita, probablemente mayor de 10. Sus ojos, abiertos por la sorpresa, eran
del color carmesí de la sangre.
Lo que había pensado era un manto con capucha era, en una inspección más cercana, sim-
plemente un pedazo de tela asegurado con una cuerda. Seguramente solo un nomuerto at-
aría algo tan descuidadamente a su cuello.
La ropa debajo de la capa estaba desgastada por el uso y descolorida en donde le había
caído tierra y la arena. Parecía ropa de mujer, pero las mangas sueltas estaban atadas con
una cuerda, y lo que una vez había sido una falda estaba atada en lo que parecía ser un par
de pantalones. Eran prendas totalmente utilitarias.
Si bien no tenía idea de cómo era que su cuerpo esquelético podía oler algo, esta chica no
olía a podrido, como los otros zombis. Tal vez la falta de olor corporal a pesar del estado
desaliñado de su ropa se debía a que los no muertos carecían de procesos metabólicos.
—…Lo digo de nuevo, tengo muchas cosas que me gustaría conocer. ¿Confío en que no
haya ningún problema? Ahh, me disculpo, —dijo Momonga mientras extendía una mano
esquelética hacia ella. Sin embargo la chica sentada en el suelo no mostró señales de quer-
er tomarla. ¿Seguía sintiendo sospechas de él? —En ése caso, no te importa si pregunto,
entonces?
La chica asintió.
Momonga se sorprendió un poco cuando vio que podía usar el lenguaje para comunicarse
normalmente. Ya que podían interactuar verbalmente, ¿significaba eso que ella era un ju-
gador?
Había hablado en una voz muy ronca. Él no podía distinguir en absoluto lo que ella le
decía.
«¿Eso no es japonés? ¿Eso significa que es una residente de otro mundo o no?, ¿Se trata de
un jugador demasiado inmerso en un juego de rol? No tengo idea. »
—Me disculpo con sinceridad. Parece que tu voz es un poco suave. ¿Podría molestarte para
que lo repitas?
La chica negó con la cabeza. Él ahora podía estar seguro. Ella definitivamente era capaz de
entender el japonés.
Estaba haciendo lo mejor que podía para vocalizar, pero Satoru Suziki no podía entender
nada significativo de su respuesta.
A mitad de la oración Satoru Suzuki recordó de pronto que ella era nomuerta. Era im-
posible que tuviera padres. Sin embargo, la reacción de la chica fue algo extraña: Agachó la
cabeza, y la agitó. Era una respuesta que sugería que alguna vez los había tenido, pero que
ya no.
¿En ése caso debería simplemente disculparse y marcharse? Sin embargo, ella era una
valiosa fuente de información. Sería un desperdicio terrible.
Satoru Suziki miró a la chica que hacía ruidos extraños y se estaba perdiendo en sus pens-
amientos cuando de pronto oyó una voz muy suave.
Las palabras que estaba repitiendo finalmente se habían vuelto lo suficientemente dis-
tintas para que Satoru Suzuki pudiera entenderlas.
No tenía idea de qué tipo de persona era Keno. Sin embargo, definitivamente era una fuen-
te importante de información. Debía hacer que baje la guardia para que estuviera más dis-
puesta a hablar.
Para comenzar, no era una jugadora, por sus reacciones, sino una residente de este mundo.
Y aunque a él le gustaría verificarlo, no tenía idea de cómo hacerlo. Además, no podía sa-
ber si era digna de confianza. Por lo que sabía, podría terminar obteniendo información
falsa. En este momento, lo que debía hacer era ganarse su confianza.
Con esos pensamientos en mente. Satoru Suzuki comenzó poniendo una sonrisa de hom-
bre de negocios, pero luego se dio cuenta que no podía hacerlo en su presente estado. Por
lo tanto, intentó suavizar su tono de voz. Aunque su voz no podía ser considerada simpáti-
ca ni dulce, intentó hablar tan gentilmente como le fuese posible.
—Ah… yo… aunque te acabo de dar mi nombre, comencemos de nuevo. Soy Satoru Suzuki.
—¿Satoru… sama?
Satoru Suzuki no pudo evitar agrandar los ojos —aunque en este cuerpo parecería que un
par de llamas habían ardido en sus cuencas oculares. Él no había esperado que ella fuese a
tratarlo de inmediato por su nombre de pila. «Está comportándose muy familiarmente»,
reflexionó Satoru Suzuki. Y ella le dio su nombre también. «Será mejor que recuerde eso.
Debía haber hecho lo que hizo para poner énfasis a ese aspecto.»
Ahora era el turno de la chica de poner ojos de plato. Satoru Suzuki se preguntó si había
dicho algo inapropiado.
Keno debía ser su nombre de pila e Invern probablemente era su apellido. ¿O sería Fas-
ris-Invern? Aunque no estaba seguro de cuál era la respuesta, la sorpresa en el rostro de la
muchacha probablemente se debía a que ella se había dirigido a él por su nombre, pero en
cambio Satoru Suzuki había usado su apellido. Tal vez ella pensaba que era un rechazo de
sus buenas intenciones. ¿O era porque había añadido el honorífico -san a pesar de que se
trataba de una niña?
—Ah, s-sí…
—En ese caso, por favor ponte de pie. Y luego… hablar aquí es un poco… cómo se dice...
Bueno, sí. Podría crear una torre con magia… pero sería más grande que los edificios que
nos rodean. Aunque tengo objetos con habilidades similares… Tú no quieres llamar mucho
la atención, ¿verdad?
Keno apenas había logrado ponerse de pie luego de que Satoru le había ofrecido ayuda, y
asintió tímidamente.
«Ya veo» — Satoru Suzuki hizo el equivalente mental a entrecerrar los ojos.
Eso significaba que Keno sabía sobre objetos mágicos. ¿Era éste un conocimiento común
para la gente de este mundo, o era un conocimiento profesional que sólo ella poseía? ¿O
ella era alguien conectada a Yggdrasil después de todo?
Sin embargo, él sentía que había algo malo en buscar alguna cosa en común con una chica
nomuerta a la que había encontrado en una ciudad infestada de zombis.
Y en cuando a por qué quería evitar llamar la atención, ¿sería porque había otros nomuer-
tos inteligentes en esta ciudad aparte de los zombis, o se debía a que había seres hostiles
alrededor y a que este lugar no era seguro? Esto último sonaba más plausible.
El cuerpo de Keno tembló. Él podía entender cómo se sentía. Por su parte, él no querría
llevar a alguien que podría ser un PK (Player Killer - Asesino de Jugadores) —en este caso,
un esqueleto sospechoso— a su refugio seguro. Por lo tanto, debía dar un paso atrás y con-
formarse con ir a un lugar en donde pudieran hablar en paz. ¿Sería posible que Keno no
tuviera un escondite de reserva?
Sería fácil decir “No eres lo suficientemente cuidadosa” pero ya que no sabía qué era lo
que Keno había tenido que soportar, no tenía el derecho de decirle algo como eso. Incluso
Satoru Suzuki no habría continuado jugando Yggdrasil si no hubiera conocido a otros
amigos. En otras palabras, las acciones de una persona estaban basadas en sus experien-
cias y en el pasado. Tal vez Keno no necesitaba ser tan cautelosa en su vida diaria.
Satoru Suzuki le habló como si fuese un jugador de Yggdrasil dirigiéndose a un jugador in-
experto.
—No necesito que me lleves a tu base principal. ¿Sabes de algún lugar que consideres se-
guro, digamos, por ejemplo, casas cercanas o algo?
A decir verdad, él quería saber en dónde estaba su base de operaciones. Pero Satoru Suzu-
ki, como si de un veterano canoso se tratase, estaba imbuido por la obligación moral de
dar consejo a un novato, y así sugirió una alternativa sincera.
Además, Keno podría no ser la única en esa base. ¿O tal vez ese lugar era tan importante
para ella como sus amigos lo eran para él? Satoru Suzuki podía entender por completo los
sentimientos de no querer poner en peligro a sus amigos.
A pesar de que no quería que se le escape, tampoco quería presionarla y sacarle la infor-
mación a la fuerza. No estaba mal dejar que confíe en él, declaró en su corazón magnáni-
mamente Satoru Suzuki mientras su sentido del deber como jugador de alto nivel volvía a
resurgir nuevamente.
Los hombros de Keno se crisparon al oír a Satoru Suzuki decir esas palabras desde atrás
de ella. Luego, se dio la vuelta rápidamente para mirarlo.
Qué está sucediendo, se preguntó Satoru Suzuki. ¿Es que ella estaba siendo cuidadosa, o se
debía a que él realmente daba tanto miedo?
De hecho, Keno había estado espiándolo desde un estrecho callejón, a pesar de que ella era
nomuerta. ¿Debería asumir que habían sido enemigos alguna vez?
Había muchos tipos de criaturas nomuertas con ojos rojos —incluido Satoru Suzuki, hasta
cierto punto. Sin embargo, muy pocas se veían tan presentables como Keno. Aunque las
palabras Novia Vampiro le vinieron la mente, no sentía que ella fuese una de ellas.
Fue en este momento que Satoru Suzuki se quedo mudo por su increíble ignorancia. Si
éste realmente era otro mundo, entonces era completamente posible que pudiese conten-
er nomuertos que fuesen únicos a él. Sin embargo, no podía decir que estaba completa-
mente desconectado de Yggdrasil. De otra manera, no habría forma de explicar por qué
Momonga podía usar sus habilidades y hechizos de Yggdrasil.
Satoru Suzuki abandonó pensamientos futuros sobre el asunto. Después de todo, consid-
erando lo poco que sabía en este momento, no importaba lo mucho que lo pensara, no en-
contraría respuesta.
«¿Qué es esto? ¿Si lleva hacia un sótano bajo tierra no debería estar localizado dentro de la
estructura? ¿Es un acueducto subterráneo? O no, ¿debería llamarlo una alcantarilla?»
Sus ojos miraban hacia abajo, como si estuviera avergonzada del mal estado de su vivien-
da. Era verdad que éste era difícilmente un lugar en el que una joven debería quedarse. Sin
embargo, parecía que en el mundo de Satoru Suzuki los niños fugitivos también vivían en
lugares similares.
—Ya veo. He escuchado que los cambios de temperatura bajo tierra son mucho menos ex-
tremos que en la superficie. Escogiste un buen lugar.
La mayoría de nomuertos tenía una gran resistencia al frío, y las caídas en la temperatura
no deberían de presentarles inconvenientes. Por lo tanto, Satoru Suzuki se había devanado
el cerebro por un rato antes de responder torpemente a sus palabras.
Keno empujó la rejilla metálica hacia un lado. No parecía que hubiese usado la fuerza de
un nomuerto o ninguna habilidad o hechizo en particular; simplemente había estado abi-
erto. Y el hecho de que supiese que estaba abierto también era prueba de que ella trataba
este lugar como su base de operaciones.
Aunque la luz de la luna se desvaneció rápidamente, no era ningún impedimento para nin-
guno de los dos. Después de todo, los nomuertos poseían la habilidad de visión oscura.
Llegaron al pie de las escaleras, y parecía que realmente era una alcantarilla. Sin embargo,
Satoru Suzuki se percató a lo largo del camino que en este lugar no había mal olor. De
hecho, no corría nada de agua, sólo se sentía una ligera humedad en el aire. Tal vez esto se
debía a que había pasado un largo tiempo desde que los residentes de esta ciudad se
habían convertido en nomuertos. Aunque el agua de lluvia entraba ocasionalmente, hace
mucho que no habían pasado aguas residuales por este lugar. Probablemente era por ello
que Keno no olía mal a pesar de que su hogar estaba ubicado en las alcantarillas.
La lluvia era acida y mal oliente en la era en la que él vivía. Sin embargo, el cuerpo de Keno
no llevaba ningún hedor acido, lo que implicaba que el agua de lluvia de este mundo
seguía siendo pura y limpia como lo había sido en el pasado.
Keno se dio la vuelta al escuchar a Satoru Suzuki hablando consigo mismo, y lo miró con
una expresión de timidez en el rostro.
Mientras las palabras de Keno se hacían gradualmente más fáciles de entender, Satoru Su-
zuki podía oír en ellas el miedo que ella le tenía.
«Y he sido bueno con ella todo este tiempo», Satoru Suzuki no pudo evitar quejarse. Por
supuesto, no había olvidado los efectos de su apariencia esquelética. Las primeras
impresiones eran difíciles de cambiar, después de todo.
Justo cuando estaba considerando si cubrir o no su rostro, los dos llegaron a su destino.
Sin embargo, no se debía a que hubiera estado pensando por mucho tiempo, sino a que el
lugar no estaba muy lejos de donde habían entrado a las alcantarillas.
—Éste, es el lugar.
No era muy espacioso. Este cuarto probablemente se había utilizado para almacenar las
herramientas necesarias para realizar las reparaciones del alcantarillado, y había una pila
de picos y otras herramientas en la esquina. En el lado opuesto había un trozo de tela algo
sucio —no por manchas sino por la edad— que había sido colocado en el suelo. También
había una mesa vieja y sencilla en el lugar. Eso era todo lo que había en el cuarto en lo ref-
erente a muebles. No parecía en absoluto un lugar adecuado para vivir. Se podría decir que
era una habitación que carecía de cualquier forma de entretenimiento o artículos para el
hogar.
Aunque él podía entender el razonamiento que ella había seguido, ya que era nomuerta, a
Satoru Suzuki no le gustaría quedarse ni por un minuto en un lugar tan desolado y soli-
tario. «Un segundo…»
Sin embargo, lo que le llamaba la atención en esta habitación era el montón de libros y
pergaminos. Los libros tenían símbolos escritos en sus lomos que Satoru Suzuki no había
visto jamás, pero el hecho era que él básicamente no conocía otros idiomas que además
del japonés.
Sacó una lámpara de estilo europeo de su inventario y abrió las persianas, permitiendo
que la luz blanca inundara los alrededores. Éste era un objeto mágico que había sido im-
buido con Luz Continua.
Por supuesto, él tenía objetos mágicos de iluminación de mayor calidad a la mano. Sin em-
bargo, Satoru Suzuki decidió que no había necesidad de presumir nada más poderoso. No
era el momento de revelar sus cartas. Además, uno de ellos podía irradiar una luz que era
similar a la del sol, la cual podía aplicar efectos de estado negativos a los Vampiros. Si Keno
era un Vampiro, podría juzgarlo como una acción hostil. Por lo tanto, no podía sacar eso
bajo ninguna circunstancia.
La luz de la lámpara iluminó el rostro de Keno, pero ella no pareció demasiado sorprendi-
da. Sin embargo, él no sabía si era porque ya antes había visto objetos mágicos como ese, o
si era porque entendía el hechizo de Luz Continua.
El propósito de este hechizo originalmente había sido producir armas, pero Satoru Suzuki
tenía la ligera sospecha de que en este mundo —asumiendo que era diferente al mundo en
el que había vivido previamente— este hechizo tendría aplicaciones más amplias. Los re-
sultados del hechizo confirmaron sus predicciones.
Keno puso los ojos como platos mientras observaba esta milagrosa ocurrencia. Su ex-
presión era una de sorpresa. Satoru Suzuki se dirigió a la joven con su tono de voz más
afectuoso.
—Ah… estos son simplemente un par de objetos sin importancia que cree con mi magia.
Por favor siéntate en ellas como gustes.
Keno hizo todo lo posible por negarse dando rodeos, pero finalmente se sentó. Fue solo
después de que ella se sentó que Satoru Suzuki tomó asiento, porque la etiqueta de nego-
cios de dejar que el cliente tome asiento primero estaba completamente arraigada en él.
Sin embargo, se dio cuenta que había cometido un error justo después de sentarse.
La sensación metálica bajo su trasero era muy incómoda para algo que supuestamente era
una silla, pero él no había aprendido ningún hechizo que le permitiera conjurar cojines.
Antes, había pensado que tomar asiento él solo era terriblemente descortés, que era el
porqué había conjurado dos sillas. Cuando pensaba en cómo la había convencido para que
se sentara en esa silla fría y dura se sintió tan avergonzado que quería encontrar un aguje-
ro y meterse en él.
Lo único rescatable ahora era que él no había comenzado diciendo que las sillas de la
habitación se veían muy buenas o algún otro tipo de amabilidades huecas. Si realmente
hubiera dicho eso, probablemente hubiera arruinado cualquier tipo de relación que quis-
iera establecer entre él y Keno.
Satoru Suzuki produjo apresuradamente una túnica de su inventario, una que se sentía lo
suficientemente suave, y comenzó a doblarla mientras hablaba.
—Lo siento terriblemente. Estas sillas son demasiado duras. Por favor usa esto como cojín.
Keno se quedó sorprendida ante la túnica que Satoru Suzuki le había ofrecido, y luego sa-
cudió la cabeza vigorosamente.
—Eh, pero, ropas tan finas como éstas, no es necesario. Yo, yo tengo una, manta que, uso
normalmente.
La túnica podría parecer elegante, pero eso era todo. Era un objeto que no contenía ningún
cristal de datos poco común.
Y así, se desarrolló otro intenso intercambio entre Satoru Suzuki y Keno. Al final, Keno
aceptó con cautela las buenas intenciones de Satoru Suzuki y plantó su pequeño posterior
sobre la túnica doblada.
—Entonces ahora, por favor discúlpame por ir directo al grano. Me gustaría que me dijeras
lo mejor que puedas qué es lo que le sucedió a esta ciudad, Keno-san. Por supuesto, no
tengo ninguna intención de hacer de esto una interacción unilateral. También te mostraré
pruebas de mi propia sinceridad. Dicho esto, aunque normalmente estaría intercambiando
información de igual valor contigo, lamento decir que conozco muy poco sobre la situ-
ación, así que tengo la intención de pagarte con objetos mágicos o monedas en su lugar.
¿Puedo saber qué te parece ese arreglo?
Keno se mordió el labio, y luego miró fijamente a Satoru Suzuki con lo que parecía ser odio
en los ojos.
Satoru Suzuki no pudo evitar su sorpresa. No había esperado ese tipo de reacción de ella.
Justo cuando estaba entrando y saliendo del sueño, la puerta de la habitación se abrió si-
lenciosamente y alguien entró. Aunque la gruesa alfombra amortiguaba sus pasos, ella
podía sentir a alguien moviéndose por la habitación.
Sus ojos se abrieron de mala gana, y pudo ver la sonrisa familiar de la criada Nastasha.
El hecho de que tuviera permitido dirigirse a Keno, la princesa de este país, usando su
nombre de pila, era porque se trataba de su criada personal.
Nastasha era una de las criadas de alta jerarquía en el castillo, y en su juventud había habi-
do rumores de que se convertiría en la siguiente criada principal. Sus habilidades eran ex-
cepcionales e incluso tenía un exhaustivo entrenamiento mágico; se podría decir que
había sido coser y cantar hasta alcanzar su presente posición.
Se debía precisamente a que Keno era la hija única de su padre que ella tenía permitido es-
tar a su lado —era una señal del privilegio que había recibido. Sin embargo, Keno pensaba
que ella probablemente no terminaría siendo la sirvienta principal, ya que probablemente
terminaría convirtiéndose en la esposa de algún noble y renunciaría a su posición.
Al ver que Keno ya se había levantado, Nastasha fue hacia la ventana y la abrió con fuerza.
Justo como había descrito antes, la habitación se llenó de la segadora luz del sol.
Habiendo dejado hace poco la dulce tierra de los sueños, sus ojos fueron dolorosamente
golpeados por la luz y no pudo evitar cerrarlos de nuevo. Sólo después de que sus ojos se
hubieran acostumbrado a la luz del sol a través de sus párpados volvió a abrirlos lentam-
ente una vez más.
La cálida luz del sol bañaba la habitación, como para decirle que hoy sería un día pacífico y
maravilloso lleno de calidez.
Había un cuenco de plata vacío en la pequeña mesa redonda. Después de que Nastasha us-
ará un hechizo en él, el cuenco se llenó rápidamente con agua limpia.
Nastasha acababa de usar un hechizo de primer nivel de Estilo de Vida —también conoci-
do como Tradición de Estilo de Vida— conocido como Crear Agua. Aunque los hechizos de
nivel cero también podían crear agua potable, el agua creada por este hechizo era más
dulce.
Ya que ambos usaban la misma cantidad de mana, la opinión popular sostenía que el agua
que sabía mejor era mejor, a pesar de no haber sido creada con el propósito de ser bebida.
Al parecer Nastasha pensaba lo mismo.
Como hechizo de primer nivel, el agua generada por Crear Agua no estaba limitada a llenar
solamente un solo cuenco. Aunque había un tiempo límite para ello, el volumen total del
agua creada —que podía incrementarse en consonancia con las habilidades del hechice-
ro— se podía dividir en múltiples ocasiones. Por lo tanto, no habría derrames ni desperdi-
cios, incluso si ella usaba el hechizo en el cuenco.
Por cierto, Nastasha era una hechicera que podía usar cuando menos hechizos de segundo
nivel. En días fríos, podía usar el hechizo de segundo nivel Cambio de Temperatura para
alterar la temperatura del agua hasta que estuviese a gusto, o directamente calentar la
habitación.
Keno había leído en un libro que había un hechizo de tercer nivel de Estilo de Vida llamado
Aguas Termales. Aparentemente era una imitación del hechizo Druídico Geiser. El autor
del libro había escrito “se siente realmente bien” así que Keno quería intentarlo personal-
mente alguna vez. Desafortunadamente ninguna de las criadas del castillo podía usar un
hechizo de tan alto nivel. Por lo tanto Keno sólo podía leer sobre los efectos de Aguas
Termales de sus libros.
Aunque había hechiceros en el castillo que podían usar hechizos de tercer nivel, esas per-
sonas típicamente estudiaban hechizos de batalla y no tenían tiempo de aprender magia
de Estilo de Vida además de eso.
—¡En ese caso, lo aprenderé yo misma! —Había dicho Keno una vez a las personas a su
alrededor. —Específicamente a sus instructores de magia. En ese entonces, Keno había
sido más joven de lo que era ahora, de una edad en la que apenas podía usar hechizos de
primer nivel. No sería inusual que alguien que oyera que ella quería usar un hechizo de
tercer nivel —que típicamente eran el terreno de los naturalmente dotados— lo consider-
asen como las ingenuas declaraciones de una niña.
Excepto si esa niña fuera Keno.
Por lo tanto, dos horas después de hacer tales declaraciones, fue convocada ante su padre
y fue severamente reprendida. Había un límite al número de hechizos que todos podían
aprender, y siendo de la realeza, ella debía aprender hechizos más útiles.
La joven Keno había replicado que era precisamente porque era de la realeza que no debía
aprender hechizos ofensivos, defensivos o adivinatorios, y en su lugar aprender hechizos
que harían felices a todos. Pero su padre había dicho esto:
—Nuestro país no es pacífico. No hay forma de saber cuándo terminarán estos días tran-
quilos y de paz ni cuándo un rey deberá ir personalmente al campo de batalla. Por lo tanto,
cualquiera con el potencial de convertirse en un lanzador de magia excepcional debe
aprender hechizos eficaces para la batalla.
Luego de oír la respuesta de su padre, Keno abandonó sus planes de aprender Aguas Ter-
males.
Las palabras de su padre habían estado bien argumentadas, y ella no era lo suficiente-
mente grande como para entender por completo lo que él quería decir con ellas. Por un
lado, le faltaba el coraje para resistirse a su inflexible padre, y por el otro, no estaba espe-
cialmente obsesionada en su búsqueda de Aguas Termales.
En cambio, se debió a que su padre habló como lo haría un rey, lo que le recordó sobre las
historias de aventuras heroicas que Nastasha le había leído alguna vez. Sonaba justo como
ellos, y dejó una profunda impresión en su corazón.
Desde ese día en adelante, Keno pidió un deseo que mantuvo en secreto de todos, que se
volviera fuerte algún día, como los héroes en los libros de historias —o como su padre— y
luchara valerosamente por la gente.
El agua temperada —creada por Crear Agua, que podía ser libremente colocada dentro de
cierto radio de acuerdo a la voluntad del lanzador— se llevó la somnolencia de Keno.
Keno usó la toalla que Nastasha le entregó para secarse la cara y comenzó a cepillarse los
dientes. Luego tomó el agua de su vaso, se enjuagó la boca, y lo escupió en el cuenco.
Después de ver a Keno hacer todo esto, Nastasha usó Destrucción de Agua. El agua en el
cuenco, así como el agua que se había derramado, desaparecieron como si hubieran sido
una ilusión.
Este hechizo de primer nivel no era magia de Estilo de Vida, sino que pertenecía a los Cua-
tro Grandes Sistemas —También conocidos como las Tradiciones Elementales— y podía
usarse con propósitos ofensivos.
Hacía menos daño cuando era usado contra seres vivos que otros hechizos del mismo niv-
el. Sin embargo, podía infligir un daño significativo a los Elementales de Agua. Versiones
mayores del hechizo de tercer nivel también podían afectar Slimes hasta cierto punto. Y el
hechizo de cuarto nivel, Deshidratación, podía hacer gran daño a todos los seres vivos.
Las versiones más bajas de estos hechizos eran típicamente usadas para eliminar agua de
esta manera.
Luego de enjuagarse la boca, Keno fue hacia el espejo de cambio que era casi tan alto como
ella y rápidamente se cambió a las ropas que Nastasha le había entregado.
Aunque algunos nobles incluso dejaban que sus vasallos se ocuparan de vestirlos, la famil-
ia de Keno insistía en que ellos mismos se cambiaran. Era una regla familiar para ayudar-
los a prepararse para la batalla, para que pudieran colocarse ellos mismo la armadura —
sin importar que colocarse una armadura completa requería de la ayuda de un escudero.
Sin embargo, era perfectamente aceptable dejar que otros le cepillen el cabello mientras
ella se cambiaba. Luego de humedecer su cabello encrespado con Crear Agua, Nastasha lo
presionaba con una toalla humedecida. Una vez que Nastasha lo soltaba, el cabello queda-
ba alisado.
Y así, Keno Fasris Inberun, la única hija del rey Fasris, tomó forma.
La imagen familiar de ella que vio reflejada en el espejo era de una chica con ojos que re-
flejaban todos los colores del arcoíris.
Estos ojos arcoíris no eran únicos en Keno. La criada que observaba a Keno mientras lleva-
ba a cabo los preparativos finales, Nastasha, también los poseía. Eran llamados los Ojos Ar-
coíris, y eran algo común en el país de la Gente de Ojos Arcoíris. Más bien, era la gente que
no los poseía la que era una rareza.
Para Keno, las comidas eran ocasiones alegres, pero también eran ocasiones que pesaban
sobre ella.
Justo como Nastasha había dicho, sus padres estaban esperándola al interior del comedor.
Naturalmente, sus criadas también estaban presentes. En particular, la criada principal y
la asistenta de la criada principal estaban de pie detrás de su padre y madre.
La madre de Keno tenía una mirada cálida y gentil en el rostro —a decir verdad, su per-
sonalidad era casi igual y Keno tenía pocos recuerdos de haber sido regañada por ella— y,
a pesar de que uno no podría decirlo por su aspecto, también era una hechicera de prime-
ra clase de esta nación.
La gente de ojos arcoíris tendía a ser delgada de estructura y dotada en las cuatro tradi-
ciones elementales lo que los llevaría a seguir las más adecuadas profesiones que hicieran
uso de magia. Por lo tanto, se centraban más en la habilidad para lanzar hechizos que en
las habilidades físicas, y tendían a carecer de cuerpos musculosos. Sin embargo, el padre
de Keno era una excepción notable. No solo era un poderoso Elementalista de Fuego, sino
que también poseía un físico musculoso que encarnaba la palabra “poder”, y su ceño esta-
ba profundamente fruncido para acompañar a su severo semblante.
Sea que estuviera comiendo o no, siempre llevaba un guantelete en el brazo izquierdo que
tenía una forma semejante a las garras de un Grifo. Era el tesoro nacional conocido como
el Guantelete del Señor Grifo. Un objeto mágico que podía invocar a un Señor Grifo por un
total de 24 horas en el lapso de una semana. Ya que el Señor Grifo podía ser reinvocado en
una semana incluso si lo mataban, generaciones de reyes lo habían usado históricamente
para convocar una vanguardia. Sin embargo, el padre de Keno era el único que no lo usaba
de esa manera.
Este país tenía una próspera industria láctea, y era por eso que no faltaba el queso fresco
en la capital. En particular estaba el hecho de que era de esperarse que las mesas del
comedor de la casa real tuvieran por lo menos tres tipos diferentes de quesos. Además,
había crema agria, bebidas hechas al mezclar leche con los jugos recién exprimidos de cua-
tro frutas diferentes, y así sucesivamente. Además, había gruesas lonchas de jamón asado
uniformemente. Los platos cargados de pan blanco estaban acompañados de intoxicante-
mente bellos pedazos de mantequilla dorada.
Keno —junto con su padre y madre, que estaban juntos— miraron el anillo en su mano
derecha, pero la gema azul-zafiro colocada en él no cambió de color.
Comenzaron a comer.
Comer era un lugar para la etiqueta. Ya que había sido inculcado en ella desde que tenía
edad suficiente, hace mucho que se había convertido en parte de ella.
Mientras comían en silencio, su padre colocó su tenedor sobre la mesa con un suave tinti-
neo. Ella echó un vistazo y vio que su padre había cogido su servilleta para limpiarse la
boca.
—Entonces, Annie. ¿Hasta qué punto han mejorado sus habilidades mágicas?
—Esposo mío, actualmente esta niña parase haber tocado el segundo nivel. Quién sabe,
pronto podría ser capaz de usar sus rudimentos.
—Eso lo escuché hace quince días. En otras palabras, no ha habido ninguna mejora, ¿me
equivoco? Keno, ¿tú qué crees? ¿Te sientes más fuerte que antes?
Keno tragó su comida, luego dejó el tenedor y se limpió la boca como lo había hecho su
madre. Durante ese tiempo, pensó en cómo responder la pregunta de su padre, pero la
verdad era que no sentía mucha diferencia entre ahora y hace dos semanas. Era igual a
como nadie podía sentir cuánto crecía cada día sin estar midiendo su estatura.
Era verdad que había sentido algo extraño la primera vez que pudo lanzar hechizos de
primer nivel. Fue como engranajes conectado al interior de su cuerpo. Sin embargo, no
había habido otras señales antes de eso.
—Ya veo. La honestidad es una buena política, pero no es suficiente por si sola. Tú eres mi
primera hija. En el futuro, nacerán tus hermanos y hermanas menores, y tú tendrás que
ser un ejemplo para ellos.
—Cállate. —Su padre interrumpió fríamente la inminente crítica de su madre—. Por muy
joven que sea, sigue siendo de la realeza.
La mirada del rey fue cortante cuando se volvió hacia ella. Asustada, Keno miró suplicante
a su madre.
—Es más que una niña, es una princesa, es de la realeza. Si bien no hay necesidad de su-
perarlos a todos, quedarse atrás sería problemático. Después de todo, tú eres una mejor
lanzadora de magia que yo.
Su padre se volvió para mirar un lugar sin nadie y tosió. —Por eso nos casamos, ¿no es así?
—murmuró. Luego, volvió a mirar a Keno con sus ojos de acero.
—Fue por esa razón que te di a esta niña para pudieras enseñarle, pero me parece que has
sido demasiado laxa con su educación. El combate en vivo es la mejor forma de entre-
namiento. Aunque es una niña y no se ha desarrollado por completo, indudablemente de-
bería comenzar a entrenar con armas también, ¿no? Es importante ver si también tiene
talento en ese campo.
Era cierto que el padre de Keno era inferior a su madre como hechicero. Sin embargo, ya
que su padre era capaz de luchar con una lanza, él era el mejor combatiente.
—Me opongo a eso. De acuerdo a lo que he visto, no creo que esta niña sea como tú, con
talento con las armas. Hasta que despierte su afinidad por uno de los cuatro grandes pode-
res, debemos entrenarla como lanzadora de magia. Más importante aún, prohíbo que tome
parte en algo tan peligroso como el combate en vivo.
—En el pasado…
—Las cosas eran diferentes. En lugar de aprender a escribir con ambas manos…
—Es más rápido aprender a hacerlo solo con una. Sé lo que quieres decir. Sin embargo, no
sabemos hacia donde se enfocan sus talentos. ¿No crees que sería mejor dejar que pruebe
hacerlo todo? Siento que eso sería lo mejor para ayudar a esta niña a prepararse para su
futuro.
Los dos se miraron fijamente, sin que ninguno de los dos cediera.
—Keno. —Keno saltó al escuchar la voz acerada de su padre. Él lo notó, pero lo ignoró y
comenzó a hablar—. Como la familia real de este país, disfrutamos de vidas lujosas, y de la
lealtad de muchas personas. Y todo eso es porque hemos cumplido nuestro deber como la
realeza de la nación. Por lo tanto debes aprender y absorber todo y aprovecharlo bien. Es
cierto que ahora nuestro país está en paz, pero quién sabe, podríamos ser invadidos algún
día. Por lo tanto, necesitamos una nación próspera y un ejército fuerte.
La cara de su padre se torció ligeramente. ¿Estaba enojado, o se reía, o tal vez estaba
triste? Era una expresión sutil, difícil de entender. Sin embargo, no había severidad en lo
que dijo a continuación.
—No hay necesidad de invadir a otros. Un ejército fuerte es una fuerza disuasoria. Sin em-
bargo, la intimidación irreflexiva conducirá al conflicto. Es deber de un líder obtener infor-
mación sobre otras naciones, obtener un equilibrio y buscar el crecimiento de la fuerza de
su país. ¿Crees que el poder militar es innecesario?
Entre las muchas razas —con los Ojos Arcoíris representando el 90% de esta compara-
ción— una nación de cinco millones de personas no era demasiado grande. Sin embargo,
la única razón por la que se podía alcanzar el equilibrio era porque los países circundantes
eran aproximadamente del mismo tamaño. En el último medio siglo, tampoco había habi-
do guerras a gran escala en las naciones cercanas. Sin embargo, eso simplemente significa-
ba que no había habido guerras de conquista. Cuando un monstruo de gran poder individ-
ual aparecía, era allí cuando se decidía el destino de una nación. Y dependiendo de las
circunstancias, podría ser necesario formar una alianza. Por ejemplo, había habido más de
50000 muertos cuando apareció un Behemoth, y el recuerdo de ello todavía estaba fresco
en los corazones de muchos. Keno sabía muy bien cuán importante era el reunir a los
poderosos para lidiar con tales oponentes.
—No necesitas hacerlo todo sola. Reúne a las personas en las que confías y toma prestada
Incluso si uno buscaba entre la historia de la familia real, probablemente sólo podría en-
contrar personas comparables a su padre —que había sido aclamado como alguien que
había ingresado al reino de los héroes— en su primera generación.
—Por lo tanto, reunir a los fuertes y buscar la fuerza que se encuentra en una dirección
diferente a la tuya podría ser lo correcto. ¿Pero qué significa eso? tal vez aprender hechiz-
os que hagan felices a todos sea una forma de hacerlo. Sin embargo, ésta es una sugerencia
de tu padre. No debes descuidar tu propia fuerza. La gente se siente a gusto bajo la protec-
ción de los fuertes. Ser miembro de la familia real, es una forma de fuerza que atrae a las
masas hacia ti. Naturalmente, tal fuerza implica la posesión de encanto, riqueza y autori-
dad. Pero si lo llevas al extremo, entonces el poder personal del rey es la fuerza más fácil
de entender de todas, y es la que mejor puede garantizar tu seguridad. Después de todo, el
encanto, la riqueza y la autoridad a veces no pueden garantizar la seguridad de todos.
Cuando terminaron, las sirvientas sirvieron tres bebidas purpureas claras. Era te púrpura
con un toque de leche. Estaba acompañado de galletas ligeramente azucaradas.
Keno —que tenía una lengua sensible— sorbió el té que se había enfriado. Fue solo en-
tonces que se dio cuenta que dos personas la estaban mirando.
¿Había violado alguna forma de etiqueta? Keno no tenía idea de qué estaba sucediendo.
