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Cristología - 3° Parte: El

Dogma de la verdadera
divinidad de Cristo
P. Ignacio Garro, S.J.

2. LAS DOS NATURALEZAS DE


CRISTO Y CÓMO ESTÁN UNIDAS

2.1. EL DOGMA DE LA
VERDADERA DIVINIDAD DE
CRISTO

Tesis 1ª
"Jesucristo es verdadero Dios e Hijo de Dios por esencia". (de fe).

2.1.1. Explicación
En todos los símbolos de la fe, de los primeros tiempos del cristianismo, se
expresa la creencia de la Iglesia en la divinidad y filiación divina de Jesucristo,
es decir, que es "consubstancial" al Padre y al Espíritu Santo y por lo tanto
verdadero Dios.
El Concilio Ecuménico I de Nicea (325) dice:
"Creo ... y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, unigénito nacido del
Padre, es decir, de la sustancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz,  Dios
verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma naturaleza
que el Padre; por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la
tierra".
Por lo tanto, el dogma dice que Jesucristo posee la infinita naturaleza divina
con todas sus infinitas perfecciones por haber sido engendrado eternamente
por el Dios Padre. Denz. 40;

2.1.2. Adversarios

Arrianismo
Herejía profesada por Arrio y sus discípulos que negaban la divinidad del
Verbo, segunda Persona de la Trinidad, y la consideraban como una criatura
secundaria, que no tenía la misma naturaleza divina como la del Padre y el
Espíritu Santo. El arrianismo negaba que el Verbo fuera verdadero Dios en sí. Y

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decía: "Hubo un tiempo en el que el Verbo, no existía". Luego el Verbo es
criatura, la primera criatura, pero no es Dios, ni Hijo de Dios por esencia".
Arrio, (256-336), era sacerdote de Alejandría y decía que el Verbo divino, el Logos, la
segunda persona de la Trinidad, no era verdadero Dios, sino que había sido creada
por Dios en el tiempo, es decir, era criatura creada en el tiempo.   Arrio quería
colmar el abismo que separa a toda criatura del Creador. Para lo cual elabora una
teología del "Logos" que parece servirle para salvar esta distancia.
Arrio concluyó que: "El Verbo que se encarnó en Jesús no es realmente Dios,
no es sino la primera de las criaturas que Dios creó de la nada, como las
demás criaturas, aunque nacida antes que todas ellas para servir de
instrumento a Dios para la producción de todos los demás seres. Este Verbo
creado apareció en Jesús y Jesús es la criatura más perfecta que ha existido
jamás sin ser Dios, por su obediencia y su santidad, mereció ser hecho
partícipe de la divinidad de Dios".
En definitiva Arrio negaba que el Verbo fuera verdadero Dios en sí y
decía: "Hubo un tiempo en que el Verbo no existía",  luego el Verbo es criatura,
la primera criatura, pero no es Dios, ni Hijo de Dios por esencia.
De todas estas afirmaciones se colige que Arrio no entendió el misterio de la
Trinidad, ni la generación eterna del Verbo y por lo tanto tampoco entendió el
misterio de la Encarnación.
Arrio admitía, como es lógico, las fórmulas de fe de la Iglesia: Cristo es el Hijo
de Dios, el Verbo hecho hombre. Pero Arrio se preguntó por primera vez por el
contenido "ontológico" de esos términos de la fórmula de fe. Arrio se preguntó
sobre qué es el Logos en sí mismo (ontológicamente) considerado, y no sólo
para nosotros (considerado funcionalmente).

Se puede dividir la exposición en tres partes:


a. Partiendo de una noción dialéctica de Dios, como el
ser "inoriginado"  o "ingénito", concluía en su discurso teológico que todo
aquel, por ejemplo, el Logos, Verbo, Hijo, que es "originado", no es Dios en sí,
es decir, no es Dios ontológicamente hablando. Y Arrio afirma:  "Hubo un
tiempo en el que el Verbo no existía, el Verbo por tanto es una creatura, la
primera creatura".
b. Sin embargo, el Verbo fue el instrumento por medio del cual Dios creó el
Universo, y dice: "Todo fue hecho por medio de él".  De ahí que, aun no siendo
Dios en sí, podamos considerarlo como Dios respecto a nosotros, puesto que
es nuestro creador.
c. Arrio, admitía todas las fórmulas escriturarias y eclesiásticas que llaman a
Cristo: Señor, Hijo de Dios, Dios mismo. Pero las interpretaba en un sentido
relacional para nosotros. En cuanto a su sentido ontológico, las vaciaba de su
contenido esencial y tradicional.

