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2ºsumario Ii La Posesión
2ºsumario Ii La Posesión
SUMARIO Nº 2
LA POSESION
LA POSESION. GENERALIDADES.
La diversidad de fundamentos sobre este tema expuestos por los doctrinarios del derecho, en
particular por quienes han dedicado estudios completos y complejos acerca del mismo, en los
distintos sistemas jurídicos y la variedad de las consideraciones dominantes en el campo
doctrinal, posibilitan el conocer su calidad de instituto de permanente debate.
Se afirma aun en día, que resulta dificultoso elaborar un concepto rigurosamente técnico-
científico, dificultad que comienza por definir si la “Posesión” es un hecho o un derecho.
Inicialmente se admite que la posesión es un estado de hecho, por el cual una persona tiene la
cosa en su poder; cuyo criterio generalizado, es la imagen normal y natural del derecho, que
objetivamente se puede apreciar; surgiendo sin embargo dificultades en cuanto a los efectos
jurídicos que crea el acto de poseer un bien por un tiempo, o en su caso los actos de disposición
que ejerciten.
La fundamental causa para esta discrepancia teórica, radica en que la posesión comprende a la
vez diferentes situaciones a saber: a) El que una persona pueda comportarse como propietario
de una cosa, sin que tal actividad se conecte a un poder Jurídico cual corresponde a un derecho
de propiedad. b) Que se ejercite alguna otra distinta actividad- recoger frutos, cultivar, recoger
los frutos, incluso disponer de ellos o del mismo bien, sin que haya autorización, menos
derecho, para ello. O finalmente, que aunque se cuente con el permiso respectivo para utilizar
un bien ajeno, no le otorga posibilidad de adquirir el derecho de propiedad.
En todos estos casos se están ejercitando actos de posesión sobre la cosa, entendiéndose como
tales al estado de hecho que se cumplen sobre un bien, que subsiste independientemente “de
que se ajuste o no a un derecho”.
Consecuentemente, de acuerdo a la doctrina universal, confirmada, entre otros, por el jurista
Francisco Messineo (Derecho Civil y Comercial. Tomo III. Ed. E.J.E.A.). Ese Acto de Hecho, con las
condiciones cumplidas genera resultados de derecho que se enlazan al ordenamiento jurídico
vigente, entre las cuales se destacan la protección de ese status, al margen de que se conforme
o no a un derecho subyacente, y la posibilidad de que, combinado con el transcurso del tiempo
y otros elementos, se convierta en un derecho real (Derecho de Propiedad) definitivo sobre la
cosa.
formas. El Derecho Francés, seguido posteriormente por el nuestro, para evitar equívocos
denominó a ambas formas como Prescripción Extintiva y Prescripción Adquisitiva
Esta falta de ordenamiento sistemático ha sido mejorado y actualizado en la Legislación vigente,
que actualmente la considera de manera independiente a la llamada simplemente
“prescripción” ubicándola en el Libro 5to., Titulo IV, Capítulos I y II, Arts. 1486 al 1513. Además,
siguiendo esta línea corresponde referirse a la “Posesión”, dentro de los varios requisitos
considerado como el principal para que funcione la prescripción, apuntaremos que ésta (la
Posesión), se encuentra regulada dentro del Libro Segundo del Código Civil, Título II, Arts. 87 al
104 y continua con las Acciones de Defensa de la Posesión ubicadas en los Arts., 1461 al 1464
del Libro 5to. Tal es en síntesis la referencia legislada de la posesión.
LA POSESIÓN. CONCEPTO.
General y usualmente se considera que quien ostenta un poder de derecho sobre una cosa
ejercita simultáneamente un poder de hecho, mas no siempre ocurre así. La Posesión en sentido
estricto significa una facultad o poder de hecho, definible con relación a los poderes
fundamentales del Derecho, y el cual consiste en el hecho mismo de ese poder, omisión hecha
de que tenga o no derecho a él. Ese poder de hecho lo ostenta quien domina la cosa y no
propiamente quien la ley establezca que deba tenerlo.
En consecuencia para conocer si alguien es o no poseedor y poder gozar de la tutela de la ley,
se deberá investigar la situación de hecho del sujeto frente a la cosa, sin que interese si
corresponde o no a una justificación jurídica; esto es, independientemente de que el poseedor
sea o no titular de un derecho real, o en términos más generales todavía, si se halla dentro o no
de una situación jurídica.
