Está en la página 1de 8

MÓDULO 6.

INVESTIGACIÓN

6.1. INTRODUCCIÓN A LA INVESTIGACIÓN


Para comprender la esencia de un museo, hay que asociar la existencia de un determinado
espacio con las labores de conservación y de protección del patrimonio cultural, pero también con
uno de sus pilares clave, la investigación.
Dicha función básica

que los conservadores desempeñan en su rutina, con la consulta de diferentes archivos y de la


biblioteca, o con la planificación de la información en torno a un conjunto de bienes patrimoniales,
responde a esta primera exigencia de la institución museística. Sin embargo, las tareas
relacionadas con la investigación van más allá de la misma colección del museo y, en ocasiones,
se asocian a una especie de subprograma dentro del programa de colecciones. Probablemente, en
el afán de la investigación —junto con el coleccionista— se encuentre el origen del museo como
concepto e institución cultural. Todo su planteamiento está asentado en los estudios
taxonómicos, que incluyen la clasificación de materiales o las comparaciones tipológicas: Aunque
se haya reconocido como una tarea esencial del museo, en algún momento se ha llegado a ver
con recelo, pues recordaba los tiempos pasados y rezumaba cierto elitismo intelectual. Sin
embargo, la investigación es imprescindible para poder completar el resto de funciones del
museo, como la conservación o la difusión y, por supuesto, para el conocimiento de las
colecciones y la documentación (Gutiérrez, 2012). En este sentido, el museólogo Georges Henri
Rivière defendía que “la función de investigación constituye la base de todas las actividades de la
institución, ya que es lo que ilumina su política de conservación y acción cultural” (Lasheras et al.,
2008). En esta definición se encuentra la doble naturaleza de la investigación: la adquisición de
nuevos conocimientos y el traslado de estos resultados de labor científica a todas las
áreas del museo y de la sociedad. Asimismo, de esta idea pueden extraerse dos tipos de
investigaciones más específicas:

● Básicas o fundamentales. Son aquellas realizadas sobre los objetos, los contenidos
museológicos y la especialidad a la que se dedica el museo.
● Aplicadas u operativas. Aluden a cuando los resultados obtenidos se divulgan a los
usuarios y al público, empleando los objetos como vehículo de conocimiento, es decir, a
través de exposiciones, de talleres y de actividades de difusión.

Página 1 de 8
En este sentido, si se ahonda en la definición de investigar, según la RAE (2020), esta consiste
en “realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de
aumentar los conocimientos sobre una determinada materia”. Esto implica que la investigación
base su misión en una búsqueda sistemática, mediante la aplicación del método científico. De
este modo, tal y como explica Humberto Eco, citado por Lasheras et al. (2008), los conocimientos
adquiridos en el museo abarcan tanto los estudios cuantitativos, propios de las ciencias
físico-naturales, como los estudios cualitativos de las ciencias sociales:

Se considera ‘científico’ incluso un nuevo modo de leer y comprender un texto clásico, la


localización de un manuscrito que arroja nuevas luces sobre la biografía de un autor, una
reorganización y relectura de estudios precedentes que lleva a madurar y sintetizar ideas
vagamente dispersas por los textos.

En definitiva, puede decirse que el proceso de investigación que se ejecuta en los museos se
rige por las siguientes etapas:

1. realización de informes científicos;


2. análisis de datos;
3. recogida de muestras;
4. difusión de contenidos;
5. supervisión;
6. colaboración con otras actividades.

En el último punto del proceso de investigación referenciado se incluye la colaboración con la


