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Vygotski en la
Psicología
Contemporánea
Cultura, Mente y Contexto
Compiladores:
Autores:
María Jesús Cala Carrillo
Mercedes Cubero Pérez
Manuel de la Mata Benítez
Josué García Amián
Beatriz Macías Gómez-Stern
Paul Goudena
María José Marco Macarro
Miguel Ángel Martínez Rodríguez
Virginia Martínez Lozano
Juan Daniel Ramírez Garrido
David Rubio Martín
José Antonio Sánchez Medina
Andrés Santamaría Santigosa
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Í NDICE
Prólogo
Por Juan Daniel Ramírez Garrido y
Mercedes Cubero Pérez ........................................................... 11
PRIMERA PARTE:
Principales tesis teóricas y metodológicas de la
Psicología Histórico-Cultural .................................................... 19
SEGUNDA PARTE:
Prácticas culturales y desarrollo psicológico ............................ 113
TERCERA PARTE:
Algunas extensiones de la Psicología Histórico-Cultural ......... 195
PRÓLOGO
Primera parte
P RINCIPALES TESIS TEÓRICAS Y
METODOLÓGICAS DE LA
P SICOLOGÍA H ISTÓRICO-C ULTURAL
20
| 21
C APÍTULO I
Psicología Histórico-Cultural y
naturaleza del psiquismo
El método genético
Para Vygotski (1978), la principal clave del método genético es
partir de una comprensión dialéctica de la relación entre la conducta
humana y la naturaleza. A diferencia de los métodos anteriores que
se sustentaban en el esquema de estímulo-respuesta y de una visión
unidireccional de esta relación, la aproximación dialéctica no sólo
admite la influencia de la naturaleza en la conducta humana, sino que
entiende que el hombre, a su vez, modifica su entorno y crea así nue-
vas condiciones en las que vivir y desarrollarse.
La base de esta aproximación al estudio de los procesos psicoló-
gicos está en una interpretación histórica de los mismos, o lo que es
igual, en estudiar los fenómenos en su proceso de cambio. Esto es lo
que muchos autores han designado como el acercamiento al proceso
más que al producto (Riviere, 1984; Wertsch, 1985a). Esta perspecti-
va implica examinar los mecanismos de génesis, formación y trans-
formación de un fenómeno dado hasta su estado final, y no limitar
su estudio a la última fase. Con esta perspectiva evitamos el estudio
de lo que Vygotski llamó conductas fosilizadas (Luria y Vygotski,
1930), conductas en estados finales y frecuentemente de carácter au-
tomático, por lo que aportan poco a la comprensión de la naturaleza
de los fenómenos. Al explicar el método genético Vygotski afirmaba:
“El hecho de abarcar el proceso de desarrollo de una deter-
minada cosa en todas sus fases y cambios –desde el principio
hasta el final– significa fundamentalmente descubrir su natu-
raleza, su esencia, ya que únicamente a través del movimien-
to puede un cuerpo mostrar lo que realmente es. Así pues, el
estudio histórico del comportamiento no es un aspecto auxi-
liar del estudio, sino que más bien, constituye su verdadera
base” (1979: 104-105).
26 | MERCEDES CUBERO Y DAVID RUBIO
que los rodean, los hacen suyos, o lo que es igual, se los apropian.
Mientras que la adaptación implica un proceso de modificación de
las facultades y características de los individuos por exigencias del
medio, la apropiación tiene como resultado la reproducción por parte
de los individuos de facultades, formas de comportamientos y mo-
dos de actividades formados históricamente. La apropiación de la
experiencia acumulada a lo largo de la historia social es pues la forma
de integrarse en un grupo cultural, de acceder a los conocimientos e
instrumentos generados por éste a lo largo de su historia. Si, como
hemos defendido, el desarrollo del psiquismo humano tiene un origen
social, y es a través del proceso de apropiación como se facilita la
participación en las instituciones sociales, la apropiación se convier-
te en el proceso principal que caracteriza el desarrollo del psiquismo
(Rogoff, 1993).
Las características fundamentales de este proceso están relacio-
nadas con la visión del desarrollo que se defiende desde este enfo-
que cultural. Así, se considera que la apropiación es fundamental-
mente un proceso activo, social y comunicativo. Es activo ya que
tiene lugar durante la actividad que el individuo desarrolla con los
objetos y situaciones del entorno en el que se desenvuelve, y que
son la concreción de los conocimientos adquiridos durante el desa-
rrollo de la humanidad. Pero en el proceso de apropiación, de hacer-
los suyos, el sujeto no los incorpora tal y como han sido usados por
otros, sino que los transforma, crea su propia “versión” de ellos. Esto
no significa que las actividades o acciones que el individuo pone en
funcionamiento cobren sentido en los individuos por sí mismos,
sino que por el contrario, éstas se insertan siempre en actividades
sociales. Dicho de otra forma, para que se produzca la apropiación de
los productos culturales se necesita de la comunicación con otros
seres humanos en una actividad común (Leontiev, 1959).
Después de lo expuesto hasta ahora, podríamos señalar que la
génesis social del desarrollo psicológico implica, en definitiva, que
todo proceso psicológico atraviesa primero por una fase social, que
surge de la actividad exterior con los objetos o con otros individuos.
Esta es la idea que en 1930 inspiró a Vygotski para enunciar la “Ley
Genética del Desarrollo Cultural”.
“Cualquier función en el desarrollo cultural del niño, apare-
ce dos veces o en dos planos. Primero aparece en el plano
social y sólo después en el plano psicológico. Primero apare-
ce entre personas como una categoría interpsicológica para
32 | MERCEDES CUBERO Y DAVID RUBIO
1 Otros trabajos de la autora sobre el mismo tema son Cubero, 1991, 1994,
1997, 1999; Ramírez y Cubero, 1995.
