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Unidad I

Historia de la Psicología Jurídica y sus campos de aplicación

La psicología jurídica es tal vez uno de los campos de aplicación de más


reciente aparición, difundida en algunos países de Europa (Inglaterra, España,
entre otros), en América del Norte y un poco en América Latina, principalmente
en argentina y muy insipientemente en Colombia (Vargas y Beltrán, 1993).

La psicología jurídica es definida como aquel sector de la psicología orientado


a aplicar el conocimiento científico y los métodos de la psicología surgidos en el
sistema jurídico penal (policía, juzgados tribunales e instituciones,
correccionales para infractores, cárceles e instituciones para menores). Tal
como lo reporta Jiménez Burrillo (1986), las relaciones entre la psicología y el
derecho no han sido fáciles, posiblemente no muy deseadas, y cuando se han
dado, éstas han estado cargadas de recelo, estereotipo y actitudes negativas
entre los profesionales de estas dos disciplinas. Esta situación a contribuido,
entre otras cosas, a que se haya dado poco desarrollo y posibilidades de crear
"un cuerpo sistematizado de conocimientos aplicados a la ciencia o a la técnica
jurídica" (Muños, Báyes y Munné, 1980).

Estos autores presentan, además, las posibles causas que han contribuido a
este atraso. Un caparazón de abogados para recibir y aceptar aportes de otras
disciplinas; además, éstos están alejados del método científico y de las
preocupaciones antropológicas; un experto psicologismo que los ha inducido a
suponer que poseen habilidades innatas en la técnica psicológica, lo cual los
lleva a rechaza una psicología que no se ajusta a sus creencias, pues no
consideran que necesitan de una psicología especial; por último, la poca
cantidad de aplicaciones llevadas con éxito que ha tenido la psicología
científica hasta épocas recientes, principalmente en la rama psicosociológica,
lo que no ha permitido un acercamiento entre estas dos disciplinas.
Muñoz et al (1980) dan una explicación a esto: la psicología se movía
anteriormente en corrientes poco claras, creando un vacío que permitió el
desarrollo de una cultura psicológica de los juristas, la cual ha quedado en
muchos libros de derecho, y aún se mantienen.

Pero el panorama no es tan desolador: son varios los intentos para buscar los
acercamientos, ya sea por iniciativas de carácter científico, o por simples
preocupaciones. Giñazú y Loizo (1982) comentan:

Garrido (1982) dice que hubo que esperar hasta el siglo XIX para que en la
psicología jurídica se le dedicara tiempo y esfuerzo de parte de los psicólogos
de la época.

Por otra parte, Jiménez Burillo (1986), comenta que se pueden discriminar
convenientemente cuatro periodos en la historia de la psicología jurídica: el
primero comprendido entre el comienzo del siglo XX, hasta finales de los años
20. Así, hacia 1900 aparecen publicaciones de autores como Stern y
Munsterberg (1907), los cuales concentran sus escritos más en aspectos
relacionados con los procesos psicológicos del testimonio, y Bose (1917) y Briw
(1926), quienes se refieren a procesos de memoria, testimonio y a la psicología
del delito.

Un segundo período, que va hasta la época de los años 50, se caracteriza por
"la aparición de trabajos, monografías, de la psicología legal". Mc Carty (1929)
y Robinsón (1929) son ejemplos de ellos. El primero publicó Psicología para
Juristas, y el segundo escribió alegatos a favor de la utilidad de la psicología
para el derecho y viceversa, lo que hizo que recibiera ataques de los juristas.
Además, está época hay una aplicación de la psicología a los diversos
procesos legales, y como consecuencia, el surgimiento de una fuerte crítica a
las decisiones de los tribunales apoyadas en informes psicológicos. También
se encuentra el artículo de Hutchian y Slesinger (1929), quienes dijeron que los
jueces y jurados hacen supuestos acerca del comportamiento de la persona.
Además, solicitaron en sus conclusiones que se diera el acercamiento entre el
derecho y la psicología (Jiménez Burillo, 1986).
Entre los años 40 y 50 se dieron algunos trabajos acerca del testimonio, delito y
simulaciones de decisión del de jurados, los cuales no tuvieron un impacto
legal importante.