catalogación, la documentación, la exposición de bienes, la historia de la institución y la
trayectoria de su colección, por ejemplo. Cabe destacar que, como señala Trinidad Nogales
(2004), responsable del departamento de investigación del Museo Nacional de Arte Romano en
Mérida, la investigación en los museos debe ser vista como un deber amplio y ambicioso, no como
una actividad cerrada o adherida a la fuerza del centro. Por tanto, la investigación en un museo
debe tener una meta clara. Este será definido a partir de los intereses de estudio que tenga el
museo y su propia identidad. Asimismo, deberá abarcar todas las esferas del museo, desde la
política de incremento de fondos, la documentación de las colecciones, los programas de
conservación y restauración, hasta los programas de difusión para poder comunicar los resultados.
En cuanto al personal dedicado a la investigación, la mayoría de los museos en España no
pueden contar con un equipo especializado debido a la falta de recursos humanos y logísticos.
Esto ha motivado la creación de comisiones de expertos de diversas materias y procedencias,
que se enfocan en un campo de estudio concreto. En concordancia, la investigación se ve
beneficiada por la permanente colaboración del museo con una serie de instituciones públicas o
privadas, como, por ejemplo, centros universitarios o de investigación, fundaciones, u otros
museos, tanto internacionales como nacionales. La participación de estos órganos, tal y como
señala Nogales (2004), se lleva a cabo mediante una política de desarrollo de convenios. Estas
colaboraciones, por tanto, además de permitir a los museos la disposición de nuevos socios o
participantes que permiten enriquecer la actividad científica, son un arma potente de difusión
pública. Un ejemplo de ello es el convenio realizado entre el museo Museo Nacional de Arte
Romano en Mérida y la Universidad de Extremadura en 1995. Esta colaboración permitió que un
gran número de universitarios conocieran cuál es la labor del museo, además de permitir a los
alumnos la realización de sus prácticas en la institución.

6.2. METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DE


INVESTIGACIÓN
La investigación en los museos se basa en el análisis de las obras de la colección que se
conserva. Dicha evaluación se compara con estudios similares y, posteriormente, se publican sus
resultados para continuar con la red de trabajos constantes sobre el patrimonio cultural. Para ello,
se hace uso de herramientas como la descripción y la catalogación. Uno de los primeros requisitos
en este campo es que el investigador conozca ampliamente la colección, los temas que trata, la
bibliografía publicada sobre los mismos y los estudios historiográficos realizados por distintos
expertos. Esta amplitud de conocimientos históricos, artísticos y culturales de las colecciones se

Página 2 de 8
suma a los resultados de los análisis de los bienes patrimoniales, incrementando la información
acumulada sobre ellos. Por otro lado, la experiencia científica del profesional debe apoyarse en
otras aptitudes necesarias para la difusión de los conocimientos adquiridos. Aquí toman relevancia
los aspectos relacionados con la oratoria y la elocuencia, tanto para las presentaciones en público
como para las conferencias u otras actividades complementarias. En este sentido, las áreas de
trabajo de investigación engloban el desarrollo de los proyectos de investigación, que aúnan
los estudios de campo, los trabajos de laboratorio y las labores compartidas de documentación en
las bibliotecas. Dentro del campo de investigación también se incluyen las tareas relacionadas con
los estudios de público, una pesquisa que se trata como un objeto más de evaluación, así como
el estudio de mercado, los análisis de funcionamiento interno, etcétera.

6.2.1. Proyectos de investigación


La función de los investigadores se basa en realizar el análisis de los fondos de la colección de un
museo, así como de otros aspectos más concretos dentro de su especialización. Para ello, es
imprescindible que los museos dispongan de una programación de proyectos. Esta les permite
“completar, actualizar, interpretar y ampliar el horizonte de sus propias colecciones y ser incluidos
dentro de los planes nacionales e internacionales de investigación” (Hernández, 1994). En esta
misma línea, instituciones como el Museo Nacional de Ciencias Naturales prestan una intensa
labor en cuanto a la documentación científica, a la catalogación y a la investigación de sus
colecciones y especialidades.

6.2.1.1. Obstáculos en la investigación


A pesar de que la práctica investigadora es un elemento básico y fundacional para el museo, su
realidad difiere de dicha concepción. Esto significa que las instituciones museísticas sufren una
preocupante ausencia de proyectos. De hecho, la mayoría de los que consiguen llevarse a cabo
responden a una línea de proyecto individual y personal, otorgado a profesionales de gran
prestigio. Este aspecto se acentúa ante la falta de unidad con otros centros de investigación, como
los museos, las universidades o los institutos científicos que dependen del Consejo Superior de
Investigación Científicas (CSIC). El resultado de dicha circunstancia es que los planes conjuntos se
imposibilitan y pueden poner en riesgo el futuro de la investigación. Esto ocurre, además, porque
en la estructura administrativa de este campo priman los proyectos de las universidades por
encima de los programados por los museos:

Otras causas debemos buscarlas en la organización y estructura interna de los museos, en


la falta de recursos económicos y en la escasez de profesionales que impiden que los
museos puedan desarrollar una de las principales misiones que les han sido encomendadas
y alcanzar el reconocimiento que les corresponde dentro del mundo científico (Hernández,
1994).

