Está en la página 1de 34

A LOS PADRINOS

DE CONFIRMACIÓN
La palabra PADRINO y la palabra MADRINA
Se parecen a las palabras PADRE y MADRE.
Y la palabra AHIJADO y AHIJADA, se
parecen a las palabras HIJO e HIJA.

El PADRINO y la MADRINA son como el


PAPÁ y la MAMÁ, de su ahijado o ahijada,
no en el orden biológico, sino en el orden
espiritual.
El PADRINO Y LA MADRINA, son para el
joven o la joven que se confirman,
representantes de la comunidad eclesial, es
decir de la Iglesia, que se alegra porque
algunos de sus miembros, llegan a la madurez
en la fe, y se comprometen de manera más
personal y directa, en el seguimiento de
Jesús.
Para la Iglesia, el PADRINO y la MADRINA
son como la garantía, de que el joven y la
joven que reciben el Sacramento de la
Confirmación, van a ser educados como
verdaderos cristianos-católicos, tanto si
faltan los padres, como si, por alguna razón,
ellos no cumplen adecuadamente, su tarea
como primeros educadores de la fe de sus
hijos.
Esto quiere decir, claramente, que ser
padrino o madrina no es una mera cuestión
social, un tributo a la amistad, un
reconocimiento por algún favor recibido, una
búsqueda de apoyo económico, u otras cosas
parecidas.
Elegir un padrino o una madrina para el hijo
o para la hija, es una cuestión delicada, una
responsabilidad seria de los padres.

Y también lo es, aceptar el encargo de ser


padrino o madrina, de Bautsimo o de
Confirmación.
¿Qué pide la Iglesia a los
PADRINOS y MADRINAS,
de BAUTISMO y de CONFIRMACIÓN?
La Iglesia pide a los PADRINOS y a las
MADRINAS, de Bautismo y de Confirmación,
ser para sus ahijados y ahijadas, apoyo,
ayuda y ejemplo, en la vivencia de la fe
cristiana-católica.
Ser Padrino o Madrina, de Bautismo o de
Confirmación, tiene entonces, unas exigencias
formales, y unas exigencias espirituales, que
todos debemos respetar y cumplir.

Las exigencias formales son:

1.Ser mayores de 16 años,


2. Pertenecer a la Iglesia Católica,
3. Haber recibido los sacramentos del
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
La exigencia espiritual es que:
1. Que sean personas maduras en la fe,
creyentes y practicantes, porque deben ser
un ejemplo para sus ahijados. Todos
tenemos muchas limitaciones y debilidades,
todos cometemos pecados, pero es
importante estar en la búsqueda constante
del bien.
2. Que tenga relación de proximidad con el
ahijado, para que pueda influir
positivamente en él, apoyarlo y acompañarlo
espiritualmente.
La preparación inmediata del padrino y de la
madrina, para acompañar a su ahijado a
recibir el Sacramento del Bautismo o de la
Confirmación, requiere que esté en GRACIA
DE DIOS, es decir, que no tenga pecados
graves no confesados, esto hace posible que
en la celebración del sacramento se pueda
acercar a recibir la Comunión, junto con su
ahijado, y comenzar a vivir su
responsabilidad.
La tarea de los padrinos no es ni un honor, ni
un trabajo, ni un compromiso social.

La tarea de los padrinos es una función


eclesial, es decir, una misión, una tarea que
la Iglesia les confía, y que espera que
cumplan a cabalidad, como verdaderos
creyentes.

Dios pedirá cuenta a los padrinos de cómo


han cumplido su encomienda, y también los
premiará especialmente por lo que hayan
hecho por sus ahijados.
¿Cómo cumplen su función
los padrinos y las madrinas?

Fundamentalmente de cuatro formas:


1. Con la Oración.
Siendo una tarea espiritual, la primera ayuda
que brindan a sus ahijados es la oración.
Deben rezar por ellos con frecuencia, para
conseguirles la gracia necesaria para su vida
cristiana.
2. Con el buen ejemplo.
3. Enseñando, acompañando, corrigiendo,
aconsejando.
4. En ausencia de los padres (porque no
estuvieran presentes, o porque no se
ocuparan) debe velar por la formación
cristiana de sus ahijados, por su práctica
religiosa, por su buen comportamiento.
Decimos que los Padrinos y Madrinas deben
ser cristianos-católicos coherentes,
cristianos católicos fieles a su fe en Jesús,
y a la comunidad que él fundó que es la
Iglesia.