Sin embargo, este tipo de cosas sucedían de vez en cuando. Keno comía en silencio pero el-
los la miraban fijamente. Sucedía más a menudo con su padre, a quien rara vez veía.
Intentó mirar hacia arriba para echar un vistazo, pero él no se veía molesto. Así que, ¿qué
estaba pasando?
Keno inclinó la cabeza, o al menos lo hizo en su corazón, y se bebió su té púrpura. Dejó que
el té se llevara el sabor dulce de galleta que quedaba en su boca. Sin embargo, sería codi-
cioso beber demasiado. No podía juzgar mal el balance entre té y galletas.
—Después de esta comida, estudiaremos magia en mi cuarto hasta la hora del almuerzo.
Después de eso, Balen-sensei le instruirá como de costumbre.
—Ya veo. En ese caso, deja que esté presente en la lección de hoy. Estoy muy interesado en
saber cómo Keno toma sus lecciones.
Keno no pudo ocultar su sorpresa. Probablemente ésta era la primara vez que su padre
quería verla aprender.
—…Jeje. —Su madre sonrió y las arrugas entre las cejas de su padre se hicieron más pro-
fundas—.
—Lo sé. Sin embargo, sigo creyendo que lo mejor es seleccionar un pretendiente para
Keno en primer lugar. Es algo tarde para una princesa… incluso para una heredera de la
nobleza. Recuerdo que yo tenía ocho en aquel entonces.
—¿Oh, es así? No puedo creer que aún lo recuerdes. —Su madre sonrió, mientras que su
padre frunció el ceño—.
—¡Ejem! Sé lo que intentas decir. Sin embargo, Keno es la única hija de nuestro linaje. No
podemos ser descuidados con esto. ¿No deberíamos esperar más?
—Si no comenzamos a pensar en esto desde el principio, todos los buenos candidatos hab-
rán conseguido esposas para entonces. Nuestra niña se convertirá entonces en una mujer
sobrante que nadie está dispuesto a comprar.
—No hablemos de compras ni de sobras… Ser unos años más joven no debería ser un
problema, ¿no? Voy a estudiar cuidadosamente el asunto. ¿Entienden? Eso es todo sobre
este tema.
Tienes que trabajar duro en esto, escuchó susurrar a su madre. Su padre arrugó la frente,
Después de terminar el postre, Keno regresó a su habitación, donde tomó varios libros an-
tes de dirigirse a la habitación de su madre.
Tocó la puerta del cuarto de su madre, y la persona que respondió fue la criada personal
de su madre, que era tanto la asistenta principal como la criada numero dos del castillo.
Sin embargo, Keno ya había cruzado ese obstáculo, por lo tanto, estaba aprendiendo sobre
lo que necesitaría saber para futuras profesiones.
La madre de Keno era una maga, así que se centraba en mejorar su habilidad de lanzar ma-
gia arcana mientras que Keno tenía talento como hechicera, así que las lecciones que re-
cibía se centraban en mejorar sus habilidades de hechicería.
A comparación con los magos, los hechiceros confiaban mucho más en las sensaciones. Por
lo tanto, el entrenamiento de Keno se enfocaba en cerrar los ojos y usar su corazón para
sentir las olas que su madre emanaba cuando lanzaba hechizos.
Keno no sabía cuánto tiempo había pasado desde que la lección había comenzado.
Era una sensación difícil de describir en palabras. Sin embargo, era mucho más poderosa
que su madre, como una gran onda; algo que desafiaba la descripción.
Esta era una sensación que ella nunca había experimentado antes, y Keno no pudo evitar
abrir los ojos. Vio a su madre, que se sorprendió cuando su hija abrió los ojos de repente. Y
en ese momento…
Era una agonía que nunca antes había experimentado, y que no tenía sentido para ella.
Keno cayó al suelo en medio del dolor, como si le hubieran arrancado algo. Le dolía tanto
que no podía hablar. No podía creer que algo en el mundo pudiera doler tanto.
Llorando lágrimas de dolor, con la visión nublada por las lágrimas, pudo ver a las dos cria-
El rostro de su madre estaba retorcido por la agonía y su frente cubierta por el sudor. Pero
aun así…
—Reforzar Armadura.
Sin embargo, no hizo nada para aliviar el dolor que sentía. No lo disminuyó en lo más míni-
mo. Su madre debería haberlo notado por la expresión en la cara de Keno.
Keno apretó los dientes contra el dolor e intentó no gemir, y mientras lo hacía sintió que su
madre lanzaba otro hechizo sobre ella nuevamente. Sin embargo, no hizo nada por la
agonía que la atormentaba.
Como una versión avanzada de Mente de Nomuerto, este hechizo podía otorgarle breve-
mente a su objetivo varias propiedades de los nomuertos, tanto beneficiosas como perju-
diciales. Este hechizo hizo efecto en Keno, pero aun así, no ayudó con su dolor.
Su madre se mordió el labio —de inmediato brotó sangre roja brillante— y agarró el brazo
de Keno. Seguramente Keno habría gemido por el dolor ya que su madre había usado de-
masiada fuerza. Pero las agonías de cuerpo entero que estaba experimentando eran de-
masiado fuertes y Keno no sintió el dolor en su brazo en absoluto.
—¡Uwaaaaahhhhh!
Oyó un aullido de dolor. La fuente de este sonido profundo que ella nunca había escuchado
antes era Nastasha. Era completamente diferente a su habitual voz apagada y elegante.
Nastasha estaba rodando en el suelo y había alcanzado la puerta.
—¡Uuuooooohhh!
Rugió en un tono grueso y áspero, luego se puso de pie para apoyarse contra la puerta,
agarrando la manija y abriéndola ligeramente. Sin embargo, después de ese poco, Nasta-
No se movió después de eso, como si se hubiera desmayado por el dolor, o como si estu-
viera muerta.
Su madre avanzó hacia la pequeña brecha que Nastasha se había sacrificado para crear. El
dolor que recorría a Keno era suficiente para hacer que un hombre se desmayara o que
muriera incluso, y era tan poderoso que incluso le robaba la fuerza para gritar o llorar. Sin
embargo su madre estaba soportando el dolor mientras seguía trabajando para llevarla y
escapar.
Aunque había tomado quién sabía cuántos minutos para moverse unos cuantos metros, su
madre no mostraba signos de rendirse.
La puerta se abrió lentamente del otro lado, y luego se detuvo cuando golpeó la cabeza de
Nastasha.
Su madre agarró la mano de Keno y la apretó creyendo tal vez que el culpable detrás de
este hecho incomprensible estaba a punto de revelarse. Pero no fue así.
Parecía que había envejecido décadas en un instante. Estaba usando su lanza como muleta
mientras se movía delante de las dos.
—Mi… rey…
Parecía que su padre también estaba sufriendo. Aun así, había logrado venir hasta aquí
porque su fuerza superaba la esfera del reino de los hombres.
—Enten…dido…
Las palabras de su padre se quebraban mientras resistía el tremendo dolor. Pero la madre
de Keno parecía haber entendido por completo lo que su padre había querido decir.
El hechizo no funcionó.
—Qué…
En la visión borrosa de Keno, vio la cara de su padre tornarse perpleja mientras olvidaba
su dolor. Después, los dos se movieron sobre Keno como si estuvieran intentando aplastar-
la.
Eran pesados.
Keno podía sentir cuán fuertemente la amaban, y las lágrimas que fluían de sus ojos no
eran de dolor.
Pero la agonía no cambió. Parecía ignorar su amor, atormentando a Keno con el mismo su-
frimiento de antes.
Ni siquiera podía sentir el peso de sus cuerpos sobre ella. Había perdido todas las sensa-
ciones en su cuerpo. Todo lo que quedaba era el dolor cada vez más intenso.
Por qué…
Qué…
Quién…
Las preguntas seguían surgiendo en mente —pero como burbujas, estallaban. Al mismo ti-
empo su conciencia también.— Justo en ese momento, Keno sintió de repente que estaba
haciendo contacto con algo enorme. Se parecía mucho al momento en el que lanzaba un
hechizo, pero no era lo mismo.
Esa sensación también era imposible de describir con palabras. Sin embargo, Keno podía
El dolor de antes se había desvanecido, como si todo hubiera sido una mentira. Incluso le
hizo preguntarse si había estado soñando.
—Ma…
Keno solo logró pronunciar la mitad de la palabra. La otra mitad se atoró en su garganta y
se negó a ser pronunciada. Eso debido a que vio la extrañeza de su padre, madre y de las
dos criadas. Sin embargo, el terror creciendo en ella se extinguió rápidamente.
No era demencia. Los cuatro temblaban mientras se movían, como si hubieran perdido el
sentido. La forma en que lo hacían se parecía mucho a cierto tipo de ser nomuerto sobre el
que Keno había aprendido en sus clases sobre monstruos.
…Estaba frío.
Comprobó su pulso.
Sospechaba que podría haberse equivocado de lugar y movió el dedo en su muñeca pero
sin importar en dónde revisaba, no pudo encontrar su pulso.
Presa del pánico, Keno miró alrededor de la habitación y encontró un espejo vestidor. Se
miró. A simple vista parecía que nada había cambiado. Sin embargo, había un lugar que
era completamente diferente.
—Ésta es mi… no, es la historia de la Nomuerta de Ojos Rojos, Keno Fasris Invern. O al
menos, es el día cuando comenzó.
Keno ya había comenzado a hablar claramente en algún momento, y ése fue su resumen.
Sus palabras confusas cuando se acababan de conocer probablemente se debían a que no
había hablado por mucho tiempo. Dicho eso, siendo nomuerta, su cuerpo no envejecería,
por lo que se recuperaría rápidamente una vez que comenzara a hablar.
—Ya veo, —respondió Satoru Suzuki, y luego Keno continuó narrando su historia de lo que
había sucedido desde ese día—.
Después de darse cuenta que no eran solo las personas en la habitación, sino el castillo y
toda la ciudad quienes se habían convertido en nomuertos sin sentido —zombis, en otras
palabras— Keno tenía dos caminos disponibles.
Uno era dejar la ciudad y pedirle ayuda a alguien más para salvar a su gente.
La otra era quedarse aquí y esperar que llegara la ayuda de las otras ciudades.
Si bien Keno no odiaba a los vivos, los nomuertos eran fundamentalmente seres que odia-
ban a los vivos. ¿Cómo un ser así podría pedir ayuda a los vivos? Si veían a Keno sin lugar a
duda la atacarían con la intención de destruirla. Luego estaba el hecho de que incluso
después de haberse convertido en nomuerta, Keno no podía simplemente abandonar a su
familia y marcharse.
Más importante aún, Keno era débil y no podía resistir los ataques de monstruos o bestias,
así que las posibilidades de que pudiera llegar a una de las ciudades cercanas eran bajas.
Además se aferraba a la ligera esperanza de que las otras ciudades vendrían a investigar,
ya que ésta era la capital real.
Después de uno; después de dos años, no había visto a nadie alrededor de las puertas de la
ciudad.
Tal vez este extraño fenómeno de conversión de nomuertos se había extendido a las ciu-
dades cercanas e incluso había afectado a todo el país. Cuando le vino ese pensamiento a la
mente, Keno comenzó a trabajar con esfuerzo. Estudió a los residentes nomuertos de su
país para entender el fenómeno de conversión de nomuertos, para así poder ayudar a la
recuperación de todos.
También había pensado —¿Qué puedo hacer? Sólo soy una niña—, una vez, pero Keno no
tenía otra opción.
Ocasionalmente Keno se aventuraba a salir del castillo para traer varios libros, que estudi-
aría. Al mismo tiempo, se entrenaba para usar hechizos más potentes. Siendo nomuerta,
sin necesidad de descansar, Keno podía literalmente trabajar toda la noche en sus esfuer-
zos.
Pasaron los años, o posiblemente décadas. Había pasado tanto tiempo que incluso su sen-
tido del tiempo estaba desequilibrado. Al parecer Keno había vivido sola, buscando una
manera de restaurar a todos a sus yo originales.
Durante este tiempo, Keno había visto aves migratorias que no se habían convertido to-
davía en zombis, lo que le aseguraba que todavía había seres vivos en el mundo exterior.
Sin embargo, cuando observaba las puertas de la ciudad, todo lo que veía eran los cadá-
veres de animales atacados por zombis, y al final no encontró ningún visitante humano.
Luego de oír la historia de Keno, Satoru Suzuki finalmente se dio cuenta de por qué había
una gran diferencia entre la forma solemne en la que Keno hablaba y entre su aspecto ju-
venil.
Cuando lo pensaba con calma era una situación perfectamente comprensible. Ya que ella
era nomuerta, era natural que hubiera una desconexión entre su edad aparente y el tiem-
po en el que realmente había estado viva (dejando de lado el hecho de si esa conjetura era
correcta). En otras palabras, su cuerpo podría no haber cambiado, pero su mente había
crecido. Es imposible borrar por completo el miedo y otras emociones de nuestro corazón,
y así, en el debido momento, también su mente había cambiado gradualmente.
«Siendo ése el caso, ¿no sería grosero tratarla como una niña? » —pensó Satoru Suzuki—.
«Esperaré hasta que me haga saber su preferencia», —concluyó. Toda la experiencia de su
vida hasta ahora le había dicho que era mejor tratar a una mujer como más joven que
mayor—.
Y entonces, su historia llegó a su fin. Keno, que había estado llevando a cabo sus investiga-
ciones en el castillo, ahora vivía en las alcantarillas.
En ese momento, ella había sentido la aparición de un poderoso ser nomuerto en las
afueras de la ciudad, uno que era más poderoso que ella o incluso que sus padres, y que lu-
ego había ingresado al castillo. Ella no tenía ninguna fe en su habilidad para triunfar en
batalla, así que tomó todo lo que podía cargar y escapó del castillo hasta este lugar.
—Ya veo…
Ahora entendía su estado actual y la condición de la ciudad. Sin embargo, no tenía idea de
por qué era que él había aparecido en este lugar, o por qué la ciudad había terminado de
esta manera.
Sin embargo, no parecía que este mundo hubiese sido generado en respuesta a la llegada
de Satoru Suzuki. Como esperaba, sería mejor pensar que probablemente había alguna
otra razón —aunque no estaba clara— por la que Satoru Suzuki había sido traído a otro
mundo.
Hablando de ello…
«Tengo mucha suerte de haber logrado conocer a alguien que sabe cómo funciona el
mundo. Doblemente ya que es nomuerta.»
Ella lo había mencionado en su historia, pero fue sólo después de haberle preguntado en
detalle sobre ello que aprendió que los nomuertos eran universalmente vilipendiados por
los vivos, y no sería inusual que fueran exterminados si eran encontrados. Por lo tanto,
para él sería muy difícil obtener ayuda. Eso significaba que Keno era una persona muy im-
portante.
Era verdad que Satoru Suzuki quería saber sobre sus antiguos amigos y sobre la Gran
Tumba Subterránea de Nazarick. Sin embargo, Keno no sabía nada sobre ellos. Dicho esto,
eso no hacía que ella careciera de valor. Después de todo, era de esperarse que ella no su-
piera de ellos. Tenía más sentido pensar que Satoru Suzuki había venido solo y que todo lo
demás había desaparecido con el juego.
«Me gustaría ganarme su confianza y aprender más sobre este mundo, si es posible. Por lo
menos, me gustaría llenar las brechas entre lo que sé y entre cómo funciona este mundo…
eso podría tomar un largo tiempo. Llevarla al mundo del hombre podría acortar ese
tiempo, y podría ganar experiencia y conocimientos también… pero, ¿cómo podría hacer
que quede en deuda conmigo hasta tal punto?»
Keno se arrodilló frente a Satoru Suzuki y agachó la cabeza, con las palmas de las manos
sobre el suelo.
—Por favor, te lo ruego. Por favor cambia a todos de vuelta a cómo eran antes.
—¿Eh?
«No, incluso si lo dices así» —Ésa fue la primera reacción de Satoru Suzuki.
En el juego Yggdrasil, Momonga era un lanzador de magia arcana nomuerto. Debería po-
seer el mismo poder en este mundo incomprensible.
Aunque en el juego no se podía usar de esa forma, ese tipo de tácticas aparentemente ex-
istían en otros juegos; es decir, matar a alguien que había adquirido una afección de estado
incurable. Estrictamente hablando, eran golpeados hasta estar en un estado cercano a la
muerte y luego eran resucitados, lo cual eliminaría el efecto de estado negativo.
Dicho esto, los objetos de cambio de raza podrían tener una posibilidad aquí. Desafortuna-
damente, una vez que uno se convertía en una criatura nomuerta, la mayoría de objetos de
cambio de raza sería incapaz de cambiar el estado de nomuerto. Si fuese posible, los únic-
os objetos que podrían hacerlo estarían en el nivel de Objetos de Clase Mundial.
Si se era un jugador, sería más rápido borrar el personaje y comenzar con uno nuevo.
«Si bien no tengo ninguno y no las usaría incluso si las tuviera, tal vez las Semillas del
Árbol Mundial podrían permitir que incluso un nomuerto cambiara libremente de raza…
Asumiendo, claro, que los Objetos de Clase Mundial tengan el mismo efecto aquí que el que
tenían en el juego. ¿O usar Deseo Ante una Estrella me permitiría cambiar de vuelta a al-
gunos de ellos, incluso si no son todos? »
En cualquier caso, Satoru Suzuki no tenía ninguna intención de gastar ninguna de sus car-
tas del triunfo de uso limitado.
Mientras Satoru Suzuki continuaba pensando, Keno continuaba su perorata, como si estu-
viera llorando lágrimas de sangre.
—¿Por qué, por qué nos hiciste esto? No tengo idea. Tal vez fue mi culpa. ¡Pagaré por mis
pecados, así que por favor perdónalos a todos!
—¿Hm? —Había oído algo que no podía pretender ignorar—.¿Yo les hice esto?
¿Satoru Suzuki había convertido a todo en la ciudad en nomuertos sin darse cuenta? No, el
nunca antes había hecho una cosa así, ni siquiera en Yggdrasil.
Confundido, Satoru Suzuki meditó en silencio. Keno levantó la cabeza un poco y espió a Sa-
toru.
—…Perdona. En verdad, no entiendo del todo qué estás diciendo. ¿Yo hice algo como esto?
—…¿Huh? —Al igual que Satoru Susuki había hecho justo ahora, Keno hizo un sonido de-
sconcertado.
—¿Huh?
—¿Huh?
—Así que, si has vivido en esta ciudad por un largo tiempo, ¿confío que eso significa que
no tiene nada que ver con migo?
—Por poder, ¿te refieres a convertir a todos en esta ciudad en criaturas nomuertas? No, no
sé nada al respecto… ah realmente no lo sé, ¿sabes? Ahora bien, ¿puede ser mi turno de
hacerte una pregunta? ¿Tienes alguna prueba o base de que yo soy la causa de todo esto?
La verdad era que, los recuerdos de Ainz recién acababan de despertarse. Si hasta entonc-
es su cuerpo hubiese estado violentando sus alrededores inconscientemente, realmente
no tendría nada que decir en su defensa.
—…
Como una niña, no pudo ocultar el cambio de su rostro. A pesar de que había vivido tanto
tiempo, las palabras de Satoru Susuki habían tenido —a pesar de la supresión emocional
de los nomuertos— un gran impacto en ella.
—A-ah, cuando estaba sola en la ciudad, apareció una poderosa criatura nomuerta… tuve
miedo así que corrí.
Era la criatura nomuerta que Keno acababa de mencionar la razón por la que ella había
cambiado su base desde el castillo a este lugar. Él todavía no había escuchado los detalles
sobre ese ser nomuerto…
—Ahhh, ya veo, entonces ese nomuerto era muy similar a mí,,, y eso es todo, ¿es eso?
—Sí.
La voz de Keno, tan débil que parecía estar a punto de desaparecer, se combinó con la mi-
rada de comprensión en su rostro y levantó un gran peso del corazón de Satoru Suzuki.
No había sido Momonga —sin la mente de Satoru— el que había hecho esto. Eso lo hizo
estar incluso más seguro de que solo había aparecido en este mundo en ese momento. Al
mismo tiempo, Satoru Suzuki no pudo evitar sorprenderse de la medida en que Keno creía
en lo que él decía.
Por supuesto, Satoru Suzuki había sido muy franco y honesto con ella con la esperanza de
ganarse su aceptación. Sin embargo, ella era quien tomaría la decisión final de confiar en
él. En otras palabras, se había creído las palabras de un nomuerto que había conocido por
primera vez.
Si ella había depositado tanta confianza en él, él debería hacer lo mismo por ella. Eso era
necesario para construir una relación sana entre dos personas.
—Ahh, eso no es necesario. No te preocupes por eso. Hablando de ello, ¿estás segura de
que esa criatura nomuerta es el cerebro detrás de la transformación de la gente de esta ci-
udad en zombis?
—No, no estoy segura. Pero creo que debería haber una conexión, de lo contrario no hab-
ría aparecido en esta ciudad de nomuertos.
Aunque había estado de acuerdo verbalmente con ella, Satoru Suzuki todavía tenía dudas
en su corazón.
Podría haber sido más probable si esa criatura nomuerta hubiera aparecido de inmediato.
Pero Keno tenía casi perdió el sentido del tiempo cuando apareció —en el orden de los
años, como mínimo. ¿No significaría eso que era muy probable que no estuviera relaciona-
da con el incidente?
Además, con respecto a su razón de venir, seguramente la razón más probable sería
porque quería establecerse aquí, ¿no? Siendo un ser nomuerto en sí mismo, no sería ataca-
do por nomuertos de bajo nivel, y los vivos evitarían esta región. Si uno dejaba de lado el
problema de los ataques de los vivos, ¿un lugar como éste no sería el entorno de vida más
cómodo para un nomuerto?
No había forma de que ella no hubiese notado algo que incluso Satoru Suzuki hubiese su-
puesto inmediatamente.
Era muy probable que ella todavía quisiera creer que dicha criatura nomuerta fuese la
mente maestra detrás de todo esto. Por eso se había disculpado con Satoru Suzuki por
confundirlo con esa entidad.
Ella todavía quería creer que había una forma de salvarlos a todos.
Satoru Suzuki miró por entre las pilas de libros en la habitación. Todos estaban mancha-
dos, lo que era un signo del arduo trabajo de Keno. Sin embargo, probablemente se había
aferrado a tal creencia porque entendía que no podía salvarlos o porque su investigación
le había mostrado una forma de hacerlo.
La primera mitad de su historia, su descripción de los eventos del día, fue muy específica y
claramente ilustraba la situación, llegando incluso a incluir sus propios sentimientos en
ese momento. En contraste, la segunda mitad de su historia, después de convertirse en
nomuerta, parecía mezclarse. Tal vez para ella, había habido pocos cambios en los días
después de eso, por lo que había poco de qué hablar.
Esos fueron los recuerdos más brillantes que tenía, razón por la cual podía hablar de ellos
con tanto detalle y con tanta amplitud.
Satoru Suzuki acarició el Báculo de Ainz Ooal Gown. Escuchó a Keno jadear de sorpresa,
pero no le importó.
Keno sentía lo mismo por la ciudad que contenía a sus padres y que la había ayudado a cri-
arla como Satoru lo hacía sobre el gremio de Ainz Ooal Gown. Si hubiera alguien que pud-
iera ayudar a Satoru Suzuki a volver a esos días brillantes, con mucho gusto se postraría
ante ellos y suplicaría su ayuda.
Era fácil decir que ella estaba equivocada por esperar demasiado de Satoru Suzuki.
Sin embargo…
Vio los hombros de Keno temblar, pero Satoru Suzuki lo ignoró y continuó hablando.
—Si es cómo crees, Keno-san, y la oposición es alguien que puede convertir a toda una ciu-
dad de personas en nomuertos, entonces seguramente no serán enemigos fáciles. Por eso
siento que capturarlos en una sola pieza será difícil, pero aniquilarlos aún podría ser
posible.
Cuando Satoru Suzuki le dijo eso a Keno, mentalmente se reprendió a sí mismo: “¿Eres un
idiota?”
En el mejor de los casos, un nomuerto similar a Satoru Suzuki sería un Overlord. Si eran
aplicables todos sus conocimientos de Yggdrasil, tal vez pudiera pensar en una forma de
lidiar con él. Sin embargo, en este mundo era muy posible que el equivalente local de un
Overlord fuera un oponente de nivel superior a 1000.
Dicho esto, al parecer no era probable que este oponente superase las expectativas de Sa-
toru Suzuki.
La razón de ello se debía a la forma en la que Keno había descrito a sus padres. Su padre,
Su auto-burla había sido dirigida hacia las tontas palabras que había dicho luego de equi-
parar la experiencia en un juego a la experiencia de combate de la vida real, además de su
falta de conocimiento.
Si fuese posible, le gustaría llevarse a Keno fuera de esta ciudad por un tiempo y contactar
a la gente de este mundo que estuviese familiarizada con los nomuertos, con el fin de ob-
tener la mayor cantidad de información posible sobre su enemigo antes de preparar una
estrategia impecable con la cual desafiar a su adversario.
Para empezar, no conocía el poder de la oposición. Tal vez Keno solo había visto a una cria-
tura nomuerta, pero podría haber continuado mejorando su fuerza de combate dentro de
la ciudad después de eso.
En ese caso su primera prioridad era recopilar información, y luego, tendría que gastar
mucho tiempo y esfuerzo en los preparativos.
Sin embargo, no pensaba que Keno aceptaría esa idea. Seguramente una chica que se había
negado a abandonar una ciudad llena de terroríficos nomuertos no aceptaría un simple
“salgamos de aquí”, de un tercero con tanta facilidad. Aun así, valía la pena intentarlo.
—Sin embargo, me gustaría que pensaras detenidamente sobre esto. ¿Realmente está bien
destruirlo? Es posible que incluso si destruyes a esa criatura nomuerta, la gente del pueblo
podría no volver a la normalidad, ¿no?
Keno negó con la cabeza y sacó un libro de entre las pilas de literatura.
Los libros apilados encima se derrumbaron y cayeron, pero ella lo trajo de vuelta sin mi-
rarlo dos veces y abrió una página para mostrarla a Satoru Suzuki.
Mientras Satoru Suzuki buscaba a tientas un objeto mágico, Keno señaló un pasaje del li-
bro y lo leyó.
—Esta parte dice que resucitar a una criatura muerta nomuerta requiere hechizos de res-
urrección extremadamente poderosos, e incluso después de la resurrección seguirán sien-
do nomuertos. Pero si el amo nomuerto es aniquilado, existe la posibilidad de que sus víc-
timas puedan ser restituidas, si tienen suerte. Eso es lo que está escrito aquí.
Si Keno hubiera respondido, “Tal vez no vuelvan a la normalidad,” Satoru Susuki podría
haber guiado la conversación a “Entonces no lo destruyamos primero y busquemos otra
manera. Ya que no sabemos lo suficiente. ¿Por qué no dejamos esta ciudad por un tiempo y
salimos a buscar información?” Así era como lo había planeado.
Por supuesto…
—Sí.
—Y el pago será… Quiero saber todo tipo de cosas. Quiero saber todo lo que sabes.
Satoru Suzuki apartó los ojos del libreo que Keno sostenía hacia las pilas de otros libros en
la habitación. Lo que quería era información básica sobre el mundo, pero Keno probable-
mente se inquietaría si le decía eso. Por lo tanto, tenía que fingir una actitud que la haría
creer erróneamente que estaba buscando conocimientos mágicos. Dada la reacción de
Keno, se lo había creído por completo.
—E-Está bien, pero todo ese conocimiento no pudo salvar a nadie, ¿sabes?
—Está bien. Incluso si ése es el caso, sigue siendo valioso para mí.
Keno tomó la moneda y la hizo girar una y otra vez en sus manos antes de devolvérsela a
Satoru Suzuki.
—Sí, sí puedes. O por lo menos, podrías. Si bien no sé exactamente cuánto vale sin compro-
bar su contenido de oro…
—Ya veo. Entonces, me complacería obtener más monedas de oro como estas que se
pueden usar en la región circundante.
—Yo, Keno Fasris Invern, por la presente te juro que te pagaré lo que desees, Satoru-sama.
Tal era el comportamiento majestuoso, y de princesa que la establecía a ella como superi-
or incluso al más exitoso vendedor que Satoru Suzuki conocía.
—Entonces, estoy muy agradecido. Así se forma nuestro pacto. En ese caso…
Para aprender a usar su poder, tendría que aprender cómo interactuaba la magia de Ygg-
drasil con la magia de este mundo.
—Por cierto, Keno-san. Debo mencionar que puedo utilizar hechizos del décimo nivel.
—Ya veo.
«¿Por qué está sonriendo así? …¿No te consideras un genio si puedes usar hechizos del
quinto nivel? Yo he duplicado eso, ¿sabes? ¿Por qué estás tan tranquila? ¿Es porque es
nomuerta?»
Después de convertirse en nomuerto, Satoru Suzuki había experimentado cómo sus emo-
ciones eran reprimidas una vez que llegaban a cierto umbral. ¿Lo mismo le pasaba a Keno
también?
¿No me digas que los hechizos de décimo nivel no son mucho? ¿Qué tal si los niveles
comienzan en diez y se vuelven más poderosos a medida que los números se reducen?
Espera, ¿eso no me convertiría en un lanzador del primer nivel?
—Tus padres eran capaces de usar hechizos de cuarto y quinto nivel, así que ellos no de-
berían tener problemas para usarlo, ¿correcto?
—Ya veo. Por cierto, el hechizo Rayo también es del tercer nivel, ¿verdad?
Así que parecía que los hechizos en este mundo ocupaban los mismos niveles que en Ygg-
drasil. En otras palabras, el conocimiento mágico de Satoru Suzuki podía aplicarse directa-
mente.
—En ese caso, Keno-san, ¿podrías lanzar uno de tus hechizos? Que tal esto, ¿podrías usar
un hechizo de primer nivel en mí? Un hechizo de ataque sería lo mejor.
—¿¡Ehhhhh!?
Fue solo cuando vio los ojos muy abiertos de Keno que se dio cuenta de que no se lo había
explicado con suficiente detalle.
—Ahhh. Me gustaría ver si mis poderes funcionan con normalidad. Me gustaría usar tus
hechizos de ataque como indicador, Keno-san.
Después de todo, sería problemático que solo fueran similares en nombre y nivel, pero
completamente diferentes en efectos y poder destructivo.
¿Era ese también el rasgo de un nomuerto? Mientras contemplaba esa pregunta, Keno
lanzó su hechizo. Un par de Flechas Mágicas se proyectaron hacia él con los mismos efec-
tos especiales que en Yggdrasil. Y luego… desaparecieron en el instante en que tocaron el
cuerpo de Satoru Suzuki.
Satoru Suzuki… no, Momonga poseía una habilidad conocida como Inmunidad Mágica de
Alto Nivel. Era un poder que anulaba todos los hechizos del sexto nivel e inferiores. Mien-
—Parece que el poder que me protege está funcionando sin problemas. Entonces, inténta-
lo de nuevo. Esta vez, bajaré mis defensas.
Desactivó la habilidad pasiva. Por alguna razón, se sentía como si estuviera desnudo bajo
el cañón de una pistola.
Un miembro del gremio había dicho una vez que tenía miedo de que le apuntaran con un
arma incluso cuando se había implantado fibras subdérmicas a prueba de balas. Ahora
podía entender cómo se sentía. Si bien las poderosas emociones de los nomuertos eran
reprimidas, parecía que las emociones que no alcanzaban ese umbral quedaban intactas.
—Entiendo, —dijo Keno, y una vez más, le lanzó su hechizo sin dudarlo un momento.
—Flecha Mágica
Los rayos de luz salieron disparados de nuevo y golpearon a Satoru justo en el centro.
No le dolió. No, había habido algo que podría haber sido dolor, pero llamarlo dolor hubiera
deshonrado la palabra.
¿Era que sus sentidos estaban embotados porque era nomuerto? Pero cuando lo pensó,
quiso burlarse de cómo un cuerpo hecho únicamente de huesos sin carne, nervios o inclu-
so piel, podría sentir dolor en primer lugar. Hablando de eso, ¿cómo diablos era que un cu-
erpo sin cuerdas vocales ni pulmones lograba siquiera hablar?
Lo mismo pasaba con Keno, que no respiraba. Así era como funcionaban las cosas, y no
tenía más remedio que aceptarlas.
Él la miró, y al final, el rostro de Keno —incluso después de atacar dos veces a Satoru Su-
zuki— estaba en calma. Más bien, su expresión parecía decir que había esperado esto todo
el tiempo.
«¿Qué le sucede…?»
¿Cómo podía atacar a la persona que la había ayudado, Satoru Suzuki, sin dudarlo en
absoluto? ¿Se debía a que ella era una psicópata, o porque era nomuerta, o era simple-
mente así como funcionaba este mundo? Innumerables posibilidades pasaron por su men-
te.
«No me digas que… ¿ella pensó que era una oportunidad para matarme? O no, ¿fue porque
estaba pensando, si mueres, es solo para eso para lo que sirves, o algo despiadado como
eso?»
El asunto de si él era lo suficientemente fuerte para ser su colaborador debía haber sido
«Aun así, soy un aliado suyo… así que pensé que debería esperar algo de vacilación… oh
bueno.»
No obtendría una respuesta sin importar cuanto lo pensase. Por ahora solo tendría que
considerarla como una pequeña niña escalofriante. No podía dejarse engañar por su apari-
encia juvenil y su cara bonita. Era una chica que tenía algo peligroso dentro de ella.
En cualquier caso, ahora sabía que participar en combate sin realizar más experimentos
era algo muy peligroso. Si este mundo era diferente de Yggdrasil y la muerte era un final
definitivo, entonces necesitaba saber qué se sentía al recibir daño, tener dolor. El miedo al
dolor en la batalla podría llevarlo a perder una pelea que podría haber ganado.
—Keno-san, dijiste que podías usar hechizos de segundo nivel en el pasado, ¿pero qué hay
de ahora? ¿El segundo sigue siendo tu mejor nivel?
Si bien los puntajes de nivel y habilidad de Keno eran desconocidos, no importaba cómo
intentara atacar con los hechizos de segundo nivel que sabía, no podría causarle ningún
dolor en comparación con los hechizos de ataque empleados por su enemigo, que se esti-
ma que estaban en el nivel de un Overlord. Ella era completamente inútil para ese propósi-
to.
—En ese caso, me disculpo, pero aún deseo continuar con mis pruebas. Necesito usar
hechizos de ataque centrados en mí. Por lo tanto, ¿podrías decirme si hay áreas abiertas
donde hacerlo sea relativamente seguro?
Los propios hechizos de Satoru Suzuki deberían poder hacerle algún daño a sí mismo.
Además, había una cosa que tenía que aclarar.
Y era ver si el fuego amigo estaba en efecto. Su estilo de lucha cambiaría dependiendo de si
la respuesta fuese sí o no. Cosas como cómo usar hechizos de efecto de área, etc.
—¿Un espacio abierto dices? ¿Qué tan grande tiene que ser? El espacio más grande que
conozco en las alcantarillas es… sí, de alrededor de 50 metros de ancho.
Tendría que evitar hechizos con efecto de derribo y hechizos que eran excepcionalmente
eficaces contra paredes y otros objetos. Solo entonces ese tamaño se consideraría adecua-
do.
Hubiera sido más prudente teletransportarse fuera de la ciudad y realizar sus pruebas. Sin
embargo, no esperaba que la situación terminara así, por lo que no había memorizado
ningún destino de teletransporte fuera de la ciudad.
En Yggdrasil, uno dejaría un marcador, pero en este mundo parecería que se memorizaba
la ubicación en su lugar.
¿Cuál era el estado al interior de su cabeza luego de conocer esto? Hablando de ello, ¿tenía
siquiera un cerebro en este cuerpo? Mientras contemplaba esta interrupción, Satoru agitó
la cabeza y desterró este tema inútil de su mente antes de responderle a Keno.
El lugar al que lo habían llevado era bastante espacioso. Probablemente era un tanque de
recolección central para las aguas residuales que fluyen a través de la rama principal y las
líneas de alcantarillado secundarias. Sin embargo, ahora estaba vacío, salvo por algunas
marcas que quedaron de hace décadas atrás.
