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MITOS Y LEYENDAS PARA DISTRIBUIR POR ZONAS

ZONA NORTE

El Alicanto
Es un ave mitológica que habita en pequeñas cuevas entre los cerros de minerales del desierto de
Atacama y cuyas apariciones son esperadas con ansias por los buscadores de fortunas.
Esta criatura, que se alimenta con oro y plata, es enorme, tiene grandes alas de color metálico, un
pico encorvado y patas con poderosas garras. Además, tiene la particularidad de que sus alas brillan
durante la noche. Así, si su alimento había sido el oro, durante el vuelo lanzaba refl ejos dorados, y
si había sido plata, los destellos eran plateados.
Si el Alicanto tenía el buche lleno, no podía volar debido al peso de los metales que había comido.
Luego de ello, se dirigía a su nido, donde ponía dos huevos, que podían ser de oro o de plata,
dependiendo del tipo de metal con el que se había alimentado.
Se dice que quien decidía seguir al Alicanto, se enriquecería, ya que esta ave era capaz de
conducirlo a los sitios exactos donde había ricos yacimientos o a puntos donde había algún tesoro
enterrado.
Sin embargo, si el Alicanto se sentía perseguido, oscurecía sus alas y se confundía con la noche.
Además, con movimientos rápidos y otras veces lentos, desorientaba al minero que lo seguía.
Finalmente, a su perseguidor le arrojaba una fuerte luz que lo encandilaba, dejándolo enceguecido
en medio de un camino desconocido, y solo con una plegaria a la virgen de Punta Negra, el minero
podía encontrar la ruta de regreso a su hogar.
También se cuenta que si la persona que lo seguía tenía ambiciones desmedidas, esta ave se
enojaba y lo llevaba hasta el borde de un precipicio, donde el minero caía y moría.
Es por ello, que la persona que iba detrás de él debía hacerlo silenciosamente y solo espiar desde
una distancia prudente el lugar donde se alimentaba. Luego que esta ave había comido e iniciado su
vuelo, el hombre podía acercarse al yacimiento de oro o plata. (Versión basada en la recopilación de
Oreste Plath)

La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específi camente entre Copiapó
(Región de Atacama) y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben que su nombre
proviene de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile, en la localidad de Monte
Patria, vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los hombres querían conquistar, pero
nadie lo lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al conocer a Añañuca, surgió el
amor entre ambos, por lo que decidieron casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un sueño donde un duende le
revelaba el lugar en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó. A la mañana
siguiente, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los días, las semanas, los meses y el joven
minero nunca regresó.
Se dice que este habría sido víctima del espejismo de la pampa o de algún temporal, causando su
desaparición y, presuntamente, su muerte. Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de
haber perdido a su amado. Fue enterrada por los pobladores en pleno valle en un día de suave
lluvia. Al día siguiente, salió el sol y todos los vecinos del pueblo pudieron ver un sorprendente
suceso. El lugar donde había sido enterrada la joven se cubrió por una abundante capa de flores

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rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirtió en flor, como un gesto de amor a su
esposo, ya que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue que se le dio a esta flor el
nombre de Añañuca.

