Está en la página 1de 135

MANUAL DE PROCEDIMIENTO CIVIL.

EL JUICIO
EJECUTIVO.
Raúl Espinosa Fuentes.

INTRODUCCION.

1. CONCEPTO Y DEFINICIÓN.

Para que los derechos y las obligaciones que les son correlativas sean una realidad, es menester que
existan medios compulsivos para obtener su cumplimiento, que, de otro modo, quedaría entregado por
entero a la voluntad de los deudores.

Cuando esos derechos son obscuros o disputados, se hace necesario seguir un procedimiento ordinario
que los declare o establezca precisamente. Pero cuando ellos se encuentran ya declarados en una
sentencia o en otro documento auténtico, corresponde exigir su realización por medio de un
procedimiento más breve y de carácter coercitivo. Este último procedimiento no es otro que el juicio
ejecutivo, que, de acuerdo con las ideas anteriores, puede definirse en esta forma: Juicio ejecutivo es un
procedimiento contencioso especial que tiene por objeto obtener, por vía de apremio, el cumplimiento
de una obligación convenida o declarada fehacientemente, que el deudor no cumplió en su oportunidad.

De la definición anterior se desprende que las características del procedimiento ejecutivo son las
siguientes:

1. Es un juicio especial, diverso del ordinario o de los otros juicios especiales, que tiene una
reglamentación propia en el Libro III del CPC., que trata “De los Juicios Especiales”.

2. Tiene por objeto perseguir el cumplimiento de ciertas obligaciones de carácter indubitable, que han
sido convenidas por las partes en forma fehaciente (por ej., en una escritura pública), o declaradas por la
justicia en los casos y con las solemnidades que la ley señala (por ej., en una sentencia firme). Si se trata
de un derecho dudoso o disputado, no establecido en forma fehaciente, es menester, como hemos dicho,
que previamente se le establezca y determine en un juicio de lato conocimiento. En tal sentido, se ha
declarado que el juicio ejecutivo no es declarativo de derechos, por lo cual no puede iniciarse con títulos
que no lleven en sí mismos aparejada la ejecución y que necesiten de discusión previa entre los
interesados o de fallos judiciales para fijar su verdadero valor y alcance jurídico, sin que sea suficiente
para ello el hecho de reconocerse una firma puesta en el documento, ya que en esta situación
corresponde verificar si la obligación efectivamente consta en el documento y si reúne las condiciones
de líquida, actualmente exigible y no prescrita (SCS 19/01/1994, Rol N° 2.305, C. 5°).

3. En el pleito ejecutivo se emplea la vía del apremio. Como se trata de obtener el cumplimiento de
obligaciones establecidas fehacientemente, es lógico que para obtener ese fin se autorice el empleo de
medios compulsivos, como el embargo y remate de bienes del deudor.

2. REGLAS APLICABLES.

Siendo el juicio ejecutivo un procedimiento especial o extraordinario, se regirá:

1|Página
− En primer lugar, por las disposiciones especiales contenidas en los Títulos I y II del Libro III del CPC
(Arts. 434 y sigs.). Conjuntamente con esas disposiciones se aplicarán las contenidas en el Libro I del
mismo Código, que son reglas comunes a todo procedimiento.

− En segundo lugar y en calidad de supletorias de las normas anteriores, se aplicarán las del
procedimiento ordinario (Art. 3° del CPC).

3. JUICIO EJECUTIVO EN LAS OBLIGACIONES DE DAR, DE HACER Y DE NO HACER.

Obligación es un vínculo jurídico que coloca a una persona determinada en la necesidad de dar, hacer o
no hacer algo, respecto de otra persona determinada. De esta definición se desprende una clasificación
de las obligaciones: obligaciones de dar, de hacer y de no hacer.

Generalmente, para los autores de Derecho Civil, obligación de dar es aquella en que la prestación del
deudor consiste en la transferencia del dominio o de otro derecho real; obligación de hacer es la que
pone al deudor en la necesidad de ejecutar un acto lícito que no sea de transferencia del dominio o de
otro derecho real, y obligación de no hacer, la que consiste en que el deudor se abstenga de ejecutar un
acto que, sin la obligación, le sería lícito efectuar. Pero no es éste el criterio que se desprende de nuestro
Código de Procedimiento Civil, sino otro más sencillo y conveniente: dentro de este cuerpo de leyes,
obligación de dar es la que consiste en la entrega de una cosa; obligación de hacer, la que consiste en la
prestación de un hecho, y obligación de no hacer, la que consiste en una abstención. Y así, por ej., la
obligación que tiene el comodatario de devolver la cosa que obtuvo en préstamo de uso, es para el CPC
una obligación de dar, aunque ella no tiene por objeto la transferencia del dominio ni de otro derecho
real sobre la cosa, sino la simple entrega material de ella.

Así lo confirma la historia de la ley: en el proyecto primitivo del CPC, el Título I del Libro III se
denominaba “Del Juicio Ejecutivo en las Obligaciones de Dar o de Entregar”, comprendiendo por
tanto a todas las obligaciones de entregar, tuvieran o no por objeto la transferencia del dominio o de otro
derecho real. La Comisión Revisora, en su sesión 25, acordó suprimir la frase “o de Entregar”, por
estimarla redundante, ya que la obligación de entregar está sin duda comprendida en la de dar, y sin que
ello importara introducir modificación alguna en el sistema del Código.

La clasificación que dejamos establecida tiene importancia para determinar las disposiciones aplicadas a
cada caso; si el juicio ejecutivo es por obligación de dar, se aplicarán las reglas del Título I del Libro III
del CPC; en cambio, si la obligación es de hacer o no hacer, se observarán las disposiciones del Título II
del mismo Libro, y también, en forma supletoria, las disposiciones del Título 1 (Arts. 531 y del CPC).

4. JUICIO EJECUTIVO DE MAYOR CUANTÍA, DE MÍNIMA CUANTÍA Y EJECUCIONES


ESPECIALES.

Atendiendo a la cuantía y a la naturaleza de la ejecución, pueden distinguirse el juicio ejecutivo de


mayor cuantía, el juicio ejecutivo de mínima cuantía y las ejecuciones especiales.

El juicio ejecutivo de mayor cuantía, reglamentado en los títulos I y II del Libro III del CPC (Arts. 434 y
sigs.), se aplica tratándose de obligaciones cuya cuantía es superior a la indica da en el Art. 703 del
CPC, esto es, la suma que exceda de 10 unidades tributarias mensuales.

2|Página
El juicio ejecutivo de mínima cuantía, regido en los Arts. 703 y sigs. del CPC, se aplica tratándose de
obligaciones cuya cuantía es igual o inferior a la señalada en esa norma legal.

Finalmente, se entienden por ejecuciones especiales aquellas reglamentadas por leyes particulares en los
casos en que el legislador ha estimado conveniente alterar la regla general constituida por el juicio
ejecutivo de mayor cuantía. Tal es el caso del procedimiento sobre realización de prendas; el
procedimiento ejecutivo contenido en la Ley 4.702, sobre venta de cosas muebles a plazo, el
procedimiento sobre realización de la prenda agraria y de la prenda industrial, etc.

Título Primero
DEL JUICIO EJECUTIVO EN LAS OBLIGACIONES DE DAR

Capítulo I
LA ACCION EJECUTIVA

5. REQUISITOS PARA QUE PROCEDA LA ACCIÓN EJECUTIVA.

Para que pueda exigirse ejecutivamente el cumplimiento de una obligación de dar, se requiere la
concurrencia de tres condiciones:

a) Que la obligación consista en un título ejecutivo (Art. 434 del CPC).

b) Que la obligación sea líquida y actualmente exigible (Arts. 437 y 438 del CPC).

c) Que la acción ejecutiva no esté prescrita (Art. 442 del CPC).

Pasemos a estudiar separadamente cada uno de estos requisitos.

Sección Primera
LOS TITULOS EJECUTIVOS

GENERALIDADES

6. DEFINICIÓN.

Título ejecutivo es aquel documento que da cuenta de un derecho indubitable, al cual la ley atribuye la
suficiencia necesaria para exigir el cumplimiento forzado de la obligación en él contenida.

La ley confiere mérito ejecutivo a determinados títulos en atención al carácter de autenticidad que ellos
revisten. En el mismo sentido, se ha declarado que título ejecutivo es aquel que da cuenta de un derecho
indubitable al cual la ley otorga la suficiencia necesaria para exigir el cumplimiento forzado de una
obligación de dar, hacer o no hacer en él contenida, obligación que debe además tener las características
de ser líquida y actualmente exigible y de no hallarse prescrita (SCS, RDJ 1997, T. XCIV, Secc. I, p. 64,
C. 1°).

3|Página
7. SÓLO LA LEY PUEDE CREAR TÍTULOS EJECUTIVOS.

Los títulos ejecutivos están enumerados taxativamente en el Art. 434 del CPC, y en las leyes especiales
a que se refiere el N° 7 de este mismo artículo. Sólo una ley puede crear títulos ejecutivos; los
particulares no pueden, por tanto, crear títulos ejecutivos que no reúnan los requisitos que el legislador
ha prescrito, ya que tales requisitos miran no sólo al interés personal de los contratantes, sino también al
interés público que existe en reservar el procedimiento ejecutivo a aquellos casos en que se persiga el
cumplimiento de obligaciones cuya existencia y exigibilidad se hayan reconocido o declarado por algún
medio legal. En consecuencia, carece de todo valor la cláusula en que el deudor acepte anticipadamente
como ejecutivo un documento a que la ley no confiere expresamente ese carácter.

No obstante, en contradicción con los principios expuestos, un fallo de nuestra Corte Suprema ha
declarado que, si se estipula en escritura pública, entre las mismas partes que habían celebrado un
contrato también por escritura pública, que la segunda copia de ésta que expida el notario tenga el
carácter de primera copia, dicha segunda copia tiene fuerza ejecutiva, conforme al N° 2° del Art. 434 del
CPC., ya que la ley no prohíbe semejante declaración. Por las razones expresadas no estamos de acuerdo
con dicho fallo, sin perjuicio de no tener vigencia actualmente por no distinguirse entre las primeras y
segundas copias de una escritura pública para los efectos de otorgarle fuerza ejecutiva a una copia de la
escritura pública conforme a lo establecido en el N° 2° del Art. 434 del CPC, modificado por el Art. 2°
de la Ley N° 18.181 de 26 de noviembre de 1982.

Sin perjuicio de lo anterior, es necesario tener presente que la jurisprudencia ha aceptado la existencia de
títulos complementarios, esto es, que la obligación que se pretende cobrar a un deudor pueda
determinarse mediante la concurrencia de dos o más títulos ejecutivos. En tal sentido se ha declarado
que «la complementación o integración de títulos ejecutivos no la prohíbe la ley, la que no exige que
todos los requisitos que deben dar mérito ejecutivo a un título deben constar en él, exigencia que de
existir haría perder finalidad y eficacia jurídica a instituciones reconocidas como las hipotecas
constituidas para garantizar obligaciones de terceros o las otorgadas antes de los contratos a que
acceden” (SCS 27/12/2000, Gaceta Jurídica N° 246, p. 68, C. 7º y 8°).

8. EL TÍTULO DEBE CONTENER UNA OBLIGACIÓN DE DAR, HACER O NO HACER.

Ello es evidente, ya que de lo contrario no existiría obligación o deuda cuyo cumplimiento pudiera
exigirse por la vía ejecutiva. La obligación debe ser, además, líquida y actualmente exigible, como lo
veremos más adelante.

9. EL TÍTULO, PARA TENER MÉRITO EJECUTIVO, DEBE HABER PAGADO EL


IMPUESTO CORRESPONDIENTE.

Los documentos que no hubieren pagado los tributos a que se refiere el presente decreto ley, no podrán
hacerse valer ante las autoridades judiciales, administrativas y municipales, ni tendrán mérito ejecutivo,
mientras no se acredite el pago del impuesto con los reajustes, intereses y san- dones que correspondan.
Lo dispuesto en el presente artículo no será aplicable respecto de los documentos cuyo impuesto se paga
por ingreso en dinero en Tesorería y que cumplen con los requisitos que establece esta ley y el Servicio
de Impuestos Internos (Art. 26 del DL 3.475, de 29 de agosto de 1980, texto actualizado del impuesto de
timbres y estampillas).

4|Página
Como puede verse, esta carencia de mérito ejecutivo no es definitiva; el defecto puede subsanarse
pagando la multa que corresponde. Esta multa es equivalente al triple del valor de la contribución
adeudada. La multa puede ser impuesta tanto al emisor o firmante del documento, como a la persona que
lo exhiba.

También los secretarios y relatores deben vigilar el pago de los impuestos y están obligados a dar cuenta
al tribunal para que haga enterar los tributos y aplique las sanciones que correspondan (Art. 79 del
Código Tributario).

Todas estas multas son sin perjuicio de la obligación que tiene el infractor de pagar el impuesto
adeudado, reajustes e intereses.

Cuando el impuesto se paga en estampillas, existe también la obligación establecida en el Art. 21 de la


Ley de Timbres, que dice: “Las estampillas que se empleen para el pago del impuesto, deberán
inutilizarse perforándolas junto con el documento al cual están adheridas, con la fecha abreviada y con
la firma de cualquiera que los suscriba. La fecha y la firma deberán abarcar parte del documento y
parte de las estampillas que se trate de inutilizar”. La infracción de esta obligación de inutilizar las
estampillas de impuesto no está sancionada con la carencia de mérito ejecutivo del documento.

Si el título no ha pagado el impuesto debido, el juez debe denegar la ejecución al hacer el examen del
título. Si no obstante, por error, el tribunal despacha el mandamiento de ejecución, el ejecutado puede
reclamar en tres formas:

a) Apelando de la resolución que despachó el mandamiento.

b) Recurriendo de queja. La jurisprudencia ha determinado que procede el recurso de queja si el juez


despacha el mandamiento de ejecución y embargo sin examinar con atención y cuidado el título que se
presenta. Actualmente no sería posible recurrir de queja con motivo de haberse cometido una falta o
abuso grave en la dictación de la resolución que ordena despachar mandamiento de ejecución y
embargo, puesto que el recurso de queja sólo procede cuando la falta o abuso se corneta en sentencia
interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su continuación o definitiva, y que no sean
susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario, conforme a lo prescrito en el inciso 1º del
artículo 545 del Código Orgánico de Tribunales, modificado por el N° 18 del artículo 1° de la Ley N°
19.374, publicada en el Diario Oficial de 18 de febrero de 1995.

c) Oponiendo a la ejecución la excepción del N° 7º del Art. 464 del CPC, o sea, la falta de alguno de los
requisitos establecidos por la ley para que el título tenga fuerza ejecutiva. La jurisprudencia de nuestros
tribunales es uniforme en el sentido de que tal excepción debe acogerse, negando mérito ejecutivo al
documento en que no se ha pagado el impuesto correspondiente.

Si el ejecutado no reclama en ninguna de las formas indica das, ya no podrá con posterioridad hacer
valer el defecto que nos preocupa; ni el juez podrá tampoco, una vez despachado el mandamiento, negar
de oficio mérito ejecutivo al título en razón de no haberse pagado el impuesto (ver N° 120).

5|Página
10. ENUMERACIÓN Y CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS EJECUTIVOS.

Los títulos ejecutivos contemplados en nuestras leyes son los siguientes:

1. Sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria.

2. Copia autorizada de escritura pública.

3. Acta de avenimiento pasada ante el tribunal competente y autorizada por un ministro de fe o por dos
testigos de actuación.

4. Instrumento privado, reconocido judicialmente o mandado tener por reconocido. Sin embargo, no será
necesario este reconocimiento respecto del aceptante de una letra de cambio o suscriptor de un pagaré
que no hubieren puesto tacha de falsedad a su firma al tiempo de protestarse el documento por falta de
pago, siempre que el protesto haya sido personal, ni respecto de cualquiera de los obligados al pago de
una letra de cambio, pagaré o cheque, cuando, puesto el protesto en su conocimiento por notificación
judicial, no alegaren tampoco en ese mismo acto o dentro de tercero día, tacha de falsedad.

Tendrá también mérito ejecutivo, sin necesidad de reconocimiento previo, la letra de cambio, pagaré o
cheque, respecto del obligado cuya firma aparezca autorizada por un notario o por el oficial de Registro
Civil en las comunas donde no tenga su asiento un notario.

5. Confesión judicial.

6. Cualesquiera títulos al portador o nominativos, legítima mente emitidos, que representen obligaciones
vencidas, y los cupones también vencidos de dichos títulos, siempre que los cupones confronten con los
títulos, y éstos, en todo caso, con los libros talonarios.

Resultando conforme la confrontación, no será obstáculo a que se despache la ejecución, la protesta de


falsedad del título que en el acto hiciere el director o la persona que tenga la representación del deudor,
quien podrá alegar en forma la falsedad como una de las excepciones del juicio.

7. Cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva.

Los títulos ejecutivos que hemos enumerado pueden ser clasificados en: a) títulos perfectos o completos,
y b) títulos incompletos.

a) Son perfectos aquellos títulos que tienen plena eficacia desde su otorgamiento; aquellos que autorizan
por sí solos el procedimiento ejecutivo. Pertenecen a esta categoría las sentencias, las copias autorizadas
de escrituras públicas y las actas de avenimiento.

b) Son incompletos aquellos títulos que no bastan por sí solos para iniciar la ejecución, sino que para
ello requieren una gestión llamada preparación de la vía ejecutiva. Son los instrumentos privados, la
confesión judicial y los títulos al portador legítimamente emitidos.

Veremos ahora en particular cada uno de los títulos ejecutivos enumerados.

6|Página
B. SENTENCIA FIRME

11. REQUISITOS PARA QUE LA SENTENCIA TENGA MÉRITO EJECUTIVO.

La sentencia es el título ejecutivo por excelencia. Para que ella tenga mérito ejecutivo es menester la
concurrencia de tres requisitos: a) que sea firme; b) que sea definitiva o interlocutoria, y c) que contenga
una obligación de dar, hacer o no hacer.

a) Que la sentencia sea firme. Se entiende firme la sentencia que no puede ser atacada por ningún
recurso judicial, sea porque no procede recurso alguno en su contra, caso en que queda ejecutoriada
desde que se notifica a las partes; o porque procediendo recursos en contra de la sentencia ellos no han
sido interpuestos en los plazos legales, caso en el cual, si se trata de sentencias definitivas, el secretario
del tribunal debe certificar el hecho, considerándose ejecutoriado el fallo desde ese momento; o porque,
habiéndose interpuesto los recursos que la ley concede, ellos ya han terminado, caso en el cual la
sentencia queda ejecutoriada desde que se notifica el decreto que manda cumplirla (Art. 174 del CPC).

Es natural que la ley sólo conceda mérito ejecutivo a las sentencias firmes, ya que únicamente ellas
tienen el carácter de verdad inamovible, la autoridad de cosa juzgada. Antes de que adquieran el carácter
de firmes, las sentencias pueden ser modificadas mediante la interposición de algún recurso legal, y no
sería lógico autorizar el cumplimiento de un fallo que posterior mente puede quedar sin valor.

No obstante lo anterior, hay sentencias que a pesar de no estar firmes en los términos expuestos, pueden
cumplirse ejecutivamente: son las sentencias que causan ejecutoria, de las cuales nos ocuparemos en el
N° 58.

b) Que la sentencia sea definitiva o interlocutoria. “Es sentencia definitiva la que pone fin a la
instancia, resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio”.

“Es sentencia interlocutoria la que falla un incidente del juicio, estableciendo derechos permanentes en
favor de las partes, o resuelve sobre algún trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de
una sentencia definitiva o interlocutoria” (Art. 158 del CPC).

De acuerdo con el N° 1 del Art. 434 del CPC, ambas sentencias tienen mérito ejecutivo.

c) Que la sentencia contenga una obligación de dar, hacer o no hacer. Este requisito es común a todo
título ejecutivo, ya que el procedimiento ejecutivo tiene por fin precisamente obtener el cumplimiento de
una obligación de dar, hacer o no hacer. Si en la sentencia no aparece establecida determinada mente
una obligación de tal naturaleza, no podría iniciarse con su mérito un juicio ejecutivo: le faltaría al título
uno de los requisitos establecidos por las leyes para que tenga fuerza ejecutiva y sería procedente la
excepción del N° 7º del Art. 464 del CPC.

Antes de terminar este párrafo, debemos hacer presente que no siempre es el juicio ejecutivo la forma de
llevar a efecto la ejecución de una sentencia. De acuerdo con el Art. 233 del CPC, cuando se solicite la
ejecución de una sentencia ante el tribunal que la dictó, dentro de un año contado desde que la ejecución
se hizo exigible, se ordenará su cumplimiento con citación de la persona en contra de quien se pide, si la
ley no ha dispuesto otra forma especial de cumplirla. En consecuencia, si el cumplimiento de la

7|Página
sentencia es solicitado dentro del plazo aludido y ante el tribunal que la dictó, su ejecución no será
objeto de un juicio ejecutivo, sino que se realizará en la forma incidental que determinan los Arts. 233 y
sigs. del CPC. Por el contrario, si la ejecución de la sentencia se solicita ante tribunal distinto del que la
dictó o pasado el plazo indicado, se observarán los trámites del juicio ejecutivo.

Es claro que todo lo anterior no tendrá lugar cuando la ley haya dispuesto una forma especial de cumplir
la sentencia, como sucede, por ej., con las sentencias dictadas en los juicios especia les derivados del
contrato de arrendamiento, las cuales se cumplen mediante el auxilio de la fuerza pública.

12. TRIBUNAL COMPETENTE PARA HACER EJECUTAR LA SENTENCIA.

Cuando el cumplimiento de una sentencia hace necesario iniciar un procedimiento ejecutivo, el tribunal
competente para conocer de la ejecución se determina en conformidad al Art. 232 del CPC, que señala
dos tribunales competentes ante los cuales puede ocurrir el ejecutante, a su elección:

a) El tribunal que dictó la sentencia en única o en primera instancia.

b) El tribunal que sea competente de acuerdo con las reglas generales contenidas en los Arts. 108 y
sgtes. del Código Orgánico de Tribunales.

Esta misma regla se encuentra consagrada en el artículo 114 del COT respecto de la ejecución de la
sentencia definitiva.

13. SENTENCIAS DICTADAS POR JUECES ÁRBITROS.

No sólo las sentencias dictadas por los tribunales ordinarios tienen mérito ejecutivo, sino también las
dictadas por jueces árbitros, ya que las leyes conceden a sus fallos la misma fuerza obligatoria que a los
emanados de los tribunales ordinarios. Por otra parte, el N° 1° del Art. 434 del CPC confiere mérito
ejecutivo a la sentencia firme, sin distinguir si ella emana de un tribunal ordinario o de uno arbitral.

Pero es menester observar que si el cumplimiento de la sentencia arbitral exige la iniciación de un juicio
ejecutivo, el árbitro carece de competencia para conocer de esa ejecución. Sólo la justicia ordinaria tiene
competencia para conocer un juicio ejecutivo. Tal se desprende del Art. 635 del CPC, que dice: “Para
la ejecución de la sentencia definitiva se podrá ocurrir al árbitro que la dictó, si no está vencido el
plazo por que fue nombrado, o al tribunal ordinario correspondiente, a elección del que pida su
cumplimiento.

Tratándose de otra clase de resoluciones, corresponde al árbitro ordenar su ejecución.

Sin embargo, cuando el cumplimiento de la resolución arbitral exija procedimientos de apremio o el


empleo de otras medidas compulsivas, o cuando haya de afectar a terceros que no sean parte en el
compromiso, deberá ocurrirse a la justicia ordinaria para la ejecución de lo resuelto”.

Del inciso final del artículo citado puede desprenderse con claridad que el juicio ejecutivo, que por su
naturaleza exige procedimientos de apremio, sólo puede ser de la competencia de la justicia ordinaria.
Esta conclusión ha sido aceptada por la jurisprudencia de nuestros tribunales, la cual ha estimado que el

8|Página
compromisario no es competente para conocer de una ejecución, y que «es atentatorio de las
disposiciones legales que gobiernan el juicio ejecutivo, porque quebranta la unidad del procedimiento,
dividiendo su continencia, aquel según el cual se atribuye al árbitro el conocimiento y fallo de las
excepciones opuestas y aun la suscripción del mandamiento ejecutivo, en cuanto manda requerir de
pago, y deja a la justicia ordinaria lo relativo al embargo y realización de los bienes embargados, de todo
lo cual resultaría que en un mismo juicio aparecerían conociendo simultáneamente dos tribunales
diversos”.

14. SENTENCIAS DICTADAS POR LOS TRIBUNALES EXTRANJEROS.

La regla general es que las sentencias dictadas por los tribunales extranjeros puedan cumplirse en Chile,
y tengan mérito ejecutivo (Art. 245 del CPC).

Previamente, de acuerdo con los Arts. 239 y siguientes del CPC, será necesario recabar de la Corte
Suprema de Justicia el exequátur o aprobación para que la sentencia pueda cumplir- se en nuestro país.
La Corte Suprema prestará su exequátur si se reúnen las condiciones o requisitos generales establecidos
en los artículos 242 y siguientes del CPC.

Prestado el exequátur se iniciará el juicio ejecutivo ante el “tribunal a quien habría correspondido
conocer del negocio en primera o en única instancia, si el juicio se hubiera promovido en Chile”, o sea,
ante el tribunal que corresponda de acuerdo con las reglas generales de la competencia (Art. 251 del
CPC).

De más está decir que esta clase de sentencia debe reunir, además, todos los requisitos que la ley chilena
exige para que proceda la acción ejecutiva, y que el procedimiento ejecutivo será el establecido por
nuestra legislación.

Respecto de esta materia cabe recordar que nuestra jurisprudencia ha determinado que no pueden
cumplirse en Chile las resoluciones de tribunales extranjeros que ordenan llevar a efecto un embargo
sobre bienes existentes en Chile, pues el cumplimiento de tales resoluciones sometería esos bienes a la
jurisdicción de un tribunal extranjero. Ello, en concepto de nuestro más alto tribunal, se opondría a la
jurisdicción nacional y faltaría así el requisito que el N° 2° del Art. 245 del CPC exige para que pueda
cumplirse en Chile una resolución pronunciada por tribunal extranjero.

15. CUMPLIMIENTO DE LAS SENTENCIAS DICTADAS EN CONTRA DEL FISCO.

De acuerdo con lo prevenido en el Art. 752 del CPC, la sentencia que condene al Fisco a cualquier
prestación debe cumplirse mediante un decreto expedido a través del ministerio que corresponda. Ese
decreto deberá ser dictado en el plazo de sesenta días contados desde la recepción en ese Ministerio del
oficio que debe enviarle el tribunal, una vez ejecutoriada la sentencia respectiva. El tribunal debe
acompañar al oficio una fotocopia o copia autorizada de las sentencias de primera y segunda instancia,
con certificado de estar ejecutoriada.

En el proceso debe agregarse una copia autorizada del oficio y certificarse la fecha de remisión del
mismo y, también, de la fecha de recepción, entendiéndose que esa recepción queda acreditada
transcurridos que sean tres días desde que se entregó al correo el oficio mediante carta certificada.

9|Página
Si el Fisco ha sido condenado a una prestación pecuniaria, el decreto de pago debe disponer que la
Tesorería incluya en el pago el reajuste e intereses determinados por la sentencia, hasta la fecha del pago
efectivo. Si la sentencia no hubiese ordenado el pago de reajuste y la cantidad ordenada pagar no se
solucionara en el piazo de sesenta días ya referido, la suma ordenada pagar se reajustará de acuerdo con
la variación del Índice de Precios al Consumidor entre el mes anterior a aquel en que quedó ejecuto riada
la sentencia y el mes anterior al del pago efectivo.

Existen algunos fallos que, en contradicción con lo que acabamos de exponer, sostienen que las
sentencias que condenan al Fisco tienen mérito ejecutivo y autorizan la iniciación de una ejecución, una
vez expedido el correspondiente decreto del Presidente de la República. Pero un fallo más reciente de la
Corte Suprema ha establecido la correcta doctrina: la justicia ordinaria carece de competencia para
conocer de la ejecución de una sentencia que condena al Fisco, la cual sólo puede cumplirse expidiendo
el Presidente de la República el respectivo decreto; el juicio ejecutivo en contra del Fisco no procede
nunca, ni antes ni después de expedido ese decreto. Los consideran dos pertinentes de este último fallo
exponen:

“Que el cumplimiento del fallo, o sea, la petición del querellante, hoy recurrente, ‘que se ejecute la
sentencia restableciendo a la parte demandante en los terrenos salitrales o mineros o propiedades
mineras indicados en la querella’, envuelve para el Fisco el cumplimiento de una prestación, y el
vocablo ‘prestación’ es sinónimo de ‘pago’, y significa el cumplimiento o solución de todo género de
obligaciones, sean pecuniarias o de cualquiera otra especie, inclusas las de hacer o no hacer, y el decreto
del Presidente de la República es la única forma en que puede llevarse a efecto la ejecución de toda
sentencia que condene al Fisco a cualquiera prestación;

“Que habiendo expedido el Presidente de la República ese decreto, carece la justicia ordinaria de
competencia para conocer de ese acto ejecutado en virtud de facultades constitucionales del Ejecutivo”.
Es útil recordar aquí que también las sentencias que condenen a la Corporación de la Vivienda,
Corporación de Servicios Habitacionales, Corporación de Mejoramiento Urbano, Corporación de Obras
Urbanas (fusionadas ahora en el Servicio de la Vivienda y Urbanización) y la Empresa Metropolitana de
Obras Sanitarias, se llevan a efecto expidiendo el Presidente de la Re pública el respectivo decreto (Art.
186 de la Ley N° 16.840).

16. MÉRITO EJECUTIVO RELATIVO DE LAS SENTENCIAS.

De acuerdo con el Art. 3° del CC, “las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto
de las causas en que actualmente se pronunciaren”. En consecuencia, las sentencias judiciales sólo
tienen mérito ejecutivo en contra de las personas que han intervenido en el pleito, como partes directas o
coadyuvantes, y no lo tienen respecto de terceros extraños al pleito en que incide la sentencia.

“Consecuente con este principio, la jurisprudencia ha determinado que la sentencia obtenida en juicio
contra el deudor directo, no tiene mérito ejecutivo contra el fiador de dicho deudor, si el fiador no ha
sido parte ni ha intervenido en forma alguna en aquel juicio”.

Inspirada en la misma doctrina, otra sentencia sostiene que “la sentencia judicial sólo tiene fuerza
obligatoria respecto de la persona contra la cual se ha pronunciado o sus herederos y no produce efectos

10 | P á g i n a
respecto de quienes no hayan figurado en el pleito ni como parte directa ni coadyuvante ni como tercero
reclamando derechos”.

17. SENTENCIA ORIGINAL Y COPIAS DE LA SENTENCIA.

Considera das materialmente, las sentencias judiciales pueden dividirse en tres categorías:

a) La sentencia original, que es escrita en el expediente mismo y firmada por el juez o jueces y
autorizada por el ministro de fe. Ella tiene indiscutible mérito ejecutivo.

b) La copia de la sentencia anotada en el Libro Copiador de Sentencias que lleva el secretario del
juzgado. Esta copia no puede considerarse para los efectos de iniciar una ejecución con su mérito, ya
que ella debe permanecer en la oficina del secretario.

c) Las copias que pueden darse a los interesados por decreto judicial. Aunque algunos han pretendido
negar mérito ejecutivo a estas copias, es de toda evidencia que ellas lo tienen, ya que el Art. 434 del
CPC, al dar mérito ejecutivo a la sentencia firme, no ha distinguido si ella se encuentra en el original o
en una copia autorizada. Así lo ha entendido siempre la jurisprudencia. Al respecto, podemos citar un
fallo de acuerdo con el cual las copias de sentencias tienen mérito ejecutivo, sin necesidad de que hayan
sido dadas con citación de la persona a quien afecta su cumplimiento.

C. ESCRITURAS PÚBLICAS.

18. CONCEPTO.

El segundo de los títulos a que el Art. 434 del CPC da mérito ejecutivo es la copia autorizada de
escritura pública.

Se entiende por escritura pública el instrumento público otorgado ante notario e incorporado en un
protocolo o registro público. Y por instrumento público, el autorizado con las solemnidades legales por
funcionario competente.
El N° 2° del Art. 434 del CPC sólo da mérito ejecutivo a la copia autorizada de la escritura pública,
modificando así la ley sobre el juicio ejecutivo de 1837, que rigió hasta la dictación del CPC, la cual
daba fuerza ejecutiva en forma amplia a todos los instrumentos públicos. La Comisión Mixta de
Diputados y Senadores encargada de la revisión del proyecto de Código de Procedimiento Civil estimó
más conveniente referirse sólo a las escrituras públicas y no a los instrumentos públicos en general, en
atención a que sería peligroso referirse en forma genérica a los instrumentos, pues podrían quedar
comprendidos algunos que no se han tenido presentes y a los cuales no se hubiera dado tal vez mérito
bastante para deducir ejecución.

Se limitó, pues, el N°2° del Art. 434, a las copias autorizadas de escrituras públicas, dejando entregada a
otros números del mismo artículo y a leyes especiales la enumeración específica de otros instrumentos
públicos con mérito ejecutivo.

11 | P á g i n a
19. REQUISITOS Y SOLEMNIDADES DE LA ESCRITURA PÚBLICA.

En el otorgamiento de las escrituras públicas deben observarse los requisitos y solemnidades


establecidos en los Arts. 403 y sigs. del COT, cuyo estudio particular no corresponde hacer aquí. Sólo
haremos presente que existen algunos requisitos que la ley considera esenciales y cuya omisión acarrea
la nulidad de la escritura pública; estos requisitos están indicados en el Art. 405 del COT. La escritura en
que se viole alguno de los requisitos indicados en dicho Art. 405 es, pues, nula y sin valor de acuerdo a
lo establecido en el N° 2 del artículo 412 del COT y carece, en consecuencia, de mérito ejecutivo. El
ejecutado podría oponer a la ejecución iniciada con una escritura nula y sin valor de tal, la excepción de
falsedad del título (N° 6° del Art. 464 del CPC), o la excepción de faltar al título alguno de los requisitos
establecidos por las leyes para que tenga fuerza ejecutiva (N°7° del Art. 464 del CPC).

Finalmente, recordaremos que una escritura pública nula puede conservar valor como instrumento
privado, siempre que haya sido firmada por las partes y que no se trate de aquellos actos para cuyo valor
la ley exige escritura pública (Art. 1701 del CC).

20. LA MATRIZ Y LAS COPIAS.

En toda escritura pública es menester distinguir la matriz u original y las copias autorizadas.

La matriz u original es el documento extendido en forma manuscrita, mecanografiada o en otra forma


que leyes especiales autoricen, firmado por los comparecientes y el notario, que forma parte integrante
del protocolo o registro público, y que sirve de fuente para sacar de ella las copias autorizadas que pidan
los interesados (Art. 405 del COT).

Las copias autorizadas son aquellos documentos manuscritos, dactilografiados, impresos, fotocopiados,
litografiados o fotograbados extendidos fielmente al tenor de la matriz u original por el notario
autorizante, el que lo subroga o suceda legalmente o el archivero a cuyo cargo esté el protocolo
respectivo. En ellas deberá expresarse que son testimonio fiel de su original y llevarán la fecha, la firma
y sello del funcionario autorizante. El notario deberá otorgar tantas copias cuantas se soliciten (Arts. 421
y 422 del COT). Los notarios no podrán otorgar copia de una escritura pública mientras no se hayan
pagado los impuestos que correspondan. (Art. 423 del COT).

A partir de la dictación de la Ley N° 18.181, de 26 de noviembre de 1982, que sustituyó el § 7 “Los


Notarios” del Título XI del Código Orgánico de Tribunales, no cabe efectuar la distinción entre las
primeras copias y las segundas copias que se otorgan respecto de una escritura pública, como lo hacía la
legislación vigente con anterioridad a dicha modificación legal, existiendo en la actualidad solamente
copias autorizadas de una escritura pública, no siendo pertinente que se realice respecto de ellas ninguna
clase de diferenciación.

21. MÉRITO EJECUTIVO DE LA MATRIZ Y DE LAS COPIAS.

Desde luego, se puede dejar establecido que la matriz u original nunca tiene mérito ejecutivo, no
solamente porque ella queda incorporada en el protocolo o registro público, el cual debe permanecer en
la respectiva notaría y después en el Archivo Judicial, sino porque expresamente la ley sólo ha conferido
ese mérito a las copias autorizadas de la escritura pública.

12 | P á g i n a
Debemos recordar que es en la matriz de la escritura donde debe pagarse el impuesto que corresponda,
ya que de lo contrario la escritura carecería de mérito ejecutivo (ver número 9).

De acuerdo con la norma contenida en el Art. 434 N° 2°, que se modificara por el artículo 2° de la Ley
N° 18.181, de 26 de noviembre de 1982, sólo tiene mérito ejecutivo la “copia autorizada de escritura
pública”.

Con anterioridad a esa modificación legal, el mencionado precepto otorgaba mérito ejecutivo a la
“escritura pública, con tal que sea primera copia, u otra posterior dada con decreto judicial y citación
de la persona a quien deba perjudicar o a su causante”.

Según dicho precepto legal derogado, la primera copia era título ejecutivo perfecto, y la segunda copia
era un título ejecutivo imperfecto, al ser procedente respecto de ella la gestión preparatoria de la vía
ejecutiva de dación de copia.

En la actualidad, es título ejecutivo perfecto toda copia autorizada de escritura pública, sin que
corresponda efectuar respecto de ella ninguna diferenciación para determinar su mérito ejecutivo como
ocurría con anterioridad a la dictación de la Ley N° 18.181.

D. ACTA DE AVENIMIENTO

22. CONCEPTO.

El tercero de los títulos ejecutivos que enumera el Art. 434 del CPC es el “acta de avenimiento pasada
ante tribunal competente y autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación”.

La ley no define expresamente lo que es el avenimiento. Por él debemos entender el acuerdo producido
entre los litigantes y aprobado por el juez, sobre la forma de poner término al litigio. El avenimiento
tiene gran semejanza con la transacción, que ambos suponen un acuerdo tendiente a poner fin a un
litigio; pero existen entre ellos dos diferencias fundamentales que no permiten su confusión: a) la
transacción es siempre extrajudicial, en tanto que el avenimiento se produce siempre ante el tribunal que
conoce del juicio; y b) la transacción puede referirse a derechos litigiosos que son materia de un juicio y
también a derechos que no tienen ese carácter, lo que sucede cuando la transacción tiene por objeto
precaver un litigio eventual. En cambio, el avenimiento siempre versará sobre derechos controvertidos
ante la justicia.

23. REQUISITOS.

Los requisitos que debe reunir el acta de avenimiento para constituir un título ejecutivo se desprenden
del propio N° 3º del Art. 434 del CPC, y son los siguientes:

a) Un requisito de fondo, que es el acuerdo de voluntades manifestado en el sentido de poner término al


litigio en determinadas condiciones. Este acuerdo de voluntades es un verdadero acto o contrato y, como
tal, debe reunir para su validez todos los requisitos que las leyes substantivas establecen para la validez
de los actos y contratos.

13 | P á g i n a
Naturalmente que este acuerdo de voluntades debe contener una obligación de dar, hacer o no hacer, ya
que ésa es una condición general a todos los títulos ejecutivos (ver N° 8).

b) Que el avenimiento esté pasado ante el tribunal competente, O sea, que el avenimiento haya sido
presentado ante el tribunal y éste lo haya aprobado. El tribunal competente es el que está conociendo del
juicio al cual se pone fin mediante el avenimiento.

c) Que el acta de avenimiento esté autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación.
Ordinariamente será un ministro de fe —el secretario del tribunal— quien autorice el acta, ya que todo
tribunal debe actuar asesorado por un ministro de fe. Por excepción los árbitros arbitradores están
autorizados para actuar solos o con asistencia de un ministro de fe (Art. 639 del CPC); en caso de que
actúen solos, el acta de avenimiento que se presente ante ellos deberá ser autorizada por un ministro de
fe que se designe al efecto, o por dos testigos. Este sería el único caso en que el acta podría ser
autorizada por dos testigos.

Respecto de este título ejecutivo se ha fallado que “el N°3° del Art. 434 del Código de Procedimiento
Civil da mérito ejecutivo, no sólo al documento original en que se consigna el avenimiento, sino también
a las copias del mismo dadas con arreglo a la ley”.

E. INSTRUMENTOS PRIVADOS.

24. CONCEPTO.

Nos preocuparemos aquí de los instrumentos privados, con excepción de la letra de cambio, pagaré y
cheque, a los cuales, dada su importancia, nos referiremos más adelante en forma separada.

El N°4° del Art. 434 del CPC, que se refiere al mérito ejecutivo de los instrumentos privados, dice:
“Instrumento privado, reconocido judicialmente o mandado tener por reconocido”.

Generalmente se define el instrumento privado diciendo que lo es todo aquel instrumento que no es
público. E instrumento público es el autorizado con las solemnidades legales por el competente
funcionario (Art. 1699 del CC); por lo cual podemos concluir que es privado el “instrumento hecho por
los particulares sin intervención de persona legalmente autorizada; o por personas públicas en actos que
no son de su oficio, para hacer constar un hecho”.

Como en el otorgamiento de los documentos privados no ha intervenido funcionario alguno que les
confiera una presunción de autenticidad, el CC les ha negado mérito probatorio en sí mismos, y el CPC.,
por la misma razón, les ha privado de mérito ejecutivo. Sin embargo, desde el momento en que el
instrumento privado adquiere el sello de autenticidad de que carecía, pasa a tener valor probatorio y
mérito ejecutivo.

25. CUÁNDO ADQUIERE MÉRITO EJECUTIVO. PREPARACIÓN DE LA VÍA EJECUTIVA.

El instrumento privado adquiere fuerza ejecutiva en dos casos: cuando ha sido reconocido judicialmente
y cuan do ha sido mandado tener por reconocido.

14 | P á g i n a
Para obtener este reconocimiento es necesario efectuar gestiones previas, llamadas diligencias
preparatorias de la vía ejecutiva, ya que ellas tienden a obtener el título con el cual ha de iniciarse la
ejecución.

El reconocimiento que da mérito ejecutivo al instrumento privado es exclusivamente el que se obtiene


en esta preparación de la vía ejecutiva; un reconocimiento hecho en otro juicio o en otra forma que la
indicada, nunca conferirá ese mérito al instrumento privado. Así lo ha fallado la jurisprudencia en un
fallo que se refiere a la confesión judicial, pero que puede aplicarse perfectamente al reconocimiento de
la firma puesta en instrumento privado, ya que ambas situaciones son por entero semejantes. De acuerdo
con la doctrina sustentada en este fallo, “para que la confesión judicial a que alude el Art. 434 del CPC
tenga mérito ejecutivo, debe prestarse de acuerdo con lo que dispone el Art. 435 del mismo Código,
citando previamente al deudor con ese objeto y una vez prestada, o teniéndolo por confeso en su
rebeldía, se podrá decir que el acreedor tiene a su favor un título ejecutivo, sin que pueda decirse que
aquel precepto no hace distinción y que se refiere a cualquiera confesión judicial, ya que una cosa es la
confesión judicial especialmente regida para el juicio ejecutivo por el Art. 435 y otra muy distinta es la
confesión como medio de prueba en los juicios, que se regla en el título respectivo y que debe ser
apreciada y estudiada en la sentencia definitiva, a la luz de los demás antecedentes del proceso”.

El Art. 435 del CPC se refiere a esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva y dice: “Si, en caso de no
tener el acreedor título ejecutivo, quisiera preparar la ejecución por el reconocimiento de firma o por
la confesión de la deuda, podrá pedir que se cite al deudor a la presencia judicial, a fin de que
practique la que corresponda de estas diligencias.

Y si el citado no compareciere o sólo diere respuestas evasivas, se dará por reconocida la firma o por
confesada la deuda”.

En consecuencia, se presentará al juez competente una solicitud, pidiendo se cite al deudor a la presencia
judicial para que reconozca su firma puesta en el instrumento, a fin de preparar la vía ejecutiva y bajo
apercibimiento de dar por reconocida la firma si no compareciere o sólo diere respuestas evasivas.

26. TODO DEUDOR PUEDE SER CITADO A RECONOCER FIRMA O DEUDA.

Todo acreedor tiene el derecho de pedir se cite a su deudor a la presencia judicial a fin de que reconozca
la firma o la deuda, cualquiera que sea el origen de la obligación y aunque el acreedor tenga otras
acciones ordinarias o especiales que ejercitar para hacer valer su acreencia. El Art. 435 del CPC concede
tal derecho al acreedor que no tenga título ejecutivo, en términos absolutos y sin establecer ninguna
excepción. La Corte Suprema de Justicia ha confirmado ampliamente este criterio en un fallo que
sustenta la siguiente doctrina: “El Art. 435 acuerda a todo acreedor que carece de un título ejecutivo, el
derecho de preparar la vía ejecutiva por el reconocimiento de firma o confesión a fin de que practique la
que corresponda de dichas diligencias. Los términos absolutos de dicha disposición, que no hace
excepción alguna, están manifestando que el propósito de la ley es no dejar subordinada a discusión o
controversia de ningún género la formación del título que ha de servir de base a la ejecución, y tales
propósitos resultarían burlados si por el hecho de que el acreedor tuviera otras acciones para alcanzar la
satisfacción de su acreencia, se le negara el ejercicio de una que inequívocamente se le concede para que
pueda estar en aptitud de ejercer la acción ejecutiva. En consecuencia, procede enmendar por la vía de la
queja el fallo que acogió la oposición del deudor para que no se le obligue a confesar una deuda,

15 | P á g i n a
mientras no esté rendida y aprobada la cuenta de la administración de que emanaría el saldo de que se le
considera deudor.

No obstante lo expuesto, hay casos en que el derecho del acreedor para pedir la citación de su deudor a
la presencia judicial con el fin de que éste reconozca la firma o la deuda, se encuentra condicionado por
la propia naturaleza de las cosas. A esos casos nos referiremos en el número siguiente.

27. CITACIÓN DEL HEREDERO, DEL CURADOR DE LA HERENCIA YACENTE, DEL


MANDATARIO, Y CASO DEL DOCUMENTO FIRMADO A RUEGO.

A) No podría llamarse a reconocer firma al heredero del que suscribió el documento, ya que el
reconocimiento de firma es por su naturaleza un “acto personal del que suscribió la obligación”, y no
puede ser realizado por terceros, aunque sean sus herederos.

Pero podría perfectamente llamarse a dicho heredero a confesar deuda, y una vez reconocida la deuda
podría entablarse en su contra la ejecución. Así, la jurisprudencia ha determinado que “reconocida la
deuda por alguno de los herederos de la sucesión, procede en su contra el juicio ejecutivo”.

B) Por las mismas razones expuestas en la letra anterior, no podría llamarse al curador de la herencia
yacente a reconocer la firma puesta en un documento por el causante de la herencia. Lo pertinente es la
citación a confesar la deuda. No obstante, una sentencia de la Corte de Apelaciones de Valdivia ha
sustentado la doctrina de que “procede citar al curador de la herencia yacente para que reconozca la
firma puesta en el pagaré por el causante de la herencia, porque, como curador de bienes, re presenta a la
sucesión que inviste el carácter de persona, está autorizado para pagar los créditos y cobrar las deudas de
su representado, le incumbe el ejercicio de las acciones y defensas judiciales de la herencia yacente, y
contra él pueden hacerse valer los créditos que se tengan en contra de la sucesión”.

C) Por la razón ya anotada —ser el reconocimiento de firma un acto personal del deudor— creemos que
no podría citarse al mandatario a practicar esa diligencia, a menos que el mandatario estuviese
expresamente facultado para reconocer la firma.

Podría, sí, citarse al mandatario a confesar la deuda, siempre que la deuda se encuentre dentro del giro
de los negocios del mandato.

D) Tampoco podría citarse al deudor a reconocer la firma de un documento firmado a ruego, ya que no
podría reconocer una firma que no es suya, sino que sólo procedería citar al deudor a confesar la deuda.

28. SI EL DEUDOR ES UN INCAPAZ, SE CITARÁ A SU REPRESENTANTE LEGAL.

Si el deudor es un incapaz (menor, demente, etc.), podrá pedirse, de acuerdo con las reglas generales del
CC, la citación de su representante legal. Así lo ha fallado también la Corte Suprema en una sentencia
que establece la siguiente doctrina “El Art. 435 del CPC confiere al acreedor el derecho de pedir, cuando
no tiene título ejecutivo, que se cite ‘al deudor’ a confesar la deuda o a reconocer la firma, en su caso, y
esta citación debe hacerse conforme a las reglas generales, al personalmente obligado, si es capaz de
comparecer en juicio o a su representante, en caso contrario; ya que la ley no limita el derecho de pedir

16 | P á g i n a
esa comparecencia a las personas capaces de comparecer en juicio únicamente, pues las que no lo son
deben hacerlo por medio de su representante”.

El reconocimiento de firma prestado por el incapaz por sí solo, sin la intervención o autorización de su
representante legal, es nulo. La vía ejecutiva no quedaría preparada, ya que le faltaría al título un
requisito para que tuviese fuerza ejecutiva, y podría oponerse la excepción del N° 7º del Art. 464 del
CPC.

29. ACTITUDES QUE PUEDE ASUMIR EL DEUDOR CITADO.

La gestión preparatoria de la vía ejecutiva que nos preocupa tiene por exclusivo objeto que el deudor
reconozca o niegue su firma puesta en el instrumento privado. En consecuencia, no podría el deudor
citado hacer alegaciones de fondo ni oponer excepciones, lo cual debe hacerse en otra oportunidad, sino
que debe limitarse a reconocer o desconocer el instrumento privado que le es exhibido.

No obstante lo anterior, el deudor citado a reconocer la firma podría promover un incidente dilatorio que
no afecte al fondo del asunto, ya que, de acuerdo con el Art. 30 del CPC, tales incidentes tienen cabida
en cualquier gestión judicial. Consecuente con este principio, la jurisprudencia ha determinado de
manera uniforme que procede la excepción dilatoria de in competencia del tribunal tratándose de
gestiones preparatorias de la vía ejecutiva.

También podría el deudor formular incidente para abstener se de concurrir a la citación, cuando se trata
de alguna de las personas que de acuerdo con el Art. 389 del CPC están exentas de la obligación de
comparecer ante el tribunal, caso en el cual el juez deberá trasladarse al domicilio del citado a recibir su
declaración; o cuando el deudor se encuentre físicamente imposibilitado para comparecer, como por ej.,
si se encuentra enfermo.

Todos estos incidentes dilatorios a que acabamos de referirnos, deberán promoverse necesariamente con
anterioridad al día seña lado para la diligencia del reconocimiento de firma (ver N° 33).

Haciendo abstracción de estos incidentes dilatorios que excepcionalmente puede formular el deudor,
tenemos que las actitudes que este último puede adoptar son fundamentalmente cuatro:

1. Comparece y reconoce su firma;

2. Comparece y da respuestas evasivas;

3. Comparece y niega la firma, y

4. No comparece.

Estudiaremos separadamente cada una de estas situaciones.

