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EXODO 3:11-22.

Preguntas de Moisés
Antes de aceptar la misión para liberar al pueblo de Israel, Moisés le hizo varias
preguntas a Dios:
 ¿Quién soy yo para ir a Faraón? (Ex. 3:11-12) 
 ¿Qué les voy a decir a los Hijos de Israel? (Ex. 3:13-22)      
 ¿Cómo van a creerme? (Ex. 4: 1- 9)  
 ¿Cómo puedo yo? (Ex. 4:10-17)

Iremos examinando cada pregunta, y cómo la responde Dios…

Pregunta #1: ¿QUIÉN SOY YO? (Exo. 3:11-12)


(Éxodo 3:11) Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a
Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? 

Humanamente, Moisés tenía razón al pensar que era imposible llegar a dar
órdenes al faraón. Pero esta misión no era un asunto “humano” sino divino, y eso
fue lo que el Señor le aclaró:
(Éxodo 3:12) Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal
de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a
Dios sobre este monte. 

Moisés estaba viendo las cosas desde un punto de vista humano, y por eso vio
sus limitaciones; pero Dios le hizo cambiar de perspectiva. Moisés hizo la pregunta
equivocada, diciendo: “¿Quién soy yo?” La pregunta correcta debía
ser: “¿Quién es Dios?”, a lo cual encontrará como respuesta: Dios es
Todopoderoso y no hay nada imposible para Él. Aunque las cosas parecieran
imposibles, Moisés iba a tener éxito en esta misión porque el Señor estaría con él.

Por otro lado, Moisés estaba preocupado que el pueblo no lo recibiera como
libertador, ya que en el pasado lo habían rechazado, tal como lo recuerda Esteban
en su discurso:
(Hechos 7:35)  A este Moisés,  a quien habían rechazado,  diciendo: ¿Quién te ha
puesto por gobernante y juez?,  a éste lo envió Dios como gobernante y libertador
por mano del ángel que se le apareció en la zarza.

Pregunta #2: ¿QUÉ LES DIRÉ A LOS HIJOS DE ISRAEL?  (Ex. 3:13-22)        
Moisés también tenía una pregunta que él calculaba que surgiría entre los Hijos de
Israel:
(Éxodo 3:13) Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les
digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 

Moisés pone esta pregunta en la boca de los israelitas, pero tal vez también él
tenía la duda. Dios no comenzó dándole un nombre sino una frase:
(Éxodo 3:14) Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás
a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. 

En hebreo lee: “Ehiye asher Ehiye”, que está escrito en futuro, y dice literalmente:
“Yo seré el que seré”. También podría traducirse en presente: “Yo soy el que
soy”. Esta frase resume todo lo que Dios es y será. En el siguiente versículo, esta
frase se resume en un Nombre: Yehová.
(Éxodo 3:15) Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el
Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me
ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará
por todos los siglos. 

Yehová es el Nombre del Dios de Israel. Nadie más usa ese nombre. Los judíos
no lo pronuncian por respeto, para no profanar Su Nombre (Exo. 20:7); en su lugar
dicen: Adonai o el Eterno. Con este nombre el Señor hizo el Pacto con los
Patriarcas. El es un Dios que hace pactos y los cumple—y eso necesitaban saber
los israelitas en ese momento de desesperanza a causa de la esclavitud.

PASOS DE LA MISIÓN
Dios le indicó a Moisés cuál sería la estrategia y los pasos que debía dar para
sacar a Su Pueblo de Egipto:

a. Reunión con los ancianos de Israel


b. Reunión con el rey de Egipto
c. Vendrá oposición
d. Dios hará señales
e. Salida de Egipto

a. Reunión con los ancianos de Israel


La primera reunión que Moisés debía tener era con los líderes del Pueblo de
Israel.
(Éxodo 3:16-17) Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de
vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo:
En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto; y he dicho: Yo os
sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del
ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel. 