ZONA CENTRO DE CHILE

La Calchona
Muchas son las versiones que se han tejido en torno a la fantástica historia de la Calchona. Mientras
algunas personas se refieren a ella como una mujer fea y malévola que ataca a los jinetes, otras
dicen que, tomando forma de animal, ataca a los hombres desobedientes e infieles. Existe, además,
la versión de la mujer que por las noches se transforma en diferentes animales.
Aquí te presentamos una de ellas: cuenta la historia de un matrimonio que vivía sin problemas en el
campo, junto a sus dos hijos. Sin embargo, la familia no sabía que la mujer era bruja y que en su
hogar escondía varios frascos con unas cremas que, al aplicarlas sobre su cuerpo, le permitían
transformarse en el animal que ella eligiese. Todas las noches realizaba el rito de colocarse los
ungüentos y salir a pasear por los campos. En la mañana regresaba, se aplicaba sus cremas y volvía a
recobrar la forma de madre.
Así pasó el tiempo, hasta que un día sus hijos la vieron, e imitando a su mamá se pusieron las
cremas, transformándose en múltiples animales. Pero cuando quisieron volver a ser niños, no
supieron cómo, y convertidos en animalitos se pusieron a llorar. El padre despertó con los sollozos
de los hijos, pero su sorpresa fue enorme, pues en lugar de verlos a ellos encontró solamente
pequeños animales. Con inteligencia, logró encontrar el frasco con la pócima indicada y consiguió
que los niños se transformaran nuevamente en niños; pero para evitar que les volviera a ocurrir lo
mismo, tomó las cremas y las botó en las aguas de un río.
La madre, convertida en oveja negra, regresó a su casa, comenzó a buscar sus cremas por todos
lados, y como no pudo encontrarlas, quedó para siempre convertida en ese animal. Por eso, cuando
se siente balar una oveja negra que vaga de noche sola por los campos, los campesinos saben que se
trata de la Calchona. Todos acostumbran dejarle un plato de comida para que se alimente, ya que es
totalmente inofensiva.
El Chonchón
El Chonchón se presenta como una cabeza humana, de la que nacen unas enormes orejas que usa a
modo de alas para volar. Su presencia es delatada por su fatídico grito de tué, tué, que indica que
una persona va a morir. Revolotea alrededor de la habitación de los enfermos, lucha con el espíritu
de estos, y, si los vence, chupa la sangre de los pacientes.
Se considera a los Chonchones como brujos que tienen el secreto para volar. Esto lo hacen
untándose unas cremas en la garganta, con lo que logran que salga a volar sólo la cabeza,
diciendo: Sin Dios ni Santa María. El cuerpo permanece en la casa.
Para ahuyentarlos se reza la siguiente oración: San Cipriano va para arriba, San Cipriano va para
abajo, sosteniendo una vela del buen morir. Con estas palabras el Chonchón cae al suelo. También
se le echa sal al fuego de la cocina y se dice: Pasa, Chonchón, tu camino, o vuelve mañana por sal. Al
día siguiente se presentará alguien a pedir sal y no hay que negársela.

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ZONA SUR DE CHILE

El basilisco
Criatura que tiene cabeza de gallo y un cuello largo como el de una serpiente. Nace de un pequeño
huevo incubado por una gallina vieja o un gallo rojo.
Cuando en los gallineros aparece, de vez en cuando, un pequeño huevo blanco-grisáceo, de
aproximadamente un centímetro de diámetro, redondo, de cáscara gruesa y rugosa, el pánico se
apodera de la gente de Chiloé, ya que de él nace el terrible y despiadado monstruo llamado
Basilisco, también conocido como Fasilisco, Athrathrao o Lagarto. Si se desea evitar que nazca, el
huevo, puesto por una gallina vieja o un gallo rojo, se debe quemar de inmediato.
El aspecto del Basilisco es una mezcla entre ave y reptil. Tiene cabeza de gallo, un cuello largo y
ondulante como de serpiente, cuerpo con forma de ave, con alas y patas pequeñas.
En el día se esconde bajo el piso de la casa en donde vive. En la noche, cuando todos duermen, sale
de su guarida emitiendo un hipnotizante canto parecido al gallo, que hace caer en una especie de
coma a los moradores. De esta forma, se introduce en los dormitorios y les absorbe el aliento y la
saliva a sus ocupantes, robándoles su fuerza interna.
Quien es atacado comienza a sufrir una tos seca y a enflaquecer, hasta que queda reducido a un
esqueleto. El final es trágico, pues uno a uno los habitantes de la casa enferman y fallecen. La única
forma de terminar con este monstruo es quemar la casa.
El Basilisco no sólo seca a los moradores de las viviendas, sino que también puede sorprender a una
madre que está amamantando. Cuando esta duerme, le succiona la leche de sus pechos, mientras
entretiene a su bebé dándole a chupar su cola.
Este engendro también posee el poder de matar a quien lo vea, sólo con su mirada. Si solamente le
alcanza a divisar un brazo o pierna, el individuo no muere, pero queda con aquel miembro
paralizado por el resto de sus días.
Las Tres Pascualas
A fines del siglo XVIII, en Concepción vivían tres hermanas, a quienes se las conocía como las tres
Pascualas. Como era su costumbre lavar juntas la ropa en una laguna cercana a su hogar, se las veía
frecuentemente afanadas en esta labor.
Una tarde, algunas mujeres encontraron sus cadáveres flotando en el agua. ¿Qué había pasado?
Según se cuenta, las hermanas se enamoraron del mismo hombre, quien las sedujo y, luego, las
abandonó. Desesperadas, ellas decidieron terminar con sus vidas y se arrojaron a la laguna.
Inexplicablemente, se formó un gran remolino y las aguas, furiosas, se desbordaron. Cuando la
quietud volvió, la laguna tomó la forma de la luna en cuarto menguante.
Desde entonces, los lugareños cuentan que algunas noches suelen ver lavando a las tres Pascualas.
Otra versión de la leyenda dice que a la casa donde vivían con su padre habría llegado a hospedarse
un forastero. El hombre se enamoró de las tres muchachas y cada una, en secreto, le correspondió
su amor. Sin embargo, él no supo a cuál de las tres escoger, así que las citó a la laguna en la noche
de San Juan. Las esperó sentado en un bote y cuando vio su reflejo, desesperado, comenzó a gritar:
¡Pascuala!…
¡Pascuala!… ¡Pascuala! Las tres creyeron ser las elegidas, entraron en la laguna y se ahogaron. Desde
entonces, se dice que en las noches de San Juan, en la laguna aparece un bote y se escucha una voz
angustiada que llama a las muchachas.