Se ha definido a la posesión de muy variadas formas: así nuestra legislación Civil en su artículo
87, Inc. I. establece: “La posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos
que denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”. Y en
su segundo parágrafo se refiere a otra figura jurídica de amplia aplicación cual es “La
detentación”, al señalar: “II. Una persona posee por si misma o por medio de otra que tiene la
detentación de la cosa”. Significando con ello que también se es poseedor a través de un ajeno
que sea designado por el titular.
Los jurisconsultos franceses Mazeaud, por su parte dicen: “La posesión es el poder de hecho; la
propiedad, el usufructo y otro derecho real, es el poder de derecho”. Por su parte Francisco
Messineo expresa que:“ Posesión en sentido muy general es una situación que se distingue por
ser efectiva frente y en contraposición a la titularidad de un derecho subjetivo, que puede no
estar acompañada por el ejercicio de ese derecho”. Y concluye afirmando “Posesión es, un poder
de hecho”.
Corresponde también citar a un célebre jurisconsulto del derecho nacional, el Dr. Raúl Romero
Linares, ilustre abogado que define a la posesión como: “Es el poder de hecho que una persona
tiene sobre una cosa, realizando actos que revelan la intención de comportarse como el
verdadero propietario o titular de cualquier derecho real”.
Acerca de la Naturaleza Jurídica de la posesión podemos decir siguiendo a Francisco Messineo
que, siendo la posesión una situación de hecho protegida por la ley a la que liga una serie de
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consecuencias jurídicas, por los efectos que produce, se convierte en relación de derecho. Así,
dicho jurisconsulto Italiano afirma sobre el particular: “la disputa en que si la posesión es un
hecho o un derecho subjetivo, se resuelve observando que la misma nace como una relación
de hecho, pero luego de nacida se convierte en una relación de derecho, en cuanto produce
efectos jurídicos, por los cuales es admitido el poseedor”.
LA DETENTACIÓN.
CONCEPTO Y UBICACIÓN EN EL ACTUAL CÓDIGO CIVIL.
El Art. 87, inc. II del Código Civil prescribe: “Una persona posee por si misma o por medio de otra
que tiene la detentación de la cosa”.
Por lo tanto, no siempre puede/debe poseer las cosas el dueño o propietario de manera directa,
pues según ésta permisión puede también una persona ajena a ese acto de hecho, poseer la
cosa aunque de forma temporal, como una especie de intermediario entre el dueño verdadero
y/o poseedor y la cosa como objeto del acto o negocio jurídico.
La detentación a que se refiere el inciso citado es la llamada posesión natural, que se define
como: la materialidad de tener un bien en la esfera inmediata de una persona, que nace por un
acto de derecho, autorización del titular del derecho. Nace solo con el Corpus- tenencia material
del bien, pero sin el Animus, vale decir el deseo o la intención de pasar por propietario o
poseedor del mismo, reconociendo en otro el derecho titular. Es una posesión precaria o
temporal por su duración.
La detentación se lleva a cabo con conocimiento y la aquiescencia del dueño. El detentador
tiene en su poder la cosa pero no es titular de esos derechos que, en oportunidades los ejercita
aun en beneficio propio. Por lo tanto, en estricta consideración jurídica no es poseedor; en
cambio si lo es el propietario que consintió en entregar la cosa para que le sea devuelta en un
término establecido. Resulta de ello, que el poseedor ejercita a través del detentador.
El Código Abrogado en su Art. 1530 estableció una previsión sobre este particular al indicar que
la posesión es: “La detención, o el goce de una cosa, o de un derecho que tenemos, o que
ejercemos por nosotros mismos o por otro en nuestro nombre”. Completa este criterio legal el
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Art. 1531 que textualmente indica: “La Posesión puede ser natural o civil: natural es la que uno
tiene o ejerce corporalmente, por sí mismo. Civil: la que uno tiene o ejerce, por disposición de
la ley”. En cuanto a la legislación vigente, como ya dijimos se halla previsto con mayor precisión
en el inciso II. Del Art. 87.
ELEMENTOS DE LA POSESION.
Dos son los elementos de la posesión: el corpus y el animus, ya reconocidos y conformados en
el antiguo derecho Romano y desglosado al finalizar este acápite. Al definir a la posesión se dijo
que consistía en el ejercicio de hecho de un derecho, siendo por tanto la base de partida para
su reconocimiento y desarrollo la relación material, directa o indirecta, entre una persona y una
cosa. Existe igualmente acuerdo en admitir que otro elemento esencial, es el estado anímico o
psicológico del poseedor que califica jurídicamente los actos que se realizan y para los cuales
tiene pleno poder.
