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Tarea 4 – Postulados del Pensamiento Económico Moderno

Aide Yisela Orozco Sarria


Rubén Darío Escobar Morales
Emerson Andrés Casañas Reina
Víctor Manuel Marín Rivera

Grupo 105002_17

Tutora: Angélica María Arboleda Ramos

Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD


Programa de Economía
Curso Doctrinas Económicas
2022
Introducción

Este trabajo desarrolla la tarea 4 del curso Doctrinas Económicas. El objetivo


principal es dar respuesta a los siguientes interrogantes: ¿Cuáles son las principales
doctrinas económicas planteadas a nivel global? ¿Cómo ha sido la evolución de las
doctrinas económicas en la Economía Colombiana? Las preguntas mencionadas se
circunscriben a la segunda mitad del siglo XX.

El principal referente bibliográfico de este documento es la obra de Flórez


Enciso (1999), aunque se aúnan obras de otros autores reconocidos. Se resume que
las principales doctrinas económicas con influencia en el pensamiento económico
colombiano fueron la Síntesis Neoclásica, el Post-Keynesianismo, el Monetarismo, la
Nueva Escuela Clásica y la Economía Institucional.
Desarrollo de la actividad

La ciencia económica en la segunda mitad del siglo XX presentó en principio


una síntesis de dos doctrinas que en un momento se creyeron irreconciliables. Se trata
de la Síntesis Neoclásica, la cual consistió en incorporar al modelo keynesiano del
empleo involuntario, la idea de competitividad y equilibrio general de la teoría
neoclásica. Comenta el autor Flórez Enciso (1999) que este hibrido tuvo su auge y su
decadencia.

La Síntesis Neoclásica gozó de auge debido al uso de un importante modelo


como la Curva de Phillips, la cual describe la relación inversa entre desempleo e
inflación. Es decir, en el marco de los ciclos económicos de crecimiento y recesión, la
curva dictaría las decisiones de los estados en materia macroeconómica. De este
modo, si había mucho desempleo, los gobiernos promovían el gasto público para
retomar los niveles de empleo. Inversamente, si los niveles de inflación se
interpretaban como inaceptables, se reducía el gasto público y se aumentaban las
tasas de interés para desincentivar el consumo. Según Flórez Enciso (1999), este
modelo se sostuvo durante 25 años, respaldado por organismos como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Debido a la sensibilización sobre los horrores de las dos grandes guerras y la


Gran Depresión, los avances en materia normativa sobre la dignidad humana, los
ideales socialdemócratas, las luchas de partidos laboristas, entre otros dinamismos
sociopolíticos, tomó lugar una concepción denominada estado de bienestar o estado
benefactor. Pierson (1998) se refirió al estado de bienestar como aquellas medidas
estatales dirigidas al suministro de servicios claves como salud, educación, vivienda,
ingresos económicos y servicios sociales. Aunque dicho autor también reconoció que
el concepto podía hacer referencia a una forma de estado, una forma distintiva de
política pública o un tipo de sociedad.

Entrados los años 70’s, grupos políticos y económicos empezaron a culpar al


estado de bienestar de las crisis que se empezaban a vivir por las tasas de desempleo
e inflación elevadas. Los argumentos discurrían en el sentido que el estado benefactor
había llegado a un límite, escondía debajo de la alfombra los fantasmas del desempleo
y la inflación, engañaba a la opinión pública con la supuesta cobertura en seguridad
social. Todo ello venía acompañado de un gran volumen del estado; ineficiente,
burócrata, difícil de mantener.

Uno de los acérrimos atacantes del estado benefactor y la intervención estatal


fue Milton Friedman. Este destacado economista prosiguió con la filosofía de Von
Mises y Hayek, defendiendo que el libre mercado era la fuente de la estabilidad
económica y la asignación efectiva de los escasos recursos. Criticó los esfuerzos,
según él infructuosos, de los bancos centrales por regular la oferta monetaria. Flórez
Enciso (1999) subraya que el monetarismo ganó adeptos en las naciones
desarrolladas y por consiguiente, América Latina siguió dicha ruta con los organismos
multilaterales. Esto indica que en los años 80’s, se volvió a confiar en la “racionalidad”
del individuo consumidor como axioma y se potenciaron los supuestos de las escuelas
que desarrollaron la microeconomía.