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ZONA AUTRAL DE CHILE

El dedo del indio patagón


La leyenda cuenta que una noche estaba un marino español reflexionando frente al monumento del
navegante Hernando de Magallanes (en Punta Arenas), cuando de pronto se quedó mirando
fijamente al indio patagón que complementa dicha estatua.
Luego, se le ocurrió tatuarse en su pecho la figura del indígena y buscó un artista especialista que le
hiciera este trabajo.
El tatuaje quedó tan bien, que parecía cobrar vida a cada movimiento del marino, los ojos parecían
mirar y le temblaban las mejillas. Lo que más llamaba la atención era el dedo gordo del pie, que se
agitaba al moverse la piel.
El español, mirando su tatuaje frente al espejo, consultó mentalmente sobre si sus empresas
tendrían éxito o no. De pronto, vio cómo el dedo gordo del indio se sacudió afirmativamente. Feliz
con la respuesta, se dirigió al puerto a embarcarse.
Al pasar por el monumento, se detuvo junto a la figura del indio, y golpeándose el pecho, dijo: “Aquí
te llevo, amigo”. Quiero ser tan fuerte como tú, y que no me entren balas. Luego, cogió el dedo
gordo del pie y le dio un gran beso, diciendo: “Ayúdame, dame suerte”
Meses después, el marino regresó a Punta Arenas, radiante de alegría y contaba lo bien que le había
ido.
Así fue como nació la costumbre de que quienes pasan frente a la estatua tocan el dedo del pie del
indio, pidiendo protección y ayuda. Y que los viajeros deben besarlo y pedirle un pronto regreso a la
zona.
La doncella Calafate

El mito cuenta que un jefe tehuelche tenía una hija llamada Calafate que era lo que él más amaba.
Ella era una hermosa joven de ojos dorados y siempre había obedecido en todo a su padre. Pero las
cosas cambiaron cuando el clan de Calafate recibió a un joven selknam para que estuviera a prueba
entre ellos y superara el kloketen o rituales de iniciación para convertirse en hombre.

Pronto surgió el amor entre los dos jóvenes y pensaron en irse juntos, a pesar de que los tehuelches
solían menospreciar a los selknam y el jefe se oponía rotundamente a la unión. Por sus tradiciones,
no podían dañar al muchacho durante el kloketen y para evitar que siguieran con su relación, al
padre de Calafate no le quedó más remedio que pedir ayuda al chamán. Éste le respondió que no
podría hacer que se acabara su amor, pero sí podría mantenerlos separados para siempre.