En el tercer periodo, y durante la década de los años 50, siguen apareciendo


un aumento de publicaciones relevantes, con aportes a la psicología clínica y
social en campos referidos a "trastornos mentales, la influencia de la publicidad
sobre las causas antes de celebrarse el juicio y los problemas derivados de la
segregación racial y los derechos civiles", trayendo como resultado
nuevamente la resistencia de los abogados.

En el cuarto y último periodo, 1970 hasta el presente, se ha presentado un


aumento de publicaciones, tanto en libros como revistas. Según Tapp (1976),
son 199 publicaciones incluyendo cursos y conferencias. El área de derecho
penal ha generado mayor interés, así como los procesos de socialización legal
(Vargas y Beltrán, 1993).

Con respecto a Latinoamérica, se conoce que, en Argentina, en 1959, el


profesor Plácido Alberto Horas creó la cátedra de la psicología jurídica en la
facultad de Psicología en la Universidad Nacional de Cuyo, la cual en la
actualidad se ha convertido en un área de especialización en pregrado.

En Colombia, en 1976, Reinaldo Giñazú organizó la especialidad en la Facultad


de Psicología en la Universidad de san Buenaventura de Medellín, y un año y
medio después, con Mercedes Loizo, en la Facultad de Psicología de la
Universidad Católica de Colombia (Bogotá) impulsando por el entonces decano
José Antonio Sánchez (Vargas y Beltrán, 1993).

En esta última universidad, hasta el año de 1982, se trabajó en dicha área con
seminarios electivos en los cuales se veían elementos tales como derecho
penal y civil, escuelas psicológicas que explican la conducta criminal, la
relación entre psicología y derecho, y sus ciencias auxiliares. Estos temas se
trabajaban en séptimo y octavo semestre, y en noveno y décimo de hacia una
profundización en temas como el rol del psicólogo, peritaje psicológico,
agresión y violencia, tratamiento del delincuente (menor y adulto) y
criminología, además de las prácticas en cárceles, penitenciarías y en el
instituto de Medicina Legal (Vargas y Beltrán, 1993).

Desde 1982 se incluye en el vitae, como otra introducción a un campo de


profesionalización de la psicología, en octavo semestre; para noveno y décimo
se llevan a cabo seminarios de profundización en algunos de los temas antes
mencionados, tales como: psicología del testimonio, confesión e interrogación,
tratamiento penitenciario, entre otros. En el momento se tienen practicantes en
la Reclusión Nacional de Mujeres y en la Cárcel Nacional Modelo (Vargas y
Beltrán, 1993).

En 1980 se firmó un convenio entre la Facultad de Psicología, a través de su


área jurídica, y el Ministerio de Justicia, con el objetivo de impulsar el sistema
penal colombiano. Dicho convenio se ratificó y se renovó hasta el año 1985. se
dejó de hacer debido a los cambios administrativos en la Facultad (Vargas y
Beltrán, 1993).

En cuanto a los egresados, se puede comentar una experiencia que se


considera un peldaño en el proceso de crecimiento de la psicología jurídica: un
grupo de exalumnos incursionaron en el campo jurídico, organizando y
ejecutando programas de capacitación de magistrados de la rama penal, civil y
aduanera, en lo concerniente a la selección de jueces. Igualmente, llevaron a
cabo programas de capacitación con jueces de menores y familia en lo que
respecta a la indagatoria y al papel del defensor de menores desde una
perspectiva psicológica. Estos programas los realizaron apoyados y
controlados por el Ministerio de Justicia en su rama judicial. Vale la pena
aclarar que estos programas se llevaron a cabo en todo el país. Se iniciaron en
1990 y se tiene proyectado continuar con el programa (Vargas y Beltrán, 1993).

Como ya se ha dicho, el desarrollo del psicólogo jurídico es relativamente


reciente en el medio colombiano; por lo tanto, el sistema legal no a tenido la
ocasión de incorporar todas las posibles contribuciones que este profesional
estaría en la capacidad de aportar a las actividades propias y relacionadas con
la administración de justicia (Vargas y Beltrán, 1993).
Pero es de anotar que éste no es el único campo. El investigativo está por
hacerse, aunque se ha despertado en los últimos años un interés por explorar
grupos o autores del sistema legal, desde una perspectiva clínica, más que
jurídica o social. Estas aproximaciones se encuentran en tesis de grado
realizadas en diferentes facultades de psicología en la ciudad de Bogota
(Vargas y Beltrán, 1993).