17 | P á g i n a
30. EL DEUDOR COMPARECE Y RECONOCE SU FIRMA.

En ese caso, la ejecución queda preparada, conforme a lo dispuesto en el Art. 436 del CPC, que dice:
“Reconocida la firma, queda preparada la ejecución, aunque se niegue la deuda”.

El acreedor podrá presentar su demanda ejecutiva de inmediato, sin que sea necesaria ninguna
resolución judicial que dé por reconocido el instrumento. La resolución judicial ejecutoria da que la ley
exige para que el título tenga fuerza ejecutiva, se refiere al caso de rebeldía del deudor por no
comparecer o dar respuestas evasivas, pero no tiene cabida cuando el deudor reconoce expresamente su
firma, ya que en tal caso el Art. 436 dispone que queda preparada la ejecución, aunque se niegue la
deuda.

Debe tenerse presente que el reconocimiento que presta el deudor se refiere a la autenticidad de la firma
puesta en el instrumento privado; de manera que si éste no está firmado, no tiene cabida la gestión
preparatoria de la vía ejecutiva que estamos analizando, sino que procedería únicamente la confesión
judicial de la deuda a que nos referiremos más adelante.

31. FORMA EN QUE PUEDE COMPARECER EL DEUDOR.

Normalmente, el deudor comparecerá en persona ante el juez respectivo a reconocer el instrumento


privado. Pero también podría hacerlo por escrito, presentando ante el tribunal una solicitud en que
reconozca o niegue su firma. Así lo ha estimado la jurisprudencia en un fallo que sustenta la doctrina de
que “el escrito presentado por el aceptante de una letra de cambio citado a reconocer su firma para
preparar la vía ejecutiva, importa el reconocimiento judicial establecido por el N° 4° del Art. 434, ya que
este reconocimiento no necesita formalidad alguna, y puede ser prestado ya en esta forma, o ante juez y
secretario con las solemnidades legales.

32. OPORTUNIDAD EN QUE PUEDE COMPARECER EL DEUDOR.

Por regla general, el deudor comparecerá a la diligencia del reconocimiento de firma el día y hora
señalados previamente al efecto por el tribunal. Pero también, como lo ha estimado la jurisprudencia,
podría comparecer válidamente con anterioridad a la fecha indicada por el juzgado, ya que esta última
sólo constituye un plazo señalado en obsequio del deudor, al cual éste puede renunciar.

También podría el deudor comparecer con posterioridad a la fecha señalada por el tribunal, siempre que
lo hiciera antes de que, en su rebeldía, se tenga por reconocida la firma. La razón de ello se encuentra en
que la fecha señalada al deudor para que comparezca, no constituye un término fatal, sino que es preciso
solicitar y obtener que en su rebeldía se tenga por reconocida la firma. En consecuencia, su derecho para
comparecer a negar la firma sólo se extingue una vez declarada su rebeldía.

33. LA AUDIENCIA SEÑALADA PARA LA COMPARECENCIA DEL DEUDOR PUEDE


POSTERGARSE.

La audiencia que el tribunal señala al deudor a fin de que comparezca a la diligencia del reconocimiento
es, como hemos visto, un verdadero término judicial establecido en beneficio del deudor, y como tal

18 | P á g i n a
puede ser prorrogado, conforme lo dispone el Art. 67 del CPC, que dice: “Son prorrogables los
términos señalados por el tribunal.

Para que pueda concederse la prórroga es necesario:

lº Que se pida antes del vencimiento del término, y

2° Que se alegue causa justa, la cual será apreciada por el tribunal prudencialmente”.

En consecuencia, la audiencia que nos preocupa puede ser postergada por el tribunal, siempre que con
anterioridad a ella se haga petición en ese sentido, y que se invoquen razones suficientes, como por
ejemplo, la enfermedad de la persona citada.

34. LA DILIGENCIA DEL RECONOCIMIENTO DE FIRMA DEBE NECESARIAMENTE SER


PRACTICADA ANTE EL JUEZ.

No podría cometerse esta diligencia al secretario del tribunal o a otro ministro de fe, ya que la ley no
permite tal delegación de funciones. Un reconocimiento prestado ante el secretario del tribunal o ante un
receptor adolecería de nulidad, y el título ejecutivo no quedaría perfecto: le faltaría uno de los requisitos
que la ley establece para que tenga fuerza ejecutiva y sería procedente la excepción del N°7° del Art.
464 del CPC.

35. EL ACREEDOR NO TIENE LA FACULTAD DE PRESENCIAR LA DECLARACIÓN DE


SU DEUDOR.

La diligencia preparatoria de la vía ejecutiva que consiste en el reconocimiento de firma o confesión de


deuda es simple y sumaria, y sólo tiene por objeto obtener que el deudor manifieste categóricamente si
reconoce o no la firma o la deuda. La declaración del deudor no puede, pues, estar sujeta a controversia
de ninguna especie, y el acreedor no está facultado para presenciar dicha declaración ni para hacer
observaciones o contrainterrogaciones.

36. RECONOCIMIENTO PRESTADO POR EL SOCIO DE UNA SOCIEDAD.

En caso de que el instrumento esté suscrito por una razón social, bastará para darle mérito ejecutivo el
reconocimiento que preste el socio que tenga actualmente la administración de la sociedad.

Si la administración está a cargo indistintamente de varios socios que han suscrito el instrumento,
bastará el reconocimiento de firma que preste cualquiera de ellos, aunque otro socio haya negado su
firma.

Pero si la administración está a cargo de varios socios con juntamente, todos ellos deberán concurrir al
reconocimiento de firma para que quede preparada la ejecución.

Una vez reconocida la deuda por el o los socios que tengan la administración de la sociedad, quedará
preparada la vía ejecutiva. Y si la responsabilidad de los socios es solidaria, el acreedor podrá ejecutar
indistintamente a la sociedad o a cualquiera de los socios.

19 | P á g i n a
37. RECONOCIMIENTO PRESTADO POR EL TESORERO MUNICIPAL.

El tesorero es el representante de la municipalidad en juicios, según lo dispone el Art. 97, letra a), de la
Ley N° 11.860, Orgánica de las Municipalidades. No obstante, ningún texto legal lo auto riza para
reconocer firmas o confesar deudas, a fin de preparar ejecuciones en contra de las municipalidades. Si
un tesorero se arrogara la facultad de confesar una deuda de la corporación, se estaría extralimitando en
sus atribuciones, y comprometiendo el patrimonio de su representada al margen de las normas que la
propia Ley Orgánica de Municipalidades señala para la administración de bienes y rentas municipales.

No estando facultado el tesorero municipal para reconocer firma o confesar deuda con el objeto de
preparar ejecuciones en contra de la municipalidad, no puede citársele con ese objeto; y si de hecho
prestare ese reconocimiento o confesión, tal acto adolecería de nulidad).
En la actualidad, la representación judicial y extrajudicial de la municipalidad corresponde al alcalde
conforme a lo establecido en la letra a) del artículo 56 de la Ley Orgánica Constitucional de
Municipalidades (Ley N° 18.695, cuyo texto refundido se fijó por el Decreto Supremo N° 662 del
Ministerio del Interior, publicado en el Diario Oficial de 27 de agosto de 1992).

38. EL DEUDOR COMPARECE Y DA RESPUESTAS EVASIVAS.

Si el deudor citado a reconocer su firma comparece y da respuestas evasivas, esto es, no niega
directamente la autenticidad de su firma, sino que contesta con vaguedad, eludiendo responder en forma
categórica, como si dice que no puede precisar o que no se acuerda, se tendrá por reconocida la firma.

Este caso está asimilado a aquel en que el deudor no comparece, como veremos luego. Será necesario
que una resolución judicial dé al deudor por incurso en el apercibimiento legal y mande tener por
reconocida la firma, del mismo modo que cuando el deudor no comparece (ver N° 41).

Se ha fallado que es respuesta evasiva la que da el citado expresando que no debe la cantidad que se
indica por el acreedor, sino otra menor que no puede precisar, y que es igualmente evasiva la respuesta
que da el deudor diciendo que no puede reconocer deuda determinada por no tener los antecedentes a la
vista.

La jurisprudencia ha fallado también que es un hecho de la causa que no está sujeto a revisión por el
tribunal de casación la estimación que hacen los jueces del fondo de ser evasiva la respuesta dada por el
absolvente.

39. EL DEUDOR COMPARECE Y DESCONOCE LA FIRMA.

En caso de que el deudor comparezca a la citación y desconozca la firma puesta en el instrumento


privado, termina la preparación de la vía ejecutiva y el acreedor carecerá de título suficiente para iniciar
ejecución. El acreedor no tendrá otro camino que la vía ordinaria para resguardar sus derechos. No sería
posible discutir, en la preparación de la vía ejecutiva, la autenticidad de la firma desconocida por el
deudor.

20 | P á g i n a
40. EL DEUDOR NO COMPARECE.

Si el deudor citado no comparece, incurre en el apercibimiento señalado en el artículo 435 del CPC y se
dará por reconocida la firma en su rebeldía.

Por supuesto que el deudor no incurre en el apercibimiento indicado si su no comparecencia se debe a


caso fortuito o fuerza mayor, ya que en tal caso podría, de acuerdo con el artículo 79 del CPC, “pedir la
rescisión de lo que se haya obrado en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado
impedido por fuerza mayor.

Este derecho sólo podrá reclamarse dentro de tres días, contados desde que cesó el impedimento y pudo
hacerse valer ante el tribunal que conoce del negocio” (artículo 79 del CPC).

El indicado artículo 79 del CPC se refiere al caso de fuerza mayor, es decir, de imposibilidad absoluta
del deudor para ocurrir ante el tribunal. Ahora si el deudor no puede concurrir personalmente, pero
puede hacerlo por escrito o por mandatario, deberá presentarse en esta última forma, haciendo presente
la imposibilidad en que se encuentra para comparecer en persona a la diligencia de reconocimiento de
firma y solicitando que se practique esa diligencia en su domicilio o que se suspenda hasta que cese el
impedimento. Si el deudor no obra en esta forma, se dará por reconocida la firma o por confesa la deuda
en su rebeldía.

De acuerdo con lo expuesto, la jurisprudencia ha determinado que debe darse por reconocida la firma en
rebeldía del deudor, si éste no hizo petición alguna a fin de que, en razón de su enfermedad, se
postergara la diligencia de reconocimiento de firma, o se realizara dicha diligencia en su domicilio.

Se ha fallado también que si el deudor citado no compare ce, no es necesario dejar constancia de ese
hecho, el cual puede certificarse posteriormente.

41. SI EL DEUDOR NO COMPARECE O DA RESPUESTAS EVASIVAS ES MENESTER QUE


UNA RESOLUCIÓN JUDICIAL DÉ POR RECONOCIDA LA FIRMA, O POR CONFESA LA
DEUDA.

No obsta que el deudor no comparezca a la audiencia que se le señaló para que la vía ejecutiva quede
preparada. Es menester, como se desprende del propio artículo 434, N° 4º, del CPC, que el instrumento
privado esté “mandado tener por reconocido” por una resolución judicial. En consecuencia, es
procedente la excepción de insuficiencia del título (artículo 464 N° 7° del CPC), si el mandamiento se
cha sólo a virtud de la certificación de no haber comparecido el deudor a reconocer su firma, y sin que
se la hubiera declarado antes reconocida.

En cambio, si el deudor comparece y reconoce la firma o confiesa la deuda, se tendrá de inmediato por
preparada la vía ejecutiva, sin necesidad que se pronuncie resolución alguna. En mi sentido, se ha
declarado que la gestión preparatoria de la vía ejecutiva a que se refiere el artículo 435 del CPC termina
al reconocer el demandado su firma y/o confesar la deuda y no requiere que se dicte resolución alguna,
sin perjuicio del examen que del título debe hacer el tribunal al presentarse la demanda ejecutiva. Sólo
es necesaria resolución judicial cuando el citado no comparece o sólo da respuestas evasivas, donde el

21 | P á g i n a
juez debe tener por reconocida la firma o por confesada la deuda (SCS, RDJ 1990, T. LXXXVII, Secc. I,
p. 36, C. 3°. En el mismo sentido SCS 15/12/1993, Rol N° 1.213, C. 5°).

42. LA RESOLUCIÓN JUDICIAL QUE DA POR RECONOCIDA LA FIRMA ES A


SENTENCIA INTERLOCUTORIA Y ELLA DEBE ESTAR EJECUTORIADA.

De acuerdo con la clasificación que hace el artículo 158 del CPC, la resolución que analizamos es una
sentencia interlocutoria, ya que “resuelve sobre un trámite que debe servir de base en el
pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria”. En efecto, la resolución que da por
reconocida la firma sirve de base en el pronunciamiento de la sentencia interlocutoria que despacha la
ejecución (mandamiento de ejecución y embargo) yen el pronunciamiento de la sentencia definitiva.

Además, el propio legislador la ha calificado de sentencia interlocutoria, porque esa resolución tiene por
objeto dejar preparada la vía ejecutiva, y de acuerdo con el artículo 434 del CPC, sólo dos clases de
resoluciones judiciales tienen mérito ejecutivo: las sentencias definitivas y las interlocutorias, y si la
resolución en su referencia no es sentencia definitiva, hay que reconocerle forzosamente el carácter de
sentencia interlocutoria. De lo contrario llegaríamos al absurdo de que se trataría de un auto o decreto
que, en ningún caso, tiene mérito ejecutivo. La jurisprudencia ha dado uniformemente a esta resolución
el carácter de sentencia interlocutoria.

Asimismo, la sentencia interlocutoria que da por reconocida la firma debe encontrarse ejecutoriada para
que pueda entablarse la demanda ejecutiva, ya que mientras no adquiera el carácter de firme, carece de
mérito ejecutivo.

43. LA RESOLUCIÓN JUDICIAL QUE DA POR RECONOCIDA LA FIRMA PRODUCE


COSA JUZGADA.

Dado el carácter de sentencia interlocutoria que reviste la resolución que da por reconocida la firma (o
por confesa la deuda, en su caso), ella, una vez firme, goza de la autoridad de cosa juzgada.

Sin embargo, nuestra jurisprudencia no ha sido uniforme en el sentido anterior. Hay fallos según los
cuales la resolución judicial que declara reconocida una firma o confesa una deuda en rebeldía del
deudor, no tiene el carácter de sentencia y no produce, por tanto, cosa juzgada en contra del deudor. En
el mismo sentido, se ha declarado recientemente que la circunstancia de haberse tenido de ficta manera a
la demanda da, por confesa de una deuda o por reconocida una firma, como sanción a su inasistencia a la
audiencia respectiva, no obsta a la interposición de las correspondientes excepciones que permitan al
tribunal, en la etapa procesal correspondiente, en un estudio más acabado del título invocado, analizar la
procedencia, legalidad, forma y oportunidad de impetrar la obligación que se demanda (SCS, RDJ 1996,
T. XCIII, Secc. I, p. 137, C. 3º. En el mismo sentido SCS 22/05/1995, Rol N° 6.222). Según el autor
estos fallos no están ajustados a derecho. Desde luego, sin lugar a dudas y como hemos visto en el
número anterior, la resolución judicial en estudio es una sentencia interlocutoria y, en consecuencia, de
acuerdo con el artículo 175 del CPC, ella produce la acción y la excepción de cosa juzgada.

Es claro que, lógicamente, esta resolución sólo producirá cosa juzgada respecto de lo que en ella se
declara, esto es, el deudor no podrá ya más discutir la autenticidad de la firma o la existencia de la
deuda, pero el deudor, sin desconocer la autenticidad del instrumento o la existencia de la deuda, podrá

22 | P á g i n a
oponerse a la ejecución fundado en que la obligación es nula o en que ella se extinguió por otro medio
de extinción de las obligaciones. Esto es, en el fondo, lo que han querido decir los fallos que hemos
calificado de equivocados; que la resolución judicial que da por reconocida la firma o la deuda, en
rebeldía del deudor, no produce cosa juzgada respecto de cuestiones que no sean la autenticidad de la
firma o existencia de la deuda. Y esto último sí que es correcto y nada tiene de extraordinario, ya que
toda sentencia sólo produce cosa juzgada respecto de lo que en ella se declara, y no respecto de otras
cuestiones que le son ajenas.

E. LETRA DE CAMBIO, PAGARÉ Y CHEQUE

44. DIVERSOS CASOS QUE CONTEMPLA EL CÓDIGO.

La segunda parte del N°4° del artículo 434 del CPC expresa: “Sin embargo, no será necesario este
reconocimiento respecto del aceptan te de una letra de cambio o suscriptor de un pagaré que no hayan
puesto tacha de falsedad a su firma al tiempo de protestarse el documento por falta de pago, siempre
que el protesto haya sido personal, ni respecto de cualquiera de los obligados al pago de una letra de
cambio, pagaré o cheque, cuando, puesto el protesto en su conocimiento por notificación judicial, no
alegue tampoco en ese mismo acto o dentro de tercero día tacha de falsedad.

Tendrá también mérito ejecutivo, sin necesidad de reconocimiento previo, la letra de cambio, pagaré o
cheque, respecto del obligado cuya firma aparezca autorizada por un notario, o por el oficial del
Registro Civil en las comunas donde no tenga su asiento un notario”.

De la disposición transitoria se desprende que son tres las situaciones que contempla el Código respecto
de estos instrumentos:

1. Letra de cambio o pagaré protestados personalmente.

2. Letra de cambio, pagaré o cheque, cuyo protesto ha sido puesto en conocimiento del obligado por
notificación judicial.

3. Letra de cambio, pagaré o cheque, en que la firma del obligado aparece autorizada por el notario o por
un oficial civil, en su caso.

Estudiaremos separadamente cada una de estas tres situaciones.

45. LETRA DE CAMBIO O PAGARÉ PROTESTADOS PERSONALMENTE.

En la actualidad, los artículos 10, 14 y 102 de la Ley N° 18.092, no definen la letra de cambio y el
pagaré, sino que se limitan a señalar las menciones que dichos títulos de crédito deben necesariamente
contener y sus enunciaciones accidentales. En el artículo 108 de la mencionada ley se derogaron las
disposiciones del Código de Comercio que regulaban la letra de cambio y el pagaré.

De acuerdo a lo previsto en la Ley N° 18.092, si la letra de cambio no es aceptada o pagada


oportunamente, puede ser protestada por falta de aceptación o de pago. El pagaré también puede ser
protestado por falta de pago. Este protesto, conforme a la Ley N° 18.092, puede hacerse al aceptante

23 | P á g i n a
personalmente o a otras personas. Si una letra de cambio o un pagaré es protestado por falta de pago y el
protesto se hace personalmente al aceptante o suscriptor, sin que éste tache de falsedad su firma al
tiempo del protesto, tal documento adquiere mérito ejecutivo en contra del aceptante o suscriptor. El
título ejecutivo queda formado por la letra o pagaré y la respectiva acta de protesto. En la actualidad, el
artículo 62 de la Ley N° 18.092 no exige la firma del librado; y por otra parte, su artículo 77 establece
que el tribunal podrá desechar la nulidad de un protesto cuando el vicio no hubiere causado un efectivo
perjuicio al que lo invoca.

Debe tenerse presente que la letra o pagaré que se encuentran en la situación anterior sólo tienen mérito
ejecutivo en contra del aceptante o suscriptor, y no en contra de otros obligados. Para darle fuerza
ejecutiva respecto de otro obligado, sería menester notificarle judicialmente el protesto, situación a que
nos referiremos más adelante.

46. REQUISITOS PARA QUE LA LETRA DE CAMBIO O EL PAGARÉ TENGAN MÉRITO


EJECUTIVO.

Para que estos documentos tengan fuerza ejecutiva, es menester que reúnan tres órdenes de requisitos:

a) En primer lugar, la letra de cambio o el pagaré deben reunir las condiciones que para su validez
exigen los artículos 10 y 102 de la Ley N° 18.092, respectivamente.

b) En segundo lugar, el protesto debe ser eficaz, esto es, debe haberse hecho en la oportunidad y con las
formalidades prescritas por la ley.

Así, la jurisprudencia ha establecido que un protesto tardío, que se ha hecho en una época posterior a la
señalada por la ley, es ineficaz y no confiere mérito ejecutivo a la letra. Asimismo, se ha fallado que
tampoco confiere mérito ejecutivo a la letra un protesto que no contiene la firma de la persona contra
quien se hace, o la causa por la cual ésta no firmó (requisito que exige el artículo 732 del C. de
Comercio), ya que el protesto reviste los caracteres de un instrumento público que, para su validez, con
tal carácter, es indispensable que sea autorizado con las solemnidades legales por el competente
funcionario.

c) Finalmente, es preciso que el aceptante o suscriptor a quien se hace personalmente el protesto no


oponga tacha de falsedad a su firma al tiempo de protestarse el documento.

Reunidos estos requisitos, la letra de cambio o el pagaré gozan de mérito ejecutivo. Por el contrario, si
no se reúnen todos los requisitos indicados, le faltaría al título alguna de las condiciones establecidas por
las leyes para que tenga fuerza ejecutiva, y el juez, al examinarlo, deberá denegar la ejecución. Y si por
error ordena despachar el mandamiento de ejecución, el ejecutado podrá oponer la excepción del N° 7º
del artículo 464 del CPC.

47. SI EL EJECUTANTE ES EL PROPIO LIBRADOR DE LA LETRA, DEBERÁ PROBAR


QUE HA PROVISTO DE FONDOS AL ACEPTANTE.

El aceptante de una letra de cambio está obligado a pagarla a su vencimiento, aun cuando no haya
recibido provisión de fondos (artículo 676 del C. de Comercio). Pero esto sólo tiene plena aplicación

24 | P á g i n a
cuan do el beneficiario de la letra es un tercero, pues si el beneficiario es el propio librador, sólo tiene
acción en contra del aceptante silo ha provisto previamente de fondos (artículo 704 del C. de Comercio).

Ahora, como la provisión de fondos no se presume (artículo 677 del C. de Comercio), el librador deberá
probarla si quiere que prospere su acción en contra del aceptante. En consecuencia, si el librador no
prueba que ha provisto de fon dos al aceptante, la letra carece de mérito ejecutivo, ya que le faltaría uno
de los requisitos establecidos por las leyes para que el título tenga fuerza ejecutiva.

La jurisprudencia ha ratificado uniformemente la conclusión anterior. Al respecto, un fallo de la Corte


Suprema sustenta la doctrina de que “si bien es cierto que con arreglo a lo preceptuado en el artículo
434, N° 4°, del CPC, la letra de cambio tiene mérito ejecutivo en contra del aceptante en los casos que
contempla, tal disposición sólo puede tener aplicación respecto del librador si ha provisto previamente
de fondos a su aceptan te, único evento en que la ley confiere acción al primero contra el último y, por
tanto, no constando de autos la provisión de fondos, la cual no se presume, le falta al título un requisito
para que tenga fuerza ejecutiva”.

Otro fallo inspirado en la misma doctrina, resolvió que “el aceptante no puede oponer al endosatario la
excepción de falta de provisión de fondos” y que “la falta de provisión de fondos influye en el régimen
de la letra, pero sólo en el círculo de las relaciones entre el librador que no ha cumplido su obligación y
el aceptante, únicos que invisten el carácter de legítimos contradictores para discutir tal excepción”.

No obstante todo lo expuesto anteriormente, un fallo de la Corte Suprema, acordado por mayoría de
votos, ha resuelto que la norma contenida en el Art. 676 del Código de Comercio, de acuerdo con la cual
el aceptante de una letra de cambio está obligado a pagarla a su vencimiento, aun cuando no haya
recibido provisión de fondos, es una norma absoluta que no admite distingos, de modo que el aceptante
de la letra está obligado a pagarla aun cuando el demandante sea el propio librador. Se fundamenta ese
fallo, además, en que la letra ya no es la expresión de un contrato de cambio, sino un instrumento de
pago, desligado de toda vinculación con relaciones preexistentes entre las partes, y al cual no pueden
oponerse otras excepciones que las derivadas del título mismo. En consecuencia, el aceptan te podrá
oponer la excepción de falta de provisión de fondos solamente cuando esa falta de provisión conste de la
letra misma.

Con motivo de la dictación de la Ley N° 18.092 sobre letra de cambio y pagaré se eliminó en su texto
toda referencia a las relaciones causales entre el librador y librado (provisión de fondos) que existía en el
Código de Comercio. Este principio del carácter abstracto de la letra de cambio en nuestra actual
legislación se reconoce expresamente en el artículo 79 de la menciona da ley, la que consagra la
solidaridad cambiaria en el pago del documento de todos los obligados por el solo hecho de su firma.

48. LETRA DE CAMBIO O PAGARÉ OTORGADOS EN EL EXTRANJERO.

Si estos documentos guardan conformidad a las leyes del país en que se otorgaron, ellos tienen plena
eficacia en Chile (artículo 17 del CC). Y tendrán en este último país mérito ejecutivo si se encuentran en
alguno de los casos contemplados en el N° 4º del artículo 434 del CPC.

Al respecto, la Corte Suprema ha fallado que si las letras que sirven de base a la ejecución guardan
conformidad con las leyes inglesas, y no han sido tachadas de falsedad por el ejecutante al tiempo de

25 | P á g i n a
protestárselas, no es necesario que el ejecutante pruebe que la legislación inglesa autoriza al girador para
ejercitar la acción ejecutiva a fin de obtener el pago, ya que ellas tienen mérito ejecutivo, de acuerdo con
el N° 4º del artículo 434 del CPC.

49. LETRA DE CAMBIO, PAGARÉ O CHEQUE CUYO PROTESTO HA SIDO PUESTO EN


CONOCIMIENTO DEL OBLIGADO POR NOTIFICACIÓN JUDICIAL.

A más de la letra de cambio y del pagaré, la ley contempla aquí la situación del cheque.

El cheque, de acuerdo con el inciso 1º del artículo 10 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y
Cheques, “es una orden escrita y girada contra un Banco para que éste pague, a su presentación, el
todo o parte de los fondos que el librador pueda disponer en cuenta corriente”.

Si un cheque no es pagado a su presentación, puede protestarse por falta de pago. El protesto se


estampará en el dorso, al tiempo de la negativa del pago, expresándose la causa, la fecha y la hora, con
la firma del librado, sin que sea necesaria la intervención de un ministro de fe (artículo 33 de la Ley de
Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques).

El cheque deberá presentarse para su cobro dentro de los 60 días siguientes a su fecha, si el librado
estuviere en la misma plaza donde se emitió el cheque y dentro de 90 días si estuviere en plaza distinta.

Como se comprenderá, el protesto del cheque no puede nunca ser personal, ya que él se realiza sin la
intervención del girador.

La letra de cambio, pagaré o cheque cuyo protesto no ha sido personal carece de mérito ejecutivo por sí
solo, y para conferirle ese mérito es menester que el protesto se ponga en cono cimiento del deudor en
una gestión preparatoria de la vía ejecutiva. Se indicará expresamente que esa gestión se hace a fin de
obtener un título ejecutivo y bajo apercibimiento de que dar preparada la vía ejecutiva si el deudor no
opone tacha de falsedad a su firma dentro de tercero día de notificado.

Si la persona obligada al pago del documento no opone tacita de falsedad a su firma en el acto de la
notificación o dentro de tercero día de notificado, la vía ejecutiva queda expedita, sin que sea necesario
que ninguna resolución judicial así lo declare; bastará que el secretario del tribunal certifique de no
haberse opuesto tacha de falsedad.

La jurisprudencia ha determinado que “no habiéndose formulado tacha de falsedad a los documentos
que se invocan como título de la ejecución, no obstante el conocimiento que de ellos tuvo el demandado
en razón de la notificación de los protestos en los cuales aparecían literalmente insertos, deben reputarse
ente reconocidos y, por consiguiente, con la fuerza ejecutiva necesaria para reclamar su pago por esa
vía”.

Se ha fallado también que la tacha de falsedad que impide el procedimiento ejecutivo, es la que se opone
a la letra misma que se cobra y, en consecuencia, refiriéndose la tacha de falsedad, no a la letra de
cambio, sino al protesto de esa letra, dicho documento (letra de cambio) debe considerarse como
reconocido y con el mérito suficiente para iniciar una ejecución.

26 | P á g i n a
Finalmente haremos notar que la gestión preparatoria de la vía ejecutiva consiste en la notificación
judicial del protesto de una letra de cambio, pagaré o cheque; puede iniciarse en con- u-a de cualquiera
de los obligados al pago del documento, ya sea el aceptante o suscriptor, o el endosante, avalista o
librador del documento. Todos ellos son solidariamente responsables de la obligación.

Respecto de la gestión de notificación de protesto de che que, se ha resuelto que es v la gestión de


notificación de protesto de cheque efectuada personalmente a su girador, aun cuando se haya realizado
en un domicilio distinto al que tenía registrado en el banco (SCS, RDJ 1987, T. LXXXIV, Secc. I, p.68,
C.3°).

Debemos tener presente que la preparación de la acción ejecutiva, mediante la notificación judicial del
protesto de che- que, sirve para interrumpir el plazo de prescripción que se seña la en el artículo 34 de la
Ley sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques (SCS, RDJ 1997, T. XCIV, Secc. I, p. 77, C. 5º)

Finalmente, en cuanto al alcance de esta gestión previa o preliminar y los actos procesales que pueden
ser cuestionados dentro de la misma, se ha señalado que “la notificación judicial 4 de protesto de cheque
es una gestión previa o preliminar a un juicio civil o criminal, razón por la cual en ella sólo se puede 4
tramitar el incidente sobre la nulidad de la notificación del pro- testo, debido a que él dice relación con
las normas procesales que la regulan; pero no lo referente a la nulidad del protesto 4 del cheque, por
tratarse de una cuestión de fondo vinculada a la validez o nulidad misma del protesto, lo que debe
hacerse valer en el juicio correspondiente, pues de lo contrario esta gestión se transformaría en un juicio
contradictorio (SCS, RDJ 1986, T LX.XXIII, Secc. I, p. 51, C. 2°).

50. LA LETRA DE CAMBIO, PAGARÉ O CHEQUE NO TACHADO OPORTUNAMENTE DE


FALSEDAD, QUEDA DEFINITIVAMENTE RECONOCIDO.

Si el obligado al pago de alguno de los documentos indicados no opone tacha de falsedad a su firma
oportunamente, esto es, en el momento del protesto, si éste es personal, o dentro de tercero día de
notificado, si el protesto no es personal, se producirá un reconocimiento tácito del instrumento. No sería
procedente, con posterioridad, durante el curso de la ejecución, oponer la excepción de falsedad del
título. Así lo ha fallado también la jurisprudencia.

Es claro que, como lo ha establecido también la jurisprudencia, el ejecutado conservará su derecho para
oponer a la ejecución las demás excepciones contempladas en el artículo 464 del CPC, pues lo único que
no podrá ya discutir es la autenticidad del documento.

50-a. LETRA DE CAMBIO, PAGARÉ O CHEQUE CUYA FIRMA ES TACHADA DE


FALSEDAD.

Caso en que se tachare de falsa la firma de una letra de cambio, pagaré o cheque en la gestión
preparatoria de la vía ejecutiva de notificación de protesto.

Si se tachare de falsa la firma, en los casos de que trata el inciso primero del N° 4º del artículo 434 del
Código de Procedimiento Civil, la tacha se tramitará como incidente dentro de la gestión preparatoria de
la vía ejecutiva de notificación de pro testo y corresponderá al demandante acreditar que la firma es
auténtica. La ley no exige formalidad alguna para tachar de falsedad un cheque, bastando con que se

27 | P á g i n a
exprese efectivamente dicha censura, de un modo categórico y explícito (SCS, RDJ 1986, T LXXXIII,
Secc. I, p. 154, C. 3°. En el mismo sentido SCS, RDJ 1981, T. LXXVIII, Secc. I, p. 104, C. 3°).

Si se acreditare la autenticidad de la firma, el tribunal lo declarará así y el documento constituirá título


ejecutivo.

Las apelaciones en este incidente se concederán en el solo efecto devolutivo. (Artículo 111 de la Ley N°
18.092 sobre Letra de Cambio y Pagaré).

Sin perjuicio de la constitución del título ejecutivo en caso de haberse declarado la autenticidad de la
firma en la tramitación del incidente que se genera con motivo de la tacha de falsedad durante la gestión
preparatoria de la vía ejecutiva, se incurre además en una responsabilidad penal.

Al efecto, conforme a lo previsto en los artículos 110 de la Ley N° 18.092 sobre Letra de Cambio y
Pagaré y 43 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, cualquiera persona que en el acto del
protesto de una letra de cambio o pagaré o en la gestión preparatoria de la vía ejecutiva de notificación
del pro testo tachare de falsa su firma puesta en una letra de cambio, pagaré o cheque y resultare en
definitiva que la firma es auténtica, será sancionada con las penas indicadas en el artículo 467 del
Código Penal, salvo que acredite justa causa de error o que el título en el cual se estampó la firma sea
falso.

Finalmente, es menester tener presente que no obstante haberse efectuado la declaración de autenticidad
de la firma estampada en una letra de cambio, cheque o pagaré en la resolución que falla el incidente
generado en la tramitación de la gestión preparatoria de la vía ejecutiva de notificación de pro testo, el
demandado en un juicio civil y el inculpado o procesa do en el juicio criminal por el delito establecido
en el artículo 110 antes mencionado, podrán oponer como defensa o excepción la falsedad del título o la
de su firma y justificarla en dichos procesos. (Artículo 112 de la Ley N° 18.092 sobre Letra de Cambio y
Pagaré).

51. LETRA DE CAMBIO, PAGARÉ O CHEQUE EN QUE LA FIRMA DEL OBLIGADO


APARECE AUTORIZADA POR UN NOTARIO O POR UN OFICIAL CIVIL EN SU CASO.

Estos documentos tienen mérito ejecutivo en contra del obligado cuya firma se encuentre autorizada por
un notario o por el oficial del Registro Civil en las comunas donde no tenga su asiento un notario.

No es necesario un reconocimiento previo ni tampoco que el documento esté protestado, pues la ley no
exige ninguno de esos requisitos. Así lo ha fallado también la jurisprudencia.

Como puede verse, los documentos que se encuentran en la situación indicada quedan equiparados a los
instrumentos públicos en lo que se refiere a su mérito ejecutivo.

Sin embargo, es menester hacer presente que la jurisprudencia ha resuelto en forma reiterada
últimamente que el vocablo “autorizar” no supone necesariamente la presencia de aquel cuya rúbrica
autentifica y, por consiguiente, la correcta interpretación del artículo 434 N° 4° inciso 2° del CPC ni
siquiera lleva a exigir la comparecencia, ante notario, del obligado que firma un instrumento mercantil,
sea pagaré, cheque o letra de cambio; basta, al efecto, la sola actuación de ese ministro de fe.

28 | P á g i n a
G. CONFESIÓN JUDICIAL.

52. GENERALIDADES.

El N°5° del artículo 434 del CPC da mérito ejecutivo a la confesión judicial.

Se entiende por confesión el reconocimiento que una persona hace de un hecho que genere en su contra
consecuencias jurídicas. Ella puede ser judicial o extrajudicial.

La confesión que se presta en juicio puede revestir el carácter de un medio de prueba o el de una gestión
preparatoria de la vía ejecutiva. La confesión judicial que sirve como medio de prueba es jurídicamente
distinta de la prestada como me dio de preparar la vía ejecutiva, y entre ambas pueden anotarse
importantes diferencias.

a) La confesión judicial que sirve como medio de prueba tiene por finalidad acreditar, en el juicio, un
hecho controvertido; en tanto que la que consiste en una gestión preparatoria de vía ejecutiva tiene como
objeto reconocer una obligación y constituir un título ejecutivo.

b) La primera categoría de confesión puede producirse en cualquier forma, provocada o


espontáneamente; en tanto que la segunda debe producirse precisamente en la forma indicada en el
artículo 435 del CPC, citándose previamente al deudor con el fin de preparar la vía ejecutiva, y
prestando éste su confesión ante el juez, o teniéndosele por confeso en rebeldía.

c) En el primer caso, la confesión puede versar sobre cualquier hecho substancial y pertinente,
controvertido en el juicio; en tanto que, en el segundo caso, la confesión sólo puede referirse a la
existencia de una obligación.

d) Tratándose de la primera categoría de confesión, si el confesante niega la efectividad del hecho sobre
el cual se le interroga, es perfectamente posible recurrir a otros medios de prueba a fin de acreditar el
mismo hecho. En cambio, tratándose de la segunda categoría de confesión, si el confesante niega la
efectividad de la deuda, concluye la gestión preparatoria de la vía ejecutiva, y no sería posible, dentro de
esa gestión, recurrir a otras pruebas. Sólo quedaría al acreedor la vía ordinaria.

e) Para que en la confesión judicial —medio de prueba— se tenga al absolvente por confeso en rebeldía,
es menester que se le cite por dos veces consecutivas a absolver posiciones de acuerdo con el artículo
393 del CPC En cambio, en la confesión judicial —gestión preparatoria de la vía ejecutiva— basta la no
comparecencia del deudor a la primera citación para que se le dé por confeso en rebeldía. El artículo 435
del CPC, que rige esta última clase de confesión, sólo exige que se cite al deudor una sola vez.

f) Finalmente, en la primera clase de confesión, la diligencia puede cometerse al secretario del tribunal o
a otro ministro de fe (artículo 388 del CPC). En tanto que en la segunda situación la confesión debe
prestarse ante el propio juez, siendo nula la prestada ante el secretario del tribunal o ante un receptor. Si
la confesión fuese prestada, no ante el juez, sino ante otra persona, faltaría al título así formado un
requisito para que tuviese fuerza ejecutiva.

29 | P á g i n a
53. LA CONFESIÓN JUDICIAL CONSIDERADA COMO GESTIÓN PREPARATORIA DE LA
VÍA EJECUTIVA.

La confesión judicial, considerada como una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, presenta entera
semejanza con el reconocimiento de firma puesta en instrumento privado, a que ya nos hemos referido.
En ambos casos se Irala de gestiones que tienden a crear un título ejecutivo, y el propio CPC las trata
conjuntamente en el artículo 435.

En consecuencia, y para evitar repeticiones del todo innecesarias, diremos que es aplicable a la
confesión judicial todo lo dicho respecto de la gestión de reconocimiento de firma en los números 25 a
43, inclusive.

Sólo nos referiremos, en los números siguientes, a algunas cuestiones particulares relativas a la
confesión.

54. DIVISIBILIDAD DE LA CONFESIÓN.

De acuerdo con la regla general contenida en el artículo 401 del CPC, “el mérito de la confesión no
puede dividirse en perjuicio del confesante”. El que quiera aprovecharse de la confesión deberá, pues,
aceptarla unto en lo favorable como en lo desfavorable.

Sin embargo, de acuerdo con el mismo precepto legal indicado, hay casos en que el mérito de la
confesión puede dividirse. Para estudiar esos casos en que es permitido dividir la confesión, es menester
hacer de ella la clasificación siguiente:

1. Confesión pura y simple. El confesante reconoce un hecho, sin hacerle modificación o adición alguna.
No hay aquí dificultad; la confesión no puede naturalmente dividirse.

2. Confesión calificada. El confesante reconoce el hecho material que se le propone, pero le agrega
circunstancias que variar su naturaleza jurídica. Hay en este caso discrepancia en cuanto a la calificación
jurídica del acto. Sería el caso de persona que confiesa haber recibido una suma de dinero, pero agrega
que la recibió a título de donación y no de préstamo. En este caso, la confesión es también indivisible, ya
que se a de un mismo hecho que es calificado en forma diferente por las partes.

3. Confesión compleja. El confesante reconoce el hecho ateria1 que se le propone, sin variar su
calificación jurídica, pero le agrega hechos nuevos y distintos cuya existencia destruye o modifica las
consecuencias jurídicas del hecho confesado. Esta clase de confesión sí que puede dividirse, conforme al
artículo 401 del CPC, y para su debido estudio es menester subdividirla a su vez en:

a) Confesión compleja conexa. Los nuevos hechos agrega dos por el confesante suponen necesariamente
la existencia del primer hecho. Se trata de hechos ligados entre sí o que se modifican los unos a los
otros. Sería el caso de una persona que reconoce haber recibido en préstamo una suma de dinero, pero
agrega que la pagó. Esta categoría de confesión puede dividirse en perjuicio del confesante, siempre que
el contendor pruebe la falsedad de los nuevos hechos agregados por el confesante.

30 | P á g i n a
Nuestros tribunales han fallado que el hecho de decir, el citado a confesar deuda, que ha pagado la
cuenta cuyo reconocimiento se le pide, importa el no reconocimiento de la deuda, sin que pueda
estimarse, en consecuencia, que la vía ejecutiva ha quedado preparada.

b) Confesión compleja inconexa. El deudor citado a reconocer la deuda confiesa deber, pero agrega
Otros hechos que ninguna relación tienen con la deuda confesada. Por ejemplo, si el deudor confiesa
deber una cantidad de dinero, pero agrega que, a su vez, es acreedor por una suma igual o mayor, y que,
por tanto, se ha producido una compensación. En tal evento la confesión se divide siempre y sin más
trámite. En consecuencia, dividida la confesión, se dará por reconocida la deuda en forma pura y simple
y quedará preparada la vía ejecutiva. De acuerdo con lo dicho, la jurisprudencia ha establecido la
doctrina de que “aun cuando el ejecutado sostenga, al confesar la deuda materia de la ejecución, que el
ejecutante es deudor suyo por una suma mayor, tal circunstancia no quita mérito ejecutivo a la diligencia
y es, por tanto, inaceptable la excepción de faltar al título alguno de los requisitos o condiciones
establecidos por las leyes para que tenga fuerza ejecutiva. Dicha confesión trata de hechos diversos
enteramente desligados entre sí y es, en consecuencia, divisible”.

55. DIVISIBILIDAD DE LA CONFESIÓN EN LA GESTIÓN PREPARATORIA DE LA VÍA


EJECUTIVA.

Los principios enunciados en el acápite anterior son ampliamente aplicables a la confesión considerada
como una gestión preparatoria de la vía ejecutiva. En consecuencia, situaciones que pueden presentarse
son las siguientes:

a) El deudor, citado a la presencia judicial, confiesa pura y simplemente la deuda. La vía ejecutiva queda
preparada y el acreedor presentará de inmediato su demanda ejecutiva.

b) El deudor acepta el hecho del cual el acreedor hace derivar la obligación, pero lo califica en forma
diferente, como, por ejemplo, si dice haber recibido una suma de dinero, pero manifiesta que la recibió
en donación, y no en mutuo. La confesión no puede dividirse en perjuicio del confesante y habrá
fracasado la gestión preparatoria de la vía ejecutiva.

c) El deudor acepta los hechos invocados por el acreedor, pero les agrega hechos nuevos que los
modifican directamente, como por ejemplo, si manifiesta haber recibido en mutuo una suma de dinero,
pero agrega que la pagó. Hemos visto que, en e caso, el acreedor podría dividir la confesión si prueba
por algún medio legal la falsedad de los hechos agregados por el confesante. No obstante, el acreedor no
podría probar la falsedad de los nuevos hechos agregados por el confesante dentro de la gestión
preparatoria de la vía ejecutiva, ya que esta gestión breve y sumaria y tiene por exclusivo objeto obtener
la confesión del deudor. El acreedor deberá, pues, iniciar un juicio ordinario a fin de rendir las pruebas
que le permitan dividir la confesión de su deudor. En consecuencia, debemos concluir fe, en el caso que
nos preocupa, la vía ejecutiva ha fracasado.

d) El deudor reconoce los hechos invocados por el acreedor pero les agrega otros hechos diversos,
enteramente desligados de los primeros. Hemos visto que en este caso la confesión se divide sin más
trámite, de lo cual debemos deducir que la vía ejecutiva ha quedado preparada. Es el caso, por ejemplo,
en que el deudor reconoce una deuda, pero agrega que, a su vez, el acreedor le debe otra suma

31 | P á g i n a
determinada; esta alegación no será obstáculo para que se presente la demanda ejecutiva y el ejecutado
deberá excepcionarse oponiendo en su oportunidad la compensación.

H. CUALESQUIERA TÍTULOS AL PORTADOR, ETC.

56. CUALESQUIERA TÍTULOS AL PORTADOR O NOMINATIVOS LEGÍTIMA MENTE


EMITIDOS.

El N° 6° del artículo 434 del CPC confiere mérito ejecutivo a “cualesquiera títulos al portador o
nominativos, legítimamente emitidos, que representen obligaciones vencidas, y los cupones también
vencidos de dichos títulos, siempre que los cupones confronten con los títulos, y éstos, en todo caso, con
los libros talonarios.

Resultando conforme la confrontación, no será obstáculo a que se despache la ejecución la protesta de


falsedad del título que en el acto haga el director o la persona que tenga la representación del deudor,
quien podrá alegar en forma la falsedad como una de las excepciones del juicio”.

Se trata aquí de títulos emitidos por alguna institución legalmente autorizada, como por ejemplo, de los
bonos hipotecarios emitidos por el Banco del Estado de Chile o un Banco Hipotecario. También lo eran
los billetes de Banco emitidos por el Banco Central, bajo el régimen de conversión. No quedan
comprendidos aquí los bonos emitidos por el Estado, ya que no procede el juicio ejecutivo en contra del
Fisco.

Si estos títulos emitidos en conformidad a una ley no s- pagados a su vencimiento, el respectivo tenedor
puede exigir ejecutivamente el cumplimiento de la obligación en ellos contenida. Lo mismo puede
decirse de los cupones también vencidos de dichos títulos.

Tratándose del título ejecutivo en estudio, será menester practicar previamente una gestión preparatoria
de la vía ejecutiva, cual es la confrontación de los cupones con los títulos y de éstos con los libros
talonarios. Esta diligencia se solicitará del tribunal competente y ella será realizada por el propio juez o
por un ministro de fe. Este se constituirá en el local donde se llevan los libros talonarios y hará la
confrontación, y si ella resulta conforme, quedará preparada la vía ejecutiva.

Si el director de la institución emisora del título o la persona que tenga la representación del deudor
tachare de falso el título, no será éste un obstáculo para que se despache la ejecución, debiendo alegarse
la falsedad como una de las excepciones del juicio. Tal es la regla contenida en el inciso 2° del N° 6° del
artículo 434 del CPC, y ella tiende a impedir que se embarace la medida del embargo, que es la que
asegura el cumplimiento de la obligación. De no ser así, quedaría al arbitrio del director de la institución
eludir el procedimiento ejecutivo mediante la tacha de falsedad del título.

I. CUALQUIERA OTRO TÍTULO A QUE LAS LEYES DEN FUERZA EJECUTIVA

57. ALCANCE DE ESTA DISPOSICIÓN.

Finalmente, el N° 7° del artículo 434 del CPC reconoce mérito ejecutivo a “cualquiera otro título, a que
las leyes den fuerza ejecutiva”. Esta es la regla general que comprende a todos aquellos títulos a los que

32 | P á g i n a
disposiciones especiales han dado el carácter de ejecutivos. Nos referiremos separadamente a algunos de
esos títulos.

58. LA SENTENCIA QUE CAUSA EJECUTORIA.

El N° 1° del artículo 434 del CPC da mérito ejecutivo a la sentencia firme. No obstante, hay sentencias
que, a pesar de no estar firmes, pueden cumplirse ejecutivamente: son las sentencias que causan
ejecutoria, esto es, aquellas sentencias cuyo cumplimiento la ley autoriza no obstante estar atacadas o ser
atacables por algún recurso judicial.

Es el caso de la sentencia respecto de la cual se ha concedido el recurso de apelación sólo en el efecto


devolutivo; esta sentencia puede cumplirse y tiene mérito ejecutivo de acuerdo con el artículo 192 del
CPC, en relación con el artículo 434, N° 7º, del mismo Código.

En la misma situación se encuentra la sentencia en contra de la cual se ha entablado un recurso de


casación de fondo o de forma, cuando de acuerdo con el artículo 773 del CPC el recurso entablado no
suspende el cumplimiento de la sentencia. En este caso, la disposición legal que confiere mérito
ejecutivo a la sentencia es el artículo 773 del CPC en relación con el artículo 434, N° 7º, del mismo
Código.

Aplicando los principios anteriores, la jurisprudencia ha de terminado que no obsta a la iniciación de un


juicio ejecutivo la circunstancia de haberse deducido recurso de casación contra la sentencia dictada en
el juicio ordinario si esta sentencia puede cumplirse de acuerdo con el artículo 773 del CPC.

Cabe recordar aquí lo expuesto al finalizar el N° 11 de esta obra: que la sentencia que causa ejecutoria
sólo se cumplirá mediante el juicio ejecutivo, cuando su ejecución sea solicitada ante un tribunal distinto
del que la dictó o pasado el plazo de un año contado desde que la sentencia causó ejecutoria. Nos
remitimos a lo expuesto en este número.

59. OTROS TÍTULOS A LOS QUE LEYES ESPECIALES CONFIEREN MÉRITO


EJECUTIVO.

Enumeraremos aquí algunos de los títulos ejecutivos creados por leyes especiales:

1. La Ley N° 4.097, relativa al contrato de prenda agraria, confiere mérito ejecutivo sin necesidad de
reconocimiento previo al contrato de prenda agraria, otorgado en instrumento privado debidamente
inscrito, cuya firma haya sido autorizada por un notario u oficial del Registro Civil (inciso final del
artículo 5 de la ley).

2. La Ley N° 5.687, relativa al contrato de prenda industrial, confiere también mérito ejecutivo sin
necesidad de reconocimiento previo al contrato de prenda industrial, celebrado por escritura privada,
autorizada por un notario y debidamente inscrito (inciso final del artículo 27 de la ley).

3. La Ley N° 4.702, relativa a la compraventa de cosas muebles a plazo, confiere mérito ejecutivo al
contrato de compraventa y de prenda que le accede, otorgado en instrumento privado autorizado por un
notario, o por el oficial del Registro Civil en la comuna donde no tuviere asiento un notario, y

33 | P á g i n a
debidamente inscrito en el Registro Especial de Prenda del Departamento en que se celebre (artículo 4°,
en relación con el artículo 2° de la ley).

4. La Ley N° 14.908, sobre abandono de familia y pago de pensiones alimenticias, crea también un título
ejecutivo en su artículo 7°, en el cual dispone que toda resolución judicial que fije una pensión
alimenticia tendrá mérito ejecutivo y será competente para conocer de su ejecución el tribunal que la
dictó en única o en primera instancia.
5. El artículo 169 del Código Tributario confiere mérito ejecutivo, por el solo ministerio de la ley, a las
listas o nóminas de los deudores que se encuentren en mora, las que contendrán, bajo la firma del
tesorero comunal que corresponda, la individualización completa del deudor y su domicilio, con
especificación del período y la cantidad adeudada por concepto de impuesto o de sanciones en su caso y
el tipo de tributo, número en el rol, silo hubiere, y de la orden de ingreso, boletín o documento que haga
sus veces.