38 | MERCEDES CUBERO Y DAVID RUBIO
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| 47
C APÍTULO II
Investigaciones transculturales
Una investigación de obligada mención es la realizada por Luria
(1974). Éste tenía como objetivo demostrar la naturaleza histórica de la
vida psíquica; o lo que es lo mismo, la manera en que las modificacio-
nes en las condiciones de la práctica social crean nuevos motivos de
actividad y, con ello, transforman los propios procesos cognitivos.
Para tales fines, Luria organizó una serie de expediciones al Asia Cen-
tral en las que estudió a diferentes grupos de habitantes de la Repúbli-
ca de Uzbekistán que tenían la peculiaridad de estar inmersos (de ma-
nera diferencial) en un proceso de cambio socioeconómico y cultural
producto de la revolución socialista que aquella república vivía. Así,
las personas diferían en su nivel de alfabetización y en grado de inte-
gración a las formas de distribución social del trabajo, características
de las sociedades occidentales. Aunque este estudio es bien conoci-
do y ha sido frecuentemente referido, por su influencia teórica y
metodológica en las investigaciones de corte cultural, no nos resisti-
mos a presentar, aunque sea escuetamente, algunos de sus datos
más señeros1.
Las tareas que se les proponían eran de muy diversa índole e
implicaban distintos procesos cognitivos: percepción, formación de
conceptos, clasificación, razonamiento, resolución de problemas,
creatividad, imaginación, meta-cognición, etc. Aquí nos referiremos
únicamente a los datos relacionados con tres tareas y procesos que
realizamos las personas cuando pensamos: agrupación o formación
de conceptos, razonamiento a través de silogismos y por último una
tarea de resolución de un problema. En la primera tarea se presenta-
ban cuatro objetos: martillo, sierra, leño y hacha y se pedía a los su-
jetos que dijeran cuáles eran los tres objetos parecidos o los que se
podían nombrar con una palabra común. A este respecto las conclu-
siones fueron claras, los sujetos cuyas formas de vida eran más tra-
dicionales (sobre todo de poblaciones campesinas que vivían bajo
condiciones de economía de subsistencia y los analfabetos) diferían
en la manera de agrupar los objetos de los sujetos que vivían en con-
diciones que se consideraban más modernas (trabajadores de gran-
jas colectivas y alfabetizados). Los primeros partían de la utilidad
práctica como principio general que regía toda su actuación. Solían
agrupa, por ejemplo, hacha y leño, porque “con el hacha se puede
cortar el leño”. Aun reconociendo los objetos que se parecían, no
los incluían en una categoría general, ya que lo significativo para
ellos no era esto, sino que los objetos compartieran una situación
práctica común. Lo que tenía sentido para estos sujetos era reprodu-
cir las relaciones entre los objetos que se encontraban en las situa-
ciones cotidianas. Frente a esta forma de agrupar, lo sujetos que vi-
vían en condiciones modernas solían agrupar martillo, hacha y sierra
porque “son herramientas”. Empleaban, como haríamos nosotros, la
pertenencia a una categoría taxonómica como criterio de agrupación.
Observaciones muy parecidas obtenía Luria cuando les proponía
a los sujetos silogismos del tipo:
“El algodón solamente puede crecer donde hace calor y el
tiempo es seco.
En Inglaterra hace frío y hay humedad.
¿Puede crecer allí el algodón?”
La respuesta de los sujetos alfabetizados no era distinta a la que
cualquiera de nosotros, individuos occidentales alfabetizados, po-
dríamos dar: “En Inglaterra no puede crecer el algodón”. Sin embar-
go, esta respuesta sí distaba mucho de la manera de proceder de los
analfabetos uzbecos, quienes constantemente hacían referencia a la
falta de experiencia personal al respecto, lo que justificaba su negati-
va a contestar:
“Se trata de esto: nuestro zar no es semejante a vuestro zar, y
vuestro zar no es semejante al nuestro. Solamente puede res-
ponder a esas preguntas aquel que lo ha visto, pero el que no
lo ha visto, no puede decir nada [...] yo no lo he visto y por
eso no puedo decirlo. Esta es mi última palabra”
(Segmento de una trascripción de Abdurajm, individuo de
37 años analfabeto citado por Luria 1974, p. 140).
CAPÍTULO II | 51
2 Poblado de la zona bien conocido por los sujetos que participaron en la in-
vestigación.
52 | MERCEDES CUBERO Y MANUEL DE LA MATA
educativo. Uno de los datos que avalaba tal afirmación era que las
personas con nula o muy escasa experiencia escolar, a diferencia de
los alfabetizados, no utilizaron nunca la agrupación en tareas de me-
moria y cuando se les decían explícitamente que agruparan, lo hacían
aludiendo a su experiencia directa con los objetos que representaba
el material a agrupar. Es en este sentido que el L. A. H. (1988) con-
cluía que mientras más experiencia escolar tenían los sujetos, más
abstractas eran las agrupaciones que realizaban y más probabilidad
existía de que las emplearan no sólo como objetivo en sí, sino tam-
bién como medio para facilitar el recuerdo. Estos autores, al igual que
Luria, sugieren que las demandas de la escuela, distintas a las de la
vida cotidiana de estos individuos, son las responsables de la utili-
zación de nuevas operaciones psicológicas o nuevas formas de clasi-
ficar el mundo.