Psicología Forense

La Psicología Forense es una rama de la Psicología que se ocupa del estudio


de la conducta del Ser Humano dentro del ámbito legal. 

La prueba pericial sirve para dar información de la personalidad y del


comportamiento del peritado analizando la salud o patología mental, las causas
y las consecuencias al igual que el pronóstico (lesión, daño, secuela) del hecho
valorado, con el objetivo de asesorar los profesionales del ámbito legal en la
toma de decisiones a partir de evidencias científicas.

Posteriormente, la ratificación del informe pericial en sala Judicial, provee


de información clara y concisa al personal legal a cerca de las circunstancias
del caso.

El proceso Pericial

El proceso pericial empieza explorando al peritado y a las personas de su


entorno más próximo para recopilar toda la información necesaria del proceso,
al igual que es necesario estudiar toda la documentación que obra en autos. 

El perito debe ser gran conocedor de la técnica de entrevista personal y tener


experiencia en el manejo e interpretación de las pruebas psicométricas que
administra al peritado.
Las pruebas psicométricas son pruebas estandarizadas en población española
y reconocidas en la comunidad científica como válidas y fiables. Tales pruebas
tienen el objetivo de valorar aquellas áreas de interés del peritado. 

El siguiente paso es elaborar el informe pericial que compila toda la información


extraída del proceso, el diagnóstico, consideraciones forenses si son
necesarias y conclusiones claras que recopilen toda la información obtenida a
través del proceso.

El último paso es la ratificación del informe forense en sede judicial, donde se


expondrán ante el juez o Tribunal la información contenida en dicho informe y
todas aquellas dudas que surjan.

Características del Psicólogo Forense

El psicólogo forense es un especialista en patología mental y en sus


clasificaciones, requiere amplia experiencia en clínica para determinar
evolución y pronóstico de las patologías, debe tener capacidad de
razonamiento analítico, habilidades para comunicar conclusiones de forma
clara y precisa a partir de las evidencias científicas obtenidas en el proceso de
evaluación con un lenguaje adaptado al Tribunal.

El perito es un profesional independiente, objetivo y ético.

Aplicaciones que tiene la Psicología Forense

La Psicología forense se puede aplicar a varias áreas del ámbito legal:

*Área de Familia: guarda y custodia, adopción, informes psicosociales,


separaciones/divorcios, competencia parental.

*Área Civil: capacidad cognitiva, impugnación de testamento, incapacidades


legales, tutelas, valoración de secuelas psicológicas, capacidad volitiva.
* Área laboral: mobbing (acoso laboral), discapacidades, acoso sexual, burnout
(estrés laboral), secuelas de accidentes laborales, simulación de
sintomatología.

* Área penal: capacidad volitiva y cognitiva, abuso sexual en adultos,


credibilidad de testimonio en abuso sexual de menores, maltrato,
consumo/abuso de sustancias, evaluación del hecho delictivo, valoración de la
víctima, (lesión, daño, secuela psicológica), peligrosidad criminal, violencia
doméstica.

Las funciones y las habilidades de los psicólogos forenses

Los profesionales de la psicología forense, además de ser graduados en


psicología, deben contar con conocimientos y herramientas propias del derecho
judicial, procesal y penal. Esto les permite contar con el bagaje necesario para
poder comprender con precisión los procesos judiciales y aplicar correctamente
las técnicas psicológicas en este campo.

Los psicólogos forenses trabajan conjuntamente con abogados, peritos,


fiscales y jueces. De hecho, los psicólogos forenses actúan como peritos a la
hora de ofrecer su testimonio profesional en ciertos juicios, aportando datos y
conocimientos de interés para colaborar con la Justicia y lograr que las
circunstancias del caso puedan ser esclarecidas, por lo menos en lo que atañe
a ciertos aspectos psicológicos y/o psicopatológicos de alguna o todas las
partes implicadas.

Profesional de la psicología, pero también un experto en


derecho

Un psicólogo forense no es simplemente un psicólogo que ejerce ciertas tareas


en una administración de justicia estatal. En realidad, es un gran dominador de
todos los conceptos, normas y dinámicas del sistema jurídico en el que se
encuentra.

