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PONTIFICIA UNIVERSITÀ GREGORIANA

ISTITUTO DI SPIRITUALITÀ

La función regia de los laicos


al interior de la Iglesia
y la Sinodalidad

Alumno: Leopoldo Antolín Aguilar


Matrícula: 17146684

Docente: Dott.ssa Donna Orsuto


(Teologia e spiritualità del laicato)

Data di consegna: 20/12/2023

ANNO ACCADEMICO 2023-2024


1

INTRODUCCIÓN

Cuando me ofrecieron la posiblidad de estudiar dos años la Licenciatura


en Teología Espiritual y tuve que discernir el lugar una de las razones que
me llevaron a escoger la Universidad Gregoriana fue su ubicación en
Roma. Me movía no solo la pertenencia eclesial que genera el estar en
contacto directo con su historia al visitar las basílicas e iglesias repartidas
por toda la ciudad (muchas de ellas con los sepulcros de los santos que le
dieron sus mejores momentos), ni por la experiencia universal/católica que
sabría tendría al estudiar aquí y vivir en una comunidad internacional como
la de la Casa Generalizia en la que vivo, sino porque mi estancia, además,
coincidiría con el tiempo en que se celebraría el Sínodo sobre la
Sinodalidad, cuya primera sesión acaba de concluir.
Haber preparado el Sínodo en la Parroquia de los Sagrados Corazones de
Sevilla (España) donde me encontraba antes de venir, y ser testigo del
entusiasmo y la implicación que despertaba en los laicos con los que me
reunía semanalmente en diferentes comunidades de vida y de fe, me ha
llevado a escoger este tema para la asignatura de Teología y Espiritualidad
del laicado.
Lo hago desde el desarrollo de la función real que todo cristiano recibe
en el sacramento del Bautismo. El desafio, como estamos viendo en el
Sínodo, será descubrir qué implicación tiene el desarrollo de esta función
en los laicos no ya en el ámbito de la sociedad que le es propio dada la
índole secular de su vocación, sino en el de la Iglesia y sus órganos de
gobierno.
2

CAPÍTULO I

1. La triple función de los laicos y la función regia.

La formula básica y fundamental del rito de la unción con el santo


crisma en el Bautismo «Para que entres a formar parte de su pueblo y seas
para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey» (Ritual de
Iniciación Cristiana de Adultos), hace partícipe a cada bautizado de la
misión de Cristo, que ha quedado condensada en esta triple función:
sacerdote, profeta y rey. Este triple oficio1, inicialmente perteneciente solo
a Cristo y desarrollado como tal por la Teología Protestante de Calvino
pasa a ser aplicado por la Iglesia Católica para definir también el misterio y
la misión de la Iglesia, que se inserta en Cristo. Ello permitiría en los SS.
XVIII-XIX afirmar desde una concepción vertical que desciende del Papa a
los laicos la trilogía eclesiológica de poderes: enseñar (profeta), santificar
(sacerdote) y gobernar (rey). La originalidad del Vaticano II, lo que se ha
llamado su giro copernicano, fue invertir el orden e insertar en la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium el capítulo
dedicado al Pueblo de Dios delante del capítulo sobre la Jerarquía. Este
cambio, que vincula la triple función no a la Jerarquía sino al Pueblo entero
de Dios, fue posible gracias a la labor del teólogo dominico Yves Congar
que se había servido de él para estructurar su famoso y extenso libro
Jalones para una teología del laicado ya en 1953. Es decir, que la doctrina
de la triple función ha ayudado a superar la visión jerarcológica de la
Iglesia.
Aunque esté claro que cada bautizado está llamado a ser sacerdote,
profeta y rey, al leer el segundo capítulo de Lumen Gentium se percibe que

