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Fundamentos

filosóficos
INTRODUCCIÓN
La Estética es la disciplina que ocupa la cuestión del arte y la belleza, aunque ese
terreno resulta decisivo también para el asunto de la verdad y la justicia. Nos centraremos en la
Estética como conexión entre las grandes fuerzas de la verdad, la justicia y la belleza,
especialmente en lo relativo a la relación entre estética y política. Pertenecemos a un mundo en
donde esas tres esferas se han desacoplado, sin embargo no siempre han estado tan separadas.

El concepto de autonomía del arte se produce en el año XVIII y se relaciona con la


independencia del arte respecto al poder de la Iglesia y de la monarquía. Sin embargo, el arte
conquista su autonomía cuando valor pasa a ser independiente de cualquier utilidad, cuando se
basa a sí misma para justificarse, cuando se defiende el derecho del “arte por el arte”.

Pero, conforme se consolida esta idea, el arte se convierte en la actividad que


realizamos en los márgenes que nos deja nuestra vida cotidiana; no constituye la base sobre la
que se sostiene el orden social. Sin embargo, conforme el arte se arrincona en una posición
socialmente marginal, las cuestiones estéticas van ocupando un lugar cada vez más importante
en el conjunto de la reflexión filosófica.

Mientras la pregunta “¿qué es la belleza?” se desvanecía, se empezó a confiar en la


posteridad, en el tiempo como juez del gran arte. Sin embargo, surgieron en este punto
creaciones de “arte efímero” que buscaban este rasgo con orgullo. La pregunta ineludible es
¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha ocurrido para que incluso la belleza se haya roto tan
en pedazos que no nos quepa más que andar de individuo en individuo preguntando su opinión
personal y subjetiva para ver si se puede hacer algo con la “suma de todos”.

La historia del arte no ha sido seleccionada aleatoriamente, tiene que haber un sentido
objetivo en el estudio estético. Sin objetividad de ningún tipo en “el lugar de los poetas” (el
lugar donde se ponen nombres a las cosas, se conciben formas para la materia y se crean reglas
para el mundo), puede que se nos desplome también el orden mismo de la verdad y de la
justicia.

TEMA 1: PLATÓN. FILOSOFÍA Y POESÍA:


UN CONFLICTO QUE VIENE DE ANTIGUO.
1.- La expulsión de la ciudad:
Platón comienza La República pidiendo que se borren trozos enteros de La Ilíada y La
Odisea y, poco después, reclama la expulsión de los poetas de la ciudad en nombre de la
Libertad, preocupado por el efecto pernicioso que los poetas tienen sobre los jóvenes y los
hombres libres. Le parece escandaloso que los niños se pasen el día escuchando poesía, sobre
todo porque están llamados a ser ciudadanos libres de una república democrática.

En el Libro X de La República insiste en que no se EL EJEMPLO DE LAS TRES


puede consentir la poesía imitativa, entre otras cosas, porque CAMAS
los poetas no tienen acceso al conocimiento científico y a la
verdad. Se debe sustituir la poesía imitativa por la disciplina
de “medir”, “contar” y “pensar”. Y el problema no es solo
éste, sino que el poeta se aleja tres veces de lo real, lo cual se
explica perfectamente con el ejemplo de las tres camas.

De esta forma Platón confronta la poesía y la ciencia,


acusando a la poesía de estar ocupando de un modo
fraudulento el lugar del conocimiento.

En el Ión, Sócrates interroga a un rapsoda sobre quién dominarás la técnica de conducir


un carro, si el auriga o el poeta y aunque el rapsoda recuerda los versos de La Ilíada en donde
Homero indica cómo se hace girar a los caballos, reconoce que el auriga domina la técnica de
conducción de carros mejor que el poeta. Lo sorprendente aquí para el lector es que el Ión no se
cuestione por qué un poeta debería saber conducir un carro.