Recordando a su fuente original y aún vigente, en el Derecho Romano se admite y considera el
llamado Corpus possesionis, que consiste en el poder de hecho que ejerce el sujeto sobre el
bien, constituye el elemento material de la posesión y se entiende como la realización de los
actos materiales sobre las cosas, tal y como los podría ejercitar todo propietario. Estos deberán
ser actos estrictamente materiales sobre la cosa al igual que la realización de actos jurídicos,
pues para ellos se requiere el ejercicio del poder de hecho. Estos actos materiales además
tendrán dos requisitos: actos de aprehensión y actos de utilización económica.
Por su parte, se encuentra el conocido Animus Possidendi, que se identifica con el Animus
Domini y por ello consiste en la voluntad, el deseo de tener la cosa como propietario. O sea con
ese espíritu de dueño absoluto y perpetuo sobre la cosa. Por ejemplo el comprador tiene ese
espíritu de comportarse como un propietario.
Ambos elementos, el Corpus y Animus, son considerados como complementarios. Y en tal
sentido, nuestra legislación nacional admite tal criterio en el contenido normativo del Art. 87,
primer párrafo.
Los dos elementos citados han sido objeto de estudio científico y arrojan como resultado la
formulación de dos teorías: la doctrina Subjetiva y la Objetiva.
a).- DOCTRINA SUBJETIVA; formulada por Savigny en 1803, que dice: el animus es el elemento
calificador de la posesión y diferenciador del acto de detentación.
El animus se evidencia en la acción posesoria. Siempre que se exteriorice el comportamiento
adecuado, que estará motivado por la voluntad de poseer que está implicada en la actuación
posesoria, por tanto la intención subjetiva de poseer como dueño si se requiere y
consecuentemente de esta manera establece diferencias entre la posesión y la detentación que
reconoce el derecho a poseer en otra persona. La única intención tanto del poseedor como del
detentador es la de mantener la relación sobre la cosa (Animus Tenenti).
b).- DOCTRINA OBJETIVA: propuesta por Ihering en 1876, representa la oposición a la anterior
teoría. El elemento corpus cumple la importantísima función de dar a conocer a los terceros la
existencia de la posesión respecto de la cosa que es objeto de ella. No se trata del simple
contacto físico que en si mismo nada significa. Es el hecho manifiesto de la voluntad, por lo que
no es admisible el tratar de separarlos de manera absoluta.
La posesión es un producto de la concurrencia de dos elementos: el corpus, físico o material,
expresivo de la actuación sobre la cosa; y el animus, elemento intencional del sujeto con
respecto a la cosa poseída.
Sin embargo, el corpus no es la simple tendencia material de la cosa, ya que para que exista es
suficiente que puedan ejercitarse acciones sobre la misma, posibilidad simple de actuar sobre el
bien y excluir de esa actuación a los demás, por lo que es análogo a la propiedad. La pervivencia
de la posesión, no exige el conjunto de actos materiales, pero si la posibilidad de reproducir a
voluntad del poseedor esa relación las veces que desee. Sin esta posibilidad no existe posesión.
PRESUNCIONES DE LA POSESION.
El Art. 88.- del Código Civil, mediante sus tres parágrafos establece presunciones juris tantum
acerca de la posesión. Son presunciones juris tantum aquellas que admiten prueba en contrario.
a).-).- El Parág. I) dice: “se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la
cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador”.
Este precepto establece una presunción de posesión a favor de quien se halla reteniendo en su
poder en una cosa, suponiendo la Ley que es su actual y legitimo poseedor, si alguien alegare
mejor derecho sobre la cosa poseída, se tendrá que destruida tal presunción.
La parte final se refiere a la presunción de detentación, que desmorona el supuesto inicial legal,
de manera tal que si se demuestra que una persona inicio su actividad sobre la cosa como
detentador mantendrá siempre esa calidad, mientras no se cambie la misma.
b).- El Parág.. II) prescribe: “El poseedor actual que prueba haber poseído antiguamente, se
presume haber poseído en el tiempo intermedio, excepto si se justifica otra cosa.”
Esta es una presunción de posesión intermedia, por la que se supone existir continuidad en el
acto posesorio entre dos fechas, una inicial y otra final o actual; de manera tal que considera no
haber existido interrupción durante esa etapa intermedia. Se salva en la parte última el
desvirtuar tal presunción de carácter Juris Tantum.
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c).- Finalmente, El Parág. III) establece que: “La posesión actual no hace presumir la posesión
anterior, pero si hay título que fundamenta la posesión, se presume que se ha poseído en forma
continua desde la fecha del título, salvo la prueba contraria”.