1
Santiago MADRIGAL, «Munera Christi/Ecclesiae», 962-971. El autor en este artículo
explica cómo el contexto originario del triple oficio es el de la cristología y la soteriología. Al
desplegarse en ellas la única función del Mediador que es Cristo, considera más correcto hablar
de “triple oficio” que de “tres oficios”, pues es una misma unidad considerada desde tres puntos
de vista distintos. Seguimos dicha argumentación.
3

la función regia está menos desarrollada que la sacerdotal (LG 10-11) y la


profética (LG 12).
El paralelismo que preside la aplicación a los pastores y al laicado
respecto de las dos primeras funciones, profética y sacerdotal, parece
quebrarse a la hora de explicar la tercera función, ya que cuando se trata
de la jerarquía, la función regia viene a coincidir con el régimen, o sea,
con el gobierno pastoral, mientras que en el caso de los laicos, esta
función indica el dominio de sí o el servicio a la sociedad2.
Efectivamente si pasamos de LG II a LG IV, dedicado expresamente a
los laicos, descubrimos que el tema se aborda en LG 36 aplicado a dos
ámbitos: el del dominio de sí «venzan en sí mismos el reino del pecado» y
el del servicio a la sociedad «conduzcan en humildad y paciencia a sus
hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar». Es decir que la función
regia es entendida fundamentalmente en el ámbito privado y en el de la
sociedad, pero nada se dice de la función regia y de gobierno en la Iglesia.
Sin embargo en el decreto Apostolicam Actuositatem leemos «…también
los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real del Cristo,
cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la
misión de todo el pueblo de Dios» (AA 2). Podemos, y quizá debemos,
preguntarnos ¿cuál es esa parte que le corresponde?
La Christifideleslaici de Juan Pablo II no amplía el tema y repite el
argumento3. Esta es la razón por la que algunos autores consultados a la
hora de hablar de la participación de los fieles en la función real de Cristo
no incluyen ninguna labor al interior de la Iglesia:
¿Qué es lo propio de los laicos en esta función de realeza que participan de
Cristo a través de la Iglesia? Lo propio, como ya sabemos, es la índole
secular4.
La specificitá laicale di questa funzione reale è coerentemente indicata dal
Concilio nel suo essere “nel mondo”, nel sottomettere al Regno di Cristo le
strutture temporali; vale a dire, nell’informarle con la carità di Cristo5.

¿Qué cabe entonces decir a este respecto?

2
Ibid., 969.
3
«Por su pertenencia a Cristo, Señor y Rey del universo, los fieles laicos participan en
su oficio real y son llamados por Él para servir al Reino de Dios y difundirlo en la
historia. Viven la realeza cristiana, antes que nada, mediante la lucha espiritual para
vencer en sí mismos el reino del pecado (cf. Rm 6, 12); y después en la propia entrega
para servir, en la justicia y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus
hermanos, especialmente en los más pequeños (cf. Mt 25, 40)». (Christifidelis laici 14)
4
Ramiro PELLITERO, «Los fieles laicos y la trilogía “profeta-rey-sacerdote», 433.
5
Fernando OCÁRIZ, «La partecipazione dei laici alla missione della Chiesa», 23.
4

2. La función regia de los laicos al interior de la Iglesia

2.1 Yves Congar

He querido aprovechar el trabajo para leer directamente a Congar. Me


ha sorprendido que es en este autor donde más desarrollo he encontrado:
Se trata aquí de la participación que tienen los laicos en la realeza de Cristo
considerada como poder propiamente dicho, es decir, como autoridad de
gobierno; y esto, no en el orden de la sociedad temporal, donde es evidente
que la autoridad recae en los laicos, sino en el marco de la sociedad
propiamente espiritual que es la Iglesia 6.

