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Evangelio I – Centro Avellaneda

Anuncio: Discernimiento
En la jornada e María el Pastor nos propuso

“Actualizar y revitalizar la gracia del discipulado entre nosotros”.

El P. Rubén decía que “hoy podemos pedirle a María que nos adopte como hijos propios y nos
enseñe a ser la familia de Dios que gesta discípulos en la Iglesia y para el mundo”.

Al mismo tiempo nos remarcaba que el mundo actual paganizado y con un estilo materialista
de vida “hace que el hombre pierda la trascendencia de ser persona y extravíe el sentido
profundo de su existencia” y nos decía que se concibe la libertad como irresponsabilidad.

Esta última es una visión muy común y muy arraigada en nuestra cultura occidental, EEUU se
presenta como el país de la libertad, la libertad es presentada como un estado exterior sin
problemas ni límites. Ser libre es hacer lo que me da la gana. Vista así la libertad es un estado
donde gobierna mi naturaleza.

En nuestra cultura actual lo más importante es nuestra apreciación subjetiva, por eso
queremos que cada uno pueda hacer lo que sienta y ser como lo sienta, en que consiste la
cultura de género en declararme de tal o cual género según lo sienta hoy, es decir soy libre
porque en cualquier momento puedo cambiar. El derecho al aborto que genera tantos
planteos y cuestionamientos pone de nuevo el derecho de una persona por sobre el derecho
de otra persona, el derecho a la vida de un ser recién concebido. La propiedad privada es un
derecho muy importante que se y protege a los individuos y sus bienes del abuso de reyes y
poderosos, pero en un mundo capitalista unos pocos se reparten el mundo como propiedad
privada mientras miles de millones viven como desposeídos. Es el reino del amor propio donde
lo importante es lo que yo siento o yo quiero. Donde la libertad aparece como un terreno de
lucha y conquista, donde es concebida como un estado ideal que merecemos como personas.

El evangelio de ayer menciona que “Jesús dijo a sus “discípulos”

“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí la
encontrará ¿De qué servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá
dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt. 16,24-25)

La libertad no es un estado perfecto en el que nada nos limita, ni condiciona, sino una potencia
del alma que Dios puso en nosotros para darnos la posibilidad de elegir, lo que se denomina
“libre albedrío”, la posibilidad de elegir entre el bien y el mal. En el contexto de este mes
mariano es bueno comprender que el mérito de María radica en su sí libre, la concepción
virginal se produce por gracia de Dios, no depende de ella, el elegirla como madre fue cosa de
Dios, su propia concepción inmaculada es obra de Dios, planeada desde antes que ella
estuviera en el vientre de su madre, diría más desde toda la eternidad. Por eso el mérito de
María es haber respondido “SI” a la propuesta que Dios Padre le hace a través del ángel, eso la
hace bienaventurada y le decimos feliz de ti por haber creído.

En las peores condiciones los santos mártires eligieron, libremente, morir por Cristo. Nosotros
podemos elegir vivir con Cristo, seguir a Cristo y renovar nuestro sí a su dulce vos que nos
llama a ser sus discípulos.
Ser discípulo de Jesús implica reconocerlo, no solo como salvador, sino como mi Señor a quien
le entrego mi vida con todas sus circunstancias. Es la respuesta de María: “Yo soy la servidora
del Señor (es decir declara a Jesús como Señor de su vida), que se cumpla en mí lo que has
dicho” (Lc. 1,38).

Ahora bien, creo que estaría demás decir que el camino que emprende María como madre de
Jesús es un camino que estará lleno de dificultades, temores, dudas e inseguridades y que ella
habrá tenido que tomar decisiones en medio de esas circunstancias procurando decirle sí a la
voluntad de Dios, su Señor, en cada ocasión, junto a José su marido. Huir a Egipto, volver de
Egipto, instalarse en Nazaret, acompañarlo en la misión, impulsarlo a realizar el primer signo
en las bodas de Caná, donde Jesús no parece muy dispuesto y, sin embargo, ella “con fe de
poder” ordena a los sirvientes “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn. 2,5) y ratificando todas las
decisión de su vida, tantos sí…, estar de pie junto a la cruz de su hijo y tomarnos como hijos
propios ante las palabras de Jesús madre ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre. (Cfr Jn.
19,26-27).

Ser discípulo implica preguntarnos continuamente “¿Qué quieres de mí Señor? Ahora”.

Este preguntar al Señor, es lo que llamamos discernimiento. Discernir implica: Comprender y


buscar la voluntad de Dios, entender cómo obra en nosotros la gracia de Dios, que
disposiciones naturales debemos ofrecer al Señor y cómo la tentación tratará de oponerse a la
plenitud de la vida que nos ofrece Dios.