6. El Decreto Ley N° 776, de 22 de diciembre de 1925, se refiere a la realización de la prenda civil.

Este decreto ley establece un procedimiento especial para la realización de esta prenda, siempre que el
acreedor haga valer un título que tenga fuerza ejecutiva de acuerdo con los artículos 434 y siguientes del
CPC.

7. La Ley N° 6.071, relativa a la propiedad de un edificio por departamentos, dispone en su artículo 16


que “la copia del acta de la asamblea celebrada en conformidad al reglamento de copropiedad o al
artículo anterior en que se acuerden expensas comunes, autorizada por el administrador, tendrá mérito
ejecutivo para el cobro de las mismas”.

8. El artículo 20 de la Ley N° 18.045 de Mercado de Valores, confiere mérito ejecutivo a los bonos
vencidos por sorteo o por la expiración del plazo fijado para su cancelación, y a los cupones también
vencidos, siempre que dichos bonos hayan sido emitidos en conformidad a esta ley, y que, si se trata de
bonos sorteados, figuren éstos en el acta correspondiente. De acuerdo con el artículo 22 de la Ley N°
18.045, los representantes de los tenedores de bonos se entenderán autorizados para ejercer con las
facultades ordinarias del mandato judicial, todas las acciones judiciales que correspondan para el cobro
de los cupones y bonos sorteados o vencidos.

Sección Segunda
OBLIGACION LÍQUIDA Y EXIGIBLE

60. A) OBLIGACIÓN LÍQUIDA.

Para que pueda exigirse ejecutivamente el cumplimiento de una obligación de dar, es menester que su
objeto sea líquido, esto es, que se encuentre perfectamente determinado en su especie, o en su género y
cantidad.

Aplicando los principios contenidos en el artículo 438 del CPC, tenemos que el objeto de la obligación
se entiende líquido en los siguientes casos:

1. Cuando consiste en una especie o cuerpo cierto que se encuentra en poder del deudor.

34 | P á g i n a
2. Cuando consiste en el valor del cuerpo cierto debido, que no existe en poder del deudor. En este caso
será menester avaluar dicho cuerpo cierto por un perito nombrado por el tribunal. Esta avaluación es una
verdadera gestión preparatoria y a ella nos referiremos en el número siguiente.

3. Cuando se trata de una suma determinada de dinero.

4. Cuando se trata de cosas genéricas, que no sean dinero, cuya avaluación pueda hacerse por un perito
nombrado por el tribunal. A esta avaluación nos referiremos en el número siguiente.

El propio artículo 438 nos indica también que “se entenderá por cantidad líquida, no sólo la que
actualmente tenga esta calidad, sino también la que pueda liquidarse mediante simples operaciones
aritméticas con sólo los datos que el mismo título ejecutivo suministre”. Así, por ejemplo, una deuda de
mil pesos más el interés del 10 por ciento anual durante dos años es líquida, ya que una simple operación
aritmética puede damos su monto total.

Por su parte, el artículo 439 del CPC se refiere al caso en que la obligación es en parte líquida y en parte
ilíquida; en esta situación podrá procederse ejecutivamente por la parte líquida, reservándose el acreedor
su derecho para reclamar el resto por la vía ordinaria. Este artículo concuerda con el artículo 1592 del
CC, que dice: “Si hay controversia sobre la cantidad de la deuda, o sobre sus accesorios, podrá el juez
ordenar, mientras se decide la cuestión, el pago de la cantidad no disputada”.

En relación con los artículos recién citados, la jurisprudencia ha establecido que si se prepara una
ejecución mediante la diligencia de confesión de deuda y el deudor confiesa deber sólo una parte precisa
de la deuda, indicando cantidad determinada, el título queda preparado y ejecutivo sólo por esa suma.

La jurisprudencia de nuestros tribunales ha pronunciado, respecto del requisito de que la obligación sea
líquida, los siguientes fallos:

a) “No procede el cobro ejecutivo de los perjuicios que pueda ocasionar la falta de cumplimiento de una
obligación contenida en una escritura pública, si esos perjuicios no están determinados por sentencia
ejecutoria”. Ello es lógico, ya que dichos perjuicios no se encuentran determinados en su especie y
monto. Esa determinación deberá hacerse en un juicio ordinario.

b) Uno de los herederos de una sucesión indivisa no puede exigir ejecutivamente el pago de su cuota en
un crédito de que la sucesión es dueña, porque esa cuota no constituye a su favor una deuda líquida y
actualmente exigible. La manera de determinar su cuota en ese crédito es la partición y liquidación de la
herencia. Antes de ello, cada heredero sólo tiene una cuota intelectual relativa a la universalidad de la
herencia, y no con respecto a cada una de las cosas singulares que la componen. Antes de realizarse la
partición de la herencia, dicho crédito sólo podría ser exigido ejecutivamente por todos los herederos de
consuno.

c) La circunstancia de que hayan de deducirse abonos hechos por el ejecutado no constituye en ilíquida
la deuda ni puede tampoco invocarse como una excepción bastante para destruir el mérito ejecutivo de
un título que traiga aparejada ejecución

35 | P á g i n a
d) “No quita el carácter de líquido a una obligación la circunstancia de que los deudores no hayan
liquidado su situación de comunidad, y ello no obsta para que la sentencia divida las deudas por
mitades”.

61. GESTIÓN PREPARATORIA DE LA AVALUACIÓN.

Hemos dicho en el número anterior que, cuando el objeto de la ejecución consiste en el valor del cuerpo
cierto debido, que no existe en poder del deudor, o en caso de un género determinado que no sea dinero,
es menester preparar la vía ejecutiva mediante la intervención de un perito nombrado por el tribunal.

Se presentará un escrito al tribunal competente, acompañando el título ejecutivo y solicitando se designe


un perito que practique la avaluación, a fin de que pueda considerarse líquida la obligación y preparada
la vía ejecutiva.

El tribunal hará la designación del perito por sí solo, ya que el artículo 438 del CPC, dado el carácter
sumario del juicio ejecutivo, entrega esa facultad por entero al juez y no da intervención a las partes en
el nombramiento.

El perito hará la avaluación con los datos que el título ejecutivo suministre.

Esta avaluación no es definitiva, ya que se entiende hecha “sin perjuicio del derecho de las partes para
que se aumente o disminuya” (artículo 440 del CPC). En consecuencia, podrán reclamar de la
avaluación el ejecutante y el ejecutado.

El ejecutante podrá reclamar de acuerdo con las reglas generales, apelando del auto que aprueba la
avaluación, o recurriendo de hecho, en su caso. Si no reclama en esa oportunidad, la avaluación queda
ejecutoriada respecto de él, y ya no podrá reclamar más tarde.

El ejecutado puede reclamar en la misma oportunidad anterior, si por cualquier motivo toma
conocimiento de las gestiones preparatorias iniciadas por el ejecutante; la ley no le prohíbe hacerlo. Se
formará, entonces, un incidente y será el juez quien en definitiva hará la avaluación.

Pero también puede el ejecutado reclamar en otra oportunidad, oponiendo a la ejecución la excepción de
exceso de avalúo que contempla el N° 8° del artículo 464 del CPC. Es claro que si el ejecutado ha hecho
su reclamación en la primera oportunidad señalada, no podrá después oponer la excepción de exceso de
avalúo, ya que habría cosa juzgada en su contra.

Una vez ejecutoriada la resolución que aprueba la avaluación pericial, podrá pedirse se despache
mandamiento de ejecución y embargo. Mientras dicha resolución no adquiera el carácter de firme, no
procede entablar la ejecución.

La gestión preparatoria de la avaluación a que nos estamos refiriendo “constituye un requisito previo e
indispensable para que el título que se ha hecho valer en la forma indicada, tenga fuerza ejecutiva,
porque de lo contrario resultaría inconciliable e ineficaz la excepción del N° 8° del Art. 464 del CPC,
‘por exceso de avalúo’ que con todas las otras excepciones, sólo puede oponerse en un mismo escrito,
conjuntamente con las demás que procedan, dentro del plazo fatal de cuatro días contados desde el

36 | P á g i n a
requerimiento de pago. En consecuencia, despachado el mandamiento de embargo sin previa avaluación
y puesta por el ejecutado la excepción de falta de requisitos para que el título tenga fuerza ejecutiva,
fundándola en el antecedente anterior, dicha excepción debe acogerse”.

Finalmente, debemos anotar que la gestión preparatoria de avaluación que estudiamos no procede
cuando el avalúo ha sido hecho de común acuerdo entre las partes, en el mismo contrato; en tal caso,
procede entablar desde luego la demanda ejecutiva.

62. LA CANTIDAD QUE SE DEBE EN MONEDA EXTRANJERA ES LÍQUIDA.

“La cantidad que se debe en moneda extranjera o su equivalente en moneda nacional, es líquida. Las
dificultades que pueden surgir para determinar el valor numérico del cambio corriente al día del pago
entre la moneda extranjera y la nacional, no corresponden a un juicio declaratorio o de lato
conocimiento, sino que son una incidencia del juicio ejecutivo en que se exija el pago de la obligación”.

Otro fallo de la Corte de Apelaciones de Valdivia confirma la doctrina anterior, añadiendo que si se
cobra el equivalente en moneda nacional de una deuda en moneda extranjera, no es menester practicar
previamente la avaluación por perito, ya que “aunque el título no arroje datos para establecer la
equivalencia, no basta para concluir que el crédito es ilíquido puesto que la objeción se refiere no al
monto de la deuda misma, sino a la equivalencia del valor de la moneda extranjera en moneda nacional.
Además, conforme a lo dispuesto en el Art. 438 del CPC, se entiende por cantidad líquida la de dinero,
no sólo cuando tenga esa calidad, sino también cuando pueda liquidarse mediante simples operaciones
aritméticas, con sólo los datos que el mismo título suministre”.

Debemos hacer presente que si bien se estima líquida una deuda en moneda extranjera, ella no puede
siempre considerar- se ‘actualmente exigible”. A este último problema nos referiremos al tratar del
requisito de la exigibilidad de la obligación.

63. B) OBLIGACIÓN EXIGIBLE.

De acuerdo con el artículo 437 del CPC, “para que proceda la ejecución, se requiere además que la
obligación sea actualmente exigible”.

Una obligación es exigible cuando no está sujeta a ninguna modalidad que suspenda su nacimiento o
ejercicio, o sea, cuan do no está sujeta a condición, plazo o modo.

La exigibilidad de la obligación debe ser “actual”, o sea, debe existir en el momento de entablarse la
demanda ejecutiva y no en un momento posterior. En el momento de solicitarse la ejecución, el título
debe llevar aparejados todos los requisitos necesarios para que tenga fuerza ejecutiva, y si la exigibilidad
no existe en el momento indicado, sino que se produce con posterioridad, le faltaría al título un requisito
para tener fuerza ejecutiva y sería procedente la excepción del N° 7° del artículo 464 del CPC, en
relación con el artículo 437 del mismo Código. La jurisprudencia ha establecido que “el título con que se
apareja una ejecución debe llevar en sí mismo todos los requisitos necesarios para que tenga fuerza
ejecutiva, sin que una vez trabada la litis, sea dable probar la existencia de ello”. Y que “el requisito de
la exigibilidad de la obligación en el juicio ejecutivo debe concurrir en el acto de requerirse de pago al

37 | P á g i n a
deudor, sin que los defectos del título que existían a la fecha del requerimiento puedan sanearse
posteriormente”.

Así, por ejemplo, si la obligación cuyo cumplimiento se persigue es condicional, es menester


acompañar, al momento de entablar la demanda, constancia de haberse cumplido la condición a que se
subordina la obligación; en caso contrario la de manda debe ser desechada.

Respecto del requisito de que la obligación sea exigible, la jurisprudencia ha fallado que no es
actualmente exigible la contribución de haberes sobre un inmueble, si se ha reclamado ante la justicia
del avalúo hecho por la municipalidad; que si no se ha indicado el lugar donde debe hacerse el pago, ni
se trata de una especie o cuerpo cierto, debe hacerse aquél en el domicilio del deudor, y debe aceptarse
la excepción de falta de exigibilidad opuesta a la demanda ejecutiva interpuesta para obtener el
cumplimiento de la obligación en un lugar diverso de ese domicilio.

Por la importancia que revisten, nos referiremos en forma separada a dos problemas relacionados con el
requisito en estudio: a) exigibilidad de las obligaciones contraídas en moneda extranjera, y b)
exigibilidad de una deuda cuyo valor se ha ordenado retener por decreto judicial.

64. OBLIGACIONES EXPRESADAS EN MONEDA EXTRANJERA.

La Ley N° 18.010 de 27 de junio de 1981, estableció normas relativas a las obligaciones de crédito y
otras obligaciones en dinero.
De acuerdo con el Art. 20 de esa ley las deudas expresadas en moneda extranjera serán solucionadas por
su equivalente en moneda nacional chilena según el tipo de cambio vendedor del día del pago. En el
caso de obligaciones vencidas se aplicará el tipo de cambio del día del vencimiento si fuese superior al
del día del pago. Agrega esa norma legal que debe estarse al tipo de cambio vendedor que certifique un
banco de la plaza.

65. OBLIGACIONES CUYO PAGO SE HA PACTADO EXPRESAMENTE EN MONEDA


EXTRANJERA, EN VIRTUD DE AUTORIZACIÓN DE LEY O DEL BANCO CENTRAL.

Si se trata de obligaciones que no solamente están ex presadas en moneda extranjera sino que además se
ha pactado expresamente que su pago se haga en esa moneda extranjera, cuando la ley o el Banco
Central de Chile autorizan ese pacto, el acreedor puede exigir su cumplimiento en la moneda estipulada
o ejercer los derechos que para el deudor se originan de la correspondiente autorización.

66. PROCEDIMIENTO EJECUTIVO CUANDO SE PERSIGUE EL CUMPLIMIENTO DE UNA


OBLIGACIÓN EXPRESADA O PACTADA EN MONEDA EXTRANJERA.

El ejecutante debe indicar en su demanda ejecutiva la equivalencia en moneda comente, al tipo de


cambio vendedor, de la cantidad líquida adeudada en moneda extranjera por la cual se pide el
mandamiento. Bastará al efecto que acompañe un certificado de un banco de la plaza y el tribunal
despachará el mandamiento por esa equivalencia, sin que sea necesario pro ceder a una avaluación
previa.

38 | P á g i n a
La cuestión relativa a la debida equivalencia de la moneda extranjera no puede servir de fundamento
para la oposición a la demanda y dicha cuestión se tramitará en forma incidental.

El Art. 22 de la Ley N° 18.010 establece también algunas normas relativas a la ampliación del embargo
y a la liquidación del crédito.

67. EXIGIBILIDAD DE UNA DEUDA CUYO VALOR SE HA ORDENADO RETENER POR


DECRETO JUDICIAL.

¿Podría exigirse ejecutivamente el pago de una deuda cuyo valor se ha mandado retener en poder del
deudor por decreto judicial?

Ante todo, debemos establecer que si el decreto judicial que ordena la retención de la deuda es posterior
a la iniciación del juicio ejecutivo en que se cobra la misma deuda, tal retención no puede entorpecer la
ejecución, ya que al momento de iniciarse ésta la obligación era exigible. Después de iniciada la
ejecución, el deudor no puede solicitar la retención del valor que se le cobra, sino que sólo puede
defenderse oponiendo a de las excepciones que el CPC contempla en su Art. 464.

El problema se presenta cuando la medida precautoria de retención está decretada con anterioridad a la
demanda ejecutiva; y aquí, como lo veremos en seguida, la jurisprudencia de nuestros tribunales se ha
dividido profundamente.

Por nuestra parte, estimamos que carece de mérito ejecutivo, por no ser actualmente exigible, la
obligación cuyo valor se ha ordenado retener judicialmente en poder del deudor. Y ello, por que la
propia ley prohíbe el pago de tal obligación y lo declara nulo en caso de hacerse. Podría decirse que esta
doctrina presenta el inconveniente de que el deudor podría fácilmente eludir el cumplimiento ejecutivo
de su obligación, solicitando la retención judicial del valor de la deuda; pero ello no es efectivo, ya que
la medida precautoria de retención sólo puede ser decretada por la justicia, cuando se han acreditado los
motivos serios y graves que el propio CPC señala en sus Arts. 295 y 298.

Respecto de la jurisprudencia, como hemos anotado, ella se encuentra muy dividida al respecto,
pudiendo distinguirse tres categorías de fallos:

a) Fallos que estiman, en conformidad a lo que hemos sostenido más arriba, que “no es actualmente
exigible la obligación respecto de la cual se ha ordenado retención judicial en poder del deudor”.

b) Fallos que declaran que el hecho de estar retenida judicialmente en poder del deudor la cantidad que
se cobra, no obsta a que el título tenga mérito ejecutivo, y sería improceden te la excepción de faltar al
título un requisito para que tenga fuerza ejecutiva. “El legislador —dice un fallo— cauteloso de dar vida
a las ejecuciones, en la enumeración taxativa de las excepciones que pueden formularse, no incluyó
expresamente la retención decretada con anterioridad; y si ni siquiera permitió la litispendencia por
pleito iniciado por el ejecutado, menos aún es posible darle fuerza de enervar una ejecución a una simple
medida precautoria decretada en ese otro pleito”.

Podría observarse al fallo recién citado que, dentro del N° 7º del Art. 464 del CPC (falta de requisitos
para que el título tenga fuerza ejecutiva), queda comprendido el caso de retención judicial de la deuda.

39 | P á g i n a
c) Fallos que establecen que el hecho de estar retenida judicialmente la deuda en poder del deudor “no
hace perder su fuerza ejecutiva al título, ya que el deudor puede cumplir la orden de pago y la orden de
retención, consignando la suma adeudada a la orden del juez”. La ejecución es entonces procedente, y
“el juicio debe seguir adelante hasta que el ejecutado haga consignación o depósito a la orden del
juzgado, del capi tal, intereses y costas”.

Sección Tercera
ACCION EJECUTIVA NO PRESCRITA

68. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN EJECUTIVA.

Finalmente, el último requisito que el CPC establece para que pueda perseguirse ejecutivamente el
cumplimiento de una obligación, es el de que la acción ejecutiva no esté prescrita.

Sabemos que las acciones personales pueden ser ordinarias o ejecutivas. Las ordinarias prescriben por
regla general en 5 años; y las ejecutivas, conforme al Art. 442 del CPC, prescriben en 3 años. Este plazo
de prescripción de tres años “no se cuenta desde la fecha del otorgamiento de la obligación, sino desde
que ésta se ha hecho exigible”.

La prescripción de la acción ejecutiva reviste una característica especial, cual es la de que ella debe ser
declarada de oficio por el tribunal; tal se desprende claramente del Art. 442 del CPC, el cual dispone que
“el tribunal denegará la ejecución si el título presentado tuviere más de tres años, contados desde que
la obligación se hubiere hecho exigible”.

La prescripción de la acción ejecutiva puede y debe ser declarada de oficio por el tribunal sólo antes de
despachar el mandamiento; “despachado el mandamiento de ejecución y embargo, no puede el juez
suspender el procedimiento ejecutivo ni aun a pretexto de que el título estuviere prescrito. Tal estudio o
calificación del título debe hacerse por el juez al dar lugar al mandamiento de ejecución”. Una vez
despachado el mandamiento, será sólo el ejecutado quien deba hacer valer la prescripción de la acción
ejecutiva, oponiendo la excepción correspondiente. Y si el ejecutado no hace valer oportunamente la
excepción de prescripción, el tribunal se verá obligado a acoger la demanda ejecutiva, pues no podrá
declarar de oficio esa prescripción (ver N° 120).

Hemos dicho que el tribunal debe denegar la ejecución si el título presentado tiene más de tres años.
Pero existen ciertas acciones que prescriben, de acuerdo con disposiciones especiales, en menos de tres
años, cual es el caso de las acciones emanadas del cheque, letra de cambio y pagaré que prescriben en un
año. ¿Podría el juez declarar de oficio la prescripción de estas acciones que prescriben en un plazo
inferior a tres años? El juez no podría hacerlo, ya que la ley sólo lo faculta para declarar la prescripción
y denegar la ejecución cuando el título presentado tuviere más de tres años, sin que pueda hacerlo
cuando el título tiene menos de ese lapso, aun cuando la acción esté prescrita por tener un plazo de
prescripción inferior. Será el ejecutado quien deba oponer en su oportunidad la excepción de
prescripción.

Prescrita la acción ejecutiva, sólo queda al acreedor la vía ordinaria para hacer valer sus derechos. No
obstante, podría el acreedor hacer revivir la acción ejecutiva prescrita, haciendo uso de algunos de los
medios señalados por el Art. 434 del CPC; es decir, procurándose un nuevo título ejecutivo mediante la

40 | P á g i n a
gestión preparatoria de reconocimiento de firma o confesión de deuda. En tal caso, la prescripción de la
acción ejecutiva empieza a correr de nuevo, a contar de la fecha de la diligencia de reconocimiento de
firma o confesión de deuda, diligencia que, en realidad, constituye el verdadero título ejecutivo. Al
respecto, la jurisprudencia ha establecido la doctrina de que “si el título que se invoca es la confesión de
deuda y el reconocimiento de la firma puesta en un documento que tiene más de cinco años, no procede
alegar la prescripción de la acción ejecutiva funda da en que el documento tiene una fecha que excede a
los cinco años, ya que el título no es ese documento, sino la confesión de la deuda y el reconocimiento
de la firma; a lo que puede agregarse que la prescripción que señala el Art. 464 no afecta a la acción
ejecutiva que se hace subsistir por alguno de los medios indicados en el Art. 434 del CPC”.

Este criterio ha sido compartido por la jurisprudencia en el último tiempo, señalándonos que el
reconocimiento de firma puesto en un documento prescrito no da origen a un nuevo título. Los jueces
que así lo declaran se ajustan a la normativa legal correspondiente, por lo que procede rechazar el
recurso de casación en el fondo interpuesto (SCS, RDJ 1996, T XCIII, Secc. I, p. 86, C. 3º). El
reconocimiento de firma prestado por un deudor no es suficiente para hacer revivir una acción ya
prescrita. De ser valedera esa afirmación, el acreedor siempre podría procurarse un nuevo título por esta
vía, cualquiera fuera el tiempo transcurrido, ya que no podría el deudor negarla sin incurrir en falsedad
(SCS, RDJ 1988, T. LXXXV, Secc. I, p. 168, C. 5°). En el mismo sentido SCS, RDJ 1989, T. LXXVI,
Secc. I, p. 135, C. 6°; SCS 28/10/1993, Rol N° 671, C. 4°). El reconocimiento de deuda, constituido por
un pagaré ya prescrito al tiempo de prepararse la vía ejecutiva, importa un nuevo título ejecutivo cuya
prescripción empieza a contarse desde la fecha del documento en que conste la firma, que es inseparable
de la gestión de reconocimiento propiamente tal (SCS 08/08/1990, Rol N°9.605, C. 5°).

69. LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN EJECUTIVA NO SE SUSPENDE.

El plazo de prescripción de la acción ejecutiva no se suspende en favor de ninguna persona.

La suspensión es una institución excepcional que el C. Civil establece en determinados casos, y ella no
está contemplada en el CPC respecto de la acción ejecutiva. Al respecto, se ha fallado que los únicos
medios para que pueda conservarse la acción ejecutiva después de transcurrido el piazo de tres años, son
los señalados en el Art. 434 del CPC, y entre ellos no está comprendida la suspensión de la prescripción.

No obstante, un fallo que consideramos equivocado, dijo que la prescripción de la acción ejecutiva se
suspende en favor de los menores y demás personas a que se refiere el inc. 1º del Art. 2509 del CC.

70. INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN EJECUTIVA.

Sabemos que, en conformidad al Código Civil, la prescripción que extingue las acciones puede ser
interrumpida ya natural, ya civil mente. Se interrumpe naturalmente cuando el deudor reconoce la
obligación, y se interrumpe civilmente cuando el acreedor demanda judicialmente el cumplimiento de la
obligación.

Estas normas generales que sobre interrupción de la prescripción da el Código Civil son aplicables a la
prescripción de la acción ejecutiva, con algunas modificaciones que se desprenden del CPC.

41 | P á g i n a
Desde luego, la prescripción de la acción ejecutiva se interrumpe civilmente por la interposición de la
demanda ejecutiva; ése es precisamente uno de los efectos de toda demanda judicial.

También podemos afirmar que la prescripción de la acción ejecutiva se interrumpe naturalmente, pero
debemos tener presente que no todo reconocimiento del deudor importa interrupción natural de la
prescripción de la acción ejecutiva. Dentro del C. Civil, cualquier reconocimiento del deudor interrumpe
naturalmente la prescripción. En cambio, tratándose de la acción ejecutiva, tal interrupción sólo la
produce el reconocimiento que el deudor preste judicialmente en la gestión preparatoria de confesión de
deuda o reconocimiento de firma. Un reconocimiento judicial prestado en otra forma que la anotada, o
un reconocimiento extrajudicial, no tendría la virtud de interrumpir la prescripción; se opondría a ello el
Art. 442 del CPC, que ordena terminantemente al juez denegar la ejecución si el título presentado
tuviere más de tres años, sin contemplar más que una excepción a esta regla: el caso en que el acreedor
compruebe la subsistencia de la acción ejecutiva, por alguno de los medios señalados en el Art. 434 del
CPC. Y entre los medios señalados en dicho artículo no figura otro reconocimiento del deudor que el
prestado judicialmente en la preparación de la vía ejecutiva.

En esta materia debemos recordar que el artículo 100 de la Ley N° 18.092 sobre Letra de Cambio y
Pagaré, establece que la prescripción se interrumpe sólo respecto del obligado a quien se notifique la
demanda judicial de cobro de la letra, o la gestión judicial necesaria o conducente para deducir dicha
demanda o preparar la ejecución. Igualmente se interrumpe respecto del obligado a quien se notifique
para los efectos establecidos en los artículos 88 y 89.

Capítulo II
LA TRAMITACION

71. ESTRUCTURA DEL JUICIO EJECUTIVO.

El juicio ejecutivo consta de dos cuadernos o ramos: el cuaderno principal o ejecutivo y el cuaderno de
apremio.

El cuaderno ejecutivo constituye el juicio mismo y en él se realiza la discusión de las partes. Contiene la
demanda, las excepciones del ejecutado, la prueba y la sentencia definitiva.

El cuaderno de apremio se tramita paralelamente al cuaderno principal y se refiere a las actuaciones


necesarias para el embargo de los bienes y la administración y el remate de los mismos. Este ramo se
inicia con el embargo de bienes y normalmente queda paralizado hasta que se dicta sentencia en el
cuaderno ejecutivo. Cuando esto último sucede se pone de nuevo en movimiento el cuaderno de
apremio, con las diligencias tendientes a la realización de los bienes embargados.

Estos dos cuadernos se tramitan separada e independiente mente, de modo que los recursos deducidos en
uno de ellos no retardan la marcha del otro (Art. 458 del CPC).

Puede existir, también, en el juicio ejecutivo, un tercer cuaderno: el de tercería. Ello sucede cuando en el
pleito ejecutivo interviene un tercero. En este juicio, los terceros sólo pueden intervenir en los casos que
taxativamente indica el CPC, casos que son los siguientes:

42 | P á g i n a
a) Tercería de dominio;

b) Tercería de posesión;

c) Tercería de prelación;

d) Tercería de pago, y

e) Otros derechos que puedan hacerse valer en forma de tercerías.

Las tercerías no forman parte propiamente del procedimiento ejecutivo, sino que constituyen juicios
separados que tienen un procedimiento especial.

Sección Primera
TRAMITACION DEL CUADERNO EJECUTIVO

72. FORMAS EN QUE PUEDE COMENZAR SU TRAMITACIÓN.

El cuaderno ejecutivo comenzará por demanda o por gestiones preparatorias de la vía ejecutiva. Nos
referiremos en primer lugar a las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva para considerar en seguida la
demanda ejecutiva.

A. GESTIONES PREPARATORIAS DE LA VÍA EJECUTIVA

73. GENERALIDADES.

Vimos anteriormente (N° 10) que los títulos ejecutivos pueden ser perfectos e imperfectos; que son
perfectos aquellos que tienen plena eficacia desde su otorgamiento y no necesitan de ninguna formalidad
previa para dar nacimiento a la acción ejecutiva, y que son imperfectos aquellos que no bastan por sí
solos para iniciar la ejecución, sino que es menester completarlos con una gestión previa. Pues bien,
estas gestiones previas que tienen por objeto constituir o completar alguno de los requisitos que faltan al
título para que tenga mérito ejecutivo, son las llamadas diligencias preparatorias de la vía ejecutiva.

De la definición anterior se desprende una clasificación de las gestiones preparatorias:

a) Medidas preparatorias de la vía ejecutiva que constituyen o crean títulos ejecutivos. Es el caso de la
confesión judicial y el reconocimiento de firma puesta en instrumento privado.

b) Medidas preparatorias de la vía ejecutiva que tienen por objeto completar un título ejecutivo ya
existente, al cual falta algún requisito para que tenga mérito ejecutivo. Pertenecen a esta clase la
notificación judicial de un protesto de cheque, letra o pagaré en los casos en que ellos no constituyen un
título ejecutivo perfecto, la avaluación a que se refiere el Art. 438 del CPC, la confrontación indicada en
el N° 6° del Art. 434 del CPC, la notificación de título ejecutivo a los herederos del deudor y la
validación de sentencias extranjeras.

En los números siguientes nos referiremos en particular a cada una de estas gestiones.

43 | P á g i n a
74. GESTIÓN PREPARATORIA DE RECONOCIMIENTO DE FIRMA O CONFESIÓN DE
DEUDA.

Nos hemos referido ampliamente a esta materia al tratar de los instrumentos privados reconocidos
judicialmente y de la confesión judicial (N° 25 y sigs. y N° 53). Nos remitimos a lo dicho.

75. DACIÓN DE SEGUNDA COPIA DE ESCRITURA PÚBLICA.

A la gestión que tiene por objeto obtener una segunda copia de escritura pública, dada con decreto
judicial y citación de la persona a quien deba perjudicar o de su causante, nos hemos referido al tratar
del mérito ejecutivo de las escrituras públicas (ver N° 21).

La jurisprudencia ha reconocido a esta gestión su carácter de diligencia preparatoria de la vía ejecutiva.

Debemos recordar que esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva se encuentra actualmente derogada
con motivo de la dictación de la Ley N° 18.181, que modificó el N° 2° del artículo 434 del CPC.

76. GESTIÓN DE AVALUACIÓN.

De esta gestión nos hemos preocupado en el N° 61.

77. DILIGENCIA PREPARATORIA DE CONFRONTACIÓN.

Respecto de esta diligencia preparatoria de la vía ejecutiva, nos remitimos a lo expuesto en el N° 56.

78. NOTIFICACIÓN DEL TÍTULO EJECUTIVO A LOS HEREDEROS DEL DEUDOR.

El Art. 1377 del CC dispone que “los títulos ejecutivos contra el difunto lo serán igualmente contra los
herederos; pero los acreedores no podrán entablar o llevar adelante la ejecución, sino pasados ocho
días después de la notificación judicial de sus títulos”.

De acuerdo con las reglas generales del Derecho Civil, el heredero es el sucesor del causante y lo
representa en todos sus derechos y obligaciones transmisibles; es lógico, entonces, que la acción
ejecutiva que el acreedor tenía en contra del causante se conserve también respecto del heredero. Pero es
natural, también, que si se trata de interponer la acción ejecutiva en contra del heredero del deudor, se le
conceda a éste un plazo para que se imponga del asunto y prepare su defensa. Si pudiera entablarse sin
más trámite la demanda ejecutiva en contra del heredero del deudor, éste se vería sorprendido y no
tendría tiempo, dentro de la rapidez del procedimiento ejecutivo, para procurarse los medios de su
defensa.

Es por esto por lo que el artículo 1377 del CC dispone que para proceder ejecutivamente en contra del
heredero del deudor, deberá notificársele judicialmente el título ejecutivo y dejar transcurrir un término
de ocho días para poder iniciar o llevar adelante la ejecución.

Pero el artículo 1377 del CC aparece modificado por el artículo 5° del CPC, que dispone: “Si durante el
juicio fallece alguna de las partes que obre por sí misma, quedará suspenso por este hecho el

44 | P á g i n a
procedimiento, y se pondrá su estado en noticia de los herederos para que comparezcan a hacer uso de
su derecho en un plazo igual al de emplazamiento para contestar demandas, que conceden los artículos
258 y 259”. Este artículo 5° es una regla común a todo procedimiento y aplicable, por tanto, al juicio
ejecutivo.

De ambos títulos (1377 del CC y 5° del CPC), se desprende que si el ejecutado fallece durante el juicio,
éste debe paralizarse y ponerse su estado en noticia de los herederos del deudor, pero ambos artículos
difieren en cuanto al plazo que otorgan a los herederos para comparecer al juicio: el primero, ocho días,
y el segundo, el término de emplazamiento. ¿Cuál de ellos debemos aplicar preferentemente?

Para resolver este problema debemos tener presente el artículo final del CPC, que dice: “Desde la
vigencia de este Código quedarán derogadas todas las leyes preexistentes sobre las materias que en él
se tratan, aun en la parte que no le sean contrarias, salvo que ellas se refieran a los tribunales
especiales no regidos por la Ley de 15 de octubre de 1875. Sin embargo, los Códigos Civil, de
Comercio y de Minería, la Ley de Organización y Atribuciones de los Tribunales y las leyes que los
hayan complementado o modificado, sólo se entenderán derogados en lo que sean contrarios a las
disposiciones de este Código”. En consecuencia, debemos aplicar preferentemente el artículo 50 del
CPC, y el artículo 1377 del CC lo aplicaremos en lo que no sea contrario a dicho artículo 5°.

Teniendo en vista esta norma podremos resolver fácilmente las diversas situaciones que pueden
presentarse y que son las siguientes:

1. El deudor fallece antes de iniciarse la ejecución; no hay juicio todavía. El artículo 50 del CPC no
contempla este caso y en consecuencia regirá ampliamente el artículo 1377 del C. Civil; se notificará
judicialmente el título al heredero del deudor y se esperarán ocho días para entablar la ejecución.

En este sentido, se ha declarado que los títulos ejecutivos contra el difunto lo serán igualmente contra los
herederos, pero los acreedores no podrán entablar o llevar adelante la ejecución sino pasados ocho días
después de la notificación judicial de sus títulos. Esta norma requiere para su aplicación que la herencia
tenga herederos que la hayan aceptado, no bastando que se haya producido la delación de la asignación
(SCS 03/04/2000, Rol N° 4.237-99, C. 6°).

2. El deudor fallece durante el juicio ejecutivo. Aquí es menester distinguir si el deudor litigaba
personalmente o por apoderado:

a) Durante el juicio fallece el deudor que litigaba personal mente. A esta situación precisa se refiere el
artículo 5° del CPC al decir “si durante el juicio fallece alguna de las partes que obre por sí misma...”.
En consecuencia, tendrá aplicación preferente dicho artículo 5°, y al respecto debe entenderse derogado
el artículo 1377 del CC. Deberá esperarse el término de emplazamiento, después de la notificación del
deudor, para poder proseguir la ejecución.

b) Durante el juicio fallece el deudor que litigaba por apoderado. Esta situación no está contemplada en
el artículo 5° del CPC, el cual sólo se refiere al caso en que el deudor “obre por sí mismo”. Conserva
entonces su vigor el artículo 1377 del CC, que en esta parte no es contrario al CPC.

45 | P á g i n a
La notificación de los herederos del deudor a que nos venimos refiriendo, se hará de acuerdo con las
reglas generales del CPC, esto es, se hará personalmente o en la forma indicada en el artículo 44 del
CPC, en su caso.

Respecto de la gestión preparatoria de la vía ejecutiva en estudio, la jurisprudencia de nuestros


tribunales ha determinado que “los títulos ejecutivos contra el difunto, es menester que sean notificados
a sus herederos para que lo sean contra su sucesión”; que “no es bastante a este efecto la notificación de
ellos al albacea, aunque tenga tenencia de bienes”, y que “fallecido el ejecutado, basta con poner en
conocimiento de los herederos el estado del juicio, sin necesidad de notificarles los títulos”.

Debemos tener presente que, sobre los efectos que genera esta gestión preparatoria respecto de la
prescripción, se ha de clarado que la gestión preparatoria establecida en el artículo 1377 del CC
interrumpe civilmente la prescripción extintiva, pues la “demanda judicial” que, según el inciso 3° del
artículo 2518 del mismo Código, produce ese efecto, es todo recurso judicial interpuesto por el acreedor
en resguardo del derecho que le pertenece y no solamente la demanda que prevé y reglamenta el artículo
254 del CPC (SCS, RDJ 1988, T. LXXXV, Secc. i, p. 206, C. 7°).

79. VALIDACIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS.

A esta gestión nos hemos referido en el N° 14.

80. CARÁCTER DE LA PREPARACIÓN DE LA VÍA EJECUTIVA.

La preparación de la vía ejecutiva es indiscutiblemente un procedimiento de carácter contencioso. Nunca


podrá dársele la calidad de una gestión de jurisdicción voluntaria, ya que ella no se desenvuelve en el
interés armónico de las partes, sino que, por el contrario, tiene por objeto pedir algo en contra de una
persona determinada; a lo que puede añadirse que la preparación de la vía ejecutiva es el antecedente de
un procedimiento contencioso como es el juicio ejecutivo.

Por consiguiente, el escrito en que se solicita la preparación de la vía ejecutiva deberá presentarse en los
lugares de asiento de Corte, en la secretaría de la Corte, a fin de que se le señale el juzgado que conocerá
de la gestión, en conformidad a las reglas de la distribución de causas. En general, se aplicarán a las
diligencias preparatorias de la vía ejecutiva las reglas del procedimiento contencioso, especialmente las
disposiciones relativas al juicio ejecutivo, del cual indudablemente forman parte dichas diligencias. Así,
por ejemplo, las apelaciones que deduzca el demandado, de acuerdo con el artículo 194 del CPC, se con
cederán sólo en el efecto devolutivo.

Asimismo, se ha fallado que “las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva son parte del juicio ejecutivo
y, por tanto, el poder conferido en aquéllas es suficiente para intervenir en éste”. Por la misma razón, si
el deudor ha sido notificado personalmente en una gestión preparatoria, la notificación de la demanda
ejecutiva o requerimiento de pago puede hacerse en conformidad a los Arts. 48 a 53 del CPC (ver N°
87).

La jurisprudencia ha reconocido a estas gestiones un carácter contencioso, ya que en ellas concurren los
elementos constitutivos del juicio.

46 | P á g i n a
No obstante tener la preparación de la vía ejecutiva un carácter contencioso, no puede ella considerarse
por sí sola como un juicio completo, como un litigio propiamente tal, ya que sólo tiene por objeto llevar
a efecto la diligencia previa solicitada-confesión de deuda, reconocimiento de firma, etc.— y sin que
puedan discutirse en ella otras materias. El verdadero litigio lo constituye el juicio ejecutivo del cual la
diligencia preparatoria es sólo el antecedente. En atención a que la preparación de la vía ejecutiva no
constituye un juicio ni una instancia propiamente tales, la jurisprudencia ha estimado que “no procede el
abandono de instancia, actualmente abandono del procedimiento, en las gestiones preparatorias de una
ejecución, porque ellas no pueden considerarse instancia”, y que no procede oponer a la ejecución la
excepción de litispendencia “fundada en las gestiones pendientes que tienen por objeto preparar la vía
ejecutiva”, ya que dichas gestiones, por su naturaleza, no constituyen de manda.

B. LA DEMANDA EJECUTIVA Y EL MANDAMIENTO DE EJECUCIÓN Y EMBARGO.

81. LA DEMANDA EJECUTIVA.

Una vez terminadas las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva, si se trata de un título imperfecto, o
sin ellas, si el título es perfecto, se presentará la demanda ejecutiva.

La demanda irá acompañada del título ejecutivo y ella cumplirá con todos los requisitos generales que
señala el artículo 254 del CPC, que es aplicable al juicio ejecutivo en virtud de lo dispuesto en el artículo
3º del mismo Código. En la parte petitoria se solicitará que se despache mandamiento de ejecución y
embargo en contra del deudor, y que en definitiva se acoja la demanda, ordenando se siga adelante la
ejecución hasta el total pago de lo adeudado.

En un otrosí de la demanda podrán señalarse los bienes del deudor sobre los cuales ha de trabarse el
embargo, ya que el artículo 447 del CPC confiere esa facultad al acreedor. Puede también el acreedor
indicar un depositario provisional de los bienes que se embarguen (Art. 443, N° 3°, del CPC).

Además, la demanda debe llevar el patrocinio de un aboga do habilitado para el ejercicio de la profesión,
que exige el artículo 1° de la Ley N° 18.120 que establece normas sobre comparecencia en juicio y la
designación de un mandatario exigida por el artículo 2° de la misma ley. Si el patrocinio no se
constituye en forma legal, la demanda ejecutiva no podrá ser proveída y se tendrá por no presentada para
todos los efectos legales (inciso 2° del artículo 1º de la Ley N° 18.120) y si no se constituye el mandato
en forma legal, el tribunal debe disponer la debida constitución de él dentro de un plazo máximo de tres
días, pasado el cual se tendrá por no presentado el escrito (inciso 4º del artículo 2° de la Ley N° 18.120).

Presentada la demanda, el tribunal, antes de proveerla, examinará el título acompañado y verá si reúne
los requisitos necesarios para que proceda la acción ejecutiva. O sea, verá si el título es ejecutivo, si la
obligación es líquida y actualmente exigible, y si la acción ejecutiva no está prescrita. Si se reúnen estas
condiciones, el juez despachará el mandamiento de ejecución y embargo. En caso contrario, no dará
lugar a la ejecución.

La resolución que despacha el mandamiento de ejecución y embargo, o que deniega la ejecución, será
dictada por el juez “sin audiencia ni notificación del demandado, aun cuando éste se hubiere
apersonado al juicio. Las gestiones que en tal caso haga el demandado no embarazarán en manera
alguna el procedimiento ejecutivo, y sólo podrán ser estimadas por el tribunal como datos ilustrativos

47 | P á g i n a
para apreciar la procedencia o improcedencia de la acción” (Art. 441 del CPC). La ley no permite al
ejecutado dificultar la traba del embargo, que asegura los derechos del ejecutante, y señala a aquél otra
oportunidad para que se defienda y haga valer sus derechos: la oposición a la ejecución. Al respecto, la
jurisprudencia ha establecido la doctrina de que “no es necesaria la citación o audiencia del demandado
en ninguna de las gestiones que proceden al mandamiento de embargo, hasta el punto de que su omisión
pueda producir nulidad de lo que se obre sin esa audiencia o citación”; y que el fallo que rechaza el
mandamiento de ejecución solicitado, no obstante concurrir todos los elementos externos que La ley
exige para la procedencia de la ejecución, acogiendo alegaciones del demandado que se refieren a
materias ajenas a las únicas que el tribunal podía considerar en ese estado del juicio, es nulo porque
infringe los Arts. 434, 436, 437, 438 y 442 del CPC.

82. PARTE PETITORIA DE LA DEMANDA EJECUTIVA.

Hemos dicho, en el número anterior que en la parte petitoria de la demanda ejecutiva se solicitara se
despache mandamiento de ejecución y embargo y en definitiva se acoja la demanda ordenando se siga
adelante la ejecución hasta el total pago de lo adeudado

Sin embargo es frecuente, en la práctica, que el ejecutante solicite en su demanda únicamente que se
despache mandamiento de ejecución y embargo En tal evento, han sostenido algunos que el juez no
podría acoger la demanda ni ordenar que la ejecución siga adelante, ya que si tal hiciera, fallaría ultra
petita, pues lo único que se le pidió fue que se despachara mandamiento de ejecución.

El anterior criterio no está ajustado a Derecho. En realidad, como lo ha estimado uniformemente nuestra
jurisprudencia, cuando el ejecutante solicita se despache mandamiento de embargo, está implícitamente
ejercitando la acción ejecutiva, ya que el embargo no es sino el medio de poner en ejercicio dicha
acción, la cual sólo termina con la realización de los bienes embargados y el pago al acreedor. En
consecuencia, no procede sostener, en el caso que analizamos, que la sentencia falla ultra perna por
haber mandado seguir la ejecución adelante, sin que así se hubiera solicitado expresamente en la
demanda.

No obstante, para evitar dificultades, es conveniente solicitar expresamente en la demanda que la


ejecución se siga adelante hasta el total pago de lo adeudado, reajustes, intereses y costas.

83. AL MOMENTO DE INICIARSE LA DEMANDA, DEBEN REUNIRSE TODOS LOS


REQUISITOS QUE LA LEY EXIGE PARA QUE PROCEDA LA EJECUCIÓN.

“Para que un título tenga fuerza ejecutiva, es menester que reúna todos los requisitos que la ley requiere
para este efecto, en el momento de despacharse el mandamiento de ejecución, sin que subsanen los
defectos que entonces tuviere por declaraciones o actos posteriores de las partes”.

“En el juicio ejecutivo se considera trabada la litis desde que el ejecutado opone excepciones, y no
pueden enmendarse posteriormente los defectos del título con que se inicia la ejecución, porque si se
agregasen mas antecedentes por parte del ejecutante para darle fuerza ejecutiva al título ya presentado,
después de opuestas las excepciones, dejaría al ejecutado en condiciones desfavorables de no poder
deducir nuevas excepciones a esos nuevos antecedentes”.

48 | P á g i n a
De acuerdo con los principios expuestos, la jurisprudencia ha fallado lo siguiente:

a) No infringe disposición legal alguna la sentencia que en juicio ejecutivo acoge la excepción de
ineptitud del libelo fundada en que la demanda ejecutiva carece de la designación de domicilio y
profesión del ejecutado, no obstante que el ejecutante subsanó aquellas omisiones en escrito posterior,
pero después de haberse opuesto las excepciones.
b) Iniciada demanda ejecutiva por una persona en nombre de otra, sin que medie mandato, ni
representación legal, ni fianza de rato, debe acogerse la excepción de falta de personería de quien
intervino en nombre del ejecutante, aunque este último ratifique después lo obrado, ya que trabada la
litis, no pueden enmendarse con posterioridad los vicios del procedimiento en perjuicio del ejecutado.

84. EL MANDAMIENTO DE EJECUCIÓN.

Hemos visto que si se reúnen los requisitos para que proceda la acción ejecutiva, el juez proveerá la
demanda despachando el mandamiento de ejecución.

El mandamiento de ejecución y embargo es la resolución que recae en la demanda ejecutiva y consiste


en una orden escrita de requerir de pago al deudor y de embargarle bienes suficientes si no paga en el
acto del requerimiento. El mandamiento, como toda resolución judicial, debe ir firmado por el juez y el
secretario del tribunal.

El mandamiento de ejecución debe contener:

1. La orden de requerir de pago al deudor.

2. La orden de embargar bienes del deudor en cantidad suficiente para cubrir la deuda con sus intereses
y costas, si no pagare en el acto.

3. La designación de un depositario provisional que se haga cargo de la administración de los bienes. El


nombramiento de depositario provisional ‘deberá recaer en la persona que, bajo su responsabilidad,
designe el acreedor o en persona de reconocida honorabilidad y solvencia, si el acreedor no la ha
indicado” (Art. 443 N° 3º del CPC). Es, pues, facultad exclusiva del acreedor, que el tribunal debe
respetar, designar la persona del depositario, pudiendo designar al propio deudor. Puede pedir también
que no se designe depositario (Art. 443 N° 3° del CPC).

En ningún caso la designación de depositario podrá recaer “en empleados o dependientes a cualquier
título del tribunal ni en persona que desempeñe el cargo de depositario en tres o más juicios seguidos
ante el mismo juzgado” (Art. 443 CPC). Esta disposición fue introducida por la Ley N° 3.390, para
poner fin a la inmoralidad y a los abusos que se producían por el hecho de que empleados del juzgado
intervinieran como depositarios en los procesos tramitados ante el tribunal.

El depositario provisional designado por el ejecutante o por el juez en subsidio ejerce su cargo hasta que
se nombra el depositario definitivo.

En el mandamiento de ejecución y embargo es posible omitir la designación de depositario, atendido a


que ello se puede verificar con posterioridad en el proceso (véase N° 137). Es por ello que se ha

49 | P á g i n a
declarado que la falta de designación de depositario provisional no produce la nulidad del embargo por
no constituir un elemento esencial del mismo, pudiendo incluso no hacerse tal designación (SCS,
5/08/1992, Rol N° 19.334).

Además de los tres requisitos recién expresados, el mandamiento de ejecución puede contener, en ciertos
casos, dos elementos más, que son:

a) La designación de los bienes sobre que ha de trabarse el embargo, si el acreedor los hubiere señalado
en su demanda, o si la ejecución recayere sobre un cuerpo cierto (artículo 443, N° 3°, inc. penúltimo).
b) La orden de proceder a la traba de embargo con el auxilio de la fuerza pública, siempre que en
concepto del tribunal hubiera fundado temor de que el mandamiento sea desobedecido, y que el
ejecutante haga petición expresa al respecto. El tribunal no podría ordenar de oficio que se procediera
con el auxilio de la fuerza pública (Art. 443, N° 3°, inc. final).

85. LA RESOLUCIÓN QUE DESPACHA EL MANDAMIENTO O DENIEGA LA EJECUCIÓN


ES UNA SENTENCIA INTERLOCUTORIA.

La resolución que despacha la ejecución (o sea el mandamiento de ejecución y embargo), o que niega
lugar a ella, es una sentencia interlocutoria.

Desde luego, no es un simple decreto, ya que su fin es algo más que dar curso progresivo a los autos; ni
es una sentencia definitiva, pues no pone fin a la instancia ni resuelve el asunto que es objeto del juicio.
Tampoco es un auto, ya que no recae en ningún incidente. Se trata, entonces, de una sentencia
interlocutoria, ya que “resuelve sobre algún trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de
una sentencia definitiva o interlocutoria” (Art. 158 del CPC). En efecto, sin esta resolución no podría
efectuarse el requerimiento de pago, ni el ejecutado podría oponer excepciones ni tampoco podría
dictarse sentencia definitiva.

Aunque la jurisprudencia no ha sido uniforme para juzgar este problema, la mayoría de los fallos estima
que la resolución que nos preocupa es una sentencia interlocutoria. Al respecto, se ha fallado que la
sentencia que ordena despachar un manda miento de ejecución, aunque interlocutoria, no es de aquellas
que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución, puesto que el punto de si el título tiene o
no carácter ejecutivo puede ser materia de las excepciones que se opongan a la de manda; siendo por
tanto inadmisible el recurso de casación en contra de tal resolución.

Se ha fallado también que la “sentencia que niega lugar al mandamiento de embargo es interlocutoria, de
aquellas que hacen imposible la continuación del juicio en forma ejecutiva y procede en su contra el
recurso de casación”.

86. RECURSOS QUE PROCEDEN EN CONTRA DE LA RESOLUCIÓN QUE DESPACHA O


DENIEGA LA EJECUCIÓN.

