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MODULO II
ÍNDICE TEMÁTICO
- Narrativa – épica
- Teatro - drámatico
Es una pregunta difícil de responder, vivimos en una época que tiende a valorar las cosas por su
utilidad, por sus resultados y por su eficacia. Es relativamente frecuente que si varias personas están
charlando y una de ellas dice que conoce a un hombre muy inteligente, uno de los presentes pregunte:
“¿Cuánto gana?” Como si la única manera de medir la inteligencia de un hombre fuera por la cantidad de
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dinero que ingresa. Algo parecido ocurre con las obras de artes: es lamentable que la primera pregunta
que se hace cierta gente al ver una escultura o un cuadro sea: “¿cuánto valdrá?”.
No se puede valorar todo en términos económicos, o en términos de utilidad. Es cierto que las
herramientas y las máquinas y otras muchas cosas son útiles para la vida de los hombres, pero no
podemos hacer de la utilidad el criterio universal para medir el valor de cuanto existe. Especialmente,
porque apenas el hombre se siente seguro y libre de las necesidades inmediatas, su actividad puede tener
un carácter desinteresado; se puede ocupar en algo que le guste sin pretender obtener ningún beneficio o
utilidad por ello.
Quizás esa no utilidad se aprecia mejor en artes como la Música y la Danza; ¿sirve para algo una
Sinfonía? La pregunta está fuera de lugar, porque una sinfonía no pretende ser útil, sino deleitar a quién
la escucha.
¿Qué criterio se sigue para valorar las obras de arte o las obras literarias? Ya hemos visto que el criterio
de utilidad se desmorona ante la actividad artística. Pero ¿por qué nos gusta este cuadro y no otro?
¿Por qué siguen despertando nuestra admiración obras de hace siglos, mientras otras permanecen
olvidadas?
Siempre nos provoca una cierta admiración el contemplar obras de hace siglos, pero esa admiración
se hace mayor cuando sentimos que la obra de arte es todavía capaz de transmitirnos algo; que no
solamente fue capaz de impresionar a los hombres del pasado, sino que también a nosotros puede
entusiasmarnos.
El sentimiento que el poeta supo expresar en sus versos... Todo eso habla a nuestra
sensibilidad estética, a nuestro sentido de lo bello, al deleite que nos produce contemplar, escuchar
o leer esas creaciones artísticas.
El valor de las obras literarias
“El que siempre interpretamos las obras literarias, hasta cierto punto, a través de los que nos
preocupa o interesa (...), quizá explique por qué ciertas obras literarias parecen conservar su valor a través
de los siglos. Es posible, por supuesto, que sigamos compartiendo muchas inquietudes con la obra en
cuestión; pero también es posible que, en realidad y sin saberlo, no hayamos estado evaluando la “misma”
obra. “Nuestro “Homero no es idéntico al Homero de la Edad Media, y “nuestro” Shakespeare no es igual
al de sus contemporáneos. Más bien se trata de esto: períodos histórico diferentes han elaborado, para
sus propios fines, un Homero y un Shakespeare “diferentes”, y han encontrado en los respectivos textos
elementos que deben valorarse o devaluarse (no necesariamente los mismos). Dicho en otra forma: las
sociedades “reescriben”, así sea inconscientemente todas las obras literarias que leen. Más aún, leer
equivale siempre a “reescribir “. Ninguna obra, ni en la evaluación que en alguna época se haga de ella
puede, sin más ni más, llegar a nuevos grupos humanos sin experimentar cambios que, quizá, la hagan
irreconocible. Esta es una de las razones por las cuales lo que se considera como, literatura sufre una
notoria inestabilidad” Eagleton, Terruy. Una introducción a la teoría literaria. Madrid, Fondo de la cultura
económica, 1993
GÉNEROS DISCURSIVOS
En una sociedad moderna, existen múltiples y heterogéneas actividades sociales. Las formas de la
actividad humana son inagotables. Incluso, puede observarse que, a medida que la sociedad se desarrolla
y complejiza, surgen nuevas actividades y otras desaparecen. Cada actividad, además, se ejerce en
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lugares y contextos propios, a los que suele denominarse esferas. Así, por ejemplo, la justicia tiene sus
propias instituciones y contextos legítimos. Lo mismo puede decirse de la educación, la cultura, la ciencia,
etc.
Estas actividades son bien distintas entre sí, pero por más distintas que sean, todas tienen algo en
común: de un modo u otro, todas recurren siempre al discurso. Es decir: todas hacen uso de la lengua.
Así, todas las actividades que desempeñen, los distintos hablantes producen enunciados que se relacionan
con sus contextos y sus prácticas. Los enunciados que proceden de una misma esfera muestran
grandes semejanzas en léxico, el tema, la estructura y el estilo. Por eso, conforman un género
discursivo. Para el Lingüista y teórico literario M.M. Bajtin (1.895-1.975), un género es un conjunto de
enunciados similares, dado que provienen de contextos también similares. A provenir de una misma esfera
de actividad, estos enunciados guardan semejanzas en cuanto a su contenido temático, estructura y tipo
de léxico empleado.
Así, por ejemplo, la esfera periodística genera tipos de enunciados reconocibles, tales como:
entrevistas, noticias, crónicas, etcétera. En la esfera de la justicia, habrá otros: sentencias, resoluciones,
hábeas corpus, etcétera. En literatura son frecuentes divisiones genéricas, tales como: novelas, ensayos,
cuentos, poemas, obras teatrales, entre otras.