Congar abordará la cuestión desde los hechos, desde la tradición


eclesial, más que desde los textos doctrinales, como luego veremos. Para él
es fundamental diferenciar entre estructura y vida. Mostrará cómo los
laicos han tenido a lo largo de la historia un papel por ejemplo en las
elecciones y provisión de cargos eclesiásticos. Merece destacarse, por su
posterior repercusión, el estudio que hace de Cipriano de Cartago, quien
nombra entre los elementos que garantizan la validez de la elección
episcopal el sufragio popular7. Además en su gobierno el obispo de Cartago
dirá no querer actuar «sin el consejo del clero y el consentimiento del
laicado»8. Este aspecto del consentimiento perdurará y el concilio de París
dirá «que no se imponga al pueblo un obispo en contra de su voluntad»9. El
principio fundamental, y que se mantendrá en la tradición tal y como le
gustaba formularlo al Papa San León será: Qui praefuturus est omnibus ab
omnibus eligatur, «lo que afecta a todos debe ser elegido por todos»10. Este
principio, como dice Congar, afecta a la esencia del papel de los laicos en
la Iglesia. Los abusos que se cometieron dieron lugar a la restricción de la
participación de los laicos en las elecciones episcopales, hasta llegar a la
forma muy reducida actual, que lleva a Congar a considerar:
Es deplorable que unas reivindicaciones erróneas hayan comprometido en
la aurora de la época nueva, un principio de suyo importante, inscrito en la
tradición más antigua, más pura, más constante: el principio de
consentimiento como principio, no de estructura, sino de vida, como ley

6
Yves CONGAR., Jalones para una teología del laicado, 286.
7
Cipriano enumera cuatro elementos: juicio de Dios, testimonio auténtico del clero,
sufragio popular y consentimiento de los otros obispos. Yves CONGAR 288.
8
Ibid.
9
Ibid.
10
Ib., 290.
5

concreta de todos los grandes actos de la vida eclesial, comenzando por la


designación de los cargos supremos11

También analiza el papel de los laicos en los concilios, donde


aunque no firmaran ni tuvieran palabra en la decisión, estaban presentes y
se dejaban oír, aportando sus quejas, informaciones y testimonios. Los
laicos tenían, efectivamente, función de consentimiento, pronunciaban el
«amén». Después estaban llamados a dar publicidad y difusión a lo
acordado. Estaban presentes para que lo que debía ser cosa de todos
pudiera llegar a serlo de verdad. Al hacerse presente la comunidad se
expresa en lo que le afecta, ayuda a que se conozca bien el problema y
puede más fácilmente después adaptarse a la decisión tomada.
Esto por lo que respecta a la función legislativa de la Iglesia pero
también tuvieron papel en la función ejecutiva a través de algunos cargos,
como la administración de los bienes, que después se le fueron retirando.
En síntesis Congar afirma que hay que distinguir siempre entre
estructura y vida. La Iglesia se estructura jerárquicamente, pero la vida, por
la que cumple su misión, implica la cooperación activa de los fieles laicos.
Esta actividad, aunque no sea la de jefes constituidos en poder, participa de
la realeza de Cristo en cuanto ésta es inmanente al cuerpo; no en cuanto
que, transcendiéndolo, se ejerza a modo de poder y autoridad (jerarquía).
Por eso al preguntarse ¿cómo concebir esta actividad de los laicos?
Responde: «jamás por un tránsito indebido de la vida a la estructura»12.
Un buena síntesis de este capítulo sería la siguiente:

Pero los laicos pueden también participar de la realeza de Cristo como


“poder”, en relación con el gobierno de la Iglesia: en la elección y provisión
de cargos eclesiásticos, por su presencia en los concilios, representando lo
profano ante lo eclesiástico, contribuyendo mediante la costumbre y la
iniciativa a la regulación de la vida de la Iglesia, y participando en las tareas
administrativas y judiciales13.

