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UNCUYO FACULTAD DE CIENCIAS

UNIVERSIDAD POLÍTICAS Y SOCIALES


NACIONAL DE CUYO Semiótica 2021

La comunicación como proceso semiótico: un enfoque integral

Este documento deestudioes una adaptación de Cecilia Deamici del original elaborado por Estela Zalba1

El término ‘comunicación’ abarca dimensiones y fenómenos muy dispares y heterogéneos. Es un


concepto que atraviesa los múltiples campos de lo social y lo cultural, adquiriendo en cada uno de
ellos de peculiares características.
La comunicación es un proceso humano fundamental, que preside y enmarca la vida del hombre,
tanto en su construcción como individuo como en su inmersión en lo social. Lo comunicativo está
en la base de la mayoría de las prácticas sociales y es el proceso que posibilita la vida de relación.
Sin embargo, muchas veces, se hace una extensión excesiva – con pretensiones totalizadoras- del
contenido semántico-designativo del término comunicación. Esto trae aparejado, contrariamente a
lo que se supondría, un empobrecimiento de su potencialidad descriptivo-explicativa. Esta situación
requiere a nuestro entender una necesaria delimitación, es decir, el establecimiento de criterios de
demarcación que permitan diferenciar, aunque relacionándolos, el concepto complejo de
comunicación /comunicar de otros tales como información /transmisión de información y
significación / significar, que generalmente aparecen subsumidos en él.
En este Documento de cátedra abordaremos el fenómeno de la comunicación desde una
perspectiva semiótica. Para ello, en primer lugar, retomaremos la noción de semiosis, entendida
como práctica significante, desde esta perspectiva, discriminaremos dos procesos estrechamente
relacionados: el de significar y el de comunicar. Luego diferenciaremos comunicación de transmisión
de información, para lo cual encararemos la problemática de la comunicación en sus diversas
dimensiones y revisaremos críticamente las diferentes explicaciones del proceso de la
comunicación, con sus correspondientes esquemas o diagramas representativos, con el objeto de
fundamentar la elección de modelos explicativos más pertinente, desde el punto de vista semiótico.
Los desarrollos conceptuales que presentaremos se fundamentan en un conjunto de investigaciones
que hemos realizado,23 que han incluido tanto la revisión de los aportes de diversos autores como
el trabajo de campo. A partir de estos estudios hemos configurado dos modelos alternativos para la
descripción y análisis crítico de la comunicación, ya sea que ésta sea
1Zalba, Estela María, fue profesora Titular de la Cátedra de Semiótica hasta 2015 en la Licenciatura en Comunicación Social - F.C.P. y S. –
UN Cuyo – Directora de la carrera de Licenciatura en Comunicación Social – Secretaria Académica de la Universidad Nacional de Cuyo.
Destacada analista del discurso y semióloga argentina. Autora de numerosos artículos académicos y libros.
Zalba, E. M. (directora) - Deamici, C. (Co-directora) & Equipo: Arreghini, R., Bajuk, A., Castiglia, Costa, M., M., Profera, A.; Sosa, R., Trameur,
Y., Pacayán, C. Barbosa, R., Monassa, R., Exploración y análisis de las modalidades de comunicación generadas en los nuevos escenarios
mediáticos posibilitados por Internet, Mendoza, FCPyS - UNCuyo - Programa “La cátedra investiga”, 2010.
3Además de ser utilizado en la cátedra de Semiótica, tanto de la carrera de Comunicación Social como de Letras y de Didáctica Disciplinar:
Comunicación Social, el ‘modelo alternativo’ ha sido mediado didácticamente para ser trabajado en el nivel medio (Zalba, Estela María,
Arenas, Norma y Otros, Lengua I – Polimodal, Proyecto pedagógico con modalidad a distancia para la terminalidad de estudios de EGB3
y Educación Polimodal EDITEP, Mendoza, EDIUNC, 2006) y en el Curso de Nivelación a la carrera de Licenciatura en Comunicación Social
(Cuadernillo de Ingreso a la carrera de Comunicación Social, Mendoza, FCPyS –UNCuyo, 2008).