Moisés les iba a revelar el plan completo, que incluía no sólo librarlos de la
esclavitud sino llevarlos a la Tierra Prometida, cumpliendo así el Pacto que había
hecho con los patriarcas. Luego de informar a los líderes, éstos debían encargarse
de transmitir el mensaje a todo el pueblo.

b. Reunión con el rey de Egipto


Para cualquier israelita, hubiera sido prácticamente imposible obtener una
audiencia con el rey de Egipto; pero Moisés tenía acceso por haber sido criado en
el palacio del Faraón.
(Éxodo 3:18) Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y
le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros
iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios
a Jehová nuestro Dios. 

Al faraón no se le iba a informar sobre todo el plan, sino sólo la primera parte.

c. Vendrá oposición
Para que no se sorprendan, Dios les advierte que enfrentarán oposición en el
proceso de la liberación.
(Éxodo 3:19) Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte. 

El pueblo de Israel no va a ser liberado “por la bondad del faraón”, pues él se


opondrá; más bien, será por la mano de Dios. Como veremos más adelante, esa
oposición tenía un propósito.

d. Dios hará señales


Dios mostrará su poder a través de señales.
(Éxodo 3:20)  Pero yo extenderé mi mano,  y heriré a Egipto con todas mis
maravillas que haré en él,  y entonces os dejará ir. 

Como veremos más adelante, parte de estas señales serán las plagas que
probarán el poder de Dios sobre todas las cosas.

e. Salida de Egipto
Finalmente los egipcios reconocerán el poder del Dios de Israel, y dejarán ir a Su
Pueblo. Los israelitas no saldrán huyendo, sino con la autorización de los egipcios,
y aún con recompensa…
(Éxodo 3:21-22)  Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para
que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a
su vecina y a su huésped alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales
pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.

