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“Una ciencia – dice Collingwood- difiere de otra en que averigua cosas de diferente
clase. ¿Qué clase de cosas averigua la historia? Respondo que averigua “res gestae”, es
decir actos de seres humanos que han sido realizados en el pasado.” Estudia actos
humanos del pasado, pero, obviamente, en la medida que pueden ser conocidos por
un sujeto del presente. Estas afirmaciones pueden dar lugar a problemas, pero lo
substancial queda en pie. Un problema sería, por ejemplo, el ¿si la historia estudia
fenómenos individuales o colectivos? Naturalmente que para decidirse hay que
penetrar en el significado de estos términos y quizás se estime que la separación
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Término poco utilizado, acuñado por el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955)
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Robin George Collingwood (1889-1943) fue un filósofo e historiador británico, gran representante del
idealismo británico. Su libro más conocido es “The idea of History”, obra póstuma compuesta por varias
fuentes como escritos y conferencias, que reunidas por su discípulo T.M.Knox. Fue publicada por primera
vez en 1946.
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entre ellos no es tan absoluta y que, además, en caso de ser de importancia- he aquí
otro término problemático- muy bien la historia puede comprenderlos a ambos.
Lo primero que vamos a advertir es que en este apartado haremos una breve
referencia a la evolución de la historia del derecho entendida como historiografía. Es
decir, efectuaremos una corta alusión a las obras de historia del derecho que han
elaborado ciertos autores, que consideramos de importancia para nosotros. En
consecuencia, no haremos en esta oportunidad una referencia a la evolución de la
historia del derecho entendiéndola como un conjunto de acontecimientos que
suceden en el ámbito jurídico, pues ellos constituyen el tema central del resto de
nuestro curso. Consideraremos a los mismos con mayor extensión más adelante.
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La historiografía jurídica nos hace conocer las historias del derecho escritas a lo
largo del tiempo, las orientaciones y metodologías predominantes en cada época, los
factores que influyeron a favor o en contra de dicha producción. Obras de historia
del derecho han sido escritas en casi todos los tiempos. Se dice que la obra de
Aristóteles que lleva por título La constitución de Atenas, fue una de las primeras. Pero
obras en verdad importantes de historia del derecho sólo comenzaron a escribirse a
partir del siglo XIX, con el surgimiento de la llamada Escuela Histórica del Derecho,
aunque antes hubo también algunas expresiones aisladas relevantes. Entre ellas, las
escritas por autores pertenecientes a la tendencia del humanismo jurídico, cuyos
representantes más destacados se ubican en los siglos XV y XVI. Sobresale Jacobo
Cujas (1522-1590), con su obra Comentarios al Código Teodosiano, quien es considerado
como el más grande historiador del derecho entre los humanistas.
Pero como lo acabamos de señalar, el gran desarrollo de la historiografía jurídica
tiene lugar en los dos últimos siglos con la aparición de la escuela histórica del
derecho en el siglo XIX. Entre los factores que han posibilitado tal desarrollo se
encuentran los siguientes:
La llamada Escuela Histórica del Derecho surge en Alemania a fines del siglo
XVIII como una reacción en contra de la Escuela del Derecho Natural Racionalista,
de los siglos XVII y XVIII, a la que encontraban en exceso racionalista y con ello
distanciada de aquel elemento de la realidad social e histórica del que nace el
derecho. Los partidarios de la escuela histórica nos dicen que el derecho no es tanto
un producto de la razón humana, sino de lo que llaman “espíritu del pueblo”
(volksgeist). Nos dicen que es el propio espíritu del pueblo el que va creando las
normas jurídicas. Esta escuela, que fue especialmente importante en Alemania, tiene
entre sus iniciadores a Gustavo Hugo (1764-1844) a quien se considera su fundador.
Pero su figura más importante es sin duda Federico Carlos von Savigny (1779-1861),
considerado el más célebre jurista de su época.
Hacia 1814, a diez años del Código de Napoleón, Alemania debía decidir
sobre su futuro jurídico. En este contexto un destacado jurista de la Universidad de
Heidelberg, Anton Friedrich Justus Thibaut, publica una obra titulada “Sobre la
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necesidad de un Derecho Civil para Alemania”, sosteniendo que los alemanes debían
aprovechar la ocasión para superar la dispersión jurídica de la época y lograr la
unificación a través de un código civil, semejante al Code. El mismo año Savigny
responde a través de su trabajo que lleva por título De la vocación de nuestro tiempo para
la legislación y la ciencia del derecho, en el cual se opone a la codificación del derecho en
Alemania, proponiendo como alternativa al problema el desarrollo de un derecho
científico. Los argumentos que propone en este trabajo han pasado a ser clásicos, no
sólo en cuanto se oponen a la codificación del derecho, sino también en cuanto
intentan explicar la naturaleza del mismo. Codificar el derecho nos dice Savigny,
significa sacarlo de su cauce natural que es el espíritu del pueblo, para encapsularlo
en códigos que lo alejan de su auténtica realidad y lo fosilizan.