Sería problemático si hubiera ratas zombis o similares alrededor. Si los mataban durante
el experimento, podría terminar volviendo agresivos a todos los zombis de la ciudad.
Por cierto, no existían los zombis slime. Si bien todas las razas podían convertirse en zom-
bis o esqueletos, había ciertas excepciones. Las razas sin un sistema esquelético no pueden
ser zombificadas o esqueletizadas. Así era como funcionaba en YGGDRASIL, y después de
consultarlo con Keno, así era como funcionaba en este mundo también.
Después de terminar sus chequeos, miró a Keno, que se había quedado en un lugar más
alto.
No mostraba señales de querer huir. ¿Era porque confiaba en él, o era porque se sentía útil,
o porque sentía que no tenía sentido escapar?
“Comencemos, entonces.”
Este hechizo de noveno nivel era el hechizo de relámpago de un solo objetivo de nivel más
alto. Si bien un hechizo de tipo llama habría funcionado igual de bien, le tenía un poco de
miedo al fuego —después de todo, era una de sus debilidades— por lo que había elegido
este hechizo. Por supuesto, podría haber usado algo más débil, como un hechizo de quinto
nivel o algo así, pero había elegido un hechizo de alto nivel porque quería saber cuánto
daño le haría un hechizo de noveno nivel, así como lo mucho que dolería.
Y luego, aunque sentía dolor, Satoru Suzuki también se dio cuenta de que este dolor no era
insoportable.
Su sensación de dolor también parecía estar reprimida. ¿Era eso también un efecto de
haberse convertido en un ser nomuerto?
Si todavía tuviera su cuerpo carnoso que pudiera sentir dolor normalmente, seguramente
Satoru Suzuki habría temido más la batalla, e incluso podría haber optado por evitar la lu-
cha.
Después de eso, Satoru Suzuki sacó un pergamino de su inventario. Tenía que comprobar
si podía usar pergaminos normalmente.
Desató el poder contenido dentro del pergamino, y llamas abrasadoras cargaron hacia el
cielo.
Fue Napalm
Las palabras “lanzador de magia” o “nomuerto” ya no eran suficientes para describir esto.
Era un poder que sólo un ser superior a ambos podría emplear. En otras palabras, esta ma-
gia era de los dioses, o seres similares, Keno creía fervientemente.
La familia real Invern seguía la fe de Na Bel que tenía creyentes en los países vecinos. Era
un panteón encabezado por el dios del sol Bei Niala que sostenía una gema en su mano, y
la diosa de la luna Lu Kinis, que empuñaba un báculo enjoyado.
En última instancia, sin embargo, no era una creencia nacida de una devoción interior, sino
que era la religión del estado. En este país también vivían personas distintas de los de ojos
arcoíris, y la fe Na Bel, como religión del estado, se utilizó para fortalecer los lazos entre
En ese entonces, Keno había sido joven y no sabía de estas cosas, por lo que había creído
en los dioses con todo su corazón.
Sin embargo, ese día, y todos los días siguientes, los dioses no se habían acercado para sal-
varlos. Por tanto, Keno ya no creía en los dioses. Sin embargo, el poder de los dioses era un
asunto diferente.
Después de abandonar esa investigación y años de trabajo, mientras devolvía los libros
que había tomado prestados de un templo, Keno presenció a un nomuerto que entraba a la
ciudad.
Después de llegar a un lugar seguro, comenzó a lamentar lo que había hecho. ¿No debería
haber intentado negociar y buscar la salvación de su pueblo?
En ese momento, cuando vio la figura flotando en el cielo nocturno, Keno había huido una
vez más. Incluso desde la distancia, podía notar que sus majestuosas túnicas rebosaban
poder mágico. Y luego, esas ropas que posiblemente no podrían haber sido hechas por
manos humanas fueron eclipsadas por ese báculo dorado. Su mera presencia hizo desapa-
recer el amargo pesar y la determinación de su corazón, hasta que no quedó nada.
Keno creía que él, Satoru Suzuki, tenía un poder abrumador. Por lo tanto, cuando él le
pidió que lanzara un hechizo, ella lo hizo sin dudarlo. Ella creía que sus insignificantes
hechizos no podrían dañarlo en lo más mínimo, y de hecho, ése había sido el caso.
Había estudiado todo tipo de grimorios mágicos y había realizado investigaciones, hacien-
do un uso completo de su cuerpo que no necesitaba sueño para promover su aprendizaje.
Si bien había sido autodidacta, debería haber poseído más conocimientos que el lanzador
de magia promedio.
Quizás Keno Fasris Invern no hubiera podido salvar a todos por sí misma, sin importar
cuánto trabajara en esta ciudad.
Pero si ese gran hombre podía salvar a todos, entonces, como único miembro sobrevivi-
ente de la realeza de este reino, accedería a cualquier solicitud que él hiciera, incluso si eso
significaba destruirse a sí misma.
«Aun así, no creo tener nada digno de ofrecerle… ¿pidió conocimiento porque se
compadecía de mí? No lo entiendo. Todo lo que puedo hacer es creer.»
Keno Fasris Invern apostó todo lo que tenía por ese poderoso ser nomuerto.
No sabía si esto terminaría en triunfo o tragedia, o si esto se convertiría en una saga heroi-
ca nunca antes vista en el mundo.
Habían pasado dos días desde que Satoru Susuki conoció a Keno Fasris Invern.
Satoru Suzuki había dedicado este tiempo a explorar las divergencias entre sus cono-
cimientos y habilidades y este mundo, además de verificar las habilidades de los objetos
que llevaba.
Después de hacer amplios preparativos una mañana, ambos llegaron a las inmediaciones
del castillo real.
Luego de refugiarse detrás de las paredes de una casa abandonada —parecía haber sido
una vez una opulenta casa perteneciente a algún noble u otro— asomaban la cabeza de
vez en cuando para observar la situación al interior del castillo.
Los nomuertos poseían visión oscura. Por lo tanto, cuando tanto los infiltradores como los
vigilantes eran nomuertos, la noche no era aliada de ninguno de los bandos. Sin embargo,
ciertos nomuertos, como los vampiros por ejemplo, eran debilitados por la luz solar, que
disminuía sus habilidades.
Si el nomuerto que ocupaba el castillo que ellos estaban cazando era un Overlord, entonc-
es no sería penalizado por la luz del sol, pero no se podía decir lo mismo de sus secuaces.
Con eso en mente, tenían elegido lanzar su ataque durante el día.
El castillo no había cambiado desde que lo exploraron ayer. Aunque todavía podría seguir
estando lleno de trampas, no se podía hacer nada si se tenía miedo de todo.
«Ésa es la quinta vez que preguntas eso. » Pensó Satoru Suzuki, y luego le respondió:
—Ése es el primer paso. Bueno, probablemente nos detecten. Sin embargo, será crucial lo
que la oposición haga a partir de ese punto. Si bien cambiaremos nuestras propias ac-
ciones en ese punto para que coincidan con nuestra oposición ya alerta en el castillo, sería
mejor obtener la ubicación del cerebro enemigo la primera vez y lanzar una emboscada
para eliminarlo rápidamente. Después de todo, las posibilidades de fracaso aumentan a
medida que pasa el tiempo entre la primera exploración y la eliminación del líder enemi-
go.
Keno sabía que Satoru Suzuki podía usar hechizos de décimo nivel y aparentemente había
asumido que él derrotaría a su enemigo desde el exterior con algún hechizo poderoso. Sin
embargo, tal cosa era imposible, especialmente si el enemigo estaba en el nivel de Satoru
Suzuki. No caería con un solo hechizo.
Después de eso, una vez que el amo del castillo supiera que había un asesino tras él, prob-
ablemente aumentaría su guardia. En ese caso sería muy difícil para Satoru Suzuki —ya
que carecía de habilidades de ladrón— infiltrarse por sí mismo.
Estaba equipada con varios artículos que había tomado prestados de Satoru Suzuki. El
ejemplo más llamativo era un guantelete que tenía grandes gemas en el dorso de la mano.
Era una pieza de mano de obra superior llamada el Guantelete de Colores Primarios.
Estaba imbuido de tres hechizos: Cuerpo de Berilo Refulgente, que reducía el daño contun-
dente, Cuerpo de Heliodoro Refulgente, que reducía el daño cortante y Cuerpo de Aguama-
rina Refulgente que reducía el daño perforante. Por lo tanto, se podría decir que disminuía
todo el daño físico sufrido por el usuario. Normalmente hablando, estos tres hechizos se
sobrescribirían entre sí al ser lanzados así que no serían capaces de coexistir, pero este
guantelete era una excepción a esa regla. Además, cada hechizo podía negar por completo
una instancia del daño que resistían, y este objeto también retenía esa habilidad.
El objeto se rompería si se usaba alguna de sus habilidades de negación. Aun así, si eso
fuera todo, se podría considerar reunir una gran cantidad de ellos y usarlos como artículos
desechables. Sin embargo, también tenía el inconveniente extremo de no poder equipar
ningún otro elemento en ese espacio de objeto dentro de cuatro horas de su ruptura.
Además, la activación de esas habilidades no dependía del usuario; más bien, se activaría
automáticamente si se recibiera una cierta cantidad de daño. Hablando francamente, sería
considerado un objeto basura por los jugadores del nivel de Satoru Suzuki, por lo que tenía
alrededor de diez de ellos en su inventario.
Probablemente había al menos el doble de esa cantidad en la Tesorería de Nazarick.
Suspiró al pensar en Nazarick. Si tan solo tuviera los diversos objetos que había allí, habría
más opciones de donde elegir y poder adoptar una estrategia con más hechizos.
«Patético…»
La Gran Tumba de Nazarick había desaparecido cuando terminó el juego. Todo lo que
quedaba era el legado del gremio, el personaje Momonga, el Anillo, y este Báculo.
—Ahora bien, —dijo Satoru Suzuki, y después de recuperar el ánimo, lanzó Invocar
Nomuerto 1ro para conjurar un Animal Zombi, específicamente un Perro Zombi.
Los zombis se movían lentamente, y los zombis de esta ciudad se veían diferentes de los
Zombis que Satoru Suzuki había creado. Si bien no podía hacerlo en Yggdrasil, no era im-
posible disfrazarlos con ropa. Sin embargo, al final había terminado escogiendo un Perro
Zombi por su velocidad.
De esta manera, Satoru Suziki pudo ver lo que el Perro Zombi podía ver.
Los Espectros eran incorpóreos y podían atravesar paredes. Por lo tanto, eran aptos para
la infiltración, pero no podía usar Visión de Nomuerto Esclavo con ellos. Satoru Suzuki
sabía que había sido posible alguna vez, pero lo habían parchado en el juego en algún mo-
mento. Tal vez el parche no se había aplicado a este mundo, así que lo probó, pero al final
no funcionó después de todo.
Probablemente sería mejor considerar que todas las habilidades de Satoru Suzuki estaban
operando bajo las reglas de los últimos parches.
En ese caso, ¿Qué pasaría si Keno usaba Visión de Nomuerto Esclavo? Aunque la pregunta
cruzó su mente, no podía comprobarlo porque ella no podía lanzar hechizos de ese nivel.
Sin embargo, la magia de Yggdrasil y este mundo eran bastante similares por lo que tal vez
ella también estaría usando la versión post parche.
No podía creer que esto fuera solo un mundo de juegos, sin importar cuanto lo intentara.
Sin embargo, tampoco creía que Satoru Suzuki se había topado con algún accidente en el
mundo real y que esto era un sueño que estaba viendo en el momento antes de su muerte.
Sería mejor decir que lo habían transportado a otro mundo o que había renacido en él. Tal
vez tal explicación podría estar más cerca de la verdad.
« Bueno, no tengo tiempo para pensar en preguntas como esa por ahora, ¿verdad? Si mi
oponente está al nivel de un Overlord, entonces estar distraído podría significar la muerte
para mí. Necesito destruirlo por completo y dejarlo sin lugar para ocultarse.»
Finalmente, le había dado (al perro) un objeto de pago para que lo guardara en la boca.
Tanto la distancia que había recorrido Satoru Suzuki como el hecho de que Keno estaba
aquí habían sido calculado teniendo en cuenta este objeto. Si no pudiera usar este objeto,
entonces no habría sido necesario traer a Keno en absoluto.
Dio una orden mental de “Adelante”, y el Perro Zombi caminó hacia adelante.
Personalmente, habría querido que corra, pero había comprobado y confirmado que los
Perro Zombis dentro de la ciudad no corrían. Por esta razón, hacer que corra sería muy
sospechoso, por lo que en cambio, le había ordenado que caminara.
Satoru Suzuki había pensado que aparecerían secuaces nomuertos. Se sintió un poco de-
cepcionado cuando no hubo ninguno.
Según Keno, la criatura nomuerta que se había apoderado del castillo no había traído
ningún esbirro con él cuando lo vio por primera vez. Sin embargo, había pasado mucho ti-
empo desde que tomó el castillo, por lo que debería haber reunido varios secuaces, proba-
blemente nomuertos.
« Bueno, supongo que tengo suerte de que no haya ninguno... aunque no puedo estar
seguro de que realmente no lo haya.»
Visión de Nomuerto Esclavo entraba en efecto a través de la visión del Perro Zombi. Por lo
tanto, la habilidad de Satoru Suzuki para ver a través de los efectos de invisibilidad no fun-
cionaría. Por lo tanto era posible que hubiera nomuertos invisibles en los alrededores. Sin
embargo, no podría hacer nada si seguía acobardado por todo.
Satoru Suzuki hizo que el Perro Zombi entrara al castillo. Ya se había enterado por obser-
vación externa que había Zombis deambulando por el castillo. Ya que habían sido protegi-
dos del clima, estos Zombis estaban mejor vestidos que los otros, lo que permitía a otros
ver que eran personas que trabajaban dentro del castillo.
Estos Zombis no mostraron ninguna hostilidad hacia el Perro Zombi, al igual de cómo
habían tratado a Satoru Suzuki cuando llegó por primera vez a este mundo. En otras pal-
abras, no estaban bajo el control del misterioso nomuerto dentro de este castillo.
Aún así, incluso si tuvieran las mismas habilidades en Satoru Suzuki, seguramente no em-
plearían sus habilidades de uso limitado en un simple Perro Zombi.
—Sí. Hay Zombis dentro del castillo; todos dentro del castillo que se convirtieron en Zom-
bis.
Mientras el Perro Zombi continuaba adelante, Satoru Suzuki comenzó a sentirse descon-
certado.
Debería haber habido nomuertos de alto nivel aquí, vigilando la entrada y los pasillos.
Pero como esperaba, no había ninguno.
«Hay un límite superior para la cantidad de niveles de nomuertos que uno puede contro-
lar. Eso debería seguir siendo lo mismo incluso en este mundo, por lo que es posible que
Las cosas no deberían haber ido tan bien. Comenzó a preguntarse si esto era una trampa.
«De acuerdo con “PK para Principiantes” de Punitto Moe-san ahora mismo debería retro-
ceder y evaluar la situación, ¿verdad? Sin embargo, eso supone que el enemigo está en el
mismo nivel que yo y tiene experiencia en PK. ¿Es posible que no tenga tal experiencia,
razón por la cual sus defensas están llenas de agujeros y parece carecer de cautela? »
El Perro Zombi continuó pasando a los Zombis que deambulaban por el interior del castil-
lo, como indicaba el plan de infiltración. Su andar tambaleante de hace un momento esta-
ba calculado para hacer que la oposición pensara que se trataba de un Perro Zombi común
que había ingresado de casualidad.
«Dicho esto, no creo que sea de ninguna utilidad. Aún así, la mayoría de nomuertos poco
inteligentes —del tipo controlado, que solo sabe seguir ordenes simples— probablemente
no se darán cuenta o saldrán corriendo para decírselo a su amo.»
Ayer, le había preguntado a Keno: “Si tuvieras que colocar centinelas, ¿dónde los pon-
drías?” y el Perro Zombi estaba siguiendo el camino que ella creía más seguro. Terminaba
en la habitación del padre de Keno, la habitación más grande y lujosa del castillo. Si hubi-
era un líder enemigo, lo más probable es que se encontrara allí.
Memorizó el paisaje que el Perro Zombi había visto y luego hizo que se retirara. Satoru Su-
zuki aún podía cambiar de lugar con él usando su objeto de pago si sentía que estaba en
peligro, por lo que esperaba sinceramente que pudiera escapar con éxito.
En el momento en que Satoru Suzuki lanzó Teletransportación Mayor, fue llevado a su ubi-
cación memorizada.
Miró a su alrededor para ver si había alguna criatura no muerta que el Perro Zombi hubi-
era pasado por alto.
No había ninguna.
No podía sentirse aliviado todavía. Lo que tomó su lugar fue una tensión nacida del miedo
que llenó su cuerpo huesudo.
La idea de que estaba en el corazón del territorio enemigo hizo que su inexistente corazón
latiera con fuerza. Sin embargo, esa ansiedad no lo puso rígido, probablemente porque era
nomuerto.
Avanzó sin hacer ruido, usando vuelo para asegurarse de no tocar el suelo.
Casi estaba allí. En ese momento, la puerta se abrió de repente y pudo ver una criatura
nomuerta más allá.
Era un encuentro.
La apariencia y el equipo del ser nomuerto que vio se veía muy similar a lo que Keno había
descrito.
Ver al ser nomuerto que parecía ser un Overlord no hizo que Satoru Suzuki sintiera que su
oportunidad había llegado. Más bien, se sentía más como un peligro acercándose. Las pal-
abras “retroceder” le vinieron a la mente, pero el plan siempre había sido realizar un
reconocimiento con fuerza. ¿Cómo podía irse sin ver siquiera una de las cartas del triunfo
de su oponente?
Negociar con su oposición nunca había sido una opción desde el principio. Por lo tanto, Sa-
toru Suzuki lanzó su hechizo, como un asesino de la oscuridad.
Abrió con su hechizo más dañino. Éste era un buen movimiento que le permitía ignorar las
resistencias de su oponente. Sin embargo, no le permitiría obtener mucha información. Di-
cho esto, no le importaba mucho enterarse de las resistencias de su oponente y no tenía ti-
empo para usar Detener Tiempo y hechizos similares para discernir sus debilidades.
El hechizo, conocido como el más dañino de los hechizos de décimo nivel, golpeó al ser
nomuerto, que se tambaleó.
«No puedo eliminar a un Overlord de un solo golpe. Entonces, ¿Qué hay de repetir el mis-
mo hechizo? No, el enemigo podría teletransportarse y regresar con refuerzos. Entonces,
¿debería bloquear su teletransportación? Perfecto Incognoscible se disipó cuando ataqué,
¿debería volver a lanzarlo y luego escapar? Ahora que lo pienso, ¿por qué se mostró solo
frente a un intruso que podía llegar tan lejos en el territorio de un poderoso ser nomuer-
to? ¿Dónde están sus secuaces? ¿Me está tomando a la ligera?»
Todo era una trampa, diseñada para crear una oportunidad en la que Satoru Suzuki dejara
el lado de Keno.
—¡Tch!
Y entonces el ser nomuerto que yacía en el suelo se desmoronó hasta convertirse en nada,
como si hubiera pasado mucho tiempo, dejando sólo su equipo rodando en el suelo. Entre
ellos había un objeto importante que Keno había mencionado: una varita de cristal.
«Imposible», pensó Satoru Suzuki. Ese único ataque no podría haber vencido a un Over-
lord.
«No, espera, podría ser algo único a este mundo? ¿Un Overlord especializado en ilusiones?
¿Algo que no existe en Yggdrasil? Si seguimos el principio básico de perder algo para ganar
algo más, ¿es posible que haya perdido la capacidad de dominar a otros nomuertos como
precio por sus habilidades? No es imposible, ¿verdad?»
Por supuesto, Satoru Suzuki también había albergado dudas de que “Keno había sobreesti-
mado la fuerza de la oposición y en realidad eran muy débiles”. Sin embargo, cualquier
pérdida causada por sobrestimar a la oposición debería ser menor que las pérdidas incur-
ridas por subestimarla.
Sería una broma si lo primero fuera el caso, pero las cosas no serían tan simples si fuera el
último. Por lo tanto, Satoru Suzuki rechazó la posibilidad de que hubiera sobreestimado a
su enemigo.
¿Por qué el enemigo le había dado a su doble equipo de imitación? ¿Realmente había
salido de la habitación por accidente? Si ese no fuera el caso, entonces debería asumir que
la oposición ya estaba al tanto de sus planes.
«¿Se corrió la voz? Entonces esta podría ser una trampa dirigida a mí o a Keno, ¡o incluso a
los dos! »
Si la trampa solo tenía la intención de atrapar a Satoru Suzuki, entonces éste era un lugar
que podría sellar su perdición, y el peligro solo aumentaría cuanto más tiempo se quedara.
Pero, ¿y si Keno fuera su objetivo? ¿O ambos?
«¡Erk! »
Lo más probable es que esta trampa estuviera dirigida a Keno. Después de todo, Satoru Su-
zuki acababa de aparecer hace unos días.
«¡No! ¡Espera! ¿Podría ser que este nomuerto me invocó a este mundo? Pero, ¿podría ser
posible? Normalmente hablando, esto sería una trampa para Keno.»
«¡Es posible! »
Después de considerar que era muy probable que todo fuera una trampa, Satoru Suzuki fe-
licitó de todo corazón a su enemigo.
Si fuera a buscar a Keno ahora, era muy probable que se dirigiera a una emboscada letal
por las fuerzas principales de su enemigo que se habían desplegado de antemano. Satoru
Suzuki… no, Punitto Moe habría hecho tal cosa.
Si fuese él haciéndolo, probablemente usaría a Keno como rehén para negociar con su ene-
migo.
En este momento, el mejor curso de acción para Satoru Suzuki sería teletransportarse a un
lugar seguro. Después de eso, si Keno estaba capturada por el enemigo, encontraría alguna
forma de rescatarla. Si realmente no había forma de hacerlo, entonces sería un adiós para
ella.
Desde el punto de vista de la oposición, no matar a Satoru Suzuki aquí era porque tenía
cautela de él. Si Satoru Suzuki huyera ahora mismo con el rabo entre las piernas, probable-
mente no lo perseguiría. Todo estaría bien siempre que no obtuvieran nada de Keno.
—Tch.
Satoru Suzuki chasqueó la lengua y miró hacia afuera, luego decidió teletransportarse en
el aire.
Su campo de visión cambió de repente, como lo había hecho cuando había invadido el cas-
tillo. Parecería que no había medidas de bloqueo de teletransporte. El peor de los casos, el
que Satoru Suzuki quería evitar, era si podía teletransportarse al castillo pero no salir de la
misma manera.
Mirando hacia abajo desde el aire, las paredes exteriores de la finca noble donde se es-
condía Keno eran claramente visibles para él. Usando su vista mejorada después de con-
vertirse en Momonga, podía decir con certeza que no había habido cambios desde antes de
«¿Está… usando a Keno como carnada? Ya veo. Su plan es probablemente esperar a que
muerda el anzuelo y nos atrape a los dos. Bien jugado.»
Era la sonrisa de alguien que había previsto por completo los planes de su oponente.
Satoru Suzuki lanzó Perfecto Incognoscible y miró hacia abajo desde el cielo.
« Habrá una buena oportunidad de salvar a Keno cuando el enemigo me note en el aire y
entre en acción en el suelo. »
Satoru Suzuki observó a Keno desde el aire, con la esperanza de adivinar las intenciones
de su adversario.
No escuchó nada, además del viento que soplaba en el aire. Nada voló hacia él, y cierta-
mente nada atacó a Keno.
«¿Qué, qué es esto? ¿¡Por qué el enemigo no está haciendo nada!? ¿Podría ser, él está
esperando a que haga un movimiento para luego responder?»
—¡Maldita sea! ¡Eres bastante bueno! —murmuró Satoru Suzuki para sí mismo.
«La oposición es bastante inteligente. Saben que no queremos morir también. En ese caso,
haré esto.»
Se pondría en contacto con Keno con Mensaje y luego cambiaría la ubicación del campo de
batalla.
—Keno, soy yo, Satoru. Te estoy mirando desde el aire. Tu ubicación actual es ahora muy
peligrosa. Dirígete al escondite en las alcantarillas de inmediato.
—¡Estás mintiendo!
— ¿¡Qué!?
¿Qué significaba esto? El no muerto Satoru Suzuki entró en pánico ante la reacción
«¿El Mensaje era mentira? …¿No me digas que Keno ya ha sido golpeada por un hechizo
enemigo? Pero es nomuerta, ¿cierto? No debería estar sujeta a efectos que afecten la men-
te. No, ese es solo mi conocimiento de Yggdrasil. ¿Los nomuertos en este mundo también
son vulnerables a efectos mentales? ¡No lo entiendo! ¿Keno estaba aliada con el enemigo
todo el tiempo? Pero ella fue quien encontró el escondite, no me digas eso también es cosa
del enemigo… ¿qué debo hacer?»
El manual de PK no mencionaba situaciones como ésta y Satoru Suzuki no tenía otra infor-
mación a la que recurrir.
«¿Debería olvidarme de todo y correr?» Pensó Satoru Suzuki. Había observado los
alrededores de Keno desde el aire durante siete minutos completos y nada había cambia-
do.
La espera inútil había desterrado la emoción de verse envuelto en una batalla a vida o
muerte.
«No, esto también es una trampa enemiga. El tiempo no significa nada para nosotros que
somos nomuertos... Dicho esto, esperar es difícil de soportar, pero no es gran cosa. ¡El ene-
migo debe estar esperando a que me ponga ansioso y salga corriendo!»
Una voz en su corazón dijo: “Ese es probablemente el caso”, y Satoru Suzuki abandonó sus
planes de huir. En cambio, siguió esperando.
«…Esto es extraño. Algo definitivamente no está bien. De todos modos, empezaré por
buscar al Perro Zombi… ah. Eso significaría que el Perro Zombi con el objeto de pago
desaparecerían… Tampoco podría encontrar el objeto. Ugh…»
«Tengo que considerar que la oposición podría habernos evitado y haber entrado en las
alcantarillas, y luego apostado nomuertos bastante poderosos allí. Si acabo con esos
nomuertos ahora, entonces tendré que preocuparse por si el enemigo dejó alguna embos-
cada en las alcantarillas mientras se retiraba. »
Mientras pensaba eso, centró su atención en el Perro Zombi que había convocado con su
Quizás el enemigo no había atacado porque había descubierto a Satoru Suzuki en el aire.
Por lo tanto, si Satoru Suzuki se iba, el enemigo podría decidir actuar.
Después de considerar ese punto, Satoru Suzuki lanzó Teletransportación Mayor nueva-
mente y se teletransportó al patio de una casa no muy lejos de la posición de Keno.
Después de asegurarse de que no fuera visible desde el castillo, le ordenó al Perro Zombi
que se moviera hacia Keno.
Parecería que Keno estaba usando Invisibilidad, porque el Perro Zombi no podía verla. Sin
embargo, cuando el Perro Zombi llegó al área que había visto desde el aire, Keno apareció
de repente.
Keno pareció entender su significado y trotó detrás del Perro Zombi mientras éste
lideraba el camino.
Después de finalmente salir de su escondite, Satoru Suzuki pudo ver a Keno mientras el
Perro Zombi la traía. Sin embargo, todavía no podía relajarse. Los seres nomuertos con ha-
bilidades de ladrón de alto nivel no eran comunes, pero aún existían. Alguien así podría
lanzar un ataque furtivo.
Había sido mucho más allá del tiempo señalado y probablemente estaba muy preocupada.
Keno se veía muy feliz, pero ahora no era el momento de ser feliz.
—¡Ven acá!
Satoru Suzuki saltó y tomó la mano de Keno. No hubo tiempo para explicarle todo a Keno,
cuyos ojos estaban muy abiertos. Satoru Suzuki inmediatamente lanzó 「Teletransport-
ación Mayor」, llevando a Keno y al Perro Zombi a su base en el alcantarillado.
—Uff.
Fue solo cuando regresó aquí que Satoru Suzuki se permitió dar un suspiro de alivio.
Después de eso, recordó que tenía que explicarle las cosas a Keno.
—No, no creo que ése sea el caso. ¿No crees que lo derrotaste tan fácilmente porque eres
un poderoso lanzador de magia, Satoru-sama?
—Si hubiera sido un Overlord como yo, seguramente no habría caído tan fácilmente.
—La diferencia entre mi fuerza y la del enemigo es demasiado grande, así que todo lo que
pude decir fue que era muy poderoso. ¿Podría ser eso posible?
Satoru Suzuki podía sentir la presencia de los no muertos, pero no podía sentir su fuerza.
Por lo tanto, no tenía más remedio que evaluarlos con sus propios ojos.
—Muchas gracias.
—La búsqueda podría demorar una o dos horas, así que deberás esperar aquí.
Después de ordenarle al Cadáver de Globo Ocular que protegiera a Keno, Satoru Suzuki se
teletransportó a la finca noble de nuevo. Observó el interior del castillo desde allí, pero no
hubo conmoción ni ninguna señal de que el nivel de alerta hubiera aumentado.
Volvió sobre el camino del Perro Zombi hacia la sala del trono.
En su camino hacia allí, no se encontró con ningún otro no muerto además de los Zombis.
La puerta del salón del trono permanecía abierta. La túnica y el equipo del ser nomuerto
que había eliminado antes estaban esparcidos por el suelo.
«De ninguna manera... ¿no me digas que realmente era demasiado débil? Ah, esto es malo,
cometí un error. Tal vez esa cosa realmente era un doble de cuerpo y el verdadero huyó
inmediatamente una vez que se dio cuenta de que no podía vencerme. Eso es ciertamente
posible. Si hubiera sabido esto en ese entonces, ¿habrían sido mejores las cosas si hubiera
comenzado con 「Cerradura Dimensional」 o algún otro hechizo de control del campo de
Después de ver que su secuaz no había sido atacado, Satoru Suzuki se paró frente a la
habitación y se asomó al interior.
De las muchas mesas en el interior, muchas de ellas habían sido trasladadas de otras
habitaciones. Estaban apiladas con libros, hasta que formaban una pila colmada. Pergami-
nos y papeles rugosos estaban esparcidos por todo el suelo, y estaban llenos de caracteres
que Satoru Suzuki no reconocía.
Satoru Suzuki tomó los objetos en el suelo para su inventario. Aunque quería investigarlos
de inmediato, debería seguir buscando poderosos nomuertos como su máxima prioridad.
«¡No puedo encontrarlo por ningún lado! Ha huido… no, lo dudo. Escapar solo sería una
cosa, pero sería imposible huir con todos sus secuaces bajo mi vigilancia. Más importante
aún, dejó todas estas cosas similares a documentos aquí. Además, no había señales de que
se utilizaran otras salas… básicamente puedo concluir que la oposición era demasiado
débil. »
Satoru Suzuki estaba furioso por todo el tiempo y las células cerebrales que había desper-
diciado. Se podría decir que esto era un fracaso provocado por luchar sin hacer los planes
de respaldo adecuados con anticipación.
«Si Punitto-san se enterara de esto, me regañaría todo el día diciendo “Las cosas salieron
tan bien simplemente porque tuviste suerte”, etc »
En verdad, podría haber estado peor si el enemigo no hubiera sido tan débil. Este lugar era
diferente al juego. Quizás solo tenía una vida; después de todo, no sabía cómo funcionaba
la mecánica de la resurrección y, por lo tanto, necesitaba cuidarse mejor.
Después de reafirmar sus pensamientos, Satoru Suzuki se dirigió a donde estaba Keno.
—Ahhh, los Zombis siguen siendo Zombis… como pensé, regresarlos a la normalidad no es
tan fácil. Aún así, es por eso que esto era una prioridad… pero al final de cuentas, ¿real-
Satoru Suzuki tomó la varita que acababa de recoger de su inventario. La miró, luego la
guardó y lanzó su hechizo de teletransportación.
Satoru Suzuki regresó al castillo con Keno a cuestas. Esta vez, estaba planeando revisar el
interior con más cuidado. Le prestó a Keno un objeto que podía lanzar 「Vuelo」 y los dos
usaron 「Vuelo」 para mirar alrededor del interior del castillo. Todo lo que hizo Keno fue
ver si había algo diferente en el castillo en comparación con cuando ella vivía en él. Aun
así, revisar un castillo tan enorme tomó bastante tiempo.
Al final, no encontraron nada especial. Keno había encerrado a sus padres en la habitación
de su madre. Si bien todavía eran no muertos, también estaban intactos. Al parecer ese ser
nomuerto no había estado interesado en nada más que convertir la sala del trono en un
laboratorio de investigación.
Y así regresaron a la alcantarilla por el momento. Después de que el mana de Keno se re-
cuperó, lanzaron Vuelo nuevamente y se dirigieron a la sala del trono para realizar investi-
gaciones más profundas.
La sala del trono se dividía en tres cuartos. El que estaba junto a la puerta estaba lleno de
libros, el segundo estaba lleno de tesoros recolectados de toda la ciudad, y el cuarto final
era el laboratorio del ser nomuerto. Contenía algunos fluidos misteriosos y un hedor que
no desaparecía.
Después de buscar la opinión de Keno sobre el asunto, Satoru Suzuki decidió poner todos
los objetos en su inventario ya que no excedía su capacidad de peso, y luego los movió a
una habitación aleatoria.
Keno originalmente había querido volver a sus propias habitaciones, pero Satoru Suzuki
rechazó esa idea. Si fueran a hacer eso, no habrían tenido que usar Vuelo mientras realiz-
aban sus investigaciones.
Después de eso, decidieron pasar a la habitación que alguna vez usaron las sirvientas.
Cuando Satoru Suzuki lo exploró por primera vez, tanto él como su secuaz se habían
preparado para entrar en la habitación, pero en cambio se habían manchado la cara de
76 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
polvo blanco. Sin embargo, ahora estaba menos polvoriento.
Satoru Suzuki había estado mentalmente preparado para esto, y todo lo que pudo hacer
fue encogerse de hombros ante el lamento de Keno.
El suelo estaba lleno de polvo, lo que indicaba que nadie había puesto un pie aquí durante
mucho tiempo. Por lo tanto, los dos no se detuvieron en eso después de darle un vistazo.
El viento que soplaba arrojó una gran cantidad de polvo. Si hubiera algún ser vivo presente
que necesitara respirar, probablemente ya habría estado tosiendo. Sin embargo, ambos
eran no-muertos, que no tenían tal necesidad, y lo máximo que podían hacer las nubes de
polvo era molestarlos levemente.
«No necesitas pedir mi permiso para eso», pensó Satoru Suzuki, y luego respondió:
—No me importa. Sin embargo, ¿qué piensas de limpiar el polvo de esta manera?
Satoru Suzuki sacó un pergamino. Como acumulador compulsivo, era el tipo de persona
que no usaba los objetos consumibles a la ligera. Sin embargo, éste era solo un objeto de
bajo nivel y tenía muchos sustitutos superiores, por lo que no le importaba.
Podía convocar a un Elemental de Aire Menor de bajo nivel. No había necesidad de hablar
con él; era como si tuviera un vínculo mental con el lanzador, que podía dar órdenes con
un impulso mental.
—Keno-san, este pergamino contiene el mismo tipo de hechizo. ¿Por qué no intentas invo-
car un Elemental de Agua con él?
—Gracias, Satoru-sama.
—¡Bien!
—¡Entendido!
Aunque no había habido grandes cambios en la situación, tal vez ser capaz de recuperar su
hogar había hecho que Keno se viera visiblemente más feliz, y ella asintió. Mientras ob-
servaba el marcado cambio en Keno, Satoru Suzuki lo contempló con una calma que lo sor-
prendió incluso a él mismo.
Si bien había realizado muchas pruebas después de venir a este mundo, esta era la prime-
ra vez que usaba un objeto consumible como un pergamino.
«Ya veo… así que los habitantes de este mundo pueden usar los pergaminos de Yggdrasil.
¿Entonces, funcionará al revés? Me gustaría probar eso también. Además, los Elementales
convocados por el pergamino tienen una vida muy corta; ella no pareció encontrar nada
malo en eso. Entonces, mi conocimiento de los pergaminos en Yggdrasil también es aplica-
ble a este mundo… ¿estoy en lo cierto?»