El hecho de que una persona posea una cosa no le faculta para que se presuma que ya estuvo
sobre la misma antes; deberá por lo tanto acreditar este extremo presentando el título
respectivo para que se establezca el cómputo del tiempo de posesión desde tal fecha.
Es conveniente hacer notar que en las anteriores tres presunciones, prima el principio juris
tantum, vale decir que todas ellas admiten la prueba en contrario, siendo su validez de carácter
temporal o definitivo, hasta que se demuestre la verdad de la relación persona-cosa.
Por otra parte, es conveniente referirse a una figura jurídica de gran importancia para los
intereses de la posesión, cual es la que determina el Código Civil en su Art. 89.- (COMO SE
TRANSFORMA LA DETENTACIÓN EN POSESIÓN).- “Quien comenzó siendo detentador no puede
adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de un tercero o
por su propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa alegando un
derecho real. Esto se aplica también a los sucesores a título universal”. Este artículo da lugar a
la llamada INTERVERSIÓN que reconoce la conversión de la calidad de detentador en poseedor.
Cambio, según el mismo artículo, que puede darse de dos maneras: I.- por causa proveniente de
un tercero.- cuando un ajeno reconoce el acto de hecho como uno de derecho, ignorando que
quien tiene la cosa es solo un detentador. Y II.- Por su propia oposición como detentador frente
al poseedor alegando un derecho real y que puede ser judicial o extrajudicial.
necesario y previsto por la ley para la posesión de buena y /o mala fe a los efectos de adquirir
por usucapión.
Por otra parte, en lo referido al parágrafo II. Se llama conjunción al acto de unir ligar dos cosas.
En tal virtud se habla de la conjunción en la posesión mediante lo dispuesto por el ya citado
parág. II del artículo en estudio, que permite que el sucesor a título particular, que es quien
adquiere algo especialmente determinado del causante, un casa, un vehículo, etc.; pueda añadir
a su propia posesión la que ya tenía (n) quien o quienes le transmitieron la posesión de la cosa
(causante (s)-causahabiente).
En esta situación, de acuerdo al criterio expuesto el causahabiente podrá aprovechar del tiempo
poseído por el (los) causante (s), manteniendo cada uno de ellos su propia condición de
poseedor de buena o mala fe. Así, el adquiriente poseedor podrá añadir los años poseídos por
su causante o causantes, a los propios para poder llegar al plazo exigido por la ley y convertirse
en propietario mediante la Usucapión.
ADQUISICION DE LA POSESION.
La posesión se adquiere con la aprehensión material de la cosa y con la intención de tenerla
como suya o de ejercitar algún otro derecho real, cumplido de manera personal (intuito
personae) por el poseedor.
Esa aprehensión material, que antiguamente exigía la presencia personal del poseedor sobre la
cosa (possesio in manu) presenta las siguientes variaciones:
1.- ADQUISICIÓN DIRECTA; la que realiza el poseedor por sí mismo, por un acto unilateral del
adquiriente y concurran en el de manera simultánea los dos elementos posesorios: el Corpus y
el Animus, tal como ocurre en la compraventa. También se le llama adquisición originaria
cuando no exista una anterior posesión sobre la cosa que se le puede unir a la que le sigue, como
ocurre en el caso de lo previsto por el Art. 140 del Código Civil.
2.- ADQUISICIÓN INDIRECTA; la que se reproduce por medio de un tercero. La espiritualización
progresiva de la aprehensión permite que una persona posea por medio de otra. Asimismo,
puede adquirirse entonces la posesión a través de un ajeno que a nombre del titular cumplirá
los actos de uso, goce, etc.
En este caso, el tercero evidentemente ejercitara el elemento material Corpus; no así el
elemento espiritual Animus, que permanecerá en el titular poseedor. Se cita un caso de
excepción a este principio, en tratándose de motivos valederos y justificados como la
incapacidad de Obrar, que no permite manifestar la intención de comportarse como poseedor
de un bien o de otro derecho real, motivo por el que necesariamente el tercero deberá reflejar
ese deseo a nombre de su mandante.
PÉRDIDA DE LA POSESION.
La posesión se pierde en la relación a la concurrencia a no de los elementos corporal y anímico.
A).- Un primer caso se encuentra en la desaparición simultánea del corpus y del animus.
Constituye la hipótesis más frecuente y puede darse por el no ejercicio de todos los actos que
signifiquen la Posesión.
B).- También puede darse por abandono de la cosa poseída, que conlleva la voluntad de dejar
voluntariamente el acto posesorio.