Y podemos preguntarnos entonces:


¿Qué implica esto?
¿Qué comprende?
¿Cómo se realiza?
Ser cristiano-católico coherente y fiel, NO ES:

- Tener una partida de bautismo


- Haberse casado por la Iglesia
- Ir a Misa de vez en cuando
- Decir "Yo creo en Dios y en la Virgen María"
- Tener una imagen de la Virgen o del Corazón de
Jesús en la casa
- Decir "Yo soy una persona honrada y no le hago mal a
nadie"
- Hacer novenas o rezar un Rosario cuando tenemos
necesidades o problemas personales o en la familia
Ser cristiano-católico coherente y fiel, ES:
Haberse encontrado con Jesús y tener con él una
relación íntima y profunda, que nos lleva a:
- Reconocerlo como el Hijo encarnado de Dios
-Conocer y aceptar sus enseñanzas y su ejemplo, como
modelo para nuestra propia vida. Esto quiere decir,
conocer el Evangelio y tratar de vivirlo con sinceridad y
constancia
-Mantener un trato constante y profundo con Dios, por
la oración diaria y por la recepción frecuente de los
sacramentos de la Eucaristía y de la Confesión
- Hacer del amor a Dios y del amor a los demás, el
principio fundamental de la vida. El Amor lo incluye
todo: servicio, perdón, respeto, solidaridad,
fraternidad, honestidad, justicia.
Dios no nos pide que seamos perfectos, Él conoce
nuestras debilidades, pero sí tenemos que vivir en
la búsqueda permanente de la bondad, mirando
siempre a Jesús que es nuestro modelo.

Tratar de que nuestros pensamientos, nuestras


palabras y nuestras acciones vayan por el mismo
camino - esto es la coherencia -; y que ese camino
sea el camino que siguió Jesús, según lo que leemos
en el Evangelio.

La clave es entonces, familiarizarnos con la lectura


del Evangelio, como nos lo dice con frecuencia el
Papa Francisco.
¿A qué se refiere la fidelidad?

A hacer de esta tarea de ser cristianos, una tarea


para toda la vida, sin cansarnos, levantándonos
cuando nos caemos a causa de nuestra fragilidad.
En esto nos ayuda el Sacramento de la Confesión,
que nos da la seguridad de que Dios nos perdona, y
nos comunica la fuerza para enmendar nuestra vida.

Trabajar sin desanimarnos por nuestras debilidades


y pecados, con la seguridad de que el Señor nos ve
y conoce nuestro corazón y nuestras intenciones.
Dios nos da oportunidades en la vida, y
tenemos que saber aprovecharlas. Esta de
ser padrinos es una de esas oportunidades.
Asumir nuestro papel de padrinos y madrinas,
con el deseo y la convicción profunda de
renovar nuestra propia fe, de retomar
nuestro camino, de corregir lo que tengamos
que corregir, para desempeñar nuestra tarea
lo mejor posible, no sólo con nuestro ahijado
o ahijada, sino también con relación a
nosotros mismos.
Hablemos ahora un poco
del Sacramento de la Confirmación,
que es en el que ustedes van a participar
como padrinos.

¿Qué es un sacramento?
¿En qué consiste el sacramento de la
Confirmación?
¿Qué nos da el Sacramento de la
Confirmación y qué nos pide?
¿QUÉ SON LOS SACRAMENTOS?

En palabras sencillas podemos decir que los


sacramentos son acciones sagradas que
utilizan objetos, palabras y gestos,
accesibles a nuestra capacidad humana de
conocer, por medio de los cuales celebramos
nuestra fe en Jesús, y Él obra en nosotros
por el poder del Espíritu Santo,
comunicándonos sus dones y sus gracias.
En los sacramentos, Jesús resucitado se
hace presente entre nosotros, es Dios en
nosotros, actúa en nosotros con todo su
poder de Dios, y nos da la salvación.

Los sacramentos nos capacitan para vivir


como verdaderos cristianos, procurando
parecernos cada vez más a Jesús, y
tratando de vivir como él vivió, amar como él
amó, servir a Dios y a los hermanos como él
los sirvió.
Pero los sacramentos no son acciones mágicas que
obran por sí mismas, independientemente de
nuestra disposición interior. Todo lo contrario.