Si bien le había preguntado a Keno sobre cosas como ésa antes, ahora tenía su prueba. No
era que no confiara en ella, pero ver para creer, después de todo.
Como había dicho, los dos Elementales pronto desaparecieron, pero para ese momento la
habitación ya estaba bastante limpia.
Y lo más importante: ¿había realmente una manera de restaurar a las personas que se
habían convertido en Zombis?
Eran esas preguntas en su corazón las que la impulsaban, dándole la débil esperanza de
Justo cuando Keno estaba a punto de abrir esos pergaminos enrollados que apestaban a
un olor premonitorio, Satoru Suzuki la detuvo.
— Permíteme recordártelo, pero ¿has comprobado si contienen trampas? ¿Es posible que
contengan una especie de trampa mágica?
—¿Eh?
—Algunas trampas están disfrazadas de pergaminos. Cuando la gente intenta usarlos, ex-
plotan, y cosas así.
— No soy bueno para desarmar trampas. Creo que sería mejor dejar que uno de mis
nomuertos creados lo abriera.
Después de repetir el proceso con todos los pergaminos, pasaron a los libros.
Mientras el Caballero de la Muerte repetía una acción de memoria, Keno también estaba
revisando los pergaminos que habían sido declarados seguros.
—Ah…
Había escuchado antes que existían muchos idiomas en este mundo. Satoru Suzuki se paró
—En ese caso —Satoru Suzuki sacó un monóculo de su inventario—. Te prestaré esto. Este
objeto debería permitirte traducir idiomas.
Satoru Suzuki no lo usó él mismo porque sintió que no podría comprender el contenido de
la investigación.
Como persona mayor, debería comprobar si incluía algún contenido que no fuera adecua-
do para niños, pero esto era mejor que mirarlo y decir, “Es demasiado especializado, no lo
entiendo”, y luego entregárselo a Keno.
Keno no pareció darse cuenta de que Satoru Suzuki se estaba humillando en su corazón y
le agradeció. Luego, se puso el monóculo y comenzó a leer.
Parecería que el monóculo era efectivo, porque Keno comenzó a examinar el contenido de
los pergaminos.
No había nada que él, como persona que nunca había considerado la magia como un cam-
po de estudio, pudiera aprender de ellos. De vez en cuando, Keno mencionaba una pregun-
ta sobre los principios mágicos; para Satoru Suzuki era simplemente confuso. Tampoco
fingía conocimiento, en lugar de ello respondiendo con un simple “No sé”.
Aunque Satoru Suzuki no parecía saber nada, Keno no parecía desconfiar de él.
Después de todo, el hecho de su abrumador poder estaba en plena exhibición, y había al-
gunas profesiones que controlaban la magia mediante el sentimiento en lugar del cono-
cimiento teórico. Ella debió haberlo tomado por uno de esos lanzadores de magia basados
en sentimientos.
Mientras miraba el pequeño cuerpo de Keno, enterrado en sus libros, Satoru Suzuki
comenzó a colocar los objetos que había descubierto en el suelo.
Al mismo tiempo, usó sus hechizos para ver qué tipo de magia estaba imbuida en esos ob-
jetos. El primero que investigó fue un bastón.
Después de ver la magia que contenía, llamó a Keno, a pesar de sentirse un poco avergon-
zado.
—¡Ah! ¡Sí!
—¡Ah!
Keno se levantó de su asiento y corrió hacia los objetos, donde los recogió.
La mirada de deleite de Keno parecía volver a la normalidad de vez en cuando, pero era in-
conscientemente reemplazado por alegría nuevamente.
La noción en su corazón había sido validada; éste era un objeto que el nomuerto había
abandonado cuando él invadió.
Éste era uno de los tesoros de la nación, junto con la Máscara de Ilvia Hordan, la Túnica del
Primer Invern y el Guantelete del Señor Grifo.
Si lo que dijo ayer era correcto, entonces Satoru Suzuki creía que el hechizo que contenía
debía ser el hechizo divino de quinto nivel 「Levantar a los Muertos」. Pero según las inves-
tigaciones de hace un momento, los efectos del hechizo eran ligeramente diferentes. O más
bien, se veía como una varita, debería usarse como una varita, pero fundamentalmente,
era algo completamente diferente.
Sin embargo, aunque Satoru Suzuki también tenía objetos de resurrección que contenían
hechizos de nivel superior, no había tenido intenciones de sacarlos hasta ayer.
Una de las razones era porque no estaba seguro si la magia de resurrección seguía las mis-
mas mecánicas en este mundo. Pero era cierto que había encubierto esa parte.
Satoru Suzuki no era tan insensible como para ser franco al respecto. Sin embargo, Mo-
monga ahora no tenía piel de la que hablar.
Keno se mordió el labio por un momento, probablemente porque no había forma de sal-
—Aun así, primero tendremos que destruirlos antes de tener la oportunidad de restaurar-
los a su forma humana.
—Erm… ¿qué tal si terminamos su vida como Zombi y luego intentamos resucitarlos con
este objeto?
—Ya veo… no podremos probarlo en el castillo, entonces, —explicó Satoru Suzuki a una
desconcertada Keno. —Si bien mi conocimiento de esta nación podría diferir de ésta, si de-
struimos a un Zombi aquí… perdón, si matamos a alguien aquí, es posible que incurramos
en la hostilidad de todos los Zombis. Para evitar eso, necesitamos llevar nuestro Zombi de
prueba muy lejos donde no generará hostilidad. Sin embargo, no tengo idea de qué tan le-
jos sería eso. ¿Tienes alguna idea?
—…¿No lo es?
Esto no era tanto una división en su comprensión del mundo, sino que ninguno de ellos no
estaba seguro de cuál era el problema. Por lo tanto, necesitaban discutir juntos las ganan-
cias y pérdidas de tal acción.
Al final, decidieron dejar que Keno terminara de leer todos los libros primero. Ésta fue una
decisión tomada con la esperanza de que uno de ellos le diera una respuesta, confiando su
suerte al cielo.
Después de ver a Keno recoger sus libros de nuevo, Satoru Suzuki volvió a examinar el res-
to de objetos de la criatura nomuerta.
Mientras Satoru Suzuki recogía un collar de plata, frunció sus inexistentes cejas.
No se podía equipar varios objetos mágicos en el mismo espacio de objetos. Si bien uno
podía usar muchos objetos mágicos alrededor del cuello, había escuchado de Keno que
solo los poderes del último objeto puesto serian utilizables, por lo que parecería que el
principio era el mismo en este mundo que en Yggdrasil.
Había un objeto de plata circular que pendía del collar. Parecía un poco gastado, pero
podía ver claramente lo que parecían símbolos y letras talladas en él.
«¿Tiene esto algún significado? ¿Es la clave de algo? No, podría ser un símbolo sagrado de
algún tipo, para una criatura nomuerta. ¿O se trataba de un elemento central con significa-
do religioso?»
«Parece haber algo en la parte de atrás, parece una especie de... insignia de gremio... ¡ah!
¿Implica esto que pertenece a alguna organización? »
No estaba seguro del significado de esto, por lo que todo lo que pudo hacer fue conjeturar.
Sin embargo, sería malo si perteneciera a algún grupo.
«Aunque desconfío porque es posible... solo tengo que rezar para que Keno sepa el signifi-
cado de ese emblema.»
Desde el costado, podía ver una expresión tensa y asustada en su rostro. Probablemente
no estaría escuchando buenas noticias de ella.
Había una pila de libros que se habían leído y una pila de libros que no se habían leído. Él
había preguntado porque la primera eclipsaba a la segunda. Keno suspiró profundamente.
Fue un suspiro que sonó como si viniera de un empleado de empresa que estaría trabajan-
do durante la noche. No sonó como un suspiro que debería haber venido de una chica de
aspecto juvenil.
—En primer lugar, esos libros se referían a varios tipos de conocimiento mágico. Los per-
gaminos, por el otro lado, contienen asuntos que el ser nomuerto estaba investigando: no-
tas de investigación escritas desordenadamente. Pero eran demasiado complejas, por lo
que es posible que las haya malinterpretado hasta cierto punto. —Keno torneó los hom-
bros abatida. Su voz también sonaba sombría—. Es solo que… ese poderoso ser nomuerto
que pensé era la mente maestra no parece tener nada que ver con que la gente de la ciu-
Esa criatura nomuerta había sido demasiado débil para ser alguien que pudiera convertir
una ciudad entera en Zombis.
—Si bien encontré algo que parecía un diario, solo decía que la criatura nomuerta que
mataste también estaba desconcertada por cómo todos en la ciudad podían haberse con-
vertido en Zombis, y que le hubiera gustado investigarlo de tener el tiempo. Además… —
Keno parecía que estaba a punto de decir algo y luego cambió de opinión—. …Eso es todo.
No tuvo nada que ver con ese ser nomuerto.
Había una falsa determinación en la voz de Keno. Probablemente entendía que sería inútil.
Después de todo, ella fue la que dijo que podría haber una posibilidad si eliminaban al cul-
pable principal, y ahora ella era la que decía que el ser nomuerto que Satoru Suzuki había
eliminado no tenía nada que ver con ello. Dicho esto, incluso si ella lo entendía, todavía
tenía que intentarlo.
Se trataba de cómo incluso si uno estaba solo, no había necesidad de apagar un fuego que
había sido preparado para otros.
—Ya veo… en ese caso, no usaremos a tus padres. Experimentaremos con los guardias.
El rostro de Keno se retorció al oír las palabras “experimento”. Sin embargo, no dijo nada
porque sabía que las palabras bonitas no podrían cambiar la realidad de la situación.
Satoru Suzuki comenzó abriendo la ventana y saltando afuera, usando Vuelo para flotar en
el aire. Desde allí, memorizó un lugar lejano en la distancia, más allá de los límites de la ci-
udad, y se teletransportó allí Una vez que llegó a su destino, examinó su entorno con su ha-
bilidad, y luego de verificar que no había nomuertos alrededor, memorizó el área y lanzó
Teletransportación Mayor para regresar al lado de Keno.
Después de eso, los dos dejaron la habitación. Keno lo guió hacia un guardia que aparente-
mente había sido bastante fuerte en vida antes de convertirse en Zombi, y luego él lanzó
「Portal」.
Agarró parte de la armadura del guardia para asegurarse de que no fuese interpretado
como un ataque, y luego lo arrastró hacia el Portal.
Justo cuando Keno dijo “yo lo haré”, Satoru Suzuki mató al Zombi de un golpe, sin decir una
palabra.
—E-está bien.
La luz blanca pura dentro de la varita se movió hacia el cadáver del guardia Zombi.
El cadáver se puso de pie lentamente, pero no era una señal de que hubiera vuelto a la
vida, simplemente era un Zombi moviéndose de nuevo.
Keno agachó la cabeza, y Satoru Suzuki, que había estado preocupado por ser atacado,
dejó que su precaución se desvaneciera. El Zombi simplemente caminó alrededor sin rum-
bo fijo, sin signos de hostilidad. Presumiblemente, cualquier hostilidad generada se había
desvanecido con su muerte.
Luego de un corto periodo de introspección, Keno levantó la cabeza y miró a Satoru Suzuki
a los ojos.
Era la voz de alguien que ni si quiera creía en sí mismo. Era la voz de alguien cuya única es-
peranza había sido hecha añicos.
Satoru Suzuki lo pensó por un momento. Podía intentar reconfortarla o tratar de pasar
por alto lo que decía. También podía tratar de llevar el tema de regreso a una dirección ap-
ropiada. Sin embargo, la comparó a la imagen que él mismo tenía de hace varios días atrás,
y luego descartó todas esas nociones egoístas.
Inhaló rápidamente, y luego Satoru Suzuki encontró la mirada de Keno antes de hablar.
—En realidad, lo había sentido desde hacía mucho tiempo. No habría un final feliz a todo
esto, con el sol saliendo y todos caminando por sí mismos. Al final, no pude salvar a nadie
y no pude provocar un final como ése…
Satoru Suzuki expresó que estaba de acuerdo con su silencio. Sin embargo, eso se basaba
en el conocimiento que Satoru Suzuki tenía de Yggdrasil.
—…Como dije antes, no podemos estar seguros de que las posibilidades sean de cero.
Satoru Suzuki miró al cielo, y las caras de sus antiguos camaradas flotaron en el cielo noc-
turno. Después de haber tomado una decisión, Satoru Suzuki suspiró.
—…Tengo una amiga llamada Yamaiko. A menudo decía que los niños eran un tesoro. Aho-
ra mismo llevaré a cabo su voluntad.
Satoru Suzuki sacó el Anillo de Estrellas Fugaces que Yamaiko le había dado. A decir ver-
dad, no quería desperdiciarlo de esta manera. Pero Yamaiko lo regañaría si no lo usaba
ahora.
«Después de todo, con esto en la mano puedo usar los dos deseos restantes para lo que
quiera. »
Podría pagar el valor de varios niveles de experiencia para pedir un deseo mayor. Sin em-
bargo, solo planeaba utilizar la experiencia de un solo nivel. En otras palabras, cuando
pedía un deseo, un deseo menor era más probable que se hiciera realidad que uno más
grande. Pero si fallaba, la experiencia se perdería y eso sería el final de la misma.
Tenía la sensación de que “restaurar a los padres de Keno a la normalidad” era más proba-
ble de hacerse realidad que “restaurar a todos en la ciudad a la normalidad”. Sin embar-
go…
—¡DESEO! ¡Que pueda aprender una manera de restaurar a las personas de esta ciudad a
Sin embargo, después de que una de las tres estrella fugases talladas en el anillo desapare-
ciera, todo lo que quedó con Satoru Suzuki fue frustración. Y luego, vaciló sobre cómo
debía explicárselo a Keno, quien lo estaba mirando con una mirada en blanco en el rostro.
—Acabo de usar un objeto que podía conceder deseos. Después de usarlo, me di cuenta de
algo… Keno-san, iré al grano. No hay forma de restaurar a los Zombis de esta ciudad —a su
gente— a su estado original.
Ésa era la respuesta. Había perdido la oportunidad de conceder un deseo para siempre
por esa respuesta.
En Yggdrail, uno estaba obligado a escoger una opción de una lista aleatoria de selec-
ciones, ¿así que, qué forma era la mejor? Satoru Suzuki se apresuró a continuar hablando:
—¡Sin embargo! Ésta es simplemente la información que he podido obtener con mi magia.
Podría haber otra manera. Por lo tanto… exploremos el mundo juntos. Encontraremos a al-
guien que sea mucho mejor que nosotros, le pediremos ayuda, y veremos qué posibili-
dades se nos abren.
Aunque parte de su mente se preguntaba por qué iba tan lejos para animarla, no había
olvidado la familiaridad que había sentido por ella en ese entonces.
Satoru Suzuki le preguntó a Keno qué era lo que estaba bien, y ella respondió:
—Ir a explorar el mundo juntos. ¿Realmente está bien que te acompañe? —Keno miró ha-
cia sus pequeñas palmas—. Quiero decir, te estorbaré…
—No lo harás.
—¿Eh?
—Necesito tu fuerza para esto. Además, de perdidos al río, como dicen. Te ayudaré un
Keno inclinó la cabeza y tembló. Si bien no podía derramar lágrimas, eso fue todo. Keno es-
taba sollozando en silencio sin llorar.
Aun así, no era bueno para ella agradecerle tanto. Después de todo, él tenía motivos ocul-
tos.
«Bueno, olvídalo», pensó Satoru Suzuki. Después de todo, ella había perdido todo en ese
momento. Ayudarla por un poco más no haría daño.
En cualquier caso, él no tenía objetivos propios por ahora. Las cosas que se supone que
debía proteger se habían marchado, y los lazos que se supone que debía mantener estaban
rotos. Todo lo que quedaba era este anillo y el báculo, como recuerdos, pero eso era todo.
Por esa razón, él había colocado pequeños trucos en varios lugares para evitar que la in-
formación saliera.
—Así que vamos a viajar… Keno-san, ¿tienes experiencia viajando?, perdona, quiero decir,
¿yendo al extranjero?
—Me disculpo, Satoru-sama. Cuando era joven —más joven de lo que soy ahora— creo
que fui a varios lugares dentro del país, pero apenas puedo recordarlo ahora.
—Bueno, ése es el caso. Pero de acuerdo a lo que dijiste, Keno-san, los nomuertos son ene-
migos de todos los seres vivos, y deben ser destruidos cuando son vistos, ¿me equivoco?
Vivir abiertamente en un mundo lleno de enemigos… bueno, no estoy seguro que cuente
como vivir, pero incluso si solo existimos, siento que necesitaremos disfrazarnos hasta
cierto punto.
—¿Un disfraz? Te refieres a llevar máscaras como el Príncipe de Fenia, ¿es eso?
Los ojos de Keno se iluminaron. Era la primera vez que la veía hacer eso desde que la con-
oció.
¿Se había permitido relajarse? ¿Había sido liberada, más o menos? ¿O ésta era su mirada
de anticipación sobre el mundo exterior? No era algo malo, así que no comentó al respecto,
pero, ¿quién era este Príncipe de Fenia? Aún así, tenía la sensación de que hablaría sin
parar si se lo preguntaba. Podía resolver cualquier duda que tuviera durante el viaje, por
ahora simplemente podía tomarse las cosas como vinieran. Solo más tarde se enteró de
una de esas historias cortas de ella.
—Ahhh, no. La gente sospechará que no estamos haciendo nada bueno si usamos máscar-
as… tal vez no sea tan malo… no, sospecharán de nosotros.
—¿Es así?
La mirada de deleite infantil en el rostro de Keno desapareció, algo que Satoru Suzuki en-
contró a la vez extraño y nuevo, pero ocultó sus sentimientos y siguió hablando.
—Si bien disfrazarse implica cambiar de apariencia física, también implica no hacer cosas
que harían que otros sospechen de ti. ¿No crees que la gente sospechará si no comes una
sola comida con ellos?
Había objetos que podían hacer eso, por supuesto, pero si tenían que explicarle esto a cada
persona que conocían, podrían terminar delatando su identidad por accidente. En cambio,
sería mejor no despertar sospechas en primer lugar.
—Fingiremos comer y dormir como otros viajeros, pero lo más importante es tomar un
baño de vapor para limpiarnos de la mugre del camino.
Los nomuertos no tenían metabolismo, así que no producirían desechos, pero la tierra, el
polvo y similares todavía podían ensuciarles la piel. Aunque no le molestaba mucho, se
sentía mejor estar limpio que sucio.
—Tendré que pensar en esa parte. Sin embargo, estoy buscando a personas con cono-
cimientos. Estoy seguro de que encontraré alguna forma de entrar en una ciudad usando
magia, para entablar contacto amistoso con ellos.
—Por lo tanto… bueno, supongo que necesitamos algo para gastos de viaje y peajes. Por
supuesto, tengo dinero propio, así como gemas y objetos que se pueden vender.
Satoru Suzuki casualmente tomó una gema de su inventario. Keno tragó saliva al ver el
rubí que era del tamaño de su palma. Una breve sombra cruzó el bonito rostro de Keno,
pero el cambio había sido tan sutil que Satoru Suzuki pensó que podría haber estado
imaginando cosas. Además, ¿por qué una gran piedra preciosa la pondría triste?
—No sabemos cuánto tomará este viaje, y probablemente tendremos que hacer regalos
cuando conozcamos a estas personas con conocimientos, y podríamos tener que comprar
objetos costosos. ¿No es así?
—Sí. Entonces, si es posible, ¿podemos llevarnos toda la riqueza de este país o esta ciu-
dad? Por supuesto, tú la administrarás, Keno-san. Podemos pagar nuestro propio viaje du-
rante el viaje.
—¿Todo?
—En efecto. Me disculpo por decir esto, pero ¿esas personas que ahora son nomuertos no
necesitan dinero o sí? Quién sabe, algún país podría enviar a sus tropas a apoderarse de
toda su riqueza también. Por lo tanto, deberíamos hacer uso efectivo de él. —Satoru Suzu-
ki no pasó por alto la expresión de dolor en el rostro de Keno—. ¿Te desagrada?
—¿Ehhh? ¡Ah! Lo siento mucho. Eso no es lo que quise decir. Si eso es lo que piensas, en-
tonces te apoyaré, Satoru-sama.
—Keno-san.
—Ahhhh, está bien, no estoy enojado, Keno-san. Somos compañeros de viaje, y como so-
mos compañeros, creo que deberíamos ser honestos entre nosotros. Eso es todo. Puedes
decirme si tienes una opinión sobre el asunto, ¿sabes?
Esto era bastante frustrante para Satoru Suzuki. Keno era la que tenía una mejor idea de
cómo funcionaba el mundo, así que si ella no hablaba de inmediato, podría provocar una
falla letal.
Keno vaciló por un momento, y luego su rostro se tensó antes de que una expresión de do-
lor cruzara su rostro.
Y luego, habló en voz baja. Era como si el tiempo se hubiera invertido y ella hablara de la
misma manera que lo hizo cuando se conocieron. Sin embargo, el agudo oído de Satoru Su-
zuki aún logró captarlo.
—Yo, no soy tu igual, Satoru-sama… No tengo ningún derecho de decir nada ya que estoy
confiando en tu misericordia, Satoru-sama…
Aprender sobre el mundo era el pago de Satoru Suzuki por destruir al ser nomuerto en la
ciudad. Eso ya no podía servir como términos de intercambio. Además, después de viajar
por más de un año, él habría adquirido suficientes conocimientos. Después de eso, ya no
tendría ninguna razón para seguir ayudando a Keno, y tampoco se beneficiaria de hacerlo.
En otras palabras, Keno no tenía nada que pudiera ofrecerle a Satoru Suzuki para comprar
su ayuda. Después de ver la enorme gema que Satoru había sacado hace un momento, ella
se había dado cuenta de que el mero dinero no sería suficiente para atraer a Satoru Suzuki.
—Aun así… ya no quiero estar sola. Comparado con eso… prefiero no decir nada en abso-
luto…
Hubo momentos en los que sintió que esta chica era muy similar a él. Pero después de ver
la expresión de tristeza que acababa de mostrar, se dio cuenta de que ella se sentía exacta-
mente igual que él.
¿No se había sentido como ella cuando entró a Yggdrasil solo, quedándose en un Nazarick
sin nadie dentro?
—Hagamos una promesa, Keno-san. No te abandonaré por motivos person… no, por mis
propias razones.
—Sí.
—Ahh, como dije antes, somos compañeros de viaje. Así que… viajemos. Sí, en un viaje
para descubrir lo desconocido. No necesitaremos ningún “solo un poco más”. Busquemos
una manera de salvar a tus padres.
El silencio cayó sobre ellos y Keno inclinó la cabeza profundamente. Luego repitió, “Gra-
cias, gracias”, una y otra vez.
Satoru Suzuki sacó una moneda de oro y se la mostró a Keno, que sólo la había mirado lu-
ego de que él se lo pidiera tres veces.
—Habrá momentos en nuestro viaje cuando ninguno de los dos esté dispuesto a ceder a la
decisión del otro. Y por supuesto, habrá ocasiones en las que no podamos determinar
quién tiene la razón, incluso después de intercambiar opiniones. En esos momentos…
Satoru Suzuki lanzó la moneda con su dedo y la dejó caer en su palma. Estaba bastante im-
presionado de cómo había aterrizado tan bien en una mano esquelética. Tenía que man-
tener en secreto el hecho de que se sentía más natural de esta manera.
—Lanzaremos una moneda. Usaremos los resultados del lanzamiento para determinar
quien tiene la razón. ¿Qué te parece?
—Está bien. Estamos viajando juntos, después de todo… sí, somos amigos.
Mientras decía la palabra “amigos”, los rostros de sus antiguos compañeros de gremio apa-
recieron de repente frente a él.
—¿Qué te parece?
—Entiendo, Satoru-sama.
—Pero tú siendo mayor que yo… —Keno comenzó a tartamudear—. A-Ah, ¿cuántos años
tienes Satoru…sama…san?
—Mi edad, eh… —En términos de tiempo que pasó con vida, Keno sin duda era su superi-
or—. Ah, creo que solo te llamaré “Keno-san”.
Ella debería entender con eso. Una mirada complicada cruzó el rostro de Keno, y murmuró
“no me gusta”, antes de inflar las mejillas y golpearlas.
—¡Bueno, eso también funciona! Aun así, como amigos, deberíamos hablarnos más famili-
armente. Entonces, Keno, te lo preguntaré de nuevo. ¿No estás satisfecha con mi propuesta
anterior?
—Por toda la riqueza, ¿te refieres también al dinero de las casas de todos?
—¿Podrías no hacer eso, por favor? Eh, ¿Satoru… san? Después de todo, es de todos.
¿Había dicho eso porque estaba considerando la posibilidad de que todos pudieran ser
restaurados? ¿O estaba hablando en su calidad de princesa que estaba por encima de la
gente común? Satoru no sabía cuál era cuál, pero la verdad era que dedicar su tiempo a re-
colectar moneditas definitivamente no valía la pena.
—¿Es así? Ya veo. No haré eso, entonces. ¿Pero qué hay del dinero en el castillo? ¿Crees
que está bien tomarlo?
Sonaba como si ella misma se estuviera haciendo la pregunta más que a Satoru Suzuki. Por
lo tanto, Satoru Suzuki no dijo nada, pero esperó a que Keno legara a su propia conclusión.
Quizás su forma rígida de hablar en ese momento había sido porque no podía medir la dis-
tancia entre ellos. En verdad, Satoru Suzuki también encontraba muy molestas a las perso-
nas que inmediatamente cerraban la distancia y se comportaban en plan amistoso con él.
Y desde el punto de vista de Satoru, incluso si los clientes que compraban los productos de
su compañía decían, “Somos amigos, ¿verdad?” no le agradaría particularmente. Solo el ti-
empo podía resolver ese problema.
—Haremos eso entonces. Tomemos todo el dinero y los objetos de la tesorería… oh sí,
¿qué hay de los muebles?
—¿Eh?
—Te lo he mostrado algunas veces, pero puedo almacenar objetos en una dimensión de
bolsillo. Por supuesto, hay un límite de peso a eso, pero fácilmente puedo colocar armarios
y camas en su interior. No me importa si quieres traerlos contigo. Por supuesto, no podre-
mos usarlos en nuestro viaje…
Era una base maravillosa, una que había construido con sus amigos y que había llenado
con todo tipo de objetos de las tiendas.
Le había dicho a Keno que estaba bien porque no quería que ella sintiera el mismo vacío
que él había sentido frente a su pérdida.
—No, no es necesario. Eh, está bien. Pero quiero llevarme algunas cositas, eso debería es-
tar bien, ¿verdad?
En Yggdrasil, las monedas de oro siempre estaban en una sola pila y no tenían peso. Había
sido así ya que era un juego, pero él seguía disfrutando ese beneficio ahora. Pero, ¿serían
las monedas en este mundo tratadas de la misma manera? ¿O se sumaría el peso de todas
y cada una de las piezas? Eso podría ser problemático.
Si bien podía tomar las gemas e intercambiarlas por dinero y objetos, las cosas podrían ser
diferentes a cómo eran en el juego, y podría necesitar esforzarse en las negociaciones.
La bóveda a la que fue conducido era pequeña según los estándares de Yggdrasil.
Las monedas no estaban amontonadas como en Nazarick, sino empaquetadas por separa-
do en sacos. Ahí también había pinturas cuyo valor eludía a Satoru Suzuki y una gran can-
tidad de cubiertos, adornos y similares. También había muchas armas que parecían haber
sido usadas antes. Le parecía que pertenecían a un museo y no a una galería de arte.
—¿Eh? ¿No lo necesitas, Satoru-sama, no Satoru-san? Son todos los tesoros de la familia
real, así que no me importa ofrecértelos, eh, quiero decir, dártelos… no…
Satoru Suzuki le sonrió a Keno, quien no parecía saber qué decir. —No es necesario que te
esfuerces en ser educada, sabes.
—En cualquier caso, esta es la riqueza que acumuló tu familia a lo largo del tiempo. Dadas
las circunstancias, deberías guardarlo tú, como la única que retuvo sus sentidos, ¿no crees?
Ponlo en esta mochila. Es un objeto mágico que puede ignorar hasta 500 kilos de peso. Te
daré una.
No era un objeto de alto precio en Yggdrasil. Más bien, era común utilizar varias de estas
mochilas para organizar el contenido del inventario.
—No te preocupes por eso. No, si te preocupa, trátalo como un préstamo. Si no la quieres
más; sí, si tenemos que separarnos, entonces devuélvemela.
Probablemente debería haber comprobado que no hubiera nada adentro antes de prestar-
la. Era bastante común que los jugadores de Yggdrasil olvidaran los objetos mágicos de los
monstruos muertos dentro de ellas.
Después de verla aceptarla sin quejarse, Satoru concluyó que debería asumir que los habi-
tantes de este mundo no tenían espacios de inventario. Sin embargo, ella no se sorprendió
«Parece que podría convertirme en algo así como un vendedor si pudiera hacer buen uso
de mi espacio de inventario.»
Sin embargo, las cosas podrían complicarse muy rápidamente si usaba un poder que nadie
poseía con fines de lucro.
Incluso alguien que sabia tan poco como Satoru Suzuki podía entender cómo usarlo con
solo pensarlo un poco. Seguramente habría gente por ahí que era más inteligente que lo
querría. Si se volviera un corredor de información, era muy probable que terminaría expo-
niéndose como un nomuerto, un enemigo del mundo. Por lo tanto, debía hacer todo lo
posible por evitar usar esta habilidad para obtener cosas.
La observó colocar cuidadosamente varios objetos en la bolsa con una mirada amable en
los ojos. Eso se debía a que los objetos en su interior no se dañarían entre sí, incluso si uno
simplemente los arrojaba al azar. Pero seguramente un niño que no sabía eso los em-
pacaría de esa manera.
Si bien quería ayudarla, esos eran los tesoros de su familia. Un tercero no debería interfer-
ir, ¿verdad? Él la ayudaría si ella pedía ayuda, pero dicho esto, Keno también era nomuerta.
Su cuerpo no se cansaría, así que era muy poco probable que buscara ayuda.
Satoru Suzuki lanzó un hechizo para investigar y ver qué magia estaba imbuida en ellas.
Todas eran mediocres y serían clasificadas como objetos mágicos de clase baja en YGG-
DRASIL. Si bien eran prácticamente inútiles, eran objetos mágicos de este mundo, y para
Satoru Suzuki ahora eran extremadamente raros.
Por cierto, el guantelete de nivel de tesoro nacional era un objeto mágico de clase media.
Sin embargo, la amplitud de la clase media era bastante amplia, y se encontraba entre los
ejemplos más destacados de esa agrupación.
—¿Podemos… llevarlas?
— Esa será tu decisión. Pero dado que poseen poder mágico, deberían ser objetos mági-
cos. Si no te importa, ¿podrías dejarme tasarlos?
Después de recibir permiso de Keno, lanzó「Valorar Objeto Mágico」 para realizar un análi-
sis más profundo.
Diciendo eso, Satoru Suzuki agarró una espada y ensayó un golpe con ella. Y luego, la espa-
da cayó al suelo.
Vio a Keno mirar en estado de shock cuando escuchó el sonido del metal chocando.
—Q-qué…
—Es, no es nada, lo siento. Parece que mi mano se resbaló. ¡Jajaja, mis palmas deben estar
sudorosas!
¿Cómo diablos sudaban las manos huesudas? Satoru Suzuki se burló de si mismo mientras
dejaba casualmente la espada sobre la mesa.
« La espada se deslizó de mi mano antes de que me diera cuenta. ¿Podría ser que este cu-
erpo mío no pueda equipar espadas? ¿Qué está pasando? »
—Ah, Keno. ¿Puedes equipar… no, espera, no, no es eso. ¿Podrías blandir esta espada?
—Ah, así es… pero parece ser demasiado grande para ti, Keno…
Keno, del tamaño de un niño, estaba blandiendo una espada que era tan larga como ella
era de alta, pero no perdió el equilibrio debido a ello.
—Se siente muy ligera. ¿Es porque tiene magia de aligeramiento en su interior?
—¿Eh?
La expresión de Keno le dijo que la respuesta era no, y después de mirarla, Satoru Suzuki
pensó “ya veo”. Parecería que había ganado esa fuerza después de convertirse en nomuer-
ta.
Había restricciones sobre cuánta fuerza podía ejercer un ser humano, supuestamente para
evitar que se desgarraran sus propias fibras musculares. ¿Se habían eliminado estas re-
stricciones después de convertirse en nomuerta?
Eso podría ser posible, pero quizás había otra razón detrás de eso.
—Keno, ¿en qué raza te convertiste después de convertirte en nomuerta? Mientras que la
gente de la ciudad se convirtió en Zombis de bajo nivel, tú no eres como ellos. Eres inteli-
gente y no te vez podrida. Por otra parte, yo soy de la raza Overlord, pero tú no ganaste un
cuerpo huesudo como el mío.
—No, no lo entiendo…
—¿No crees que averiguar tu raza podría ayudar a cambiar la situación actual? Con ese fin,
¿te importaría contestar algunas preguntas?
Aunque no sabía qué tan lejos podía llegar su conocimiento de Yggdrasil en este mundo,
averiguar la raza de Keno probablemente no sería algo malo.
Sin embargo…
«Los Vampiros de Yggdrasil se veían más repugnantes que esto, ¿cierto?... ¿o ella es algo
como esa Shalltear que creó Peroroncino? ¿O es un Vampiro único a este mundo? Casi no
hay cambios en su apariencia antes y después de convertirse en nomuerto, así que ¿podría
ser un caso especial?»
Quizás era por eso que la fuerza de Keno había aumentado. Sin embargo, el hecho era que
era un gran inconveniente que su altura se hubiera congelado. Tener corto alcance era
muy desventajoso.
«Tal vez debería aspirar a ser una Esgrimista… ¿estaría mal dejar que Keno decida cómo
quiere desarrollarse? »
Satoru Suzuki en la retaguardia y Keno en la vanguardia. No era una mala combinación. Sin
embargo era un poco vergonzoso usar a un niño de escudo. Probablemente no le impor-
taría si fuera en un juego como Yggdrasil…
«Honestamente. Solía ser del tipo de persona a la que no le molestaba ver los cadáveres de
los huérfanos de las calles, ya que aparecían con tanta frecuencia que no eran nada raro,
—…Evaluaré esto más tarde. Lamento haberte molestado. Deberías darte prisa y vaciar la
tesorería.
Satoru Suzuki aprovechó este tiempo para soplar el polvo del tesoro alrededor para que
nadie pudiera decir que alguien había entrado.
—Ahora bien, hemos recolectado el contenido de la Tesorería, ¿hay algo más que quieras
llevar contigo?
—Sí. Después de esto, todo lo que necesito son algunos objetos pequeños de mi habitación.
En algún momento había vuelto a su manera cortés de hablar. Satoru pensó «puedes ser
más casual, ¿sabes?» mientras respondía:
—Confío en que entiendes que nos iremos pronto de este lugar. Después de eso, alguien
podría venir y llevarse todo lo que hay en el castillo o destruir todo lo que hay dentro.
En este momento, todavía no estaba seguro de por qué la gente de esta ciudad se había
convertido en nomuertos. Quizás hubo una especie de plaga que convirtió a la gente en
nomuertos. Si ése fuera el caso, las personas que vinieran aquí podrían pensar que que-
marlo todo sería la mejor manera de lidiar con ello.
Si bien ella ya había pensado en eso hace mucho tiempo, escuchar a Satoru Suzuki decirlo
puso una mirada de asombro en el rostro de Keno.
—Tampoco querrías ser atacada por nomuertos, ¿cierto? Entonces es posible que ellos
puedan decidir que todos los nomuertos de la ciudad deban ser des… —Justo cuando esta-
ba a punto de decir “destruidos”. Satoru Suzuki de repente se dio cuenta de que su fraseo
era demasiado provocativo, por lo que cambió sus palabras:
—…Debería ser eliminados. Ésa sería la forma normal de pensar, ¿verdad? Después de
todo, para los vivos, hacerlo eliminaría la amenaza de si los nomuertos en esta ciudad ata-
carían o no a los suyos.
