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Lo primero que debemos tener en cuenta es que los niños con autismo detestan
los cambios imprevistos. De hecho esto les produce mucho estrés así que es
frecuente que frente a estas situaciones ellos comiencen a alterarse, a gritar o
quieran escaparse (depende de cada caso en particular).
Utiliza herramientas de apoyo visual. Esto suele utilizarse mucho con niños con
autismo. En estos casos puedes planificar fichas donde se detalle cada actividad
que se llevarán a cabo durante el día de clases con fichas visuales. De este modo
ellos sabrán (con este apoyo visual) lo que sucederá y se anticiparán a ello.
Establece rutinas cortas pero efectivas. Es preferible que ellos presten atención en
un principio durante unos pocos minutos. Luego premia esta atención con alguna
actividad o premio que ellos disfruten.
Reconoce lo que motiva al niño en forma particular. Cada niño con autismo es
único e irrepetible. Algunos suelen ser más tranquilos, otros más eufóricos,
algunos aman jugar con témperas, otros prefieren juegos con muñecos más duros
(como automóviles, por ejemplo). Toma como punto de partida los intereses del
niño. Esto facilitará mucho la tarea, lograrás su concentración y algo de atención
inicial.
Refuerza lo que hace bien. Los reforzadores son cualquier cosa que al niño
agrade y pueden ser, entre otros:
Haz láminas con dibujos de elementos básicos para comer, bañarse, vestirse
incluso de alimentos. Pégalas en un lugar donde él pueda verlas para que señale
lo que desea. Puedes preguntarle, ¿qué es? y denomina los objetos tú misma.