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abordada como proceso interaccional entre sujetos o como comunicación mediática. Por su parte,
el desarrollo y consolidación de las TICs y la omnipresencia de Internet han generado nuevas
modalidades de comunicación que han impactado y transformado la comunicación
interpersonal/grupal y mediática, sobre las que también ahondaremos en este trabajo.

1. La semiosis como práctica significante. Significar y Comunicar

Como sostiene el semiólogo Juan Magariños de Morentín, la Semiótica, en tanto disciplina, remite a
“un conjunto de conocimientos destinados a explicar cómo y por qué un determinado
fenómeno adquiere, en una determinada sociedad y en un determinado momento histórico
de tal sociedad, una determinada significación y cuál sea ésta, cómo se la comunica y cuáles
son sus posibilidades de transformación” (Magariños, 2006, el destacado es nuestro).
Un fenómeno (entendido en el más amplio sentido del término = todo aquello que ‘aparece’ o ‘se
manifiesta’), que en determinada sociedad adquiere una determinada significación, se constituye en un
fenómeno significante (= “que significa”).
Observemos los siguientes ejemplos: a) un trueno es un fenómeno natural, pero si alguien luego de
percibirlo le otorga la significación de “tormenta”, lo ha transformado en un fenómeno significante; b)
un conjunto de personas caminando juntas por el medio de la calle es un fenómeno que aparece a
nuestra percepción, pero si le otorgamos la significación de “protesta” lo transformamos en un
fenómeno significante; c) el aumento de la temperatura corporal es un fenómeno fisiopatológico, que
comúnmente llamamos fiebre, pero cuando el médico le atribuye el valor de síntoma de una
determinada enfermedad, lo transforma en un fenómeno significante. Ahora bien, como se desprende
de los ejemplos, es la praxis humana la que transforma en significante un fenómeno dado, es decir lo
dota de significancia. La Semiótica denomina semiosis a este proceso de transformación.
La semiosis es, entonces, una clase particular de práctica social: es una práctica significante. Entendemos
por práctica significante a toda actividad que engendra una significación, sea esa significación el
resultado de un proceso de producción de sentido (alguien engendra un fenómeno significante: ejs.:
pinta un cartel, hace un gesto), o bien de un proceso de interpretación (ejs: alguien le otorga un sentido
a ese cartel o a ese gesto o a un fenómeno natural), o una combinación de ambos. Por lo tanto, estamos
distinguiendo, y por lo tanto separando y desarticulando, la producción de la interpretación. Ilustremos
esta diferenciación:
1) Un actor sobre el escenario construye sentidos, para ello se vale de palabras, gestos y movimientos;
los espectadores en la sala, interpretan estos diversos signos, otorgándole significaciones. El actor, en
este caso, constituye la instancia productora de un fenómeno significante y los espectadores conforman
los intérpretes de esas significaciones. En este caso estamos ante un proceso de comunicación.
2) Un detective o un rastreador descubren pistas o huellas. En este caso, están realizando una
operación de semiosis propiamente dicha porque: a) reconocen determinado fenómeno percibido como
portador de un valor distinto de sí mismo y b) lo interpretan, es decir, le atribuyen una

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significación, por lo tanto, transforman ese fenómeno en fenómeno significante. Tanto en (a) como en
(b), el intérprete (= sujeto que efectúa las operaciones de reconocimiento e interpretación) realiza
sendas inferencias. En este ejemplo, sólo se verifica un proceso de interpretación, pero no de producción
de sentido, ya que no es razonable plantear la existencia de una instancia previa que produjo, con tal
intención, ese fenómeno como signo. (Salvo, claro está, que alguien “a propósito” haya construido esas
pistas o huellas para confundir al detective o al rastreador, por ejemplo).
Esta discriminación realizada entre los procesos de producción e interpretación de la significación, nos
permite diferenciar, a su vez, dos operaciones: la de significar y la de comunicar. La segunda presupone
lógicamente a la primera, pero no a la inversa.
Comunicar requiere de una instancia (sujeto individual o colectivo) que produzca una significación, con
esa intencionalidad, y otra instancia (sujeto individual o colectivo) que reconozca e interprete el
producto del proceso realizado por la instancia productora, sea este producto un signo o un “conjunto
sígnico coherente” (= texto).
Por lo tanto, estamos planteando que en el comunicar no solo se requiere “una respuesta interpretativa
del destinatario” (Eco, 1985, p. 35), sino una intencionalidad de producción de sentido por parte de un
destinador. “Sin saber la intencionalidad de los sujetos, no se puede hablar de comunicación. Esta
relación intencionada está detrás del enunciado o de los actos comunicativos (...)” (Vera, 2006, p. 13)

