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Orígenes epistemológicos e históricos. Teoría General de los Sistemas. Cibernética. Teoría de la Comunicación
Humana. Doble vinculo (como paradoja pragmática). Desarrollos epistemológicos actuales: cibernética de segundo
orden. Constructivismo. Construccionismo social. Principales modelos: estructural, estratégico, Escuela de Milán,
terapia narrativa. Aplicación en terapia individual, parejas y familias.
El doble vínculo (como paradoja pragmática) (es una relación opuesta a lo común entre dos personas, donde una
de ellas se encuentra atada a la otra por dos peticiones contradictorias, de tal modo de que cualquier respuesta sea
errónea; haga lo que haga, no puede ganar)
Los ingredientes necesarios para que tenga lugar una situación de doble vínculo son:
Dos o más personas: designamos a una como la víctima. No suponemos que la madre solo imponga el doble
vínculo sino que ello puede deberse a la madre sola o a alguna combinación de madre, padre y/o hermanos.
Experiencia repetida: el doble vínculo es un tema recurrente en la experiencia de la víctima. Nuestra hipótesis
no implica una única experiencia traumática sino experiencias tan repetidas que la estructura del doble vínculo llega
a constituir una experiencia habitual.
Una instrucción negativa primaria: puede tener una o dos formas. A) “No hagas esto o te castigaré”. B) “Si no lo
haces te castigaré”. Seleccionamos un contexto de aprendizaje basado en la evitación del castigo antes que un
contexto de búsqueda de recompensa. Suponemos que el castigo puede ser el retiro del amor o la manifestación de
odio.
Una instrucción secundaria: contradice a la primera en un nivel más abstracto y, como la primera, está reforzada
por castigos o señales que ponen en peligro la supervivencia. Esta instrucción secundaria es más difícil de describir
que la primaria por dos motivos. Primero, la instrucción secundaria por lo común es comunicada al niño por medios
no verbales (postura, gestos, tono de voz, etc.). Segundo, la instrucción secundaria puede chocar con cualquier
elemento de la prohibición primaria; por lo tanto, la verbalización de una instrucción secundaria puede incluir una
amplia variedad de formas. Por ejemplo: “No veas esto como un castigo”, “No te sometas a mis prohibiciones”, “No
pienses en lo que no debes hacer”, “No pongas en dudas mi amor”. Otros ejemplos se vuelven posibles cuando no es
un individuo sino dos, los que crean el doble vínculo. Por ejemplo, puede negar en un nivel más abstracto las
instrucciones del otro.
Una instrucción negativa terciaria: prohíbe a la víctima escapar del campo. Parecería que en algunos casos la
posibilidad de abandonar el campo es anulada por ciertos recursos que no son puramente negativos. Por ejemplo,
promesas caprichosas de amor.
Todos estos ingredientes ya no son necesarios cuando la víctima ha aprendido a percibir su universo en
patrones de tipo doble vínculo. Casi cualquier parte de la secuencia del doble vínculo puede bastar entonces para
desencadenar pánico o rabia. El patrón de instrucción conflictuales puede incluso quedar a cargo de voces
alucinatorias.
Hacia fines de los años 70, el sistema que se estudiaba en terapia familiar era el de la familia y se consideraba al
terapeuta como un observador externo. Este abordaje aceptaba implícitamente que existía una realidad objetiva
exterior a nosotros, realidad que era necesario develar para ayudar a los pacientes a deshacerse de la red en la que
estaban capturados.
Sin embargo, a partir del comienzo de los años 80 un nuevo movimiento llamado constructivismo se expandió en
el ambiente de los psicoterapeutas de familia: este enfoque invocaba los trabajos de Ernst Von Glasersfeld, Heinz
Von Foerster, Humberto Maturana, Francisco Varela.
Luego, el constructivismo fue atacado a su vez en nombre del construccionismo social. Nuevas formas de terapia
que insistían sobre las narraciones o las soluciones propusieron reemplazar la metáfora cibernético/sistémica por la
metáfora postmoderna y antropológica.
Los trabajos de Heinz Von Foerster sobre la segunda cibernética así como los de Humberto Maturana y Francisco
Varela sobre la percepción, estuvieron parcialmente en el origen de la aplicación de las teorías constructivistas al
dominio de la terapia familiar.
Heinz Von Foerster insistió sobre la relación entre el sistema observador y el sistema observado, mostrando que
estos dos sistemas son inseparables. Consideraba que realidad y comunidad van de la mano.
Maturana y Varela subrayaron que la percepción visual nace en la intersección de aquello que se ofrece a
nosotros y de nuestro propio sistema nervioso. Ellos han demostrado que aquello que nosotros vemos no existe en
tanto que tal, al exterior de nuestro campo de experiencia, sino que resulta de la actividad interna que el mundo
externo dispara en nosotros. Los criterios de validación de una experiencia científica se basan en que lo necesario
para el investigador no es un mundo de objetos, sino una comunidad de observadores cuyas declaraciones formen
un sistema coherente, y es por esto que Maturana pone la objetividad entre paréntesis.
En definitiva, tanto Maturana como Varela, sostienen que el lenguaje no fue inventado por un sujeto que buscaba
aprehender el mundo exterior. Los seres humanos son indisociables de la trama de acoplamientos estructurales que
teje el lenguaje.
Gracias a estos pensadores, los terapeutas familiares han sido llevados a descubrir que la construcción mutua de
lo real en psicoterapia cuenta más que la búsqueda de la verdad o de la realidad:
Una psicoterapia exitosa no implica que el terapeuta ha tenido razón sino que la construcción que él ha
edificado con los miembros del sistema terapéutico es operativa. La intervención del terapeuta en lugar de apuntar a
hacer surgir alguna verdad, debe tender más bien a aumentar el campo de las posibilidades.
El concepto de acoplamiento estructural mantiene la importancia de la autonomía individual y, por lo tanto, de
la responsabilidad personal.
Fue hacia fines de los años 80 que las teorías del construccionismo social tomaron vuelo en los Estados Unidos.
Para Kenneth Gergen las significaciones así como el sentido de sí mismo y las emociones, nacen de un contexto
intrínsecamente relacional: no solamente el “yo” y el “tu” se manifiestan en el seno de los diálogos permitidos por
las relaciones humanas, sino que la identidad es producida por las narraciones surgidas de intercambios comunes,
remitiendo a las narraciones del yo a las relaciones sociales más que a las elecciones individuales. Desde esta óptica,
incluso las emociones corresponden a modos de funcionamiento social porque ellas están insertas en secuencias y
escenarios comunes.
Gergen propone a los terapeutas reemplazar las metáforas mecánicas de la cibernética por metáforas extraídas
de la teoría literaria o de la antropología postmoderna. Sitúa al construccionismo social en la era postmoderna. El
modernismo asimilaba al mundo a una gigantesca máquina que los hombres debían y podían comprender,
esperando que la comprensión del funcionamiento de esta máquina produjera conocimientos garantes de un
progreso limitado. El pensamiento moderno ponía el acento sobre los proyectos, la evolución, la objetividad y la
racionalidad. Mientras que el pensamiento postmoderno habría nacido hacia el fin de los años 70, juntamente con el
cuestionamiento de un orden político amoral que se preocupa únicamente en acumular más riquezas y poderes.
Tanto constructivismo como construccionismo social, al concebir el saber cómo una construcción del espíritu y al
rehusar uno y otro definir el conocimiento como el reflejo fiel de una realidad o de un mundo independiente de
nosotros, rechazan el dualismo sujeto/objeto. Pero para los construccionistas conceptos tales como “el mundo” o “el
espíritu” no tiene el estatus ontológico que parecen atribuirles los constructivistas, porque ellos pertenecen a
prácticas discursivas y son susceptibles de ser discutidos y negociados en el lenguaje. Según Gergen el
constructivismo describe la construcción del saber a partir de procesos intrínsecos al individuo mientras que el
construccionismo social busca remontar las fuentes de la acción humana a las relaciones sociales. La construcción
del mundo no se sitúa en el interior de la mente del observador, sino más bien en el interior de diferentes formas de
relación. Las consecuencias de este enfoque podrían ser:
Los intercambios verbales entre el terapeuta y el paciente no reflejan una cierta verdad, no se trata de verificar o
aplicar una teoría preconcebida sino de comprometerse en un diálogo potencialmente productivo.
Cuando el paciente habla de tal o cual problema es importante interrogarse acerca del contexto relacional
preguntándose hacia quién dirige ese discurso y con qué fin.
Al ser significados co-generados por el paciente y el terapeuta en el contexto terapéutico, no existe más una voz
única así como no existe un yo unificado: no hay una voz sino varias e incumbe entonces al terapeuta ayudar al
paciente a hacer surgir en él otras voces que le permiten orientarse hacia otras formas de conversación.
Los conversadores
Harry Goolishian y Marlene Anderson sostienen que la intervención terapéutica es un principio obsoleto: el
terapeuta no interviene más sino que se contenta de participar en la conversación terapéutica a partir de una
posición de perplejidad.
Para Michael White el terapeuta familiar debe buscar reconstruir las verdades que fueron separadas de las
condiciones y los contextos de su producción. White adhiere a la definición foucultiana de la exclusión como
consecuencia de la aceptación de una identidad socialmente atribuida: tanto para las personas como para los
grupos, sería la identidad impuesta al individuo marginalizado la que crearía la exclusión, más que la no-pertenencia
a tal o cual colectividad. Es fundamental develar la naturaleza política de las interacciones locales y se esfuerza, por
lo tanto, en exteriorizar los discursos interiorizados gracias a las conversaciones terapéuticas que apuntan a
repolitizar aquello que había sido despolitizado. Considera que los conocimientos culturales pueden terminar por
constituir un factor de subjetivización. Es en el espacio creado en terapia por la exteriorización de algunos de estos
discursos interiorizados, en la distancia nueva que la persona tiende a establecer con sus relatos, que las narraciones
alternativas pueden eventualmente, edificarse.
Como Anderson y Goolishian, Steven de Shazer piensa que los problemas están inscriptos en el lenguaje, pero en
oposición a estos autores, él se adjudica como principal objetivo resolver lo más rápidamente posible las dificultades
de los pacientes. Al interesarse mucho menos en la causa de los problemas que en el descubrimiento de las
soluciones, él se dedica a promover estas resoluciones amplificando los recursos latentes de las personas que han
solicitado su ayuda.
La terapia de colaboración
En 1994, Joan Aderman, Tom Andersen, Harlene Anderson, Marilyn Frankfurt, Peggy Penn, Tom Russell y Kathy
Weingarten difundieron un texto que precisa los puntos esenciales del enfoque que ellos preconizan, denominada
terapia colaborativa y queriendo ser una co-construcción de lo nuevo ligada al postmodernismo, este abordaje
opone los sistemas sociales definidos por las estructuras y los roles a los sistemas lingüísticos, las familias, los
individuos viviendo en el lenguaje y las organizaciones jerárquicas a las organizaciones horizontales e igualitarias. El
yo es una instancia múltiple que se funde en el lenguaje y las relaciones, en tanto que el no-saber del terapeuta es
considerado indispensable para la elección de nuevas posibilidades. Al concebir la terapia como una colaboración
entre dos personas con experiencias y perspectivas diferentes más que como una colaboración entre un experto y
sujetos que demandan ayuda, este grupo dedujo lógicamente que el terapeuta debe aceptar instalarse en un no-
saber a fin de abrirse a las posibilidades que el saber haría peligrar. Esta posición, que permite mantenerse en un
proceso de aprendizaje, privilegia la búsqueda común del terapeuta y el cliente sin implicar, sin embargo, el rechazo
de todo saber anterior.
Información y entropía
Otra vía que está vinculada de cerca de la teoría de los sistemas es la moderna teoría de la comunicación.
La noción general en teoría de la comunicación es la de información.
Otro concepto céntrico de la teoría de la comunicación y el control es el de retroalimentación. Los dispositivos de
retroalimentación se emplean mucho en la tecnología moderna para estabilizar determinada acción, como en los
termostatos o los receptores de radio. Hay gran número de fenómenos biológicos que corresponden al modelo de
retroalimentación. Está, primero, lo que se llama homeostasis, o mantenimiento del equilibrio en el organismo vivo,
cuyo prototipo es la termorregulación en los animales de sangre caliente.
Existe un principio general de organización llamado mecanización progresiva. Al principio los sistemas (biológicos,
neurológicos, psicológicos o sociales) están gobernados por interacción dinámica entre sus componentes; más tarde
se establecen disposición fijas y condiciones de restricción que hacen más eficiente el sistema y sus partes, pero, de
paso, disminuyen gradualmente su equipotencialidad hasta acabar por abolirla. De modo que la dinámica es el
aspecto más amplio, ya que siempre es posible llegar, por leyes generales de sistemas, hasta la función como de
máquina, imponiendo condiciones adecuadas de restricción, pero no es posible lo contrario.
Causalidad y teleología
En el punto de vista llamado mecanicista, nacido de la física clásica del siglo XIX, el juego sin concierto de los
átomos, regidos por las leyes de la causalidad, generaba todos los fenómenos del mundo, inanimado, viviente y
mental. No quedaba lugar para ninguna direccionalidad, orden. El mundo de los organismos aparecía como producto
del azar.