Flórez Enciso (1999) recalca que la denominada Nueva Escuela Clásica, a la


cabeza del laureado Robert Lucas, investigó la naturaleza de los ciclos económicos,
con el fin de neutralizar las procedimientos keynesianos. Para ello, Lucas se basó en
la teoría de las expectativas racionales. Esta teoría explicó por qué las personas
respondían a corto plazo a las tasas de interés altas, pero en el largo plazo se
adaptaban y retomaban la propensión al consumo; en suma, las personas reconocían
que no solo las tasas de interés modificaban la inflación, sino también toda una gama
de medidas de índole fiscal y monetaria.

Ante las complejidades de las teorías de crecimiento exógeno y endógeno,


rigurosas matemáticamente, pero descontextualizadas, se desarrollaron modelos de
Economía Institucional más apropiados. Van Staveren et al (n.d.) reconocen que la
Economía Institucional valora no solo las instituciones formales como el imperio de la
ley, los bancos, las empresas estatales, la educación gratuita, sino también las
instituciones informales como la confianza y la honestidad. Sin honestidad es difícil
administrar las finanzas públicas. Sin confianza es imposible realizar nuevas
inversiones.

Por el lado de América Latina, Flórez Enciso (1999) resalta que los bandos
académicos en disputa se concentraban entre neoclásicos y estructuralistas.
Adicionalmente, el autor mencionado sostiene que los temas relevantes en un principio
eran la pobreza y la falta de crecimiento económico, pero posteriormente los temas se
desplazaron hacia la liberalización económica y la privatización, debido al auge del
proceso de globalización que se extendía.

Durante 50 años la economía colombiana se basó en la aplicación de las tesis


keynesianas. La economía colombiana en sus primeros años estuvo marcada por una
economía tradicional, basada en el agro y con precarias interconexiones entre los
departamentos del país.

En el debate de las políticas económicas de América Latina se han


considerado 2 aspectos diferentes.

1. Los economistas neoclásicos que han aportado un amplio conocimiento y


posiciones que esta corriente de pensamiento económico refleja.

2. Los estructuralistas quienes basados en las condiciones históricas han


planteado sus marcos teóricos.

Sin lugar a duda son pensamientos económicos ortodoxos, uno basado en el


crecimiento y el comercio y el otro basado en los aspectos históricos en el marco para
el desarrollo de la región.

Para la década de los 60 y 70 se modificaron algunos planteamientos


anteriores basados en modelos y estrategias que permitieron afrontar los índices bajos
de ingresos, el desempleo, junto con un crecimiento económico paulatino, los altos
niveles inflacionarios y en especial el enfrentamiento con la desigualdad y la pobreza.
Para Colombia, el planteamiento se llamó Operación Colombia, el cual fue dirigido por
el profesor Lauchlin Currie quien se desempeñó como jefe de la primera misión del
Banco Mundial. En su diagnóstico fue la diferencia de la demanda en forma de
desempleo disfrazado en el campo (centrado en la agricultura tradicional, con
insuficiencia de empleo, baja remuneración y productividad). Currie hizo su aporte
indicando mejorar la demanda por medio de la creación de empleos con mejores
ingresos, en especial en los sectores productivos donde la demanda fuera mayor a
uno (aplica la Ley de Say), e indicó adoptar tecnologías, ya que harían al estado más
productivo y rentable.

Dos décadas después los trabajos económicos se situaron en el corto plazo,


basados en reformas económicas, políticas cambiarias, de privatización, financieras y
presupuestales. A su vez, se generaron estudios sobre los problemas en contextos
microeconómicos en relación con los mercados y por supuesto con las instituciones.
Lo que en principio fue un pensamiento económico ortodoxo de manejo
macroeconómico, con las nuevas políticas de aperturas y estructuración política, se
fue tornando en pensamiento heterodoxo en el que se incluyen la microeconomía y las
instituciones.

Para los años 80 y 90 la CEPAL (Comisión Económica para América Latina)


trabajó con los elementos de análisis keynesianos y además fueron adecuados por
región, aunque en ciertas circunstancias no eran aplicables a países en desarrollo, ya
que son teorías propuestas en economías de países desarrollados. La CEPAL instauró
una crítica a las teorías neoclásicas del comercio exterior por medio de las relaciones
económicas internacionales, las cuales habían generado un deterioro en los procesos
de intercambio en los países en vía de desarrollo, como también las restricciones en
su capacidad de hacer importaciones. Estos desequilibrios para la CEPAL generaron
altos niveles de inflación, fragmentación internacional del trabajo, que es dominado por
grandes multinacionales. Estas hacen parte de la relación desarrollo y subdesarrollo
que internamente es un sistema de dominación política y explotación económica y de
forma externa se manifiesta con la entrega de excedentes de los países en vía de
desarrollo a los países desarrollados.