En cualquier caso, Platón nos recuerda que esta aversión entre filosofía y poesía no es
nueva. Siempre que se estudia la historia de la filosofía, se pone el foco de atención en la
fractura que enfrenta a filósofos y sofistas. Pero no se puede pasar por alto la lucha de filósofos
y sofistas con los poetas. Esta desavenencia viene de antiguo y continúa durante muchos siglos:

- Los escépticos: la poesía es inútil o perjudicial ya que su carácter de ficción produce


confusión en la mente.
- Epicuro: desprecia la música y la poesía como mero “ruido” y, al igual que Platón,
consideraba que los poetas debían ser expulsados de la ciudad.
- Los epicúreos: la poesía no es capaz de decir con verdad nada más que lo que la ciencia
conoce y, por esa razón, censuraban a los poetas por sus fantasías con más intensidad
que el propio Platón.

2.- El mundo de la oralidad:

Poesía y conservación de la memoria viva:


Para entender este asunto, hay que ver que la lógica de la oralidad es completamente
distinta a la nuestra. Sin entender el tipo de mentalidad que corresponde a una sociedad sin
escritura y el papel que inevitablemente desempeña en ella la poesía es imposible hacerse cargo
del conflicto secular que enfrenta a filósofos y poetas.

En Grecia aparece la escritura en el S. VIII a.C. aunque hasta mucho tiempo después se
limita a ser un saber gremial. En el S. V a.C. de Platón, la escritura sigue sin ser algo
generalizado; es una sociedad con una mentalidad oral, con unas reglas y una mentalidad
específicas.

En estas sociedades, gobernadas por la lógica de la oralidad, la poesía se convierte en el


recurso para acumular el conjunto de conocimientos técnicos de la sociedad. Es una sociedad
que sólo puede recordad lo que sea capaz de retener en una memoria viva. Por tanto, el
cometido de los poetas no es crear sino conservar inalterada la tradición, las costumbres y la
cultura que define la identidad misma de un pueblo determinado.

Los poetas son los que, en el orden del conocimiento, recuerdan todo lo que debe ser
dicho (porque así lo dijeron los ancestros) y los que, en orden práctico, recuerdan lo que debe
ser hecho (porque así lo hicieron los ancestros). La poesía (especialmente la homérica)
constituía la enciclopedia tribal de los griegos, por tanto Homero representaba la institución
educativa en Grecia ya que no tenían más soporte material que la poesía.

La prosa, sencillamente, es incapaz de desempeñar ese papel ya que la poesía


proporciona la tecnología verbal necesaria para ayudar a la memoria tribal de las sociedades. La
poesía es una herramienta mnemotécnica tan importante como pueda serlo entre nosotros la
imprenta y la tinta.

La cuestión homérica
El camino privilegiado por el que se impuso esta preocupación por el mundo de la
oralidad, hasta su solución actual, fue la cuestión homérica. Hasta el S. XVII se ha puesto en
duda la existencia de Homero y la autoría de sus obras:

- ROBER WOOD (S. XVIII): Homero no sabía leer y fue la memoria tribal la que
conservó su poesía, por tanto la técnica homérica es mera mnemotécnica popular no
culta.
- ROMANTICISMO (S. XIX): es inconcebible que los dos poemas homéricos no fueran
obra de un único genio creador, ya que de lo contrario no presentaría una estructura tan
perfecta, genial y bella.
- MELMAN PARRY (1928): todo el aspecto característico de la poesía homérica se debe
a la economía que le impusieron los métodos orales de composición. Así, demostró una
dependencia en la selección de palabras y formas en la construcción del verso
hexámetro. En vez de un genio, teníamos un obrero del verso. Toda la obra de Homero
es predecible, una serie de recursos prefabricado. Aquí aparece el problema de la
originalidad, ¿cómo un texto tan perfecto carecía de originalidad? Aquí hay que
preguntarse si la originalidad misma era una cosa tan preciada en la cultura oral.
- HAVELOCK (S. XX): en Prefacio a Platón muestra que en una cultura oral se valora
sobre todo lo formulario, lo fácilmente recordable. Sólo en los textos de Platón
empezamos a ver que la introducción del texto escrito modifica esta situación. El texto
escrito permite la abstracción y la originalidad, al poderse sustituir el soporte
mnemotécnico del verso por la escritura. Pero en la época de Homero se cultivó todo lo
que ahora no consideramos “poético”: lo prefabricado, reglas predecibles, formulismos
repetitivos.