Nos referiremos a los recursos de reposición, de apelación y de casación.

a) Recurso de reposición. No procede el recurso de reposición en contra de la resolución que nos


preocupa; como hemos visto, ella es una sentencia interlocutoria que una vez notificada produce el

50 | P á g i n a
desasimiento del tribunal. La jurisprudencia es uniforme en el sentido de que en el juicio ejecutivo no
procede pedir reposición de la resolución que despacha la ejecución, ya que en esta clase de juicio sólo
proceden, como defensas, las excepciones.

b) Recurso de apelación. La resolución que despacha o de niega la ejecución es apelable tanto por el
ejecutante como por el ejecutado. En este sentido, se ha declarado que la resolución que ordena
despachar mandamiento de ejecución y embargo tiene el carácter de interlocutoria, según la clasificación
del artículo 158 del CPC, y por lo tanto, de conformidad con lo que dispone el artículo 187 del mismo
cuerpo de leyes, tal resolución es apelable, recurso que debe ser concedido en el solo efecto devolutivo
(SCS, RDJ 1983, T. LXXX, Secc. I, p. 49, C. 2° y ss. En el mismo sentido SCS, RDJ 1990, T.
LXXXVII, Secc. I, p. 214).

Desde luego, el ejecutante puede indiscutiblemente apelar, en conformidad al inciso final del Art. 441
del CPC, que le confiere expresamente ese derecho.

Respecto del ejecutado, la cuestión no es tan indiscutible. Hay opiniones y fallos que estiman que “es
improcedente el recurso de apelación deducido por el demandado en contra del auto que ordena
despachar mandamiento de embargo en su contra, ya que ello entorpecería el procedimiento ejecutivo”.’
Se añade además que todas las alegaciones del ejecutado deben ser materia de las excepciones
correspondientes. Pero la mayor parte de los autores y de los fallos sostienen la doctrina de que “la
resolución que ordena despachar mandamiento de ejecución y embargo es apelable, ya que el Art. 187
del CPC permite la apelación respecto de toda sentencia definitiva o interlocutoria, salvo los casos en
que la ley deniegue expresa mente ese recurso. El tribunal de alzada puede revocar la ejecución al
pronunciarse sobre la apelación, aunque el ejecutado no haya opuesto excepciones. La apelación
antedicha se concede en el efecto devolutivo, y en consecuencia, no entorpece la mar cha del
procedimiento ejecutivo, y al mismo tiempo, puede ponerse pronto remedio al error en que el juez de
primera instancia pudo haber incurrido al decretar el mandamiento”.

c) Recurso de casación. En cuanto al recurso de casación, podemos decir que es procedente respecto de
la resolución que deniegue la ejecución, ya que se trataría de una sentencia interlocutoria que haría
imposible la prosecución del juicio en forma equitativa; pero no procede respecto de la resolución que
despacha la ejecución, pues en este último caso no se trataría de una sentencia interlocutoria que pone
término al juicio o hace imposible su prosecución, sino por el contrario, de una resolución que tiene por
objeto hacer prosperar los autos.

87. EL REQUERIMIENTO DE PAGO.

Tenemos ya la demanda ejecutiva y el mandamiento de ejecución y embargo. Procede ahora que, con
este mandamiento, un ministro de fe (receptor) se apersone ante el deudor y le requiera el pago de la
obligación por la cual se despachó el mandamiento.

El requerimiento de pago equivale a la notificación de la demanda, y él debe hacerse en la forma


señalada en el N° 1º del Art. 443 del CPC, el cual dispone que ese requerimiento se hará al deudor
“personalmente; pero si no es habido, se procederá en conformidad al artículo 44, expresándose en la
copia a que dicho artículo se refiere, a más del mandamiento, la designación del día, hora y lugar que

51 | P á g i n a
fije el ministro de fe para practicar el requerimiento. No concurriendo a esta citación el deudor, se hará
inmediatamente y sin más trámite el embargo” (Art. 443, N° 1°).

Vemos entonces, en primer lugar, que el requerimiento debe hacerse personalmente, pues se trata de la
primera notificación que se hace al demandado en el juicio. Así lo ha fallado también la jurisprudencia.
La circunstancia de que el deudor deba ser requerido “personalmente”, no significa que el deudor sea re
querido en persona, sino que podrá también requerirse a su representante legal o a su mandatario, de
acuerdo con las reglas generales; ya que la expresión “personalmente” sólo indica la forma en que debe
hacerse la notificación, que por ser la primera del juicio debe ser personal.

Respecto del lugar en el cual puede practicarse el requerimiento personal de pago, es menester tener
presente que de conformidad a la segunda parte del inciso 1° del artículo 41 del CPC, que se sustituyó
por el N° 1 de la Ley N° 19.382 de 24 de mayo de 1995, “en los juicios ejecutivos no podrá efectuarse
el requerimiento de pago en público y, de haberse notificado la demanda en un lugar o recinto de libre
acceso público, se estará a lo establecido en el N° 1 del artículo 443”.

En segundo término, podemos apreciar que, en caso de que el deudor no sea habido, se le requerirá en
conformidad al Art. 44 del CPC. Será necesario obtener un decreto del tribunal que ordene la
notificación en esa forma, previa la certificación del ministro de fe a que se refiere dicho Art. 44. El
receptor, al practicar la notificación, agregará a la cédula a que se refiere el Art. 44 la designación del
día, hora y lugar en que se hará el requerimiento; si el deudor no comparece a esta citación, practicará el
requerimiento en su rebeldía y procederá a trabar el embargo.

El requerimiento practicado en conformidad al Art. 44 debe cumplir, lógicamente, con todas las
formalidades que establece dicho artículo, en especial las que se refieren a la certificación del ministro
de fe y al decreto judicial que ordene proceder en la forma del Art. 44. No podría el receptor, como se ha
creído a veces en la práctica, proceder por sí solo a “requerir de pago al deudor por medio de cédula, ni a
dejarle cédula de espera para el requerimiento, sin previo decreto judicial una vez efectuada la
certificación del ministro de fe que prescribe el Art. 44”. De no procederse en la forma indicada, el
deudor no quedaría debidamente emplazado y procedería un recurso de casación en la forma en contra
de la sentencia definitiva.

Finalmente, el N° 1° del Art. 443 del CPC señala una tercera forma de hacer el requerimiento, es decir
“Cuando el deudor haya sido notificado personalmente o con arreglo al Art. 44 para otra gestión anterior
al requerimiento, se procederá a éste y a los demás trámites del juicio, en conformidad a lo establecido
en los Arts. 48 a 53. O sea, se practicará el requerimiento por cédula y aun por el estado diario. Al
respecto, se ha fallado que “notificado el deudor personalmente o con arreglo al Art. 44, para otra
gestión anterior al requerimiento, puede éste efectuarse por el estado”; y que “notificados los deudores
por los avisos, en conformidad al Art. 57, para una gestión anterior al requerimiento, pueden ser
requeridos legalmente de conformidad a los Arts. 48 a 53”.

La frase “gestión anterior al requerimiento” que emplea la ley se refiere a la preparación de la vía
ejecutiva, y en ningún caso alude al juicio que pueda servir de antecedente a la ejecución, ya que dicho
juicio no puede considerarse como una gestión previa o anterior, sino como un procedimiento totalmente
independiente del juicio ejecutivo. “Cuando el título ejecutivo sea la sentencia definitiva de un juicio
anterior ordinario seguido entre las partes, no puede estimarse ese juicio ordinario como gestión anterior

52 | P á g i n a
al requerimiento, que autorice la práctica del requerimiento por el estado, sino que debe efectuarse éste
personalmente”. Ello es lógico, pues en tal situación el requerimiento sería la primera notificación del
juicio ejecutivo, debiendo ser, por tanto, personal.

En el acto del requerimiento de pago, el ministro de fe debe dar cumplimiento a la obligación que le
impone el Art. 462, inc. 2° del CPC. Dispone este artículo que “si el requerimiento se verifica dentro de
la República, el ministro de fe hará saber al deudor, en el mismo acto, el término que la ley concede
para deducir la oposición, y dejará testimonio de este aviso en la diligencia. La omisión del ministro de
fe le hará responsable de los perjuicios que puedan resultar, pero no invalidará el requerimiento”.

Si una vez requerido el deudor en cualquiera de las formas anteriormente expuestas, no pagare en el
acto, el ministro de fe procederá a trabar embargo sobre bienes suficientes para cubrir la deuda con sus
intereses y las costas. A la diligencia del embargo nos referiremos al tratar el procedimiento de apremio.

C. LA OPOSICIÓN A LA EJECUCIÓN

88. GENERALIDADES.

Hemos dicho que el requerimiento de pago hecho al deudor equivale a la notificación de la demanda. En
consecuencia, requerido el deudor, nace para éste el derecho de defenderse, de oponer excepciones a la
demanda ejecutiva. Una vez opuestas las excepciones queda trabada la litis y comienza la discusión en
el juicio ejecutivo.

Dado el carácter sumario del juicio ejecutivo, el plazo para oponer excepciones es bastante menor que
en el juicio ordinario; dicho plazo es además fatal, como tendremos ocasión de ver. Por la misma razón
anterior, el ejecutado tiene restringida su libertad de defensa en el juicio ejecutivo; sólo puede
defenderse haciendo valer alguna de las excepciones que taxativa mente enumera el Art. 464 del CPC.

89. PLAZO PARA OPONER EXCEPCIONES.

“El término para deducir la oposición comienza a correr desde el día del requerimiento de pago” (Art.
462, inc. 1º, del CPC). Dicho término es fatal, según dispone el Art. 463.

Para establecer cuál es ese término, es necesario atender al lugar en que el deudor ha sido requerido, y al
respecto pueden distinguirse cuatro situaciones:

a) El deudor es requerido en el lugar del asiento del tribunal. En tal caso, “tendrá el término de cuatro
días útiles para oponerse a la ejecución” (Art. 459, inc. 1°, del CPC).

La expresión “lugar del asiento del tribunal” se refiere a la comuna en que funciona el juzgado. El
plazo para oponer excepciones —como indica el citado Art. 459— es de “días útiles”, es decir, días
hábiles, por lo cual dicho plazo se entiende suspendido durante los días feriados; lo cual guarda
conformidad con la regla general del Art. 66 del CPC, que establece que los términos de días que indica
este Código se entienden suspendidos durante los días feriados.

53 | P á g i n a
b) El deudor es requerido dentro del territorio jurisdiccional en que se ha promovido el juicio, pero fuera
de la comuna asiento del tribunal. En este caso el ejecutado tiene ocho días fatales para oponerse a la
ejecución (Art. 459, inc. 2º del CPC).

c) El deudor es requerido en el territorio jurisdiccional de otro tribunal de la República. Esta situación


está contemplada en el artículo 460 del CPC: “Si el requerimiento se hace en el territorio jurisdiccional
de otro tribunal de la República, la oposición podrá presentarse ante el tribunal que haya ordenado
cumplir el exhorto del que conoce en el juicio o ante este último tribunal. En el primer caso, los plazos
serán los mismos que establece el artículo anterior. En el segundo, el ejecutado debe ni formular su
oposición en el plazo fatal de ocho días, más el aumento del término del emplazamiento en conformidad
a la tabla de que trata el Art. 259.

El tribunal exhortado se limitará a remitir la solicitud de oposición al exhortante para que éste provea
sobre ella lo que sea de justicia”.

d) El deudor es requerido de pago fuera del territorio de la República. El término para deducir oposición
será en este caso de ocho días, más el aumento que corresponda según la tabla de emplazamiento (Art.
461 del CPC).

90. EL PLAZO PARA OPONER EXCEPCIONES ES FATAL E INDIVIDUAL.

El artículo 463 dispone que el plazo para oponerse a la ejecución es fatal.

En consecuencia, el ejecutado deberá hacer valer dentro de dicho plazo todas sus defensas o
excepciones, incluso las de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo. Estas últimas
excepciones no pueden oponerse en cualquier estado del juicio, pues no rige aquí el Art. 310 del CPC,
según el cual las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo, pueden
oponerse en cualquier estado de la causa. En consecuencia, se ha fallado que, en un juicio de esa
naturaleza, “es improcedente la excepción de cosa juzgada opuesta en segunda instancia antes de la vista
de la causa”. Dicho Art. 310 del CPC es, de acuerdo con el Art. 3° del mismo Código, una norma
supletoria que se aplicaría al juicio ejecutivo a falta de una regla especial diversa; pero esa norma
especial diversa existe y está constituida por los Arts. 459 a 463, que establecen un plazo fatal para
oponer todas las excepciones que tenga el ejecutado.

En concordancia con la doctrina expuesta se ha fallado que “todas las excepciones, inclusa la de cosa
juzgada, deben oponerse en primera instancia y dentro del plazo legal”; que “en el juicio ejecutivo todas
las excepciones deben oponerse en un mismo escrito y dentro del plazo fatal de cuatro días, incluso la de
cosa juzgada y es en consecuencia inadmisible la que se opone en segunda instancia en un juicio de esta
naturaleza”, y que “en la apelación, no puede el tribunal de alzada pronunciarse sobre peticiones que
formule el ejecutado en su escrito de apelación, si no las dedujo en tiempo y forma como excepciones
opuestas a la ejecución”.

Finalmente, debemos agregar que el plazo para deducir excepciones no se interrumpe por la
interposición de incidentes m de apelaciones por la parte del ejecutado;” y que es un término individual,
que se cuenta para cada demandado desde el día en que es requerido de pago.

54 | P á g i n a
De acuerdo al artículo 472 del CPC, si el ejecutado no se opone a la ejecución en el plazo fatal que tiene
para hacerlo, se extinguen irrevocablemente sus derechos, bastando el manda miento de ejecución para
que el acreedor prosiga el apremio y realización de los bienes embargados hasta el cumplimiento total de
la obligación, pasando el mandamiento de ejecución a tener el carácter de sentencia definitiva, el cual, si
no ha habido oposición del deudor en el cuaderno ejecutivo, tiene autoridad de cosa juzgada (SCS, RDJ
1983, T. LXXX, Secc. I, p. 20, C. 5º. En el mismo sentido SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII, Secc. I, pp. 61
y 171; SCS, RDJ 1987, T. LXXX1V, Secc. I, p. 45; SCS, RDJ 1990, T. LXXXVII, Secc. I, p. 214; SCS,
3/08/1992, Rol N° 19.155). En cuanto al alcance de la cosa juzgada que emana del manda miento de
ejecución y embargo, si no se oponen excepciones, se ha declarado que el artículo 472 del CPC permite
atribuir al mandamiento de ejecución y embargo el carácter de sentencia, pero sólo para los efectos de la
realización de los bienes embargados y el plazo de la deuda respectiva, sin que resulte procedente
extender aquel efecto a situaciones como lo es que existió incumplimiento de una de las partes, pues en
tal caso se requiere de la existencia de una sentencia propiamente tal (SCS, RDJ 1997, T. XCIV, Secc. I,
p. 106, C. 2°). Si se hubieren opuesto excepciones, el mandamiento dé ejecución que se despacha en el
juicio ejecutivo se dispone tan sólo como aceptación a tramitación de la respectiva demanda ejecutiva,
para requerir de pago al deudor y de embargarle bienes en caso de no hacerlo, de manera tal que él no
importa fallo de la litis, la cual debe terminar con una sentencia en que se resuelve si debe o no llevarse
adelante la ejecución (SCS, RDJ 1994, T. XCI, Secc. I, p. 3, C. 10º).

91. MODO DE FORMULAR LA OPOSICIÓN.

Dispone el Art. 465 del CPC que “todas las excepciones deberán oponerse en un mismo escrito,
expresándose con claridad y precisión los hechos y los medios de prueba de que el deudor intenta
valerse para acreditarlas”. Del análisis de esta disposición se desprende que son tres las exigencias que
ella establece en cuanto al modo de formular las excepciones.

a) El ejecutado debe oponer todas sus excepciones en un mismo escrito. No podría presentar dos o más
escritos de excepciones, aunque los presente dentro del plazo legal. Esta exigencia tiende a evitar
confusiones y dificultades. Si ella no es cumplida, ¿qué sanción cabría aplicar? La jurisprudencia ha
establecido esta sanción: “Formulada una excepción en un escrito presentado dentro del término legal,
no pueden tomarse en consideración, para el efecto de dictar sentencia, las demás excepciones que se
deducen en escritos posteriores”.

Debemos tener presente que la exigencia de formularse todas las excepciones en un mismo escrito no
puede importar que si el deudor opone algunas en las que se desconoce la obligación y en otras se
impugna la eficacia de ella, pueda por estas últimas llegar a desconocerse el mérito de las primeras. En
tal sentido, se ha declarado que la ley exige al ejecutado oponer todas sus excepciones en un mismo
escrito y no resulta procedente pretender que la alegación de una importa la exclusión de otra, como
ocurriría si se admitiese que la alegación de pago equivale a confesar que el título reúne los requisitos
para tener fuerza ejecutiva (SCS, RDJ 1997, T. XCIV, Secc. I, p.8, C. 9°).

b) El ejecutado debe expresar con claridad y precisión los hechos en que funda sus excepciones. Esta
exigencia es lógica si se piensa que el escrito de excepciones equivale a la contestación de la demanda y,
en consecuencia, debe contener los requisitos que para dicha contestación exige el Art. 309 del CPC,
artículo que es aplicable al juicio ejecutivo en virtud del Art. 3° del mismo Código. Y entre los
requisitos de la contestación de la demanda se encuentra el de exponer claramente los hechos y

55 | P á g i n a
fundamentos de derecho en que se apoyan las excepciones. En ese sentido se ha declarado que la
excepción es el medio de que dispone el demandado para defenderse de una acción que se ha interpuesto
en su contra. Ese medio debe estar individualizado con precisión, de manera que la contraparte tenga la
información suficiente para establecer si la excepción se ajusta a la ver dad y el juez pueda en definitiva
decidir si la acoge o la rechaza (SCS, RDJ 1992, T LXXXIX, Secc. I, p. 14, C. 12°). De acuerdo a lo
establecido en el artículo 465 del CPC, no basta que el ejecutado se limite a enunciar las excepciones
que opone, sino que debe precisar, además, los hechos que le sirven de fundamento inmediato (SCA
TALCA 15/07/1991, Rol N° 45.037, C. 1°).

Si el ejecutado no funda debidamente la excepción opuesta, el tribunal no podría pronunciarse sobre ella
y no la tomaría en cuenta al dictar sentencia. Así la jurisprudencia ha fallado que “en las excepciones
opuestas deben expresarse con claridad y precisión los hechos en que se fundan, y no se cumple con este
requisito si el ejecutado dice sólo que ‘se omitió mencionar gruesas partidas de dinero que ha percibido
el ejecutante’ y promete determinarlas con posterioridad, por lo que no es dable pronunciar resolución
sobre la excepción de pago parcial de la deuda”. Y aun más, otro fallo de la Corte de Santiago determinó
que si el ejecutado no expresa en su escrito de excepciones los hechos en que las funda, deben ellas
declararse inadmisibles.

c) El ejecutado debe expresar en su escrito de excepciones, con claridad y precisión, los medios de
prueba de que intenta valerse. Parece que el Código ha querido que el ejecutado especifique
determinadamente los medios de prueba de que se valdrá: instrumentos, confesión, etc. No obstante, la
jurisprudencia de la Corte Suprema ha estimado que “cumple con lo dispuesto en el Art. 465 del CPC el
escrito de excepciones en un juicio en que se dice que se usará de todos los medios probatorios que
acuerda la ley, a excepción de la prueba de testigos. No es menester determinar uno a uno tales medios
que el Código señala expresamente en su Art. 341. Dicha interpretación se ajusta a la letra y espíritu del
Código Procesal que en sus disposiciones, salvo en casos muy especiales, no exige el uso de fórmulas o
términos sacramentales, ya que los medios de prueba están claramente indicados en un proceso del
mismo Código, lo que excluye toda duda a la alusión que de la manera indicada se hace de los medios
probatorios”.

En el caso de que el ejecutado no cumpla con la obligación de expresar con claridad y precisión los
medios de prueba en el escrito de excepciones, ¿qué sanción tendría? Algunos fallos han estimado que
“la prueba que se rinda para establecer las excepciones, no puede ser tomada en cuenta si no fue
anunciada y especificada en el escrito en que éstas se formularen”. No obstante, un fallo más reciente, y
de la Corte Suprema, ha dicta minado que no cabría aplicar tal sanción, ya que “el artículo 465 no señala
como fatal el término para ofrecer probanzas, y las periciales y documentales pueden producirse en
cualquier esta do de la causa”.

Finalmente, se ha presentado también otra dificultad relacionada con la exigencia de que se expresen los
medios de prueba en el escrito de excepciones; si el ejecutado piensa valer se de la prueba testimonial,
¿deberá indicar la lista de sus testigos en el escrito de oposición? A este problema nos referiremos en el
N° 117, al estudiar la prueba en el juicio ejecutivo.

56 | P á g i n a
92. LA ENUMERACIÓN QUE DE LAS EXCEPCIONES HACE EL ART. 464 ES TAXATIVA,
AUNQUE MERAMENTE GENÉRICA.

El Art. 464 del CPC comienza diciendo que “la oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se
funde en alguna de las excepciones siguientes”. De lo que se desprende que las excepciones que pueden
hacerse valer en el juicio ejecutivo no son otras que las taxativamente enumeradas en ese artículo. Al
respecto, se ha fallado que la oposición debe fundarse necesariamente en alguna de las excepciones
indicadas en el Art. 464, y es nula la sentencia que acoge alguna excepción no autorizada por ese
artículo.

No obstante su carácter taxativo, la enumeración que hace en el Art. 464 es meramente genérica o
fundamental y no singulariza ni determina los casos especiales que puedan hallarse comprendidos en
cada uno de los diversos números que la componen, de modo que en ese mismo número del Art. 464
pueden quedar incluidas diversas situaciones, que constituyen otras tantas excepciones jurídicamente
distintas. Así, por ejemplo, la excepción de faltar al título algún requisito para que tenga fuerza ejecutiva
—N° 7º del Art. 464— puede fundarse en que la deuda no es líquida, en que no es actualmente exigible,
en que no se notificó el título a los herederos del deudor, etc.; y cada uno de estos hechos debe ser
considerado como una excepción distinta. Y esto tiene una importancia, pues el tribunal, al dictar
sentencia, deberá pronunciarse sobre cada una de esas excepciones en particular sin que le baste referirse
en general a todas las excepciones que queden comprendidas en un mismo número del Art. 464. Si el
juez no obrara de este modo, podría interponerse un recurso de casación en la forma por faltar la
decisión del asunto controvertido.

La jurisprudencia ha sido del mismo criterio expuesto, fallando uniformemente que cuando los hechos o
circunstancias en que se fundan las excepciones “son de distinta índole y se basan en antecedentes
jurídicos diversos, cada uno de ellos constituye en derecho una excepción distinta, aun cuando se
encuentren en un mismo número de la clasificación general del Art. 464”

Aplicando los principios expuestos, otro fallo ha establecido la doctrina siguiente: “es nula, porque falla
ultra petita, la sentencia que acoge la excepción de falta de alguno de los requisitos o condiciones
establecidos por la ley para que el título tenga fuerza ejecutiva, bajo un aspecto que no había sido
propuesto. El cambio efectuado en el fundamento de hecho de una excepción, entre el escrito en que fue
deducida y el respectivo considerando de la sentencia que da las razones de hecho y de derecho para
acogerla, importa en dicho caso el cambio de la causa de pedir, lo que hace variar la excepción e importa
la aceptación de una no propuesta”.

93. DIFERENCIAS ENTRE LAS EXCEPCIONES DEL JUICIO EJECUTIVO Y LAS DEL
ORDINARIO.

Diversas son las diferencias que podemos anotar entre las excepciones del juicio ejecutivo y las del
juicio ordinario. Casi todas esas diferencias se fundan en la circunstancia de ser la ejecución un juicio
rápido, favorable al acreedor, en que el deudor es mirado con desconfianza. Nos referiremos a las más
importantes de ellas:

a) Una primera y fundamental diferencia se desprende del inc. 1° del Art. 464 del CPC. Las excepciones
que pueden oponerse en el juicio ejecutivo están taxativamente enumeradas en dicho Art. 464; en

57 | P á g i n a
cambio, en el procedimiento ordinario, ninguna limitación tiene en ese sentido la libertad de defensa del
demandado; podrá hacer valer todas las excepciones que estime convenientes y que tiendan a destruir la
acción o a corregir el procedimiento. Así, no puede oponerse como excepción en el juicio ejecutivo el
derecho que otorga el Art. 1544 del Código Civil.

b) Como hemos visto en el N° 9º, en el juicio ejecutivo las excepciones deben oponerse en un piazo
fatal. En el juicio ordinario, el término para deducir las excepciones dilatorias es fatal, puesto que ellas
deben hacerse valer todas en un mismo escrito, dentro del término de emplazamiento y antes de
contestar la demanda. Si así no se hace, se podrán oponer en el progreso del juicio solo por vía de
alegación o defensa, y se estará a lo dispuesto en los artículos 85 y 86. Las excepciones de
incompetencia y litispendencia pueden oponerse en segunda instancia en forma de incidente (Art. 305
del CPC).

En el juicio ordinario las excepciones perentorias deben oponerse en el escrito de contestación de la


demanda dentro del término de emplazamiento, el que tiene el carácter de fatal, de acuerdo a lo
dispuesto en el artículo 64 del CPC. No obstante, existen en el juicio ordinario ciertas excepciones
(prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo) que, de acuerdo con el Art. 310 del CPC,
pueden oponerse en cualquier estado del juicio. Nada de esto sucede en el juicio ejecutivo, donde todas
las excepciones deben hacerse valer en el plazo fatal que señala la ley (ver N° 90).

c) En el juicio ejecutivo todas las excepciones, sean dilatorias o perentorias, deben oponerse
conjuntamente y en un mismo escrito (ver N° 91). En el juicio ordinario las excepciones dilatorias deben
oponerse previamente, en el término de emplazamiento, que para estos efectos es fatal; y sólo una vez
desechadas las excepciones dilatorias o subsanados los defectos que ellas tendían a corregir, deberán
deducirse las excepciones perentorias.

d) Finalmente, en el escrito de excepciones a la ejecución, el demandado deberá señalar los medios de


prueba de que intenta valerse. Esta exigencia no rige en el juicio ordinario, ya que en este juicio las
pruebas pueden ofrecerse en cualquier estado de la causa, con la sola excepción de la prueba testimonial.

94. LAS EXCEPCIONES EN PARTICULAR.

Las excepciones que puede oponer el ejecutado están enumeradas en el Art. 464 del CPC y ellas
“pueden referirse a toda la deuda o a una parte de ella solamente” (Art. 464, inc. final).

Todas las excepciones, como hemos visto, deben interponerse en un mismo escrito y se tramitan y fallan
conjuntamente, salvo la excepción de incompetencia, que puede fallarse desde luego o reservarse para
sentencia definitiva (Art. 465).

De las excepciones enumeradas en el Art. 464, son dilatorias las comprendidas en los números 1º a 4°,
inclusive, y son perentorias las demás. Nos referiremos separadamente a cada una de ellas.

58 | P á g i n a
95. LA INCOMPETENCIA DEL TRIBUNAL ANTE QUIEN SE HUBIERE PRESENTADO LA
DEMANDA.

Esta excepción es la misma establecida en el juicio ordinario. Para determinar si el tribunal es o no


competente para conocer de la ejecución es menester recurrir a las reglas generales de la competencia
establecidas en el Código Orgánico de Tribunales.

La excepción en estudio puede referirse tanto a la incompetencia relativa como a la absoluta, ya que la
ley no distingue.

Debemos relacionar esta excepción con el inc. 2° del Art. 465 del CPC, que dice: “No obstará para que
se deduzca la excepción de incompetencia, el hecho de haber intervenido el de mandado en las
gestiones del demandante para preparar la acción ejecutiva”. O sea, en otras palabras, “no importa
prórroga tácita de jurisdicción, la comparecencia del deudor a las diligencias preparatorias de la vía
ejecutiva”.

Añade el aludido inc. 2° del Art. 465 que, “deducida la excepción de incompetencia, podrá el tribunal
pronunciarse sobre ella desde luego, o reservarla para la sentencia definitiva”. Es ésta la única
excepción que el juez está facultado para fallar desde luego; todas las demás deben ser falladas
necesariamente en la sentencia definitiva.

La ley no señala el modo de promover la excepción de incompetencia, por lo que, de acuerdo con el Art.
101 del CPC, que es norma común a todo procedimiento, ella podrá promoverse por declinatoria o
inhibitoria.

Respecto de la excepción que nos preocupa, debe tener se presente que en aquellos lugares de asiento de
Corte, en los cuales rige la distribución de causas, “la designación recaída en un juzgado para conocer
de las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva, le da competencia para conocer de la ejecución
deducida como consecuencia de la gestión preparatoria”, ya que dicha gestión preparatoria no es sino
el comienzo del juicio ejecutivo del cual forma parte integrante. La demanda ejecutiva no se presentará,
pues, a la secretaría de la Corte para su distribución, sino que será llevada directa mente al juzgado que
conoció de la preparación de la vía ejecutiva.

Si deducida la excepción de incompetencia ella es aceptada por el tribunal, éste se abstendrá de


pronunciarse sobre las de más excepciones opuestas, ya que no tendría competencia para ello. Así lo
dispone el Art. 306 del CPC y lo confirma la jurisprudencia de modo uniforme.

Citaremos por último un fallo relacionado con la excepción en estudio que ha establecido la siguiente
doctrina: “La circunstancia de no haberse llevado a efecto el embargo, no envuelve la incompetencia del
tribunal para seguir la causa y fallarla, ni cabe sostener que por ello se extiende a un punto extraño a la
litis, desde que, con o sin embargo, la demanda ejecutiva y las excepciones opuestas a ella marcan la
materia del juicio sometido al fallo del tribunal”.

59 | P á g i n a
96. LA FALTA DE CAPACIDAD DEL DEMANDANTE O DE PERSONERÍA O
REPRESENTACIÓN LEGAL DEL QUE COMPAREZCA A SU NOMBRE.

Es la misma excepción dilatoria que señala el N° 2° del Art. 303 del CPC Se refiere a la capacidad para
comparecer en el juicio y comprende dos situaciones:

a) Falta de capacidad del demandante. Sabemos que por regla general toda persona es capaz, salvo las
que una ley expresa declara incapaces. Los incapaces deben actuar mediante sus representantes legales.

b) Falta de personería o representación legal del que comparece a nombre del demandante. El que
comparece a nombre del ejecutante debe investir su representación legal o estar pro visto de un mandato
debidamente constituido. El Art. 6° del CPC indica la forma en que debe constituirse el mandato.

La excepción en estudio se refiere a la falta de capacidad del demandante, pero nada dice en cuanto a la
falta de capacidad del demandado. ¿Quiere esto decir que el ejecutado no podría hacer valer su propia
incapacidad? Creemos que no y que el ejecutado podría excepcionarse fundado en su incapacidad,
invocando para ello el N° 7° del Art. 464: falta de un requisito para que el título tenga fuerza ejecutiva
con relación al demandado.

Como hemos visto, el ejecutante puede comparecer personalmente, si es capaz, o representado por su
representante legal, o por su mandatario. Sin embargo, el inc. 3° del Art. 6° del CPC dispone que podrá
admitirse la comparecencia en juicio de una persona que obre sin poder en beneficio de otra, con tal que
ofrezca fianza de que el interesado ratificará lo obrado (fianza de rato); el tribunal calificará las
circunstancias del caso y garantía ofrecida y fijará un plazo para la ratificación del interesado.

Si dicha ratificación no se presenta en el plazo indicado, que dan sin efecto las actuaciones realizadas.

De acuerdo con lo que se acaba de exponer, también procede la excepción de falta de personería si,
iniciada la ejecución por una persona a nombre del acreedor sin poder de éste, y con fianza de rato, no se
acompaña la ratificación del acreedor en el plazo fijado al efecto.

Se ha fallado, asimismo, que si se inicia una demanda ejecutiva por una persona en nombre de otra, sin
que medie mandato, ni representación legal, ni fianza de rato, debe acogerse la excepción de falta de
personería de quien intervino en nombre del ejecutante, aunque este último ratifique después lo obrado,
ya que trabada la litis, no pueden enmendarse con posteriori dad los vicios de procedimiento en perjuicio
del ejecutado.

Antes de terminar el estudio de esta excepción, nos referiremos al siguiente problema: el mandatario
designado en el juicio ordinario, ¿tiene poder bastante para actuar en el juicio ejecutivo en que se pide el
cumplimiento de la sentencia recaí da en dicho juicio ordinario? Una sentencia de la Corte Suprema del
año 1921 resolvió este problema en forma negativa, estableciendo la doctrina de que “el juicio ejecutivo
en que se persigue el cumplimiento de la sentencia dictada en un juicio ordinario, es diverso de éste.
Aunque derivados del declaratorio ya fenecido, uno y otro son litigios distintos en orden a sus fines, a su
naturaleza y a los efectos que producen con tramitación propia e independiente, y en consecuencia, el
ejecutivo no forma parte del juicio anterior ni es una continuación del mismo, y no procede que se le
considere como una cuestión incidental en el juicio ordinario. Por tanto, el poder para litigar conferido

60 | P á g i n a
en el juicio ordinario, no es bastante para comparecer en el ejecutivo en que se pide el cumplimiento- de
la sentencia recaída en aquél”.

Por nuestra parte, estimamos más ajustado a derecho un fallo más reciente de la misma Corte que, de
acuerdo con el Art. 7° del CPC, establece que el poder para litigar se entiende conferido para todo el
juicio, incluso la ejecución de la sentencia, de modo que el mandatario designado enjuicio ordinario
tiene poder suficiente para intervenir hasta la completa ejecución de la sentencia, aun cuando dicha
ejecución sea materia de un juicio ejecutivo.

Diremos, por último, que si en la sentencia se acepta la excepción de falta de capacidad del demandante
o de personería o representación legal del que comparezca en su nombre, no puede el tribunal
pronunciarse sobre las demás excepciones que se hayan deducido, pues ellas suponen la existencia de un
juicio con un legítimo contradictor. Si, no obstante, el tribunal fallara las demás excepciones, la
sentencia sería nula, ya que adolecería del vicio de contener decisiones contradictorias.

97. LA LITIS PENDENCIA ANTE TRIBUNAL COMPETENTE.

La tercera excepción que establece el Art. 464 del CPC es “la litis pendencia ante tribunal competente,
siempre que el juicio que le da origen haya sido promovido por el acreedor, sea por vía de demanda o
de reconvención”.

Es la misma excepción dilatoria que conocemos en el juicio ordinario, con una diferencia: el juicio que
da origen a la excepción debe haber sido promovido por el acreedor, sea por vía de demanda o de
reconvención. Esta modificación tiene su fundamento en la circunstancia de que si se hubiera
conservado esta excepción en la misma forma que en el juicio ordinario, sería muy sencillo para un
deudor de mala fe evitar su ejecución: le bastaría para ello iniciar un pleito ordinario en contra de su
acreedor, antes de que este último entable la demanda ejecutiva.

Podríamos también anotar otra diferencia que presenta esta excepción, según se la considere en el juicio
ordinario o en el ejecutivo: en el primero, la excepción de litispendencia puede oponerse en segunda
instancia, en forma incidental (Art. 305 del CPC); en tanto que en el segundo, sólo puede oponerse en
primera instancia y dentro del plazo fatal que existe para oponerse a la ejecución.

La jurisprudencia, aplicando los principios anotados, ha fallado que el juicio iniciado por el deudor no
puede servirle para fundar en él la excepción de litispendencia y enervar la acción ejecutiva; que,
solicitada por el arrendatario la resolución del contrato de arrendamiento y deducida reconvención por el
arrendador sobre cumplimiento de ese mismo contrato, no puede éste cobrar ejecutivamente al primero
las rentas que se devenguen, por oponerse a ello la excepción de litispendencia; y que procede la
excepción de litispendencia fundada en la existencia de un juicio anterior en que el ejecutante ha de
mandado la resolución del mismo contrato que sirve de título a la ejecución.

98. LA INEPTITUD DEL LIBELO.

Esta excepción está establecida en el N° 4° del Art. 464 del CPC que dice: “la ineptitud del libelo por
falta de algún requisito legal en el modo de formular la demanda, en conformidad a lo dispuesto en el
artículo 254”.

61 | P á g i n a
El libelo o demanda es inepto cuando le falta alguno de los requisitos que indica el Art. 254 del CPC,
que son:

1º La designación del tribunal ante quien se entabla;

2º El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo representen, y la
naturaleza de la representación;

3° El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado;

4° La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya, y

5° La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se sometan al fallo
del tribunal.

Todos estos requisitos deben reunirse en el momento de solicitarse la ejecución; si se omiten, el defecto
no podría ser subsanado por escritos posteriores, ya que una vez trabada la litis, lo que ocurre cuando el
ejecutado opone excepciones, que da fijada la cuestión debatida y ella no puede ser alterada en perjuicio
del ejecutado (ver N° 83). Así, la jurisprudencia ha fallado que si la demanda ejecutiva no contiene la
designación del nombre, domicilio y profesión del demandado, esta omisión da derecho al ejecutado
para oponer la excepción de ineptitud del libelo; y no basta para corregir este defecto un escrito
presentado con posterioridad a la notificación de la demanda y después de haberse opuesto la excepción
indicada. Se ha fallado también que esta excepción debe fundarse en hechos graves, y no en cuestiones
de poca importancia como el de haberse omitido el apellido materno del representante legal de la
ejecutada.

Es claro que si el defecto se subsana antes de notificarse al ejecutado, éste no podría hacer valer la
excepción en estudio.

De acuerdo con el N° 4º del Art. 464, procede la excepción de ineptitud del libelo si la demanda ha
omitido la indicación del domicilio, nombre o profesión del demandado; pero no procede esta excepción
cuando alguna de esas indicaciones está equivocada.

Respecto de la excepción que nos preocupa, se ha presenta do el siguiente problema: si en la preparación


de la vía ejecutiva se ha hecho la individualización de los litigantes, ¿sería necesario efectuar
nuevamente esa individualización en la demanda ejecutiva? Creemos, como lo estiman algunos fallos de
nuestros tribunales, que el escrito destinado a preparar la vía ejecutiva.

99. EL BENEFICIO DE EXCUSIÓN O LA CADUCIDAD DE LA FIANZA.

El beneficio de excusión es la facultad que tiene el fiador para exigir “que antes de proceder contra él
se persiga la deuda en los bienes del deudor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas por éste
para la seguridad de la misma deuda” (Art. 2357 del CC).

Art. 2358 del CC: “Para gozar del beneficio de excusión son necesarias las condiciones siguientes:

62 | P á g i n a
lª Que no se haya renunciado expresamente;

2ª Que el fiador no se haya obligado como codeudor solidario;

3ª Que la obligación principal produzca acción;

4ª Que la fianza no haya sido ordenada por el juez;

5ª Que se oponga el beneficio luego que sea requerido el fiador; salvo que el deudor al tiempo del
requerimiento no tenga bienes y después los adquiera;

6ª Que se señalen al acreedor los bienes del deudor principal”.

Por caducidad de la fianza debe entenderse la extinción de ella por alguno de los medios que señalan los
artículos 2381 y sgtes. del CC.

Las excepciones consistentes en el beneficio de excusión y en la caducidad de la fianza, deberán


estudiarse a la luz de las disposiciones del C. Civil.

100. LA FALSEDAD DEL TÍTULO.

Un título es falso cuando no es auténtico, es decir, cuando no ha sido realmente otorgado y autorizado
por las personas y de la manera que en el título se expresa (Art. 17 del CC). En consecuencia, para que
pueda calificarse de falso un título, es menester que haya habido su plantación de personas o que se
hayan hecho adulteraciones que hagan cambiar la naturaleza del título. La jurisprudencia ha fallado que
sólo en esos dos casos cabe hablar de falsedad del título.

Nada tiene que ver la falsedad de un instrumento con la nulidad del mismo o con la nulidad de la
obligación en él con tenida. La falsedad supone suplantación de personas o adultera dones en el título;
supone un hecho delictuoso. En tanto que la nulidad es solamente una sanción civil de ineficacia de un
acto en el cual se ha omitido algún requisito que la ley prescribe para la validez de dicho acto.

El Art. 704 del CC distingue claramente entre la falsedad y la nulidad de un título, al decir que “No es
justo título: 1º El falsificado, esto es, no otorgado realmente por la persona que se pretende;... 3° El que
adolece de un vicio de nulidad...”.

La jurisprudencia ha aplicado ampliamente los principios expuestos estableciendo que “la excepción del
N°6° del Art. 464, mira a la autenticidad del instrumento que sirve de base a la ejecución y/o a la
ineficacia por razones de orden jurídico, lo cual es materia de otras excepciones”;’ y que “la excepción
de falsedad del título supone que sea falsa la escritura que lo constituye, siendo por tanto inadmisible la
excepción de falsedad que se funda en hechos que no se refieran a la veracidad y autenticidad del título
mismo, sino a la legalidad de la obligación”.

Hemos dicho que la excepción de falsedad del título envuelve la idea de un delito. En caso de que ese
delito sea objeto de investigación en un proceso criminal, el ejecutado podría pedir, en cualquier estado
del juicio ejecutivo, se suspenda el pronunciamiento de la sentencia definitiva hasta la terminación del

63 | P á g i n a
proceso criminal, si en éste se hubiere dado lugar al procedimiento plenario. Tal se desprende del Art.
167 del CPC, que es una norma común a todo procedimiento.

Espinosa Fuentes dice que de la 1ª a la 4ª están contenidas las excepciones dilatorias y de la 5 en


adelante son perentorias. El profesor no está de acuerdo con la postura de Espinosa Fuentes desde este
punto de vista, porque el beneficio de excusión planteado de este modo se trata de una excepción
dilatoria. Como argumento se, apoya en el art. 303, en que la ley procesal expresamente señala que se
trata de una excepción dilatoria.

101. LA FALTA DE ALGUNO DE LOS REQUISITOS O CONDICIONES ESTABLECIDOS


POR LAS LEYES PARA QUE DICHO TITULO TENGA FUERZA EJECUTIVA, SEA
ABSOLUTAMENTE, SEA CON RELACIÓN AL DEMANDADO.

Se opondrá esta excepción cada vez que falte alguno de los requisitos para que proceda la acción
ejecutiva, sea porque el título no reúne todas las condiciones establecidas por la ley para que se le
considere como ejecutivo, o porque la deuda no es líquida, o porque no es actualmente exigible. Esta
excepción debe relacionarse, pues, con todos aquellos preceptos legales que consagran exigencias para
que un título tenga fuerza ejecutiva. Estos preceptos legales, como se comprenderá, son innumerables,
dada la diversidad de títulos ejecutivos que la ley crea, como también la diversidad de condiciones que
establece para cada uno de ellos. Como ya hemos estudiado en detalle las condiciones que la ley
establece para que proceda la acción ejecutiva, nos remitimos a lo dicho. En este momento sólo haremos
presentes dos circunstancias generales.

Primera: la excepción de insuficiencia del título puede ser absoluta, o ser sólo relativa a la persona del
demandado. Por ej., la insuficiencia sería absoluta si el título consiste en una copia no autorizada de
escritura pública, y sería relativa si el título es una sentencia judicial que se pretende hacer valer en
contra de una persona que no fue parte en el juicio en que recayó la sentencia.

Segunda: los requisitos que la ley exige para que proceda la ejecución deben reunirse en el momento de
entablarse la demanda ejecutiva, y no con posterioridad (ver N° 83).

Para finalizar, indicaremos a vía de ejemplo algunos de los casos en que procede oponer la excepción de
faltar algún requisito para que el título tenga fuerza ejecutiva:

a) Si el ejecutante es el cesionario de un crédito y la cesión no está perfecta, esto es, no está aceptada por
el deudor o notificada al mismo; o si la notificación de la cesión se ha hecho sin exhibirse el título de la
deuda.

b) Si el título es una copia de escritura pública que no es primera, o segunda dada con decreto judicial y
citación de la persona a quien deba perjudicar o de su causante (ver Nº 20 y 21). Este es un ejemplo
antiguo, porque esta eliminado hoy en día.

c) Si el título es una sentencia obtenida en juicio contra el deudor directo, y se trata de ejecutarla en los
bienes del fiador de dicho deudor, en circunstancias de que el fiador no ha sido parte ni ha intervenido
en forma alguna en aquel juicio.

64 | P á g i n a
d) Si el título es una letra de cambio protestada, cuyo pro testo ha sido efectuado tardíamente.

e) Si el título ejecutivo que debía ser notificado a los herederos del deudor en conformidad al Art. 1377
del C. C., no ha sido objeto de esa notificación.

f) Si el deudor goza, como fallido fortuito, del beneficio de competencia.

g) Si la obligación es condicional y la condición aún no se ha cumplido.

h) Si se trata de un heredero que ha aceptado la herencia con beneficio de inventario y se pretende


hacerle responsable de las deudas hereditarias en sus bienes personales.

i) Si se ha despachado el mandamiento de embargo sin que previamente se haya avaluado el objeto de la


obligación, en los casos en que esa avaluación es necesaria de acuerdo con los números 2° y 3° del Art.
438 del CPC.

j) Si el título de la ejecución es un contrato bilateral y el ejecutante no ha cumplido por su parte las


obligaciones que le impone el contrato).

k) Si la deuda cuyo cumplimiento se exige ha sido retenida en poder del deudor por decreto judicial
anterior a la ejecución (ver N° 67).

l) Si el título ejecutivo no ha pagado el impuesto correspondiente (ver N° 9).

ll) Si el título ejecutivo es una confesión judicial que no ha sido prestada ante el juez, sino ante el
receptor.

m) Si, siendo el título una letra de cambio, el ejecutante es el propio librador y no prueba que ha provisto
de fondos al aceptante (ver N° 46).

102. EI EXCESO DE AVALÚO EN LOS CASOS DE LOS INCISOS SEGUNDO Y TERCERO


DEL ART. 438.

Sabemos que cuando el objeto de la ejecución consiste en el valor del cuerpo cierto, debido a que no
existe en poder del deudor, o en cantidad de un género determinado que no sea dinero, es menester
preparar el juicio ejecutivo mediante la avaluación de dicho objeto. Si el ejecutado estima que ese
avalúo ha sido excesivo, podrá oponer la excepción en estudio.

Como ya hemos estudiado anteriormente la gestión de la avaluación (N° 61), nos remitimos a lo allí
expuesto. Sólo insistiremos aquí en que la presente excepción, como se desprende del N° 8° del Art.
464, únicamente procede en los casos en que el avalúo ha sido practicado como una gestión preparatoria
de la vía ejecutiva (N° 2° y 3° del Art. 438); y no procede en caso de que el avalúo haya sido hecho por
las partes en el contrato. Tampoco procede si el avalúo ha sido hecho por otra autoridad que no sea la
autoridad judicial.

65 | P á g i n a
103. EL PAGO DE LA DEUDA.

El pago es un modo de extinguir las obligaciones que consiste en la prestación de lo que se debe (Art.
1568 del CC). Para estudiar la procedencia de esta excepción es menester atenerse a las reglas que sobre
el pago da el C. Civil. A ellas nos remitimos.

Respecto de esta excepción, la jurisprudencia ha fallado que “si sólo se acepta la excepción de pago
parcial, la ejecución queda extinguida con respecto a la cantidad cubierta con ese pago parcial y subsiste
en todo lo demás hasta que el acreedor obtenga la cancelación total de la obligación que demanda, por lo
cual, ha sentenciado, no puede negar que se siga adelante la ejecución hasta obtener el saldo insoluto. Es
nula porque contiene decisiones contradictorias la sentencia que acoge la excepción de pago parcial y
niega lugar a que se siga adelante la ejecución”.

104. LA REMISIÓN DE LA DEUDA.

La remisión o condonación de la deuda es también otro modo de extinguir las obligaciones cuyos
requisitos y modalidades son propios del derecho civil.

105. LA CONCESIÓN DE ESPERAS O LA PRÓRROGA EN EL PLAZO.

Si la obligación está sujeta a plazo, ella no es actualmente exigible y no procede su cumplimiento


forzado. La acción rechazada por la causal en estudio podría renovarse como ejecutiva, ya que se trataría
de un caso de “falta de oportunidad en la ejecución” (Art. 477 del CPC) (ver. N° 127).

106. LA NOVACIÓN.

La novación es un modo de extinguir las obligaciones que consiste en “la sustitución de una nueva
obligación a otra anterior, la cual queda por tanto extinguida” (Art. 1628 del CC). Su estudio
corresponde al Derecho Civil.

107. LA COMPENSACIÓN.

La compensación es un modo de extinguir las obligaciones que se opera cuando dos personas son
deudoras una de otra, y que extingue ambas deudas hasta concurrencia de la de menos valor (Arts. 1655
y siguientes del CC).

No es menester que la deuda que se opone en compensación sea ejecutiva, como lo exigía la legislación
anterior al CPC; basta que se reúnan los requisitos que el C. Civil exige en su Art. 1656, que son:

1. Que ambas deudas sean de dinero o de cosas fungibles o indeterminadas de igual género y calidad;

2. Que ambas deudas sean líquidas;

3. Que ambas sean actualmente exigibles.

El estudio particular de este modo de extinguir las obligaciones corresponde al Derecho Civil.

66 | P á g i n a
108. LA NULIDAD DE LA OBLIGACIÓN.

La nulidad es también un modo de extinguir las obligaciones cuyo estudio corresponde al Derecho Civil.
Ella puede ser absoluta o relativa, y ambas clases de nulidad pueden oponerse como excepciones a la
ejecución, ya que, no distinguiendo el legislador, toda distinción que hiciéramos nosotros sería
arbitraria.

Respecto de esta excepción se ha fallado que si el deudor alega la nulidad de la obligación por carecer
de causa real y lícita, deberá probar su excepción, pues si bien la ley establece que toda obligación debe
tener causa real y lícita, no es necesario expresar esa causa, por lo cual esta omisión no puede acarrear
por sí sola la nulidad de la obligación.

Se ha fallado también que “la facultad de declarar de oficio la nulidad absoluta, cuando el vicio que la
origina aparece de manifiesto, puede ejercitarla el tribunal aun en el juicio ejecutivo en que no se haya
opuesto esa excepción”.

Finalmente, se ha establecido que “es errado sostener que en un juicio ejecutivo no procede discutir la
validez o nulidad del convenio que le sirve de título, por considerar que se transformaría de juicio
ejecutivo en litigio declaratorio de derechos y que dada la naturaleza de los juicios ejecutivos no cabe
resolver en ellos cuestiones que, lejos de conducir a la finalidad de obtener que se cumpla una
obligación, tendrían como consecuencia que se hagan declaraciones de las cuales dependería la
existencia o inexistencia de la obligación cuyo cumplimiento se persigue. Dicha conclusión jurídica no
se compadece con el texto del número 14 del Art. 464 del CPC, que contempla expresamente la
excepción de nulidad de la obligación como una de las que el ejecutado puede oponer a la ejecución.

