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ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DEL CUARTO PLENO CASATORIO

DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DEL PERÚ

1. RESUMEN DE LOS HECHOS

Luis Arturo Correa apoderado de Luis Miguel Correa, Jorge Enrique


Correa y de Cesar Arturo Correa interpone una demanda en contra de
Mirna Lisbeth Panduro Abarca y Euclides Vara Turco pidiendo que se
ordene el desalojo de los demandados por ocupación precaria del
inmueble ubicado en jirón Tarapacá N°663 y N° 665 de la ciudad de
Pucallpa.

El accionante alega que sus poderdantes tienen justo título de


propietarios, el cual esté inscrito en los Registros Públicos de la ciudad
de Pucallpa, considerando a si a los demandados como ocupantes
precarios. Del mismo modo la parte demandada alega haber obtenido
el bien por prescripción adquisitiva, debido a que lo van poseyendo de
manera pública, pacífica y en calidad de propietarios por más de 40
años.

La sentencia de primera instancia declaro fundada la demanda y


ordeno el lanzamiento de los demandados, esta fue apelada alegando
que no se tomó en cuenta el proceso de usucapión seguido por los
demandados. En segunda instancia se confirmó la sentencia apelada
indicando que los documentos destinados a probar la prescripción
adquisitiva del bien se encontraban a nombres de terceros, por lo tanto
no habiéndose desvirtuado la precariedad de la posesión resulta viable
el desalojo. Finalmente Mirna Lizbeth Panduro interpuso recurso de
casación.

2. SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA

La corte declara infundado el recurso de casación interpuesto por la


demandante. Además considera pertinente precisar y unificar la
doctrina nacional acerca de la posesión precaria.

Precisa una interpretación al artículo 911° del código civil, comienza


precisando que el uso de la palabra “titulo” no debe limitarse al mero
documento, sino a un acto jurídico o circunstancia expuesto tanto por
los demandantes como por los demandados que les permita probar su
legítimo derecho de posesión.
Se establece las dos características básicas del poseedor precario, que
exista una posesión de hecho, y que exista una situación de ausencia
de título jurídico de la posesión, amparada en la tolerancia o
inadvertencia del dueño, así mismo concreta varios supuestos en los
cuales se configura la posesión precaria.

a) En los casos de resolución extrajudicial de un contrato previstos


por los artículos 1429° y 1430°.
b) Cuando se presente lo previsto por el artículo 1704°, cuando el
arrendador pone en manifiesto querer poner fin a la relación con
el arrendatario y por ellos reclamar el bien.
c) Lo previsto por el artículo 220°, que cuando se declara nula el
acto jurídico que declare títulos posesorios.
d) Enajenación de un bien arrendado cuyo contrato no se
encuentre inscritos en Registros Públicos, el nuevo adquirente
solo podrá demandar el desalojo siempre que previo proceso vía
documento de fecha cierta ponga en conocimiento a la otra parte
de sus intenciones.
e) No importara si el demandado efectuó de mala o buena fe
edificaciones en el inmueble, el juez solo deberá valorar aquellas
pruebas que le ayuden a concretar el derecho de posesión, sin
perjuicio de que los demandados pretendan buscar en otro
proceso la prescripción adquisitiva.

Así en cualquiera de los casos anteriores el juez deberá considerar


como fundada la pretensión de desalojo contra poseedores precarios,
siempre que se cumplan con las cada una de las características antes
mencionadas.

3. CONCLUSIÓN

De acuerdo a lo establecido en la figura de la demanda, el presente


caso constituye materia de controversia, conforme al derecho y a los
hechos invocados por la demandante y contradicho por la parte
demandada, por lo tanto será necesario abordar algunas cuestiones
relacionadas con la figura jurídica de la posesión y otras instituciones
afines, para luego adentrarnos al tema de la posesión precaria.

Conforme a nuestro ordenamiento civil: “La posesión es el ejercicio de hecho


de uno o más poderes inherentes a la propiedad” 1.
1
Art. 896 del Código Civil
Por lo tanto la posesión diremos que cumple una función de
legitimación, en virtud de la cual determinados comportamientos sobre
las cosas permiten que una persona sea considerada como titular de
un derecho sobre ella y pueda ejercitar, las facultades derivadas de
aquél, tales como el uso, disfrute y consumo.

Sin embargo hay otro problema con respecto a la figura del ocupante precario,
ya que no hay una definición a ciencia exacta que es, pero desde el punto de
vista de la idea romana sostenían, que el origen del precario consistía en el
acto por el cual una persona cedía a otra, a petición o ruego de esta, el uso y
disfrute de cierto bien sin remuneración ni estipendio alguno, pero con la
facultad de darle por terminado en cualquier momento 2.

Sin embargo nuestra doctrina ya ha regulado la figura del poseedor


precario, la cual señala que la posesión precaria es la que se ejerce sin
título alguno o cuando el que se tenía ha fenecido. Por lo tanto la figura
del poseedor precario ya no será objeto de confusión, debido a que se
han establecido las condiciones necesarias para configurar esta figura,
asimismo se han establecido supuestos claves para así ayudar a
dilucidar a quien pertenece verdaderamente el derecho de posesión.

Además deja bien en claro que a efectos de la demanda el juez y las


partes no deben confundir pretensiones; es decir, las partes deben
ceñirse realmente que es lo que pretender pedir en caso concreto, y no
dejarse llevar por términos equívocos la cual más tarde podrían incluso
perder el derecho reclamado por el solo hecho de una mala petición.
Por lo tanto finalmente concuerdo con el juez, si bien es cierto la
demandados podrían ser titulares del bien inmueble por prescripción
adquisitiva, sin embargo las pruebas presentadas en su defensa no son
suficientes para poder crear convicción en el juez, por lo tanto es válido
que los demandados sean desalojados de la propiedad que tenían a su
posición por varios años, ya que no pudieron demostrar que realmente
les pertenecía o que lo adquirieron por prescripción adquisitiva.

2
Cano Moriano, Guadalupe, “Estudio sobre la figura del precario”, Pág. 243

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