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Libro de Daniel

Teología
Una lectura cuidadosa del libro de Daniel identifica varias contribuciones
destacadas de la obra a la historia de las ideas religiosas y la teología. El libro
presupone ese ambiente de crisis nacional que generó gran creatividad literaria
y produjo los estímulos pertinentes para la contextualización de sus
enseñanzas.
En primer lugar, Daniel es el primer libro de la Biblia hebrea que contiene
secciones importantes de literatura apocalíptica. La literatura apocalíptica
no es una forma de escapismo religioso, sino una manera alterna de leer la
realidad que le brinda a la gente cautiva el valor necesario para mantener la
esperanza y les permite soñar el futuro. Esas dinámicas espirituales se
convierten en las fuerzas que les ayudan a transformar el futuro soñado en
realidad inmediata y contextual.
También en Daniel se nos presenta la explicación más detallada de la
esperanza de resurrección en el Antiguo Testamento ( 12.2) En el libro de
Daniel también se incluye de forma firme el tema de la resurrección de las
personas muertas (Dn 12.2). Aunque se pueden notar en la Biblia hebrea
algunos instantes donde este tema se identifica con alguna intención (p. ej.,
Ez 37), lo cierto es que Daniel es el que elabora el tema de forma clara y
firme. La importancia de este asunto no puede subestimarse, pues se
constituyó en uno de los temas más importantes y fundamental de la fe
cristiana.
En la profecía apocalíptica, el futuro inmediato y el muy posterior a menudo
parecen fundirse en uno. Un ejemplo de esto es la figura de Antíoco
Epífanes, prominente en los capítulos 8 y 11 del libro. En estos pasajes
vemos al personaje que profana el templo en el 168 a.C. actuando como el
anticristo de los postreros días ( 8.23–26 ; 11.36–45 ; Ap 13.1–10 ).
En ocasiones Dios manifiesta su poder mediante la aparición de seres
celestiales ( 9.20–23 ). En Daniel los ángeles son criaturas especiales
enviadas por el Señor para cumplir una particular y definida encomienda:
revelar la voluntad divina.
La narración de Daniel llega a su mayor complejidad en la visión de 10.1–
12.4 . Ahí se ve claramente que Daniel trata uno de los problemas más
agudos de la experiencia humana: qué significa vivir la fe bajo la opresión de
un gobierno tiránico. Y el camino que Daniel parece recomendar está bien
resumido en las palabras: «el pueblo que conoce a su Dios
La base de todo en el libro es el conocimiento de Dios (su carácter y su
voluntad), verdadero, profundo y creciente. Se puede ver esto en toda la
experiencia personal de Daniel. La idea determinante es que Dios es
soberano sobre toda la historia.
El mesianismo en Daniel llega a niveles previamente insospechados. No
solo el idioma utilizado en el libro de Daniel le brindó a Jesús y a sus
discípulos una fraseología de gran importancia teológica y contextual (p. ej.,
la expresión y comprensión de «el hijo del hombre»), sino que la referencia
directa al que viene «en las nubes del cielo» (Dn 7.13) se ha convertido en
una imagen insustituible e impostergable en la teología cristiana. Jesús de
Nazaret se identificó plenamente con esas ideas y se refirió a sí mismo en
términos similares a los que utilizó Daniel.

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