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UNIDAD III: ENFOQUE SISTÉMICO

Orígenes epistemológicos e históricos. Teoría General de los Sistemas. Cibernética. Teoría de la Comunicación
Humana. Doble vinculo (como paradoja pragmática). Desarrollos epistemológicos actuales: cibernética de segundo
orden. Constructivismo. Construccionismo social. Principales modelos: estructural, estratégico, Escuela de Milán,
terapia narrativa. Aplicación en terapia individual, parejas y familias.

Bateson - Hacia una teoría de la esquizofrenia:


Metacomunicación: es lo que hay más allá del lenguaje explícito.
A partir de las observaciones de pacientes esquizofrénicos, se deriva una descripción de una situación de “doble
vinculo” y de las condiciones necesarias para ella, una situación en la cual una persona, haga lo que haga, “no puede
ganar”. Nuestra hipótesis es que alguien apresado por el doble vínculo puede desarrollar síntomas esquizofrénicos.

El doble vínculo (como paradoja pragmática) (es una relación opuesta a lo común entre dos personas, donde una
de ellas se encuentra atada a la otra por dos peticiones contradictorias, de tal modo de que cualquier respuesta sea
errónea; haga lo que haga, no puede ganar)
Los ingredientes necesarios para que tenga lugar una situación de doble vínculo son:
 Dos o más personas: designamos a una como la víctima. No suponemos que la madre solo imponga el doble
vínculo sino que ello puede deberse a la madre sola o a alguna combinación de madre, padre y/o hermanos.
 Experiencia repetida: el doble vínculo es un tema recurrente en la experiencia de la víctima. Nuestra hipótesis
no implica una única experiencia traumática sino experiencias tan repetidas que la estructura del doble vínculo llega
a constituir una experiencia habitual.
 Una instrucción negativa primaria: puede tener una o dos formas. A) “No hagas esto o te castigaré”. B) “Si no lo
haces te castigaré”. Seleccionamos un contexto de aprendizaje basado en la evitación del castigo antes que un
contexto de búsqueda de recompensa. Suponemos que el castigo puede ser el retiro del amor o la manifestación de
odio.
 Una instrucción secundaria: contradice a la primera en un nivel más abstracto y, como la primera, está reforzada
por castigos o señales que ponen en peligro la supervivencia. Esta instrucción secundaria es más difícil de describir
que la primaria por dos motivos. Primero, la instrucción secundaria por lo común es comunicada al niño por medios
no verbales (postura, gestos, tono de voz, etc.). Segundo, la instrucción secundaria puede chocar con cualquier
elemento de la prohibición primaria; por lo tanto, la verbalización de una instrucción secundaria puede incluir una
amplia variedad de formas. Por ejemplo: “No veas esto como un castigo”, “No te sometas a mis prohibiciones”, “No
pienses en lo que no debes hacer”, “No pongas en dudas mi amor”. Otros ejemplos se vuelven posibles cuando no es
un individuo sino dos, los que crean el doble vínculo. Por ejemplo, puede negar en un nivel más abstracto las
instrucciones del otro.
 Una instrucción negativa terciaria: prohíbe a la víctima escapar del campo. Parecería que en algunos casos la
posibilidad de abandonar el campo es anulada por ciertos recursos que no son puramente negativos. Por ejemplo,
promesas caprichosas de amor.
 Todos estos ingredientes ya no son necesarios cuando la víctima ha aprendido a percibir su universo en
patrones de tipo doble vínculo. Casi cualquier parte de la secuencia del doble vínculo puede bastar entonces para
desencadenar pánico o rabia. El patrón de instrucción conflictuales puede incluso quedar a cargo de voces
alucinatorias.

El efecto del doble vínculo


Toda vez que se produce una situación de doble vínculo cesa la capacidad de cualquier individuo para discriminar
entre los tipos lógicos (es una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas congruentes;
es por lo tanto, un razonamiento que conduce a dos enunciados mutuamente contradictorios, de tal modo, que
ninguno de los dos puede ser abandonado). Las características generales de tal situación son:
 Cuando el individuo participa en una relación intensa, esto es, una relación en la que siente que es de
importancia vital discriminar qué tipo de mensaje se le comunica, para poder responder adecuadamente.
 El individuo se ve atrapado en una situación en la que la otra persona expresa dos órdenes de mensajes y uno
de ellos niega al otro.
 El individuo es incapaz de efectuar un comentario acerca de los mensajes que recibió para corregir así su
discriminación en cuanto a qué orden de mensaje debe responder, esto es, no puede formular una enunciación
meta-comunicativa.
Este es el tipo de comunicación que se produce entre el pre-esquizofrénico y su madre, pero también existe en
las relaciones normales. Cuando una persona se ve atrapada en una situación de doble vínculo, responde
defensivamente de una manera similar a la del esquizofrénico. Un individuo adscribirá un sentido literal a una
metáfora cuando se encuentre en una situación en la que le es preciso responder, en la que enfrenta mensajes
contradictorios y cuando no puede comentar acerca de las contradicciones.
El esquizofrénico se siente constantemente bajo un intenso interrogatorio, por lo que habitualmente responde
con una insistencia defensiva en el nivel literal cuando éste resulta totalmente inadecuado. Los esquizofrénicos
confunden lo literal y lo metafórico en sus propias manifestaciones, cuando se sienten atrapados en un doble
vínculo. Lo que la metáfora tiene de conveniente es que hace que dependa del terapeuta (o de la madre) ver una
acusación en el mensaje o pasarla por alto si lo prefiere. El uso de una aseveración metafórica proporciona
seguridad. Sin embargo, también impide que el paciente formule la acusación que desea hacer. Pero el paciente
esquizofrénico parece tratar de mostrar que es una metáfora haciéndola más fantástica.
No solo es más seguro para la víctima de un doble vínculo recurrir a un orden metafórico de mensaje sino que, en
una situación imposible, conviene cambiar y convertirse en otra persona, o bien cambiar e insistir en que se está en
otra parte. El doble vínculo no puede entonces actuar sobre la víctima porque no se trata de él y porque está en otro
lado. Las aseveraciones que muestran que un paciente está desorientado pueden interpretarse como maneras con
que éste se defiende de la situación en que se encuentra. La patología aparece cuando la víctima misma no sabe que
sus respuestas son metafóricas o no puede decir lo que son. Para reconocer que habla en términos metafóricos
tendría que tomar conciencia de que se está defendiendo y que, por ende, teme a la otra persona. Tal toma de
conciencia implicaría condenar a la otra persona y provocaría un desastre.
Si un individuo ha tenido toda su vida el tipo de relación de doble vínculo su manera de relacionarse con la gente
después de un derrumbe psicótico tendrá un patrón sistemático. En primer lugar, no compartirá con las personas
normales las señales que acompañan a los mensajes para indicar lo que una persona quiere decir. Dada esta
incapacidad para juzgar con precisión lo que una persona realmente quiere decir y dada la excesiva preocupación
por lo que realmente se quiere decir, un individuo podrá defenderse eligiendo entre varias alternativas. Por ejemplo,
podría suponer que detrás de cada aseveración hay un significado oculto que amenaza. Si elige esto, se dedicará a
buscar significados detrás de todo lo que la gente dice y de los acontecimientos en el medio. Podría elegir otra
alternativa: aceptar literalmente todo lo que la gente le dice. Cuando el tono o el gesto o el contexto contradice lo
que la gente manifiesta, podría establecer un patrón consistente en reírse de esas señales meta-comunicativas.
Trataría a todos los mensajes como triviales. Puede también preferir pasar los mensajes meta-comunicativos. Para
tal fin le resultaría necesario ver y oír cada vez menos lo que sucede a su alrededor y evitar respuestas por parte del
medio. Trataría de apartar su interés del mundo externo y de concentrarse en sus propios procesos internos y, así,
daría una impresión de retraimiento y mutismo.
Esto significa que un individuo puede defenderse de maneras paranoide, hebefrénica o catatónica. Estas tres
alternativas no son las únicas. Pero no puede elegir precisamente aquella alternativa que lo ayudaría a descubrir qué
quiere decir la gente; no puede desentrañar los mensajes de otros.

Ceberio y Watzlawick - La construcción del universo. Conceptos introductorios y reflexiones sobre


epistemología, constructivismo y pensamiento sistémico:
Cap. Construyendo el estilo terapéutico
Frente al acto de conocer el mundo externo, el aparato cognitivo desenvuelve un mecanismo que activa nuestro
almacén de significaciones, arrojando como resultado la invención de la realidad. Realidad que se co-construye en la
interacción y que nos lleva a elegir y seleccionar estímulos. Por lo tanto, la elección y adopción de un modelo no
excede este marco de referencia.
El terapeuta en su proceso de hacer historia realizará cada uno de sus actos perceptivos, sumando abstracciones
que le posibilitarán conformar estructuras conceptuales, siendo estas mismas las que dibujarán un mapa
determinado de su realidad. Es este mapa el que convierte a las futuras percepciones en selectivas, tratando de
amoldar los nuevos pensamientos a la estructura conceptual de modo que no se contradigan.
Desde allí captamos lo que deseamos captar o por lo menos lo que nuestro mapa permite; por lo tanto, esta es la
evidencia de cómo recortamos la realidad a través de nuestra particular perspectiva, transformando a la percepción
en un acto selectivo. Esta selección es la que pauta nuestra epistemología, nuestra forma de conocer el mundo, y es
desde ésta, donde como terapeutas elegimos un modelo teórico, avalado por una teoría determinada. Por medio de
la teoría se pautan metodológicamente los pasos del conocer, se construyen hipótesis, se elaboran estructuras
conceptuales que organizarán y acomodarán el hecho observable bajo una lente normativizada por las reglas
inherentes a la misma.
Las teorías son a su vez las que respaldan y conforman modelos del saber y del conocimiento. Los modelos
terapéuticos se estructuran partiendo de dichas bases teóricas y se moldean a través de lo pragmático corroborando
o descartando el sustento por el cual se avalan. Se conforman estrategias, técnicas de intervenciones, dinámicas de
operatorias, etc. A posteriori, se desarrollarán casos clínicos que certificarán el grado de efectividad, comprobando
las hipótesis previamente planteadas.
El futuro terapeuta se posicionará ante su elección, con la cara de su historia, o sea, como portavoz de un código
familiar, de patrones, de normas, de una serie de estereotipos que conformarán sus estructuras conceptuales, en
síntesis, su mapa y solamente desde allí podrá elegir. Entra así en un modelo y el modelo entra en él. Esto quiere
decir que todos estos elementos de sus rasgos de personalidad, de sus constructos personales, conformarán un
estilo personal que se pondrá en juego en el plano de lo pragmático; por lo tanto, es inevitable que el modelo que
adopte sufra las modificaciones que promueve su estilo personal.
La introducción de una línea terapéutica, además, generará una selección de cuáles son las partes de la misma en
las que uno se siente más cómodo para trabajar. Esta es una de las tareas de los formadores de terapeutas: por una
parte, tratar de que el alumno pueda capitalizar sus recursos genuinos y naturales. Por la otra, desarrollar en él
aquellas técnicas que no competen a sus características para ampliar su gama de posibilidades de intervención.
Realizar el genograma del terapeuta posibilita entender desde su historia, la codificación de su familia de origen,
de la cual es representante representativo, sus disidencias y concordancias, su estilo personal, en síntesis, todo lo
que contribuya a conocer cómo conoce. Como terapeutas, la posibilidad de conocer nuestra epistemología implica,
entre otras cosas, acercarnos a nuestro universo de constructos personales, entender el por qué.
Estos cuestionamientos tienen como objetivo contactarse con el estilo de intervención que nos resulta más
sencillo de manejar, pero a la vez, comprender de dónde surgió, cuáles fueron las interacciones que llevaron a
desarrollarlo con mayor asiduidad.
El tratamiento dependerá no solo del modelo teórico que se utilice o del estilo personal de terapeuta que da vida
la modelo, sino también de la interacción con la experiencia única e irrepetible que implica el contacto con el
paciente, no produciéndose el mismo fenómeno con otro, a pesar de la similitud del caso.
El espacio terapéutico es el lugar donde se confrontan dos realidades: la del terapeuta y la del paciente. Este
espacio es donde se co-construyen realidades alternativas, que son el producto de la forma de interaccionar de
ambos integrantes. Ambos, terapeuta y paciente, contribuirán al diseño del problema y a su posterior reformulación
por múltiples vías.
Si estamos planteando la selectividad de las percepciones, es obvio que el abordaje clínico por medio de la
instrumentalización de estrategias será tendenciosa; las preguntas que podrá efectuar el terapeuta estarán
delimitadas por la construcción de hipótesis que surgirán de sus estructuras conceptuales y cognoscitivas, en la
interacción con el paciente. Por otra parte, este mismo paciente colaborará en dicha construcción, a partir de la
interacción, desde su propio mapa.
El hecho de no adherirse ortodoxamente a los modelos tiene sus ventajas: cuanto más rígida es la aplicación de la
línea teórica, esta rigurosidad termina cercenando la creatividad del terapeuta. El sobreadaptarse a un modelo
determinado genera la imposibilidad de sobrexplotar la originalidad.
La creatividad es la que permite la flexibilidad de ópticas, el sentirse plástico y abierto en el vínculo y es la que nos
hace reflexionar sobre instancias inusitadas de la dinámica terapéutica. Nos posibilita ensanchar la gama de vías de
acceso a la problemática que debemos solucionar, acrecentando en cantidad y calidad, las técnicas que podrán ser
implementadas, no solo porque calzan bien en el terapeuta, sino porque son las que se consideran más efectivas
para ese paciente.
Además, un modelo terapéutico deberá adaptarse no solo a las modificaciones personales que le imprime el
sujeto, sino también a la vertiente sociocultural de la sociedad en donde se aplique.
La creación de una corriente psicoterapéutica es siempre el resultado de tiempo de análisis, de horas de
investigación, de series de tentativas fallidas o alentadoras, etc., que llevan a una posterior sistematización que
estructura un diseño final. O sea, la invención de modelos de psicoterapia se gestan impregnados por momentos con
determinadas características sociales, o de crisis políticas, o de cierto tenor económico, que inciden sobre los
factores socioculturales propios del contexto en que se desarrollan y generan las condiciones necesarias para que un
profesional cree lo que deba crear.
Las corrientes en psicoterapia fueron el emergente de la sociedad de ese momento, pero a la vez ejercieron sus
efectos sobre la misma sociedad que los produjo.
Será necesario en la formación del psicoterapeuta que el instructor estimule y respete las condiciones
individuales, manteniendo la guía de un modelo que posibilite aprender a pensar y actuar.
Tal vez lo más importante es que, como formadores, más allá de la enseñanza de una línea de trabajo, generemos
profesionales responsables y comprometidos en el difícil rol de modificar la vida de un ser humano.

Elkaim - Constructivismo, construccionismo social y narraciones. ¿En los límites de la sistémica?:

Hacia fines de los años 70, el sistema que se estudiaba en terapia familiar era el de la familia y se consideraba al
terapeuta como un observador externo. Este abordaje aceptaba implícitamente que existía una realidad objetiva
exterior a nosotros, realidad que era necesario develar para ayudar a los pacientes a deshacerse de la red en la que
estaban capturados.
Sin embargo, a partir del comienzo de los años 80 un nuevo movimiento llamado constructivismo se expandió en
el ambiente de los psicoterapeutas de familia: este enfoque invocaba los trabajos de Ernst Von Glasersfeld, Heinz
Von Foerster, Humberto Maturana, Francisco Varela.
Luego, el constructivismo fue atacado a su vez en nombre del construccionismo social. Nuevas formas de terapia
que insistían sobre las narraciones o las soluciones propusieron reemplazar la metáfora cibernético/sistémica por la
metáfora postmoderna y antropológica.
Los trabajos de Heinz Von Foerster sobre la segunda cibernética así como los de Humberto Maturana y Francisco
Varela sobre la percepción, estuvieron parcialmente en el origen de la aplicación de las teorías constructivistas al
dominio de la terapia familiar.
Heinz Von Foerster insistió sobre la relación entre el sistema observador y el sistema observado, mostrando que
estos dos sistemas son inseparables. Consideraba que realidad y comunidad van de la mano.
Maturana y Varela subrayaron que la percepción visual nace en la intersección de aquello que se ofrece a
nosotros y de nuestro propio sistema nervioso. Ellos han demostrado que aquello que nosotros vemos no existe en
tanto que tal, al exterior de nuestro campo de experiencia, sino que resulta de la actividad interna que el mundo
externo dispara en nosotros. Los criterios de validación de una experiencia científica se basan en que lo necesario
para el investigador no es un mundo de objetos, sino una comunidad de observadores cuyas declaraciones formen
un sistema coherente, y es por esto que Maturana pone la objetividad entre paréntesis.
En definitiva, tanto Maturana como Varela, sostienen que el lenguaje no fue inventado por un sujeto que buscaba
aprehender el mundo exterior. Los seres humanos son indisociables de la trama de acoplamientos estructurales que
teje el lenguaje.
Gracias a estos pensadores, los terapeutas familiares han sido llevados a descubrir que la construcción mutua de
lo real en psicoterapia cuenta más que la búsqueda de la verdad o de la realidad:
 Una psicoterapia exitosa no implica que el terapeuta ha tenido razón sino que la construcción que él ha
edificado con los miembros del sistema terapéutico es operativa. La intervención del terapeuta en lugar de apuntar a
hacer surgir alguna verdad, debe tender más bien a aumentar el campo de las posibilidades.
 El concepto de acoplamiento estructural mantiene la importancia de la autonomía individual y, por lo tanto, de
la responsabilidad personal.
Fue hacia fines de los años 80 que las teorías del construccionismo social tomaron vuelo en los Estados Unidos.
Para Kenneth Gergen las significaciones así como el sentido de sí mismo y las emociones, nacen de un contexto
intrínsecamente relacional: no solamente el “yo” y el “tu” se manifiestan en el seno de los diálogos permitidos por
las relaciones humanas, sino que la identidad es producida por las narraciones surgidas de intercambios comunes,
remitiendo a las narraciones del yo a las relaciones sociales más que a las elecciones individuales. Desde esta óptica,
incluso las emociones corresponden a modos de funcionamiento social porque ellas están insertas en secuencias y
escenarios comunes.
Gergen propone a los terapeutas reemplazar las metáforas mecánicas de la cibernética por metáforas extraídas
de la teoría literaria o de la antropología postmoderna. Sitúa al construccionismo social en la era postmoderna. El
modernismo asimilaba al mundo a una gigantesca máquina que los hombres debían y podían comprender,
esperando que la comprensión del funcionamiento de esta máquina produjera conocimientos garantes de un
progreso limitado. El pensamiento moderno ponía el acento sobre los proyectos, la evolución, la objetividad y la
racionalidad. Mientras que el pensamiento postmoderno habría nacido hacia el fin de los años 70, juntamente con el
cuestionamiento de un orden político amoral que se preocupa únicamente en acumular más riquezas y poderes.
Tanto constructivismo como construccionismo social, al concebir el saber cómo una construcción del espíritu y al
rehusar uno y otro definir el conocimiento como el reflejo fiel de una realidad o de un mundo independiente de
nosotros, rechazan el dualismo sujeto/objeto. Pero para los construccionistas conceptos tales como “el mundo” o “el
espíritu” no tiene el estatus ontológico que parecen atribuirles los constructivistas, porque ellos pertenecen a
prácticas discursivas y son susceptibles de ser discutidos y negociados en el lenguaje. Según Gergen el
constructivismo describe la construcción del saber a partir de procesos intrínsecos al individuo mientras que el
construccionismo social busca remontar las fuentes de la acción humana a las relaciones sociales. La construcción
del mundo no se sitúa en el interior de la mente del observador, sino más bien en el interior de diferentes formas de
relación. Las consecuencias de este enfoque podrían ser:
Los intercambios verbales entre el terapeuta y el paciente no reflejan una cierta verdad, no se trata de verificar o
aplicar una teoría preconcebida sino de comprometerse en un diálogo potencialmente productivo.
Cuando el paciente habla de tal o cual problema es importante interrogarse acerca del contexto relacional
preguntándose hacia quién dirige ese discurso y con qué fin.
Al ser significados co-generados por el paciente y el terapeuta en el contexto terapéutico, no existe más una voz
única así como no existe un yo unificado: no hay una voz sino varias e incumbe entonces al terapeuta ayudar al
paciente a hacer surgir en él otras voces que le permiten orientarse hacia otras formas de conversación.

Los conversadores
Harry Goolishian y Marlene Anderson sostienen que la intervención terapéutica es un principio obsoleto: el
terapeuta no interviene más sino que se contenta de participar en la conversación terapéutica a partir de una
posición de perplejidad.
Para Michael White el terapeuta familiar debe buscar reconstruir las verdades que fueron separadas de las
condiciones y los contextos de su producción. White adhiere a la definición foucultiana de la exclusión como
consecuencia de la aceptación de una identidad socialmente atribuida: tanto para las personas como para los
grupos, sería la identidad impuesta al individuo marginalizado la que crearía la exclusión, más que la no-pertenencia
a tal o cual colectividad. Es fundamental develar la naturaleza política de las interacciones locales y se esfuerza, por
lo tanto, en exteriorizar los discursos interiorizados gracias a las conversaciones terapéuticas que apuntan a
repolitizar aquello que había sido despolitizado. Considera que los conocimientos culturales pueden terminar por
constituir un factor de subjetivización. Es en el espacio creado en terapia por la exteriorización de algunos de estos
discursos interiorizados, en la distancia nueva que la persona tiende a establecer con sus relatos, que las narraciones
alternativas pueden eventualmente, edificarse.
Como Anderson y Goolishian, Steven de Shazer piensa que los problemas están inscriptos en el lenguaje, pero en
oposición a estos autores, él se adjudica como principal objetivo resolver lo más rápidamente posible las dificultades
de los pacientes. Al interesarse mucho menos en la causa de los problemas que en el descubrimiento de las
soluciones, él se dedica a promover estas resoluciones amplificando los recursos latentes de las personas que han
solicitado su ayuda.

Los que preguntan


En el contexto en el cual el diálogo tiende cada vez más a ser preferido a la intervención para modificar las
significaciones y aumentar el campo de las alternativas posibles, la importancia terapéutica de las preguntas se
incrementa.

La terapia de colaboración
En 1994, Joan Aderman, Tom Andersen, Harlene Anderson, Marilyn Frankfurt, Peggy Penn, Tom Russell y Kathy
Weingarten difundieron un texto que precisa los puntos esenciales del enfoque que ellos preconizan, denominada
terapia colaborativa y queriendo ser una co-construcción de lo nuevo ligada al postmodernismo, este abordaje
opone los sistemas sociales definidos por las estructuras y los roles a los sistemas lingüísticos, las familias, los
individuos viviendo en el lenguaje y las organizaciones jerárquicas a las organizaciones horizontales e igualitarias. El
yo es una instancia múltiple que se funde en el lenguaje y las relaciones, en tanto que el no-saber del terapeuta es
considerado indispensable para la elección de nuevas posibilidades. Al concebir la terapia como una colaboración
entre dos personas con experiencias y perspectivas diferentes más que como una colaboración entre un experto y
sujetos que demandan ayuda, este grupo dedujo lógicamente que el terapeuta debe aceptar instalarse en un no-
saber a fin de abrirse a las posibilidades que el saber haría peligrar. Esta posición, que permite mantenerse en un
proceso de aprendizaje, privilegia la búsqueda común del terapeuta y el cliente sin implicar, sin embargo, el rechazo
de todo saber anterior.

Von Bertalanffy - Teoría General de los Sistemas:


La teoría general de los sistemas fue en origen una concepción sistemática y totalizadora de la biología
(denominada organicista) bajo la que se conceptualizaba al organismo como un sistema abierto, en constante
intercambio con otros sistemas circundantes por medio de complejas interacciones.
El significado de la teoría general de los sistemas
En pos de una teoría general de los sistemas
La biología, mecanicista, veía su meta en la fragmentación de los fenómenos vitales en entidades atómicas y
procesos parciales. El organismo vivo era descompuesto en células, sus actividades en procesos fisiológicos y por
último fisicoquímicos, el comportamiento en reflejos condicionados y no condicionados, el sustrato de la herencia en
genes discretos, y así sucesivamente.
En cambio, la concepción organísmica es básica para la biología moderna. Es necesario estudiar no sólo partes y
procesos aislados, sino también resolver los problemas decisivos hallados en la organización y el orden que los
unifican, resultantes de la interacción dinámica de partes y que hacen el diferente comportamiento de éstas cuando
se estudian aisladas o dentro del todo.
Propensiones parecidas se manifestaron en psicología. En tanto que la clásica psicología de la asociación trataba
de resolver fenómenos mentales en unidades elementales -átomos psicológicos-, la psicología de la Gestalt reveló la
existencia y la primacía de todos psicológicos que no son sumas de unidades elementales y que están gobernados
por leyes dinámicas. En las ciencias sociales el concepto de sociedad como suma de individuos a modo de átomos
sociales fue sustituido por la inclinación a considerar la sociedad, la economía, la nación, como un todo
superordinado a sus partes.
Existen modelos, principios y leyes aplicables a sistemas generalizados o a subclases, sin importar su particular
género, interesa la naturaleza de sus elementos componentes y las relaciones o “fuerzas” que imperen entre ellos.
Parece legítimo pedir una teoría no va de sistemas de clase más o menos especial, sino de principios universales
aplicables a los sistemas en general.
De aquí que adelantemos una nueva disciplina llamada Teoría General de los Sistemas. Su tema es la formulación
y derivación de aquellos principios que son válidos para los “sistemas” en general.
Podemos buscar principios aplicables a sistemas en general, sin importar que sean de naturaleza física, biológica
o sociológica. Consecuencia de la existencia de propiedades generales de sistemas es la aparición de similitudes
estructurales o isomorfismos en diferentes campos. Hay correspondencias entre los principios que rigen el
comportamiento de entidades que son intrínsecamente muy distintas. Esta correspondencia se debe a que las
entidades consideradas pueden verse, en ciertos aspectos, como “sistemas”, o sea complejos de elementos en
interacción.
Se diría, entonces, que una teoría general de los sistemas sería un instrumento útil al dar, por una parte, modelos
utilizables y trasferibles entre diferentes campos y evitar, por otra, vagas analogías que a menudo han perjudicado el
progreso en dichos campos.
La teoría general de los sistemas no persigue analogías vagas y superficiales. El isomorfismo que discutimos es
más que mera analogía. Es consecuencia del hecho de que, en ciertos aspectos, puedan aplicarse abstracciones y
modelos conceptuales coincidentes a fenómenos diferentes. Sólo se aplicarán las leyes de sistemas con mira a tales
aspectos. Esto no difiere del procedimiento general en ciencia.

Metas de la teoría general de los sistemas


En tanto que antes la ciencia trataba de explicar los fenómenos observables reduciéndolos al juego de unidades
elementales investigables independientemente una de otra, en la ciencia contemporánea aparecen actitudes que se
ocupan de lo que se llama “totalidad”, es decir, problemas de organización, fenómenos no descomponibles en
acontecimientos locales, interacciones dinámicas manifiestas en la diferencia de conducta de partes aisladas o en
una configuración superior, “sistemas” de varios órdenes, no comprensibles por investigación de sus respectivas
partes aisladas. Concepciones y problemas de tal naturaleza han aparecido en todas las ramas de la ciencia. Esta
correspondencia es más llamativa en vista de que cada ciencia siguió su curso independiente, casi sin contacto con
las demás y basándose todas en hechos diferentes y filosofías contradictorias. Esto indica un cambio general en la
actitud y las concepciones científicas. Parece que existen leyes generales de sistemas aplicables a cualquier sistema
de determinado tipo, sin importar las propiedades particulares del sistema ni de los elementos participantes.
Estas consideraciones conducen a proponer una nueva disciplina científica que llamamos teoría general de los
sistemas. Es una ciencia general de la totalidad. Sería una disciplina lógico-matemática, puramente formal en sí
misma pero aplicable a las varias ciencias empíricas.
Las metas principales de la teoría general de los sistemas son:
1) Hay una tendencia general hacia la integración en las varias ciencias, naturales y sociales.
2) Tal integración parece girar en torno a una teoría general de los sistemas.
3) Tal teoría pudiera ser un recurso importante para buscar una teoría exacta en los campos no físicos de la
ciencia.
4) Al elaborar principios unificadores que corren «verticalmente, por el universo de
5) las ciencias, esta teoría nos acerca a la meta de la unidad de la ciencia.
6) Esto puede conducir a una integración en la instrucción científica.

