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Jonatan Ezequiel Castaño Bruzzone, UCA Letras 2021, Lit.

Hispanoamericana

Literatura Hispanoamericana II – 14/10/2021

2do. Parcial tema 2

FELISBERTO HERNÁNDEZ

Narrativa Breve

Blog de literatura: historias cortas, cuentos cortos, entrevistas


literarias…

1era época / AÑO 3 / octubre / 2021

Realizar un comentario académico acerca de los relatos de Felisberto Hernández


considerando el material teórico que se presentó en las clases y lo que se agrega en
esta propuesta de trabajo.

“Las im(posibilidades)de lo fantástico y de la “inquietante extrañeza” en la narración


vanguardista de Felisberto Hernández y de Juan Emar.

Alicia Martínez “La singularidad vanguardia de Felisberto Hernández”.

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Jonatan Ezequiel Castaño Bruzzone, UCA Letras 2021, Lit. Hispanoamericana

En lo que respecta a Las Hortensias, de Felisberto Hernandez, notamos que los


hechos narrados no traspasan lo verosímil. Sí entran dentro de lo extraño por parte de
Horacio, sus fetiches con muñecas y todo el espectáculo (nunca mejor dicho)
relacionado junto a sus paranoias, ya que la focalización más presente es la de este
personaje. A medida que avanza la novela, notamos su contraste con otras
focalizaciones, como la de María o Facundo. La primera realiza una lectura de lo real
más afín a la nuestra en ciertos momentos, sin contar aquellos en los que los celos
gobiernan su juicio, mientras que él ve fuerzas misteriosas o extrañas que confabulan en
su contra (“presagios equivocados”), como el pinchazo de la aguja de Hortensia que
marca la separación con su esposa o las caídas de las muñecas que apuntan a la muerte
de ella, o a favor, como aquellos indicios que señalan la vuelta de María a la casa negra
tras la separación.

A su vez, ya desde el inicio vemos una narración ágil, la cual no posee


digresiones o introducciones a la nueva información narrativa, que nos presenta al
protagonista, la casa negra y el ruido de las máquinas a modo de leitmotiv que, en tanto
imagen final de la novela, nos indica cierto aire de fatalidad y de voz de la conciencia,
no escuchada por Horacio. La corriente de datos constantes obliga al lector a seguir
leyendo, incluso si al final no llega a ningún lugar explícito, pero sí implícito. Es,
entonces, “una escritura difusa, fragmentaria, atomatizada, que nos otorga perspectivas
miopes pero necesarias. Miradas oblicuas, sus cuentos no soportan la mirada de frente,
directa. Se esconden, son blandos, como los misterios” (Martínez, p. 1). Es una escritura
de la levedad que defiende “la indecisión, la esencialidad, la aversión a la fijeza, lo leve,
lo visto como a través de un espejo o del agua. Huida de los moldes, del esquema”
(Martínez, p. 4). La locura algo absurda en cuanto a sus interpretaciones hace parecer
más ligero el hecho de que prefiera a una muñeca (para adultos) más que a su mujer.

Notamos un tratamiento ligero de un tema denso: cómo una pareja que se va


desintegrando por los celos de ella (véase escena de la cena con amigos íntimos) y la
locura de él, ambos rasgos hiperbólicos, hasta el punto de que Horacio no tiene más
remedio que sumergirse gustoso en el abismo que es el mundo espectacularizado de las
muñecas (para adultos, cabe agregar tras ver la actitud de ciertos hombres con ella,
como Horacio, el joven tímido y el esposo en la exposición de las Hortensias cerca del
final, un Horacio en potencia), las cuales se humanizan, por insistencia de María, hasta

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el punto de volverse recipientes de espíritus humanos (y más, como un hijo en la fiesta


de dos años de Hortensia o su conversión en amante). No obstante, dicho tratamiento
ligero de la temática que resaltó nuestra lectura se relaciona con el planteo de Cecilia
Rubio respecto a las imposibilidades de lo fantástico y de lo ominoso en Felisberto. En
efecto, nuestro autor es un vanguardista, pero uno al que no podemos encasillar tan
fácilmente en una corriente en específico. Tampoco se da lo fantástico de forma pura,
tal como lo plantea Todorov, en tanto duda que genera tensión entre una interpretación
racional hacia el ámbito de lo extraño y otra lectura irracional que se dirige al terreno de
lo maravilloso. Sí está presente la fantasía definida como lo que está fuera de lo racional
de la vida, junto con lo absurdo y el humor (Rubio, p. 3). Felisberto, teniendo esta
fantasía como producto final, crea un ambiente reconocible y cotidiano en cuanto
mímesis históricamente reconocible, como la casa negra, y que, al mismo tiempo, se
distancia de ella. Transcurre el relato hasta una resolución inquietante y que exige
actividad mental al lector, así como hace Horacio (más al inicio que al final de la obra)
con las escenas que se le presentan.