La única meta de la ciencia parecía ser analítica: la división de la realidad en unidades cada vez menores y el
aislamiento de líneas causales separadas. Así, la realidad física era descompuesta en puntos de masa o átomos, el
organismo vivo en células, el comportamiento en reflejos, la percepción en sensaciones puntuales, etc.
Las nociones de teleología y directividad parecían caer fuera del alcance de la ciencia. No puede concebirse un
organismo vivo sin tener en cuenta lo que, variada y bastante vagamente, se llama adaptabilidad, intencionalidad,
persecución de metas y cosas semejantes. Estamos en condiciones de procurar modelos que simulen tal
comportamiento. Ya han sido mencionado dos de ellos.
Uno es la equifinalidad, la tendencia a un estado final característico a partir de diferentes estados iniciales y por
diferentes caminos, fundada en interacción dinámica en un sistema abierto que alcanza un estado uniforme, otro, la
retroalimentación, el mantenimiento homeostático de un estado característico o la búsqueda de una meta, basada
en cadenas causales circulares y en mecanismos que devuelven información acerca de desviaciones con respecto al
estado por mantener o la meta por alcanzar. Otro modelo de comportamiento adaptativo es creación de Ashby. Este
modelo es el de funciones escalonadas que definen un sistema, funciones que al atravesar cierto valor crítico, el
sistema emprende un nuevo modo de comportamiento. Así, por medio de funciones escalonadas, el sistema exhibe
comportamiento adaptativo de acuerdo al ensayo y error: prueba diferentes caminos y medios, y a fin de cuentas se
asienta en un terreno donde ya no entre en conflicto con valores críticos del medio circundante.
¿Qué es organización?
Características de la organización, trátese de un organismo vivo o de una sociedad, son nociones como las de
totalidad, crecimiento, diferenciación, orden jerárquico, dominancia, control, competencia, etcétera. Semejantes
nociones no intervienen en la Física corriente.
Redundancia
El ser vivo, para cada nueva adaptación considera las adaptaciones anteriores, y no tienen que empezar cada vez
desde cero. Se llama proceso estocástico a estas nuevas combinaciones que van repitiéndose cada vez más por ser
las más adaptativas.
Según la teoría de la información, los procesos estocásticos muestran una propiedad: la redundancia o
constricción.
Es en el área pragmática donde menos conciencia tenemos de las reglas de comunicación o la interacción entre
personas. A pesar de estar permanentemente comunicándonos, somos casi por completo incapaces de
comunicarnos acerca de la comunicación. Del mismo modo que un observador que sabe ajedrez, al ver una partida
puede ir sacando conclusiones sobre las reglas de juego en base a ciertas redundancias (repeticiones) que ve, así
también al estudiar a las personas que se comunican podemos también detectar redundancias para conocer las
reglas de la comunicación.
Conclusiones
Caja negra: la mente debe estudiarse en relación con su entorno, con las demás mentes (comunicación) más
que plantear hipótesis imposibles de verificar acerca de su funcionamiento interno o intrapsíquico.
Conciencia e inconciencia: no importa tanto si el intercambio de información entre dos mentes es consciente o
inconsciente, sino que importa más cómo la consideran los comunicantes; sí deliberada y consciente o accidental e
inconsciente.
Presente vs pasado: si bien la conducta depende de la experiencia previa, lo que A dice a B sobre su pasado está
siempre ligado a la relación actual entre A y B.
Efecto vs causa: interesa más el efecto de la conducta sobre los demás que sus causas. En el síntoma interesa
más el para qué, que el por qué.
Circularidad de las pautas de comunicación : en la interacción comunicacional hay una causalidad circular. A
produce B y B produce A. Los comunicantes rara vez se percatan de esta circularidad.
Relatividad de lo normal a lo anormal : normalidad o anormalidad dependen de la situación interpersonal de la
persona y de la perspectiva subjetiva del observador, y por tanto puede variar de un instante a otro.
Cap. 2. Los axiomas de la comunicación humana
AXIOMA 1: No es posible no comunicarse
Es imposible no comunicarse. El permanecer silencioso sin hacer ni decir nada, también es estar comunicándose.
De igual modo el estar solos y comunicarnos con nosotros mismos también es comunicación: una comunicación
interna, intrapersonal, pero comunicación al fin. El sueño puede ser considerado, también, comunicación
intrapersonal. El interés de esta concepción está puesto en la comunicación interpersonal, y esto es uno de los
motivos por los cuales se habla de una `pragmática´ de la comunicación.
El dilema es el que presenta el esquizofrénico, que busca no comunicarse pero que inevitablemente lo está
haciendo.
AXIOMA 2: Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional, tales que el segundo
clasifica al primero, y es, por tanto, una metacomunicación
Una comunicación no solo transmite información (aspectos de contenido), sino que también impone conductas
(aspecto relacional). Toda comunicación tiene respectivamente, un aspecto referencial y otro conativo.
El aspecto relacional clasifica al aspecto de contenido o, lo que es lo mismo, lo relacional es `metacomunicación´
mientras que lo informativo es simplemente `comunicación´.
Cuando decimos algo a alguien estamos comunicándonos, pero cuando decimos algo acerca de lo que estamos
diciendo, nos estamos metacomunicando, o sea, hablando sobre nuestra propia comunicación.
AXIOMA 3: La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los
comunicantes
La comunicación consiste en una serie de mensajes intercambiados mutuamente y que se influyen entre sí. Este
rasgo permite ver qué tipo de relación se da entre dos personas, ya que una cosa es si la serie es finita, o si es
infinita. Por ejemplo: la mujer regaña al marido y éste se retrae. La mujer vuelve a regañarlo porque está retraído y
el marido vuelve a retraerse porque la mujer lo regaña. En esta monótona interacción no hay un verdadero diálogo
que permita esclarecer qué sucede realmente entre ellos. La psicoterapia busca romper esa cadena infinita tratando
de que marido y mujer empiecen a `metacomunicarse´, es decir que empiecen a hablar acerca de sus mismas idas y
venidas verbales.
AXIOMA 4: Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta con
una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa pero carece de una semántica adecuada en el campo de la
relación, mientras que el lenguaje analógico posee la semántica adecuada en el campo de la relación, mientras que
el lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la
naturaleza de las relaciones.
Los seres humanos se comunican recurriendo a dos lenguajes distintos: el lenguaje `digital´ y el lenguaje
`analógico´.
Comunicación digital es comunicación verbal, y comunicación analógica es comunicación no verbal. Las palabras
es lenguaje digital. Las imágenes, las fotos, los dibujos, los gestos, las muecas, son lenguaje analógico.
Evolutivamente, el lenguaje analógico es más arcaico que el digital. El hombre muy primitivo se comunicaba más
con gestos y dibujos que por palabras. Y lo mismo el niño.
La gran diferencia que hay entre ambos lenguajes radica en que mientras en el lenguaje digital no hay semejanza
o analogía entre la palabra y el objeto, en el lenguaje analógico, sí hay una analogía entre el lenguaje y el objeto.
El lenguaje digital es más apto para comunicar contenido, mientras que el lenguaje analógico es mejor para
definir relaciones entre los comunicantes.
Si el lenguaje digital informa mejor sobre el contenido y el analógico sobre la relación, es porque entre ambos
lenguajes hay ciertas diferencias estructurales. La ventaja del lenguaje analógico es que comunica un sentido
rápidamente. Esto es lo que afirma este cuarto axioma cuando dice que el lenguaje analógico tiene una `semántica´
más adecuada para definir relaciones (`semántica´ quiere decir significado, sentido). Sin embargo, el lenguaje
analógico tiene sus desventajas cuando se trata de comunicar contenidos o información vinculada con cualquier cosa
que no sea la relación interpersonal. ¿Cómo explicar la teoría de la relatividad mediante gestos? El lenguaje digital se
presta mucho mejor para esto, porque tiene una `sintaxis´ poderosa (sintaxis significa relación entre unidad
lingüísticas, sean letras o palabras). Permite que seamos más exactos. En cambio el lenguaje analógico tiene el
problema de la ambigüedad. Una sonrisa puede indicar tanto simpatía como desprecio por ejemplo. Digitalmente,
“alegría” significa alegría.
El lenguaje digital tiene una buena sintaxis para comunicar contenidos, y el lenguaje analógico una buena
semántica para definir relaciones. Cuando las personas se comunican entre sí, en su necesidad de integrar ambos
lenguajes deben traducir constantemente lo digital a lo analógico, y viceversa, operación en la cual se pierde mucha
información.
AXIOMA 5: Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios, según están basados en
la igualdad o en la diferencia.
Este axioma se funda sobre el concepto de `cismogénesis´ de Bateson; es un proceso que muestra cómo van
cambiando las conductas de las personas a medida que van interactuando cada vez más.
Cuando dos personas se comunican pueden establecerse entre ellas dos tipos de relación: simétrica (basada en la
igualdad) o complementaria (basada en la diferencia).
En la relación complementaria hay entonces dos posiciones: una es superior, otra es inferior; una es buena y la
otra mala, etc.
MODELO ESTRATÉGICO
Definición de un problema
Nuestro enfoque no hace hincapié en el individuo sino que se centra en la situación social. A un problema lo
definimos como un tipo de conducta que integra una secuencia de actos realizados entre varias personas; la terapia
se concentra en esa secuencia reiterada de comportamientos. Un síntoma es la cristalización de una secuencia que
tiene lugar dentro de una organización social, es una etiqueta que se le adosa.
El hecho de dejar de pensar en unidad individual para pasar a una unidad social de dos o más personas tiene
ciertas consecuencias sobre el terapeuta. No solo debe contemplar los problemas humanos de una manera distinta,
sino que ha de considerarse a sí mismo un miembro más de la unidad social dentro de la cual está contenido el
problema.
o La etapa de interacción
Para averiguar cuál es el problema se procede en dos etapas. La primera consiste en recabar la opinión de todos
los presentes. La segunda es hacer que todos los miembros de la familia dialoguen entre sí sobre el problema, y aquí
el terapeuta debe dejar de ser el centro de la conversación. Si ellos tratan de seguir dirigiéndose a él, deberá
reintegrarlos al diálogo familiar. Tal vez convenga acercarlos físicamente para esta charla.
El terapeuta estará siempre atento a las conversaciones entre dos personas, para introducir un tercer
interlocutor. En última instancia, todos deben hablarse mutuamente. Además, se obtendrá información sobre cuál
será la mejor manera de intervenir más adelante.
El terapeuta debe preferir la acción a las palabras como fuente de información, ya que están pesan menos y dan
menor resultado. En vez de limitarse a presenciar una conversación sobre el problema, en esta etapa procurará traer
la acción problema al seno de la reunión.
Organización de la familia
Los integrantes de una familia no pueden describirle al terapeuta sus secuencias y pautas de conducta porque las
desconocen. Esta información solo se obtendrá observando cómo se conducen entre sí. La conversación entre los
miembros del grupo servirá para que el terapeuta repare en la clase de secuencia existente en esa familia.
o Conclusión de la entrevista
La primera entrevista debe concluir con la concertación de una nueva cita, lo cual puede plantear varias
cuestiones. Quizá se haya advertido durante la sesión que la presencia de algún miembro de la familia es especial
para la terapia. En el proceso de conclusión de la entrevista entra en juego convenir la asistencia de esa persona y
discutir la manera de hacerla concurrir.
Algunos terapeutas de orientación directiva son lo bastante hábiles y expertos como para tener pensada una
directiva al término de la primera sesión, la que pueden proponer como “tarea para el hogar”, que la familia deberá
cumplir entre una sesión y otra. Si se le da una directiva, la familia queda ligada al terapeuta entre las sesiones.
Resumen
La primera entrevista debe esclarecer la estructura familiar, y en su transcurso el terapeuta y la familia deben
llegar a algún acuerdo acerca de la naturaleza del problema y las metas u objetivos de la terapia. A esta altura, la
tarea del terapeuta es comprender el problema y formularlo de manera tal que pueda hacerse algo al respecto.
En la etapa social, el terapeuta se une a la familia haciendo que todos se sientan cómodos y se consideren
participes de la reunión; en la de planteo del problema, procura que todos aporten sus ideas acerca de este; en la de
interacción, involucra a todos entre sí, y no excluye a nadie cuando se trata de especificar qué cambios desean
obtener mediante la terapia.
La índole de los problemas determinará el procedimiento que seguirá el terapeuta después de la primera
entrevista. Cabe esperar que en las entrevistas subsiguientes se plantearan nuevos problemas y deberán fijarse
nuevas metas.
