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Historia Constitucional Argentina

Programa de la asignatura
Unidad I – A) Época Hispánica
1) Concepto de la Historia:
Según el historiador francés Henri Irenee Marrou: la historia es el conocimiento del
pasado humano. Un conocimiento válido, verdadero, opuesto a lo que podría haber
sido, conocimiento que será la culminación de un esfuerzo riguroso y sistemático por
hallar la verdad de lo sucedido. Al hablar de pasado humano entendemos por tal todas
las acciones, los pensamientos, los sentimientos y las obras (materiales y espirituales)
del hombre o de los hombres de ayer, susceptibles de compresión por el hombre de
hoy que es el historiador.
Para Cassani y Pérez Amuchástegui: la historia es la re-creación intelectual del pasado
humano mediante la búsqueda de los hechos, realizada sobre la base de testimonios y
la exposición congruente de sus resultados.
Contenido:
La historia tiene por objeto el pasado humano, en efecto la historia, como ciencia,
aspira a dar una sistematización de sus conocimientos que impida que la marea de los
hechos termine por anonadarlas. Es así como ese pasado humano debe entenderse no
es su totalidad, que difícilmente puede ser abarcada, sino en sus parcialidades y en su
estructura. Debe acentuarse también esa idea de pasado humano en el sentido de que
la historia es una disciplina netamente retrospectiva, que necesita una cierta distancia
temporal para apreciar los hechos. A la historia solo le interesan los hechos del
hombre; le son indiferentes los fenómenos de la naturaleza. Tan solo se ocupa de
éstos cuando de alguna manera han modificado, impulsado, detenido o de cualquier
forma motivado una acción humana.
Para que se pueda alcanzar el conocimiento histórico debemos ir un poco más allá. Se
trata de una larga fatigosa pesquisa, que requiere la aplicación de un método
apropiado, a fin de llegar un resultado satisfactorio.
Los elementos que se vale el historiador para conocer el pasado humano y que
constituye el fin de su pesquisa recibe el nombre de testimonio, y son ellos
propiamente los residuos o huellas que ha dejado el hombre en su paso por la tierra.
El conocimiento adquirido debe ser expuesto o presentado en forma adecuada e
inteligible a los demás, y no debe limitarse a una enunciación de los testimonios
hallados, sino que cabe al historiador referir y explicar ese pasado, señalando el
encadenamiento de los sucesos, es necesario que el historiador disponga de
elementos que permitan valorar o interpretar esos testimonios.
El historiador debe adquirir y aplicar un criterio histórico, es decir, la facultad de
interpretar los hechos con la unidad de medida apropiada, y despojarse al mismo
tiempo de todos los perjuicios que puedan oscurecer su libre reflexión e
interpretación. Los hechos deber ser analizados a la luz del “ambiente histórico” en
que ocurrieron. Debe cuidar el historiador otra dimensión: la espacial. Resulta siempre
pobre toda interpretación local, regional o nacional de los hechos históricos. El ámbito
histórico-espacial debe ser cautelosamente estudiado para advertir su verdadero
alcance.
Importancia y utilidad de esta disciplina:
La historia, en primer lugar, satisface la necesidad del hombre que desea conocer el
pasado de su especie y explicar el origen del tiempo en que vive.
Como bien ha dicho Marrou, la función de la historia es suministrar a la conciencia del
hombre de hoy una abundancia de materiales sobre los cuales ejercer su juicio y su
voluntad, su fecundidad reside en esta extensión prácticamente indefinida que ella
realiza de nuestra experiencia, de nuestro conocimiento del hombre. Es ésta su
grandeza, su utilidad.
También la historia apoya a las ciencias sociales en el estudio de los fenómenos
sociales. Mientras estas analizan el hecho en un momento dado del presente, la
historia los estudia en su dinámica a través del tiempo. A través de la historia es
posible advertir cómo se producen las transformaciones sociales, cómo suceden las
instituciones y cuáles han sido los sistemas de derecho vigentes.
De ahí la necesidad de los juristas de recurrir a la historia. Como el derecho no es un
conjunto de normas abstractas dictadas por el legislador, sino que, en mayor o menos
medida, es una resultante de diversos factores sociales, políticos, económicos,
geográficos, raciales y religiosos, tanto el jurista como el legislador deben
frecuentemente recurrir al conocimiento de esos factores, que tienen su raíz histórica,
ara dictar el derecho positivo.
La historia constituye asimismo un instrumento cultural en varios sentidos. Es un
instrumento de solidaridad que ayuda a comprender y valorar la existencia de otras
sociedades; a apreciar la rapidez con que transcurre la vida de las naciones. Es un
instrumento de preparación intelectual, en cuanto el conocimiento y la práctica del
método histórico son aplicables a otras disciplinas sociales. Es, en fin, un instrumento
de educación moral, al ofrecer ejemplos de hombres dignos, humanos, y con defectos
y virtudes semejantes a los que viven en el presente.
También se ha sostenido que la historia contribuye a la formación del vínculo de la
nacionalidad.
Metodología histórica:
Método es la búsqueda de los medios adecuados para hacer con orden una cosa. El
método no es el mismo para todas las ciencias. La filosofía, la matemática y la física,
por ejemplo, tienen cada una método propio. También lo tiene la historia, y el de ésta
se aplica en buena media al derecho y a las ciencias sociales.