2.2 El Catecismo y la colaboración de los laicos.

En el apartado que dedica a la participación de los laicos en la misión


real de Cristo el catecismo recoge la Christifideleslaici y añade que los
seglares «también pueden sentirse llamados a colaborar con sus pastores
en el servicio de la comunidad eclesial, para el crecimiento y la vida de

11
Ib 292.
12
Ibid 313.
13
Ramiro PELLITERO, «Los fieles laicos y la trilogia sacerdote, profeta, rey», 429.
6

ésta, ejerciendo ministerios muy diversos según la gracia y los carismas


que el Señor quiera concederles» (CCE 910). Y se añade:
pueden cooperar a tenor del derecho. Así, con su presencia en los concilios
particulares, los sínodos diocesanos, los consejos pastorales; en el ejercicio de
la tarea pastoral de una parroquia; la colaboración en los consejos de los
asuntos económicos; la participación en los tribunales eclesiásticos, etc. (CCE
911).

2.3 Benedicto XVI y la corresponsabilidad laical.

Sin hablar de la función real de los laicos, al abordar en el discurso


inaugural de la asamblea de la Diócesis de Roma el tema de la implicación
de los laicos en la vida de la Iglesia, reconocerá que continúa la tendencia a
identificar unilateralmente la Iglesia con la jerarquía y consagrará el
término corresponsabilidad: «Esto exige un cambio de mentalidad, en
particular por lo que respecta a los laicos, pasando de considerarlos
colaboradores del clero a reconocerlos realmente como corresponsables del
ser y actuar de la Iglesia, favoreciendo la consolidación de una laicado
maduro y comprometido»14.

3 Francisco y el Sínodo sobre la Sinodalidad.

En la Conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de


los Obispos Francisco pronunció el que para algunos es su mejor discurso
eclesiológico. Aquí consagró su famosa frase: «El camino de la sinodalidad
es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»15.
Sus principales fundamentos son éstos:
 El Pueblo de Dios, constituido por todos los bautizados, al tener la
unción del Santo, no puede equivocarse en la fe cuando muestra
estar totalmente de acuerdo.
 El sensus fidei impide separar rígidamente entre Eclesia docens y
Ecclesia dicens, ya que también la grey tiene su «olfato» para
encontrar nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia.

14
BENEDICTO XVI . Discurso durante la inauguración de la Asamblea Eclesial de la
Diócesis de Roma. San Juan de Letrán, 26 mayor 2009.
15
Es particularmente interesante ver cómo inmediatamente después dice que Sínodo “es
un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica”
FRANCISCO, Discurso conmemoración del 50 aniversario de la Institución del Sínodo
de los obispos. Roma, 17 octubre 2015.
7

 La Iglesia sinodal es Iglesia de la escucha a tres niveles: pueblo


fiel, colegio episcopal y obispo de Roma. Cuando se escucha así
se conoce lo que «el Espíritu dice a las iglesias».
 Se rescata el principio de Cipriano tan estimado en la Iglesia del
primer milenio: Quod omnes tangit ab ómnibus tractari debet.
 La sinodalidad reconfigura, a modo de pirámide invertida, la
misma función episcopal y petrina (de la que percibe la necesidad
de avanzar en una saludable «descentralización»), desde la única
autoridad válida en la Iglesia que es la autoridad del servicio 16.

Con el Sínodo sobre la Sinodalidad, inaugurado el 9 de octubre 2021 en


Roma, y el 16 del mismo mes en cada iglesia particular, pensado no como
evento sino como proceso que implica a todo el Pueblo de Dios, el Papa da
un paso histórico en la recepción del Vaticano II exhortando a toda la
Iglesia a que discierna un nuevo modelo eclesial para el tercer milenio.
Con la Sinodalidad, como señala Rafael Luciani, se abandona
definitivamente el término participación y se pone en práctica la
corresponsabilidad. Para este autor la sinodalidad busca reconfigurar la
institución eclesiástica «desde la primacía hermenéutica del capítulo II de
Lumen Gentium, donde se reconoce el carácter vinculante y permanente
del sensus fidei fidelium en la construcción de todo consensus omnium
fidelium»17. Este carácter vinculante lleva la corresponsabilidad más allá de
lo propuesto por Congar
Si en la estructura y funcionamiento actual del Sínodo de los Obispos, siendo
una institución episcopal en la cual solo pueden votar los obispos según la
disposición canónica, se han logrado introducir algunas excepciones para
permitir que laicos puedan votar, se deriva, en consecuencia, que la
fundamentación del voto no está ni puede seguir estando en el poder del orden,
sino en la fuente del bautismo18.
Santiago Madrigal ve en este proceso de sinodalización, que supone una
Iglesia más corresponsable y participativa, una respuesta a las demandas
democráticas de nuestro tiempo 19 y considera que, entre el principio