2. De la transmisión de la información a la comunicación del sentido

Tradicionalmente se ha procurado la descripción y explicación de los diversos procesos


comunicativos con un único modelo: el esquema de la comunicación desarrollado por el
funcionalismo lingüístico y semiótico, a partir de la propuesta de Roman Jakobson4, con base en el
modelo cibernético del traspaso de la información. Este modelo ha sido ‘naturalizado’ a punto tal
que obnubila la posibilidad de entender los propios fenómenos comunicacionales, ya que su
excesiva simplificación de la complejidad del proceso no configura una representación potente
porque deja fuera demasiados aspectos, elementalizándolo. Incluso la utilización de este esquema
para trabajar la comunicación mediática trae aparejado un conjunto adicional de problemas
metodológicos.
La teoría de la información entiende por traspaso de información el proceso de transmisión de una
señal que pasa de una fuente emisora a una fuente receptora, a través de un canal, merced a la
existencia de un código. Estas fuentes tienen la particularidad de ser aparatos mecánicos,
electrónicos, digitales, organismos biológicos o elementos fisiológicos. A su vez, la señal transmitida
es un estímulo, de diferente naturaleza según la índole de las fuentes intervinientes en dicho
proceso, por lo tanto, no posee capacidad significante. Aspecto que, sin embargo, no preocupó a la
teoría porque ésta “operó una distinción entre la forma y el contenido, entre lo que

4 Previamente el lingüista y fonólogo Berlo había elaborado un diagrama similar.

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sirve para transportar una materia cualquiera y la naturaleza de lo transportado (...)” (Charaudeau
y Maingueneau, 2005, p. 96).
El esquema clásico proveniente de la teoría de la Información

Canal
Emisor---------- señal/información----------- Receptor
Código

feed-back (retroalimentación)

Esta separación entre el sistema transmisor y el sistema transmitido (que es de naturaleza


semántica) y la subsecuente subestimación del segundo, ha resultado no pertinente para abordar
los procesos comunicativos por cuanto: “La comunicación (...) sólo puede ser explicada desde la
acción entre sujetos que intercambian sentidos.” (Vera, 2006, p. 10).
A su vez concibió un proceso inverso y reflejo – el feedback o retroalimentación – que corroboraría
que la operación de transmisión de la información se ha logrado.
La trasposición de este modelo informacional a la comunicación humana pareció resolver el
problema de definir la comunicación humana a través el famoso “esquema de la comunicación”. En
esta perspectiva teórica se asimiló la comunicación a un “traspaso de información” entre un emisor
y un receptor a través de un medio o canal, mediante el uso de un código (que se suponía unívoco).

El esquema de Jakobson
“Los diferentes factores inalienables de la comunicación verbal pueden representarse
esquemáticamente de la siguiente manera:

CONTEXTO
DESTINADOR ------- MENSAJE--------- DESTINATARIO
CONTACTO (canal de contacto)
CÓDIGO
Cada uno de estos seis factores da origen a una función lingüística diferente. ” (Jakobson (1963, p.
214), en Kerbrat-Orecchioni, 1993)
Sin embargo, este modelo fue puesto en cuestión por:
“reducir el proceso a un esquema simétrico simplista y mecanicista, como si cada uno de sus elementos
(emisor-codificador; receptor-decodificador, código y canal) fuera transparente: en efecto, el emisor no
se plantearía ningún problema de relación entre su intención de sentido y las formas en las que debe
codificarlo; el receptor reconstruiría perfectamente la intención de sentido del emisor; el código no sería
más que un conjunto de relaciones unívocas entre forma y sentido(. ) Por lo demás,