Era importante que tanto Moisés como el pueblo supieran que la liberación iba a
ser un proceso que tomaría tiempo, pero al final se va a hacer la voluntad de Dios.
Exodo 3:9-4:5
En el programa anterior vimos que cuando Moisés se encontraba
cuidando el rebaño de su suegro, en la zona del Monte Horeb,
Dios se le apareció y le llamó, desde una zarza que ardía y
cuyas llamas no la consumían. En el pasaje Bíblico que hoy
consideramos, encontramos el mensaje que Dios le transmitió.
Leamos los versículos 9 al 11:
"Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado
hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los
oprimen. Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que
saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto. Pero Moisés
dijo a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos
de Israel de Egipto?"
Sería bueno que observásemos lo que le había sucedido a
Moisés. Cuarenta años antes de este momento, se encontraba
dispuesto a liberar a Israel. Era presumido, arrogante. Había
matado a un egipcio liberando a uno de los suyos de la
persecución que estaba sufriendo, porque pensó que su acción
sería comprendida. Pensaba que él podía liberar a Israel por sus
propios medios. Pero descubrió que no podía, y entonces Dios le
hizo dirigirse hacia un lugar lejano, en el desierto, para
someterle a una preparación especial y adecuada para esa gran
tarea. Fue así que llegó a darse cuenta de cuán débil era
realmente. Al fin había aprendido que no era capaz de liberar a
Israel por sí mismo.
Ahora Moisés le estaba respondiendo a Dios: "¿pero quién soy
yo? No puedo hacer lo que me estás pidiendo". Estimado amigo,
entonces sí que Dios podía utilizarle. Esa es precisamente la
manera en que Dios prepara a los suyos. Veamos algunos
ejemplos. Más adelante en la historia, El tendría que tomar al
joven David, que pudo matar a un gigante, y hacerle esconderse
en cavernas y cuevas. Después de haber sido aquel joven
acosado, como el animal perseguido por el cazador, descubrió
cuán débil era. Entonces Dios pudo convertirle en un rey.
Elías, el profeta, fue lo bastante valiente como para dirigirse
directamente a la corte de los reyes Acab y Jezabel, de acuerdo
con el relato de 1 Reyes 17:1, con el propósito de decirles que
por un tiempo no habría rocío ni lluvia, hasta que el anunciase lo
contrario. En realidad, Elías no era tan valiente como parecía. Y
Dios le hizo pasar por el desierto, donde el capacita a los suyos.
El profeta solía beber del agua de un arroyo que se estaba
secando, y debió pensar que su vida dependía de aquel arroyo.
Después de pasar por otras experiencias, en las que Dios le
alimentó milagrosamente, descubrió que él no valía nada y que
Dios era todo para él. Cuando se dio cuenta de esto, Dios le
utilizó para enfrentarse a los profetas de Baal, el dios falso de
los cananeos, haciendo descender fuego del cielo.
El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Corintios 12:10, lo
expresó de esta manera:
"Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en
privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte."
Verdaderamente, siendo ésta una paradoja, era, sin embargo, lo
que Dios le estaba enseñando a Moisés. Cuando éste descubrió
que él solo no podía liberar a Israel, pero que Dios sí podía
hacerlo por medio de él, entonces Dios estuvo dispuesto a
utilizarle.
Una de las razones por las cuales muchos de nosotros no somos
utilizados por Dios en la actualidad es que nos sentimos
demasiado fuertes. ¿Te has detenido a pensar en ello? Dios no
puede utilizarnos mientras nos consideremos tan fuertes. Es a
partir de nuestra debilidad que somos fortalecidos. Fue el mismo
apóstol Pablo quien dijo, esta vez en su primera carta a los
Corintios 1:27:
"que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los
sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar
a lo que es fuerte;"
Tanto Moisés como el apóstol Pablo reconocieron que Dios podía
actuar a través de ellos cuando eran conscientes de su
debilidad. Es sorprendente lo que Dios puede hacer por medio
de un instrumento débil.
Continuemos leyendo los versículos 12 y 13:
"Y El dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y la señal para ti de
que soy yo el que te ha enviado será ésta: cuando hayas sacado
al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este monte. Entonces
dijo Moisés a Dios: He aquí, si voy a los hijos de Israel, y les
digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, tal
vez me digan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?"
La pregunta de Moisés era razonable y seguramente todos
nosotros hubiésemos formulado la misma pregunta. Moisés
