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Lección 4

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD

Trastorno de la personalidad paranoide.


TRASTORNO GRUPO A Trastorno de la personalidad
esquizoide
Trastorno de la personalidad
esquizotipica

Trastorno de la personalidad antisocial


TRASTORNO GRUPO B Trastorno de la personalidad limite.
Trastorno de la personalidad histriónica.
Trastorno de la personalidad narcisista.

Trastorno de la personalidad por


evitación.
TRASTORNO GRUPO C Trastorno de la personalidad
dependiente.
Trastorno de la personalidad obcesivo
compulsivo.

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD

¿Qué ocurriría si las formas de pensar y comportarse características de una


persona le generan una angustia significativa a ella o a otros? ¿Y qué
significaría que la persona no pudiera modificar esta forma de relacionarse con
el mundo y fuera desdichada? Consideraríamos que tiene un “trastorno de
personalidad”. La definición del DSM IV - TR señala que estas características
de personalidad “son inflexibles y desadaptativas y ocasionan ya sea un
deterioro funcionar significativo o un malestar subjetivo”. A diferencia de mucho
de los trastornos que ya hemos analizado, los de personalidad son crónicos: no
vienen y van, sino que se originan en la infancia y continúan en la edad adulta.
Dado que afectan a la personalidad, estos problemas crónicos interfieren en
todos los aspectos de la vida de la persona. Si un hombre, digamos, es
desconfiado en exceso (signo de un posible trastorno de personalidad
paranoide), tal rasgo afectará a casi todo lo que haga, incluido su trabajo (tal
vez tenga que cambiar de empleo con frecuencia si considera que los
compañeros conspiran en su contra), sus relaciones (quizá no sea capaz de
sostener un vínculo duradero si no puede confiar en nadie) e incluso el lugar en
donde vive (tal vez tenga que mudarse si sospecha que su casero está
esperando afuera para atraparlo).

Si bien el DSM IV TR apunta que tener estos trastornos puede angustiar a las
personas afectadas, quienes sufren trastornos de personalidad quizá no
sientan angustia subjetiva alguna; en vez de ello, son los demás los que
perciben plenamente el desorden por las acciones de la persona afectada. Esto
es particularmente común en el caso del trastorno de personalidad antisocial,
ya que el individuo quizá manifieste una ostensible indiferencia por los
derechos de los otros sin mostrar remordimiento alguno (Hare, 1993). En
ciertos casos, alguien más que la persona con el trastorno de personalidad
debe decidir si el trastorno le está ocasionando un deterioro funcional
significativo, puesto que el individuo afectado a menudo no puede hacer tal
juicio.

GRUPOS DE TRASTORNOS DE PERSONALIDAD


Se clasifica los trastornos de personalidad en tres grupos o “conjuntos”, La
división por grupos se basa en la semejanza entre trastornos dentro del mismo
grupo. El grupo A se llama raro o excéntrico e incluye los trastornos de
personalidad paranoide esquizoide y esquizotípico. El grupo B es el
“dramático”, “emocional” o “errático” y comprende los trastornos de
personalidad antisocial, límite de la personalidad, histriónico y narcisista. El
grupo C es el de “ansiedad” o “temor” que comprende los trastornos de
personalidad por evitación, dependiente y obsesivo-compulsiva.

Se considera que los trastornos de personalidad se originan en la infancia y


continúan en la edad adulta (Krueger et at 1996) y que están tan arraigados
que resulta difícil precisar el comienzo. Las características de personalidad
desaptativas se convierten con el tiempo en los patrones de comportamiento
desadaptativos que generan angustia en la persona afectada y llaman la
atención de los demás. Un tema recurrente es nuestra falta relativa de
información sobre características de los trastornos de personalidad tan
importantes como su curso de desarrollo. Una de las razones de escasez de
investigación es que muchos individuos no buscan tratamiento en las fases de
desarrollo tempranas de su trastorno, sino solo tras años de angustia. Esto
hace que resulte difícil estudiar desde el comienzo a quienes tienen trastornos
de personalidad, si bien hay algunos estudios que nos han ayudado a entender
el desarrollo de algunos de estos trastornos.

TRASTORNOS DEL GRUPO A

Trastorno de personalidad paranoide

Descripciones clínicas.- La característica definitoria de la gente con el


trastorno de personalidad paranoide es una desconfianza omnipresente e
injustificada. Desde luego, tal vez haya ocasiones en las que alguien sea
embustero y “vaya tras usted”; sin embargo, quienes tienen el trastorno de
personalidad paranoide son desconfiados en situaciones en las que la mayoría
estaría de acuerdo en que sus sospechas son infundadas. Hasta los sucesos
que no tienen nada que ver con ellos los interpretan como ataques personales
(Phillips y Gunderson 2000). Estos individuos verían en los ladridos del perro
del vecino o en el vuelo demorado de una línea aérea una tentativa deliberada
por fastidiarlos. Por desgracia, a menudo tal desconfianza se extiende a las
personas que les son próximas y hace que las relaciones significativas resulten
muy difíciles. ¡Imagínese lo solitaria que debe ser una existencia así!. La

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sospecha y la desconfianza pueden manifestarse de muchas maneras. La
gente con trastorno de personalidad paranoide puede ser muy discutidora, se
queje o se quede callada, pero obviamente es hostil hacia los otros. Con
frecuencia parece tensa y “está lista para saltar” cuando cree que ha sido
desdeñada por alguien. Estos individuos son muy sensibles a la crítica y tienen
una necesidad excesiva de autonomía (Bernstein, Useda y Siever, 1993).