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este esquema reducía el conjunto de los hechos de comunicación humana a la simple transmisión
de información (...)” (Charaudeau y Maingueneau, 2005, p. 96-97, el destacado es nuestro)

El modelo comunicacional propuesto por la teoría funcionalista ha recibido numerosas críticas,


desde hace más de veinte años y, en la mayoría de las disciplinas en que se aborda el proceso de la
comunicación (la lingüística, la semiótica, la psicología y las diversas teorías de la comunicación)
dicho paradigma ha sido dejado de lado por considerar que sus constructos teóricos no daban
acabada cuenta del fenómeno que procuraban explicar.
Los modelos o esquemas que representan procesos (en nuestro caso, el proceso de la comunicación)
son análogos a los mapas geográficos; en tal sentido cabe, respecto de ellos, la siguiente reflexión
por analogía: si bien el mapa no es el territorio sino la manera en que lo representamos otorgándole
significación, su potencialidad como mapa estará ligada a la calidad de representación del territorio
y no a su elementarización. El fenómeno de la comunicación es complejo, intervienen en él muchas
variables y condicionamientos, una excesiva simplificación como la propuesta en el modelo
cibernético o en el modelo de Jakobson no constituyen una representación potente, porque dejan
fuera de la representación demasiados aspectos y, de esta manera, ‘elementarizan’ el proceso de la
comunicación.
Sin embargo, y a pesar de las numerosas críticas recibidas, desde hace más de veinte años, el clásico
esquema comunicacional sigue inaugurando la presentación de la comunicación en diversos
ámbitos educativos: escolares y universitarios.

3. Modelo alternativo de la comunicación interpersonal/grupal

Como señalábamos al comienzo de este documento, la comunicación es un proceso humano


fundamental, que preside y enmarca la vida del hombre, tanto en su construcción como individuo
como en su inmersión en lo social, por cuanto hace posible “a los hombres establecer entre ellos
relaciones que les permiten apreciar lo que los diferencia y los reúne, creando así lazos psicológicos
y sociales” (Charaudeau y Maingueneau, 2005, p. 95) La comunicación, entonces, está en la base de
la mayoría de las prácticas sociales y es el proceso que posibilita la vida de relación.
En un sentido amplio, fuertemente ligado a las interacciones sociales, entenderemos por
‘comunicación’ el proceso que se verifica entre dos sujetos (singulares o colectivos), más
específicamente entre el “querer - decir (expresar)” de uno y el “poder - comprender” del otro
(Pottier, 1992). Hablamos de sujetos (que producen y que interpretan) y no de dos terminales en un
diagrama de flujo (emisor y receptor) como en el modelo de Shannon/Berlo/Jakobson. El “querer
decir” se vincula con la intencionalidad5 de producción de sentido por parte del sujeto que instaura el
proceso comunicativo, y el “poder comprender” supone que el sujeto que asume el papel de
destinatario de una comunicación debe poseer una competencia interpretativa. Estos sujetos –
activos y actuantes en el proceso- son los “actores” de la comunicación. La noción de producir un
mensaje da mejor cuenta de la complejidad de la tarea, que la idea de “emitir” (que

5 A la que nos hacíamos referencia anteriormente (cfr. pág. 2).

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sería solo la etapa o momento final de la producción); a su vez, la noción de interpretar le da al