Benedetto Croce, fue quien afirmó con mayor calor la falta de sentido de toda división en géneros.
También Karl Vossler y su escuela mostraron claramente su
desconfianza. Lo que les movía no era sólo la variedad de las designaciones tradicionales; para los citados
teóricos y para muchos otros, cada obra poética posee tan esencial singularidad, y lo poético es tan
individual y uno en sí mismo, que toda subordinación a un grupo sólo puede apoyarse en exterioridades.
Pero la tajante negación de Croce ha actuado positivamente. Desde hace unos decenios, el
problema de los géneros, problema milenario que podemos considerar como uno de los más antiguos de
la ciencia de la literatura, ha pasado a ocupar el centro del interés científico.
LEER DESDE EL GÉNERO: El género como límite, sostén y clave ideológica de la interpretación
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En el apartado anterior “Croce decía que no hay géneros; yo creo que sí, que los hay en el sentido
que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo
de leer cuando busca un artículo en una enciclopedia o cuando lee una novela o cuando lee un poema.
Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa.”
Estas palabras de Borges permiten llevar a cabo una primera aproximación a las razones que hacen
necesario desarrollar el problema de los géneros en un trabajo sobre la lectura. En ellas se evidencia con
claridad que el género es una institución literaria de la que no nos podemos evadir pues constituye un
horizonte de expectativa para los lectores en el momento de la comprensión del texto, al mismo tiempo
que en un modelo formal que organiza la escritura.
Desde el punto de vista cognitivo el género tiene un rol organizador de la lectura. La hipótesis a cerca
del carácter de la superestructura que organiza el discurso condiciona la comprensión de la
macroestructura. El género es una de las estructuras que se le asigna al discurso durante su compresión
y actúa como un importante marco de referencia. Desde el punto de vista de la recepción, la hipótesis de
género (o pacto de lectura) es un punto de apoyo para el lector, pues gracias a ella puede tener una idea
previa de lo que va a encontrar cuando abre un libro cuyos paratextos (título, solapa, índice, etc.) le indican
que esa obra es una novela, una serie de cuentos o un ensayo.
Respecto de esto señala Miguel Garrido Gallardo: “El rótulo `Colección de poesía´ escrito en algún sitio de
un libro contemporáneo nos da a conocer que se trata de: a) una obra literaria, b) en verso o en prosa
poética, c) probablemente lírica (...) Si el libro añade `sonetos, sabremos ya que nos la hemos de haber
con una forma métrica concreta y –según nuestros conocimientos- podemos prever una gama de
posibilidades en cuanto al contenido. Si además podemos leer `soneto amoroso´, es mucho lo que
sabemos antes de ponernos a la lectura.”
Puede suceder que la obra desobedezca al género que sus paratextos anuncian, pero esta
transgresión será percibida por nosotros, precisamente, porque entre nuestras competencias está el
conocimiento de determinadas nociones de género. Si no se conocieran las características de una
determinada categoría genérica, no se sabría que se las está transgrediendo.
Los escritores elaboran sus textos en función del sistema genérico existente, ya sea para
reproducirlos o para traicionarlo, y los lectores leen en función de ese sistema genérico que conocen por
la escuela, la crítica, los índices que encuentra en los libros editados o simplemente por que lo han oído
por allí.
En definitiva, el género es una categoría clasificatoria que asegura la comprensibilidad del texto desde el
punto de vista de su composición y de su contenido. Brinda información a cerca de los rasgos configurativos
esenciales de un discurso.
Cada época tiene su propio sistema de géneros que está en estrecha relación con la ideología dominante.
En los géneros se inscriben los rasgos que caracterizan a una determinada sociedad: la tragedia no nace
por azar en una sociedad como la ateniense en el siglo V, está estrechamente vinculada con la paideia a
través de la que el Estado quiere formar a sus ciudadanos, tiene una función política.
La razón de esto es que ciertos tipos de actos de habla producen géneros literarios. En cada etapa
histórica las sociedades desarrollan aquellos actos de habla que están más de acuerdo con la ideología
dominante, por lo tanto la existencia de ciertos géneros en una sociedad (la epopeya en el feudalismo, el
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drama burgués en el siglo XVIII), como la ausencia de otros (¿a quién se le ocurriría escribir una epopeya
en estos días posmodernos?), revelan cual es esa ideología.
Las categorías genéricas y su problemática
Desde siempre se ha observado la necesidad de la constitución de géneros teóricos, y a partir de
Aristóteles muchos, contradictoria y diversos fueron los criterios que se utilizaron para construir estas
categorías. Sin embargo, nunca se dejo de reconocer la utilidad de ellas, en primer lugar porque permitían
diferenciar aquello que le es específico a un género de aquello que puede no estar incluido en él. En
segundo término, porque a partir de una configuración de una clase genérica es posible predecir, según
sus mismos criterio, cualquier desarrollo textual no conocido o por surgir.
El género es una categoría de clasificación para los textos, los géneros no son otra cosa que
clases de textos, y la teoría de los géneros se ocupa de estudiar qué lógica hay detrás de esas
clasificaciones. Por lo general, se trabaja con criterios empíricos y se define la genericidad a partir de los
textos reales. Los géneros literarios son configuraciones históricas concretas que se hallan en relación con
el sistema de la literatura de cada época y su variación va marcando la evolución literaria.
