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Derecho de la mujer a la educación

La formación, uno de los pilares para la igualdad de


derechos
Para garantizar una sociedad igualitaria en cuestiones de género,
donde se respeten los derechos de la mujer y la convivencia
entre hombres y mujeres sea equitativa, hay que trabajar estos
conceptos desde la infancia. La mejor manera para lograrlo es
asegurar el acceso a la educación tanto a niños como a niñas, y
que éste sea un derecho fundamental como ser humano.

La educación es una condición básica y necesaria para el desarrollo.


La constitución de sociedades basadas en la justicia y la igualdad, en
la que las personas vean respetadas su dignidad y su desarrollo
integral como seres humanos, depende en gran medida del fomento
que éstas hagan de una educación basada en el respeto del otro
como ser humano y como sujeto de derechos.

La educación es un derecho humano y constituye un instrumento


indispensable para alcanzar los objetivos de la igualdad, el
desarrollo y la paz. La educación no discriminatoria beneficia tanto a
las niñas como a los niños y conduce a relaciones más igualitarias
entre mujeres y hombres. La igualdad de acceso a la educación y la
obtención de educación son necesarias para que más mujeres se
conviertan en agentes de cambio.

La alfabetización de la mujer es importante para mejorar la salud, la


nutrición y la educación de la familia, así como para habilitar a la mujer
para participar en la adopción de decisiones en la sociedad. Manos
Unidas apoya todas las iniciativas que nacen con la idea de potenciar
los valores universales de la educación, y aporta los recursos
necesarios para impulsar este factor "imprescindible" para el
desarrollo.

"Hay diez millones más de niñas que de niños que no van a la escuela
primaria" (ONU).

"El 90% de las mujeres del mundo vive en el atraso, la pobreza y el


dolor. (...) las venden como esclavas, las mutilan, las torturan, las
explotan, las prostituyen, las obligan a servir esposos que no quieren y
tener hijos que no desean. Falta tanto por hacer! "(Isabel Allende).

Para hacernos una idea de cómo está la situación, podríamos decir


que cerca de 960 millones de personas no saben leer. Dos terceras
partes de estas personas son mujeres. En las últimas dos décadas, la
proporción de mujeres con trabajo asalariado en el sector no agrario
aumentó del 34% al 40%, a pesar de que en África septentrional y
Asia occidental la situación laboral de las mujeres no ha avanzado
desde 1990 .

De todo el comercio internacional de seres humanos, cerca del 70%


es de niñas y mujeres.

La pobreza y el hambre causadas por los desplazamientos afectan


especialmente a las mujeres, como en Sudán, donde el 80% de
personas desplazadas son mujeres y niñas.

Las mujeres tienen 5 veces más posibilidades de sufrir enfermedades


de transmisión sexual que los hombres. Estas enfermedades ocupan
el segundo lugar en la mortalidad de las mujeres entre 15 y 44 años.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 150 millones de
niñas menores de 18 años sufrieron, en 2002, relaciones sexuales
forzosas y otras formas de violencia física y sexual.

Estudios de la FAO indican que la mujer es el pilar de la pequeña


agricultura y de la subsistencia cotidiana familiar: las mujeres
producen entre el 60% y el 80% de los alimentos de los países en vías
de desarrollo y más del 50% de los de todo el mundo.

Para hacer frente a esta problemática de vital importancia, la ONU la


ha incluido dentro de sus Objetivos de Desarollo del Milenio (ODS):
promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer,
eliminar las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y
secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles
de la enseñanza para el año 2015. Para evaluar el alcance de esta
meta, la ONU propone tres indicadores básicos:

 Relación entre niños y niñas en la enseñanza primaria,


secundaria y superior.
 Proporción de mujeres en el empleo asalariado del sector no
agrícola.
 Proporción de escaños ocupados por mujeres en los
Parlamentos nacionales.

Por estas y más razones, Manos Unidas se propone sensibilizar y


actuar sobre el tercer ODS: promover la igualdad entre los sexos y la
autonomía de la mujer, que a lo largo de la historia ha sido y es
víctima de violencia física, sexual y psicológica.

Son también las niñas y mujeres las mayores víctimas del comercio de
personas, así como de graves decisiones como el aborto de niñas y el
infanticidio o abandono de las ya nacidas. También se dan graves
discriminaciones de las mujeres en asistencia sanitaria y alimentación.
Y no menos destacable es la vulneración que sufren de derechos: se
encuentran en una situación de especial vulnerabilidad ante la
pobreza y la falta de un mínimo respeto -a su propia libertad; a tomar
sus propias decisiones; a ser titular de los mismos bienes que los
hombres, etc.-. Las mujeres en muchos casos ven impedido su acceso
a la educación, y los datos así lo demuestran. Y este hecho impide
que puedan acceder de la misma manera al trabajo.