Un segundo aspecto en los que, según las investigaciones trans-
culturales, parece que influye la escolarización, con relación a las ta-
reas de agrupación, tiene que ver con la posibilidad de hacer reclasi-
ficaciones, en hallar más de un criterio sobre el cual agrupar. Sharp et
al. (1979) realizaron una de las investigaciones más ampliamente cita-
da a este respecto. Estudiaron a sujetos mayas y mestizos de distin-
tas edades y con distinta experiencia escolar de áreas rurales de
Yucatán (México). La tarea que se les proponía era agrupar unas fo-
tografías en las que los objetos representados eran figuras geométricas
que variaban en función del color, forma y número. Estos autores
hallaron como dato interesante, a este respecto, que una vez que los
sujetos realizaban una agrupación, les resultaba difícil cambiar de cri-
terio y que la dificultad era mayor en la medida que se tenía menos
experiencia escolar. Es por ello que se concluye que construir bue-
nas clasificaciones no asegura poder reclasificar los mismos elemen-
tos sobre la base de otro criterio. No son, por tanto, resultado de un
mismo proceso. Precisamente según Cole y Scribner (1974):
“[...] es posible que una de las consecuencias de la instruc-
ción sea inculcar la noción de que cualquier grupo de obje-
tos se puede manejar (clasificar) de diversas maneras; es de-
cir, que no hay una manera correcta independientemente de
la tarea que se ejecute” (ídem, 106).
Otro de los temas clásicos en las investigaciones transculturales
sobre clasificación versa sobre el uso del lenguaje para describir las
agrupaciones y el criterio sobre el que se han construido. En este
CAPÍTULO II | 55
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76 | MERCEDES CUBERO Y MANUEL DE LA MATA
C APÍTULO III
La interiorización en la perspectiva
vygotskiana
Para los seguidores del enfoque sociocultural, el proceso implica-
do en la transformación de las actividades o fenómenos sociales en
fenómenos psicológicos recibe el nombre de interiorización. Así, la
participación en actividades culturales bajo la guía de individuos más
capaces nos va a permitir interiorizar los instrumentos que facilitarán
la resolución de problemas de un modo más efectivo que si lo hicié-
ramos individualmente. Este concepto se encuentra estrechamente
vinculado con la tesis del origen social de los procesos psicológicos,
a la que hacíamos mención en el primer capítulo de Cubero y Rubio.
Según Vygotski, la interiorización es la reconstrucción en el plano
intrapsicológico de una operación interpsicológica (Vygotski, 1978).
Vygotski define este proceso en los siguientes términos:
“La transformación de un proceso interpersonal en un pro-
ceso intrapersonal es el resultado de una prolongada serie de
sucesos evolutivos. El proceso aun siendo transformado,
continua existiendo y cambia como una forma externa de
actividad durante cierto tiempo antes de interiorizarse defi-
nitivamente” (p. 57).
Como se ha señalado en otras ocasiones (Santamaría, 1997a,
1997b, 2000, 2001a), uno de los aspectos claves en esta conside-
ración ha sido el concepto vygotskiano de zona de desarrollo próxi-
mo. Este concepto ha inspirado, y continúa haciéndolo, las bases
CAPÍTULO III | 83
Niveles de Análisis
Nivel sociocultural Aprendizaje
Nivel interpersonal Participación guiada
Nivel personal o individual Apropiación
Apropiación y comunicación
La investigación en interacciones
instruccionales. Unas breves notas
En las últimas décadas, el estudio de la interacción entre adultos
y niños, profesores y alumnos, maestros y aprendices, etc., se ha
constituido, como hemos tenido ocasión de ver, en un tema central
en la investigación sobre desarrollo mental. Existen muchas y diver-
sas aproximaciones basadas en enfoques teóricos muy diferentes.
No obstante, todos ellos coinciden en señalar la importancia que los
aspectos sociales y comunicativos, inherentes a la interacción, tie-
nen en el desarrollo. De este modo, el desarrollo del niño no es visto
como un proceso individual sino más bien como un proceso de inter-
acción continua con otros (padres, profesores, etc.). En la mayor par-
te de estos estudios, la interiorización aparece como un aspecto implí-
cito o incluso explícito del marco teórico. Este es el sentido en el que
este tipo de interacción es considerado como un buen ejemplo de la
interiorización de habilidades y destrezas sociales y cognitivas. Po-
dríamos afirmar que estos estudios nos permiten, de alguna manera,
hacer “tangible”, dar forma, al concepto de interiorización (Hoogsteder,
1992).
El problema con el que nos hemos venido encontrando es que
algunos de los estudios empíricos de orientación vygotskiana sobre
interacciones adulto-niño han sido analizado únicamente como un
conjunto de instrucciones del adulto al niño, limitando en exceso su
conceptualización. Esto ha provocado que algunos resultados me-
todológicos alcanzados reflejen los problemas conceptuales que la
noción de interiorización tiene.
Han surgido así, una serie de conceptos y propuestas teóricas y
metodológicas que, usando como base empírica la observación de
situaciones diádicas madre-hijo o adulto-niño, han tratado de expli-
car los progresos del niño a través de las zonas de desarrollo creadas
en la interacción con los adultos. Estas propuestas se han articulado
en base a dos criterios cruciales, a mi juicio, en una visión de conjun-
to de cómo se han ido desarrollando estas investigaciones. Estos
criterios son la fundamentación teórica de la investigación y la pers-
pectiva de análisis adoptada en el estudio (para un desarrollo en ex-
tensión de estos aspectos ver Santamaría, 2001b).
CAPÍTULO III | 105
A modo de conclusión
Como hemos venido desarrollando, algunas de las críticas verti-
das a la noción de interiorización ven en las propuestas vygotskia-
nas una peligrosa tendencia a diluir al individuo en lo social. Ya he-
mos señalado que gran parte de estas críticas proceden del marco de
la investigación en interacciones adulto-niño. Estos estudios consi-
deran que la orientación vygotskiana nos presenta un niño pasivo y
dirigido, en todo momento, por el adulto (Elbers, 1991a, 1991b; Kanner
y Wertsch, 1991).