Se observa la videocinta de la primera entrevista para juzgar si el terapeuta ha conducido adecuadamente o no las
etapas. Aparte de ello, es posible formular varios interrogantes en torno al terapeuta y su enfoque, como por
ejemplo, si estableció claramente el encuadre; si organizó bien a la familia dentro del consultorio; etc.
o Finalidad de las directivas o tareas impartidas: el objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se
comporte de manera de diferente, para que tenga así experiencias subjetivas diferentes. Las directivas
son un medio de provocar esos cambios; se las emplea para intensificar la relación entre clientes y
terapeuta: al decirles a aquellos qué deben hacer, el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere
importancia, porque el individuo debe hacer o no hacer lo que él le dice; se usan para obtener
información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es esclarecedora con respecto a
ellos mismos y a cómo responderán a los cambios deseados. Lo mismo ocurre durante la conversación
preliminar en torno a la tarea.
o ¿Qué es la directiva? Pueden darse en forma directa o implícita. Todo cuanto se haga en terapia puede
ser visto como una directiva. Toda acción del terapeuta constituye un mensaje para que la otra haga algo;
en ese sentido está impartiendo una directiva.
o Tipos de directivas: hay 2 maneras de impartir directivas: decirle a la gente qué debe hacer con el
propósito de que lo cumplan, y decírselo con el propósito de que no lo cumplan, o sea, de que cambien
por vía de la rebelión. La primera manera comprende 2 tipos de directivas: ordenarle a alguien que deje
de hacer algo; pedirle que haga algo diferente. En el primer caso, el terapeuta trata de modificar el
comportamiento de una familia diciéndole a uno o varios de sus integrantes que dejen de hacer lo que
están haciendo. La segunda manera: el terapeuta trata de cambiar el comportamiento de una familia
pidiéndole a sus miembros que adopten una conducta diferente a la usual, que prueben nuevos hábitos.
El pedido de cambio de conducta puede hacerse: mediante buenos consejos; dando directivas para
cambiar la secuencia que tiene lugar dentro de la familia. Por lo tanto, aquí nos referiremos a aquellas
directivas que se proponen cambiar las formas de tratarse entre sí los miembros de una familia,
introduciendo la acción.
o Cómo motivar a una familia para que cumpla las directivas: motivar a alguien a hacer algo significa
persuadirlo de que extraerá algún beneficio de esa acción. Cuando un terapeuta desea motivar a los
miembros de una familia a que realicen una tarea, tiene que convencerlos de que por su intermedio
alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares que ellos desean.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que conoce y
comparte su deseo de resolver el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece la
tarea como un medio de alcanzar el fin deseado a través de la terapia.
El enfoque indirecto puede emplearse cuando se prevé que la familia no cooperará fácilmente en la
tarea. A menudo puede utilizárselo como primer paso, adoptando luego una forma más directa. Consiste
en hacer que los miembros de la familia hablen de sus dificultades de manera tal que estén prontos a
escuchar a quien pueda sugerirles qué deben hacer. Otra ventaja es que en esta clase de conversación el
terapeuta tiene oportunidad de subrayar los fracasos anteriores: a medida que van enumerándolos,
puede hacer hincapié en su ineficacia acotando, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos
intentaron fracasó y habrá más probabilidades de que escuchen el ofrecimiento del terapeuta. Otra
manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que expliquen
cuan desesperada es su situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala, en vez
de tranquilizarlos diciéndoles que no es para tanto.
El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas. Mientras entrevista a una familia reparará en qué clase
de gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. La manera en que se conduzcan
informará al terapeuta sobre cómo deberá encuadrar la tarea para que les resulte más aceptable. Otro
punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea.
o Precisión: una vez motivada la familia, deben impartírsele instrucciones claras. Más que sugerirlas, las
directivas deben impartirse abiertamente. Al terapeuta le conviene más ser claro y preciso, diciendo
exactamente lo que quiere que se haga. Mientras instruye acerca de la tarea a los miembros de la familia,
observará sus respuestas, pues ellas suelen revelarle si lo han comprendido bien.
o Participación total: así como ha de procurar que participen todos los miembros de una familia en una
entrevista, el terapeuta debe hacer que todos intervengan en una tarea; puede excluir a alguien por
razones especiales, pero nunca en forma accidental. Una buena tarea de ocupación a todos; aun al
pedirle específicamente a alguien que se abstenga de intervenir, se le está dando que hacer. El propósito
de involucrar a todos en la tarea es hacer hincapié en la unidad familiar total.
o Revisión de la tarea: en muchos casos, sobre todo cuando la tarea es muy compleja, conviene que los
miembros de la familia repasen sus respectivos “papeles”; mientras uno de ellos hace esto, se atraerá a
los demás al debate pidiéndoles que especifiquen la parte que les toca. Esta revisión es otro medio de
asegurarse de que han comprendido bien la tarea.
o El informe sobre la tarea: cuando se imparte una tarea, siempre debe solicitarse un informe sobre la
misma en la siguiente entrevista; por lo general, arroja uno de estos 3 resultados: la tarea se ha cumplido,
no se ha cumplido o se ha cumplido parcialmente.
o Tareas metafóricas: el uso de analogías: la formulación explicita de lo que el terapeuta desea que
acontezca en una familia, o de lo que quiere que hagan sus integrantes, no siempre es el enfoque más
acertado, pues a veces la gente estará más dispuesta a cumplir una directiva si no tiene conciencia de
haberla recibido. Un modo de impartir este tipo de directivas consiste en expresarse con metáforas. La
metáfora es una formulación acerca de una cosa que se parece a otra; es la relación de analogía entre
una cosa y otra. Frecuentemente, cuando un terapeuta quiere que los miembros de una familia se
comporten de un modo determinado hace que se conduzcan de otro modo que, sin ser el mismo, se le
asemeje; entonces se portaran “espontáneamente” como él quiere. Las metáforas se expresan solo con
palabras: también hay acciones metafóricas. En este enfoque el terapeuta elige como meta cambiar
alguna actividad familiar; como segundo paso escoge una parecida a la que quiere modificar pero que les
resulte más fácil a los miembros de la familia, conversando sobre ella para informarse e influir en sus
opiniones. Finamente les asigna una tarea dentro de esta actividad, pero que permita alcanzar los
resultados deseados tanto en ella como en la que se quiere cambiar.
o Tareas paradójicas: son otra clase de directivas que el terapeuta emplea cuando quiere que se resistan y
de ese modo cambien. Estas tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes porque, habiéndoles
dicho que desea ayudarlos a cambiar, al mismo tiempo les está pidiendo que no cambien. Este enfoque
se basa en la idea de que algunas familias que acuden pidiendo ayuda rechazan la que se les brinda. Por
lo común, una familia se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros constituye el
problema. Al tender a modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende a
desestabilizar a la familia, por lo que encontrará resistencia de variable intensidad. Las tareas paradójicas
tienen por fin abordar esta dificultad. Con ellas podemos adoptar 2 enfoques generales: encarar a la
familia en un sentido global; impartir directivas que involucren solo a una parte de ella. El enfoque
paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes: “cambien”, y, dentro del
marco del mensaje, “no cambien”. También ocurre con frecuencia que el terapeuta no desea aplicar el
enfoque paradójico a toda la familia, sino a una o dos personas en particular. El procedimiento es el
mismo: les pide que permanezcan estacionarios, encuadrando este requerimiento en el propósito de
ayudarlos a cambiar.
En este enfoque, el diseño de las directivas es simple. Se observa cómo se tratan unos a otros los
integrantes de la familia y se les dice que se comporten así. La manera de impartir la directiva, hacerla
parecer razonable, reaccionar ante el cambio y mantener el enfoque requieren más inventiva que el
diseño de la tarea.
o Diseño de las tareas: cuando se busca un cambio en la organización, la tarea a asignar exige mayor
elaboración. La mejor será aquella que se valga del problema presentado para producir un cambio
estructural en la familia. Este enfoque se centra en respetar y utilizar lo que la familia considera
importante – o sea, el problema presentado – y lo que el terapeuta considera importante – es decir, un
cambio en la organización. Las etapas en el diseño de una tarea consisten en reflexionar sobre el
problema presentado en función de la secuencia que tiene lugar en la familia y hallar una directiva que
cambie a ambos.
Se trata de cambiar la secuencia de hechos que tienen lugar en la familia y por ende la estructura entre
padres e hijo, además de trazar una línea generacional, aclarar las funciones del padre y diferenciarlas de
los problemas conyugales. Cuando se emplea un enfoque directivo es esencial negociar una definición
clara del problema presentado. Las mejores tareas usan a este último como palanca para inducir el
cambio. El terapeuta debe especificar cuál es su meta si ha de introducir una directiva para alcanzarla.
MODELO ESTRUCTURAL
El hombre en su contexto
La terapia estructural de familia, que estudia al hombre en su contexto social, fue desarrollada en la segunda
mitad del siglo veinte. La antigua idea del individuo que actúa sobre su medio se ha convertido en una concepción
del individuo en interacción con su medio: un hombre no es él mismo sin sus circunstancias. El contexto influye
directamente sobre el proceso interno de la mente; la esfera social influye sobre el hombre: no podemos ser libres
en relación con los padres, maestros y sociedad, puesto que ellos constituyen las fuentes extracerebrales de
nuestras mentes. Una mente humana se desarrolla a medida que el cerebro procesa y almacena los múltiples
potenciales estimulados tanto interna como externamente. La información, actitudes y formas de percibir son
asimiladas y almacenadas, y se convierten así en una parte de la forma de acercamiento de la persona al contexto
habitual con el que interactúa.
La familia constituye un factor sumamente significativo en este proceso. Es un grupo social natural, que
determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior y desde el exterior. Su
organización y estructura tamizan y califican la experiencia de los miembros de la familia. Se la puede considerar
como la parte extracerebral de la mente. Hay una interdependencia entre el individuo y su familia.
El asiento de la patología
Cuando se concibe a la mente como extracerebral al igual que como intracerebral, el hecho de situar a la
patología en el interior de la mente del individuo no indica si se lo hace dentro o fuera de la persona. La patología
puede ubicarse en el interior del paciente, en su contexto social o en el feedback entre ambos. La terapia orientada
desde este punto de vista se basa en tres axiomas. En primer lugar, la vida psíquica de un individuo no es
exclusivamente un proceso interno. El individuo influye sobre su contexto y es influido por éste por secuencias
repetidas de interacción. El individuo que vive en el seno de una familia es un miembro de un sistema social al que
debe adaptarse. Sus acciones se encuentran regidas por las características del sistema, y estas características
incluyen los efectos de sus propias acciones pasadas. El individuo puede ser considerado como un subsistema, o
parte del sistema, pero se debe tomar en cuenta al conjunto. El segundo axioma es el de que las modificaciones en
una estructura familiar contribuyen a la producción de cambios en la conducta y los procesos psíquicos internos de
los miembros de ese sistema. El tercer axioma es que cuando un terapeuta trabaja con un paciente o con la familia
de un paciente, su conducta se incluye en ese contexto. Los terapeutas y la familia forman un nuevo sistema,
terapéutico en este caso, que gobierna la conducta de sus miembros.
El estudio de un caso
La terapia estructural de familia encara el proceso del feedback entre las circunstancias y las personas implicadas
(los cambios impuestos por una persona sobre sus circunstancias y la forma en que los feedback en relación con
estos cambios afectan su acción posterior). Una mutación en la posición de una persona en relación con sus
circunstancias constituye una modificación de su experiencia. La terapia de familia recurre a técnicas que alteran el
contexto inmediato de las personas de tal modo que sus posiciones cambian. Al cambiar la relación entre una
persona y el contexto familiar en que se mueve, se modifica consecuentemente su experiencia subjetiva.
El fundamento de la terapia de familia tiene que ver con que el terapeuta se asocia con la familia con el objetivo
de cambiar la organización de la familia de tal modo que la experiencia de sus miembros se modifique. A través de
la facilitación del uso de modalidades alternativas de interacción entre los miembros de la familia, el terapeuta
recurre a la matriz de la familia para el proceso de curación. La familia, al modificarse, ofrece a sus miembros nuevas
circunstancias y nuevas perspectivas frente a sus circunstancias. La nueva organización permite un continuo refuerzo
de la nueva experiencia, lo que proporciona una validación del nuevo sentido de sí. En esta estructura teorética no
se ignora al individuo. El presente del individuo es su pasado más sus circunstancias actuales. Una parte de su
pasado sobrevivirá siempre, contenido y modificado por las interacciones actuales. Tanto su pasado como sus
propiedades singulares forman parte de su contexto social, sobre el cual actúan del mismo modo en que éste actúa
sobre él. La terapia estructural de familia utiliza este marco de conceptualizar al hombre en sus circunstancias. La
nueva organización permite un continuo esfuerzo de la nueva experiencia, lo que proporciona una validación del
nuevo sentido de sí.
No se ignora al individuo. El presente del individuo es su pasado más sus circunstancias actuales. Una parte de su
pasado sobrevivirá siempre, contenido y modificado por las interacciones actuales. Tanto su pasado como sus
propiedades singulares forman parte de su contexto social.
El objetivo de la terapia
El objetivo del terapeuta de familia y la técnica a la que recurre están determinados por su marco teórico. La
terapia estructural de familia es una terapia de acción. La herramienta de esta terapia consiste en modificar el
presente, no en explorar e interpretar el pasado. El pasado influyó en la creación de la organización y
funcionamiento actual de la familia; por lo tanto, se manifiesta en el presente y podrá cambiar a través de
intervenciones que cambien el presente.
El objetivo de las intervenciones en el presente es el sistema familiar. El terapeuta se asocia a este sistema y
utiliza a su persona para transformarlo. Al cambiar la posición de los miembros del sistema, cambia sus experiencias
subjetivas.