La tecnología verbal de la oralidad:


El mundo de la oralidad está constituido por una tecnología verbal muy estricta basada
en reglas estrictas:

- LA MÉTRICA: es el vehículo de la comunicación; la materialidad discursiva de la


oralidad. Nos ayuda a memorizar el contenido y es un antídoto necesario contra las
posibles deformaciones que pueda producir el tiempo en el relato.
Precisamente por esto todo lo que debe ser recordado con exactitud tiene que expresarse
en verso, tanto en los discursos técnicos como en el conjunto de la vida cotidiana. Para
una cultura oral, el único “archivo” es la memoria individual, pero además la
instrucción debe ser ritual y colectiva.
- LA REPETICIÓN: es clave para la conservación de cualquier relato y para lograrlo, hay
que hacer que el contenido sea tan satisfactorio que den ganas de escucharlo más de
una vez. Para que algo se conserve, debe repetirse de forma recurrente y del mismo
modo. Por ello, el relato debe estar plagado de formulismos reiterativos, una
acumulación de epítetos.
- LA EXAGERACIÓN: los pueblos antiguos muestran una falta de interés por los
hechos históricos “objetivos”. En una cultura oral se recuerda lo verdaderamente
memorable. Por ello se exageran los hechos para que sean más fáciles de recordar.
En una sociedad oral es irrelevante el que sea real o no, por ello los héroes desaparecen
con la cultura escrita ya que las cosas no memorables en sí mismas pueden ser
recordadas gracias a la materialidad de la escritura.
- LA MÚSICA: el ritmo es menos exigente que en el verso o el metro. Sin embargo, al
metro se le puede añadir una melodía repetitiva de forma que resulte más fácil
memorizar un conjunto largo.
La correlación poesía-música- En la tecnología discursiva del mundo oral, la música es sierva de la
danza tenía por misión conseguir palabra. No es el acompañamiento de una palabra creadora, sino un
que el sistema nervioso en su mero instrumento de servicio de la palabra de los ancestros. En una
conjunto se convirtiera en un cultura oral es fundamental que no adquiera autonomía. Su valor no lo
instrumento de correlación de la adquiere por su belleza, sino que si resulta bello es precisamente por su
cultura utilidad para recordar las costumbres y las tradiciones.
La función de la música no es distraer sino ayudar a memorizar
lo que debe ser recordado. Sólo con la escritura la música
adquiere un valor autónomo. Podemos decir pues, que la prosa
es el discurso liberado de la música.
- LA DANZA: se danza para recordar mejor, el cuerpo pasa a
ser un soporte del discurso. En una recitación no sólo
memoriza el que baila sino también el espectador, que baila
con los ojos y el conjunto de su sistema nervioso.

Pero, sin duda, hay que destacar la necesidad de engarzarlo todo en historias
apasionantes. A los razonamientos abstractos nunca les ocurre nada, y por ello, son difíciles de
recordar. La oralidad tiene que convertir cualquier tipo de dato en un suceso temporal.

3.- Techne, ars, arte:


En cualquier cultura oral, el concepto de poesía es completamente distinto a lo que
entendemos hoy. Ahora lo que distingue a un poeta es la capacidad de creación originaria y no
el usar recursos prefabricados como en los saberes técnicos. Esperamos algo más del arte,
aunque sin prescindir de la técnica.

Se espera que el artista aporte algo más que la mera ejecución solvente de un conjunto
de reglas dadas, algo relacionado con la espontaneidad creadora. Y es en ese algo más en lo que
ciframos la diferencia misma entre el arte y la artesanía.
La producción en cadena se basa en el principio de que hay un sistema de reglas dadas
que pueden descomponerse en elementos simples y articularlos en la correspondiente secuencia
mecánica para obtener la operación completa. Si resulta absurda la idea de una cadena de
montaje en el arte es porque lo que se exige del artista es que sea capaz de crear reglas nuevas
de la nada, sin copiarlas de ningún sitio. Un artista no es implemente un artesano excepcional
que todavía no ha sido superado por una máquina.