Causas.- Las pruebas de contribuciones biológicas al trastorno de


personalidad paranoide son limitadas. Ciertas investigaciones sugieren que el
trastorno quizá sea ligeramente más común entre los parientes de personas
que tienen esquizofrenia, aunque la asociación parece no ser sólida (Bernstein,
1993; Coryell y Zimmerman 1989). En otras palabras, los parientes de
individuos con esquizofrenia tal vez tengan más probabilidades de tener el
trastorno de personalidad paranoide que la gente que no tienen un pariente en
ese estado. Como veremos con otros trastornos de personalidad “raros” o
“excéntricos” en el grupo A, parece haber cierta relación con la esquizofrenia si
bien aún no está del todo clara su naturaleza exacta (Siever, 1992).
Si bien las contribuciones psicológicas a este trastorno son menos conocidas
todavía. Se han hecho algunas especulaciones interesantes. Ciertos psicólogos
apuntan de manera directa a los pensamientos de esta gente para explicar el
comportamiento de quienes tienen el trastorno de personalidad paranoide. Uno
de lo planteamientos es que quienes sufren esta perturbación hacen las
siguientes suposiciones equívocas acerca de los demás: “la gente es malévola
y engañosa”, “lo atacarán a usted si tienen la menor oportunidad” y “usted
estará bien si se mantiene alerta” (Freeman, Pretzer, Fleming 1990). Ésta es
una forma desadaptativa de ver el mundo que domina cualquier aspecto de la
vida de estos individuos. Aun cuando no sabemos por qué desarrollan estas
percepciones, hay ciertas especulaciones de que las raíces se hallan en su
educación temprana. Los padres tal vez les enseñan a tener cuidado de no
cometer errores y les inculcan que son diferentes de los demás (Turkat y
Maisto 1985). Esta vigilancia hace que vean signos de que los otros son
engañosos y maliciosos. Es realmente cierto que la gente no siempre es
benévola y sincera, y nuestras interacciones son a veces bastantes ambiguas y
hacen las intenciones de los demás resulten poco claras. Considerar con
demasiada atención lo que dicen y hacen los otros pueden conducir a veces a
malinterpretarlos.

Trastorno de personalidad esquizoide


¿Conoce a alguien que sea un “solitario”? ¿Alguien que optaría por una
caminata a solas en lugar de ir, si lo invitan a una fiesta? ¿Una persona que va
a clase sola, se sienta a solas y vive en soledad? Ahora, multiplique esta
preferencia por el aislamiento varias veces y podrá comenzar a captar el
impacto del trastorno de personalidad esquizoide (Kalus et al 1995). Quienes
sufren este trastorno manifiestan un patrón de desapego de las relaciones
sociales y una gama de emociones muy limitada en situaciones interpersonales
(Phllips y Gunderson 2000). Parecen “distantes”, “fríos” e indiferentes con los
demás. El término esquizoide es relativamente antiguo, pues lo utilizó Bleuler
(1924) para describir a personas que tienen una tendencia a volverse hacia

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dentro y alejarse del mundo exterior. Se decía que esta gente carecía de
expresividad emocional y perseguía intereses oscuros (Barbow, 2007).

Descripción clínica.- Al parecer, los individuos con el trastorno de


personalidad esquizoide no desean ni disfrutan de la proximidad de los demás,
incluidas las relaciones amorosas o sexuales. En consecuencia parecen fríos y
desapegados y dan la impresión de no verse influidos por el elogio o la crítica.

Según el DSM IV TR, algunos individuos con trastorno de personalidad


esquizoide son sensibles a la opinión de los otros, aunque no están dispuestos
o son incapaces de expresar esta emoción. Para ellos, el aislamiento social tal
vez sumamente doloroso.

Las deficiencias sociales de la gente con el trastorno de personalidad


esquizoide son similares, aunque más extremas, a las de los individuos con el
trastorno de personalidad paranoide. Como dijeron A.T. Beck y Freeman
(1990), “se consideran como observadores en lugar de participantes en el
mundo que los rodea”. Parecen no tener los procesos de pensamiento tan
anómalos que caracterizan a los otros trastornos del grupo A (Kalus et al 1993).
Por ejemplo, los individuo con trastornos de personalidad paranoide y
esquizótípica a menudo cuentan con ideas de referencia, opiniones
equivocadas de sucesos sin sentido que se relacionan con ellos. En
comparación, quienes tienen el trastorno de personalidad esquizoide
comparten como grupo de aislamiento social, la empatía deficiente y el afecto
coartado o inhibido (sin mostrar emociones positivas ni negativas) que se
aprecian en las personas con el trastorno de personalidad paranoide.