Con este objetivo, el terapeuta confía en algunas propiedades del sistema. En primer lugar, una transformación
de su estructura permitirá al menos alguna posibilidad de cambio. En segundo lugar, el sistema de la familia está
organizado sobre la base del apoyo, regulación, alimentación y socialización de sus miembros. Por lo tanto, el
terapeuta se une a la familia no para educarla o socializarla, sino, más bien, para reparar o modificar su
funcionamiento para que ésta pueda desarrollar estas tareas con mayor eficacia. En tercer lugar, el sistema de la
familia tiene propiedades de autoperpetuación. Por lo tanto, el proceso que el terapeuta inicia en el seno de la
familia será mantenido en su ausencia por los mecanismos de autorregulación de ésta. Una vez que se ha producido
un cambio, la familia lo preservará, proveyendo una matriz diferente y modificando el feedback que continuamente
califica o valida las experiencias de sus miembros.
El concepto de estructura constituye el fundamento de la terapia familiar.
Estructura familiar
La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que
interactúan los miembros de una familia. Una familia es un sistema que opera a través de pautas transaccionales. Las
transacciones repetidas establecen pautas acerca de qué manera, cuándo y con quién relacionarse, y estas pautas
apuntalan el sistema. La interaccion define quién es en relación con otro, en ese contexto y en ese momento. Las
operaciones repetidas en esos términos constituyen una pauta transaccional.
Las pautas transaccionales regulan la conducta de los miembros de la familia. Son mantenidas por dos sistemas
de coacción. El primero es genérico e implica las reglas universales que gobiernan la organización familiar. El
segundo sistema de coacción es idiosincrásico, e implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la
familia. Las pautas permanecen en relación con una acomodación mutua y con una eficacia funcional.
De ese modo, el sistema se mantiene a sí mismo. Ofrece resistencias al cambio y conserva las pautas preferidas
durante tanto tiempo como puede hacerlo. En el interior del sistema existen pautas alternativas. Pero toda
desviación que va más allá del umbral de tolerancia del sistema excita mecanismos que restablecen el nivel habitual.
Cuando existen situaciones de desequilibrio del sistema, es habitual que los miembros de la familia consideren que
los otros miembros no cumplen con sus obligaciones. Aparecen entonces requerimientos de lealtad familiar y
maniobras de inducción de culpabilidad.
Sin embargo, la estructura familiar debe ser capaz de adaptarse cuando las circunstancias cambian. La existencia
continua de la familia como sistema depende de una gama suficiente de pautas, la disponibilidad de pautas
transaccionales alternativas, y la flexibilidad para movilizarlas cuando es necesario hacerlo. La familia debe
responder a cambios internos y externos y, por lo tanto, debe ser capaz de transformarse de modo tal que le permita
encarar nuevas circunstancias sin perder la continuidad que proporciona un marco de referencia a sus miembros.
El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Los individuos son
subsistemas en el interior de una familia. Las diadas, como la de marido-mujer o madre-hijo, pueden ser
subsistemas. Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo, interés o función.
Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que
aprende habilidades diferenciadas. Un hombre puede ser un hijo, sobrino, hermano mayor, hermano menor, esposo,
padre, y así sucesivamente. En diferentes subsistemas se incorpora a diferentes relaciones complementarias. Las
personas se acomodan para lograr la reciprocidad que posibilita las relaciones humanas. La organización en
subsistema de una familia proporciona un entrenamiento adecuado en el proceso de mantenimiento del
diferenciado “yo soy”, al mismo tiempo que ejerce sus habilidades interpersonales en diferentes niveles.
Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, y de qué manera.
La función de los límites reside en proteger la diferenciación del sistema. Todo subsistema familiar posee funciones
específicas y plantea demandas específicas a sus miembros, y el desarrollo de las habilidades interpersonales que se
logra en ese subsistema, es afirmado en la libertad de los subsistemas de la interferencia por parte de otros
subsistemas. Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas debes ser claros.
Deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus
funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y
los otros. La composición de subsistemas organizados alrededor de las funciones familiares no es tan significativa
como la claridad de los límites de su estructura.
La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la evaluación de su
funcionamiento. Algunas familias se vuelcan hacia sí mismas para desarrollar su propio microcosmos, con un
incremento consecuente de comunicación y de preocupación entre los miembros de la familia. Como producto de
ello, la distancia disminuye y los límites se esfuman. La diferenciación del sistema familiar se hace difusa. Un sistema
de ese tipo puede sobrecargarse y carecer de los recursos necesarios para adaptarse y cambiar bajo circunstancias
de stress. Otras familias se desarrollan con límites muy rígidos. La comunicación entre los subsistemas es difícil, y las
funciones protectoras de la familia se ven así perjudicadas. Estos dos extremos del funcionamiento de los límites son
designados como aglutinamiento y desligamiento. Es posible considerar a todas las familias como pertenecientes a
algún punto situado entre los dos extremos de límites difusos, por un lado y de límites sumamente rígidos, por el
otro. El espectro normal está constituido por la familia con límites claros. La familia desligada posee límites
inadecuadamente rígidos, mientras que la familia aglutinada posee límites difusos.
Aglutinamiento y desligamiento se refieren a un estilo transaccional, o de preferencia por un tipo de interacción,
no a una diferencia cualitativa entre lo funcional y disfuncional. Las operaciones en los extremos señalan áreas de
patología.
Los miembros de subsistemas o familias aglutinados pueden verse perjudicados en el sentido de que el exaltado
sentido de pertenencia requiere un importante abandono de la autonomía. La carencia de una diferenciación en
subsistemas desalienta la exploración y el dominio autónomo de los problemas. Los miembros de subsistemas o
familias desligados pueden funcionar en forma autónoma, pero poseen desproporcionado sentido de independencia
y carecen de sentimientos de lealtad y pertenencia y de la capacidad de interdependencia y de requerir ayuda
cuando la necesitan.
Se podría decir entonces, que un sistema próximo al extremo desligado del continuum tolera una amplia gama de
variaciones individuales entre sus miembros. Pero los stress que afectan a uno de los miembros de la familia no
atraviesan sus límites inadecuadamente rígidos. Solo un alto nivel de stress individual puede repercutir con la
suficiente intensidad como para activar los sistemas de apoyo de la familia. En el extremo aglutinado del continuum,
se observa lo contrario. La conducta de un miembro afecta de inmediato a los otros y el stress de un miembro
individual repercute intensamente a través de los límites y produce un rápido eco en otros subsistemas.
Ambos tipos de relación provocan problemas familiares cuando se ponen en marcha mecanismos adaptativos. La
familia aglutinada responde a toda variación en relación con lo habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La
familia desligada tiende a no responder cuando es necesario hacerlo. A menudo, un terapeuta opera como un
delineador de límites, que clarifica los límites difusos y abre los límites excesivamente rígidos. Su evaluación de los
subsistemas familiares y del funcionamiento de los límites proporciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia en
función del cual orienta sus intervenciones terapéuticas.
El subsistema conyugal
Se constituye cuando dos adultos se unen con la intención expresa de constituir una familia. Posee tareas o
funciones específicas, vitales para el funcionamiento de la familia. Las principales cualidades requeridas para la
implementación de sus tareas son la complementariedad y la acomodación mutua. Tanto el esposo como la esposa
deben ceder parte de su individualidad para lograr un sentido de pertenencia. La aceptación de la mutua
interdependencia en una relación simétrica puede encontrar obstáculos originados en la insistencia de los cónyuges
en sus derechos a la independencia.
El subsistema conyugal puede convertirse en un refugio ante los stress externos y en la matriz para el contacto
con otros sistemas sociales. En el proceso de acomodación mutua, los cónyuges pueden actualizar aspectos creativos
de sus pautas que permanecían latentes y apuntalar los mejores rasgos de cada uno. Pero las parejas también
pueden estimularse mutuamente los rasgos negativos. Los cónyuges pueden insistir en mejorar o preservar a su
pareja y, a través de ese proceso, descalificarla. En lugar de aceptarla como es, imponen nuevos standards que
deben lograrse.
El terapeuta debe realizar interpretaciones que subrayen la reciprocidad, tales como “usted protege a su mujer
de un modo que la inhibe y usted suscita una protección innecesaria de su esposo con gran habilidad”. Una
interpretación consecutiva de este tipo subraya la complementariedad de los sistemas, los aspectos positivos y los
negativos de cada cónyuge.
El subsistema conyugal debe llegar a un límite que lo proteja de la interferencia de las demandas y necesidades
de otros sistemas. Los adultos deben poseer un territorio psicosocial propio —un refugio que pueden
proporcionarse mutuamente, un sostén emocional. Si los esposos mantienen límites flexibles, otros subgrupos,
incluyendo a los hijos y a los parientes políticos, pueden interferir en el funcionamiento de su subsistema.
Si en una sesión familiar los hijos interfieren en las relaciones del subsistema conyugal, se debe anular esta
interferencia. Es posible realizar entonces sesiones entre marido y mujer excluyendo a los otros miembros. Si en esas
sesiones éstos siguen discutiendo acerca de los problemas de sus hijos en lugar de referirse a las relaciones marido-
mujer, es conveniente que el terapeuta señale entonces que están franqueando un límite.
El subsistema parental
Cuando nace el primer hijo se alcanza un nuevo nivel de formación familiar. El subsistema conyugal debe
diferenciarse entonces para desempeñar las tareas de socializar un hijo. Se debe trazar un límite que permita el
acceso del niño a ambos padres y, al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales. A medida que el
niño crece, sus requerimientos para el desarrollo imponen demandas al subsistema parental que debe modificarse
para satisfacerlas. El niño comienza a tener contacto con compañeros extrafamiliares, la escuela, y otras fuerzas
socializantes exteriores a la familia. El subsistema parental debe adaptarse a los nuevos factores que actúan en el
marco de la socialización. Si el niño es afectado por su medio extrafamiliar, ello puede afectar no solo su relación con
sus padres sino, incluso, las transacciones internas del subsistema conyugal.
Se espera de los padres que comprendan las necesidades del desarrollo de sus hijos y que expliquen las reglas
que imponen. El ser padre es un proceso extremadamente difícil. Nadie lo desempeña a su entera satisfacción y
nadie atraviesa el proceso incólume. En la sociedad actual, las dificultades de ser padre se han incrementado.
Los procesos que corresponden a ello difieren según la edad de los niños. Cuando éstos son muy pequeños,
predominan las funciones de alimentación. El control y la orientación asumen una mayor importancia luego. A
medida que el niño madura, especialmente en el transcurso de la adolescencia, los requerimientos planteados por
los padres comienzan a entrar en conflicto con los requerimientos de los hijos para lograr una autonomía adecuada a
su edad. La relación de paternidad se convierte en un proceso difícil de acomodación mutua. Los padres imponen
reglas que no pueden explicar o que explican en forma incorrecta. A medida que los niños crecen, es posible que no
acepten las reglas. Los niños comunican sus necesidades y realizan nuevos requerimientos a los padres.
Para juzgar en forma adecuada a sus participantes, es esencial comprender la complejidad del proceso de
educación del niño. Es imposible que los padres protejan y guíen sin, al mismo tiempo, controlar y restringir. Los
niños no pueden crecer e individualizarse sin rechazar y atacar. El proceso de socialización es inevitablemente
conflictivo.
El funcionamiento eficaz requiere que los padres y los hijos acepten el hecho de que el uso diferenciado de
autoridad constituye un ingrediente necesario del subsistema parental. La tarea del terapeuta consiste en asistir a
los subsistemas para que negocien y se acomoden mutuamente.
El subsistema fraterno
Es el primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar relaciones con sus iguales. Los niños se
apoyan, aíslan, descargan sus culpas y aprenden mutuamente. Aprenden a negociar, cooperar, competir, a lograr
amigos y aliados, a lograr reconocimiento por sus habilidades.
Cuando los niños se ponen en contacto con el mundo de sus iguales extrafamiliares, intentan actuar de acuerdo
con las pautas del mundo fraterno. Cuando aprenden formas alternativas de relación, incorporan las nuevas
experiencias al mundo fraterno. Si la familia del niño posee modalidades muy particulares, los límites entre la familia
y el mundo extrafamiliar pueden convertirse en excesivamente rígidos. Es posible, entonces, que el niño enfrente
dificultades para incorporarse a otros sistemas sociales.
La significación del subsistema fraterno se observa con mayor claridad en caso de su ausencia. Los niños sin
hermanos desarrollan pautas precoces de acomodación al mundo adulto, que pueden manifestarse en un desarrollo
precoz. Al mismo tiempo, pueden mostrar dificultades para el desarrollo de la autonomía y la capacidad de
compartir, cooperar y competir con otros.
Un terapeuta debe ser capaz de apoyar el derecho del niño a la autonomía sin minimizar los derechos de los
padres. Los límites del subsistema fraterno deben proteger a los niños de la interferencia adulta, para que puedan
ejercer su derecho a la privacidad, tener sus propias áreas de interés y disponer de la libertad de cometer errores en
su exploración.
Adaptación de la familia
Una familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus propios miembros y
subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las instituciones sociales
significativas que influyen sobre los miembros familiares. La respuesta a estos requerimientos exige una
transformación constante de la posición de los miembros de la familia en sus relaciones mutuas, para que puedan
crecer mientras el sistema familiar conserva su continuidad. En este proceso de cambio y de continuidad, las
dificultades para acomodarse a las nuevas situaciones son inevitables.