—Por lo tanto… ya que has decidido marcharte, quiero que estés mentalmente preparada
para esto. Después de todo, hoy podría ser la última vez que veas esta ciudad. Por esa
razón, Keno, aunque hay un límite a las cosas que puedes llevarte contigo, debes asegu-
rarte de no arrepentirte de las decisiones que tomas. En este momento, no estoy seguro de
si los recuerdos de los nomuertos se desvanecerán, pero incluso si eso sucede, debes tener
en cuenta el hecho de que podrías olvidar esto, y debes cuidar bien las cosas que quieres
Era una foto conmemorativa que se había tomado cuando la Gran Tumba Subterránea de
Nazarick todavía era llamada una tumba subterránea, en otras palabras, cuando fue con-
quistada por primera vez.
Lo que sacó fue una foto grupal de todos los miembros del grupo.
—¿Qué es esto?
—Estos son mis amigos. Es una foto que nos tomamos juntos. —Satoru Suzuki no pudo
evitar sonreír al escuchar la pregunta de Keno—. Oh sí, si tenemos tiempo durante nues-
tros viajes, te contaré las aventuras que tuve con mis amigos.
—¡Seguro!
—¡Bien! Entonces ve a recolectar algunas cosas que quieras preservar como recuerdos,
Keno… desafortunadamente, tu cuerpo probablemente no crecerá más ahora que eres
nomuerta, a menos que seas un nomuerto especial que nunca había visto antes. Por lo tan-
to, deberías poder usar tu ropa durante mucho tiempo.
—¿Es así?
—¿No lo es?
Como hombre, Satoru Suzuki no lo entendía del todo. Sin embargo, es posible que ella tu-
viera cierta resistencia a la idea de parecer una niña y no volver a crecer nunca más.
«Dicho esto, no creo que una princesa vaya a tener ropa adecuada para viajar. En cuanto a
Incluso si lo hiciera, sería equipo débil con baja capacidad de datos. Podría ser muy
peligroso una vez que se metiera en una pelea.
En otras palabras, necesitaba algo con una defensa y dureza aceptables, sin dejar de verse
sencillo. Y con Keno incluida, necesitaría dos juegos de esa ropa.
Después de comprobar los valores de HP de Keno con 「Esencia de Vida」, se dio cuenta
que eran muy bajos. Incluso podría terminar siendo asesinada por el daño de área de un
hechizo de efecto de área.
«Dicho esto, realmente no quiero luchar batallas que sean lo suficientemente grandes
como para que ella se vea atrapada en ellas…»
Probablemente lo mejor sería darle objetos como esos. Sin embargo, si le daba objetos de
alto nivel y eso la convertía en un objetivo para otros, eso sería lo contrario de lo que él
quería.
«Hay demasiadas cosas en las que necesito pensar. Tal vez pueda preparar dos juegos de
equipo, uno para cuando nos acerquemos a una ciudad y otro para cuando viajemos… no,
si no estoy equivocado, creo que tengo una túnica de cambio rápido… olvídalo, no pensaré
en esto por ahora.»
—Está bien… eh, pero… este tipo de cosas, ah, no, eh, tal vez debería preguntar. A riesgo de
ofenderte, eres un hombre, ¿no es así, Satoru-san?
«Claramente estoy hablando con la voz de Satoru Suzuki, ¿por qué me haces una pregunta
tan extraña como esa así de repente? ¿Hay mujeres en este mundo con voces como ésta?»
Podría ser una niña, pero todavía era la princesa de un país, y parecería que estas reglas
eran bastante estrictas.
—Ya veo. Bueno, una regla es una regla. Esperaré afuera, entonces… puedes manejar las
cosas tú sola, ¿verdad, Keno?
Pensó en los nomuertos con uniformes de sirvienta dentro del castillo. Debería haber una
sirvienta para ayudar a Keno con sus tareas diarias.
—Um, eso tampoco es un problema… oh sí, como mi salvador, es natural para mí invitarte
a mi habitación. No, por favor entra… ¿o preferirías no hacerlo?
Solo había dicho que no entraría en la habitación de Keno porque ella había dicho que no
se permitían extraños. En verdad, a Satoru Suzuki no le importaba entrar o quedarse
afuera.
Usó Vuelo para llegar a la habitación de Keno y la siguió adentro para echar un vistazo
alrededor. Era mucho más elegante que la habitación de Satoru Suzuki, pero a su vez
palidecía a comparación de la habitación de Momonga.
Sin embargo, una vez que ella abrió su gabinete, encontró una gran cantidad de vestidos
dentro. Eso ciertamente parecía la habitación de una princesa. Sin embargo, sus colores y
decoraciones eran mucho más simples que los de Yggdrasil; o más bien, la ropa de Yggdra-
sil era mucho más lujosa.
Keno revisó los vestidos, aunque algunos ya se habían decolorado, y luego volvió la cabeza
hacia Satoru Suzuki para hacerle una pregunta.
¿Quién era el que había dicho que un “cuál te gusta más” viniendo de la boca de una mujer
era una de las preguntas más difíciles del mundo? ¿Había sido Touch Me?
Satoru Suzuki tenía muchas ganas de decir: “Tengo un sentido estético terrible, por favor
no me preguntes”. Pero se lo había preguntado por que confiaba en él, y le debía una re-
spuesta seria.
—Si bien creo que todos te quedan muy bien, llevarlos todos será muy problemático. Por
ejemplo, si hay una organización detrás de ese ser nomuerto, podrían enviar refuerzos, lo
Él no conocía las practicas comunes de este mundo, por lo que todo lo que Satoru Suzuki
pudo decir fue “es lo más seguro”. Sin embargo, sintió que probablemente no estaba muy
alejado de la verdad.
—Además, no puedes andar vestida como miembro de la familia real si quieres mantener
un perfil bajo… Oh sí, Keno. Lo siento pero se me ocurrió un problema. ¿La gente en otras
ciudades, o tal vez otros países, conoce tu rostro?
—No estoy segura. Quizás alguien pueda tener una impresión de mí, eh, supongo. La reale-
za de otros países debería conocerme. Recuerdo que una vez hubo un intercambio de re-
tratos.
—Ya veo… aunque probablemente deberías tener cuidado, ha pasado bastante tiempo des-
de que te convertiste en nomuerta. En ese caso, no es probable que te encuentres con per-
sonas como esas. Muy bien, nos quedaremos con eso. Dejando de lado la pregunta de si de-
berías o no usar un vestido mientras viajas o lo que dijimos hace un momento, deberías ir
a recolectar los recuerdos que quieras quedarte. En cualquier caso, si volvemos después
de varios años y nadie ha limpiado el lugar, podemos llevarnos todo con nosotros. Por aho-
ra, elije algunos vestidos que más te gusten y vámonos.
Pasara la que pasara, seguramente no podrían vigilar este lugar durante muchos años.
Keno, se tomó un tiempo —un poco más de lo que Satoru Suzuki había esperado— para
escoger cuatro vestidos y luego comenzó a ordenar las cosas más pequeñas de su
habitación.
Porque mover cualquier cosa dejaría rastros y daría pistas a las personas sobre el hecho
de que algo había estado allí alguna vez, ella decidió reordenar todo en los alrededores
para cubrir esas marcas.
—¿Es eso todo lo que necesitas traer? En cualquier caso, pondremos a tus padres y sirvi-
entas en un cuarto en las alcantarillas. De esa manera podrán escapar de la atención de
cualquiera que venga a esta ciudad.
—Si conoces alguna otra manera de que los forasteros encuentren su escondite, podemos
seguir tu sugerencia.
—Ahora, Satoru-san.
—¿Hm?
—¿Eh?
El cambio de tema fue una sorpresa tal que Satoru Suzuki respondió de una manera torpe.
—Um, es así, por favor mira esto. —Habiendo lanzado Vuelo, Keno se deslizó hacia un lado
de la habitación y sacó ágilmente un libro del estante—. Éste es el libro 3 de las Crónicas
del Príncipe de Fenia. En este libro, cuando la princesa se embarca en un viaje, se corta el
largo pelo.
Justo cuando Satoru Suzuki estaba dudando sobre si estaría bien cortarle el pelo por esa
razón, Keno volvió frente a Satoru Suzuki con un par de tijeras.
—Yo, ah… nunca le he cortado el pelo a nadie antes, así déjame decir esto primero, no ten-
go ninguna confianza de poder darte un bonito corte de pelo. Tal vez si tuviera una maqui-
nilla para cortar el pelo podría hacer un trabajo aceptable… Pero antes de eso, tengo algo
que quiero decirte.
Satoru Suzuki tomó las tijeras, recogió un mechón del cabello de Keno, y cortó parte de él.
El cabello cortado aterrizó en la mano de Satoru Suzuki, en donde envejeció y se degradó
como si hubieran pasado cien años, hasta volverse una nube de ceniza, desapareciendo
limpiamente igual que los nomuertos cuando eran destruidos.
Él le devolvió las tijeras, y mientras aún sostenía el mechón de cabello de Keno, lanzó el
hechizo ofensivo「Rayo de Energía Negativa」. Si bien la energía negativa dañaba a los vi-
vos, en lugar de eso curaría a los nomuertos.
Al recibir el “ataque” mágico, el cabello de Keno —para ser precisos, el mechón en la mano
de Satoru Suzuki que había sido recortado— recuperó su longitud original.
Así fue.
—Entonces, incluso si me equivoco, puedo empezar de nuevo una y otra vez… Así que voy
a hacer un trabajo descuidado esta vez.
—¿Descuidado?
Satoru Suzuki ignoró el grito de sorpresa de Keno y lanzó「Esencia de Vida」, luego cortó el
cabello de Keno hasta los hombros.
—¿Eh? ¡¿Ehhhhh?!
Fue solo después de sentir el cabello detrás de ella que logró calmarse.
“Entonces, ¿por qué estabas tan ansiosa por culparme hace un instante?” Satoru Suzuki
apenas se contuvo de decir.
«Keno es solo una niña… ¿eh? ¿Una niña? ¿No me digas que es una mujer mayor?»
Satoru Suzuki de repente comenzó a pensar en eso… pero lo abandonó al final. En cualqui-
Keno caminó frente al espejo de cambio, pero estaba cubierto de polvo y no podía reflejar
la imagen de Keno. Justo cuando estaba a punto de limpiar el espejo, su mano se detuvo a
mitad del camino al recordar la razón por la que estaba usando un hechizo de Vuelo. Lu-
ego, se volvió hacia Satoru Suzuki.
—¿Cómo se ve?
Parecía estar de buen humor. Satoru Suzuki no sabía nada sobre qué era bonito, lo que no
era, las sutilezas de los peinados de las mujeres y cosas por el estilo. Pero parecía que lo
que había dicho lo había jugado a lo seguro.
Si bien los nomuertos sin sentido como los Zombis no podían abrir puertas por sí mismos,
probablemente era mejor bloquearla por si acaso.
—¿Eh?
En verdad, Satoru Suzuki no tenía idea de cómo viajaba la gente de este mundo. Por lo tan-
to, no tenía idea de cómo evitar sospechas.
—No me molesta ninguno… está bien. Después de todo, no tenemos el concepto de fatiga.
Ah, pero yo camino muy lentamente, así que…
Dicho esto, ya que eran nomuertos, ¿no podrían simplemente correr a toda velocidad todo
el tiempo? Ahora bien, seguramente ver a un adulto corriendo con una niña a su lado de-
jaría una mala impresión en los demás.
Satoru Suzuki miró por la ventana. No pudo ver ninguna señal de caballos, pero pudo ver
Zombis. Incluso si había caballos, probablemente serian Caballos Zombi, y las otras perso-
nas en la ciudad no aguantarían ver a un Caballo Zombi tirando de un carruaje por la ciu-
dad. Eso definitivamente estaba descartado. De repente, en ese momento, Satoru Suzuki
tuvo una idea.
—No te preocupes. Haré algo sobre los caballos. Solo relájate y déjamelo a mí. El problema
es el carruaje. Vagones cubiertos, vagones de carga, vagones con caja, ¿bajo qué motivos
vamos en nuestro viaje?
—¿Eh?
—¿Vamos a ser una princesa y su seguidor lanzador de magia? En ese caso, tal vez una es-
pecie de carruaje con forma de calabaza. Ese podría ser el mejor escenario para nosotros.
Satoru Suzuki lo había dicho en un tono ligeramente en broma, pero Keno dijo nerviosa-
mente, “¿…Qué tal un amable lanzador de magia y su seguidora?”
—…Por si acaso, quiero comprobar algo pero ¿yo soy el amable lanzador de magia en
cuestión, mientras que tú eres la seguidora?
Satoru Suzuki no pensó que pudiera hacer uso completo de Keno como su seguidora para
guardar las apariencias. “En ese caso” dijo Keno, y luego se quedó pensando. Después de
eso, habló distraídamente.
—Amigos, eh… así que somos compañeros de viaje… está bien, ¿nuestro trasfondo es que
somos amigos?
De hecho, el líder de un gremio que había rivalizado con Ainz Ooal Gown había sido un
niño en la vida real. Y por otro lado, había jugadores que parecían niños, pero cuyas
edades eran más del doble que la de Satoru Suzuki. Cuando los oía hablar sobre sus nietos,
Satoru Suzuki se congelaba en confusión por un momento. Todavía recordaba esos días
con nostalgia.
Para este Satoru Suzuki, no había nada extraño en tratar a Keno como su amiga.
Por supuesto, Satoru Suzuki sabía que Keno era más débil que él, por lo que probable-
mente ambos eran protector y carga. Sin embargo, era muy común en Yggdrasil que los ju-
gadores experimentados se unieran con jugadores novatos para subir de nivel, así como
también unirse con miembros artesanos no combatientes del grupo para ir por allí.
—Aún así, necesitamos una explicación que convenza a la gente de que somos amigos
cuando entremos a las ciudades. Supongo que podemos tomarnos nuestro tiempo para
pensarlo durante nuestro viaje.
—Muy bien… aunque, cuando mencionaste un carruaje con forma de calabaza, ¿te referías
al tipo comestible de calabaza? ¿Es un carruaje que se puede usar como raciones de emer-
gencia cuando tenemos hambre?
Satoru Suzuki sintió que explicarlo verbalmente seria problemático, por lo que rebuscó en
su inventario.
Las memorias recordadas por las numerosas imágenes llenaron de nostalgia a Satoru Su-
zuki. Aunque parte de él quería seguir mirándolas, se obligó a no hacerlo y continuó pas-
ando las páginas.
La foto que estaba buscando no estaba en este álbum. Satoru Suzuki cambió a otro y luego
a un tercero.
—Ésta. Keno, mira esta foto. El carruaje está en el mismo marco que una de mis amigas.
—¿Un Slime con vestido? ¿…una mujer? ¿Es una Princesa Slime?
Sobre el carro había una princesa con un vestido blanco, sosteniendo un escudo en alto:
Bukubukuchagama. Había sido una foto para conmemorar la finalización del carruaje,
pero Bukubukuchagama había terminado por convertirse en el tema de la foto. Eso tam-
bién mostraba cual de los dos tenía una apariencia más llamativa.
—Jajaja, te contaré sobre esto durante nuestro viaje. Ahora, un poco más abajo está el car-
ruaje de calabaza. He oído que esa forma es de la clase con que las chicas sueñan. Es por
eso que está tan feliz.
Aunque su hermano había murmurado una vez: “No puedes llamarla chica a esa edad…”
—…
Se había reído de genuina alegría, pero Satoru Suzuki sintió una sensación de incomodi-
dad cuando su alegría fue sofocada.
«No me digas que la supresión emocional de los nomuertos no solo se aplica a las emo-
ciones negativas… no, cuando lo pienso, ése es el caso. No es malo no tener que comer ni
beber, pero también significa que no puedes comer comida de mejoramiento. Tiene sus
puntos buenos y malos…»
«Aun así, no suprimió por completo mi felicidad. Debería haber una forma de seguir vivi-
endo mientras se busca la alegría.»
—¡Sí!
—Keno, cuando me dijiste que no tomara la propiedad de otras personas, ¿significa eso
que tomar su carruaje sería algo malo?
—Ya veo… En ese caso, ¿puedo pedirte prestado algo de dinero, Keno?
—¿Eh?
—Como te lo mostré antes, tengo muchos fondos. Sin embargo, todas son monedas de oro
que no están en circulación en este país. Parece peligroso pagar con ellas.
—¿Es así? Bueno, si sientes eso, entonces te puedo prestar… no, te puedo ofrecer… dar al-
gunas.
—No, así no puede ser, Keno. Hasta cierto punto, ese dinero es la herencia de tus padres.
No puedes simplemente entregárselo a otros.
—Ya, ya veo.
—Si bien es posible que no puedas estar de acuerdo en estas circunstancias, eso también
incluye las reliquias de tus antepasados. No debes gastarlo a ciegas, ¿de acuerdo?
—Entendido.
Keno podría haber dicho eso, pero su expresión sugería que no lo entendía del todo.
Quizás Satoru Suzuki simplemente estaba forzando sus puntos de vista sobre ella.
—…Entonces, ¿puedo pedir prestado algo de dinero? Te lo devolveré cuando venda las ge-
mas que tengo a mano.
—Bien. Luego dividiremos el costo de la compra del vagón. Somos amigos, así que pondre-
mos la misma cantidad.
—¡Por supuesto!
—¡Seguro!
Satoru Suzuki respondió a Keno con gran entusiasmo, y los dos deambularon por las
calles.
En el camino, Satoru Suzuki puso las monedas de oro de este mundo que se había prestado
de Keno en su dimensión de bolsillo.
«Es muy útil, pero arruina el realismo en un lugar como este… ¿Realmente no estoy en un
juego?»
Al final, sin embargo, Satoru Suzuki no obtendría una respuesta, sin importar cuánto
pensara.
Más importante…
Habían encontrado varios carruajes, pero todos estaban muy gastados por la edad y pare-
cía que se harían polvo si uno intentaba usarlos. No quería perder demasiado el tiempo,
pero buscar solo habría sido peligroso, así que trajo a Keno consigo en su búsqueda.
Aun así, no tenía sentido pensar en esas cosas. Satoru Suzuki creó un Portal frente al vagón
y empezó a empujar. Keno fue al lado de Satoru Suzuki y lo ayudó a empujar. La idea de in-
vocar al Señor Grifo había sido expuesta, pero él le pidió que guardara su poder.
Si bien era difícil de decir si la fuerza de Keno fue de mucha ayuda, los dos empujaron el
carro fuera de la ciudad. Mantuvo abierto el Portal, luego agarró la camisa del guardia de
antes, que todavía estaba deambulando por los alrededores, lo arrastró y luego lo empujó
por el Portal antes de disipar el hechizo.
Lo que Satoru Suzuki sacó fue una majestuosa estatua de un caballo con sus patas delan-
teras en el aire. Colocó la “Estatua de Animal: Caballo de Guerra” en el suelo, y al instante
se expandió hasta convertirse en un poderoso equino.
—¡Guau! ¡Es un caballo increíble! ¡Ni siquiera en nuestra casa teníamos algo tan bueno!
¡Eres increíble Satoru-san!
La sonrisa en el rostro de Keno podría haber sido la primera en coincidir con su edad que
había visto hasta la fecha. Después de ver su reacción honesta, Satoru Suzuki se rió entre
dientes.
Satoru Suzuki ordenó al caballo golem que se moviera al frente del carro, donde lo ató al
carro con cuerdas.
Se sentó en el asiento del conductor y ordenó que avanzara, y el caballo golem obedeció.
Este alivio se debió a que el caballo conjurado a partir de un objeto podía usarse para tirar
de un carro.
Satoru Suzuki nunca se había montado en un caballo ni siquiera había tocado uno antes,
por lo que no debería haber sido capaz de hacer que un caballo ordinario en este mundo
tirara de un carro. Pero, afortunadamente, ese problema se había resuelto. Satoru Suzuki
no pudo evitar sentirse asombrado por su rapidez mental.
—Ahora bien, Keno, vayamos a la ciudad vecina y veamos cómo están las cosas allá. ¡En-
tonces, algún día resolveremos el misterio de la zombificación y encontraremos una mane-
ra de salvar a todos!—¡Sí! ¡Cuento contigo, Satoru-san!
Estaban bien versados en el uso de hechizos de nivel increíblemente alto más allá del reino
de la humanidad: el llamado sexto nivel. En una pelea estaban a la par de Dragones incluso
ancianos. Además, también poseían muchas habilidades especiales, hordas de seguidores
nomuertos, un gran grado de inteligencia y residían en bastiones inexpugnables de mu-
chas capas.
El Lich Nocturno sin nombre, un señor de las sombras conocido como Fear.
Gobernaban un dominio que era del tamaño de un país pequeño, y las naciones circundan-
tes los conocían como figuras de terror.
Por esa razón, el nombre “Lich Nocturno” solo se pronunciaba en voz baja y asustada. Se
podría decir que eran seres mitológicos míticos comparables a los desastres naturales.
Y ahora mismo, frente a uno de esos terroríficos Liches Nocturnos, el que se apartó del
mundo y permaneció en la oscuridad —Kunivela— un par de figuras aparecieron de re-
pente como si a partir de la nada.
Una de ellas estaba en túnica. La otra también vestía una túnica, pero sus estaturas eran
muy deferentes entre sí, como si de un adulto y un niño se tratase.
Su investigación había sido fructífera, poseía un vasto conocimiento mágico, y era bastante
famoso en su campo. Comprendió que probablemente había un noveno nivel de hechiz-
os en el mundo, un hecho que muchas personas en el mundo probablemente ni siquiera
sabían. Sin embargo, ni siquiera él tenía idea de lo que había sucedido.
Kunivela hizo su guarida en una casa en una ciudad destruida, en un sótano que había ca-
vado debajo de ella.
Nadie, ni siquiera la organización, debería haber sabido sobre este lugar. Y tenía esbirros
nomuertos desplegados por toda la ciudad. ¿Cómo habían evadido sus ojos y pasado todas
sus trampas mágicas para llegar a este lugar? Después de todo, Kunivela también había us-
Aun así, Kunivela no había sentido nada antes de que aparecieran repentinamente ante él.
Es este mundo, los Liches Nocturnos era algunos de los seres más poderosos que existían.
Así como los seres superiores despreciaban a los demás, les sería imposible tener miedo
de los demás. Esto era particularmente cierto para aquellas personas que entendían su
abrumador poder.
No tenía la intención de hablar con las dos personas que habían aparecido de repente.
Kunivela inmediatamente lanzó un hechizo. No escogió un hechizo ofensivo o defensivo,
sino Teletransportación.
Abandonaría esta ciudad y se teletransportaría a una base distante que pensaba era segu-
ra —también había pensado que este lugar era seguro— sin ninguna duda.
Luchar no era una opción. Ésa era la única opción que no podía tomar. En realidad, hacer-
lo, habría sido una tontería absoluta.
Era cierto que ninguno de los dos emitía un aura de poder. Ni siquiera podía sentir mana
de ellos.
En circunstancias normales, los habría recibido con un hechizo de ataque para enseñarles
la estupidez de pararse frente a él.
Sin embargo, estas dos personas habían atravesado la red de vigilancia del Lich Nocturno
Kunivela. Por esa razón, era sensato asumir que ambos estaban tan por encima de Kunive-
la que él ni siquiera había podido sentirlos.
La razón de esto se debía a que cuando los nomuertos —como seres con una esperanza de
vida ilimitada— estudiaban magia juntos, se tendía a desarrollar fricción.
Sin los tres grandes impulsos —por la comida, el descanso, y el sexo— los seres nomuer-
tos invariablemente desarrollaban poderosos deseos, y en el caso de lanzadores de magia
nomuertos, generalmente tendían a una sed de conocimientos. Por esta razón, un vez que
comenzaba un conflicto por el conocimiento, tendía a intensificarse. Ninguna de las partes
se detendría hasta que se convirtiera en una batalla de exterminio que terminaría con la
aniquilación de uno de los lados.
Si los tres grandes impulsos de los vivos se concentraban en un único impulso, segura-
mente ese único deseo se volvería incontrolable. Era muy común que los nomuertos fuer-
an destruidos de esta manera, hasta el punto en que los vivos podían destruir a ambas
partes mientras estaban absortos en su enemistad.
Por esa razón, eventualmente surgieron nomuertos que entendieron que era más sabio
hacer intercambios y cooperar dentro de lo razonable, en lugar de luchar hasta la ex-
tinción mutua por el conocimiento y los objetos mágicos. Al final, se hizo una lista de nom-
bres.
Era una tablilla de piedra no encantada que estaba inscrita con los nombres de los partici-
pantes por medio de magia desconocida, que más tarde se conocería como la Inscripción
Granisle.
En ese momento, solo contenía los nombres de cuatro Liches Nocturnos y tres Liches An-
cestrales. Había pocas reglas y los que las rompían serían atacados por los otros. Tal era la
soltura de su relación.
Pero 200 años después de eso, gradualmente se convirtió en una organización completa.
Gracias a un número cada vez mayor de miembros nomuertos, los siete crecieron en 48,
convirtiéndose en una gran organización con 55 miembros, con los siete originales siendo
criaturas nomuertas cada una con una calificación de dificultad de 150.
Un tipo cultivaba su influencia entre los vivos y los usaba para lograr sus objetivos. El otro
no tenía nada que ver con los vivos, trabajando silenciosamente para sus propios objetivos
Muy pocos pensaban como los primeros, así que la mayoría de sus miembros pertenecían
a la última categoría. Como resultado, no causaban muchas repercusiones en la sociedad
viva.
En cuanto a aquellos que planeaban cimentar su influencia entre los vivos, junto con ello
vino un aumento en el número de enemigos. En particular, dado que los nomuertos eran
enemigos de todo lo que vivía, Hubo momentos en que los vivos formaban alianzas inter-
nacionales para exterminarlos. Debido a esto, había incluso menos miembros de los gru-
pos anteriores. Por supuesto, también estaban aquellos que habían echado raíces en la os-
curidad del mundo de los vivos, pero esos hábiles nomuertos eran pocos y distantes entre
sí.
Al final, “Corpus del Abismo” se convirtió en un grupo que existía solo en los rumores. La
razón por la que no intentaron obligar a los tres Liches Nocturnos antes mencionados a
unirse a ellos fue para evitar que llamaran la atención cuando lo hicieran.
El primero en notar ese problema fue uno de los miembros más antiguos del círculo inter-
no. Fue uno de los fundadores de la organización, Benjeli Ansis, también conocido como
“Abismo”.
Era un Lich Nocturno de seis brazos y dos cabezas, que dominaba los hechizos arcanos del
sexto nivel y los hechizos de sexto nivel de otras tradiciones, y un ser temible que la hu-
manidad no podía superar. Si hubiera estado dispuesto a emerger en el centro de atención,
los tres Liches Nocturnos mencionados anteriormente se habrían convertido en cuatro.
Ese día, se dirigía a la fortaleza de Granz Locke, un miembro del círculo interno y un prac-
ticante del octavo nivel.
Después de pagar varios precios, tenía la intención de saber cómo Granz había alcanzado
el octavo nivel. Pero Granz no había aparecido ese día. Por lo tanto, Benjeli fue a la fortale-
za de Granz.
No era inusual que los nomuertos, que no tenían una vida máxima, se perdieran en la in-
vestigación. A Granz debía haberle pasado eso, pensó Benjeli mientras llegaba a su desti-
no. Sin embargo, cuando Benjeli desmontó de su Dragón Nomuerto, su guardaespaldas y
montura, se congeló donde estaba debido al extraño humor del aire en la fortaleza de
Granz.
Granz tenía docenas de Liches Ancestrales de guardia y los manejaba con dureza como sus
sirvientes. Por lo general, uno de ellos habría aparecido de inmediato para mostrarle el
camino a Benjeli después de que él apareciera, pero nadie vino incluso después de que es-
peró un rato.
Benjeli convocó a sus propios secuaces y entró con cautela en la fortaleza, donde inmediat-
amente se dio cuenta de lo que había sucedido.
Todo había sido tomado. Su investigación y su riqueza desaparecieron sin dejar rastro.
Los nomuertos eran enemigos de los vivos, por lo que no era inusual que los nomuertos
fueran destruidos. Incluso seres nomuertos tan poderosos eran ocasionalmente asesina-
dos por seres vivos aún más poderosos. Pero lo extraño era que no había señales de batal-
la. Parecía como si él de repente hubiera salido.
Granz era un Lich Nocturno. En otras palabras, era del orden más alto de los nomuertos.
¿Podría alguien así haber sido destruido sin oponer resistencia?
Con una extraña inquietud en su corazón, Benjeli verificó el estado de todos los miembros
de la organización.
Antes de que nadie se diera cuenta, aproximadamente el 40% de los miembros del grupo
habían sido destruidos. Esto produjo escalofríos a los nomuertos, que no deberían haber
conocido el significado del miedo; la idea de que sus miembros —que podían destruir na-
ciones— ni siquiera habían dejado ningún mensaje o información, significaba que habían
sido aniquilados unilateralmente.
Como individuos poderosos, cada uno podía destruir una nación por sí mismo. Todos esta-
ban poseídos por tal arrogancia, que era el porqué rara vez trabajaban juntos y “Corpus
del Abismo” nunca había trabajado juntos como equipo. Sin embargo, ya no podían darse
el lujo de no hacerlo.
Estos seres, que tenían más de un siglo, conocieron el miedo por primera vez.
A pesar de que hicieron todo lo posible para recopilar información, todo lo que encon-
traron fue misterios.
No sabían por qué los estaban atacando. ¿Era por odio o por venganza o alguna otra emo-
ción? ¿O era por los frutos de sus investigaciones, o bienes materiales como el dinero y co-
sas por el estilo? Pero la pregunta más importante era…
Sus objetivos eran ahora irrelevantes. La nueva conclusión para su plan de acción actual
era una rendición incondicional seguida de rogar por sus vidas. Si bien algunos habían
sugerido luchar, al principio, para este punto todos habían perdido la voluntad de pelear.
La organización de Liches Nocturnos conocida como “Corpus del Abismo” estaba ahora en
las garras de un terror desconocido.
***
No había elegido rendirse porque pensó que podía huir. Más bien, fue porque él necesitaba
organizar sus pensamientos lo suficiente para conversar con ellos. Además, no quería
hablar con ellos solo. Sería mejor retirarse primero y luego rendirse como grupo, pensó
Kunivela.
Todavía estaba frente a estas dos personas misteriosas. La Teletrasportación no había sur-
tido efecto. Quizás algún hechizo la había negado.
Solo hoy, Kunivela ya había presenciado muchas cosas que nunca había visto antes. El mie-
do se elevó dentro de él una vez más, y sus ojos se agrandaron mientras estudiaba a la
pareja frente a él.
Los nombres de muchos hechiceros esqueléticos pasaron por su mente, pero todos eran
bichos raros. Ninguno de ellos podría haber derrotado a Kunivela el Lich Nocturno. En-
tonces, ¿qué era este ser? Cuando sus pensamientos llegaron a ese punto, se congelaron.
Kunivela el Lich Nocturno había sido dominado como un Zombi o un Esqueleto. Su mente
y alma ya habían reconocido al ser que tenia ante él como su controlador: su Amo. Lo que
debería haber sido objeto de miedo se había convertido en un Amo al que le debía su leal-
tad.
Podía decir que ésta era una habilidad para dominar nomuertos, una que él también
poseía. Sin embargo, esa habilidad solo era efectiva en nomuerto más débiles que él
mismo, lo que significaba que su Amo era significativamente más poderoso que Kunivela.
Una vez bajo su dominio, Kunivela no tendría oportunidad de deshacerse de él mientras la
otra parte no quisiera ceder el control. Todo lo que quedaba ahora era rogarle a él, a su
Amo, que mostrara misericordia.
Reveló un cráneo huesudo. Basado en la mano esquelética que acababa de extender, no era
una máscara, sino su rostro real.
Debía haber algún significado detrás de no matar a Kunivela, sino de elegir controlarlo.
Sería mejor si ello se debía a que su Amo sintiera que era una lástima matarlo, eso sería lo
mejor para mantenerlo con vida, pensó el dominado Kunivela.
—Ahora bien, comienza por entregar todas tus notas de investigación y tu tesoro.
—¡Dámelo!
Parecía una niña humana, pero aparentemente era nomuerta. Dada su inteligencia y apari-
encia, concluyó que ella era un vampiro que había sido engendrado a partir de un humano.
Como ella era una compañera de su Amo, él no se atrevía a albergar ninguna hostilidad ha-
cia ella.
Kunivela usó una llave para abrir la tesorería de su habitación y sacó todos los sacos que
había dentro.
Fueron 15 en total. Cada uno contenía mil monedas de oro, para un total de 15000 mone-
das, que pesaban 150 kilogramos en total. Si bien los nomuertos no necesitaban dinero di-
rectamente, había oportunidades en las que algunos de los vivos estaban dispuestos a tra-
tar con ellos, típicamente gente del lado oscuro de la sociedad. Completar sus solicitudes
También había una bolsa de piedras preciosas además de esas. La mesa también tenía per-
gaminos de hechizos, varitas encantadas y otros objetos mágicos.
— También tengo otras tres bases además de esta. La otra mitad de mis activos se encuen-
tran allí.
Como estaba siendo dominado, reveló con sinceridad la ubicación de todo su tesoro escon-
dido para maximizar la ganancia para su Amo.
—¡Realmente lo es!
—…Intruso Número Dos… ¿no crees que deberías mostrar un poco de moderación? Real-
mente te dejaste llevar, ¿no? Aunque lo he estado pensado todo este tiempo… hoy debo de-
cirlo. ¿No deberías comportarte más como una princesa? Lo hacías cuando te conocí.
—Número Uno. Llevamos cinco años viajando juntos, ¿sabes? Luego de pasar por tanto, in-
cluso un nomuerto cambiaria hasta cierto punto.
—Umu. Tengo mis dudas al respecto. Lógicamente hablando, lo nomuertos no deberían es-
tar cambiando en un nivel mental… ¿significa eso también que nunca crecerán? Entonces,
¿eso significa que así es como siempre ha sido tu personalidad, Número Dos?
—A mi no me parece así… y cuando te pones a pensarlo, todo es por ti, Número Uno. Qué
pasa con toda esa magia imposible, objetos mágicos que valen cada uno un reino entero, y
convocar monstruos que parece que podrían arrasar un país entero por sí mismos...
El Amo ignoró a la chica parloteante y abrió un saco, luego sacó varias monedas de oro.
—… ¿Entonces todos están negociando con divisas? Eso me ayuda mucho. Después de
todo, intercambiar una gran suma de dinero es bastante problemático.
Calcular el contenido de oro de las monedas de oro de cada país era muy complicado, por
lo que para facilitar los intercambios, Kunivela solo usaba estas monedas.
—¿Es por eso que has estado usando monedas refundidas de Yggdrasil todo este tiempo,
Numero Uno?
—Las has visto antes, ¿no? Es exactamente por ese motivo, Numero Dos. Ahora bien, al
corazón del asunto. Mi primera pregunta es, ¿Cuáles son los movimientos de tu organi-
zación? ¿Cuán cautelosos son conmigo?
— Nómbralos.
Kunivela recitó una lista de ex miembros que se habían escapado. Había media docena en
total.
—Parece que dos de ellos se escaparon. ¿Qué debemos hacer, Número Uno?
—¡Eso es maravilloso, Número Uno! ¡Has mejorado contando chistes! ¡¿Vez?, los nomuer-
tos también pueden crecer! ¡A continuación, tendremos que trabajar en tu sentido común
para ponerle nombre a las cosas!
—Ah, um…
La falta de respeto contra su Amo era intolerable, pero a Kunivela no se le había permitido
atacar.
Y además…
«¿Los dos que habían escapado, ¿eran afortunados o desafortunados? Dada la conver-
sación de hace un momento, no parece que vayan a perdonarlos... »
—Divertido, eh…
— ¡Sin embargo, “Rubia” fue terrible! —La niña plantó las manos en las caderas—. ¡Esos
guardias me miraban de forma extraña en ese entonces y fue tan vergonzoso!
