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Natasha, 5 años

Natasha viene derivada del consultorio lo Hermida, al que la abuela acudió por sugerencia del
jardín infantil. La abuela se muestra muy preocupada por la agresividad de su nieta dice “es
violenta, hace rabietas, le pega patadas a la puerta, salta, es muy agresiva, rebelde y desobediente”,
por otra parte manifiesta estar preocupada ya que su nieta aún no controla esfínteres “siempre se ha
hecho pipí”, y aprieta mucho los dientes, aunque dice que últimamente esta conducta ha
disminuido. Otra preocupación por parte de la abuela son las constantes pesadillas y terrores
nocturnos que sufre Natasha, despertándose varias veces al día “no siempre se acuerda, pero sueña
con culebras, arañas, ve monstruos leones que se la quieren comer, perros que la muerden,
delincuentes que la persiguen con un cuchillo”. Cabe destacar que la abuela atribuye todos estos
síntomas al maltrato infantil y abuso sexual del que fue víctima su nieta mientras vivía con su
madre.
Por su parte Natasha manifiesta “no me gusta soñar lo que sueño, tengo miedo en la noche y por
eso no me quedo dormida, escucho ruidos y sueño con una serpiente que me persigue… no me
gusta que me peguen, me da rabia”.
Natasha vive hace aproximadamente dos años, junto a su abuela paterna María, de 53 años, su
padre Raúl de 28 años, su tía de 30 años y la hija de ésta, que tiene 10 años de edad. Anteriormente
vivió con su madre, Tracy de 22 años, su conviviente Lalo, su abuela materna Marisol, su tío Carlos
de 15 años, quien es drogadicto y la hermana menor de su madre, de 7 años de edad. Natasha fue
retirada de aquí debido a una orden judicial, pasando un tiempo en el Hogar Regazo, hasta que la
custodia fue entregada al padre, y desde entonces vive a cargo de su abuela paterna.
La abuela relata que su nuera siempre fue drogadicta, tanto antes como durante y después del
embarazo, fumaba marihuana y consumía alcohol, llegando en varias ocasiones a amamantar a
Natasha en estado de ebriedad. Su padre vivió con su madre un tiempo durante el embarazo y el
primer mes y medio de vida de Natasha, sin embargo, la madre se involucró con otra pareja por lo
que lo echó, amenazándole de muerte si volvía. Frente a esta situación, la abuela paterna comenzó a
visitar a su nieta, siendo testigo de diversos actos de negligencia y maltrato; relata que en varias
ocasiones le encontró en el suelo de tierra de la pieza de atrás de la casa sola, “morada de frío, tiesa,
con el potito con llagas, todo cocido”. En otra ocasión dice haberla encontrado ahogada en vómito,
con tres dedos cortados, con un ojo hinchado, frente a lo cuál la hermana menor de la madre le
contó que ésta, le había azotado la cabeza contra la silla. Natasha por su parte señala que su abuela
le pegaba constantemente con la correa de goma de la lavadora. Todas estas situaciones
comenzaron a engendrar un fuerte temor de la Sra. María por la vida de su nieta, ante lo cual
comenzó a hacer denuncias, sin embargo, como no podía sacar a la niña de la casa, le era
extremadamente difícil pues no contaba con pruebas suficientes.
Especialmente preocupante fue para la abuela una ocasión donde cambiándole el pañal a su
nieta, sintió un olor extraño, y al examinarla notó que el orificio vaginal se encontraba muy abierto,
frente a esto logró llevar a la niña a un médico por un supuesto resfriado, quien dice haberle
confirmado su sospecha de abuso sexual, pero “no se quiso involucrar por no ser especialista”,
diciéndole que debía acudir al instituto médico legal. La abuela relata que nunca ha tenido la certeza
legal, pero ella está segura, dice que Natasha alrededor de los dos años se quejaba de dolor vaginal,
y le contó que “le ponían monedas en el potito y el Lalo le daba besos en todo el cuerpo”. Cabe
destacar que no existe actualmente ningún proceso legal por este hecho, por lo que no existen
personas inculpadas.
El padre aparece como una figura más bien distante, aunque en ocasiones la abuela relata que
pierde la paciencia y grita o le pega a Natasha. La niña por su padre manifiesta “yo quiero harto a
mi papá, aunque a veces es un bruto conmigo”.
En cuanto a los antecedentes del desarrollo, debido a las circunstancias no se poseen datos certeros,
sin embargo, es posible mencionar que Natasha aún no ha logrado el control de esfínter, presentado
enuresis primaria nocturna, frente a lo cuál la abuela aún le pone pañales. Por otra parte, cabe
destacar el gran desarrollo del lenguaje, frente a lo que la abuela señala que “desde chiquitita que
habla bien”.

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