6.2.1.2. Implicaciones en otras áreas del museo


El cúmulo de factores se revierte en el resto de las áreas del museo. Esto ocurre,
especialmente, en los museos de contenido científico, que precisan este trabajo de investigación
continuamente, ya que es indispensable para las áreas de conocimiento que sufren una
actualización constante. Estos museos, además, necesitan tanto los recursos apropiados para
desarrollar sus trabajos de campo como las investigaciones realizadas sobre el terreno. Dichos
aspectos mantienen vivas sus investigaciones y en consonancia con los avances científicos y
tecnológicos. De hecho, la mayor parte de los museos se enfrentan a esta necesidad de
especializarse en la materia que los ocupa, lo que se traduce en el requisito de establecer
relaciones con expertos dentro de una disciplina científica y de asumir largos proyectos.

6.2.1.3. Implicaciones legales


Todos estos obstáculos brotan de una falta de reconocimiento hacia los museos como
Organismos Públicos de Investigación (OPIs):

Página 3 de 8
Sin este requisito impuesto por la Ley 13/1986 de Fomento y Coordinación de la Investigación
Científica y Técnica, (la conocida Ley de la Ciencia), los museos quedan al margen de las
convocatorias de los planes nacionales de investigación I+D, salvo que figuren como asociados,
nunca como titulares, en proyectos presentados por los organismos reconocidos, como el CSIC o
las Universidades (Lasheras et al., 2008).

De un modo similar, la Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación,


tampoco ha logrado considerar a las instituciones museísticas como órganos de investigación,
pese a ofrecer una definición estipulada donde claramente se reconocen sus valores
investigadores:

Son considerados Organismos Públicos de Investigación (OPI) de la Administración General


del Estado los creados para la ejecución directa de actividades de investigación científica y
técnica, de actividades de prestación de servicios tecnológicos y de aquellas otras
actividades de carácter complementario, necesarias para el adecuado progreso científico y
tecnológico de la sociedad, que les sean atribuidas por la ley o por sus normas de creación y
funcionamiento. La coordinación de las actuaciones de los OPI es responsabilidad del
Ministerio de Ciencia e Innovación (Ministerio de Ciencia e Innovación, 2021).

No obstante, debe mencionarse que los museos sí se incluyen en un apartado de la ley


denominado Cultura Científica, aunque en este caso destaca, por encima de la labor de
investigación, la tarea de divulgación científica, que permite acercar la ciencia a la ciudadanía.

6.2.1.4. Implicaciones económicas


Los aspectos mencionados anteriormente comportan que los museos no dispongan de una
financiación para efectuar programas de investigación o para la contratación de especialistas. De
un modo similar ocurre con las subvenciones, ya que existen pocos planes concretos para
museos. Por este motivo, dichas instituciones culturales también pueden solicitar ayudas
convocadas para proyectos dentro de la categoría de patrimonio cultural. Además, en los últimos
años, los museos han encontrado la fórmula de crear asociaciones o fundaciones para poder
solventar esta situación. Dichas organizaciones están conformadas por personas con intereses
culturales y posibilidades económicas que colaboran desinteresadamente con el museo. Ejemplos
de ello son la Asociación de Protectores y Amigos del Museo Arqueológico Nacional o la Associació
Cultural Amics del Museu d’Empúries-Untikesken (FEAM, s.f.).

6.2.2. Laboratorio
El desarrollo de las actividades propias de la investigación supone que los museos realicen los
análisis científicos en los laboratorios, “lugar dotado de los medios necesarios para realizar
investigaciones, experimentos y trabajos de carácter científico o técnico” (RAE, 2020). De hecho,
las tareas del laboratorio son fundamentales para el estudio de las colecciones.

