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CALIFICACIÓN REGISTRAL, ACTO REGISTRAL Y MEDIOS

IMPUGNATORIOS; UNA RELACIÓN DIALÉCTICA. PANORAMA


DE LA LEGISLACIÓN ORIENTAL

Ponencia presentada al III Foro Internacional de Derecho Registral


Buenos Aires – República Argentina
18 y 19 de abril de 2012

Tema: Calificación. Recursos. Vía recursiva ante la calificación registral.

Néstor U. Careaga

(Montevideo, Uruguay)
CALIFICACIÓN REGISTRAL, ACTO REGISTRAL Y MEDIOS
IMPUGNATORIOS; UNA RELACIÓN DIALÉCTICA. PANORAMA DE LA
LEGISLACIÓN ORIENTAL

RESUMEN: Se Muestra a la calificación registral y a la oposición a la misma como elementos


de un proceso dialéctico, informado por la estructura de recursos administrativos. Es el
llamado “contencioso registral”. La textura abierta del discurso jurídico genera las condiciones
para esta contienda. En la República Oriental del Uruguay el contencioso registral se inscribe
en el cuadro del procedimiento recursivo, de raíz constitucional. Con frecuencia el escribano
debe allanarse ante las observaciones del R, para no dilatar la inscripción, contemplando los
intereses del requirente.

SUMARIO

INTRODUCCIÓN

LA CALIFICACIÓN REGISTRAL, REQUISITO OPERATIVO DE LA


PUBLICIDAD REGISTRAL

OPOSICIÓN Y VÍAS RECURSIVAS; SU RAÍZ EN EL DISCURSO


JURÍDICO

EL CASO EN LA LEGISLACIÓN ORIENTAL

DISCUSIÓN

CONCLUSIONES

INTRODUCCIÓN

Los negocios jurídicos implican mutaciones que acaecen en el llamado


“mundo de la vida”, que presentan la particularidad de realizarse dentro del
horizonte marcado por determinadas reglas que la sociedad ha dotado de
fuerza imperativa, las disposiciones jurídicas.

Cuando el resultado final del negocio, plasmado en un documento que


por su importancia, normalmente económica, requiere estar dotado de
cognoscibilidad dirigida a los terceros, hace su aparición la publicidad registral
que se verifica merced al el dispositivo del Registro (en adelante: R), que
recoge aquellos documentos y los pone a disposición de la compulsa pública.

2
La admisión del documento por el R, la inscripción registral, que lo hace
cognoscible por los terceros, está sujeta a requisitos jurídicos. La primera etapa
que debe entonces llevarse a cabo para la inscripción es una investigación que
contraponga al documento registrable a las reglas que gobiernan su admisión.

Es ésta la calificación registral, operación técnica de indudable


importancia, en la medida que marca el comienzo del iter inscriptionis. Las
resultancias de esta operación determinarán el ulterior destino del documento.

Esta operación, pese a su carácter técnico, está inmersa en un campo


de fuerzas que enfrentan al interés del titular del documento, que obviamente
desea ver su título inscripto lo antes posible y al interés del R, que como
servicio público debe asegurar la regularidad del mismo y velar por el
cumplimiento de las disposiciones en la materia.

Cuando la calificación determina la falta de idoneidad del documento


para integrar el acervo del R, un acto de éste, acto administrativo, como se
dirá, rechaza la inscripción. Se abre entonces un procedimiento mediante el
cual el interesado podrá impugnar la decisión denegatoria y la controversia se
decidirá definitivamente en instancia superior, por vía de autoridad1.

Esta contribución pretende mostrar a la calificación registral y a la


oposición a la misma como un par dialéctico derivado de la propia naturaleza
del derecho.

Asimismo se dará noticia del régimen recursivo que en esta materia rige
en la República Oriental del Uruguay, entendiéndose ser útil, dada la constante
e íntima relación entre ambos países, cuyo común origen histórico ha
determinado importantes semejanzas, que también involucran la dimensión
jurídica.

LA CALIFICACIÓN REGISTRAL, REQUISITO OPERATIVO DE LA


PUBLICIDAD REGISTRAL

La publicidad registral, uno de los anclajes en que se sostiene la


seguridad jurídica, se articula en un dispositivo, una serie de prácticas y
mecanismos que tienen como objetivo hacer frente a una necesidad que surge
de la vida social y producir el efecto proyectado para resolver el problema2.
Este dispositivo es el R, que ha sido establecido por el derecho, en realidad
“puesto”, que remite a la etimología latina disponere..