El camino para acabar con todas estas desigualdades pasa


evidentemente por acabar con todo aquello que impide les impide el
acceso a la educación, el trabajo y la política. En este sentido, Manos
Unidas quiere contribuir a acabar con las raíces de la discriminación
que sufren las mujeres y apoya proyectos que reconocen su dignidad
e impulsan el desarrollo integral de las personas y de los pueblos.

Enfoque de género
en educación:
importancia,
objetivos y sus
efectos en Perú
Desde hace algunos meses, el enfoque de género en educación es
uno de los temas que más resuena en el medio social. Desde los
diferentes espacios, han surgido una serie de posiciones sobre este
aspecto, pero ¿conocemos, realmente, qué significa enfoque de
género y qué busca el enfoque de género propuesto para las
escuelas?
 
¿Sabemos qué busca este enfoque? ¿Entendemos qué significa el
enfoque de igualdad de género? ¿Tenemos claridad de cuáles son los
enfoques que propone el currículo? ¿Conocemos cómo se relaciona el
enfoque de género con la construcción de una mejor Nación?
 
Para responder a estas preguntas, primero hay que tener claro que el
enfoque de género forma parte de los siete enfoques
transversales que propone el currículo nacional de educación, los
cuales son: 
 

 Enfoque de derechos.
 Enfoque inclusivo o de atención a la diversidad.
 Enfoque intercultural.
 Enfoque igualdad de género.
 Enfoque ambiental.
 Enfoque orientación al bien común.
 Enfoque búsqueda de la excelencia.
 
¿A qué nos referimos cuando hablamos de enfoque?
 
Según Lavell (2006), un enfoque es un tipo de acercamiento a un problema con el objetivo
de comprenderlo e intervenir en él. Este constituye una visión particular o colectiva de
un contexto o problema y la forma de abarcarlo; es algo así como los lentes que nos
ponemos para ver y entender con más claridad una situación o problema.
 
Los enfoques del currículo, además, son transversales. Esto quiere decir que “cruzan” el
currículo, por lo que no pertenecen a un área académica específica, sino que se trabajan
en todas las áreas y se viven en toda la escuela. Los enfoques transversales aportan
concepciones importantes sobre las personas, su relación con los demás, con el entorno y
con el espacio común, y se traduce en formas específicas de actuar, que constituyen
valores y actitudes (Ministerio de Educación, 2016).

 ¿Y cómo se relacionan con los enfoques de igualdad de género?


 
La UNESCO (2014) define el enfoque de igualdad de género como: “La igualdad de
derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres, y las niñas y
los niños. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres sean lo mismo, sino que
los derechos, las responsabilidades y las oportunidades no dependen del sexo con el
que nacieron”.
 
Y esta necesidad de igualdad entre mujeres y hombres surge porque, tanto en nuestro
país, como en diferentes partes del mundo, se evidencia que la desigualdad está presente
en el día a día de niñas y niños. Esto, tanto en sus hogares como en sus comunidades. El
enfoque de igualdad de género en la educación, en los libros de texto, los medios de
comunicación y entre los hombres y mujeres que cuidan de ellos (UNICEF).
 
De esta manera, el enfoque de igualdad busca promover la igualdad de
oportunidades entre niñas y niños, rompiendo estereotipos que han llevado a que las
niñas sean tratadas como personas de menor capacidad, destinadas a ser el sexo débil;
que es una condición que por mucho tiempo sirvió como base para propiciar y justificar las
conductas de abuso hacia ellas. 
 
El enfoque de género en el currículo busca que se propicien mejores condiciones para las
niñas, brindándoles los recursos para que no sean víctimas de violencia, para que hagan
respetar sus derechos y eviten situaciones que las releguen dentro de la sociedad, tales
como el embarazo precoz.  
 
Atender a las niñas no solo es un principio de justicia social, sino también de desarrollo
social. Es así que, diferentes expertos afirman que el cambio de la situación de las niñas y
las mujeres hará disminuir la pobreza, reducirá los conflictos y cambiará la economía (Plan
International, 2015).
 
Una sociedad donde se vivan los valores de la tolerancia, equidad, inclusión, justicia y
respeto será una comunidad con bases sólidas para construir un mejor proyecto de país.
De esta manera, una perspectiva de género busca construir y que todos seamos parte de
una Nación donde, tanto mujeres y hombres, vivan sin miedos ni estereotipos que las y los
disminuya como seres humanos; y la escuela como escenario de construcción social es
llamada a asumir este compromiso.
 
¿Qué hace Plan International frente a esta realidad?
 
Bajo esta realidad y buscando convertir al Perú en un país donde reine la educación con
enfoque de género, en Plan International estamos comprometidos con el futuro de la niñez
desde hace 26 años. Tiempo que nos ha permitido desarrollar 850 proyectos en 562
comunidades, llegando a un millón trescientos mil beneficiarias y beneficiarios
directos. En 2020, por ejemplo, activamos el Plan de respuesta COVID-19 para continuar
garantizando los derechos de los niños, niñas y adolescentes en situación
vulnerable, beneficiando a más de 255 mil personas en 6 ciudades del país. 

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