Causas.- Aún hace falta realizar investigaciones sobre las contribuciones


genéticas, neurobiológicas y psicosociales al trastorno de personalidad
esquizoide (Siever, 1992). Sin embargo, resulta interesante apuntar que la
preferencia por el aislamiento social se parece a algunos aspectos del autismo.
El trastorno de autismo se caracteriza por un impedimento de interacción social
siempre presente. Los autistas ignoran a los otros o les responden sin emoción.
Aunque las considerables dificultades con el lenguaje no son un problema para
las personas con el trastorno de personalidad esquizoide, tienen una
indiferencia sorprendentemente similar por las interacciones con los demás.
Las investigaciones de las últimas décadas han señalado causas biológicas
para el autismo, y es posible que se combine una disfunción biológica similar
con un aprendizaje temprano o problemas tempranos en las relaciones
interpersonales para producir las deficiencias sociales que definen al trastorno
de personalidad esquizoide (Wolf 2000). Por ejemplo, las investigaciones sobre
la sustancia neuroquímica dopamina sugieren que quienes poseen una menor
densidad de receptores de dopamina obtuvieron calificaciones elevadas en una
medición de “desapego” (Farde, Guatavsson y Jonson 1997).
Es infrecuente que una persona con este trastorno solicite tratamiento a menos
que sea en respuesta a una crisis, como una depresión extrema o la pérdida
del trabajo (Kalus et al 1995). Lo terapeutas comienzan con frecuencia el
tratamiento destacando el valor de las relaciones sociales.

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Trastorno de personalidad esquizotípica.- la gente con el trastorno de
personalidad esquizotípica por lo común se encuentra aislada socialmente
como en el caso del trastorno de personalidad esquizoide. Sin embargo,
también se comporta de manera que podrían parecer rara para muchos de
nosotros (Siever et al 1995). Y suele ser desconfiada y tener creencias
extravagantes (Kotsaftis y Neak 1993).

Descripción clínica.- quienes reciben el diagnóstico de trastorno de


personalidad esquizotípica son considerados a menudo como “extraños” o
bizarros por la forma en que se relacionan con otras personas, piensan y se
comportan y hasta por el modo de vestirse. Tienen ideas de referencia, lo que
significa que piensan que sucesos insignificantes se relacionan de manera
directa con ellos.

Algunas personas con esquizofrenia también tienen ideas de referencia, pero


por lo común no son capaces de “comprobar la realidad” o ver lo ilógico de sus
ideas.

Los individuos con el trastorno de personalidad esquizotípica también tienen


creencias raras o se entregan al “pensamiento mágico” y consideran, por
ejemplo, que son clarividentes o telépatas. Además, dan cuenta de
experiencias perceptivas inusuales, incluidas ilusiones como sentir la presencia
de otra persona cuando se hallan a solas. Tal vez usted advierta la sutil pero
importante diferencia entre sentir como si alguien más estuviera en la
habitación, y la distorsión perceptual más extrema de la gente con
esquizofrenia que podría manifestar que hay alguien más en la sala cuando no
es así. Solo una pequeña parte de los individuos con trastorno de personalidad
esquizotípica desarrolla esquizofrenia (Wolf, Townshed, McGuire 1991). A
diferenta de la gente que sencillamente tiene intereses u opiniones poco
frecuentes, los que sufren el trastorno de personalidad esquizotípica suelen ser
desconfiados y tener pensamientos paranoicos, expresan poca emoción y
quizá se vistan y comporten de maneras inusuales (por ejemplo, piniéndose
encima varias capas de ropa en el verano o hablando entre dientes). En las
investigaciones prospectivas recientes sobre niños que posteriormente
desarrollaron el trastorno de personalidad esquizotípica se descubrió que
suelen ser pasivos y no participativos y que son hipersensibles a la crítica (Olin
et al 1997).

Causas.- A lo largo del tiempo, la palabra esquizotipos se ha empleado para


describir a personas predispuestas a desarrollar la esquizofrenia (Meehl 1962,
Rado 1962). El trastorno de personalidad esquizotípica es visto por algunos
como un fenotipo de un genotipo de la esquizofrenia. Tal vez recuerde que un
fenotipo es una forma de expresión de la genética de una persona. Su genotipo
es el gen (o los genes) que forma (n) un determinado trastorno. Sin embargo,
dependiendo de una gran variedad de otras influencias, el aspecto, su fenotipo,
tal vez varíe del de otras personas con una composición genética similar. Se
considera que algunos individuos tienen “genes de la esquizofrenia” (el
genotipo) y sin embargo, por la falta relativa de influencias biológicas (por
ejemplo, enfermedades prenatales) o tensiones ambientales (digamos,

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pobreza), algunos tendrán el trastorno de personalidad esquzotípica, que es
menos grave (fenotipo).