Sistemas cerrados y abiertos: Limitaciones de la física ordinaria


La física ordinaria solo se ocupa de sistemas cerrados, aislados del medio ambiente. El segundo principio de la
termodinámica afirma que, en un sistema cerrado, cierta magnitud, la entropía, debe aumentar hasta el máximo, y
el proceso acabará por detenerse en un estado de equilibrio. La entropía es medida de probabilidad y así un sistema
cerrado tiende al estado de distribución más probable. Sin embargo, la distribución más probable de una mezcla es
un estado de completo desorden. O sea que la tendencia hacia la máxima entropía o la distribución más probable es
la tendencia al máximo desorden.
Sin embargo, encontramos sistemas que no son sistemas cerrados. Todo organismo viviente es ante todo un
sistema abierto. Se mantiene en continua incorporación y eliminación de materia, constituyendo y demoliendo
componentes, sin alcanzar, mientras la vida dure, un estado de equilibrio químico y termodinámica, sino
manteniéndose en un estado llamado uniforme que difiere de aquél. Tal es la esencia misma del metabolismo, es
decir, de los procesos químicos dentro de las células vivas.
Las formulaciones habituales de la física no son en principio aplicables al organismo vivo. No ha sido sino hasta
años recientes cuando hemos presenciado una expansión de la física orientada a la inclusión de sistemas abiertos.
Esta teoría ha aclarado muchos fenómenos oscuros en física y biología, y ha conducido a importantes conclusiones
generales, de las cuales sólo mencionare dos.
La primera es el principio de equifinalidad. En cualquier sistema cerrado, el estado final está inequívocamente
determinado por las condiciones iniciales. No ocurre lo mismo en los sistemas abiertos. En ellos puede alcanzarse el
mismo estado final partiendo de diferentes condiciones iniciales y por diferentes caminos. Es lo que se llama
equifinalidad, y tiene significación para los fenómenos de la regulación biológica.
De acuerdo con el segundo principio de la termodinámica, la tendencia general de los acontecimientos en la
naturaleza física apunta a estados de máximo desorden y a la igualación de diferencias, con la llamada muerte
térmica del universo como perspectiva final, cuando toda la energía quede degradada como calor uniformemente
distribuido a baja temperatura, y los procesos del universo se paren. En contraste, el mundo vivo exhibe, en el
desarrollo embrionario y en la evolución, una transición hacia un orden superior, heterogeneidad y organización.
Pero, sobre la base de la teoría de los sistemas abiertos, la aparente contradicción entre entropía y evolución
desaparece. En todos los procesos irreversibles la entropía debe aumentar. Por tanto, el cambio de entropía en
sistemas cerrados es siempre positivo; hay continua destrucción de orden.
En los sistemas abiertos, sin embargo, no sólo tenemos producción de entropía sino también entrada de entropía
que bien puede ser negativa.

Información y entropía
Otra vía que está vinculada de cerca de la teoría de los sistemas es la moderna teoría de la comunicación.
La noción general en teoría de la comunicación es la de información.
Otro concepto céntrico de la teoría de la comunicación y el control es el de retroalimentación. Los dispositivos de
retroalimentación se emplean mucho en la tecnología moderna para estabilizar determinada acción, como en los
termostatos o los receptores de radio. Hay gran número de fenómenos biológicos que corresponden al modelo de
retroalimentación. Está, primero, lo que se llama homeostasis, o mantenimiento del equilibrio en el organismo vivo,
cuyo prototipo es la termorregulación en los animales de sangre caliente.
Existe un principio general de organización llamado mecanización progresiva. Al principio los sistemas (biológicos,
neurológicos, psicológicos o sociales) están gobernados por interacción dinámica entre sus componentes; más tarde
se establecen disposición fijas y condiciones de restricción que hacen más eficiente el sistema y sus partes, pero, de
paso, disminuyen gradualmente su equipotencialidad hasta acabar por abolirla. De modo que la dinámica es el
aspecto más amplio, ya que siempre es posible llegar, por leyes generales de sistemas, hasta la función como de
máquina, imponiendo condiciones adecuadas de restricción, pero no es posible lo contrario.

Causalidad y teleología
En el punto de vista llamado mecanicista, nacido de la física clásica del siglo XIX, el juego sin concierto de los
átomos, regidos por las leyes de la causalidad, generaba todos los fenómenos del mundo, inanimado, viviente y
mental. No quedaba lugar para ninguna direccionalidad, orden. El mundo de los organismos aparecía como producto
del azar.
La única meta de la ciencia parecía ser analítica: la división de la realidad en unidades cada vez menores y el
aislamiento de líneas causales separadas. Así, la realidad física era descompuesta en puntos de masa o átomos, el
organismo vivo en células, el comportamiento en reflejos, la percepción en sensaciones puntuales, etc.
Las nociones de teleología y directividad parecían caer fuera del alcance de la ciencia. No puede concebirse un
organismo vivo sin tener en cuenta lo que, variada y bastante vagamente, se llama adaptabilidad, intencionalidad,
persecución de metas y cosas semejantes. Estamos en condiciones de procurar modelos que simulen tal
comportamiento. Ya han sido mencionado dos de ellos.
Uno es la equifinalidad, la tendencia a un estado final característico a partir de diferentes estados iniciales y por
diferentes caminos, fundada en interacción dinámica en un sistema abierto que alcanza un estado uniforme, otro, la
retroalimentación, el mantenimiento homeostático de un estado característico o la búsqueda de una meta, basada
en cadenas causales circulares y en mecanismos que devuelven información acerca de desviaciones con respecto al
estado por mantener o la meta por alcanzar. Otro modelo de comportamiento adaptativo es creación de Ashby. Este
modelo es el de funciones escalonadas que definen un sistema, funciones que al atravesar cierto valor crítico, el
sistema emprende un nuevo modo de comportamiento. Así, por medio de funciones escalonadas, el sistema exhibe
comportamiento adaptativo de acuerdo al ensayo y error: prueba diferentes caminos y medios, y a fin de cuentas se
asienta en un terreno donde ya no entre en conflicto con valores críticos del medio circundante.

¿Qué es organización?
Características de la organización, trátese de un organismo vivo o de una sociedad, son nociones como las de
totalidad, crecimiento, diferenciación, orden jerárquico, dominancia, control, competencia, etcétera. Semejantes
nociones no intervienen en la Física corriente.

Teoría general de los sistemas y unidad de la ciencia


Hasta aquí se ha visto la unificación de la ciencia en la reducción de todas las ciencias a la física, en la resolución
final de todos los fenómenos en acontecimientos físicos. Desde nuestro punto de vista, la unidad de la ciencia
adquiere un aspecto más realista. Una concepción unitaria del mundo puede basarse no ya en la esperanza de
reducir al fin y al cabo todos los niveles de la realidad física, sino mejor en el isomorfismo de las leyes en diferentes
campos. Esto significa uniformidades estructurales en los esquemas que estamos aplicando. Significa que el mundo,
o sea la totalidad de los acontecimientos observables, exhibe uniformidades estructurales que se manifiestan por
rastros isomorfos de orden en los diferentes niveles o ámbitos. Llegamos con ello, a una concepción que, en
contraste con el reduccionismo, podemos denominar perspectivismo. No podemos reducir los niveles biológico, del
comportamiento y social al nivel más bajo, el de las construcciones y leyes de la física. Podemos, en cambio, hallar
construcciones y tal vez leyes en los distintos niveles. El principio unificador es que encontramos organización en
todos los niveles.

Pakman - Construcciones de la experiencia humana (compilado):


Aspectos del constructivismo radical - Ernst Von Glasersfeld
Hay 2 presupuestos que siempre han parecido naturales e inevitables: que un mundo completamente
estructurado existe independientemente de cualquier ser humano cognoscente que lo experimente; que el ser
humano tiene la tarea de descubrir cómo es ese mundo “real” y su estructura.
Principios del constructivismo
El constructivismo radical es un esfuerzo por eliminar la presunción del saber. No niega la posibilidad de conocer,
pero brega por mostrar que el conocimiento no es la mercancía que la tradición de la filosofía occidental nos quiere
hacer creer. El constructivismo es una teoría del conocimiento activo, no una epistemología que trata al
conocimiento como una encarnación de la verdad que refleja al mundo en sí mismo, independientemente del sujeto
cognoscente. Los dos principios básicos del constructivismo radical son:
 El conocimiento no se recibe pasivamente, ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación, sino
que es construido activamente por el sujeto cognoscente.
 La función de la cognición es adaptativa y sirve a la organización del mundo experiencial del sujeto, no al
descubrimiento de una verdad ontológica objetiva.
La aceptación de estos dos principios significa salirse de los caminos habituales y reconceptualizar una
perspectiva racional muy diferente del mundo.
El obstáculo principal es que los argumentos de los escépticos se han concentrado siempre en la negativa. Al
reiterar que el conocimiento verdadero de un mundo objetivo es imposible, ayudaron a perpetuar la idea de que el
conocimiento, debería ser una representación verdadera del mundo real.
LudwickFleck escribió: “el contenido de nuestro conocimiento debe ser considerado una libre creación de nuestra
cultura”. “Todo individuo pensante, en la medida en que es un miembro de alguna sociedad, tiene su propia
realidad, según la cual y en la cual vive”. “No solo los modos y medios de las soluciones de los problemas están
sujetos al estilo científico sino también la elección de los problemas”.
La noción de construcción cognitiva fue adoptada en nuestro siglo por Mark Baldwin y luego elaborado por Jean
Piaget. Un precursor de la teoría constructivista del desarrollo cognitivo y la cognición de Piaget fue Giambattista
Vico.

La naturaleza del conocimiento


Una de las ideas básicas de Vico es que los agentes epistémicos no pueden conocer nada excepto las estructuras
cognitivas construidas por ellos mismos. Para él conocer significa saber cómo hacer.
Para los constructivistas, la palabra conocimiento refiere a un bien que es radicalmente diferente de la
representación objetiva de un mundo independiente del observador que la corriente principal de la tradición
filosófica occidental ha estado buscando. En cambio, el conocimiento refiere a estructuras conceptuales a las que,
dado el rango de la experiencia actual dentro de su tradición de pensamiento y lenguaje, agentes epistémicos
consideran viables. Esto constituye una modificación drástica de la relación entre las estructuras cognitivas que
construimos y el mundo “real” que tendemos a suponer como “existiendo” más allá de nuestra interface perceptual.
En lugar de la relación ilusoria de “representación” se debe encontrar un modo de relacionar el conocimiento con la
realidad que no implique algo como similitud o correspondencia.
La objeción más frecuente hacia el constructivismo radical toma la forma de descartarlo como una especie de
solipsismo.
El constructivismo radical es pragmático. No niega una realidad ontológica, meramente le niega al
experimentador humano la posibilidad de obtener una verdadera representación de ella. El ser humano puede
encontrar ese mundo solo cuando un modo de actuar o un modo de pensar falla en lograr una meta deseada, pero
en esos fracasos no hay modo de decidir si la falta de éxito se debe a una insuficiencia del enfoque elegido o un
obstáculo ontológico independiente. Lo que denominamos “conocimiento” es el mapa de los caminos de acción y
pensamiento que, en ese momento del curso de nuestra experiencia, han resultado viables para nosotros.
El constructivismo está relacionado con el pragmatismo. Comparte una actitud hacia el conocimiento y la verdad
y, como lo hace el pragmatismo, va en contra del impulso común de escapar del vocabulario y prácticas de la propia
época y hallar algo ahistórico y necesario a lo cual aferrarse.

El conocimiento como una función adaptativa


Lo que distingue al constructivismo del pragmatismo es el interés por cómo llegamos a tener el conocimiento que
“nos permite manejarnos”.
Para Jean Piaget la cognición debe considerarse una función adaptativa.
El concepto de Piaget de adaptación, proviene de la teoría de la evolución. Refiere a un estado de los organismos
o las especies que se caracteriza por su capacidad para sobrevivir en un ambiente dado. Se ha tenido la impresión de
que la adaptación es una actividad evolutiva. Esto es equivoco. En la filogenia ningún organismo puede modificar
activamente su genoma y generar características que le permitan adaptarse a un ambiente modificado. Según la
teoría de la evolución, la modificación de los genes es siempre un accidente. Son estas modificaciones accidentales
las que generan las variaciones sobre las que puede operar la selección natural. La naturaleza no selecciona al más
apto. Deja vivir a aquellos que tienen las características necesarias para manejarse en su entorno y deja morir a
todos aquellos que no. Estar adaptado entonces significa ser viable.
Para Piaget (como para Vico), el conocimiento no es una “representación” del mundo real. Es la colección de
estructuras conceptuales que resultan estar adaptadas o resultan ser viables dentro del alcance de la experiencia del
sujeto cognoscente. Viabilidad y adaptación, en el dominio cognitivo, refieren al logro y mantenimiento del equilibrio
interno. Para el constructivista, por ende, el conocimiento tiene la función de eliminar las perturbaciones.
Tanto en la teoría de la evolución como en la teoría constructivista del conocimiento, la viabilidad está ligada al
concepto de equilibrio. El equilibrio en la evolución indica el estado de un organismo o especie en el cual el potencial
de supervivencia en un ambiente dado está asegurado genéticamente. En la esfera de la cognición el equilibrio es
entendido como un estado en el cual las estructuras cognitivas de un agente epistémico han arrojado y continúan
haciéndolo resultados esperados sin provocar conflictos conceptuales o contradicciones. En ninguno de los dos casos
el equilibrio es una cuestión estática sino que puede ser dinámico.
Para que la definición piagetiana de conocimiento sea plausible, se debe tener en cuenta que la experiencia de un
ser humano siempre incluye la interacción social con otros sujetos cognoscentes. Pero la introducción de la noción
de interacción social plantea un problema para los constructivistas. Si un sujeto cognoscente solo puede saber lo que
el propio sujeto ha construido, es evidente que los otros, con los cuales el sujeto puede interactuar socialmente, no
pueden ser considerados como ontológicamente dados.

El contexto de la teoría del esquema


Dos de los conceptos básicos de la teoría piagetiana son la asimilación y acomodación. Ambos deben
comprenderse dentro de la teoría constructivista del conocimiento. Piaget utiliza esos términos dentro del marco de
su teoría de esquemas.
Un bebé aprende rápidamente que un sonajero que se le dio hace un sonido reconfortante cuando se lo sacude y
esto le provee la capacidad de generar el sonido a su voluntad. Piaget ve esto como una construcción de esquema
que como todos los esquemas constituyen tres partes:
1) Reconocimiento de cierta situación (por ejemplo la presencia de un objeto aprehensible de forma redondeada
en un extremo).
2) Asociación de una actividad específica con esa clase de objetos (por ejemplo levantarlo y sacudirlo).
3) Expectativa de cierto resultado (por ejemplo el sonido reconfortante).
Si el bebé en vez de un sonajero agarra una cuchara y la sacude, no produce el resultado que el bebé espera: la
cuchara no produce sonido. Esto genera una perturbación (frustración) y la perturbación es una de las condiciones
que prepara el terreno para el cambio cognitivo.
La teoría del esquema involucra ciertos presupuestos acerca de los organismos cognoscentes. El organismo posee
las siguientes capacidades:
 La capacidad y la tendencia a establecer recurrencias en el flujo de la experiencia; esto, supone otras dos
capacidades:
 Recordar y recuperar (re-presentar) experiencias.
 Y la capacidad para hacer comparaciones y juicios de similitud y diferencia.
 Además está el presupuesto de que el organismo prefiere unas experiencias más que otras, esto significa que
posee unos valores elementales.
La teoría del aprendizaje que surge del trabajo de Piaget puede resumirse diciendo que el cambio evolutivo y el
aprendizaje ocurren cuando un esquema, en lugar de producir el resultado esperado, conduce a perturbaciones. La
perturbación a su vez conduce a la acomodación que puede establecer un nuevo equilibrio.
La teoría de Piaget involucra entonces un doble instrumentalismo. En el nivel sensoriomotor, los esquemas de
acción son instrumentales en tanto ayudan a los organismos a lograr sus metas en la interacción con el mundo
experiencial. En cambio, en el nivel de la abstracción reflexiva, los esquemas operativos son instrumentales en tanto
ayudan a los organismos a lograr una red conceptual coherente que refleje los caminos de acción y del pensamiento
que han resultado ser viables. La primer instrumentalidad es utilitaria; la segunda es epistémica.

El componente social: los “otros”


La interacción social tiene un papel importante en conexión con el concepto de viabilidad, sea el utilitario o el
epistémico. La interacción social se refiere a lo que ocurre entre los seres humanos e involucran el lenguaje.
Se supone que los seres humanos son desde el comienzo entidades experienciales privilegiadas. Los
constructivistas no niegan esto. Pero ya que su teoría del conocimiento intenta modelar el desarrollo cognitivo que
provee al organismo individual todos los componentes de su campo experiencial, quieren evitar presuponer
estructuras o categorías cognitivas innatas. Por ende, existe la necesidad de hipotetizar un modelo para la génesis
conceptual de los “otros”.
En el nivel sensoriomotor, los esquemas que un niño en desarrollo construye y consigue mantener viables
llegaran a involucrar una gran variedad de objetos (cucharas, muñecas, bloques) todos vistos, manipulados y
familiares como componentes de diversos esquemas de acción. Pero también habrá animales (gatos, perros), sus
acciones inesperadas causaran nuevas perturbaciones e inevitables acomodaciones. El niño llegara a atribuirle a
estas entidades propiedades (se mueven, sienten dolor, pueden ver y escuchar) que las diferencian radicalmente de
otros objetos familiares.
Un desarrollo similar sucede, con la involucración de los seres humanos a los esquemas de acción, quienes hacen
inevitable la interacción. Aquí, nuevamente, para desarrollar esquemas relativamente confiables, el niño debe
imputar ciertas capacidades a los objetos de interacción. Pero ahora, estas atribuciones comprenden no solo
capacidades perceptivas sino también cognitivas y pronto estos “otros” formidables serán vistos como poseyendo
intenciones, haciendo planes y siendo, muy y para nada predecibles en algunos aspectos. De la multiplicidad de estas
interacciones surge el modo en que el ser humano en desarrollo pensará acerca de los “otros” y de sí mismo.

Una perspectiva de la comunicación


Desde el punto de vista constructivista, en la comunicación se destaca claramente el hecho de que los usuarios
del lenguaje deben construir individualmente el significado de las palabras, frases, oraciones y textos. Una vez que se
ha construido cierta cantidad de vocabulario y reglas combinatorias (sintaxis) en interacción con hablantes del
lenguaje particular, estos patrones pueden usarse para conducir a un aprendiz a formar nuevas combinaciones y así
nuevos compuestos conceptuales. Pero los elementos básicos de los que se componen las estructuras conceptuales
individuales y las relaciones por medio de las cuales estas se mantienen unidas no pueden ser transferidos de un
usuario a otro. Estos bloques de construcción deben ser abstraídos de la experiencia individual, y su ajuste
interpersonal, que hace posible lo que denominamos comunicación, solo puede surgir en el curso de una prolongada
interacción con otros, a través de una orientación y adaptación mutua.
El significado que el niño adquiere de la palabra está formado por elementos que abstrae de su propia
experiencia. Puede transcurrir algún tiempo antes de que la interacción lingüística y social continua con otros
hablantes del lenguaje le provea al niño oportunidades para las acomodaciones necesarias para que el concepto que
ha asociado con determinada palabra se adapte al uso extendido que los adultos hacen de la misma. El proceso de
acomodar y ajustar el significado de las palabras y las expresiones lingüísticas continúan concretamente para cada
uno de nosotros a través de toda nuestra vida.
Comprender, es una cuestión de ajuste más que de similitud, significa haber construido una estructura
conceptual que en el contexto dado, parece ser compatible con la estructura que el hablante tenía en mente y esta
compatibilidad, se manifiesta a si misma solo a través del hecho de que el receptor no diga ni haga nada que
contradiga las expectativas del hablante.
Desde esta perspectiva, el uso del lenguaje en la terapia, en la escuela o en cualquier forma de instrucción es
mucho más complicado. El lenguaje no sirve para transferir información o conocimiento a un paciente o estudiante.
Decir no es suficiente, porque comprender no es una cuestión de recibir pasivamente sino de construir activamente.

Resistencias contra el modelo constructivista


El patrón de mantener categorizaciones, conceptos y teorías es un patrón universal. Desde el punto de vista
constructivista, la razón de ellos es que, cuando las teorías y conceptos han resultado útiles en el pasado, se
producen intereses creados por mantener el statu quo.
Para los biólogos la búsqueda de viabilidad concierne al ajuste con el ambiente externo, en cambio para el
constructivista, cuyo interés se centra en el dominio cognitivo en el cual no hay acceso a un ambiente externo, la
viabilidad y la adecuación son siempre relativos al mundo experiencial del sujeto cognoscente.
Existen otras consecuencias del enfoque constructivista que a veces son enfrentadas con indignación. Si la
viabilidad depende de las metas que uno ha elegido, metas que necesariamente se encuentran dentro del propio
mundo de la experiencia, y de los métodos particulares adoptados para alcanzarlos, es claro que siempre habrá más
de un camino. Y cuando se ha alcanzado una meta, este éxito nunca debe interpretarse como haber descubierto “el”
camino. Las soluciones desde la perspectiva constructivista, son siempre relativas.
El análisis constructivista de la comunicación crea también bastante incomodidad. El significado de señales,
signos, símbolos y lenguaje es subjetivo. Sin embargo, el lenguaje no puede ser completamente privado porque
todos lo usamos con más o menos éxito en la comunicación. Esto parece ser una paradoja, pero esta apariencia se
disuelve tan pronto como empezamos a ver la comunicación lingüística como tan solo otra forma de interacción
mutuamente ajustada, coordinada.
La experiencia de un objeto y la experiencia de una palabra están compuestas de elementos que son parte del
mundo experiencial del sujeto actuante y están determinados por aquello a lo que el sujeto atiende y cómo lo
percibe y lo concibe.
La acción humana es esencialmente instrumental, sea física, conceptual o comunicativa. Así como nuestros
conceptos se forman, modifican o descartan según cuán bien nos sirven en nuestros esquemas conceptuales, así las
asociaciones semánticas entre palabras y conceptos forman y modifican según cuán bien funcionan en nuestras
continuas interacciones con los hablantes de nuestro lenguaje.
El aspecto revolucionario del enfoque constructivista es que modifica el concepto de comprensión. Ya no puede
sostenerse que el significado de las palabras debe ser compartido por todos los usuarios de un lenguaje porque estos
significados se derivan de entidades fijas y externas. No es así. Cada usuario del lenguaje los ha abstraído de su
propio mundo experiencial. Existe una relación de ajuste o compatibilidad entre los significados que los individuos
atribuyen a una experiencia dada. Nuestra sensación de que hemos comprendido surge de la conclusión de que
nuestra interpretación de sus palabras y oraciones parece compatible con el modelo de su pensamiento y actuación
que hemos construido en el curso de nuestras interacciones con ellos.
En resumen, nuestro conocimiento del lenguaje y nuestro conocimiento de los otros no son, en esencial,
diferentes de nuestro conocimiento del mundo. Todo lo que llamamos conocimiento es el resultado de nuestra
propia reflexión y abstracción a partir de lo que percibimos y concebimos.

Watzlawick - Teoría de la comunicación humana:


Cap. 1. Marco de referencia
Introducción
Un fenómeno permanece inexplicable en tanto la observación no es lo suficientemente amplia como para incluir
el contexto en que dicho fenómeno tiene lugar. Esto se aplica al estudio de la conducta humana, normal o
patológica: estudiar una conducta aislada del contexto es hacer un estudio deductivo de la mente, cuando lo
correcto es ver también el contexto, o sea las relaciones observables con las demás personas. El vehículo de estas
relaciones es la comunicación. La comunicación puede estudiarse desde tres puntos de vista:
a) Sintáctico: cómo se comunican, cual es la secuencia u orden de los mensajes.
b) Semántica: qué significados comparten acerca de lo que dicen.
c) Pragmático: cómo influye la comunicación en sus conductas concretas.
El enfoque comunicacional de la conducta estudia no personas aisladas sino las manifestaciones observables de la
relación entre ellas.

Noción de función y relación


En matemática, la relación entre variables se llama función. Función es un concepto matemático equivalente al
de relación en psicología. Un aspecto de la conducta (memoria, atención, etc.) no puede ser visto aisladamente sino
en relación a otras cosas, en un contexto interpersonal.
Información y retroalimentación
El psicoanálisis postula a la conducta como resultado de una interacción hipotética de fuerzas intrapsíquicas que
obedecen a leyes de la energía. Falla porque se basa en el concepto de energía y no toma en cuenta el concepto de
información. Si pateamos a un perro este reaccionará: no le transmitimos simplemente energía sino que además
recibimos energía de él. Esto que se agrega es información, información acerca de cierto efecto producido.
El psicoanálisis parte del supuesto determinista: tales causas producen tales efectos. Frente al determinismo se
opone la teleología, que ve propósitos o fines en la conducta. Con la cibernética se vio que ambas ideas,
determinismo y teleología, pueden incluirse en otra más amplia que es la de retroalimentación.
La retroalimentación puede ser positiva o negativa. Esta última es la que lleva al sistema hacia la homeostasis. La
retroalimentación positiva lleva al cambio, a la pérdida de equilibrio. Los sistemas interpersonales incluyen los dos
tipos, son circuitos de retroalimentación porque las conductas de unas personas influyen sobre las otras, y viceversa,
y pueden tender al equilibrio o al desequilibrio.

Redundancia
El ser vivo, para cada nueva adaptación considera las adaptaciones anteriores, y no tienen que empezar cada vez
desde cero. Se llama proceso estocástico a estas nuevas combinaciones que van repitiéndose cada vez más por ser
las más adaptativas.
Según la teoría de la información, los procesos estocásticos muestran una propiedad: la redundancia o
constricción.
Es en el área pragmática donde menos conciencia tenemos de las reglas de comunicación o la interacción entre
personas. A pesar de estar permanentemente comunicándonos, somos casi por completo incapaces de
comunicarnos acerca de la comunicación. Del mismo modo que un observador que sabe ajedrez, al ver una partida
puede ir sacando conclusiones sobre las reglas de juego en base a ciertas redundancias (repeticiones) que ve, así
también al estudiar a las personas que se comunican podemos también detectar redundancias para conocer las
reglas de la comunicación.

Metacomunicación y concepto de cálculo


Estudiar la redundancia en el ajedrez o en la comunicación tiene mucha semejanza con hacer un cálculo, pues
calcular es combinar símbolos para obtener un resultado. Pero una cosa es usar los símbolos para calcular y otra
estudiar el cálculo mismo, que es el objeto de la metamatemática. Siguiendo con esta analogía, también hay
metacomunicación, que significa comunicarse acerca de la comunicación misma. La diferencia está en que se usan
dos lenguajes distintos para matemática y metamatemática, pero uno solo tanto para comunicarnos como para
metacomunicarnos.

Conclusiones
 Caja negra: la mente debe estudiarse en relación con su entorno, con las demás mentes (comunicación) más
que plantear hipótesis imposibles de verificar acerca de su funcionamiento interno o intrapsíquico.
 Conciencia e inconciencia: no importa tanto si el intercambio de información entre dos mentes es consciente o
inconsciente, sino que importa más cómo la consideran los comunicantes; sí deliberada y consciente o accidental e
inconsciente.
 Presente vs pasado: si bien la conducta depende de la experiencia previa, lo que A dice a B sobre su pasado está
siempre ligado a la relación actual entre A y B.
 Efecto vs causa: interesa más el efecto de la conducta sobre los demás que sus causas. En el síntoma interesa
más el para qué, que el por qué.
 Circularidad de las pautas de comunicación : en la interacción comunicacional hay una causalidad circular. A
produce B y B produce A. Los comunicantes rara vez se percatan de esta circularidad.
 Relatividad de lo normal a lo anormal : normalidad o anormalidad dependen de la situación interpersonal de la
persona y de la perspectiva subjetiva del observador, y por tanto puede variar de un instante a otro.
Cap. 2. Los axiomas de la comunicación humana
AXIOMA 1: No es posible no comunicarse
Es imposible no comunicarse. El permanecer silencioso sin hacer ni decir nada, también es estar comunicándose.
De igual modo el estar solos y comunicarnos con nosotros mismos también es comunicación: una comunicación
interna, intrapersonal, pero comunicación al fin. El sueño puede ser considerado, también, comunicación
intrapersonal. El interés de esta concepción está puesto en la comunicación interpersonal, y esto es uno de los
motivos por los cuales se habla de una `pragmática´ de la comunicación.
El dilema es el que presenta el esquizofrénico, que busca no comunicarse pero que inevitablemente lo está
haciendo.

AXIOMA 2: Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional, tales que el segundo
clasifica al primero, y es, por tanto, una metacomunicación
Una comunicación no solo transmite información (aspectos de contenido), sino que también impone conductas
(aspecto relacional). Toda comunicación tiene respectivamente, un aspecto referencial y otro conativo. 
El aspecto relacional clasifica al aspecto de contenido o, lo que es lo mismo, lo relacional es `metacomunicación´
mientras que lo informativo es simplemente `comunicación´.
Cuando decimos algo a alguien estamos comunicándonos, pero cuando decimos algo acerca de lo que estamos
diciendo, nos estamos metacomunicando, o sea, hablando sobre nuestra propia comunicación.

AXIOMA 3: La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los
comunicantes
La comunicación consiste en una serie de mensajes intercambiados mutuamente y que se influyen entre sí. Este
rasgo permite ver qué tipo de relación se da entre dos personas, ya que una cosa es si la serie es finita, o si es
infinita. Por ejemplo: la mujer regaña al marido y éste se retrae. La mujer vuelve a regañarlo porque está retraído y
el marido vuelve a retraerse porque la mujer lo regaña. En esta monótona interacción no hay un verdadero diálogo
que permita esclarecer qué sucede realmente entre ellos. La psicoterapia busca romper esa cadena infinita tratando
de que marido y mujer empiecen a `metacomunicarse´, es decir que empiecen a hablar acerca de sus mismas idas y
venidas verbales.