No obstante, la principal obra de Savigny fue su Sistema de derecho romano
actual, llamada a tener una enorme importancia en su tiempo y también después de
él. Fundó, asimismo, la Revista de la ciencia histórica del derecho, que bajo el nombre de
Zeitschrift die Savigny-Stiftung für Rechtgeschicte perdura en la actualidad.
Otro gran autor de la Escuela Histórica fue el sucesor de Savigny en su cátedra de la
Universidad de Berlín, Jorge Federico Puchta (1798- 1846), quien, con su Manual de
las Pandectas, estableció las bases de la llamada pandectística alemana, conformada
por académicos seguidores de Savigny, por tanto, adherentes a la escuela histórica,
estudiosos del derecho romano al que consideraban un modelo de todo derecho y
dedicados principalmente al cultivo del derecho civil.
Cristo. La Iglesia de Cristo conduce a los seres humanos hacia un fin trascendente:
la salvación del alma. La historia por lo tanto no es más que este camino o paso que
conducirá al reino de Dios.
el plan no es impuesto, el ser humano está dotado del libre albedrío que le permite
seguir el plan divino o apartarse de él.
Durante toda la Edad Media, con algunas variantes en el modo de exponerla, en
general se mantiene la concepción de la historia indicada anteriormente. Así
podemos mencionar a Santo Tomás de Aquino, a Dante, quien tendría una teoría de
la historia expuesta simbólicamente en La Divina Comedia, a Roger Bacon, a Nicolás
de Cusa y otros.
Filósofo y abogado italiano, cuya obra principal lleva por título La Ciencia Nueva
(1725). En ella, entre otras materias, expone su concepción acerca de la historia.
Según Ferrater Mora fue el primero en utilizar la expresión “filosofía de la historia”,
aunque naturalmente no es el fundador de esta disciplina, la que viene desde la
antigüedad con Platón e incluso antes.
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Para Vico, hay ciertos periodos de la historia, que muestran las características de
otros periodos posteriores. Así nació su concepción cíclica sobre la historia, de
acuerdo con la cual la humanidad pasa fundamentalmente por tres etapas:
-Edad heroica, en ella prevalece la hazaña personal, gobierna una aristocracia
guerrera, la economía es agrícola, en literatura se impone la balada, etc. Ejemplos del
periodo heroico son la Edad Media europea y la Grecia Homérica. Rasgos de ésta se
repiten en aquélla.
-Edad clásica, en la que predomina el pensamiento por sobre la imaginación, la idea
de paz sobre la guerra, la industria sobre la agricultura, etc.
-La barbarie, que es decadencia.
Estas etapas tienden a repetirse en el orden indicado y cíclicamente, aunque no en
idéntica forma, sino a otro nivel, con lo cual no hay una mera rotación o círculo. Lo
que existe es una especie de avance en espiral. La historia jamás se repite, el retorno
a cada fase se reviste de formas distintas de las anteriores, ya que cada ciclo
comienza a partir de un nivel superior debido al progreso de la humanidad. El ciclo
es lo que Vico denomina “corso”, al concluir éste, comienza uno nuevo al que llama
“il ricorso”. Sin embargo, este no repetirá necesariamente todas las características
anteriores, sino que dependerá de la originalidad de los hombres de la época,
característica propia de la libertad del hombre, quien guiado por la divina
providencia intenta descubrir el plan divino.
Vico señala además algunos prejuicios en contra de los cuales el historiador debe
estar prevenido. Ellos son:
a) Tener una idea exagerada acerca de la grandeza de la antigüedad. Esto era algo
común en su época.
b) La vanagloria nacional.
c) La vanagloria de los doctos.
d) La falacia de las fuentes, que podría incluirse en la vanagloria nacional. Se da, por
ejemplo, cuando dos naciones disputan sobre el origen de una institución,
pretendiendo cada una ser la cuna de ella, no siempre se debe pensar que una enseña
a la otra, pues con ello se está negando el poder creador original de la mente.
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e) El prejuicio de creer que los antiguos estaban mejor informados que nosotros
sobre los tiempos que les eran próximos.
Vico fue un adelantado para su época, recién fue descubierto en Alemania, dos
generaciones más tarde, hacia fines del siglo XVIII.
Este autor alemán influido por corrientes pragmatistas, irracionalistas y, sobre todo,
biologistas, concibe a la historia como historia de las culturas. Las culturas en
opinión suya son grandes unidades, similares a los organismos vivos, en que se
insertan acontecimientos históricos. Esta similitud con los organismos vivos se
muestra en que las culturas, al igual que aquellos organismos, cumplen el ciclo vital
de nacimiento, desarrollo (hasta su punto más alto) y luego, por desgate, decadencia
y muerte. Al momento de escribir su obra, Spengler propone la existencia de cuatro
culturas: la de Oriente, la de la Antigüedad Greco-romana, la Árabe y la Occidental.