temía que los del pueblo de Israel no le aceptasen. No sabía
cómo presentarles y explicarles a Dios. Tampoco sabía cómo se
las arreglaría para hacer que los israelitas viniesen a aquel
monte. Estos eran los problemas con los que se enfrentaba
Moisés, y observemos cómo le respondió Dios. Leamos el
versículo 14:
"Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a
los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros."
Indudablemente, en el nombre "YO SOY" hay más significado de
lo que siempre se ha puesto de manifiesto, pero hay varias
cosas de fundamental importancia que debieran mencionarse. El
nombre "YO SOY" es un tetragrama o palabra de 4 letras. Se
tradujo como Yahweh y se convirtió en una palabra sagrada, en
un nombre santo para los israelitas hasta tal punto que, de no
poderlo pronunciar y para evitar profanar el nombre de Dios, no
lo utilizaban. Entonces, ¿cuál es el nombre correcto, Jehová o
Yahweh? Nadie lo sabe. Pero, de todas maneras, el nombre de
Dios puede ser definido como "YO SOY". Puede traducirse como
"el Eterno" o bien, como "el Señor".
En el libro del Génesis, Dios es el Creador. El es Elohim, el Dios
poderoso, el que existe por sí mismo; como le dijo Dios a
Moisés, YO YOY EL QUE SOY. Aquel era el Dios que estaba
enviando a Moisés para liberar al pueblo de Israel.
El Salmo 135:13 dice;
"Tu nombre, Señor, es eterno; tu memoria, Señor, por todas las
generaciones."
En este versículo, la palabra "SEÑOR" puede traducirse como
"YO SOY EL QUE SOY". Es importante ver que este nombre nos
habla de la realidad de que DIOS EXISTE.
El último párrafo de este capítulo detalla la
La misión encomendada a Moisés
Había llegado el momento del cumplimiento de la promesa
expresada, por José, el hijo de Jacob, registrada en Génesis
50:25, que decía: ". . . Dios ciertamente os visitará". Volviendo
a nuestro capítulo 3, el versículo 15 dice:
"Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: El
Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es
mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de
generación en generación."
Dios había aparecido a Abraham, Isaac y Jacob. El mismo Dios
que estaba enviando a Moisés a los israelitas y por el modo
descripto en los versículos siguientes. Leamos desde el versículo
16 hasta el 18:
"Ve y reúne a los ancianos de Israel, y diles: El Señor, el Dios
de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se
me ha aparecido, diciendo: Ciertamente os he visitado y he
visto lo que se os ha hecho en Egipto. Y he dicho: Os sacaré de
la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que
mana leche y miel. Y ellos escucharán tu voz; y tú irás con los
ancianos de Israel al rey de Egipto, y le diréis: El Señor, el Dios
de los hebreos, nos ha salido al encuentro. Ahora pues, permite
que vayamos tres días de camino al desierto para ofrecer
sacrificios al Señor nuestro Dios."
Dios le había indicado a Moisés cual sería su actuación y el
orden que debía seguir. Debía informar a los ancianos de Israel
sobre el plan de liberación de Dios. Luego, él y los ancianos
tendrían que presentarse ante Faraón y pedirle permiso para
salir de viaje por el desierto durante 3 días, para ofrecer, como
nación, sacrificios a su Dios. La intención era comunicarle al
Faraón, con delicadeza, el plan de los israelitas, antes que
manifestarle bruscamente que la idea era regresar para
establecerse para siempre en la tierra de Canaán. Continuemos
leyendo los versículos 19 y 20:
"Pero yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir, si no es por la
fuerza. Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todos
los prodigios que haré en medio de él, y después de esto, os
dejará ir."
Hemos leído que Dios le dijo a Moisés que el Faraón se negaría
a permitir que los israelitas saliesen. La negativa del soberano
desencadenaría la campaña divina contra los dioses falsos de
Egipto. Después de las conversaciones mantenidas, y aunque
Dios demostraría su poder mediante acciones prodigiosas,
Faraón aun se negaría obstinadamente a dejar salir al pueblo.
Entonces Dios, como castigo, enviaría plagas que forzarían a
Faraón a cambiar de opinión y autorizar a Israel para abandonar
Egipto. Dios tenía un plan para liberar al pueblo y
verdaderamente lo llevaría a cabo. Leamos los versículos 21 y
22:
"Y daré a este pueblo gracia ante los ojos de los egipcios; y
sucederá que cuando os vayáis, no os iréis con las manos
vacías, sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que vive
en su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos; y los
pondréis sobre vuestros hijos y sobre vuestras hijas. Así
despojaréis a los egipcios."