La publicidad de los negocios jurídicos protege los intereses de las


partes y los de la comunidad, que tiene derecho a conocer su existencia. En
1
La vía de autoridad atraviesa la totalidad del ordenamiento jurídico.
2
El sentido militar del término, “conjunto de los medios dispuestos conforme a un plan” revela lo
esencial del mismo.

3
ese sentido coadyuva al fin público perseguido de seguridad (MILANO, 1994:
25).

Formando parte de tal dispositivo se encuentran las reglas que habilitan


la admisibilidad de los documentos al R. La operación técnica que pone tales
reglas en funcionamiento es la llamada calificación registral, que podemos
definir con KEMELMAJER (1996: 36), como:

“…juicio de crítica jurídica, una tarea de control o contralor que opera a la


manera de un tamiz, impidiendo el acceso al registro de aquellos títulos a cuya
publicidad la ley pone algún obstáculo.”

Dado que la calificación registral es base de la inscripción, es natural


que por el interés involucrado la eventual admisión de los documentos deba
estar sometida a criterios severos de evaluación. La calificación oficia de regla
de traducción, como lo hemos sostenido en otra oportunidad (CAREAGA, 2011:
7) y en su virtud el objeto documento inscribible, se convierte en otro objeto, el
documento inscripto, a través del cual se realiza la publicidad registral.

Tornando a la calificación, ésta es acción preparatoria, de naturaleza


técnica, del acto del R que admite o rechaza el documento. Tiene naturaleza
administrativa:

“…mediante ella, aquí predominantemente intelectual, se actúa en el seno de la


administración para hacer posible, fundado, el acto administrativo (la
inscripción, provisoria o definitiva, o su denegatoria).” (BRITO, 1979: 22).

OPOSICIÓN Y VÍAS RECURSIVAS; SU RAÍZ EN EL DISCURSO JURÍDICO

El interés público que informa a la seguridad jurídica se contrapone al


interés particular del rogante, que desea su admisión por el R. Sobrevenida la
discrepancia, estamos ante la presencia, in nuce, de lo que se conoce como
contencioso registral.

La operación de calificación está sometida a reglas jurídicas que


determinan los criterios en función de los que un documento es idóneo para ser
inscripto. En consecuencia pertenece al campo del discurso jurídico, al que
también, obviamente, pertenece el acto del registro.

Ese discurso presenta entre sus notas esenciales la de textura abierta,


que destaca “…la irreductible indeterminación del lenguaje legal y el
subsiguiente margen de apreciación a la hora de fijar su significado.” (CALVO,
1992: 117); el significado de los términos no es unívoco. Elocuentemente
afirma CARRIÓ (1979: 34) que los vocablos están rodeados de una zona de
penumbra semántica. Se abre entonces la puerta a la polisemia y la polisemia
lleva naturaliter a la discrepancia y a la espiral hermenéutica.

4
Polisemia más intereses contrapuestos dan como resultado el conflicto,
que el propio ordenamiento jurídico está llamado a resolver, de hecho la
resolución y la prevención de los conflictos en la sociedad son la ratio essendi
del derecho.

Surge así una pugna singular, que se plantea entre el Estado, titular del
deber de suministrar seguridad, in casu, jurídica “…capítulo ineludible de la
realización de justicia que al Estado compete.” (BRITO, 1979: 16) y el individuo
que quiere ver perfeccionado el proceso de inscripción registral. Como para
todo conflicto, existe una estructura jurídica preordenada a la cual se somete
necesariamente para su resolución.

En el caso que nos ocupa nos hallamos ante el denominado contencioso


registral3. Éste puede definirse con DELPIAZZO (1979: 35) como:

“…controversia entre un particular y un Registro sustanciada en vía


administrativa, sea a raíz de la interposición de un recurso o de una oposición
a la calificación registral…”

Vemos entonces que la controversia puede darse en dos hipótesis, la


oposición a la calificación registral, es decir a esa operación técnica y
preparatoria del acto del R o al acto mismo. En el segundo caso estaremos en
presencia de recurso administrativo stricto sensu.

