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El principio de la convicción

Al momento de hablar, las personas procuran transmitir una acérrima convicción,


entonces las palabras, el movimiento de los ojos, la postura, el discurso y el tono de voz
deben transmitir seguridad. Pero para alcanzarlo, este conlleva un proceso que el autor
lo divide en tres fases: temor, tolerancia y disfrute.

De igual modo, el escritor nos proporciona una buena mecánica de enmascarar el


sentido de temor ante una audiencia. Primero procede a darnos a conocer sobre las seis
frases de evasiva, que simplemente reflejan inseguridad, y empuja al oyente a pensar
que las ideas no están bien fundamentadas y son débiles. Algunas de estas son “creo…”,
“permítanme brevemente.”, “solo les robaré dos minutos de su tiempo…”, etc.

Eliminar esas frases se requiere de una disciplina, que consta en ralentizar las palabras,
hacer pausas y estar consciente de lo que se va a decir para así no temer todo aquello
que salga de nuestra boca. Puesto que, capturar una audiencia no se trata solo de lo que
se dice; se trata también de la forma en que se dice. Aquí intervienen el variar el tono de
voz, ritmo y proyección para conseguir un punto clave que quede grabado en la mente
de la audiencia.

Por otro lado, copiar a otros en forma de practica del principio de convicción recae en
tres malos hábitos que son seguir los estereotipos, aplicar jergas industrias poco
entendibles y hacer una exagerada simplificación que delimita la información y lo
vuelve nada profesional.

Mucha gente dice lo que está pensando, exactamente como lo está pensando. Esto
significa que a menudo hablan muy rápido. Sin embargo, es mucho mejor pensar antes
de hablar, porque cada error que se le escapa a la boca no se puede revertir. Entonces, se
hace nuevamente hincapié a la relevancia que es el no perder la confianza en uno
mismo.

Al igual, la audiencia debe percibir esa seguridad, por lo que el autor habla el cómo
posicionarnos, e inclusive, cómo vestirnos con confianza. La postura es importante
porque afecta nuestra confianza y, en consecuencia, nuestro comportamiento.

Aunque los gestos pueden ayudar a enfatizar los puntos clave, también se debe limitar,
como no mover las manos constantemente mientras habla, ni gesticular violentamente.
En cambio, si se debe hacerlo con moderación y mantener esos gestos pequeños. Del
mismo modo, se debe evitar usar un atuendo que distraiga a la audiencia y asegurarse de
que el resto de su apariencia sea presentable.

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