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Maria Carmen Sofia Tafur Ortiz

19030031

1. El sentido del título de la obra: Del ente a la esencia.


En cuanto al título del tratado, se refiere a un viaje de lo compuesto (el ente) a lo
que se supone simple (esencia): de un ente único, compuesto de materia y forma, a
un Dios cuya existencia coincide con Su esencia. El Capítulo I establece
definiciones y distinciones entre los dos términos que serán útiles para analizar los
tipos de entidad más adelante; considerando que todo el opúsculo se ocupa de la
presentación de la esencia tanto en el ente sustancial (párrafos 7-37), sea como
sustancia que consiste en materia y forma (párrafos 21-28), sustancia que consiste
en forma y ser (párrafos 29-37) o de una sustancia simple; como en el ente
accidental (p. 46-53). La esencia representa tanto un punto de llegada (si
consideramos el ascenso de lo inanimado y lo animado a Dios) y la pregunta
constante de qué es cada entidad. Sin embargo el cuestionarse por lo que es la
esencia, también es cuestionar por la definición de algo, que se puede entender
como quididad (que, según el párrafo 5, Aristóteles llama "το τι ειναι", lo que sería el
ser), forma o naturaleza. En consecuencia, en todas las interpretaciones del ente
sustancial o del ente accidental,se perpetúa bajo la premisa de que el género, la
especie y la diferencia significan la esencia. Dependiendo de si los entes que se
analizan tienen o no tienen género, diferencia entre ellas,es que se pregunta por su
definición y por su esencia partiendo del ente a la esencia formalmente como
ontológicamente.