Estas críticas, de carácter psicologicista, se centran en destacar,
en la visión vygotskiana, una consideración del desarrollo cognitivo
como una mera transmisión de destrezas del adulto al niño. Así, algu-
nos autores como Goudena (1993), destacan la escasa capacidad de
la explicación vygotskiana, demasiado centrada, según su criterio, en
el papel de las fuerzas sociales e institucionales en la génesis del psi-
quismo, a la hora de dar respuesta a la dimensión individual presente
en el desarrollo social y psicológico del individuo. Estas criticas di-
bujan pues un sujeto pasivo en la propuesta vygotskiana sobre la
interiorización, un sujeto que se limita a recibir, o interiorizar pasiva-
mente productos sociales y culturales.
Sin embargo, y como hemos creído poder demostrar a lo largo del
presente capítulo, esta concepción pasiva de un individuo que se li-
mita a asimilar las influencias sociales no se encuentra necesariamen-
te en los trabajos vygotskianos, ni en su concepción de la interiori-
zación. Y esto, porque creemos que en la propia noción de
interiorización está presente una consideración activa del sujeto en
el proceso de desarrollo, y esto hace que ésta no pierda su valor teó-
rico. El concepto de interiorización debe pues ser considerado como
un puente entre los social y lo psicológico (Zinchenko, 1985). Si
aceptamos que el plano psicológico es idéntico al social, la noción de
interiorización carecería de valor alguno para explicar el desarrollo
mental individual.
En las dos últimas décadas se han venido elaborando y desa-
rrollando diversos conceptos que han considerado el proceso de
interiorización en términos de comunicación entre adultos y niños, o
entre miembros más experimentados de la cultura y miembros menos
experimentados. Conceptos como regulación por el otro (heterorre-
gulación) y regulación individual (autorregulación), (Wertsch, 1979,
1985; Wertsch y Hickman, 1987; etc.), andamiaje (Wood, Bruner y
106 | ANDRÉS SANTAMARÍA
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CAPÍTULO III | 107
Segunda parte
P RÁCTICAS CULTURALES
Y DESARROLLO PSICOLÓGICO
114
| 115
C APÍTULO IV
Comunicación profesor-alumno y
aprendizaje de textos en Educación de
personas adultas1
Método
Sujetos. En el estudio empírico participaron veinte parejas forma-
das por profesor y alumno. Pertenecían a dos niveles diferentes de la
educación de personas adultas: el nivel que se denomina de ciclo
medio y el nivel de pregraduado. En el nivel de ciclo medio el alumno
posee ya unas habilidades lecto-escritoras básicas y se empieza a tra-
bajar con materiales más complejos (textos literarios, por ejemplo) y
objetivos más avanzados. No existe todavía un trabajo disciplinar
definido (matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales...). El ni-
vel de pregraduado conlleva una forma de trabajo más disciplinar,
con materias como matemáticas, lengua, historia o ciencias naturales.
Corresponde al nivel de la enseñanza primaria.
Materiales. Para estudiar las acciones de memoria se desarrolló
una serie de textos de carácter expositivo. Se eligieron textos cuyo
tema no era tratado directamente en clase en ninguno de los dos ni-
veles, para evitar diferencias en el grado de familiaridad con los ma-
teriales entre los dos niveles. En concreto, trataban sobre pueblos
antiguos, como los incas, los celtas, los sumerios, los vikingos y los
fenicios. Se trató de construir unos textos que tuviesen una estructu-
ra netamente escolar. Cada uno tenía cuatro párrafos, en los cuales
aparecía una idea principal, varias ideas secundarias, subordinadas a
la idea principal y, finalmente, ideas terciarias, es decir, detalles refe-
ridos a las ideas principales o secundarias. Los textos eran diferentes
en su contenido, pero semejantes en su estructura, claramente esco-
lar, como se ha señalado.
Procedimiento. El trabajo incluía cuatro fases. En la primera y la
cuarta se presentaba a los alumnos un texto y se les decía que de-
bían estudiarlo y recordarlo individualmente. Se les decía que podían
dedicarse a leerlo y estudiarlo durante todo el tiempo que quisieran.
Al final debían recordarlo y debían hacerlo dos veces, inmediatamen-
te después de estudiarlo y al día siguiente. Había, por tanto, una ta-
rea de recuerdo inmediato y una tarea de recuerdo demorado, al día
siguiente. La segunda y la tercera fase implicaban el empleo de textos
semejantes a los anteriores, aunque de menor extensión. En este
caso, profesor y alumno trabajaban conjuntamente con estos textos.
