1. El sentido del título de la obra: Del ente a la esencia.
En cuanto al título del tratado, se refiere a un viaje de lo compuesto (el ente) a lo que se supone simple (esencia): de un ente único, compuesto de materia y forma, a un Dios cuya existencia coincide con Su esencia. El Capítulo I establece definiciones y distinciones entre los dos términos que serán útiles para analizar los tipos de entidad más adelante; considerando que todo el opúsculo se ocupa de la presentación de la esencia tanto en el ente sustancial (párrafos 7-37), sea como sustancia que consiste en materia y forma (párrafos 21-28), sustancia que consiste en forma y ser (párrafos 29-37) o de una sustancia simple; como en el ente accidental (p. 46-53). La esencia representa tanto un punto de llegada (si consideramos el ascenso de lo inanimado y lo animado a Dios) y la pregunta constante de qué es cada entidad. Sin embargo el cuestionarse por lo que es la esencia, también es cuestionar por la definición de algo, que se puede entender como quididad (que, según el párrafo 5, Aristóteles llama "το τι ειναι", lo que sería el ser), forma o naturaleza. En consecuencia, en todas las interpretaciones del ente sustancial o del ente accidental,se perpetúa bajo la premisa de que el género, la especie y la diferencia significan la esencia. Dependiendo de si los entes que se analizan tienen o no tienen género, diferencia entre ellas,es que se pregunta por su definición y por su esencia partiendo del ente a la esencia formalmente como ontológicamente.
2. El ascenso que va desde la sustancia compuesta de materia y forma hacia
la sustancia separada (el alma y las inteligencias), y de ésta a Dios. El ascenso abarca el todo capítulo IV - desde el parágrafo 29, con las sustancias compuestas de materia y forma, hasta el parágrafo 37, con la sustancia simple que es Dios-. St. Tomás de Aquino se cuestiona cómo se da la esencia en las sustancias separadas, esto es, en el alma, en las inteligencias (los ángeles) y en la causa primera. En el §29 sostiene que las 3 sustancias separadas no están compuestas de materia. Lo que tenemos en el alma y la inteligencia es una “composición de forma y ser”. Por forma, como se ha dicho antes, se entiende la quididad o la naturaleza simple (§30), luego en el §31 muestra la esencia de las inteligencias es su misma forma. En las cosas compuestas de materia y forma expone cómo cuando una es la causa de la otra, la que es causa puede existir sin la otra. En la relación entre materia y forma, la materia no puede existir sin la forma, ya que la forma es la causa de aquélla. Pero no es imposible que haya forma sin materia. Tomás está pensando en aquellas formas que son cercanas al “Primer Principio” y, en consecuencia, en formas que pueden subsistir sin materia. Tal es el caso de las inteligencias que únicamente son formas. En el §32 St. Tomás de Aquino distingue entre la esencia de la sustancia compuesta y la esencia de la sustancia simple creada. Según esto, la esencia de la sustancia compuesta abarca tanto la forma como la materia, y no sólo la forma. Pero la esencia de la sustancia simple creada es solamente la forma. Además, se ofrecen dos diferencias que permiten conocer las razones para aceptar esta distinción entre sustancias compuestas y sustancias simples: La primera es que en una sustancia compuesta la esencia puede significar como todo o como parte, lo cual sucede a causa de la designación de la materia pues para las cosas compuestas de materia y forma, la materia es el principio de individuación, y, que las cosas compuestas se multiplican por la materia y aunque sean idénticas en especie, pueden ser distintas en número. La segunda distinción es que la esencia de las realidades simples es un todo y por ello no hay nada fuera de la forma que sea el receptor de la forma. Por otro lado, en el §33 Tomás pretende mostrar la imposibilidad de que únicamente existan sustancias compuestas. Aquino no refiere a la sustancia compuesta de materia y forma, porque se ha mostrado, que hay sustancias simples cuya esencia es su forma y que hay sustancias compuestas de materia y forma. En este contexto, se refiere a las sustancias compuestas de forma y ser y quiere mostrar no sólo que el ser es distinto de la esencia o quididad sino que, además, hay una realidad cuya esencia ‘es’ su mismo ser. Para ello, Tomás 4 argumenta que debe haber una realidad que sea únicamente ser y que sea subsistente, que no reciba adición de la diferencia ni por la forma ni mucho menos por la materia. Una vez realizadas estas distinciones entre ser y forma, Tomás formula un argumento para probar la existencia de Dios en el §34: Se vale de