—Eso es porque los nombres tienen diferentes significados entre las diferentes razas, y
ser asesinado por burlarse del nombre de alguien no es nada nuevo. La gente es más sen-
sible a ese problema en ciudades con poblaciones mixtas. Pero no pudieron ocultar lo que
estaban pensando...
—Oh, es verdad, arreglemos las cosas en este extremo primero. Si bien es de mala edu-
cación responder con otra pregunta, sigo teniendo que preguntar: ¿Por qué tendría que
aceptarlo?
—Ustedes solo hablan de la boca para afuera sobre la idea. ¿Por qué debería perdonarlos?
Solo al arrancarlos de raíz eliminaré los problemas futuros.
—Ah, ya he oído suficiente de eso. Entonces, ¿qué pasaría si ustedes se enteraran de nues-
tra debilidad?
—Si nos beneficiara destruir a nuestro enemigo una vez que nos apoderamos de su debili-
dad, lo haríamos.
—¿Lo ves?
—Solo con respecto a los elementos que el Amo considere dañinos al tomarnos como va-
sallos, seguramente seremos útiles. Por ejemplo, puedo garantizar que podemos superar a
cualquier grupo de expertos siempre que trabajemos juntos y, por supuesto, podemos ser-
vir como tropas contra sus enemigos. Amo, si bien su poder es inigualable, seguramente
los números pueden ser una ventaja…
—Hm, eso es cierto. Tengo algo que necesito investigar. Pero según tus colegas que eliminé
antes, nadie puede hacerlo. ¿Eso es cierto?
Todos tenían una idea aproximada de quién estaba estudiando qué dentro del grupo. Com-
Quizás este material oculto podría utilizarse como material de negociación. Si dijera, “to-
dos tienen sus propios temas secretos”, entonces el Amo tendría que ir y cuestionar a to-
dos, lo que significaría que podría intensificar sus ataques contra la organización. Quizás
los demás también lo habían considerado, razón por la cual habían elegido morir sin decir
una palabra. Esa podría haber sido la razón por la que el Amo no había planteado el tema.
—…Entonces, ¿qué pasaría si le ofreciéramos una suma fija todos los años? Con una gran
cantidad de dinero podría contratar a más personas para que le ayuden a realizar la inves-
tigación.
—Mm.
¿No era muy extraño? En respuesta a la pregunta de Kunivela, su Amo se encogió de hom-
bros con indiferencia.
—Solo estaba buscando cualquier objeto raro que tuvieras entre ellos. Ah, y también
quería saborear el espíritu aventurero de obtener tesoros después de vencer una mazmor-
ra.
Kunivela no pudo evitar preguntarse qué quería decir con “espíritu aventurero”.
Seguramente habría luchado con todas sus fuerzas si no hubiera sido dominado. Por su-
puesto, eso no era más que una fantasía sin sentido.
—Tengo más preguntas para ti. Ya que estás bajo mi control, ¿los otros miembros de tu or-
ganización vendrán a salvarte, o esta fortaleza se autodestruirá después de un tiempo? Es
decir, ¿Hay algún demérito para nosotros en quedarnos aquí?
Si Kunivela desaparecía, los demás asumirían que algo le había pasado. Pero, ¿quién
diablos se arriesgaría así? Quizás vengan todos, pero probablemente no para rescatar a
Kunivela o para atacar al Amo. Era más probable que se ofrecieran a rendirse o pidieran
En cualquier caso, no había nada que fuera inmediatamente desfavorable para su Amo. Sin
embargo, no se podía pasar por alto ningún desarrollo desventajoso que podría surgir a
partir de esto.
—No hay ninguno. Sin embargo, eso es solo para el día siguiente aproximadamente. Si pas-
an varios días… cuanto más tiempo pase, es más probable que alguien piense que algo está
mal. Además, sigue habiendo nomuertos dominados en esta base. ¿Qué hay de ellos? Si
siguen por aquí, podrían lanzar un ataque.
Kunivela podría haber sido dominado, pero era solo él. Los nomuertos que él había creado
eran otra historia. Probablemente cumplirían sus órdenes de matar a todos los intrusos en
el momento en que vieran a su Amo.
Por otro lado, ahora que Kunivela estaba dominado, los nomuertos que estaban bajo el do-
minio de Kunivela serían liberados de él. Esos nomuertos probablemente estaban tratando
de huir en este momento y no intentarían comenzar las hostilidades.
—Ah, si son solo los nomuertos de aquí, entonces puedo lidiar con todos ellos fácilmente
incluso si me atacan todos a la vez. No hay necesidad de preocuparse por ello.
—¡Sí, Señor!
Él ya entendía esto, pero escuchar a su Amo hablar de su superioridad lo dejaba sin pal-
abras.
—Ahora bien, explícale tus hallazgos a Número Dos. Que sea rápido.
—Entendido.
Para los miembros de “Corpus del Abismo”, el objetivo fundamental de su investigación era
lograr un gran poder mágico. Aunque no creía que la niña lo entendería, se lo dijo de todos
modos.
Durante este tiempo, su Amo almacenó todo el tesoro en una dimensión de bolsillo creada
mágicamente.
—Muy bien, gracias por tu arduo trabajo. Ahora, para la siguiente pregunta. Cuéntame
todo sobre los miembros de tu organización. Sus habilidades, sus ubicaciones, puntos de-
stacados y demás.
En el pasado, todos habían actuado individualmente, pero ahora que todos se estaban in-
formando unos a otros de su estado, era como si todos estuvieran unidos por hilos invisi-
bles. En lugar de recoger la cosecha cuando sintió que su presa se acercaba, todo lo que su
Amo tenía que hacer era tirar de esa cuerda y acercarla.
No quería hablar, pero Kunivela le dijo todo lo que sabía. Gracias a los efectos de la domi-
nación de nomuertos, no podía ocultar ni mentir sobre nada.
La chica le lanzaba preguntas puntuales de vez en cuando. Probablemente era para asegu-
rarse de que coincidiera con lo que habían aprendido de los miembros ya destruidos.
—Gracias.
Aunque su Amo le había agradecido a Kunivela por ser sincero, probablemente no lo decía
en serio.
Las palabras “última pregunta” hicieron que Kunivela entrara en pánico. Todavía no había
demostrado su utilidad, y si esto seguía así, sería para peor.
—…Basta, Número Uno. —La chica interrumpió en un tono que sugería fatiga o una vitali-
dad vacía—. Eso es suficiente, Número Uno. Después de todo, he investigado mucho por
mi cuenta y ahora lo comprendo… ¿Sabes lo que dije acerca de no engañarme más a mi
misma hace dos años?
—…¿Esto es sobre la Doncella Celestial del Sol? Pero no es solo por ti, Número Dos. Ya te lo
he dicho varias veces, que esto también es por mi propio interés personal. No es por ti,
sino por mí.
La expresión del rostro de la niña era extraña; parecía solitaria y feliz al mismo tiempo.
Kunivela no pudo entenderlo.
—Voy a preguntar entonces. ¿Sabes algo sobre cómo el país de Inveria fue destruido al
hacer que toda su gente se convierta en Zombi?
Buscó en su memoria después de escuchar la palabra Inveria, pero todo lo que sabía de
ella era que era un país lejano.
—No, no sé nada.
—¿Es así?... Entonces, conoces alguna forma de revertir a una persona que se ha converti-
do en un Zombi a la normalidad, es decir, a un ser vivo? No importa si es muy poco proba-
Si bien sintió que este era un buen momento para demostrar su valía, Kunivela no sabía
nada sobre el tema. Si no hubiera sido dominado, probablemente habría intentado inven-
tar algo para salvar su vida, o habría mentido diciendo que estaba a punto de comenzar
una investigación sobre ese tema.
—No lo sé. Pero dicen que seres legendarios como los Lores Dragón deberían saber algo al
respecto.
—Ese nombre aparece a menudo. El vasto ser que flota en el cielo, así como el Lord
Dragón de la Brillantez.
—Además están…
Enumeró los nombres de todos los Lores Dragón que conocía. Pero agregó que no estaba
seguro de dónde estaban o si realmente existían.
—Es porque permitir que otros sepan sobre nosotros tendría demasiados deméritos para
nosotros. Es debido a que no nos conocías que no pudiste encontrar una forma adecuada
de lidiar con nosotros.
—De hecho, es así. Pero, como sabes, existen límites para la dominación de nomuertos,
tanto en los límites superiores como en el número total. Hay demasiados inconvenientes
para que pueda permitirme el lujo de dominarte, siempre y cuando no haya forma de ga-
rantizar absolutamente que nunca me traicionarás.
—Nunca lo traicionarí…
No había nada que pudiera mostrarle al nomuerto que tenía ante él que pudiera hacerle
Este no era el carromato que habían “comprado” en la tierra natal de Keno, sino algo que
habían comprado hace aproximadamente un año. Por cierto, este era el cuarto carruaje de
este tipo; el primero había sido destruido, el segundo había sido quemado en un ataque, y
el tercero había sido abandonado.
Las dos personas en el asiento del conductor —Satoru Suzuki con riendas en la mano, y
Keno a su lado con un libro mágico en su regazo— charlaban sobre nada en particular
mientras se abrían paso por las tranquilas llanuras.
El cabello de Keno, que descendía hasta su delgado cuello de porcelana, se balanceaba con
el viento.
Si bien le había pedido a Satoru Suzuki que se lo cortara, él sintió que sería mejor para ella
usar una capucha. Eso se debía a que no estaba seguro de si el olor a tierra y polvo en el
aire se infiltraría en su cabello.
Si Satoru Suzuki lo hubiera mencionado, ella diría “Hmph~” e inflaría las mejillas. El esta-
do de ánimo de Keno mejoraba cuando no la trataba como una niña, por lo que Satoru
también había tratado de no hablar así.
Ella había estado sola durante 40 años y los dos habían estado juntos durante cinco más.
Su mentalidad debería haber crecido más durante la última parte de eso. Sin embargo, ella
no parecía haber crecido en absoluto.
Esa acción no tenía sentido. El caballo que tiraba del carruaje era el mismo Golem que
había tirado de su carruaje en ese entonces. Pero todo era parte del acto. Los dos habían
actuado mucho durante su viaje.
Era cierto que ambos eran nomuertos y tenían un Caballo Golem. Ninguno de ellos necesit-
aba dormir y todos podían ver en la oscuridad. Sin embargo, todavía montaban tiendas en
la noche para evitar sospechas. Por supuesto, no necesitaban dormir, por lo que normal-
mente los dos hablaban en sus tiendas hasta el amanecer.
Si bien la edad real de Keno excedía a la de Satoru Suzuki, no tenía mucha experiencia en
la vida ya que nunca había abandonado la ciudad. Era una heredera de diez años que nun-
128 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
ca había abandonado su ciudad natal. Esto significaba que rápidamente se quedó sin cosas
de qué hablar y solo podía apoyarse en el conocimiento de lo que había aprendido antes.
Por otro lado, las historias de Satoru Suzuki fueron muy bien recibidas por Keno. No sus
historias del mundo real donde vivía Satoru Suzuki —un mundo envuelto en una gruesa
capa de nubes— sino historias de Yggdrasil.
Para una chica que vivía en un mundo de espadas y hechicería, las aventuras de Satoru Su-
zuki en Yggdrasil eran lo que hacía que sus ojos brillaran de emoción.
Al principio. Hubo bastantes cosas que hicieron que Keno frunciera el ceño. Parecían de-
masiado inverosímiles y ridículas para ella. Pero Satoru Suzuki tenía pruebas. Si bien no
eran un registro completo, los álbumes de fotos de Satoru Suzuki contenían imágenes de
las cosas de las que hablaba.
Keno, que no sabía lo que eran las fotos, parecía considerarlas como retratos exquisitos.
Pero luego de ver una foto —de Satoru y ella misma— aceptó que eran representaciones
fieles del paisaje.
Las fotos demostraban que las aventuras que llenaban a Keno de pavor eran eventos que
Satoru Suzuki había experimentado. En otras palabras, las aventuras del gran lanzador de
magia Satoru Suzuki eran ciertas.
La admiración en los ojos de Keno pronto se convirtió en un brillante respeto, que Satoru
Suzuki vio. Esto mejoró mucho su estado de ánimo y empezó a hablar con efusividad. En
poco tiempo, Keno conocía las aventuras de Ainz Ooal Gown como la palma de su mano.
—Y así, todos en Ainz Ooal Gown dieron lugar a otra leyenda. Eres increíble, Satoru.
—Fufu, no es nada tan bueno, Keno. Con miembros como esos, lograr tanto era tarea de
niños. Aquí hay una foto de esa época.
Satoru Suzuki soltó las riendas y dio órdenes verbales al Caballo Golem.
Usó sus manos vacías para sacar su álbum de fotos y lo hojeó, murmurando “¿Dónde está?”
mientras lo hacía. Encontró una foto de ellos luego de haber derrotado al Señor Gigante de
Fuego Surtr y se la mostró a ella.
—¡Guau! —Keno exclamó con deleite—. Eres increíble… No puedo creer que hayas logra-
do derrotar un gigante tan poderoso… Mm, no. Fue posible gracias a todos en Ainz Ooal
Después de retirar y guardar la foto, recordó las muchas veces que habían derrotado a
Surtr.
No había sido terriblemente difícil ya que sus resistencias elementales estaban suprema-
mente monofocalizadas, pero Satoru Suzuki no quería decir eso y romper los sueños de la
niña, decepcionándola así. Por lo tanto, Satoru Suzuki simplemente sonrió.
—¡Precisamente! ¡Tú y tus amigos eran increíbles, Satoru! —con el ánimo en alto, Satoru
Suzuki se dejó llevar por la emoción de Keno.
—¡En serio! ¡Supongo que sí! La forma en que todos lograron evitar la muerte y aguantar
después de que tiró su espada y sacó a Laevatein fue muy bien hecha.
—¿Tú y tus amigos realmente repitieron todas esas increíbles aventuras, Satoru?
—De hecho lo hicimos. Y mira nosotros también vamos en una gran aventura, ¿no es así?
—Keno sonrió amargamente.
—¿De verdad? Pero no se siente como una aventura elegante ni nada por el estilo.
—¿No depende todo de cómo se mire? Han pasado cinco años desde que partimos de tu
país. ¿No hemos estado en muchos países y hemos visto muchos misterios? Pelear no lo es
todo, sabes.
Disfrutando de lo desconocido.
Salir de viaje y usar tus propios ojos para ver el mundo, ¿no era esa la verdadera aventura
que buscaba Yggdrasil? Ahora, podía entender más o menos cómo se sentían los Buscado-
res del Mundo.
Por supuesto, no había nada de malo en luchar al lado de tus amigos y jugar al juego. Pero
Satoru Suzuki tenía la confianza para decir que su viaje con Keno era el viaje que los dos
deberían haber hecho.
—Yo… supongo que sí. La Llanura de los Siete Ardientes y el Lago Claro fueron bastante
—Personalmente, la Llanura de los Siete Ardientes fue algo asquerosa para mí, pero el
Lago Claro era muy hermoso. Parecía cristal.
Los dos continuaron recordando esa hermosa vista mientras continuaban adelante.
—Podemos ir de nuevo si no tenemos nada que hacer. Después de todo, nuestra esperan-
za de vida es ilimitada.
—Y también… te has vuelto más fuerte que antes, Keno. ¿Quieres intentar enfrentarte a un
enemigo poderoso?
Los viajes y la batalla estaban íntimamente ligados. No era una cuestión de seguridad;
cuando uno iba a regiones menos pobladas, aparecían monstruos que consideraban a uno
como presa. y existía la posibilidad de encontrar enemigos poderosos al visitar lugares es-
cénicos. Dicho esto, Satoru Suzuki solo se había encontrado con un oponente que consid-
eraría fuerte. Sin embargo, hubo innumerables enemigos que habrían matado a Keno in-
stantáneamente si ella hubiera estado sola.
Satoru Suzuki estaba a cargo de la violencia mientras que Keno se encargaría del trabajo
mental, pero seguía siendo importante que Keno fuera lo suficientemente fuerte como
para recibir un golpe de un ser poderoso.
—No, no cuentes conmigo… ¡ah! ¡Sé que estás pensando en mí, Satoru, y me alegro! ¡Y
también me has prestado objetos increíbles! Pero el, ¿cómo lo llamas? ah, “grinding*”, no
parece funcionar ¿o sí? Quiero decir, no me gusta tomar un palo y golpear a un Dragón
moribundo, con todas sus extremidades cortadas, una y otra vez… No estoy hablando de tu
plan, sino más bien de cómo seguías ignorando sus súplicas de piedad, eh, sí, es un poco
desgarrador… No, no es eso. Por supuesto, sé que tampoco te gustan ese tipo de cosas, y
solo lo estás haciendo por mí. Y no quiero ensuciar la bonita ropa que me prestaste. Solo
estoy pensando que tal vez podría haber otra forma la próxima vez.
(*https://es.wikipedia.org/wiki/Grind_(videojuegos))
Keno logró exprimir todas esas palabras con una prisa innecesaria.
«Parece que no le gustó el incidente en el que estaba entrenando con el Dragón. Bueno
que una chica hiciera ese tipo de cosas era un poco inhumano», se lamentó Satoru Suzuki.
«Tal vez la próxima vez debería encontrar un oponente del que no le importe abusar». Los
ladrones y otros probablemente deberían dejarse para una fecha posterior porque podían
—Lo tengo, Keno. La próxima vez lo planificaré mejor cuando vayamos a hacer grinding.
Sonrió y le dio un pulgar hacia arriba. Keno respondió con una expresión que era difícil de
describir con palabras. Era una mirada preciosa que solo podía ver una vez al año. No,
cuando partieron por primera vez, sintió que lo había visto con más frecuencia que eso,
pero no estaba tan seguro de los eventos de hace cinco años.
—Umu. Dicho esto, no sé cómo ha cambiado tu valor de karma. Sin embargo, dado que el
mío es negativo, espero que el tuyo se vuelva positivo para compensar. Siendo ése el caso,
sería mejor masacrar a oponentes con valores de karma negativos.
—Ah, ¿eh? No, eso, eh… Satoru hablemos de eso más tarde. Mira, ya puedes ver la ciudad,
realmente llama la atención.
Satoru Suzuki podía ver una ciudad delante de él. Había oído de ella a través de rumores,
pero era una ciudad bastante grande. “Grande”. En este caso no se refería a su escala, sino
en un sentido literal; los edificios físicos y las murallas de la ciudad eran muy grandes. De
particular interés eran las rocas masivas a ambos lados de las puertas. Tenían aproximada-
mente 150 metros de altura aproximadamente. Las rocas que se colocaron a cada lado de
ella se habían convertido en parte de la muralla de la ciudad.
Las murallas de la ciudad no se habían construido porque estaban ubicadas junto a esas
rocas. Más bien, los gigantes que vivían cerca las habían llevado desde sus hogares como
señal de amistad. Después de eso, gracias a las relaciones amistosas con esos gigantes,
cada parte de la ciudad —como digamos, los edificios, el trazado urbano, y demás— se di-
mensionó para que los gigantes no tuvieran que sufrir molestias, o al menos eso era lo que
Satoru Suzuki había escuchado.
Mientras Satoru Suzuki consideraba el asunto con creciente interés, le indicó a la encapu-
chada Keno que debería cambiar los anillos que llevaba.
Como Vampiro, Keno sufría una penalización a todas sus acciones bajo la luz solar. Sin em-
bargo, ella se las había arreglado para negar eso al usar un anillo anti luz solar. La indi-
cación era que ella se lo cambiara por algo más. Incluso usar una capucha no anularía la
penalidad y ella se sentiría cansada, pero las cosas serían problemáticas si no pudiera so-
portarlo solo un poco.
Le había prestado cuatro anillos a Keno: un “anillo para reducir las penalizaciones por ex-
Esta vez, ella se pondría el “anillo de resistencia contra el control nomuerto y destierro”, y
el “anillo de resistencia contra magia de adivinación”, los cuales eran muy importantes al
entrar en ciudades.
Por el contrario, Satoru Suzuki no intentó ocultar su rostro huesudo. Después de todo, se
podría decir que se había estado entrenando para entrar en las ciudades con su rostro ex-
puesto durante sus cinco años de viaje. Además, le habían dicho que sería mejor mostrar
su verdadero rostro al intentar entrar en las ciudades. Si era franco y no trataba de es-
conderse, sería más fácil abrirse camino con un farol.
Había intentado usar ilusiones para camuflarse antes, pero después de un lamentable acci-
dente ya no confiaba en ellas.
—¿Hm?
La tierra natal de Keno estaba solo un poco más allá de este lugar. Satoru no la había traído
aquí durante los últimos cinco años.
—¿Hm? Hemos estado por todo el mundo, pero no hemos venido aquí, ¿verdad? ¿No sería
bueno escalar esas montañas que apenas podemos distinguir en la distancia?
—Ya veo.
Parecería que Keno no creía del todo en esa explicación, dado su tono. Satoru Suzuki podía
saberlo teniendo en cuenta que habían pasado cinco años viajando juntos. Sin embargo, no
tenía intención de decirle a Keno la razón por la que había venido a esta ciudad.
El carro tirado por un Caballo Golem los llevó a los dos hasta la puerta principal sin redu-
cir la velocidad. Tal vez llegaron en buen momento, pero no había nadie excepto Satoru Su-
zuki y compañía
Los guardias de la puerta estaban reunidos y había peligro en el aire. Todos tenían sus lan-
zas listas. Miró hacia las paredes y vio a los arqueros reunidos allí. No hace falta decir que
todos desconfiaban de Satoru Suzuki.
—¡Deténganse!
La confusión se extendió de inmediato entre los guardias, pero pronto reanudaron su com-
portamiento severo.
—¿Nomuertos? ¿Dónde?
—¡¿Podría ser que me hayan confundido por un nomuerto?! —Interrumpió los gritos de
los soldados y les gritó—. ¡No soy nomuerto! ¡Soy Satoru el Huesoviejo!
—¿Hueso… viejo?
Los soldados se miraron entre sí y luego negaron con la cabeza. Podía oírlos preguntán-
dose unos a otros: “¿Has oído hablar de ellos antes?” “Por supuesto que no, esta es la prim-
era vez que escucho esto”.
—¿No creen que es muy grosero confundir a uno de los gloriosos Huesoviejos por una cri-
atura nomuerta? ¡Es un grave insulto a nuestra nación!
Los guardias de la puerta se miraron de nuevo. El Capitán —ese sería su nombre por aho-
ra— respondió en un tono muy confuso. Sin embargo no mostró signos de bajar el arma.
Aún así, eso era de esperar.
—No, ah, mis disculpas. Perdona mi ignorancia, pero nunca antes había oído hablar del
nombre Huesoviejo.
—¡¿Qué?! ¿Ni siquiera conoces a los grandes y poderosos Huesoviejos? De todos modos,
¿qué tipo de pueblo es este...?
Por esa razón, se había pedido a los guardias de la puerta que respondieran adecuada-
mente a la situación. Cuantas más especies contactara una nación, más intensamente
serían entrenados los guardias de esa nación.
—…¿Eres un comerciante?
—De hecho yo soy. Dicho esto, no compraré nada si nada me llama la atención.
El tono del Capitán se transformó gradualmente en uno que se rindió ante Satoru Suzuki.
—Lo entiendo. Aunque me preguntaba exactamente qué primitivos eran para confundir a
los Huesoviejos con nomuertos, somos muy magnánimos.
—¿Hah?
El Capitán miró a Keno en estado de shock, y luego comenzó a compararla con Satoru. Se
le podía escuchar murmurar preguntas como: “¿Dice que es una Huesoviejo?” y “Son com-
pletamente diferentes, ¿verdad?”
—…Ah, um.
Pronto, Satoru Suzuki pudo ver a un soldado trayendo a un sacerdote. Era un hombre gor-
do que parecía que correr un poco lo dejaría sin aliento.
—¿Qué está diciendo, Capitán-dono? Éste es nuestro deber. Dicho esto, espero que no me
apresure tanto la próxima vez. No quiero que me arrastren ante el trono de los dioses an-
tes de llegar aquí.
Los dos habían hecho todo lo posible por tranquilizarse y estaban a cierta distancia, pero
Satoru Suzuki aún podía escucharlos.
—¿Qué dice, Capitán-dono? ¿No sentiría pena por cualquier caballo que monte?
—¡Me dolería el trasero y los muslos, así que yo paso, si no le importa! —dijo el sacerdote
mientras ignoraba la respuesta del Capitán de “Pero tiene magia curativa”, y miró a Satoru
Suzuki— Muy bien, haré lo que fui llamado a hacer aquí. Ahuyentar nomuer…
—¿Lo son? Sin embargo, las cosas se pondrán realmente problemáticas si realmente no
son nomuertos…
—Hm… está bien. Después de todo sería malo si ahuyentara a gente que podría donar a
nuestro templo, y quien sabe cómo me censurarán los superiores. Si terminara como sac-
erdote de una aldea… ¡ejem!
—No, ése es el problema, Capitán-dono. Este lugar está dentro del dominio del Marqués.
—…Así que sí lo entiende. Por lo tanto, ¿podría molestarlo para que compruebe si en reali-
dad son nomuertos o no?
—Es muy problemático, ¿así que no puede dejarlos ir? ¿Asignando a algún soldado para
que los vigile mientras pretende ser su escolta o algo así? —Los dos intercambiaron mira-
das, y al final, el sacerdote dejó caer los hombros derrotado—. Bien, bien, lo entiendo.
Mientras el sacerdote se quejaba de tener que lanzar un hechizo gratis, caminó hacia Sato-
ru Suzuki y luego lo saludó con una alegre sonrisa.
—Saludos, honorables invitados Huesoviejos. Soy un sirviente del templo en esta ciudad.
Aunque creo en sus palabras, necesito lanzar un hechizo para disipar las dudas de los
demás. Les ruego que no lo resistan.
El sacerdote levantó la mano. Satoru Suzuki sintió una fuerza extraña empujándolo. Proba-
blemente fue algún tipo de habilidad de destrucción de nomuertos. Sin embargo, fue com-
pletamente ineficaz en Satoru Suzuki y Keno. Aunque la diferencia en niveles era parte de
ello, la razón principal era gracias a sus objetos mágicos.
—¿De verdad?
—Se los dije ¿no? Soy Satoru de los Huesoviejos. Es bastante frustrante que me traten
como nomuerto.
Vio a los guardias a su alrededor bajar sus lanzas. Todavía lo rodeaban, pero ya no había
tensión en el aire.
El cura terminó en tono de broma. El Capitán miró a sus hombres y respondió de una
manera igualmente desenfadada.
—¡Bien hecho al hacer que el Sacerdote-dono corriera hacia aquí! Siempre he sentido que
había un problema con su tamaño. ¡Continúen aprovechando la oportunidad para hacerlo
correr así en el futuro!!
El capitán y el sacerdote se rieron mucho. Era el tipo de risa que sonaba como si estuvier-
an rechinando los dientes, como si realmente estuvieran pensando en otra cosa.
Los dos se detuvieron, como si ambos se hubieran cansado de reír. El sacerdote le dio la
espalda a Satoru Suzuki y se dirigió a la ciudad, mientras que el Capitán se paró ante Sato-
ru Suzuki una vez más.
—Perdóneme, Satoru-dono, comerciante Huesoviejo. Ahora bien, por favor permítanos in-
speccionar su equipaje.
Satoru Suzuki y Keno desmontaron y, a su vez, un grupo de personas que se veían ligera-
mente diferentes de los guardias de la puerta, pero que eran todo negocios, subieron al
vagón. Eran asesores, encargados de controlar el equipaje y cobrar peajes.
El 90% del contenido del vagón era grano y aunque constituía el 90% en volumen, era sólo
una décima parte del peso cargado en el vagón. Incluso si se guiaban por el volumen, el im-
puesto sobre esta cantidad de grano sería muy suave.
Satoru Suzuki y Keno se sometieron a un breve registro corporal, para asegurarse de que
no llevaban contrabando. En ese momento regresaron los empleados que estaban regis-
trando el vagón. Uno de ellos sostenía un pequeño cofre.
—Ciertamente.
Satoru Suzuki lo abrió y el brillo del oro se derramó. La caja contenía 500 monedas de oro.
También había una bolsa de cuero en el interior con bastantes piedras preciosas. Se trata-
ba de una gran suma de dinero, pero era una cantidad insignificante para algo que estaba
en posesión de un comerciante de lejos.
—No hay nada adentro. Y no hay compartimentos ocultos en el vagón. La única cosa es
que el caballo no es una criatura viviente.
—Por supuesto. Son Caballos Golem que no necesitan comer, beber ni excretar. No se aco-
bardaran ante espantosos monstruos. ¿Eso no los hace perfectos para el transporte? …El
hecho de que ustedes no los tengan es la razón por la que son pueblerinos.
Satoru Suzuki continuó haciendo comentarios sobre ellos, como si quisiera que la gente le
dijera que los dejara en paz. Esto también fue parte del acto, y se disculpó internamente
con ellos.
Después de que los empleados escucharon esto, se reunieron para una discusión. Proba-
blemente estaban hablando de cuánto impuesto cobrar por el Caballo Golem, ya que no
había precedentes para ello. Después de una breve charla, decidieron gravarlo igual que
cualquier otro caballo y discutir el resto con el marqués más tarde.
Después de pagar el peaje por Satoru Suzuki, Keno, un caballo y el grano, recibieron un
permiso para entrar a la ciudad.
El Capitán se dirigió a Satoru Suzuki mientras éste tomaba las riendas y se preparaba para
hacer andar a su caballo.
—Eh, sí. Tengo que decir esto. Comerciante de los Huesoviejos… Iré al grano. Sería mejor
que no revelaras tu cara en esta ciudad.
—¿Y por qué sería eso…? ¿Ahh, es porque piensa que la gente me confundirá con un
nomuerto? Que me confundirán con los…
—Ahhh, entiendo, entiendo. —El Capitán calló a Satoru Suzuki mientras éste último
comenzaba a levantar la voz, de en un tono extremadamente molesto.
—…Un caso de identidad equivocada sería muy malo. Dicho esto… aunque es muy natural
que odiemos a los nomuertos, parece que sus reacciones son un poco excesivas, ¿pasó
algo?
—Ahhh, de hecho lo hizo. Sin embargo, eso fue hace más de 20 años. Una gran cantidad de
nomuertos una vez invadieron esta nación, y fue conocido como el Desastre Nomuerto.
Ese incidente causó un gran daño y si bien esta ciudad no se vio directamente afectada por
ello, tenemos a personas que perdieron familiares y amigos. ¿Lo entiende?
Parecía estar relacionado con el incidente en el país de Keno que había convertido a su
gente en Zombis.
Sin embargo, este país estaba lejos de allí, y había otro país entre ellos. Además, los zombis
de esa ciudad simplemente deambulaban. ¿Por qué se habían desbordado hacia este país?
—Y eso no es todo. Si se dirige al noreste de aquí y al siguiente país, podrá ver los mismos
o más nomuertos. Parece que había demasiados con los que lidiar.
Era en la dirección opuesta de donde habían venido Satoru Suzuki y Keno, en la dirección
del país de Keno.
—Hm… —Satoru Suzuki hizo una pregunta indirecta—. Siento que debe haber alguna
razón por la que aparecieron todos esos seres nomuertos. ¿Hubo algún tipo de gran guer-
ra? Es común que los cadáveres que quedan en el campo de batalla comiencen a moverse.
— No estoy seguro de eso. Todo lo que sé es que los nomuertos aparecieron de repente.
Hay rumores que dicen que fue causado por algún hechizo que se salió de control... aunque
son solo rumores. Escuché que los países vecinos han desplegado sus tropas a lo largo de
la frontera para defenderse de los ataques de nomuertos.
Satoru Suzuki no lo pensó mientras respondía. Los líderes d este país seguían siendo bas-
tante inteligentes, ya que no habían aprovechado esta oportunidad para invadir a sus veci-
nos que estaban reteniendo a los nomuertos por ellos. No, los nomuertos eran su enemigo
común, por lo que era probable que hubieran enviado sus propias fuerzas para respaldar-
los.
—En cualquier caso, es por eso que somos tan cautelosos con los nomuertos. Así que espe-
ro que no haga nada para que otros lo malinterpreten.
—Muy bien… ah, mis disculpas, —Satoru Suzuki tosió levemente—. Entiendo lo que qui-
ere decir. Entonces, cubriré mi rostro con una máscara… pero, ¿podría hacerme un favor?
—¿Qué cosa?
—Si hay una posada de lujo que recomendaría, ¿podría molestarlo para que envíe a uno de
sus hombres para que me ayude a hacer un recado? Díganle que un comerciante de los
El rostro del capitán se arrugó brevemente. Probablemente no quería que los guardias de
la puerta sirvieran de corredores para un simple comerciante.
—Si me ayuda, eso mejorará la opinión que tenemos los Huesoviejos de esta ciudad,
¿sabe?
—…Ah, muy bien entonces. No hay remedio. Lo daré como disculpa por confundirlo con
un nomuerto. ¡Oye! —Le gritó a un guardia cercano—. Tú, ve a la Posada del Dosel.
Después de escuchar al Capitán decirle cómo ir a la posada, Satoru Suzuki sacó una bolsa
de cuero y le entregó una moneda de oro al Capitán.
—Ya veo. Ustedes los Huesoviejos si que son diferentes a los nomuertos. Cuídese señori…
quiero decir Madame.
—Gracias.
Keno, que había estado en silencio todo este tiempo, asintió con la cabeza y la carreta pasó
por las puertas de la ciudad.
Esto no se refería a su huella arquitectónica, sino al tamaño total de todo el edificio; cada
puerta medía al menos cuatro metros de altura. Sin embargo, todavía no podría acomodar
grandes razas como Gigantes, por lo que, para decirlo sin rodeos, sus intentos de atraer a
todos no lograron ganarse a nadie.
Al contrario de lo que parecían, las puertas se abrieron fácilmente. No había usado mucha
fuerza, incluso un niño debería haber podido empujarlas para abrirlas.
Probablemente se trataba de una posada con restaurante, dado que había gente sentada y
bebiendo a mitad del día. Parecieron sorprendidos al ver la máscara de Satoru Suzuki.
Ignoró su reacción y luego notó al camarero. «Ya veo, no me extraña que la posada fuera
construida tan grande», reflexionó Satoru Suzuki.
El camarero era un hombre enorme de más de dos metros y medio, y tenía un cuerno
141 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
enorme que sobresalía de su frente y apuntaba al cielo.
Ante él, Satoru Suzuki volvía a ser como un niño. Caminó directamente hacia el hombre y
se subió a uno de los taburetes junto a la barra con cierto esfuerzo.
—Me gustaría una habitación para dos, por una noche. ¿Será eso un problema?
—Para nada, y tengo que disculparme, hombrecillo, nuestras sillas no son demasiado ade-
cuadas para gente más pequeña.
«¿Se está burlando de mí?», pensó Satoru Suzuki. Sin embargo, su rostro implicaba que no
lo estaba haciendo, lo que significaba que estaba siendo sincero.
Si bien había muchas formas de entretenerse durante un viaje, vivir en el lujo era esencial
para la pareja, al no poder disfrutar de una buena comida, por eso, siempre se alojaban en
las posadas de más alta categoría cada vez que iban a una ciudad.
—¿Es así? Entonces, ¿qué hay de la habitación? Incluso la cama de una habitación individ-
ual sería suficiente para los dos, lo que también sería más barato.
—No hay necesidad de eso. No me hace falta dinero. Dame una habitación doble.
El posadero silbó.
—Ojalá pudiera hacer lo que quisiera como tú. Adelante, arrójame tu dinero entonces. Vea-
mos… —El posadero se inclinó y cuando volvió a subir tenía una llave en su mano— Toma
esto. Oh sí, ¿podría preguntar cómo llegaron aquí ustedes dos, invitados de honor?
—Tomamos un carromato. El soldado que vino antes se está ocupando de él. Nuestros
bienes son solo unas cuantas bolsas de grano.
—Oh, ¿entonces qué hay de la bestia que tira de tu carromato? Su comida será extra, al ig-
ual que un mozo que la cuide.