La idea de una relación entre el trastorno de personalidad esquizotípica y la


esquizofrenia surge en parte de la forma en que se comporta la gente con
estos trastornos. Muchas características del trastorno de personalidad
esquizotípica, incluidas las ideas de referencia, las ilusiones y el pensamiento
paranoide, son formas similares pero más leves del comportamiento observado
entre la gente con esquizofrenia. La investigación genética parece sustentar
también una relación. Los estudios de familias, de gemelos y de adopción han
demostrado una prevalencia cada vez mayor del trastorno de personalidad
esquizotípica entre parientes no esquizofrénicos de personas con esquizofrenia
(Dahl 1993, Torgersen, Kringlen 1993). No obstante tales estudios nos dicen
también que el medio puede influir de forma considerable en el trastorno de
personalidad esquizotípica. Por ejemplo, las investigaciones recientes sugieren
que la exposición de una mujer a la gripe durante el embarazo puede aumentar
las probabilidades de que se manifieste el trastorno de personalidad
esquizotípica en su hijo (Venables, 1996). Puede ser que un subgrupo de
personas con el trastorno de personalidad esquizotípica se relacione con
personas con esquizofrenia.

TRASTORNOS DEL GRUPO B

Trastorno de personalidad antisocial


El trastorno de personalidad antisocial es uno de los trastornos más dramáticos
que los clínicos verán en su vida profesional y se caracteriza por un historial de
incumplimiento de las normas sociales. Los afectados llevan a cabo acciones
que la mayoría de nosotros hallaría inaceptables, como robar a los amigos o a
la familia. Suelen ser también irresponsables, impulsivos y embusteros (Widiger
y Corbitt 1995). Los describe como “depredadores sociales que encantan,
manipulan y se abren camino sin piedad a lo largo de la vida, dejando un
amplio rastro de corazones rotos, expectativas hechas trizas y billeteras vacías.
Carentes por completo de conciencia y empatía, toman de forma egoísta lo
que desean y hacen lo que les place, violando las normas y expectativas de al
sociedad sin el más mínimo sentido de culpa o remordimiento” (Hare 1993).

Descripción clínica.- Los individuos con trastorno de personalidad antisocial


suelen tener largos historiales de violación de los derechos de los demás
(Widiger y Corbitt 1995). A menudo son descritos como agresivos porque
toman lo que desean y son indiferentes ante las preocupaciones ajenas. Mentir
y engañar parecen ser una doble naturaleza en ellos y con frecuencia parecen
incapaces de distinguir la diferencia entre la verdad y la mentir que urden para
fomentar sus propios objetivos. No muestran remordimiento o preocupación
sobre los a veces devastadores efectos de sus actos. El abuso de sustancias
es común, se calcula presente en el 83% de las personas con el trastorno de
personalidad antisocial (Dulit et al 1993; SS Smith y Newman 1990) y parece
ser un patrón que dura toda la vida. Los resultados a largo plazo de los

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individuos con trastorno de personalidad antisocial son muy pobres,
independientemente del género. Por ejemplo, en un estudio se realizó un
seguimiento de 1000 menores delincuentes y no delincuentes durante un
periodo de 50 años. Muchos de los niños delincuentes recibirían hoy un
diagnóstico de trastorno de conducta, lo que más tarde veremos que puede ser
un precursor del trastorno de personalidad antisocial en los adultos. Los
delincuentes tenían el doble de probabilidades de morir de forma antinatural
(accidente, suicidio, homicidio) que sus compañeros no delincuentes, lo que
puede atribuirse a factores como el abuso de alcohol y un pobre cuidado
personal (es decir, infecciones, conductas temerarias).

El trastorno de personalidad antisocial ha tenido una gran cantidad de nombres


a lo largo de los años. Phillipe Pinel (1801) identificó lo que llamaba manía sin
delirio para describir a personas con respuestas emocionales inusuales y furias
impulsivas, pero sin deficiencias en la capacidad de razonamiento. Otros
nombres han comprendido “insania moral”, “egopatía”, “sociopatía” y
“psicopatía”. Se ha escrito mucho acerca de estas etiquetas; nos
concentraremos en las dos que han figurado de manera más destacada en las
investigaciones psicológicas: la psicopatía y el trastorno de personalidad
antisocial.

Harvey Cleckley (1941/1982), psiquiatra que dedicó buena parte de su carrera


a trabajar con la “personalidad psicópata”, identificó una constelación de 16
características principales, la mayor parte de las cuales son rasgos de
personalidad; a veces se alude a ellos como los “criterios de Cleckley”. Incluyen
encanto superficial y buena inteligencia; ausencia de delirios y otros signos d
pensamiento irracional; ausencia de “nerviosismo” y otras manifestaciones
psiconeuróticas; irrealidad; falsedad y falta de sinceridad; falta de
remordimientos o vergüenza; conducta antisocial motivada de forma
inadecuada; mal juicio e incapacidad para aprender por experiencia;
egocentrismo patológico e incapacidad de amar; pobreza general en
reacciones afectivas importantes; pérdida específica de insight;
irresponsabiidad en las relaciones interpersonales generales; conducta
fantástica y desinhibida, con y sin; el suicidio pocas veces se realiza; la vida
sexual es impersonal, trivial y mal integrada; incapacidad de seguir cualquier
plan de vida (Cleckley 1982, p. 204).