La poesía también tiene una serie de recursos técnicos con los que trabajar, pero nadie
se imaginará que un poeta se limita al ensamblaje de palabras según un sistema de reglas dado.
Esto es imposible por definición. Llamamos arte precisamente a algo que no se limita a la mera
ejecución de reglas dadas, sino que exige algo más que remite a la capacidad originaria de crear
reglas nuevas.

Este concepto de arte es moderno (surge en el S. XVIII), hijo de la Ilustración. El


concepto moderno de arte podría ser una traducción del término latino ars, que, a su vez, es
traducción del término griego techne. Sin embargo, techne es cualquier tipo de habilidad
práctica que requiera de un conocimiento o técnica. Tatarkiewicz sostiene que el término techne
se ajustaría más al significado de “maestría” o “técnica”. De hecho, hasta el S. XVIII no se
recoge la música, la poesía, la pintura, etc… como disciplinas determinadas de un mismo
conjunto llamado “arte”. Esta clasificación se hace por primera vez en 1746 y no se consagra
hasta la Ilustración, en 1751, cuando se incorpora en la Enciclopedia.

Pero incluso entonces surge un concepto de arte cuyas reglas están dadas por la belleza
natural, que es tomada como patrón de medida y que retoma el ideal griego pero que se
desconecta y se independiza de las exigencias de orden práctico. Se trata de artes que no
necesitan para justificarse nada más que ser bellas. Y sin embargo, se siguen concibiendo como
técnicas cuyas reglas vienen dadas por la imitación de la belleza de la naturaleza.

El Abate Betteuz establece que todas las artes tienen como objeto la naturaleza, ya sea
para resolver las necesidades que impone o para imitarla y reproducir su belleza. Y mientras
estas reglas se consideren dadas, no será posible hacer explícito el misterio que se esconde en
“el lugar de los poetas”.

4.- La mímesis:
La mímesis es el carácter mimético de la poesía que a Platón le resultaba intolerable. De
hecho, en la disciplina filosófica de la estética la mímesis ha desaparecido como concepto
central. La estética se encarga del problema de la capacidad originaria de concebir formas
originales para la materia.

La reflexión sobre la belleza se remonta al origen de la filosofía, sin embargo, el


concepto de estética como disciplina filosófica se remonta a la modernidad. El término
“estética” fue utilizado por primera vez por Baumgarten (S. XVIII), aunque éste sigue
afrontando la cuestión de la sensibilidad como una facultad de conocimiento de rango inferior.
La estética como disciplina sólo tiene su sentido propio cuando el concepto central de la
producción artística deja de ser la mímesis y pasa a ser la creación.

En primer lugar, la mímesis es inseparable del modo de entender la producción artística


como una traducción de un conjunto de reglas dadas y, por tanto, la tarea del artista se concibe
como un trabajo de ejecución de este manual de instrucciones.
Por lo tanto, Homero no era más que un “obrero del verso”, no es un individuo en
absoluto ya que los griegos llamaban Homero a una tecnología verbal capaz de conservar el
conjunto de las tradiciones y los conocimientos de los griegos. Esto no significa que las
creaciones de Homero no fueran bellas o apreciadas. De hecho, es en la actualidad que la
belleza ocupa una posición cada vez más periférica.

En Grecia estaban obsesionados con la belleza ya que todo lo que quiera sobrevivir
necesita quedar incrustado en alguna obra bella. Se trata de una sociedad en donde todo gira
alrededor de la belleza y por ello la belleza siempre está al servicio de la conservación de todo
el entramado teórico y práctico. El arte está subordinado a la funcionalidad de la conservación
del conocimiento y las tradiciones, por tanto la belleza de las obras convierte a éstas en útiles
para otra cosa.

La centralidad de la mímesis resulta aún más evidente en lo relativo a quien


simplemente recita o representa una obra ya dada ya que el actor se limita a copar el continuo de
algo que viene enteramente dado.

Pero hay un tercer sentido de la mímesis que es el que más preocupa a Platón y que
incumbe a los espectadores: un sistema educativo (paideia) íntegramente basado en la mímesis
condena a los hombres a una eterna minoría de edad. La principal vía de aprendizaje para los
menores de edad es la imitación. Platón denuncia que este sistema educativo se extienda a la
edad adulta, ya que exige disponer toda nuestra vida de acuerdo con lo que prescribe Homero.

