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ENSAYO FINAL

EL LENGUAJE DE LOS ABOGADOS

DOCENTE,
OSCAR YAMID TAMARA PUERTO

PRESENTADO POR,
NELSON JAVIER CRUZ ORTIZ

FUNDACION UNIVERSITARIA UNICERVANTES


DERECHO
EXPRESION ORAL Y ESCRITA
2019
INTRODUCCIÓN

“Sean cuales sean las palabras que usamos, deberían ser usadas con cuidado porque la
gente que las escucha serán influenciadas para bien o para mal.” (Buddha, 2019)

El derecho y la medicina son dos de las profesiones liberales en las que sus graduados
hacen alarde de un lenguaje que pocos entienden y en el que sus requiebros léxicos otorgan
a estos grupos un oscuro sello de distinción, que tiene como primer componente la pobreza
comunicativa. Dado que, la comunicación es uno de los aspectos esenciales para un
abogado, los principales conflictos que surgen en el medio de comunicación y generan
mayor estrés se relacionan con la falta de claridad en la comunicación, ya sea con el cliente,
un compañero de despacho o algún abogado contrario, asimismo en una audiencia o juicio
oral.

En tal sentido en imperioso comunicarse con efectividad, sin embargo, para hacerlo no
significa únicamente conocer un amplio vocabulario jurídico y dominar la oratoria, es ir
más allá, pues todo esto comprende que el emisor debe entender a su interlocutor,
entregarle un mensaje claro, preciso, oportuno de su interés, con la finalidad de conseguir
un objetivo determinado y sobre todo con la intención de reproducir en él una serie de
representaciones relacionadas con el objeto de la comunicación que se está transmitiendo,
en otras palabras, es lograr que el otro piense e incluso haga lo que el hablante desea.
Los abogados se caracterizan por tener un lenguaje propio que responde al sentido práctico
de derecho, el llamado “Estilo Jurídico”, que no es otra cosas más que un estilo propio del
ámbito legal, cuya prioridad no es la comunicación sino la imposición subliminal de una
idea.

Por ello, las palabras y escritos del abogado, es decir, su comunicación oral o escrita, no
están destinadas a comunicar sino a convencer, persuadir y disuadir. Es la esencia del
togado.
ARGUMENTACIÓN DEL TRABAJO

Para nadie es un secreto que el sector jurídico avanza a grandes velocidades en la


comunicación, mientras unos piensan en cómo aplicar la inteligencia artificial a sus
servicios, otros aún se están planteando si vale la pena tener una página web, es por ello
que un abogado debe tener la capacidad plena en su comunicación, pues no basta con saber
qué es lo que va a decir sino como lo va a decir y a quien se lo va decir, entonces, la
comunicación, entendida como el acto de expresar y conectar, constituye un proceso que,
siendo indispensable para el género humano, alcanza una importancia sublime para quienes
ejercen la profesión de abogado, todo esto es lógico, pues a través de la palabra se
desarrolla las actividades esenciales de las funciones de consejo jurídico y defensa de los
interese de las personas o clientes ante los tribunales.

El abogado ya no es un técnico, ahora debe tener habilidades comerciales para la


generación de negocio., por ello, la importancia de poder comunicarse de manera asertiva y
eficiente, en busca de convencer con su vocablo y procurar porque su interlocutor crea que
lo que dice es lo más conveniente para hacer, ya que por encima de la razón se anteponen
los argumentos, los abogados escriben y hablan primero para disuadir, es decir quitar de la
cabeza del juez, del abogado contrario e, incluso de nuestro cliente, las ideas que no
encajan con la verdad que se defiende. Y en segundo lugar para persuadir, ello es,
convencer a todos los que escuchan que los argumentos que se exponen son los únicos con
los que se puede hacer justicia. Es la clave del éxito, la comunicación y lenguaje eficiente y
eficaz para producir este efecto.