En las situaciones de crisis de los años 80, en las que las políticas de
intervención agudizaron los problemas en cuanto a los temas de inflación y
desempleo, se evidenció en este periodo el regreso de las tesis neoclásicas en las
versiones de liberación y apertura de mercados. Los impulsores respectivos pasaron a
llamarse la escuela de los “Chicago Boys”.

Finalmente, el aporte del pensamiento económico indicó que la solución a las


crisis se daba en dos aspectos claves. Uno en aplicar programas de estabilización
económica; la reestructuración aplicando reformas tributarias, junto con sistemas que
permitan la eliminación de subsidios, como también la implementación de políticas que
permitan redirigir el gasto público hacia la educación y la salud, esto en cuanto a la
economía fiscal. En cuanto a la economía financiera; mantener positivas las tasas de
intereses y las tasas de mercado. La segunda clave consistió en proporcionar un
funcionamiento libre del mercado como el estímulo y la confianza a la inversión
extranjera y además las garantías de los derechos sobre las propiedades. Estas
acciones son implementadas en casi todos los países de Latinoamérica desde los
años 80.

Una revisión de la constitución colombiana nos señala que hubo un rumbo de


pluralidad en el tema económico en los años noventa. Era de esperarse que la colisión
de las fuerzas de diversos agentes llevara a que se debatiera entre el libre mercado, la
eficiencia y la privatización versus el crecimiento económico sustentable (concepto que
adquirimos del ámbito internacional), la equidad y el bienestar.

Aunque el tema económico revestía importancia en la década de los 90’s en


Colombia, se trabajó inconclusamente en ese tema porque el país estaba muy
convulsionado en el orden público y político. Primordialmente se estaba tratando de
rescatar la nación de las cenizas, fruto del narcoterrorismo y incapacidad para
construir un proyecto de país.

Queda como reflexión la recomendación del autor Douglas North, citado en


Herrera Robles (1997), en el sentido que un país se estanca en el subdesarrollo
cuando solo trabaja en función de variables económicas, en lugar de trabajar también
en las tradiciones, las instituciones y la organización.
Conclusiones
Las doctrinas económicas preponderantes globalmente, y que tuvieron
influencia en el pensamiento económico colombiano en la segunda mitad del siglo XX
comprendieron la Síntesis Neoclásica, el Post-Keynesianismo, el Monetarismo, la
Nueva Escuela Clásica y la Economía Institucional.

Las doctrinas económicas antagónicas en la segunda mitad del siglo XX


siempre discutieron el papel de las competencias del estado en materia de regulación
y fallos de mercado, hasta dónde debía operar el libre mercado, hasta dónde se
extendía el estado bienestar, así como si se debían perseguir ideales individualistas o
del bien común.

Aunque el tema económico revestía importancia en la década de los noventa


en Colombia, se trabajó inconclusamente en ese tema porque el país estaba muy
convulsionado en el orden público y político.

La Constitución Política de Colombia tiende a la heterodoxia en materia de


teoría económica, pues una lectura de algunos principios constitucionales revela la
inclusión de diversas doctrinas económicas, en aras de respetar tanto la iniciativa
privada como el bien común.
Referencias

Flórez Enciso, L.B. (1999). Apuntes sobre el pensamiento económico colombiano en la


segunda mitad del siglo XX. Revista de Estudios Sociales, (3), 68-96.
https://revistas.uniandes.edu.co/doi/pdf/10.7440/res3.1999.05

Herrera Robles, A. (1997). Doctrinas económicas y su evolución en Colombia. Revista


de Derecho, (8).

Pierson, C. (1998). Beyong the Welfare State? The New Political Economy of Welfare.
Polity Press.

Van Staveren, I., Van Tulder, R., y Dafnomili, M. (n.d.). Introduction to Economic


Theories [Curso masivo en
línea]. Coursera. https://www.coursera.org/learn/intro-economic-theories

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