Y es verdad, toda la conducta viene prescrito por el poeta e impuesto a través de una
presión de mímesis gregaria (algo así como la presión social). Lo que repugna a Platón de una
sociedad construida a través de un poema es que se trata de un cuerpo social sin individuos
libres. Esta es una de las características más destacadas de lo que podríamos llamar “sociedades
estéticamente conformadas”.

Para ello, la herramienta más eficaz para basar toda la educación es la “trúnica choreia”
que constituyen la poesía, la música y la danza. Esta herramienta hace que todos los miembros
de la sociedad se encuentren “mágicamente” pegados, tomando fuerza unos de otros hasta
quedar cohesionados como un único cuerpo. El espectador sería para Platón el último de los
anillos de una enorme cadena.

Platón y Aristóteles sabían que el teatro y la poesía es el lugar donde lo aprende todo la
gente corriente. Sin embargo, a Aristóteles le parece inevitable que esto sea así. Aristóteles
sostiene en la Política que hay dos causas que originaron la poesía y que ambas son naturales:

- La imitación es connatural a los hombres desde niños, nos diferencia de los animales.
Nuestros primeros conocimientos los adquirimos por imitación.
- El hecho de aprender es agradable para todas las personas por igual y por ello les agrada
la poesía y el teatro, porque al tiempo que las contemplan, aprenden y van deduciendo
qué es cada cosa.

Nuestro sistema educativo público es un triunfo del platonismo, una conquista de la


razón. Compactar la sociedad por medio de la música y la danza genera procesos de
identificación emotiva que logran cohesionar un cuerpo social en una unidad orgánica, pero lo
hacen apelando a la irracionalidad

La frontera que separa filosofía y poesía no es sólo la que separa a la ciencia y el mito
sino también la que enfrenta todo tipo de particularismos tribales (basados en la identificación
emotiva y la mímesis gregaria) y la aspiración a formar una comunidad que sea, en cierto modo,
la comunidad de todos pero de nadie en particular.

Para este fin, resulta decisivo cultivar la parte mejor y más noble que hay en cada uno
de nosotros, la parte racional, en vez de alimentar y fortalecer la parte más inflamable. Hay que
educar para la individualidad.

5.-El cierre orgánico de virtud y felicidad:


Estas sociedades estéticamente conformadas presentan una ventaja obvia: son
sociedades en las que el deber y la satisfacción no tienen por qué estar tan distantes como hoy.
Hoy en día representamos las leyes como algo enteramente externo a los mecanismos de
conformación de nuestro deseo; se trata de órdenes enteramente independientes que no tienen
por qué coincidir. El objetivo del derecho no es ennoblecer nuestras almas, sino garantizar la
integridad de los individuos de la sociedad, ya sea por miedo a la ley o por amor hacia el vecino.
Por tanto, debe haber una tensión entre nuestros deseos y las normas.

Sin embargo, las sociedades estéticamente conformadas lo que quieren conseguir es que
las normas “se cumplan solas”, sin recurrir a las instituciones. Estas sociedades, por lo tanto, se
caracterizan por un intento de conformar la sensibilidad misma para ajustarla al modelo de las
normas que tendrá que cumplir.

Las normas que se instalan en nuestro deseo a través de las fábulas pueden ser
enormemente injustas y opresivas, pero tienen siempre la aspiración de cumplirse
espontáneamente por medio de la conformación misma de la identidad. Pero, ¿cómo se logra
cerrar el círculo orgánico entre virtud y felicidad, que hagan felices esas normas injustas?

La única posibilidad es conseguir que las normas mismas sean las que configuren el
deseo y, por tanto, que el ajustarse a esas normas sea lo que proporcione satisfacción. En esta
sociedad, la propia identidad puede constituirse por medio de la identificación emotiva con los
personajes de los relatos.

Por ello, en una sociedad oral, tanto el orden del conocimiento como el orden de las
normas necesitan a vida o muerte de la belleza para poder conservarse. Todo lo que no vaya
incrustado en una historia apasionante y produzca una satisfacción escuchar y repetir una y otra
vez no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir al paso del tiempo.

6.- Rey filósofo vs. Rey poeta:

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