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- La gesta de Asdiwal -[1]

"A continuación presentamos un resumen de la gesta de Asdiwal, según Boas, 1912, tomado como versión de
referencia. Esta versión fue recogida en la costa, en Port-Simpson, y en dialecto tsimshian. Boas publicó el
texto indígena correspondiente, acompañado de su traducción en inglés.

      Reina el hambre en el valle del Skeena, el río está helado, es invierno. Una madre y su hija, cuyos
maridos han muerto de hambre, rememoran, cada una por su lado, los tiempos felices en que vivían juntas y
no faltaba el sustento. Libres ahora por la muerte de sus maridos, deciden simultáneamente reunirse, y se
ponen en camino en el mismo momento. Como la madre reside río abajo y la hija río arriba, la primera se
dirige hacia el Este, la segunda hacia el Oeste; ambas recorren el lecho helado del Skeena y se encuentran a
mitad de camino.

Llorando de hambre y de tristeza, las dos mujeres acampan sobre el talud al pie de un árbol, no lejos del cual
encuentran por todo alimento una baya podrida que comparten melancólicamente.

Durante la noche, un desconocido visita a la joven viuda. Pronto sabemos que se llama Hatsenas, término que
designa en tsimshian un pájaro de buen augurio. Gracias a él, las mujeres comienzan a encontrar alimento con
regularidad, y la más joven, convertida en la esposa de
su misterioso protector, no tarda en dar a luz un hijo,
Asdiwal; el padre acelera su crecimiento por medios
sobrenaturales y le entrega varios objetos mágicos:
arco y flechas infalibles para la caza, carcaj, lanza,
cesto, raquetas para la nieve, capa y sombrero, que
servirán al héroe para franquear todos los obstáculos,
para hacerse invisible y para procurarse una provisión
de alimento inagotable. En este punto, Hatsenas
desaparece y muere la mayor de las dos mujeres.
Asdiwal y su madre prosiguen su camino hacia el
oeste y se instalan en la aldea natal de esta última,
Gitsalasert, en las gargantas del Skeena. Un día, una
osa blanca desciende al valle.

Perseguida por Asdiwal, quien casi logra atraparla por


medio de sus objetos mágicos, la osa emprende el
ascenso de un escala vertical. Asdiwal la sigue hasta el
cielo, que se le aparece como una vasta pradera, verde
y florida. La osa lo lleva hasta la morada de su padre,
el Sol, y se revela como una graciosa jovencita,
Estrella de la Tarde. Se celebra el casamiento, no sin
que antes el Sol someta a Asdiwal a una serie de
pruebas, a las que ya han sucumbido todos los
pretendientes anteriores (caza de la cabra salvaje, en la
montaña de los terremotos; recolección de la madera
de un árbol que aplasta a quienes lo derriban;
permanencia en un horno ardiente), pero de las que
Asdiwal sale triunfante gracias a sus objetos mágicos y a la intervención oportuna de su padre. Conquistado
por las cualidades de su yerno, el Sol termina por aceptarlo.

No obstante, Asdiwal añora a su madre. El Sol consiente en dejarlo descender a la tierra con su esposa y les
da, como provisiones de viaje, cuatro cestos llenos de un alimento inagotable, que le valen a la pareja una
acogida agradecida por parte de los aldeanos que sufren el hambre invernal.
A pesar de las repetidas advertencias de su esposa, Asdiwal la engaña con una mujer de la aldea. Herida,
Estrella de la Tarde parte, seguida por su desconsolado marido. A mitad de camino entre el cielo y la tierra,
Asdiwal es fulminado por un rayo de su mujer, que desaparece. Muere, pero añorado muy pronto, es
resucitado por su suegro celeste. Todo va bien por un tiempo, hasta que Asdiwal vuelve a sentir nostalgia de
su tierra. Su mujer acepta acompañarlo, pero una vez en la tierra se despide de él para siempre. De regreso a
la aldea, el héroe se entera de la muerte de su madre; ya nada lo retiene, y emprende camino río abajo.

