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El filtro burbuja: ¿decide Internet lo que leemos y pensamos?

– Javier Aranguren

En 2009, Google comenzó a personalizar las búsquedas. Busca reforzar las propias creencias:
consultando en los buscadores cada persona puede encontrar infinitas confirmaciones de su
visión del mundo ¿es esto democrático?

Se personaliza para facilitar las búsquedas. Esta personalización se determina mediante lo que
compramos, las películas o series que vemos -por ejemplo, Netflix ofrece a cada cliente un 60%
de cosas para ver según lo que este usuario ya haya visto- y las noticias que hayamos visto.

Se crea una burbuja de filtros que altera nuestra manera de encontrar ideas e información.
Cada uno es la única persona dentro de su burbuja. Quedamos atrapados en un entorno que
gira en nosotros mismos.

Los fundadores de Google comprendieron que la publicidad es la clave de la relevancia, la


solución de la enorme cantidad de información que hay en internet. Primero acumulaban lo
que buscaba cada usuario y los enlaces a los que estos daban importancia. El buscador
definitivo entenderá exactamente lo que quieres decir y te devolverá exactamente lo que tú
deseas.

Las páginas acumulan datos para que el usuario tenga lo que desea y quiera escuchar y evita lo
que le desagrada al mismo ¿Por qué no proporcionar al usuario lo que debería desear o pensar?

Uno de los efectos imprevistos de Internet es el fin del periodismo tal y como se conocía hasta
ahora. Por ejemplo: la sección deportiva en el diario. Los costes de producción son cada vez
menores. Los profesionales humanos son caros: cada vez dependeremos más de los redactores
no profesionales (amigos que comparten, noticias, blogueros, tuits…) y de códigos informáticos
que seleccionaran lo relevante.

Se elimina el intermediario  la desintermediación: internet proporciona la descentralización


del poder. Por ejemplo: Spotify, Youtube o Apple Music convierten a cada usuario en un crítico
directo de las últimas novedades.

Las páginas que se leen no son con frecuencia las más actuales, escandalosas y virales: textos
breves de titulares llamativos y contenidos vacíos que solo andan a la búsqueda de “clics”. Ese
parece ser el periodismo de la nueva era.

En vez de interconectar a todo el mundo con lo diverso y lo distinto, la red de redes aísla cada
vez más a los usuarios. Es menos probable que conectemos con gente muy distinta de nosotros,
ya sea en la red o fuera de ella y por ende es menos probable que entremos en contacto con
diferentes puntos de vista.
En medida en que el filtro fomenta la publicidad y el entretenimiento, es mucho más probable
que priorice una noticia entretenida pero poco relevante por encima de noticias importantes
pero complicadas o “aburridas”.
La curiosidad se despierta ante mucha información, pero los filtros de burbujas eliminan esa
curiosidad. La burbuja elimina la diversidad. Cuanto más sepas, más creativo sos. Por ejemplo,
las personas bilingües sin más creativas que las monolingües. Quienes interactúan con muchas
unidades diferentes suelen ser mejores fuentes de innovación que quienes no interactúan con
nadie.

Tu identidad da forma a tus medios de comunicación, los cuales modifican a su vez tus
creencias y a lo que concedes importancia.

Cabe preguntarse desde dónde se controlan los algoritmos, y cómo eso puede terminar en
nuevas formas de censura.

Lo que podemos hacer para salir de la burbuja:


1. Cambiar nuestros hábitos: ampliar nuestros intereses en nuevas direcciones. Abandonar
las zonas de confort de nuestros intereses.
2. Mayor política de transparencia a las grandes empresas filtradoras

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