Cada una de estas culturas es independiente con respecto a las demás. En este
sentido, cada cual tiene una característica específica: apolínea la griega, mágica la
árabe, fáustica la occidental. Para este autor, cada una de estas culturas tiene una
vida de 1000 años aproximadamente.
Todas las culturas pasan por las mismas etapas, cumpliendo el aludido ciclo vital.
Splenger asimila las distintas fases del ciclo a las estaciones del año: primavera,
verano, otoño e invierno. Cada una de estas estaciones se caracteriza por diversos
factores, específicamente por lo que la cultura en cuestión produce. En la primavera
o albor de la cultura, se produce la arquitectura, la poesía épica, la creación de
grandes sistemas teológicos y la transformación política de las aristocracias. En el
verano se produce la escultura, la pintura, la razón y la poesía lírica; durante el
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Las veintiuna civilizaciones son las siguientes: en América se encuentran la mexic, la maya, la yuca teca
y la andina; en Europa, la de Minos, la helénica, la occidental cristiana y la cristiano-ortodoxa; en Asia y
Asia Menor las del Extremo Oriente, la sínica, la hindú, la sumérica, la índica, la hitita, la arábiga, la
siriaca, la babilónica y la irania; y en África, la egipcia. La cristiano-ortodoxa y la de Extremos Oriente
las divide en dos. La occidental cristiana y la cristiano-ortodoxa surgieron de la antigua helénica, que
comprendía Grecia y Roma.
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Para Toynbee no es claro, y más bien tiende a negar el hecho, que exista una
relación entre las sociedades primitivas y las civilizaciones originarias, aunque en un
momento reconoce que el punto es problemático. Las primeras civilizaciones
nacerían debido a un mecanismo que es determinante en la concepción que
Toynbee tiene de la historia. A este mecanismo lo denomina reto y respuesta (challenge
and response). Consiste en que un organismo, en este caso una sociedad, se enfrenta a
un reto o desafío que le lanza el medio, en el sentido de enfrentar condiciones
difíciles y adversas de existencia que ponen en peligro su posibilidad misma de
seguir existiendo. La respuesta de la sociedad ante este reto puede darse como una
reacción positiva, en cuyo caso vence a la adversidad y pasa a un nivel más alto, o
bien como una reacción negativa siendo vencida por el reto, en cuyo caso decae y
desaparece.
El reto que posibilitó la aparición de las primeras civilizaciones fue dado
exclusivamente por el ambiente físico, así, por ejemplo, la civilización del antiguo
Egipto habría sido la resultante de una respuesta favorable de sus habitantes al
desafío que significaba una situación geográfica difícil.
Para Toynbee los conductores de la sociedad son siempre una minoría, las élites o
aristocracias. Ellas son las que elaboran las respuestas a los problemas de la
sociedad, luego de un periodo de aislamiento y reflexión; luego, las masas en un
proceso de mimesis imitan el actuar de las aristocracias. Este dinamismo anima a la
sociedad, permitiéndole desarrollarse y vivir.
Si las aristocracias conservan sus virtudes de laboriosidad y de espíritu de servicio,
pueden conducir a los pueblos por la senda de la paz y la gloria, pero si pierden sus
atributos, guiándose por simples criterios de poder y mayor beneficio personal,
pasan a constituir una minoría dominante que sólo tiene como fin conservar el
poder, por lo que halaga e imita a las masas para buscar apoyo, con ello se invierte el
proceso de imitación y se puede producir una revolución.
Del mismo modo que una civilización se desarrolla en razón a su capacidad
creciente para preparar réplicas eficaces a las exigencias que se le plantean, así
también una civilización declina debido a la pérdida de agilidad para hacer frente a
las exigencias. Implicados en dicho fracaso aparecen tres factores a los que Toynbee
denomina mecanicidad de la mimesis, rigidez de las instituciones y némesis
de la capacidad creadora.
A medida que envejece una civilización se produce una tendencia, en este espíritu de
seguimiento, a perder su carácter espontáneo y tornarse reglado, fijo, llegando casi a
extremos de mecanicidad. Esto es a lo que Toynbee llama mecanicidad de la
mimesis, afirmando que con ella se aminora la flexibilidad de la civilización para
ajustarse a nuevas exigencias. La rigidez de las instituciones necesita poca
explicación. Se asemeja a la mecanicidad de la mimesis, salvo que no se refiere
únicamente al seguimiento de los líderes, sino a los patrones de hábitos y
costumbres que se toman rígidos haciendo, por consiguiente, difícil encontrar
nuevas réplicas para las nuevas exigencias. La némesis de la capacidad creadora se
refiere al hecho de que el acto mismo de dar una respuesta eficaz y creadora a un
reto parece tener efectos sobre una civilización que plantea sucesivas exigencias más
difíciles de afrontar. Uno de estos resultados es el de "dormirse en los laureles",
cuando el genio creador de la minoría se paraliza, la civilización colapsa. Otro
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