AXIOMA 4: Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta con
una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa pero carece de una semántica adecuada en el campo de la
relación, mientras que el lenguaje analógico posee la semántica adecuada en el campo de la relación, mientras que
el lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la
naturaleza de las relaciones.
Los seres humanos se comunican recurriendo a dos lenguajes distintos: el lenguaje `digital´ y el lenguaje
`analógico´.
Comunicación digital es comunicación verbal, y comunicación analógica es comunicación no verbal. Las palabras
es lenguaje digital. Las imágenes, las fotos, los dibujos, los gestos, las muecas, son lenguaje analógico.
Evolutivamente, el lenguaje analógico es más arcaico que el digital. El hombre muy primitivo se comunicaba más
con gestos y dibujos que por palabras. Y lo mismo el niño.
La gran diferencia que hay entre ambos lenguajes radica en que mientras en el lenguaje digital no hay semejanza
o analogía entre la palabra y el objeto, en el lenguaje analógico, sí hay una analogía entre el lenguaje y el objeto.
El lenguaje digital es más apto para comunicar contenido, mientras que el lenguaje analógico es mejor para
definir relaciones entre los comunicantes.
Si el lenguaje digital informa mejor sobre el contenido y el analógico sobre la relación, es porque entre ambos
lenguajes hay ciertas diferencias estructurales. La ventaja del lenguaje analógico es que comunica un sentido
rápidamente. Esto es lo que afirma este cuarto axioma cuando dice que el lenguaje analógico tiene una `semántica´
más adecuada para definir relaciones (`semántica´ quiere decir significado, sentido). Sin embargo, el lenguaje
analógico tiene sus desventajas cuando se trata de comunicar contenidos o información vinculada con cualquier cosa
que no sea la relación interpersonal. ¿Cómo explicar la teoría de la relatividad mediante gestos? El lenguaje digital se
presta mucho mejor para esto, porque tiene una `sintaxis´ poderosa (sintaxis significa relación entre unidad
lingüísticas, sean letras o palabras). Permite que seamos más exactos. En cambio el lenguaje analógico tiene el
problema de la ambigüedad. Una sonrisa puede indicar tanto simpatía como desprecio por ejemplo. Digitalmente,
“alegría” significa alegría.
El lenguaje digital tiene una buena sintaxis para comunicar contenidos, y el lenguaje analógico una buena
semántica para definir relaciones. Cuando las personas se comunican entre sí, en su necesidad de integrar ambos
lenguajes deben traducir constantemente lo digital a lo analógico, y viceversa, operación en la cual se pierde mucha
información.

AXIOMA 5: Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios, según están basados en
la igualdad o en la diferencia.
Este axioma se funda sobre el concepto de `cismogénesis´ de Bateson; es un proceso que muestra cómo van
cambiando las conductas de las personas a medida que van interactuando cada vez más.
Cuando dos personas se comunican pueden establecerse entre ellas dos tipos de relación: simétrica (basada en la
igualdad) o complementaria (basada en la diferencia).
En la relación complementaria hay entonces dos posiciones: una es superior, otra es inferior; una es buena y la
otra mala, etc.

Cap. 3. La comunicación patológica


Primer axioma: imposibilidad de no comunicar
Este principio empieza a funcionar patológicamente cuando es posible no comunicarse. Ello ocurre cuando una
persona da la impresión de `querer´ comunicarse pero no quiere aceptar el compromiso inherente a toda
comunicación. Evitará engancharse en la comunicación con el otro. Para ello tiene varios procedimientos:
 Rechazo directo: le dice que no tiene interés en hablar con él.
 Aceptación: el sujeto A termina por ceder a regañadientes, y cuanto más diga, más comprometido quedará en la
interacción comunicacional con B.
 Descalificación: se trata de trucos donde no se dice nada diciendo `algo´, y que se suelen usar cuando uno está
forzado a comunicarse con otro, pero no quiere hacerlo.
 Síntoma: recurre a un síntoma (finge somnolencia, dolor de cabeza, sordera), el cual pasa a ser el culpable de la
no comunicación.

Segundo axioma: contenido y relación


Los trastornos que pueden seguir en los aspectos de contenido y relación son:
 Los participantes concuerdan en el contenido y en la definición de la relación.
 Están en desacuerdo en los contenidos, pero ello no perturba su relación.
 Están de acuerdo en los contenidos, pero no en el nivel relacional.
 Confusión entre contenido y relación: se da cuando a) se intenta resolver un problema relacional en el nivel de
contenido; b) se intenta resolver un problema de contenido en el nivel de relación.
 Situación donde una persona se ve obligada a dudar de sus propias percepciones en el nivel de contenido, a fin
de no poner en peligro una relación vital con otra persona. Esto lleva a pautas de comunicación paradójica.
 En el peor de los casos, los participantes están en desacuerdo con respecto a los contenidos, y también en nivel
de relación.

Tercer axioma: puntuación de la secuencia de hechos


Las discrepancias sugeridas en los intercambios de mensajes entre personas pueden llevar a impasses
interaccionales y, eventualmente, a acusaciones mutuas de maldad o de locura. La solución pasa por
metacomunicarse.
Cuarto axioma: comunicación digital y analógica
El aspecto patológico pasa por errores de “traducción” entre el material analógico y el digital. Se dan dos casos:
errores al traducir lo analógico a lo digital, y, a la inversa, errores de traducción de lo digital a lo analógico.
 Error al traducir lo analógico a lo digital : los mensajes analógicos (una imagen, un gesto) se prestan a
interpretaciones digitales muy distintas y a menudo incompatibles, interpretaciones que se hacen en base a la
particular visión de la relación que la persona tiene con el otro. Un regalo (mensaje analógico) puede ser entendido
por el otro como una muestra de afecto, como un soborno, como una restitución, etc., o sea, tiene diferentes
traducciones digitales. La psicoterapia se ocupa de hacer que el paciente digitalice correctamente su material
analógico, haciéndolo menos angustiante y más adecuado.
 Error al traducir lo digital a lo analógico : un mensaje analógico puede traducirse a lenguaje digital (proceso
llamado digitalización). Sin embargo cuando el mensaje quedó digitalizado, puede volver a traducirse al modo
analógico (proceso llamado simbolización). Esto último ocurre cuando hay una pérdida parcial de la capacidad de
metacomunicarse digitalmente. Por ejemplo, cuando la tensión entre dos países es muy grande y se rompen las
relaciones diplomáticas (no pueden metacomunicarse), los mensajes empiezan a expresarse analógicamente como
movilización de tropas.

Quinto axioma: interacción simétrica y complementaria


Las relaciones simétricas o las complementarias no son ni buenas ni malas. Caben tres posibilidades: 1)
mantenerse en una relación simétrica; 2) mantenerse en una relación complementaria; y 3) alternar flexiblemente
los intercambios simétricos y complementarios. Las patologías potenciales en la interacción simétrica y
complementaria tienen relación con los dos primeros casos.
1) En una relación simétrica existe siempre el riesgo de la competencia. Por competencia, uno quiere empezar a
ser más que el otro, este reacciona igual y todo desemboca en la lucha abierta. En una relación simétrica sana, cada
uno puede aceptar al otro como es y confirmar ambos en forma realista y recíproca sus respectivos self, sobre la
base de un respeto mutuo. Cuando esta relación se derrumba, la confirmación cede su lugar al “rechazo”.
2) En las relaciones complementarias puede darse también una mutua confirmación sana y positiva. Pero si se
tornan patológicas, es más frecuente observar “desconfirmaciones” mutuas más que “rechazos”. Consecuencia:
ambos terminan frustrados y despersonalizados.

Cap. 4. La organización de la interacción humana


La interacción como sistema
La interacción es un sistema. En la definición de sistema entran en juego tres cosas: objetos, atributos y
relaciones. Un sistema es un “conjunto de objetos, así como de relaciones entre los objetos y entre sus atributos”.
Los objetos pueden ser seres humanos individuales, grupos, naciones, etc.
Los atributos son las propiedades de los objetos. En este contexto consideramos relevante la conducta
comunicacional: veremos a los objetos como personas que se comunican con otras personas.
Las relaciones son los vínculos establecidos entre los individuos, cuya naturaleza se define cuando se comunican
entre sí. No interesa tanto el contenido de la comunicación, sino su aspecto relacional o conativo. El mensaje
enviado será respondido por la otra persona, quien a su vez definirá su relación con la primera.
El sistema interaccional es un conjunto de dos o más comunicantes en el proceso, o en el nivel, de definir la
naturaleza de su relación. Es un conjunto de dos a más individuos que definen sus relaciones mutuas mediante un
intercambio de mensajes.
Un sistema se compone a su vez de sub-sistemas y a su vez está incluido en un sistema más amplio llamado
medio. Por ejemplo, familia y terapeuta son dos sub-sistemas que conforman el sistema terapéutico, y este a su vez
está inmerso en el sistema macrosocial (medio). Es posible hablar de una jerarquía de sistemas donde cada uno tiene
una autonomía relativa. Autonomía relativa significa que cualquier sistema sufre o puede sufrir la influencia de los
otros sistemas y a su vez influye a estos. Tal es una forma de definir a los sistemas abiertos.
Es de gran importancia tener en cuenta la variable “tiempo” para el estudio de los sistemas interaccionales: un
lapso de tiempo está siempre implícito en un sistema, ya que todo sistema implica interacción entre sus elementos,
y por tanto esto requiere una secuencia temporal: un antes, un durante y un después.

Propiedades de los sistemas abiertos


Estas propiedades son:
 Totalidad: un sistema se comporta como un todo inseparable y coherente, lo cual significa que cualquier cambio
en una de sus partes, provoca un cambio en las demás y en el sistema total. El principio de totalidad afirma que un
sistema es más que suma de sus partes (no sumatividad). El hecho de que dos o más elementos se interrelacionan,
produce una nueva cualidad emergente, diferente de las cualidades de cada elemento o la simple suma de ambas.
Este principio de totalidad implica que la relación entre las partes es circular, no unilateral. La relación circular
implica que ambos elementos se influyen mutuamente, y esto apunta a otra propiedad de los sistemas abiertos: la
retroalimentación.
 Retroalimentación
 Equifinalidad: este principio sostiene que los resultados no están determinados tanto por las condiciones
iniciales como por la naturaleza del proceso o los parámetros del sistema. Es decir, la conducta equifinal de los
sistemas abiertos está basada en su independencia respecto de las condiciones iniciales. Se tienen dos
consecuencias: a) a partir de condiciones iniciales distintas podemos llegar al mismo resultado; b) a partir de una
misma condición inicial podemos llegar a distintos resultados.

Sistemas interaccionales estables


Cuando consideramos un sistema interaccional donde interactúan personas, este sistema puede ser: a) un
conjunto de personas que se encuentran casualmente por primera vez, donde se conocen poco y nada entre sí, y b)
un conjunto de personas que lleva ya tiempo formado y donde todos se conocen y tienen ciertas reglas de
interacción establecidas. En este último caso hablamos de “relaciones estables”, entendiendo no sólo las que son
importantes para los miembros si no también duraderas y de alguna forma, predecibles. Las interacciones se realizan
en el contexto de una red consolidada naturalmente a través del tiempo, y al sistema así construido lo llamamos un
“sistema de estado constante” o un “sistema interaccional estable”.

La familia como sistema


Si la familia es un sistema abierto estable, entonces deben poder aplicárseles ciertos principios o propiedades
inherentes a ese tipo de sistemas: 1) totalidad, 2) no sumatividad, 3) retroalimentación y homeostasis, y 4)
calibración y funciones escalonadas.
1) Totalidad: cualquier cambio, favorable o no, en el miembro de la familia identificado como paciente, influirá
por lo común sobre los demás miembros, afectando su salud psíquica, social o incluso física.
2) No sumatividad: el análisis de una familia no es lo mismo que la suma de los análisis de sus miembros
individuales, pues se establecen ciertos patrones interaccionales que trascienden lo individual. Muchas “cualidades
individuales”, sobre todo los síntomas, suelen ser características del sistema, no del individuo.
3) Retroalimentación y homeostasis: la familia tiende a perpetuar los modos de relación entre sus miembros. Pero
¿qué pasa si desde afuera el sistema familiar es influenciado para cambiar esos modos de relación? Cuando esto
sucede, la familia manifiesta una serie de conductas que tienden a hacer recuperar al sistema el equilibrio perdido
(homeostasis familiar) (Jackson).
La retroalimentación negativa está muy acentuada en familias con pacientes esquizofrénicos.
4) Calibración y funciones escalonadas: en familias con pacientes designados hay una tendencia a fijar su
termostato interno en un rango muy chico. Allí, los mecanismos homeostáticos se activan con mucha facilidad, pues
el menor cambio ambiental genera reacciones inmediatas para preservar su equilibrio. Otras familias tienen su
termostato calibrado en un rango más amplio, y no reaccionan tan rígida y velozmente como las anteriores. Pueden
asimilar mejor los cambios sin necesidad de contrarrestarlos mediante veloces mecanismos de retroalimentación
negativa. Están entonces, en mejores condiciones para enfrentar los cambios y poder cambiar en función de ellos. El
proceso terapéutico estaría encaminado a lograr que la familia pueda instrumentar una función escalonada que le
permita pasar a un nuevo equilibrio y no volver siempre al estado anterior.

MODELO ESTRATÉGICO

Haley - Terapia para resolver problemas:


Introducción
El enfoque terapéutico tiene por objeto principal solucionar dentro del marco familiar los problemas que se le
presentan a un cliente, haciendo hincapié, no en un método particular, sino en encarar cada problema con técnicas
especialmente adecuadas para esa situación específica. La tarea del terapeuta consiste en formular con claridad el
síntoma presentado y planear una intervención en la situación social del cliente a fin de modificarlo.

Definición de un problema
Nuestro enfoque no hace hincapié en el individuo sino que se centra en la situación social. A un problema lo
definimos como un tipo de conducta que integra una secuencia de actos realizados entre varias personas; la terapia
se concentra en esa secuencia reiterada de comportamientos. Un síntoma es la cristalización de una secuencia que
tiene lugar dentro de una organización social, es una etiqueta que se le adosa.
El hecho de dejar de pensar en unidad individual para pasar a una unidad social de dos o más personas tiene
ciertas consecuencias sobre el terapeuta. No solo debe contemplar los problemas humanos de una manera distinta,
sino que ha de considerarse a sí mismo un miembro más de la unidad social dentro de la cual está contenido el
problema.

El diagnóstico como parte del problema


Catalogar a un niño o a un adulto significa participar en la creación de un problema en forma tal que puede
dificultar aún más el cambio deseado. El terapeuta que describe una situación familiar ha creado problemas con ello,
aunque quizás piense que solo está identificando los problemas que le plantearon. El modo en que clasificamos un
dilema humano puede cristalizar un problema y volverlo crónico.

Los colegas como parte del problema


Si un terapeuta acepta en tratamiento a un adulto joven internado en un hospital para enfermos mentales con
diagnóstico de esquizofrenia, ¿cómo se define el problema? El terapeuta no puede fingir que el problema
terapéutico se circunscribe al joven y su familia, cuando son otros quienes deciden si se le da de alta y cuando
pueden lograrlo en cualquier momento sin autorización del terapeuta. De igual modo, para atender a un hombre o
mujer que está en libertad condicional. Cuando está involucrado el control social, el medio profesional forma parte
del problema planteado; por lo tanto, el terapeuta no limitará la unidad social a la familia, sino que incluirá también
a los colegas profesionales.

Unidades sociales más amplias


Hay casos en que la unidad social es más amplia. Si un niño se niega a ir a la escuela, podemos decir que su
conducta constituye un problema terapéutico. Se espera que el terapeuta intervenga tanto en la familia como en la
escuela y logre que el niño se conduzca como corresponde. Si el terapeuta encara el problema desde el punto de
vista social, le será difícil limitarse a pensar en el niño o la escuela sin entrar a considerar el sistema económico y las
cuestiones sociales en que se inserta el colegio.

¿A dónde apunta el terapeuta?


No es fácil discernir cuál es la tarea del terapeuta. Sea cual fuere la posición radical que adopte como ciudadano,
en cuanto terapeuta su obligación es definir la unidad social que él puede cambiar para resolver así el problema que
le presenta el cliente. La eficacia del terapeuta se mide en términos del resultado de su terapia, no por su posición
moral o su justificable indignación ante una sociedad que coadyuva a crear los problemas que él intenta resolver. El
punto de vista más útil para él es pensar que dentro de cada situación existe suficiente variedad para poder
establecer algún ordenamiento mejor.

1. Cómo conducir la primera entrevista


Se necesita flexibilidad y espontaneidad. La probabilidad de éxito aumenta si se combinan los procedimientos ya
conocidos con técnicas innovadoras.
Para que una terapia termine adecuadamente, debe comenzar adecuadamente, este es, estableciendo el
“contrato” en torno a un problema resoluble y descubriendo la situación social que por necesidad lo genera. El acto
terapéutico empieza por la manera de examinar el problema. El acto de intervención saca a luz los problemas y las
pautas de relación a modificar. Las variables son muchas, pero la mayoría caen en las categorías de tiempo, lugar,
honorarios, número de personas involucradas y directivas especiales necesarias para iniciar el tratamiento.
El terapeuta que encare una situación particular con plena libertad de acción puede resolver que lo mejor es
actuar en su consultorio, en el hogar del cliente, en el sitio donde trabaja, la calle o la escuela. La primera entrevista
puede durar media, una o varias horas. El terapeuta puede proponer enseguida un cambio o proceder
pausadamente y no solicitar de inmediato ninguna acción. Puede entrevistarse a una o varias personas en la primera
visita (familia, amigos y otros profesionales). Un terapeuta experto puede comenzar de muy diversas maneras, pero
aquí indicaremos cómo ha de iniciar, preferiblemente, su primera entrevista un terapeuta común.
Es sensato entrevistar al grupo natural en cuyo seno se manifiesta el problema, iniciando así de inmediato la
búsqueda de una solución. El terapeuta debe reunir a las personas para ayudarlas a individualizarse y es más lógico
empezar ese proceso de individuación de inmediato, en la primera entrevista. Aunque, una vez iniciado el
tratamiento, el terapeuta puede querer entrevistar individualmente a los miembros de la familia con un propósito
determinado, al principio es mejor conocer a todos cuantos habitan el hogar, para captar rápidamente el problema y
la situación social que lo genera. El mejor diagnóstico para terapia es aquel que permite al grupo social responder a
los intentos de producir un cambio. Para ello, lo mejor es comenzar entrevistando a toda la gente involucrada, ya
que el cambio los afectara a todos.
Cuando se trata de una primera entrevista de tipo corriente, el terapeuta debe solicitar la asistencia de todos los
involucrados, especialmente si el “problema” es un niño. Si la escuela está implicada, conviene por lo general
celebrar en ella la primera entrevista, con asistencia del maestro, el asesor psicopedagógico, el niño y los padres. La
unidad social adecuada comprende a todos cuantos habitan el hogar; cualquiera que mantenga estrecha relación,
debe asistir a la sesión (por ejemplo, una abuela). Todos los involucrados deben estar presentes en la primera
entrevista.

Etapas de una primera entrevista (como estrategia; entrevista exploratoria)


Una primera entrevista comienza con el primer contacto establecido con relación a un problema. Por lo común,
alguien solicita telefónicamente una entrevista, recogiéndose ya entonces cierta información. El terapeuta debe
pedir que todos cuantos habiten en el hogar asistan a la primera entrevista.
Al presentarse la familia, la entrevista recorre las siguientes etapas: 1) etapa social: se saluda a la familia,
procurando que se ponga cómoda; 2) etapa de planteo del problema: se inquiere acerca del problema presentado;
3) etapa de interacción: se pide a los miembros de la familia que conversen entre sí; 4) etapa de fijación de meta: se
solicita a la familia que especifique los cambios que desea lograr. Finalmente, se fija día y hora para una nueva
sesión, a la que asistirá toda la familia o parte de ella.

oLa etapa social


Todos los miembros de la familia deben participar. Al entrar al consultorio se sentaran dónde y cómo lo deseen.
Una vez que se haya presentado, el terapeuta deberá dirigirse a cada integrante de la familia y preguntarle cómo se
llama. Conviene obtener una respuesta de cada persona, para definir la situación en el sentido de que todos son
importantes y están involucrados en ella. No permitirá que nadie empiece a comentar el problema hasta tanto no
haya obtenido de cada entrevistado alguna respuesta “social”.
Mientras la familia se acomoda, el terapeuta puede observarla para tener una idea de cómo empezar la etapa
siguiente; muchas veces el modo en que los miembros se sientan revela la organización de esta. La mayoría de las
familias que vienen con un problema se coloca a la defensiva con respecto a él. El terapeuta debe observar el estado
de ánimo de la familia, dato necesario para conseguir que cooperen en el cambio.
El terapeuta debe observar las relaciones existentes entre padres e hijos. Debe reparar además en la relación
existente entre los padres o los otros adultos que traen a los niños. Cuando hay un niño problema en la familia, los
adultos suelen discrepar sobre cómo tratarlo.
¿Cómo se conducen con el terapeuta los miembros de la familia? La conducta de los niños dará ciertos indicios
sobre lo que le han dicho sus padres acerca del lugar de la sesión. El terapeuta reparará especialmente en qué
miembro de la familia intenta ponerlo a él de su parte.
Es importante recoger información como así también considerar las conclusiones extraídas como provisionales.
Lo que la observación ha suministrado puede verificarse en el transcurso de la sesión.
También es importante que el terapeuta no comunique a la familia sus observaciones. No solo porque puede
equivocarse en su suposición, sino también porque, de acertar, le está señalando a la familia lo que está ya sabe y
preferiría no reconocer; esto podría suscitar una actitud defensiva entre sus integrantes y causar dificultades.

o La etapa de planteo del problema


Hasta esta altura de la entrevista se ha mantenido un diálogo social con la familia, que puede ser muy breve o
bien prolongarse durante algunos minutos; pero es preciso pasar de esta etapa a la de terapia, donde la situación ya
no es de tipo social sino que obedece a un propósito.
El terapeuta y la familia deben determinar de qué clase de situación se trata. Lo habitual es que el terapeuta les
pregunte por qué han venido o qué problema los aqueja. La pregunta presenta dos aspectos: el modo en que el
terapeuta la formula y a que miembro de la familia va dirigida.

 Modo de formular la pregunta


Frecuentemente, una familia llega al consultorio sin saber por qué se ha convocado a todos sus integrantes. A
menudo solo buscan ayuda para un niño o adulto en particular, por lo que se sienten intrigados ante la citación
colectiva. Es oportuno entonces que el terapeuta aclare cuál es su posición en el asunto. La fraseología con que el
terapeuta explique su posición dependerá del nivel cultural de la familia, ya que debe hablarle en un lenguaje
comprensible para todos.
La forma en que el terapeuta recabe más opiniones específicas acerca del problema puede determinar el curso
que tomará la entrevista. Lo más usual es:
Preguntar “¿Cuál es el problema?”. Por lo común, la persona más versada en el problema ha previsto esta
pregunta y responde prontamente.
Preguntando “¿En qué puedo serles útil?”. Esto obliga no solo a pensar en el problema, sino también a pensarlo
en función de lo que el terapeuta puede hacer al respecto. Este tipo de pregunta da lugar a una situación menos
profesional y más personal.
Preguntando “¿Qué cambios desean lograr?”. Se le fija a la situación de terapia un marco de referencia cifrado en
el cambio. Este marco le permite al terapeuta retomar el tema de los cambios deseados por la familia.
Con las palabras “¿Por qué motivo han venido a verme?”. La familia puede optar por centrar su respuesta en el
problema o en el cambio deseado.
Cuando más general y ambigua sea la pregunta, tanto más campo se dará a los miembros de la familia para
exponer sus puntos de vista. Pueden hacer hincapié en el problema, o aun describir el caso como el de una familia
problema, más que el de un niño problema.

 A qué miembro de la familia debe dirigirse


Al pasar de la situación social a la de terapia, debe hablársele al grupo en general o a una persona en particular.
Es en este momento donde los prejuicios e inclinaciones personales del terapeuta pueden constituir un escollo.
La cuestión encierra diversas dimensiones. Ante todo, esta aquella persona que tiende a preocuparse lo
suficiente por el problema como para traer a toda la familia a la entrevista, y también suele haber alguien que
desestima el problema y ha venido a regañadientes. Este es un conflicto típico en las familias problematizadas.
En segundo lugar, tenemos la dimensión de la jerarquía, ya que no existe ninguna organización cuyos miembros
sean iguales entre sí. El terapeuta debe respetar la jerarquía interna de la familia pero sus prejuicios pueden
confundirlo en cuanto a quien posee autoridad.
Una tercera dimensión está más ligada a la terapia que a otras situaciones. El terapeuta tiene una tarea que
cumplir, y para lograrlo debe hacer que la familia participe.
Recomendamos dirigirse en primer término al adulto que parezca estar más desligado del problema, tratando
con la mayor atención y respeto a la persona más capaz de traer a su familia a nuevas entrevistas. El que mayor
preocupación demuestra suele ser aquel sobre quien recae principalmente el problema (importa la organización
familiar).
Los terapeutas que se dejan atrapar por la cuestión de los roles sexuales, en vez de pensar en la organización
familiar, suelen pasar por alto otro aspecto de la situación: la frecuencia con que esa mayor dedicación y
preocupación por el niño están determinadas por la relación existente entre ese padre, o madre, y sus progenitores
o suegros. Cada relación forma parte de otra, y es ingenuo pensar que se trata de una simple cuestión de hombres o
mujeres.
Las diferentes etapas de la entrevista inicial rigen para todos los casos indistintamente sea cual fuere la
composición del grupo. Aunque es dable pensar que el sexo del terapeuta puede determinar, en parte, a quién
interrogará sobre el problema, la competencia del terapeuta importa mucho más que su sexo.
En general, no es una buena idea iniciar el dialogo preguntándole al niño problema por qué ha venido su familia,
el pequeño puede sentir que centran demasiado la atención en él. Es mejor hablarle más adelante. Todo terapeuta
debe vigilar en sí mismo cierta tendencia a dirigirse a la persona problema en tono benévolo cuando se siente
angustiado o tenso. Al preguntarle al niño por qué ha venido, quizás nos enteramos de que a ninguna de las criaturas
se le ha dicho el motivo por el que sus padres la han traído. Este descubrimiento nos suministra información sobre la
reserva existente en la familia y los posibles cismas entre adultos niños, o entre los adultos y el niño problema con
respecto al resto de los pequeños.
En algunos casos, el terapeuta mira hacia el piso o el techo y pregunta, sin dirigirse a nadie en particular:
“¿Alguien puede decirme cual es el problema?”. Esta actitud suele sacar a relucir al vocero de la familia. El no
dirigirse a nadie en particular tiende a dar un cariz más impredecible a la situación; de ahí que algunos terapeutas
prefieran hablarle a una persona determinada, para que cuanto se diga surja de manera ordenada y tal como él lo
desearía. Otro método consiste en “deslizarse” de la etapa social a la de terapia sin darle importancia al cambio.
Si el terapeuta no centra su atención en el problema, la familia puede empezar a sentirse perpleja, porque no
sabe discernir con certeza si está ante una situación social o de terapia. Por su parte, el terapeuta pierde la
posibilidad de aclarar en qué se diferencia esta situación de una charla entre amigos, y a veces también magnifica el
problema al hacerlo aparecer como algo de lo que más vale no hablar.
El terapeuta debe explicar la situación en algún momento de la entrevista. En segundo lugar, de acuerdo con este
enfoque planteado, el deseo del terapeuta es enfocar claramente un problema para poder cambiar las relaciones
familiares utilizándolo a modo de palanca. No quiere que se reste importancia al problema, ni tampoco al niño
problema diciendo que en nada se difiere de los otros niños. Ni desea que se discutan las relaciones antes de haber
expuesto el problema, ya que en esta terapia las relaciones no se modifican hablando de ellas, sino demandando una
nueva conducta tendiente a resolver un problema.

 Cómo escuchar la exposición del problema


La familia puede describir su problema como algo desusado o rutinario. Mientras los escucha, el terapeuta debe
hacer ciertas cosas y abstenerse de otras. No hará ninguna interpretación o comentario para ayudar al individuo a
ver el problema bajo una perspectiva diferente. Debe aceptar lo que le dicen. También le está permitido repetir una
declaración con sus propias palabras para ver si la ha comprendido, pero nunca para ayudar a su interlocutor a
descubrir algo. En esta etapa, el terapeuta no debe brindar su consejo aunque se lo pidan. Nunca debe preguntarle a
alguien cómo se siente con respecto a algo, sino que se limitará a recoger hechos y opiniones.
Si alguien interrumpe a su interlocutor, el terapeuta no intervendrá de inmediato. Lo dejará hablar un poco para
observar brevemente la índole de la interrupción y luego terciará para reanudar el diálogo original, pudiendo
advertirle a la otra persona que ya le llegará su turno.
Todos deben tener oportunidad de manifestarse; el terapeuta solo quiere conocer la opinión de cada
entrevistado. De ser posible, el terapeuta actuará con naturalidad al procurar que cada individuo tenga ocasión de
expresarse. El comentario de una persona acerca de otra puede impulsarlo naturalmente a interpelar al aludido;
empero en esta etapa de la entrevista, el terapeuta no volverá a dirigirse a alguien que ya haya hablado, sino que
pasará a un tercero. El diálogo entre dos personas no es recomendable en esta etapa.
Cuando en el grupo hay niños muy pequeños siempre conviene tener juguetes y títeres en la habitación para que
la criatura pueda comunicarse en forma de “juego”. La evaluación de la capacidad de juego del pequeño puede ser
importante así como también la de los padres para jugar con él si el terapeuta lo pide. Juegos y juguetes permiten
que haya acción en la entrevista, en vez de un simple diálogo acerca de la acción, con lo que el terapeuta podrá
observar cómo se entienden entre sí los miembros de la familia.

