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SOCIEDAD LAS SOCIOLOGÍAS DESPUÉS DE pARSONS

les · Y condiciones contextuales más relevantes que, en nuestra opinión, diferencias de intereses que generaban conflictos e inestabilidad social. Desde
contribuyeron a ese proceso y los aspectos centrales de la transform�ción de una óptica que destacaba igualmente el problema del conflicto social, Ralf
las ideas sociológicas después de Parsons. Dahrendorf y John Rex expusieron sus críticas a la obra de Parsons. Ninguno
Banington Moore sintetizaba una idea que tocaba un punto central de los de estos dos autores negaba totalmente la pertinencia del análisis parsoniano
análisis de Parsons y sus seguidores, al caracterizarlos como una forma para estudiar aspectos de las sociedades contemporáneas, pero lo veían como
"invertida de marxismo" que adjudicaba un rol fundamental para el estudio insuficiente si se quería hacer inteligible con ellos la dinámica de los sistemas
de una sociedad a los sistemas de valores e ideales y quitaba importancia a los de relaciones sociales caracterizados por la existencia de múltiples grupos y
restantes componentes de la práctica social.' El citado autor ironizaba sobre sectores con intereses diferenciados y en conflicto. Era fácil. por otra parte,
la fascinación peligrosa ejercida en mucho.s estudiosos norteamericanos reprocharle a Parsons que, si bien postulaba su obra como una culminación de
por las manipulaciones de alta estadística, a las que consideraban una prueba las teorías clásicas, había decidido, sin embargo, obviar los aportes concep­
de objetividad científica incluso en ámbitos en los que su empleo no podía tuales sobre el conflicto social realizados por los padres fundadores de la
justificarse. Objetaba, además, una predilección desmedida por el lenguaje sociología. En ese sentido, Lewis Coser ya había desarrollado su obra sobre
abstracto y por los símbolos verbales, que conducía a relaciones que no deri­ las funciones del conflicto social, respaldando sus razonamientos en un padre
vaban del examen de materiales objetivos. Le disgustaba, en fin, el desinterés de la sociología un poco 9lvidado: Georg Simmel. 5 La valoración positiva de
por la crítica social que revelaba el modelo entonces dominante en la las funciones del conflicto presentaba, para algunos de los críticos del modelo
sociología de su pais. Poco después se publicaba el libro de Charles Wright parsoniano, el carácter de una contribución que podía servir para corregir sus
Mills La imaginaci6ll sociológica, probablemente el más belicoso cues­ excesos de normativismo. Pero algunas de esas críticas resultaban difícilmen�
tionamiento que conoció la sociología parsoniana. La obra de Mills constituye te integrables a la teoría del sistema social tal como la habían desarrollado
un buen ejemplo del aspérrimo carácter que había asumido el debate en el Parsons y sus seguidores: los conflictos que se buscaba reintroducir en el
medio académico norteamericano y la manera en que se habían desplazado modelo tenían cornoprotagonistas a actores colectivos cuya conformación, en
la� fronteras de la discusión científica. Al afio siguiente, desde otra frontera, muchos casos, estaba inspirada implícita o explícitamente en otro concepto
la de la triunfante revolución cubana, Mills escribía Listen; Yankee, libro ausente, el de clases sociales.'
destinado a explicar a sus conciudadanos las razones y el sentido de la 't Las objeciones al funcionalismo llegaron, también, desde perspectivas
misma. Como un símbolo, aquel breve texto mostraría la interpenetración muy distintas de las mencionadas. La valoración positiva de la autonomía de
entre la sociología y el importante cambio registrado en el continente los actores individuales frente al marco normativo dio lugar a la elaboración
americano. La última obra de Mills, · su antología sobre el pensamiento de varias estrategias analíticas que cuestionaron la teoría parsoniana. El
marxista, contemporánea de interesantes reflexiones sobre el posible desarro­ funcionalismo había desdeñado, según estos críticos, la capacidad de los
llo de una nueva izquierda, cerraban un periplo que para muchos otros sería individuos para desempeñarse de un modo distinto al pauwdo culturalmente.
un punto de partida. Pensar lo social,como red de intercambios supuso construir un objeto teórico
En el viejo continente comenzaron a expresarse, desde la segunda mitad no sólo distinto al de la sociología parsonhma, sino que modificaba la manera
de los años 50, las críticas académicas al paradigma parsoniano. David Lock­ en que la sociedad había sido definida en la tradición de la disciplina. Esos
wood quedaría entre los primeros en objetar a The Social System por poner intercambios pudieron pensarse en algunas de las nuevas orientaciones
excesivo énfasis en el rol de los elementos normativos de la acción social y
la estructuración de los comportamientos orientados a asegurar la estabilidad $ Lewis Coser, Las funciones del co11flic10 social, FCE, México, 196 ! . La edición original de
del sistema.' En su opinión, Parsons había ignorado la existencia de las la obra es de 1956.