sujeto que recibe el mensaje una participación activa en el proceso, involucrando una operación
intelectiva (=” que tiene la virtud de entender” (Diccionario RAE, 2002)), lo que no hace el verbo
“receptar” (que supone un ente pasivo que simplemente ‘recibe’). Por ejemplo: cuando alguien
escucha radio, el receptor sería el aparato de radio, la persona sería un intérprete o interpretador.
Este proceso se da siempre en una situación específica – la que algunos denominan ‘situación
comunicativa’- conformada por el lugar o espacio físico y el momento en que se desarrolla (variables
espacio-temporales), las relaciones entre los participantes y las particulares circunstancias en que
se produce. A su vez, este proceso situado o ‘anclado’ se enmarca en un ámbito sociocultural
determinado, cuyas variables constitutivas son: un escenario social, una época histórica y un
discurso social (o confluencia de discursos sociales). La situación y el ámbito sociocultural
constituyen el contexto, que tendría una dimensión microcontextual (las variables de la situación)
y una macrocontextual (el ámbito sociocultural).
Ahora bien, la percepción y evaluación de las variables microcontextuales así como la aprehensión
del macrocontexto, es decir del contexto en cualquiera de sus dimensiones, no son siempre
equivalentes para los actores del proceso. Por ello si bien cualquier aspecto del contexto que se
modifique puede incidir en el sentido otorgable al mensaje, no son necesariamente las
características objetivas del contexto las que ejercen su influencia en el proceso, sino la percepción
y evaluación de la situación y/o la aprehensión o comprensión de la incidencia del ámbito
sociocultural por parte de los sujetos actores de la comunicación. Claro está que puede haber
factores ambientales ajenos a los sujetos que incidan en el proceso (los denominados “ruidos”),
pero es fundamentalmente la representación (=imagen mental) del contexto o “modelo de
contexto” (van Dijk, 1999), que elabora cada uno de los actores del proceso la que ejerce su
influencia en la producción o interpretación del mensaje. Cuando estos modelos del contexto
difieren entre productores e intérpretes de la comunicación, generan problemas de distorsión que
pueden conducir a la incomunicación.
El proceso comunicativo involucra, asimismo, una serie de conocimientos y creencias sobre el
mundo por parte de ambos sujetos, conocimientos y creencias que pueden o no ser compartidos.
Señala Umberto Eco: “. lo que se llama ‘mensaje’ es, la mayoría de las veces, un TEXTO cuyo
contenido es un DISCURSO a varios niveles” (Eco, 1985, p. 115). Todo discurso trabaja sobre
informaciones explícitas que se apoyan, a su vez, en conocimientos y creencias sobre el mundo; es
decir, que, desde la perspectiva del mensaje elaborado, estos conocimientos y creencias establecen
el sustrato de supuestos e implícitos desde los cuales se articula dicho mensaje y requieren su
recuperación -inferencialmente la mayoría de las veces- para su acabada comprensión. En ocasiones
el desconocimiento del destinatario, o la ‘inconmensurabilidad’ con las propias matrices de
pensamiento, hacen que el mensaje interpretado sea inconsistente. La distancia entre las
competencias enciclopédicas (como muchos autores denominan a este conjunto de conocimientos)
de los sujetos, entonces, puede engendrar problemas de incomunicación.

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La comunicación presupone el uso de un lenguaje (o lenguajes) mediante el cual se conforma el


mensaje, cuyo dominio puede ser dispar por parte de los protagonistas del proceso comunicativo.
Entenderemos por lenguaje a todo sistema de representación conformado por un ‘plano de la
expresión’ (componente que remite al nivel de la manifestación: acústica, visual, gestual, sincrético
(ej. audiovisual)) y un ‘plano del contenido’ (componente semántico)6. Los lenguajes son conjuntos
significantes, ya que son sistemas especializados en producir significación. En los procesos de
comunicación nos encontramos ante la puesta en funcionamiento del o los lenguajes cuyo producto,
como ya señaláramos, es un discurso, por lo tanto, lo que se engendra, incluso se co-construye, es
‘sentido’.
Esto significa que no solo son los lenguajes verbales los sistemas que participan de un proceso
comunicativo, sino también existen otros elementos a tener en cuenta, sobre todo, en las
interacciones cara a cara o en las mediadas por alguna tecnología pero que los participantes pueden
verse. Estamos hablando de la importancia que tienen tanto los gestos faciales y corporales
(kinésica), como la distancia -proximidad/lejanía relativa- de los cuerpos en un tiempo y espacio
determinado (proxémica). Es decir, cada uno de estas variables juegan un rol fundamental en la
articulación de la significación. Por ello, es importante tener presente que producir y comprender
un mensaje no solo involucra el conocimiento del lenguaje verbal, sino también el manejo social de
otros sistemas de representación no verbales que son esenciales para la significación/comunicación
entre seres humanos.
• Comunicación directa o mediada
Luego de todo lo analizado hasta aquí, podemos relevar que una comunicación puede ser directa
(comunicación ‘cara a cara’) o mediada (por la presencia de algún elemento o dispositivo
tecnológico en el proceso: el papel en la carta, el celular, el satélite, las redes sociales digitales, entre
muchas otras.). En todos los casos, una característica de la comunicación interpersonal o grupal es
la posibilidad de intercambiar los roles.
Sobre la base de la descripción realizada podemos afirmar que hablar de un proceso comunicativo
no equivale, entonces, necesariamente a aseverar que dicho proceso se realice plenamente. Hay
más intentos comunicativos que comunicaciones efectivamente logradas. En este sentido
consideramos que el modelo alternativo de la comunicación propuesto –que toma en cuenta un
conjunto de desarrollos teóricos- permite explicar tanto la comunicación como la incomunicación.
Es decir, cuando por alguna variable el proceso no puede concretarse. Estas cuestiones pueden estar
vinculadas con la imposibilidad tecnológica en un momento determinado o la imposibilidad de
comprender por parte de alguno de los participantes del proceso, sea esto por la no comprensión
del lenguaje utilizado o por desconocimiento absoluto de la temática de la que se está tratando.
Ver diagrama en el Anexo.