Acercarnos a recibir un sacramento, cualquiera que


sea, nos exige, en primer lugar, tener fe, creer
que por las palabras y acciones del sacerdote,
Jesús mismo viene a nosotros y obra en nuestro
favor con su amor y su gracia, capacitándonos para
ser verdaderos discípulos de Jesús; y en segundo
lugar, estar dispuestos interiormente para poner de
nuestra parte todo lo que sea necesario, para que
el deseo de Dios se cumpla en nosotros.
Recibir los sacramentos sin tener una fe viva
y profunda, es una acción sin sentido, falsa,
una mera apariencia, que no está de acuerdo
en ningún momento con lo que significa ser
cristiano de verdad.
¿Qué es el Sacramento de la Confirmación?

El nombre lo dice. La Confirmación es el


sacramento que "confirma" el primer
sacramento que recibimos, que es el
Bautismo.

El Bautismo nos hace hijos de Dios y


herederos de su amor, y miembros de la
Iglesia que es su familia. La Confirmación
ratifica lo que somos, y nos declara adultos
en la fe.
En la Confirmación, Dios Padre y Jesús, envían
sobre nosotros el don del Espíritu Santo, que nos
fortalece espiritualmente, como hizo con los
apóstoles el día de Pentecostés, y nos hace capaces
de seguir cada día con mayor decisión, las
enseñanzas y el ejemplo de Jesús, como miembros
de la Iglesia.

De nosotros depende que este deseo de Dios se


realice, y para ello tenemos que poner nuestra
mejor disposición y todo nuestro empeño.
El elemento sensible que se usa en la Confirmación
es el Santo Crisma, un aceite perfumado que
bendice el Obispo, cada año, para este Sacramento
y también para el Bautismo y el Orden sacerdotal.
Es símbolo de la fuerza que Dios nos comunica por
el Espíritu Santo.
La unción, que es la acción simbólica, se hace en la
frente. Significa que por ella quedamos marcados
como pertenecientes a Cristo.
Las palabras que dice el Obispo reafirman una vez
más el sentido del sacramento: "Juan, por esta
santa unción, recibe el don del Espíritu Santo"
El Sacramento de la Confirmación es el
sacramento que nos consagra como adultos en
la fe, capaces de vivir la fe en Jesús con
todo lo que ella comprende, y capaces
también de ayudar a otros a crecer en esa
fe y a vivirla.
El Sacramento de la Confirmación es el
Sacramento del Apostolado, nos compromete
a participar en la acción evangelizadora de la
Iglesia, con la ayuda del Espíritu Santo.
Pero para que esto se haga realidad en nosotros,
para que el Sacramento de la Confrimación funcione
como tiene que funcionar, es necesario que nosotros
abramos nuestro corazón y nos hagamos disponibles
a ese don de Dios. Que acojamos en nuestro
corazón al Espíritu Santo, de la mejor manera
posible.

Porque Dios no obliga a nadie a nada; Él nos ofrece


su amor y su fuerza, y nosotros veremos si los
recibimos o no.
Todos ustedes ya fueron confirmados.
Algunos recordarán cómo fue la celebración
del sacramento y otros no. Sea como sea,
ésta es también una oportunidad que Dios les
da a ustedes, para que se hagan conscientes
de los dones que Dios les dio en aquel
momento, y los revivan en su corazón.
Dios quiere iluminar así su vida de hoy, para
que renueven su fe en Él, y retomen el
camino que Jesús nos señala en el Evangelio.
Una cosa más. A veces pensamos que los
sacramentos son la celebración en la iglesia y nada
más.

La verdad es otra: en la iglesia se tiene la


celebración, pero esa celebración es apenas un
punto de partida, el comienzo de un largo camino.
Los sacramentos se viven en la vida. El Bautismo se
vive en la vida de todos los días; la Confirmación se
vive en la vida de todos los días; la Eucaristía se
vive en la vida de todos los días; en lo que
hacemos, en lo que decimos, en lo que pensamos, en
lo que somos.
Cada sacramento que recibimos sella un
compromiso nuestro con Dios. Un compromiso
que Él cumple en lo que le corresponde, y que
espera que nosotros cumplamos en lo que nos
corresponde a nosotros.

Él nos da las gracias de su amor, pero


nosotros tenemos que abrir el corazón para
recibir esas gracias y cumplir nuestro papel
de hijos, lo mejor posible.
Que el Señor les ayude a cumplir su misión:
1. como cristianos-católicos confirmados,
adultos en la fe, y
2. como padrino o madrina de su ahijado,
que necesita su apoyo espiritual, en la
oración, en el ejemplo de vida, y en los
consejos.

También podría gustarte