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Parashat Shemot (Éxodo) 1:1-6:1

Por Dan ben Avraham

La parashá de esta semana nos confronta con el


llamamiento de Moisés. La historia es bien conocida de
todos: Desde una zarza ardiente que no se consume, el
ángel del pacto, actuando como agente divino, desafía a
Moisés diciéndole que ha sido “elegido” para sacar a los
hijos de Israel de la esclavitud y llevarlos a tierras de
libertad.

La respuesta de Moisés también nos es conocida:

“¿Quién soy yo para ir a Faraón y liberar a los israelitas


de Egipto?”

Si Di-s lo llamaba, era porque sabía que Moisés era el


hombre del momento, el candidato ideal.

Di-s lo había venido preparando para esa hora. La lengua


egipcia, sin acento, era “su lengua materna”. Conocía
todos los escondites y pasadizos del Palacio, sabía por
dónde se entraba y por dónde se podía salir, conocía las
costumbres, estaba familiarizado con la casa del faraón,
sabía sus trucos para engañar a la gente haciéndose
creer una divinidad. Nadie como Moisés para el momento
de redención que había llegado.

Sin embargo, Moisés responde: “¿Quién soy yo para ir a


Faraón y liberar a los israelitas de Egipto?”
¿Qué quiso decir Moisés cuando responde al llamado
celestial diciendo: “¿Quién yo soy?”

Por supuesto, desde la perspectiva del Moisés


pastoreando ovejas era una pregunta racional y
relevante. Pero en ese momento Di-s lo confronta con
una elección:

a)Puede ignorar este llamado y permanecer en su


cómodo entorno junto con su esposa y su familia y
desentenderse de su pueblo que gime y sufre.
b) Puede escuchar la voz que surge de la zarza
ardiente, dejarlo todo y emprender lo que parece a
primera vista una tarea difícil y definitivamente una
misión peligrosa.

Moisés ahora deberá mirar dentro de sí mismo y hacerse


una pregunta honesta y trascendental: "¿Quién soy yo?"
“¿Es esto lo que debo hacer, y lo que posiblemente me
ocupará por el resto de mi vida?”

Tal vez no sea un accidente que, unos momentos


después, Moisés, buscando ganar tiempo, (lógicamente
para confrontarse más y más con aquella pregunta y
procurar responderla), le dice a Di-s que no puede
aceptar la propuesta, “ya que ni siquiera sabe el nombre
de Di-s”.

La respuesta de la voz desde la zarza ardiente no podría


ser más desafiante también:

‫ ֶאֽהְ ֶ֖יה אֲ ֶׁש ֣ ר ֶאֽהְ ֶי֑ה‬- “Eh-yéh Asher Eh-yeh”.


Los comentaristas, teólogos y filósofos se han roto la
cabeza tratando de descifrar lo que significa esa antigua
frase semita y nos han dicho que puede significar: ¿Yo
soy el que soy?” o “¿Yo seré quién seré?”.

En realidad ambas son alternativas gramaticales válidas,


sin embargo, en este contexto, lejos de estar
ofreciéndole una definición ontológica de quién es Di-s,
(que Moisés no entendería ni la lengua hebrea ni ninguna
otra sería capaz de contar con las palabras apropiadas
para describirlo, porque Di-s mismo no puede ser
contenido en ningún nombre ni en ninguna definición de
Su grandeza eternal), en el contexto en que esta
enigmática frase surge, lejos de proponer una respuesta
ontológica, era más bien una simple, humana y coloquial.

Lo que Di-s le está diciendo a Moisés es muy sencillo,


pero extremadamente confrontativo en el mundo interior
del llamado a ir a Egipto, y en ese contexto la frase
significa:

“Moisés, ocúpate de tus propios asuntos, porque Yo soy


el que Soy y Yo seré quien seré, pero olvídate de eso
Moisés, no pierdas tu tiempo preguntándome quién Yo
Soy, esto es lo que deberás decirle a los israelitas: “Ehyé
(Yo Soy) me ha enviado a ustedes”.

El significado coloquial de la respuesta de Di-s no es ni


será nada nuevo en la historia bíblica. Yaakov
previamente la había preguntado al ángel:
“¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre? ¡Decláramelo!”. Y la
respuesta es prácticamente la misma: ¿Por qué me
preguntas por mi nombre?” (Gén. 32:30)

Y posteriormente, Manoa, en la época de los Jueces, hará


la misma pregunta y recibirá la misma respuesta como
está escrito:

“Entonces dijo Manoa al ángel del Señor: ¿Cuál es tu


nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te
honremos? Y el ángel del Eterno respondió: ¿Por qué
preguntas por mi nombre, que es admirable?”. (Jueces
13)

Lo mismo con Moisés cuando pregunta por el nombre de


Di-s y recibe la misma respuesta: “Ocúpate de tus cosas
Moisés, Yo soy el que Soy, Yo soy el que seré, no es tu
asunto, tu asunto es ir a los hijos de Israel y decirles: “Yo
Soy” me ha enviado a vosotros”.

Observa ahora el contraste entre el “¿Quién soy yo” de


Moisés y lo que Moisés tendrá que decir a los hijos de
Israel: “Yo Soy me ha enviado a ustedes”.

Moisés dice:”¿Quién yo soy? Y Di-s le dice que de ahora


en adelante dirá: “Yo soy me ha enviado a vosotros”.

La transformación había ocurrido. Di-s había ganado.


Moisés se rinde y acepta el desafío.

Ahora la metamorfosis de Kafka1 es más entendible:

1
El autor se refiere a la obra literaria Metamorfosis del escritor judío Frank Kafka (1883-1924)
Pensemos en Moisés diciendo antes: “ ¿Quién yo soy?” y
diciendo después: “Yo soy..”.

El cambio se ha dado. Pero no “de un hombre a un


insecto”, como en la novela de Kafka, sino de “un
pequeño gusano2, a uno en forma de Di-s” para
confrontar a la persona más poderosa de la tierra de sus
días, como le fue dicho:

“Y el Eterno dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido Dios


para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta”.
(Shemot 7:1)

Observa la transformación de Moisés:

 Primero: “¿Quién yo soy?”


 Segundo: “Yo soy.. “
 Tercero: “Yo te he constituido Di-s para Faraón”.

De la incertidumbre a la certidumbre y de la
certidumbre a la autoridad espiritual para la
comisión de la redención.

Cuando respondemos al llamado de Di-s, esa


transformación también tendrá lugar en ti.

De “¿quién yo soy?”, te transformarás en “Yo soy”. Y


del “Yo soy”, al “Yo soy el hombre del momento, yo soy
la mujer del momento, yo soy la persona escogida por
Di-s para este día y para esta hora”.

Rab Dan ben Avraham


2
Una referencia al “gusano de Yaakov” de Isaías 41:14

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