Hoy en día el lenguaje oral, tiene un peso enorme, pues el nuevo sistema penal acusatorio,
así lo exige, ya que su esencia y estructura se desarrolla en los procesos orales, lo que hace
que un jurista indispensablemente logre tener una comunicación eficaz, pues, la entonación,
los gestos, los ademanes, cobran gran importancia al momento de difundir su mensaje y
plantear sus argumentos y sobretodo tomar posición frente a determinado caso. Los
abogados, por difícil que sea la postura a defender, deben transmitir seguridad, tan es así,
que las personas que los escuchan perciban que están convencidos de lo que se dice, pues
algo esencial es el cliente quede con la sensación de que se le está dando la mejor defensa
posible y, luego al tener la representación del cliente poder persuadir al tribunal de que se
tiene razón en los argumentos defensivos.

Importante resulta, que el abogado expositor esté pendiente del auditorio para asegurarse
que está entendiendo el sentido de las palabras y el objetivo con el que se las pronuncia,
para así evitar, en la medida de lo posible, equivocarse. Aquí compartimos la frase que
decía Cicerón “el error percibido es como una herida….de ella podemos morir y dejar a la
intemperie nuestro tinglado o entramado retórico”. Frase que cobra validez en nuestros
tiempos, pues, podemos dilucidar que las palabras que un abogado utilice en su
argumentación y sustentación de la teoría defensiva, si comete error y se percibe, dejan la
herida abierta y por ella se empezara a morir la tesis defensiva

Por ello, el estilo jurídico que se utilice tanto en la comunicación oral como escrita, puede
sacrificar algunos tecnicismos, pero nunca perder su riqueza léxica, es importante tener
claro que hacer un discurso comprensible no implica rebajar la cultura del que se expresa.
El lenguaje nunca se debe banalizar o degradar, ni siquiera en aras de un fin tan loable
como es la comunicación. La sencillez no es simpleza.

No podemos perder de vista que la comunicación entre los individuos es esencial por el
conjunto de razones que incluyen el acceso y el intercambio de información, la discusión
abierta de ideas y la negociación de desacuerdos y conflictos, una de las funciones que se le
atribuye a la lengua, quizás la más importante, es servir de vehículo para comunicar algo a
alguien, para compartir con ese alguien nuestros pensamientos acerca de algo, es decir,
comunicar algo del mundo que nos rodea a un interlocutor determinado, a través de actos
de habla producidos en una lengua particular y referidos a una porción de la realidad, sobre
la cual construimos la comunicación, de allí que los abogados deban desarrollar con
eficacia y eficiencia una capacidad propia para comunicarse y utilizar su lenguaje como
mecanismo de disuasión, persuasión y convencimiento con las palabras a sus potenciales
clientes, así como también a los estrados judiciales en los cuales actúe.
Ahora bien, para desempeñarse bien en su medio, el abogado debe conocer y reconocer los
diferentes niveles que configuran un enunciado lingüístico: (i) el sintáctico, concerniente a
la estructura de las oraciones; (ii) el semántico, que se relaciona con el significado de las
palabras y las oraciones, y (iii) el fonológico, que, además de darnos la posibilidad de
organizar los enunciados a partir de una serie de fonemas y realizaciones de estos,
característicos del código en que ciframos la comunicación, nos muestra cualidades del
sonido como el timbre, el tono y la duración, las cuales nos brindan información del
hablante: edad, sexo, estado de ánimo.

La expresión oral es sin duda la destreza más difícil debido a los factores que
intervienen en ella, pues el hablante no sólo tiene que pensar qué es lo que va a decir, sino
cómo lo va a decir y, además, en un brevísimo espacio de tiempo. Se puede decir que los
problemas que presenta la expresión oral son de dos tipos: a) lingüísticos y b) psicológicos,
por ende, el profesional en el derecho debe aprender a superar estos obstáculos y
determinar que su lenguaje y comunicación no puede ser influenciada por estos aspectos,
pues de lo contrario quedara obsoleto en el tiempo jurídico.
CONCLUSION

Para cerrar nuestro trabajo, concluiremos que el abogado y su lenguaje persuasivo,


disuasivo y convincente, debe tener las siguientes características, hablar con fluidez, esto,
supone unir las palabras y no pronunciarlas una a una, el hablante debe conocer el recurso
la redundancia ya que ayuda a transmitir el mensaje con más claridad, asimismo debe
perder el temor de cometer errores o el miedo al ridículo, de esta manera podrá ser efectivo
en su actuar y desarrollo como jurista.
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