 La observación del terapeuta


El terapeuta debe observar cómo actúa y qué dice cada uno de los entrevistados, sin comunicar jamás a estos sus
observaciones.
La manera de hablar de los participantes revelará si creen que el terapeuta podrá hacer algo por ellos o si han
venido simplemente por obligación y sin esperanza alguna.
El terapeuta querrá detectar el grado de facilidad con que los miembros de la familia aceptan la responsabilidad
del problema ya que requerirá que la asuman unánimemente para poder resolverlo.
Mientras alguien habla, el terapeuta observará las reacciones de los demás. Su comportamiento le revelará si
concuerdan o discrepan con lo que se dice, si ya están aburridos, si les complace ver cómo acusan a un niño, etc. La
observación de sus reacciones ayudará al terapeuta a decidir la forma en que les hablará.
Reparará en la reacción del niño problema. Observará al marido mientras habla la esposa, y viceversa.
Cuantos mayores sean el interés y participación de quienes escuchan, cuanto más los irrite y perturbe lo que se
dice, tanto mayor será la posibilidad de que esa familia se encuentre en estado de crisis, lo cual implica inestabilidad.
Por el contrario, cuanta más calma e indiferencia demuestren, más probable será que la situación familiar sea
razonablemente estable, y por lo tanto quizá difícil de cambiar.
El terapeuta tendrá en cuenta que no solo le están contando hechos y opiniones, sino que también están
diciéndole de un modo indirecto ciertas cosas que no pueden expresarse abiertamente. Así, el terapeuta puede
interpretar los comentarios que haga la madre sobre el niño como declaraciones acerca de este y, también, acerca
de su marido y su matrimonio por ejemplo.
Hay tres maneras distintas de recibir información sobre el problema, las que deben aplicarse en diferentes
momentos de la entrevista. En su primera indagación el terapeuta dejara que la familia exprese el problema
metafóricamente. Avanzada la entrevista, luego de la etapa de interacción, se necesita contar con una formulación
más concreta y detallada del problema y las metas a alcanzar, a fin de poder utilizar eventualmente lo manifestado
para comprobar los resultados y determinar si la terapia ha tenido éxito. En tercer lugar, hacia el final de la
entrevista, el terapeuta pedirá que le resuman la cuestión y definan los cambios deseados.
Respondiendo metafóricamente, el terapeuta recibirá más información, pues los miembros de la familia sabrán
que no cometerá la descortesía de señalar lo que realmente se dice.
Es importante no hacer comentarios directos sobre esta información indirecta. Si la madre dice que su marido es
servicial pero al mismo tiempo se tapa la boca con la mano, eso significa, quizás, que hay ciertas cosas de su marido
de las que preferiría no hablar por el momento. En un caso así, el terapeuta jamás debe explicar el significado del
gesto ni señalar que está callando algo, porque ella ya sabe y le parecerá una descortesía. Se limitará a escucharla y
alentarla a hablar más. La mujer sabrá que puede hablar sin peligros y deslizar indirectas entre las opiniones
abiertas.
 Contenido del problema presentado
Por lo común, al conversar sobre un problema una familia describirá a un individuo, indicando qué anda mal en
él. Cualquier formulación sobre el problema puede emitirse en función de una, dos, tres o más personas.
Comúnmente, los miembros de una familia atribuyen el problema a una sola persona, en tanto que la tarea del
terapeuta consiste en encararlo pensando en más de una.
Cuando el caso clínico es un niño, el padre o madre dirá que ese niño es un problema y explicará en qué consiste
la dificultad. Declaran su incompetencia para tratar el problema. Mientras escucha la descripción del mal
comportamiento del niño, el terapeuta debe preguntarse qué pasa dentro de la situación total del pequeño para que
este se comporte así.
El propósito de una entrevista familiar es obtener más datos e iniciar un cambio.
Como no hay dos familias iguales, el terapeuta debe adecuar su actuación a cada caso particular. Sin embargo, lo
que ocurre en cada familia le es familiar porque ve reiterarse esa situación en una familia tras otra. La experiencia
enseña al terapeuta a prever ciertas pautas de comportamiento familiar.

o La etapa de interacción
Para averiguar cuál es el problema se procede en dos etapas. La primera consiste en recabar la opinión de todos
los presentes. La segunda es hacer que todos los miembros de la familia dialoguen entre sí sobre el problema, y aquí
el terapeuta debe dejar de ser el centro de la conversación. Si ellos tratan de seguir dirigiéndose a él, deberá
reintegrarlos al diálogo familiar. Tal vez convenga acercarlos físicamente para esta charla.
El terapeuta estará siempre atento a las conversaciones entre dos personas, para introducir un tercer
interlocutor. En última instancia, todos deben hablarse mutuamente. Además, se obtendrá información sobre cuál
será la mejor manera de intervenir más adelante.
El terapeuta debe preferir la acción a las palabras como fuente de información, ya que están pesan menos y dan
menor resultado. En vez de limitarse a presenciar una conversación sobre el problema, en esta etapa procurará traer
la acción problema al seno de la reunión.

 Organización de la familia
Los integrantes de una familia no pueden describirle al terapeuta sus secuencias y pautas de conducta porque las
desconocen. Esta información solo se obtendrá observando cómo se conducen entre sí. La conversación entre los
miembros del grupo servirá para que el terapeuta repare en la clase de secuencia existente en esa familia.

o Definición de los cambios deseados


Al concluir la etapa de interacción, se habrán aclarado muchas cuestiones familiares. A esta altura de la entrevista
es importante obtener del grupo una formulación suficientemente clara de los cambios que (incluyendo al niño
problema) quieren alcanzar mediante la terapia. Este proceso contribuye a que todos centren su atención en las
cuestiones importantes, y sirve de punto de partida para fijar las metas de la terapia. Especialmente, el terapeuta
está estableciendo un contrato: cuanto más claro sea, tanto más organizada será la terapia.
Llámeselos síntomas o quejas, los problemas deben ser algo computable, observable, medible, o que permita
detectar de algún modo la influencia que ejercemos en ellos. La clase de datos que el terapeuta necesita poseer
respecto de un síntoma depende del tipo de este, pero podemos citar los siguientes a manera de ejemplo. ¿El
problema es constante o intermitente? ¿Su aparición es inesperada o predecible? ¿Desaparece súbitamente o de un
modo paulatino? ¿Se manifiesta con mayor intensidad en ciertos momentos que en otros? ¿Cuándo aparece con
mayor frecuencia? ¿Cuántas veces se presenta en el término de una hora? Conviene preguntar si se ha seguido algún
tratamiento.
Una de las razones más importantes por la que debe especificarse claramente el problema es que así el terapeuta
podrá saber si ha tenido éxito o no.
Lo mejor es mantener centrada la atención en la persona problema, utilizando esto como palanca para cambiar la
situación. Puesto que ese individuo constituye un problema tan grave, es dable esperar más de la familia cuanto a
hacer algo para solucionarlo. El terapeuta subrayará por igual las virtudes y defectos de la persona problema. La
terapia es más eficaz si se centra la atención en el síntoma y en la persona problema.

o Conclusión de la entrevista
La primera entrevista debe concluir con la concertación de una nueva cita, lo cual puede plantear varias
cuestiones. Quizá se haya advertido durante la sesión que la presencia de algún miembro de la familia es especial
para la terapia. En el proceso de conclusión de la entrevista entra en juego convenir la asistencia de esa persona y
discutir la manera de hacerla concurrir.
Algunos terapeutas de orientación directiva son lo bastante hábiles y expertos como para tener pensada una
directiva al término de la primera sesión, la que pueden proponer como “tarea para el hogar”, que la familia deberá
cumplir entre una sesión y otra. Si se le da una directiva, la familia queda ligada al terapeuta entre las sesiones.

Resumen
La primera entrevista debe esclarecer la estructura familiar, y en su transcurso el terapeuta y la familia deben
llegar a algún acuerdo acerca de la naturaleza del problema y las metas u objetivos de la terapia. A esta altura, la
tarea del terapeuta es comprender el problema y formularlo de manera tal que pueda hacerse algo al respecto.
En la etapa social, el terapeuta se une a la familia haciendo que todos se sientan cómodos y se consideren
participes de la reunión; en la de planteo del problema, procura que todos aporten sus ideas acerca de este; en la de
interacción, involucra a todos entre sí, y no excluye a nadie cuando se trata de especificar qué cambios desean
obtener mediante la terapia.
La índole de los problemas determinará el procedimiento que seguirá el terapeuta después de la primera
entrevista. Cabe esperar que en las entrevistas subsiguientes se plantearan nuevos problemas y deberán fijarse
nuevas metas.

Evaluación del terapeuta

Se observa la videocinta de la primera entrevista para juzgar si el terapeuta ha conducido adecuadamente o no las
etapas. Aparte de ello, es posible formular varios interrogantes en torno al terapeuta y su enfoque, como por
ejemplo, si estableció claramente el encuadre; si organizó bien a la familia dentro del consultorio; etc.

2. Cómo impartir directivas

o Finalidad de las directivas o tareas impartidas: el objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se
comporte de manera de diferente, para que tenga así experiencias subjetivas diferentes. Las directivas
son un medio de provocar esos cambios; se las emplea para intensificar la relación entre clientes y
terapeuta: al decirles a aquellos qué deben hacer, el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere
importancia, porque el individuo debe hacer o no hacer lo que él le dice; se usan para obtener
información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es esclarecedora con respecto a
ellos mismos y a cómo responderán a los cambios deseados. Lo mismo ocurre durante la conversación
preliminar en torno a la tarea.
o ¿Qué es la directiva? Pueden darse en forma directa o implícita. Todo cuanto se haga en terapia puede
ser visto como una directiva. Toda acción del terapeuta constituye un mensaje para que la otra haga algo;
en ese sentido está impartiendo una directiva.
o Tipos de directivas: hay 2 maneras de impartir directivas: decirle a la gente qué debe hacer con el
propósito de que lo cumplan, y decírselo con el propósito de que no lo cumplan, o sea, de que cambien
por vía de la rebelión. La primera manera comprende 2 tipos de directivas: ordenarle a alguien que deje
de hacer algo; pedirle que haga algo diferente. En el primer caso, el terapeuta trata de modificar el
comportamiento de una familia diciéndole a uno o varios de sus integrantes que dejen de hacer lo que
están haciendo. La segunda manera: el terapeuta trata de cambiar el comportamiento de una familia
pidiéndole a sus miembros que adopten una conducta diferente a la usual, que prueben nuevos hábitos.
El pedido de cambio de conducta puede hacerse: mediante buenos consejos; dando directivas para
cambiar la secuencia que tiene lugar dentro de la familia. Por lo tanto, aquí nos referiremos a aquellas
directivas que se proponen cambiar las formas de tratarse entre sí los miembros de una familia,
introduciendo la acción.
o Cómo motivar a una familia para que cumpla las directivas: motivar a alguien a hacer algo significa
persuadirlo de que extraerá algún beneficio de esa acción. Cuando un terapeuta desea motivar a los
miembros de una familia a que realicen una tarea, tiene que convencerlos de que por su intermedio
alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares que ellos desean.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que conoce y
comparte su deseo de resolver el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece la
tarea como un medio de alcanzar el fin deseado a través de la terapia.
El enfoque indirecto puede emplearse cuando se prevé que la familia no cooperará fácilmente en la
tarea. A menudo puede utilizárselo como primer paso, adoptando luego una forma más directa. Consiste
en hacer que los miembros de la familia hablen de sus dificultades de manera tal que estén prontos a
escuchar a quien pueda sugerirles qué deben hacer. Otra ventaja es que en esta clase de conversación el
terapeuta tiene oportunidad de subrayar los fracasos anteriores: a medida que van enumerándolos,
puede hacer hincapié en su ineficacia acotando, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos
intentaron fracasó y habrá más probabilidades de que escuchen el ofrecimiento del terapeuta. Otra
manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que expliquen
cuan desesperada es su situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala, en vez
de tranquilizarlos diciéndoles que no es para tanto.
El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas. Mientras entrevista a una familia reparará en qué clase
de gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. La manera en que se conduzcan
informará al terapeuta sobre cómo deberá encuadrar la tarea para que les resulte más aceptable. Otro
punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea.
o Precisión: una vez motivada la familia, deben impartírsele instrucciones claras. Más que sugerirlas, las
directivas deben impartirse abiertamente. Al terapeuta le conviene más ser claro y preciso, diciendo
exactamente lo que quiere que se haga. Mientras instruye acerca de la tarea a los miembros de la familia,
observará sus respuestas, pues ellas suelen revelarle si lo han comprendido bien.
o Participación total: así como ha de procurar que participen todos los miembros de una familia en una
entrevista, el terapeuta debe hacer que todos intervengan en una tarea; puede excluir a alguien por
razones especiales, pero nunca en forma accidental. Una buena tarea de ocupación a todos; aun al
pedirle específicamente a alguien que se abstenga de intervenir, se le está dando que hacer. El propósito
de involucrar a todos en la tarea es hacer hincapié en la unidad familiar total.
o Revisión de la tarea: en muchos casos, sobre todo cuando la tarea es muy compleja, conviene que los
miembros de la familia repasen sus respectivos “papeles”; mientras uno de ellos hace esto, se atraerá a
los demás al debate pidiéndoles que especifiquen la parte que les toca. Esta revisión es otro medio de
asegurarse de que han comprendido bien la tarea.
o El informe sobre la tarea: cuando se imparte una tarea, siempre debe solicitarse un informe sobre la
misma en la siguiente entrevista; por lo general, arroja uno de estos 3 resultados: la tarea se ha cumplido,
no se ha cumplido o se ha cumplido parcialmente.
o Tareas metafóricas: el uso de analogías: la formulación explicita de lo que el terapeuta desea que
acontezca en una familia, o de lo que quiere que hagan sus integrantes, no siempre es el enfoque más
acertado, pues a veces la gente estará más dispuesta a cumplir una directiva si no tiene conciencia de
haberla recibido. Un modo de impartir este tipo de directivas consiste en expresarse con metáforas. La
metáfora es una formulación acerca de una cosa que se parece a otra; es la relación de analogía entre
una cosa y otra. Frecuentemente, cuando un terapeuta quiere que los miembros de una familia se
comporten de un modo determinado hace que se conduzcan de otro modo que, sin ser el mismo, se le
asemeje; entonces se portaran “espontáneamente” como él quiere. Las metáforas se expresan solo con
palabras: también hay acciones metafóricas. En este enfoque el terapeuta elige como meta cambiar
alguna actividad familiar; como segundo paso escoge una parecida a la que quiere modificar pero que les
resulte más fácil a los miembros de la familia, conversando sobre ella para informarse e influir en sus
opiniones. Finamente les asigna una tarea dentro de esta actividad, pero que permita alcanzar los
resultados deseados tanto en ella como en la que se quiere cambiar.
o Tareas paradójicas: son otra clase de directivas que el terapeuta emplea cuando quiere que se resistan y
de ese modo cambien. Estas tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes porque, habiéndoles
dicho que desea ayudarlos a cambiar, al mismo tiempo les está pidiendo que no cambien. Este enfoque
se basa en la idea de que algunas familias que acuden pidiendo ayuda rechazan la que se les brinda. Por
lo común, una familia se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros constituye el
problema. Al tender a modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende a
desestabilizar a la familia, por lo que encontrará resistencia de variable intensidad. Las tareas paradójicas
tienen por fin abordar esta dificultad. Con ellas podemos adoptar 2 enfoques generales: encarar a la
familia en un sentido global; impartir directivas que involucren solo a una parte de ella. El enfoque
paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes: “cambien”, y, dentro del
marco del mensaje, “no cambien”. También ocurre con frecuencia que el terapeuta no desea aplicar el
enfoque paradójico a toda la familia, sino a una o dos personas en particular. El procedimiento es el
mismo: les pide que permanezcan estacionarios, encuadrando este requerimiento en el propósito de
ayudarlos a cambiar.
En este enfoque, el diseño de las directivas es simple. Se observa cómo se tratan unos a otros los
integrantes de la familia y se les dice que se comporten así. La manera de impartir la directiva, hacerla
parecer razonable, reaccionar ante el cambio y mantener el enfoque requieren más inventiva que el
diseño de la tarea.
o Diseño de las tareas: cuando se busca un cambio en la organización, la tarea a asignar exige mayor
elaboración. La mejor será aquella que se valga del problema presentado para producir un cambio
estructural en la familia. Este enfoque se centra en respetar y utilizar lo que la familia considera
importante – o sea, el problema presentado – y lo que el terapeuta considera importante – es decir, un
cambio en la organización. Las etapas en el diseño de una tarea consisten en reflexionar sobre el
problema presentado en función de la secuencia que tiene lugar en la familia y hallar una directiva que
cambie a ambos.
Se trata de cambiar la secuencia de hechos que tienen lugar en la familia y por ende la estructura entre
padres e hijo, además de trazar una línea generacional, aclarar las funciones del padre y diferenciarlas de
los problemas conyugales. Cuando se emplea un enfoque directivo es esencial negociar una definición
clara del problema presentado. Las mejores tareas usan a este último como palanca para inducir el
cambio. El terapeuta debe especificar cuál es su meta si ha de introducir una directiva para alcanzarla.

MODELO ESTRUCTURAL

Minuchín - Familias y terapia familiar:


I. Terapia estructural de la familia (como unidad social) pautas transaccionales (reglas que forman parte de la
organización familiar)
Esta terapia no se centra en el individuo, sino en la persona en el marco de su familia. El marco de referencia del
terapeuta es la terapia estructural de familia, un cuerpo de teoría y técnicas que estudian al individuo en su contexto
social. La terapia basada en este marco de referencia intenta modificar la organización de la familia. Cuando se
transforma la estructura del grupo familiar, se modifican consecuentemente las posiciones de los miembros en ese
grupo. Como resultado de ello, se modifican las experiencias de cada individuo.
La teoría de la terapia de familias se basa en el hecho de que el hombre no es un ser aislado, sino un miembro
activo y reactivo de grupos sociales. Lo que experimenta como real depende de elementos tanto internos como
externos. La experiencia del hombre es determinada por su interacción con el medio. El hombre es influido por el
contexto social, sobre el cual también influye; y el hecho de basar las técnicas de salud mental en este concepto,
constituye un nuevo enfoque.
Si bien el terapeuta que trabaja con el marco de referencia de la terapia estructural de familia puede acercarse
cuando desea a estudiar el campo intrapsíquico, también puede observar con un foco más amplio. El foco más
amplio y la mayor flexibilidad del terapeuta aumentan las posibilidades de intervención terapéutica. El terapeuta no
se limita a la interacción de la familia tal como ha sido internalizada por uno de sus miembros, sino que puede
experimentar por sí mismo la forma en que los miembros de la familia se sostienen y califican mutuamente.
Desarrolla entonces una teoría interaccional para explicar el fenómeno que observa.
El terapeuta de familia no basa sus concepciones en una personalidad “esencial” que permanecería inmodificada
a través de las vicisitudes de diferentes contextos y circunstancias. Considera al individuo como un miembro de
diferentes contextos sociales, actuando y respondiendo en su marco. Su concepción acerca de la localización de la
patología es más amplia y también lo son las posibilidades de intervención.

El hombre en su contexto
La terapia estructural de familia, que estudia al hombre en su contexto social, fue desarrollada en la segunda
mitad del siglo veinte. La antigua idea del individuo que actúa sobre su medio se ha convertido en una concepción
del individuo en interacción con su medio: un hombre no es él mismo sin sus circunstancias. El contexto influye
directamente sobre el proceso interno de la mente; la esfera social influye sobre el hombre: no podemos ser libres
en relación con los padres, maestros y sociedad, puesto que ellos constituyen las fuentes extracerebrales de
nuestras mentes. Una mente humana se desarrolla a medida que el cerebro procesa y almacena los múltiples
potenciales estimulados tanto interna como externamente. La información, actitudes y formas de percibir son
asimiladas y almacenadas, y se convierten así en una parte de la forma de acercamiento de la persona al contexto
habitual con el que interactúa.
La familia constituye un factor sumamente significativo en este proceso. Es un grupo social natural, que
determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior y desde el exterior. Su
organización y estructura tamizan y califican la experiencia de los miembros de la familia. Se la puede considerar
como la parte extracerebral de la mente. Hay una interdependencia entre el individuo y su familia.

El asiento de la patología
Cuando se concibe a la mente como extracerebral al igual que como intracerebral, el hecho de situar a la
patología en el interior de la mente del individuo no indica si se lo hace dentro o fuera de la persona. La patología
puede ubicarse en el interior del paciente, en su contexto social o en el feedback entre ambos. La terapia orientada
desde este punto de vista se basa en tres axiomas. En primer lugar, la vida psíquica de un individuo no es
exclusivamente un proceso interno. El individuo influye sobre su contexto y es influido por éste por secuencias
repetidas de interacción. El individuo que vive en el seno de una familia es un miembro de un sistema social al que
debe adaptarse. Sus acciones se encuentran regidas por las características del sistema, y estas características
incluyen los efectos de sus propias acciones pasadas. El individuo puede ser considerado como un subsistema, o
parte del sistema, pero se debe tomar en cuenta al conjunto. El segundo axioma es el de que las modificaciones en
una estructura familiar contribuyen a la producción de cambios en la conducta y los procesos psíquicos internos de
los miembros de ese sistema. El tercer axioma es que cuando un terapeuta trabaja con un paciente o con la familia
de un paciente, su conducta se incluye en ese contexto. Los terapeutas y la familia forman un nuevo sistema,
terapéutico en este caso, que gobierna la conducta de sus miembros.

El estudio de un caso
La terapia estructural de familia encara el proceso del feedback entre las circunstancias y las personas implicadas
(los cambios impuestos por una persona sobre sus circunstancias y la forma en que los feedback en relación con
estos cambios afectan su acción posterior). Una mutación en la posición de una persona en relación con sus
circunstancias constituye una modificación de su experiencia. La terapia de familia recurre a técnicas que alteran el
contexto inmediato de las personas de tal modo que sus posiciones cambian. Al cambiar la relación entre una
persona y el contexto familiar en que se mueve, se modifica consecuentemente su experiencia subjetiva.
El fundamento de la terapia de familia tiene que ver con que el terapeuta se asocia con la familia con el objetivo
de cambiar la organización de la familia de tal modo que la experiencia de sus miembros se modifique. A través de
la facilitación del uso de modalidades alternativas de interacción entre los miembros de la familia, el terapeuta
recurre a la matriz de la familia para el proceso de curación. La familia, al modificarse, ofrece a sus miembros nuevas
circunstancias y nuevas perspectivas frente a sus circunstancias. La nueva organización permite un continuo refuerzo
de la nueva experiencia, lo que proporciona una validación del nuevo sentido de sí. En esta estructura teorética no
se ignora al individuo. El presente del individuo es su pasado más sus circunstancias actuales. Una parte de su
pasado sobrevivirá siempre, contenido y modificado por las interacciones actuales. Tanto su pasado como sus
propiedades singulares forman parte de su contexto social, sobre el cual actúan del mismo modo en que éste actúa
sobre él. La terapia estructural de familia utiliza este marco de conceptualizar al hombre en sus circunstancias. La
nueva organización permite un continuo esfuerzo de la nueva experiencia, lo que proporciona una validación del
nuevo sentido de sí.
No se ignora al individuo. El presente del individuo es su pasado más sus circunstancias actuales. Una parte de su
pasado sobrevivirá siempre, contenido y modificado por las interacciones actuales. Tanto su pasado como sus
propiedades singulares forman parte de su contexto social.

El objetivo de la terapia
El objetivo del terapeuta de familia y la técnica a la que recurre están determinados por su marco teórico. La
terapia estructural de familia es una terapia de acción. La herramienta de esta terapia consiste en modificar el
presente, no en explorar e interpretar el pasado. El pasado influyó en la creación de la organización y
funcionamiento actual de la familia; por lo tanto, se manifiesta en el presente y podrá cambiar a través de
intervenciones que cambien el presente.
El objetivo de las intervenciones en el presente es el sistema familiar. El terapeuta se asocia a este sistema y
utiliza a su persona para transformarlo. Al cambiar la posición de los miembros del sistema, cambia sus experiencias
subjetivas.
Con este objetivo, el terapeuta confía en algunas propiedades del sistema. En primer lugar, una transformación
de su estructura permitirá al menos alguna posibilidad de cambio. En segundo lugar, el sistema de la familia está
organizado sobre la base del apoyo, regulación, alimentación y socialización de sus miembros. Por lo tanto, el
terapeuta se une a la familia no para educarla o socializarla, sino, más bien, para reparar o modificar su
funcionamiento para que ésta pueda desarrollar estas tareas con mayor eficacia. En tercer lugar, el sistema de la
familia tiene propiedades de autoperpetuación. Por lo tanto, el proceso que el terapeuta inicia en el seno de la
familia será mantenido en su ausencia por los mecanismos de autorregulación de ésta. Una vez que se ha producido
un cambio, la familia lo preservará, proveyendo una matriz diferente y modificando el feedback que continuamente
califica o valida las experiencias de sus miembros.
El concepto de estructura constituye el fundamento de la terapia familiar.

III. Un modelo familiar


La familia siempre ha sufrido cambios paralelos a los cambios de la sociedad. Se ha hecho cargo y ha abandonado
las funciones de proteger y socializar a sus miembros como respuesta a las necesidades de la cultura. Las funciones
de la familia sirven a dos objetivos distintos. Uno es interno: la protección psico-social de sus miembros; el otro es
externo: la acomodación a una cultura y la transmisión de esa cultura.
El mundo occidental se encuentra en un estado de transición, y la familia que siempre debe acomodarse a la
sociedad, se modifica juntamente con él. Pero, debido a las dificultades transicionales, la tarea psicosocial
fundamental de la familia (apoyar a sus miembros) ha alcanzado más importancia que nunca. Solo la familia, la más
pequeña unidad social, puede cambiar y al mismo tiempo mantener una continuidad suficiente.
La matriz de la identidad
En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad independiente. La
experiencia humana de identidad posee dos elementos; un sentimiento de identidad y un sentido de separación. La
matriz de la identidad es la familia.
En los procesos precoces de socialización, las familias moldean y programan la conducta del niño y el sentido de
la identidad. El sentido de pertenencia se acompaña con una acomodación por parte del niño a los grupos familiares
y con su asunción de pautas transaccionales en la estructura familiar que se mantienen a través de los diferentes
acontecimientos de la vida. El sentido de la identidad de cada miembro se encuentra influido por su sentido de
pertenencia a una familia específica.
El sentido de separación y de individuación se logra a través de la participación en diferentes subsistemas
familiares en diferentes contextos familiares, al igual que a través de la participación en grupos extrafamiliares. El
niño y la familia crecen en conjunto, y la acomodación de la familia a las necesidades del niño delimita áreas de
autonomía que él experimenta como separación. Para ese niño particular se crea un territorio psicológico y
transaccional.
El sentido de identidad de cada individuo es influido por su sentido de pertenencia a diferentes grupos. Los
componentes del sentido de identidad de un individuo se modifican y permanecen constantes.
Aunque la familia es la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros, también debe acomodarse a la
sociedad y garantizar alguna continuidad a su cultura.
Todo estudio de la familia debe incluir su complementariedad con la sociedad. Los conceptos de las funciones
familiares también cambian a medida que se modifica la sociedad.
La familia renuncia a la socialización de los niños a una edad cada vez más temprana. La escuela, los medios de
difusión y los grupos infantiles se ocupan cada vez en mayor medida de la guía y educación de los niños mayores.
Los cambios siempre se orientan desde la sociedad hacia la familia, nunca desde la unidad más pequeña a la
mayor. La familia cambiará, pero también persistirá debido a que constituye la mejor unidad humana para
sociedades rápidamente cambiantes. Cuanto mayor flexibilidad y adaptabilidad requiera la sociedad de sus
miembros, más significativa será la familia como matriz del desarrollo psicosocial.
Del mismo modo en que en un sentido genérico la familia cambia y se adapta a las circunstancias históricas,
también la familia individual se adapta constantemente. La familia es un sistema abierto en transformación, es decir
que constantemente recibe y envía descargas de y desde el medio extrafamiliar, y se adapta a las diferentes
demandas de las etapas de desarrollo que enfrenta.
La familia normal no puede ser distinguida de la familia anormal por la ausencia de problemas; por lo tanto, el
terapeuta debe disponer de un esquema conceptual del funcionamiento familiar que lo ayude a analizar a una
familia, basado en la concepción de la familia como un sistema que opera dentro de contextos sociales específicos.
Tiene tres componentes: en primer lugar, la estructura de una familia es la de un sistema sociocultural abierto en
proceso de transformación. En segundo lugar, la familia muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto
número de etapas que exigen una reestructuración. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias
cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro.