109. LA PÉRDIDA DE LA COSA DEBIDA.

Esta excepción está con templada en el N° 15 del Art. 464, que dice: “La pérdida de la cosa debida, en
conformidad a lo dispuesto en el Título XIX, Libro IV del Código Civil”. Es un modo de extinguir las
obligaciones que se produce “cuando el cuerpo cierto que se debe perece, o porque se destruye, o
porque deja de estar en el comercio, o porque desaparece y se ignora si existe” (Art. 1670 del CC).

Para que se extinga la obligación, la pérdida de la especie o cuerpo cierto debe ser fortuita, pues si ella
se debe a culpa del deudor, la obligación subsiste (Art. 1672 del CC); y en tal caso la ejecución recaerá,
como hemos visto, sobre el valor de la especie debida, haciéndose su avaluación por un perito.

El estudio particular de este modo de extinguir las obligaciones corresponde al Derecho Civil.

110. LA TRANSACCIÓN.

“La transacción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente, o
precaven un litigio eventual” (Art. 2446 del CC).

Es una excepción perentoria cuyos requisitos deben estudiarse a la luz de las disposiciones del C. Civil.

67 | P á g i n a
111. LA PRESCRIPCIÓN DE LA DEUDA O SÓLO DE LA ACCIÓN EJECUTIVA.

Este número comprende dos excepciones perentorias distintas. Respecto de la prescripción de la deuda,
debemos estar a lo que el C. Civil dispone sobre la prescripción extintiva de las acciones y derechos
ajenos. En lo que se refiere a la prescripción de la acción ejecutiva, nos remitimos a lo dicho sobre el
particular en los N 68 y siguientes.

112. LA COSA JUZGADA.

Es también una excepción de carácter perentorio. No corresponde hacer aquí el estudio particular de la
cosa juzgada y de las resoluciones que la producen.

113. LA RESPUESTA A LAS EXCEPCIONES.

Una vez presentado el escrito de excepciones, el tribunal debe proveerlo dando traslado de él al
ejecutante. Dispone el Art. 466 del CPC que “Del escrito de oposición se comunicará traslado al
ejecutante, dándosele copia de él, para que dentro de cuatro días exponga lo que juzgue oportuno.”
Como puede verse, este plazo de cuatro días que la ley concede al ejecutante para responder al escrito de
oposición es fatal.

En el escrito de respuesta a las excepciones, el ejecutante dará las razones de hecho o de derecho por las
cuales las excepciones deben ser desestimadas, y pedirá que ellas se desechen y que la ejecución siga
adelante.

La providencia que debe dictar el juez una vez vencido el plazo para responder a las excepciones, no es
una providencia de cajón; el juez deberá estudiar el expediente y la resolución que pronuncie puede
adoptar dos formas distintas. A estas diversas situaciones nos referiremos en el número siguiente.

114. ADMISIBILIDAD E INADMISIBILIDAD DE LAS EXCEPCIONES.

Hemos dicho que vencido el plazo fatal que el ejecutante tiene para responder a las excepciones, con la
respuesta o sin ella, el juez estudiará el expediente antes de dictar resolución. Este estudio se referirá a
dos puntos principales, a) Si las excepciones opuestas por el ejecutado se encuentran entre las que el
CPC enumera taxativamente en su Art. 464, y b) Si las excepciones han sido opuestas dentro del plazo
legal. La resolución que dicte el tribunal será distinta según se cumplan o no esos dos requisitos.
Analizaremos separadamente los dos casos.

a) Si las excepciones opuestas por el ejecutado son de las contempladas en el Art. 464 del CPC y ellas
han sido interpuestas dentro del plazo, el tribunal debe declararlas admisibles. Esta declaración de
admisibilidad no significa que las excepciones sean aceptadas en cuanto a su fondo, sino únicamente que
ellas han sido interpuestas dentro del plazo, que son de las contempladas en el Art. 464 del CPC y que,
en consecuencia, ellas deben ser tramitadas.

La resolución que declara admisibles las excepciones recibirá también la causa a prueba, si hubiere
hechos controvertidos, sustanciales y pertinentes. La providencia será: “Declárense admisibles las

68 | P á g i n a
excepciones opuestas y se recibe la causa a prueba, fijándose como hechos controvertidos los
siguientes” (Art. 466, inc. 3º)

En ese sentido se ha expresado que una vez declaradas admisibles las excepciones, se recibe la causa a
prueba, a cuyo término se dicta sentencia definitiva, la que acogerá o rechazará las excepciones hechas
valer. En concordancia con ello, la resolución que declara admisibles las excepciones opuestas es una
sentencia interlocutoria, pues se pronuncia sobre un trámite que sirve de base para la dictación de la
sentencia definitiva, y como tal produce cosa juzgada (SCS 11/05/2000, Rol N° 3.198-99, C. 4°).

Si siendo admisibles las excepciones, el tribunal estima que no es necesario rendir prueba, por no haber
hechos controvertidos, sustanciales y pertinentes, dictará desde luego sentencia definitiva (Art. 466, inc.
3°). En este caso la resolución que declare admisibles las excepciones será la propia sentencia definitiva,
de modo que el cuaderno ejecutivo constará de la demanda, el mandamiento de ejecución, el
requerimiento de pago, las excepciones, la respuesta a las excepciones y la sentencia definitiva.

b) Si las excepciones no son de las contempladas en el Art. 464 del CPC, el tribunal las declarará
inadmisibles. Al mismo tiempo que declara la inadmisibilidad de las excepciones, el tribunal debe dictar
sentencia definitiva en el juicio (Art. 466, inc. 3°).

La resolución que declare inadmisibles las excepciones será la propia sentencia definitiva. No está
ajustada a derecho la práctica de dictar una resolución declarando inadmisibles las excepciones y
ordenando se traigan los autos para dictar sentencia definitiva por separado. Al respecto se ha fallado
que la sentencia que se dicte declarando inadmisibles las excepciones debe ordenar, al mismo tiempo,
que se lleve adelante la ejecución hasta el total pago de lo adeudado, ya que en caso contrario sería nula
por no contener la decisión completa del asunto controvertido.

115. LA RESOLUCIÓN QUE DECLARA ADMISIBLES LAS EXCEPCIONES ES UNA


SENTENCIA INTERLOCUTORIA.

En efecto, esta resolución resuelve sobre un trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de la
sentencia definitiva (Art. 158 del CPC). Como hemos visto en el número anterior, la declaración de
admisibilidad de las excepciones es un antecedente indispensable de la sentencia definitiva.

Sobre el particular, se ha fallado que “la resolución que en el juicio ejecutivo declara admisibles unas e
inadmisibles otras de las excepciones opuestas y ordena recibir la causa a prueba fijando los puntos
sobre que ella debe recaer, es sentencia interlocutoria. Contra dicha sentencia procede el recurso de
casación en la forma, porque pone término al juicio o hace imposible su prosecución respecto de las
excepciones que declara inadmisibles”.

Dado el carácter de sentencia interlocutoria que reviste la resolución que nos preocupa, ella produce, una
vez firme, el efecto de cosa juzgada. Así se ha fallado.

69 | P á g i n a
D. LA PRUEBA Y EL TÉRMINO PROBATORIO

116. EL TÉRMINO PROBATORIO.

Hemos visto que si el juez de clara admisibles las excepciones, debe recibir la causa a prueba, a menos
que no considere necesario que se rinda prueba para resolver. La resolución que declara admisibles las
excepciones y recibe la causa a prueba debe notificarse por cédula (Art. 48 del CPC), y desde entonces
comienza a correr el término probatorio.

El término probatorio es de diez días y sólo puede prorrogarse a petición del acreedor y hasta por otros
diez días. “La prórroga deberá solicitarse antes de vencido el término legal, y correrá sin interrupción
después de éste” (Art. 468 del CPC).

Como vemos, el plazo probatorio en el juicio ejecutivo se diferencia del probatorio en el juicio
ordinario, no sólo en que es más reducido, sino en que su prórroga únicamente puede ser solicitada por
el ejecutante; en tanto que en el ordinario, la prórroga puede ser solicitada por cualquiera de las partes.

Puede observarse, entonces, que no existen en el juicio ejecutivo aumentos extraordinarios del término
probatorio para rendir prueba fuera del territorio jurisdiccional del tribunal que conoce del juicio o fuera
de la República; el único aumento del probatorio que aquí existe es el que puede solicitar el acreedor y
hasta por el plazo máximo de diez días.

Agrega el Art. 468 que “Por acuerdo de ambas partes podrán concederse los términos extraordinarios
que ellas designen.” Esta disposición no es sino consecuencia y confirmación de que el procedimiento
civil es por regla general de orden privado, y queda por tanto subordinado a la voluntad de las partes.

Por último, no está de más recordar que, de acuerdo con las reglas generales, el término probatorio es
fatal para rendir la prueba de testigos (Art. 340 del CPC), para presentar los documentos en la primera
instancia (Art. 348 del CPC) y para solicitar toda otra diligencia de prueba que no hubieren pedido con
anterioridad a la iniciación del término probatorio (Art. 327 del CPC).

117. LA PRUEBA EN EL JUICIO EJECUTIVO.

Dispone el Art. 469 del CPC que la prueba en el juicio ejecutivo se rendirá del mismo modo que en el
ordinario. Este principio tendría aplicación aun cuando la ley no lo consignara expresamente, ya que
como sabemos el procedimiento ordinario es supletorio de los procedimientos especiales (Art. 3° del
CPC). Hay que atenerse entonces a lo dispuesto en el juicio ordinario respecto del modo de producirse la
prueba.

Nos referiremos aquí a una dificultad de interpretación que se relaciona con la oportunidad en que el
ejecutado debe presentar la lista de los testigos de que piensa valerse.

Hay quienes estiman que el ejecutado debe indicar la lista de sus testigos en el escrito de excepciones.
Se basan para ello en el Art. 465 del CPC, que exige al deudor expresar, en el escrito de excepciones,
con claridad y precisión, los medios de prueba de que intenta valerse. Y razonan diciendo que, si se trata

70 | P á g i n a
de la prueba de testigos, no se satisface la claridad y precisión que exige la ley sino indicando
determinadamente los di versos testigos del demandado. Existen algunos fallos en este sentido.

La doctrina anterior no ha prosperado. Por el contrario, la mayoría de los autores y de los fallos de
nuestros tribunales estiman que, tanto el ejecutado como el ejecutante, deben presentar la lista de los
testigos dentro de los primeros cinco días del probatorio. Se fundan en el Art. 469 del CPC, de acuerdo
con el cual la prueba debe rendirse del mismo modo que en el juicio ordinario; y el Art. 320 del CPC,
colocado en el Título VIII del Libro II, que trata “De la prueba en general”, dispone que las partes
deben acompañar la nómina de los testigos de que piensan valerse, dentro de los primeros cinco días del
plazo probatorio. A lo cual puede agregarse que la oportunidad en que debe presentarse la lista de
testigos dice relación con el modo de producir la prueba testimonial, rigiendo, en consecuencia,
ampliamente el citado Art. 469. La mayor parte de los fallos judiciales se inclinan en el sentido de esta
segunda interpretación.

118. PLAZO POSTERIOR AL TÉRMINO PROBATORIO.

Dispone el Art. 469 en su segunda parte que, una vez “vencido el término probatorio, quedarán los
autos en la secretaría por espacio de seis días a disposición de las partes, antes de pronunciar
sentencia. Durante este plazo podrán hacerse por escrito las observaciones que el examen de la prueba
sugiera, y una vez vencido, háyanse o no presentado escritos y sin nuevo trámite, el tribunal citará a las
partes para oír sentencia” definitiva. Este examen o análisis de la prueba que pueden hacer las partes es
análogo al que puede efectuarse en el juicio ordinario, con la sola diferencia de que el plazo para
formular estas observaciones es de seis días, en tanto que en el juicio ordinario es de diez días.

E. LA SENTENCIA EJECUTIVA Y LOS RECURSOS QUE PROCEDEN EN SU CONTRA.

119. LA SENTENCIA Y SUS DIVERSAS CLASES.

La sentencia debe reunir todos los requisitos que señala el Art. 170 del CPC, ya que este artículo
constituye una norma común a todo procedimiento.

Debemos tener presente que en el juicio ejecutivo la cuestión controvertida queda determinada en los
escritos fundamentales del pleito, esto es, la demanda y la oposición (SCS, RDJ 1988, T. LXXXV Secc.
I, p. 204, C. 4°). En los juicios declarativos los falladores deben analizar el derecho deducido, sus
fundamentos y comprobación, aun cuando el demandado no se excepcione. Tratándose del juicio
ejecutivo, los mismos deben analizar exclusivamente las excepciones opuestas y sólo por los hechos
concretos en los que se fundan, según se desprende del artículo 465 del CPC (SCS, RDJ 1983, T.
LXXX, Secc. I, p. 55, C. 1°).

La parte resolutiva de la sentencia deberá pronunciarse sobre todas y cada una de las excepciones
opuestas. Al respecto, recordaremos que si se han opuesto varias excepciones comprendidas en un
mismo número del Art. 464, el juez deberá pronunciarse sobre cada una de ellas en particular, y no le
bastará referirse en general a todas las excepciones comprendidas en el mismo número del citado
artículo. Si el juez no obrara así, podría interponerse un recurso de casación en la forma por faltar la
decisión del asunto controvertido (ver N° 92).

71 | P á g i n a
La sentencia que se dicte puede ser de dos clases: absolutoria o condenatoria.

Será absolutoria cuando acoge algunas de las excepciones, desecha la demanda y ordena alzar el
embargo.

Será condenatoria cuando desecha todas las excepciones opuestas, acoge la demanda y ordena seguir
adelante la ejecución.

A su vez, las sentencias condenatorias pueden subdividirse en sentencias de pago y sentencias de


remate. Esta subdivisión se desprende del Art. 472 del CPC, y se hace atendiendo a los bienes que se
han embargado en el juicio.

La sentencia es de pago cuando el embargo ha sido trabado sobre dinero o sobre la especie o cuerpo
cierto debido. En este caso no es necesario rematar ningún bien, sino que debe hacerse pago al acreedor
con la especie debida o el dinero embargado.

La sentencia es de remate cuando el embargo ha sido trabado sobre otros bienes distintos de la especie
debida o del dinero. Será necesario rematar previamente dichos bienes para hacer pago al acreedor con
el producto del remate.

La clasificación que hemos hecho de las sentencias condenatorias tiene importancia para determinar los
efectos que produce el recurso de apelación en el cumplimiento del fallo, como lo veremos en los
números 122 y siguientes.

120. SI EL EJECUTADO NO OPONE EXCEPCIONES, SE OMITE LA SENTENCIA.

Dispone el actual Art. 472 del CPC que si el ejecutado no se ha opuesto a la ejecución en el plazo fatal
que tenía para hacerlo, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para que el
acreedor pueda perseguir la realización de los bienes embargados y el pago, en conformidad a las
disposiciones del procedimiento de apremio.

De la disposición aludida se desprende que por el hecho de no haberse opuesto el deudor a la ejecución,
se extinguieron en forma irrevocable todos los derechos de éste, debiendo proseguirse el apremio hasta
el total cumplimiento de la obligación.

En el caso que nos preocupa, el mandamiento de ejecución pasa a tener el carácter de una sentencia
definitiva que, en razón de no haber existido oposición del deudor, reviste la autoridad de cosa juzgada,
tanto en el juicio ejecutivo en que incide, como respecto de cualquier otro juicio en que se discuta la
misma cuestión. Así se ha fallado.

121. LA CONDENACIÓN EN COSTAS.

Dispone el Art. 471 del CPC: “Si en la sentencia definitiva se manda seguir adelante en la ejecución, se
impondrán las costas al ejecutado.

Y por el contrario, si se absuelve al ejecutado, se condenará en las costas al ejecutante.

72 | P á g i n a
Si se admiten sólo en parte una o más excepciones, se distribuirán las costas proporcionalmente; pero
podrán imponerse todas ellas al ejecutado cuando en concepto del tribunal haya motivo fundado”.

Tres son las situaciones que contempla este artículo, y las veremos separadamente:

a) Si la sentencia desecha todas las excepciones y acoge la demanda, debe necesariamente condenarse en
costas al ejecutado. Los fallos de nuestros tribunales aplican rigurosamente esta regla.

b) Si la sentencia acoge alguna de las excepciones opuestas y absuelve al ejecutado, debe condenarse en
costas al ejecutante. La jurisprudencia aplica también estrictamente esta disposición.

c) Si la sentencia acoge sólo en parte una o más excepciones, se distribuirán las costas
proporcionalmente. Algunos fallos de nuestros tribunales han interpretado equivocadamente esta regla,
estimando que es lícito distribuir proporcionalmente las costas cuando se acoge una excepción y se
rechazan las demás. Pero la Corte Suprema ha establecido la correcta interpretación, fallando que la
disposición del inc. 3° del Art. 471, que permite al tribunal distribuir proporcionalmente las costas, no es
aplicable al caso en que se admita una excepción y se rechacen otras, sino al caso en que una misma
excepción se admita sólo en parte.

La norma sobre condenación en costas en el juicio ejecutivo, que contiene el artículo 471 del CPC, es
absoluta, ya que no permite eximir al ejecutante de ellas, aun en el evento de haberse rechazado una de
las excepciones opuestas (SCS, RDJ 1985, T. LXXXII, Secc. 1, p. 30, C. 1. En el mismo sentido SCS,
RDJ 1985, T. LXXXII, Secc. I, p. 18; SCS 05/11/1991, Rol N° 4606, C. 3º)

En cuanto a la parte de la sentencia que se pronuncia sobre la condenación en costas, se ha declarado


que no reviste el carácter de sentencia definitiva, pues se trata de una medida de carácter económico que
no forma parte del asunto controvertido, razón por la cual tal pronunciamiento no tiene el carácter de
sentencia definitiva inapelable, ni de interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su
prosecución y por ello el recurso de casación que se deduzca en su contra resulta improcedente (SCS,
RDJ 2000, T. XCVII, 2 Parte, Secc. I, p. 99, C. 4°. En el mismo sentido SCS, RDJ 1991, T. LXXXVIII,
2 Parte, Secc. I, p. 37, y SCS, RDJ 1995, T. XCII, 2 Parte, Secc. 1, p. 93).

122. RECURSOS QUE PROCEDEN EN CONTRA DE LA SENTENCIA.

Efectos de su concesión en el cumplimiento del fallo. De acuerdo con las reglas generales, en contra de
la sentencia definitiva dictada en el juicio ejecutivo proceden los recursos de aclaración, agregación o
rectificación, de apelación y de casación. Nos referiremos separadamente a cada uno de estos recursos.

123. RECURSOS DE ACLARACIÓN, AGREGACIÓN O RECTIFICACIÓN.

Se rigen por las reglas comunes a todo procedimiento (Art. 182 y sigs. del CPC). Interpuesto el recurso
en contra de la sentencia, el tribunal lo fallará “sin más trámite o después de oír a la otra parte; y
mientras tanto suspenderá o no los trámites del juicio o la ejecución de la sentencia, según la
naturaleza de la reclamación” (Art. 183). Como se ve, los efectos del recurso quedan entregados al
arbitrio del tribunal.

73 | P á g i n a
La solicitud de aclaración, agregación o rectificación puede hacerse aun cuando se hayan interpuesto
otros recursos en contra de la sentencia (Art. 185).

Finalmente, recordaremos que el plazo para apelar no se suspende por la solicitud de aclaración,
agregación o rectificación (Art. 190).

124. RECURSO DE APELACIÓN.

Este recurso procede sólo en contra de la sentencia de primera instancia. La apelación se tramitará de
acuerdo con las reglas generales.

La Corte de Apelaciones no podrá pronunciarse sobre las peticiones que haga el ejecutado en la segunda
instancia, si esas peticiones no las dedujo en tiempo y forma como excepciones a la ejecución; todas las
excepciones o defensas del ejecutado deben oponerse en primera instancia y dentro del plazo legal (ver
N° 90).

Para estudiar ahora los efectos que produce el recurso de apelación en el cumplimiento del fallo,
debemos atender a si el recurso es deducido por el ejecutante o por el ejecutado; y, en este último caso,
si la sentencia es de pago o de remate.

Si la apelación es interpuesta por el ejecutante, el recurso, de acuerdo con las reglas generales, se
concederá en ambos efectos (Art. 195 del CPC). El cumplimiento de la sentencia quedará suspendido y
el embargo no será alzado mientras la apelación esté pendiente. En todo caso, debemos tener presente
que la sentencia en el juicio ejecutivo debe pronunciarse sobre todas y cada una de las excepciones
opuestas por el ejecutado, pero si absuelve al demandado, acogiendo alguna de las excepciones y
desechando la demanda, la apelación del ejecutante sólo da competencia al tribunal de alzada para
revisar las excepciones aceptadas, que es aquella parte del fallo que le es gravosa al actor, quedando
ejecutoriado el fallo respecto de las que se desestimaron si el demandado no interpone recursos en su
contra (SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII, Secc. I, p. 33, C. 3°)

Si la apelación es interpuesta por el ejecutado, debemos distinguir si la sentencia que lo condena es de


pago o de remate.

a) Si la sentencia es de pago rige la regla especial contenida en el Art. 475 del CPC, que dice: “Si se
interpone apelación de la sentencia de pago, no podrá procederse a la ejecución de esta sentencia,
pendiente el recurso, sino en caso que el ejecutante caucione las resultas del mismo”. En consecuencia,
no puede hacerse pago al acreedor con el dinero o el cuerpo cierto embargado, mientras no se falle la
apelación, a menos que el ejecutante caucione las resultas del recurso. El ejecutante podrá obtener el
cumplimiento del fallo mediante la fianza de resultas, en cualquier tiempo, ya que la ley no le señala un
piazo dentro del cual debe hacer valer este derecho.

b) Si la sentencia es de remate, la apelación que se interponga no suspende su ejecución. Se aplica aquí


plenamente la regla general del Art. 194 del CPC, de acuerdo con la cual, en el juicio ejecutivo, la
apelación de las resoluciones dictadas en contra del demandado se concede en el solo efecto devolutivo.
Confirma esta disposición el Art. 481 del CPC, que dispone: “Notificada que sea la sentencia de
remate, se procederá a la venta de los bienes embargados, de conformidad a los artículos siguientes”.

74 | P á g i n a
En consecuencia, la sentencia de remate puede cumplirse desde que se notifica, sin que sea menester
esperar a que ella quede ejecutoriada.

125. RECURSO DE CASACIÓN.

En conformidad a lo prevenido en el Art. 773 del CPC, el recurso de casación no suspende la ejecución
de la sentencia. Por lo tanto, la sentencia de pago y también la de remate pueden cumplirse, pendiente el
recurso de casación en la forma o en el fondo. La única excepción que contempla el Art. 773 del CPC se
refiere al caso en que el cumplimiento de la sentencia hiciere imposible llevar a efecto el fallo que pueda
dictarse acogiendo el recurso.

Tratándose del recurso de casación, la parte vencida no tiene el derecho de exigir que se rinda fianza de
resultas para que se cumpla la sentencia (Art. 773 del CPC).

F. LA COSA JUZGADA, LA RENOVACIÓN DE LA ACCIÓN EJECUTIVA Y LA RESERVA


DE ACCIONES Y EXCEPCIONES.

Según el profesor, ni la situación del art. 21 del CPC, ni la jactancia del art. 269 y sgtes del CPC, ni la
reserva de acciones y excepciones del juicio ejecutivo, en realidad contienen obligaciones. Lo que se
contiene (de acuerdo al Profesor) es una carga, de deducir en tiempo y forma la acción a través de su
vehículo, que es la demanda ante el tribunal que sea objetiva y subjetivamente competente, bajo la
sanción de ver extinto su derecho o estarse a los resultados de la sentencia que se libre en el juicio. Este
último caso ocurre, por ejemplo, tratándose del art. 21 del CPC. Si nada digo en el termino de
emplazamiento (del art. 21) me afectan los resultados del juicio sin ulterior citación. Veo extinto mi
derecho en el caso de la jactancia, para el caso de no interponer oportunamente la demanda una vez que
esta firme o ejecutoriada la sentencia y soy declarado incurso en el apercibimiento.

Lo propio ocurre tratándose de la reserva de acciones y excepciones en el juicio ejecutivo.

126. LA COSA JUZGADA EN EL JUICIO EJECUTIVO.

De acuerdo con la norma común a todo procedimiento, contenida en el Art. 175 del CPC, la sentencia
definitiva firme recaída en el juicio ejecutivo produce la acción y la excepción de cosa juzgada. En
consecuencia, las situaciones jurídicas discutidas en el juicio ejecutivo no pueden ser alegadas
nuevamente en otro juicio ejecutivo, ni tampoco en uno ordinario. Confirma la regla enunciada el Art
478 del CPC, que en su inciso 1º dispone: “La sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa
juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado”.

Como puede verse, la cosa juzgada en el juicio ejecutivo presenta dos aspectos:

a) La sentencia del juicio ejecutivo produce cosa juzgada con relación a otro juicio ejecutivo. Esta
norma sólo tiene la excepción contemplada en el Art. 477 del CPC: la acción ejecutiva rechazada por
alguno de los motivos que indica dicho artículo puede renovarse en otro juicio ejecutivo. A esta
renovación de la acción ejecutiva nos referiremos en el número siguiente.

75 | P á g i n a
b) La sentencia del juicio ejecutivo produce cosa juzgada con relación a un juicio ordinario. Este
principio también tiene una excepción y ella se refiere a la reserva de acciones y excepciones que
pueden solicitar el ejecutante y el ejecutado. Esta reserva de derechos será analizada más adelante.

127. LA RENOVACIÓN DE LA ACCIÓN EJECUTIVA.

Dijimos que la sentencia definitiva recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada con relación a
otro juicio ejecutivo, con la sola salve dad indicada en el Art. 477 del CPC. Dispone este último artículo:
“La acción ejecutiva rechazada por incompetencia del tribunal, incapacidad, ineptitud del libelo o falta
de oportunidad en la ejecución, podrá renovarse con arreglo a los preceptos de este Título”. La razón
que se ha tenido en vista en estos casos para que el ejecutante pueda renovar su acción en forma
ejecutiva, se encuentra en que dichos casos se refieren al rechazo de la ejecución en virtud de haberse
acogido alguna excepción dilatoria; y es natural que una vez subsanado el vicio en que se fundaba la
excepción dilatoria, el actor pueda renovar su demanda ejecutiva.

Las excepciones a que se refiere el Art. 477 son las de in competencia del tribunal, incapacidad,
ineptitud del libelo y falta de oportunidad en la ejecución. Las tres primeras no presentan mayor
dificultad y a ellas nos hemos referido al estudiar la oposición a la ejecución. Pero la última, o sea la de
falta de oportunidad en la ejecución, se ha prestado a discusiones.

Se ha sostenido por algunos que la falta de oportunidad en la ejecución se refiere sólo al factor tiempo, y
que, en consecuencia, la ejecución sería inoportuna únicamente cuando la obligación no es actualmente
exigible por existir un plazo o una condición pendientes. Sólo en estos dos casos podría renovarse la
acción ejecutiva sin que a ello se opusiera la cosa juzgada.

No obstante, creemos que la interpretación anterior es muy restringida, y que “la falta de oportunidad de
que puede adolecer una ejecución se refiere no sólo al tiempo, sino a las demás condiciones o requisitos
externos que debe reunir el título para tener mérito ejecutivo y que pueden ser subsanados por los
medios que la ley indica, puesto que la palabra “oportunidad”, conforme a su sentido natural y obvio,
significa conveniencia de razón, tiempo y lugar, y es oportuno lo que se hace o sucede en tiempo, a
propósito y cuando conviene”.

En consecuencia, la falta de oportunidad en la ejecución comprende los siguientes casos: la concesión de


esperas o prórroga en el plazo, la litispendencia, el beneficio de excusión y también, algunas veces, la
falta de algún requisito para que el título tenga mérito ejecutivo. Esta última situación merece un
comentario especial.

La excepción de faltar algún requisito al título para que tenga fuerza ejecutiva quedará comprendida en
la “falta de oportunidad en la ejecución”, cuando dicha excepción se funde en un defecto o vicio
externo de forma, susceptible de ser subsana do sin modificación del título; por ejemplo, si la excepción
se funda en la existencia de un plazo o condición pendiente, o en que el título no se notificó a los
herederos, etc. La ejecución rechazada por alguno de estos motivos podrá renovarse.

Por el contrario, la excepción a que nos venimos refiriendo no quedará comprendida en la “falta de
oportunidad en la ejecución”, cuando se funde en un defecto de fondo que afecte a la existencia misma
de la obligación, por ejemplo, si la excepción se funda en que el deudor goza del beneficio de inventario.

76 | P á g i n a
Estos casos no quedan comprendidos en la “falta de oportunidad en la ejecución”, y, por tanto, la
ejecución rechaza da por alguno de estos motivos no podrá renovarse.

Lo expuesto acerca de la excepción de faltar al título algún requisito, para que tenga fuerza ejecutiva, ha
sido aceptado por la jurisprudencia. Así, se ha fallado que la ejecución rechazada por haberse aceptado
la excepción del número 7° del Art. 464, en razón de no haber sido notificado el representante legítimo
de la sucesión demandada, puede renovarse de acuerdo con el Art. 477, ya que la acción ejecutiva ha
sido desestimada por falta de oportunidad en la ejecución. Se ha fallado también que la ejecución
rechazada porque se ha iniciado con la segunda copia de una escritura pública, dada sin citación del
deudor, puede ser renovada. (ver N° 20 y 21). Y que no puede renovarse la ejecución rechazada por
haberse aceptado la excepción del número 7° del Art. 464, fundada en que, siendo el título un contrato
bilateral, el ejecutante no había cumplido sus obligaciones, ya que no se trata de un caso de falta de
oportunidad en la ejecución.

128. LA RESERVA DE ACCIONES Y EXCEPCIONES.

Vimos que la sentencia ejecutiva firme produce también cosa juzgada con relación a un juicio ordinario,
salvo el caso en que se hubiere concedido reserva de derechos al ejecutante o al ejecutado. En este
último caso, la sentencia no producirá cosa juzgada respecto de las acciones o excepciones reservadas
para el ordinario.

Tenemos entonces que la reserva de derechos es una institución cuyo objeto es evitar que la sentencia
ejecutiva produzca cosa juzgada respecto de determinadas acciones o excepciones, las cuales pueden
discutirse nuevamente en un juicio ordinario.

La reserva de derechos puede ser solicitada tanto por el ejecutante como por el ejecutado. Nos
referiremos separada mente a ambas situaciones.

129. RESERVA SOLICITADA POR EL EJECUTANTE.

El ejecutante tiene dos oportunidades para solicitar reserva de sus derechos: las contempladas en los
artículos 467 del CPC.

A) El Art. 467 dispone: “El ejecutante podrá, sólo dentro del plazo de cuatro días que concede el inciso
primero del artículo anterior, desistirse de la demanda ejecutiva, con reserva de su derecho para
entablar acción ordinaria sobre los mismos puntos que han sido materia de aquélla”. En otras palabras,
la primera oportunidad que tiene el ejecutante para solicitar reserva de su derecho la encontramos en el
escrito de respuesta a las excepciones, para lo cual deberá desistirse de la demanda ejecutiva.
Transcurrido el plazo fatal de cuatro días para responder al escrito de excepciones, el ejecutante pierde
la oportunidad a que nos referimos.

Este desistimiento especial de la demanda que contempla el Art. 467 del CPC debe entenderse sin
perjuicio de la facultad que tiene el ejecutante de desistirse de su demanda en cualquier estado del juicio
y de acuerdo con las reglas generales sobre el desistimiento contenidas en los Arts. l4 siguientes del
CPC.

77 | P á g i n a
El desistimiento especial señalado en el Art. 467 tiene por objeto obtener la reserva de derechos para el
juicio ordinario y el juez deberá acogerlo sin más trámite y acceder a la reserva solicitada. En cambio, el
desistimiento general que contemplan los Arts. 148 y siguientes del Código, será tramitado como un
incidente y será el tribunal quien en definitiva acogerá o rechazará el desistimiento.

Los efectos del desistimiento especial del Art. 467 están señalados en el inc. 2° del mismo artículo: el
ejecutante pierde su derecho para deducir nueva acción ejecutiva, quedan sin valor el embargo y demás
resoluciones dictadas y el actor responderá de los perjuicios causados con la ejecución, salvo lo que se
resuelva en juicio ordinario. Es claro que la sentencia que ponga fin a la ejecución no producirá cosa
juzgada y el actor podrá renovar su acción en juicio ordinario. Esto último marca también una
importante diferencia entre el desistimiento especial que estudiamos y el general que reglamentan los
artículos 148 y sgtes. del Código, pues este último tiene por efecto precisamente el de extinguir las
acciones a que él se refiere (Art. 150 del CPC).

El ejecutante podrá entablar su demanda ordinaria en cualquier tiempo, ya que el Art. 467 no le señala
un plazo dentro del cual deba ejercitarse este derecho, y siempre que la acción ordinaria no haya
prescrito.

B) El Art. 478 del CPC señala la segunda oportunidad que tiene el ejecutante para solicitar reserva de
sus derechos. A ella nos referiremos en la letra B) del número siguiente.

130. RESERVA SOLICITADA POR EL EJECUTADO.

El ejecutado tiene también dos oportunidades para solicitar reserva de sus derechos: las señaladas en los
Arts. 473 y 478 del Código. Nos referiremos a ellas.

A) El Art. 473 dispone: “Si deduciendo el ejecutado oposición legal, expone en el mismo acto que no
tiene medios de justificarla en el término de prueba, y pide que se le reserve su derecho para el juicio
ordinario y que no se haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas de este juicio, el
tribunal dictará sentencia de pago o remate y accederá a la reserva y caución pedidas”.

Como se desprende del tenor literal del artículo indicado, el ejecutado, para hacer uso de su derecho,
deberá oponer excepciones y solicitar la reserva de ellas en el mismo escrito en que las opone.

El Art. 473 no exige que el ejecutado, al deducir oposición y solicitar reserva de su derecho, manifieste
los hechos y los medios de prueba de que intenta valerse para acreditar sus excepciones, ya que
precisamente no tiene medios de justificar su oposición ni intenta formalizar juicio desde luego al
respecto, sino que por el contrario pide que todo se deje para juicio posterior y se dicte sin más trámite
sentencia de pago o de remate, accediéndose a la reserva y caución pedidas. En consecuencia, para que
se entienda verificada la oposición legal a que se refiere el Art. 473, basta que el ejecutado enuncie la
excepción o excepciones que tenga contra la ejecución, sin que sea necesario que exprese los hechos y
los medios de prueba. Así se ha fallado.

Presentada la oposición del ejecutado y solicitada en el mismo acto la reserva de su derecho, el tribunal
debe dictar sin más trámite sentencia de pago o de remate y acceder a la reserva y caución pedidas, sin
que le sea lícito conferir traslado de la oposición, ni recibirla a prueba, ni pronunciarse sobre ella. Si, no

78 | P á g i n a
obstante, el tribunal se pronunciara sobre el fondo de las excepciones deducidas, rechazándolas o
acogiéndolas, el fallo será nulo por adolecer del vicio de ultra petita.

Los efectos de la reserva contemplada en el Art. 473 del CPC están constituidos por el derecho que
adquiere el ejecutado para interponer demanda ordinaria, ejercitando como acción los mismos derechos
que opuso como excepciones al juicio ejecutivo, sin que el ejecutante pueda alegar la cosa juzgada; y el
derecho a que no se haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas del juicio ordinario
que habrá de entablar.

El ejecutado deberá entablar su demanda ordinaria dentro del plazo de quince días, contados desde que
se le notifique la sentencia definitiva. Al efecto, dispone el Art. 474 del CPC que si el ejecutado no
entabla su demanda ordinaria en dicho plazo, se procederá a ejecutar dicha sentencia sin previa caución,
o quedará ésta ipso facto cancelada si se hubiere otorgado. Este plazo de quince días, como se deduce de
los términos del artículo, es fatal.

Respecto del aludido plazo que tiene el ejecutado para interponer su demanda ordinaria, se han suscitado
discusiones.

Sostienen algunos que dicho plazo debe contarse siempre desde la notificación de la sentencia de
primera o única instancia, aun cuando haya recursos pendientes en contra de dicha sentencia. No
consideramos aceptable dicho criterio; creemos que si se interpone algún recurso en contra de la
sentencia de primera o única instancia, el plazo de quince días debe contarse desde que se notifique el
“cúmplase” de la sentencia, una vez fallados los recursos. Las siguientes razones, entre otras, hacen
llegar a la conclusión indicada:

a) La sentencia definitiva puede ser revocada, modificada o invalidada en virtud del recurso interpuesto,
y en consecuencia, podría suceder que no hubiera necesidad de entablar un juicio ordinario;

b) Mientras existan recursos pendientes en contra de la sentencia, la facultad de entablar demanda


ordinaria y la reserva de derechos no se encuentran firmes, ya que su misma existencia está sujeta a
discusión. En consecuencia, podría suceder que la sentencia fuese modificada y en definitiva se negara
lugar a la reserva de derechos, con lo que vendría por tierra el juicio ordinario ya iniciado;

c) Si se iniciara la demanda ordinaria dentro del plazo de quince días contados desde la notificación de
la sentencia de primera o única instancia, no obstante haberse interpuesto recursos en contra de esa
sentencia, el juicio ordinario no podría tramitarse, ya que el demandado opondría la excepción de litis
pendencia. El juicio ordinario sólo podría iniciar su tramitación una vez terminado el pleito ejecutivo.

La jurisprudencia ha aceptado la interpretación que acabamos de exponer, fallando que el plazo señalado
por el Art. 474 para interponer demanda ordinaria debe contarse desde la notificación del “cúmplase” de
la sentencia definitiva.

B) El Art. 478 del CPC señala otra oportunidad para solicitar la reserva de derechos, oportunidad que es
común al ejecutante y al ejecutado. Dice el Art. 478: “La sentencia recaída en el juicio ejecutivo
produce cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado.

79 | P á g i n a
Con todo, si antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el actor o el procesado piden que se les
reserven para el ordinario sus acciones o excepciones, podrá el tribunal declarar lo así, existiendo
motivos calificados. Siempre se concederá la reserva respecto de las acciones y excepciones que no se
refieran a la existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución.

En los casos del inciso precedente, la demanda ordinaria deberá interponerse dentro del plazo que
señala el Art. 474, bajo pena de no ser admitida después”.

Nos referiremos a las diversas cuestiones que se presentan con respecto del Art. 478 del CPC.

a) Época para solicitar la reserva. Determina el Art. 478 que la reserva debe solicitarse antes de dictarse
sentencia en el juicio ejecutivo. Pero, ¿a qué sentencia se ha referido ese artículo; a la de primera o a la
de segunda instancia? ¿Será necesario que la reserva se solicite antes de dictarse sentencia de primera
instancia, o sería también posible solicitarla en la segunda instancia?

Sostienen algunos que la ley, al disponer que la reserva sea pedida antes de dictarse sentencia, no ha
distinguido, y en consecuencia, la reserva puede pedirse antes de que se dicte la sentencia de primera
instancia o la de segunda instancia.

Sin embargo, la jurisprudencia casi unánime de nuestros tribunales sustenta la tesis contraria: la reserva
sólo puede solicitarse antes de dictarse sentencia de primera o única instancia, siendo extemporánea la
pedida en segunda instancia. Al respecto, la Corte Suprema ha fallado “que la reserva de acciones o
excepciones que dentro del juicio ejecutivo pueden las partes pedir para ejecutarlas después en el
ordinario, sólo es permitido decretarla cuando es solicitada, según lo prescribe el Art. 478 del CPC,
antes de dictarse sentencia en la ejecución; que esta sentencia no puede ser otra que la definitiva de
primera o única instancia, según que contra ella proceda o no el recurso de apelación, no sólo porque tal
es la significación que inequívoca mente le da la ley a esa expresión en varias otras de sus disposiciones,
como por ejemplo, en los Arts. 190, 469, 471 y otros, en los cuales están manifiestamente excluidas las
sentencias de segunda instancia, sino también porque, si esa reserva fuere lícito solicitarla ante el
tribunal de alzada, la resolución que sobre ella se pronunciara, aceptándola o denegándola, escaparía a la
apelación y se dictaría en única instancia por el tribunal superior, fuera de los casos en que le es
permitido hacerlo sin previo pronunciamiento del inferior”.

b) Requisitos para solicitar la reserva contemplada en el Art. 478. Hemos visto, al estudiar la reserva de
los derechos de los Arts. 467 y 473 del CPC, que en esos dos casos el tribunal debe acceder siempre a la
reserva, sin que sea necesario llenar ningún requisito, salvo naturalmente el requisito de que la reserva
sea solicitada en la oportunidad que señalan los Arts. 467 y 473, respectivamente.

En cambio, tratándose de la reserva regida por el Art. 478, es necesario que existan motivos calificados
para que el tribunal acceda a la reserva. No obstante, estos motivos calificados no los exige el Art. 478
cuando se trata de la reserva de acciones o excepciones que no se refieren a la existencia de la
obligación que es el objeto del juicio.

En consecuencia, conforme al Art. 478, tenemos que distinguir dos situaciones relativas a la reserva de
derechos:

80 | P á g i n a
1. Si las acciones o excepciones cuya reserva se solicita se refieren a la existencia de la obligación (a su
nulidad o validez), el tribunal sólo podrá acceder a la reserva si se invocan motivos calificados, los
cuales deben hacerse valer expresamente. Sería motivo calificado, por ejemplo, la dificultad o
imposibilidad para rendir la prueba.

2. Si las acciones o excepciones no se refieren a la existencia de la obligación, el juez accederá siempre


a la reserva, sin necesidad de que existan motivos calificados.

La jurisprudencia ha aplicado ampliamente los principios expuestos, fallando que si las acciones o
excepciones no se refieren al fondo de la obligación, o sea, a su existencia, el tribunal debe decretar
siempre la reserva, y que si la excepción opuesta se refiere a la existencia de la obligación, no es
obligatorio conceder la reserva, y procede rechazarla si el ejecutado no invoca motivo alguno calificado
que justifique su pretensión, y en realidad no existe razón para contrariar el principio general de la cosa
juzgada por haber tenido las partes amplia oportunidad para discutir el asunto controvertido y producir
toda la prueba necesaria.

c) Efectos de la reserva. Los efectos de la reserva contemplada en el Art. 478 son los mismos que hemos
visto al estudiar la reserva de los Arts. 467 y 473; impedir que la sentencia produzca cosa juzgada
respecto de las acciones o excepciones que han sido objeto de la reserva.

d) Plazo para entablar la demanda ordinaria. La parte que ha obtenido la reserva de derechos para el
ordinario deberá entablar su demanda en el plazo de quince días contados desde la notificación de la
sentencia ejecutiva. Este plazo ha sido estudia do en la letra A de este mismo número.

131. OTRAS CUESTIONES RELATIVAS A LA RESERVA.

A) Las excepciones que se reservan ¿son sólo las que se opusieron a la ejecución, o son todas las que el
ejecutado pudo haber opuesto? La jurisprudencia es uniforme en el sentido de que la reserva de
excepciones que el ejecutado puede solicitar sólo comprende las excepciones oportunamente ejercitadas
en el juicio, ya que las excepciones no opuestas en tiempo y forma se entienden extinguidas por el solo
ministerio de la ley y sería contradictorio, en tal situación, reservar derechos irrevocablemente caduca
dos. En consecuencia, no procede reservar excepciones que el ejecutado no interpuso o que fueron
declaradas inadmisibles.

B) La petición de reserva debe ser resuelta en la sentencia definitiva. Pedida oportunamente por el
ejecutante o ejecutado la reserva de sus derechos, la sentencia definitiva debe pronunciarse sobre dicha
petición, aceptándola o denegándola. De no hacerlo así, la sentencia sería nula, ya que omitiría la
resolución del asunto controvertido. Numerosos fallos así lo declaran.

Por el contrario, la sentencia no puede reservar derechos a las partes si éstas no han hecho petición
expresa en ese sentido. El fallo que así lo hiciera sería nulo por adolecer del vicio de ultra petita.

Si la sentencia acoge la demanda ejecutiva, no tendrá necesidad de pronunciarse sobre la petición


subsidiaria de reserva de derechos hecha por el ejecutante. Del mismo modo, si la sentencia acoge las
excepciones opuestas, no se pronunciará sobre la petición subsidiaria de reserva hecha por el ejecutado.
Pero si apelada la sentencia en cualquiera de los dos casos pro puestos, ella es revocada por el tribunal

81 | P á g i n a
superior, éste deberá pronunciarse sobre la reserva que el juez de primera instancia no falló por ser
incompatible con lo resuelto por la sentencia apelada. Si la sentencia de segunda instancia no se
pronunciara sobre la petición de reserva, omitirá la resolución del asunto controvertido y sería nula. Así
se ha fallado. En el caso en cuestión, el tribunal de alzada puede pronunciarse sobre la reserva de
derechos, sobre la cual no se pronunció el fallo apela do por ser incompatible con lo resuelto en él, sin
requerir nuevo pronunciamiento del tribunal inferior (Art. 208 del CPC).

Sección Segunda
TRAMITACION DEL CUADERNO DE APREMIO

132. A) EL EMBARGO.

La primera actuación del cuaderno de apremio está constituida por el embargo de bienes del deudor.

El embargo es una actuación judicial practicada por un ministro de fe, que consiste en tomar uno o más
bienes del deudor, poniéndolos en poder de un depositario, para asegurar con ellos el pago de la deuda.
El embargo es, pues, en cierto aspecto, una verdadera medida precautoria que no excluye a las demás
medidas precautorias que puedan solicitarse en el juicio ejecutivo de acuerdo con las reglas generales
(Art. 3° del CPC).

Así, se ha fallado que si al ejecutante le asiste un fundado temor de que el deudor pueda burlar el
embargo antes de inscribirlo, está autorizado para solicitar, como medida precautoria en el carácter de
prejudicial, la prohibición de gravar y enajenar, y obtener que se inscriba esa medida antes de que el
deudor tenga noticia de la ejecución.

El embargo, sea que se conciba como una medida de apremio o cautelar, sólo tiene justificación en
cuanto a su verificación y mantención dentro del juicio ejecutivo en la medida en que se mantenga la
vigencia de la relación procesal que se constituye a partir del requerimiento de pago. Si por cualquier
motivo que no fuere la dictación de una sentencia ejecutiva condenatoria termina el proceso ejecutivo, el
embargo deberá entenderse alzado, dado que no existirá obligación principal a la cual deba cautelarse o
apremiarse para su pago. En tal sentido, se ha declarado que el embargo constituye una actuación
judicial, practicada por un ministro de fe, que consiste en tomar uno o más bienes del deudor,
poniéndolos en poder de un depositario para asegurar con ello el pago de la deuda. En la imposibilidad
de continuar gestionando este expediente por haberse extinguido la relación procesal que hubo entre las
partes, carece de causa el mantener las actuaciones judiciales efectuadas en éste, por cuanto el embargo
tiene un carácter accesorio y pretendía cautelar el cumplimiento de una acción principal hoy abandonada
(SCS 20/01/1994, Rol N° 1.272, C. 3°, 5° y 6°).

La primera cuestión que debemos considerar respecto del embargo se refiere a los bienes que pueden ser
objeto de esa medida.

133. BIENES QUE PUEDEN EMBARGARSE. BIENES INEMBARGABLES.

La regla general es que puedan embargarse los bienes del deudor, cualquiera que sea su naturaleza,
exceptuados solamente aquellos que una ley expresa declara inembargables. La jurisprudencia ha
estimado que aun los bienes futuros del deudor pueden ser materia del embargo. Para los efectos de

82 | P á g i n a
cautelar que los bienes a embargarse sean del ejecutado y no de terceros, se ha señalado que la orden de
embargar contiene la facultad de trabar embargo si a requerimiento no paga el ejecutado sobre bienes de
propiedad del deudor. Por lo que debe tratarse de bienes propios de aquél, pues tal es la orden emanada
del juez que fija atribuciones, derechos y obligaciones del funcionario judicial. Tanto la jurisprudencia
como la doctrina están contestes en que en el juicio ejecutivo la preexistencia de los bienes en el
patrimonio del deudor es indispensable para que puedan ser señalados en el embargo. El ministro de fe
encargado del embargo debe proceder con cautela, tratando de cerciorarse prudentemente que los bienes
sobre los cuales recaerá pertenecen efectivamente al deudor y cuando ostensiblemente aparezca lo
contrario o se deduzca oposición plausible por terceros, deberá abstenerse de llevar a cabo la diligencia
(SCS, 29/08/2000, Rol N° 3121-00, C. 80 ss.).

La inembargabilidad es una institución de excepción en cuya virtud ciertos bienes del deudor no pueden
ser perseguidos válidamente por los acreedores. Es un privilegio que tiene por objeto evitar que los
deudores se vean privados de sus más indispensables medios de subsistencia.

Los bienes que la ley declara inembargables están indicados principalmente en el Art. 445 del CPC y en
otras leyes especiales. Nos referiremos a ellos separadamente.

1. “Los sueldos, las gratificaciones y las pensiones de gracia, jubilación, retiro y montepío que pagan
el Estado y las Municipalidades” (N° 1° del Art. 445 del CPC).

La disposición citada consagra la inembargabilidad de los sueldos, gratificaciones, etc., de los


empleados públicos y municipales. Quedan comprendidos aquí las remuneraciones o emolumentos que
perciben los notarios, receptores y otros funcionarios públicos, ya que si bien es cierto que sus
emolumentos son pagados directamente por los particulares, no lo es menos que se trata de una forma de
remuneración que fija el Estado, que se regula mediante un arancel establecido por la ley.

No obstante, estas prestaciones son embargables hasta el 50% tratándose de deudas provenientes de
pensiones alimenticias (inc. 2° del N° 1° del Art. 445). Las remuneraciones de los funcionarios públicos
regidos por el Estatuto Administrativo son embargables hasta en un 50%, por resolución judicial
ejecutoriada dictada en juicio de alimentos o a requerimiento del Fisco o de la institución a que
pertenezca el funcionario, para hacer efectiva la responsabilidad civil proveniente de los actos realizados
por éste en contravención a sus obligaciones (Art. 90 de la Ley N° 18.834 de 1989, Estatuto
Administrativo).

No obstante lo expuesto, existen dos casos en que los sueldos de los empleados públicos y particulares y
salarios de los obreros pueden ser embargados:

a) Tratándose de deudas provenientes de pensiones alimenticias decretadas judicialmente, puede ser


embargada hasta la mitad del sueldo o salario. Así lo dispone el Art. 445 del CPC en su N° l inciso
segundo: “Sin embargo, tratándose de deudas que provengan de pensiones alimenticias decretadas
judicialmente, podrá embargarse hasta el 50% de las prestaciones que reciba el aumentante en
confonnidad al inciso anterior”. El Art. 10 de la Ley N° 14.908, sobre abandono de familia y pago de
pensiones alimenticias, contempla igual disposición, respecto de las rentas del alimentante.

83 | P á g i n a
b) El sueldo también puede embargarse cuando se trata de obligaciones constituidas en favor de la caja
de previsión a que el empleado está afecto. Las leyes de las respectivas cajas de previsión establecen
esta embargabilidad hasta concurrencia de lo que el empleado adeuda a la caja. Así, respecto de la Caja
Nacional de Empleados Públicos y Periodistas, es el Art. 48 del Decreto 1.349 bis el que consagra esta
disposición.