122 | MANUEL DE LA MATA
Resultados y discusión
Como se ha señalado previamente, el trabajo intenta explorar al-
gunos de los procesos por los que la educación formal y, más especí-
ficamente, la interacción profesor-alumno influye en la adquisición de
acciones de memorización y recuerdo. En todos los análisis conside-
ramos dos factores explicativos, nivel educativo y fase de estudio y
recuerdo. Cada uno de ellos representaba dos dominios genéticos
(Wertsch, 1985) diferentes. El nivel educativo, es decir, la experiencia
en actividades de educación formal, correspondía al dominio cultural,
mientras que la fase de estudio correspondía al dominio microgené-
CAPÍTULO IV | 123
70
60
50
40
%
30
20
10
0
Texto Párrafo Parte de párrafo
Tema de las acciones de estudio
Ciclo Medio
80
70
60
50
%
40
30
20
10
0
Texto Párrafo Parte de párrafo
Fase 1 Fase 2
Pregraduados
Pregraduados
80
70
60
50
%
40
30
20
10
0
Texto Párrafo Parte de párrafo
Fase 1 Fase 2
Neolectores Pregraduado
Fase 1 Fase 2
100
90
80
70
60
50
%
40
30
20
10
0
Índices Referencia Referencia
extraling textual estructura
Neolectores Pregraduado
132 | MANUEL DE LA MATA
Recuerdo individual
Los últimos resultados analizados hasta el momento se refieren al
recuerdo en las fases individuales. Se ha comparado el recuerdo indi-
vidual en los dos niveles educativos y en las dos fases individuales
(fases 1 y 4), teniendo en cuenta también la distinción entre recuerdo
inmediato (inmediatamente después de terminar el estudio del texto)
y recuerdo demorado (al día siguiente). Los datos que se presentan
en este apartado distinguen también entre recuerdo global contabi-
lizando todas las ideas recordadas, recuerdo de ideas principales y
recuerdo de ideas secundarias y detalles.
El primer análisis es el de recuerdo global.
70
60
50
% ideas
40
30
20
10
0
Rec. Inm. 1 Rec. Dem. 1 Rec. Inm. 4 Rec. Dem. 4
Pregraduado Neolectores
70
60
50
% ideas
40
30
20
10
0
Rec. Inm. 1 Rec. Dem. 1 Rec. Inm. 4 Rec. Dem. 4
Pregraduado Neolectores
70
60
50
% ideas
40
30
20
10
0
Rec. Inm. 1 Rec. Dem. 1 Rec. Inm. 4 Rec. Dem. 4
Pregraduado Neolectores
Conclusiones
Para terminar esta presentación, podemos señalar algunas con-
clusiones que se derivan de los resultados expuestos. La naturaleza
exploratoria del trabajo, así como el carácter provisional de los análi-
sis realizados nos obligan a ser muy prudentes a la hora de concluir.
No obstante, pueden destacarse algunas ideas relativas a las accio-
nes de memorización y recuerdo que se desprenden de los datos.
Como hemos repetido desde el principio, el objetivo básico de la
investigación era explorar algunas características de las acciones
mediadas de memorización y recuerdo en el marco de la interacción
profesor-alumno. Estas acciones se relacionaban con dos variables
explicativas: nivel educativo y fase de estudio o recuerdo, que se re-
lacionaban a su vez con diferentes dominios genéticos y, por tanto,
reflejaban de distinta manera el papel de las actividades de educa-
ción formal.
En el caso de las acciones de memorización de los textos, se ha
observado relación entre el nivel educativo y la complejidad de las
acciones. Las acciones empleadas por profesores y alumnos del nivel
de pregraduado abarcaban mayor cantidad de ideas textuales que las
empleadas en el nivel de neolectores-ciclo medio, lo que coincidió
con lo esperado. Igualmente se observó la relación esperada entre el
nivel educativo, es decir, la experiencia en actividades de educación
formal y la responsabilidad asumida por el alumno a la hora de reali-
zar las acciones de estudio. Los alumnos con mayor experiencia en
136 | MANUEL DE LA MATA
Referencias bibliográficas
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ción. Madrid: Paidós/M.E.C.
CAPÍTULO IV | 139
C APÍTULO V
Tipos de discurso
y modos de pensamientos:
un debate actual en los estudios culturales
Mercedes Cubero Pérez
Juan Daniel Ramírez Garrido
Laboratorio de Actividad Humana
Universidad de Sevilla
Por tanto, esta concepción nos dará la clave de por qué cambia el
pensamiento verbal. Así, la heterogeneidad histórica de éste debe ser
interpretada como heterogeneidad de los escenarios de actividad.
“Desde el punto de vista de esta aproximación, la conexión
entre distintos tipos de actividad –en distintas culturas y en
una misma cultura– y heterogeneidad del pensamiento pare-
ce obvia. La razón de la heterogeneidad del pensamiento ver-
bal debe, por consiguiente, ser percibida no en una fortuita
preservación en la sociedad y en el individuo de estadios del
pensamiento antiguos o inferiores en la socio y ontogénesis,
sino en la variedad de actividades presentes en una sociedad
y llevadas a cabo por los individuos. Históricamente, la he-
terogeneidad surge con la aparición de nuevos tipos de acti-
vidad, las cuales requieren y generan nuevos tipos de pensa-
miento [...] Al mismo tiempo, desde que formas de actividad
más antiguas, que cumplen un determinado papel en la cul-
tura, son preservadas, los antiguos tipos de pensamiento que
les corresponden funcionalmente también se preservan. No
es posible aplicar un único tipo de pensamiento verbal para
resolver cualquier tipo de problema y para todos los tipos
de actividad, por ello un tipo de pensamiento no puede re-
emplazar a otro [...] Desde el punto de vista de la teoría de la
actividad esto daría sentido a que no habláramos más de esta-
dios superiores e inferiores en el desarrollo del pensamien-
to, sino mejor hablar de tipos de pensamiento que corres-
ponden funcionalmente con tipos de actividad” (ídem, p.
67).
El interés de estas citas estriba en que justifican no sólo el hecho
de que individuos de una misma cultura que participan en distintas
actividades puedan tener distintas maneras de resolver los proble-
mas a los que se enfrenta, sino además que, precisamente porque los
modos de pensamiento corresponden a distintos tipos de actividad,
en un mismo individuo podemos encontrar, coexistiendo, estas for-
mas diferentes de pensamiento en función del tipo de actividad que
desempeñan. Así, un sujeto que esté en condiciones de realizar dis-
tintas actividades aplicará modos diferentes de pensar en función de
cada una de ellas. La teoría de la actividad aporta, pues, el marco ex-
plicativo, el porqué, de la existencia de más de una forma de razona-
miento conviviendo en un mismo individuo y en una misma cultura
148 | MERCEDES CUBERO Y JUAN DANIEL RAMÍREZ
Episodio I
(Alumna.- A.)