Estructura familiar
La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que
interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a través de pautas transaccionales. Las
transacciones repetidas establecen pautas acerca de qué manera, cuándo y con quién relacionarse, y estas pautas
apuntalan el sistema. La interaccion define quién es en relación con otro, en ese contexto y en ese momento. Las
operaciones repetidas en esos términos constituyen una pauta transaccional.
Las pautas transaccionales regulan la conducta de los miembros de la familia. Son mantenidas por dos sistemas
de coacción. El primero es genérico e implica las reglas universales que gobiernan la organización familiar. El
segundo sistema de coacción es idiosincrásico, e implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la
familia. Las pautas permanecen en relación con una acomodación mutua y con una eficacia funcional.
De ese modo, el sistema se mantiene a sí mismo. Ofrece resistencias al cambio y conserva las pautas preferidas
durante tanto tiempo como puede hacerlo. En el interior del sistema existen pautas alternativas. Pero toda
desviación que va más allá del umbral de tolerancia del sistema excita mecanismos que restablecen el nivel habitual.
Cuando existen situaciones de desequilibrio del sistema, es habitual que los miembros de la familia consideren que
los otros miembros no cumplen con sus obligaciones. Aparecen entonces requerimientos de lealtad familiar y
maniobras de inducción de culpabilidad.
Sin embargo, la estructura familiar debe ser capaz de adaptarse cuando las circunstancias cambian. La existencia
continua de la familia como sistema depende de una gama suficiente de pautas, la disponibilidad de pautas
transaccionales alternativas, y la flexibilidad para movilizarlas cuando es necesario hacerlo. La familia debe
responder a cambios internos y externos y, por lo tanto, debe ser capaz de transformarse de modo tal que le permita
encarar nuevas circunstancias sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus miembros.
El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Los individuos son
subsistemas en el interior de una familia. Las diadas, como la de marido-mujer o madre-hijo, pueden ser
subsistemas. Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo, interés o función.
Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que
aprende habilidades diferenciadas. Un hombre puede ser un hijo, sobrino, hermano mayor, hermano menor, esposo,
padre, y así sucesivamente. En diferentes subsistemas se incorpora a diferentes relaciones complementarias. Las
personas se acomodan para lograr la reciprocidad que posibilita las relaciones humanas. La organización en
subsistema de una familia proporciona un entrenamiento adecuado en el proceso de mantenimiento del
diferenciado “yo soy”, al mismo tiempo que ejerce sus habilidades interpersonales en diferentes niveles.
Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, y de qué manera.
La función de los límites reside en proteger la diferenciación del sistema. Todo subsistema familiar posee funciones
específicas y plantea demandas específicas a sus miembros, y el desarrollo de las habilidades interpersonales que se
logra en ese subsistema, es afirmado en la libertad de los subsistemas de la interferencia por parte de otros
subsistemas. Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas debes ser claros.
Deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus
funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y
los otros. La composición de subsistemas organizados alrededor de las funciones familiares no es tan significativa
como la claridad de los límites de su estructura.
La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la evaluación de su
funcionamiento. Algunas familias se vuelcan hacia sí mismas para desarrollar su propio microcosmos, con un
incremento consecuente de comunicación y de preocupación entre los miembros de la familia. Como producto de
ello, la distancia disminuye y los límites se esfuman. La diferenciación del sistema familiar se hace difusa. Un sistema
de ese tipo puede sobrecargarse y carecer de los recursos necesarios para adaptarse y cambiar bajo circunstancias
de stress. Otras familias se desarrollan con límites muy rígidos. La comunicación entre los subsistemas es difícil, y las
funciones protectoras de la familia se ven así perjudicadas. Estos dos extremos del funcionamiento de los límites son
designados como aglutinamiento y desligamiento. Es posible considerar a todas las familias como pertenecientes a
algún punto situado entre los dos extremos de límites difusos, por un lado y de límites sumamente rígidos, por el
otro. El espectro normal está constituido por la familia con límites claros. La familia desligada posee límites
inadecuadamente rígidos, mientras que la familia aglutinada posee límites difusos.
Aglutinamiento y desligamiento se refieren a un estilo transaccional, o de preferencia por un tipo de interacción,
no a una diferencia cualitativa entre lo funcional y disfuncional. Las operaciones en los extremos señalan áreas de
patología.
Los miembros de subsistemas o familias aglutinados pueden verse perjudicados en el sentido de que el exaltado
sentido de pertenencia requiere un importante abandono de la autonomía. La carencia de una diferenciación en
subsistemas desalienta la exploración y el dominio autónomo de los problemas. Los miembros de subsistemas o
familias desligados pueden funcionar en forma autónoma, pero poseen desproporcionado sentido de independencia
y carecen de sentimientos de lealtad y pertenencia y de la capacidad de interdependencia y de requerir ayuda
cuando la necesitan.
Se podría decir entonces, que un sistema próximo al extremo desligado del continuum tolera una amplia gama de
variaciones individuales entre sus miembros. Pero los stress que afectan a uno de los miembros de la familia no
atraviesan sus límites inadecuadamente rígidos. Solo un alto nivel de stress individual puede repercutir con la
suficiente intensidad como para activar los sistemas de apoyo de la familia. En el extremo aglutinado del continuum,
se observa lo contrario. La conducta de un miembro afecta de inmediato a los otros y el stress de un miembro
individual repercute intensamente a través de los límites y produce un rápido eco en otros subsistemas.
Ambos tipos de relación provocan problemas familiares cuando se ponen en marcha mecanismos adaptativos. La
familia aglutinada responde a toda variación en relación con lo habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La
familia desligada tiende a no responder cuando es necesario hacerlo. A menudo, un terapeuta opera como un
delineador de límites, que clarifica los límites difusos y abre los límites excesivamente rígidos. Su evaluación de los
subsistemas familiares y del funcionamiento de los límites proporciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia en
función del cual orienta sus intervenciones terapéuticas.

El subsistema conyugal
Se constituye cuando dos adultos se unen con la intención expresa de constituir una familia. Posee tareas o
funciones específicas, vitales para el funcionamiento de la familia. Las principales cualidades requeridas para la
implementación de sus tareas son la complementariedad y la acomodación mutua. Tanto el esposo como la esposa
deben ceder parte de su individualidad para lograr un sentido de pertenencia. La aceptación de la mutua
interdependencia en una relación simétrica puede encontrar obstáculos originados en la insistencia de los cónyuges
en sus derechos a la independencia.
El subsistema conyugal puede convertirse en un refugio ante los stress externos y en la matriz para el contacto
con otros sistemas sociales. En el proceso de acomodación mutua, los cónyuges pueden actualizar aspectos creativos
de sus pautas que permanecían latentes y apuntalar los mejores rasgos de cada uno. Pero las parejas también
pueden estimularse mutuamente los rasgos negativos. Los cónyuges pueden insistir en mejorar o preservar a su
pareja y, a través de ese proceso, descalificarla. En lugar de aceptarla como es, imponen nuevos standards que
deben lograrse.
El terapeuta debe realizar interpretaciones que subrayen la reciprocidad, tales como “usted protege a su mujer
de un modo que la inhibe y usted suscita una protección innecesaria de su esposo con gran habilidad”. Una
interpretación consecutiva de este tipo subraya la complementariedad de los sistemas, los aspectos positivos y los
negativos de cada cónyuge.
El subsistema conyugal debe llegar a un límite que lo proteja de la interferencia de las demandas y necesidades
de otros sistemas. Los adultos deben poseer un territorio psicosocial propio —un refugio que pueden
proporcionarse mutuamente, un sostén emocional. Si los esposos mantienen límites flexibles, otros subgrupos,
incluyendo a los hijos y a los parientes políticos, pueden interferir en el funcionamiento de su subsistema.
Si en una sesión familiar los hijos interfieren en las relaciones del subsistema conyugal, se debe anular esta
interferencia. Es posible realizar entonces sesiones entre marido y mujer excluyendo a los otros miembros. Si en esas
sesiones éstos siguen discutiendo acerca de los problemas de sus hijos en lugar de referirse a las relaciones marido-
mujer, es conveniente que el terapeuta señale entonces que están franqueando un límite.

El subsistema parental
Cuando nace el primer hijo se alcanza un nuevo nivel de formación familiar. El subsistema conyugal debe
diferenciarse entonces para desempeñar las tareas de socializar un hijo. Se debe trazar un límite que permita el
acceso del niño a ambos padres y, al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales. A medida que el
niño crece, sus requerimientos para el desarrollo imponen demandas al subsistema parental que debe modificarse
para satisfacerlas. El niño comienza a tener contacto con compañeros extrafamiliares, la escuela, y otras fuerzas
socializantes exteriores a la familia. El subsistema parental debe adaptarse a los nuevos factores que actúan en el
marco de la socialización. Si el niño es afectado por su medio extrafamiliar, ello puede afectar no solo su relación con
sus padres sino, incluso, las transacciones internas del subsistema conyugal.
Se espera de los padres que comprendan las necesidades del desarrollo de sus hijos y que expliquen las reglas
que imponen. El ser padre es un proceso extremadamente difícil. Nadie lo desempeña a su entera satisfacción y
nadie atraviesa el proceso incólume. En la sociedad actual, las dificultades de ser padre se han incrementado.
Los procesos que corresponden a ello difieren según la edad de los niños. Cuando éstos son muy pequeños,
predominan las funciones de alimentación. El control y la orientación asumen una mayor importancia luego. A
medida que el niño madura, especialmente en el transcurso de la adolescencia, los requerimientos planteados por
los padres comienzan a entrar en conflicto con los requerimientos de los hijos para lograr una autonomía adecuada a
su edad. La relación de paternidad se convierte en un proceso difícil de acomodación mutua. Los padres imponen
reglas que no pueden explicar o que explican en forma incorrecta. A medida que los niños crecen, es posible que no
acepten las reglas. Los niños comunican sus necesidades y realizan nuevos requerimientos a los padres.
Para juzgar en forma adecuada a sus participantes, es esencial comprender la complejidad del proceso de
educación del niño. Es imposible que los padres protejan y guíen sin, al mismo tiempo, controlar y restringir. Los
niños no pueden crecer e individualizarse sin rechazar y atacar. El proceso de socialización es inevitablemente
conflictivo.
El funcionamiento eficaz requiere que los padres y los hijos acepten el hecho de que el uso diferenciado de
autoridad constituye un ingrediente necesario del subsistema parental. La tarea del terapeuta consiste en asistir a
los subsistemas para que negocien y se acomoden mutuamente.

El subsistema fraterno
Es el primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar relaciones con sus iguales. Los niños se
apoyan, aíslan, descargan sus culpas y aprenden mutuamente. Aprenden a negociar, cooperar, competir, a lograr
amigos y aliados, a lograr reconocimiento por sus habilidades.
Cuando los niños se ponen en contacto con el mundo de sus iguales extrafamiliares, intentan actuar de acuerdo
con las pautas del mundo fraterno. Cuando aprenden formas alternativas de relación, incorporan las nuevas
experiencias al mundo fraterno. Si la familia del niño posee modalidades muy particulares, los límites entre la familia
y el mundo extrafamiliar pueden convertirse en excesivamente rígidos. Es posible, entonces, que el niño enfrente
dificultades para incorporarse a otros sistemas sociales.
La significación del subsistema fraterno se observa con mayor claridad en caso de su ausencia. Los niños sin
hermanos desarrollan pautas precoces de acomodación al mundo adulto, que pueden manifestarse en un desarrollo
precoz. Al mismo tiempo, pueden mostrar dificultades para el desarrollo de la autonomía y la capacidad de
compartir, cooperar y competir con otros.
Un terapeuta debe ser capaz de apoyar el derecho del niño a la autonomía sin minimizar los derechos de los
padres. Los límites del subsistema fraterno deben proteger a los niños de la interferencia adulta, para que puedan
ejercer su derecho a la privacidad, tener sus propias áreas de interés y disponer de la libertad de cometer errores en
su exploración.

Adaptación de la familia
Una familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus propios miembros y
subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las instituciones sociales
significativas que influyen sobre los miembros familiares. La respuesta a estos requerimientos exige una
transformación constante de la posición de los miembros de la familia en sus relaciones mutuas, para que puedan
crecer mientras el sistema familiar conserva su continuidad. En este proceso de cambio y de continuidad, las
dificultades para acomodarse a las nuevas situaciones son inevitables.
En las familias corrientes, el terapeuta confía en la motivación de la familia como el camino para la
transformación. En las familias patológicas, el terapeuta debe convertirse en actor del drama familiar,
incorporándose a las coaliciones existentes para modificar el sistema y desarrollar un nivel diferente de homeostasis.
El stress sobre un sistema familiar puede originarse en cuatro fuentes:
Contacto stressante de un miembro con fuerzas extrafamiliares
Una de las principales funciones de la familia consiste en brindar apoyo a sus miembros. Cuando uno de éstos se
encuentra afectado por un stress, los otros miembros de la familia sienten la necesidad de acomodarse a sus nuevas
circunstancias. Esta acomodación puede limitarse a un subsistema o difundirse en el seno de toda la familia.
La misma fuente de stress que afecta a un miembro individual puede actuar a través de los límites de los
subsistemas. Por ejemplo, un padre y una madre, stressados por problemas de trabajo, pueden regresar al hogar y
criticarse mutuamente, pero luego desviar su conflicto a través de un ataque contra un hijo.
También es posible que una familia en su totalidad se vea stressada por el contacto extrafamiliar de uno de sus
miembros. Por ejemplo, si el marido pierde su trabajo, la familia debe modificarse para garantizar su supervivencia.

Contacto stressante de la familia en su totalidad con fuerzas extrafamiliares


Un sistema familiar puede verse sobrecargado por los efectos de una depresión económica. O, si no, el stress
puede generarse en un cambio de domicilio.

Stress en los momentos transicionales de la familia


Existen muchas fases en la evolución natural de una familia que requieren la negociación de nuevas reglas
familiares. Deben aparecer nuevos subsistemas y deben trazarse nuevas líneas de diferenciación. En este proceso, se
plantean inevitablemente conflictos. Idealmente, los conflictos serán resueltos por negociaciones de transición y la
familia se adaptará con éxito. Estos conflictos ofrecen una oportunidad de crecimiento a todos los miembros de la
familia. Sin embargo, si no se los resuelve, los problemas transicionales pueden plantear dificultades aún mayores.
Los problemas de transición se plantean en muchas situaciones. Pueden producirse por cambios originados en la
evolución de los miembros de la familia y por cambios de la composición de la misma. Uno de los desencadenantes
más habituales es el comienzo de la adolescencia de los hijos.
Las formas de incorporación de nuevos miembros que pueden producir un stress en el transcurso del período de
adaptación son: el nacimiento de un hijo, el matrimonio de un miembro de una familia extensa, la unión de dos
familias a través del matrimonio de padres separados o viudos, o la inclusión de un pariente, amigo o hijo adoptivo.
Los stress son producidos también por la adaptación a una disminución del número de miembros de la familia,
causada por circunstancias tales como muerte de un miembro de la familia, separación o divorcio, encarcelamiento,
internación en una institución.

Stress referentes a problemas de idiosincrasia


Un terapeuta de familia debe tomar en cuenta todas las circunstancias y tener presente la posibilidad de que
áreas determinadas de la familia den lugar a pautas transaccionales disfuncionales. Por ejemplo: una familia con un
hijo retardado puede haberse adaptado al problema planteado mientras el niño era pequeño. Pero la realidad del
retraso, que los padres podían evitar cuando el niño era pequeño, debe ser enfrentada a medida que crece y que la
disparidad de desarrollo entre él y los niños de su edad se hace más evidente.
El mismo tipo de stress puede producirse cuando un niño con una deformidad física, por ejemplo un labio
leporino, crece.
También, si un miembro de una familia se enferma seriamente, algunas de sus funciones y su poder deben ser
asumidos por otros miembros de la familia. Esta redistribución requiere una adaptación de la familia. Cuando el
miembro enfermo se recupera, se requiere una readaptación para incluirlo en su antigua posición o para ayudarlo a
asumir una nueva posición en el sistema.
En resumen, el esquema conceptual de una familia normal presenta tres facetas. En primer lugar, una familia se
transforma a lo largo del tiempo, adaptándose y reestructurándose de tal modo que pueda seguir funcionando. Sin
embargo, es posible que una familia que ha funcionado eficazmente responda a stress del desarrollo apegándose en
forma inadecuada a esquemas estructurales previos.
En segundo lugar, la familia posee una estructura que sólo puede observarse en movimiento. La fortaleza del
sistema depende de su capacidad para movilizar pautas transaccionales alternativas cuando las condiciones internas
o externas de la familia le exigen una reestructuración. Los límites de los subsistemas deben ser firmes, pero, sin
embargo, lo suficientemente flexibles como para permitir una modificación cuando las circunstancias cambian.
Finalmente, una familia se adapta al stress de un modo tal que mantiene la continuidad de la familia al mismo
tiempo que permite reestructuraciones. Si una familia responde al stress con rigidez, se manifiestan pautas
disfuncionales. Eventualmente, ello puede llevar a la familia a una terapia.

V. Implicaciones terapéuticas de un enfoque estructural


El enfoque estructural de las familias se basa en el concepto que una familia no se reduce a los aspectos
biopsicodinámicos individuales de sus miembros. Los miembros de una familia se relacionan de acuerdo con ciertas
disposiciones que gobiernan sus transacciones. Estas transacciones constituyen un todo: la estructura de la familia.
La realidad de la estructura corresponde a un orden diferente que la realidad de los miembros individuales.
La estructura familiar no constituye una entidad inmediatamente observable por parte del observador. El
terapeuta analiza el campo transaccional en el que se relaciona con la familia, para lograr así un diagnóstico
estructural.
El terapeuta se plantea un cierto número de interrogantes. Por ejemplo ¿Quién es el portavoz de la familia?
¿Quién lo designó? ¿Asume la posición de portavoz debido a que es la figura ejecutiva de la familia? La conducta de
la familia ¿da fundamento o contradice el contenido de las comunicaciones verbales? Lo que ocurre en la sesión ¿es
representativo de otros momentos de la vida familiar?
El terapeuta comienza señalando los límites y pautas transaccionales y por elaborar hipótesis acerca de cuáles
son las pautas operativas y cuáles no. Comienza, así, por establecer un mapa familiar.
Un mapa familiar es un esquema organizativo. Constituye un dispositivo simplificador muy útil, que le permite al
terapeuta organizar el material de diverso tipo que obtiene. Le permite formular hipótesis acerca de las áreas en el
seno de la familia que funcionan correctamente y acerca de otras donde no ocurre lo mismo. También lo ayuda a
determinar los objetivos terapéuticos.

Investigando dentro del sistema terapéutico


El terapeuta introduce pruebas experimentales. En cierto modo, su sola presencia es una prueba, porque la
familia se organiza en relación con él. Pero, además, puede imponer la realización de tareas planificadas para
indagar acerca de aspectos significativos de la estructura familiar.
El terapeuta familiar se considera a sí mismo como un miembro actuante y recreativo en relación con el sistema
terapéutico. Para asociarse con la familia, subraya los aspectos de su personalidad y experiencia que son sintónicos
con los de la familia. Pero también conserva la libertad de ser espontáneo en sus indagaciones experimentales.
En la terapia familiar se considera que el cambio se produce a través del proceso de asociación con la familia y su
reestructuración de ésta en una forma cuidadosamente planificada, para poder transformar así las pautas
transaccionales disfuncionales.
La única estructura familiar inmediatamente asequible para un terapeuta es la estructura disfuncional. Una de las
tareas que enfrenta es la de explorar esa estructura y situar las áreas de posible flexibilidad y cambio. Su aporte
esclarece partes de la estructura familiar que han permanecido sumergidas. Alternativas estructurales que han
permanecido inactivas se hacen activas.
La familia puede asimilar sin dificultad la intervención del terapeuta a sus pautas transaccionales previas, lo que
permite el aprendizaje pero no el crecimiento. La familia también puede responder acomodándose, a través de la
extensión de sus pautas transaccionales o de la activación de las pautas alternativas. Finalmente, la familia puede
responder a la intervención del terapeuta como si se tratase de una situación completamente novedosa. En este
caso, la indagación se ha convertido en una intervención reestructurante. Si la familia no la rechaza, se producirá un
aumento del stress en el sistema. La homeostasis de la familia se verá desequilibrada, abriendo el camino a la
transformación.
La primera sesión sugiere un mapa inicial de la familia y le proporciona al terapeuta un objetivo para la familia e
indica algunos pasos para alcanzar este objetivo. Las sesiones posteriores y las evaluaciones sucesivas clarificarán al
mapa, lo harán más preciso y fiel.
ESCUELA DE MILÁN

Selvini – Palazzoli - Paradoja y Contraparadoja:

Se utiliza el término esquizofrenia, entendida no como una enfermedad individual, sino que es una peculiar
modalidad comunicacional, inseparable de las distintas modalidades comunicacionales, que pueden observarse en el
grupo natural en que ésta aparece, la familia.

Capítulo 1

Esta obra da cuenta de la investigación empíricamente realizada para intentar demostrar la validez de nuestra
hipótesis fundamental de partida, basada en los modelos que ofrecen la cibernética y la pragmática de la
comunicación humana: la familia es un sistema autocorrectivo, autogobernado por reglas que se constituyen en el
tiempo a través de ensayos y errores. Cada grupo natural con historia, en los cuales la familia es fundamental, se
forma en cierto lapso mediante una serie de ensayos, intercambios y retroalimentaciones correctivas,
experimentando así sobre lo que está y lo que no está permitido en la relación, hasta convertirse en una unidad
sistemática original que se sostiene por medio de reglas que le son peculiares. Estas reglas se refieren a los
intercambios que se suceden en un grupo natural, y que tienen el carácter de comunicaciones tanto de nivel verbal
como no verbal.

Siguiendo esta hipótesis se llega a otra: las familias que presentan conductas tradicionalmente diagnosticadas como
“patológicas” en uno o más de sus miembros se rigen por un tipo de relaciones y, por ende, de normas peculiares de
ese tipo de patología, y tantos las conductas-comunicación como las conductas-respuestas tendrán características
tales que permiten mantener las reglas (o norma) y, por lo tanto, las relaciones patológicas. Debido a que las
conductas sintomáticas no son otras que las relaciones peculiares mantenidas en el sistema, no queda otra que la de
intentar cambiar las reglas. Los resultados han demostrado que cuando se logra descubrir y cambiar una regla
fundamental, se puede obtener rápidamente la desaparición del comportamiento patológico (cambiando 1 aspecto,
se cambia todo).

Por la teoría general de los sistemas sabemos que cada ser viviente se caracteriza por dos funciones aparentemente
contradictorias: la tendencia homeostática y la capacidad de transformación, cuyo interjuego mantiene al sistema en
equilibrio, siempre provisorio, que garantiza su evolución y su creatividad, sin las cuales no hay vida. En los sistemas
patológicos, en cambio aparece la tendencia, cada vez más rígida, a repetir compulsivamente las soluciones
memorizadas al servicio de la homeostasis.

Los terapeutas deben abandonar la visión mecanicista-causal de los fenómenos para adquirir una visión sistémica. El
terapeuta debe ser capaz de considerar los miembros de la familia como elementos de un circuito de interacción y
sin poder unidireccional alguno sobre el conjunto. Es decir, que la conducta de un miembro de la familia influye
inevitablemente sobre la de otros miembros, y es epistemológicamente erróneo considerar su comportamiento
como la causa del de los demás debido al hecho de que cada miembro influye sobre los otros y es a su vez influido
por los demás; actúa sobre el sistema, pero es influido por las comunicaciones que provienen del mismo sistema. El
poder no pertenece ni a uno ni a otro. El poder se encuentra en las reglas del juego establecidas en el tiempo y en el
contexto pragmático de aquellos que están implicados.

Watzlawick, Beavin y Jackson publicaron en 1967 un libro, “Pragmática de la comunicación humana”. El aspecto
fundamental de esta obra consiste en ofrecernos un instrumento adecuado para el análisis de la comunicación, que
son: la coexistencia, en el hombre, de dos lenguajes, el analógico y el digital; el concepto de secuencia de la
interacción; el concepto de necesidad de definición de la relación y los distintos niveles verbales y no verbales sobre
los que puede darse tal definición; el concepto de posición simétrica o complementaria en el vínculo; los conceptos
fundamentales de paradoja sintomática y paradoja terapéutica.

Nuestra investigación nos ha demostrado cómo la familia con transacción esquizofrénica sostiene su propio juego a
través de marañas paradojas que involucran a todos los miembros de la familia, marañas que pueden ser disueltas
solo por medio de paradojas terapéuticas ad hoc. Esta nueva epistemología, nos permite considerar al síntoma como
un fenómeno coherente con características interacciónales especificas del grupo natural en el que aquél se verifica.
Se trata de un circuito sistémico donde cada elemento está inserto e interacciona con su totalidad.

Capítulo 2: Modalidad de trabajo en equipo

El Centro para el Estudio de la Familia inició su actividad en Milán, Italia, en mayo de 1967. La actividad se desarrolló,
durante más de un año, en medio de numerosos obstáculos de carácter práctico. Por varios motivos, se prefirió
construir un Centro completamente independiente de las subvenciones y de instituciones públicas. A partir de 1972,
las familias comenzaron a afluir en número continuamente creciente. Nuestro actual equipo se constituyó a fines de
1971.

Está compuesto por cuatro miembros, dos hombres y dos mujeres, psiquiatras psicoterapeutas. Tal composición nos
permite emplear una pareja heterosexual en el trabajo terapéutico, normalmente secundada por la pareja de
colegas en la cámara de observación. La pareja terapeuta heterosexual permite alcanzar un mayor equilibrio
fisiológico en la interacción entre los dos coterapeutas, y entre estos y la familia. A la vez evita que caigamos en las
redes de ciertos estereotipos sobre los dos sexos, de los que los terapeutas participan inevitablemente.

En nuestro trabajo de equipo, las parejas terapéuticas no son fijas sino que se intercambian con cada nueva familia
en diversas combinaciones, siguiendo el criterio único de hacer que cada uno de los miembros del equipo trabaje
siempre durante el mismo número de horas, ya como terapeuta, ya como observador.

Dado que nuestro primer contacto con la familia se realiza telefónicamente, hemos establecido un horario especial
para estas llamadas, de modo tal que uno de los terapeutas esté disponible para hablar durante largo rato. Durante
el curso de la llamada es posible, observar y anotar un gran número de fenómenos: peculiaridades de la
comunicación, tono de la voz, lamentos, peticiones, intentos inmediatos de manipulación para obtener la entrevista
en determinado día y hora. Los datos obtenidos en la primera comunicación por teléfono se transcriben en una ficha
estándar.

En ciertos casos, y sobre todo cuando se trata de familias con diagnóstico de esquizofrenia, la primera sesión implica
la presencia de todos los que conviven. En las siguientes, serán los terapeutas quienes decidan un eventual cambio
en cuanto a los miembros de un grupo familiar que debe asistir a las sesiones. El grupo ha de fraccionarse solo en
casos verdaderamente excepcionales, esa maniobra es vivida en la familia como peligrosa y expone a reacciones
negativas.

Las sesiones se desarrollan en una habitación equipada para ese fin con numerosos asientos que ocupen poco
espacio, cielo raso aislante y un amplio espejo unidireccional. El micrófono, conectado con el grabador estereofónico
de la sala de observación contigua se coloca en el centro de la lámpara. Se informa inmediatamente a la familia
acerca de nuestra modalidad de trabajo en equipo. Se explica el uso del micrófono y del espejo unidireccional, detrás
del cual, les decimos, se sientan dos colegas que nos ayudan en nuestra tarea y con quienes nos reunimos para
discutir antes de dar por finalizada la sesión.

Cada sesión se desarrolla gradualmente en cinco partes:

I- En la primer parte o presesión los terapeutas se reúnen en quipo para leer la ficha.

II- En la segunda parte o sesión de duración variable, una hora generalmente, los terapeutas conducen el coloquio
con la familia. Los terapeutas solicitan cierto número de informaciones y se interesan no sólo por los datos concretos
sino también por el modo como se suministra tal información, como índice del estilo interaccional de la familia.

El comportamiento de los terapeutas tiende a provocar interacciones entre los miembros de la familia, de quienes se
observan las secuencias, los comportamientos verbales, no verbales y las eventuales redundancias indicativas de
reglas secretas. Los terapeutas se abstienen tanto de revelar a la familia los fenómenos observados, como de emitir
valoraciones y juicios. Retienen todo, como guía para la intervención final.

Si los observadores notan que los terapeutas se desconciertan o confunden a causa de las maniobras de la familia,
golpean la puerta y llaman a uno u otro terapeuta a la cámara de observación donde les comunican sugerencias y
consejos aptos para provocar en ellos reacciones esclarecedoras.