La muchacha fue transformada mediante magia en una planta espinosa que nunca antes se había
visto en esas tierras, pero que tenía flores doradas como los ojos de Calafate. Por muchos meses el
joven vagó por la estepa buscando a su amada y los espíritus lo ayudaron, convirtiéndolo en una
pequeña ave que podía recorrer con más velocidad las grandes extensiones patagónicas. Un día de
verano, el joven metamorfoseado se posó en un arbusto que no había visto antes y al probar sus
frutos se dio cuenta de que eran tan dulces como el corazón Calafate. Así lograron reencontrarse
después de haber creído que no sería posible.

Una variante de esta historia cuenta que Calafate era una joven selknam y que el joven era un
prisionero yagán atrapado en las costas de Tierra del Fuego.

En la Patagonia se cuenta que el embrujo de Calafate permanece en los frutos de calafate y que
quien los coma una vez no dejará de regresar al lugar en que lo hizo.
Es por eso que la leyenda dice: "El que come Calafate, siempre vuelve por más".

ISLA DE PASCUA

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Make – Make
Este personaje está representado en Isla de Pascua como el creador del mundo. El mito cuenta
que Make-Make siempre miraba la Tierra que había creado, pero sentía que algo le faltaba. Un día,
por casualidad, tomó una calabaza que estaba llena de agua, y al mirar dentro vio con asombro que
su rostro se reflejaba en ella. Muy sorprendido por lo que había descubierto, saludó a su propia
imagen y en ese preciso instante un pájaro de posó sobre su hombro. Al ver que su imagen en el
agua se aparecía con un pico, alas y plumas, Make-Make tomó el reflejo y lo unió con el del pájaro,
naciendo así su primogénito.
Después de algún tiempo, Make-Make pensó crear a un ser a su imagen, que supiera hablar y
pensar como él lo deseaba. Fue así como probó fecundar las aguas del mar, las que se poblaron de
peces. Finalmente, fecundó una piedra en la que había tierra colorada, y de ella surgió el hombre.
Make-Make se puso muy contento al ver que el hombre estaba formado a su imagen y semejanza,
pero como encontró que se veía muy solitario, lo hizo dormir y fecundó una de sus costillas
izquierdas, creando así a la mujer.
Se dice que en los tiempos antiguos la tierra de Rapa Nui era muy grande, y que Uoke, el dios
devastador, tenía gran poder sobre ella. Podía producir movimientos sísmicos para hundirla o
levantarla cuando lo deseaba, usando para ello una palanca. Cierto día, cuando Uoke estaba
divirtiéndose levantando parte de Rapa Nui, se le quebró la palanca. De esta manera, Rapa Nui
quedó más abajo, y como afloraron solo las cúspides de las montañas, el continente sobresalió. Fue
así como se formó esta isla, bautizada con el nombre de Te-Pito-Te-Henua o El Ombligo del Mundo.

Aku-Aku
Una calurosa tarde de verano en Rapa Nui, unos diablos se sacaron la ropa para dormir una siesta.
En ese momento, pasó por ahí un joven llamado Takuihu, quien observó con gran asombro que los
cuerpos de los diablos no tenían carne… eran solo esqueletos. Cuando ya se iba, fue sorprendido por
otro diablo que estaba cerca. Este, desesperado, los despertó a gritos y les contó que un hombre los
había visto sin ropa. Los diablos, por temor al ridículo en que caerían si el joven contaba lo que había
visto, resolvieron matarlo.
Rápidamente dieron alcance a Takuihu y lo interrogaron sobre lo que había visto. El joven,
astutamente, los convenció de que no había visto nada; entonces, lo dejaron ir, pero decidieron
espiarlo para ver si mentía. Durante dos días lo vigilaron y estuvieron atentos a todos sus
comentarios, pero como el isleño se había dado cuenta de estas maniobras, jamás habló del tema
con otras personas. Finalmente, los diablos decidieron retirarse con la plena seguridad de que el
secreto de sus cuerpos no iba a ser conocido por nadie.
Cuando Takuihu se vio libre, tomó un trozo de toromiro (árbol endémico de esta isla) y talló en él la
horrible figura que había quedado grabada en su memoria.
Así fue como se crearon las imágenes de estos diablos con forma de esqueleto.

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