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3. (Santiago 4:6-10) Las soluciones para la contienda: en humildad, ponerse bien con Dios.
a. Pero él da mayor gracia: El mismo Espíritu Santo que nos condena de nuestro compromiso también nos
dará gracia para servir a Dios como debiéramos. Pero esta gracia sólo viene a los humildes.
i. Dios resiste a los soberbios: La gracia y el orgullo son enemigos eternos. El orgullo demanda que Dios me bendiga a la
luz de mis méritos, ya sea que fueran reales o imaginarios. Pero la gracia no tratará conmigo en el fundamento de lo que
hay en mi, bueno o malo, pero en el fundamento de lo que es Dios.
ii. Y da gracia a los humildes: No es como si tu humildad se ganara la gracia de Dios. La humildad apenas nos coloca en
la posición para recibir el regalo que Él gratuitamente nos da.
b. Someteos, pues, a Dios: A la luz de la gracia ofrecida a los humildes, sólo hay una cosa por hacer: Someteos a Dios.
Esto significa el ponerte en orden bajo Dios, el rendirte a Él como el Rey conquistador, y el empezar a recibir los
beneficios de Su reinado.
c. Resistid al diablo, y huirá de vosotros: Para resolver los problemas de la carnalidad y los pleitos que ocasiona,
debemos también de resistid al diablo. Esto significa el estar en contra de las decepciones del diablo y de sus esfuerzos
para intimidar. Mientras logramos resistid al diablo, se nos promete que huirá de vosotros.
i. Significativamente, Santiago no recomienda de que los demonios deban ser arrojados de los creyentes por un tercero.
Santiago simplemente reta individualmente a los Cristianos el tratar con Satanás como un enemigo conquistado el cual
puede y debe ser resistido personalmente.
ii. Resistid viene de dos palabras Griegas: estar de pie y en contra. Santiago nos dice que estemos de pie en contra del
maligno. Satanás puede huir por la resistencia del creyente de menor rango el cual viene con la autoridad de lo que Jesús
hizo en la cruz.
d. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros es una invitación y una promesa. No es bueno el someterse a la autoridad
de Dios y el resistirse a los ataques del diablo y errar en cuanto a acercaos a Dios. Lo tenemos como promesa: Dios se
acercará a vosotros en tanto que nosotros nos acercamos a Él.
i. Si estamos lejos de Dios, Él no esta alejado de nosotros. Nosotros mismos nos hemos alejado de Él. Una pareja anciana
condujo por un camino en su carro el cual tiene un asiento estilo sillón enfrente. Mientras manejaban la esposa notó que
en muchos de los otros carros con parejas en los asientos de enfrente, la mujer estaba sentada cerca del hombre mientras
él manejaba. Ella preguntó a su marido, “¿Porqué será que ya no nos sentamos así de cerca?” Él sencillamente respondió,
“Yo no era el que me movía.” Si estamos lejos de Dios, Él no se ha movido.
e. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y
llorad mientras nos acercamos a Dios, nuestro condenados de nuestro pecado. Así que afligíos, y lamentad, y llorad pues
es apropiado en cuanto a la convicción de pecado, y somos obligados a buscar limpieza en la cruz.
f. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará: Mientras llegamos como pecadores ante el Dios santo (no como un
religioso autosuficiente, como Jesús lo explicó en Lucas 18:10-14), nos humillamos apropiadamente ante Dios. Entonces
Él nos exaltará, debido a que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes, y gracia – el favor inmerecido de
Dios – siempre nos exaltará.
4. (Santiago 4:11-12) Las soluciones para la contienda: ponte bien con otras personas.
a. No murmuréis los unos de los otros: El humillarnos y el ponernos bien con Dios debe resultar en ponerse bien con los
demás. Cuando estamos bien con los demás esto se mostrará en la forma en la que hablamos acerca de ellos. Así que no
murmuréis los unos de los otros y no juzgue a su hermano.
i. Santiago correctamente nos guardará en contra de la ilusión de que podemos estar bien con Dios, pero hacemos mal a
nuestro hermano. Como Juan dice, Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no
ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? (1 Juan 4:20)
b. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley: Cuando juzgamos a nuestro
hermano, nos ponemos en el mismo lugar de la ley, y en efecto juzgando la ley. Esto es algo de lo cual no tenemos
autoridad para hacer, debido a que uno solo es el dador de la ley – así que ¿quién eres para que juzgues a otro?
i. “No obstante lo alto y ortodoxo de nuestra visión de la ley de Dios pueda ser, en realidad el fracaso para hacerlo le dice
al mundo que no ponemos mucha importancia en ella.” (Moo)
c. Esta es una extensión de la misma humildad de la cual Santiago escribió en este capítulo. Cuando mostramos una
correcta humildad ante Dios, no esta en nosotros el juzgar arrogantemente a nuestro hermano.