Está en la página 1de 3

La exhortación es a pasar tiempo en sumisión a Dios.

Dado que el tiempo es


preciado, no lo desperdiciemos en cosas que no benefician nuestra vida
espiritual.

B. Escoger un lugar apropiado

Una de las cosas mas difíciles por las que he tenido que pasar para poder estar
en la presencia del Señor es encontrar un lugar donde estar a solas.
Nuevamente, eso dependerá de las diferentes etapas que estés viviendo o
también dependerá del lugar en que estés viviendo. Cuando tenía mis niños
pequeños lo tenía que hacer en el baño, pues era el lugar más privado. A medida
que fueron cambiando las etapas de mi vida y las casas, siempre buscaba el lugar
más privado posible para estar a solas con el Señor y Su Palabra. En ese lugar
siempre tenía varias versiones de la Biblia, mi cuaderno de notas y mis
lapiceros de colores. En uno de los lugares en que llegué a vivir pude tener una
mesa especial con su mantel y una silla cómoda. En resumen, el lugar en donde
meditamos en la Palabra y oramos debe ser tranquilo y sin distracciones. Un
lugar especial para conocer más a nuestro Señor.

C. Encontrar un plan

Es muy importante que seamos intencionales y disciplinadas para poder


escudriñar la Palabra de Dios. Hoy tenemos una ventaja grande al tener varias
versiones con un español muy popular y claro que nos ayuda a comprender
mejor lo que Dios está hablando a nuestras vidas. Debemos evitar abrir la Biblia
al azar porque nos hace perder la intención y la disciplina que debemos tener al
leer la Biblia en orden. No estamos pidiendo nada diferente a lo que se nos
pediría al leer un libro del colegio, la universidad o cuando estudiamos una
carrera técnica o cualquier otra cosa. Todo debemos hacerlo en orden para
poder conocer bien la materia y poder alcanzar el resultado correcto. Bueno,
con la Biblia sucede lo mismo. Tenemos también que ser intencionales con
respecto a qué libros de la Biblia vamos a ir estudiando para conocer al Dios
Santo y poder ser confrontadas, restauradas y vivir de acuerdo con la Palabra
del Señor.
43
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino» (Sal. 119:105).

Yo tengo diferentes planes de lectura y meditación para cada año. A veces he


leído diariamente un salmo, un proverbio, un capítulo de un libro del Antiguo
Testamento y otro del Nuevo Testamento. También me he enfocado
específicamente en algún libro de la Biblia, pero sin dejar de leer los Salmos y
Proverbios.

ESTUDIAR LA PALABRA

Cuando comencé en los caminos del Señor, una de las primeras cosas que hice
fue comprar una Biblia, pero luego me pregunté: «Y ahora, ¿qué hago para
crecer en el conocimiento de Dios?» Comencé a ser discipulada y allí comencé a
comprender cómo podría estudiar la Palabra de Dios de forma ordenada.

Vuelvo y repito, hoy tenemos la bendición de tener diferentes versiones de la


Biblia. La Reina Valera fue nuestra primera Biblia y es muy popular en toda la
región, pero también está el hecho de que el Señor nos ha bendecido y
regalado muchas traducciones y versiones con un español más popular que nos
darán una mejor comprensión, como La Biblia de las Américas, La Biblia Nueva
Traducción Viviente, La Nueva Biblia Latinoamérica de Hoy o La Biblia Nueva
Versión Internacional.

Hay varios hombres y mujeres de Dios en la Escritura que me han inspirado a lo


largo de mi vida en Cristo por su devoción a la Palabra. Quisiera compartir de
ellos con ustedes. En el Antiguo Testamento tenemos a Esdras, de quien se nos
dice que «Así fue porque Esdras había decidido estudiar y obedecer la ley del
Señor y enseñar sus decretos y ordenanzas al pueblo de Israel» (Esd. 7:10,
NTV). Hay tres puntos en este versículo que manifiestan un orden
importante que nosotras debemos de tener muy presente en nuestra vida diaria
con respecto al estudio de la Palabra de Dios.
Decidió estudiar la Palabra de Dios.
Decidió obedecer la Palabra de Dios y ponerla en práctica, vivirla.
Decidió enseñar la Palabra de Dios.
44
Como mujeres debemos de ser intencionales y decidirnos a estudiar la Palabra de
Dios, obedecerla y ponerla en práctica, para luego poderla enseñar a otras. Este
orden es fundamental porque no podremos enseñar lo que no obedecemos ni
aplicamos en nuestras vidas.

También tenemos que ser mujeres intencionales en la separación del tiempo,


tomando decisiones entre lo prioritario y urgente; entre escuchar la voz de
nuestro Señor y todas las demás tareas que requieren de nuestro tiempo.
Tenemos un ejemplo hermoso en María, la hermana de Marta: «Pero una sola
cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será
quitada» (Luc. 10:42). Jesús apunta a que hay una sola cosa necesaria y de valor
eterno: recibir la enseñanza de Su Palabra. Muchas veces los afanes de la vida y
las distracciones de todo tipo nos hacen perder lo más importante, meditar en la
Escritura, que añade bendición a nuestra vida.

También es muy importante estudiar la Palabra para poder reconocer si lo


que nos están enseñando es verdadero. Tenemos un excelente ejemplo en la
gente de Berea. En Hechos se nos dice que ellos revisaban la Escritura para
confirmar que lo que el apóstol Pablo les estaba enseñando era correcto.
Lucas nos dice que
«Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con
toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas
eran así» (Hech. 17:11).

El Señor nos deja muy en claro que hay promesa en meditar en la Palabra:
«Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos,
ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los
escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita
de día y de noche. Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de
agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que
hace, prospera» (Sal. 1:1-3).
Es importante meditar (estudiar) en la Palabra del Señor en todo tiempo
porque es donde podremos conocerle y reconocer la voluntad del Señor para
nuestras vidas. Santiago también nos enseña lo siguiente:

45

También podría gustarte