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Paula, 8 años

Los padres llevan a Paula a consultar –aconsejados por su pediatra- muy preocupados porque
últimamente se ha comportado de manera muy extraña mientras duerme.
Al parecer, la niña sufre de unos extraños «ataques de pánico» por las noches, porque empieza a
gritar súbitamente al poco tiempo de quedarse dormida y la encuentran en medio de su habitación o
en el pasillo muy pálida, sudando y con temblores por todo el cuerpo. Insisten en lo del pasillo
porque les impresionó mucho que, la primera vez que ocurrió, Paula se dio un fuerte golpe en la
cara con la puerta de su dormitorio, por lo que pensaron que sufría una pesadilla y estaba intentando
escapar, así que han decidido dejarle la puerta abierta para que no le vuelva a suceder.
Les llama la atención que durante el ataque tiene los ojos muy abiertos con las pupilas dilatadas
y, sin embargo, parece no verlos. Les resulta imposible consolarla, pues no responde a sus
estímulos, e incluso aparta las manos cuando intentan acariciarla. También dicen que respira con
mucha rapidez y que el corazón parece salírsele del pecho.
Dicho estado dura, generalmente, unos cuatro o cinco minutos, aunque a veces se ha
prolongado algo más, y acaba cuando poco a poco se va calmando y logran llevarla de nuevo a su
cama. También están preocupados porque al día siguiente no recuerda nada de lo ocurrido.
Dicen que es la primera vez que esto sucede, que Paula es una niña muy sana, inteligente, muy
madura para su edad y muy simpática, pero también nerviosa. Hace unos meses falleció su abue1a
paterna, que vivía con ellos y a la que Paula adoraba, por lo que el padre se pregunta si es que tiene
pesadillas con ese tema y éstas le están causando los ataques.
La madre parece estar especialmente angustiada, porque ha empezado a pensar en la posibilidad
de que su hija tenga algún trastorno cerebral.

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