El psicólogo forense tiene una comprensión amplia sobre todos los


mecanismos legales y procesales. De hecho, si no fuera así, podría ser
fácilmente excluido de ciertos procesos en los que participase al haber perdido
la credibilidad de los distintos actores implicados en el juicio. El sistema judicial
es un sistema formal en el que los métodos y procedimientos tienen una
importancia capital. De ahí que el psicólogo forense, además de ser experto en
su ámbito, deba conocer y adecuarse perfectamente a estas regulaciones.

Las funciones que tiene un psicólogo forense ante un tribunal

Son muchos los elementos y factores en los que la psicología forense tiene un
papel clave en el contexto de un proceso judicial. Con el objetivo de ayudar al
juez a tomar decisiones acertadas, el psicólogo forense pone a disposición del
caso una serie de conocimientos y herramientas.

Una de las funciones más comunes hace referencia al estudio que llevan a
cabo los psicólogos forenses acerca de las facultades mentales y las
condiciones psicológicas de alguna de las partes implicadas en un juicio
(acusados, denunciantes y hasta testigos). Este análisis ayuda a dilucidar, en el
caso de los acusados, si estaban en pleno uso de sus facultades mentales en
el momento en el que, presuntamente, cometieron un delito. Por ejemplo, si
hay un imputado por homicidio, un psicólogo forense tendría la capacidad para
realizar un informe que indique si, en el momento del crimen, el acusado era
consciente de sus actos.

La formación de un psicólogo forense

Hemos hablado sobre qué es la psicología forense y también sobre las tareas
que realizan los profesionales de la psicología judicial. Ahora bien: ¿qué
formación debe tener un psicólogo forense para poder ejercer?

Este punto es más complicado de explicar, puesto que cada país tiene una
legislación distinta respecto al background académico que precisan este tipo de
profesionales. En general, podemos decir que, para dedicarse a la psicología
forense, el profesional debe contar con el grado o la licenciatura o título
universitario en Psicología, para después especializarse en alguna de estas
ramas: psicología de las organizaciones, psicología social o psicología clínica,
siendo este último ámbito especialmente relevante.
Después, debe cursar un posgrado o un Máster en psicología forense. Sin
embargo, resulta de especial interés que el psicólogo forense cuente con
conocimientos extensos en materia de evaluación psicológica, psicopatologías
y técnicas de diagnóstico e intervención. Como el psicólogo forense tiene que
ayudar a dilucidar si la persona acusada tiene trastornos mentales o no, parte
de su trabajo se parece al de un psicólogo clínico, aunque en este caso sus
intereses y los de la persona evaluada no acostumbran a coincidir.
Unidad II

Intervención Psicológica en los distintos fueros

La psicología jurídica: confluencia entre psicología y derecho:

•Derecho: conjunto de leyes, preceptos y reglas a que están sometidos los


hombres en su vida social. Ciencia que estudia las leyes y su aplicación.

•Psicología: ciencia que estudia el comportamiento humano en el sentido más


extenso. Abarca todas las actividades, sentimientos y razones de las personas.

La psicología y el derecho encuentran su coincidencia en el hecho de que


ambas disciplinas son ciencias humanas y sociales y en que comparten el
objeto de intervención: la conducta de las personas. En palabras de Munné
(1987), “son ciencias llamadas a entenderse como ciencias humanas del
comportamiento y sociales”.

Efectivamente, en las últimas décadas la colaboración entre juristas y


psicólogos se ha ido desarrollando e implantando de forma práctica,
requiriéndose cada vez en mayor medida, el aporte de los profesionales de la
psicología a la realidad del mundo legal.

En este creciente desarrollo de las relaciones entre Psicología y Derecho


podemos distinguir cuatro etapas, tal y como refieren Fariña, Arce y Seijo
(2005):

- Desde comienzo de siglo hasta la década de los años 30: temáticamente


orientada hacia fenómenos de testificación; destacan los trabajos pioneros de
Stern, Binet y Münsterberg sobre los procesos psicológicos del testimonio.