Al llegar a la ciudad tsimshian de Ginaxangioget, seduce a la hija del jefe local y se casa con ella. Al
comienzo el matrimonio es feliz y Asdiwal participa con sus cuatro cuñados en la caza de la cabra salvaje,
coronada por el éxito gracias a sus objetos mágicos. Al acercarse la primavera, toda la familia se traslada,
permanece primero en Metlakatla y luego se dirige en barca hacia el río Nass, remontando la costa. Un viento
contrario los inmoviliza, y acampan por un tiempo en Ksemaksén. Allí la situación se deteriora a causa de una
disputa entre Asdiwal y sus cuñados sobre los méritos respectivos de los cazadores de montaña y los
cazadores de mar. Se realiza un concurso; Asdiwal vuelve de la montaña con cuatro osos muertos que ha
cazado, mientras que los cuñados regresan de su expedición marítima con las manos vacías. Humillados y
enfurecidos levantan campamento llevándose a su hermana y abandonando a Asdiwal. Éste es recogido por
extranjeros que vienen de Gitxatla y se dirigen también hacia el Nass, para la estación del pez candela.

Como en el caso anterior, forman un grupo compuesto por cuatro hermanos y una hermana, a la que Asdiwal
se apresura a desposar. Juntos, pronto llegarán al río Nass, donde venden mucha carne fresca y salmón a los
tsimshian, que, hambrientos, ya están instalados en esos lugares.

Después de una buena pesca, todos regresan: los tsimshian a su capital, Matlakatla, los gitxatla a su ciudad,
Laxalan, donde Asdiwal, ahora rico y famoso, tiene un hijo. Un día, en invierno, se jacta de poder cazar la
morsa en alta mar mejor que sus cuñados. Allí van todos juntos. Gracias a sus objetos mágicos, Asdiwal cobra
una caza milagrosa en un arrecife donde sus cuñados, disgustados, lo abandonan sin alimentos y sin fuego. Se
levanta una tempestad, la roca es barrida por las olas. Con ayuda de su padre, que aparece para salvarlo,
Asdiwal, transformado en pájaro, logra mantenerse a flote, encaramado sobre sus objetos mágicos.

Después de dos días y dos noches, la tempestad amaina y Asdiwal se duerme, agotado. Lo despierta un ratón,
que lo conduce a la morada subterránea de las morsas heridas por él, aunque éstas creen (ya que las flechas de
Asdiwal son invisibles para ellas) ser víctimas de una epidemia. Asdiwal extrae las flechas y cura a sus
anfitriones, y les pide en retribución que aseguren su regreso. Desgraciadamente, las embarcaciones de las
morsas, que son sus estómagos, están fuera de uso, perforados por las flechas del cazador. El rey de las
morsas presta entonces a Asdiwal su propio estómago, a modo de barca, y le encarga que se lo devuelva sin
demora. Al abordar la costa, el héroe descubre a su mujer, inconsolable, y también a su hijo. Gracias a la
ayuda de esta buena esposa -aunque mala hermana (que cumple con los ritos indispensables para el éxito de la
operación)- Asdiwal fabrica orcas asesinas de madera tallada, les infunde vida y ellas desfondan las
embarcaciones con sus aletas y provocan el naufragio y la muerte de los malos cuñados.

Pero Asdiwal experimenta otra vez una nostalgia irresistible por los parajes de su infancia. Abandona a su
mujer, y vuelve al valle del Skeena. Se establece en el pueblo de Ginadàos, adonde acude su hijo, a quien le
da su arco y sus flechas mágicas a cambio de un perro.

Al llegar el invierno, Asdiwal se va de caza a la montaña, pero olvida sus raquetas para la nieve. Extraviado,
incapacitado para ascender o descender sin ellas, queda transformado en piedra, así como su lanza y su perro;
todavía se los puede ver así, en la cumbre de la gran montaña del lago de Ginadàos.

Atengámonos a esta única versión e intentemos encontrar sus articulaciones esenciales."

Claude Lévi-Strauss, 1958


* Véase la posible trayectoria del héroe en el mapa ampliado de la página siguiente.

[1] La presente transcripción reproduce fielmente (a excepción de las notas a pie de página, que han sido
omitidas), la versión resumida del mito de Asdiwal expuesta por Claude Lévi-Strauss en "La gesta de
Asdiwal", en Estructuralismo, mito y totemismo (traducción de María Elisa Latorre y Cristina Iglesia), Ed.
Nueva Visión, Buenos Aires, 1972, pp. 30-34.

http://www.uv.es/~japastor/mitos/asdiwal.htm#note1

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