2. Son también inembargables las remuneraciones de los trabajadores y las cotizaciones de seguridad
social. No obstante, pueden ser embargadas en la parte que excedan de cincuenta y seis unidades de
fomento.

Con todo, si se trata de pensiones alimenticias debidas por ley y decretadas judicialmente, o de casos de
defraudación, hurto o robo cometidos por el trabajador en contra del empleador en el ejercicio de su
cargo, o de remuneraciones adeudadas por el trabajador a personas que hayan estado a su servicio en
calidad de trabajador, podrá embargarse hasta el cincuenta por ciento de las remuneraciones. (Art. 57 del
Código del Trabajo).

3. Las pensiones alimenticias forzosas (N°3° del Art. N°445 del CPC). Se refiere este número a los
alimentos que por ley se deben a ciertas personas (Art. 321 del CC). Estos alimentos pueden ser
congruos o necesarios.

4. “Las rentas periódicas que el deudor cobre de una fundación o que deba a la liberalidad de un
tercero, en la parte que estas rentas sean absolutamente necesarias para sustentar la vida del deudor,
de su cónyuge y de los hijos que viven con él y a sus expensas” (N°4° del Art. 445 del CPC). Se trata
también aquí de verdaderas pensiones alimenticias que no revisten el carácter de forzosas. Ellas son
inembargables en cuanto sean absolutamente necesarias al deudor, su cónyuge y a sus hijos. En cambio,
el N° 3° del Art. 445 declara inembargables no sólo los alimentos necesarios sino también los congruos.

5. Los fondos que gocen de ese beneficio, en conformidad a la Ley Orgánica del Banco del Estado de
Chile y en las condiciones que ella determine.

La Ley Orgánica del Banco del Estado de Chile, que es el Decreto Ley N° 2.079 de 1977, dispone en su
artículo 38 que los depósitos de ahorro serán inembargables hasta concurrencia de la cantidad que allí se
señala, a menos que se trate de deudas provenientes de pensiones alimenticias, en las condiciones que
ese mismo artículo señala.

6. Las pólizas de seguro sobre la vida y las sumas que, en cumplimiento de lo convenido en ellas, pague
el asegurador. Pero en este último caso será embargable el valor de las primas pagadas por el que tomó
la póliza (Art. 445, N° 6° del CPC)

7. “Las sumas que se paguen a los empresarios de obras públicas durante la ejecución de los trabajos.
Esta disposición no tendrá efecto respecto de lo que se adeude a los artífices u obreros por sus salarios
insolutos y de los créditos de los proveedores en razón de los materiales u otros artículos suministrados
para la construcción de dichas obras” (N° 7° del artículo 445 del CPC). Esta disposición tiene por
objeto facilitar la realización de los trabajos públicos.

84 | P á g i n a
8. El bien raíz que ocupa el deudor con su familia, siempre que no tenga un avalúo fiscal superior al que
indica la ley, los muebles de dormitorio, de comedor y de cocina de uso familiar y la ropa necesaria para
el abrigo del deudor, su cónyuge y los hijos que viven a sus expensas.

9. Los libros relativos a la profesión del deudor hasta el valor de $ 632.089. Esta suma fue establecida
por el Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema de 16 de enero de 1997, publicado en el Diario
Oficial de 31 de enero de 1997.

10. “Las máquinas e instrumentos de que se sirve el deudor para la enseñanza de alguna ciencia o arte,
hasta dicho valor y sujetos a la misma elección” (N°10 del Art. 445 del CPC).

11. “Los uniformes y equipos de los militares según su arma y grado” (N°11 del Art. 445 del CPC).

12. “Los objetos indispensables al ejercicio personal del arte u oficio de los artistas, artesanos y
obreros de fábrica; y los aperos, animales de labor y material de cultivo necesarios al labrador o
trabajador de campo, para la explotación agrícola, hasta la suma de $ 632.089, y a elección del mismo
deudor” (N° 12 del Art. 445 del CPC).

13. “Los utensilios caseros y de cocina, y los artículos de alimento y combustibles que existan en poder
del deudor, hasta concurrencia de lo necesario para el consumo de la familia durante un mes” (N°13
del Art. 445 del CPC).

14. “La propiedad de los objetos que el deudor posee fiduciariamente” (N°14 del Art. 445 del CPC). Se
trata de bienes que no están en el dominio absoluto del deudor y que pueden, por tanto, pasar a
propiedad de un tercero en el evento de una condición. Los frutos de estos bienes sí que son
perfectamente embargables.

15. “Los derechos cuyo ejercicio es enteramente personal, como los de uso y habitación” (N°15 del Art.
445 del CPC). No queda comprendido aquí el derecho de usufructo, el cual es perfectamente
embargable, como lo ha fallado la jurisprudencia.

16. “Los bienes raíces donados o legados con la expresión de no embargables, siempre que se haya
hecho constar su valor al tiempo de la entrega por tasación aprobada judicialmente; pero podrán
embargarse por el valor adicional que después adquieran” (N°16 del Art. 445 del CPC).

17. “Los bienes destinados a un servicio que no pueda paralizarse sin perjuicio del tránsito o de la
higiene pública, como los ferrocarriles, empresas de agua potable o desagüe de las ciudades, etc., pero
podrá embargarse la renta líquida que produzcan, observándose en este caso lo dispuesto en el artículo
anterior” (N°17 del Art. 445 del CPC).

18. “Los demás bienes que leyes especiales prohíban embargar” (N° 18 del Art. 445 del CPC).

Entre esos bienes podemos citar los siguientes:

a) Son inembargables el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer y el usufructo del padre o
madre de familia sobre los bienes del hijo (Art. 2486 del CC). Es claro que los frutos de las cosas

85 | P á g i n a
fructuarias son perfectamente embargables: lo único que no se puede embargar es el derecho mismo de
usufructo.

b) De acuerdo con el Art. 226 del Código de Minería (Ley 18.248), no se pueden embargar la concesión
del deudor, las cosas que se reputan inmuebles accesorios conforme al Art. 3° del mismo Código, ni las
provisiones introducidas dentro de los límites de ella.

Esta inembargabilidad no es aplicable cuando el deudor tiene la calidad de sociedad anónima.


No obstante, el deudor puede consentir en el embargo y enajenación siempre que el consentimiento se
dé en el mismo juicio.

c) Son inembargables los bienes del Servicio de Seguro Social y del Servicio Nacional de Salud,
destinados al mantenimiento de sus servicios administrativos y médicos.

d) Son absolutamente inembargables y no susceptibles de medida precautoria alguna todos los bienes,
fondos, derechos y acciones, de cualquier naturaleza que sean, que formen parte del patrimonio de la
Corporación de la Vivienda, Corporación de Servicios Habitacionales, Corporación de Mejoramiento
Urbano, Corporación de Obras Urbanas (actualmente fusionadas en el Serviu) y la Empresa
Metropolitana de Obras Sanitarias. Esta inembargabilidad no rige respecto de los créditos garantizados
con hipoteca, prenda, gravamen o prohibición, constituido con autorización de las mismas corporaciones
o empresa (Art. 186 de la Ley N° 16.840).

134. MODO DE RECLAMAR DEL EMBARGO DE UN BIEN INEMBARGABLE.

Si de hecho se traba embargo sobre alguno de los bienes que la ley declara inembargables, el ejecutado
podrá reclamar y solicitar el alzamiento del embargo, en forma incidental. Así lo dispone el inc. 2° del
Art. 519 del CPC: “Se tramitará como incidente la reclamación del ejecutado para que se excluya del
embargo alguno de los bienes a que se refiere el Art. 445”.

135. EL PRIVILEGIO DE LA INEMBARGABILIDAD ES, POR REGLA GENERAL,


RENUNCIABLE.

Dispone el Art. 12 del CC que son renunciables los derechos que sólo miran al interés de su titular y
cuya renuncia no está prohibida por la ley. De acuerdo con este precepto, el privilegio o derecho de
inembargabilidad es renunciable en todos aquellos casos en que su renuncia sólo mire al interés del
deudor y ella no esté prohibida por la ley. Sólo en un caso prohíbe la ley la renuncia de la
inembargabilidad, por lo que podemos concluir que ella es por regla renunciable.

El caso en que la ley prohíbe se renuncie al privilegio de la inembargabilidad está contemplado en el


inciso final del artícu lo 445, que prohíbe la renuncia que en cualquier forma se haga de los bienes
inembargables expresados en el N° 1° del mismo artículo. El inciso final del Art. 445 dice: “Son nulos y
de ningún valor los contratos que tengan por objeto la cesión, donación o transferencia en cualquier
forma, ya sea a título gratuito u oneroso, de las rentas expresadas en el número primero de este
artículo o de alguna parte de ellas”. Esta disposición legal, que es una norma de excepción, pues de no
serlo no tendría razón de ser, confirma el aserto de que el privilegio de la inembargabilidad es por regla
general renunciable.

86 | P á g i n a
En todos los demás casos el privilegio de inembargabilidad es renunciable, siempre que su renuncia mire
al solo interés del deudor. Así, por ejemplo, no podría renunciarse el derecho de inembargabilidad que
se refiere a los bienes indicados en los números 8° y 13 del Art. 445, ya que su renuncia miraría no sólo
al interés del deudor, sino también de su familia.

Para terminar, diremos que la renuncia de la inembargabiidad puede hacerse expresa o tácitamente.
Habrá renuncia tácita, si trabado el embargo sobre un bien inembargable, el deudor no reclama haciendo
valer su derecho. Esta reclamación deberá hacerla el deudor antes de que los bienes sean rematados o
enajenados.

136. LA LEY QUE ESTABLECE LA INEMBARGABILIDAD DE UN BIEN NO TIENE


EFECTO RETROACTIVO.

El Art. 9° del CC dispone que la ley sólo regirá para el futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo. Este
principio general es aplicable a toda ley que establezca la inembargabilidad de cualesquiera bienes. De
su aplicación podemos distinguir dos órdenes de consecuencias:

a) El embargo trabado sobre determinado bien que la ley permite embargar constituye un derecho
adquirido que no puede ser afectado por una ley posterior que declare inembargable ese determinado
bien. Dicho embargo continúa subsistiendo durante la vigencia de la nueva ley, la cual, como hemos
visto, no tiene efecto retroactivo. Así se ha fallado.

b) Por el contrario, mientras no se haya trabado el embargo, la posibilidad de embargar determinados


bienes del deudor constituye sólo una mera expectativa, que no está incorporada al patrimonio del
acreedor y que desaparece al dictarse una ley que declara inembargables esos determinados bienes.

137. PERSONAS QUE PUEDEN DESIGNAR LOS BIENES PARA EL EMBARGO.

En primer término, corresponde al ejecutante la facultad de designar los bienes sobre los cuales ha de
trabarse el embargo. Esta designación puede hacerla en dos oportunidades:

a) En la demanda ejecutiva, en cuyo caso el mandamiento de ejecución debe contener la designación de


los bienes señalados por el acreedor en su demanda (Art. 443 del CPC).

b) Si el acreedor no ha designado bienes en su demanda, tiene la facultad de hacerlo en el momento del


embargo. Al efecto, dispone el artículo 447 del CPC: “Puede el acreedor concurrir al embargo y
designar, si el mandamiento no lo hace, los bienes del deudor que hayan de embargarse, con tal que no
excedan de los necesarios para responder a la demanda, haciéndose esta apreciación por el ministro de
fe encargado de la diligencia, sin perjuicio de lo que resuelva el tribunal a solicitud de parte
interesada”. Como se desprende de la disposición reproducida, el acreedor debe limitarse a señalar los
bienes que han de embargarse, siendo el ministro de fe quien los apreciará y determinará si ellos son
suficientes para responder a la demanda. Las partes podrán reclamar de la apreciación que haga el
ministro de fe; si el ejecutante estima que los bienes embargados no son suficientes para responder a la
demanda, pedirá la ampliación del embargo; y si el ejecutado cree que se le han embargado bienes en
exceso, solicitará la reducción del embargo. Será el juez quien en último término resolverá sobre el

87 | P á g i n a
incidente de ampliación o reducción del embargo. Este incidente se tramitará en el cuaderno de apremio
y a él nos referiremos más adelante.

En segundo lugar, corresponde al deudor elegir los bienes que han de embargarse. En este caso será
también el ministro de fe quien haga la apreciación de los bienes y determine si ellos son o no
suficientes para responder a la demanda, quedando a salvo el derecho de las partes para reclamar ante el
juez de esta apreciación (Art. 448 del CPC).

Si ni el acreedor ni el deudor designan los bienes que han de embargarse, los escogerá el ministro de fe.
Esta elección que haga el ministro de fe no es libre, sino que debe sujetarse al orden que impone el Art.
449 del CPC, el cual dispone: “Si no designa bienes el acreedor ni el deudor, el ministro de fe guardará
en el embargo el orden siguiente:
1° Dinero;

2° Otros bienes muebles;

3° Bienes raíces, y

4° Salarios y pensiones”.

Naturalmente que los salarios y pensiones sólo podrán embargarse en los casos calificados en que la ley
permite su embargo.

138. MANERA DE PRACTICAR EL EMBARGO.

El Art. 450 nos indica la manera en que debe practicarse el embargo: “El embargo se entenderá hecho
por la entrega real o simbólica de los bienes al depositario que se designe aunque éste deje la especie
en poder del mismo deudor. A falta de depositario designado por el juez, hará las veces de tal el propio
deudor hasta tanto se designe un depositario distinto”.

El ministro de fe que practique el embargo deberá levantar un acta de la diligencia, la que señalará el
lugar y hora en que éste se trabó, contendrá la expresión individual y detallada de los bienes embargados
e indicará si fue necesario o no el auxilio de la fuerza pública para efectuarlo y de haberlo sido, la
identificación del o de los funcionarios que intervinieron en la diligencia. A partir de la dictación de la
Ley 19.411, publicada en el Diario Oficial de 6 de septiembre de 1995, el receptor que practique el
embargo debe dejar constancia de toda alegación que haga un tercero invocando la calidad de dueño o
poseedor del bien embargado.

Tratándose del embargo de bienes muebles, el acta deberá indicar su especie, calidad y estado de
conservación y todo otro antecedente o especificación necesarios para su debida singularización, tales
como marca, número de fábrica y de serie, colores y dimensiones aproximadas, según ello sea posible.
En el embargo de bienes inmuebles, éstos se individualizarán por su ubicación y los datos de la
respectiva inscripción de dominio.

El acta deberá ser suscrita por el ministro de fe que practicó la diligencia y por el depositario, acreedor o
deudor que concurra al acto y que desee firmar.

88 | P á g i n a
Sin que ello afecte la validez del embargo, el ministro de fe deberá enviar carta certificada al ejecutado
comunicándole el hecho del embargo, dentro de los dos días siguientes de la fecha de la diligencia o del
día en que se reabran las oficinas de correo, si ésta se hubiere efectuado en domingo o festivo. El
ministro de fe deberá dejar constancia en el proceso del cumplimiento de esta obligación en los términos
del artículo 46.

Toda infracción a las normas de este artículo hará responsable al ministro de fe de los daños y perjuicios
que se originen y el tribunal, previa audiencia del afectado, deberá imponerle alguna de las medidas que
se señalan en los números 2, 3 y 4 del Art. 532 del COT.

En caso que hubiere oposición del deudor para hacer entrega de los bienes embargados al depositario
provisional o definitivo designado en el proceso, deberá procederse a cumplir esa diligencia con el
auxilio de la fuerza pública. En caso que el depositario provisional de los bienes fuere el deudor, sólo
podrá efectuarse el retiro de especies embargadas con el auxilio de la fuerza pública una vez que se
hubiere dictado una sentencia de remate, la que se puede cumplir no obstante que el deudor hubiere
deducido el recurso de apelación o de casación en su contra (véase N° 149).
A partir de la dictación de la Ley 19.411, publicada en el Diario Oficial de 6 de septiembre de 1995, por
regla general no es posible que se efectúe en forma simultánea el embargo y el retiro de las especies. De
conformidad a lo previsto actualmente en el inc. 2º del Art. 455, el retiro de las especies no podrá
decretarse sino hasta transcurridos que sean diez días desde la fecha de la traba del embargo, a menos
que el juez, por resolución fundada, ordene otra cosa.

Debemos tener presente que de conformidad a lo previsto en el inciso cuarto del artículo 393 del COT,
introducido por la Ley 19.411, publicada en el Diario Oficial de 6 de septiembre de 1995, los receptores
solo podrán hacer uso de la fuerza pública que decrete un tribunal para la realización de determinada
diligencia respecto de la cual fue autorizado. En consecuencia, si se hubiere decretado por el tribunal el
auxilio de la fuerza pública para la realización del embargo, se deberá solicitar que se decrete
nuevamente el auxilio de la fuerza pública para efectuar el retiro de especies.

El uso no autorizado o el anuncio o amenaza de uso del auxilio de la fuerza pública sin estar decretado,
será sancionado en la forma prevista en el N°4 del artículo 532 del COT.

En caso de que no se haga la entrega real o simbólica de los bienes al depositario, el embargo no puede
considerarse perfecto y legalmente no tiene existencia: en consecuencia, no habrá objeto ilícito en la
enajenación de esos bienes ni se producirá ninguno de los efectos propios del embargo. Así se ha
fallado.

Si el embargo se traba sobre objetos muebles, el depositario exigirá la entrega real de ellos. No obstante,
hay ciertos casos de excepción en que no se verifica dicha entrega al depositario. Estos casos son los
siguientes:

a) Cuando el embargo recae sobre dinero, alhajas, especies preciosas o efectos públicos. En este caso, el
depósito debe hacerse en una institución bancaria, a la orden del juez de la causa, agregándose a los
autos el certificado del depósito (Art. 451 del CPC, inc. final). Esta norma debe entenderse modificada
por el Art. 507 del Código Orgánico de Tribunales, de acuerdo con el cual, si se trata de dinero, el
depósito debe hacerse en el Banco del Estado.

89 | P á g i n a
b) Cuando el embargo recae sobre el simple menaje de la casa habitación del deudor, caso en que “el
embargo se entenderá hecho permaneciendo las especies en poder del mismo deudor, con el carácter de
depositario, previa facción de un inventario en que se expresen en forma individual y detallada el
estado y la tasación aproximada de las referidas especies que practicará el ministro de fe ejecutor. La
diligencia que deberá extenderse será firmada por el ministro de fe que la practique, por el acreedor, si
concurre, y por el deudor, quien, en caso de sustracción, incurrirá en la sanción prevista en el número
10 del artículo 471 del Código Penal” (Art. 444, inciso final, CPC). Si el deudor enajenare o sustrajere
los bienes embargados, que da sujeto a las penas correspondientes a la estafa.

c) Cuando la ejecución recayere sobre una empresa o establecimiento mercantil o industrial, o sobre
cosa o conjunto de cosas que sean complemento indispensable para su explotación (Art. 444 del CPC).
En este caso es facultativo del juez, atendidas las circunstancias y la cuantía del crédito, ordenar que el
embargo se trabe:

1. Sobre los bienes designados por el acreedor;


2. Sobre otros bienes del deudor;
3. Sobre la totalidad de la industria misma;
4. Sobre las utilidades que ésta produzca, y
5. Sobre una parte cualquiera de la industria o de las utilidades.
En caso de que el embargo se trabe sobre la industria misma o sus utilidades, el depositario sólo tendrá
las facultades y deberes de un interventor judicial. O sea, se limitará a llevar cuenta de las entradas y
gastos de los bienes embargados, pudiendo imponerse de los libros, papeles y operaciones del deudor, y
dará noticia al tribunal de toda malversación o abuso que notare en la administración de dichos bienes.
Si el depositario quiere ejercer las facultades que corresponden propiamente a su cargo, deberá obtener
especial autorización del juez de la causa.

d) Cuando la cosa embargada se hallare en poder de un tercero que se opusiere a la entrega alegando el
derecho a gozarla a otro título que el de dueño. En este caso, dispone el Art. 454 del CPC que “no se
hará alteración en este goce hasta el momento de la enajenación, ejerciendo mientras tanto el
depositario sobre la cosa los mismos derechos que ejercía el deudor.

Lo cual se entiende sin perjuicio del derecho que corresponda al tenedor de la cosa embargada para
seguir gozándola aun después de su enajenación”.

La situación anterior se refiere tanto a bienes raíces como a bienes muebles. El depositario no podrá
exigir la entrega real de la cosa embargada, sino que deberá limitarse a ejercer sobre ella los mismos
derechos que correspondían al deudor; y así, por ejemplo, si la cosa embargada estaba dada en
arrendamiento a un tercero, corresponderá al depositario percibir las rentas respectivas.

Si el derecho que el Art. 454 del CPC confiere al tercero no es respetado, puede éste reclamar
promoviendo un incidente dentro del juicio y sin necesidad de deducir tercería.

La jurisprudencia ha fallado que es procedente, de acuerdo con el Art. 454 del CPC, la oposición
formulada por un tercero a fin de que no se le desaloje del fundo que ocupa materialmente como
arrendatario, sin que pueda discutirse en forma incidental en el juicio en que se pretende trabar el
embargo, y en que ese tercero no figura como parte, la validez y eficacia de su título.

90 | P á g i n a
Se ha fallado también que el Art. 454 del CPC se refiere no sólo al arrendamiento, sino, en términos
amplios, a todos los terceros que se niegan a entregar la cosa embargada alegando el derecho a gozarla a
otro título que el de dueño. Otro fallo expresa que si se traba embargo sobre una cosa arrendada, subsiste
el arriendo; y en caso de que la cosa arrendada se adjudique al acreedor ejecutivo, el arrendamiento, si
ha sido contratado por escritura pública, seguirá vigente sustituyéndose el acreedor en los derechos del
arrendador.

En caso de que el embargo recaiga sobre bienes raíces, deberá cumplirse el requisito señalado en el Art.
453 del CPC: “Si el embargo recae sobre bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, no
producirá efecto legal alguno respecto de terceros sino desde la fecha en que se inscriba en el
respectivo registro conservatorio en donde estuvieren situados los inmuebles.

“El ministro de fe que practique el embargo, requerirá inmediatamente su inscripción y firmará con el
conservador respectivo y retirará la diligencia en el plazo de veinticuatro horas”.

Por último, haremos presente que el ministro de fe tiene la obligación, una vez hecho el embargo, de
entregar el expediente en la secretaría, donde el secretario pondrá testimonio del día en que lo recibe; si
se trata del embargo de bienes raíces, esta entrega se verificará inmediatamente después de practicada la
correspondiente inscripción en el registro conservatorio de bienes raíces (Art. 455 del CPC). El Art. 458,
inc. 2° del CPC, añade que en el cuaderno principal o ejecutivo, se pondrá testimonio de la fecha en que
se practique el embargo o su ampliación.

139. CASO EN QUE SE ERNBARGA LA CASA-HABITACIÓN DEL DEUDOR.

En caso de que se embargue la casa en que el deudor vive, no podría ser éste expulsado de su morada a
fin de ponerla a disposición del depositario. Aunque el Código no lo dice expresamente, así debe
estimarse, ya que si el deudor no puede ser privado del menaje de su casa-habitación, menos podría
verse privado de su casa-habitación misma. Tampoco es aceptable que se fije al deudor una renta de
arrendamiento por el goce de un bien raíz que es de su propiedad.

140. EFECTOS DEL EMBARGO.

Los efectos que produce el embargo legalmente trabado se refieren a la administración y a la disposición
de los bienes que comprende.

Desde que se traba el embargo, el deudor pierde la administración de los bienes embargados, la cual
correrá a cargo del depositario (Art. 479 del CPC). Más adelante nos referiremos a la administración de
los bienes embargados.

Del mismo modo, el deudor deja de tener la facultad de disponer de las cosas embargadas, las cuales
quedan fuera del comercio humano. En efecto, el Art. 1463 del CC, en su número 3°, establece que hay
un objeto ilícito en la enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo
autorice o el acreedor consienta en ello.

91 | P á g i n a
Recordemos que si se trata de bienes raíces o de derechos reales constituidos sobre ellos, el embargo no
produce efecto legal alguno respecto de terceros, sino desde la fecha en que se inscriba en el registro
correspondiente del Conservador de Bienes Raíces (Art. 453 del CPC).

Por último, relativamente a los efectos del embargo, diremos que éste no confiere al acreedor que lo
obtiene ninguna preferencia para pagarse con los bienes embargados. Por el contrario, el CPC reconoce
expresamente a los demás acreedores que aparezcan el derecho de interponer la correspondiente tercería
de pago o de prelación para concurrir con el primer acreedor al pago de sus respectivos créditos. La
jurisprudencia unánime de los tribunales así lo ha fallado.

141. EL REEMBARGO.

Relativamente al embargo, se presenta un problema de considerable importancia que ha sido resuelto en


diversas formas por la doctrina y la jurisprudencia; si en una ejecución se embarga un bien, ¿podría otro
acreedor en otra ejecución trabar un nuevo embargo sobre el mismo bien? ¿Puede una misma cosa ser
embargada dos o más veces? Dos interpretaciones fundamentales se han formulado:

A) Una parte de la doctrina y de la jurisprudencia estima que el hecho de que un acreedor haya
embargado bienes del deudor, no impide que otro acreedor persiga los mismos bienes y trabe un nuevo
embargo sobre ellos. “La circunstancia —dice un fallo— de que un acreedor persiga bienes de un
deudor haciéndolos embargar, no impide que otro acreedor persiga los mismos bienes y trabe un nuevo
embargo, porque lo contrario limitaría el derecho absoluto que tiene el acreedor sobre todos los bienes
del deudor, sean presentes o futuros, y se establecería un privilegio en favor del primer acreedor que la
ley no le acuerda.” En el mismo sentido se ha declarado que después de la modificación que introdujo la
ley N° 7.760 al artículo 528 del CPC, es procedente el reembargo, puesto que el inciso 2° de dicho
precepto se refiere expresamente a las especies embargadas en la segunda ejecución (SCS, RDJ 1982, T.
LXXIX, Secc. 1, p. 111, C. 2°).

Esta doctrina que acepta plenamente el reembargo tiene serios inconvenientes. En primer lugar no es
efectivo que impidiendo el reembargo se establezca un privilegio en favor del primer acreedor que se
embargó y se vulnere así el derecho de los demás acreedores: el CPC señala a los demás acreedores una
vía para hacer valer sus derechos, y esa vía no es otra que la correspondiente tercería de pago o de
prelación.

En segundo término, son considerables los inconvenientes prácticos de la doctrina que acepta que sobre
un mismo bien se traben varios embargos. El Art. 1464 N°3° del CC dispone que hay objeto ilícito en la
enajenación de las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ello. De modo que si se han trabado varios embargos sobre un mismo bien, la enajenación o
remate de ese bien sólo puede efectuarse previa autorización de cada uno de los jueces que decretaron
los diversos embargos, pues en caso contrario la enajenación tendría objeto ilícito. En consecuencia, será
menester enviar oficios a los diversos tribunales que decretaron embargos, solicitando las respectivas
autorizaciones; y en cada uno de esos tribunales podrán formularse incidentes que atentarán contra la
rapidez del juicio ejecutivo. Y la mala fe de los deudores podría llegar aun más lejos; le bastaría al
ejecutado simular otra ejecución e inscribir un nuevo embargo poco antes de la fecha señalada para la
subasta para que ésta no pudiera realizarse; habría que obtener la autorización del juez que decretó el

92 | P á g i n a
nuevo embargo, fijar enseguida nuevo día y hora para el remate, y hacer otra vez la publicación de
avisos. El deudor podría repetir indefinidamente este procedimiento.

Esta primera doctrina que acabamos de analizar ha sido aceptada por un fallo de la Corte Suprema, el
cual declaró que había objeto ilícito en la venta forzada de un bien embargado, efectuada sin la
autorización de cada uno de los diversos tribunales que habían decretado embargos sobre dicho bien.

Existen otros fallos que tratan de aminorar los inconvenientes de la doctrina que acepta el reembargo, y
establecen que si se han trabado varios embargos sobre un mismo bien, en diversas ejecuciones, el bien
puede ser enajenado libremente en cualquiera de las ejecuciones, sin que sea necesario solicitar
autorización de los demás jueces que decretaron embargos sobre ese bien. Un fallo de la Corte de Talca
sustenta tal interpretación:

“Pudiendo concurrir varias ejecuciones sobre unos mismos bienes, y no siendo un título preferente el del
que embarga primero, la enajenación de los bienes embargados puede hacerse en cualquiera de las dos
ejecuciones, porque en una y otra se efectúa con la autorización del juez y si se diera al artículo 1464 del
CC un alcance absoluto resultaría la anomalía de que la enajenación no podría realizarse válidamente en
ninguna de las ejecuciones, porque en cualquiera de ellas que se hiciere, recaería sobre un bien
embargado por otro y sin la autorización del juez que decretó el embargo”.

B) La segunda doctrina sobre el reembargo, que estimamos más ajustada a derecho y sin los
inconvenientes que acabamos de anotar, sostiene lo siguiente: El CPC no ha querido que sobre un
mismo bien se traben sucesivamente tan tos embargos como acreedores puedan aparecer; por el
contrario, embargado un bien en un juicio ejecutivo, un segundo acreedor no podría trabar un nuevo
embargo, sino que deberá seguir uno de los dos caminos que le señala el Código:

a) Interponer ante el mismo juez la correspondiente tercería de pago o de prelación (Art. 527 del CPC), y

b) Interponer su acción ejecutiva ante otro tribunal, en cuyo caso debe limitarse a pedir se dirija oficio al
tribunal que conoce de la primera ejecución con el objeto de que retenga de los bienes realizados la
cuota que proporcionalmente corresponda al segundo acreedor (Art. 528 del CPC).

En consecuencia, no es posible el reembargo de un bien; o si se quiere, el reembargo de un bien sólo es


posible en la forma especial del Art. 528 del CPC: dirigiéndose oficio al tribunal que conoce de la
primera ejecución con el objeto de que retenga de los bienes realizados la cuota proporcional que
corresponda al segundo acreedor. Un segundo embargo efectuado en otra forma que la indicada, sería
nulo. Al respecto se ha fallado que “decretado embargo por un juez sobre determinados bienes del
deudor, este juez excluye a los demás en este punto, los cuales cesan de ser competentes para dictar
igual medida sobre los mismos bienes. El único derecho de un segundo acreedor es el de interponer ante
el mismo juez la correspondiente tercería de pago (o de prelación); o deducir su acción ante otro
tribunal, a fin de que, de acuerdo con el Art. 528 del CPC, se dirija oficio al tribunal que estuviera
conociendo de la primera ejecución para que retenga de los bienes realizados la cuota que
proporcionalmente le corresponda. En consecuencia, debe anularse de oficio, por haberse dictado por un
tribunal incompetente la sentencia que acepta el embargo trabado sobre los mismos bienes por otro
juzgado distinto de aquel que ya había decretado esa medida y debe reponerse el juicio al estado de
proveer como corresponda la petición de embargo del segundo ejecutante”.

93 | P á g i n a
142. AMPLIACIÓN DEL EMBARGO.

Dispone el Art. 456 del CPC que “puede el acreedor pedir ampliación del embargo en cualquier estado
del juicio, siempre que haya justo motivo para temer que los bienes embargados no basten para cubrir
la deuda y las costas. El haber recaído el embargo sobre bienes dificiles de realizar será siempre justo
motivo para la ampliación. Lo será también la introducción de cualquiera tercería sobre los bienes
embargados. Pedida la ampliación después de la sentencia definitiva, no será necesario el
pronunciamiento de nueva sentencia para comprender en la realización los bienes agregados al
embargo”.

Como puede verse, el acreedor puede solicitar la ampliación del embargo en cualquier estado del juicio
y aun después de dictarse sentencia definitiva. La solicitud de ampliación será tramitada en forma
incidental, o sea, se conferirá traslado por tres días al deudor, se abrirá un término probatorio de ocho
días, si fuere necesario, y el tribunal resolverá sobre ella. En este sentido se ha declarado que la solicitud
de ampliación de embargo es un incidente del juicio, por tratarse de una cuestión accesoria del mismo
que requiere pronunciamiento especial con audiencia de las partes y por lo tanto el juez debe darle
tramitación incidental (SCS, RDJ 1984, T. LXXXI, Secc. 1, p. 37, C. 3°).

Podrá apelarse, y la apelación se concederá en el efecto devolutivo si ella es interpuesta por el ejecutado
(Art. 194, N° 1°), o por el ejecutante (Art. 194, N° 2°).

143. REDUCCIÓN DEL EMBARGO.

El Art. 447 del CPC expresa: “Puede el acreedor concurrir al embargo y designar, si el mandamiento
no lo hace, los bienes del deudor que hayan de embargarse, con tal que no excedan de los necesarios
para responder a la demanda, haciéndose esta apreciación por el ministro de fe encargado de la
diligencia, sin perjuicio de lo que resuelva el tribunal a solicitud de parte interesada”. De esta
disposición legal se desprende que si el ministro de fe hace una apreciación exigua de los bienes, y en
consecuencia, embarga bienes más que suficientes, el deudor podrá solicitar del tribunal que se reduzca
el embargo. Tal petición del deudor se tramitará incidentalmente, del mismo modo que la ampliación del
embargo.

Relativamente a la reducción del embargo, se ha fallado que la circunstancia de alzarse el embargo sobre
un bien, por haberse acogido una limitación en virtud de considerarse suficientes otros bienes
embargados, no destruye el embargo que existía, sino que lo levanta sin retrotraer a la situación anterior
y sin deshacer los efectos que ya había producido dicho embargo. En consecuencia, el alzamiento del
embargo por la razón indicada no altera la situación de los frutos producidos por la cosa embargada y
destinados al pago de lo que se cobra en la ejecución.

144. CESACIÓN DEL EMBARGO.

El deudor puede en cualquier momento, antes de que se rematen los bienes embargados, hacer cesar el
embargo y libertar sus bienes, pagando la deuda y las costas. En este caso el juicio ejecutivo termina, ya
que su finalidad ha sido obtenida. Tal se desprende del Art 490 del CPC, que dice: “Antes de verificarse
el remate, puede el deudor libertar sus bienes pagando la deuda y las costas”.

94 | P á g i n a
En conformidad a lo dispuesto en el Art. 490 del CPC, el deudor debe consignar el valor de la deuda,
intereses y costas y por lo tanto no cabe aplicar esta disposición legal “en el caso de que el ejecutado
sólo deposite antes del remate el capital, pero no los intereses y las costas, que es lo que la ley exige para
que pueda libertar sus bienes”.

La jurisprudencia ha establecido uniformemente que el deudor puede libertar sus bienes sólo antes de
verificarse el remate; y que el remate queda verificado una vez hecha la adjudicación y extendida el acta
de remate, en su caso. En consecuencia, una vez extendida el acta de remate, el deudor ya no puede
libertar sus bienes, aun cuando no se haya extendido la escritura pública respectiva. Se ha fallado
también que el remate queda verificado (perdiendo el deudor el derecho de libertar sus bienes) “desde el
momento en que el juez declara adjudicada la propiedad al mejor postor, que es el acto de autoridad que
pone fin al remate”, y que, en consecuencia, debe desecharse la incidencia formulada en esas
condiciones por el deudor fundándose en que el acta de remate no estaba firmada por el juez y
secretario. Estimamos que la misma doctrina debe aplicarse al caso en que, a falta de postores, sean
adjudicados los bienes al acreedor.

Se ha fallado también que si la subasta es declarada nula o se encuentra caducada o resuelta,


jurídicamente no existe subasta y el deudor tiene aún derecho para libertar sus bienes mediante el pago.
Esto no es sino una aplicación de las reglas generales de la nulidad.

Finalmente, la jurisprudencia ha establecido que el incidente sobre pago de la deuda promovido por el
ejecutado, que se funda en que la letra que fue el título base de la ejecución estaba cancelada y que el
ejecutante había recibido su pago, o sea, se funda en un hecho existente en el momento de iniciar el
juicio ejecutivo, debe ser materia de excepción o defensa del ejecutado y de consiguiente, el pago de la
obligación alegada no importa el ejercicio de la facultad que la ley concede al deudor para verificar el
pago de la deuda y las costas a fin de libertar sus bienes antes de procederse al remate.

145. SUBSTITUCIÓN DEL EMBARGO.

De acuerdo con el Art. 457, “puede el deudor en cualquier estado del juicio substituir el embargo,
consignando una cantidad suficiente para el pago de la deuda y las costas, siempre que éste no recaiga
en la especie o cuerpo cierto a que se refiere la ejecución”.

Hacemos presente que la substitución del embargo sólo es admisible cuando se reemplaza el bien
embargado por una cantidad líquida de dinero; y que no es lícito, sin consentimiento del acreedor,
cambiar el embargo trabado sobre un bien del deudor, sobre otro bien del mismo, que no sea dinero.

146. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES EMBARGADOS.

Hemos visto que desde el momento en que se traba el embargo, la administración de bienes embargados
pasa a ser desempeñada por el depositario provisional que designa el juez (Art. 479 del CPC). Sólo en
algunos casos de excepción los bienes embargados no quedan en poder ni son administrados por el
depositario que se nombre. A esos casos nos hemos referido en el N° 138.

El depositario provisional ejercerá su cargo hasta que se nombre el depositario definitivo. Este último
será nombrado por las partes, en una audiencia verbal, o por el juez, en desacuerdo (Art. 451 del CPC).

95 | P á g i n a
Generalmente, las partes no hacen uso del derecho de exigir el nombramiento de un depositario
definitivo, por lo que el depositario provisional ejerce su cargo durante todo el juicio.

En caso de que los bienes embargados se encuentren en territorios jurisdiccionales distintos o


consistieren en especies de distinta naturaleza, puede nombrarse más de un depositario (Art. 451, inc. 2°,
del CPC).

El depositario, en su calidad de administrador de los bienes embargados, podrá realizar todos los actos
denominados de administración; percibir los frutos naturales y civiles, pagar las deudas y percibir los
créditos relativos a los bienes embargados; celebrar contratos de arrendamiento y percibir las rentas
respectivas; contratar reparaciones de las cosas que administra; intentar ante los tribunales las acciones
pertinentes y, en general, efectuar todos los actos que tiendan a la conservación de las cosas embargadas
y a su explotación y reparación.

Si se trata de bienes muebles, puede el depositario trasladarlos al lugar que creyere más conveniente,
salvo que el ejecutado caucione la conservación de dichos bienes donde se encuentren (Art. 479, inc. 2°,
del CPC).

Los fondos líquidos que el depositario perciba en el desempeño de su cargo deberá consignarlos, tan
pronto como lleguen a su poder, a la orden del tribunal en alguna oficina del Banco del Estado de Chile;
y abonará intereses corrientes por los que no hubiere consignado oportunamente (Art. 515 del CPC).

Las facultades del depositario, como hemos visto, son meramente administrativas, sin que pueda
efectuar actos de disposición de los bienes embargados. Por excepción, hay un caso en que el depositario
tiene facultad para disponer de ciertos bienes muebles, siempre que obtenga para ello autorización
judicial. Es el caso señalado en el Art. 483 del CPC: “Venderá el depositario en la forma más
conveniente, sin previa tasación, pero con autorización judicial, los bienes muebles, sujetos a
corrupción, o susceptibles de próximo deterioro, o cuya conservación sea difícil o muy dispendiosa”.

Si se suscita alguna cuestión relativa a la administración de los bienes embargados, o a la venta de los
que se expresan en el Art. 483, entre el ejecutante o el ejecutado y el depositario, dicha cuestión será
substanciada en audiencias verbales que tendrán lugar con sólo la parte que asista (Art. 480 del CPC).
Sin embargo, en la práctica, estas cuestiones se tramitan por escrito y en forma incidental.

El depositario, al expirar su cargo, deberá rendir cuenta de su administración. A este punto nos
referiremos más adelante.

147. B) CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA EJECUTIVA.

Dijimos en el N° 71 que después de trabado el embargo, el cuaderno de apremio queda normalmente


paralizado hasta que se dicte sentencia en el cuaderno ejecutivo. Cuando esto último suceda, el de
apremio se pone de nuevo en movimiento con las diligencias tendientes a obtener el cumplimiento de la
sentencia dictada. La situación que se plantea es diversa según se trate de una sentencia de pago o una de
remate. A ambos casos nos referiremos separadamente.

96 | P á g i n a
148. CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE PAGO.

Por regla general, la sentencia de pago se cumple una vez que ella está ejecutoriada (Art. 510 del CPC).

El procedimiento que debe seguirse para obtener el cumplimiento de la sentencia de pago, se encuentra
señalado en los artículos 510, 511 y 512 del CPC Dispone el Art. 510 que una vez firme la sentencia, se
hará la liquidación del crédito y se determinarán las costas que deben ser de cargo del deudor,
incluyéndose las causadas después de la sentencia.

Cuando la liquidación del crédito esté firme, el acreedor solicitará se le haga pago con el dinero
embargado (Art. 511 del CPC). El juez ordenará se gire un cheque a la orden del ejecutante (Art. 20 de
la Ley N° 6.417).

En caso de que el embargo se hubiere trabado sobre la especie misma que se demanda, el juez ordenará
su entrega al ejecutante, una vez firme la sentencia de pago (Art. 512 del CPC).

No obstante lo anteriormente expuesto, hay algunos casos de excepción en que la sentencia de pago
puede cumplirse antes de estar ejecutoriada. En primer lugar, si existe pendiente un recurso de apelación
en contra de la sentencia de pago, ella puede cumplirse siempre que el ejecutante caucione las resultas
del recurso (Art. 475 del CPC) (ver N° 124).

En segundo término, el recurso de casación en la forma o en el fondo interpuesto en contra de la


sentencia de pago no suspende su cumplimiento (Art. 773 del CPC) (ver N° 125).

Es claro que en los dos casos de excepción indicados, el cumplimiento de la sentencia de pago sería
condicional.

149. CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE.

Realización de los bienes. Cuando se trata de la sentencia de remate, esto es, cuando se han embargado
bienes que deban realizarse, el Código, para los efectos del cumplimiento de la sentencia, distingue
cuatro clases de bienes:

a) bienes muebles sujetos a destrucción o de costosa conservación (Art. 483);


b) efectos de comercio (Art. 484);
c) otros bienes muebles (Art. 482), y
d) demás bienes, especialmente bienes raíces (Art. 485).

Nos referiremos a ellos en su orden.

a) Los bienes muebles sujetos a destrucción ó susceptibles de próximo deterioro o cuya


conservación sea difícil o muy dispendiosa, serán vendidos por el depositario en la forma más
conveniente, sin previa tasación, pero con autorización judicial (Art. 483). Creemos que dada la urgencia
con que debe ser realizada esta venta, ella podría efectuarse en cualquier estado del juicio y aun antes de
que se dicte y notifique la sentencia de remate. El depositario consignará el producto de la venta a la
orden del tribunal.

97 | P á g i n a
b) Los efectos de comercio realizables en el acto se venderán sin previa tasación por un corredor
nombrado en la forma establecida para el nombramiento de los peritos (Art. 484). Esta venta podrá
realizarse una vez notificada la sentencia de única o primera instancia (Art. 481). El corredor consignará
también el precio de la venta a la orden del juzgado.

c) Los demás bienes muebles se venderán también sin necesidad de tasación, en martillo, una vez
notificada la sentencia de primera o única instancia. Notificada que sea la sentencia de remate, el
ejecutante puede solicitar el retiro de las especies embargadas, de conformidad a lo previsto en el inciso
final del artículo 455, con el auxilio de la fuerza pública, debiendo mediar por regla general entre el
embargo y el retiro de especies un plazo de diez días. Normalmente en el mismo escrito se solicita la
designación del martillero público que debe proceder a la venta en martillo de las especies embargadas,
a quien se efectuará entrega de ellas por el receptor. A esta situación se refiere el Art. 482 del CPC:
“Los bienes muebles embargados se venderán en martillo siempre que sea posible, sin necesidad de
tasación. La venta se hará por el martillero designado por el tribunal que corresponda”.

El ejercicio de la actividad de martillero público se encuentra regulado en la Ley N° 18.118, publicada


en el Diario Oficial de 22 de mayo de 1982, y en su Reglamento contenido en el Decreto Supremo N° 97
del Ministerio de Economía, publicado en el Diario Oficial de 8 de agosto de 1985.

El Título 1V de la Ley N° 18.118 se encarga de regular los remates judiciales.

d) Los demás bienes. Estos bienes son los que requieren tasación y entre ellos están principalmente los
bienes raíces. A ellos se refiere el Art. 485 del CPC: “Los demás bienes no comprendidos en los tres
artículos anteriores, se tasarán y venderán en remate público ante el tribunal que conoce de la
ejecución, o ante el tribunal dentro de cuya jurisdicción estén situados los bienes, cuando así se
resuelva a solicitud de parte y por motivos fundados”.

Antes de proceder al remate de estos bienes es menester tasarlos; sólo una vez aprobada la tasación se
señalará fecha para la subasta, siempre que esté notificada la sentencia de remate (Arts. 481 y del CPC).

Los bienes que requieren tasación son principalmente los bienes raíces; pero además existen también
algunos bienes muebles que necesitan ser tasados, como por ejemplo, los bienes muebles que no puedan
venderse en martillo (créditos persona les, por ej.), y los efectos de comercio que no pueden venderse en
el acto.

De todo lo expuesto, podemos resumir la siguiente conclusión:

1° Los bienes muebles en general, a los cuales nos hemos referido en las letras a), b) y c), no requieren
tasación para ser subastados, y el remate de ellos puede realizarse desde que se notifica la sentencia de
primera o única instancia, sin necesidad de que ella esté ejecutoriada (Art. 481).

2° Los demás bienes, que son los que necesitan tasación, especialmente los bienes raíces, pueden ser
rematados después de aprobada la tasación y que esté notificada la sentencia de remate, sin que tampoco
haya necesidad de que esa sentencia esté ejecutoriada. Puede recordarse, al respecto, que antes de la
modificación introducida en el Art. 488 del CPC por la Ley N° 11.183, de 10 de junio de 1953, para

98 | P á g i n a
subastar los bienes que requerían tasación era menester que la sentencia de remate estuviese
ejecutoriada.

150. TASACIÓN DE LOS BIENES QUE REQUIEREN ESE TRÁMITE PARA SER
SUBASTADOS.

Dispone el Art. 486 del CPC que la tasación será la que figure en el rol de avalúos que esté vigente para
los efectos de la contribución de haberes. Se acompañará al juicio un certificado expedido por la
Dirección General de Impuestos Internos, en el que conste el avalúo vigente del bien raíz, y se solicitará
se tenga ese avalúo como tasación del inmueble.

No obstante, de acuerdo con el mismo Art. 486, el ejecutado tiene el derecho de solicitar una nueva
tasación. Se ha fallado que este derecho puede ejercitarse en el término de citación con que sea
acompañado el certificado de avalúo vigente.

“En este caso la tasación se practicará por peritos nombrados en la forma que dispone el Art. 414,
haciéndose el nombramiento en la audiencia del segundo día hábil después de notificada la sentencia
sin necesidad de nueva notificación” (Art. 486, inc. 2°, del CPC).

“En el caso que la designación de peritos deba hacerla el tribunal, no podrá recaer en empleados o
dependientes a cualquier título del mismo tribunal” (Art. 486, inc. 3°, del CPC).

El nombramiento se notificará al perito y éste aceptará el cargo en forma legal.

El perito practicará la tasación y la presentará al tribunal, el cual mandará ponerla en conocimiento de


las partes. Estas tendrán el término de tres días para impugnarla (inc. 4° del Art. 486 del CPC).

Si la tasación no es impugnada por los interesados, el tribunal, a solicitud de parte, la tendrá por
aprobada. Si las partes impugnan la tasación, el tribunal dará traslado de la impugnación de cada parte
(inc. 5° del Art.. 486 del CPC).

Transcurridos los plazos que tienen las partes para evacuar el traslado de las impugnaciones (tres días,
ya que se trata de un incidente), y aun cuando no se hubiere evacuado dicho traslado, el juez resolverá
sobre las impugnaciones, “sea aprobando la tasación, sea mandando que se rectifique por el mismo o
por otro perito, sea fijando el tribunal por sí mismo el justo precio de los bienes. Estas resoluciones son
inapelables” (inc. 1° del Art. 487 del CPC).

“Si el tribunal manda rectificar la tasación, expresará los puntos sobre que deba recaer la
rectificación; y practicada ésta, se tendrá por aprobada, sin aceptarse nuevos reclamos” (inc. 2° del
Art. 487 del CPC).

151. BASES PARA EL REMATE.

Una vez practicada la tasación, corresponde fijar las bases o condiciones en que ha de realizarse el
remate. Las bases para el remate se refieren principalmente a la forma en que se pagará el precio de la
subasta, al mínimo para iniciar las posturas y a las cauciones que deben rendir los postores para tomar

99 | P á g i n a
parte en el remate. Se refieren también a si el bien se vende como cuerpo cierto o con relación a cabida,
a la fecha en que se entregará al subastador el bien rematado, a la forma en que se pagarán los impuestos
que correspondan y, en general, a todas las circunstancias que tiendan a la mejor realización de la
subasta.

Las bases para el remate pueden ser fijadas de común acuerdo por las partes, en cuyo caso ellas son
libres para determinar las condiciones del remate: fijar la forma de pago del precio; el mínimo de las
posturas, las cauciones que deben rendir los interesados; etc., en la forma que estimen más conveniente.
Para tal efecto, es posible que las partes presenten de común acuerdo un escrito fijando dichas
condiciones.

Sin embargo, el procedimiento normal que contempla el artículo 491 del CPC para la fijación de las
bases del remate consiste en que el ejecutante proponga las condiciones de la subasta mediante la
presentación de un escrito, el que se debe tener por acompañado al proceso con citación de la contraria.
La única limitación que tiene el ejecutante para formular su proposición respecto de esas condiciones
consiste en que el precio de los bienes que se rematen deberá pagarse de contado, salvo que las partes
acuerden, o que el tribunal, por motivos fundados, resuelva otra cosa.

El ejecutado dentro del plazo de citación puede oponerse a las condiciones de la subasta propuestas por
el ejecutante. Dicha oposición debe ser resuelta de plano por el tribunal, considerando la mayor facilidad
y el mejor resultado de la enajenación.

Las limitaciones que contempla la ley para el caso en que el tribunal sea quien deba pronunciarse acerca
de las condiciones de la subasta son las siguientes:

a) El juez debe disponer que el precio de la subasta se pague de contado, salvo que existan motivos
calificados que lo hagan resolver de otro modo (Art. 491).

b) No podrá establecer un mínimo para las posturas que baje de los dos tercios de la tasación del bien
embargado. Sólo el acuerdo expreso de las partes podría fijar un mínimo inferior (Art. 493).

c) La caución que deberá rendir cada postor para responder de que llevará a efecto la compra del bien
rematado, será equivalente al diez por ciento de la tasación del bien. Esta caución será calificada por el
tribunal, sin ulterior recurso, y subsistirá hasta que se otorgue la escritura definitiva de compraventa y se
deposite a la orden del tribunal el precio o parte de él que deba pagarse de contado (Art. 494).