6 El problema del tema de las clases sociales 1.m la sociología norte:lmerica.na había sido
señalado por Alain Touraine en 1954, en uno de sus primeros anículos. Allí explicaba la ausencia
3 Barringlon Moore (fr.), Poder polftico y teoría social, Anagrama, Ba rcelona, 1 969. Capítulo de! concepto por !as características que había asumido la expansión del capitalismo en Estados
3: "La nueva escolástica y el estudio de la política". El texto se publicó por primera vez como Unidos, que había llevado a los sociólogos a pensar que se debía separnr el análisis del sistema
artícu lo en 1953 y fonnó parte del cítado libro editado en su lengua original en 1958. económico del de las relaciones sociales, perspectiva favorecida por la ampliación de las clases
medias y la complejización de las organizaciones empresarias y burocnüic:is. Alain Touraine, "Le·
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David Lockwood, "Some remarkson 'TheSocialSy stem '",Britishlournal o/Socio{ogy, vu, traitement de la société globaie daos la soci ologie amé ricaine contempornine", Cahiers
junio de 1956, pp. 134- 146. lnternacionaux de Sociolo�ie, vol. 16, janvier-juin .1 954, pp. [26- 1 45 .

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teóricas como resultado del cálculo y la espera de reciprocidades, en otras intercambios, los cálculos y los distintos planos de reflexibilidad o de
como juegos más ceñidos a lo simbólico y basados en la experiencia o bien co­ simbolismo de la acción. Garlinkel diría que de los procesos de socialización
mo el desempeño de un actor en una escena teatral, pero todas ellas no siempre cabía pensar que los sujetos saldrían domesticados, ya que en esa
coincidían en explicar la acción recuperando el protagonismo del individuo. dinámica de relac_iones básicas también se aprendía a diferenciarse, a negociar
Sin apartarse de esa centralidad del sujeto, las escuelas de inspiración y a violar las nonmas.
fenomenológica valoraron la capacidad cognitiva del mismo y rompieron por Pero la explicación de la crisis del modelo funcionalista no puede remitir
otra vía con el determinismo de las estructuras objetivas. Como dina exclusivamente a las dimensiones teóricas. En la década del 60 pareció
Garlinkel, el individuo había sido tratado por la sociología parsoniana como naufragar el mundo que ese sistema de ideas había pensado y del que en buena
un idiota desprovisto de aptitudes para juzgar. Parece importante destacar que medida había hecho la apología conceptual para tratar de presentarlo con una
estas visiones te6Iicas individualistas, a pesar de su distancia con respecto a razonabilidad científica que convertía lo contingente en necesario, operación
los postulados que aceptaban la existencia de actores colectivos, no necesa­ ideológica que denunciaron Wright Milis y la nueva sociología.' Las
riamente construían explicaciones complacientes con el orden social estable­ movilizaciones contra la segregación racial, el descubrimiento de las pobla­
cido. Sus estudios, en muchos casos, sirvieron para desmitificar las institucío� ciones pobres y fuera de todos los beneficios de la sociedad de consumo: la
nes, ya que se pusieron en una óptica opuesta al discurso oficial de las mismas "otra América", las protestas contra la guerra de Vietnam , la entrada en la
y descubrieron funcionamientos de cárceles, hospicios o burocracias que nada escena política y cultural de una nueva generación que rechazaba el american
tenían que ver con los supuestos y principios para los cuales habían sido way of lije, tales fueron, entre otros, los aspectos más notorios del paisaje
creados. Investigaciones sobre la discriminación racial, los procesos de societario en el que el funcionalismo fue cuestionado. 9 En ese contexto, el
exclusión escolar de las clases populares o los mecanismos de desvalorización referente empírico que pudo haber inspirado a los parsonianos quedó seria­
de la mujer, fueron llevados adelante desde esas perspectivas analíticas.' mente cuestionado. Los vientos de cambio que recorrieron desde los barrios