A.:
— Huevos, pollo, el filete –la carne, vamos–, la chuleta, la salchicha,
el salchichón, el chorizo y la morcilla porque son carne y tienen
muchas calorías y mucho valor energético.
— La torta, las galletas y las magdalenas porque son dulces, tienen
muchas calorías, porque son de la misma clase, son para el desayu-
no y la merienda y no se pueden comer mucho porque engordan.
— Pera, fresa, plátano y manzana porque son frutas.
— Estos son verduras: los ajos, la cebolla, las patatas –fécula–, la
lechuga y los pimientos porque son alimentos reguladores que
son muy necesarios para el organismo.
— Garbanzos, lentejas, chícharos y pan que son muy energéticos,
son como el arroz –no me acuerdo como se llaman– porque son
alimentos base, se deben comer una vez a la semana por lo menos.
Episodio II
E.:
— Estos están con estos (se refiere a las legumbres con los huevos
y la mantequilla).
M.:
— No, estos tres son derivados unos de otros (se refiere a la leche, la
mantequilla y los huevos) y también porque de donde cojo una
cosa cojo las otras.
— Las legumbres también por lo mismo, porque cuando voy a coger
las legumbres cojo un kilo de cada cosa y lo compro todo en el
mismo sitio.
— Los dulces igual. Yo cuando entro en el supermercado, está todo
en el mismo sitio y yo ya cojo, menos el pan que viene un panade-
ro a casa, voy viendo y cogiendo lo que me parece...
El contraste entre ambos episodios nos recuerda una vez más las
enormes diferencias que pueden llegar a existir entre dos clasificacio-
nes aparentemente iguales, a la vista de los estímulos incluidos en
cada una de ellas. Pero bastará con que pidamos que se nos explique
el modo en que cada una de estas clasificaciones ha sido realizada
para descubrir que los criterios esgrimidos son completamente dis-
tintos.
A lo largo del primero de ellos podemos ver que A. recurre a tér-
minos clasificadores como carne, dulces, frutas, verduras, etc., para
agrupar los alimentos. Y, además, lo justifica mediante términos igual-
mente categoriales y abstractos como calorías, alimentos base y ali-
mentos reguladores. Los diferentes enunciados proferidos a lo largo
de toda la entrevista presentan, por lo tanto, una estructura que el
propio Vygotski bien podría denominar conceptual. Como lo que se
exterioriza a través de ellos son conceptos, tales enunciados adop-
tan la forma más adecuada para expresarlos: el argumento. Recorde-
mos lo que en la cita de Bruner (1986), a la que en párrafos más arriba
hemos hecho alusión, se expresaba: todo argumento es susceptible
de verificación mediante pruebas formales y empíricas, si bien esto
no siempre es necesario, ya que ha sido aprendido en el marco de la
educación formal, el medio socialmente legitimado para transmitir el
conocimiento científico.
En el caso de las razones esgrimidas por M. las cosas van en otra
dirección. No tenemos motivos para decir que M. no hubiera podido
razonar al modo en que lo ha hecho su compañera, pero las buenas
razones no parecen ser la mejor garantía de demostración para ella,
CAPÍTULO V | 157
Episodio III
(Alumna.- A.)
A.:
— Mira por la mañana les pondría un vaso de leche o de café, pero
como aquí no hay, pues de leche, y unas magdalenas.
CAPÍTULO V | 159
Episodio IV
Referencias bibligráficas
BRUNER, J. (1964) The curse of cognitive growth. American Psychology,
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—— (1997/1997) La educación, puerta de la cultura. Madrid: Aprendi-
zaje Visor.
CAPÍTULO V | 163
C APÍTULO VI
La construcción de significados en el
marco de una Psicología Cultural:
el Pensamiento Narrativo
Andrés Santamaría Santigosa
Laboratorio de Actividad Humana. Universidad de Sevilla.
Miguel Ángel Martínez Rodríguez
Universidad Nacional Autónoma de México. Campus de Iztacala
Laboratorio de Actividad Humana. Universidad de Sevilla.
La recuperación de la acción y el
pensamiento narrativo en la construcción
de significados
En las últimas décadas, en las ciencias sociales y humanas, esta-
mos viviendo lo que podría considerarse una recuperación de la ac-
ción y de lo social como ejes vertebradores de la constitución indivi-
dual. Recuperación que puede permitirnos, a los interesados en este
estudio, superar la tradicional desconexión entre lo privado y lo pú-
blico, así como acortar la distancia existente entre nuestros concep-
tos y nuestras realidades. Gran parte de estas visiones no sólo han
recuperado la acción humana como aspecto central en sus teorías,
sino que, lo que es aún más importante creemos, han resaltado su
naturaleza y génesis esencialmente social. Es por ello por lo que no
podemos ya hablar de individuos aislados. Con esto no queremos a-
nular al individuo. Sin necesidad de renunciar a él, en la actualidad
cada vez es más claro que el ser humano es sobre todo un ser que
habla, que se comunica (con los demás y consigo mismo). Podríamos
afirmar que el discurso lo mediatiza todo: el conocimiento y la rela-
ción con el mundo, con el “otro”, con uno mismo, etc. En el indivi-
duo está siempre presente un “otro” que lo caracteriza dialógicamen-
te. Existe pues una suerte de alteridad que se constituye de alguna
manera en la estructura primigenia de la existencia individual (Bajtín,
1979). Como señala la filósofa Victoria Camps (1993):
“…la conciencia de nuestra realidad lingüística ha acabado
con el solipsismo…
…Nietzsche, Freud, Marx, Wittgenstein, Heidegger, Foucault
han puesto en cuestión la validez teórica del individuo como
punto de partida absoluto, hasta el extremo de proclamar
sucesivas defunciones del sujeto. La única objetividad reco-
nocida hoy es la intersubjetividad” (Camps, 1993, p. 21).
