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La imputación de pagos es la determinación de la obligación a la que se aplica el pago y

produce su cumplimiento habiéndose varias del mismo tipo entre acreedor y deudor.

La imputación de pagos presupone, pues, que una persona tiene varias deudas de la
misma especie a favor de un mismo acreedor, lo que determina la necesidad de
precisar a cuál de esas deudas se debe aplicarse el pago realizado.

Existen 3 clases de imputación:

a) La imputación hecha por el deudor.


Art. 1171.1 CC, “El que tuviera varias deudas no misma especie en favor de un
solo acreedor, podrá declarar, y al tiempo de hacer el pago, a cuál de ellas debe
aplicarse”.
Por lo tanto, en principio corresponde al deudor la facultad de imputar el pago
realizado a alguna de sus deudas, mediante una declaración de voluntad
dirigida al acreedor sobre el destino de la prestación que realiza.

En el ejercicio de esa facultad, el deudor deberá respetar lo dispuesto en el art.


1173 CC, según el cual “Si la deuda produce interés, no podrá estimarse hecho
el pago por cuenta del capital mientras no estén cubiertos los intereses”; ya
que de lo contrario supondría convertir una deuda que produce intereses en
una simple en claro perjuicio del acreedor.

b) La imputación convencional.
Es la hecha de común acuerdo, por el acreedor y el deudor, o por aquél con el
consentimiento de éste.
A esta clase de imputación se refiere el art. 1172 CC, según el cual “Si (el
deudor) aceptaré del acreedor un recibo en que se hiciese la aplicación del
pago, no podrá reclamar contra está, a menos que hubiese mediado causa que
invalide el contrato.

c) La Imputación legal.
Con carácter subsidiario, es decir para el caso de que el deudor no haya hecho
la imputación o la misma se haya convenido, el artículo 1174 CC prevé que “se
estimará satisfecha la deuda más onerosa al deudor entre las que estén
vencidas. Sí estas fueren de igual naturaleza y gravamen, el pago se imputará a
todas a prorrata”.

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