Muchos géneros nuevos surgen de un género anterior que se ha transformado por inversión,
desplazamiento, inclusión o combinación. En este sentido se pueden llevar a cabo propuestas de
lectura que analicen de qué modo un texto funda un género y luego, cómo este género va cambiando
hasta convertirse en otro.
Las transformaciones genéricas pueden leerse, también, como producidas por el surgimiento de un
texto a-genérico o como un acto d rebeldía creativa. Esto último es una de las características más
importantes del arte moderno, en le cual el artista lucha denodadamente por apartarse de las convenciones
genéricas con el fin de obligar al lector a acercarse a la obra literaria dejando de lado los paradigmas
interpretativos de la cultura dominante.
A continuación, se expondrán distintas posturas de autores estudiosos sobre la polémica milenaria
de los géneros literarios.
Toda obra literaria pertenece a un género, como todo animal a una especie. (...) Y lo mismo el
género artístico que la especie zoológica significan un repertorio limitado de posibilidades.
Pero como artísticamente sólo cuentan aquellas posibilidades tan diferentes entre sí que no
puedan considerarse como repetición una de otra, resultará que el género artístico es un
arsenal de posibilidades muy limitado.
La antigua poética entendía por géneros literarios ciertas reglas de creación a que el poeta
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debía ajustarse, vacíos esquemas, estructuras formales dentro de quienes la musa, como una
abeja dócil, deponía su miel. En este sentido no hablo yo de géneros literarios. La forma y el
fondo son inseparables y el fondo poético fluye libérrimamente sin que quepa imponerle normas
abstractas.
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sucesos líricos, épicos o dramáticos sin pretender expresarnos metafóricamente. Hemos presenciado en
la calle una riña dramática, pensamos que un conocido nuestro ha vivido una novela, y en los Intermezzi
de Brahms descubrimos una calidad lírica.
Con estos términos, se designan diversas actitudes básicas. “Las nociones de lírico, épico,
dramático, son nombres científicos-literarios aplicados a posibilidades fundamentales de la existencia
humana en general.
Algunos investigadores, utilizando la terminología de Goethe, quieren designar lo lírico, lo épico y lo
dramático no como “género”, sino como “especies naturales”. Esta manera de proceder, defendida sobre
todo por Karl Viëtor y que suprime parte de las confusiones reinantes, parece absolutamente justificada.
La triple división en lírico, épico y dramático es hoy generalmente aceptado por la ciencia de la
literatura; lo didáctico suele ser considerado como un género especial, que queda fuera de la verdadera
literatura, porque está ordenado a un fin, y no es, por consiguiente, literatura autónoma.
La tripartición parece tan segura y tan de acuerdo con la realidad, que constantemente se han hecho
tentativas para demostrar filosóficamente su necesidad, lo cual se justifica plenamente por su carácter
supraliterario. Heger y Vischer la derivaron, como tesis, antítesis y síntesis de la relación sujeto-objeto
(subjetivo: Lírica; objetivo: Epica; subjetivo-objetivo: Dramática). Otros partieron de tres tipos de concepción
del mundo o de las tres formas psicológicas de la vivencia, de lo vasomotor, lo imaginativo y lo motor; o de
las tres potencias anímicas, el sentimiento, el pensamiento y la voluntad; o de tres tipos humanos, etc. Ya
Jean Paul había indicado una fundamentación con ayuda de la concepción del tiempo: “ La epopeya
representa el acontecimiento que se desarrolla desde el pasado; el Drama, la acción, que se extiende hacia
el futuro; la Lírica, la sensación incluida en el presente”.
Luego de haber llegado al punto de explicar qué manifiestan cada uno de los términos de los
subgéneros tradicionales literarios, es importante caracterizarlos porque a pesar de la polémica que los
envuelve formó parte, tanto de la teoría literaria como del ámbito educativo.
A partir del Siglo XVIII, en la teoría literaria moderna se reformuló esta clasificación de épico-
dramático-lírico, a causa de otros criterios formales, como la diferencia entre verso y prosa o la
abundancia de textos narrativos. Los tres grandes géneros posteriores fueron: narrativa-teatro-poesía.
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Narrativa
Textos en prosa en los que generalmente se narran o cuentan unos hechos, sucesos o acciones
realizadas por unos agentes o personajes en una situación o contexto determinado.
Según el diccionario, relatar, referir, contar algún suceso –viene de narrare, y una de sus acepciones es
enarrare: explicar. “Relatar” viene de referir, del latín referre: volver a llevar, restablecer, restituir, retroceder.
El verbo “contar” deriva del latín computare (calcular), y, ”cuento” proviene de computum (cálculo,
cómputo); ambos términos conducen a la idea de contar en sentido numérico. Muy posiblemente por eso
los inicios de esta actividad estén relacionados con la enumeración de objetos y luego de hechos. Como
dato curioso y como ejemplo de los dos empleos de la palabra, diremos que el dicho popular de “contar
ovejitas”, para conciliar el sueño, procede de un antiguo relato medieval: “Había una vez un rey que no
lograba conciliar el sueño y pidió, para ello, que le narraran un cuento. Le “contaron” entonces la historia
de un aldeano que debía atravesar un río con dos mil ovejitas en su barca, en la que no cabían más que
dos; mientras “contaba” las dos mil, haciéndolas cruzar de dos en dos, el rey, por supuesto logró dormirse”.
