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LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
2. La sociedad internacional podría definirse como el conjunto de grupos humanos
organizados, y las personas jurídicas que éstos crean, que busca como fin último
coexistir en paz y cooperar entre sí. Para lograrlo, sus actores más importantes han
establecido reglas comunes que ordenan su convivencia (el Derecho internacional) y
cuyo cumplimiento es supervisado por determinadas instituciones o mecanismos
preestablecidos.
Su evolución.
3. La sociedad internacional es el fruto de una evolución que hunde sus orígenes en
1648 (siglo XVII pues), año de la firma de la Paz de Westfalia y que dio origen al
denominado sistema europeo de Estados. Fue hasta finales del siglo XVIII, una
sociedad eminentemente europea, y sólo a partir de esa fecha comienza a abrirse al
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continente americano. Hasta la Primera Guerra Mundial la sociedad internacional fue,
por tanto, un grupo reducido (apenas cuarenta Estados, fundamentalmente europeos,
pero también americanos y escasa o nula presencia africana o asiática) y homogéneo,
pues los Estados que la integraban compartían el mismo poso cultural, político y
religioso. El fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) supuso la formalización de
determinados cambios que removerían sus cimientos: la aparición de la URSS en
1917, el surgimiento de la Sociedad de Naciones (1919), que pretendió acabar con las
guerras y ordenar de manera eficaz el mundo de la época y la pérdida de la situación
privilegiada de la que gozaban los Estados europeos.
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4. La desaparición de la Unión Soviética (1991) permitió augurar la llegada de un
“nuevo orden mundial”, pero la sociedad internacional continúa dividida y, aunque la
escisión ideológica no es tan acentuada como en los años de la Guerra Fría, no puede
decirse que los Estados que existen no están ya enfrentados por sus respectivas
concepciones ideológico-políticas: regímenes populistas en Latinoamérica (Venezuela,
Bolivia, Ecuador), tensión ideológico-cultural con el Islam hostil a los valores de
Occidente, división entre Estados industrializados y los que están en desarrollo o en
franco subdesarrollo; … Y han surgido, además, nuevas amenazas y desafíos, como
el terrorismo internacional y sus ataques contra el llamado mundo occidental, que han
desencadenado reacciones a veces desproporcionadas (Afganistán 2001 e Irak 2003),
proliferación nuclear, conflictos asimétricos, violaciones masivas de derechos
humanos, degradación ecológica del planeta, crisis económica mundial (…).
7. Cuando una entidad reúne los elementos mencionados es un Estado, sin que
importe que haya sido reconocido o no formalmente por los demás, puesto que
cuando un Estado reconoce a otro, sólo constata un hecho preexistente. No hay, por lo
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demás, obligación jurídica alguna de reconocer a una entidad ya que el
reconocimiento es un acto voluntario, libre. Es probable, sin embargo, que pueda
pensarse hoy en la existencia de una norma consuetudinaria que obligue al no
reconocimiento como Estados de entidades nacidas en violación de normas
fundamentales del Derecho internacional, como la que consagra el derecho de los
pueblos coloniales a su libre determinación, la que prohíbe la puesta en práctica de un
sistema apartheid (o discriminación racial institucionalizado), o la que prohíbe el uso
de la fuerza armada en las relaciones internacionales. Poco nos ha aclarado este
punto la CIJ: en su dictamen de 22 de julio de 2010 (asunto sobre la declaración de
independencia de Kosovo) se limitaba a decir sin más que la declaración unilateral de
independencia de Kosovo (2008) no violaba norma alguna concreta del Derecho
Internacional y se negaba a pronunciarse sobre la validez jurídica de los
reconocimientos que de Kosovo se han llevado a cabo por otros Estados.
9. Los Estados son formalmente iguales en derechos, son sin embargo bastante
desiguales si atendemos a otros factores (edad, poder militar, territorio, población,
poder económico…). Todos ellos son, además, soberanos, lo que supone negar
cualquier autoridad por encima de la del propio Estado, pero también hacerle titular de
todos los poderes y competencias necesarios para el desarrollo de las funciones de
regulación interna y externa de la vida del grupo), sin más límites que el Derecho.