16
Pero en esta Iglesia, como en una pirámide invertida, la cima se encuentra por debajo de la
base. Por eso, quienes ejercen la autoridad se llaman “ministros”: porque, según el significado
originario de la palabra, son los más pequeños de todos. Ibid.
17
Rafael LUCIANI, «Hacia una efectiva sinodalización de toda la Iglesia», 115.
18
Rafael LUCIANI, «Una opción capaz de transformarlo todo», 67.
19
El autor no quiere decir que la Iglesia sea una democracia, mantiene la incuestionable
estructura jerárquica pero al igual que en la historia esta concepción estuvo influida por
sistemas de gobierno aceptados por la sociedad (imperio, monarquia, etc.) hoy esta
8

jerárquico y el democrático, el principio sinodal traza una vía media


decisiva a la hora de plantear el ejercicio del poder y la autoridad en la
Iglesia. Este principio puede sintetizarse en la fórmula de Cipriano: «Nihil
sine episcopo, nihil sine consilio vestro, nihil sine consensu plebis»20. El
dinamismo de escucha recíproca mete en acción el outro principio de
Cipriano: «quod omnes tangit ab ómnibus tractari debet”, que incluye un
principio de consenso que no suplanta el jerárquico.
Llegando al final de nuestro trabajo nos preguntamos: ¿Qué ha dicho la
XVI Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos al respecto?
Destacamos lo siguiete del Informe síntesis 21:
 «La Asamblea ha visto reunirse junto a los obispos a otros miembros
del pueblo de Dios porque así lo ha querido el Santo Padre».
(Introducción).
 «Ha surgido un acuerdo sustancial sobre el hecho de que la
prospectiva sinodal representa el futuro de la Iglesia» (1.i).
 «El ejercicio de la corresponsabildiad es esencial para la sinodalidad
y es necesario a todos los niveles de la Iglesia» (8.b).
 «El justo reconocimiento de la responsabilidad de los laicos en la
misión en el mundo no puede convertirse en pretexto para atribuir
sólo a los Obispos y a los sacerdotes el cuidado de la comunidad
Cristiana» (18.b).

En síntesis:
La Asamblea del Sínodo de los obispos, conservando su propio carácter
eminentemente episcopal, en esta ocasión, ha mostrado bien la ligazón
intrínseca entre las dimensiones sinodales de la vida de la iglesia (la
participación de todos), la dimensión colegial (la solicitud de los Obispos por
toda la iglesia), la dimensión primacial (el servicio el obispo de Roma,
garantía de comunión) (20.b).

concepción supondría una visión más democrática de la misma. Cf Santiago


MADRIGAL, «Poder y autoridad en una Iglesia sinodal», 304-306.
20
Cf.,Ib.,318.
21
Las citas las extraemos del Informe de Síntesis Una Iglesia Sinodal en Misión. De la
XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SINODO DE LOS OBISPOS.
PRIMERA SESIÓN.
9