En las familias corrientes, el terapeuta confía en la motivación de la familia como el camino para la
transformación. En las familias patológicas, el terapeuta debe convertirse en actor del drama familiar,
incorporándose a las coaliciones existentes para modificar el sistema y desarrollar un nivel diferente de homeostasis.
El stress sobre un sistema familiar puede originarse en cuatro fuentes:
Contacto stressante de un miembro con fuerzas extrafamiliares
Una de las principales funciones de la familia consiste en brindar apoyo a sus miembros. Cuando uno de éstos se
encuentra afectado por un stress, los otros miembros de la familia sienten la necesidad de acomodarse a sus nuevas
circunstancias. Esta acomodación puede limitarse a un subsistema o difundirse en el seno de toda la familia.
La misma fuente de stress que afecta a un miembro individual puede actuar a través de los límites de los
subsistemas. Por ejemplo, un padre y una madre, stressados por problemas de trabajo, pueden regresar al hogar y
criticarse mutuamente, pero luego desviar su conflicto a través de un ataque contra un hijo.
También es posible que una familia en su totalidad se vea stressada por el contacto extrafamiliar de uno de sus
miembros. Por ejemplo, si el marido pierde su trabajo, la familia debe modificarse para garantizar su supervivencia.
Se utiliza el término esquizofrenia, entendida no como una enfermedad individual, sino que es una peculiar
modalidad comunicacional, inseparable de las distintas modalidades comunicacionales, que pueden observarse en el
grupo natural en que ésta aparece, la familia.
Capítulo 1
Esta obra da cuenta de la investigación empíricamente realizada para intentar demostrar la validez de nuestra
hipótesis fundamental de partida, basada en los modelos que ofrecen la cibernética y la pragmática de la
comunicación humana: la familia es un sistema autocorrectivo, autogobernado por reglas que se constituyen en el
tiempo a través de ensayos y errores. Cada grupo natural con historia, en los cuales la familia es fundamental, se
forma en cierto lapso mediante una serie de ensayos, intercambios y retroalimentaciones correctivas,
experimentando así sobre lo que está y lo que no está permitido en la relación, hasta convertirse en una unidad
sistemática original que se sostiene por medio de reglas que le son peculiares. Estas reglas se refieren a los
intercambios que se suceden en un grupo natural, y que tienen el carácter de comunicaciones tanto de nivel verbal
como no verbal.
Siguiendo esta hipótesis se llega a otra: las familias que presentan conductas tradicionalmente diagnosticadas como
“patológicas” en uno o más de sus miembros se rigen por un tipo de relaciones y, por ende, de normas peculiares de
ese tipo de patología, y tantos las conductas-comunicación como las conductas-respuestas tendrán características
tales que permiten mantener las reglas (o norma) y, por lo tanto, las relaciones patológicas. Debido a que las
conductas sintomáticas no son otras que las relaciones peculiares mantenidas en el sistema, no queda otra que la de
intentar cambiar las reglas. Los resultados han demostrado que cuando se logra descubrir y cambiar una regla
fundamental, se puede obtener rápidamente la desaparición del comportamiento patológico (cambiando 1 aspecto,
se cambia todo).
Por la teoría general de los sistemas sabemos que cada ser viviente se caracteriza por dos funciones aparentemente
contradictorias: la tendencia homeostática y la capacidad de transformación, cuyo interjuego mantiene al sistema en
equilibrio, siempre provisorio, que garantiza su evolución y su creatividad, sin las cuales no hay vida. En los sistemas
patológicos, en cambio aparece la tendencia, cada vez más rígida, a repetir compulsivamente las soluciones
memorizadas al servicio de la homeostasis.
Los terapeutas deben abandonar la visión mecanicista-causal de los fenómenos para adquirir una visión sistémica. El
terapeuta debe ser capaz de considerar los miembros de la familia como elementos de un circuito de interacción y
sin poder unidireccional alguno sobre el conjunto. Es decir, que la conducta de un miembro de la familia influye
inevitablemente sobre la de otros miembros, y es epistemológicamente erróneo considerar su comportamiento
como la causa del de los demás debido al hecho de que cada miembro influye sobre los otros y es a su vez influido
por los demás; actúa sobre el sistema, pero es influido por las comunicaciones que provienen del mismo sistema. El
poder no pertenece ni a uno ni a otro. El poder se encuentra en las reglas del juego establecidas en el tiempo y en el
contexto pragmático de aquellos que están implicados.
Watzlawick, Beavin y Jackson publicaron en 1967 un libro, “Pragmática de la comunicación humana”. El aspecto
fundamental de esta obra consiste en ofrecernos un instrumento adecuado para el análisis de la comunicación, que
son: la coexistencia, en el hombre, de dos lenguajes, el analógico y el digital; el concepto de secuencia de la
interacción; el concepto de necesidad de definición de la relación y los distintos niveles verbales y no verbales sobre
los que puede darse tal definición; el concepto de posición simétrica o complementaria en el vínculo; los conceptos
fundamentales de paradoja sintomática y paradoja terapéutica.
Nuestra investigación nos ha demostrado cómo la familia con transacción esquizofrénica sostiene su propio juego a
través de marañas paradojas que involucran a todos los miembros de la familia, marañas que pueden ser disueltas
solo por medio de paradojas terapéuticas ad hoc. Esta nueva epistemología, nos permite considerar al síntoma como
un fenómeno coherente con características interacciónales especificas del grupo natural en el que aquél se verifica.
Se trata de un circuito sistémico donde cada elemento está inserto e interacciona con su totalidad.
El Centro para el Estudio de la Familia inició su actividad en Milán, Italia, en mayo de 1967. La actividad se desarrolló,
durante más de un año, en medio de numerosos obstáculos de carácter práctico. Por varios motivos, se prefirió
construir un Centro completamente independiente de las subvenciones y de instituciones públicas. A partir de 1972,
las familias comenzaron a afluir en número continuamente creciente. Nuestro actual equipo se constituyó a fines de
1971.
Está compuesto por cuatro miembros, dos hombres y dos mujeres, psiquiatras psicoterapeutas. Tal composición nos
permite emplear una pareja heterosexual en el trabajo terapéutico, normalmente secundada por la pareja de
colegas en la cámara de observación. La pareja terapeuta heterosexual permite alcanzar un mayor equilibrio
fisiológico en la interacción entre los dos coterapeutas, y entre estos y la familia. A la vez evita que caigamos en las
redes de ciertos estereotipos sobre los dos sexos, de los que los terapeutas participan inevitablemente.
En nuestro trabajo de equipo, las parejas terapéuticas no son fijas sino que se intercambian con cada nueva familia
en diversas combinaciones, siguiendo el criterio único de hacer que cada uno de los miembros del equipo trabaje
siempre durante el mismo número de horas, ya como terapeuta, ya como observador.
Dado que nuestro primer contacto con la familia se realiza telefónicamente, hemos establecido un horario especial
para estas llamadas, de modo tal que uno de los terapeutas esté disponible para hablar durante largo rato. Durante
el curso de la llamada es posible, observar y anotar un gran número de fenómenos: peculiaridades de la
comunicación, tono de la voz, lamentos, peticiones, intentos inmediatos de manipulación para obtener la entrevista
en determinado día y hora. Los datos obtenidos en la primera comunicación por teléfono se transcriben en una ficha
estándar.
En ciertos casos, y sobre todo cuando se trata de familias con diagnóstico de esquizofrenia, la primera sesión implica
la presencia de todos los que conviven. En las siguientes, serán los terapeutas quienes decidan un eventual cambio
en cuanto a los miembros de un grupo familiar que debe asistir a las sesiones. El grupo ha de fraccionarse solo en
casos verdaderamente excepcionales, esa maniobra es vivida en la familia como peligrosa y expone a reacciones
negativas.
Las sesiones se desarrollan en una habitación equipada para ese fin con numerosos asientos que ocupen poco
espacio, cielo raso aislante y un amplio espejo unidireccional. El micrófono, conectado con el grabador estereofónico
de la sala de observación contigua se coloca en el centro de la lámpara. Se informa inmediatamente a la familia
acerca de nuestra modalidad de trabajo en equipo. Se explica el uso del micrófono y del espejo unidireccional, detrás
del cual, les decimos, se sientan dos colegas que nos ayudan en nuestra tarea y con quienes nos reunimos para
discutir antes de dar por finalizada la sesión.
I- En la primer parte o presesión los terapeutas se reúnen en quipo para leer la ficha.
II- En la segunda parte o sesión de duración variable, una hora generalmente, los terapeutas conducen el coloquio
con la familia. Los terapeutas solicitan cierto número de informaciones y se interesan no sólo por los datos concretos
sino también por el modo como se suministra tal información, como índice del estilo interaccional de la familia.
El comportamiento de los terapeutas tiende a provocar interacciones entre los miembros de la familia, de quienes se
observan las secuencias, los comportamientos verbales, no verbales y las eventuales redundancias indicativas de
reglas secretas. Los terapeutas se abstienen tanto de revelar a la familia los fenómenos observados, como de emitir
valoraciones y juicios. Retienen todo, como guía para la intervención final.
Si los observadores notan que los terapeutas se desconciertan o confunden a causa de las maniobras de la familia,
golpean la puerta y llaman a uno u otro terapeuta a la cámara de observación donde les comunican sugerencias y
consejos aptos para provocar en ellos reacciones esclarecedoras.
III- En esta tercera parte los terapeutas discuten la sesión y deciden como concluirla.
IV- En la cuarta parte, los terapeutas vuelven para la conclusión de la sesión, que consiste generalmente en un breve
comentario o una prescripción. Ese comentario y esa prescripción se estudian para que resulten paradójicos. En caso
de continuar un tratamiento psicoterapéutico, se acuerdan los honorarios y se fijan el número de sesiones (diez
sesiones con un intervalo de cerca de un mes). Se elige un número reducido de sesiones ya que tenemos la
convicción de que con estas familias o se logra rápidamente un cambio o se pierde el tren; los terapeutas no pueden
permitirse sesiones interlocutoras, ya que nuestra experiencia nos ha revelado que refuerzan la resistencia familiar.
V- En la quinta parte, después de despedirse de la familia, el equipo se reúne nuevamente para evaluar las
reacciones observadas en el cierre de la sesión, formular previsiones y redactar finalmente un acta de la sesión,
donde se sintetizan sus elementos esenciales. Este procedimiento exige necesariamente un equipo que funcione,
cuyos miembros compartan la estima recíproca y la disposición para aceptar observaciones y consejos de parte de
los colegas.
Haley, ha sido el primero en evidenciar el rechazo peculiar que todo miembro de este tipo de familia tiene para
admitir, tanto que los otros delimiten su comportamiento (definan la relación), como que él mismo delimite el
comportamiento de los demás. Esta observación, nos indujo a formular la hipótesis de que este tipo de familia es un
grupo natural regulado en su interior por una simetría llevada a tal punto de exasperación que la hace no declarable
y, por lo tanto, encubierta.
¿Qué hipótesis debemos formular acerca de aquellas reglas instauradas en una pareja que caracterizan a la
interacción como esquizofrénica? Tengamos en cuenta, que vivir juntos implica, inevitablemente, la estructuración
de un sistema de aprendizaje: “como aprender a vivir juntos”.
Debemos tener en cuenta además que cada uno de ellos proviene de un sistema diferente de aprendizaje, regulado
por ciertas soluciones que forman parte de su memoria, sistema que obviamente participará del juego de la
estructuración del nuevo sistema, condicionándolo. Por ende los ensayos y errores que constituyen el nuevo sistema
de aprendizaje no surgen de la nada, sino que están en relación directa con las soluciones encontradas mediante los
ensayos y errores de los precedentes sistemas de aprendizaje.
“Son necesarias al menos tres generaciones para obtener un esquizofrénico”. En esas familias, las soluciones
encontradas a los problemas de “cómo” vivir se manifiestan mediante normas rígidas y repetitivas. En la segunda
generación, o sea en la segunda pareja, además de las soluciones disfuncionales adoptadas por la primera
generación, se observa otra disfunción: la cautela de exponerse, por miedo al rechazo. Cada uno partió con el
enorme deseo de recibir una confirmación. En estas familias de origen, los padres (la primera generación), se
comportaron como si dar una confirmación fuese un signo de debilidad.
Ambos miembros de la pareja cuando desde los contextos originarios de aprendizaje lleguen a estructurar un nuevo
contexto, cada uno estará inanimado por la misma intención y aun de la misma tensión. Esta vez lograran definir la
relación y finalmente recibir la confirmación. Pero ¿a quién escogen para esta empresa? A un compañero “difícil”. Es
así como cada uno quiere repetir el desafío y como cada uno pretende triunfar. La posición de ambos en la relación
es simétrica. Cada uno anhela conquistar el control de la definición de la relación. Pero cada vez que lo intenta
vuelve a sentir el temido fracaso.
En este punto de la hybris (tensión simétrica expresada al punto de no rendirse ante la evidencia, ante la inminencia
misma de la muerte), lejos de redimensionarse, aumenta. Fallar se convierte en algo insoportable. Es necesario
evitarlo como sea, ¿y cómo lograrlo? Descalificando la propia definición de la relación, rápidamente, antes de que el
otro lo haga. Prevenir el golpe insoportable.