Página 4 de 8
6.2.2.1. Evolución de los laboratorios
Estos espacios científicos comenzaron a instalarse en los museos a partir del siglo XIX. El primero
fue en el Staatliche Museen de Berlín, en el año 1833. A partir de ese momento, especialmente
tras la Primera Guerra Mundial, le siguieron el British Museum de Londres en 1919, el Metropolitan
Museum of Art de Nueva York en 1930 o el Istituto Centrale per il Restauro de Roma en 1994, por
ejemplo. En España, fue en el año 1961 cuando se creó el Instituto Central de Restauración y
Conservación de Obras y Objetos de Arte, Arqueología y Etnología, que se corresponde con el
actual Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Con la creación de este organismo
se pretendía paliar la ausencia de estos servicios en los museos. Su principal misión era la
investigación y el ejercicio de prácticas para la conservación y la restauración del patrimonio
histórico español.

6.2.2.2. Técnicas e instrumentos de laboratorio


En los museos, las tareas de investigación incluyen la ejecución de exámenes, análisis y
dataciones de los bienes custodiados, que se realizan en los laboratorios a través de diferentes
técnicas e instrumentos, como las fichas científicas, el análisis de la superficie y de la estructura
interna de las piezas y los medios para identificar la composición química de los objetos. En este
sentido, las fichas científicas son unos documentos que recogen y ofrecen información sobre la
composición de los materiales, las técnicas de fabricación, el origen y otras cualidades y
características que presentan las piezas museísticas. De este modo, las técnicas de laboratorio
comienzan su estudio con el análisis de la superficie de la pieza en cuestión, que puede
realizarse según varios métodos, como la lupa binocular, la luz rasante proyectada sobre el objeto,
la fluorescencia de ultravioletas o la microscopia óptica, entre tantos otros. A través de estas
metodologías se consigue una mayor apreciación de los detalles, de las deformaciones de los
soportes, de la lectura de firmas y de las inscripciones, del estado de conservación o del proceso
de corrosión de los metales que presenta el objeto. Con el uso de otros procedimientos —como la
endoscopia, la radiografía, la microscopía, etc.— se conoce mejor la estructura interna de las
obras. De este modo, dichos datos ayudan a definir las partes y las técnicas de fabricación y de
decoración utilizadas. También existen medios para identificar la composición química de las
piezas, que se dividen entre las siguientes categorías (Hernández, 1994; Gutiérrez, 2012):

● Destructivos. Engloban metodologías como la vía húmeda, la espectrografía de emisión


—que se aplica en objetos de diversa naturaleza, como metales, pigmentos y colorantes,
piedras, vidrios o cerámicas— o la espectrometría por absorción atómica y nuclear sin
activación o con ella.

Página 5 de 8
● No destructivos. Suelen ser los más empleados por no afectar a la integridad de la obra. El
más utilizado es la espectrografía por fluorescencia de rayos X, que permite conocer la
composición química, la procedencia de los elementos y la técnica de fabricación de las
obras. Por su parte, la microscopia electrónica es otra técnica no destructiva que posibilita la
recuperación de información interesante, incluso de objetos conservados en los museos.

En este sentido, existe una auténtica revolución de dichas técnicas, como demuestra el uso de la
nanotecnología o de los rayos láser para este fin de salvaguardia e investigación en los bienes
culturales. No obstante, debe asumirse que cualquier técnica de análisis implica, casi siempre, la
destrucción de un fragmento del objeto. Sin embargo, estas muestras suelen ser mínimas y
acaban formando parte de un banco o de un archivo de muestras de gran uso, importancia y
longevidad. Con el fin de utilizar como última opción estos procedimientos invasivos, que afectan
a la conservación de las piezas, se activan protocolos de actuación que incluyen una reflexión,
una definición de los objetivos y un modo de archivo de las muestras no analizadas (Gutiérrez,
2012).