SAYAGUÉS (1974: 471) expresa que los recursos administrativos:

“…pueden definirse como los distintos medios que el derecho establece para
obtener que la administración, en vía administrativa, revise un acto y lo
confirme, modifique o revoque.”

EL CASO EN LA LEGISLACIÓN ORIENTAL

La regulación del procedimiento impugnatorio en sede administrativa es


de origen constitucional, así, el artículo 317 de la Carta Magna oriental reza:

“Los actos administrativos pueden ser impugnados con el recurso de


revocación ante la misma autoridad que los haya cumplido, dentro del término
de diez días, a contar del día siguiente de su notificación personal, si
correspondiere, o de su publicación en el Diario Oficial.
Cuando el acto administrativo haya sido cumplido por una autoridad sometida
a jerarquías, podrá ser impugnado, además, con el recurso jerárquico, el que
deberá interponerse conjuntamente y en forma subsidiaria, al recurso de
revocación.”

3
Es la denominación que a pesar de reparos de parte de la doctrina, ha hecho camino en la Banda
Oriental.

5
Estos dos incisos del artículo citado, más allá de ciertas debilidades
terminológicas que no es del caso analizar aquí, establecen el procedimiento
general para recurrir los actos administrativos, que muestra dos instancias, si
se quiere, una ante la propia autoridad que haya dictado el acto, con el
propósito de que pueda revisarlo y otra ante la autoridad a la que la primera
esté subordinada.

El núcleo de la cuestión está en el objeto de la acción recursiva; el acto


administrativo que es condición de existencia de aquélla. BIELSA (1964: 19)
define por tal a “…un acto de la Administración pública que puede
manifestarse, expresa o tácitamente, dirigida a un fin o propósito concreto.”

A su vez el Decreto 500/001, de 27 de septiembre de 1991, en su


artículo 169 establece por acto administrativo a “…toda manifestación de
voluntad de la Administración que produce efectos jurídicos.”

Podemos tomar esta definición reglamentaria como base para el


desarrollo que sigue, por tratarse de una norma positiva oriental que rige para
la llamada “Administración Central”, el sistema orgánico Poder Ejecutivo.

El R forma parte de la estructura administrativa del E, ergo las


decisiones que emite son actos administrativos a los que se aplica el principio
general de recurribilidad de dichos actos.

Sin entrar a analizar detalles, corresponde señalar que, agotada la vía


administrativa con una resolución que desestima los recursos o, en virtud del
vencimiento de los plazos sin obtenerse pronunciamiento, configurada
entonces la denegatoria ficta, se abre una instancia ante un órgano que no
pertenece al Poder Judicial, el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, cuya
existencia está prevista por el artículo 307 de la Constitución. Dicho órgano,
entiende en la llamada acción de nulidad :

“…conocerá de las demandas de nulidad de actos administrativos definitivos,


cumplidos por la Administración, en ejercicio de sus funciones, contrarios a
una regla de derecho o con desviación de poder.”

El Tribunal procesa el acto administrativo impugnado y “…se limitará a


apreciar el acto, confirmándolo o anulándolo, sin reformarlo.”

Sentada la pertenencia del acto del R a la clase de los actos,


administrativos, corresponde examinar someramente los avatares del
documento que pretende su inscripción y merece reparos que obstan a ésta. El
procedimiento recursivo conforma un campo jurídico general, en el que se
inscribe el denominado contencioso registral, que presenta particularidades que
surgen de la legislación en la materia, sin que ello comporte apartamiento de la
pauta normativa por la cual discurre la dinámica impugnatoria.

6
Aquellas particularidades están plasmadas en las disposiciones de la
Ley 16.871, Ley Orgánica Registral, de 28 de septiembre de 1997, que entró en
vigencia el 1º de mayo de 1998.

En primer lugar el artículo 64 establece la competencia del registrador en


materia de calificación y las consecuencias legales de la operación técnica que
éste lleva a cabo:

“El Registrador calificará bajo su responsabilidad, dentro del plazo de cinco


días hábiles contados a partir de su presentación, si el documento presentado
a inscribir, en su totalidad, reúne las condiciones impuestas por la presente
ley, y demás leyes y reglamentos aplicables.