En estas páginas defendemos pues que la experiencia y la acción
humana son, sobre todo, experiencia y acción compartida, conjunta,
y que éstas se encuentran mediadas y se conforman mediante el uso
del lenguaje. Incluso lo más consustancial al individuo tiene lugar en
el marco de relaciones sociales en las que el lenguaje y la comunica-
ción conforman y dan sentido a las experiencias con los otros y con
nosotros mismos. En esta línea Camps añade:
170 | ANDRÉS SANTAMRÍA Y MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ
CULTURA
Referencias bibliográficas
BAJTÍN, M. (1979/1986) Speech genres and others late essays. Austin,
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HERMANS, J.M. y KEMPEN, J.G. (1993) The dialogical self: meaning as
movement. San Diego, CA, US: Academic Press.
CAPÍTULO VI | 191
Tercera parte
A LGUNAS EXTENSIONES DE LA
P SICOLOGÍA H ISTÓRICO-C ULTURAL
196
| 197
C APÍTULO VII
poral personal eran más frecuentes entre niños italianos que entre
alemanes, que preferían un tipo de contacto más distante (sonrisas,
hablar, etc.). Farver y Howes (1988) realizaron un estudio comparado
de las conductas sociales en niños norteamericanos e indonesios de
distintas edades. La principal conclusión que los autores derivan de
su estudio es que existe una gran diferencia en las interacciones so-
ciales de los niños, estando éstas claramente modeladas por el con-
texto social. Por ejemplo, era más común entre los niños indonesios
cuidar de otros niños de menor edad que entre los niños norteameri-
canos; así como la segregación sexual a la hora de elegir compañero
de juegos era más marcada entre los niños indonesios que entre los
norteamericanos.
Desde una perspectiva más etnográfica, Corsaro (1988), Corsaro y
Rizzo (1988) y Corsaro y Schwarz (1991), nos aportan más datos en el
sentido anteriormente indicado. En sus trabajos estos autores estu-
diaron el comportamiento de niños de preescolar italianos y norte-
americanos durante el tiempo de recreo. Su análisis se dirigió a la
identificación de unos patrones comunes, recurrentes y predictibles
de conducta que denominaron como rutinas. Estos autores identifi-
caron dos grandes tipos de rutinas, las de participación social y las
de protección del espacio interactivo, cada una de ellas con una fun-
ción socializadora diferente. Las primeras hacen referencia a las con-
ductas establecidas por los niños con el fin de colaborar entre ellos y
de compartir el escenario social en el que desarrollan sus interaccio-
nes. Las de protección del espacio interactivo hacen referencia a los
comportamientos emitidos por los niños cuando, una vez involucra-
dos en un juego, otro se acerca con la intención de unirse a la activi-
dad en marcha. En este momento despliegan una serie de comporta-
mientos encaminados a proteger el espacio interactivo de posibles
interferencias, para asegurarse que la actividad en marcha no se ve
alterada por las nuevas incorporaciones.
Estas rutinas aparecían de modo sistemático en las interacciones
entre iguales, independientemente de la cultura de referencia de los
niños. Algunas de ellas se desarrollaban de un modo idéntico en di-
ferentes ambientes, aunque otras aparecían de manera sustancial-
mente diferente, dejando asomar claros componentes culturales. Así
por ejemplo, la rutina de protección del espacio interactivo, que apa-
recía en ambas culturas, marcó importantes diferencias. Entre los ni-
ños norteamericanos, esta rutina consistió en negar de modo explíci-
to la posibilidad de incorporarse a la actividad en juego. Los niños
CAPÍTULO VII | 203
Referencias bibliográficas
BRUNER, J. (1986/1988) Realidad Mental y mundos posibles. Barcelona:
Gedisa.
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CAPÍTULO VII | 215
C APÍTULO VIII
1 En este punto seré muy breve, ya que esto ha sido contenido específico del
capítulo de Cubero y Rubio de este volumen.
220 | MARÍA JESÚS CALA
2 En los trabajos realizados por Scribner y Cole (1981) con sujetos vai de
Liberia se encontró que cuando la alfabetización no va ligada a la escola-
rización, es decir a la participación en un contexto de actividad como el de
la educación formal, no hacía que las personas mejorasen su ejecución en
tareas de razonamiento abstracto ni que agrupasen sobre la base de catego-
rías abstractas.
222 | MARÍA JESÚS CALA
Método
Participantes:
En esta investigación participaron 19 mujeres y 16 hombres perte-
necientes a 3 niveles educativos diferentes: alfabetización (7 hombres
y 7 mujeres), graduado (4 hombres y 7 mujeres) y universitarios (5
hombres y 5 mujeres). Las personas pertenecientes a los dos prime-
ros niveles asistían a centros de Educación de Personas Adultas y
las del tercer nivel educativo eran estudiantes de los últimos cursos
de la licenciatura de psicología. Las edades de estas personas oscila-
ban entre los 22 y los 57 años.