Se despliega así el gran juego, se configuran las reglas secretas. El mensaje se hace siempre más críptico, para evitar
exponerse. Se aprende incluso a evitar las contradicciones lógicas manifiestas, las antinomias que aparecen muy
evidente. Se vuelven expertos en el uso de la paradoja. Es así como se configura la panoplia de las maniobras
comunicacionales, tan características de las interacciones esquizofrénicas: descalificación de algunos o todos los
componentes del mensaje, tangencialidad, desplazamientos del tema, amnesias, y por último, la maniobra suprema,
la descalificación. Esta definición no es una confirmación, ni siquiera un rechazo. Es una respuesta críptica, que
conlleva sustancialmente el siguiente mensaje: “no doy cuenta de ti, no estás, no existes”.
La condición en el juego exclusivamente humano de transacción esquizofrénica es que realmente no haya jamás
vencidos ni vencedores de acuerdo con las proposiciones en el vínculo, que son siempre seudocomplementarias o
seudosimétricas. Un juego de este tipo, no puede tener fin. Cada uno se esmera en provocar al adversario con una
serie de tácticas que se irán perfeccionando con el uso.
El doble vínculo es una modalidad apta para trasmitir y mantener un desafío sin alternativas y por lo tanto sin fin. En
el nivel verbal se da una indicación que a continuación, en el nivel casi siempre no verbal será descalificada. Al
mismo tiempo se agrega el mensaje que está prohibido hacer comentarios sobre la incongruencia de los dos niveles
y está prohibido dejar el campo. Tampoco le está permitido desobedecer, porque no está claro cuál es la verdadera
indicación sobre la cual debe revelarse.
La connotación positiva surgió de la necesidad de llegar, a una intervención terapéutica paradójica: la prescripción
del síntoma del paciente designado. De ahí el peligro de usar el modelo lineal-causal, al recurrir a una puntuación
arbitraria: correlacionar el síntoma con tales comportamientos sintomáticos según un nexo causal.
El acceso al modelo sistémico nos resultaba solo posible si connotábamos positivamente tanto los síntomas del
paciente designado como los comportamientos sintomáticos de los otros miembros diciendo, por ejemplo, que
todos los comportamientos observables aparecen inspirados por el común deseo de mantener la unión y la cohesión
del grupo familiar. De tal modo, los terapeutas ponen a todos los miembros en un mismo nivel y evitan alianzas o
escisiones en subgrupos que constituyen el alimento cotidiano de la discusión familiar. La función primaria de la
connotación positiva de todos los comportamientos observados en el grupo aparece como la que puede facilitar a los
terapeutas el acceso al modelo sistémico.
a) Totalidad: el sistema es ampliamente independiente de las características individuales de los elementos que lo
componen.
c) Capacidad de transformación.
El equilibrio es incompatible con la vida y con el aprendizaje: el progreso, aun siendo mínimo, es un elemento
indispensable de todos los sistemas biológicos.
Los terapeutas no hacen distinción alguna entre el “síntoma” del paciente designado y los comportamientos
“sintomáticos”, o sea la modalidad peculiar de comunicación compartida por todos los miembros de la familia.
En ese momento los terapeutas “saben” una sola cosa: que todos los miembros de la familia se oponen a cualquier
cambio que resulte peligroso para su “ideal homeostático” y que, por lo tanto, es necesarios aliarse a tal ideal (por el
momento, naturalmente). Aquí es cuando los terapeutas deben hacer exactamente lo contrario de lo que hace la
familia. Ignoran deliberadamente el aspecto alusivo y amenazador del síntoma en el sentido de protesta y de
invocación al cambio. Solamente subrayan y confirman el aspecto homeostático. Del mismo modo confirman los
comportamientos de los otros miembros de la familia tendientes al mismo objetivo: la estabilidad y la cohesión del
grupo.
1) Situar a todos los miembros de una familia en un mismo plano en cuanto complementarios en relación con el
sistema, sin connotarlo, como moralista, evitando así trazar líneas arbitrarias de demarcación entre unos y otros.
3) Ser aceptados en el sistema como miembros de pleno derecho, en cuanto animados de la misma intencionalidad.
Nuestro propósito es ayudar al terapeuta a estimular a la familia a producir información significativa, lo cual resulta
indispensable para que aquel pueda hacer una elección terapéutica efectiva.
Hipotetización: nos referimos a la formulación por parte del terapeuta de una hipótesis basada en la información
que él tiene en relación con la familia que está entrevistando. La hipótesis establece un punto de partida, tanto para
su investigación como para verificar la validez de esta hipótesis, basada en habilidades y métodos específicos. Si la
hipótesis resulta falsa, el terapeuta debe formular una segunda hipótesis en base a la información obtenida a partir
del cuestionamiento de la primera.
Al iniciar una sesión, el terapeuta posee cierta información relativa a la familia. Solemos tener a nuestra disposición,
aun antes de la primera sesión, cierta información estándar grabada durante el contexto inicial, haya sido éste con la
familia o con el medico que la remitió. El terapeuta siempre tendrá un set de datos sobre el cual basar una hipótesis
inicial.
Las dos hipótesis formuladas por los terapeutas y las preguntas realizadas para su verificación, conducen a obtener
la información esencial para la elección de una intervención terapéutica.
Definición general de hipótesis: en la etimología griega tiene que ver con la proposición que está a la base de una
construcción conceptual. Se trata de una suposición hecha como una base de razonamiento, sin referencia a su
veracidad; como el punto de inicio para una investigación. En la terminología de la ciencia experimental, una
hipótesis es un supuesto no comprobado tentativamente aceptado como base para una investigación más profunda,
a partir de la cual puede obtenerse una verificación o una refutación de dicho supuesto.
En la sesión familiar, el fenómeno generado por el tipo de hipótesis que formula el terapeuta como una guía de su
actividad, definen tal actividad como experimental. Los datos de tal experimentación derivan tanto del feedback
inmediato (verbal y no verbal) como de aquel obtenido y resultante de las prescripciones y rituales dados por el
terapeuta al final de la sesión. Estas últimas tiene como propósito la verificación de una hipótesis que hasta ese
momento aparece como plausible.
El procedimiento clásico del método experimental tiene 3 fases: observación, formulación de una hipótesis y
experimentación. El éxito o fracaso de cualquier investigación depende de la formulación de hipótesis. Por lo tanto,
el concepto de hipótesis alude al significado de “suposición”, excluyendo explícitamente su veracidad o falsedad.
Valor funcional de la hipótesis en general: la hipótesis, como tal, no es verdadera ni falsa, sino más bien, más o
menos útil. Aun cuando una hipótesis se pruebe como falsa, igualmente otorga información en cuanto elimina un
cierto número de variables que, hasta ese momento, aparecían como posibles. Tiene función de categorización de la
información y experiencia. La función esencial de la hipótesis consiste en ser una guía para proveer nueva
información, a partir de la cual la hipótesis será confirmada, refutada o modificada.
Valor funcional de la hipótesis en la Entrevista Familiar: radica sustancialmente en garantizar la actividad del
terapeuta, la cual consiste en rastrear los patrones relacionales. Es del todo probable que tales patrones sean
provocados y traídos a la mano por la conducta activa del terapeuta. Si éste llega a adoptar una forma pasiva, como
observador más que como actor, la familia – conforme a su propia hipótesis lineal – impondrá su propio guion
dedicado exclusivamente a señalar quien está “loco” y quien es “culpable”, lo cual entrega cero información para el
terapeuta. Por lo tanto, la hipótesis del terapeuta, proporciona un poderoso input en torno a lo inesperado y lo
improbable dentro del sistema familiar y evita el desorden y el “irse por las ramas”.
Nuestras sesiones con la familia tenderían – si nuestra actividad no estuviera basada en una hipótesis – a ir hacia un
aumento de la desesperanza, el desorden y la confusión. El aparente “desorden” es orden y viceversa. Se define el
desorden en términos de “falta de información”. El desorden, la desorganización, la falta de patrón o lo azaroso de la
organización de un sistema es conocido como su entropía. La disminución en la entropía puede considerarse como
una medida acerca de la cantidad de información. La medición estadística de la entropía negativa era lo mismo que
la medición de la información, “negentropía”. La cibernética define negentropía e información con una especie de
dualidad subjetiva, y admite la posibilidad de una transición en dos sentidos:
Negentropía información
El significado de la palabra información no es el mismo en los dos sentidos: en la transición directa de negentropía a
información, información significa adquisición de conocimiento. En la transición reciproca de información a
negentropía, información significa poder de organización.
La hipótesis debe ser sistémica: esto es, debe incluir a todos los componentes de la familia y brindarnos un supuesto
en torno a la función relacional total.
La hipótesis además de ser coherente con la epistemología sistémica, sugiere dos tipos de información: ciertos datos
adquiridos en la investigación en familias que presentan miembros psicóticos; información específica concerniente a
la familia bajo observación. Al entrar en la sesión ya provisto de un hipótesis. El terapeuta puede tomar la iniciativa,
proceder con orden regular, interrumpir, guiar y provocar transacciones, evitando ser inundado con significaciones
sin sentido.
Circularidad: como la capacidad del terapeuta de conducir su investigación basándose en el feedback proveniente de
la familia, en respuesta a la información que él solicita de sus relaciones y, por lo tanto, acerca de diferencia y
cambio.
La misma verdad general – que todo conocimiento de eventos externos es derivado de las relaciones – se reconoce
en el hecho que el ser humano siempre debe recurrir a un cambio en la relación entre si y el objeto externo si desea
adquirir una percepción más aguda. Nuestros datos sensoriales iniciales son siempre primeras aproximaciones
afirmaciones sobre diferencias que se dan entre objetos externos, o bien, afirmaciones sobre cambios que ocurren
entre ellos, o en nuestras relaciones con ellos. Lo que nosotros percibimos fácilmente es la diferencia y la diferencia
es una relación.
Por lo tanto, aquellos que denominamos circularidad es nuestra conciencia, o nuestra conciencia de ser capaces de
obtener información autentica de la familia, solo si trabajamos con los siguientes fundamentos: la información es
una diferencia; la diferencia es una relación (o un cambio en la relación). Es necesario aun otro recurso para ayudar
al terapeuta a encarar las complejidades de la familia: cada miembro de la familia es invitado a contarnos cómo ve él
la relación existente entre otros 2 miembros de la familia. Así llegamos a la investigación de una relación diádica
vista por una tercera persona (método).
La extrema eficiencia de esta técnica al iniciar una secuencia de respuestas en la familia que ilumina en forma
patente las variadas relaciones triádicas. De hecho, al invitar formalmente a un miembro de la familia a
metacomunicarse acerca de la relación entre otros dos miembros, en su presencia, no solamente estamos
quebrando una de las reglas universales de las familias disfuncionales, sino que también estamos confirmando el
primer axioma de la pragmática de la comunicación humana: en una situación de interacción, los diversos
participantes no pueden evitar comunicarse.
Desatendiendo las limitaciones que nos imponen el lenguaje y el condicionamiento cultural, podemos ir más allá de
la tríada y de la suma de varias tríadas dentro de la familia. Otros métodos prácticos de recolección de información.
Con respecto a la modalidad triádica de investigar las relaciones y el principio fundamental que la información es una
diferencia y que la diferencia es una relación, o un cambio en la relación, presentaremos algunos métodos prácticos
para solicitar información:
Todas estas metodologías son usadas durante la investigación del síntoma, aun en la primera sesión. Más que llegar
a hacer una tediosa lista de conducta sintomática, el terapeuta conduce la indagación en torno al cómo cada
miembro de la familia reacciona al síntoma. El modelo es triádico – un miembro de la familia es invitado a discutir de
qué manera otro miembro reacciona al síntoma y de qué forma otro miembro familiar reacciona a esa reacción.
El ensanchamiento gradual del campo de observación. Otro importante método para recabar información durante la
entrevista familiar es comenzar con la investigación de los subgrupos. Nuestro cuestionamiento comienza con el
subgrupo usando los términos descritos: en términos de diferencias; en términos de conducta interactiva específica
en circunstancias específicas. Luego procederemos con la familia entera, siempre siguiendo la forma propuesta.
Solo después de formar un bien articulado cuadro de la familia nuclear, podemos ensanchar la investigación, para
incluir relaciones con las familias de origen de los padres, estableciendo un detalle de las relaciones entre abuelos y
nietos, siempre manteniendo los métodos antes descritos para obtener información.
Neutralidad: por neutralidad del terapeuta entendemos un efecto pragmático específico derivado de la conducta
total que él despliega ante la familia durante la sesión, y no su disposición intrapsíquica. En efecto, en el momento
que el terapeuta invita a un miembro a comentar la relación de otros dos miembros, él aparece al mismo tiempo
como aliado de esa persona. Sin embargo, esta alianza corta cuando pregunta lo mismo a cada uno de los demás
miembros de la familia. El resultado final de las sucesivas alianzas es que el terapeuta está aliado con cada uno y al
mismo tiempo, con ninguno en particular. En efecto, es nuestra creencia que el terapeuta puede ser efectivo solo en
el entendido que sea capaz de obtener y mantener un nivel diferente – metanivel – respecto de la familia.