Aparecen aquí las dos acepciones: computar y contar, y esta última que queda asociada a narrar. Otro
significado posible es calculus (calcular), que remite a conjeturar.
De modo que ya desde la etimología de la palabra se puede inferirlo que el contar propone:
enumerar, explicar conjeturar.
La narración nace con el género humano. Está presente en todos los pueblos, en
todos los tiempos, en todos los lugares. No hay pueblo que no narre: todas las
comunidades tienen sus relatos, que son innumerables y adoptan formas variadas.
Las primeras formas de narración fueron orales. Seguramente en los primeros
tiempos del hombre, el cazador que regresaba con su presa relataba sus peripecias,
el viajero que regresaba a su lugar contaba sus aventuras, el que soñaba narraba
sus sueños, los que se reunían alrededor del fuego intercambiaban historias. Estas
narraciones a la vez que entretenían, explicaban el origen del mundo, y de los
fenómenos naturales, o contaban las guerras y los episodios más importantes de la
vida de los pueblos. Transmitían también pautas de conductas y valores morales.
Existe en el hombre, además, el deseo innato de contar. Ya en la antigüedad clásica
se creía que había hombres poseedores de dones especiales para relatar las
hazañas de los dioses y héroes. El nombre más antiguo que designa este oficio de
hombre relator es el de aedo y se lo aplica a Homero. Posteriormente la historia de
la cultura a recogido otros términos, todos ellos para nombrar el mismo oficio: bardo,
juglar, trovador.
Dentro de la narrativa se distinguen dos grandes géneros: el cuento y la novela, según la extensión.
Elementos de la narración:
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▪ Superestructura narrativa.
▪ Los Personajes
▪ El tiempo
▪ El narrador
Superestructura narrativa
Toda narración relata hechos o acontecimientos que se suden en el tiempo. A la relación que se establece
entre una serie de hechos se la denomina secuencia. Así se representa el orden temporal de una historia:
un hecho ocurrido después de otro. También su orden lógico: un hecho es la causa de otro que es su
efecto. De allí que la secuencia narrativa sea predominantemente cronológica y lógica, la secuencia
entonces se presenta de tal modo que cada uno de los hechos es necesario para explicar el anterior y el
siguiente. La secuencia típica puede resumirse en tres momentos: una situación inicial o introducción,
complicación o nudo y una resolución o desenlace.
La situación inicial: por lo general, se presentan el lugar, el tiempo y los personajes. Algunos estudiosos
que allí se encuentra, de algún modo, todo el relato, ya que se muestran la claves que se irán revelando
paulatinamente en el desarrollo de la historia.
El conflicto: ocupa la parte más extensa del relato. Es lo que define al relato como tal, la mayoría se
elabora a partir de conflictos, es decir, de tensiones entre fuerzas opuestas. Al margen de su variedad
pueden resumirse en tres tipos básicos: con una fuerza humana, con una fuerza no humana (animales,
naturaleza, seres fabulosos) o con una fuerza interior (una duda, la angustia, etc.)
La resolución: cumple la función de cerrar (definitivamente o provisoriamente) el conflicto. Puede
restablecer el equilibrio inicial o crear una nueva situación que pone fin a ese conflicto, de una manera
favorable o desfavorable.
Las expansiones:
Como vieron, la estructura del cuento puede resumirse en una situación inicial, un conflicto y una
resolución. Por eso, se dice que un relato presenta una secuencia de, por lo menos, tres hechos
principales. A estos hechos principales que organizan una narración se los denomina núcleos narrativos.
Ahora bien, que un cuento o una novela no se limita a presentar núcleos narrativos. El interés del relato
reside, precisamente, en el modo en que se desarrolla o se expande cada uno de los núcleos.
Por ejemplo, a partir del núcleo “Alguien camina por la calle” se puede dar la siguiente expansión:
Archibaldo Quilmes, enfundado en un sobretodo gris, con las manos en los bolsillos, avanzó con pasos
largos y ágiles por la calle brumosa. Parecía escapar de algo. En realidad, pensaba en la frase que Deneise
le había dicho antes de despedirlo: “No me llames”. Por eso, se desplazaba a ciegas. Por eso, le fue imposible
advertir el pozo que se abría bajo su pié. Y cayó en él.
Se llama expansiones a aquellos hechos menores que amplían o desarrollan los núcleos narrativos.
También son expansiones las descripciones de un lugar o un personaje, ciertos diálogos, los comentarios
o las explicaciones del narrador.
Las expansiones pueden ser ilimitadas. Todo hecho por mínimo que parezca (abrir una puerta, por ejemplo)
puede descomponerse en numerosos hechos menores (introdujo la llave, la hizo girar una vez, volvió a
hacerlo, empujo la puerta etcétera). Las descripciones, los diálogos; los comentarios o reflexiones y las
explicaciones (del personaje o del que relata) también pueden ser más o menos abundantes.
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Las expansiones suelen proporcionar indicios o pistas que permiten reconstruir una situación (el ambiente,
la vida de un personaje, su pensamiento, sus sentimientos, etc.) como informaciones directas (desde el
nombre del personaje hasta el lugar o la fecha en que ocurrieron los hechos).
