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¿Cómo debo emplear el lenguaje

durante la exposición del alegato?

Cuando intervenimos en los juzgados exponiendo nuestro alegato, aunque


no seamos conscientes de ello, empleamos los dos componentes
esenciales del lenguaje: el digital o verbal, y el analógico o no verbal. A
través del primero, transmitimos el mensaje de forma verbal, empleando un
determinado contenido formado por palabras, oraciones, etc., mientras que
mediante el lenguaje analógico, usamos las diversas partes del cuerpo para
comunicar (rostro, mirada, manos, etc.).

Centrándonos en el primero de ellos, a través de este post destacaremos


las características que todo alegato, como mensaje dirigido al juez, debe
disponer para lograr la atención del mismo y para alcanzar la tan ansiada
persuasión.  Dotando a nuestro informe de estas características, que son
predicables de toda intervención en sala, sin duda evitaremos numerosos
errores que suelen producirse durante este trámite tan importante para el
proceso.

A continuación, examinaremos dichas características esenciales.

1º. Claridad: La claridad, entendida como precisión, diafanidad y


concreción en el mensaje es fundamental para la oratoria forense, pues un
mensaje claro es aquel que es entendido por el auditorio con facilidad, de
modo que los argumentos del abogado se transmiten fácilmente a su
destinatario. Para ello bastará el uso de un lenguaje sencillo, bien
construido gracias a un léxico y sintaxis apropiados. Lo contrario de la
claridad es la oscuridad, la complejidad en el lenguaje y la afectación con su
consecuencia más temida: que el auditorio no comprenda la idea del
abogado, bien por dificultad, bien por falta de atención ante la antipatía y
desagrado que provoca el informe poco claro.

2º. Sencillez: El estilo forense requiere de sencillez, o lo que es lo mismo,


el uso de un lenguaje fácil de entender, conciso, directo, sin omitir los
detalles verdaderamente importantes. La más clara evidencia de que el
abogado está empleando un lenguaje sencillo reside en que el auditorio va
entendiendo su alegato sin dificultad. Para ello, bastará exponer las ideas
con orden, evitando la complejidad de la construcción lingüística, que haga
que el abogado se pierda en una frondosidad verbal ininteligible.

3º. Brevedad: Un alegato breve será siempre más efectivo, ya que llegará
con más intensidad al auditorio que se encuentra muy condicionado por la
falta de tiempo, y por tanto muy proclive a la brevedad del alegato. Para
ello, el abogado, durante la fase de preparación del informe, deberá
sintetizar las ideas principales sin más añadidos, evitando caer en la
tentación de entrar en detalles innecesarios y que hacen perder la atención
del mensaje

4º. Naturalidad: Entendida como espontaneidad en la exposición, la aquella


supone un uso del lenguaje adecuado a las circunstancias del caso
concreto, siempre huyendo del tono familiar, poco proclive en el foro, y del
afectado, tratando de alcanzar un punto medio natural.

5º. Severidad en la exposición: En este punto, recordar que la función que


la ley encomienda a los intervinientes en la Administración de Justicia define
con claridad el contexto de gravedad, seriedad y decoro que debe imperar
en una audiencia en la que se imparte Justicia. Acorde con ello, la
exposición oral, alejada de toda llaneza y ligereza, deberá acomodarse a las
normas de respeto y decoro.

6º. Precisión: Asociado a la claridad, la precisión es el uso adecuado de los


términos con los que construimos nuestro alegato. El uso del término, con
su significado adecuado, evita ambigüedades y dudas, permitiendo la
transmisión cabal del mensaje. Para ello, el abogado deberá disponer de
una vasta riqueza léxica, lo que le evitará caer en el uso de un lenguaje
pobre, y por tanto enemigo de la concisión.

7º. Tecnicidad: El estilo forense está informado por un lenguaje


especializado, el lenguaje jurídico, de lógico carácter técnico, que da vida y
contenido al alegato forense. Es precisamente prenda de la grandeza de la
oratoria forense el combinar las exigencias técnicas de la exposición oral
con las características antes reseñadas.

Por lo tanto, el abogado, al exponer su alegato, deberá asegurarse que su


informe, alejado de la familiaridad y de la ampulosidad, sea tributario de
la claridad, la sencillez, brevedad, naturalidad y precisión, todo ello en
un contexto que invita al respeto, decoro y buenas formas.

De esta forma, mucho mejoraremos durante la práctica de este trámite tan


esencial.

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