- De 1930 a 1950: Se ha considerado la época menos fructífera por parte de la


psicología jurídica, aunque el entorno legal sí continuó contribuyendo a la
literatura sobre el tema. Garzon (1990) considera que el descenso de las
contribuciones de los psicólogos pudo estar motivado por la diversificación de
la psicología en nuevos campos de trabajo, así como por la etapa de reflexión
interna que vivía la misma psicología, produciéndose lo que Loh (1981) definió
como “psicologismo jurídico” por la proliferación de trabajos de juristas que
apelaban a la psicología para fundamentar su paso hacia el llamado realismo
desde un anterior formalismo legal.

- 1950 a 1970, Los tribunales comienzan a acusar la necesidad de utilizar


psicólogos cualificados como testigos expertos sobre cuestiones criminales en
las que se debe establecer la responsabilidad del sujeto.

- A partir de la década de los 70 puede contemplarse el “boom” de la Psicología


Jurídica notándose un notable incremento en el número de publicaciones sobre
la materia. La vertiente aplicada (Psicología Forense) cobra un gran impulso
que se ha mantenido ascendente con un considerable crecimiento de
demandas en las dos últimas décadas. En 1981 la American Psychological
Association creó la División 41 (psicología jurídica), asimismo, se constituyen
asociaciones como: The Association of Psychology and Law (1991) o la
International Association of Forensic Mental Healt Service (2001).

En nuestro país, el primer elemento histórico destacable se sitúa en 1932


cuando Emilio Mira y López publica el "Manual de Psicología Jurídica" donde
apuntó temas como: la psicología del delito, psicología del testimonio o el
concepto psicológico y la valoración jurídica de la debilidad mental. El manual,
dirigido a los juristas, tenía como objetivo manifiesto ofrecerles la información y
conocimientos que la psicología les podía ofrecer para hacer más efectiva su
tarea.

Tras un silencio prácticamente absoluto que se prolonga hasta la década de los


años 70, tal y como señala Munné (1986), El Ilustre Colegio de Abogados de
Barcelona, crea en 1971 la Sección de Psicología y Sociología Jurídicas, en
1974 el Anuario de Sociología y Psicología Jurídicas, y en 1975 el Instituto del
mismo nombre. En 1980, se publica “Introducción a la psicología jurídica”, en la
que Ramón Bayés, Luis Muñoz-Sabaté y Federico Munné realizan una
recopilación de trabajos aparecidos en años anteriores.

Otro elemento clave para el desarrollo de esta disciplina en España, es el


derivado del ámbito de la psicología penitenciaria ya que en los años setenta
los psicólogos empezaron a trabajar dentro del ámbito carcelario, siendo los
primeros que promovieron el interés tanto en las universidades como en otras
instituciones sobre la labor de estos profesionales en el ámbito judicial.

Ya en la década de los ochenta el Colegio Oficial de Psicólogos, desde sus


diferentes sedes, sirve también como potenciador y difusor de esta disciplina.
En este sentido cabe destacar los esfuerzos de la Delegación de Madrid que en
1985 promovió el estudio para la elaboración de un Catálogo de Documentos
en Psicología Jurídica, cuya primera edición ve la luz en enero de 1986.
Asimismo, esta Delegación propulsó la creación de la Sección de Psicología
Jurídica en 1987, propiciándose de esta forma tanto la difusión de esta rama de
la Psicología como la formación para los profesionales.

En Cataluña, a finales de los 80 ya existía un grupo de trabajo sobre Psicología


Jurídica que en 1990 se constituiría como Comisión y en el año 2000 como
Sección Profesional.

Entre las actividades más destacables se encuentran la organización de forma


conjunta con el Centro de Estudios y Formación Especializada del
Departamento de Justicia de las Primeras Jornadas de Psicología Jurídica en
Cataluña en 1999 y las Segundas Jornadas de Psicología Jurídica en Cataluña
co-organizadas con la Universidad de Barcelona en el año 2004.

Psicología y Derecho (visión clásica). Garzon, 1989


Concepciones(aspectos) Psicología Jurídica Psicología Forense
Psicología colectiva Psicología individual
Psicología
Psicología teórica Psicología aplicada
Componentes psicológicos
Fundamentación psicológica y de la práctica judicial:
social del Derecho: - Psicología criminal
Objetivos - Origen del Derecho - Psicología de
- Sentimiento jurídico testificación.
- Evolución de las leyes. Psicología de profesionales
de la Ley.
Relaciones con el
Filosofía del Derecho Práctica profesional
Derecho
Relaciones con otras Psicopatología forense,
Sociología, antropología
ciencias ciencias naturales.
En definitiva, podemos concluir que la psicología forense es la denominación
que ha recibido la vertiente aplicada de la psicología jurídica, entendiéndose
que su función principal es la de ofrecer funciones de soporte a las
administraciones de justicia.