Así como los núcleos narrativos hacen avanzar el relato, por lo general, las expansiones suponen una
detención o pausa: el relato no avanza o lo hace con mayor lentitud. Esto se relaciona con una de las
finalidades del uso de las expansione: crear intriga, suspenso o tensión en le relato.
Los personajes
Anteriormente se planteó que las narraciones plantean hechos que ocurren en un tiempo y en un
lugar, y que son protagonizados por participantes que protagonizan o realizan las acciones en un cuento o
en una novela se denomina personajes.
De la definición se desprende que los personajes pueden ser humanos o no humanos (los
humanoides de un relato de ciencia-ficción, los animales en las fábulas, los seres inanimados de un cuento
fantástico, etc.). En todos los casos lo que los define como personajes es el hecho de que realizan
acciones que no ocurrieron realmente.
Si bien en cada cuento o novela los personajes protagonizan una diversidad de acciones, es posible resumir
esa gran variedad en algunos pocos tipos de funciones o roles que se encuentran en casi todos los relatos.
Las acciones básicas que ejecutan los personajes pueden resumirse en las siguientes funciones: sujeto,
objeto, ayudante y oponente. El sujeto es aquel que tiene un proyecto que quiere alcanzar. El ayudante y
el oponente (pueden ser más de uno) facilitan u obstaculizan, respectivamente, la realización de ese
proyecto. En esta relación entre sujeto, ayudante y oponente, hay un cuarto elemento: el objeto, aquello
que persigue el sujeto. El objeto puede ser otro personaje, un bien material, ciertos valores, etcétera.
Gráficamente se lo puede representar de la siguiente manera:
OBJET
O
Advertir el objeto que persiguen los distintos personajes permite analizar desde distintos puntos de
vista las acciones. Es decir, posibilita observar los distintos puntos de vista las acciones. Es decir, posibilita
observar los distintos tipos de conflicto, tensiones, o interese contrapuestos que pueden presentarse. No
hay historia sin conflicto, sin un personaje que persigue algún objeto y, al mismo tiempo, se enfrente con
obstáculos.
Además en las novelas y cuentos modernos se suma otra complejidad: el objeto que persigue el
sujeto no siempre se advierte con claridad. O hay más de uno. O a lo largo del relato, el objeto se transforma
hasta llegar -inclusive- a convertirse en su contrario.
PERSONAJES A MEDIDA
El tiempo y el espacio
El espacio, que forma parte del marco en el que suceden los hechos, siempre se puede deducir del
texto y ayuda al lector a imaginar mejor las situaciones. En general, varía a lo largo de la historia.
El espacio es el lugar imaginario en el que se suceden los hechos de una narración.
Señalamos en el apartado anterior que el orden los hechos ocurridos es cronológico y lógico o, dicho de
otro modo, es sucesivo, lineal. Sin embargo, el escritor puede ensayar otras posibilidades: fracturar la
historia, intercalar otras historias en la principal, invertir el orden de los hechos, etcétera. En el relato, todas
las variantes son posibles.
El escritor moderno, entonces, no sólo se atiene a la historia que quiere contar sino que, además, imagina
(ordena y desordena en sus papeles) la manera en que conviene disponer los hechos que va a narrar. Se
enfrenta a dudas como las siguientes: ¿Por dónde empiezo? ¿Cómo conviene seguir? ¿De qué modo
cierro el relato?.
En esos juegos - en que la línea narrativa puede derivar recta, zigzagueante, circular o en sentido
inverso -, se debate también la cuestión planteada por Poe acerca de los “efectos” que produce el relato,
o por Rest acerca de esa “suerte de tela araña”. Al elegir un orden, el escritor está decidiendo el modo en
que el lector se irá aproximando a cada uno de los hechos que componen el relato.
Otra característica del tiempo tiene que ver con que este es un aspecto básico de toda narración. El tiempo
se advierte no sólo por el uso de conectores o referencias temporales, sino, sobre todo, por el empleo de
los tiempos verbales. Son estos los que determinan el momento en que ocurren las acciones.
Los cuentos –como las narraciones en general- de narran principalmente en tiempo pasado. Se trata
de relatos diferidos a cerca de cosas que ya han ocurrido. También se puede narrar un relato en tiempo
presente. Se trata de relatos en directo acerca de lo que está ocurriendo. En ambos casos, como se trata
de un cuento o una novela, tanto los hechos que ocurrieron como los que están ocurriendo son ficticios.
¿Cuál es entonces la diferencia? Al emplear el pasado, el tiempo de la historia y el tiempo en que esos
hechos son contados son diferentes. Alguien cuanta a otro una historia ya ocurrida. Por eso provoca un
efecto de distanciamiento respecto de los hechos:
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El narrador
En primer término, es conveniente recordar la distinción entre el autor y el narrador. El autor es la
persona que escribe el texto. Su nombre y apellido, así como sus referencias personales (datos biográficos,
relación con las instituciones, etc.), aparecen en los elementos paratextuales: la tapa, la portada, la solapa,
etcétera. En las narraciones ficcionales en general, el narrador es, aquel que relata los hechos. Es decir,
una invención del autor, una figura imaginaria creada por el autor; no es el autor sino un componente del
discurso narrativo. De su posición frente a los hechos depende el acontecimiento narrado.