Si todos los Estados son soberanos, todos son iguales (principio de igualdad
soberana) y si todos son iguales ninguno de ellos podrá intervenir en los asuntos
internos de otros (principio de no intervención), ni tampoco podrá, por medio de sus
órganos, ejercer jurisdicción sobre un Estado extranjero sin su consentimiento, es
decir, un Estado no puede ser procesado ante o por los tribunales de otro, ni sus
bienes objeto de medidas de ejecución forzosa (inmunidad de jurisdicción y de
ejecución).
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10. Los Estados crean normas en un doble plano: de un lado, a ellos se debe la
formación de reglas, escritas o no, en el plano jurídico internacional, que les obligan
una vez que han mostrado su consentimiento a las mismas (salvo en el caso de las
normas imperativas, cuestión que será analizada posteriormente); de otro, los Estados
cuentan con un sistema de fuentes de carácter interno. Se superponen de esta
manera dos sistemas normativos, el internacional y el interno, que se ven obligados a
coexistir y relacionarse, aunque no siempre consiguen hacerlo de manera pacífica,
siendo una constante el tira y afloja que existe entre los dos ordenamientos.
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En la práctica, las organizaciones internacionales llevan a cabo actividades diversas,
como concertar tratados internacionales (ius contrahendi), desarrollar relaciones
diplomáticas, recibiendo (derecho de legación pasivo) representaciones ante ellas de
Estados u otras Organizaciones y enviando (derecho de legación activo)
representaciones propias ante otros sujetos de Derecho Internacional, demandar a
otros sujetos de Derecho internacional en caso de incumplimiento de sus derechos,
asumir responsabilidad en caso de comisión de un hecho ilícito, disfrutar de privilegios
e inmunidades análogos a los diplomáticos (Estados), ejercer poderes territoriales,
competencia excepcional que les permite desarrollar poderes de administración sobre
ciertos territorios.
13. Toda Organización internacional se rige por unas reglas específicas, las Reglas de
la Organización, de las que forman parte sus instrumentos constitutivos, las
resoluciones y actos adoptados y la práctica establecida por la misma.
15. Junto a ser humano y los pueblos coexisten entidades diferentes a las que también
el Derecho internacional reconoce cierta capacidad para llevar a cabo alguna de las
manifestaciones propias de la personalidad jurídica (por ejemplo, concertación de
tratados, inmunidades, derechos de legación...).
Las ONG pueden definirse como las asociaciones, fundaciones y otras instituciones
privadas que tienen un fin no lucrativo de utilidad internacional, son creadas por un
acto de Derecho interno, desarrollan una actividad efectiva en dos o más Estados y
tienen su sede en el territorio de un Estado soberano. Son entidades de Derecho
nacional, pero con influencia, a veces importante, en la estructura internacional
(incluso el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas puede llegar a “arreglos
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adecuados para celebrar consultas con organizaciones no gubernamentales que se
ocupen de asuntos de la competencia del Consejo”, según el artículo 71 de la Carta).
17. No existe un Poder legislativo universal encargado de elaborar las normas que
obliguen por igual a los sujetos del Derecho internacional. La única institución que, por
su universalidad y carácter deliberante, podría asemejarse sería la Asamblea General
de Naciones Unidas, pero sus resoluciones no tienen carácter vinculante. Tampoco
cuenta la sociedad internacional con un Poder judicial central y general y aunque
pudiera pensarse que es la CIJ quien asume estas funciones, se trata de un órgano
jurisdiccional que sólo conoce de los asuntos que las partes en una controversia hayan
aceptado someterle. Tampoco existe un Poder ejecutivo universal encargado de hacer
cumplir las normas; aunque se pensó que el Consejo de Seguridad asumiría las
funciones de una especie de Gobierno Mundial, los años han permitido la imposibilidad
de que así sea, sobre todo por el desacuerdo de sus miembros y el ejercicio del
derecho de veto de los cinco permanentes.
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¿Quién hace cumplir, en definitiva, las normas del Derecho internacional? Pues, en
último extremo, los mismos que las crean y las interpretan y a quienes se aplican; es
decir, los Estados y, eventualmente, otros sujetos del Derecho internacional.