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TODOS LOS
RUSOS EN LAS
FRONTERAS CON
CHINA
El programa Una hectárea en el Lejano Oriente tiene un territorio
superior a más de tres veces España para repartir
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Vladímir Kuklin, al lado de su casa prefabricada en el terreno que ha recibido. P. B.
PILAR BONET
Vladivostok / Moscú 10 MAR 2018 - 23:33 CET
Sé propietario en tu tierra. Con este lema, el Ministerio de Desarrollo del Lejano
Oriente de Rusia (MDLO) ofrece a los ciudadanos terrenos gratuitos en las
regiones más alejadas de Moscú. Más de 35.000 parcelas con 60.000 hectáreas de
superficie en total se han adjudicado en el marco del programa Una hectárea en el
Lejano Oriente que arrancó en junio de 2016, según afirma el viceministro Serguéi
Kacháev. El presidente del país, Vladímir Putín, considera el desarrollo de esta
zona como la prioridad nacional para el siglo XXI. La iniciativa para atraer a los
rusos a los confines más orientales del país es la versión actualizada de la que lanzó
a principios del siglo XX el primer ministro zarista Piotr Stolypin, una de las figuras
históricas favoritas del líder ruso actual.
Hoy como entonces el Gobierno ruso ofrece a los pioneros incentivos como el pago
del traslado, ayudas financieras y asesoría técnica. El fin estratégico es fortalecer la
presencia del Estado en zonas que llevan cerca de un cuarto de siglo perdiendo
población y que tienen la menor densidad demográfica de Rusia, en contraste con
las provincias chinas fronterizas, dinámicas y muy pobladas. En las redes sociales,
uno de los argumentos recurrentes a favor del reparto de tierras a los ciudadanos
rusos es la necesidad de frenar la presencia china.
Las facilidades para establecerse en los vastos espacios orientales rusos contrastan
con los conflictos en el sur, donde los pequeños granjeros luchan contra los abusos
de los terratenientes que les despojan de sus parcelas con ayuda de la administración
y los jueces. La diferencia entre un entorno y otro es que en el este el clima es
inhóspito y la infraestructura escasa, mientras en el sur están las mejores tierras del
país y la población no para de aumentar.
Dimitri y Piota Igumnov, junto con su amigo Dimitri Gólov, han obtenido un terreno
de 10 hectáreas de terreno compacto, cerca del pueblo de Brovnichi, a 150
kilómetros al este de Vladivostok.
EL GRAN DESAFÍO
La colonización del Lejano Oriente y la costa del Pacífico es uno de los grandes problemas
estratégicos de Rusia desde la segunda mitad del siglo XIX cuando el imperio zarista se
expandió por estos vastos espacios donde hoy la densidad poblacional no llega a un habitante
por kilómetro cuadrado. De los ocho distritos federales en que la administración de Vladímir
Putin ha dividido a Rusia, el del Lejano Oriente es el más extenso (6,2 millones de kilómetros
cuadrados) y el menos poblado (6,18 millones en 2017).
En 1990 en estos territorios de codiciados recursos forestales, fronterizos con China, Corea del
Norte y con Japón por mar, residían más de 8 millones de personas. La mengua de casi dos
millones experimentada desde entonces es la elocuente respuesta de los rusos a una explotación
económica que ignoró las condiciones de vida . En estos parajes donde la jornada laboral acaba
cuando Moscú la empieza, solo Yakutia ha tenido tiene un saldo demográfico positivo en 2017.
Decidido a atajar la despoblación del Este, Putin, inmediatamente después de su última toma de
posesión como presidente, en mayo de 2012, creó un ministerio responsable del desarrollo del
Lejano Oriente, entre cuyos objetivos está aumentar la población local hasta 6,5 millones para
2025. Bajo la égida de este ministerio se ha lanzado la hectárea del Lejano Oriente, un
programa consistente en el reparto totalmente digitalizado de terrenos gratuitos a todos los
ciudadanos rusos que lo deseen. El ministerio fomenta también el asentamiento
de compatriotas, término con el que se designa a las personas originarias de la URSS o en del
imperio zarista. El programa al efecto estaba dirigido sobre todo a ciudadanos de las antiguas
repúblicas de la Unión Soviética, pero a él se incorporaron algo más de un centenar de "viejos
creyentes" procedente de América Latina, descendientes de los cristianos rusos perseguidos por
oponerse a la reforma del patriarca Nikon en el siglo XVII.
Para estimular el desarrollo de sus regiones orientales Rusia ha creado la universidad del
distrito federal del Lejano Oriente en la isla de Russki en terrenos cedidos por los militares, que
siguen dominando en esa isla frente a Vladivostok. Pero una cosa son los planes de Moscú y
otra las realidades sobre el terreno. Para conocerlas, EL PAÍS viajó durante una semana por la
región de Primorie, una de las nueve integradas en el distrito Federal del Lejano Oriente.