4. Modelo alternativo de la comunicación mediática

En el apartado anterior hemos procurado describir el proceso que se verifica en los casos de la
comunicación interpersonal y/o la comunicación grupal (nivel microsocial). Ahora bien, queda todo
un amplio campo vinculado con la comunicación como fenómeno social (macrosocial), básicamente
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relacionado al fenómeno de la comunicación masiva y/o mediática. Con la expresión comunicación


mediática se hace referencia a los procesos comunicativos que genera el conjunto de los medios de
comunicación (‘media’ o ‘mass media’), gráficos, radiales y televisivos, que abarcan producciones
discursivas diferentes -informativas, ficcionales, publicitarias, entre otras-.
Abordar su estudio sistemático7 es encarar una de las dimensiones claves de los procesos y prácticas
socioculturales de nuestro siglo. La aparición, consolidación y hegemonía de los medios masivos de
comunicación es un proceso histórico insoslayable en la constitución de las sociedades

6 Explicitaremos estos planos en dos lenguajes: la lengua natural y la imagen.


En el caso de la lengua natural, si alguien pronuncia una palabra: por ejemplo, la palabra empleado, el PLANO DE LA EXPRESIÓN es acústico y
se lo percibe auditivamente, a través de una onda sonora que permite evocar un sonido, el que se asocia a un contenido semántico (o
sea, un significado). Ese contenido semántico o PLANO DEL CONTENIDO es, en el caso del ejemplo: “hombre adulto que realiza un determinado
trabajo en relación de dependencia, por un jornal diario o mensual”.
En cuanto al lenguaje visual o imagen, tomemos como ejemplo los dibujos que se observan en las historietas: su PLANO DE LA EXPRESIÓN son
los trazos de tinta sobre el papel y su PLANO DEL CONTENIDO lo constituyen las personas, los comportamientos, las acciones y los objetos que
están representados.
7 El estudio sistemático de ésta y su inserción en los ámbitos educativos se conoce como “educación en relación a los medios” (o
“educación en medios”).

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complejas contemporáneas. El espacio público desde mediados del siglo XX es un escenario