2.1.3. Magisterio de la Iglesia

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El Concilio de Nicea (325), enseña: "Cristo es verdadero Dios e Hijo de Dios
por esencia". (de fe). Denz 54, 86.
Este Concilio en Nicea contó con el apoyo del emperador Constantino. Aquí el símbolo
trinitario se enriquece con una explicación sobre el segundo artículo que dice: 
"Jesucristo es Hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, y de su
misma substancia, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza que el Padre".

Fórmulas que se resumen en una palabras de origen filosófico sobre la que se


desencadenarán controversias apasionadas:
-  El término filosófico es "homoousios" = "consubstancial", de la misma
naturaleza divina que el Padre.
A muchos Obispos asistentes a este Concilio no les desagradó esta palabra
"homoousios" porque anteriormente se le había empleado en sentido
sabeliano para negar la distinta personalidad del Hijo
- Los padres conciliares propusieron otro término, a saber: "homoiousios" = de una
substancia "semejante".
La controversia era inevitable pues no es lo mismo:
         - que Cristo sea "consubstancial" (homoousios) al Padre
         - que decir: es "semejante" (homoiousios) al Padre.
Ontológicamente hablando la palabra "consubstancial" tiene más propiedad ontológica
que la palabra "semejante". Es evidente que esa pequeña letra griega "iota" destruía,
bajo la apariencia de una rectificación insignificante, todo lo que los Padres del Concilio
de Nicea habían querido expresar y garantizar contra la herejía peligrosa de Arrio.
El gran paso que dio el concilio de Nicea fue la superación de las falacias inmovilistas,
empleando fórmulas nuevas:  "Dios de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero.
Engendrado, no creado, consustancial con el Padre, antes de todos los
siglos",  etc
         
- Protestantismo Liberal: En algunos teólogos protestantes de teología
liberal, en los tiempos modernos también han surgido tendencias arrianas en la
investigación teológica. Ésta continúa aplicando a Cristo los términos bíblicos
de "Dios" e "Hijo de Dios", pero traduciéndolos a un sentido racionalístico.
Cristo, según su opinión, es Hijo de Dios no en sentido ontológico metafísico
sino sólo "ético", pues en Cristo se desarrolló de forma singular la conciencia
de que Dios es nuestro Padre. Cristo es el redentor del mundo porque supo
comunicar a los hombres el singular conocimiento de Dios que El experimentó
en su interior revelando a Dios como Padre bondadoso, así pues como Cristo
no es verdadero Dios, no es "objeto" de la fe sino "sujeto" de la religión
cristiana.
         

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- Modernismo: Siguiendo la teología liberal, el "modernismo" abandonó
también la fe en la divinidad de Cristo, estableciendo una distinción entre el
"Jesús histórico", que para ellos es solo hombre, y el "Cristo de la fe", que es
un Cristo  idealizado por la piedad cristiana y fue elevado a la divinidad por
influencia de ideas paganas en tiempos de la primitiva comunidad cristiana.

2.1.4. Sagrada Escritura


2.1.4.1. El testimonio de los Evangelios Sinópticos
        
a. Testimonio del Padre celestial: 
- Al ser bautizado Jesús en el río Jordán, resonó una voz celestial que dijo;  "Tu
eres mi Hijo amado, en ti tengo puestas mis complacencias". Mt 3, 17.
- En la transfiguración del Monte Tabor: se oyó una voz que provenía de la
nube que decía: "Este es mi Hijo amado, escuchadle". Mt 17, 5.
        