—¡Huh! —El posadero exclamó de repente—. Así que había cosas como esa. Supongo que
no estoy al corriente en estas cosas. Bien hecho.
Satoru Suzuki podía sentir que los clientes que estaban bebiendo tranquilamente al prin-
cipio ahora estaban todos concentrados en él. ¿El tema de un Golem les había llamado la
atención? ¿O habían mirado inconscientemente en respuesta a que el posadero levantara
la voz?
«No han mirado para otro lado después de un tiempo, así que debe ser lo primero» pensó
Satoru Suzuki.
Si fuese lo último, habrían perdido el interés rápidamente. Como no habían mirado hacia
otro lado, parecería que sabían algo sobre los Golems.
«¿Es porque hay Golems trabajando en la ciudad o todos los viajeros han oído hablar de
esas cosas?»
—Adquirir este Caballo Golem me costó un dineral. ¿Oh, cuánto cuestan las tarifas por la
habitación? Ah, sí, ¿Podrías omitir el costo de las comidas? Planeamos salir para probar las
delicias locales.
El posadero sospechó brevemente, pero luego aceptó la explicación de Satoru Suzuki de
inmediato. Quizás había recordado la descripción de los guardias de Satoru Suzuki.
—Ah, entonces así es como va a ser, hombrecillo. Eh; sí, tal vez sea para mejor. Es posible
que tú puedas aguantarlo, pero creo que tu amiguita no podrá soportarlo.
—Bueno, nuestras porciones son suficientes para llenar nuestro estómago. Una gran
ración ronda por los dos kilos. ¿Podrías terminar todo eso?
—Imposible.
El posadero se rió con un fuerte “Wajajaja” al escuchar la pronta respuesta de Satoru Su-
zuki. Después de eso, declaró el precio, que era bastante bajo a comparación de todas las
otras posadas que habían encontrado durante el transcurso de su viaje.
Ahora, quedaba por ver si ese precio era justo. Después de todo, los precios de las cosas
variaban de ciudad a ciudad, y eso también se vería afectado por la habitación que les
daban. Las cosas se volvían aún más complicadas una vez que se tenía en consideración
que esta era una ciudad importante en el dominio del Marqués. Sin embargo, las posadas
de alto nivel en las capitales nacionales generalmente tenían muy pocas habitaciones li-
bres, y los gastos de quedarse en una por una noche serían de cinco a diez veces más altos
Después de preguntar por qué el precio era tan bajo, la respuesta que recibió fue: “Esto es
sin el costo de la comida”.
Parecería que esta posada no solo proporcionaba una gran cantidad de comida, sino que
también confiaban mucho en la calidad de su cocina. Satoru Suzuki de repente sintió una
punzada de arrepentimiento por su incapacidad para comer. No, para ser precisos, sentía
lo mismo cada vez que iba a un nuevo país, un nuevo mercado o una nueva plaza.
—Keno.
—Mm.
Esa palabra fue más que suficiente para que Keno entendiera las intenciones de Satoru Su-
zuki. Sacó una bolsa y entregó la cantidad que había pedido el posadero. No hace falta de-
cir que fue solo un depósito.
—¡Vengan de nuevo!
El posadero le entregó una enorme llave y luego le dijo brevemente a Satoru Suzuki sobre
la ubicación de la habitación. Después de eso, Satoru Suzuki y Keno subieron las escaleras
que conducían a su habitación en el segundo piso.
***
Cada paso individual era muy alto, y Keno tuvo más dificultades para subirlos que Satoru
Suzuki. Sin embargo, ambos eran nomuertos, y subir un tramo de escaleras no era sufici-
ente para cansarlos. Su habitación era muy espaciosa, y lo primero que notaron fue que el
techo era muy alto. Luego, notaron las dos camas enormes —de un tamaño más allá del
tamaño King— que estaban justo en el medio de la habitación, y luego advirtieron el gabi-
nete y los bancos excepcionalmente grandes.
Keno exclamó con deleite y se tiró a la cama, y luego, la expresión de su rostro desafió toda
descripción. Probablemente había esperado rebotar después de saltar a la cama, pero no
había resortes adentro, y lo que sintió en su lugar fue una sensación rígida.
Dicho esto, las sábanas blancas y limpias por sí solas merecían una calificación aprobato-
ria.
Se había convertido en una tradición para los dos visitar los mercados cada vez que llega-
ban a una nueva ciudad. No solo cumplía con el requisito de comprar artículos necesarios
para sus viajes, sino que también les permitía investigar el mercado.
—Bueno, sobre eso… es divertido pasear por las calles de la ciudad, y necesitamos encon-
144 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
trar un mercado y hacernos una idea de la situación mientras los granos no se hayan po-
drido. Aún así, esperaba aprender más sobre los países vecinos. Después de todo, tu cono-
cimiento está desactualizado, Keno.
«Yo y mi bocaza», se lamentó Satoru Suzuki al ver su reacción. Sin embargo, disculparse
ahora probablemente solo lo empeoraría, así que probablemente era mejor fingir que no
se había dado cuenta.
Parecería que ella no estaba particularmente enojada. Después de escuchar la pronta re-
spuesta de Keno, un peso se levantó del corazón de Satoru Suzuki.
Entre los dos, los comerciantes eran mejores para obtener información precisa, pero en
términos de temas generales, los bardos ocupaban el primer lugar.
Dado que la información sesgada podría resultar en grandes pérdidas, los comerciantes
normalmente dedicaban mucho esfuerzo a garantizar que sus noticias fueran confiables. A
su vez, los bardos buscaban historias de más lejos, pero no estaban demasiado preocupa-
dos por la precisión. Ser interesante era suficientemente bueno. Sin embargo, había casos
en los que algunas historias que parecían falsas —curiosidades interesantes de tierras le-
janas— realmente habían sucedido.
En resumen, dado que Satoru Suzuki y Keno querían saber más cosas, era obvio que ele-
girían un bardo.
Incluso si las noticias que obtenían fueran falsas o solo rumores, sería simplemente una
cuestión de suspirar con arrepentimiento y decir: “Ahhh, que pena, parece que vine hasta
aquí por nada. ¿A dónde debo ir ahora?”. Eso se debía a que eran nomuertos, al poseer una
esperanza de vida infinita, podían permitirse ser tan despreocupados.
También se podría decir que podían saborear la alegría de la situación porque eran
nomuertos.
Los bardos consideraban que contar historias era un trabajo. Lo harían con entusiasmo si
se les pagaba.
Por otro lado, los comerciantes eran del tipo de personas cuya información se refería a
sus intereses. A veces, sería difícil sacarles algo, y es posible que no compartieran lo que
sabían honestamente con Satoru Suzuki y Keno, ya que eran extraños. Si intentaban pre-
sentarse a través de un gremio de comerciantes, un problema era que había tantos gre-
mios como bienes comerciales, y otro era que los miembros del gremio solían ser bruscos
con los forasteros, citando razones como acuerdos de secreto y reglas del gremio y simi-
lares. Por lo general, terminaba siendo muy molesto.
Si bien los bardos también tenían sus gremios, sus directivos no eran tan estrictos como
los del gremio de comerciantes. Por supuesto, algunos de ellos tenían reglas estrictas, pero
los trotamundos experimentados de tierras lejanas —en otras palabras, bardos de nivel
superior— generalmente tenían menos dificultades en los gremios. Sin embargo, Satoru
Suzuki y Keno no estaban preocupados por esos detalles.
Satoru Suzuki sonrió para sí mismo y parecía que Keno no lo había visto. Sin embargo, ella
arrugó la frente y sonrió amargamente por alguna otra razón.
Satoru Suzuki sintió que había algún otro significado detrás de su expresión, y decidió de-
jar que ella le diera una puntuación por esa broma de nomuertos que acababa de hacer.
—Ehhh…
Si bien no esperaba que fuera una broma desgarradora, de todos modos fue decepcionante
obtener una puntuación tan baja. Si esto fuera una evaluación de desempeño o algún tipo
de objetivo del departamento, Satoru Suzuki probablemente haría más negociaciones con
su jefe.
Después de pagar la tarifa de presentación al posadero, el hombre trajo al bardo que había
146 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
recomendado en poco tiempo. Dicho bardo estaba vestido con ropa que era tan elegante
como esta posada, y era miembro de la raza humanoide de los Cuatro Ojos que provenía
de una tierra algo lejana a esta. Una breve conversación con él reveló que era un bardo que
había viajado mucho, en otras palabras, uno de nivel bastante alto. Dicho eso, su nivel no
estaba ni cerca del de Satoru Suzuki.
Por supuesto, él solo se había encontrado con un ser de poder comparable al suyo durante
sus viajes.
Esa sería la entidad que residía en la cima que los hombres llamaban la más alta del conti-
nente, un poderoso enemigo que comandaba el gran poder conocido como Magia Salvaje:
el Lord Dragón de la Brillantez, cuyo enfrentamiento con Satoru Suzuki había terminado
en un empate.
Si bien no tenían idea de por qué era así, los idiomas extranjeros hablados en este mundo
se traducían automáticamente a una forma reconocible. Los sustantivos específicos con-
servaron su pronunciación original, pero otro vocabulario significativo era traducido. La
cuestión de quién había hecho esto y cómo lo había hecho era un acertijo que seguía sin
resolverse. La lógica detrás de la traducción de las letras de las canciones era más oscura;
las palabras de un cantante inexperto sonarían como tonterías inconexas y sin sentido. La
habilidad del ejecutante tampoco era el único criterio; la audiencia también necesitaba un
cierto grado de cultura y comprensión. Según Keno, ser capaz de entender con precisión
una canción era una marca de estatus social en la alta sociedad, y en realidad había clases
especializadas para tales cosas.
En cualquier caso, un filisteo como Satoru Suzuki que no solo no tenía gusto sino que
además era inculto solo sería capaz de pensar “¿Qué diablos está cantando este tipo?” no
importa lo hábil que fuera el cantante. Por supuesto, podría entender las palabras si no
fueran traducidas automáticamente; es decir, si alguien las cantara en japonés. Sin embar-
go, en todos sus años de correr al aire libre, nunca había escuchado a nadie hablar japonés.
Sin embargo, concluir que nadie aquí había usado los lenguajes del mundo de Satoru Suzu-
ki sería sacar conclusiones precipitadas.
Siendo que la mente de Satoru Suzuki estaba enfocada en tales asuntos, la canción del bar-
do le entró por un oído y le salió por el otro, pero fue un asunto diferente para Keno, quien
había recibido una educación real. Ella estaba perdida en la hermosa música, por lo que
Satoru Suzuki también fingió que estaba escuchando la canción.
Si bien no tenía idea de lo que cantaba el bardo, aplaudió junto con Keno al final de cada
canción. Aunque lo encontraba increíblemente aburrido, era una etiqueta básica para un
Satoru Suzuki no perdió el tiempo y comenzó a preguntarle sobre los rumores de los
países vecinos y lo que había visto en el camino hacia aquí.
Después de unas tres horas, Satoru Suzuki sintió que había aprendido lo suficiente del bar-
do, por lo que dejó brevemente su lugar. Cuando regresó, colocó una bolsa de cuero sobre
la mesa.
El bardo no hizo ningún intento por ocultar su sorpresa mientras sacaba las monedas de
oro de la bolsa.
—¿Se equivocaron de cantidad? —En respuesta a la pregunta del bardo, la actitud de Sato-
ru Suzuki cambió a una de franca generosidad.
Keno asintió y emitió sonidos de aprobación. Si Satoru Suzuki solo le hubiera pagado una
miserable suma, probablemente ella habría sacado su propio bolso para recompensarlo.
Satoru Suzuki había discernido hacía mucho tiempo su deseo de recompensarlo.
El contenido de la propia billetera de Satoru Suzuki era evidente, pero Keno también esta-
ba forrada. Habían dividido los fondos de los diversos miembros de “Corpus del Abismo”,
de manera uniforme entre ellos. Keno originalmente se había negado, pero como viajaban
juntos, significaba que eran socios iguales.
Aún así, Satoru Suzuki estaba a cargo del efectivo robado en su mayor parte, aunque le
había dado las gemas y cosas por el estilo a Keno. Había una cierta razón para este arreglo,
y Keno no parecía descontenta con eso.
—Usted, usted es demasiado amable, no pensé que mi interpretación sería tan bien recibi-
da. ¡Gracias!
Si bien la cantidad que le había pagado al bardo en este momento era más de la tarifa ha-
bitual dadas las circunstancias, probablemente no despertaría sospechas si dijera que era
porque apreciaba las habilidades de este bardo.
A cambio del reconocimiento de Suzuki Satoru, la otra parte había desarrollado una gran
buena voluntad hacia él. Éste fue un ejemplo de cómo un regalo de dinero apropiado podía
Naturalmente, diez monedas de oro eran cambio de bolsillo para Satoru Suzuki. Si tuviera
la intención de hacerlo, incluso pagar cientos de veces esa cantidad ni siquiera comenzaría
a levantar una arruga en su frente. Sin embargo, no era así como se hacían las cosas. Pagar
de más, especialmente muy por encima del precio de mercado, tendía a llamar la atención
de personas malvadas y calculadoras y todos los problemas que traían a su paso.
—Ella tuvo una opinión muy elevada de tu canto, mientras que yo estuve impresionado
por tus conocimientos. Nos quedaremos aquí durante los próximos días. Durante este ti-
empo, espero que continúes recopilando información, si me agrada, te seguiré pagando.
Satoru Suzuki sintió que sería mejor ahorrar la energía de cazar a varias personas para
conocer la situación y, en cambio, entregarle esa tarea al bardo. En el caso de los comerci-
antes, los bardos tendrían menos probabilidades de despertar sus sospechas de lo que lo
harían ellos, y el bardo también sería un mejor juez para determinar si su información era
confiable o no.
En otras palabras, Satoru Suzuki había pagado esa gran suma hace un momento para pon-
er al bardo de su lado y asegurarse de que se entregara de todo corazón a su tarea de reco-
pilar información.
—Muy bien. Ah, sí, dado que tu tamaño es similar al nuestro, ¿podría preguntar dónde te
alojas?
—¡Ya veo! Bueno, es cierto que la mayoría de los huéspedes que esta ciudad entretiene
tienden a ser grandes. Resido en una posada operada por el gremio.
—Entonces parece que no podremos ir allí. Lo entiendo. En ese caso, ¿podemos volver a
invitarte aquí en tres días?
El bardo salió de la posada de buen humor. Las personas con mucho dinero aligeraban sus
pasos considerablemente.
—Sí, lo era.
Sin embargo Keno, una nomuerta similar, había sido influenciada por la canción, así que
ésa probablemente no era la razón. Aún así, Satoru Suzuki no pudo evitar pensar en ese
sentido. Keno continuó hablando sin darse cuenta de lo que estaba pensando Satoru Suzu-
ki. Quizás una Keno normal podría haber sentido lo que estaba en la mente de su com-
pañero, pero ahora estaba demasiado emocionada como para preocuparse por esas cosas.
—Si bien espero con ansias que pasen tres días, no creo que alcance el estándar de hace
unos momentos si escribe una nueva canción.
—Hmm, supongo.
Podría haber expresado estar de acuerdo, pero Satoru Suzuki no entendía esas canciones
en absoluto. Keno entrecerró los ojos y lo miró.
— Mentiroso.
—¡Hrg!
—Olvídalo, esta vez lo pasaré por alto. Entonces, ¿daremos un paseo por las calles
después?
—Ése era el plan original, pero… — Satoru Suzuki miró por la ventana, que estaba acrista-
lada con un vidrio grueso que no dejaba pasar mucha luz—. El sol ya se ha puesto. Pasa-
mos bastante tiempo escuchándolo.
— ¡No no no! No me malinterpretes, Keno, no me quejo de ti. Perderse en una música tan
maravillosa es un placer que rara vez se disfruta. Todo lo que estaba diciendo era que sería
mejor si pudiéramos llevar un mejor registro del tiempo. Y además, incluso si es tarde,
solo significa que no puedes salir.
—¿Eso no es porque no soy mayor? …Lo tengo, ¿qué tal si mentimos que soy de una raza
que ya es mayor de edad?
En teoría, no era imposible. Después de todo, al igual que las grandes razas que frecuenta-
ban esta posada, también había razas pequeñas. Si bien era imposible decir que Keno era
una niña basándose en su altura, sería imposible engañar con éxito dados sus delicados y
Además, se podía saber si alguien era mayor de edad al mirarle la cara, incluso si era
pequeño. Sin embargo, generalmente solo las razas que eran similares entre sí podían no-
tar la diferencia por su apariencia. Por ejemplo, la sonrisa de un semihumano podría ser
tomada como intimidación por un humanoide.
En cualquier caso, si insistieran en que Keno era un adulto, los semihumanos podrían no
saberlo, pero la mayoría de los humanoides probablemente no lo creerían.
—Es cierto…
Usar una máscara en la calle provocaría miradas sospechosas de los transeúntes, a menos
que estuvieran realizando algún tipo de fiesta religiosa. De hecho, el rostro de Satoru Su-
zuki ya había atraído muchas miradas, y si no fuera por esa única vez en la que había in-
tentado y no pudo usar ilusiones para ocultar sus rasgos, tampoco hubiera querido andar
exponiendo su rostro.
— Podemos intentarlo la próxima vez que vayamos a un lugar con pocos o ningún human-
oide. Supongo que cuenta como un experimento para ver si las personas aceptan esa excu-
sa.
—No voy a caer en eso. Además, ¿cómo me miraría la gente si trajera a una niña conmigo
en la calle principal por la noche?
El hecho era que las palabras de Satoru Suzuki no serían del todo precisas si estuviera
caminando por el distrito de los pobres, donde se podían ver niños callejeros en todas par-
tes. Ir por allí con ropa gastada merecería una mirada como máximo.
Además, también sería muy problemático si Keno estuviera en harapos. Si una niña en
harapos caminaba con un adulto vestido normalmente, este último probablemente sería
tomado por algún pervertido degenerado que se había comprado una prostituta infantil.
Naturalmente, Satoru Suzuki no quería que lo confundiera con ese tipo de persona. ¡Defin-
itivamente no!
Pero en ese caso, ¿cómo podía dejar que Keno caminara naturalmente por las calles noc-
turnas?
La respuesta era que Satoru Suzuki y Keno tendrían que vestirse mal.
De esa forma, a la gente del distrito de los pobres probablemente no les importaría.
Sin embargo, habían quedado con encontrarse con alguien esta noche, así que esa ruta
también estaba descartada. Por lo tanto, no podía salir con Keno esta noche.
Aún así, dadas las circunstancias, todo lo que Satoru Suzuki y Keno debían hacer era mov-
erse por separado.
Siempre y cuando se vistiera con harapos, Keno podría caminar por las calles de noche sin
atraer la atención. Y aunque Keno era pequeña, todavía era una Vampira. Sus atributos físi-
cos excedían con creces los de un adulto promedio. Combinado con la mejora en sus habil-
idades mágicas durante los últimos cinco años, debería ser capaz de manejar cualquier
cosa que surja. Además de eso, tenía los objetos mágicos que Satoru Suzuki le había
prestado, por lo que aún podría huir incluso si Keno se enfrentaba a alguien más fuerte
que ella.
Sin embargo, ninguno de los dos quería salir y ser un imán para los problemas.
Los nomuertos eran enemigos de los vivos; si surgiera un problema, nadie los escucharía.
—Pero…
— Entiendo cómo te sientes y sé que debes estar triste por esto. Pero aún debo insistir en
que te quedes aquí esta noche hasta que vuelva a salir el sol.
Satoru Suzuki sabía lo que estaba pensando Keno. Las noches aburridas eran difíciles de
pasar para los nomuertos, que no necesitaban dormir ni descansar. Además, la ciudad de
noche se veía bastante interesante; se podían ver muchas escenas que eran dramática-
mente diferentes a las del día. Aunque a veces era más peligroso, eso lo hacía más emocio-
nante, especialmente cuando dichos peligros eran completamente intrascendentes para
— Keno, ¿no te he estado diciendo esto todo este tiempo? Siempre que llegamos a una ciu-
dad por primera vez, tenemos que quedarnos por la noche antes de averiguar la situación.
Además, Keno podría tener suficiente poder de lucha para defenderse, pero un encuentro
con un enemigo de nivel de héroe aún era muy peligroso.
Todo este tiempo, él siempre la había hecho quedarse quieta hasta estar seguro de que no
había nada en la ciudad que ella no pudiera manejar.
En los últimos cinco años, habían pasado las noches en las que el sol estaba ausente del
cielo hablando.
No necesitar descansar significaba que tenían más tiempo juntos; en términos de rela-
ciones humanas, era como si hubieran viajado juntos durante unos diez años.
Quizás en días normales podría haber cedido y accedido, pero hoy, Satoru Suzuki se man-
tuvo firme y negó con la cabeza.
—Ésa también es una buena idea, pero haré lo que siempre hago: recopilar información de
las calles por la noche.
—¡Idiota!
—Por eso necesito que te quedes y te ocupes de la casa, pequeña señorita Keno. ¿Lo en-
tiendes?
—...Bien, lo entiendo. Iré a leer algunas de las notas de investigación que robamos. Si tengo
que hacer algún experimento, tienes que ayudarme, ¿de acuerdo?
Las notas de investigación que habían recuperado de los miembros de “Corpus del Abis-
mo” tenían que ver con el mejoramiento de sus habilidades para dominar a nomuertos
más poderosos, aprender a lanzar hechizos de niveles más altos, mejorar los atributos de
La propia Keno se había beneficiado de ellos. Parecía que se había vuelto un poco más
fuerte. De hecho, ella, que originalmente carecía de la capacidad de dominar a los nomuer-
tos, ahora poseía tal habilidad. Desde la perspectiva de los sistemas de clases raciales y
laborales de Yggdrasil, eso debería haber sido imposible.
Una era que Satoru Suzuki ya no podía aprender nuevas habilidades; en otras palabras, es-
taba completo.
La otra era que se requería una investigación más profunda para fortalecer a alguien del
nivel de Satoru Suzuki.
En cualquier caso, esta investigación no podía ser realizada por el propio Satoru Suzuki,
por lo que Keno disfrutaba sumergiéndose de lleno en ese trabajo.
Satoru Suzuki dejó a Keno con un “Haz tu mejor esfuerzo” —parecía hacerla muy infeliz—
y salió de su habitación.
En el camino, Satoru Suzuki —quien no tuvo más remedio que esconder su rostro con una
ilusión y cambiarse de ropa— abrió la puerta indicada que conducía a una tienda, y se sor-
prendió levemente.
«Ya veo». Satoru Suzuki entendió por qué tenían que reunirse aquí.
Nunca había entrado en un lugar así durante su viaje. Como un nomuerto que no podía
En otras palabras, Satoru Suzuki no tenía idea de cómo comportarse aquí. Sin embargo, el
espectáculo tenía que continuar. Sería malo si se avergonzara aquí. Justo cuando Satoru
Suzuki estaba perdido, un asistente con un elegante atuendo se acercó a él.
—Bienvenido.
Antes de que el hombre se le acercara, Satoru Suzuki sintió que había estado midiendo su
atuendo. Si no hubiera logrado la calificación para entrar al bar, probablemente le habrían
pedido cortésmente que se fuera. En otras palabras, había atravesado la puerta.
Como precaución, se había cambiado de ropa después de escuchar sobre la atmósfera den-
tro de este lugar. Eso parecería que había sido lo correcto.
Aún así, no debería mencionar que se había cambiado en medio de la calle bajo la cobertu-
ra de 「Perfecto Incognoscible」.
Miró dentro del bar oscurecido —hacerlo no fue un problema para Satoru Suzuki que era
nomuerto— y vio a un hombre sentado en un sofá saludándolo.
Satoru Suzuki fingió que no había visto al hombre de inmediato y continuó mirando a su
alrededor durante un rato antes de acercarse.
Había optado por adoptar una actitud altiva como muestra de fuerza, el hombre no parecía
desaprobarlo, pero eso era de esperar. El empleador, o más bien el dinero, era el jefe; eso
era lo mismo sin importar en qué mundo se encontrara.
—No, no, llegaste a tiempo. Fue simplemente que yo estuve muy temprano.
No había copas en la mesa frente al hombre, pero estaba claro que ya había tomado algu-
nas, dado el olor a alcohol que lo rodeaba. El hombre había llegado temprano porque se
trataba de un establecimiento de alto nivel y Satoru Suzuki estaba pagando la factura. Por
supuesto, eso no era todo.
Él era el líder de una hábil banda de exploradores mercenarios. Tenía que haber alguna
otra razón para elegir este lugar además de beber.
Estos exploradores no eran como compañías mercenarias cuyo número giraba alrededor
de docenas o cientos. Para empezar, había menos de diez de ellos, todos de élite, en su gru-
po. Tomaban trabajo sin estar sujetos a lealtades nacionales. Las misiones que aceptaron
involucraron guerras entre naciones, investigación de ruinas que se dice que son guaridas
de monstruos, matar monstruos y varias otras tareas relacionadas con la violencia. Si uno
estaba siendo amable, podrían llamarse mercenarios de élite. Si no, eran una banda de ma-
tones.
Hace más de un mes, en una ciudad cercana, Satoru Suzuki los había contratado para lle-
var a cabo una investigación. Había venido aquí hoy para conocer los resultados de su tra-
bajo.
—Dime entonces.
—Oye, oye. He estado pensando en esto por un tiempo, pero ¿no bebes? Me sentiré mal si
bebo solo, ya sabes. Beber también ayuda a simplificar las negociaciones.
El hombre parecía estar usando algún tipo de proverbio, pero Satoru Suzuki nunca había
oído hablar de él antes. Por supuesto, Satoru Suzuki sabía que le faltaba conocimiento, por
lo que podría haber sido una forma normal de hablar. El hombre hizo una seña y un ca-
marero se acercó silenciosamente.
—Dale a este viejo... ah, mis disculpas. Dale algo de beber a mi generoso empleador
Fue un acto, como antes. Para evitar tener que seguir rechazando varias ofertas, era más
fácil para él actuar así. Desde la perspectiva de un adulto, si uno seguía rechazando las in-
vitaciones para salir a beber, eventualmente la gente dejaría de invitarte a salir.
—Como estaba diciendo hace un momento… —las palabras del hombre se apagaron mien-
tras se rascaba la cabeza—. Ahhh, en ese caso, dame un Clare.
—Ciertamente.
Satoru Suzuki vio al camarero irse, y el hombre bajó la voz para hablar.
—Ahora bien, reportaré nuestros hallazgos. Los Zombis se apoderaron de la ciudad que
nos dijeron que investigáramos. No se sabe si hay alguien viviendo allí.
—¿Es así?
Ése era el resultado que había esperado, por lo que la voz de Satoru Suzuki era tranquila.
Quizás el hombre no estaba contento con eso, porque cambió su tono. Sin embargo, podría
haberlo fingido. Era el tipo de persona que no dejaba que sus verdaderos sentimientos se
mostraran incluso cuando estaba borracho. Por lo tanto, probablemente estaba tratando
de enfatizar cómo se sentía.
—Ésta es la tercera ciudad infestada de Zombis que nos has hecho revisar, ¿sabes? ...¿No
crees que ya es hora de que nos digas por qué? ¿Por qué no nos dejas ingresar a las ciu-
dades e investigar en detalle? ¿Qué deseas?
Si bien no había necesidad de responder esa pregunta, sería malo que hubieran decidido
irrumpir por su propia cuenta. Sería mejor si pudiera responder de una manera que no
revelara sus intenciones y eliminara su interés en el asunto.
—Entonces responderé tu pregunta con una pregunta. Establecí la regla férrea de que “no
deben entrar en la ciudad”. ¿Lo hicieron?
—No.
No podía confiar en eso. La cantidad que Satoru Suzuki había acordado pagar parecería
poca cosa si hubieran entrado en la ciudad y saqueado sus tesoros.
Todavía no era el momento de enterarse de la verdad con hechizos de control mental. Esos
no eran una buena elección; habría problemas una vez que terminara el hechizo. Podía se-
cuestrarlo y usar 「Alterar Memoria」 en él, pero no confiaba en su capacidad para ajustar
los recuerdos con magia.
Ser bueno en estas alteraciones llevaría mucho tiempo, y su práctica implicaría convertir a
una persona en un vegetal. Dado que no poseía una base de operaciones adecuada, era un
curso de acción poco realista.
Parecería que los países alrededor de Inveria no habían enviado sus ejércitos para sofocar
estas ciudades.
Sin embargo, estos países deberían haber sabido que los ciudadanos de sus vecinos se
convirtieron en Zombis. A algunos de esos países le podría haber pasado lo mismo a su
gente. Quedaba por ver si esos países optaban por emprender una acción militar o se esta-
ban preparando para hacerlo.
Dado que los nomuertos eran enemigos de todos los seres vivos, no había ningún beneficio
directo en eliminarlos.
Incluso si exterminaran a los Zombis y liberaran una ciudad, todo lo que ganarían sería
una tierra sin mano de obra. Esa tierra les sería inútil.
Quizás sería útil si tuvieran un exceso de bocas y suficiente mano de obra. Pero si no tu-
vieran tanta población, tomar y mantener territorios innecesarios solo se convertiría en
una carga, ya que uno necesitaba fuerzas de guarnición más grandes a medida que el terri-
torio crecía.
Pero si dejaban solos a los nomuertos, podría llevar a la aparición de nomuertos más
poderosos, por lo que tendrían que enviar sus ejércitos eventualmente. Sin embargo, se
necesitarían negociaciones para no agitar a sus vecinos al mover sus fuerzas, y luego los
nobles se pasarían la responsabilidad de participar en los exterminios los unos a otros.
Tales asuntos llevarían mucho tiempo.
Y otra cosa era que mientras se desconociera la causa de la situación, enviar a sus tropas
podría llevarlos a convertirse en nomuertos. Cualquiera con cerebro podría darse cuenta
de eso.
Por lo tanto, estos hombres sin amo que eran impulsados por los deseos eran la oposición
más amenazante aquí.
Por lo tanto, necesitaría desengañarlos de esa noción con una medida preventiva, incluso
si eso significaba mentirles.
—Ya veo... eso es bueno, —dijo Satoru Suzuki mientras bajaba deliberadamente la voz—.
Digo; ¿por qué crees que la gente de la ciudad se convirtió en nomuerto?
Bueno, sí, mucha gente moriría si caminara por la calle con su habilidad activa, Satoru Su-
zuki sonrió amargamente en su corazón. Por supuesto, tales seres nomuertos no eran
nada especial para él, pero parecería que eran muy poderosos en este mundo.
«Recuerdo que había un guerrero mágico montado en un Devorador de Almas entre los
miembros de “Corpus del Abismo”, pero era increíblemente débil. Oh bueno…»
—No lo creo. Creemos que podría haber algún tipo de plaga o maldición actuando aquí. —
La expresión del hombre no cambió al escuchar hablar de “nosotros”. Satoru Suzuki lo ig-
noró y continuó hablando—. Probablemente no sea veneno. Si hubiera una nube tóxica
que pudiera cubrir una ciudad entera —por supuesto, una nube que convirtiera a criatu-
ras en nomuertos sería algo diferente— pero nunca he oído hablar de algo así antes.
—No, es más probable que un veneno. Después de todo hay plagas que son exclusivas de
los nomuertos. Quizá esta plaga Zombi sea algo así: altamente infecciosa, transmitida por
un vector en el aire y que no puede ser tratada por 「Sanar Enfermedad」. …Una enferme-
dad maldita.
—Ah, ah, ya veo. Como la Fiebre Demoniaca, entonces. Por eso no querías que entremos.
—Me alegra que lo entiendas. Normalmente, los organismos infecciosos deberían haber
muerto después de tanto tiempo, pero parece que las cosas no son normales. Esta enfer-
medad especial es diferente de las demás y podría estar al acecho en los cuerpos de los
Zombis. Además, puede que no sean Zombis normales, sino una nueva cepa infecciosa de
Zombis.
—Si bien no conocemos la causa, es posible que uno de ustedes también se haya infectado.
Sería bastante malo si se hubieran convertido en Zombis en el mismo lugar, pero el peor
de los casos es si tiene un período de incubación fijo. Eso sería problemático. La infección
podría extenderse a esta ciudad y las aldeas circundantes.
—Oye oye oye oye, jefe. Deberías habernos dicho sobre este peligro de antemano, ¿ver-
dad?
—Y si te lo dijera, ¿quién hubiera aceptado el trabajo? Además, una muerte habría dem-
ostrado si la ciudad era segura o no. En cualquier caso, no voy a perder ni un momento de
sueño si terminan muriendo porque no pudieron seguir las instrucciones.
—No lo hicimos. Soy un hombre de palabra... y juro que seguiré cumpliendo mi palabra en
el futuro.
—Bueno, qué lástima… ah, quise decir que te perdiste la oportunidad de obtener una gran
suma, es decir, la oportunidad de reunir la riqueza de toda una ciudad.
—¿Lo soy? Si realmente fuera un jefe terrible, ¿no te habría instado a entrar en la ciudad?
Te habría atraído con el señuelo de algún objeto raro, ¿no?
El hombre tomó un sorbo y luego exhaló en voz alta una bocanada de aire cargado de alco-
hol.
Satoru Suzuki arrojó una pequeña bolsa sobre la mesa. Luego, colocó una bolsa más
grande sobre la mesa, que tintineó.
El hombre abrió la bolsa más pequeña, comprobó que había cuatro piedras preciosas
grandes dentro y luego la cerró de nuevo.
Dado que las monedas de oro eran demasiado pesadas, las grandes transacciones se real-
izaban típicamente con piedras preciosas y similares. Algunos países usaban piedras pre-
ciosas para hacer un tipo de moneda de valor extremadamente alto llamada moneda de
gemas, o fabricaban monedas de mithril o adamantita, o “placas de oro” que tenían un val-
or más allá de su peso, pero este país no las usaba.
El hombre ya había abierto la bolsa y comprobado las monedas de oro que había dentro.
Era una gran suma.
—Entonces podrías haber usado gemas para ambas bolsas. Es difícil llevar estas cosas a
casa cuando estás borracho.
—Lo siento, pero por favor hazlo. Este dinero no es suficiente para una piedra preciosa. —
Satoru Suzuki luego murmuró para sí mismo—: Las finanzas también están bastante
ajustadas en mi extremo...
Quizás no tenía sentido semejante falsedad, pero valía la pena intentarlo. Estaría bien
siempre y cuando pudiera retrasar al hombre un poco.
—Ah, no necesitas hacer eso. No te confundas, pero confío en ti, ¿sabes? Después de todo,
esta es la tercera vez que nos contratas, y nunca has incumplido en el pago ni intentado re-
gatear demasiado el precio. Si dudara de ti incluso entonces, sería bastante descarado de
mi parte.
Se rió por un rato, y luego el hombre se dirigió a Satoru, con el resplandor de su alegría
aún en su rostro.
—Tú eres el que no confía en nosotros, ¿verdad? Bueno, no se puede evitar. ¡Ja ja! Entonces
déjame serte sincero. No quería ir contigo antes porque éste es un lugar elegante y no ten-
go la oportunidad de venir aquí a menudo, así que quería que me invitases algunas bebi-
das más.
«Ya veo... en otras palabras, quería que yo pagara la cuenta. Bueno, eso está bien...»
¿Pero habrá una próxima vez? Con ese pensamiento en mente, Satoru Suzuki sonrió de
Emplear a los mismos exploradores podría despertar sospechas, por lo que ya no estaba
dispuesto a contratar nuevamente al equipo de este hombre. Por eso le había pagado en
oro.
Pagarle en gemas hubiera sido bastante simple, pero no lo había hecho porque quería que
se lleve el oro que había robado de “Corpus del Abismo”.
Por ejemplo, si quisiera rastrear un lingote, tendría que ser claramente distinto de otros
lingotes: cosas tan pequeñas como dejar un rasguño obvio o alguna otra marca en él serían
importantes.
Sin embargo, si el hechizo utilizado no era de un nivel tan alto, una vez que se colocara en
un contenedor sellado o en algún otro lugar, como su inventario, por ejemplo, sería im-
posible de encontrar. Incluso hechizos de alto nivel no sería capaz de detectarlo a través de
las defensas mágicas apropiadas.
