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tierra.

Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la


fuerza de mi corazón; él es mío para siempre» (Sal. 73:25-26, NTV).

No importa si nuestras circunstancias son fáciles o complicadas, si estamos


pasando por períodos de abundancia o pobreza. En cada etapa de nuestras
vidas debemos seguir cumpliendo el propósito para el cual fuimos creadas.

En mi vida, he pasado y estoy pasando por momentos de dolor, pero lo más


hermoso es saber que me ha sostenido y me sostendrá mi Salvador. Pero
también tengo la seguridad de que seguiré ejercitándome para vivir sometida a
Él, viviendo cerca de mi Señor para que, en todo, pueda darle la gloria a Dios
con toda mi vida. Podemos descansar en la soberanía de Dios y en que todo
lo que nos sucede nos ayuda para bien y para el cumplimiento de Sus propósitos
en nosotros.

«Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes
lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos» (Rom. 8:28).

EL DISEÑO DEL SEÑOR PARA LA MUJER

El inicio de la feminidad lo podemos ver desde el principio de la creación. En el


libro de Génesis se expresa de una forma clara y sencilla:
«Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó [...] Entonces el señor Dios hizo caer un sueño profundo
sobre el hombre, y esté se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la
carne en ese lugar. Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre,
formó una mujer y la trajo al hombre» (Gén. 1:27; 2:21-22).

La mujer es una hermosa obra de las manos de Dios. La mujer fue idea de Dios y
fue creada por Él. En el huerto del Edén, Dios puso al hombre y a la mujer como
compañeros en la administración de la creación, pero con papeles diferentes
que fueron divinamente asignados. Eva fue creada de Adán como ayuda idónea
para él, para complementarlo, apoyarlo y colaborar en la tarea que Dios le
había encomendado.
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CREADAS PARA SER DADORAS DE VIDA

En el momento que quede embarazada de mi primera hija, Sara, comenzó un


tiempo de mareos y náuseas que me hacían vomitar todo lo que comía. Esto
duró exactamente los 9 meses del embarazo. Con mi hijo Charles ocurrió todo lo
contrario. No hubo mareos, ni náuseas, pero la preocupación fue otra porque
subí mucho de peso. El parto fue normal, pero luego de 19 horas de intensos
dolores. Con mi tercera hija, Bianca, volvió la misma situación de mi primer
embarazo: mareos, náuseas y pérdida de apetito. El parto fue normal, pero
hubo algunas complicaciones que casi me hicieron perder la vida. Sin
embargo, a pesar de que fueron embarazos tan distintos, con diferentes
situaciones de riesgo, ha sido una bendición grande el poder ser dadora de vida.
Varios médicos me dijeron que no podía tener hijos, pero al Señor le plació en
Su voluntad otorgarme el privilegio de vivir esa etapa de mi vida y llegar a ser
madre.

El Señor también me ha dado la oportunidad de ser madre espiritual. Un


privilegio hermoso es poder enseñar la Palabra de Dios a otras mujeres.
Debemos tener claro que esto no excluye a las solteras, pues como lo recuerda
Elisabeth Elliot, una mujer soltera podría criar muchos hijos. Podría ser madre
espiritual, como lo fue Amy Carmichael, quien ofreció su soltería al Señor y Él
le concedió tener muchos más hijos de lo que una madre natural hubiera
podido engendrar. Amy sirvió como misionera en la India.

FEMINIDAD BÍBLICA

En su libro Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios, Nancy DeMoss
Wolgemuth nos hace una muy buena observación acerca de nuestra realidad
como mujeres:
«Dios nos creó, y ser creación de Dios determina todo para nosotras como
mujeres. No dependemos de nuestra cultura para encontrar nuestra identidad
femenina; no consultamos nuestros sentimientos para descubrir nuestro
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propósito. Todo lo que somos y todo lo que hacemos tienen su origen en Dios.
No somos mujeres por simple casualidad; nuestro género no es accidental.
Fuimos creadas intencionada y deliberadamente. Fuimos predeterminadas y
predestinadas por un Dios lleno de sabiduría, poder y amor».⁴

Yo compartía todas las ideas del movimiento feminista antes de llegar a ser hija
del Señor, lo cual era totalmente contrario al diseño divino de la feminidad. El
mundo me había bombardeado con muchas ideas equivocadas. Quería tener
un hijo, pero no necesitaría de un padre o esposo para conseguirlo. Era
egocéntrica y dominante, pero mi vida estaba tan vacía. Hasta que llegaron
las buenas nuevas de salvación en Jesucristo, y luego de ejercitarme para la
piedad y aprender a meditar en la Palabra, fui confrontada y mi mente y mi
corazón comenzaron a ser transformados. Así pude empezar a vivir la
verdadera feminidad de acuerdo con la Biblia, la Palabra de Dios.⁵

Susan Hunt nos exhorta:


«Es tiempo para que las mujeres de fe bíblica reclamemos nuestro territorio.
Nosotras conocemos al diseñador. Tenemos Su manual de instrucciones. Si no
manifestamos Su diseño divino en la creación de la mujer, nadie lo hará. Pero si
lo hacemos, será un gran testimonio para un mundo necesitado que nos
observa».

Elisabeth Elliot también nos exhorta en la misma dirección:


«Hemos sido llamadas a ser mujeres. El hecho de ser mujer no me hace una
cristiana diferente, pero el hecho de ser cristiana me hace una mujer diferente.
Porque he aceptado la idea que Dios tiene de mí, y toda mi vida es una ofrenda
para Él de todo lo que soy y todo lo que Él quiere que sea».⁷

Vivir nuestra feminidad de acuerdo con la Palabra de Dios nos exige que
desarrollemos disciplinas espirituales que nos permitan entrenarnos en nuestra
búsqueda de Dios, el crecimiento en el conocimiento de la Palabra y nuestra
comunión íntima con nuestro Señor. Bien dice Santiago, «Sed hacedores de la
palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos» (Sant. 1:22).

Empecé esta introducción con la exhortación de Pablo a Timoteo en donde lo


animaba a ejercitarse para la piedad (sumisión). Esta sumisión es fundamental

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