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Para que nuestro corazón sea transformado: De seguro has escuchado alguna

vez esta frase popular, «haz lo que te diga el corazón». Sin embargo, esa frase
no solo no es bíblica, sino que también se opone a sus enseñanzas. Nuestro
corazón es transformado cuando el Señor hace que abandonemos nuestros
pensamientos equivocados y recibamos los suyos que son verdaderos y
liberadores. Nosotros no necesitamos afirmar nuestro corazón, necesitamos un
nuevo corazón que solo el Señor a través de la obra de Jesucristo puede
ofrecernos.

La admisión bíblica
Me gusta mucho cómo el Dr. Donald Whitney afirma «Ninguna disciplina
espiritual es más importante que la admisión de la Palabra». Quizás la
palabra les sueñe extraño, pero con «admisión» nos estamos refiriendo a la
«ingesta» de la Palabra de Dios como alimento espiritual para nuestra vida. En
su libro Disciplinas Espirituales, divide la admisión (el alimentarse de la
Palabra de Dios) en tres secciones:

Escuchar la Palabra de Dios

Ya les he contado que cuando conocí al Señor, una de las cosas que más hacía
era leer la Biblia en voz alta. Esa lectura audible me ayudaba a poder enfocarme
sin distracciones en lo que el Señor me iba diciendo. Oír la Palabra de Dios es
tan importante porque no podríamos tener fe sin ello. El apóstol Pablo dijo: «Así
que la fe viene del oír, y el oír, por la Palabra de Cristo» (Rom. 10:17).

Una de las grandes bendiciones tecnológicas de hoy en día es poder tener una
aplicación de la Biblia en el teléfono móvil que cuenta con el Nuevo Testamento
audible. Mientras hago mis quehaceres del hogar, disfruto escuchar y
memorizar la Palabra.

Una de las tareas que más ha impactado mi vida es cuando mi esposo y yo


salimos a recorrer un lugar por el que hemos estado orando porque no hay
iglesia y realizamos caminatas de oración y de lectura de la Palabra de Dios en
voz alta. Uno de los lugares que visitamos una vez en México tenía una
plazoleta. Allí comencé a orar y luego a leer la Biblia en voz alta. Un señor me
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escuchó y comenzó a llorar. Cuando terminé le pregunté qué le pasaba y me dijo
que ha orado por muchos años para que se pueda plantar una iglesia de sana
doctrina en su localidad. Las cosas que hace el Señor. Ya nuestra iglesia está
yendo a plantar una iglesia a ese lugar.

Leer la Palabra

Nosotras las mujeres pasamos por diferentes etapas de mucha ocupación en


nuestras vidas, pero eso no significa que tengamos el permiso para descuidar
nuestra lectura de la Palabra de Dios. Quisiera compartir con ustedes algunas
cosas que durante las diferentes etapas de mi vida han sido de bendición para
poder leer la Palabra y meditar en ella.

A. El horario adecuado para hacerlo

Dependiendo de la etapa que estemos viviendo podremos tener el horario para


poder leer la Palabra del Señor. Por ejemplo, cuando los niños están pequeños
podría ser en la noche después de acostarlos. Cuando ya van al colegio, podría
ser mientras ellos están en clases. lo que sí tenemos que hacer es crear un
hábito de disciplina para lograr avanzar, así como lo hacemos con cualquier
otra cosa que es importante para nosotras.

Cuando tenía mis tres hijos pequeños era muy dificultoso pues se llevan solo
22 meses de diferencia entre ellos; así que en mis diferentes etapas todo era
multiplicado por tres. Durante esta etapa el agotamiento es fuerte y muchas
vivimos lejos de nuestras familias, otras no tenemos los recursos para pagar ni
siquiera la limpieza de la casa, pero igual déjenme decirles que en todo eso y a
pesar de todo eso, el Señor está en control. Una de las cosas que me ayudó
mucho para poder leer la Palabra de Dios en esos tiempos fue levantarme muy
temprano, como a las 4:30 de la mañana, y así poder tener un tiempo
extendido con Dios y Su Palabra. Solo el Señor me daba las fuerzas para hacerlo
en esos días tan agitados. Lo cierto es que todas somos diferentes y vivimos en
condiciones diferentes. Por eso cada una debe ser sabia en el uso y las
posibilidades su horario.

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Mantuve ese horario por muchos años, pero ya con el pasar el tiempo, con el
nido vacío y con enfermedad de fibromialgia que apareció en mi vida, tuve que
cambiar mi horario. Ahora lo hago a las 7 am, pero sigo orando al Señor para
que pueda perseverar cada día en la lectura y la meditación de la Palabra.

Es posible que te preguntes si es que lo hice todos los días sin fallar ninguno.

Querida hermana, sería mentirosa si te dijera que en mis 25 años de cristiana


no le he fallado a Dios en este sentido, pero sí he orado y he tenido siempre a
quien rendirle cuentas de mi caminar con Dios. Lo hermoso es que siempre hay
esperanza en Jesucristo y siempre nos da la oportunidad para seguir
perseverando. Lo que nunca ha menguado durante cada uno de los días de mis
años de cristiana, y hasta ha aumentado, es mi deseo de estar sumergida en la
Palabra no solo una vez al día, sino muchas veces al día, disfrutando en la
presencia del Señor. También tengo que contarles que he tenido que ser
intencional al quitar cosas en mi vida que no me edificaban y ha sido una
bendición. Oro al Señor para que cada día tú y yo podamos perseverar y pasar
tiempo en lo más importante que hay en la vida, escuchar la voz de Dios.

Después de haber dicho lo anterior, ahora quisiera aclarar que no solamente


debemos leer la Palabra en alguna hora del día, sino que el salmista nos
exhorta a que meditemos en ella de día y de noche: «sino que en la ley del
Señor está su deleite y en su ley medita de día y de noche» (Sal. 1:2).

Debido a que sirvo al Señor en el campo misionero y al haber visitado varios


países e iglesias para enseñar, me he dado cuenta de que los cristianos tienden
a hacer mas énfasis en la oración que en leer la Palabra de Dios. La oración es
parte de estar en la presencia del Señor, pero, así como queremos que el Señor
escuche, también el Señor quiere que le escuchemos. Ambas cosas van de la
mano. Volvamos a recordar el consejo de Pablo a Timoteo:
«No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En
lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. El entrenamiento físico es bueno,
pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete
beneficios en esta vida y en la vida que viene» (1 Tim. 4:7, NTV).

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