III- En esta tercera parte los terapeutas discuten la sesión y deciden como concluirla.

IV- En la cuarta parte, los terapeutas vuelven para la conclusión de la sesión, que consiste generalmente en un breve
comentario o una prescripción. Ese comentario y esa prescripción se estudian para que resulten paradójicos. En caso
de continuar un tratamiento psicoterapéutico, se acuerdan los honorarios y se fijan el número de sesiones (diez
sesiones con un intervalo de cerca de un mes). Se elige un número reducido de sesiones ya que tenemos la
convicción de que con estas familias o se logra rápidamente un cambio o se pierde el tren; los terapeutas no pueden
permitirse sesiones interlocutoras, ya que nuestra experiencia nos ha revelado que refuerzan la resistencia familiar.

V- En la quinta parte, después de despedirse de la familia, el equipo se reúne nuevamente para evaluar las
reacciones observadas en el cierre de la sesión, formular previsiones y redactar finalmente un acta de la sesión,
donde se sintetizan sus elementos esenciales. Este procedimiento exige necesariamente un equipo que funcione,
cuyos miembros compartan la estima recíproca y la disposición para aceptar observaciones y consejos de parte de
los colegas.

Capítulo 3: La pareja y la familia con transacción esquizofrénica

Haley, ha sido el primero en evidenciar el rechazo peculiar que todo miembro de este tipo de familia tiene para
admitir, tanto que los otros delimiten su comportamiento (definan la relación), como que él mismo delimite el
comportamiento de los demás. Esta observación, nos indujo a formular la hipótesis de que este tipo de familia es un
grupo natural regulado en su interior por una simetría llevada a tal punto de exasperación que la hace no declarable
y, por lo tanto, encubierta.

¿Qué hipótesis debemos formular acerca de aquellas reglas instauradas en una pareja que caracterizan a la
interacción como esquizofrénica? Tengamos en cuenta, que vivir juntos implica, inevitablemente, la estructuración
de un sistema de aprendizaje: “como aprender a vivir juntos”.

Debemos tener en cuenta además que cada uno de ellos proviene de un sistema diferente de aprendizaje, regulado
por ciertas soluciones que forman parte de su memoria, sistema que obviamente participará del juego de la
estructuración del nuevo sistema, condicionándolo. Por ende los ensayos y errores que constituyen el nuevo sistema
de aprendizaje no surgen de la nada, sino que están en relación directa con las soluciones encontradas mediante los
ensayos y errores de los precedentes sistemas de aprendizaje.

“Son necesarias al menos tres generaciones para obtener un esquizofrénico”. En esas familias, las soluciones
encontradas a los problemas de “cómo” vivir se manifiestan mediante normas rígidas y repetitivas. En la segunda
generación, o sea en la segunda pareja, además de las soluciones disfuncionales adoptadas por la primera
generación, se observa otra disfunción: la cautela de exponerse, por miedo al rechazo. Cada uno partió con el
enorme deseo de recibir una confirmación. En estas familias de origen, los padres (la primera generación), se
comportaron como si dar una confirmación fuese un signo de debilidad.

Ambos miembros de la pareja cuando desde los contextos originarios de aprendizaje lleguen a estructurar un nuevo
contexto, cada uno estará inanimado por la misma intención y aun de la misma tensión. Esta vez lograran definir la
relación y finalmente recibir la confirmación. Pero ¿a quién escogen para esta empresa? A un compañero “difícil”. Es
así como cada uno quiere repetir el desafío y como cada uno pretende triunfar. La posición de ambos en la relación
es simétrica. Cada uno anhela conquistar el control de la definición de la relación. Pero cada vez que lo intenta
vuelve a sentir el temido fracaso.
En este punto de la hybris (tensión simétrica expresada al punto de no rendirse ante la evidencia, ante la inminencia
misma de la muerte), lejos de redimensionarse, aumenta. Fallar se convierte en algo insoportable. Es necesario
evitarlo como sea, ¿y cómo lograrlo? Descalificando la propia definición de la relación, rápidamente, antes de que el
otro lo haga. Prevenir el golpe insoportable.

Se despliega así el gran juego, se configuran las reglas secretas. El mensaje se hace siempre más críptico, para evitar
exponerse. Se aprende incluso a evitar las contradicciones lógicas manifiestas, las antinomias que aparecen muy
evidente. Se vuelven expertos en el uso de la paradoja. Es así como se configura la panoplia de las maniobras
comunicacionales, tan características de las interacciones esquizofrénicas: descalificación de algunos o todos los
componentes del mensaje, tangencialidad, desplazamientos del tema, amnesias, y por último, la maniobra suprema,
la descalificación. Esta definición no es una confirmación, ni siquiera un rechazo. Es una respuesta críptica, que
conlleva sustancialmente el siguiente mensaje: “no doy cuenta de ti, no estás, no existes”.

La condición en el juego exclusivamente humano de transacción esquizofrénica es que realmente no haya jamás
vencidos ni vencedores de acuerdo con las proposiciones en el vínculo, que son siempre seudocomplementarias o
seudosimétricas. Un juego de este tipo, no puede tener fin. Cada uno se esmera en provocar al adversario con una
serie de tácticas que se irán perfeccionando con el uso.

El doble vínculo es una modalidad apta para trasmitir y mantener un desafío sin alternativas y por lo tanto sin fin. En
el nivel verbal se da una indicación que a continuación, en el nivel casi siempre no verbal será descalificada. Al
mismo tiempo se agrega el mensaje que está prohibido hacer comentarios sobre la incongruencia de los dos niveles
y está prohibido dejar el campo. Tampoco le está permitido desobedecer, porque no está claro cuál es la verdadera
indicación sobre la cual debe revelarse.

Capítulo 7: La connotación positiva

La connotación positiva surgió de la necesidad de llegar, a una intervención terapéutica paradójica: la prescripción
del síntoma del paciente designado. De ahí el peligro de usar el modelo lineal-causal, al recurrir a una puntuación
arbitraria: correlacionar el síntoma con tales comportamientos sintomáticos según un nexo causal.

El acceso al modelo sistémico nos resultaba solo posible si connotábamos positivamente tanto los síntomas del
paciente designado como los comportamientos sintomáticos de los otros miembros diciendo, por ejemplo, que
todos los comportamientos observables aparecen inspirados por el común deseo de mantener la unión y la cohesión
del grupo familiar. De tal modo, los terapeutas ponen a todos los miembros en un mismo nivel y evitan alianzas o
escisiones en subgrupos que constituyen el alimento cotidiano de la discusión familiar. La función primaria de la
connotación positiva de todos los comportamientos observados en el grupo aparece como la que puede facilitar a los
terapeutas el acceso al modelo sistémico.

Todo sistema viviente comporta tres caracteres fundamentales:

a) Totalidad: el sistema es ampliamente independiente de las características individuales de los elementos que lo
componen.

b) Capacidad autocorrectiva y por lo tanto tendencia homeostática.

c) Capacidad de transformación.

El equilibrio es incompatible con la vida y con el aprendizaje: el progreso, aun siendo mínimo, es un elemento
indispensable de todos los sistemas biológicos.

Los terapeutas no hacen distinción alguna entre el “síntoma” del paciente designado y los comportamientos
“sintomáticos”, o sea la modalidad peculiar de comunicación compartida por todos los miembros de la familia.
En ese momento los terapeutas “saben” una sola cosa: que todos los miembros de la familia se oponen a cualquier
cambio que resulte peligroso para su “ideal homeostático” y que, por lo tanto, es necesarios aliarse a tal ideal (por el
momento, naturalmente). Aquí es cuando los terapeutas deben hacer exactamente lo contrario de lo que hace la
familia. Ignoran deliberadamente el aspecto alusivo y amenazador del síntoma en el sentido de protesta y de
invocación al cambio. Solamente subrayan y confirman el aspecto homeostático. Del mismo modo confirman los
comportamientos de los otros miembros de la familia tendientes al mismo objetivo: la estabilidad y la cohesión del
grupo.

La connotación positiva tiene 2 funciones terapéuticas importantes e interdependientes:

a) Definir claramente la relación sin peligro de recibir una descalificación.

b) La definición debe ser de un tipo de contexto, en cuanto terapéutico.

La connotación positiva nos permite:

1) Situar a todos los miembros de una familia en un mismo plano en cuanto complementarios en relación con el
sistema, sin connotarlo, como moralista, evitando así trazar líneas arbitrarias de demarcación entre unos y otros.

2) Acceder al sistema mediante la confirmación de su línea homeostática.

3) Ser aceptados en el sistema como miembros de pleno derecho, en cuanto animados de la misma intencionalidad.

4) Connotar positivamente la tendencia homeostática para provocar, paradójicamente, la capacidad de


transformación.

5) Definir claramente la relación en el vínculo familiar-terapeuta.

6) Definir el contexto como terapéutico.

Selvini y Palazzoli – Hipotetización, Circularidad, Neutralidad. 3 guías para el conductor de la sesión:

Nuestro propósito es ayudar al terapeuta a estimular a la familia a producir información significativa, lo cual resulta
indispensable para que aquel pueda hacer una elección terapéutica efectiva.

Hipotetización: nos referimos a la formulación por parte del terapeuta de una hipótesis basada en la información
que él tiene en relación con la familia que está entrevistando. La hipótesis establece un punto de partida, tanto para
su investigación como para verificar la validez de esta hipótesis, basada en habilidades y métodos específicos. Si la
hipótesis resulta falsa, el terapeuta debe formular una segunda hipótesis en base a la información obtenida a partir
del cuestionamiento de la primera.

Al iniciar una sesión, el terapeuta posee cierta información relativa a la familia. Solemos tener a nuestra disposición,
aun antes de la primera sesión, cierta información estándar grabada durante el contexto inicial, haya sido éste con la
familia o con el medico que la remitió. El terapeuta siempre tendrá un set de datos sobre el cual basar una hipótesis
inicial.

Las dos hipótesis formuladas por los terapeutas y las preguntas realizadas para su verificación, conducen a obtener
la información esencial para la elección de una intervención terapéutica.

Definición general de hipótesis: en la etimología griega tiene que ver con la proposición que está a la base de una
construcción conceptual. Se trata de una suposición hecha como una base de razonamiento, sin referencia a su
veracidad; como el punto de inicio para una investigación. En la terminología de la ciencia experimental, una
hipótesis es un supuesto no comprobado tentativamente aceptado como base para una investigación más profunda,
a partir de la cual puede obtenerse una verificación o una refutación de dicho supuesto.

En la sesión familiar, el fenómeno generado por el tipo de hipótesis que formula el terapeuta como una guía de su
actividad, definen tal actividad como experimental. Los datos de tal experimentación derivan tanto del feedback
inmediato (verbal y no verbal) como de aquel obtenido y resultante de las prescripciones y rituales dados por el
terapeuta al final de la sesión. Estas últimas tiene como propósito la verificación de una hipótesis que hasta ese
momento aparece como plausible.

El procedimiento clásico del método experimental tiene 3 fases: observación, formulación de una hipótesis y
experimentación. El éxito o fracaso de cualquier investigación depende de la formulación de hipótesis. Por lo tanto,
el concepto de hipótesis alude al significado de “suposición”, excluyendo explícitamente su veracidad o falsedad.

Valor funcional de la hipótesis en general: la hipótesis, como tal, no es verdadera ni falsa, sino más bien, más o
menos útil. Aun cuando una hipótesis se pruebe como falsa, igualmente otorga información en cuanto elimina un
cierto número de variables que, hasta ese momento, aparecían como posibles. Tiene función de categorización de la
información y experiencia. La función esencial de la hipótesis consiste en ser una guía para proveer nueva
información, a partir de la cual la hipótesis será confirmada, refutada o modificada.

Valor funcional de la hipótesis en la Entrevista Familiar: radica sustancialmente en garantizar la actividad del
terapeuta, la cual consiste en rastrear los patrones relacionales. Es del todo probable que tales patrones sean
provocados y traídos a la mano por la conducta activa del terapeuta. Si éste llega a adoptar una forma pasiva, como
observador más que como actor, la familia – conforme a su propia hipótesis lineal – impondrá su propio guion
dedicado exclusivamente a señalar quien está “loco” y quien es “culpable”, lo cual entrega cero información para el
terapeuta. Por lo tanto, la hipótesis del terapeuta, proporciona un poderoso input en torno a lo inesperado y lo
improbable dentro del sistema familiar y evita el desorden y el “irse por las ramas”.

Nuestras sesiones con la familia tenderían – si nuestra actividad no estuviera basada en una hipótesis – a ir hacia un
aumento de la desesperanza, el desorden y la confusión. El aparente “desorden” es orden y viceversa. Se define el
desorden en términos de “falta de información”. El desorden, la desorganización, la falta de patrón o lo azaroso de la
organización de un sistema es conocido como su entropía. La disminución en la entropía puede considerarse como
una medida acerca de la cantidad de información. La medición estadística de la entropía negativa era lo mismo que
la medición de la información, “negentropía”. La cibernética define negentropía e información con una especie de
dualidad subjetiva, y admite la posibilidad de una transición en dos sentidos:

Negentropía información

El significado de la palabra información no es el mismo en los dos sentidos: en la transición directa de negentropía a
información, información significa adquisición de conocimiento. En la transición reciproca de información a
negentropía, información significa poder de organización.

La hipótesis debe ser sistémica: esto es, debe incluir a todos los componentes de la familia y brindarnos un supuesto
en torno a la función relacional total.

La hipótesis además de ser coherente con la epistemología sistémica, sugiere dos tipos de información: ciertos datos
adquiridos en la investigación en familias que presentan miembros psicóticos; información específica concerniente a
la familia bajo observación. Al entrar en la sesión ya provisto de un hipótesis. El terapeuta puede tomar la iniciativa,
proceder con orden regular, interrumpir, guiar y provocar transacciones, evitando ser inundado con significaciones
sin sentido.
Circularidad: como la capacidad del terapeuta de conducir su investigación basándose en el feedback proveniente de
la familia, en respuesta a la información que él solicita de sus relaciones y, por lo tanto, acerca de diferencia y
cambio.

La misma verdad general – que todo conocimiento de eventos externos es derivado de las relaciones – se reconoce
en el hecho que el ser humano siempre debe recurrir a un cambio en la relación entre si y el objeto externo si desea
adquirir una percepción más aguda. Nuestros datos sensoriales iniciales son siempre primeras aproximaciones
afirmaciones sobre diferencias que se dan entre objetos externos, o bien, afirmaciones sobre cambios que ocurren
entre ellos, o en nuestras relaciones con ellos. Lo que nosotros percibimos fácilmente es la diferencia y la diferencia
es una relación.

Por lo tanto, aquellos que denominamos circularidad es nuestra conciencia, o nuestra conciencia de ser capaces de
obtener información autentica de la familia, solo si trabajamos con los siguientes fundamentos: la información es
una diferencia; la diferencia es una relación (o un cambio en la relación). Es necesario aun otro recurso para ayudar
al terapeuta a encarar las complejidades de la familia: cada miembro de la familia es invitado a contarnos cómo ve él
la relación existente entre otros 2 miembros de la familia. Así llegamos a la investigación de una relación diádica
vista por una tercera persona (método).

La extrema eficiencia de esta técnica al iniciar una secuencia de respuestas en la familia que ilumina en forma
patente las variadas relaciones triádicas. De hecho, al invitar formalmente a un miembro de la familia a
metacomunicarse acerca de la relación entre otros dos miembros, en su presencia, no solamente estamos
quebrando una de las reglas universales de las familias disfuncionales, sino que también estamos confirmando el
primer axioma de la pragmática de la comunicación humana: en una situación de interacción, los diversos
participantes no pueden evitar comunicarse.

Desatendiendo las limitaciones que nos imponen el lenguaje y el condicionamiento cultural, podemos ir más allá de
la tríada y de la suma de varias tríadas dentro de la familia. Otros métodos prácticos de recolección de información.
Con respecto a la modalidad triádica de investigar las relaciones y el principio fundamental que la información es una
diferencia y que la diferencia es una relación, o un cambio en la relación, presentaremos algunos métodos prácticos
para solicitar información:

En términos de conducta interactiva específica en circunstancias específicas, y no en términos de sentimientos o


interpretaciones; en términos de diferencias de conducta y no en términos de predicados supuestamente intrínsecos
a la persona; en términos de la categorización de los distintos miembros de la familia de una conducta especifica o
una interacción especifica. Esta invitación a hacer una clasificación debiera ser ofrecida a más de un miembro de la
familia. Este método de clasificación por los miembros de la familia sirve como una importante fuente de
información, que no solo revela la positividad de varios miembros en el “juego familiar”, sino que también expone
interesantes discrepancias entre varias clasificaciones; en términos de cambio en la relaciones, o en la conducta
indicativa de cambio en la relación, antes y después de un evento preciso (investigación diacrónica); en términos de
diferencias con respecto a circunstancias hipotéticas.

Todas estas metodologías son usadas durante la investigación del síntoma, aun en la primera sesión. Más que llegar
a hacer una tediosa lista de conducta sintomática, el terapeuta conduce la indagación en torno al cómo cada
miembro de la familia reacciona al síntoma. El modelo es triádico – un miembro de la familia es invitado a discutir de
qué manera otro miembro reacciona al síntoma y de qué forma otro miembro familiar reacciona a esa reacción.

El ensanchamiento gradual del campo de observación. Otro importante método para recabar información durante la
entrevista familiar es comenzar con la investigación de los subgrupos. Nuestro cuestionamiento comienza con el
subgrupo usando los términos descritos: en términos de diferencias; en términos de conducta interactiva específica
en circunstancias específicas. Luego procederemos con la familia entera, siempre siguiendo la forma propuesta.
Solo después de formar un bien articulado cuadro de la familia nuclear, podemos ensanchar la investigación, para
incluir relaciones con las familias de origen de los padres, estableciendo un detalle de las relaciones entre abuelos y
nietos, siempre manteniendo los métodos antes descritos para obtener información.

Neutralidad: por neutralidad del terapeuta entendemos un efecto pragmático específico derivado de la conducta
total que él despliega ante la familia durante la sesión, y no su disposición intrapsíquica. En efecto, en el momento
que el terapeuta invita a un miembro a comentar la relación de otros dos miembros, él aparece al mismo tiempo
como aliado de esa persona. Sin embargo, esta alianza corta cuando pregunta lo mismo a cada uno de los demás
miembros de la familia. El resultado final de las sucesivas alianzas es que el terapeuta está aliado con cada uno y al
mismo tiempo, con ninguno en particular. En efecto, es nuestra creencia que el terapeuta puede ser efectivo solo en
el entendido que sea capaz de obtener y mantener un nivel diferente – metanivel – respecto de la familia.

La conducción de la entrevista de acuerdo a los principios y métodos discutidos ayuda a que el terapeuta gatille
información y, por lo tanto, a su trabajo terapéutico. Por información entendemos el incremento del conocimiento
del terapeuta para el ensamble de la modalidad relacional en el trabajo con la familia. Sobre esta percatación, el
terapeuta basará sus eventuales intervenciones terapéuticas, comentarios, prescripciones simples, prescripciones
ritualizadas o rituales familiares.

Hoffman - Fundamentos de la terapia familiar:

XV. El modelo sistémico


La apacible revolución de Milán
En 1968, las ideas del grupo de Bateson llegaron a Milán. Los Asociados de Milán, aunque influidos por el grupo
de Palo Alto, evolucionaron en otra dirección, creando una forma distinta de terapia. En Europa, se emplea el
término sistémico para describir su enfoque. Desde el principio, el grupo utilizó un formato insólito. Trabajan en dos
parejas, con una mujer y un hombre terapeuta en la habitación con la familia, y un hombre y una mujer tras una
pantalla por la que solo se puede ver de un solo lado (más recientemente, solo un terapeuta dirige la entrevista y de
uno a tres pueden hallarse ocultos tras la pantalla). Periódicamente, los observadores pueden llamar a uno de los
terapeutas fuera de la habitación para ofrecerle una sugestión o pedirle mayores informes. Hacia el fin de la sesión,
los terapeutas irrumpen para una consulta con los observadores, y durante este tiempo los 4 comparten opiniones, y
aparecen con una intervención o una recomendación.
La terapia empieza con la primera llamada telefónica y se presta gran atención a detalles como quién hizo la
llamada, su tono de voz, los intentos por determinar las condiciones del tratamiento, quién se encuentra entre la
familia inmediata y el hogar, cuál es la dificultad.
Antes de cada sesión, el grupo se reúne para comentar la sesión previa o, en caso de una primera entrevista, para
examinar la “toma” familiar. Las sesiones duran cerca de una hora. La discusión de equipo se efectúa en una sala
especial; al término de ella, los dos terapeutas se reúnen con la familia para hacerle las recomendaciones del equipo.
El tratamiento consiste en cerca de 10 sesiones, con intervalos de un mes o más. Cada familia tiene su propio
periodo para procesar un complejo juego de información; y cuanto más abundantemente se una al sistema, mayor
tiempo necesitará para que este proceso llegue a un alto. Los Asociados de Milán llaman “larga y breve terapia” a
ese tratamiento, porque el número de horas con la familia es pequeño pero el periodo necesario para la
reorganización familiar puede ser muy largo.

La contraparadoja
Una pregunta planteada en Palo Alto fue cómo emplear el descubrimiento de la parte desempeñada por las
comunicaciones de doble nivel en la familia del esquizofrénico. El grupo de Bateson, experimentando con “dobles
ataduras terapéuticas”, razonó que tendría que emplear con la familia el mismo tipo de comunicación paradójica
que estaba empleando la propia familia. Los Asociados de Milán, al adoptar la misma posición, elaboraron la idea de
la doble atadura terapéutica, llamada por ellos una “contraparadoja” y utilizada como piedra angular de una
elegante, intrincada y lógica metodología del cambio.
En el pensamiento central de los Asociados de Milán está el concepto batesoniano de la causalidad circular.
Advierten que un enfoque sistémico exige comprender que el enemigo al que debe atacar el clínico no es ningún
miembro de la familia y ni siquiera la propia familia mal funcionante, sino lo que ellos llaman el “juego” familiar. La
forma en que describen este juego recuerda elementos de la teoría de control, de Haley, de la comunicación en las
familias de esquizofrénicos, según la cual cada persona trata de obtener un control de las reglas de la familia,
mientras niega que lo esté haciendo. A menos que todos se pongan de acuerdo o bien pueda convenir en las reglas
del juego familiar no podrá ganarlo nadie ni tendrá fin. En un eterno ciclo, el juego acerca del juego, o el metajuego,
sigue siempre adelante. Tales juegos no son manifiestos sino que solo podemos inferirlos de las comunicaciones que
se efectúan en la familia.
El primer paso en la terapia sería establecer qué juego está jugando la familia con el terapeuta, aprobar el juego y
fomentarlo. Habitualmente el juego es: he aquí nuestra persona cargante, enferma o mala; hay que arreglarla y
aliviarnos, pero no se nos haga cambiar. El terapeuta sabe que caer en la trampa de tratar de hacer esto solo
producirá su propia caída. Entonces, la jugada opuesta será pedir al miembro sintomático que continúe con el
problema, en vez de tratar de arreglarlo. Lo nuevo en los Asociados de Milán es que insisten en prescribir no solo el
pensamiento problema o juego de comportamientos sino la configuración general de las relaciones que rodean al
problema.

La connotación positiva
Es un recurso terapéutico de invención del grupo de Milán. Inicialmente desearon dar una razón que fuera
coherente con la táctica de fomentar un comportamiento sintomático. Y como, al poner a la familia bajo terapia
implícitamente han convenido en ayudar a la familia a librarse del problema, sencillamente sería incongruente
prescribir sin dar una buena razón. En ello están enfrentándose a una necesidad, también reconocida por el grupo
estratégico de Palo Alto de “reenmarcar” una situación de modo que parezca lógico este tipo de intervención. La
solución a este acertijo seria connotar positivamente todos los comportamientos de la familia que pertenecen al
síntoma. El acceso al modelo sistémico solo era posible si hacíamos una connotación positiva, a la vez del síntoma
del paciente identificado y de los comportamientos sintomáticos de los demás, diciendo por ejemplo que todos los
comportamientos observables del grupo parecían inspirados por el objetivo común de mantener la cohesión del
grupo familiar. No es posible desenredar la connotación positiva de la intervención (habitualmente una prescripción
paradójica) en que se encuentra empotrada. La reenmarcación positiva del síntoma como se encuentra vinculado
con otros comportamientos de la familia es el núcleo de una prescripción paradójica. Las prescripciones pueden
conmover y remover a una familia. una intervención de esta índole romperá una pauta familiar fija a veces solo
temporalmente, pero a veces para siempre. Por lo menos, romperá el frente unido o la versión unida que una familia
presenta al terapeuta; el resultado de las prescripciones paradójicas es por lo tanto, cambiar la estructura familiar.
Es importante leer la política interna y externa de la familia. Hemos de estudiar las coaliciones y aparentes
equilibrios o desequilibrios de poder, en relación con el comportamiento sintomático. Por ello, la aportación más
importante del grupo de Milán puede no ser su marca de fábrica, la paradoja sistémica; sino la labor de detective, al
inventar una hipótesis que explique el síntoma en la familia y cómo embonan todas las piezas.

La hipótesis sistémica
Los Asociados de Milán afirman que una hipótesis debe ser circular y relacional, con lo que quieren decir que
organizará todos los datos confusos anexos a un síntoma, de tal manera que tengan sentido en el marco de las
relaciones familiares.
Surge entonces la pregunta ¿hay una hipótesis verdadera? Una hipótesis es una suposición hecha como base para
razonar, sin referencia a su verdad, como punto de partida para una investigación. Esto coloca un marco
desconcertante en torno de la terapia: cada caso se vuelve un experimento por sí solo, una novela de misterio en la
vida real. Pero no hay una “solución” a este tipo de misterio. Terminamos el dilema con un concepto de la verdad:
hay tantas posibilidades de verdad como lugares desde los cuales contemplarla.
Para el momento en que una hipótesis parezca justificada por el curso de los hechos, la familia presentará una
configuración distinta, lo que significa que la hipótesis original debe ser revisada o suprimida. Sin embargo,
sospechamos que una hipótesis bastante compleja soportará la prueba del tiempo y al menos formará un núcleo
para el cuadro que empiece a aparecer, cuando familia y equipo pasan juntos por diversos cambios.
Una hipótesis hace dos cosas importantes. Primero, es útil en su poder de organización ya que no solo ofrece una
estructura sino que puede dar al terapeuta un hilo que seguir al efectuar una entrevista. En segundo lugar, sugiere el
significado que el comportamiento sintomático tiene por entonces en esta familia.
La hipótesis define la función del síntoma. No puede decirse que un síntoma es causado por las reacciones de la
familia a él ni tampoco lo contrario; antes bien, todos estos comportamientos están girando en una pauta que se
soporta mutuamente.
Lo que entra en una intervención o prescripción no es completamente lo mismo que una hipótesis. La hipótesis
respeta la circularidad de los hechos familiares hasta donde es posible. Cuando se traduce una prescripción,
inevitablemente queda adoptada una epistemología lineal. Y esta interpretación lineal de los datos presentados por
la familia habitualmente invierte la versión de la familia, introduciendo una nueva puntuación en ella. Lo que seguirá
es la explicación del comportamiento. Esto es lineal en cierto sentido y en otro no lo es. Yo prefiero reemplazar el
concepto de paradoja por el de polaridad. En el “Libro de los cambios” el significado de cada hexagrama queda
modificado por la inclusión de una posibilidad opuesta. Del mismo modo, remplazando la puntuación de la familia
por otra opuesta, igualmente lineal, el grupo de Milán crea una polaridad. La esencia de la polaridad es una
interpretación que pasa de un polo a otro y que siempre sugiere otras posibilidades imprevistas, que nunca se
definen por completo. Cuando una familia responde a una puntuación inversa con un rechazo no solo de la
puntuación sino de los comportamientos que describe, y descubre una manera completamente distinta de organizar
sus relaciones, sentimos que este método de terapia realmente puede llamarse una dialéctica de polaridades.

Los usos del tiempo


Un aspecto crucial de la forma en que los terapeutas de Milán desarrollan una hipótesis en su atención al tiempo.
No les preocupa la manera en que una familia crea nuevas pautas al adaptarse a las circunstancias cambiantes. Un
comportamiento, por muy insensato o destructivo que sea, siempre es en cierto sentido una solución. Un dilema
surgió en algún punto de la trayectoria familiar cuando los procesos naturales de crecimiento o un cambio accidental
requirieron un cambio en la organización de la familia. Un síntoma puede ser una especie de solución: una buena
hipótesis a menudo describirá un síntoma o cualquier comportamiento irracional como ingeniosa solución a las
dificultades a las que se enfrentaba la familia en su cambio evolutivo.