6.2.3. Biblioteca
Las instituciones museísticas cuentan con otra área fundamental para su labor científica, además
de los laboratorios, los proyectos de investigación y las publicaciones, destacando la biblioteca.
De este modo, puede decirse que cada museo posee una biblioteca particular según los fondos,
las funciones y las actividades que se hayan establecido en los planes museológicos o en los
programas de actuación pertinentes. En esta especialización de disciplinas, la adquisición de los
libros, por parte de la biblioteca, comparte su protagonismo con la obtención de las piezas para
aumentar la colección. Estos fondos, de igual forma, se obtienen por compra, intercambio o
donaciones. Algunos museólogos, en este sentido, afirman que la biblioteca actúa como un buen
baremo para conocer la calidad de las investigaciones que se llevan a cabo. A modo de
ejemplo, tienen una gran relevancia investigadora las bibliotecas del Museo Reina Sofía, la del
Prado o la del IPCE, que es la más importante de su campo —dentro del patrimonio cultural— a
nivel mundial y la primera que tiene una planta circular en España. Por otro lado, la herramienta y
el legado cultural que supone la biblioteca requiere de espacios adecuados y de libreros o
archivistas que cumplan con una ordenación científica y funcional de los fondos. De esta forma,
se facilita y se permite el acceso a cualquier investigador o persona que precise la consulta de los
fondos. En la actualidad, muchos museos cuentan, incluso, con secciones orientadas al público
infantil, un detalle que ayuda a mejorar y a ampliar su función educativa. Además, la
digitalización de los fondos está permitiendo optimizar todos los recursos para cumplir con la
responsabilidad de servicio social que tiene el museo.

6.3. PROYECCIÓN EXTERNA


Tras finalizar el análisis de los bienes que realiza el investigador, este mismo tiene la obligación de
difundir la información o los resultados obtenidos. No debe olvidarse que el museo se
estructura según tres fundamentos: la conservación, la generación de conocimiento científico y la
divulgación. Es una labor que necesita de la colaboración y cooperación con otros departamentos,
especialmente, con la catalogación, la documentación, la exposición de los bienes y la
programación de las actividades educativas y formativas. Así, dicha proyección externa del
trabajo investigativo también implica su publicación. En la mayoría de los museos existe un
servicio —de difusión, de publicaciones, etc.— que se encarga de esta materia y que ayuda en las
tareas de la producción editorial, es decir, en la corrección, en la maquetación o en la impresión
de la misma publicación. El resultado de todo este proceso es la publicación de informes, de
artículos científicos, de revistas, de catálogos o de monográficos, entre otros:

Las publicaciones de carácter científico son escasas o nulas, reduciéndose a catálogos y


monografías, y las diversas actividades —conferencias, reuniones científicas, cursos,
congresos, etc.—, no se caracterizan por su frecuencia ni por su proyección dentro de los
criterios científicos nacionales e internacionales (Hernández, 1994).

No obstante, los proyectos específicos de investigación requieren, en la mayoría de los casos, de

Página 6 de 8
la colaboración con otras instituciones. Este es un factor de gran relevancia, puesto que
dichas publicaciones pueden ayudar a consolidar la imagen, el prestigio y la calidad de un museo.
En cuanto a la realización de actividades de divulgación científica, cualquier museo precisa de
una programación anual enfocada a dicha finalidad. La mayoría de las actuaciones giran en torno
a conferencias, cursos o talleres para todos los niveles, desde el experto hasta el no usuario. Estas
actividades permiten reforzar las investigaciones del colectivo científico a partir de mensajes
comunicativos ofertados a los ciudadanos. Asimismo, los investigadores pueden utilizar otro tipo
de canales de divulgación científica, como las siguientes acciones mencionadas por Nogales
(2004):

● organizar exposiciones temporales en referencia a temas estudiados y novedosos;


● planificar diferentes actividades (viajes culturales para amigos del museo, visitas específicas,
puestos de venta con productos y objetos, etc.) para construir canales de difusión social del
tema investigado;
● articular campañas de difusión (educativas, cursos de formación de docentes, ofertas
lúdico-educativas, etc.) en base al tema investigado;
● incluir en la web oficial del museo y otros soportes multimedia los resultados obtenidos.

El Ministerio de Cultura y Deporte (s.f.; k) señala al museo MNAR como uno de los más
importantes en el ámbito científico español, por su gran papel y trayectoria en la investigación y
difusión científica. Este ha desarrollado diferentes programas de difusión social, en los que se
utilizan varios formatos para volcar las investigaciones a la sociedad:

● Exposiciones. Se trata de un vehículo socializador, con una gran capacidad para atraer a
todo tipo de públicos hacia los contenidos científicos de un museo. Se pueden efectuar por el
propio museo, o bien pueden ser proyectos externos de otras entidades, pero facilitadas al
museo.
● Publicaciones. Consiste en la publicación de los resultados obtenidos en una investigación
para afianzar y divulgar ante la comunidad científica. En el caso del MNAR, este cuenta con
una línea editorial propia para divulgar las investigaciones. Además, participa en diferentes
actos de seminarios, reuniones y congresos o revistas especializadas para ello.