CONCLUSIÓN

A través de este trabajo hemos ahondado en la función real de los laicos


al interior de la Iglesia. Al término del mismo extraemos dos coclusiones:
Primero, hemos constatado que ya antes del Concilio el dominico Yves
Congar, sirviéndose de esta categoria, configuró una eclesiología no
jerarcológica, sin la cual no se hubiera dado el giro copernicano que supuso
la Constitución Dogmática Lumen Gentium. Pero hemos visto también
cómo esta función regia a lo largo de muchos años del postconcilio se ha
desarrollado solo orientándola al campo personal o social pero no al
eclesial, que se ha ocultado o incluso negado. El pontificado de Francisco y
su propuesta eclesiológica sinodal sin precedentes es el que está llevando
esta función a su mayor desarrollo desde el Vaticano II.
Y segundo, observamos que el avance en esta función no ha venido por
el desarrollo teólógico de la función real en el laico (vinculado al concepto
de Iglesia Cuerpo de Cristo) sino que han sido otra categorías teológicas
vinculadas más a la Iglesia como Pueblo de Dios las que están permitiendo
el avance: el sensus fidelium. Desde aqui cobra y fuerza y se rescata la
enseñanza y magisterio episcopal de Cipriano de Cartago: “Quod omnes
tangit ab ómnibus tractari debet” así como “Nihil sine episcopo, nihil sine
consilio vestro, nihil sine consensu plebis”.
El Sínodo sobre la Sinodalidad está suponiendo un proceso único para el
desarrollo de esta funciónal. El tiempo dedicado en la realización de este
trabajo ha aumentado y fundamentado mejor mi implicación en ello, pues
como concluye la Sintesis final “no basta con crear estructuras de
corresponsabilidad, si falta la conversión personal a una sinodalidad
misionera” (20.c).
10

BIBLIOGRAFÍA

BENEDICTO XVI, Discurso durante la inauguración de la Asamblea Eclesial


de la Diócesis de Roma. San Juan de Letrán, 26 mayo 2009.
CONCÍLIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen
Gentium.
––––––––, Decreto Apostolicam Actuositatem.
CONGAR,Y., Jalones para una teología del laicado, Barceloa, 1965.
FRANCISCO, Discurso conmemoración del 50 aniversario de la Institución del
Sínodo de los obispos. Roma, 17 octubre 2015.
LUCIANI,R., Hacia una efectiva sinodalización de toda la Iglesia, en
LUCIANI,R; NOCETI,S; SCHICKENDANTZ,C. (Coords.)
Sinodalidad y Reforma.Madrid 2022,115-135.
––––––––, Una opción capaz de transformarlo todo, en La Revista Católica.
Santiago de Chile 2022, 49-67.
MADRIGAL,S., Munera Christi/Ecclesiae, en Diccionario de Eclesiología,
Madrid 2016, 962-971.
––––––––, Poder y autoridad en una Iglesia sinodal 304-306, en LUCIANI,R;
NOCETI,S; SCHICKENDANTZ,C. (Coords.) Sinodalidad y
Reforma. Madrid 2022.
OCÁRIZ,F., La partecipazione dei laici alla missione della Chiesa, in Annales
theologici 1(1987), 7-26.
PELLITERO,R., Los fieles laicos y la trilogía “profeta-rey-sacerdote” en Dar
razón de la esperanza. Homenaje al Prof. Dr. José Luis Illanes.
Biblioteca de Teología, 29. Navarra 2004, pp. 423-440.
UNA IGLESIA SINODAL EN MISIÓN. Informe de Síntesis. XVI ASAMBLEA
GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS.
Primera sesión. 4-29 octubre 2023. Vaticano.
JUAN PABLO II, Christifideles laici. Exhortación Apostólica Post-sinodal.
VICUÑA, G.J., Los laicos y la extensión Del Reino de Dios. Participación em el
oficio sacerdotal, profético y real de Cristo. En Ecclesia XXX n.3-4
pp 371-391
11

ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN

CAPITULO I:

1. La triple funcion de los laicos y la función regia ........................................2


2. La función regia de los laicos al interior de la Iglesia
2.1. Yves Congar ....................................................................................4
2.2. El catecismo y la “colaboración” de los laicos.................................5
2.3. BenedictoXVI y la “corresponsabilidad” laical................................6
3. Francisco y el Sínodo sobre la Sinodalidad.................................................6

CONCLUSIÓN......................................................................................................9

BIBLIOGRAFIA..................................................................................................10

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