Si no le mereciere observaciones que obsten a su inscripción definitiva


procederá a efectuarla en caso contrario lo inscribirá provisoriamente.”

El primer escalón del procedimiento consiste en la calificación, cuyo


resultado puede ser la inscripción definitiva del documento o, en caso de que
éste merezca observaciones, su inscripción provisoria.
El contencioso registral está regulado por el artículo 66, que impone al
interesado o al profesional interviniente, de regla el escribano, la carga de
concurrencia a la oficina registral a fin de conocer el resultado de la calificación.
Observado el documento, la parte dispone de noventa días corridos a partir de
la fecha de presentación del documento al R, para subsanar las
observaciones4. La ley admite una prórroga del plazo por sesenta días corridos,
a partir del vencimiento del plazo original. La prórroga debe solicitarse antes de
que éste haya fenecido. Si el plazo de noventa días o su prórroga
transcurrieren sin subsanarse las observaciones ni deducirse oposición, la
inscripción provisoria y los efectos de la presentación al R, “caducarán de pleno
derecho”.
Nos hallamos aquí en los prolegómenos del contencioso registral
propiamente dicho. Si la parte se conforma con las observaciones del
registrador y las subsana a satisfacción de éste, el documento se inscribe
definitivamente. En caso de deducirse oposición por escrito a las
observaciones, el registrador eleva las actuaciones a la Dirección General de
Registros (en adelante: DGR), con su informe técnico, en un plazo de diez días
hábiles. Cabe señalar que la mencionada Dirección es la Unidad Ejecutora
jerarquizada al Ministerio de Educación y Cultura, competente en la materia5.
La DGR resuelve dentro de los treinta días hábiles de recibidas las
observaciones, oyendo previamente a la Comisión Asesora Registral. La ley
asigna valor al silencio: “El transcurso del expresado plazo sin pronunciamiento
importará denegatoria ficta.”

4
En la jerga profesional, “levantar” las observaciones.
5
Las dependencias de los Ministerios que forman parte del sistema orgánico Poder Ejecutivo se
denominan Unidades Ejecutoras.

7
En este estadio se abre el procedimiento recursivo, en cuanto “Contra la
resolución de la Dirección General de Registros podrán interponerse los
recursos de revocación y jerárquico en subsidio.”
Entonces, si el profesional no se allana a la resolución de la DGR y
procede a subsanar las observaciones, debe interponer recursos.
El asunto queda sometido a las reglas propias del procedimiento
recursivo. Si la DGR desestima el recurso de revocación, se franquea el
jerárquico para ante el Ministerio de Educación y Cultura y si éste también lo
desestimara, queda expedita la acción de nulidad para ante el Tribunal de lo
Contencioso Administrativo, tal como se ha expresado supra.
Para finalizar este excursus por la legislación oriental parece importante
hacer notar los plazos máximos del accionamiento impugnatorio en sede
administrativa.
Los artículos 5º y 6º de la ley 15.869, de 22 de junio de 1987, substituidos por
el artículo 41 de la ley 17.292, de 25 de enero de 2001, establecen, i.a., que a
los ciento cincuenta días del siguiente a la interposición del recurso jerárquico y
a los doscientos días siguientes a la interposición conjunta de los recursos de
revocación y jerárquico en subsidio, de no haberse dictado resolución sobre el
último recurso, se tendrá por agotada la vía administrativa.
En caso de ser menester accionar de nulidad ante el Tribunal de lo
Contencioso Administrativo, la acción se instaura dentro de los sesenta días
corridos a partir del siguiente a la notificación de la resolución que desestima el
recurso jerárquico, o de configuración de la denegatoria ficta. En la práctica el
procedimiento correspondiente insume varios meses como mínimo.