El principal requerimiento que se realiza al psicólogo forense es la elaboración


de peritajes psicológicos, función que, como ya señaló Muñoz Sabaté (1980),
abarca una gran cantidad de ámbitos específicos en el marco jurídico porque
“el derecho es algo multidimensional y omnipresente. El caso más
insospechado puede presentar algún problema de prueba susceptible de ser
tratado con métodos psicológicos.”

La necesidad de la intervención de los psicólogos como peritos en los


diferentes procedimientos judiciales no es nueva, se viene planteando desde
principios del siglo XX (Ibáñez y Avila, 1990), citándose como primeros
antecedentes el testimonio de Albert von Schrenck-Notzing en un juicio
celebrado en Munich en 1896, que informó sobre la influencia de la sugestión
en numerosos testigos a causa de los efectos de lo publicado en la prensa
sobre el caso de asesinato que se juzgaba; así como la publicación de la obra
“On the Witness Stand” de Hugo Münstrberg en 1908 en la que defendía que
con los conocimientos sobre percepción y memoria los psicólogos podían
comprender mejor que los juristas la mente de los testigos. Münstrberg,
propuso la utilización de un Test de Asociación de Palabras que ayudara a
establecer la culpabilidad o no de los acusados, lo que le valió durísimos
ataques de los juristas.

A pesar de ello, la aceptación y tendencia a la generalización del uso de la


psicología en los tribunales es mucho más reciente. Según indica Torres
(2002), en EE.UU. su generalización se produciría a partir de una Sentencia del
Tribunal Supremo de 1962 en la que se establecía que “se considerará error
judicial rechazar la peritación de un psicólogo respecto de su área de
especialización”. Esta Sentencia deriva de lo acontecido en el sumario Jenkins
versus EE.UU, en el que tres peritos psicólogos elaboraron dictámenes sobre
la enfermedad mental del inculpado (esquizofrenia). Su testimonio, fue
rechazado en primera instancia por los Tribunales. La Asociación Psiquiátrica
Americana elevó su protesta en forma y su oposición a la no admisión del
psicólogo como perito. En el recurso de casación se admitió la pericia
psicológica que se comprobó acertada. Desde ese momento, como hemos
indicado, el rechazo del psicólogo como experto en su campo de
especialización es considerado como un error.

En nuestro país un reconocimiento similar no se produce hasta tres décadas


después a partir de una Sentencia del Tribunal Supremo, que con fecha 21 de
noviembre de 1992,

(RJ 1992\9624) resalta la relevancia del papel de los psicólogos en el


asesoramiento para valorar todas las cuestiones que tienen que ver con el
estudio de las condiciones psicológicas de los actores jurídicos, al afirmar: “la
Psicología permite aportar medios de conocimiento, que el Tribunal no podría
ignorar en su juicio sobre la credibilidad del testigo y que, por sí mismo no
podría obtener en razón del carácter científico especializado de los mismos”, de
la Torre (1999, pg 13.)

Intervenciones más frecuentes en los diferentes ámbitos:

- Derecho Penal: se valoran cuestiones como la responsabilidad criminal en


casos de trastorno mental de un acusado (evaluación de la imputabilidad del
procesado), la competencia de un individuo para ser juzgado o para prestar
testimonio, las secuelas de las víctimas, etc.

- Derecho civil: principalmente procesos de tutela e incapacitación de adultos,


internamientos psiquiátricos involuntarios, protección de menores, valoración
de daño y secuelas psicológicas, etc.

- Derecho de familia: temas de adopción y privación de derechos parentales de


los progenitores (patria potestad), en la atribución de la custodia de los hijos en
caso de divorcio, nulidad y separación, recomendaciones sobre planes de
comunicación y contacto, adopciones, filiación, etc

- Derecho laboral: valoración de daños y secuelas psíquicas a accidentes o


situaciones de trabajo, etc.

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