La investigación histórica se realiza a través de tres etapas: la heurística, que
corresponde a la búsqueda de noticias o testimonios sobre los hechos humanos del
pasado; la crítica, donde se analizan, confrontan y valoran esos testimonios, materiales
y la presentación de sus resultados.
Esta división es sólo de alcance didáctico, pues en la práctica no existen distinciones
tan categóricas en el proceso aludido y muy especialmente en la crítica.
La Heurística:
Elegido el tema, el historiador realiza la búsqueda de noticias sobre el hecho o los
hechos objeto de su investigación. Corresponde primero efectuar una compulsa
bibliográfica, es decir, informarse acerca de lo que otros han escrito sobre el tema. De
inmediato se impone la búsqueda de las huellas o los vestigios dejados por los hechos
humanos investigados. A tal fin se debe recurrir a las fuentes utilizadas por los
anteriores autores que se han ocupado del tema, en el caso de que se estimase
necesario efectuar una nueva interpretación de los testimonios dados a conocer o con
objeto de obtener nuevos datos, omitidos en la obra utilizada. También cabe utilizar
las numerosas colecciones de documentos, publicados precisamente con el fin de
facilitar las tareas de investigación en esta disciplina. Finalmente se acudirá a los
repositorios de testimonios (archivos y museos), donde se podrán examinar los
documentos originales, éditos e inéditos. Indudablemente, el hallazgo de testimonios
desconocidos por la historiografía constituye uno de los aspectos más motivos en la
apasionante tarea de la investigación histórica.
Bajo la denominación de testimonios se engloba todo el resto, huella o vestigio
material del pasado, y, entre otros, pueden mencionarse los libros, los manuscritos, las
monedas, las inscripciones, los sellos, los periódicos, los monumentos, los recuerdos,
los restos biológicos, etc.
Esta etapa suele ser la más fatigosa e incierta, y de resultados depende el éxito de la
investigación.
La Crítica:
En esta etapa, debe extenderse a todo el proceso de investigación se analiza
cualitativamente cada testimonio hallado.
Enfrentado el investigador a un testimonio, puede preguntarse se es auténtico. Hay
que determinar entonces las características del mismo. Así, si se trata de un
manuscrito, se determinará el tipo de papel, de tinta, de letra, etc. Se establecerá, en
el caso de un documento firmado, si éste es auténtico y, aun ahí, si se han alterado, a
espaldas del autor, partes esenciales del mismo. Este aspecto de la investigación obliga
a recurrir a ciencias auxiliares, peritajes químicos y caligráficos, etc. No se trata, sin
embargo, de una exigencia habitual en el hallazgo de cada testimonio, sino que la
necesidad de su aplicación aparecerá sólo cuando se ponga en duda la autenticidad del
documento. Se suele denominar este momento de la investigación crítica externa o de
autenticidad. La lectura del manuscrito plantea nuevos interrogantes. Queda por
conocer el grado de veracidad de las afirmaciones contenidas en el mismo. Lo que el
autor del documento expresa no es forzosamente lo que él creía en el momento de
redactarlo, porque puede haber mentido, y lo que ha creído entonces no era
necesariamente fiel reflejo de la realidad, porque puede haberse engañado.
Sobre estas hipótesis debe girar la agudeza del historiador para descubrir los móviles
del autor del documento y las circunstancias que lo rodearon. De allí se impone la
necesidad de confrontar y comparar ese testimonio con otros de distinta procedencia.
Este paso de la investigación recibe el nombre de crítica interna o de veracidad.
Pero esta encuesta crítica del documento debe servirnos no para desechar
testimonios, sino más bien para comprenderlos. Como dice Marrou, esa encuesta, esa
investigación se hace para dejar bien sentado lo que es en realidad el documento; y
agrega que esa comprensión del testimonio examinado, ese conocimiento del ser real
del documento nos enseña a leerlo como se debe, a no buscar en él lo que no
contenga, a no estudiarlo desde el punto de vista deformante. Esa es la verdadera
importancia de la crítica externa e interna.
En la comprensión del testimonio caben la interpretación y la valoración ara ubicarlo
en el planteo del tema elegido y valorar su influencia para el conocimiento del
momento histórico examinado.
El ordenamiento y la exposición:
Los testimonios obtenidos deben, finalmente, ser ordenados y relacionados entre sí
mediante una serie de inferencias. De esta manera se llega al momento culminante de
la re-creación intelectual, que equivale a lo que realmente es la creación histórica.
Esta creación es generalmente expuesta por escrito y debe ajustarse a ciertos
principios exigidos por la disciplina. Si la objetividad y la severidad deben presidir toda
la investigación, naturalmente se impone también en esta última fase, y es lamentable
que obras laboriosas pierdan valor por defecto sustanciales y formales de carácter
estilísticos. Para que sus afirmaciones aparezcan fundadas sólidamente es costumbre
indicar en notas al pie de cada página las fuentes que ha utilizado el historiador y que
abonan sus palabras. También en estas notas se suelen incluir aquellas referencias o
acotaciones que resultan de interés, pero que no deben interrumpir la hilación natural
del texto.
Las Instituciones:

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