LA IGLESIA
Lo que la Iglesia verdaderamente es solamente lo penetran los ojos
TEMA 5º.
Habéis decidido casaros “por la Iglesia”. Buscáis que Cristo santifique
vuestro amor y celebrar vuestro matrimonio en el ámbito de la gran familia
de Dios. Como personas sois miembros de una familia y ciudadanos de una
sociedad y sabéis que el compromiso de vuestro amor afecta a vuestras
familias y a la sociedad; y como personas creyentes, sois miembros de la gran
familia que es la Iglesia, y sabéis que vuestro amor también le afecta a ella.
Lo que no se conoce no se ama: ¿conoces tu Iglesia?
Si os vais a casar por la Iglesia, tiene sentido que la conozcáis lo mejor
posible. Es fundamental profundizar en la realidad de la Iglesia, para ver en la
práctica cómo vivimos los rasgos que la definen y configuran: el programa de
las Bienaventuranzas, su carácter comunitario, la vivencia y celebración de
los Sacramentos y su misión en el mundo.
Una comunidad de hermanos, una gran familia
Esta Iglesia, que Jesús concibe en primer lugar como una comunidad de
hermanos que se sienten hijos de Dios y se aman, es, a la vez, una familia
estructurada. Siendo todos sus miembros iguales, sin embargo, algunos
tendrán una responsabilidad mayor en el servicio a sus hermanos: son los
diversos servicios o ministerios, como el Papa, los obispos o los sacerdotes.
En la Iglesia, que formamos todos, se muestran dos realidades. Está
compuesta por hombres limitados y pecadores: es pecadora; siempre
necesitada de purificación. Pero a la vez, en ella está presente el Espíritu
Santo, que le da la fuerza para cumplir su misión y vivir en el amor y servicio:
por ello, es también santa, porque su origen viene de Dios.
Con luces y sombras
Porque es una realidad divina encarnada en lo humano, la historia de
la Iglesia a través de sus más de veinte siglos de historia, está hecha de
luces y de sombras. El gran deseo de Jesús, de que fuera una familia que
viviera la comunión en el amor y la verdad, aún no se ha cumplido.
CURSILLOS PRE-MATRIMONIALES
de la fe: el ojo del cristiano creyente ve la Iglesia como su Madre y
Maestra, que le alimenta con sus Sacramentos y le conduce, a la luz de la
Palabra, hasta la vida eterna.
La Iglesia es el Pueblo de Dios
Frente a aquellos que identifican exclusivamente a la Iglesia con la
Jerarquía, la Iglesia es el Pueblo de Dios, integrado por todos los fieles, y, en
el cual, no cabe “ninguna desigualdad”. Todos estamos revestidos de la
dignidad de “hijos de Dios por nuestro Bautismo” e igualmente llamados a la
santidad, en el estado de vida al que Dios nos llame: sacerdocio, matrimonio,
vida religiosa...
Los Sacramentos: invitación a estar muy unidos al Señor
“Separados de mí no podéis nada”, dice Jesús (Jn 15,5). Si queréis dar
frutos de amor en “Iglesia doméstica” de vuestro hogar, debéis estar unidos a
Jesús, viviendo una intensa vida cristiana. La Lectura de la Palabra de Dios y
los Sacramentos son la mejor ayuda. Los Sacramentos son “medios de
comunicación y lugar de encuentro” con Dios. Son signos visibles que nos
acercan a Dios. Son siete: los de iniciación (Bautismo, Confirmación y
Eucaristía) los de curación (Penitencia y Unción de enfermos) y los que están
al servicio de la comunidad (Sacerdocio y Matrimonio).
Los Sacramentos de la Iniciación Cristiana nos convierten en cristianos
“adultos”. Por el Bautismo, somos hijos de Dios y miembros de su Iglesia; la
Confirmación nos confiere la plenitud del Espíritu Santo; la Eucaristía nos
sienta a la Mesa del Señor y es, a la vez, la fuente y la cumbre de la vida de la
Iglesia.
La familia es como una “Iglesia doméstica”, es decir, una Iglesia “en
pequeño” vivida en el hogar. Su vinculación se renueva mediante la fe y los
sacramentos.
1. “Lo que no se conoce, no se ama”. ¿Crees que conoces bien lo que es la
Iglesia?
2. La Iglesia es una gran familia. ¿Estoy orgulloso?, ¿soy un miembro
activo o un número más?
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