La conducción de la entrevista de acuerdo a los principios y métodos discutidos ayuda a que el terapeuta gatille
información y, por lo tanto, a su trabajo terapéutico. Por información entendemos el incremento del conocimiento
del terapeuta para el ensamble de la modalidad relacional en el trabajo con la familia. Sobre esta percatación, el
terapeuta basará sus eventuales intervenciones terapéuticas, comentarios, prescripciones simples, prescripciones
ritualizadas o rituales familiares.
La contraparadoja
Una pregunta planteada en Palo Alto fue cómo emplear el descubrimiento de la parte desempeñada por las
comunicaciones de doble nivel en la familia del esquizofrénico. El grupo de Bateson, experimentando con “dobles
ataduras terapéuticas”, razonó que tendría que emplear con la familia el mismo tipo de comunicación paradójica
que estaba empleando la propia familia. Los Asociados de Milán, al adoptar la misma posición, elaboraron la idea de
la doble atadura terapéutica, llamada por ellos una “contraparadoja” y utilizada como piedra angular de una
elegante, intrincada y lógica metodología del cambio.
En el pensamiento central de los Asociados de Milán está el concepto batesoniano de la causalidad circular.
Advierten que un enfoque sistémico exige comprender que el enemigo al que debe atacar el clínico no es ningún
miembro de la familia y ni siquiera la propia familia mal funcionante, sino lo que ellos llaman el “juego” familiar. La
forma en que describen este juego recuerda elementos de la teoría de control, de Haley, de la comunicación en las
familias de esquizofrénicos, según la cual cada persona trata de obtener un control de las reglas de la familia,
mientras niega que lo esté haciendo. A menos que todos se pongan de acuerdo o bien pueda convenir en las reglas
del juego familiar no podrá ganarlo nadie ni tendrá fin. En un eterno ciclo, el juego acerca del juego, o el metajuego,
sigue siempre adelante. Tales juegos no son manifiestos sino que solo podemos inferirlos de las comunicaciones que
se efectúan en la familia.
El primer paso en la terapia sería establecer qué juego está jugando la familia con el terapeuta, aprobar el juego y
fomentarlo. Habitualmente el juego es: he aquí nuestra persona cargante, enferma o mala; hay que arreglarla y
aliviarnos, pero no se nos haga cambiar. El terapeuta sabe que caer en la trampa de tratar de hacer esto solo
producirá su propia caída. Entonces, la jugada opuesta será pedir al miembro sintomático que continúe con el
problema, en vez de tratar de arreglarlo. Lo nuevo en los Asociados de Milán es que insisten en prescribir no solo el
pensamiento problema o juego de comportamientos sino la configuración general de las relaciones que rodean al
problema.
La connotación positiva
Es un recurso terapéutico de invención del grupo de Milán. Inicialmente desearon dar una razón que fuera
coherente con la táctica de fomentar un comportamiento sintomático. Y como, al poner a la familia bajo terapia
implícitamente han convenido en ayudar a la familia a librarse del problema, sencillamente sería incongruente
prescribir sin dar una buena razón. En ello están enfrentándose a una necesidad, también reconocida por el grupo
estratégico de Palo Alto de “reenmarcar” una situación de modo que parezca lógico este tipo de intervención. La
solución a este acertijo seria connotar positivamente todos los comportamientos de la familia que pertenecen al
síntoma. El acceso al modelo sistémico solo era posible si hacíamos una connotación positiva, a la vez del síntoma
del paciente identificado y de los comportamientos sintomáticos de los demás, diciendo por ejemplo que todos los
comportamientos observables del grupo parecían inspirados por el objetivo común de mantener la cohesión del
grupo familiar. No es posible desenredar la connotación positiva de la intervención (habitualmente una prescripción
paradójica) en que se encuentra empotrada. La reenmarcación positiva del síntoma como se encuentra vinculado
con otros comportamientos de la familia es el núcleo de una prescripción paradójica. Las prescripciones pueden
conmover y remover a una familia. una intervención de esta índole romperá una pauta familiar fija a veces solo
temporalmente, pero a veces para siempre. Por lo menos, romperá el frente unido o la versión unida que una familia
presenta al terapeuta; el resultado de las prescripciones paradójicas es por lo tanto, cambiar la estructura familiar.
Es importante leer la política interna y externa de la familia. Hemos de estudiar las coaliciones y aparentes
equilibrios o desequilibrios de poder, en relación con el comportamiento sintomático. Por ello, la aportación más
importante del grupo de Milán puede no ser su marca de fábrica, la paradoja sistémica; sino la labor de detective, al
inventar una hipótesis que explique el síntoma en la familia y cómo embonan todas las piezas.
La hipótesis sistémica
Los Asociados de Milán afirman que una hipótesis debe ser circular y relacional, con lo que quieren decir que
organizará todos los datos confusos anexos a un síntoma, de tal manera que tengan sentido en el marco de las
relaciones familiares.
Surge entonces la pregunta ¿hay una hipótesis verdadera? Una hipótesis es una suposición hecha como base para
razonar, sin referencia a su verdad, como punto de partida para una investigación. Esto coloca un marco
desconcertante en torno de la terapia: cada caso se vuelve un experimento por sí solo, una novela de misterio en la
vida real. Pero no hay una “solución” a este tipo de misterio. Terminamos el dilema con un concepto de la verdad:
hay tantas posibilidades de verdad como lugares desde los cuales contemplarla.
Para el momento en que una hipótesis parezca justificada por el curso de los hechos, la familia presentará una
configuración distinta, lo que significa que la hipótesis original debe ser revisada o suprimida. Sin embargo,
sospechamos que una hipótesis bastante compleja soportará la prueba del tiempo y al menos formará un núcleo
para el cuadro que empiece a aparecer, cuando familia y equipo pasan juntos por diversos cambios.
Una hipótesis hace dos cosas importantes. Primero, es útil en su poder de organización ya que no solo ofrece una
estructura sino que puede dar al terapeuta un hilo que seguir al efectuar una entrevista. En segundo lugar, sugiere el
significado que el comportamiento sintomático tiene por entonces en esta familia.
La hipótesis define la función del síntoma. No puede decirse que un síntoma es causado por las reacciones de la
familia a él ni tampoco lo contrario; antes bien, todos estos comportamientos están girando en una pauta que se
soporta mutuamente.
Lo que entra en una intervención o prescripción no es completamente lo mismo que una hipótesis. La hipótesis
respeta la circularidad de los hechos familiares hasta donde es posible. Cuando se traduce una prescripción,
inevitablemente queda adoptada una epistemología lineal. Y esta interpretación lineal de los datos presentados por
la familia habitualmente invierte la versión de la familia, introduciendo una nueva puntuación en ella. Lo que seguirá
es la explicación del comportamiento. Esto es lineal en cierto sentido y en otro no lo es. Yo prefiero reemplazar el
concepto de paradoja por el de polaridad. En el “Libro de los cambios” el significado de cada hexagrama queda
modificado por la inclusión de una posibilidad opuesta. Del mismo modo, remplazando la puntuación de la familia
por otra opuesta, igualmente lineal, el grupo de Milán crea una polaridad. La esencia de la polaridad es una
interpretación que pasa de un polo a otro y que siempre sugiere otras posibilidades imprevistas, que nunca se
definen por completo. Cuando una familia responde a una puntuación inversa con un rechazo no solo de la
puntuación sino de los comportamientos que describe, y descubre una manera completamente distinta de organizar
sus relaciones, sentimos que este método de terapia realmente puede llamarse una dialéctica de polaridades.
El contexto referente
Los Asociados de Milán ven a la familia y al terapeuta como integrados en un contexto más general, y toman todo
el campo como unidad de tratamiento. Prestan estricta atención a lo que podría llamarse el “anillo exterior”, el
medio de profesionales e instituciones que pueden estar influyendo sobre la familia en su trabajo sobre el paciente.
Si la terapia produce una crisis – lo que a menudo hace antes de que ocurra un cambio en sistemas familiares muy
rígidos – puede parecer que el paciente se deteriora. El cambio puede entonces ser abortado por la decisión de la
familia de rehospitalizar al paciente o encontrar alguien que le dé medicación en masa. El termino aplicado al
profesional que adopta este papel es “doctor homeóstata” porque actúa para reestabilizar el campo, de modo que el
síntoma quede intacto.
Los Asociados de Milán describen sus esfuerzos para contrarrestar la influencia de este tipo de persona, que a
menudo es la que remitió a la familia a la terapia y que puede tener un interés emocional en el resultado del
tratamiento. Frecuentemente, el equipo pedirá a tal persona que asista a la sesión. Añade el grupo: ya no
cometemos el error de recomendar o prescribir la interrupción de las relaciones entre la familia y la persona
referente. En cambio, simplemente prescriben la situación. Dicen a la familia que no debe arriesgarse a dar ningún
paso hacia el cambio deseado porque si el síntoma ya no estuviera presente, la familia (o algún miembro particular)
perdería a un importante amigo, aliado, confortador. A la inversa, el equipo prescribirá la presencia del profesional
como algo esencial para mantener el equilibrio e impedir un cambio prematuro.
Los Asociados de Milán se expresan más claramente que ningún otro grupo acerca de dar prioridad a las
cuestiones contextuales del tratamiento, especialmente las que corresponden al campo profesional.
Cuestionamiento circular
Para dirigir la sesión, los Asociados de Milán han creado un formato que se basa en la afirmación de Bateson de
que “información es diferencia” y a la que se refieren como técnica del cuestionamiento circular. El método parece
aumentar considerablemente la cantidad y calidad de la información que se obtiene en una entrevista. El lema
básico es siempre plantear preguntas que enfoquen una diferencia o definan una relación.
Ante todo, tales preguntas hacen que las personas se detengan a pensar en vez de actuar de manera
estereotipada. En segundo lugar, intervienen en las intensificaciones y disputas no solo en presencia de la familia
sino también entre el terapeuta y los miembros de la familia. En tercer lugar, parecen desencadenar más del mismo
tipo de pensamiento “diferente”, que es en esencia circular porque introduce la idea de vínculos formados por
perspectivas cambiantes. Los Asociados de Milán indican que en las familias en transacción esquizofrénica las
personas rara vez definen una relación o notan una diferencia, y que esta técnica empleada por si solo puede tener
un efecto poderoso sobre estas familias. Las preguntas pueden tener efecto acumulativo. Además, el terapeuta
puede emplear esta técnica para plantear preguntas cargadas sin los frenos habituales. Otra utilidad de estas
preguntas es que pueden emplearse para bloquear comportamientos con solo señalarlos.
Los Asociados de Milán cuentan con un modelo refinado para dirigir la entrevista, que es congruente con su
batesoniana filosofía del tratamiento. Tanto las técnicas de entrevista como la intervención sistémica al final insertan
puntuaciones que subrayan la diferencia y circularidad. Las preguntas se refuerzan y son reforzadas por las
prescripciones derivadas de ellas, de una manera que hace de toda la entrevista un ejemplo de circularidad a un
nivel más complejo que si cada una de las técnicas fuese usada por si sola.
La importancia de la neutralidad
“Neutralidad”, pese a sus implicaciones de no comprometerse, tiene más que ver con la eficacia en la terapia que
con permanecer al margen. El equipo mantiene una actitud apacible aunque respetuosa durante la entrevista. Los
Asociados de Milán saben del poder de las familias para volver impotentes a los terapeutas, y ponen sus técnicas
para mantener su influencia por encima de ninguna otra realización pragmática. Con este fin, han adoptado buen
número de recursos que ayudan al terapeuta o al equipo a mantenerse en una posición desde la cual lograr el
máximo cambio.
Describen la neutralidad como la capacidad de evitar las alianzas con miembros de la familia, de evitar juicios
morales, de resistir a todas las trampas y enredos lineales. El terapeuta solo puede ser eficaz hasta el punto en que
logre obtener y mantener un nivel distinto (metanivel) del de la familia.
La neutralidad confiere al terapeuta sistémico el poder de ser eficiente. Los ingredientes son muchos: la actitud
tranquila, no reactiva, el cuestionamiento circular, los recursos que evitan que el terapeuta sea afectado por la
succión familiar, el interés en cuestiones de campo y contexto, y la actitud hacia la resistencia.
TERAPIA NARRATIVA
Paisajes de la acción y paisajes de la conciencia en relación con el proceso de reescritura de la vida: son términos
tomados de Bruner. La idea es que los relatos tienen paisajes duales: paisajes de la acción y paisajes de la conciencia,
o paisajes de significado. El paisaje de la acción está constituido por experiencias de acontecimientos que están
reunidos en secuencias que se desenvuelven en el tiempo y según tramas específicas. Esto nos proporciona la
estructura rudimentaria de los relatos. Si elimináramos algunas de esas dimensiones – las experiencias de los
acontecimientos, secuencias y tiempo – no tendríamos relato. Estos elementos, en conjunto, constituyen el paisaje
de la acción. Cuando las personas vienen a terapia y hablan de lo que los trajo a verme, generalmente suelen hacer
una descripción del paisaje de la acción del relato dominante.