El contexto referente
Los Asociados de Milán ven a la familia y al terapeuta como integrados en un contexto más general, y toman todo
el campo como unidad de tratamiento. Prestan estricta atención a lo que podría llamarse el “anillo exterior”, el
medio de profesionales e instituciones que pueden estar influyendo sobre la familia en su trabajo sobre el paciente.
Si la terapia produce una crisis – lo que a menudo hace antes de que ocurra un cambio en sistemas familiares muy
rígidos – puede parecer que el paciente se deteriora. El cambio puede entonces ser abortado por la decisión de la
familia de rehospitalizar al paciente o encontrar alguien que le dé medicación en masa. El termino aplicado al
profesional que adopta este papel es “doctor homeóstata” porque actúa para reestabilizar el campo, de modo que el
síntoma quede intacto.
Los Asociados de Milán describen sus esfuerzos para contrarrestar la influencia de este tipo de persona, que a
menudo es la que remitió a la familia a la terapia y que puede tener un interés emocional en el resultado del
tratamiento. Frecuentemente, el equipo pedirá a tal persona que asista a la sesión. Añade el grupo: ya no
cometemos el error de recomendar o prescribir la interrupción de las relaciones entre la familia y la persona
referente. En cambio, simplemente prescriben la situación. Dicen a la familia que no debe arriesgarse a dar ningún
paso hacia el cambio deseado porque si el síntoma ya no estuviera presente, la familia (o algún miembro particular)
perdería a un importante amigo, aliado, confortador. A la inversa, el equipo prescribirá la presencia del profesional
como algo esencial para mantener el equilibrio e impedir un cambio prematuro.
Los Asociados de Milán se expresan más claramente que ningún otro grupo acerca de dar prioridad a las
cuestiones contextuales del tratamiento, especialmente las que corresponden al campo profesional.

Cuestionamiento circular
Para dirigir la sesión, los Asociados de Milán han creado un formato que se basa en la afirmación de Bateson de
que “información es diferencia” y a la que se refieren como técnica del cuestionamiento circular. El método parece
aumentar considerablemente la cantidad y calidad de la información que se obtiene en una entrevista. El lema
básico es siempre plantear preguntas que enfoquen una diferencia o definan una relación.
Ante todo, tales preguntas hacen que las personas se detengan a pensar en vez de actuar de manera
estereotipada. En segundo lugar, intervienen en las intensificaciones y disputas no solo en presencia de la familia
sino también entre el terapeuta y los miembros de la familia. En tercer lugar, parecen desencadenar más del mismo
tipo de pensamiento “diferente”, que es en esencia circular porque introduce la idea de vínculos formados por
perspectivas cambiantes. Los Asociados de Milán indican que en las familias en transacción esquizofrénica las
personas rara vez definen una relación o notan una diferencia, y que esta técnica empleada por si solo puede tener
un efecto poderoso sobre estas familias. Las preguntas pueden tener efecto acumulativo. Además, el terapeuta
puede emplear esta técnica para plantear preguntas cargadas sin los frenos habituales. Otra utilidad de estas
preguntas es que pueden emplearse para bloquear comportamientos con solo señalarlos.
Los Asociados de Milán cuentan con un modelo refinado para dirigir la entrevista, que es congruente con su
batesoniana filosofía del tratamiento. Tanto las técnicas de entrevista como la intervención sistémica al final insertan
puntuaciones que subrayan la diferencia y circularidad. Las preguntas se refuerzan y son reforzadas por las
prescripciones derivadas de ellas, de una manera que hace de toda la entrevista un ejemplo de circularidad a un
nivel más complejo que si cada una de las técnicas fuese usada por si sola.

La importancia de la neutralidad
“Neutralidad”, pese a sus implicaciones de no comprometerse, tiene más que ver con la eficacia en la terapia que
con permanecer al margen. El equipo mantiene una actitud apacible aunque respetuosa durante la entrevista. Los
Asociados de Milán saben del poder de las familias para volver impotentes a los terapeutas, y ponen sus técnicas
para mantener su influencia por encima de ninguna otra realización pragmática. Con este fin, han adoptado buen
número de recursos que ayudan al terapeuta o al equipo a mantenerse en una posición desde la cual lograr el
máximo cambio.
Describen la neutralidad como la capacidad de evitar las alianzas con miembros de la familia, de evitar juicios
morales, de resistir a todas las trampas y enredos lineales. El terapeuta solo puede ser eficaz hasta el punto en que
logre obtener y mantener un nivel distinto (metanivel) del de la familia.
La neutralidad confiere al terapeuta sistémico el poder de ser eficiente. Los ingredientes son muchos: la actitud
tranquila, no reactiva, el cuestionamiento circular, los recursos que evitan que el terapeuta sea afectado por la
succión familiar, el interés en cuestiones de campo y contexto, y la actitud hacia la resistencia.

TERAPIA NARRATIVA

White – Reescribir la vida:


Cap 1. La perspectiva narrativa en la terapia
Influencias sobre el enfoque terapéutico
Desde el punto de vista de las teorías, al principio estaba interesado en seguir algunas de las escuelas de terapia
familiar. Hacia fines de los setenta me interesé por las ideas en que se apoyaban las escuelas de terapia familiar.
Decidí hacer mi propia interpretación de esas ideas, en lugar de simplemente aceptar las interpretaciones de los
fundadores de estas escuelas. Me interesó el trabajo de Bateson; me entusiasmó la posibilidad de interpretar estas
ideas y explorar las implicaciones de estas interpretaciones en el trabajo con familias. Además, a principios de la
década de 1970 me interesé en la filosofía de la ciencia, especialmente el fenómeno de la revolución científica
dentro de la comunidad científica (paradigmas abandonados y reemplazados por otros). Por otro lado, en la década
de 1980 captaron mi atención las ideas de Foucault (la de mayor influencia sobre él); la teoría feminista; la teoría
literaria; la antropología; teoría crítica; etc.
El trabajo de Bateson me introdujo a la idea de “relato”. Pero los que me alentaron a interpretar mi trabajo de
acuerdo con la metáfora narrativa fueron Cheryl White y David Epston. Así me empecé a interesar por la estructura
de los textos.

Las ideas que subyacen al enfoque narrativo


El concepto de “la vida como relato o narrativa” tiene que ver con afirmar que los seres humanos son seres
interpretantes: que interpretamos activamente nuestras experiencias a medida que vamos viviendo nuestras vidas.
Es afirmar que no nos es posible interpretar nuestra experiencia si no tenemos acceso a algún marco de
inteligibilidad que brinde un contexto para nuestra experiencia y posibilite la atribución de significados. Es afirmar
que los relatos constituyen este marco de inteligibilidad. Los significados derivados en este proceso de
interpretación no son neutrales en cuanto a sus efectos en nuestras vidas, sino que tienen efectos reales en lo que
hacemos, en los pasos que damos en la vida. Es afirmar que es el relato o historia propia lo que determina qué
aspectos de nuestra experiencia vivida son expresados y es afirmar que es el relato o historia propia lo que
determina la forma de la expresión de nuestra experiencia vivida. Es afirmar que vivimos a través de los relatos que
tenemos sobre nuestras vidas, que estas historias en efecto moldean nuestras vidas y las constituyen. Cuando invoco
la metáfora narrativa estoy hablando de la estructura misma de la vida. La orientación construccionista acompaña la
metáfora narrativa. Nos ocupamos de atender a los efectos reales de esas historias que constituyen las vidas de las
personas.
Hay un sistema de valores subyacente con el cual se evalúa el valor relativo de las historias. Pero no es un sistema
de valores aliado con las normas establecidas o los llamados “universales”. No existe ninguna posición
construccionista que pueda eludir la confrontación con cuestiones de valores y ética personal. La posición
construccionista pone el acento en estas cuestiones y exalta esta confrontación.
Si reconocemos que lo que compone o moldea o constituye nuestras vidas son las historias que se han negociado
sobre nuestras vidas, y si en la terapia colaboramos con las personas en la negociación ulterior o renegociación de
las historias de sus vidas, estamos entonces realmente en la posición de tener que enfrentar y aceptar alguna
responsabilidad por los efectos reales que tienen nuestras interacciones en las vidas de los otros. Nos vemos
confrontados con un grado de responsabilidad en la evaluación de los efectos reales que producen los autorrelatos
alterados o alternativos.
Los relatos moldean nuestras vidas, “el relato nos vive”, en lugar de ser nosotros quienes vivimos nuestra
historia. Los relatos proporcionan el marco que nos hace posible interpretar nuestra experiencia y estos actos de
interpretación constituyen logros en los que nosotros somos parte activa. Además, un único relato no puede vivir
por nosotros completamente, porque no existe relato que esté libre de ambigüedad y contradicción y que además
pueda manejar todas las contingencias de la vida. Estas ambigüedades, contradicciones y contingencias amplían
nuestros recursos para la creación de significados. Nos esforzamos para resolver o darles sentido a estas
contradicciones, ambigüedades y a nuestra experiencia de estas contingencias: darles sentido a experiencias
significativas que no pueden ser interpretadas tan fácilmente por medio de los relatos dominantes sobre nuestras
vidas con los que contamos, darles sentido a experiencias que amenazan con dejarnos desconcertados, confundidos
o perplejos. En este proceso, a menudo exaltamos o invocamos algunos de los subrelatos de nuestras vidas y es esta
índole multirelatada de la vida la que requiere al menos algún grado de mediación activa de nuestra parte.
Sus supuestos respecto de lo que constituyen problemas humanos: cuando las personas vienen a consultarme,
supongo que sus maneras de ser y pensar, o las maneras de ser y pensar de otros, de alguna manera son
problemáticas para ellos (que los efectos reales de estas maneras de ser y pensar son vividos como negativos).
“La cultura del relato” vinculada con los problemas que las personas experimentan en la vida: en nuestra cultura
hay un relato dominante acerca de qué significa ser una persona moralmente valiosa. Este relato exalta la seguridad
en sí mismo, la autonomía, la realización personal, etc. se considera que estas ideas especifican o prescriben una
manera de ser y pensar que moldea eso que se llama individualidad. Esta individualidad es una manera de ser que
no es más que una manera culturalmente preferida de ser. Por ende, para nosotros las nociones que acompañan
este relato dominante acerca de lo que en nuestra cultura significa ser una persona moralmente valiosa no
representan un modo de vida autentico o una expresión real o genuina de la naturaleza humana sino una
especificación o prescripción de preferencias culturales. Los relatos de cómo sería una vida si fuera “correcta”
moldean la vida. Y lo “correcto” es específico de cada cultura. Lo “correcto” requiere de ciertas operaciones sobre
nuestras vidas, muchas de las cuales tienen una especificidad de género y clase. Por medio de estas operaciones,
gobernamos nuestros pensamientos, nuestras relaciones con los demás, nuestra relación con nosotros mismos,
incluso la relación con nuestros cuerpos. Todo al servicio de reproducir la “forma privilegiada” o el modo de ser
dominante de una cultura.
El construccionismo social conduce a consideraciones que facilitan la expresión de la diversidad, y constituye
dicha diversidad (múltiples relatos conviven, no hay un relato dominante).
Criterios que definen una terapia exitosa: estoy interesado en lo que las personas determinan que son sus
maneras preferidas de vivir y de interactuar consigo mismas y con los demás. Si las maneras de vivir y pensar que las
personas traen a terapia no están funcionando bien para ellos, lo que me interesa es brindarles un contexto que
contribuya a la exploración de otras maneras de vivir y pensar. Siempre existe un reservorio de historias alternativas
acerca de cómo podría ser la vida, otras versiones de la vida en tanto vivida. Me interesa ver cómo puedo ayudar a
las personas a internarse en esos relatos que ellos juzgan preferibles; poner en práctica las interpretaciones o
significados alternativos que estos relatos alternativos hacen posibles. Esta tarea implica acompañar a las personas
en el cuestionamiento de determinadas estructuras que hacen posible esta dominación. Esta práctica terapéutica
incluye alguna forma de acción política a “nivel local”.
Punto en el que la terapia ha concluido: no es cuando las personas tienen concepciones diferentes del mundo
(teoría cognitiva). Se trata de facilitar la expresión de aspectos de la experiencia vivida que previamente han sido
desatendidos y apuntar a una nueva expresión – a través de marcos de inteligibilidad alternativos – de otras
experiencias de vida. De manera que al privilegiar y revivir diversos aspectos de la experiencia, este trabajo es
emotivo. En el proceso de la terapia, a medida que la experiencia estructura la expresión y a medida que la
expresión estructura y reestructura la experiencia, las respuestas emotivas de todos los participantes en la
interacción terapéutica pueden ser muy intensas.
Al abrirse un espacio para que los integrantes de la familia pongan en práctica los relatos alternativos y preferidos
de sus vidas y para el reconocimiento de muchas de las afirmaciones alternativas asociadas con esas puestas en
práctica, el terapeuta va siendo cada vez más desplazado del lugar central hasta que se lo despide de la terapia. La
despedida del terapeuta no suele demorar en suceder y rara vez sorprende cuando sucede. Si bien el terapeuta ha
desempeñado un papel importante en la coautoría de los relatos alternativos y preferidos de las vidas de las
personas, también ha trabajado para asegurarse de que las personas consultantes resulten las coautoras
privilegiadas en esta tarea en colaboración. A medida que las personas avanzan en la articulación y experiencia de
otras maneras de ser y pensar que están a su disposición, a medida que experimentan algunos de los objetivos,
valores, creencias, compromisos, que están asociados a estos relatos alternativos de la vida, se acercan a un punto
en el cual la contribución del terapeuta ya es innecesaria. Es sensato despedir en este punto al terapeuta, lo que es
de celebrar.

Herramientas y técnicas de la perspectiva narrativa


Estoy interesado en los relatos que las personas hacen de su experiencia; quiero entender cómo ha sido la vida
para ellas. Por ende, la primera parte de mi trabajo consiste en tratar de obtener algún conocimiento acerca de
aquello por lo que han estado atravesando estas personas. Es importante que logre alguna comprensión de ello y
que sepan que he logrado al menos algún grado de esta comprensión. La interacción con las personas durante el
desarrollo de esta compresión no es neutral; el desarrollo de esta comprensión no es neutral tampoco en cuanto a
sus efectos en la forma que tome la terapia y con respecto a las vidas de las personas. Tenemos que estar
conectados con los efectos reales de nuestra interacción con las personas durante el desarrollo de estos esfuerzos
de comprensión y de los mismos entendimientos así logrados, a medida que evolucionan.
A menudo logro esta comprensión necesaria explorando con las personas sus experiencias del problema. Lo que
produce el efecto de introducir una específica clase de conversación, a la que me refiero como conversación
externalizadora. En ella, aliento a las personas a que relaten de qué manera el problema ha estado afectando sus
vidas y sus relaciones. Esta línea de indagación conduce a conversaciones externalizadoras acerca de aquello que es
problemático. Pero no es raro encontrar personas ocupadas en conversaciones internalizadoras acerca de lo que
resulta problemático.
Trato de crear una atmosfera diferente alrededor del problema, en la cual las personas ven al problema no como
intrínseco a ellas sino como algo que está actuando sobre ellas desde el exterior. Con el tiempo, las personas llegan a
creer que el problema expresa su identidad. A veces los problemas les presentan a las personas lo que ellas toman
como verdades sobre su carácter, naturaleza, objetivos, etc., de modo que estas verdades tienen un efecto
totalizante sobre sus vidas. Las conversaciones externalizadoras cuestionan esto. Las internalizadoras en las que las
personas han participado acerca de lo que es problemático para ellas invariablemente han tenido efectos negativos
sobre sus vidas.
La interacción sobre la base de la idea de que los problemas son inherentes a determinadas relaciones o
intrínsecos a las vidas de las personas generalmente refuerza estas verdades y perpetúa aquello que las personas
perciben como problemático. Estas conversaciones internalizadoras sobre lo problemático también hacer difícil que
las personas puedan experimentar nuevas posibilidades para la acción. Las externalizadoras ponen en entredicho
esto. Hacen posible que las personas experimenten una identidad distinta o separada del problema. A través de las
conversaciones externalizadoras, el problema queda inhabilitado, puesto que ya no les comunica a las personas la
verdad acerca de quiénes son como personas o acerca de la verdadera naturaleza de sus relaciones, lo que abre
nuevas posibilidades para la acción. En la evolución de estas conversaciones externalizadoras, las personas siguen
revisando su relación con sus problemas. Hablé de trazar el mapa de los efectos del problema en las vidas de las
personas y en sus relaciones. Este procedimiento resulta útil cuando el problema está arraigado o parece intratable.
Lo apropiado parece ser que la conversación externalizadora sea muy amplia.
El resultado de las conversaciones externalizadoras es la deconstrucción. Tiene que ver con deconstruir las
“verdades” que las personas sienten que tanto aprisionan sus vidas. Podemos formular otras preguntas que
profundicen este proceso, algunas que expliciten la historia de determinadas “verdades”. Así como las
conversaciones internalizadoras ocultan el aspecto político de la experiencia, las conversaciones externalizadoras lo
ponen de relieve. Y siempre que se pone de relieve el aspecto político de las experiencias hay posibilidad de
deconstrucción.
Las conversaciones externalizadoras parecen de especial importancia cuando los problemas que las personas
experimentan tienen un efecto totalizante sobre sus vidas, cuando parece que los relatos que los integrantes de la
familia tienen acerca de sus vidas y cada uno de ellos están saturados por el problema. En estas ocasiones, las
conversaciones externalizadoras en tanto conversaciones deconstructivas son útiles. No obstante, hay muchas
ocasiones en las que las personas vienen a terapia y tienen a disposición otras narrativas del yo y de las relaciones, a
pesar de estar algo eclipsadas por los relatos más dominantes de sus vidas.
Cuanto estas narrativas alternativas proveen los relatos preferidos de sus vidas, la terapia estructurada a su
alrededor crea la oportunidad para que las personas se internen más de lleno, y bien desde el principio, en maneras
preferidas de ser. Pero esta re-narración en si misma está deconstruyendo los relatos dominantes de las vidas de las
personas: las verdades asociadas a estos relatos dominantes. Si no pueden enfocar una re-narración, es un indicio de
que hay que centrarse en la deconstrucción a través de conversaciones externalizadoras.
Presto atención al “publico”, a las personas que puedan ser afectadas por la re-narración, el lugar de centrarme
simplemente en la familia con la que estoy trabajando. Si los relatos de las vidas con los que contamos son
negociados y distribuidos dentro de comunidades de personas, entonces tiene mucho sentido hacer participar a las
comunidades de personas en la renegociación de la identidad. Esté trabajando con un individuo, pareja o familia,
siempre estoy pensando en los públicos posibles de los desarrollos que va desplegando la terapia y pensando en
cómo podría invitarse a este público a participar en la autenticación de las afirmaciones preferidas que están
surgiendo en el proceso de la terapia.
Proceso de re-narración; proceso de crear un nuevo relato: la vida es multirelatada, no monorelatada. Además de
los relatos dominantes de nuestras vidas, siempre existen subrelatos, y en nuestro trabajo, estos subrelatos están
relativamente a nuestro alcance. En sus vidas, las personas tienen muchas experiencias que no son fácilmente
inteligibles por vía de los relatos dominantes o subrelatos de sus vidas. Son los mismos subrelatos, y también esos
aspectos de la experiencia que están al margen de los relatos dominantes, los que realmente brindan un punto de
entrada para el trabajo de reescritura de la vida. Esto implica una autoría conjunta entre yo y la familia, con mayor
énfasis en el aporte de ellos y menos en mi sugerencia de terapeuta que “esta” sería una buena historia. Yo puedo
hacer una infinidad de preguntas que tienen el efecto de privilegiar estos subrelatos y estos aspectos desatendidos
de la experiencia, pero no puedo completar los detalles de los paisajes de vida alternativos que son asociados con
ellos. Uno de los resultados de este proceso es que las personas comienzan a situar estos otros acontecimientos de
sus vidas en secuencias específicas de acontecimientos a lo largo del tiempo.
Cuando las personas se presentan a terapia, la discusión del problema está definida por una estructura narrativa:
por un relato de los acontecimientos que se van desenvolviendo en una secuencia temporal específica y de acuerdo
a lo que yo considero que es una trama dominante. A veces hay una reformulación de la trama dominante, pero
siempre hay una formulación de una contratrama o trama alternativa. La formulación de una trama alternativa
facilita enormemente la adscripción de significado a toda una serie de experiencias que anteriormente habían sido
desatendidas.

Paisajes de la acción y paisajes de la conciencia en relación con el proceso de reescritura de la vida: son términos
tomados de Bruner. La idea es que los relatos tienen paisajes duales: paisajes de la acción y paisajes de la conciencia,
o paisajes de significado. El paisaje de la acción está constituido por experiencias de acontecimientos que están
reunidos en secuencias que se desenvuelven en el tiempo y según tramas específicas. Esto nos proporciona la
estructura rudimentaria de los relatos. Si elimináramos algunas de esas dimensiones – las experiencias de los
acontecimientos, secuencias y tiempo – no tendríamos relato. Estos elementos, en conjunto, constituyen el paisaje
de la acción. Cuando las personas vienen a terapia y hablan de lo que los trajo a verme, generalmente suelen hacer
una descripción del paisaje de la acción del relato dominante.
En ese momento, las personas también harán una descripción del paisaje de la conciencia o paisaje de significado
del relato dominante. A medida que hablan de determinados eventos, irán indicando qué piensan que esos eventos
reflejan acerca del carácter, los motivos, deseos, de diversas personas de sus redes sociales. También reflexionarán
sobre lo que estos eventos dicen acerca de las cualidades de algunas relaciones específicas. Por ende, el paisaje de la
conciencia tiene que ver con las interpretaciones que se hacen por medio de la reflexión sobre los eventos que están
desenvolviéndose en los paisajes de la acción. El paisaje de significado se deriva, por medio de la reflexión, de los
eventos en el paisaje de la acción, para determinar qué podrían decir dichos eventos acerca de los deseos,
preferencias, cualidades, características, motivos, objetivos, etc. de diversas personas. Tiene una naturaleza
recursiva el proceso, puesto que las descripciones establecidas de características, motivos, compromisos y demás
informan a su vez la disposición de las experiencias de los eventos en el paisaje de la acción. En el trabajo de
reescritura, invitamos a las personas a practicar un intercambio entre ambos paisajes – reflexionando acerca de lo
que podrían significar los acontecimientos alternativos en el paisaje de la acción y determinando qué eventos en el
paisaje de la acción reflejan mejor las descripciones preferidas de características, motivos, creencias, etc.

White y Epston - Medios narrativos para fines terapéuticos:


1. Relato, conocimiento y poder
En la literatura sobre terapia familiar de los últimos años se suscitó un debate sobre el poder. Algunos han
sostenido que en realidad el poder no existe, que es algo que se construye en el lenguaje, y que quienes
experimentan sus efectos han contribuido a producirlo. La otra posición sostiene que el poder existe realmente y
que es ejercido por algunas personas con el propósito de oprimir a otras. Foucault proporciona una vía para
abandonar este callejón sin salida.
Fue a través de los escritos de Bateson como llegué a conocer el método interpretativo. Los expertos en ciencias
sociales se refieren al método interpretativo cuando estudian los procesos por los cuales desciframos el mundo.
Dado que no podemos conocer la realidad objetiva, todo conocimiento requiere un acto de interpretación. Bateson
argumentaba que para nosotros no es posible conocer la realidad objetiva. “El mapa no es el territorio”. La
comprensión que tenemos de un hecho, o el significado que le atribuimos, está determinada y restringida por su
contexto receptor, es decir, por la red de premisas y supuestos que constituyen nuestros mapas en el mundo.
Argumentó que la interpretación de todo acontecimiento está determinada por la forma en que éste encaja dentro
de pautas conocidas, y llamó al proceso “codificación de la parte a partir del todo”.
También me llevó a prestar atención a una dimensión que en general no tiene demasiado eco en la terapia: la
dimensión temporal. Al afirmar que toda información es necesariamente la noticia de una diferencia y que es la
percepción de la diferencia lo que desencadena todas las nuevas respuestas en los sistemas vivos, demostró que
situar los eventos en el tiempo es esencial para la percepción de la diferencia, para la detección del cambio.
Al estudiar la analogía del texto, percibí una cierta semejanza entre la noción de mapa y la de narración. No
obstante, el concepto de narración tiene una ventaja sobre el de mapa, ya que requiere la localización de los
acontecimientos en pautas transtemporales.
Con respecto a la terapia familiar, el método interpretativo, en vez de proponer que cierta estructura subyacente
o disfunción de la familia determina el comportamiento y las interacciones de sus miembros, sostendría que es el
significado que los miembros atribuyen a los hechos lo que determina el comportamiento. He propuesto que las
respuestas de los miembros de la familia a las exigencias del problema, constituyen inadvertidamente el sistema de
apoyo a la vida del problema. He propuesto la externalización del problema como un mecanismo para ayudar a los
miembros de la familia a apartarse de las descripciones saturadas por el problema de sus vidas y relaciones.
La analogía del texto me proporcionó una descripción de la manera en que las personas organizan sus vidas
alrededor de determinado problema. Se puede considerar que esta organización refleja la interacción de lectores y
escritores en torno a ciertos relatos o narraciones. La carrera o el estilo de vida del problema se convierten en la
narración del problema.

Analogía
Toda formulación que postule significado, es interpretativa: estas formulaciones son el resultado de una
indagación determinada por nuestros mapas o analogías o por nuestros marcos interpretativos. Las analogías que
empleamos determinan nuestro examen del mundo: las preguntas que formulamos acerca de los hechos, las
realidades que construimos y los efectos reales experimentados por quienes participan en la indagación. Las
analogías que usamos determinan las propias distinciones que extraemos del mundo.
¿Cómo seleccionamos o determinamos las analogías que adoptamos? Nuestras preferencias por ciertas analogías
vienen determinadas por múltiples factores, incluyendo los ideológicos y las prácticas culturales imperantes. Al
preferir una analogía sobre otra, no podemos recurrir a criterios tales como su corrección o exactitud. Pero
podemos, al menos en alguna medida, investigar la analogías a través de la historia del pensamiento social y
examinando y criticando los efectos de esas prácticas.

La analogía del texto


La analogía del texto permitió considerar la interacción de las personas como la interacción de los lectores
respecto a ciertos textos. Cada nueva lectura de un texto es una nueva interpretación de este, y por lo tanto, una
nueva forma de escribirlo.
No podemos tener un conocimiento directo del mundo, todo lo que las personas saben de la vida, lo saben a
través de la experiencia vivida. Para entender nuestras vidas y expresarnos a nosotros mismos, la experiencia debe
“relatarse” y es precisamente el hecho de relatar lo que determina el significado que se atribuirá a la experiencia.
En su esfuerzo de dar sentido a la vida, las personas se enfrentan con la tarea de organizar su experiencia de los
acontecimientos en secuencias temporales, a fin de obtener un relato coherente de sí mismas y del mundo que las
rodea. Las experiencias de sucesos del pasado y del presente, y aquellas que se prevé ocurrirán en el futuro, deben
estar conectadas entre sí en una secuencia lineal, para que la narración pueda desarrollare. Esta narración es un
relato o autonarración. El éxito de esta narración de la experiencia da a las personas un sentido de continuidad y
significado en sus vidas, y se apoyan en ella para ordenar la cotidianeidad e interpretar las experiencias posteriores.
Puesto que todos los relatos tienen un comienzo (o historia), un medio (o presente) y un fin (o futuro), la
interpretación de los eventos actuales está tan determinada por el pasado como moldeada por el futuro.
Una narración no puede abarcar jamás toda la riqueza de nuestra experiencia vivida. La estructuración de una
narración requiere la utilización de un proceso de selección por medio del cual dejamos de lado, de entre el conjunto
de los hechos de nuestra experiencia, aquellos que no encajan en los relatos dominantes que nosotros y los demás
desarrollamos acerca de nosotros mismos. Gran parte de nuestro bagaje de experiencias vividas queda sin relatar y
nunca es “contado”. Los relatos son constitutivos: modelan las vidas y las relaciones.
La analogía del texto propone la idea de que los relatos o narraciones que viven las personas determinan su
interacción y su organización, y que la evolución de las vidas y de las relaciones se produce a partir de la
representación de tales relatos o narraciones. La analogía del texto es diferente de aquellas analogías que
propondrán, en las familias y las personas, una estructura o patología subyacente, constitutiva o modeladora de sus
vidas y relaciones.
La evolución de las vidas y relaciones a través de la representación de relatos se vincula con la relativa
indeterminación de todos los textos. La presencia del significado implícito, de las diversas perspectivas de los
diferentes lectores de determinados acontecimientos, y de una amplia gama de metáforas disponibles para la
descripción de tales eventos, confiere a todos los textos un cierto grado de ambigüedad o indeterminación. Esto
exige que las personas se comprometan en la generación de significado, bajo la guía del texto.
Los relatos están llenos de lagunas que las personas deben llenar para que sea posible representarlos. Estas
lagunas ponen en marcha la experiencia vivida y la imaginación. Con cada nueva versión, las personas reescriben sus
vidas.
La analogía textual nos introduce en un mundo intertextual, y ello en dos sentidos. En el primero, afirma que las
vidas de las personas están situadas en textos dentro de los textos. En el segundo, cada vez que se cuenta o se
vuelve a contar un relato, a través de su realización, surge un nuevo relato, que incluye a la anterior y lo amplia.

