a) Primera etapa: concepción pragmática, no teológica La primera etapa de la teología pastoral transcurre en los finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX. Predomina una concepción absolutista del Estado como «servidor y protector de la religión» y en el que se manifiesta una decadencia de las ciencias eclesiásticas. La teología pastoral de esta época nacida de una escolástica decadente, sin nervio teológico, exclusivamente pragmática, que es más arte que ciencia, receta canónica que teología, en función del clérigo, bajo un régimen católico absolutista. Se comenzó a enseñar a partir de 1777 en los teologados austríacos. b) Segunda etapa: concepción bíblica e histórico-salvífica En el siglo de las Luces o época de la Iluminación se inicia una renovación, incluso en las ciencias eclesiásticas, favorecida por el romanticismo alemán. Sailer busca en la época del tradicionalismo francés y del romanticismo alemán un cristianismo viviente y una pastoral más genuina, sin el peso del josefinismo ni las influencias excesivas de la Ilustración. Hace gravitar el centro de la pastoral en la proclamación de la fe. Su preocupación se dirige a la predicación y catequesis del pastor de almas. Después de la Escritura, el segundo fundamento es para Sailer la historia. La línea histórico-salvífica que va del génesis al apocalipsis. Se reflexiona sobre el pastor, no sobre el funcionario, ya que se parte de la obra redentora de Cristo, no de las exigencias estatales, pero esta tendencia rezuma todavía un sello clerical, pues se considera al sacerdote ministro y colaborador de Cristo en la edificación del cuerpo místico, no funcionario estatal. Para Sailer, el objeto de la teología pastoral es el estudio de la continuación de la obra redentora de Cristo en la tierra o la acción de la Iglesia. Que tiene por objeto el ejercicio de las tres funciones pastorales (gobierno, enseñanza y santificación). De ahí el concepto de sacerdote como alter Christus, representante de Dios en la tierra, mediador y dispensador de la gracia. c) Tercera etapa: concepción eclesiológica A. Graf postuló en 1841 una teología práctica con una orientación eclesiológica semejante a la teología práctica protestante, ya existente. A. Graf es considerado hoy como el verdadero precursor de la moderna teología práctica católica, el cual afirma que, la Iglesia debe tener una conciencia científica de sí misma en cuanto que se edifica en el futuro; se le atribuye también el cambio de nombre de teología pastoral a teología práctica y las expresiones: acciones eclesiales, edificación del reino de Dios y autoconstrucción de la Iglesia. Es necesario reflexionar sobre la Iglesia desde tres aspectos: pasado (histórico, ciencias bíblicas), esencia presente (teórico, dogmática-moral) y autoconstrucción en el futuro (práctico). La teología practica nace, según A. Graf de la consideración fundamental sobre la Iglesia al edificarse a si misma. d) Cuarta etapa: concepción clerical J. Amberger, en una extensa obra de tres tomos (1850-1857), divide la teología práctica en dos partes: el derecho canónico y la teología pastoral, mientras que para A. Graf el derecho canónico es un aspecto del gobierno pastoral de la Iglesia, ya que la teología pastoral no se basa en el derecho sino en la esencia de la Iglesia. Se retoma el nombre antiguo de teología pastoral. M. Berger publica un manual en 1861 «introducción científica del pastor en la recta administración de su oficio», en el que no interesa ya la esencia de la Iglesia y sus acciones, sino la naturaleza del pastor y sus actividades. Esta concepción pastoral clerical, no eclesiológica, que reaparece a mediados del s. XIX, continúa hasta bien entrado nuestro siglo actual en los innumerables manuales de pastoral que se editan entonces. El contenido de la teología pastoral se deduce unas veces de las normas, rúbricas y leyes canónicas, y otras de la experiencia concreta de la cura de almas. Una disciplina práctica sin categoría de ciencia, pragmática sin base teológica, con una preocupación por las almas sin sentido de la encarnación y una visión fragmentada del apostolado sin la mirada amplia de una pastoral de conjunto.