Los relatos en primera persona, en los que alguien cuenta la historia “desde adentro”, producen un efecto
de mayor subjetividad o acercamiento en relación con los hechos que se narran. Esa subjetividad no sólo
se advierte por la manera en que el narrador se refiere a los acontecimientos o a las personas con que se
enfrenta sino, sobre todo, porque el mundo narrado (hechos, circunstancias menores, tiempo, lugar,
personajes) se da a conocer al lector a través de la mirada de alguien que está involucrado en la historia
como participante. Se da a conocer y, al mismo tiempo, se oculta, porque el narrador en primera persona
presenta siempre una visión parcial e interesada de los hechos. A este tipo de narrador se lo denomina
interno.
Los relatos en tercera persona, en los que alguien cuanta la historia desde afuera, provocan un
efecto de mayor objetividad o distanciamiento. En este caso el mundo narrado se manifiesta a través de la
mirada de alguien que no está vinculado directamente con la historia, que no participa. Se trata de un
narrador externo.
Tanto al referirnos a la subjetividad como a la objetividad, indicamos que se trataba de efectos. Nada
en el discurso es objetivo y aún menos en el discurso literario, que resulta de la construcción deliberada
de un escritor.
Por otra parte, hay otro aspecto a considerar en relación con el narrador. Si éste cambia, cambia la mirada
sobre lo narrado y, en consecuencia, el relato se altera. Los hechos pueden ser los mismos, pero, por
distintos motivos, el modo en que son presentados es diferente. En primer lugar porque cada narrador tiene
intenciones distintas.
Además, cada narrador tiene distintos grados de conocimientos sobre los hechos. El narrador en primera
persona tiene el mismo conocimiento que uno de los personajes de la historia: cuenta sólo aquello que le
tocó vivir a ese personaje. El narrador en tercera persona testigo tiene menos conocimiento que
cualquiera de los personajes: cuanta sólo aquello que presenció, que le fue informado o le contaron.
El narrador en tercera persona, asimismo puede presentar otra variante: tener más conocimientos que
todos sus personajes y así saber lo que piensan, lo que sienten, su destino final, etcétera. Se denomina
omnisciente, como atributo divino. Sólo en el mundo ficticio de la literatura vale la convención de que un
narrador tenga el poder de saberlo todo. Y, en efecto, el narrador omnisciente es un todopoderosos
sabelotodo.
NARRADOR
Tipos de narrador Persona gramatical
Protagonista o personaje Primera
Testigo Tercera
Omnisciente Tercera
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▪ Un narrador-protagonista: conoce los hechos mientras los vive y los narra, a así,
tiene el mismo conocimiento de ellos que ofrece al lector;
▪ Un narrador-protagonista: conoce hechos pasados o experimenta ciertas
sensaciones, pero los oculta; así, tiene más conocimiento sobre ello que el
lector;
▪ Un narrador testigo: de los hechos tiene menos conocimientos que otros
personajes; así, cuenta sólo aquello que presenció y no puede saber qué
sintieron los personajes;
▪ Un narrador omnisciente: de los hechos sabe todo lo que sienten y hacen los
otros personajes; así, cuenta lo que presenció y revela las intenciones de los
personajes;
▪ Un narrador en tercera persona conoce más que todos los personajes: sabe lo
que piensan y sienten y anticipa al lector su destino final
Este estudio de los puntos de vista del narrador o las posiciones del narrador son las principales,
pero hay otros estudios muy interesantes propuestos por Adersen Imbert, en “Teoría y técnica del cuento”.
POESÍA
Se denomina lírica o poesía al discurso literario en el que predomina la manifestación de la
subjetividad.
Tradicionalmente la lírica está asociada a composiciones en verso. Al contrario de lo que sucede en la
narrativa, en la lírica se fusionan hablante y realidad evocada. Aquí la manifestación de los sentimientos y
sensaciones está cargo del “YO lírico”, quien es la representación gramatical del emisor de un texto
poético para transmitir emociones íntimas, gramatical porque aparece con pronombres o terminaciones
verbales.
Desde los primeros tiempos de la historia la gente se dio cuenta de las posibilidades de juego,
creación y música que hay en el lenguaje. Antes de la invención de la escritura la poesía se transmitía de
forma oral: algunos de esos poemas relataban historias, otros se recitaban o cantaban en festejos
populares (como los que tenían lugar cuando comenzaba la primavera) y otros hablaban de sentimientos.
Era muy frecuente que ese recitado de los poemas se acompañara con instrumentos musicales, del
nombre de uno de ellos, la lira –nombre griego -, proviene la palabra lírica, con la que se designa a la
poesía. Muchos siglos después la poesía se separó de la música y comenzó a ser recitada, pero conservó
de sus orígenes la musicalidad y el ritmo que la caracterizaban.
El verso
Esa línea que se suspende en el tiempo de la recitación o se recorta en el espacio de la página, es
uno de los aspectos que persistieron a lo largo de la historia.
La historia de la palabra “verso” es bastante curiosa. En un primer momento, designaba la manera de dar
vuelta el arado al final del surco. De allí derivó en surco o línea. Luego, se asoció – por semejanza- a la
línea que se usa en cualquier escrito. Y, al final, significó línea poética.