FACTORES CAUSALES
Influencias genéticas.- Estudios de familias, de gemelos y de adopción
sugieren que hay una influencia genética tanto en el trastorno de personalidad
antisocial como en la criminalidad (Bock y Goode 1996). Por ejemplo, Crowe
(1974) examinó a niños adoptados que se hallaban lejos de sus madres, pues
éstas habían cometido delitos graves, y los comparó con los hijos de mujeres
normales. A todos se les separó de su madre al nacer, lo que reduce al mínimo
la probabilidad de que factores ambientales propios de su familia biológica
fueran responsables de los resultados. Crowe descubrió que los vástagos
adoptados lejos de madres delincuentes tenían tasas significativamente más
elevadas de arresto, encarcelamiento y personalidad antisocial que los

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pequeños adoptados lejos de sus madres normales, lo que sugiere que hay
alguna influencia genética en la criminalidad y la conducta antisocial.
Sin embargo, Crowe también descubrió algo más, muy interesante. Los niños
adoptados, hijos de criminales y que más tarde se volvieron delincuentes,
habían pasado más tiempo en orfanatos que los hijos de delincuentes
adoptados que no se volvieron delincuentes o los hijos adoptados de madres
normales. Como señala Crowe, esto sugiere una interacción genético-
ambiental, en otras palabras, los factores genéticos pueden ser importantes
solo en presencia de ciertas influencias ambientales (alternativamente, ciertas
influencias ambientales son importantes sólo en presencia de ciertas
predisposiciones genéticas).

Influencias neurobiológicas.- Una gran cantidad de investigaciones se han


concentrado en las influencias neurobiológicas que pueden ser específicas del
trastorno de personalidad antisocial. Algo parece claro: una lesión cerebral no
explicaría por qué las personas se vuelven psicópatas o criminales; parecen
puntuar tan bien en las pruebas neuropsicológicas como el resto de nosotros
(Hart, Forth y Hare 1990). Sin embargo, tales pruebas están diseñadas para
detectar lesiones significativas en el cerebro, y no captarían modificaciones
sutiles en la química o estructura que pudieran afectar el comportamiento. Hay
dos teorías fundamentales que han atraído mucho la atención: (a) la hipótesis
de la subexcitación y (b) la hipótesis de la osadía.

De acuerdo con la teoría de la subexcitación los psicópatas tienen niveles


anormalmente bajos de excitación cortical (Quay 1965). Es conocida la relación
en forma de U invertida entre excitación y rendimiento. La curva de Yerkes-
Dodson sugiere que las personas ya sea con niveles elevados o muy bajos de
excitación tienden a experimentar afecto negativo y a rendir mal en muchas
situaciones, en tanto que los individuos con niveles intermedios de excitación
suelen sentirse relativamente contentos y rinden de forma satisfactoria en la
mayor parte de las situaciones.
Según la hipótesis de la subexcitación, los niveles anormalmente bajos de
excitación cortical característicos de los psicópatas son la principal causa de
sus conductas antisociales y arriesgadas; buscan la estimulación a fin de
incrementar sus niveles de excitación crónicamente bajos.
De acuerdo con la hipótesis de la osadia, los psicópatas poseen un umbral más
alto para experimentar temor que la mayoría de nosotros. En otras palabras,
cosas que aterran casi todos surten poco o ningún efecto en el psicópata.
Según los partidarios de esta hipótesis, la osadía del psicópata da origen a
todas las otras características importantes del síndrome.

Este estudio de Lykken tiene repercusiones importantes que sugieren que los
psicópatas tal vez tengan dificultad para asociar ciertas claves o señales con
castigo o peligro de la misma forma que los niños que son socializados para
inhibir su conducta. La mayoría de los padres no castiga a sus hijos de modo
directo cada vez que éstos tienen un comportamiento peligroso o inapropiado,
sino que más bien dependen de claves como “No lo hagas” o incluso de una
mirada intimidatorio que inhibe el proceso inadecuado. En buena parte por
condicionamiento clásico, tales claves suelen ser sustituto muy eficaces del

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castigo directo. Pero si tienen poco o ningún impacto en el niño psicópata, tal
vez éste no adquiera una capacidad bien desarrollada para el control de
impulsos.

DIMENSIONES PSICOLÓGICAS Y SOCIAL


Como en el caso de los niños con trastorno disocial, los individuos con el
trastorno de personalidad antisocial provienen de hogares con una disciplina
paterna inconsistente. Con todo, no se sabe con certeza si esta falta de
disciplina genera de modo directo el trastorno de personalidad antisocial; cabe
la posibilidad, por ejemplo, de que los padres tengan una vulnerabilidad
genética a este trastorno que transmiten a sus hijos, pero que también hace
que sean padres inadecuados.
En un interesante estudio se consideró el ambiente y las actitudes sociales de
ciertos barrios y su efecto en la delincuencia violenta.
Los investigadores descubrieron que el grado de confianza mutua y solidaridad
en un barrio se relacionaba de manera inversa con la delincuencia violenta. Tal
estudio señala que factores externos a la familia pueden influir en las
conductas asociadas con el trastorno de personalidad antisocial.
Un último factor que se ha asociado con el trastorno de personalidad antisocial
es el papel que desempeña el estrés. En un estudio se descubrió que el
trauma asociado con el combate puede aumentar la probabilidad de que se
presente una conducta antisocial.