Discernir es una palabra que viene del latín, discernere, que significa distinguir. Pero distinguir
¿qué? O mejor aún, ¿entre qué cosas?

En el Evangelio de Mateo los trabajadores el campo que había sido infectado con cizaña por un
enemigo de su Señor quieren distinguir la cizaña del trigo (Mt. 13,24-52). Pretenden discernir.

Cuando nosotros hablamos de discernimiento decimos que hablamos de discernimiento


espiritual o discernimiento de espíritus.

Para comprender mejor esto recordemos a Pablo que en Ef. 6,12 nos dice: “Porque nuestra
lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades,
contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el
espacio”.

En general cuando hablamos de inspiraciones y espíritus, nos referimos a ciertas complejas


influencias capaces de impulsar la voluntad hacia el bien o hacia el mal. Se trata de discernir lo
que es bueno para seguirlo o lo malo para huir de ello. Así es que discernimos cuando
juzgamos con prudencia los pensamientos y los movimientos interiores que experimentamos a
fin de saber cuáles debemos alentar y cuáles resistir.

Se irán dando cuenta que hablar de discernimiento es hablar de algo que tiene consecuencias
directas en nuestra vida práctica. Pero antes de seguir adelante me gustaría marcar que se
puede discernir ante una inspiración que proviene del Espíritu Santo o una tentación que
puede provenir de nuestra propia naturaleza, la influencia del mundo o directamente del
Maligno que nos quiere alejar del plan de Dios. También podemos discernir en vista de
oportunidades que se dan en nuestra vida cotidiana y en base a ello decidir oportunamente
como obrar en circunstancias simpes de todos los días.
A mí me pasa a veces que de repente me queda un tiempo libre, hablo de media hora o algo
así y pienso en sentarme cómodo y poner algo en la tele, el discernimiento, aplicado
oportunamente, me hace preguntarme si ese tiempo estará bien usado. A veces, después de
invocar la inspiración del Espíritu Santo decido que es un buen momento para reza un Rosario
o pedir una palabra o simplemente ponerme en forma amorosa en dialogo con alguna de las
personas de la Santísima Trinidad, otras veces termino considerando que está bien distraerme
un rato siempre que lo que mire no me resulte dañino. Y eso debo considerarlo, a veces la
lectura de una novela o la visión de un programa televisivo genera en mí violencia, naturaliza o
afianza en mí criterios, pensamientos o sentimientos que no son de Dios. Hace que broten o
refuerza tentaciones que están presentes en mi corazón, etc. Parece algo insignificante, pero
no lo es y nuestra experiencia de vida lo confirma.

Otras veces me ha pasado que me aferré a una idea contraria a la voluntad de Dios, no la llevé
a la realización, pero tampoco renuncié a ella. Con el tiempo esa idea va tomando todos mis
pensamientos y se conforma en el deseo más fuerte que hay en mí, entro en connivencia con
el pecado y con el tiempo pienso que debería hacer lo que esa tentación me inspira aunque
ello me lleve a separarme de la Iglesia, en definitiva cuanta gente no participa de la vida
cristiana y vive bien y, a veces, hasta parece más coherente que los que estamos adentro.
Finalmente decido dar un paso en ese sentido y guiado por el mal espíritu no lo comparto con
nadie de mi comunidad y mucho menos con mis pastores, me cierro a la gracia comunitaria del
descernimiento a sabiendas que mi decisión no podría resistir su punto de vista. O lo pongo en
común con algún hermano o hermana que noto que está débil o es influenciable a riesgo de
arrastrarlo al error también a él o ella.

En esto que venimos desarrollando convergen cuatro elementos principales, la naturaleza, el


mundo el demonio y la tentación. Siendo las primeras tres causas u orígenes de la tentación.

PSICOLOGÍA DE LA TENTACIÓN

Les propongo ahora leer Gn. 3, 1-9

La tentación es una inducción o moción a obrar contrariamente al plan de Dios y tiene


características que nos permiten identificarla para poder discernir. Por eso quiero dejarles en
forma breve como es la psicología de la tentación (La página bíblica por excelencia donde
podemos identificar este proceso es la tentación de Eva en el paraíso en Gn. 3,1-6 y el proceso
que observamos es el siguiente:

1) Se acerca el tentador: decimos que se acerca porque viene con la intención de


tentarnos y no lo hace en forma directa y obvia, sino que inicia un diálogo que al
principio puede parecer inofensivo o falto de ninguna intención.
2) Primera insinuación: Una vez que nos permitimos entrar en el dialogo el tentador lleva
la conversación al terreno que le conviene, en el caso de Eva ¿Así que no podés comer
de ninguno de los árboles del jardín? Puede ser cualquier insinuación para que
pongamos en duda nuestras creencias o nuestra confianza en Dios.
3) La respuesta de la persona tentada: Si la persona tentada está alerta puede rechazar
de plano toda la conversación o de lo contrario entrar en ella, Eva responde: no,
comemos de todos, solo de este no podemos comer, porque de lo contrario
moriremos.
4) Proposición directa del pecado: Al afirmar la limitación impuesta por Dios la persona
cede terreno y el enemigo cobra fuerza e intenta el asalto final. “No morirás, es que
Dios te lo prohíbe porque sabe que cuando lo comas vas a ser como Dios conocedor
del bien y del mal”
5) La vacilación: “Vio la mujer que el árbol era bueno para comer, hermoso a la vista y
deseable para alcanzar sabiduría”. La persona comienza a vacilar, se turba
profundamente. El corazón se acelera. Se pone nerviosa. No quisiera ofender a Dios,
pero es tan atractivo el panorama. Aparecen los posibles beneficios de acceder a la
tentación. Y salvo que la persona de un último y heroico salto para salirse de ese lugar
y librarse de la tentación y del pecado lo más probable es que a esta altura caiga en el
pecado.
6) El consentimiento voluntario: “Y tomo el fruto y lo comió y dio de él también a su
marido” que ante su invitación también comió. La persona sucumbió completamente
ante la tentación.
7) La desilusión: Adán y Eva abrieron los ojos y viendo que estaban desnudos se
cubrieron con hojas. Comprendieron que lo habían perdido todo.
8) La vergüenza y el remordimiento: Inmediatamente se deja escuchar la voz de la
conciencia que reprocha el pecado cometido. Es el momento en que Dios llega al
jardín y pregunta ¿Dónde están?

CONDUCTA PRÁCTICA ANTE LA TENTACIÓN

1) Prevención: Dice el Señor a sus discípulos en Getsemaní: “Estén prevenidos y oren


para no caer en tentación, porque el espíritu es fuerte, pero la carne es débil” (MT.
26,41)
- Vigilancia: Jesús dice a los discípulos estén prevenidos. Pedro, uno de los
protagonistas de esa noche nos enseña en su primera carta: Sean sobrios y estén
siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como león rugiente ,
buscando a quien devorar. Resistanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos
dispersos por el mundo padecen los mismos padecimientos que ustedes” (1 Pe.
5,8-9)
- Oración: Nuestros esfuerzos son necesarios e importantes, pero el triunfo sobre
los poderes de este mundo requiere una gracia eficaz de Dios. En el mes de enero
de este año viví la Convivencia 1, que es una experiencia de una semana, un
tiempo ante de la misma comencé a sentirme tentado, había pensamientos y
deseos contrarios a Dios que me acosaban constantemente, era raro y no
encontraba la salida, entre en la Convivencia y seguía la misma situación hasta que
logré confesarme y a mencionárselo al sacerdote, éste oro liberación por mí. Seguí
viviendo la convivencia normalmente y unos días después de terminada la misma
caí en la cuenta que esas tentaciones habían desaparecido con la oración de
liberación y la gracia del sacramento. La oración y la gracia de Dios son necesarios.
2) Resistencia: ¿Qué debemos hacer durante la tentación? Resistir activamente, no basta
con una actitud pasiva, de lo contrario entraremos en connivencia con la misma y ya
sabemos cómo sigue eso. Esta resistencia puede ser:
- Directa: hago justamente lo contrario que la tentación me propone, me dan ganas
de faltar a Misa, venir a la reunión comunitaria, no ayudar a un necesitado, no
restar el oído a un hermano, hago todo lo contrario y lo hago más y mejor que
nunca.
- Indirecta: procuro realizar acciones que me distraigan de la misma, pongo la
mente en otra cosa, esto sirve principalmente para tentaciones contra la fe o la
castidad. Me salgo del lugar, si lo que me tienta es un programa de televisión lo
dejo de mirar, me ocupo en otra cosa

Por último leamos atentamente los consejos que nos da San Pablo en el cpáitulo sexto de su
carta a los efesios. Es continuación de lo que leímos personalmente

Como mantenernos fieles y constantes en esta lucha, nos lo dice el mismo Pablo, a
continuación de efesios 6,12 sigue diciendo en Ef. 6,13-17: “Por lo tanto, tomen la armadura
de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber
superado todos los obstáculos. Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y
vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la buena noticia de
la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las
flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es
la Palabra de Dios”.

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