2. El ascenso que va desde la sustancia compuesta de materia y forma hacia


la sustancia separada (el alma y las inteligencias), y de ésta a Dios.
El ascenso abarca el todo capítulo IV - desde el parágrafo 29, con las sustancias
compuestas de materia y forma, hasta el parágrafo 37, con la sustancia simple que
es Dios-. St. Tomás de Aquino se cuestiona cómo se da la esencia en las sustancias
separadas, esto es, en el alma, en las inteligencias (los ángeles) y en la causa
primera. En el §29 sostiene que las 3 sustancias separadas no están compuestas
de materia. Lo que tenemos en el alma y la inteligencia es una “composición de
forma y ser”. Por forma, como se ha dicho antes, se entiende la quididad o la
naturaleza simple (§30), luego en el §31 muestra la esencia de las inteligencias es
su misma forma. En las cosas compuestas de materia y forma expone cómo cuando
una es la causa de la otra, la que es causa puede existir sin la otra. En la relación
entre materia y forma, la materia no puede existir sin la forma, ya que la forma es la
causa de aquélla. Pero no es imposible que haya forma sin materia. Tomás está
pensando en aquellas formas que son cercanas al “Primer Principio” y, en
consecuencia, en formas que pueden subsistir sin materia. Tal es el caso de las
inteligencias que únicamente son formas. En el §32 St. Tomás de Aquino distingue
entre la esencia de la sustancia compuesta y la esencia de la sustancia simple
creada. Según esto, la esencia de la sustancia compuesta abarca tanto la forma
como la materia, y no sólo la forma. Pero la esencia de la sustancia simple creada
es solamente la forma. Además, se ofrecen dos diferencias que permiten conocer
las razones para aceptar esta distinción entre sustancias compuestas y sustancias
simples: La primera es que en una sustancia compuesta la esencia puede significar
como todo o como parte, lo cual sucede a causa de la designación de la materia
pues para las cosas compuestas de materia y forma, la materia es el principio de
individuación, y, que las cosas compuestas se multiplican por la materia y aunque
sean idénticas en especie, pueden ser distintas en número. La segunda distinción
es que la esencia de las realidades simples es un todo y por ello no hay nada fuera
de la forma que sea el receptor de la forma. Por otro lado, en el §33 Tomás pretende
mostrar la imposibilidad de que únicamente existan sustancias compuestas. Aquino
no refiere a la sustancia compuesta de materia y forma, porque se ha mostrado, que
hay sustancias simples cuya esencia es su forma y que hay sustancias compuestas
de materia y forma. En este contexto, se refiere a las sustancias compuestas de
forma y ser y quiere mostrar no sólo que el ser es distinto de la esencia o quididad
sino que, además, hay una realidad cuya esencia ‘es’ su mismo ser. Para ello,
Tomás 4 argumenta que debe haber una realidad que sea únicamente ser y que sea
subsistente, que no reciba adición de la diferencia ni por la forma ni mucho menos
por la materia. Una vez realizadas estas distinciones entre ser y forma, Tomás
formula un argumento para probar la existencia de Dios en el §34: Se vale de
Valiéndose de la causa eficiente, Tomás quiere mostrar que es imposible que una
realidad, cuyo ser es distinto a su naturaleza o quididad, sea causa de sí misma, en
consecuencia, que su ser es un ser recibido de otro. De acuerdo al §35, se sostiene
que “todo lo que recibe algo de otro está en potencia respecto de él, y esto que es
recibido en él es su acto”. En este sentido, las inteligencias, en tanto que creadas,
están en acto y en potencia. Respecto al ser que recibe de Dios, la inteligencia está
en potencia, pero su ser mismo es recibido en acto. Por ello en las inteligencias se
encuentra una mezcla de acto y potencia. Según Aquino la quididad de la
inteligencia es la misma inteligencia, es decir, que la esencia de las inteligencias es
lo mismo que ellas son. Finalmente, en el §36 Tomás va a sostener que existe una
multitud de inteligencias y ello a razón de que en ellas se dan tanto el acto como la
potencia. De acuerdo al grado de la potencia y el acto, es posible distinguir a las
sustancias separadas entre sí, por lo que Tomás recurre al argumento de los grados
de perfección para distinguir entre una pluralidad de sustancias. El criterio que
establece dice que una inteligencia más cercana al Primer Ser tendría más de acto y
menos de potencia. En este, deducimos que una inteligencia que tenga más de
potencia y menos de acto está más alejada del Primer Ser, del mismo modo,
inferimos que en el Primer Ser no habría potencia sino solo acto y en el sentido más
pleno por tratarse de un ser perfecto. De esto se trata aquello que Tomás aborda en
el §37: cómo se dan el acto y la potencia en el alma humana tomando en
consideración que el hombre es un compuesto de materia y forma, de cuerpo y
alma, dando lugar a “un ser en un único compuesto”. Iniciando el §38, se revela que
la esencia se encuentra presente en las sustancias mediante el “modus triples”. La
esencia de Dios es su mismo ser; solo él puede predicarse a sí mismo, dado que la
naturaleza divina escapa de las circunscripciones del concepto del género. Dios no
posee quididad distinta de su ser; no se le puede definir y lo que se ha llegado a
conocer de él no son más que nociones parciales de su esencia. No obstante, sería
errar si se admitiera a Dios como un ser universal, la causa formal de su creación.
Dios no debería ser considerado ni como universal ni como común, en el sentido de
que lo universal es incapaz de existir sin la receptividad de adición a probables
diferencias sin las cuales se imposibilitaría el género de las cosas. A Dios no se le
puede añadir nada, él es su propio ser, sentenciando la inviabilidad de adición
alguna a aquello que es divino; la pureza de Dios lo hace distinto a todo lo demás.
La individuación de Dios es incompatible con aquella de las sustancias compuestas
de materia y forma, esta obedece a su bondad pura. En su simplicidad máxima,
Dios contiene todas las perfecciones sin que estas se separen de la unidad
absoluta. Él es simplemente perfecto al tener todas las perfecciones que ocurren en
cada género. En las demás realidades, las perfecciones son diversas, mientras que
en Dios son una; él puede obrar plenamente en todas las cualidades particulares,
siendo esta la cualidad de su omnipotencia, que no deja de ser una conteniendo a
las demás.

3. El descenso desde Dios hasta las sustancias compuestas de materia y


forma.
Para iniciar, es fundamental mencionar la jerarquía entre los seres que de acuerdo
al acto y potencia irían en este orden: (1) Dios, quién es más acto que potencia, (2)
Inteligencias, las cuales son tanto acto como potencia, (3) Alma Humana, aquellas
que más tienen de potencia y menos de acto, y (4) las formas cuyo ser no existiría
sin la materia. Es posible distinguir a las sustancias simples entre sí basándonos en
el grado de su potencia y acto. En este punto Aquino acude a la tesis de los grados
de perfección. La perfección representada únicamente por Dios, desciende
gradualmente a las sustancias compuestas de materia y forma. El razonamiento
empleado sostiene que mientras una inteligencia sea más cercana al Primer Ser o
Causa Primera, entonces tendrá más de acto y menos de potencia. Así, es posible
inferir en el Primer Ser, aquel que es perfecto (Dios), existiría solo en acto mas no
en potencia. Luego, el acto y la potencia en el alma humana son dadas a partir de la
condición del ser humano como un “un ser en un único compuesto” puesto que
posee como materia un cuerpo, y como forma un alma. Por último, después de la
forma llamada alma, existen otras formas que tienen mayor cercanía con la materia
y, en consecuencia, tienen más potencia, de manera que, su ser no existiría sin la
materia.

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