Influencias del desarrollo.- Las formas que adquieren las conductas


antisociales cambian conforme los niños crecen, desde el ausentismo escolar y
robar a los amigos, a la extorsión, las agresiones, el robo a mano armada u
otros delitos. Por fortuna, el conocimiento clínico, lo mismo que algunos
informes empíricos aislados (Robins 1966), sugieren que las tasa de conducta
antisocial comienzan a disminuir de manera bastante marcada alrededor de los
40 años de edad. Hare y sus colaboradores (1988) proporcionaron apoyo
empírico para entender este fenómeno. Examinaron las tasas de condena de
varones psicópatas y no psicópatas que habían sido encarcelados por una gran
variedad de delitos. Los investigadores hallaron que entre los 16 y los 45 años
de edad las tasas de condena de los no psicópatas permanecieron
relativamente constantes. En comparación, las de los psicópatas siguieron más
o menos constantes hasta cerca de los 40, momento en que disminuyeron de
manera marcada. Sin embargo, aún es un misterio el por qué la conducta
antisocial declina a menudo alrededor de la edad adulta intermedia.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD LÍMITE


La gente con el trastorno de personalidad límite tiene una vida turbulenta. Su
estado de ánimo y sus relaciones son inestables, y por lo común tienen una
autoestima muy baja. Estos individuos con frecuencia se sienten vacíos y se
hallan en gran riesgo de morir por suicidio.

Descripción clínica.- El trastorno de personalidad límite es uno de los


trastornos de personalidad más comunes; en entornos psiquiátricos supone
cerca del 15% de la población y alrededor del 50% de lo pacientes con
trastornos de personalidad (Widiger y Weissman 1991). La vida de estos

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pacientes ilustra la característica de inestabilidad de la gente con este
trastorno. Suelen tener relaciones muy turbulentas, temen el abandono pero
carecen d control sobre sus emociones. Con frecuencia se entregan a
conductas suicidas y/o automutiladotas, como cortarse, quemarse o punzarse.
A veces utilizan sus cigarrillos para quemarse la palma o el antebrazo y se
grababa iniciales en el brazo. Una proporción significativa –cerca del 6%- llega
a suicidarse (M.H. Stone 1989; Widiger y Trull 1993).
Los individuos con este trastorno de personalidad a menudo son muy intenso,
pasan de la ira a la depresión profunda en un breve lapso. También los
caracteriza la impulsividad y en la automutilación. Aunque no está claro cuál es
la razón, las conductas de automutilación tales como cortarse, se describen
como de reducción del estrés por parte de las personas que las realizan (Bohus
et al 2000).

TRASTORNO DE PESONALIDAD HISTRIÓNICA


Los individuos con el trastorno de personalidad histriónica suelen ser
demasiado dramáticos y casi parecen estar actuando, lo que explica por qué se
aplica el nombre del término histriónico, que significa proceder de manera
teatral

Descripción clínica.- Las personas con trastorno de personalidad histriónica


se inclinan a expresar sus emociones de manera exagerada; por ejemplo,
abrazan a alguien a quien acaban de conocer o lloran de manera incontrolada
durante una película triste (Pfhol 1995). También suelen ser vanidosas y
egocéntricas y se sienten incómodas cuando no son el centro de atención a
menudo son seductoras en apariencia y comportamiento, y por lo común les
preocupa mucho su apariencia. Además, buscan de continuo que las
tranquilicen y aprueben lo que hacen o dicen y tal vez se ofendan o se enojen
cuando los demás no los atienden o los halagan. Quienes sufren el trastorno de
personalidad histriónica también suelen ser impulsivos y tener grandes
dificultades para diferir la gratificación.
El estilo cognitivo asociado con el trastorno de personalidad histriónica es
impresionista (Shapiro 1965) y se caracteriza por una tendencia a ver las
situaciones de manera muy general, en términos de blanco y negro. Su
discurso a menudo es vago pues carece de detalles y se caracteriza por la
exageración (Pfohl 1991). Por ejemplo, cuando a la paciente se le preguntaba
por la cita que había tenido la noche anterior, decía que había sido “bastante
agradable”, pero no lograba dar información más detallada.
La elevada tasa de este diagnóstico entre las mujeres por oposición a los
hombres hace pensar en la naturaleza de este trastorno y/o en los criterios que
se emplean para su diagnóstico. Como ya se ha señalado, algunas de las
características que lo definen (vanidad, sobredramatización, preocupación por
la apariencia física, etc.), son características del estereotipo de mujer en la
sociedad occidental y puede llevar a que se sobrediagnostique entre mujeres.