Dicho esto, después de considerar el peligro de retener cualquier cosa que tuviera la míni-
ma posibilidad de permitir que otros rastrearan su posición, Satoru Suzuki había decidido
distribuir estas monedas por todas partes. Había mantenido esto en secreto para Keno.
Naturalmente, mientras había dominado a los miembros del “Corpus del Abismo”, les
había preguntado varias veces si los objetos podían usarse como rastreadores. Sin embar-
go, ninguno de ellos había oído hablar de alguien que hiciera tal cosa. Dicho esto, si incluso
Satoru Suzuki podía pensar en una trampa como esa, ¿quién podía decir que los miembros
nomuertos de “Corpus del Abismo” no podrían hacer lo mismo?
«Lo que yo puedo hacer, otros también pueden hacerlo... quién sabe, puede que haya un
ser que pueda controlarme con la dominación de nomuertos.»
Tanto él como Keno estaban equipados con equipo que mejoraba su resistencia a la domi-
nación de nomuertos, pero eso de ninguna manera era una garantía de protección. Incluso
Satoru Suzuki, que era un nigromante sumamente especializado, no podía afirmar eso.
Además, el conocimiento de Satoru Suzuki se basaba en Yggdrasil.
Era cierto que la mayor parte de su conocimiento de Yggdrasil había demostrado ser cor-
recto durante los últimos cinco años, lo que también había sido de gran ayuda para Satoru
Suzuki. Pero también era cierto que ciertas cosas, como cómo funcionaba 「Deseo Ante
una Estrella」 habían cambiado. En ese caso, era posible que hubiera una manera de domi-
nar a un nomuerto de nivel 100.
Satoru Suzuki no se molestaría incluso si “Corpus del Abismo” capturara a ese hombre
para interrogarlo.
Ese hombre no conocía el verdadero rostro de Satoru Suzuki y la mayoría de las cosas que
le había dicho eran mentiras. Cualquier cosa que pudieran aprender de él solo terminaría
protegiendo a Satoru Suzuki.
Incluso saber para qué lo había empleado Satoru Suzuki no sería un problema. Si los
miembros de “Corpus del Abismo” intentaran usar eso en sus planes, en cambio jugaría en
las manos de Satoru Suzuki. Después de todo, podría terminar aprendiendo más de ellos
cuando los atacara como resultado de esto.
«...Pero no les ha pasado nada hasta ahora. Ya les pagué dos veces... ah bueno, no perderé
nada, incluso si mis esfuerzos fueron en vano. Pero la situación en la que me encuentro
ahora... ¿es lavado de dinero?»
Mientras pensaba distraídamente en todo esto, Satoru Suzuki pagó al barman tres veces el
valor de lo que el hombre había bebido hasta ahora.
No había forma de saber cuánto más bebería, pero como ya le había dado tanto, podría pa-
gar el resto de su propio bolsillo si aún no fuera suficiente. Con ese pensamiento en mente,
Satoru Suzuki dejó el bar.
***
El hombre, Bez Ku Broven (Bez, hijo de Broven, de la tribu Ku) había bebido bastante y
podía sentir el alcohol circulando dentro de él. Aun así, no fue suficiente para que se pus-
iera inestable. Incluso estaba bien si solo ralentizara sus pensamientos. Al ser un merce-
nario que se había ganado una buena cantidad de enemigos, Bez no mostraría a nadie nin-
guna debilidad.
Si bien hubo momentos en los que se había emborrachado para provocar al enemigo, en-
tonces tenía amigos con él. Y hoy, no había amigos con él.
«Si bien quería que siguieran al cliente... en realidad hacerlo sería una estupidez. »
Tenía una bolsa en un bolsillo interior y una bolsa que estaba tan llena que era difícil
caminar con ella. Comparado con lo que le había dado su cliente, sus gastos aquí no eran
163 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
mucho.
Cuando escuchó lo que dijo el camarero después de acercarse, Bez se rió alegremente.
Solo había estado bromeando en ese entonces, pero parecía que su cliente no tenía ningún
problema financiero, a juzgar por la forma en que podía pagar por Bez sin siquiera com-
prarse una bebida.
Si bien le hubiera gustado mucho brindar por el cliente en agradecimiento, el vaso que
tenía ante él estaba vacío y no estaba de humor para pedir más.
«Entonces vámonos», pensó. Fue solo cuando se puso de pie que se dio cuenta de que el
camarero aún no se había movido de frente a él.
Por alguna razón, una mirada peligrosa comenzó a asomarse a sus ojos justo cuando el ca-
marero comenzaba a hablar.
—¿Hm?
Bez frunció el ceño con disgusto. Y pensar que en realidad estaba pidiendo información
personal sobre un cliente, ¿cómo demonios estaba este lugar entrenando a su gente?
—Lo lamento muchísimo. Ese cliente estaba vestido con ropa exquisita, así que me pre-
guntaba qué tipo de persona debía ser. Estaba muy interesado en eso.
El camarero había dicho todo eso a pesar de que Bez no dijo nada. En otras palabras, esta-
ban diciendo: “También te daremos información, así que, por favor, dinos algo”.
—La sastrería, la costura, el material, todo es excelente. Probablemente sería uno de los
clientes mejor vestidos que hemos tenido aquí hasta ahora; de hecho, el mejor. En verdad,
no tengo ni idea de qué están hechas esas prendas.
Si ni siquiera los empleados de este establecimiento lo sabían, entonces debía ser algo
asombroso.
Si bien esta era la primera vez que Bez venía aquí, había escuchado que este lugar era pa-
trocinado por el círculo más alto de ciudadanos. Quizás los jefes tribales, al nivel de los
reyes, podrían venir aquí.
«Oye oye oye, qué clase de atuendo increíble era ese… pero, honestamente, ¿de dónde vino
ese tipo?»
¿Entonces es más asombroso que un jefe tribal? Quería preguntar eso, pero eso podría
tomarse por aceptar un intercambio de información. Bez no tenía intención de ir más le-
jos, por lo que se encogió de hombros.
—Escuché que es un comerciante. «Eso suena increíblemente falso», pensó Bez, pero lo
había dicho de todos modos—. Así que supongo que está hecho de tela de una tierra leja-
na. Quién sabe, puede que sean cosas normales allá.
—Seguro bromea. Si realmente era algo barato, como dice, entonces debe haber comercia-
do con naciones muy avanzadas... definitivamente no es un país de la región.
—¿No significa eso que debe haber venido de un lugar realmente lejano, entonces?
Aunque dijo eso, era cierto que Bez estaba muy interesado en su cliente.
Bez sintió que decir que era un comerciante no estaba muy lejos de la verdad. Eso se debió
a que no podía sentir un indicio de violencia por parte de su cliente; se sentía como una
persona común.
Cuando los contrató por primera vez, uno de los amigos de Bez, un guerrero bestia, reso-
pló y concluyó que era un oponente fácilmente vencible. Pero en la segunda ronda, había
comenzado a tener sus dudas.
Para empezar, el contenido de esta misión era bastante extraño, cuando uno se sentaba y
pensaba en ello. Era como si los estuviera enviando porque sabía que habría algo que en-
contrar. Además, ¿qué ganaría su cliente si se enterara de esto?
Se sentía como si estuviera tomando precauciones para evitar que Bez siguiera investigan-
do el asunto, pero también como si lo estuviera engañando. Si fuera lo primero, disiparía
las sospechas en su corazón, pero el temor en su corazón no desaparecería si fuera lo se-
gundo.
Sin embargo…
—Lo siento. Un cliente así que paga sin quejarse y que hasta paga la cuenta de mis bebidas
es el mejor cliente al que puedo aspirar. No hay nada que pueda decirte.
La riqueza de una ciudad, no, tres ciudades, era suficiente para hacerlo babear. Pero si ese
hombre estuviera respaldado por un país, sería malo que guardara rencor.
Tomar el tesoro y huir a otro país sería una cosa, pero el asunto no era tan simple como
ése. A veces, el odio podía extraer un poder inimaginable. Bez no quería pasar el resto de
su vida siendo perseguido por asesinos de élite contratados por algún país.
Mientras el otro tipo no lo traicionara, Bez tampoco lo traicionaría. Ése era el secreto de la
felicidad de Bez.
—¿Es eso así? Entonces me disculpo. —El camarero sacó una bolsa llena de dinero. ¿Qué
es esto? Bez preguntó con los ojos, y luego el camarero respondió—: Las bebidas van por
la casa, así que le devuelvo el pago. Por favor, vuelva y agradezca a su cliente en nuestro
nombre.
Probablemente se trataba de una disculpa del bar por entrometerse con un cliente, ¿o era
dinero para guardar silencio?
Por un momento, Bez quiso rechazarlo. Pero decidió que sería una mala jugada y sem-
braría las semillas de la mala voluntad entre él y este bar.
—Volveré.
—Estaremos esperando.
Bez no tenía los agudos sentidos de un ranger o un ladrón, pero tenía sentidos propios
que habían sido perfeccionados después de muchas batallas. Desplegó esos sentidos por
completo y tomó una ruta indirecta de regreso a su propia posada para comprobar si lo
seguían.
Parte del primer piso de la posada era una cafetería y sus amigos bebían en un rincón.
—Hola.
Supo de un vistazo a la etiqueta de la botella de vino que esto era mejor que las cosas ha-
bituales. Era lo mejor que tenía la posada. Por supuesto, no era nada comparado con el bar
donde Bez acababa de beber.
—Bienvenido de nuevo, parece que las cosas terminaron sin incidentes. Te ves feliz, hueles
a licor y has vuelto tarde.
El hombre que dijo esto medía alrededor de 120 centímetros de altura. No era un niño,
sino todo un adulto. Pertenecía a la raza humanoide conocida como Enanos de Montaña.
Si bien eran parientes de los Enanos, tenían afinidad por la profesión de ranger y un agudo
sentido de la orientación.
El que hablaba era un hombre cuya lanza estaba apoyada contra la pared. Tenía la cabeza
de una serpiente y todo su cuerpo estaba cubierto de escamas. Era un Hombre Serpiente,
una raza semihumana.
—Hah, parece que incluso si lo hubiera hecho, te lo habrías bebido. No toco el alcohol, así
que no lo tomes de los fondos del grupo.
—Pero te comiste un montón de carne fresca, ¿no es así? No te importa que saque eso de
los fondos del grupo, ¿verdad?
La persona que lo dijo era de apariencia humanoide cuya raza era pariente de los Orcos. Si
bien uno podría llamar a su raza parientes de los Orcos, eran más como especímenes su-
periores de los mismos, al igual que los Hobgoblins y Goblins estaban relacionados.
El arma en su cintura tenía más de dos metros de largo, conocida como odachi. Podía em-
plearlo hábilmente como ronin.
Bez le entregó la bolsa con las gemas al Enano de Montaña. Éste volcó su contenido so-
bre la mesa y comenzó a evaluarlas a la luz de la lámpara. Se tomó un minuto para cada
una antes de terminar. Para ese momento, sus amigos ya habían terminado de contar las
monedas de oro y le informaron de la cantidad.
—Correcto. La suma es lo que acordamos. Las gemas pueden venderse por más o menos
dependiendo del comprador, pero eso no es culpa de nuestro cliente.
El Hombre Serpiente giró la cabeza en un ángulo que los humanos no podían manejar y
miró a Bez. A pesar de que estaba acostumbrado a mirar esos ojos que no delataban nin-
guna emoción, todavía hacía que Bez se sintiera incómodo.
—Ahora bien, ¿por qué pagaría tanto por un trabajo tan simple? ¿Aprendiste algo después
de unas copas con él?
Teniendo en cuenta que el trabajo era solo revisar una ciudad, incluso si estaba infestada
de nomuertos, pero solo en el nivel de Zombis, ésta era una suma ridículamente generosa.
Eso era lo que había molestado a Bez sobre las verdaderas intenciones de su cliente.
Sin embargo…
—Para nada.
Bez se encogió de hombros. Eso se debía a que había llegado a la conclusión de que sería
más seguro no inmiscuirse demasiado en esto.
—No sé. —Los cobradores se refería a asesino y cosas por el estilo—. Hicimos bien nues-
tro trabajo. ¿No crees que preferiría utilizarnos en lugar de matarnos?
—Qué lástima. Hice todo lo posible para montar un espectáculo, pero el cliente no tenía un
nuevo trabajo para nosotros de inmediato. Podría estar hablando con su jefe.
Después de verificar la mirada seria en los ojos de sus amigos, Bez comenzó a contarles
sobre su conversación en el bar y sus propias postulaciones.
—Sip. Debe ser de algún país. Ah~ saquear el tesoro de tres ciudades es solo un sueño~.
El Enano de Montaña estuvo de acuerdo con las palabras del Orco. La banda mercenaria
de Bez era un grupo de expertos y confiaban en que no perderían frente a las tropas de la
región. Pero al igual que Bez, no querían pasar la vida huyendo.
—Entonces, ¿qué debemos hacer ahora? Hemos aceptado muchos trabajos aquí. El resen-
timiento está empezando a acumularse.
—Eso es cierto. Quizás deberíamos ir a Soba. Escuché que el zar de los países del este está
reclutando mercenarios talentosos. Podría ser una buena idea ir allí. En cualquier caso,
debemos prepararnos para mudarnos.
Satoru Suzuki caminó una corta distancia después de salir del bar y luego dio un giro hacia
un pequeño callejón.
Esperó allí durante casi un minuto, pero nadie entró en ese pequeño callejón.
Parecería que podía estar seguro de que no lo estaban siguiendo. Según sus experiencias,
Satoru Suzuki sabía bien que había muy pocas entidades en este mundo que fueran lo sufi-
cientemente poderosas como para ver a través de hechizos de este nivel.
El clamor de la noche no podía llegar tan alto. Era un lugar iluminado solo por la suave luz
del Luna.
Satoru Suzuki dobló hábilmente las piernas en el aire y sacó un mapa de su inventario, que
colocó en sus piernas.
Sacó una pluma y marcó las ciudades que habían visitado los mercenarios.
Los ojos de Keno se habrían agrandado si hubiera visto esto. El mapa estaba exquisita-
mente dibujado y representaba los países cercanos a la tierra natal de Keno. Se había
169 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
hecho gastando gran parte de las monedas de oro robadas de “Corpus del Abismo”. Si el
personal de inteligencia de los países vecinos hubiera visto esto, con mucho gusto habrían
gastado dinero como agua para obtenerlo.
Durante los cinco años transcurridos desde que partieron en su viaje, Satoru Suzuki pasó
mucho tiempo realizando investigaciones y descubrió que la Zombificación había afectado
un área muy grande. Si bien no estaba seguro exactamente de cuándo había tenido lugar
cada Zombificación, el análisis de la información que había recopilado sugirió que el mar-
gen de tiempo entre cada instancia no había sido muy grande.
La cuestión de quién había hecho esto y sus objetivos seguía sin estar clara, pero parecía
que no estaba dirigido a Keno, y era muy poco probable que “Corpus del Abismo” hubiera
hecho esto. Si “Corpus del Abismo” tuviera un lanzador de magia que pudiera desencade-
nar un fenómeno como este en un área tan amplia, entonces no habrían sido eliminados
uno por uno tan fácilmente.
La probabilidad de que esto no se hubiera logrado a través del poder personal de los
miembros del “Corpus del Abismo”, sino de algún objeto obtenido de algún lugar, era igual-
mente muy baja. Por lo tanto, probablemente sería mejor no decirle a Keno que habían ca-
zado a “Corpus del Abismo” para obtener fondos y robar la investigación que esos seres no
muertos habían dedicado tanto tiempo a compilar.
Él había ocultado todas estas cosas a Keno porque ella era simplemente demasiado bon-
dadosa.
Nadie más le importaba a Satoru Suzuki además de él y Keno. Simplemente actuaba con
sus intereses como prioridad. Sin embargo, ella no habría pensado en las cosas con tanta
sencillez. Por lo tanto, hacerlo también fue para evitar cargarla con un exceso de culpa.
«En ese caso, ¿qué lugar es el más sospechoso? Después de analizar la información que he
recopilado, la Zombificación parece estar limitada a esta región.»
El dedo de Satoru Suzuki señaló las ciudades seguras, que no habían sido marcadas.
La línea de visión de Satoru Suzuki cambió y luego se detuvo en una esquina del mapa.
Había una fuente de sabiduría en algún lugar de las montañas, y sumergirse en ella otor-
garía sabiduría. Pero muchas pruebas se interponían en el camino para llegar allí, y se
decía que nadie podía regresar con vida.
Podría ser divertido verificar esta leyenda si tuviera tiempo, pero había algo que tenía que
hacer antes de eso.
Satoru Suzuki dijo en voz baja el nombre del pico más alto de esa cordillera.
—Kaidinias, eh.
No tenía pruebas de que fuera la fuente del fenómeno. Simplemente había recordado al
Lord Dragón de la Brillantez, que residía en el pico más alto del continente.
Después de todo, había un margen de error muy grande al considerar la escala del mapa,
incluso si estaba buscando el centro de una extensión radiante.
Si realmente estaba allí, la fuente del fenómeno era un objeto mágico, y había desencade-
nado la Zombificación durante su transporte, entonces realmente no habría esperanza. La
dificultad de encontrarlo sería como intentar encontrar una perla en el desierto.
E incluso si hubiera sido causado por alguien, probablemente se habrían escapado y es-
condido para entonces.
En ese caso, no había forma de que los sabios de las naciones cercanas no pudieran haber
pensado en algo que incluso Satoru Suzuki hubiera notado.
Satoru Suzuki había usado 「Teletransportación Mayor」 para viajar entre los países cir-
cundantes, gastado una gran cantidad de recursos e incluso contratado a personas para re-
alizar la investigación a pesar de la falta de beneficios inmediatos.
Si alguien más hubiera hecho lo que Satoru Suzuki hizo, habría podido llegar a la misma
conclusión. Sin embargo, probablemente nadie lo había hecho hasta la fecha. Incluso si hu-
biera personas que quisieran tomar medidas para verificar su información, les habría
llevado más tiempo que a Satoru Suzuki obtener información del mismo estándar que la
que él poseía.
Eso significaría que Satoru Suzuki era probablemente el más cercano a desentrañar este
misterio.
En ese caso, podría encontrar algo dejado allí que podría funcionar como una pista.
Sin embargo, ir allí también sería muy problemático. Eso era porque no podía teletrans-
portarse a un lugar donde nunca había estado antes. Solo podía teletransportarse a una ci-
udad a la que pudiera llegar y luego ir a pie desde allí. Naturalmente, eso desperdiciaría
mucho tiempo, por lo que tendría que explicarle varias cosas a Keno. Apenas se las había
arreglado para abrirse camino hasta ahora, y a Satoru Suzuki le dolía la cabeza cuando
pensaba en ello.
Antes de eso, había estado buscando una forma de curar la Zombificación y ayudar a su
gente. Pero desde ese día, no, varios días antes de eso, no lo había vuelto a mencionar.
Después de eso, parecía contenta con continuar sus aventuras juntos.
«...Supongo que preguntar hubiera estado bien. Aun así, no hice nada. ¿Fue porque no
quería sentir la impotencia de no poder aliviar el sufrimiento de un compañero de viaje?»
Para Satoru Suzuki, las únicas personas que lo habían acompañado en aventuras durante
tanto tiempo eran los miembros de Ainz Ooal Gown, y por pura cantidad de tiempo, Keno
los había superado incluso a ellos. Por lo tanto, había optado por no meterse en el asunto
para dejar que sus propios sentimientos permanecieran en un lugar cómodo.
La recopilación de esta información había sido simplemente una cuestión de interés por
su parte. Al mismo tiempo, también fue para encontrar una manera de aliviar el dolor de
Keno, aunque solo sea un poco. Sin embargo, después de recopilar tanta información y lo-
calizar un lugar sospechoso, en su lugar había comenzado a divagar.
No sabía si había algún mérito en hacer esto. Sin embargo, le vinieron a la mente bastantes
deméritos.
Si había alguien allí que había desencadenado este fenómeno, un evento de gran alcance
que había traído tragedia indiscriminadamente a las personas, entonces no había forma de
que pudieran ser normales. Si realmente se encontraba con esa persona, seguramente la
batalla sería inevitable.
¿Había alguna ganancia en oponerse a alguien que podía afectar un área que incluso la ma-
No era como si la Zombificación se repitiera, e incluso si volviera a ocurrir, era muy poco
probable que afectara a Satoru Suzuki y a Keno.
Quizás podría formular una respuesta si supiera el objetivo de la oposición, pero en este
momento simplemente no sabía lo suficiente.
Si alguien realmente estuviera tramando en las sombras, entonces sería una mala idea
darle tiempo.
Si estaban al nivel del Lord Dragón de la Brillantez y él se recostaba para verlos hacerse
más fuertes, entonces todo lo que podría hacer sería correr y esconderse.
«Parece que los Lores Dragón son hostiles a los jugadores de Yggdrasil… si alguien así se
vuelve más fuerte, no podré manejarlo yo solo, ¿verdad? Empaté con el Lord Dragón de la
Brillantez, no, solo fue un empate porque escapé… bueno, si ése es su límite, podré vencer-
lo la próxima vez.»
Tanto esconder sus cartas de triunfo como soportar una ofensiva unilateral de su oponen-
te estaba todo en preparación para la próxima batalla.
Satoru Suzuki siempre había hecho esto al hacer PVP* en Yggdrasil. Debido a que la regla
de la victoria era para el que ganaba dos partidos de tres, perder la primera batalla no era
un problema. Eso no cambió, incluso en su primera lucha a vida o muerte en este mundo.
(*https://es.wikipedia.org/wiki/Jugador_contra_jugador)
La estrategia para la victoria segura que le había enseñado su antiguo amigo no había
cambiado, incluso ahora.
No.
Precisamente porque estaba luchando en una situación tan terrible, debería poner aún
más fe en sus viejos amigos.
Dicho esto, Satoru Suzuki no quería volver a luchar contra un enemigo de ese nivel. Lo me-
jor era evitar el peligro.
La forma inteligente de hacer las cosas era pelear solo las batallas que confiaba en ganar y
elegir huir si perdía.
Quedaron brillantes puntos de luz, incluso cuando el mundo de la noche estaba envuelto
en el silencio.
Quizás sus viejos amigos podrían haber dicho: “¡Quiero proteger este hermoso mundo!” o
algo así. Sin embargo, ese sentimiento no se desbordó en el corazón de Satoru Suzuki.
Sin embargo.
En efecto.
Era una ciudad de la Liga Aina, que estaba ubicada cerca de las montañas, en otras pal-
abras, un vecino de Inveria Seruk 3.
Si bien no era la capital de la Liga Aina, era una de las ciudades más grandes de los países
circundantes, y contaba con una población de más de 400,000 personas. Los dos habían
estado viajando hacia la ciudad en su carro cubierto durante cuatro días. Keeno ya no
pudo contenerse e hizo esa pregunta.
Había pasado cinco años desde que se había ido de Inveria.
Ni siquiera se había acercado hasta ahora, sin embargo, repentinamente, en una gran des-
viación de su dirección de viaje original, se había movido hacia Seruk 3, por lo
que era difícil criticar a Keeno por reaccionar de esa manera.
En verdad, no tenía ninguna razón para seguir ocultando la verdad a Keeno. Todo lo que
tenía que hacer era decir: “esta cordillera podría contener la razón por la que has muerto,
así que quería comprobarlo”.
Aun así, Suzuki Satoru no pudo decirlo.
Eso fue porque incluso Suzuki Satoru no pudo explicar sus razones para venir aquí.
Por su parte, la curiosidad fue la mayor motivación de Suzuki Satoru para ir allí, pero si
realmente lo dijera, Keeno habría atacado su explicación desde varios ángulos, y luego le
haría cambiar de rumbo. Si Keeno hubiera dicho: “No hay ninguna razón para que te pon-
gas en peligro, Satoru”, entonces Suzuki Satoru solo podría responder: “Bueno, sí”.
La otra razón fue porque Suzuki Satoru no quería despertar las esperanzas de Keeno.
A medida que aumentarían las esperanzas y expectativas, mayor sería la decepción. Era
como si Suzuki Satoru se hubiera aferrado a la esperanza de que sus compañeros de her-
mandad regresaran y se desesperara cuando se dio cuenta de que nadie había venido.
Hace tres años, Suzuki Satoru había visto a Keeno pretender renunciar a la esperanza. En
ese caso, ¿qué pasaría si Suzuki Satoru le diera esperanzas ahora?
Suzuki Satoru estaba claramente inquieto cuando vio el pasado, cuando conoció a Keeno.
Por lo tanto, Suzuki Satoru hizo todo lo posible para engañarla.
—Hm? No hay ninguna razón especial para ello.
—... ¿De Verdad?
Keeno se volvió para mirar la cara de Suzuki Satoru, pero Suzuki Satoru no tenía miedo. Su
rostro esquelético era inexpresivo y no tenía que preocuparse por los latidos de su cora-
zón.
176 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
En otras palabras, probablemente podría mentir sin ser descubierto.
Sin embargo, la forma en que Keeno entrecerró los ojos y siguió mirando a Suzuki Satoru
le hizo sentirse un poco incómodo. A pesar de que su cuerpo no podía sudar, de todos mo-
dos, seguía limpiando las manos que sostenían su túnica.
Y luego, Keeno interrumpió.
—Mentiroso.
—No estoy mintiendo. Respondió Suzuki Satoru de inmediato. Se estaba engañando a sí
mismo. Debe haber sido por eso que podía responder tan rápido. Incluso él quería ala-
barse a sí mismo.
Sus palabras fueron ordenadas inmaculadamente, y él no había mostrado ninguna emo-
ción. Seguramente cualquiera que los escuchara pensaría que Suzuki Satoru estaba dicien-
do la verdad. Sin embargo...
—Estás mintiendo, Satoru. Debes tener algún tipo de dificultad. He estado viajando conti-
go durante cinco años,
incluso si no se muestra en tu cara, puedo decir si estás mintiendo.
—...
Había poder en las palabras de Keeno, y él podía sentir su gran confianza. Estaba segura
de que Suzuki Satoru tenía algún otro objetivo en mente. Quería decir que estaba pensan-
do demasiado, pero había visto a través de Suzuki Satoru.
Suzuki Satoru inconscientemente tocó su rostro. Era frío, y esquelético, sin ningún indicio
de expresiones. ¿Cómo demonios podría esta cara producir emociones que Keeno pudiera
leer?*
[NTE: La respuesta es lenguaje corporal. La cara no es lo único que transmite emociones.]
—... Bien hecho, Keeno. Suzuki Satoru suspiró, como si se rindiera. Keeno se rió alegre-
mente.
—Han pasado cinco años. Puedo adivinar lo que estás pensando. Después de todo, he esta-
do a tu lado todo este tiempo.
—... Han pasado cinco años, ¿eh? De hecho, después de tanto tiempo es posible que puedas
decir en qué estado de ánimo estoy simplemente con mirarme a la cara.
Las expresiones faciales de los personajes no podían cambiar en YGGDRASIL. La única
manera de saber cómo se sentía alguien era por su voz. Producir una voz normal y minimi-
zar los tiempos en que sonaba diferente no era una habilidad exclusiva de Suzuki Satoru.
Cuando estaba deprimido, alguien había descubierto que se había forzado a parecer feliz.
Las palabras que esa persona había dicho aún permanecían en su corazón: “Somos amigos,
después de todo. Probablemente por eso pude entender.”
—De hecho, eso es correcto, Keeno.
—¿Hm? ¿Qué pasa? ¿Te sientes solo?… ¿O estás muy feliz?
—Ah... eso es correcto. Me gusta que puedas comprender mis sentimientos, por lo que eso
no me molestaría para nada, Keeno. Si tuviera que ponerlo en palabras... estoy agradecido.
Suzuki Satoru soltó las riendas en sus manos.
177 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
Él había tomado una decisión.
Se había preparado para esto.
Estaba lleno de una determinación que nunca vacilaría.*
[NTE: ¿Es esto una referencia?]
Por esa razón, Suzuki dijo la mentira que había preparado de antemano.
—Nuestro destino es una ciudad de la Liga Aina, Seruk 3. Descubrí que había un objeto
raro allí, y nuestro objetivo esta vez es recuperarlo.
—¿Estás mintiendo? No estoy muy segura, pero aún se siente como si estuvieras mintien-
do. Oh bueno, ya no importa. Estás escondiendo algo, pero debes estar preocupado por mí,
¿verdad, Satoru?
Suzuki Satoru dudó sobre si debía o no, pero hacerlo significaría admitir que la estaba
mintiendo.
—Está bien, Satoru. No te preocupes por eso. Sigamos.
—Ah, gracias, Keeno.
Cuando se acercaron a las fronteras de la Liga Aina, encontraron su camino bloqueado por
una larga línea defensiva. No estaba hecha de bloques de piedra pesados, sino de una sim-
ple valla de madera.
No fue difícil imaginar que se haya construido para frenar la propagación de los zombis.
Tales estructuras defensivas serían suficientes para lidiar con los zombis, pero la verdade-
ra amenaza de los zombis está en su número. Si millones de zombis, atacaran a la vez,
sería completamente inútil. Sin embargo, unos pocos años no serían suficientes para con-
struir un muro de kilómetros de largo alrededor de las fronteras de una nación.
Se detuvo a cierta distancia y usó [Volar] para explorar rápidamente el área, pero no en-
contró nada similar a un punto de control. Todas las carreteras que conducían a la Liga de
Aina habían sido selladas. Además, había visto patrullas.
Sabía que probablemente no los dejarían pasar, incluso si les preguntaba “por favor dé-
janos pasar”. Por lo tanto, usó [Portal] para teletransportarlos con el carro.
Después de eso, condujeron el vagón por caminos no utilizados. Decidieron que no había
necesidad de fingir que acampaban al anochecer, así que mantuvieron su velocidad y via-
jaron día y noche.
Pasaron por varias ciudades llenas de zombis errantes y estaban a menos de un día de Se-
ruk 3. Sin embargo, sintieron que algo estaba mal.
—Esto es extraño.
—Así es, es muy extraño.
Había visto todo tipo de zombis en el país de Keeno. No todos ellos habían sido humanos
antes. Parecería que todos los seres vivos de un cierto tamaño se habían convertido en
zombis. En la naturaleza, se había encontrado zombis animales. Eso era lo mismo en la
Liga de Aina.
Sin embargo, no había ningún zombi a la vista, y eso que se estaban acercando a Seruk-3.
Quizás alguien haya exterminado a los zombis, pero por lo general también habrían elimi-
178 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
nado a los zombis animales del exterior.
Ese era el problema.
Suzuki Satoru miró al frente. Seruk 3 estaba siguiendo el camino delante de él, y más allá
estaba el Monte. Kaidinias.
Si este fenómeno se limitó al área circundante, entonces debe haber algún tipo de conex-
ión allí.
Nada más sucedió después de eso, y llegaron a la puerta principal de Seruk 3. Después de
eso, la cordillera que descendía del monte Kaidinias apareció lentamente a la vista.
La puerta mostró el tamaño y el esplendor de la ciudad.
La liga de Aina había sido originalmente un país formado por la unión de muchas razas.
Entre ellos se encontraban gigantes muy inteligentes. Ese fue probablemente el enlace
aquí.
Sin embargo, no había zombis a la vista aquí.
En algunas ciudades, uno podía ver a los zombis saliendo por la puerta de la ciudad, pero
no había ninguno aquí. Ciertamente, ese no sería el caso si la puerta estuviera cerrada.
Pero las puertas estaban abiertas de par en par.
... ¿Podría esta ciudad tener algún tipo de protección que le impidiera ser zombificada?
Suzuki Satoru inmediatamente descartó esa idea.
La población de Seruk 3 era de 400.000.
Seguramente muchos sobrevivientes habrían causado un gran alboroto. Si no hubieran
abandonado la ciudad, se
habrían quedado aquí y habrían tomado amplias medidas de seguridad.
Sin embargo, ni un solo susurro vino de Seruk 3.
Era cierto que estaban a cierta distancia. Pero las cosas estaban demasiado tranquilas, inc-
luso a esta distancia.
No había residentes ni zombis. Era como si esta ciudad hubiera sido abandonada.
¿Alguien vino aquí y eliminó a los zombis? No es del todo imposible, pero entonces, ¿por
qué no liberaron a las otras ciudades en el camino? ¿O han sido todos dominados por un
no-muerto de algún grupo, como Corpus of the Abyss?
De hecho, este lugar era bastante bueno al considerar la distancia de las ciudades de los
vivos y la zombificación circundante. Como era una ciudad importante, debería tener obje-
tos mágicos y libros interesantes.
—Este lugar realmente es adecuado para los gustos de un mago no-muerto.
Después de murmurar para sí mismo, la Keeno de su cabeza comenzó a sermonearlo, por
lo que Suzuki Satoru no tuvo más remedio que concentrarse y pensar seriamente.
Sin embargo, les faltaba información. Parecería que no tenía más remedio que entrar en la
ciudad.
—... Oye, Satoru. ¿Vas a la ciudad? Aunque nos acercamos a ella, no estamos viendo ningún
zombi... esta es la primera vez que vemos esto.
179 Grupo El reino Hechicero
Overlord Volumen extra
—Si bien no vine aquí por ese motivo... parece que necesitaré realizar algunas investiga-
ciones.
Suzuki Satoru no sabía qué hacer con Keeno a continuación.
¿Debería lanzar [Crear Fortaleza] fuera de la ciudad para hacer una fortaleza y hacer que
se quede allí? ¿O debería traerla a la ciudad con él? Aunque le gustaría poder aprovechar
su conocimiento, debería mantenerla en un lugar seguro.
Seruk 3 no era más que un campamento base para investigar la cordillera. Solo había veni-
do aquí poder teletransportarse aquí en el futuro.
No había esperado que algo anormal como esto sucediera aquí. Cuando lo pensó con
calma, se dio cuenta de que nunca había considerado la posibilidad de que el culpable de
todo esto pudiera no provenir de las montañas, sino de esta ciudad. Fue un error frustran-
te.
—Yo quiero ir también. Ah, quizás podrías pensar que es peligroso y que me vas a dejar
aquí sola, pero sé más sobre la tradición mágica que tú. Por lo tanto, voy contigo, y si hay
pelea, me protegerás, ¿verdad, Satoru?
—Ah. Sí. Te protegeré. Ese es mi trabajo. Tú estás a cargo del trabajo intelectual, mientras
yo me ocupo de todo lo que involucre violencia.
En verdad, se sentiría mejor si fuera con Keeno por si resultara que había pistas presentes.
Siendo ese el caso, ¿podría Suzuki Satoru, como la persona responsable de la fuerza bruta,
proteger a Keeno cuando estuviera bajo amenaza?
Debería ser posible.
Se las había arreglado para mantener a Keeno a salvo incluso cuando su oponente era el
Lord Dragón de la Brillantez, el enemigo más poderoso al que se había enfrentado hasta la
fecha. Para ser precisos, había ganado tiempo para huir. Sin embargo, solo un tonto actu-
aría de manera ciega y arrogante. Tenía que pensar bien sus acciones por el bien del futu-
ro, y tampoco podía ser descuidado esta vez.
—Keeno, te daré el cristal habitual. Si doy la señal o si te atacan, tienes que usarlo sin du-
dar, ¿de acuerdo?
El artículo que había sacado de su inventario era un cristal sellado de hechizos imbuido
con [Teletransportación Mayor].
Los cristales selladores de hechizos eran uno de los objetos mágicos más raros. A su vez,
también eran muy fáciles de usar, y en niveles altos se empleaban en grandes cantidades.
Como resultado, Suzuki Satoru no tenía muchos con él y casi no había cristales selladores
de hechizos en el equipo que sus amigos le habían dejado.
Él le había confiado este artículo valioso por razones de seguridad.
Suzuki Satoru podría matar a Keeno con un solo ataque. Por lo tanto, si se encontrara con
un oponente que estuviera en su nivel, probablemente podrían hacer lo mismo.
Era apropiado que tomaran precauciones para poder lidiar con tal encuentro.
Cuando Suzuki Satoru le entregó el cristal, se preguntó si el hechizo infundido era apropia-
do.