b. Testimonio de Jesús sobre sí mismo:
- Los ángeles le acompañarán en su nueva venida Mt 16, 27: "Porque el Hijo
del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno según su conducta".
- El los reunirá para que vayan a reunir a los justos y pecadores en el día del
Juicio Final, Mt 25, 31 y s.s.: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria
acompañado de  todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
Serán congregadas todas las naciones y Él separará ..."
- Jesús tiene autoridad para imponer preceptos divinos, preceptos que sólo
Dios puede exigir a los hombres: tales son los mandatos sobre la fe en su
persona y sobre el grado supremo de caridad Jn 15, 12:  "Este es el
mandamiento mío: que os améis los unos a los otros  como yo os he amado".
- Jesús exige que se crea en su propia persona y quiere ser el objeto de esa fe;
Lc 9, 26 dice: "Quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de ese tal se
avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su majestad y en la de su
Padre".
- Jesús exige de sus discípulos un amor que supere todo amor creado, Mt 10,
37: "Quien ama al padre o a la madre más que a mí, no merece ser mío, y
quien ama la hijo o a la hija más que a mí, tampoco merece ser mío".
- Su precepto de amor total a El llega tan lejos que exige, incluso, que entreguen la
vida por El, Lc 17, 33: "Quien perdiere su vida por mí la hallará".
- Jesús tenía conciencia de su poder divino, en Mt 28, 18 dice: "Me ha sido
dado todo poder en el cielo y en la tierra".
- Jesús tenía plena conciencia de ser Hijo de Dios. En aquel otro pasaje de Mt
11, 27 que dice:  "Todas las cosas las ha puesto mi Padre en mis manos. Y

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nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni conoce ninguno al Padre, sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo quiera revelarlo".
- Y tal vez donde aparece el testimonio más claro de Jesús en la confesión que
El hace ante el Sanedrín diciendo que El es el  "Hijo de Dios vivo", Mt 26,
63-64.

2.1.4.2. El testimonio del Evangelio de S. Juan


         
El evangelio de S. Juan precisamente se escribió con el fin de probar la
mesianidad y la filiación divina de Jesús, en Jn 20, 31, dice: "Estas (señales)
fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para
que creyendo tengáis vida en su nombre".
Hay también testimonios de Jesucristo mismo en los que se manifiesta su
filiación divina, Jn 20, 17:  "Ve a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios".
- Donde Jesús da testimonio de sí mismo y de su condición divina es en los
"signos" o milagros, éstos son señales que manifiestan la gloria divina de
Jesús, es decir, de su poder y majestad divinas y por tanto, su divinidad. Y
dice en Jn 10, 25:  "Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan
testimonio de mí".
- De manera análoga, Jesucristo revela su consubstancialidad con Dios en
ocasión de una disputa habida con los judíos en el Templo, Jn 10, 30,
diciendo:  "El Padre y yo somos una sola cosa".

2.1.4.3. El testimonio de las Cartas paulinas

La carta a los Filipenses 2, 5-11: El Apóstol Pablo distingue en este texto las
formas distintas de existir Cristo.

a. Primeramente existía en forma de Dios.


b. Después tomó la forma de siervo.
c. Por último, Dios lo exaltó sentándolo a su derecha y proclamándolo el Kyrios, el
Señor de todas las cosas y que está sobre las criaturas por su obediencia y
sufrimiento.
        
Por eso Pablo les exhorta:  "tened los mismos sentimientos que tuvo
Xto- Jesús. El cual como existiera en forma de Dios, no creyó deber retener el
ser igual a Dios, sino que se despojó a si mismo tomando la forma de siervo y

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haciéndose semejante  a los hombres, y mientras en su exterior aparecía
como hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó un nombre sobre todo
nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de cuantos habitan
en el cielo y en la tierra y toda lengua confiese Jesucristo es Señor para gloria
de Dios Padre".
        
2.1.5. Argumento teológico
         
En esta primera tesis tiene que quedar bien claro que Jesucristo es verdadero
Dios e Hijo de Dios por esencia divina. Jesucristo es consubstancial al Padre y
al Espíritu Santo, es decir que tiene la misma naturaleza divina que el Padre y
el Espíritu Santo.
Si no tenemos clara esta concepción no se puede fundamentar válidamente
que Jesucristo es el Hijo del Padre que envió al mundo para salvar a los
hombres del poder del pecado y de la muerte y con su resurrección otorgarnos
una nueva vida, es decir, la filiación divina.

En esta tesis se trata de demostrar que Jesucristo es verdadero Dios, es decir,


de la misma naturaleza divina que el Padre y el Espíritu Santo, es decir, es
"consubstancial" (homoousios). Esta consubstancialidad es la del Verbo, el
Logos, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que como veremos en
tesis posteriores, asumió naturaleza humana en unidad de Persona, este es el
Misterio de la Encarnación.

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