La métrica
La medida de los versos se llama métrica. La métrica se obtiene contando las sílabas de cada
verso. Los versos pueden tener diferentes medida y, a partir de ello, toman sus nombres: por ejemplo:
una sílaba-----------------------monosílabos
dos sílabas----------------------bisílabos
tres sílabas----------------------trísilabos
cuatro sílabas-------------------tetrasílabos
cinco sílabas---------------------pentasílabos
seis sílaba------------------------hexasílabos
siete sílabas----------------------hepatasílabos
ocho sílabas----------------------octosílabos
nueve sílabas--------------------eneasílabos
diez sílabas-----------------------decasílabos
once sílabas----------------------endecasílabos
doce sílabas----------------------dodecasílabo
catorce sílabas-------------------alejandrinos
dieciséis sílabas-----------------octonario
Estrofas
Con las medidas anteriores, los versos se agrupan en determinadas combinaciones llamadas
estrofas que se van repitiendo a lo largo de toda la composición, en versos de arte menor (4 a 9 sílabas)
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o de arte mayor (10sílabas en adelante), o combinadas unos y otros. Las estrofas se separan entre sí por
espacios en blanco.
De esto deducimos que existen:
▪ Estrofas regulares: versos de la misma medida
▪ Estrofas irregulares: versos de distinta medida.
La rima
A la repetición de sonidos en dos o más palabras, a partir de la última sílaba acentuada, se la denomina
rima.
Observe, por ejemplo, la rima destacada en esta estrofa de F. Quevedo:
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❖ Aliteración. Consiste en la repetición de sonidos con el fin de provocar ciertos efectos o de imitar algún
sonido de la naturaleza:
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Gustavo A. Bécquer
❖ Onomatopeya. Consiste en la imitación de sonidos o ruidos. Con frecuencia, la onomatopeya se
consigue mediante la repetición de sonidos, es decir, por medio de una aliteración:
En el silencio sólo se escuchaba
Un susurro de abejas que sonaba.
Garcilaso de la Vega
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❖ Paronomasia. Consiste en contraponer palabras que tienen significados distintos, pero sonidos
semejantes:
Historia: escoria.
Angel González
▪ Epíteto. Como recurso estilístico, el epíteto consiste en destacar una cualidad que es propia de un
sustantivo:
verde prado áspera corteza
El adjetivo que nombra tal cualidad se denomina epíteto.
▪ Asíndeton. Consiste en la supresión de conjunciones. Con este procedimiento, el enunciado cobra
rapidez y viveza:
Acude, corre, vuela,
traspasa el alta sierra, ocupa el llano.
Fray Luis de León
▪ Polisíndeton. Consiste en la repetición de conjunciones. Da lentitud al enunciado:
El vestido que me enviste tenía delante, y los corales que
me envió mi señora la duquesa al cuello, y las cartas en las
manos, y el portador de ellas allí presente, y, con todo eso,
creía y pensaba que era todo sueño lo que veía y lo que to-
caba.
Miguel de Cervantes
▪ Anáfora. Consiste en la repetición de una o varias palabras al comienzo de varios versos o de varios
enunciados:
Miro su desamparo en medio de la calle,
miro la indiferencia de la gente,
miro su islita negra de terror y de asombro.
Rafael Morales
▪ Hipérbaton. Consiste en la alteración del orden lógico de las palabras en el enunciado. Fue un recurso
muy empleado por poetas latinizantes, como Juan de Mena y Luis de Góngora. Lope de Vega se burló
de este procedimiento en este verso:
En una de fregar cayó caldera.
Lope de Vega
➢ Metonimia. Consiste en designar una palabra con otra palabra que guarda con la primera una relación
de causa a efecto, de continente a contenido, de lugar de procedencia a cosa que de allí procede...:
Traicionó su bandera.
Tiene un Picasso.
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En la metonimia se produce una transferencia del significado de una palabra a otra; así, bandera cobra el
significado de “patria” y Picasso cobra el significado de “cuadro”.
➢ Sinécdoque. Consiste en designar a una parte de una persona u objeto con el nombre del todo, o
viceversa. La sinécdoque es, en realidad, un tipo especial de metonimia:
Tocamos a 100 pesetas por barba.
➢ Metáfora. Consiste en la identificación de dos términos, de los cuales uno es el término real (A) y otro
es el término evocado o metafórico (B). Si los dos términos aparecen expresos, se trata de una
metáfora impura y se denomina imagen:
La guitarra (A) es un pozo (B)
con viento en vez de agua.
Gerardo Diego
Con el aire se batían
Las espadas (B) de los lirios (A).
Federico García Lorca
Cuando de los dos términos se omite el real (A) y sólo aparece el metafórico (B), se produce una metáfora
pura:
Ríense las fuentes
tirando perlas (B) - =gotas de agua (A)-
a las florecillas
que están más cerca.
Lope de Vega
➢ Sinestesia. Consiste en el cruce y fusión de impresiones que se perciben por sentidos distintos:
Dar al sueño cierto sabor azul.
Vicente Aleixandre
➢ Alegoría. Consiste en un conjunto de metáforas relacionadas entre sí que dan a un texto un sentido
real y otro figurado. Las fábulas, por ejemplo, son alegorías, puesto que cada elemento tiene, además
de su valor real, un valor metafórico que da al conjunto un doble significado: lo que el autor realmente
dice y lo que quiere decir.
➢ Símbolo. Consiste en sugerir una realidad o un concepto mediante otra cosa. Así, la cruz simboliza al
cristianismo, la balanza simboliza la justicia o la paloma simboliza la paz. Ahora bien, a diferencia de lo
que ocurre en la metáfora, la cruz, la balanza o la paloma, a la vez de simbolizar otra cosa, conservan
su significado original:
La cruz triunfó sobre la media luna.