Puede afirmarse que tanto la vertiente "conflictivista" como la "indi­ ne ooros hasta los altos centros de cultura hicieron dudar sobre la estabilidad del
vidualista" fueron críticas a la teoría de Parsons que encontraron en esa misma '' sistema y la integración nonmativa. Fronteras afuera, el Tercer Mundo y los
teoría elementos que propusieron contra ella. Los "conflictivistas" vieron el i
1 países recién descolonizados entraban en rápidos cambios que no se ajustaban
punto débil del funcionalismo en su nonmativismo individualista. Porsu parte, a las categorías fonmales propuestas por el funcionalismo para pensar el pasaje
los "individualistas" objetaron su holismo nonmativista o lo que llamaron su de lo tradicional a lo moderno. Así, la empiria de los comparatistas de
colectivismo. En realidad, lo que Barrington Moore denominó irónicamente
el "marxismo invertido" de Parsons dejaba el lugar para pensar en actores
colectivos protagonistas de conflictos sociales globales unificados por los
valores o por sus intereses sectodales. Tampoco era fácil restringir la s S.M. Mil!er, en su articulo "Pobreza, raza y política", publicado en Irving Horowitz (comp.),
fA nueva sociología, Ensayos en honorde C.Wright Mills, Amorrortu, Buenos Aires, 1969, tomo
conceptualización de la acción en los distintos subsistemas a meros compor­ JI, p. 63, evocaba la presión ideológica que había operado hasl-'! los años 50 sobre la sociología
tamientos de individuos, pues una vez que se piensa en ténminos de valores norteamericana limitándole el abordaje de ciertos temas: "Unos años atrás, se prestaba poca
queda abierta la posibilidad de construir identidades colectivas que cuestio­ atención a la pobreza y a los pobres. Era corriente suponer que !a p-◊breza. estaba-desapareciendo
con ritlno veloz en la 'sociedad opulenta' y que eran relativamente pocos los afectados por ella.
nen el control social y rompan el equilibrio del sistema. La desarticulación en Parecía, en verdad, que pensar en los pobres era como manifestarse por una 'compulsión . ª la
sentido contrario se hallaba también, virtualmente, en la matriz básica de la repetición', una incapacidad de superar el trauma de la década de 19�0, a pes�r de la pro�pe_ndad
relación entre el alter y el ego , que dejaba los c_asilleros vacíos para pensar los y e! bienestar que adv inieron luego, Se creía que !a gran mejora del nivel de vida hab(a el1mmado
los vestigios de p::ibreza, excepto en un núcleo resistente".
9 Resulta sugerente observar que una de !as fonnulaciones teóricas que más audiencia
encontró entre quienes se rebelaban contra el american way o/ lije fue !a de Herbert Ma_rcuse, quien
7 Puede afim1arse que estas teorias centradas en el individuo estaban destinadas a entrar en un desde una perspectiva radicalizada hizo una caracterización de la situación de Estados Unidos
combate desigual con aquellas que tenían enfoque macro, ya que carecían de! atrac1ivo intelectual. acordando un Jugar central al consenso y al orden nonnativo que había, en su opinión, integrado
próximo a la filosoffa de la historia, que presentaban estas últimas. Las conceptua lizaciones de los incluso a la clase obrera. Si el pronóstico de Marcuse era muy distinto al parsoniano, el diagnó�tico,
dramas de los hombres de EIYing Goffman, las peripecias de los sujetos de Haro!d Garfinkel o las en cambio, tenía muchos puntos de coincidencia. Como señala Jack Woddis en New Theones of
condllctas de los de George Homans no pod ían, como Jo hacían las teorías macro, asumir e! Revolutio11, Lawrence and Wishart, London, 1972, las ideas de Marcuse sobre la clase obrera
encanto del profetismo que de un modo u otro estuvo asociado a los clásicos, incluido Parsons, y tampoco eran distintas de algunas conclusiones a las que habían llegado Wright Mills, Dahrendorf,
luego a las escuelas europeas que.se difundieron a partir de la década del 60. Geiger, Marshall o Bendix.

JI

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