Causas.- Pese a su larga historia, se han realizado pocas investigaciones


sobre las causas o el tratamiento del trastorno de personalidad histriónica. Los
antiguos filósofos griegos creían que muchos problemas inexplicables de las

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mujeres los generaba el útero (histeria) que “erraba” por el cuerpo (Abse 1987).
No obstante, el trastorno de personalidad histriónica se produce también en los
varones.
Hay una hipótesis que implica una posible relación con el trastorno de
personalidad antisocial. Hay pruebas de que la personalidad histriónica y la
antisocial coinciden mucho más a menudo de lo que se explicaría por
casualidad (Lilienfeld y sus colaboradores 1986), por ejemplo, descubrieron
que alrededor de dos terceras partes de la gente con personalidad histriónica
satisface también los criterios del trastorno de personalidad antisocial, La
personalidad histriónica y la antisocial quizá sean expresiones alternativas de
género de la misma condición subyacente no identificada. Las mujeres con
dicha condición tal vez estén predispuestas a manifestar un patrón
predominantemente histriónico, en tanto que los varones con tal condición
subyacente quizá estén predispuestos a mostrar un patrón predominantemente
antisocial.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD NARCISISTA


Todos conocemos a alguien que tiene un alto aprecio por sí mismo –que tal vez
hasta exagere sus capacidades reales. Estos individuos se consideran algo
distintos de los demás y merecedores de un tratamiento especial. En el
trastorno de personalidad narcisista esta tendencia es llevada al extremo. En la
mitología griega Narciso era un joven que alentaba el amor de Eco, de manera
que se enamoró de su propia belleza. Se pasaba los días admirando su propia
imagen reflejada en un estanque. Los psicoanalistas, incluido Sigmud Freud, se
valían del término narcisista para describir a personas que mostraban un
sentido exagerado de importancia personal y que se preocupaban por recibir
atención (Cooper y Ronningstam 1992).

Descripción clínica.- Las personas con el trastorno de personalidad narcisista


tienen un sentido irrazonable de importancia personal y están tan preocupados
por ellos mismos que carecen de sensibilidad y compasión por otras personas
(Gunderson, Ronningstam y Smith 1995). No se sienten a gusto a menos que
alguien los esté admirando. Sus sentimientos exagerados y sus fantasías de
grandeza, llamados “grandiosidad”, generan una gran cantidad de atributos
negativos. Necesitan y esperan mucha atención especial: la mejor mesa en un
restaurante, el espacio de aparcamiento ilegal frente a la sala de cine. También
suelen usar o explotar a los demás para sus propios intereses y manifiestan
poca empatía. Cuando se enfrentan con otras personas de éxito, tienden a ser
sumamente envidiosos y arrogantes. Y como a menudo no logran vivir al nivel
de sus propias expectativas, se deprimen con frecuencia.

Causas.- En la infancia empezamos por ser egocéntricos y exigir, lo que forma


parte de nuestra lucha por la supervivencia. Sin embargo, parte del proceso de
socialización implica enseñar a los niños empatía y altruismo. Algunos autores,
incluido Kohut (1971,1977) consideran que el trastorno de personalidad
narcisista surge en buena medida de la profunda incapacidad de “reflejar”
empatía por parte de los padres por el desarrollo del niño. En consecuencia, el
pequeño permanece fijo en el egocentrismo, la etapa de grandiosidad del
desarrollo. Además, el niño (y posteriormente el adulto) se involucra en una

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búsqueda interminable e infructuosa de la persona ideal que llene sus
necesidades de empatía insatisfechas.
Desde una perspectiva sociológica, Christopher Lasch (1978) escribió en su
popular libro “La Cultura del Narcisismo” que este trastorno de personalidad
está aumentando su prevalencia en la mayor parte de las sociedades
occidentales, principalmente como consecuencia de cambios sociales a gran
escala, entre los que se cuentan un mayor énfasis en el hedonismo a corto
plazo, el individualismo, la competitividad y el éxito. Según Lasch, la
“generación yo” ha producido algo más que una porción de individuos con el
trastorno de personalidad narcisista. En realidad, los informes confirman que la
prevalencia de este trastorno va en aumento (Cooper y Roningstam, 1992).

TRASTORNOS DEL GRUPO C

• Trastorno de personalidad por evitación


Como sugiere el nombre, la gente con el trastorno de personalidad por
evitación es sumamente sensible a las opiniones de los demás, y por lo tanto,
evita la mayor parte de las relaciones. Su autoestima baja en extremo, unida al
temor al rechazo, hacen que limite sus amistades y sea muy dependiente de
aquellos con lo que se siente a gusto.