En lo demás, el juez fijará las bases para el remate “consultando la mayor facilidad y el mejor resultado
en la enajenación” (Art. 491).

La resolución que fija las bases para el remate podrá ser apelada por las partes, y la apelación se otorgará
en el solo efecto devolutivo. Pero ella no será susceptible del recurso de casación, ya que si bien es una
sentencia interlocutoria, no es de aquellas que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución;
sólo procedería este último recurso si se apoyase en alguna de las dos causales que indica el Art. 769 del
CPC.

100 | P á g i n a
152. SITUACIÓN QUE SE PRODUCE CUANDO HAY OTROS EMBARGOS SOBRE EL BIEN
QUE VA A REMATARSE.

A fin de determinar si existen otros embargos o hipotecas pendientes sobre el bien que va a rematarse, se
pedirá un certificado de gravámenes en el respectivo conservador de bienes raíces.

Si existen otros embargos pendientes sobre el bien, será necesario solicitar del juez que dirija oficio a los
otros tribunales que los hayan decretado, para que por su parte autoricen el remate. Se procederá a la
subasta una vez que esos tribunales hayan prestado su autorización, ya que en caso contrario la
enajenación adolecería de objeto ilícito (Art. 1464 del CC). En sentido contrario, se ha declarado que
cuando el artículo 1464 N° 3 del Código Civil sanciona con objeto ilícito las enajenaciones que
menciona, sólo incluye aquellas voluntarias, mas no a las enajenaciones forzadas realizadas por el
Ministerio de la justicia (SCS 17/05/1990, Rol N° 8.563, C. 2°). En cuanto al problema de si proceden,
en derecho, los reembargos decretados sobre un mismo bien, ya nos hemos referido a él cuando
hablamos de la doctrina del reembargo en el número 141.

153. CASO EN QUE EXISTAN HIPOTECAS SOBRE EL BIEN QUE VA A REMATARSE.


EXTINCIÓN DE LAS HIPOTECAS.

Si existen hipotecas pendientes sobre el bien que va a subastarse, es necesario, por los motivos que
veremos, practicar la citación de los acreedores hipotecarios.

De acuerdo con el Art. 2428 del CC, las hipotecas constituidas sobre un bien raíz se extinguen cuando
dicho bien es enajenado en pública subasta, ordenada por el juez, con citación de los acreedores
hipotecarios. En consecuencia, para que el inmueble quede libre de gravámenes después de la subasta, es
menester, entre otros requisitos, practicar la citación indicada.

Dispone el Art. 2428 del CC: “La hipoteca da al acreedor el derecho de perseguir la finca hipotecada,
sea quien fuere el que la posea y a cualquier título que la haya adquirido. Sin embargo, esta disposición
no tendrá lugar contra el tercero que haya adquirido la finca hipotecada en pública subasta, ordenada
por el juez. Mas, para que esta excepción surta efecto a favor del tercero, deberá hacerse la subasta
con citación personal, en el término de emplazamiento, de los acreedores que tengan constituidas
hipotecas sobre la misma finca; las cuales serán cubiertas sobre el precio del remate en el orden que
corresponda. El juez, entretanto, hará consignar el dinero”.

De la disposición transcrita se desprende que son tres los requisitos que dicho artículo exige:

a) Que el inmueble se venda en pública subasta ordenada por el juez;


b) Que los acreedores hipotecarios hayan sido citados personalmente, y
c) Que haya transcurrido el término de emplazamiento entre la citación y el remate.

En los números que siguen nos referiremos separadamente a cada uno de esos puntos.

101 | P á g i n a
154. QUE EL INMUEBLE SE VENDA EN PÚBLICA SUBASTA ORDENADA POR EL JUEZ.

O sea, debe tratarse de una venta forzada hecha por intermedio de la justicia. Una venta judicial
voluntaria no produciría el efecto de extinguir las hipotecas, ya que no se trataría de una venta ordenada
por el juez, sino de una venta hecha a petición del interesado, en la cual la justicia interviene sólo a
modo de solemnidad.

De más está decir que este requisito se cumple plenamente en la subasta que tiene lugar en el juicio
ejecutivo.

155. QUE LOS ACREEDORES HIPOTECARIOS SEAN CITADOS PERSONALMENTE.

La citación personal de los acreedores tiene por objeto advertir a éstos el hecho de que la finca
hipotecada va a ser subastada, para que, si lo estiman necesario, comparezcan al juicio en resguardo de
sus derechos, ya sea interviniendo en la fijación de bases para el remate, haciendo posturas en la subasta
misma, etc. De este modo se evita que el precio de la finca se rebaje en perjuicio de los acreedores
hipotecarios.

Todos los acreedores hipotecarios, de cualquier grado que sean, deben ser citados; aun aquellos que
manifiestamente no alcancen a pagarse con el precio de la subasta. La ley no distingue. Si alguno de los
acreedores hipotecarios no ha sido citado debidamente, su hipoteca, como veremos más adelante, no se
extinguirá.

La citación de los acreedores debe ser personal. Esto quiere decir, empleando los términos del CPC, que
deben ser notificados personalmente. Dos razones abonan este aserto:

1°) En la legislación vigente al tiempo de dictarse el CC, la expresión “citación” era equivalente a
‘notificación”;

2°) Aplicando las disposiciones del CPC, llegamos a la misma conclusión: el artículo 40 de este último
Código exige que la primera notificación que se haga a las partes o a personas a quienes hayan de
afectar los resultados de la gestión judicial, debe ser personal. Y precisamente los acreedores
hipotecarios van a ser afectados en forma directa, ya que sus hipotecas van a extinguirse. La
jurisprudencia se ha pronunciado en el mismo sentido.

Ahora bien, si hecha la citación personal de los acreedores hipotecarios, la subasta no se realiza por falta
de postores o cualquier motivo, no es necesario, para proceder a una nueva subasta, que los acreedores
sean notificados otra vez personalmente; basta que se les notifique por cédula y aun por el estado diario.
No sería aceptable que se les siguiera notificando personalmente cada una de las diligencias, porque ello
estaría reñido con la rapidez y eficacia del juicio ejecutivo y porque la ley (Art. 40 del CPC) sólo exige
que la primera notificación se haga en forma personal.

102 | P á g i n a
156. QUE HAYA TRANSCURRIDO EL TÉRMINO DE EMPLAZAMIENTO ENTRE LA
CITACIÓN Y LA SUBASTA.

Finalmente, es menester que, entre la última notificación hecha a los acreedores hipotecarios y la
subasta, haya transcurrido el término de emplazamiento. Este plazo tiene por objeto precisamente dar
tiempo suficiente a los acreedores para que tomen las medidas necesarias al resguardo de sus intereses.

Pero, ¿cuál es el término de emplazamiento a que se refiere la ley? Es incuestionablemente el término de


emplazamiento del juicio ordinario, ya que, no estableciendo la ley ninguna regla especial al respecto,
debe aplicarse el artículo 3° del CPC, que dice: “Se aplicará el procedimiento ordinario en todas las
gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos a una regla especial diversa, cualquiera que
sea su naturaleza”.

No obstante, un fallo de la Corte Suprema ha sostenido que el término de emplazamiento que debe
mediar entre la citación a los acreedores hipotecarios y el remate, es un plazo cualquiera. De acuerdo
con la doctrina sustentada en dicho fallo, “es inadmisible sostener que entre esa citación y la subasta
debe mediar el término de emplazamiento para el juicio ordinario, tanto porque no se trata de un juicio
de esa índole, sino ejecutivo, cuanto porque efectuado el llamamiento con antelación a la subasta se
llenan los requisitos exigidos por la ley y se previene al acreedor oportunamente para que haga valer sus
derechos. La expresión “en el término de emplaza miento” debe entenderse en el sentido que le da el
artículo 2428, del CC, como emplazamiento para la subasta cual quiera que sea este término”.

157. MODIFICACIÓN INTRODUCIDA POR EL ART. 492 DEL CPC.

De acuerdo con el artículo 2428, del CC, la subasta realiza da con citación personal de los acreedores
hipotecarios producía indefectiblemente la extinción de todas las hipotecas. El artículo 492 del CPC ha
modificado esa situación en el sentido de que si el ejecutante es un acreedor hipotecario de grado
posterior, el o los acreedores de grado preferente citados legalmente a la subasta tienen derecho optativo
de exigir el pago de sus créditos con el precio de la subasta, o conservar sus hipotecas, siempre que sus
créditos no estén devengados.

El artículo 492 del CPC establece: “Si por un acreedor hipotecario del grado posterior se persigue una
finca hipotecada contra el deudor personal que la posea, el acreedor o los acreedores de grado
preferente, citados conforme al artículo 2428 del C. Civil, podrán: o exigir el pago de sus créditos
sobre el precio del remate, según sus grados, o conservar sus hipotecas sobre la finca subastada,
siempre que sus créditos no estén devengados.

No diciendo nada, en el término del emplazamiento, se entenderá que optan por ser pagados sobre el
precio de la subasta.

Si se ha abierto concurso a los bienes del poseedor de la finca perseguida, o se le ha declarado en


quiebra, se estará a lo prescrito en el artículo 2477 de dicho Código.
Los procedimientos a que den lugar las disposiciones anteriores, se verificarán en audiencias verbales
con el interesado o los interesados que concurran”.

103 | P á g i n a
Como conclusión, podemos decir que los artículos 2428 del CC y 492 del CPC deben interpretarse
armónicamente: el primero establece la regla general de que la citación de los acreedores hipotecarios
produce la extinción de las hipotecas; y el segundo consagra la excepción de que si la subasta es
solicitada por un acreedor hipotecario de grado posterior, los acreedores de grado preferente pueden
optar entre la subsistencia de sus hipotecas o el pago de sus créditos, siempre que estos últimos no estén
devengados.

158. LOS ARTÍCULOS 2428 DEL CÓDIGO CIVIL Y 492 DEL CPC SE APLICAN TAMBIÉN
AL CASO EN QUE LA FINCA, POR FALTA DE POSTORES AL REMATE, SEA
ADJUDICADA AL PRIMER ACREEDOR HIPOTECARIO.

Si siendo ejecutante el primer acreedor hipotecario, éste solicita se le adjudique la finca hipotecada en
pago de su crédito, se extinguirán por este hecho las hipotecas posteriores.

Es claro que para que se produzca dicha extinción, la adjudicación de pago deberá realizarse con
citación de los acreedores hipotecarios posteriores; no basta que dichos acreedores hayan sido citados a
la subasta que no se realizó por falta de postores, sino que es preciso, además, que la adjudicación
misma haya sido hecha con citación de ellos.

Llegamos a la conclusión más arriba indicada atendiendo a que la adjudicación de la finca al ejecutante
equivale a una subasta en que la obligación de pagar el precio se compensa con el crédito del acreedor
ejecutante, y atendiendo también a que si la adjudicación ha sido hecha con citación de los demás
acreedores hipotecarios, se cumplen los requisitos que el Art. 2428 del CC exige para que se extingan
las hipotecas.

El estudio de la jurisprudencia nos lleva a la misma conclusión; un fallo de la Corte Suprema establece
la doctrina de que la adjudicación del bien embargado al acreedor ejecutante, hecha sin citación de los
acreedores hipotecarios, no produce la cancelación de las hipotecas, aunque se haya citado a los
expresados acreedores a la subasta que no tuvo lugar por falta de postores.

A contrario sensu, si el ejecutante se adjudica el bien con citación de los acreedores hipotecarios, las
hipotecas se extinguirán.

Hecha la adjudicación, la obligación de pagar el precio se compensa con el crédito que tiene el acreedor
ejecutante. Es claro que si el precio de la adjudicación excede al valor del crédito del ejecutante, éste
deberá consignar el exceso a fin de que se haga pago a los acreedores hipotecarios posteriores.

Todo lo anterior, como queda expuesto, se refiere al caso en que el ejecutante sea el primer acreedor
hipotecario. Pero si el ejecutante es un acreedor hipotecario de grado posterior, o no es un acreedor
hipotecario, dicho ejecutante sólo podría pedir que se le adjudicase la finca en pago de su crédito,
cuando el precio de la adjudicación exceda al valor de los créditos hipotecarios preferentes, ya que sólo
en ese caso podría hablarse de una adjudicación en pago. Por el contrario, si el precio de la adjudicación
es inferior al monto de las hipotecas preferentes, dicho precio debería aplicarse íntegramente al pago de
esas hipotecas preferentes, y el crédito del ejecutante no se pagaría en ninguna parte; mal podría
hablarse entonces de una adjudicación en pago. No podría, pues, en este último caso, adjudicarse el bien

104 | P á g i n a
al ejecutante, ya que ello no sería jurídicamente posible. En el último caso propuesto, sólo procedería
sacar nuevamente a remate el bien embargado.

159. EFECTOS QUE PRODUCE LA NO CITACIÓN A LA SUBASTA DE ALGÚN ACREEDOR


HIPOTECARIO.

Para que el remate produzca la extinción de las hipotecas que gravan la finca embargada, es menester
que se cite a los acreedores hipotecarios en la forma que hemos visto. La falta de citación personal de los
acreedores hipotecarios no acarrea como consecuencia la nulidad del remate, ya que la ley no señala esa
sanción. El solo efecto que produce esa omisión es el de dejar a salvo los derechos de los acreedores
hipotecarios no citados; las hipotecas de estos acreedores no se extinguirán, y si ellas son canceladas
indebidamente, podrá solicitarse su restablecimiento. En consecuencia, el acreedor hipotecario no citado
a la subasta conservará su hipoteca y podrá dirigirse contra el subastador de la finca, en ejercicio del
derecho de persecución que le confiere la hipoteca.

Sin embargo, el acreedor hipotecario no citado a la subasta no puede aprovecharse de esa circunstancia
para mejorar su derecho. De acuerdo con el N° 2° del Art. 1610 del CC, “se efectúa la subrogación por
el ministerio de la ley, y aun contra la voluntad del acreedor, en todos los casos señalados por las leyes,
y especialmente a beneficio..., 2° Del que habiendo comprado un inmueble, es obligado a pagar a los
acreedores a quienes el inmueble está hipotecado”. En consecuencia, el subastador de la finca se
subrogará por el solo ministerio de la ley, en los derechos del acreedor hipotecario que fue pagado con el
precio de la subasta; y si la finca es perseguida por otro acreedor hipotecario no citado, y ella es sacada a
un nuevo remate, el subastador indicado se pagará en este nuevo remate, con la misma preferencia del
acreedor hipotecario en cuyos derechos se subrogó. De este modo, el acreedor hipotecario no citado a la
primera subasta conservará en el segundo remate el mismo grado que tenía antes.

Aplicando los principios expuestos, se ha fallado que si una finca es embargada por el primer acreedor
hipotecario y se paga a éste, por orden del juez, el precio de la subasta, el subastador se subroga por este
solo hecho y por el ministerio de la ley en todos los derechos y acciones del antiguo acreedor y hasta
concurrencia de la cantidad pagada. Abandonada más tarde la finca por el comprador como
consecuencia de la acción de desposeimiento ejercitada por un segundo acreedor hipotecario no citado al
primer juicio, el comprador tiene derecho para deducir en este nuevo juicio tercería de prelación,
haciendo valer los derechos del primer acreedor hipotecario en los cuales se había subrogado.

160. CASO EN QUE SÓLO EXISTE UNA HIPOTECA SOBRE EL BIEN EMBARGADO.

Si existe una hipoteca sobre la finca que se va a rematar, puede pedirse la citación del acreedor
hipotecario en conformidad a las reglas que acabamos de exponer. Pero en la práctica es frecuente hacer
uso de otro procedimiento, especialmente cuando la hipoteca está constituida en beneficio de una
institución de crédito; se contempla entre las bases del remate la condición de que el subastador
adquirirá la propiedad reconociendo la hipoteca y haciéndose cargo de ella. En consecuencia, el
comprador recibirá la finca con el gravamen hipotecario y se hará cargo del servicio de la deuda.

105 | P á g i n a
161. SEÑALAMIENTO DE FECHA PARA EL REMATE.

Una vez aprobada la tasación de los bienes, fijadas las bases para el remate y citados los acreedores
hipotecarios, el tribunal señalará, a petición de parte, día y hora para la subasta (Art. 488 del CPC).

El remate deberá realizarse precisamente en el día y hora señalados. Si el remate se lleva a efecto sin
señalamiento de día y hora o fuera de la fecha señalada por el tribunal, podrá pedirse la nulidad del
remate en la forma que veremos más adelante.

162. PUBLICACIÓN DE AVISOS.

Fijada la fecha del remate, es menester anunciarla mediante la publicación de avisos.

Al respecto, dispone el artículo 489 del CPC que el remate, con señalamiento del día y la hora en que
debe tener lugar, debe anunciarse por avisos publicados a lo menos por cuatro veces, en un diario de la
comuna en que tenga su asiento el tribunal, o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si
en aquella no lo hubiere. Los avisos podrán también publicarse en días inhábiles. El primero de ellos
será publicado con quince días de anticipación, como mínimo, sin descontar los inhábiles, a la fecha de
la subasta.

Si los bienes están en otra comuna, el remate se anunciará también en ella o en la capital de la respectiva
región, por el mismo tiempo y en la misma forma.

Los avisos serán redactados por el secretario, y contendrán los datos necesarios para identificar los
bienes que van a rematarse.

Se pedirá entonces al tribunal que ordene efectuar dicha publicación, señalando el período en que ésta
deba hacerse.

Para dejar constancia de que se han hecho las publicaciones de avisos, es conveniente solicitar que el
secretario del tribunal certifique este hecho en el expediente. No es estrictamente necesario dicho
certificado para que pueda verificarse el remate. Y su omisión no acarrea tampoco la nulidad de la
subasta. Pero, con el fin de evitar dificultades y tener una prueba fehaciente de que se hicieron las
publicaciones de avisos, es recomendable solicitar la certificación de este hecho.

Aplicando los principios expuestos, se ha fallado que no es necesario para que se verifique el remate en
un juicio ejecutivo, que previamente se certifique por el secretario que se hizo la publicación de avisos,
si este trámite se practicó efectivamente y consta de actuaciones del proceso, y que procede enmendar
por la vía de la queja la resolución que acoge la nulidad del remate por no haberse hecho esa previa
certificación. Asimismo, se ha fallado que no pueden prevalecer las declaraciones de testigos en contra
del certificado del secretario en que se deja testimonio de que se hicieron las publicaciones de avisos.

La omisión del trámite de la publicación de avisos acarrea la nulidad del remate, nulidad que, como
veremos más adelante, es de orden procesal y debe reclamarse dentro del mismo juicio ejecutivo.

106 | P á g i n a
163. EL REMATE.

El día y hora indicados se realizará el remate ante el juez de la causa y el secretario. Primeramente, los
interesados en hacer posturas deberán rendir la caución que exige el Art. 494 del CPC, la cual será
calificada por el juez. Dice este artículo: “Todo postor, para tomar parte en el remate, deberá rendir
caución suficiente, calificada por el tribunal, sin ulterior recurso, para responder de que se llevará a
efecto la compra de los bienes rematados. La caución será equivalente al 10% de la valoración de
dichos bienes y subsistirá hasta que se otorgue la escritura definitiva de compraventa, o se deposite a la
orden del tribunal el precio o parte de él que deba pagarse de contado.

Si no se consigna el precio del remate en la oportunidad fijada en las bases, las que el secretario hará
saber en el momento de la licitación, o el subastador no suscribe la escritura definitiva de compraventa,
el remate quedará sin efecto y se hará efectiva la caución. El valor de ésta, deducido el monto de los
gastos de remate, se abonará en un 50% al crédito y el 50% restante quedará a beneficio de la junta de
Servicios Judiciales.

Se concederán sólo en el efecto devolutivo las apelaciones que interponga el subastador de los bienes
embargados”.

La caución consistirá en una fianza, en un depósito de dinero, en una boleta bancaria, etc. Generalmente,
en las bases del remate se determina que la caución debe consistir en una boleta bancaria a la orden del
tribunal, equivalente al 10% del mínimo señalado para la subasta.

El tribunal calificará la caución, aceptándola o denegándola, y la resolución que al respecto dicte no


puede ser atacada por recurso alguno. La jurisprudencia ha establecido que la calificación de las fianzas
o cauciones para tomar parte en el remate debe hacerse antes de dar comienzo a las posturas, e iniciadas
éstas, debe entenderse que el juez ha aceptado como bastantes las de los interesados que toman parte en
ellas.

Se ha fallado también que no afecta a la validez del remate la circunstancia de que la fianza del postor
no haya sido autorizada por el secretario del tribunal, ni tampoco acarrea la nulidad del remate el hecho
de que dicha fianza haya sido extendida en papel incompetente.

Calificadas las cauciones, comienza el remate. Este remate o enajenación que se lleva a efecto dentro de
un procedimiento ejecutivo, aunque se verifique contra la voluntad del deudor, constituye ante la ley un
verdadero contrato de compraventa, que crea entre comprador y vendedor derechos y obligaciones
regidos por el C. Civil. En esta compraventa forzada es el juez quien actúa como representante legal del
vendedor (Art. 496 del CPC). La jurisprudencia, uniformemente, ha reconocido al remate efectuado en
el juicio ejecutivo su carácter de contrato de compraventa.

En el remate, como hemos visto en el N° 151, no se admitirán posturas que bajen de los dos tercios de la
tasación, salvo que las partes acuerden expresamente otra cosa (Art. 493 del CPC).

El ejecutante puede concurrir al remate y hacer posturas para adjudicarse el bien, ya que la ley no se lo
impide. En cambio, el ejecutado no podría hacerlo, pues si desea libertar sus bienes, debe seguir el
camino que le indica el Art. 490 del CPC: pagar la deuda y las costas.

107 | P á g i n a
En caso que el acreedor concurra a la subasta y remate los bienes, no está obligado a consignar el precio
de la subasta; se producirá una compensación entre la obligación de pagar ese precio y el crédito del
ejecutante, de modo que este último sólo deberá consignar la diferencia que resulte en su contra. Lo
mismo se aplicará al caso en que, además del ejecutante, existan acreedores sobre los cuales aquél tenga
preferencia para pagarse. Pero si el ejecutante no tiene preferencia ninguna respecto de los demás
acreedores que existan, el precio de la subasta deberá ser consignado a fin de que todos los acreedores
sean pagados en el orden que señala la ley. Al respecto, se ha fallado que el acreedor hipotecario que
concurre a la subasta y remata la propiedad hipotecada, no está obligado a cumplir las bases del remate
en orden al pago del precio al contado, ya que en su calidad está facultado para solucionar la obligación
mediante la compensación o imputando su valor al pago de una parte de su crédito, siendo éste, por
tanto, el procedimiento autorizado por la ley que mejor consulta los derechos del acreedor, con mayor
razón si su crédito es muy superior al monto en que remata la propiedad. Este procedimiento no puede
causar perjuicio a los demás acreedores, dado que el precio de la venta, según las bases del remate,
estaba destinado al pago de su acreencia y si, además, garantiza el pago de los créditos de primera clase.

Verificado el remate y adjudicados los bienes, deberá otorgarse el acta en un registro especial, como
veremos en seguida. Sin perjuicio de ello, se dejará en el proceso un extracto del acta de remate (Art.
498). Las cauciones serán devueltas a los postores, salvo la caución del subastador que, como sabemos,
subsistirá hasta que se otorgue la escritura definitiva de compraventa, o se deposite a la orden del
tribunal el precio o parte de él que deba pagarse de contado (Art. 494).

164. EL ACTA DE REMATE.

Si el remate se refiere a bienes raíces o demás bienes indicados en el inc. 2° del Art. 1801 del CC, es
menester, para su perfeccionamiento, que se otorgue un acta de remate. Esta acta se extenderá en el
registro de remates del secretario que interviene en la subasta y será firmada por el juez, el rematante y
el secretario (inc. 2° del Art. 495 del CPC). Esta acta valdrá como escritura pública para los efectos del
Art. 1801 del C. Civil, pero se otorgará sin perjuicio de extenderse dentro de tercero día la escritura
definitiva con inserción de los antecedentes necesarios y con los demás requisitos legales (inc. 2° del
Art. 495 del CPC). O sea, el remate o venta forzada queda perfecto una vez otorgada el acta, pero es
necesario otorgar también la escritura definitiva de remate, ya que para los efectos de la inscripción el
Conservador de Bienes Raíces no admitirá sino esa escritura definitiva (Art. 497 del CPC).

La jurisprudencia ha fallado uniformemente en el sentido de que desde que se suscribe el acta de remate
queda perfecta la compraventa.

Dice el Art. 496: “En el acta de remate podrá el rematante indicar la persona para quien adquiere;
pero mientras ésta no se presente aceptando lo obrado, subsistirá la responsabilidad del que ha hecho
las posturas.” Se ha suscitado la duda de si puede el subastador, después de extendida el acta, indicar la
persona para quien adquiere. Se ha estimado que puede hacerlo, ya que el Art. 496 no exige que tal
indicación deba hacerse necesariamente en el acta, sino que solamente establece una facultad para
hacerlo en esa oportunidad.

Las reglas generales del Derecho Civil relativas a la representación, que nos indican que se puede
comprar para otra persona sin que haya necesidad de expresarlo así en una oportunidad determinada, nos
lleva a conclusión idéntica.

108 | P á g i n a
165. SI EL SUBASTADOR NO CONSIGNA OPORTUNAMENTE EL PRECIO DE LA
SUBASTA O NO SUSCRIBE LA ESCRITURA DEFINITIVA, QUEDA SIN EFECTO EL
REMATE Y SE HACE EFECTIVA LA CAUCIÓN.

El remate sólo queda perfecto cuando se extiende y suscribe el acta respectiva. En consecuencia,
mientras no se haya suscrito el acta de remate, puede el subastador desistirse o retractarse sin que pueda
ser obligado a llevar a efecto el remate. Si el subastador se retracta en las condiciones indicadas, la única
sanción que puede aplicársele es la pérdida de su caución o garantía, la cual tenía por objeto
precisamente responder de que se llevaría a efecto la compra de los bienes rematados.

Después de suscrita el acta de remate, el subastador tiene las obligaciones de suscribir también la
escritura definitiva de compraventa y de consignar el precio del remate en la oportunidad fijada en las
bases. Si el subastador no cumple cualquiera de estas dos obligaciones, el remate, por disposición del
Art. 494 del CPC, queda sin efecto, haciéndose efectiva la caución. La disposición legal citada expresa,
además, que el cincuenta por ciento de la caución rendida por el rematante se abonará al crédito y el
cincuenta por ciento restante quedaría a beneficio de la junta de Servicios judiciales.

En caso de que el subastador se niegue a suscribir la escritura definitiva, se presenta el problema de si


podría obligársele a suscribir esa escritura, o si, por el contrario, debe estimarse que el remate quedaría
caducado y sin efecto, y que sólo cabría hacer efectiva la caución.

De los términos literales del Art. 494 del CPC parece de deducirse que el remate queda sin efecto
definitivamente, que no podrá obligarse al subastador a suscribir la escritura pública de compraventa, y
que sólo procedería hacer efectiva la caución.

Pero existen también buenas razones para pensar que el subastador podría ser compelido a suscribir la
escritura definitiva; en primer lugar, dispone el Art. 495 del CPC, que el acta de remate vale como
escritura pública para los efectos de estimar perfeccionada la compraventa.

En seguida, el Art. 494 del mismo Código, al disponer que “el remate quedará sin efecto y se hará
efectiva la caución”, no hace sino establecer un derecho para el ejecutante y una sanción para el
subastador; y, en consecuencia, como se trata de cuestiones de orden privado, el ejecutante podría
renunciar al derecho a pedir que el remate quede sin efecto y exigir que el subastador firme la escritura
de venta.

Si aceptamos que el subastador puede ser obligado a suscribir la escritura de compraventa, serviría de
suficiente título ejecutivo para ello el acta de remate, ya que el propio Código de Procedimiento Civil le
da el valor de escritura pública (Art. 495). Además, el espíritu del legislador, según se desprende de las
Actas de la Comisión Mixta de Senadores y Diputados que informó sobre el Proyecto de Código de
Procedimiento Civil, fue el de conferir mérito ejecutivo al acta de remate para obligar al subastador a
suscribir la escritura definitiva: así quedó establecido en la sesión 25 de 29 de noviembre de 1901.

La jurisprudencia ha establecido que las actas de remate en juicio de partición de bienes tienen mérito
ejecutivo para exigir que se extienda y firme por el subastador la respectiva escritura pública. Esta
jurisprudencia podría extenderse, por analogía, a las actas de remate en el juicio ejecutivo.

109 | P á g i n a
No obstante, existen opiniones en el sentido de que el acta de remate carece de mérito ejecutivo, ya que
ningún texto legal expreso se lo confiere y, en consecuencia, sería menester entablar una acción
ordinaria en contra del subastador para obligarlo a reducir a escritura pública el acta de remate. Es claro
que para evitar las contingencias de un juicio ejecutivo o de uno ordinario, lo más práctico será hacer
efectiva la caución del subastador rebelde y sacar nuevamente a remate el bien embargado.

166. LA ESCRITURA PÚBLICA DE REMATE.

De acuerdo con el inc. 2° del Art. 495, la escritura pública de remate debe otorgarse dentro de tercero
día de suscrita el acta de remate. La expresión “dentro de tercero día” ha hecho pensar a algunos que si
la escritura no se otorga dentro de ese plazo no podría otorgarse después, ya que se trataría de un
término fatal. Pero no es ésa la correcta interpretación; el legislador solamente quiso señalar un plazo de
tres días al subastador para suscribir la escritura definitiva; pasado ese plazo, nace el derecho para exigir
que el rematante firme la escritura, y para hacer efectiva la caución si se negase a ello, una vez extendida
dicha escritura.

La jurisprudencia ha determinado que el plazo de tres días dentro del cual debe reducirse a escritura
pública el acta de remate, no constituye un requisito que la ley exija para la validez del contrato, sino un
plazo que no es fatal, por lo que puede otorgarse la escritura fuera de él, y que, en consecuencia, el
hecho de que la escritura se otorgue fuera de ese plazo, no hace nulo el remate.

Para que pueda extenderse la escritura definitiva de remate, es menester que el tribunal así lo decrete, a
petición de parte. Ordinariamente será el rematante quien haga esa petición, para lo cual depositará a la
orden del tribunal el precio de la subasta que deba pagarse de contado (Art. 509 del CPC). Pedirá
también el subastador que se ordene alzar los embargos y cancelar las hipotecas que afecten al bien. El
tribunal accederá a la petición de que se extienda la escritura, se alcen los embargos y cancelen las
hipotecas, con citación de los demás interesados.

La escritura se otorgará una vez ejecutoriada la resolución que ordena extenderse.

La escritura definitiva será firmada por el rematante y por el juez, como representante legal del
vendedor, y se entenderá autorizado el primero para requerir y firmar por sí solo la inscripción en el
Conservador, aun sin mención expresa de esa facultad (Art. 497 del CPC).

En todo caso debemos tener presente que pese a que el ejecutante se adjudique el predio embargado en
pública subasta mediante una venta forzada efectuada por el juez de la causa como representante del
ejecutado, no puede dicho juez transferir más derechos que los que el tradente representado por él tiene
(SCS, RDJ 1990, T. LXXXVII, Secc. 1, p. 145, C. 5°).

Se ha presentado el problema de que una vez suscrita por el juez la escritura de compraventa en remate,
el deudor se niega a entregar materialmente el bien rematado.

Hay quienes han sostenido que, en tal caso, el subastador debería demandar en otro juicio, al deudor,
para obligarlo a cumplir su obligación de entrega material de la cosa rematada, con las consiguientes
dilaciones y gastos que sin duda provocaría al deudor en esa nueva demanda.

110 | P á g i n a
No es esa la buena doctrina: el juez en su calidad de representante legal del demandado (vendedor) tiene
el deber de cumplir íntegramente la sentencia dictada en el juicio ejecutivo, o sea, debe proceder a la
entrega jurídica del bien subastado, firmando la escritura de remate y ordenando su inscripción en el
Conservador de Bienes Raíces, y debe también proceder a la entrega material de ese bien, sin lo cual la
sentencia no estaría cumplida íntegramente. Al respecto, el Art. 497 del CPC confiere al juez la
representación legal del deudor y puede por lo tanto efectuar la tradición o entrega jurídica del bien
subastado y también ordenar la entrega material del mismo bien, disponiendo el lanzamiento dentro de
la tramitación del juicio ejecutivo.

Así se ha fallado, siendo de recordar especialmente el fallo dictado por la Corte de Apelaciones de
Santiago, con fecha 31 de diciembre de 1984, en el juicio caratulado “Banco de Santiago con Robles”,
en que el fallo se dictó por unanimidad, siendo la sentencia redactada por el Ministro y Profesor de
Derecho Procesal Alberto Echavarría Lorca. Ratificando esa jurisprudencia, se ha señalado que de
conformidad a lo que dispone el artículo 671 del Código Civil, en las ventas forzadas que se hacen por
decreto judicial a petición de un acreedor, en subasta, el juez actúa como representante legal del
tradente, de tal modo que actuando con esa calidad, es también encargado de cumplir con la obligación
esencial del contrato de compraventa de entregar la cosa tradida (SCS, RDJ 1987, T. LXXX1V, Secc. 1,
p. 135. En el mismo sentido, SCS, RDJ 1985, T LXXXII, Secc. 1, p. 9, y SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII,
Secc. 1, p. 108; SCS, RDJ 1988, T. LXXXV, Secc. 1, p. 44, C. 40), y que el juez al hacer lugar a la
petición de lanzamiento del ejecutado y hacer entrega del inmueble subastado al acreedor que se lo
adjudicó, ha procedido en forma que se ajusta a derecho. La entrega material es, en definitiva, el
cumplimiento de lo resuelto por la sentencia ejecutiva, ya que hacer íntegro pago al acreedor significa,
en el caso descrito, entregarle el inmueble que se adjudicó como pago de su acreencia (SCS, RDJ 1985,
T. LXXXII, Secc. 1, p. 9, C. 2°. En el mismo sentido, SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII, Secc. 1, p. 115, C.
4°; SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII, Secc. 1, p. 155).

167. ANTECEDENTES QUE DEBEN INSERTARSE EN LA ESCRITURA PÚBLICA DE


REMATE.

El inc. 2° del Art. 495 del CPC indica que en la escritura definitiva se insertarán los antecedentes
necesarios. No dice el Código cuáles son esos antecedentes, pero debemos llegar a la conclusión de que
son todos los necesarios para establecer, cuando se estudien los títulos de la propiedad rematada, que el
remate ha sido válidamente realizado. Esos antecedentes son:

1) El acta de remate. Es el documento más importante que debe insertarse en la escritura, ya que él
contiene el contrato de compraventa.

2) El requerimiento de pago, a fin de saber si se requirió al verdadero dueño de la propiedad


embargada y si el requerimiento se hizo en forma legal. Si se ha requerido de pago a personas distintas
del dueño de la propiedad, el remate no afecta, deja a salvo el derecho del verdadero propietario, ya que
éste no ha sido parte en la ejecución.

3) El certificado de que la sentencia de remate se encuentra notificada.

4) El certificado que acredite haberse hecho la publicación de avisos. Este antecedente no es


estrictamente necesario, ya que, como veremos más adelante, la omisión de este requisito sólo produce

111 | P á g i n a
una nulidad de carácter procesal, que se sanea si no se reclama de ella dentro del juicio y con arreglo al
Código de Procedimiento Civil. No puede entablarse una acción ordinaria de nulidad para invalidar un
remate por vicios de procedimiento que debieron alegarse dentro del juicio ejecutivo mismo.

5) Resolución que ordenó extender la escritura definitiva de remate y certificado de que ella está
ejecutoriada.

6) Constancia de que se pagó de contado todo o parte del precio del remate.

7) Constancia de que se citó a los acreedores hipotecarios en su caso. Con ello se acreditará que las
hipotecas fueron válidamente canceladas.

168. NULIDAD DEL REMATE.

El remate que se realiza en el juicio ejecutivo reviste un doble carácter: por una parte, considerado en su
aspecto procesal, constituye una actuación o trámite del juicio ejecutivo; por la otra, considerado en su
aspecto sustantivo, es un contrato, una compraventa forzada, que crea obligaciones entre vendedor y
comprador, independientemente de la ejecución misma.

Para estudiar la nulidad del remate, es necesario tener en cuenta el doble aspecto indicado. En
consecuencia, la nulidad del remate puede tener su origen en dos clases de vicios:

a) El remate puede ser nulo por vicios del procedimiento, como por ejemplo, si no se hicieron las
publicaciones de avisos; o no se hizo la tasación del bien en forma legal; si el remate se realizó en una
fecha distinta de la fijada previamente al efecto, o se realizó sin señalamiento previo de fecha, etc.

b) El remate puede ser nulo por vicios de carácter sustantivo, es decir, por omisión de algunos de los
requisitos que el C. Civil señala para la validez de los contratos, pues, como hemos dicho, el remate es
un verdadero contrato de compraventa. Por ejemplo, serían vicios de carácter sustantivo la fuerza, el
objeto ilícito, etc.

Ahora bien, la manera de reclamar de la nulidad del remate varía fundamentalmente según se trate de un
vicio procesal o de uno sustantivo:

a) La nulidad del remate fundada en un vicio de procedimiento debe reclamarse dentro del propio juicio
ejecutivo y con arreglo a la ley procesal. Es ésta una verdadera nulidad procesal que debe ser ventilada
en el mismo juicio en que incide, entablando en la oportunidad legal el respectivo incidente de nulidad.
El subastador debe ser oído en el incidente y debe notificársele por cédula. No podría posteriormente
entablarse una acción ordinaria de nulidad para invalidar un remate por vicios de procedimiento que
debieron haberse reclamado en su oportunidad dentro de la ejecución.

Establecido que esta nulidad procesal debe reclamarse dentro de la propia ejecución, cabe preguntarse
cuál es la oportunidad en que debe hacerse el reclamo; hasta qué momento puede solicitarse la
declaración de esa nulidad. Es incuestionable que esta nulidad sólo podrá ser solicitada hasta antes de
que quede firme la resolución que ordenó extender la escritura pública de remate. Esta última resolución

112 | P á g i n a
es una sentencia interlocutoria que, una vez firme, produce el efecto de cosa juzgada, sin que pueda ya
atacársele mediante ningún recurso (ver jurisprudencia indicada más adelante en este mismo número).

b) La nulidad del remate fundada en vicios de carácter sustantivo, propios del contrato de compraventa,
puede reclamarse de acuerdo con las normas del Derecho Civil, es decir, entablando la acción ordinaria
de nulidad. Esta acción podrá entablarse con la entera independencia de la ejecución en que se realizó el
remate, y aun después de hallarse ejecutoriada la resolución que ordenó extender la escritura definitiva.

Hechas estas consideraciones acerca de la nulidad del remate, cábenos hacer presente que la
jurisprudencia de nuestros tribunales ha confirmado los principios expuestos. Si bien en un comienzo
hubo algunos fallos que aceptaron la demanda ordinaria de nulidad de un remate por vicios del
procedimiento, hoy día la jurisprudencia es uniforme en el sentido de que dicha demanda ordinaria es
improcedente, que la nulidad del remate por defectos de procedimiento sólo puede reclamarse en la
oportunidad legal dentro de la propia ejecución, y que la demanda ordinaria de nulidad del remate
únicamente procede cuando se trata de vicios peculiares del contrato de compraventa, regidos por el
Código Civil. La doctrina contenida en los siguientes fallos así lo demuestra:

1. “Es improcedente la acción ordinaria de nulidad del remate y adjudicación de un inmueble


practicados dentro de un juicio ejecutivo, fundada en omisión de trámites del juicio, ya que estas
omisiones han podido salvarse o corregirse dentro del juicio mismo y con arreglo a la ley procesal, y ya
que estos vicios, por su naturaleza, no dan mérito para acoger la acción en conformidad a las
disposiciones del C. Civil, puesto que no se trata de vicios peculiares del contrato de compraventa.”

2. “Ejecutoriada tanto la resolución que adjudicó la propiedad como la que ordenó reducirla a escritura
pública, que se suscribió oportunamente por el juez y el adjudicatario, no procede dejar sin efecto tales
sentencias interlocutorias ejecutoriadas, por vicios procesales que no fueron reclamados
oportunamente.”

3. “Es regla de tramitación en los incidentes, que deben ser promovidos tan pronto como llegue a
conocimiento de la parte respectiva el hecho que les da origen, porque si se les promueve después, los
incidentes deben ser rechazados de plano o de oficio por el tribunal.

La única excepción a esta regla general es la relacionada con los incidentes que consisten en la alegación
de un hecho que importe un vicio que anula el proceso o una circunstancia esencial para la ritualidad o
marcha del juicio, los cuales pueden promoverse aun después del conocimiento del hecho, para evitar
nulidades, debiendo entonces ordenar el tribunal que se practiquen las diligencias necesarias para que el
proceso siga su curso legal.

En consecuencia, no cabe aplicar esta regla de excepción a una incidencia que no se basa en vicios que
en conformidad a la ley anulen el proceso o alguna circunstancia esencial para la ritualidad o marcha del
juicio, sino a la prescindencia del avalúo municipal de la propiedad embargada para sacarla a remate, en
la publicación de carteles por menor número de días que el señalado por la ley y en incorrecta
adjudicación del bien embargado al ejecutante por los dos tercios de un avalúo no autorizado para el
remate.

113 | P á g i n a
Tales incidentes debieron promoverse cuando se notificó al ejecutado la resolución que aprobó las bases
para el remate, cuando se impuso de los avisos y carteles, y cuando se le notificó de la adjudicación de la
propiedad al ejecutante, ordenada con su previa citación.”

4. Se ha fallado también que puede pedirse la nulidad de un remate, por ilicitud del objeto, aun después
de hallarse ejecutoriadas las resoluciones que ordenaron extender la escritura y alzar los embargos, ya
que no se trata de un vicio de procedimiento sino sustantivo.

169. NUEVOS REMATES Y ADJUDICACIÓN AL EJECUTANTE.

Si el remate no se realiza en el día señalado por no haberse presentado postores a la subasta, el acreedor
puede solicitar, a su elección, cualquiera de las dos cosas que le indica el Art. 499 del CPC.

a) Que se le adjudiquen los bienes embargados por los dos tercios de la tasación. El acreedor
presentará un escrito en ese sentido, y el juez accederá a esa petición, con citación de las demás partes
en el juicio. Si existen otros acreedores hipotecarios, es menester, para que sus respectivas hipotecas se
extingan, que la adjudicación sea hecha con citación de ellos; no basta que dichos acreedores hayan sido
citados a la subasta que no se realizó por falta de postores (ver N° 158). Es claro que, como los
acreedores ya fueron citados personalmente a la subasta que no se realizó, la nueva citación de ellos se
hará notificándolos por el estado diario (ver N° 155). La adjudicación del bien embargado que
contempla el artículo 499 del C.P.C. no es la subasta pública ordenada por el juez exigida por el artículo
2428 del Código Civil para la purga de la hipoteca. Lo evidencia el significado de subasta o pública
subasta, que, según el Diccionario, es la venta de bienes “que se hace al mejor postor y regularmente por
mandato y con intervención de un juez o autoridad” y “ofrecer una cosa a quien haga proposiciones más
ventajosas en las condiciones prefijadas”. (SCS, RDJ 1992, T LXXXIX, Secc. 1, p. 136, C. 15°).

b) Que se reduzca prudencialmente por el tribunal el avalúo aprobado. La reducción no podrá


exceder de una tercera parte de ese avalúo.

Si el acreedor ejercita este último derecho, los bienes se pondrán otra vez en remate, por los dos tercios
del nuevo avalúo (Art. 500). Como se desprende claramente del artículo 500 del CPC, en el evento de
que se trata el ejecutante tiene tres opciones a su alcance y, en relación con la presente ejecución, éste
optó por la alternativa segunda, esto es, nueva subasta y, en ese mismo instante precluyó su derecho en
relación con las otras dos opciones (SCS 03/10/1994, Rol N° 3838, C. 40) En este nuevo remate se
observarán todas las formalidades que hemos estudiado, con la salvedad de que se reducirán a la mitad
los plazos fijados para los avisos. No se hará, sin embargo, reducción alguna en estos plazos, si hubieren
transcurrido más de tres meses desde el día designado para el anterior remate hasta aquel en que se
solicite la nueva subasta (Art. 502).

Si puestos por segunda vez en remate los bienes, por los dos tercios del nuevo avalúo, tampoco se
presentaren postores, el acreedor, de acuerdo con el Art. 500 del CPC, puede pedir cualquiera de esas a
su elección:

a) Que se le adjudiquen los bienes por los dichos dos tercios;


b) Que se pongan por tercera vez en remate, por el precio que el tribunal designe, y
c) Que se le entreguen los bienes en prenda pretoria.

114 | P á g i n a
Si el acreedor, haciendo uso de este último derecho, pidiere se le entreguen los bienes embargados en
prenda pretoria, podrá el deudor solicitar que se pongan por última vez a remate. En este caso no habrá
mínimo para las posturas (Art. 501).

Si la ejecución fuere en moneda extranjera y el acreedor quisiere hacer uso del derecho que le otorgan el
N° 1 del Art. 499 y el N° 1 del Art. 500 para que se le adjudiquen los bienes embargados por los dos
tercios de la tasación de ellos, deberá hacer liquidar en moneda nacional su crédito, al tipo medio de
cambio libre que certifique un banco de la plaza (Art. 500 del CPC, en su texto modificado por la Ley
N° 18.010).

170. LA PRENDA PRETORIA.

La prenda pretoria o anticresis judicial es un contrato en cuya virtud, por el ministerio del tribunal, se
entregan al acreedor bienes embargados, sean raíces o muebles, para que se pague con sus frutos. Tal
concepto se desprende de los Arts. 2435 del C. Civil y 504 del CPC.

Este contrato forzado se rige preferentemente por los Arts. 503 a 507 del CPC, quedando en lo demás
sujeto a los Arts. 2435 y siguientes del CC, que se refieren al contrato de anticresis (Art. 507 del CPC).

Una vez aceptada por el tribunal la petición del acreedor para que se le entreguen en prenda pretoria los
bienes embargados, debe hacerse la entrega de dichos bienes bajo inventario solemne (Art. 503).

Art. 504. “El acreedor a quien se entreguen bienes muebles o inmuebles en prenda pretoria, deberá
llevar cuenta exacta y en cuanto sea dable documentada, de los productos de dichos bienes. Las
utilidades líquidas que de ellos obtenga se aplicarán al pago del crédito, a medida que se perciban.
Para calcular las utilidades se tomarán en cuenta, a más de los otros gastos del legítimo abono, el
interés corriente de los capitales propios que el acreedor invierta y la cantidad que el tribunal fije como
remuneración de los servicios que preste como administrador. No tendrá, sin embargo, derecho a esta
remuneración el acreedor que no rinda cuenta fiel de su administración, o que se haga responsable de
dolo o culpa grave”.

Art. 506. “El acreedor que tenga bienes en prenda pretoria, deberá rendir cuenta de su
administración, cada año si son bienes in muebles y cada seis meses si se trata de muebles, bajo la
pena, si no lo hace, de perder la remuneración que le habría correspondido, de conformidad al inciso
final del Art. 504, por los servicios prestados durante el año”.

De acuerdo con el Art. 2438 del CC, “la anticresis no da al acreedor, por sí sola, ningún derecho real
sobre la cosa entregada”, pero esta disposición debe entenderse modificada por el Art. 507 del CPC, en
el sentido de que si la anticresis judicial recae sobre bienes muebles, tendrá el acreedor los derechos y
privilegios de un acreedor prendario.

La prenda pretoria durará hasta que se extinga totalmente el crédito del ejecutante. Sin embargo, el
deudor puede en cualquier tiempo, salvo estipulación en contrario, poner fin a la prenda pretoria y
recuperar sus bienes, pagando la deuda y las costas, incluso todo lo que el acreedor tuviere derecho a
percibir en conformidad al Art. 504, ya transcrito (Art. 505).

115 | P á g i n a
También el acreedor puede, en cualquier tiempo, poner fin a la prenda pretoria y solicitar el remate de
los bienes comprendidos en ella, o pedir el embargo de otros bienes del deudor, todo ello en
conformidad a las reglas generales del juicio ejecutivo (Art. 505).

171. PROCEDIMIENTO DE APREMIO EN CASO DE QUE LOS BIENES EMBARGADOS


CONSISTAN EN EL DERECHO DE GOZAR DE UNA COSA O PERCIBIR SUS FRUTOS.

En el caso de que los bienes embargados consistan en el derecho de gozar una cosa o percibir sus frutos,
el acreedor, de acuerdo con el Art. 508, puede pedir dos cosas, a su elección:

a) Que se dé en arrendamiento el derecho, y


b) Que se le entregue el derecho en prenda pretoria.

En el primer caso, “el arrendamiento se hará en remate público, fijadas previamente por el tribunal,
con audiencia verbal de las partes, las condiciones que hayan de tenerse como mínimum para las
posturas” (Art. 508).
172. LIQUIDACIÓN DEL CRÉDITO Y PAGO AL EJECUTANTE.

De acuerdo con el Art. 509, los fondos que resulten de la realización de los bienes embargados se
consignarán a la orden del tribunal directamente por el rematante, o por el martillero si se trata de bienes
realizados en martillo.

Consignando el dinero en la forma indicada, procede hacer la liquidación del crédito y pago del
ejecutante, diligencias que se harán de acuerdo con las mismas normas que vimos al estudiar el
cumplimiento de la sentencia de pago. Nos remitimos a lo dicho al respecto en el N° 148.

Debemos hacer presente que si se ha interpuesto apelación de la sentencia, no puede hacerse pago al
ejecutante, pendiente el recurso, si éste no cauciona las resultas del mismo (Art. 509, inc. 2°).

173. CUENTA DEL DEPOSITARIO.

En el N° 146 nos hemos referido a la forma como el depositario debe administrar los bienes
embargados.

Una vez que el cargo de depositario expire por cualquier motivo, éste debe rendir cuenta de su
administración en la misma forma que la ley establece para los tutores y curadores (Art. 514). O sea, la
rendición de cuentas debe ser fiel y exacta y en cuanto fuere dable, documentada, referente a todos los
actos de administración (Art. 415 del C. Civil).

Aun antes de expirado el cargo puede el tribunal, a solicitud de parte, ordenar al depositario que rinda
cuentas parciales (Art. 514).

El depositario presentará la cuenta, general o parcial, en un escrito. Presentada la cuenta, las partes
tendrán el término de seis días para examinarla y hacer los reparos que estimen convenientes. La
providencia que recaerá en la solicitud del depositario será: “Téngase por aprobada la cuenta si no fuere

116 | P á g i n a
objetada dentro de sexto día”. Si no hay reclamación en el plazo indicado, la cuenta quedará aprobada.
Si alguna parte deduce objeciones, ellas serán tramitadas en forma incidental (Art. 514, inc. 2°).