De igual manera puede darse por la pérdida del elemento Corpus solamente. Situación en la que
el poseedor se queda únicamente con el animus, y podrá darse en dos casos: b.1).- Cuando un
tercero se apodera de hecho de la cosa. Y b.2).- Cuando con o sin intervención de alguien, la
cosa es alejada materialmente de su poseedor.
Otra forma se dará, por la pérdida únicamente del Animus. En la que el poseedor continúa
manteniendo el Corpus. Éste un supuesto de excepcional concurrencia, pues lo normal y lógico
es que el poseedor que desea dejar la posesión lo manifieste mediante un acto material. Sin
embargo la doctrina admite y justifica tal posibilidad, por ejemplo, cuando el propietario vende
la casa y continua poseyéndola por cuenta del adquirente, ya sea como depositario arrendatario,
etc.
EFECTOS DE LA POSESIÓN.
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Los efectos de la posesión se refieren a las consecuencias que surgen con el acto posesorio, tales
como la usucapión y las Acciones en Defensa de la Posesión. Es aplicable igualmente otro punto
de Vista, cual es el que se refiere a la situación generada por el propietario que reivindica su
derecho. Situación en la que se da al reivindicante la posibilidad de beneficiarse con los frutos y
productos de la cosa (Art. 94. Derechos); o el deber de cumplir con ciertas exigencias
(Obligaciones), como ser: el Reembolso de los Gastos (Art. 95.-); el reembolso por las
Reparaciones efectuadas en el bien (Art. 96.-); el Pago por las Mejoras y Ampliaciones (Art. 97.-
). Para determinar estos conceptos u obligaciones, se deberá tomar en cuenta la calidad del
poseedor, si es de buena fe o de mala fe.
POSESIÓN DE BUENA FE. POSESIÓN DE MALA FE.
Señala el Art. 93.- del Código Civil, parag. I. “El poseedor es de buena fe cuando cree haber
adquirido del verdadero propietario o titular la cosa o el derecho”. Y según criterio doctrinal la
buena fe es la certeza y seguridad de que quien transmite la cosa es su verdadero propietario.
La buena fe no es algo totalmente negativo como la ignorancia simple, o precario como la
“creencia”, sino que consiste en la persuasión de que el causante del poseedor tiene título
perfecto.
De otro lado, resulta totalmente antitético el concepto de poseedor de mala fe, puesto que
según Francisco Messineo: la posesión de mala fe resulta también del elemento poder de hecho,
pero va acompañado del conocimiento y convicción del poseedor de lesionar el derecho ajeno.
Por tanto la mala fe permite a alguien que conociendo los vicios de su título, ostenta y se
comporta como un verdadero titular sin fundamento legítimo.
Cuando la posesión es producto de los hechos, necesariamente se debe calificar la existencia de
la mala fe, porque son actos que se justifican en una sola voluntad de la persona. En cambio,
cuando se trata de actos de derecho, es imposible ocultar la mala fe. Por ejemplo: el tutor que
compra los bienes del tutelado.
Con esta breve aclaración y, dejando superado el principal efecto de la posesión, cual es la
adquisición del Derecho de Propiedad, mediante la usucapión (mas otros requisitos que se verán
en su oportunidad), pasamos a detallar los efectos de la posesión en caso de restitución de la
cosa. Los mismos se hallan previstos en los Artículos 94 al 99 del Código Civil y se traducen en
los siguientes derechos y obligaciones:
1.- DERECHO A LOS FRUTOS; El poseedor de buena fe se beneficia con los frutos y productos
percibidos hasta el momento de la notificación con la demanda. Así se establece por cuanto la
notificación legal con la demanda importa la interrupción legal de la posesión, terminando desde
tal momento la buena fe del poseedor.
2.- DERECHO AL REEMBOLSO DE GASTOS POR PRODUCCIÓN Y RECOLECCIÓN; Los gastos que
realizo el poseedor que se halla obligado a la devolución de los frutos, en la recolección y
producción correspondiente deberán ser repuestos por el reivindicante, en el límite de su valor
y actualizado a la fecha de dicha reposición.
3.- DERECHO AL REEMBOLSO POR GASTOS DE REPARACIÓN; Regla destinada para ambos
poseedores, sea el de buena fe como el de mala fe. El precepto dispone que se le reembolsará
el importe de los gastos en reparaciones extraordinarias de la cosa, se entiende por trabajo sin
los cuales la cosa pudo destruirse o deteriorarse. Su monto se estimara a la fecha del reembolso.
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