La analogía del texto y la terapia


Adoptamos el supuesto de que las personas experimentan problemas, para los que a menudo acuden a terapia,
cuando las narraciones dentro de las que relatan su experiencia (y/o dentro de las que su experiencia es relatada por
otros) no representan suficientemente sus vivencias. Habrá aspectos significativos de su experiencia vivida que
contradigan estas narraciones dominantes.
Cuando alguien acude a terapia, un resultado aceptable para él podrá ser la identificación o generación de relatos
alternativos que le permitan representar nuevos significados, que las personas experimentarán como más útiles,
satisfactorios y con final abierto.

La experiencia vivida y los relatos alternativos


Las personas son ricas en experiencia vivida. Solo una fracción de esta experiencia puede relatarse y expresarse
en un determinado momento. Una gran parte de la experiencia vivida queda fuera del relato dominante; estos
hechos constituyen una fuente llena de riqueza y fertilidad para la generación o regeneración de relatos alternativos.
Estos aspectos de la experiencia vivida que caen fuera del relato dominante se llaman “acontecimientos
extraordinarios”. Están siempre presentes. Incluyen toda la gama de sucesos, sentimientos, intenciones,
pensamientos, etc., que tienen una localización histórica, presente o futura, y que el relato dominante no puede
incorporar. La identificación de los acontecimientos singulares puede facilitarse mediante la externalización de la
descripción dominante, “saturada de problemas”, de la vida y de las relaciones de una persona. La externalización
del relato saturado de problemas puede iniciarse fomentando primero la externalización del problema y rastreando
después la influencia del problema en la vida y las relaciones de la persona. Se pregunta cómo ha estado el problema
afectando a sus vidas y sus relaciones. Al lograr separarse de la descripción de la vida saturada por el problema, de la
lectura habitual del relato dominante, la persona está en mejores condiciones para identificar los acontecimientos
extraordinarios. Una vez identificados los acontecimientos extraordinarios se puede invitar a las personas a
atribuirles significados. Para esto es necesario que los acontecimientos extraordinarios se organicen en un relato
alternativo. El imaginar desempeña un papel muy importante.
Al considerar la terapia como un contexto para la reescritura de las vidas y las relaciones, he propuesto una
terapia de mérito literario.
A medida que los relatos alternativos se prestan a ser representados, es posible expresar y difundir otros
aspectos de la experiencia de la persona. Invitar a las personas a convertirse en espectadores de su propia
representación de estos relatos alternativos favorece la supervivencia de los relatos y el sentido de agencia personal.
Esto puede facilitarse alentando a las personas a identificar aquellas expresiones de aspectos de la experiencia vivida
que previamente habrían quedado sin relatar y a revisar los verdaderos efectos de estas expresiones sobre sus vidas
y relaciones.

La narración dominante como conocimiento dominante y unidad de poder


La analogía del texto nos ayuda a analizar los relatos que proporciona el contexto socio-político de la experiencia
de la persona. Nos permite también estudiar la acción y los efectos del poder sobre las vidas y las relaciones.

El conocimiento y el poder como constitutivos


Por lo general se afirma que el poder es represivo y negativo. Sin embargo Foucault examina los efectos positivos
del poder. Sostiene que estamos sujetos al poder por medio de verdades normalizadoras que configuran nuestras
vidas y nuestras relaciones. Estas verdades, a su vez, se construyen o producen en el funcionamiento del poder.
Foucault se refiere al poder positivo como algo constitutivo o determinante de las vidas de las personas. Foucault
no asume la creencia de que existen hechos objetivos o intrínsecos respecto de la naturaleza de las personas, sino
más bien, ideas construidas a las que se asigna un status de verdad. Estas verdades son “normalizadoras” en el
sentido de que construyen normas en torno a las cuales se incita a las personas a moldear o construir sus vidas.
Según Foucault, un efecto primario de este poder a través de la verdad y de esta verdad a través del poder es la
especificación de una forma de individualidad, que a su vez es vehículo de poder. En vez de afirmar que esta forma
de poder reprime, Foucault sostiene que subyuga. Forja a las personas como cuerpos dóciles y las hace participar en
actividades que apoyan la proliferación de conocimientos globales y unitarios, así como también las técnicas de
poder. Al hablar de conocimientos unitarios y globales se refiere a los conocimientos que pretenden constituir
verdades unitarias y globales: los conocimientos de la realidad objetiva de las modernas disciplinas científicas. A
través del conocimiento somos juzgados, condenados, clasificados, determinados en nuestras decisiones en función
de verdaderos discursos que son los agentes de los efectos específicos del poder.

Poder/conocimiento
Foucault llega a la conclusión que poder y conocimiento son inseparables. Deduce que el surgimiento y el éxito de
las disciplinas dependieron de las técnicas de poder y que, a su vez, la cualidad expansiva del poder moderno
dependió del progreso en la construcción de aquellos conocimientos que proponen la “verdad”.
Estamos presos en una red o tela de araña de poder/conocimiento, no es posible actuar fuera de este dominio, y
todos sufrimos simultáneamente los efectos del poder y ejercitamos este poder en relación a otros. Sin embargo,
esto no indica que todas las personas sean iguales en el ejercicio del poder, ni que unos no sufran más que otros sus
efectos de dominación.

Análisis del poder ascendente versus descendente


Foucault, en vez de proponer que las técnicas de poder son activadas desde arriba para transformar a los que
están abajo, propone que el origen de estas técnicas se produce en el nivel local. Defiende un análisis del poder
ascendente, no descendente. Estas técnicas fueron esencialmente técnicas de control social, de sometimiento,
dirigidas a la objetivización o cosificación de las personas y a la objetivización de sus cuerpos. Se trataba de técnicas
para la organización y distribución de las personas en el espacio, a fin de obtener la mayoría eficiencia y economía;
para el registro y la clasificación de las personas, técnicas para el aislamiento y desarrollo de medios eficaces de
observación (vigilancia) y evaluación. Cuando se establecen las condiciones necesarias para que las personas
experimenten una evaluación continua según determinadas normas institucionalizadas, cuando no se puede escapar
a estas condiciones, esas personas se convierten en sus propios guardianes, actuarán sobre ellos mismos para
convertirse en cuerpos dóciles.
Así como estas técnicas fueron desarrolladas en el nivel local, es también en este nivel donde el ejercicio del
poder está menos oculto y, por lo tanto, es más accesible a la crítica.

Conocimientos subyugados
Foucault propone dos tipos de conocimientos subyugados:
 Conocimientos eruditos, previamente establecidos, que han sido excluidos por la revisión de la historia llevada a
cabo a partir de la aparición de un conocimiento más global y unitario. Estos conocimientos han estado enterrados
en una coherencia funcional de sistematizaciones formales, que está destinada a enmascarar los efectos de ruptura
del conflicto y la lucha.
 Conocimientos populares locales o indígenas, que actualmente están en circulación, pero a los que se le niega
espacio. Se trata de conocimientos que sobreviven en los márgenes de la sociedad y que se consideran de bajo
rango, exiliados del dominio legítimo de los conocimientos formales y las ciencias aceptadas.
Foucault señala que a través de la recuperación de los detalles de estos conocimientos autónomos y
descalificados, podemos redescubrir la historia de luchas.

Relatos alternativos y discursos culturalmente disponibles


Existe una reserva de discursos culturalmente asequibles que se consideran apropiados y relevantes para la
expresión o representación de determinados aspectos de la experiencia. Así, nuestra comprensión de nuestra
experiencia vivida, incluida la que conocemos como auto comprensión, está mediatizada por el lenguaje. Esos
discursos de verdad de los conocimientos unitarios y globales contribuyen significativamente a esta mediación de la
comprensión y a la constitución de las personas y de las relaciones.
Las personas experimentan problemas cuando las narraciones en las que cuentan su experiencia y/o en las que su
experiencia es narrada por otros, no representan suficientemente su experiencia vivida y habrá aspectos
significativos de sus vivencias que contradigan esta narración dominante. Aquellas narraciones que no son
representativas están significativamente influidas por los discursos de verdad de los conocimientos unitarios.
Podríamos suponer que las personas son incitadas a realizar acciones, a través de las técnicas de poder, que afecten
a sus vidas y a sus relaciones, contenidas en estos discursos de verdad.

Orientación terapéutica
Deberíamos suponer que estamos siempre participando simultáneamente de ámbitos de poder y conocimiento.
Así, deberíamos esforzarnos por establecer condiciones que nos ayuden a criticar nuestras prácticas formadas en ese
ámbito. Deberíamos trabajar para identificar el contexto de las ideas en las que nuestras prácticas están situadas.
Esto nos permitiría identificar los efectos, peligros y limitaciones de estas ideas y de nuestras propias prácticas.
Trataríamos de identificar y criticar aquellos aspectos de nuestro trabajo que podrían vincularse con las técnicas de
control social.

Apartarse de los conocimientos unitarios


La externalización del problema ayuda a las personas a identificar los conocimientos unitarios y los discursos de
“verdad” que las están sometiendo, y a liberarse de ellos. A través de la externalización, las personas adoptan una
perspectiva reflexiva respecto de sus vidas, y pueden considerar nuevas opciones para cuestionar las “verdades”.
Esto les ayudará a negarse a la cosificación de sus personas y sus cuerpos a través del conocimiento.

Cuestionamiento de las técnicas de poder


Tal como sucede con los conocimientos unitarios, las técnicas de poder que incitan a las personas a construir sus
vidas a través de la verdad pueden cuestionarse recurriendo a la externalización del problema. Estas técnicas
incluyen: las de organización de las personas en el espacio, las de registro y clasificación de las personas, las de
exclusión de grupos de personas y las de asignación de identidad a estos grupos, así como también las técnicas para
el aislamiento y para asegurar medios eficaces de vigilancia y evaluación.
Una vez identificadas las técnicas de poder a las que las personas están sujetas, es posible localizar
acontecimientos extraordinarios por medio de una investigación de aquellas ocasiones en que la persona podría
haberse sometido a estas técnicas pero se negó a hacerlo. Entonces, se puede invitar a generar significados
alrededor de estos acontecimientos extraordinarios. Al identificar estos acontecimientos extraordinarios, será
posible cuestionar eficazmente el sometimiento a las técnicas de juicio normalizador, o sea, a la evaluación y
clasificación de las personas y sus relaciones según las verdades dominantes. Los cuerpos dóciles se convierten así en
espíritus animados.

Resurrección de los conocimientos subyugados


En la medida en que el desenlace deseable de la terapia es la generación de historias alternativas que incorporen
aspectos vitales y anteriormente negados de la experiencia vivida, y en la medida en que estos relatos incorporan
conocimientos alternativos, puede afirmarse que la identificación y provisión del espacio para la representación de
estos conocimientos es un aspecto central del esfuerzo terapéutico.
Es posible generar y regenerar relatos alternativos a través de la representación de significado alrededor de
acontecimientos extraordinarios. Esta representación puede también proporcionar una base para la identificación de
los conocimientos subyugados y para la apertura de espacios en los que puedan circular estos conocimientos.
Se pueden localizar acontecimientos extraordinarios investigando aquellos aspectos de la vida de la persona que
es capaz de valorar, pero que no se adaptan a las normas y expectativas propuestas por los conocimientos unitarios.
También pueden identificarse conocimientos eruditos por medios de trabajos “arqueológicos” se puede pedir a
las personas que investiguen los archivos de su familia y comunidad, documentos históricos en relación a sus
prácticas vitales, en un intento de localizar conocimientos previamente establecidos que concuerden con los
acontecimientos y los conocimientos extraordinarios. Al establecer estos relatos históricos de conocimientos
subyugados pueden apreciar su singular historia de lucha y asumir la constitución de sus propias vidas y relaciones.
En terapia, cuando las personas asumen estos conocimientos extraordinarios asistimos a la insurrección de los
conocimientos subyugados.

Tradiciones orales y escritas: una distinción


El status de verdad asignado al lenguaje oral y al escrito dependen, en cierta medida, de su campo de actividad.
En nuestra cultura prevalece un mecanismo general que refuerza la importancia de una dimensión escrita para
nuestro trabajo. No se oye sino que se ve.

La tradición escrita
En nuestra cultura, el uso de la tradición escrita en terapia promueve la formalización, legitimación y continuidad
de los conocimientos populares locales, la autoridad independiente de las personas y la creación de un contexto
para el surgimiento de nuevos descubrimientos y posibilidades.

La tradición escrita y el tiempo


Para percibir el cambio en su vida, para experimentar que su vida progresa, y para percibir que está cambiando,
una persona necesita organizar los eventos de su vida en el contexto de secuencias coherentes en el tiempo, a través
del pasado, presente y futuro.
Las personas que acuden a terapia suelen sentirse incapaces de intervenir en una vida que les aparece como
inmutable. En consecuencia, es posible que la tradición escrita, en la medida en que permite reflejar la experiencia
sobre la dimensión temporal, tenga mucho que ofrecer en las actividades definidas como terapia.

Organización de la información
Podemos defender la introducción de tradición escrita en terapia basándonos en que: permite aumentar la
cantidad de información que puede procesarse en nuestra memoria a corto plazo en un momento dado; permite la
organización más deliberada de los recursos lingüísticos y la reorganización de unidades de ideas en diferentes
relaciones de dependencia. Es decir, que la persona puede participar más activamente en la determinación de la
organización de la información y la experiencia, así como en la producción de diferentes relatos de los eventos y las
experiencias.

2. La externalización del problema

La externalización es un abordaje terapéutico que insta a las personas a cosificar y, a veces, a personificar, los
problemas que las oprimen. En este proceso, el problema se convierte en una entidad separada, externa por tanto a
la persona o a la relación a la que se atribuía. Los problemas considerados inherentes y las cualidades relativamente
fijas que se atribuyen a personas o relaciones se hacen así menos constantes y restrictivos.

Era frecuente que cuando los miembros de las familias explicaban los problemas por los que solicitaban terapia,
presentaran lo que denomino “descripción saturada por el problema” de su vida familiar. Esta descripción saturada
por el problema es el relato dominante de la vida familiar.

Al ayudar a los miembros a los miembros de la familia a separarse y separar sus relaciones del problema, la
externalización abría la posibilidad de que se describieran a sí mismos y a sus relaciones desde una perspectiva
nueva, no saturada por el problema; permitía el desarrollo de una historia alternativa de la vida familiar, más
atractiva para los miembros de esa familia. Desde esta nueva perspectiva, las personas eran capaces de descubrir
“hechos” acerca de sus vidas y relaciones que anteriormente, desde el relato saturado por el problema, no estaban
en condiciones de percibir; “hechos” que contradecían este relato y proporcionaban los núcleos para la generación
de nuevas historias. E, invariablemente, en este proceso se resolvía el problema.

La externalización de los problemas ayuda a las personas en su lucha contra los mismos, y he llegado a la conclusión
de que, entre estas cosas, este abordaje: hace disminuir los conflictos personales más estériles incluyendo las
disputas en torno a quién es responsable del problema; combate la sensación de fracaso que aparece en las
personas ante la persistencia del problema pese a sus intentos de resolverlo; allana el camino para que las personas
cooperen entre sí, se unan en una lucha común contra el problema y logren sustraerse a su influencia; abre nuevas
posibilidades de que las personas actúen para apartar sus vidas y relaciones de la influencia del problema; permite a
las personas afrontar de un modo más desenfadado, más eficaz y menos tenso problemas que parecían
“terriblemente serios”; ofrece opciones de dialogo, y no de monologo, sobre el problema. En el contexto de las
prácticas asociadas a la externalización de problemas, no son la persona ni la relación las que constituyen el
problema. Es el problema lo que es el problema, y por tanto la relación de la persona con él se convierte en el
problema.

A partir de la analogía del texto pueden postularse varios presupuestos acerca de la experiencia que las personas
tienen de los problemas. Parto del presupuesto general de que cuando las personas experimentan problemas por los
que van a terapia, las narraciones con las que están relatando su vivencia y/o en las que otros están contando su
experiencia no representan suficientemente su experiencia vivida y; en este caso habrá aspectos significativos y
vitales de su experiencia que contradigan estas narraciones dominantes.

La externalización del problema permite a las personas separarse de los relatos dominantes que han estado dando
forma a sus vidas y relaciones. Al hacerlo, recuperan la capacidad de identificar aspectos previamente ignorados,
pero cruciales, de la experiencia vivida, aspectos ignorados que no podrían haberse predicho a partir de la lectura
del relato dominante. He llamado a estos aspectos de la experiencia “acontecimientos extraordinarios”.

Cuando se identifican acontecimientos extraordinarios, puede estimularse a las personas a que desarrollen nuevos
significados en relación con ellos. Esto requiere que los acontecimientos extraordinarios pasen a formar parte de una
historia alternativa de la vida de la persona. He denominado relato extraordinario a esta historia alternativa y he
elaborado un modo de plantear preguntas que aliente a las personas a localizar, generar o resucitar historias
alternativas que “expliquen” los acontecimientos extraordinarios. Otras preguntas llevan a las personas a investigar
qué indican estos nuevos datos acerca de los atributos y cualidades de ellas mismas y de sus relaciones. Al tomar en
consideración estas preguntas y responderlas, las personas obtienen “redescripciones extraordinarias” y nuevas de sí
mismas y de sus relaciones. La terapia inspirada en la externalización de problema facilita la re-escritura de vidas y
relaciones.

Preguntas de influencia relativa

Este proceso se pone en marcha al inicio de la primera entrevista, consiguiendo que las personas se involucren
inmediatamente en la tarea de separarse del problema. Las preguntas de influencia relativa se componen de dos
conjuntos de preguntas. El primero anima a las personas a trazar el mapa de la influencia del problema sobre sus
vidas y relaciones. El segundo las insta a describir su propia influencia sobre la “vida” del problema. Al invitar a las
personas a revisar los efectos que el problema tiene sobre sus vidas y relaciones, las preguntas de influencia relativa
les ayudan a tomar conciencia de su relación con el problema y a describirlo. Esto las arranca de un mundo fijo y
estático, un mundo en el que los problemas son intrínsecos a las personas y relaciones, y las introduce en un
universo de experiencia, en un mundo de fluctuaciones. En él, las personas encuentran nuevas posibilidades de
acción afirmativa y nuevas oportunidades para actuar con flexibilidad.

Describir la influencia del problema

Se introducen preguntas que animan a las personas a rastrear la influencia del problema sobre sus vidas y relaciones.
Estas preguntas ayudan a identificar la esfera de influencia del problema, que puede abarcar el ámbito conductual,
emocional, físico, interaccional y actitudinal. Así se identifica la descripción saturada por el problema de la vida
familiar, una descripción mucho más extensa que la que se ofrece habitualmente del problema “en si”, en vez de
restringir la investigación de los efectos del problema en varias áreas de intersección: entre el problema y diversas
personas, y entre el problema y diferentes relaciones. Esto abre un campo amplio para la posterior búsqueda de
acontecimientos extraordinarios y para las posibilidades de una acción afirmativa. Se pueden emprender acciones
positivas en cualquiera de estos planos. Esto ofrece a todas las personas relacionadas con el problema la posibilidad
de experimentar una nueva sensación de agencia personal.

Describir la influencia de las personas

Una vez que se ha obtenido una descripción de la esfera de influencia del problema, puede plantearse un segundo
conjunto de preguntas que invitan a los clientes a describir su propia influencia, así como la influencia de sus
relaciones, sobre la “vida” del problema. Estas preguntas generan información que contradice la descripción
saturada por el problema de la vida familiar, y ayuda a las personas a identificar su competencia y sus recursos ante
la adversidad.

Para que la nueva información sobre los “hechos” hasta entonces ignorados contradiga de forma eficaz la
descripción saturada por el problema, esta información debe ser relevante para las personas implicadas. Solo si es
significativa constituirá un acontecimiento extraordinario para ellas. La descripción previa de cómo repercute el
problema facilita la atribución de esta relevancia. Cualquier información nueva sobre la influencia de las personas
contrastará claramente con la descripción previa.

Acontecimientos extraordinarios

Solo es necesario identificar un acontecimiento extraordinario para iniciar la construcción de nuevos significados.
Esta idea está en consonancia con el presupuesto fundamental de la terapia breve, acerca de que es suficiente un
pequeño cambio para iniciar transformaciones mayores en el resto del sistema. En el caso de los acontecimientos
extraordinarios un único hecho (significado) de este tipo puede ser suficiente para hacer que se resquebraje la visión
monolítica que los clientes suelen tener de su situación, permitiendo así que aparezcan fisuras en las que se puede ir
construyendo una realidad alternativa. Y, aunque resulta útil que todas las personas que mantienen una relación con
el problema participen activamente en esta generación de nuevos significados, no es una condición necesaria.

Responsabilidad
Aunque la externalización de problema, tal y como se ha esbozado, permite a las personas separase de estos
problemas, esta práctica no las releva de su responsabilidad en el mantenimiento de los mismos. En la medida en
que estas prácticas ayudan a las personas a hacerse conscientes de y describir su relación con el problema, les
permite asumir una responsabilidad con respecto al problema que antes no estaba a su alcance.

Las prácticas asociadas a la externalización de problemas también: liberan a las personas de las descripciones
saturadas de problemas de sus vidas y relaciones; fomentan la generación o resurrección de relatos alternativos y
más gratificantes; ayudan a las personas a identificar y desarrollar una nueva relación con el problema. Estas
prácticas fomentan una nueva sensación de agencia persona y, con ella, las personas son capaces de asumir su
responsabilidad en la investigación de nuevas opciones en su vida y en el seguimiento de nuevas posibilidades. En
este proceso, las personas experimentan una nueva capacidad de intervenir sobre su mundo.

Freeman, Epston, Lobovits - Terapia narrativa para niños:

Cap. 2. Llegar a conocer al niño al margen del problema


La impresión que el niño se forma sobre qué es la terapia nace incluso en el momento en que entra en la
consulta. Cuando sus padres lo presentan al terapeuta, el niño tiene poco control sobre cómo se lo describe.
Potencialmente está a merced de los adultos, que interpretarán sus motivaciones y sus sentimientos según ellos los
entiendan. Cabe presumir que el niño quiere que se le vea de forma favorable ante sus padres y hermanos,
especialmente cuando le presentan a un extraño como el terapeuta ¿Cómo podemos actuar los terapeutas para que
el problema no defina la identidad del niño ni fije el tono de la iniciación de la terapia? Al menos podemos intentar
conocer al niño al margen del problema.

Reunirse con el niño sin hablar del problema


En terapia narrativa, el terapeuta y la familia pueden empezar con una conversación exteriorizadora sobre la
situación problemática, antes de que el terapeuta intente conocer algo más sobre el niño. Esto puede aliviar el
sentimiento de responsabilidad y culpa del niño y de la familia. Sin embargo, es posible que el problema esté tan
interiorizado o fundido con la identidad del niño, que el solo hecho de iniciar una sesión hablando del problema le
resulte humillante. Quizá lo prudente sea empezar invitando a que se hable del niño sin mencionar el problema. Para
esto, primero pedimos el consentimiento de los padres.
Cuando la atención se centra en las cualidades excepcionales del niño y en sus ganas de cambiar se crea un clima
de esperanza. Es previsible que este enfoque rompa el hielo y suscite la atención del pequeño. Se puede descubrir o
redescubrir información inestimable que nos dé acceso al niño y a las pistas sobre los recursos necesarios para
abordar el problema. Estos descubrimientos se pueden convertir en los cimientos sobre los que se construya una
historia alternativa, una historia basada en las competencias del niño y de la familia, y lo suficientemente atractiva
como para contraponerla a la historia dominada por el problema.

Cuando el problema ensombrece el conocimiento del niño


Si en las explicaciones de la familia la identidad del niño se confunde con un problema o un síntoma, puede
resultar difícil averiguar más cosas sobre el pequeño. Normalmente perseveramos para ver cómo es ese niño cuando
no está dominado por el problema. Hay que señalar aquí la necesidad de no ignorar las preocupaciones y las quejas
de la familia. En estas circunstancias, la conversación exteriorizadora tiene un valor incalculable, ya que en ella se
puede abordar el problema de forma que quede separado de la identidad del niño, pero sin ignorarlo. Se puede
pedir permiso al niño y a la familia para trabajar temporalmente dejando de lado el problema.

Descubrir las habilidades


Una vez acordado que se va a trabajar en esta línea, se puede empezar: ¿qué les gustaría que supiese de ustedes
primero? ¿Cuáles son algunas de las cosas que más les gusta hacer?
Algunas preguntas para los familiares son: ¿me pueden hablar de alguna de las habilidades y de los intereses de X
que ustedes aprecien? ¿Qué me puede decir usted de la relación entre padre e hijo al margen del problema?
Con el conocimiento especifico de sus intereses y habilidades sabemos qué puede aportar el niño que se pueda
oponer al problema. Con este conocimiento, después el terapeuta se une al niño en la conversación, ofreciéndole
unos puentes lingüísticos que le permitan intentar resolver el problema por sí mismo y de forma imaginativa.

Uno se hace mayor y los problemas se hacen pequeños


A veces, además de preguntar por las habilidades, los intereses y las cualidades, lo hacemos por los cambios
evolutivos, el desarrollo y la disposición para el cambio. Muchos niños sienten verdadero interés por “hacerse
mayores”.

Uno inicios difíciles: invitación a la seriedad


Al inicio de la terapia se pueden producir invitaciones a ser más serios y estrictos, y no tan lúdicos.
Cualquier terapeuta infantil o familiar sabe que la presencia del niño en un lugar que no le es familiar es, por
definición, impredecible y, a veces, desconcertante. Hay momentos en los que los esfuerzos de uno por cautivar al
niño y conseguir que participe fracasan.
Es posible que el terapeuta haya intentado llegar a conocer al niño al margen del problema, o mitigar la
vergüenza y el recelo mediante una conversación exteriorizadora, y sin embargo el niño siga ignorando a los adultos,
mirando al vacío o corriendo por la habitación. Son unos momentos que pueden resultar muy embarazosos para los
padres, que se sienten responsables del niño.

Cap. 4. Los padres en la terapia familiar integradora del niño


En la terapia familiar, tanto los niños como sus cuidadores tienen unas relaciones con el problema en cuestión.
La terapia familiar es compleja; en ella convergen diferentes individuos y diversas corrientes de preocupaciones
acerca de determinados problemas, se separan y vuelven a juntarse.
Es comprensible que algunos problemas les resulten muy pesados a los padres. Hay que escuchar y tratar sus
propias historias de dolor y de lucha mientras las dificultades del hijo se abordan a su nivel.

La participación de los padres en los planteamientos lúdicos


A los padres les es gratificante ver que su hijo aplica sus conocimientos y sus habilidades al problema. No se
limitan a contemplar el ingenio del hijo sino que captan el espíritu y participan activamente. Muchas veces disfrutan
de verse inmersos en la terapia y de contribuir a que la comunicación sea más desenfadada.
Los padres pueden cumplir muchos roles en la terapia:
 Participan con el niño en tormentas de ideas y de soluciones.
 Pueden actuar de conspiradores con su hijo, espiando o enfrentándose al problema.
 Actuar metafóricamente como equipo con el problema en un bando y la familia en el otro.
 Añadir significados en los relatos del niño a medida que surgen en el juego o en la conversación.
 Pueden participar en un ritual, un juego o un rito de paso.
 Proporcionan detalles y ejemplos que desarrollan relatos prometedores o excepciones a historias saturadas
del problema.
 Forman un público que escucha la nueva historia del niño, corroboran que la conducta de éste ha cambiado y
celebran con él este cambio.

La influencia de los hijos en los padres en la terapia familiar


A los terapeutas les es mucho más fácil articular la influencia que los padres ejercen en los hijos que la de éstos
en sus padres. Uno de los momentos más evidentes en que el niño puede ejercer una gran influencia es cuando
algún problema lleva a la familia al terapeuta. Este puede unirse a los padres para identificar las aspiraciones de
éstos y ofrecer un foro para el cambio personal y de la familia.
Las dificultades de comunicación entre padres e hijos mejoran cuando el hijo no solo se convierte en participe
activo del dialogo familiar sobre el problema en cuestión, sino que observa que en el foro de los intereses familiares
se le reserva un buen sitio para sus preocupaciones. Todos los niños aportan a la sesión no solo un punto de vista
particular, sino también unos modos de comunicación con una capacidad de evocación y contribución excepcional,
cuyas características suelen ser la inmediatez, la espontaneidad y la franqueza. Añadiríamos el humor, la risa y las
oportunidades de crecimiento y cambio para los padres.

Expectativas sociales de los padres


En algunas teorías psicológicas y en la cultura en general, se suele considerar que los padres (especialmente las
madres) son los únicos responsables de los problemas emocionales de sus hijos. Como resultado de interiorizar estas
convicciones generalizadas, muchos padres dicen que se sienten culpables cuando sus hijos sufren problemas que
les hacen buscar la ayuda de un profesional. Nosotros tratamos de desvelar los efectos que produce la convicción de
que los malos padres son la causa de los problemas de sus hijos. Una vez que se exteriorizan, estas convicciones
pueden ser objeto de comentario y de crítica. Esto reduce los efectos corrosivos de la culpa que desde afuera se
atribuye a los padres, y de la que desde el interior se atribuyen ellos mismos. Mediante las conversaciones
externalizadoras, se revelan los aspectos de la relación entre los padres y el problema, incluidas las presiones para la
conformidad.

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