RESUMEN
● La investigación es la primera exigencia de la institución museística, que responde a la
función de consultar diferentes archivos o de planificar la información en torno a un conjunto
de bienes patrimoniales. Así, es la base de todas las actividades de la institución.
● El proceso de investigación se ejecuta mediante seis fases: realización de informes científicos;
análisis de datos; recogida de muestras; difusión de contenidos; supervisión; y colaboración
con otras actividades.
● La programación de proyectos permite a los museos completar, actualizar, interpretar y
ampliar el horizonte de sus propias colecciones y ser incluidos dentro de los planes nacionales
e internacionales de investigación.
● Los museos deben realizar los análisis científicos en los laboratorios, lugar dotado de los
medios necesarios para realizar investigaciones, experimentos y trabajos de carácter
científico o técnico. Estas tareas son fundamentales para el estudio de las colecciones.
● Las técnicas y los instrumentos más frecuentes de un laboratorio museológico son las fichas
científicas, el análisis de la superficie y de la estructura interna de las piezas y los medios
para identificar la composición química de los objetos.
● La biblioteca es una de las áreas indispensables para las tareas de investigación. Las
adquisiciones de libros tienen el mismo protagonismo que la obtención de piezas.
● Tras finalizar el análisis de los bienes, el investigador tiene la obligación de difundir la
información obtenida. Así, la proyección externa del trabajo investigativo también implica su
publicación.

Página 7 de 8
● En cuanto a la realización de actividades de divulgación científica, cualquier museo precisa de
una programación anual enfocada a dicha finalidad. La mayoría de las actuaciones giran en
torno a conferencias, cursos o talleres para todos los niveles.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. ¿Qué estudios abarca una investigación museística?


2. Enumera las etapas del proceso de investigación.
3. ¿Cuáles son las áreas de trabajo de la investigación?
4. Diferencia los medios para identificar la composición química de las piezas durante el análisis.
5. ¿Qué supone la digitalización de las bibliotecas?

SOLUCIONARIO
1. ¿Qué estudios abarca una investigación museística? Los conocimientos adquiridos en el
museo abarcan tanto los estudios cuantitativos, propios de las ciencias físico-naturales, como los
estudios cualitativos de las ciencias sociales. 2. Enumera las etapas del proceso de
investigación. El proceso de investigación se rige por las siguientes etapas:

1. realización de informes científicos;


2. análisis de datos;
3. recogida de muestras;
4. difusión de contenidos;
5. supervisión;
6. colaboración con otras actividades.

3. ¿Cuáles son las áreas de trabajo de la investigación? Las áreas de trabajo de


investigación engloban el desarrollo de los proyectos de investigación, que aúnan los estudios de
campo, los trabajos de laboratorio y las labores compartidas de documentación en las bibliotecas.
4. Diferencia los medios para identificar la composición química de las piezas durante
el análisis. Los medios para identificar la composición química de las piezas se pueden
diferenciar de la siguiente manera:

● Destructivos. Engloban metodologías como la vía húmeda, la espectrografía de emisión —que


se aplica en objetos de diversa naturaleza, como metales, pigmentos y colorantes, piedras,
vidrios o cerámicas— o la espectrometría por absorción atómica y nuclear sin activación o con
ella.

No destructivos. Suelen ser los más empleados por no afectar a la integridad de la obra. El más
utilizado es la espectrografía por fluorescencia de rayos X, que permite conocer la composición
química, la procedencia de los elementos y la técnica de fabricación de las obras. Por su parte, la
microscopia electrónica es otra técnica no destructiva que posibilita la recuperación de
información interesante, incluso de objetos conservados en los museos. 5. ¿Qué supone la
digitalización de las bibliotecas? La digitalización de los fondos está permitiendo optimizar
todos los recursos para cumplir con la responsabilidad de servicio social que tiene el museo.

Página 8 de 8

También podría gustarte