En ese momento, las personas también harán una descripción del paisaje de la conciencia o paisaje de significado
del relato dominante. A medida que hablan de determinados eventos, irán indicando qué piensan que esos eventos
reflejan acerca del carácter, los motivos, deseos, de diversas personas de sus redes sociales. También reflexionarán
sobre lo que estos eventos dicen acerca de las cualidades de algunas relaciones específicas. Por ende, el paisaje de la
conciencia tiene que ver con las interpretaciones que se hacen por medio de la reflexión sobre los eventos que están
desenvolviéndose en los paisajes de la acción. El paisaje de significado se deriva, por medio de la reflexión, de los
eventos en el paisaje de la acción, para determinar qué podrían decir dichos eventos acerca de los deseos,
preferencias, cualidades, características, motivos, objetivos, etc. de diversas personas. Tiene una naturaleza
recursiva el proceso, puesto que las descripciones establecidas de características, motivos, compromisos y demás
informan a su vez la disposición de las experiencias de los eventos en el paisaje de la acción. En el trabajo de
reescritura, invitamos a las personas a practicar un intercambio entre ambos paisajes – reflexionando acerca de lo
que podrían significar los acontecimientos alternativos en el paisaje de la acción y determinando qué eventos en el
paisaje de la acción reflejan mejor las descripciones preferidas de características, motivos, creencias, etc.
Analogía
Toda formulación que postule significado, es interpretativa: estas formulaciones son el resultado de una
indagación determinada por nuestros mapas o analogías o por nuestros marcos interpretativos. Las analogías que
empleamos determinan nuestro examen del mundo: las preguntas que formulamos acerca de los hechos, las
realidades que construimos y los efectos reales experimentados por quienes participan en la indagación. Las
analogías que usamos determinan las propias distinciones que extraemos del mundo.
¿Cómo seleccionamos o determinamos las analogías que adoptamos? Nuestras preferencias por ciertas analogías
vienen determinadas por múltiples factores, incluyendo los ideológicos y las prácticas culturales imperantes. Al
preferir una analogía sobre otra, no podemos recurrir a criterios tales como su corrección o exactitud. Pero
podemos, al menos en alguna medida, investigar la analogías a través de la historia del pensamiento social y
examinando y criticando los efectos de esas prácticas.
Poder/conocimiento
Foucault llega a la conclusión que poder y conocimiento son inseparables. Deduce que el surgimiento y el éxito de
las disciplinas dependieron de las técnicas de poder y que, a su vez, la cualidad expansiva del poder moderno
dependió del progreso en la construcción de aquellos conocimientos que proponen la “verdad”.
Estamos presos en una red o tela de araña de poder/conocimiento, no es posible actuar fuera de este dominio, y
todos sufrimos simultáneamente los efectos del poder y ejercitamos este poder en relación a otros. Sin embargo,
esto no indica que todas las personas sean iguales en el ejercicio del poder, ni que unos no sufran más que otros sus
efectos de dominación.
Conocimientos subyugados
Foucault propone dos tipos de conocimientos subyugados:
Conocimientos eruditos, previamente establecidos, que han sido excluidos por la revisión de la historia llevada a
cabo a partir de la aparición de un conocimiento más global y unitario. Estos conocimientos han estado enterrados
en una coherencia funcional de sistematizaciones formales, que está destinada a enmascarar los efectos de ruptura
del conflicto y la lucha.
Conocimientos populares locales o indígenas, que actualmente están en circulación, pero a los que se le niega
espacio. Se trata de conocimientos que sobreviven en los márgenes de la sociedad y que se consideran de bajo
rango, exiliados del dominio legítimo de los conocimientos formales y las ciencias aceptadas.
Foucault señala que a través de la recuperación de los detalles de estos conocimientos autónomos y
descalificados, podemos redescubrir la historia de luchas.
Orientación terapéutica
Deberíamos suponer que estamos siempre participando simultáneamente de ámbitos de poder y conocimiento.
Así, deberíamos esforzarnos por establecer condiciones que nos ayuden a criticar nuestras prácticas formadas en ese
ámbito. Deberíamos trabajar para identificar el contexto de las ideas en las que nuestras prácticas están situadas.
Esto nos permitiría identificar los efectos, peligros y limitaciones de estas ideas y de nuestras propias prácticas.
Trataríamos de identificar y criticar aquellos aspectos de nuestro trabajo que podrían vincularse con las técnicas de
control social.
La tradición escrita
En nuestra cultura, el uso de la tradición escrita en terapia promueve la formalización, legitimación y continuidad
de los conocimientos populares locales, la autoridad independiente de las personas y la creación de un contexto
para el surgimiento de nuevos descubrimientos y posibilidades.
Organización de la información
Podemos defender la introducción de tradición escrita en terapia basándonos en que: permite aumentar la
cantidad de información que puede procesarse en nuestra memoria a corto plazo en un momento dado; permite la
organización más deliberada de los recursos lingüísticos y la reorganización de unidades de ideas en diferentes
relaciones de dependencia. Es decir, que la persona puede participar más activamente en la determinación de la
organización de la información y la experiencia, así como en la producción de diferentes relatos de los eventos y las
experiencias.
La externalización es un abordaje terapéutico que insta a las personas a cosificar y, a veces, a personificar, los
problemas que las oprimen. En este proceso, el problema se convierte en una entidad separada, externa por tanto a
la persona o a la relación a la que se atribuía. Los problemas considerados inherentes y las cualidades relativamente
fijas que se atribuyen a personas o relaciones se hacen así menos constantes y restrictivos.
Era frecuente que cuando los miembros de las familias explicaban los problemas por los que solicitaban terapia,
presentaran lo que denomino “descripción saturada por el problema” de su vida familiar. Esta descripción saturada
por el problema es el relato dominante de la vida familiar.
Al ayudar a los miembros a los miembros de la familia a separarse y separar sus relaciones del problema, la
externalización abría la posibilidad de que se describieran a sí mismos y a sus relaciones desde una perspectiva
nueva, no saturada por el problema; permitía el desarrollo de una historia alternativa de la vida familiar, más
atractiva para los miembros de esa familia. Desde esta nueva perspectiva, las personas eran capaces de descubrir
“hechos” acerca de sus vidas y relaciones que anteriormente, desde el relato saturado por el problema, no estaban
en condiciones de percibir; “hechos” que contradecían este relato y proporcionaban los núcleos para la generación
de nuevas historias. E, invariablemente, en este proceso se resolvía el problema.
La externalización de los problemas ayuda a las personas en su lucha contra los mismos, y he llegado a la conclusión
de que, entre estas cosas, este abordaje: hace disminuir los conflictos personales más estériles incluyendo las
disputas en torno a quién es responsable del problema; combate la sensación de fracaso que aparece en las
personas ante la persistencia del problema pese a sus intentos de resolverlo; allana el camino para que las personas
cooperen entre sí, se unan en una lucha común contra el problema y logren sustraerse a su influencia; abre nuevas
posibilidades de que las personas actúen para apartar sus vidas y relaciones de la influencia del problema; permite a
las personas afrontar de un modo más desenfadado, más eficaz y menos tenso problemas que parecían
“terriblemente serios”; ofrece opciones de dialogo, y no de monologo, sobre el problema. En el contexto de las
prácticas asociadas a la externalización de problemas, no son la persona ni la relación las que constituyen el
problema. Es el problema lo que es el problema, y por tanto la relación de la persona con él se convierte en el
problema.
A partir de la analogía del texto pueden postularse varios presupuestos acerca de la experiencia que las personas
tienen de los problemas. Parto del presupuesto general de que cuando las personas experimentan problemas por los
que van a terapia, las narraciones con las que están relatando su vivencia y/o en las que otros están contando su
experiencia no representan suficientemente su experiencia vivida y; en este caso habrá aspectos significativos y
vitales de su experiencia que contradigan estas narraciones dominantes.
La externalización del problema permite a las personas separarse de los relatos dominantes que han estado dando
forma a sus vidas y relaciones. Al hacerlo, recuperan la capacidad de identificar aspectos previamente ignorados,
pero cruciales, de la experiencia vivida, aspectos ignorados que no podrían haberse predicho a partir de la lectura
del relato dominante. He llamado a estos aspectos de la experiencia “acontecimientos extraordinarios”.
Cuando se identifican acontecimientos extraordinarios, puede estimularse a las personas a que desarrollen nuevos
significados en relación con ellos. Esto requiere que los acontecimientos extraordinarios pasen a formar parte de una
historia alternativa de la vida de la persona. He denominado relato extraordinario a esta historia alternativa y he
elaborado un modo de plantear preguntas que aliente a las personas a localizar, generar o resucitar historias
alternativas que “expliquen” los acontecimientos extraordinarios. Otras preguntas llevan a las personas a investigar
qué indican estos nuevos datos acerca de los atributos y cualidades de ellas mismas y de sus relaciones. Al tomar en
consideración estas preguntas y responderlas, las personas obtienen “redescripciones extraordinarias” y nuevas de sí
mismas y de sus relaciones. La terapia inspirada en la externalización de problema facilita la re-escritura de vidas y
relaciones.
Este proceso se pone en marcha al inicio de la primera entrevista, consiguiendo que las personas se involucren
inmediatamente en la tarea de separarse del problema. Las preguntas de influencia relativa se componen de dos
conjuntos de preguntas. El primero anima a las personas a trazar el mapa de la influencia del problema sobre sus
vidas y relaciones. El segundo las insta a describir su propia influencia sobre la “vida” del problema. Al invitar a las
personas a revisar los efectos que el problema tiene sobre sus vidas y relaciones, las preguntas de influencia relativa
les ayudan a tomar conciencia de su relación con el problema y a describirlo. Esto las arranca de un mundo fijo y
estático, un mundo en el que los problemas son intrínsecos a las personas y relaciones, y las introduce en un
universo de experiencia, en un mundo de fluctuaciones. En él, las personas encuentran nuevas posibilidades de
acción afirmativa y nuevas oportunidades para actuar con flexibilidad.
Se introducen preguntas que animan a las personas a rastrear la influencia del problema sobre sus vidas y relaciones.
Estas preguntas ayudan a identificar la esfera de influencia del problema, que puede abarcar el ámbito conductual,
emocional, físico, interaccional y actitudinal. Así se identifica la descripción saturada por el problema de la vida
familiar, una descripción mucho más extensa que la que se ofrece habitualmente del problema “en si”, en vez de
restringir la investigación de los efectos del problema en varias áreas de intersección: entre el problema y diversas
personas, y entre el problema y diferentes relaciones. Esto abre un campo amplio para la posterior búsqueda de
acontecimientos extraordinarios y para las posibilidades de una acción afirmativa. Se pueden emprender acciones
positivas en cualquiera de estos planos. Esto ofrece a todas las personas relacionadas con el problema la posibilidad
de experimentar una nueva sensación de agencia personal.
Una vez que se ha obtenido una descripción de la esfera de influencia del problema, puede plantearse un segundo
conjunto de preguntas que invitan a los clientes a describir su propia influencia, así como la influencia de sus
relaciones, sobre la “vida” del problema. Estas preguntas generan información que contradice la descripción
saturada por el problema de la vida familiar, y ayuda a las personas a identificar su competencia y sus recursos ante
la adversidad.
Para que la nueva información sobre los “hechos” hasta entonces ignorados contradiga de forma eficaz la
descripción saturada por el problema, esta información debe ser relevante para las personas implicadas. Solo si es
significativa constituirá un acontecimiento extraordinario para ellas. La descripción previa de cómo repercute el
problema facilita la atribución de esta relevancia. Cualquier información nueva sobre la influencia de las personas
contrastará claramente con la descripción previa.
Acontecimientos extraordinarios
Solo es necesario identificar un acontecimiento extraordinario para iniciar la construcción de nuevos significados.
Esta idea está en consonancia con el presupuesto fundamental de la terapia breve, acerca de que es suficiente un
pequeño cambio para iniciar transformaciones mayores en el resto del sistema. En el caso de los acontecimientos
extraordinarios un único hecho (significado) de este tipo puede ser suficiente para hacer que se resquebraje la visión
monolítica que los clientes suelen tener de su situación, permitiendo así que aparezcan fisuras en las que se puede ir
construyendo una realidad alternativa. Y, aunque resulta útil que todas las personas que mantienen una relación con
el problema participen activamente en esta generación de nuevos significados, no es una condición necesaria.
Responsabilidad
Aunque la externalización de problema, tal y como se ha esbozado, permite a las personas separase de estos
problemas, esta práctica no las releva de su responsabilidad en el mantenimiento de los mismos. En la medida en
que estas prácticas ayudan a las personas a hacerse conscientes de y describir su relación con el problema, les
permite asumir una responsabilidad con respecto al problema que antes no estaba a su alcance.
Las prácticas asociadas a la externalización de problemas también: liberan a las personas de las descripciones
saturadas de problemas de sus vidas y relaciones; fomentan la generación o resurrección de relatos alternativos y
más gratificantes; ayudan a las personas a identificar y desarrollar una nueva relación con el problema. Estas
prácticas fomentan una nueva sensación de agencia persona y, con ella, las personas son capaces de asumir su
responsabilidad en la investigación de nuevas opciones en su vida y en el seguimiento de nuevas posibilidades. En
este proceso, las personas experimentan una nueva capacidad de intervenir sobre su mundo.