Las instrucciones dadas a las mujeres para que pidiesen dichos
objetos no implicaban que podían robar; la idea era que
pudiesen cobrar los sueldos atrasados. Los israelitas habían sido
esclavos, trabajando sin recibir ningún pago. Dios les estaba
simplemente indicando como recuperar los salarios no cobrados
durante algunos centenares de años. De esta manera saldrían
de Egipto debidamente recompensados por muchísimo tiempo
de duros trabajos. Dios estaba realmente cuidando a aquel
pueblo, ante sus futuras necesidades. En el próximo capítulo
veremos como reaccionó Moisés ante este mandato.
Exodo 4:1-5
Tema: Las dos objeciones de Moisés para conducir a Israel fuera
de Egipto: (1) la incredulidad de Israel, y (2) su falta de
elocuencia. Dios respondió a las objeciones de Moisés con dos
señales milagrosas: (1) una vara, fue utilizada por la poderosa
mano de Dios para hacer milagros, y (2) la mano con lepra de
Moisés, una ilustración del pecado, fue limpiada por Dios para
mostrar Su poder a aquellos que se rindiesen a El. Aarón se
convirtió en el portavoz de Moisés; Moisés regresó a Egipto y
anunció a los ancianos dirigentes de Israel el plan de Dios para
su liberación.
Observaciones
Este capítulo nos relata el regreso de Moisés a Egipto y la forma
maravillosa en que Dios actuó con él, debido a sus recelos. La
mente de Moisés estaba llena de preguntas y de obstáculos que
superar. Pero Dios tuvo una respuesta para cada una de sus
objeciones. El primer párrafo, pues, expone
Las objeciones de Moisés para ser el libertador de Israel
Moisés tenía varias razones para creer que no era la persona
adecuada para la tarea que Dios le había encomendado. Leamos
los versículos 1 al 3:
"Moisés respondió, y dijo: ¿Y si no me creen, ni escuchan mi
voz? Porque quizá digan: No se te ha aparecido el Señor. Y el
Señor le dijo: ¿Qué es eso que tienes en la mano? Y él
respondió: Una vara. Entonces El dijo: Échala en tierra. Y él la
echó en tierra y se convirtió en una serpiente; y Moisés huyó de
ella."
En los días futuros, Moisés utilizaría la vara de maneras muy
diferentes. Esta se convertiría en una señal de autoridad y en un
testimonio para Israel y Egipto de la presencia de Dios junto a
Moisés. La vara también sería para él como una fuente de
fortaleza. Cuando en esta ocasión la arrojó al suelo, se convirtió
en un reptil peligroso. Una serpiente normal no habría logrado
que Moisés huyese de ella, porque el estaba habituado a
convivir con los peligros del desierto. Observemos que no había
un poder intrínseco en la vara porque era simplemente un
instrumento que podía ser usado por Satanás, como veremos
más adelante, o por Dios. A modo de ejemplo, podríamos
comparar la vara con un billete de banco, que puede ser usado
para realizar buenas obras, para ayudar a muchas personas
necesitadas; pero también para comprar drogas que destruyen
la salud, o para pagar un asesino. O sea que, un simple billete,
puede convertirse en algo tan dañino y peligroso como una
serpiente. Solo cuando aquel instrumento que era la vara, fuese
puesto en manos de un hombre guiado por Dios, impulsado por
Su poder, podía ser utilizada por Dios. Esta es la lección
importante que contiene este pasaje Bíblico. Leamos el versículo
4:
"Pero el Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano y agárrala por la
cola. Y él extendió la mano, la agarró, y se volvió vara en su
mano. Por esto creerán que se te ha aparecido el Señor, el Dios
de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob."
Las cosas de que disponemos en esta vida, pueden ser usadas
para bien, o para mal. En esta vida podemos ser instrumentos
de Satanás, para hacer el mal, o podemos convertirnos en
instrumentos de Dios para hacer Su voluntad, para hacer el
bien. Dios había llamado a Moisés para liberar a los israelitas de
la esclavitud en la que vivían en Egipto. Le había formado
durante 40 años en el desierto y, como hemos visto en este
texto Bíblico, le estaba encargando una misión desde la zarza
ardiendo. Es interesante recordar que este hombre, que tiempo
atrás, en Egipto, estaba tan ansioso e impaciente que pretendió
adelantarse a los planes de Dios, se mostraba ahora renuente a
aceptar la función de libertador a la cual Dios le estaba
llamando. Cuando él comenzó a enumerar sus objeciones, Dios
puso una vara en su mano. El tenía que aprender que, incluso
cuando algo tan sencillo como una vara fuese usado de acuerdo
con la voluntad de Dios, en las manos de una persona rendida y
consagrada a Dios, tal instrumento se convertiría en un símbolo
de autoridad efectiva que lograría el cumplimiento de los
propósitos de Dios.

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