Lo ominoso, por otro lado, nunca se da de forma pura ya que no provoca


angustia suficiente en Horacio. Un ejemplo de ello es el sueño de los hombres y la
marcha de sangre. Parte de lo familiar desde la infancia (Heimlich), el ruido de las
máquinas, hacia lo que resultaría ominoso, los hombres exclamando sobre la mesa. No
obstante, antes de llegar a una angustia existencial, recuerda el sueño con una sonrisa.
El humor suele cancelar el efecto o constitución de lo ominoso en la narrativa
felisbertiana. O, como es el caso del “trueno lejano”, algunos elementos simplemente se
ignoran y no perviven hasta volverse siniestros.

Otro elemento ominoso de por sí en la tradición literaria es el conjunto de


miembros cortados. Este tampoco alcanza lo literariamente siniestro ya que, en la obra,
los fragmentos de muñecas se naturalizan y se utilizan como herramienta para construir
leyendas. Es, como enuncia Freud, el tercer tipo de mímesis que imposibilita la
generación de lo ominoso, es decir,

una literatura que en apariencia se sitúa en la realidad cotidiana, pero


exacerbando las posibilidades de lo ominoso, de manera que engaña al lector,
que creía estar sumido en la imitación del mundo y, en cambio, se ve
enfrentado al retorno de lo superado, que se revela entonces como creencia
irracional arraigada, es decir, como superstición (Rubio, p. 7).

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Y, en nuestro caso literario en concreto, se presenta como paranoia. La realidad


cotidiana en la que transcurren los hechos no se puede definir como algo propio de lo
fantástico o lo ominoso, sino que “las características de este mundo van gradualmente
dejándose ver como disímiles o heterogéneas con respecto a la más o menos unívoca
realidad que vivimos todos los días” (Rubio, p. 7). Una visión paranoica deviene en
historia de fantasmas mecánicos, predestinada y leída como tal solo por el protagonista,
y provoca que el lector, cada vez más descolocado y con más ahínco por seguir leyendo,
construya una lectura de carácter trascendental, aunque esa no sea la finalidad de
Felisberto. Él se queda en lo irracional y es el lector el que quiere re-racionalizar y
explicar al personaje, que “se encuentra en conflicto con la realidad natural (es decir,
cultural) en que debe vivir. El espectáculo del ataque y de la incapacidad moral del
narrador para reaccionar de manera “humana” va tomando toda la atención del lector”
(Rubio, p. 13). “Felisberto funda una literatura del extrañamiento en la que,
paradójicamente, el extrañamiento es la normalidad. El personaje felisbertiano siempre
será alguien al margen de la vida” (Martínez, p. 2), entendiendo la “vida” como la
actividad automatizada, racional y práctica del ser humano en sociedad. Este es uno de
los rasgos de vanguardia en el autor.

Es, en definitiva, un juego vanguardista de un mundo posible literario que se


adentra en el nuestro para transformarlo. Como alternativa a lo fantástico y a lo
ominoso, podríamos posicionar la presente obra dentro de lo que Alazraki ha definido
como “neofantástico”, fenómeno atravesado por varios hechos históricos, como las
guerras mundiales, el psicoanálisis, el existencialismo y las vanguardias. Parte, a su vez,
de nuestra dificultad de captar o comprender por entero el ente al que llamamos
realidad, entidad indescifrable. El mundo ficcional, en este ámbito, “asume el mundo
real como una máscara que oculta una segunda realidad” (Capano, p.23), la cual, a
modo de metáfora sobre ciertas situaciones y conflictos planteados en la narración, es lo
profundo, lo denso de la realidad y que tanto nos cuesta aprehender. A medida que
avanzamos en la lectura, se va dejando vislumbrar a través de la máscara, que es la
escritura de la levedad, provocando una gran pluralidad de lecturas activas, sean
trascendentales o racionales, donde apunta muchas veces el lector, o que se queden en lo
absurdo, terreno preferido de Felisberto Hernandez. Una lectura o comentario, desde la
epojé, fue el que hemos compartido en el presente escrito.

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Jonatan Ezequiel Castaño Bruzzone, UCA Letras 2021, Lit. Hispanoamericana

Bibliografía utilizada

CAPANO, D. (1991). La poética espacio-temporal en “El desierto de los tártaros de


Dino Buzzati. Buenos Aires: Biblos.

“Las im(posibilidades)de lo fantástico y de la “inquietante extrañeza” en la narración


vanguardista de Felisberto Hernández y de Juan Emar.

Alicia Martínez “La singularidad vanguardia de Felisberto Hernández”.

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