El teatro
Obras escritas para ser representadas, textos escritos para ser reproducidos posteriormente de
forma oral, con intervención de otros agentes además del escritor y el receptor: los actores, el director, los
responsables de la ambientación, etc. Aparte del texto, presenta otros elementos importantes:
ambientación, decorado, música, espacios escénicos, etc.
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Drama es el discurso literario en el cual la representación de la realidad surge en forma predominante del
diálogo entre diferentes personajes. Las obras dramática, como ya dijimos, están escritas para ser
representadas. Es necesario destacar que al texto teatral excede la literatura ya que involucra para su
realización otras artes, como la declamación, la mímica, la plástica y la música.
Las obras teatrales griegas tienen aún actualidad porque plantean conflictos propios para los seres
humanos de cualquier tiempo y lugar (el amor, el odio, la venganza, etc.) se clasificaban en dos grandes
grupos: la tragedia y la comedia.
La tragedia: se basaba en la mitología y presentaba la lucha inútil del héroe contra los dioses. Los conflictos
de las tragedias eran imposibles de resolver por lo que terminaban con la muerte del protagonista y la de
otros personajes relacionados con él.
La comedia: tomaba los temas de la vida cotidiana a los que trataba de manera graciosa, satírica y burlesca.
Criticaba los defectos individuales como sociales.
Es importante hacer referencia a La Poética de Aristóteles, ay que el plantea la función catártica del teatro,
el cual estaba destinado a liberar las tensiones llamadas por él humores, tanto en la tragedia como en la
comedia.
El hecho teatral
Cuando un texto teatral se representa se pone en juego elementos que, sumados al texto, conforman
el hecho teatral. Las representaciones, por lo general se llevan a cabo en lugares especialmente diseñados
para tal fin: los teatros.
Telón: es una gran cortina que marca una separación entre el espacio de los actores (escenario) y el del
público.
Escenario: es el ámbito en el que se mueven y hablan los personajes.
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Plateas y palcos: es el espacio donde se ubica el público para poder ver la representación. La platea está
en un nivel más bajo que el escenario, mientras que los palcos se encuentran más alto que el mismo.
Tramoya: es el lugar detrás del escenario donde se encuentra el conjunto de recursos técnicos para
realizar la representación.
Orquesta: espacio más bajo aún que la platea, entre esta y el escenario, donde suele colocarse la orquesta
en aquellas representaciones que requieren música en vivo.
En la puesta en escena de un texto teatral, intervienen numerosas personas que cumplen distintas
funciones. Todas estas personas contribuyen con algo, y el resultado final será la representación que el
público ve en el escenario. Por ejemplo, el director es el que indica deben moverse los actores y cómo
debe decir sus textos.
Si existen varias personas que aportan algo diferente a la representación, puede decirse que la puesta en
escena de la obra es una compleja combinación de varias artes.
Para representar una obra de teatro deben tenerse en cuenta como ya dijimos anteriormente los siguientes
aspectos:
DIRECTOR
MUSICALIZACION VESTUARIO
OBRA TEATRAL
ESCENOGRAFIA ILUMINACION
ACTORES
El texto dramático
El texto teatral, a diferencia del espectáculo, es de una sola persona: el autor dramático.
El texto dramático se caracteriza por se doble, es decir, por separarse en dos partes diferentes que
tienen finalidades distintas: los parlamentos y las acotaciones.
Los parlamentos: en el texto teatral el autor debe relatar lo que sucede a través de parlamentos de los
personajes. Para ello utiliza distintas técnicas; la más importante es el diálogo.
El diálogo es una conversación entre dos o más personajes y es la forma de comunicación
privilegiada en el género dramático
El diálogo reproduce las palabras de los personajes mientras estos realizan las acciones que hacen
progresar el argumento.
Cuando el parlamento de un personaje no se dirige al otro, sino al público fin de que se entere de
algo que no debe conocer el otro personaje, se trata de un aparte. Por ejemplo:
Facundo – (para sí) Espero que hoy me dé el cuero para decirle cuánto la quiero.
Valeria – (para sí) ¡Es un tesoro! ¡Hoy quiero decirle que lo adoro!
Cuando en escena hay un único personaje y este produce un parlamento, se trata de un monólogo. El
monólogo es el discurso de un personaje para informar a los espectadores acerca de su estado de ánimo
o del fluir de sus pensamientos.
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Las acotaciones: en un texto teatral, el dramaturgo indica no sólo los parlamentos de los personajes, sino
todas las marcaciones que son necesarias para poner en escena el texto. Todos estos señalamientos los
realizan mediante las acotaciones.
Se llama acotación a todo texto destinado a aclarar el sentido y dar indicaciones sobre cómo representar
la obra. Este texto no debe ser pronunciado por los actores.
En cuanto a su estructura, el texto dramático se organiza en actos, escenas y cuadros:
Los actos: son acciones que se desarrollan en un mismo lugar y que finalizan a la caída del telón.
Los cuadros: señalan el cambio de escenografía
Las escenas: están marcadas por las entradas y salidas de los personajes.
Resumiendo: en la obra de teatro encontramos dos textos: un texto literario, reproducido por los actores y
un texto descriptivo que corresponde a las acotaciones escénicas.
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