De acuerdo con las reglas generales del Derecho Civil, el depositario, en caso de mala administración de
los bienes embargados, responde hasta de la culpa leve. Pero debemos hacer presente que si se trata de
un depositario provisional, cuyo nombramiento ha recaído en la persona propuesta por el ejecutante, este
último responderá también de toda administración dolosa o descuidada del depositario (Art. 443 N° 3°).
Es claro que la responsabilidad del ejecutante no es solidaria, ya que la ley no establece expresamente
esa solidaridad y, en consecuencia, será necesario iniciar un juicio separado para perseguir la
responsabilidad subsidiaria del ejecutante y cobrarle los perjuicios del caso.

Por el contrario, si se trata de un depositario definitivo, designado por el juez o por las partes de común
acuerdo, ninguna responsabilidad tendrá el ejecutante por los actos de aquél.

174. REMUNERACIÓN DEL DEPOSITARIO.

El depositario tiene derecho a una remuneración que se determinará teniendo en consideración la


responsabilidad y trabajo que el cargo le hubiere impuesto. La remuneración será fijada por el tribunal al
pronunciarse sobre la aprobación de la cuenta (Art. 516, inc. 1°).

La remuneración del depositario goza de preferencia para pagarse con el producto de los bienes
embargados, aun sobre el crédito del ejecutante (Art. 516, inc. 2°).
El pago de la remuneración del depositario corresponderá hacerlo a aquella parte que ha sido condenada
en las costas de la ejecución. Pero si dicho pago se hace exigible durante el curso del juicio, debe
hacerlo el ejecutante sin perjuicio de su derecho para reembolsarse oportunamente del pago hecho.

No obstante lo expuesto, hay dos casos en que el depositario no tiene derecho a remuneración; esos
casos están indicados en el Art. 517.

a) El depositario que, encargado de pagar el salario o pensión embargados, hubiere retenido a


disposición del tribunal la parte embargable de dichos salarios o pensión. Este depositario no tiene
derecho a remuneración, ya que su cargo no le ha irrogado ningún trabajo apreciable.

b) No tiene tampoco derecho a remuneración el depositario que se hubiere hecho responsable de dolo o
culpa grave. Al respecto, se ha fallado que no tiene derecho a remuneración el depositario de un fundo
que lo ha explotado en provecho propio, y que, sin orden judicial, ha hecho entrega de él a una de las
partes.

117 | P á g i n a
Capítulo III
LAS TERCERIAS

Sección Primera
GENERALIDADES

175. CONCEPTO. SUS CLASES.

En general, tercería es toda intervención de un tercero en un juicio, cualquiera que sea la naturaleza del
pleito.

En el juicio ordinario, las personas extrañas al pleito pueden intervenir en él como terceros, siempre que
tengan un interés actual en sus resultados, es decir, siempre que tengan comprometido un derecho y no
una mera expectativa (Art. 23 del CPC).

En el juicio ejecutivo, las tercerías están reglamentadas especialmente, de modo que las reglas generales
contenidas al respecto en el Libro I del CPC han quedado modificadas. En términos generales, podemos
decir que en el juicio ejecutivo, tercería es un procedimiento accesorio en el cual una tercera persona
distinta del ejecutante y del ejecutado hace valer un derecho que obsta al pago total o parcial del
ejecutante con los bienes embargados.

Hemos dicho que las reglas generales contenidas en el Libro I del CPC, relativas a la intervención de los
terceros en un pleito, han quedado modificadas en el juicio ejecutivo. Estas modificaciones se refieren,
en primer lugar, a la restricción de los casos en que un tercero puede intervenir en el pleito ejecutivo. En
efecto, en este último juicio, el Código no admite la intervención de un tercero siempre que éste tenga un
derecho comprometido, sino que, por el contrario, esa intervención sólo es tolerada en los casos
taxativos que el mismo Código señala.

Este criterio se ha ratificado, al declararse que en el juicio ejecutivo sólo es admisible la intervención de
terceros en la forma prescrita en los artículos 518 y siguientes del CPC De modo que frente al escrito de
un tercero que hace presente al tribunal que si el ejecutante persevera en embargar bienes en el domicilio
indicado por ella interpondrá la respectiva tercería, no puede dársele tramitación incidental, debiendo ser
desechada de plano, por no ser parte en el juicio (SCS, RDJ 1982, T. LXX1X, Secc. 1, p. 39, C. 2°).
Esos casos son:

1) El tercero pretende el dominio sobre los bienes embargados (Art. 518 N° 1);

2) El tercero invoca la posesión de los bienes embargados y solicita por ello que sean excluidos del
embargo (Art. 518 N° 2);

3) El tercero pretende el derecho a ser pagado preferente mente con el producto del embargo (Art. 518
N° 3);

4) El tercerista pretende el derecho a concurrir en el pago, a falta de otros bienes; y

5) Otros derechos que pueden hacerse valer en la forma establecida para las tercerías (Arts. 519 y 520).

118 | P á g i n a
Se ha fallado, en relación con esta materia, que “en el juicio ejecutivo no son admisibles los terceros
coadyuvantes, pues la ley sólo permite las tercerías de dominio, de prelación y pago”.

176. NATURALEZA JURÍDICA DE LAS TERCERÍAS.

El CPC no ha establecido expresamente cuál es la naturaleza o carácter de la tercería, por lo que la


jurisprudencia y la doctrina se encuentran fundamentalmente divididas al respecto. Mientras que para
unos la tercería es un mero incidente del juicio ejecutivo, para otros constituye un juicio separado y
distinto de aquél.

Por nuestra parte, creemos que la tercería constituye un juicio distinto de la ejecución, que ha sido
injertado en esta última, y ello por las siguientes razones:

a) El fallo recaído en el cuaderno de tercería es tan importante como la sentencia que resuelve el pleito
ejecutivo;

b) La resolución que falla la tercería en nada modifica lo resuelto en el cuaderno ejecutivo, y

c) La tercería de dominio se sigue por los trámites del juicio ordinario, con pequeñas modificaciones, lo
que demuestra que no se trata de un mero incidente del juicio ejecutivo.

Del hecho de que la tercería constituya un juicio separado del ejecutivo, se derivan importantes
consecuencias, como son las siguientes:

1) La demanda de tercería debe ser notificada personal mente al ejecutante y al ejecutado. Si se estimara
que la tercería es un incidente de la ejecución, bastaría que la demanda de tercería se notificase por el
estado diario.

2) La sentencia recaída en el juicio de tercería será para todos los efectos legales una sentencia
definitiva. Ella deberá contener los requisitos exigidos por el Art. 170 del CPC, su notificación se hará
por cédula, etc. Diversos fallos han estimado que la sentencia que pone fin a la tercería es definitiva.

Este criterio, de constituir la tercería un juicio distinto inserto dentro del juicio ejecutivo y no un mero
incidente del juicio ejecutivo, se ha sustentado últimamente al declararse que:

a) La tercería de dominio es el procedimiento hábil para que como persona extraña a un juicio ejecutivo
pueda alegar su derecho de propiedad sobre el bien embargado y pretender que se declare ese derecho.

En consecuencia, es un juicio diverso del procedimiento ejecutivo en que se encuentra insertada y por
ello no constituye un incidente ni una cuestión accesoria de la ejecución, sino un juicio totalmente
diverso. Por lo tanto, una gestión útil realizada en este procedimiento no interrumpe el plazo en el otro,
pudiendo solicitarse el abandono del procedimiento en el juicio ejecutivo (SCS, RDJ 1992, T. LXXXIX,
Secc. 1, p. 160, C. 9°);

119 | P á g i n a
b) La naturaleza jurídica de la tercería de posesión en un juicio ejecutivo es la de un juicio principal
anexo a dicho procedimiento de apremio, sólo que para su sustanciación se aplican las normas referidas
a los incidentes, pero esto no lo convierte en una cuestión accesoria al juicio ejecutivo.

Por otra parte, le son aplicables las normas sobre abandono del procedimiento contenidas en los artículos
152 y sgtes. del CPC (SCS 31/03/1993, Rol N° 6036); y

c) La tercería de prelación en un juicio ejecutivo, conforme a su naturaleza jurídica, no es un incidente


del juicio y en su desarrollo debe ceñirse al procedimiento establecido para los incidentes, por expresa
disposición del Art. 521 del CPC. El juicio anexo de tercería de prelación tiene vida separada e
independiente del ejecutivo, por lo que es perfectamente procedente que cualquiera de las partes de
aquél, si se dan las exigencias legales, pida el abandono de la instancia, de esta instancia de tercería
(SCS, RDJ 1987, T. LXXXIV, Secc. 1, p. 155).

No obstante lo expuesto acerca de la naturaleza jurídica de las tercerías, debemos anotar que
frecuentemente la jurisprudencia no las ha considerado como juicios separados, sino como incidentes del
pleito ejecutivo, con todas las consecuencias que de ello derivan.

En este sentido se ha declarado que la tercería de posesión es un incidente de previo y especial


pronunciamiento que hace aconsejable la paralización del procedimiento de apremio, puesto que de
seguirse éste adelante, se podría hacer ilusorio el derecho del tercerista de posesión de rescatar sus
bienes (SCS, 1WJ 1981, T. LXXVIII, Secc. I, p. 81. En el mismo sentido SCS 29/01/1990, Rol N°
15.029, C. 30), y que no es admisible el recurso de casación en el fondo interpuesto en contra de la
resolución que resuelve una tercería de posesión, ya que si bien es una sentencia interlocutoria, no es de
aquellas que ponen término al juicio o hacen imposible su continuación (SCS, RDJ 1981, T LXXVIII,
Secc. 1, p. 63, C. 4°. En el mismo sentido SCS 29/01/1990, Rol N° 15.029, C. 3°).

LA TERCERIA DE DOMINIO

177. CONCEPTO.

La tercería de dominio tiene lugar cuando un extraño a la ejecución interviene alegando dominio sobre
los bienes embargados. Es lógico que un tercero que nada adeuda al ejecutante pueda oponerse a que se
le despoje de sus bienes con motivo de deudas ajenas.

El fundamento de esta tercería está en el hecho de que el ejecutado puede ser un mero tenedor o
poseedor de los bienes embargados, estando estos últimos en el dominio de otra persona.

La finalidad de la tercería es el reconocimiento del dominio del tercerista sobre las cosas embargadas y
la exclusión de éstas del embargo.

La tercería de dominio sólo podrá interponerse desde que se hayan embargado bienes; lo cual se
desprende de la propia letra del Art. 518 N° 1, que habla de “bienes embargados”. Antes del embargo,
la interposición de la tercería no tendría objeto.

120 | P á g i n a
No establece el Código hasta qué momento puede entablarse la tercería que nos preocupa, pero, dada la
naturaleza de ella, debemos admitir que puede ser promovida hasta antes de que se haya perfeccionado
la enajenación de los bienes embargados; o sea, hasta antes de que se haya hecho la tradición de los
bienes, o se haya otorgado e inscrito la escritura pública de remate, en su caso.

Una vez enajenados los bienes, el tercero sólo podría iniciar un juicio ordinario de reivindicación en
contra del que se adjudicó los bienes en la ejecución.

Respecto de la época en que puede interponer la tercería de dominio, se ha fallado que se interpone en
tiempo la que se presente, con cargo del secretario del juzgado, media hora antes de la señalada para el
remate.

178. EFECTOS DE LA INTERPOSICIÓN DE LA TERCERÍA DE DOMINIO.

Nos referiremos separadamente a los efectos que se producen con relación al cuaderno ejecutivo y al
cuaderno de apremio:

a) La tercería de dominio, al igual que las demás tercerías, no suspende la tramitación del
cuaderno ejecutivo (Art. 522). Ello es lógico, ya que al tercerista no le interesa el resultado del
procedimiento ejecutivo, no le interesa si el ejecutado debe o no pagar al ejecutante; sólo le importa que
el pago no se haga con bienes de su dominio. En este sentido se ha declarado que la circunstancia que en
el cuaderno de apremio se haya decretado la suspensión del procedimiento de apremio, afecta lo obrado
exclusivamente en él, de conformidad con lo prevenido en el artículo 522 del Código de Procedimiento
Civil, toda vez que según dicho precepto no suspende en caso alguno el procedimiento ejecutivo (SCS,
RDJ 1999, XCVI, 2 Parte, Secc. 1, p. 77, C. 8°).

b) La tercería de dominio, por regla general, no suspende tampoco el procedimiento de apremio.


Por excepción lo suspende en caso de que la tercería se presente apoyada en un instrumento público
otorgado con anterioridad a la fecha de la presentación de la demanda ejecutiva (Art. 523, inc. 1°).

La suspensión del procedimiento de apremio por la interposición de una tercería de dominio constituye
una excepción que sólo procede cuando dicha tercería se apoya en documentos públicos; luego la norma
que la dispone debe ser interpreta da restrictivamente. La regla general es que no se suspenda el
procedimiento de apremio y se suspenderá si los documentos fundantes dan cuenta de un derecho real de
dominio, en forma directa (SCS 16/04/1990, Rol N° 14A78).

Otro problema que debemos considerar es el siguiente: el instrumento público en que se funda la
tercería, ¿debe constituir un antecedente que importe una prueba del dominio del tercerista, o basta que
dicho instrumento tenga alguna relación con los bienes embargados? La lógica indica que el instrumento
público debe ser precisamente el medio de prueba del dominio del tercerista, ya que en caso contrario no
habría motivo suficiente para conferirle el mérito de suspender el procedimiento de apremio. Así
también se ha fallado. En el mismo sentido se ha señalado que la tercería de dominio que se apoya en
instrumentos públicos da lugar a que, en conformidad a lo que dispone el artículo 523 del CPC, se
suspenda el procedimiento de apremio, sin que obste para ello el que se haya apoyado la respectiva
solicitud en una norma jurídica diferente, ni que la copia autorizada de la sentencia en que se ha

121 | P á g i n a
reconocido el dominio se haya pronunciado en un juicio en que no fue parte el demandante, pues tal
exigencia no se contiene en la norma citada (SCS, RDJ 1986, T. LXXXIII, Secc. 1, p. 143, C. 6°).

En caso de que la tercería no se apoye en un instrumento público, o que el instrumento público


presentado sea posterior a la ejecución, no se suspenderá el procedimiento de apremio, el cual seguirá su
curso hasta que se lleve a efecto el remate de los bienes. Pero en este caso se entiende que la subasta
recaerá sobre los derechos que el deudor tuviere o pretendiere tener sobre la cosa embargada (Art. 523,
inc. 2°). De modo que el subastador no adquiere en el remate precisamente el dominio de la cosa
embargada, sino los derechos que sobre ella tuviere el deudor; y puede verse aquél en la necesidad de
devolver la cosa al tercerista, si éste comprueba su dominio y la tercería es acogida.

Finalmente, dispone el inc. final del Art. 523 que las resoluciones que se dicten respecto de si debe o no
suspenderse el procedimiento de apremio, son apelables, y la apelación se concede en el efecto
devolutivo; lo que prácticamente quiere decir que la resolución que ordenó paralizar o continuar la
tramitación del cuaderno de apremio, se cumple no obstante hallarse apelada.

179. AMPLIACIÓN DEL EMBARGO POR LA INTERPOSICIÓN DE UNA TERCERÍA DE


DOMINIO.

El ejecutante tiene el derecho de solicitar la ampliación del embargo en el caso de que se interponga una
tercería de dominio, o cualquier otra tercería, sobre los bienes embargados. Tal derecho le confiere el
inc. 2° del Art. 456, el cual expresa que la interposición de cualquiera tercería es siempre justo motivo
para solicitar y decretar la ampliación del embargo.

Si en virtud de la ampliación del embargo, se embargan nuevos bienes del deudor que no estén
comprendidos en la tercería, seguirá respecto de ellos sin restricción alguna el procedimiento de
apremio. Lo mismo se aplica a cualquier bien embargado no comprendido en la tercería. Así lo dispone
el Art. 526: “Si se hubieren embargado o se embargaren bienes no comprendidos en la tercería,
seguirá sin restricción alguna respecto de ellos el procedimiento de apremio”.

180. TRAMITACIÓN DE LA TERCERÍA DE DOMINIO.

La tercería de dominio se sigue en cuaderno separado, considerándose como demandados al ejecutante y


al ejecutado. Se sujetará a los trámites del juicio ordinario, pero sin escritos de réplica y dúplica (Art.
521). La demanda de tercería deberá contener los requisitos que el Art. 254 del CPC exige para la
demanda en el juicio ordinario (Art. 523).

181. LA TERCERÍA DE DOMINIO PUEDE INTERPONERSE AUN CUANDO LOS BIENES


EMBARGADOS HAYAN SIDO DADOS EN PRENDA PRETORIA AL EJECUTANTE.

Creen algunos que, en la situación expuesta, no procedería entablar una tercería de dominio, ya que,
entrega dos los bienes en prenda pretoria al ejecutante, queda terminado el procedimiento de apremio.

No creemos que la anterior opinión esté ajustada a derecho, pues la entrega de los bienes en prenda
pretoria al acreedor no pone fin al apremio ni transfiere el dominio de los bienes al ejecutante, sino que
tan sólo deja pendiente el procedimiento de apremio hasta que el crédito sea pagado con las utilidades

122 | P á g i n a
que produzcan los bienes embargados, los cuales deben ser restituidos a su dueño. No habiendo
terminado el procedimiento de apremio ni habiendo salido los bienes del dominio del ejecutado, la
tercería de dominio es admisible.

LA TERCERIA DE POSESION

182. TERCERÍA DE POSESIÓN.

De acuerdo con el Art. 518, N° 2, el tercerista que es poseedor del bien embargado y que, en
consecuencia, se presume dueño, no necesita interponer tercería de dominio para resguardar su derecho,
sino que le basta pedir incidentalmente que se alce el embargo. De no estimarse así, se produciría una
inversión del rol jurídico de las partes, pues el tercerista, poseedor y presunto dueño de los bienes
embargados, se vería obligado a interponer una demanda de tercería para que se le reconozca un
dominio que la ley ya le presume. Lo normal es que el poseedor de un bien, para ser privado del dominio
que la ley le presume, debe ser demandado en el juicio reivindicatorio que entable el que se pretenda
dueño sin tener la posesión de ese bien.

Por las razones expuestas, se ha fallado que la tercería de dominio sólo procede cuando los bienes
embargados están en poder del deudor ejecutado, y no cuando esos bienes están en poder del que se
considera dueño, quien en tal caso puede oponerse incidentalmente al embargo.

Se ha fallado también que el poseedor que tiene en su favor la presunción legal de que es dueño de un
bien raíz embargado en la ejecución seguida en contra de un extraño, no necesita interponer una tercería
de dominio sino simplemente manifestar al juez el error cometido y, en una simple tercería de posesión,
solicitar incidentalmente el alzamiento del embargo, presentan do el título inscrito que lo constituye en
poseedor y en dueño.

La tercería de posesión fue una creación jurisprudencial generada a partir del análisis de diversos
preceptos del CPC, la que fue introducida expresamente y mucho tiempo después por el legislador al
Código de Procedimiento Civil mediante la dictación de la Ley N° 18.705.

Para tal efecto, se estableció en el N° 2 del artículo 518 del CPC, que “en el juicio ejecutivo sólo son
admisibles las tercerías cuando el reclamante pretende: 2º Posesión de los bienes embargados”.
La finalidad de la tercería de posesión es el reconocimiento de la posesión del tercerista sobre las cosas
embargadas y la exclusión de éstas del embargo.

La tercería de posesión, al igual que la tercería de dominio, sólo podrá interponerse desde que se hayan
embargado los bienes y puede ser promovida hasta la enajenación de los bienes embargados (ver N°
177).

La tercería de posesión se tramita como un incidente (Art. 521), en cuaderno separado, considerándose
como parte activa al reclamante y como sujetos pasivos al ejecutante y al ejecutado. El legislador al
introducir la tercería de posesión no se pronunció acerca de la naturaleza jurídica de ella, por lo que
debemos remitirnos a lo señalado en el N° 176.

La tercería de posesión no suspende la tramitación del cuaderno ejecutivo (Art. 522).

123 | P á g i n a
La tercería de posesión solamente suspende el procedimiento de apremio si se acompañan antecedentes
que constituyan a lo menos presunción grave de la posesión que se invoca (Art. 522).

El ejecutante, en caso de promoverse una tercería de posesión respecto de los bienes embargados, tiene
derecho a solicitar la ampliación del embargo conforme a lo establecido en el N° 2 del artículo 456 (ver
N° 179).

Sección Cuarta
LA TERCERIA DE PRELACION

183. CONCEPTO.

Llamase tercería de prelación a la intervención, en el juicio ejecutivo, de un tercero que pretende


derecho para ser pagado preferentemente con el producto del remate.

En consecuencia, la tercería de prelación sólo podrá interponerla el acreedor del ejecutado que tenga
preferencia para pagarse. Las únicas causas de preferencia son el privilegio y la hipoteca, y ellas están
reglamentadas en los Arts. 2465 y sgtes. del CC, relativos a la prelación de créditos. El estudio de estas
causas corresponde al Derecho Civil.

La tercería de prelación podrá interponerse desde que se inicie la ejecución y hasta el momento en que
se haga pago al ejecutante. Después de pagado al ejecutante la tercería ya no tendría objeto, pues no
habría ningún pago en qué ser preferido.

184. EFECTOS DE LA INTERPOSICIÓN DE LA TERCERÍA DE PRELACIÓN.

Los efectos de la tercería de prelación están reglamentados en los Arts. 522 y 525 del CPC. De acuerdo
con estas disposiciones, la tercería no suspende el cuaderno ejecutivo ni tampoco el de apremio. Ello es
lógico, ya que el tercerista no tiene interés en suspender la tramitación de ninguno de esos cuadernos,
sino en que se realicen los bienes para pagarse preferentemente.

Pero una vez realizados los bienes, no se hará pago al ejecutante, sino que se consignará el dinero a la
orden del tribunal hasta que recaiga sentencia firme en la tercería (Art. 525). Una vez firme la sentencia
recaída en la tercería de prelación, se procederá a hacer pago al ejecutante y al tercerista de acuerdo con
dicha sentencia; o sea, si la sentencia acoge la tercería, se pagará preferentemente al tercerista, quedando
el resto para cubrir el crédito del ejecutante; y si la sentencia rechaza la tercería y tampoco el ejecutante
justifica ninguna preferencia para pagarse, se distribuirá el producto del remate entre ambos acreedores a
prorrata de sus créditos.

Pendiente la tercería de prelación, no puede el ejecutante solicitar que se le adjudiquen en pago los
bienes embargados ni que se le entreguen en prenda pretoria, pues, de acuerdo con el citado Art. 525, el
apremio debe continuar su tramitación hasta que quede terminada la “realización” de los bienes. De
aceptarse lo contrario, resultaría que la preferencia del tercerista, en caso de ser aceptada por la
sentencia, quedaría burlada.

124 | P á g i n a
185. LA TERCERÍA DE PRELACIÓN DEBE FUNDARSE EN UN TÍTULO EJECUTIVO.

Para que en el juicio ejecutivo pueda prosperar una tercería de prelación, es menester que el crédito del
tercerista conste de un título ejecutivo. Este requisito se desprende del texto del Art. 527 del CPC, el
cual refiriéndose a los créditos del ejecutante y del tercerista de prelación o de pago, exige que dichos
créditos sean ejecutivos.

186. TRAMITACIÓN DE LA TERCERÍA DE PRELACIÓN.

La tercería de prelación se tramita como incidente, es decir, se confiere traslado por tres días al
ejecutante y al ejecutado, y vencido este plazo, háyase o no evacuado el traslado, fallará el tribunal la
tercería si, a su juicio, no hay necesidad de prueba (Art. 89 del CPC). Si fuere necesaria la prueba, se
abrirá un término de ocho días (Art. 90 del CPC).

Sección Quinta
LA TERCERIA DE PAGO

187. CONCEPTO.

Tercería de pago es la intervención, en el juicio ejecutivo, de un tercero que pretende derecho para
concurrir con el ejecutante en el pago, a falta de otros bienes del deudor.

Los fundamentos de la tercería de pago los encontramos en el hecho de que el embargo trabado por un
acreedor sobre los bienes del deudor, no confiere a aquél ninguna preferencia ni impide que otros
acreedores persigan los mismos bienes (ver N° 140). De modo que si ninguno de los acreedores puede
invocar alguna causa legal de preferencia, ni el deudor tiene otros bienes que los embargados, el
producto de dichos bienes se distribuirá a prorrata entre los diversos acreedores.

188. CONDICIONES PARA QUE PROCEDA LA TERCERÍA DE PAGO.

Para que proceda la interposición de una tercería de pago se requiere la concurrencia de dos condiciones:

1) Que el crédito del tercerista sea ejecutivo, esto es, que reúna todos los requisitos necesarios para que
pueda exigirse su cumplimiento por la vía ejecutiva. Este requisito se desprende del tenor literal del Art.
527 del CPC, que habla de “créditos ejecutivos”.

2) Que el deudor no tenga otros bienes que los embargados para hacer el pago de los créditos del
ejecutante y del tercerista, exigencia que se desprende del N°3° del Art. 518 del CPC. De acuerdo con
las reglas generales de la prueba, será el tercerista quien deberá probar que el deudor carece de otros
bienes que los embargados.

La jurisprudencia uniforme de nuestros tribunales ha aceptado los principios expuestos. Al respecto, se


ha fallado que para que proceda la tercería de pago se requiere que el crédito del tercerista sea ejecutivo
y que el deudor no tenga otros bienes que los embargados para hacer el pago de los créditos del
ejecutante y tercerista, sin que nada signifique que el crédito de este último sea posterior al embargo
trabado. Se ha fallado, también, que siendo el fundamento legal de toda tercería de pago la falta de otros

125 | P á g i n a
bienes a más de los embargados, pesa sobre el tercerista la necesidad de acreditar dicha circunstancia del
propio modo que debe acreditar que es dueño de esos bienes en la tercería de dominio y su derecho de
preferencia en la de prelación. No obsta a esta conclusión la circunstancia de que deba probarse de este
modo un hecho negativo, ya que ello sólo implicaría una mayor dificultad para producir la prueba, hecho
que autorizaría para usar de menos rigor en la apreciación de los medios de prueba, pero no para hacer
recaer el peso de ésta sobre el ejecutante.

189. EFECTOS DE LA INTERPOSICIÓN DE LA TERCERÍA DE PAGO.

La interposición de la tercería de pago produce efectos análogos a los señalados al referirnos a la tercería
de prelación; o sea, no se suspenden los trámites de los cuadernos ejecutivo y de apremio, debiendo
continuarse este último ramo hasta la realización de los bienes embargados. El producto del remate se
consignará hasta que se falle la tercería.

Puede también el tercerista de pago hacer diversas peticiones relativas a los bienes embargados: puede
solicitar la remoción del depositario alegando motivos fundados, y decretada la remoción se designará
otro depositario de común acuerdo entre ambos acreedores, o por el tribunal, en desacuerdo de ellos;
puede también el tercerista intervenir en la realización de los bienes con las facultades de coadyuvante
(Art. 529).

Se presenta el problema de determinar si los derechos que el citado Art. 551 confiere al tercerista de
pago, corresponden también al tercerista de dominio y al de prelación. Creemos que sí, ya que estos
últimos terceristas tienen tanto o más interés que el tercerista de pago en la correcta administración y
realización de los bienes. Así se ha fallado.

190. TRAMITACIÓN DE LA TERCERÍA DE PAGO.

Diversas formas de hacerla valer. El Código señala dos procedimientos al tercerista para concurrir con el
ejecutante en el pago de su crédito. Son los siguientes:

1) Compareciendo el tercero al juicio ejecutivo e interponiendo la correspondiente tercería de pago, la


cual se tramitará como incidente (Art. 521). El tercerista deberá acompañar su título ejecutivo (ver N°
188).

Una vez acogida la tercería, y si los bienes embargados son insuficientes, se distribuirá el producto de
los bienes entre el ejecutante y el tercerista, proporcionalmente al monto de sus respectivos créditos
(Art. 527).

Si la tercería es rechazada, el tercero no tendrá derecho a concurrir al pago.

2) Iniciando el tercero un segundo juicio ejecutivo ante el tribunal que sea competente en conformidad a
los principios generales. En este caso, el segundo ejecutante pedirá se dirija oficio al tribunal que conoce
de la primera ejecución, para que retenga de los bienes realizados la cuota que proporcionalmente
corresponda a dicho ejecutante (Art. 528).

126 | P á g i n a
La segunda ejecución se ajustará a todas las disposiciones relativas al juicio ejecutivo ya estudiadas, y se
tramitará hasta que se obtenga sentencia definitiva. En esta segunda ejecución podrá actuar como
coadyuvante el primer acreedor (Art. 529).

Se ha presentado el problema de determinar si en la segunda ejecución podrían embargarse los mismos


bienes ya embargados en la primera ejecución. A este problema del reembargo nos hemos referido en el
N° 141. Sólo recordaremos aquí que, embargado un bien en un juicio ejecutivo, no se podría reembargar
dicho bien en una segunda ejecución, sino en la forma señalada en el Art. 528: dirigiéndose oficio al
tribunal que conoce de la primera ejecución, con el objeto de que retenga de los bienes realizados la
cuota proporcional que corresponda al segundo acreedor. Un nuevo embargo trabado en otra forma que
la indicada sería nulo. En la práctica se admiten los reembargos, lo que acarrea los inconvenientes que
oportunamente vimos.

Sección Sexta
OTROS DERECHOS QUE PUEDE HACER
VALER UN TERCERO

191. OTROS DERECHOS QUE PUEDEN HACERSE VALER CONFORME AL


PROCEDIMIENTO DE LAS TERCERÍAS.

Además de las tres clases de tercerías que hemos visto, existen otros derechos que el ejecutado o un
tercero pueden hacer valer conforme al procedimiento establecido para las tercerías. Estos derechos
están señalados en los Arts. 519 y 520 del CPC, y son los siguientes:

1) La oposición que se fundare en el derecho del comunero sobre la cosa embargada. Esta oposición se
substanciará en la forma establecida para las tercerías de dominio (Art 519, inc. 1°).

Es el caso en que el bien embargado no pertenece al deudor en dominio exclusivo, sino que pertenece
también a otras personas con las cuales el deudor está en comunidad; de modo que el deudor es dueño
solamente de una cuota en el bien embargado. En la situación indicada, el embargo es perfectamente
válido respecto de la cuota del comunero ejecutado, pero no lo es respecto de los demás comuneros, los
cuales pueden interponer tercería de dominio a fin de que se excluya del embargo la cuota que a ellos les
corresponde en el bien. Esta tercería se sujetará a las disposiciones que ya hemos estudiado, y para
suspender el procedimiento de apremio deberá fundarse en instrumento público otorgado con
anterioridad a la ejecución.

En el caso a que nos estamos refiriendo, el acreedor del comunero, si es aceptada la tercería interpuesta,
puede ejercitar cualquiera de los dos derechos que le confiere el Art. 524:

a) Puede dirigir su acción sobre la parte o cuota que en la comunidad corresponda al deudor para que se
enajene sin previa liquidación, o

b) Puede exigir que con intervención suya se liquide la comunidad. En este último caso, los demás
comuneros pueden oponerse a la liquidación si existiere algún motivo legal que la impida, o si, de
procederse a ella, hubiere de resultar grave perjuicio.

127 | P á g i n a
De los dos procedimientos indicados, el más conveniente y práctico será el primero: sacar a remate, sin
previa liquidación, la cuota que en la comunidad corresponde al comunero deudor.

2) Finalmente, el Art. 520 del CPC dispone, de un modo general, que “podrán también ventilarse
conforme al procedimiento de las tercerías, los derechos que hiciere valer el ejecutado, invocando una
calidad diversa de aquella en que se le ejecuta”. Para aclarar la regla expresada, el propio Art. 520 nos
da cuatro ejemplos:

a) “El del heredero a quien se ejecutare en este carácter para el pago de las deudas hereditarias o
testamentarias de otra persona cuya herencia no hubiere aceptado.” En este caso, el ejecutado no es el
sucesor responsable de las deudas de esa persona. El acreedor, antes de iniciar la ejecución, deberá
solicitar se requiera al heredero para que acepte o repudie la herencia (Art. 1232 del CC); o bien pedirá
se declare yacente la herencia y se nombre un curador de la herencia (Art. 1240 del CC).

b) “El de aquel que, sucediendo por derecho de representación, ha repudiado la herencia de la persona
a quien representa y es perseguido por el acreedor de éste.” Es un caso análogo al anterior, el heredero
no es el sucesor de la persona de quien tiene el derecho de representación y no es responsable de las
deudas de esa persona. Sabemos que el derecho de representación es un derecho propio del heredero,
que éste puede ejercitar sin necesidad de aceptar la herencia de la persona a quien representa.
Expresamente lo dice el Art. 987 del CC: “Se puede representar al ascendiente cuya herencia se ha
repudiado”.

c) “El heredero que reclamare del embargo de sus bienes propios efectuado por acción de acreedores
hereditarios o testamentarios que hubieren hecho valer el beneficio de separación de que trata el Título
XII del Libro III del Código Civil, y no trataren de pagarse del saldo a que se refiere el Art. 1383 del
mismo Código. Al mismo procedimiento se sujetará la oposición cuando se dedujere por los acreedores
personales del heredero.”

De acuerdo con los Arts. 1378 y siguientes del CC los acreedores hereditarios y testamentarios pueden
pedir que no se confundan los bienes del difunto con los del heredero, y en virtud de este beneficio de
separación tendrán derecho a que de los bienes del difunto se les cumplan las obligaciones hereditarias o
testamentarias, con preferencia a las deudas propias del heredero. Estos acreedores hereditarios o
testamentarios que han obtenido la separación no tienen acción contra los bienes del heredero, sino
después de que se hayan agotado los bienes a que el beneficio de separación les dio un derecho
preferente, pero aun en este último caso pueden oponerse a esta acción los acreedores personales del
heredero, hasta que se satisfaga en el total de sus créditos.
Pues bien, si los acreedores hereditarios o testamentarios que han obtenido el beneficio de separación
embargan bienes propios del heredero, sin que estén agotados los bienes del difunto, o sin que estén
satisfechos los créditos de los acreedores personales del heredero, este heredero o sus acreedores
personales pueden pedir que se alce dicho embargo y su reclamación se tramitará en la forma establecida
para las tercerías.

d) “El heredero beneficiario cuyos bienes personales sean embargados por deudas de la herencia,
cuando estuviere ejerciendo judicialmente algunos de los derechos que conceden los Arts. 1261 a 1263
inclusive del Código Civil.” Esta disposición se funda en el beneficio de inventario, que consiste,
precisamente, en no hacer al heredero responsable de las obligaciones hereditarias y testamentarias, sino

128 | P á g i n a
hasta concurrencia del valor total de los bienes heredados. El heredero beneficiario cuyos bienes
personales son embargados por deudas de la herencia, puede oponerse al embargo, en razón de haber
hecho abandono de los bienes de la sucesión a los acreedores (Art. 1261 del CC); o en razón de estar
gestionando su exención de responsabilidad por las cargas de la sucesión (Art. 1261 del CC); o en razón
de estar ya consumidos los bienes hereditarios en el pago de la deudas de la herencia (Art. 1263 del CC).
Su reclamación se tramitará en la forma establecida para las tercerías.

El Art. 520, inc. final, termina estableciendo que “el ejecuta do podrá, sin embargo, hacer valer su
derecho en estos casos por medio de la excepción que corresponda contra la acción ejecutiva, si a ello
ha lugar”. O sea, que si es el ejecutado quien interpone la reclamación, podrá ventilar su derecho
conforme al procedimiento de las tercerías, o haciendo valer oportunamente la excepción que
corresponda. Dicha excepción, si corresponde oponerla, no puede ser otra que la del N° 7° del Art. 464:
“La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que dicho título
tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado”. La jurisprudencia ha
fallado que el heredero con beneficio de inventario, a quien se pretende hacer responsable de las deudas
de la herencia en bienes personales, puede hacer valer su derecho en forma de la excepción de faltar al
título fuerza ejecutiva por una cantidad superior a la que figura como haber hereditario; o en la forma
establecida para la tercería de dominio.

129 | P á g i n a
Título Segundo
DEL PROCEDIMIENTO EJECUTIVO
EN LAS OBLIGACIONES DE HACER
YDE NO HACER

Capítulo 1
JUICIO EJECUTIVO
EN LAS OBLIGACIONES DE HACER

192. DERECHOS QUE TIENE EL ACREEDOR POR EL INCUMPLIMIENTO DE UNA


OBLIGACIÓN DE HACER. CUÁLES PUEDEN EXIGIRSE EJECUTIVAMENTE.

Hemos visto (N° 3) que obligación de hacer es la que consiste en la prestación de un hecho, como pintar
un cuadro, construir una casa, suscribir un contrato, etc.

En caso de que el deudor de una obligación de hacer se constituya en mora (Art. 1553 del CC), el
acreedor puede pedir, junto con la indemnización de la mora, cualquiera de las tres cosas siguientes, a
elección suya:

1) Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido. Los apremios, como veremos más
adelante, consisten en arrestos y multas.
2) Que se autorice al acreedor para hacer ejecutar por un tercero y a expensas del deudor el hecho
debido.
3) Que el deudor indemnice los perjuicios resultantes de la infracción del contrato.

De estos tres derechos que el acreedor puede ejercitar a su elección, sólo los dos primeros pueden ser
objeto del juicio ejecutivo. La indemnización de perjuicios no podrá exigirse ejecutivamente, ya que no
se trataría de una deuda líquida; sería necesario iniciar previamente un juicio ordinario para determinar
la especie y monto de los perjuicios.

Al respecto, se ha fallado que no procede la acción ejecutiva para cobrar los perjuicios que pueda
ocasionar la falta de cumplimiento de una obligación de hacer, si esos perjuicios no están determinados
por sentencia firme.

193. REQUISITOS PARA QUE PROCEDA EL JUICIO EJECUTIVO EN LAS


OBLIGACIONES DE HACER.

De acuerdo con los arts. 530 y 531 del CPC, los requisitos para que proceda la ejecución forzada de una
obligación de hacer son los mismos que hemos visto al referirnos a las obligaciones de dar:

1) Título ejecutivo (Art. 530).

2) Obligación determinada y actualmente exigible (Art. 530).

El requisito de que la obligación sea determinada en las obligaciones de hacer, equivale al de que la
obligación sea líquida, cuando se trata de obligaciones de dar.

130 | P á g i n a
3) Acción ejecutiva no prescrita. Este tercer requisito se desprende del Art. 531, que hace aplicables en
forma supletoria, al juicio ejecutivo por obligaciones de hacer y no hacer, las disposiciones relativas al
juicio ejecutivo por obligación de dar. Dicho artículo expresa: “Las reglas del párrafo 1° del Título
anterior tendrán cabida en el procedimiento de que trata el presente Título, en cuanto sean aplicables y
no aparezcan modificadas por los artículos siguientes”.

Reunidos los tres requisitos que hemos indicado, procede el juicio ejecutivo por obligación de hacer.
Pero el procedimiento que debe seguirse es distinto según la obligación de hacer consiste:

a) En la suscripción de un documento o en la constitución de una obligación, y


b) En la ejecución de una obra material.

En los números siguientes nos referiremos a ambos casos por separado.

194. EJECUCIÓN PARA OBLIGAR A SUSCRIBIR UN DOCUMENTO O CONSTITUIR UNA


OBLIGACIÓN.

Dispone el Art. 532 del CPC que “si el hecho debido consiste en la suscripción de un instrumento o en
la constitución de una obligación por parte del deudor, podrá proceder a su nombre el juez que
conozca del litigio, si, requerido aquél, no lo hace dentro del plazo que le señale el tribunal”. Es
menester armonizar la disposición transcrita con el Art. 531 del mismo Código, según el cual se aplican
a las obligaciones de hacer, en forma supletoria, las reglas relativas al procedimiento ejecutivo en las
obligaciones de dar.

En consecuencia, la tramitación será la siguiente: se presentará una demanda ejecutiva en cuya parte
petitoria se solicitará se despache mandamiento de ejecución en contra del deudor, a fin de que éste
suscriba el documento o constituya la obligación en el plazo que el juez le señale y bajo el
apercibimiento de que si así no lo hiciere, el juez procederá a su nombre. El mandamiento de ejecución
se despachará de acuerdo con las reglas que ya conocemos, y él contendrá la orden de requerir al deudor
para que suscriba el documento o constituya la obligación en el plazo que al efecto le señale el tribunal,
bajo apercibimiento de que si así no lo hiciere, el juez lo hará a su nombre. Si el deudor se niega a
suscribir el documento o a constituir la obligación, pueden producirse dos situaciones: que el deudor
oponga excepciones a la ejecución, o que no las oponga.

Si el deudor opone excepciones a la ejecución, ellas serán tramitadas de acuerdo con el procedimiento
ejecutivo en las obligaciones de dar (Art. 531). La ejecución terminará con una sentencia condenatoria o
absolutoria. Una vez firme la sentencia condenatoria, se aplicará el procedimiento de apremio indicado
en el Art. 532: el juez suscribirá el instrumento o constituirá la obligación a nombre del deudor.

Si el deudor no opone excepciones, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para


que el juez suscriba el documento o constituya la obligación a nombre del ejecutado (Art. 531, en
relación con el Art. 472 del CPC).

131 | P á g i n a
195. EJECUCIÓN PARA OBLIGAR A HACER UNA OBRA MATERIAL.

Se presentará la demanda de acuerdo con las reglas generales que conocemos y en ella se pedirá se
requiera al deudor para que dé principio al trabajo. Todavía no se hace uso de los derechos alternativos
que indica el Art. 1553 del CC. El mandamiento de ejecución contendrá precisamente la orden de
requerir al deudor para que cumpla su obligación y el señalamiento de un plazo prudente para que dé
principio al trabajo (Art. 533).

El deudor, una vez requerido, puede oponer excepciones o no oponerlas. En uno y otro caso se producen
situaciones diferentes que analizaremos por separado.

196. EL DEUDOR NO OPONE EXCEPCIONES.

Dispone el Art. 535 del CPC que si el deudor no opusiere excepciones, “se omitirá la sentencia de
pago, y bastará el mandamiento ejecutivo para que el acreedor haga uso de su derecho en conformidad
a las disposiciones de los artículos siguientes”. Los derechos de que el acreedor puede hacer uso son los
indicados en el Art. 1553 del C. Civil:

a) que se autorice al acreedor para llevar a cabo, por medio de un tercero y a expensas del deudor, el
hecho debido, y
b) que se apremie al deudor para que ejecute el hecho convenido.

Estos dos derechos, como sabemos, pueden ser ejercitados alternativamente y a ellos nos referiremos en
seguida.

a) El acreedor presentará una solicitud para que se le autorice a llevar a cabo por medio de un tercero y a
expensas del deudor, el hecho debido, y siempre que el deudor se niegue a cumplir el mandamiento
ejecutivo (Art. 536). Junto con la solicitud indicada, el ejecutante presentará un presupuesto de lo que
importe la ejecución del hecho debido (Art. 564, inc. 1°). El tribunal mandará poner en conocimiento del
ejecutante el presupuesto, y éste se tendrá por aceptado si no se objetare dentro de tercero día (Art. 537,
inc. 2°).

Si el ejecutado hiciere objeciones al presupuesto, éste se hará por medio de peritos, procediéndose en la
forma determinada en los Arts. 486 y 487 del CPC: las partes serán citadas a una audiencia en la que se
designará a los peritos de común acuerdo o por el juez en desacuerdo. Los peritos presentarán el
presupuesto, el cual se pondrá en conocimiento de las partes; éstas tendrán el término de tres días para
impugnarlo. De la impugnación de cada parte se dará traslado a la otra por igual término. Transcurridos
estos plazos y aun cuando no hubieren evacuado las partes el traslado de las impugnaciones, resolverá
sobre ellas el tribunal, sea aprobando el presupuesto, sea mandando que se rectifique por el mismo o por
otro perito, sea determinando el tribunal por sí mismo el presupuesto. Las resoluciones que al respecto
dicte el tribunal son inapelables.

Una vez determinado el valor del presupuesto, el deudor será obligado a consignarlo dentro de tercero
día a la orden del tribunal, para que se entreguen al ejecutante los fondos necesarios, a medida que el
trabajo lo requiera (Art. 538).

132 | P á g i n a
En caso de que el ejecutado se niegue a consignar los fondos decretados, se procederá a embargarle y
enajenar bienes suficientes para hacer la consignación, con arreglo al procedimiento ejecutivo en las
obligaciones de dar, pero sin que el deudor pueda oponer excepciones (Art. 541); o sea, se despachará
mandamiento de embargo y se seguirá el procedimiento de apremio, sin que el ejecutado pueda oponerse
al embargo y realización de bienes de otro modo que haciendo la consignación decretada.

Puede ser que los fondos decretados se agoten sin que alcance a concluirse la obra. En este caso, el
acreedor puede solicitar un aumento de ellos, justificando que ha habido un error en el presupuesto o que
han sobrevenido circunstancias que aumentan el costo de la obra (Art. 539).

Una vez concluida la obra, el acreedor debe rendir cuenta de la inversión de los fondos suministrados
por el deudor (Art. 540). Las objeciones que el deudor formule a dicha cuenta serán objeto de un
incidente del juicio ejecutivo.

b) En caso de que el acreedor no pudiere o no quisiere hacerse cargo de la ejecución de la obra debida,
podrá usar los demás recursos que la ley concede para el cumplimiento de las obligaciones de hacer, con
tal que el deudor no haya consigna do los fondos exigidos para la ejecución de la obra, ni se hayan
rematado bienes para hacer la consignación (Art. 542). Los de más recursos que concede la ley no son
otros que los apremios, ya que, como hemos visto, la indemnización de perjuicios sólo puede
perseguirse en un juicio ordinario.

Si el acreedor ha solicitado se le autorice para llevar a cabo la obra por medio de un tercero, puede no
obstante retractarse y optar por la vía de los apremios, siempre que el deudor no haya consignado los
fondos exigidos para la ejecución de la obra, ni se hayan rematado bienes para hacer la consignación.
Tal se desprende del Art. 542.

Los apremios que a petición del acreedor puede el tribunal imponer en contra del deudor consisten en
arresto hasta por 15 días o multa proporcional, medidas que pueden repetirse para obtener el
cumplimiento de la obligación (Art. 543, inc. 1°). No obstante, el deudor puede hacer cesar el apremio,
pagando las multas impuestas y rindiendo además caución suficiente, a juicio del tribunal, para asegurar
la indemnización completa de todo perjuicio al acreedor (Art. 543, inc. 2°).

En caso de que se trate de una obligación personalísima, que sólo puede ser ejecutada por el deudor, el
acreedor no tendría otra vía, para resguardar sus derechos, que el juicio ordinario de indemnización de
perjuicios; dada la naturaleza de tal obligación, no sería posible hacerla ejecutar por un tercero; y en
cuanto a los apremios, hemos visto que el deudor puede evitarlos caucionando suficientemente la
indemnización de todo perjuicio al acreedor.

197. EL DEUDOR OPONE EXCEPCIONES.

Si requerido el deudor para que dé principio a la ejecución de la obra material, opone excepciones, ellas
serán tramitadas conforme al procedimiento ejecutivo en las obligaciones de dar (Art. 531). Debemos
tener presente que, además de las excepciones expresadas en el Art. 464, el deudor puede oponer la de
imposibilidad absoluta para la ejecución actual de la obra debida (Art. 534). Esta imposibilidad debe ser
absoluta y debida a causas no imputables a culpa del deudor, pues en tal caso importaría una resistencia
ilegítima del deudor al cumplimiento de su obligación.

133 | P á g i n a
Una vez ejecutoriada la sentencia que deseche las excepciones, se procederá del mismo modo que
hemos visto para el caso en que no se opongan excepciones. O sea, el acreedor podrá hacer uso de los
dos derechos alternativos que conocemos: que se le autorice para ejecutar la obra por medio de un
tercero, o que se apremie al deudor.

Por regla general, el acreedor sólo puede hacer uso de los dos derechos alternativos indicados, una vez
ejecutoriada la sentencia; pero de acuerdo con las reglas del procedimiento ejecutivo en las obligaciones
de dar, que según el artículo 531 son aplicables al procedimiento ejecutivo en las obligaciones de hacer,
el acreedor puede hacer uso de esos dos derechos aun antes de que esté ejecutoriada la sentencia; esto
último sucede en dos casos de excepción:

a) Si pendiente la apelación de la sentencia, el ejecutante cauciona las resultas del recurso (Art. 475), y
b) Si se interpone en contra de la sentencia un recurso de casación de forma o de fondo (Art. 773).

Capítulo II
JUICIO EJECUTIVO
EN LAS OBLIGACIONES DE NO HACER

198. REQUISITOS PARA QUE PROCEDA EL JUICIO EJECUTIVO EN LAS


OBLIGACIONES DE NO HACER.

Es obligación de no hacer la que consiste en que el deudor se abstenga de ejecutar un hecho que, a no
mediar la obligación, le sería lícito rea1izar El procedimiento ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de
no hacer, cuando el deudor, infringiendo su obligación, ha realizado el hecho que le estaba prohibido y
se trata de destruir la obra hecha.

Para que proceda el juicio ejecutivo en las obligaciones de no hacer se requiere la concurrencia de dos
categorías de requisitos:

A) Los requisitos generales para que proceda la acción ejecutiva: título ejecutivo, obligación
determinada y actualmente exigible y acción ejecutiva no prescrita (Art. 531).

B) Ciertos requisitos especiales que contempla el Art. 531 del CPC en relación con el Art. 1555 del CC.
Son los siguientes:

a) Que la obra hecha pueda destruirse;


b) Que la destrucción de la obra sea necesaria para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrar el
contrato, y
c) Que dicho objeto no pueda obtenerse cumplidamente por otros medios.

En caso de que el deudor alegue que el objeto que se tuvo en vista al contratar puede obtenerse por otro
medio que no sea la destrucción de la obra, se procederá en forma de incidente.

Si no se reúnen los requisitos que hemos indicado para que proceda el juicio ejecutivo, sólo quedará al
acreedor la vía ordinaria para cobrar los perjuicios que le haya acarreado el incumplimiento de la
obligación de no hacer.

134 | P á g i n a
199. TRAMITACIÓN.

Se observarán las mismas reglas del procedimiento ejecutivo en las obligaciones de hacer (Art. 544). O
sea, se presentará la demanda ejecutiva y en ella se pedirá se requiera al deudor para que destruya lo
hecho y se le señale un plazo al efecto. El deudor, una vez requerido, podrá oponer excepciones o no
oponerlas. Una vez transcurrido el plazo para oponer excepciones sin que el deudor las haya opuesto o
desechadas las excepciones por sentencia ejecutoriada, puede el acreedor hacer uso de los dos derechos
alternativos que conocemos:

a) Que se autorice al acreedor para destruir lo hecho, a expensas del deudor, y


b) Que se apremie al deudor para que destruya lo hecho.

En todo ello se procederá en conformidad a las reglas del procedimiento ejecutivo en las obligaciones de
hacer.

135 | P á g i n a

También podría gustarte