DISCUSIÓN

La calificación registral y la oposición a ésta se revelan en su calidad de


par dialéctico. En efecto, presentado un documento a inscribir y resultando
observaciones de la calificación, podemos desarrollar el siguiente esquema de
un proceso dialéctico:
Calificación = Tesis Oposición = Antítesis
Acto del R = Síntesis
Acto del R = Tesis Recurso de revocación = Antítesis
Resolución que desestima revocación = Síntesis
Resolución que desestima = Tesis Recurso jerárquico = Antítesis
Resolución que desestima = Síntesis

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Resolución que desestima = Tesis Acción de nulidad = Antítesis
Sentencia del TCA = Síntesis
FIN
El proceso tiene un final predeterminado con la Sentencia del TCA, que
es el nec plus ultra de esa espiral dialéctica y debe serlo, habida cuenta del fin
de seguridad jurídica.
Habida cuenta de que el TCA sólo es competente para confirmar o
anular el acto, en el supuesto de anulación, el interesado, con sólo esgrimir la
sentencia ante el R no logra ipso iure que éste proceda a la inscripción que
había denegado. Puede ser necesaria una posterior acción ante la justicia
ordinaria de forma de obtener “una acción de condena al Registrador a
inscribir” (CAJARVILLE PELUFFO, 2000: 9).
Una apreciación de la situación ex praxi revela que deducida observación por el
registrador, el escribano actuante se encuentra en una situación
potencialmente embarazosa. Es claro que el requirente desea únicamente
tener su título inscripto, como corresponde a su interés. En ocasiones el
escribano percibe que tiene argumentos suficientes para oponerse a las
observaciones y así lo hace. Si la DGR mantiene las observaciones del
registrador, el notario se encuentra entre la Escila de allanarse, eventualmente
haciendo violencia a su formación jurídica y la Caribdis de entrar en la vía
azarosa6 de los recursos, con un escenario de incertidumbre en cuanto a su
resultado. En este sentido se ha afirmado (GARCÍA CONI, 1988: 1346):
“El notario, que tiene una obligación de resultado (y no de medios) en cuanto
a la inscripción de los títulos registrales, debe muchas veces allanarse a las
observaciones del registrador y renunciar a posturas principistas, ante el
clamor de quien necesita inscribir su derecho.”

El requirente no desea, naturalmente, ser víctima de una controversia


doctrinaria, a sus ojos discusión bizantina que deja a su título en situación
inestable. No es posible negarle razón, máxime si se tiene en cuenta que: a) la
doctrina jurídica no es disciplina científica, como ya desde hace más de un
siglo se ha hecho notar (VON KIRCHMANN, 1848: 10), por lo que no es dable
prever cuál será la solución del caso; y b) detrás de todo acto administrativo
está el poder, la publica potestas que opera como variable interviniente en las
decisiones de los titulares de la administración, nunca destituidas de
subjetividad.

6
Via crucis podría sin exageración denominársela.

9
CONCLUSIONES

1. La calificación registral es la operación técnica de naturaleza administrativa


que verifica las condiciones de admisibilidad de los documentos que se
presentan al R.

2. Está sometida a rigurosos criterios por el interés público involucrado en la


seguridad jurídica de que el R es instrumento.

3. El interés público se contrapone frecuentemente al interés del titular del


documento, que pretende ampararlo con la inscripción.

4. La calificación se realiza en función de reglas jurídicas y por lo tanto, ella y el


acto del R, pertenecen a la clase del discurso jurídico, discurso de naturaleza
abierta, es decir, con zonas de indeterminación semántica.

5. Esa indeterminación unida a la contraposición de intereses es susceptible de


engendrar conflictos entre el Estado, responsable último del suministro de
seguridad jurídica y el rogante de la inscripción. Ello da origen al llamado
“contencioso registral”.

6. El acto del R tiene la calidad de acto administrativo y le son aplicables las


reglas pertinentes a los recursos administrativos, previstos por el derecho para
lograr que la Administración revise sus actos en su propio ámbito.

7. En la República Oriental de Uruguay el procedimiento recursivo tiene raíz


constitucional, reglamentada por disposiciones legales, estando contemplada
una acción de nulidad ante un órgano de carácter jurisdiccional que no
pertenece al Poder Judicial, el TCA.

8. La cuestión de los plazos involucrados en el procedimiento recursivo es


elemento que pesa en la decisión del escribano de llevarlo adelante, pues
deviene disfuncional al interés del requirente.

9. El mecanismo recursivo se muestra con visos de proceso dialéctico, que


termina eventualmente con la síntesis final de la sentencia del TCA.

10. Esta sentencia solamente confirma o anula el acto del R. Para obtener la
inscripción denegada el rogante puede haber menester iniciar una acción
judicial ordinaria, tendiente a una sentencia que condene al R a inscribir.

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BIBLIOGRAFÍA

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Ley. 553 p.

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