Valiéndose de la causa eficiente, Tomás quiere mostrar que es imposible que una realidad, cuyo ser es distinto a su naturaleza o quididad, sea causa de sí misma, en consecuencia, que su ser es un ser recibido de otro. De acuerdo al §35, se sostiene que “todo lo que recibe algo de otro está en potencia respecto de él, y esto que es recibido en él es su acto”. En este sentido, las inteligencias, en tanto que creadas, están en acto y en potencia. Respecto al ser que recibe de Dios, la inteligencia está en potencia, pero su ser mismo es recibido en acto. Por ello en las inteligencias se encuentra una mezcla de acto y potencia. Según Aquino la quididad de la inteligencia es la misma inteligencia, es decir, que la esencia de las inteligencias es lo mismo que ellas son. Finalmente, en el §36 Tomás va a sostener que existe una multitud de inteligencias y ello a razón de que en ellas se dan tanto el acto como la potencia. De acuerdo al grado de la potencia y el acto, es posible distinguir a las sustancias separadas entre sí, por lo que Tomás recurre al argumento de los grados de perfección para distinguir entre una pluralidad de sustancias. El criterio que establece dice que una inteligencia más cercana al Primer Ser tendría más de acto y menos de potencia. En este, deducimos que una inteligencia que tenga más de potencia y menos de acto está más alejada del Primer Ser, del mismo modo, inferimos que en el Primer Ser no habría potencia sino solo acto y en el sentido más pleno por tratarse de un ser perfecto. De esto se trata aquello que Tomás aborda en el §37: cómo se dan el acto y la potencia en el alma humana tomando en consideración que el hombre es un compuesto de materia y forma, de cuerpo y alma, dando lugar a “un ser en un único compuesto”. Iniciando el §38, se revela que la esencia se encuentra presente en las sustancias mediante el “modus triples”. La esencia de Dios es su mismo ser; solo él puede predicarse a sí mismo, dado que la naturaleza divina escapa de las circunscripciones del concepto del género. Dios no posee quididad distinta de su ser; no se le puede definir y lo que se ha llegado a conocer de él no son más que nociones parciales de su esencia. No obstante, sería errar si se admitiera a Dios como un ser universal, la causa formal de su creación. Dios no debería ser considerado ni como universal ni como común, en el sentido de que lo universal es incapaz de existir sin la receptividad de adición a probables diferencias sin las cuales se imposibilitaría el género de las cosas. A Dios no se le puede añadir nada, él es su propio ser, sentenciando la inviabilidad de adición alguna a aquello que es divino; la pureza de Dios lo hace distinto a todo lo demás. La individuación de Dios es incompatible con aquella de las sustancias compuestas de materia y forma, esta obedece a su bondad pura. En su simplicidad máxima, Dios contiene todas las perfecciones sin que estas se separen de la unidad absoluta. Él es simplemente perfecto al tener todas las perfecciones que ocurren en cada género. En las demás realidades, las perfecciones son diversas, mientras que en Dios son una; él puede obrar plenamente en todas las cualidades particulares, siendo esta la cualidad de su omnipotencia, que no deja de ser una conteniendo a las demás.
3. El descenso desde Dios hasta las sustancias compuestas de materia y
forma. Para iniciar, es fundamental mencionar la jerarquía entre los seres que de acuerdo al acto y potencia irían en este orden: (1) Dios, quién es más acto que potencia, (2) Inteligencias, las cuales son tanto acto como potencia, (3) Alma Humana, aquellas que más tienen de potencia y menos de acto, y (4) las formas cuyo ser no existiría sin la materia. Es posible distinguir a las sustancias simples entre sí basándonos en el grado de su potencia y acto. En este punto Aquino acude a la tesis de los grados de perfección. La perfección representada únicamente por Dios, desciende gradualmente a las sustancias compuestas de materia y forma. El razonamiento empleado sostiene que mientras una inteligencia sea más cercana al Primer Ser o Causa Primera, entonces tendrá más de acto y menos de potencia. Así, es posible inferir en el Primer Ser, aquel que es perfecto (Dios), existiría solo en acto mas no en potencia. Luego, el acto y la potencia en el alma humana son dadas a partir de la condición del ser humano como un “un ser en un único compuesto” puesto que posee como materia un cuerpo, y como forma un alma. Por último, después de la forma llamada alma, existen otras formas que tienen mayor cercanía con la materia y, en consecuencia, tienen más potencia, de manera que, su ser no existiría sin la materia.