mediatizado. Es tal el peso de la comunicación mediática en nuestra época que muchas veces se
torna equivalente a la comunicación como proceso en sí. Además, actualmente se considera que los
medios de comunicación constituyen una de las formas de socialización de los individuos (junto con
la familia y la escuela).
Los medios de comunicación son instituciones sociales productoras de sentido, que presentan, entre
otras, las siguientes características socio-comunicativas: los medios producen “representaciones”
simbólicas del mundo fuertemente convencionalizadas, son los agentes privilegiados en la
construcción de la realidad social pública (“agenda”) y, por lo tanto, tienen un impacto decisivo en
la conformación del horizonte cognoscitivo de las sociedades (Rodrigo Alsina, 1989).
Las características que adquiere el fenómeno comunicativo en esta peculiar modalidad que hemos
denominado comunicación mediática se vinculan con la “unidireccionalidad” del proceso
comunicativo, es decir, con una lábil interacción comunicativa, lo que determina la imposibilidad de
intercambiar los roles, y la “desubjetivación” (Chaves, 2000) del destinatario, en la medida en éste
es pensado como un conjunto de personas con características estereotipadas (los adolescentes, las
mujeres, los simpatizantes del deporte, los niños, la gente del campo, los interesados por el
espectáculo, etc.) y no como sujetos individuales con rasgos particulares.
Otra de las características de la comunicación mediática es que se vale de los diversos lenguajes
existentes: la lengua natural, el lenguaje visual (imagen), el lenguaje musical y el lenguaje
audiovisual. El sincretismo o integración de lenguajes, entonces, es una de las peculiaridades
semióticas de los modos de construcción discursiva de lo mediático. Otras particularidades, desde
la perspectiva discursiva, son: la apropiación, adaptación e hibridación de géneros provenientes de
otros ámbitos discursivos (ejs.: el telenoticiero, las telenovelas, las series o telefilms, los
documentales) y la generación de sus propios géneros y formatos (ej. los “reality shows”, los
videoclips).
Atender a estas peculiaridades de la comunicación mediática requiere, a nuestro entender, pensar
en un modelo explicativo diferenciador.
Una de las propuestas teóricas que permiten sistematizar el fenómeno de la comunicación
mediática, lo constituye el modelo de Eliseo Verón (1996) relativo al proceso de la producción social
del sentido, o semiosis social. El autor asimila la producción social del sentido a un sistema
productivo, y como tal organizado en tres fases o momentos: (1) producción – (2) circulación – (3)
consumo/reconocimiento. En cada una de estas fases es factible postular la existencia de modos
(entendidos en tanto conjunto de reglas de distinta naturaleza), que conformarán -en el caso de las
dos fases nodales- sendas gramáticas: de producción y de reconocimiento; asimismo es necesario
reconocer las condiciones sociohistóricas que influyen en el desarrollo de dichas fases.
En el caso de la comunicación mediática, consideramos que cada medio de comunicación, y cada
uno de los discursos en y por ellos engendrados, trabaja sobre particulares modos de producción
(entre otras: reglas de géneros, de lenguajes, diversas estrategias enunciativas y rutinas

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productivas) fuertemente atravesados por las tecnologías a ellos asociados. Es decir que en su
proceso constitutivo, en el diseño de nuevos formatos y modos de producción y circulación y en la
consolidación de su papel hegemónico influye fuertemente el desarrollo tecnológico (tecnologías
vinculadas a la transmisión de la información, diversos softwares de diseño gráfico, etc.). En tanto a
las condiciones socio-históricas, estas abarcan situaciones, circunstancias y otros condicionantes
económicos, políticos, etc., tanto de naturaleza global como nacional y local, e incluyen los otros
discursos sociales vigentes en los diferentes momentos de producción y/o de reconocimiento. El
desarrollo tecnológico constituiría también un condicionamiento, aunque una vez incorporado un
determinado dispositivo o elemento técnico, éste puede llegar a modificar los modos de producción,
generalmente en el ámbito de los soportes.
En el vínculo de las fases entre sí, así como en la relación entre modos y condiciones se observa un
denso proceso de imbricación, por lo tanto, su discriminación es metodológica y obedece a la
necesidad de su descripción y explicación.
En relación con esta imbricación entre condiciones sociohistóricas y modos, señalamos que desde
hace casi dos décadas estamos frente a la paradójica tensión entre procesos de globalización
informativo-comunicacional y el pasaje del broadcasting al narrowcasting, ambos fenómenos
posibles gracias al concurso de diversas tecnologías específicas. Aunque conviven, por un lado, la
transmisión de una programación única que llega y abarca una audiencia amplia y unificada, es decir,
masiva, tanto en la radiodifusión tradicional (radios AM con diversas repetidoras) como en la
televisión por aire; por otro lado, la difusión más acotada de una programación diferenciada que
llega a audiencias segmentadas, tanto en radio como en televisión (TV por cable o satélite, con
canales temáticos: de noticias, de películas, de series, etc.). Esta fragmentación de las audiencias es
una de las razones por las cuales el término “masivo/a” ha ido perdiendo su potencial descriptivo
de esta forma de comunicación.
Por su parte, los modos de reconocimiento serán diferentes de acuerdo con un conjunto de
variables aleatorias de los públicos (sociales, culturales, biográficas) que condicionarán las
operaciones de interpretación y valoración, así como las diferentes formas de apropiación.
Ahora bien, es factible establecer cierta dialéctica entre producción y reconocimiento, a través de
los denominados “pactos de lectura” (Verón, 1999), constructo que procura explicar la peculiar
relación entre diversos géneros y formatos mediáticos (su particular y compleja “manera de decir”
(Verón, 1999)) y los potenciales ‘lectores’ (oyentes, telespectadores).
Ver diagrama en el Anexo.