Procedimiento:
La investigación constó de varias fases:
• 1ª FASE: Entrevista. En primer lugar se realizó, de forma individual,
una entrevista amplia de la que se extrajeron datos acerca de cues-
tiones sociodemográficas (edad, convivencia o no en pareja, nú-
mero de hijos, situación laboral, tipo de trabajo que realizaban...).
Por otro lado, en la entrevista también se le pedía a las mujeres y
hombres que participaron en nuestro estudio que nos narrasen
cómo era un día “normal” de su vida con objeto de tener un regis-
CAPÍTULO VIII | 227
Sistema de categorías:
Generalidad/particularidad del discurso.
Uno de los aspectos que analizamos del discurso y que será en el
que nos centraremos aquí, fue el grado de generalidad/particularidad.
Así, cada enunciado o turno completo de palabra se clasificó en fun-
ción de la generalidad/particularidad del referente sobre el que se
discutía. Distinguimos entre:
228 | MARÍA JESÚS CALA
Resultados y discusión
4 Para una mayor claridad en la exposición se han omitido los análisis técni-
cos (véase Cala, 1999).
CAPÍTULO VIII | 229
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Alfabetización Graduado Universitario
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Hombres Mujeres
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Hombres Mujeres
Referencias bibliográficas
AJZEN, I. y FISHBEIN, M. (1977) “Attitude-behavior relations: A theoretical
analysis and review of empirical research”. Psychological Bulletin,
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London: Sage.
BRUNER, J.S. (1986/1988) Realidad mental, mundos posibles. Barcelona:
Gedisa.
238 | MARÍA JESÚS CALA
C APÍTULO IX
cuando el debate era percibido como una tarea formal, como una ac-
tividad escolar, su discurso era mucho más descontextualizado, usa-
ban conceptos sin referencias directas a sus experiencias cotidianas,
y sus intervenciones tomaban la forma de explicaciones que susti-
tuían a los formatos narrativos, más propios de los escenarios infor-
males y de las mujeres sin experiencia escolar.
No es arriesgado hipotetizar que estos cambios en los modos de
discurso, y consecuentemente en los modos de pensamiento, deben
tener un claro efecto en la forma en la que las personas construyen
su identidad cultural. La forma de reflexionar sobre el yo, o sobre la
identidad grupal, debe cambiar cuando la persona accede a los ins-
trumentos semióticos que se desarrollan y usan en el escenario de la
educación formal a través del proceso de alfabetización. Los enun-
ciados que las personas profieren cuando debaten con otros sobre
su identidad –personal o cultural–, las historias que construyen o
las categorías que emplean cuando se identifican con alguien o algo,
estarán inevitablemente teñidas por el acceso a los nuevos instru-
mentos semióticos ligados a la racionalidad descontextualizada que
promueve la escolarización. En el siguiente apartados ilustraremos
cómo tiene lugar este proceso en una escuela de adultos de Andalu-
cía (sur de España).
2. Estilo discursivo
2. Orientación
con su propia función. Por ejemplo, Forsyth, Elliot and Welsh (1991)
formularon 16 diferentes funciones de la identidad grupal y del senti-
miento de pertenencia a un grupo.
Para nuestro análisis, el interés de este debate recae en el énfasis
que cada tipo de estudio empírico y cada metodología pone en una u
otra función de la identidad. Las investigaciones de Tajfel y otras
basadas en su teoría piden a los sujetos que se definan con relación
a otros grupos. La valoración del contraste, y además, la relevancia
de tomar una posición como mejor o peor respecto del elemento de
contraste, se convierten en un recurso de primer orden. Sin embargo,
la investigación que toma una función más existencial, pide a los su-
jetos que se definan a sí mismos, personalmente, o como miembros
de un grupo profesional, cultural o étnico. En este caso, sin un grupo
de comparación explícito, la comparación aparece como un recurso
menos importante. La lista de rasgos parece ser el mejor recurso para
llevar a cabo el objetivo propuesto por el investigador. Vemos cómo
la estructura y contenido de la identidad depende de las tareas con-
frontadas por el sujeto. Esto es, la identidad es una acción situada,
cuya forma se ajusta a los requerimientos del escenario en el que se
despliega. Las autodefiniciones de las mujeres que asisten a la escue-
la de adultos cambian dependiendo de, entre otros factores, la expe-
riencia de escolarización. Las mujeres que participaron en la investi-
gación compartían una gran cantidad de sus relaciones sociales y
experiencias, vivían en el mismo vecindario, hacían la compra en las
mismas tiendas... Sin embargo, la forma en que defienden su perte-
nencia a la comunidad andaluza, e incluso, como Schocher-Carlier
(1998) señala, su forma de definirse a sí mismas, depende de los recur-
sos semióticos que han adquirido en la escuela. El dominio de la ra-
cionalidad formal que logran en la escuela juega un rol crucial en el
modo en que estas mujeres construyen su identidad.
Para concluir debemos señalar que los datos aportados por
nuestro estudio no deben interpretarse en ningún caso en términos
de superioridad en los modos de construir la identidad cultural.
Nuestros datos no muestran que las mujeres de graduado desarro-
llen una identidad cultural más fuerte o sofisticada. Simplemente
muestran que pueden construir ésta de un modo diferente a como lo
hacen las mujeres del grupo de alfabetización. En el primer caso la
identidad cultural parece construirse sobre la narración de experien-
cias. Es una identidad cultural estrechamente ligada a las prácticas
sociales cotidianas de estas mujeres. En el caso de las mujeres del
260 | J. SÁNCHEZ, B. MACÍAS, M. J. MARCO Y J. GARCÍA
Referencias bibliográficas
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CAPÍTULO IX | 261
De la misma Colección:
Pensamiento y Lenguaje.
Habla egocéntrica y regulación de las acciones