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Verón, Eliseo. Esto no es un libro. Barcelona. Gedisa, 1999.
Verón, Eliseo, Espacios mentales. Efectos de agenda 2, Barcelona, Gedisa, 2001.
Zalba, Estela M., Los procesos de comunicación: dos modelos alternativos desde una perspectiva crítica. Aportes para el estudio
de las interrelaciones entre comunicación y educación. En ponencias de las VI Bienal de Iberoamérica de la
Comunicación, UNCórdoba, 2007. 2007. CD – ISBN–950–33-0618-5
Zalba, Estela M., “Paradigmas de la comunicación en crisis: una puesta en cuestión del modelo informacional”. En Actas
del II Coloquio Argentina-Brasil de Ciencias de la Comunicación y Jornadas Internacionales de Estudios sobre
Políticas de Comunicación, Mendoza, FCPyS-UNCuyo, octubre de 2009. CD – ISSN 1514-2159. Versión impresa
en: Cimadevilla, Gustavo y Fagundes Haussen, Doris (Coordinadores), La comunicación en tiempos de crisis. II
Coloquio Argentina Brasil de Ciencias de la Comunicación, Río Cuarto, UNRío Cuarto, 2010; págs. 274-285.
Zalba, Estela M., Deamici, Cecilia & Otros, Exploración y análisis de las modalidades de comunicación generadas en los
nuevos escenarios mediáticos posibilitados por Internet. Informe final, Mendoza, FCPyS- UNCuyo - Programa “La
cátedra investiga”, 2010.

11
UNCUYO FACULTAD DE CIENCIAS
UNIVERSIDAD POLÍTICAS Y SOCIALES
NACIONAL DE CUYO Semiótica 2021

ANEXO

Gráficos de los modelos alternativos de comunicación propuestos

Modelo alternativo del proceso de comunicación interpersonal

12
UNCUYO FACULTAD DE CIENCIAS
UNIVERSIDAD POLÍTICAS Y SOCIALES
NACIONAL DE CUYO Semiótica 2020

Modelo alternativo del proceso de la comunicación mediática

El sistema de medios  un sistema productivo


 Proceso de comunicación mediática constituido por 3 fases interrelacionadas  basado en el modelo
sociosemiótico (E. Verón)

Fase 1: Producción  Fase 2: Circulación  Fase 3: Consumo


- Reconocimiento

 Modos de Producción:  Modos de Circulación  Modos de Consumo -Reconocimiento


- Conjunto de reglas de diferente  distribución y reproducción del discurso - Conjunto de reglas y
naturaleza [discursivas /géneros / procedimientos subyacentes a:
lenguajes /‘puesta en superficie’ (=  Condiciones socio-históricas y materiales
✓ las operaciones de interpretación y
soportes/ formatos)] (incluido desarrollo tecnológico) valoración
- “rutinas” productivas
✓ las formas de apropiación
 Condiciones socio históricas y materiales
 Condiciones socio-históricas y materiales
(incluidos otros discursos sociales /
(incluidos otros discursos sociales / desarrollo tecnológico)
desarrollo tecnológico)

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