Causas.- Se han propuesto muchas teorías en las que se integran influencias


biológicas y psicosociales como causa del trastorno de personalidad por
evitación. Millón (1981), por ejemplo, sugiere que estos individuos tal vez
nazcan con un temperamento o con características de personalidad difíciles.
En consecuencia, tal vez sus padres los rechacen o, al menos, no les
proporcionen el suficiente cariño incondicional desde una edad temprana. Este
rechazo, a su vez, quizá tenga por resultado una baja autoestima y una
alienación social, condiciones que persisten en la edad adulta. Existe un
sustento limitado de las influencias psicosociales. Stravynski, Elie y Franche
(1989) evaluaron a un grupo de personas con el trastorno de personalidad por
evitación y a un grupo de sujetos de control respecto al trato que recibieron
cuando eran pequeños por parte de sus padres. Los que sufrían el trastorno
recordaban que sus progenitores los habían rechazado más, que les habían
engendrado más culpa y habían sido menos afectivos que los padres de los
sujetos del grupo de control. Meyer y Carrer (2000) encontraron que era más
probable que las personas con este trastorno mencionaran experiencias de
aislamiento, rechazo y conflicto con los otros.
Al interpretar los resultados de estos estudios, deben tenerse ciertas
precauciones. Tal vez haya advertido usted que se trataba de un estudio
retrospectivo, ya que dependía de los recuerdos de los sujetos para obtener el
informe de lo que había sucedido. Las diferencias en los informes de los dos
grupos podían ser consecuencia de diferencias en su capacidad de recordar su
infancia, más que diferencias reales en la forma en que fueron tratados.
Además, podría ser que la gente con el trastorno de personalidad por evitación
sea más sensible a la forma en que los tratan y por ende sus recuerdos sean
distintos de lo que en realidad sucedió.

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• Trastorno de personalidad dependiente
Todos sabemos lo que significa depender de otra persona. Los individuos con
el trastorno de personalidad dependiente, sin embargo, dependen de otros para
tomar decisiones ordinarias lo mismo que para las importantes, lo que produce
un temor poco razonable de que los abandonen.
Los individuos con el trastorno de personalidad dependientes a veces aceptan
el parecer de otras personas aun cuando su propia opinión difiera, para que no
los rechacen (Hirsch Feld, Shea y Weise 1995). Su deseo de obtener y
mantener relaciones de apoyo y cuidado tal vez conduzcan a sus otras
características conductuales (Bornstein 1997), incluida la sumisión, la timidez y
la pasividad. Las personas con este trastorno son similares a las que tienen el
trastorno de personalidad por evitación en su sensación de ineptitud,
sensibilidad a la crítica y necesidad de confirmación de sus actos. Sin embargo,
quienes tienen el trastorno de personalidad por evitación responden a estos
sentimientos evitando las relaciones, en tanto que las personas con el trastorno
de personalidad dependiente reaccionan aferrándose a las relaciones.

Causas.- Todos nacemos dependientes de otras personas en cuanto a


alimento, protección física y crianza. Parte del proceso de socialización implica
ayudarnos a vivir de manera independiente (Borntein 1992). Se piensa que
perturbaciones como la muerte temprana de un padre o la desatención o el
rechazo de quienes cuidan de un pueden hacer que la gente crezca con temor
al abandono. Este punto de vista proviene del trabajo en el campo del
desarrollo infantil sobre el “apego” o la forma en que los niños aprenden a
vincularse con los padres y otras personas que son importantes en su vida
(Bowlby 1977). Si se interrumpe el vínculo temprano, los individuos tal vez
estén ansiosos de forma constante por la posibilidad de perder a la gente que
les es próxima.

• Trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva


La gente que tiene el trastorno de personalidad obsesivo compulsiva se
caracteriza por una fijación en realizar las cosas “de manera correcta”. Si bien
muchos podrían envidiar su persistencia y dedicación, esta preocupación por
los detalles en realidad evita que acaben una buena parte de cualquier cosa
que se propongan.
Como muchos con este trastorno de personalidad, los paciente que están muy
orientados al trabajo, dedica poco tiempo a ir al cine o a las fiestas o hacer
cualquier cosa que no se relacione con la psicología. Por su rigidez general,
estas personas suelen tener relaciones interpersonales deficientes (Pfohl y
Blue 1995).
Una interesante teoría sugiere que los perfiles psicológicos de varios asesinos
en serie apuntan hacia u trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva. Se
considera que estos individuos no suelen encajar con la definición de alguien
que padece una enfermedad mental grave, como esquizofrenia, sino que son
“maestros del control” en la manipulación de sus víctimas. La necesidad de
controlar todos los aspectos del crimen se ajusta al patrón de las personas con
trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva, y la combinación de este
trastorno con unas experiencias infantiles desgraciadas pueden generar este
patrón de conducta perturbador. Al otro extremo del espectro conductual,

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también es común encontrar trastornos de personalidad obsesivo-compulsiva
en niños superdotados, cuyas ansias de perfección pueden llegar a ser
enfermizas (Nugent 2000).

Causas.- Parece haber una débil contribución genética a este trastorno (Mc
Kcon y Murria 1987; M.H. Stone 1993). Algunas personas tal vez estén
predispuestas a favorecer la estructuración en su vida.

CASO CLÍNICO
CASO: 1
José Manuel: El Buscador de Emociones
Vi a José en su decimoséptimo aniversario. Por desgracia, estaba celebrando
el acontecimiento en un hospital psiquiátrico. Había dejado de ir al instituto
durante varios meses y se había metido en algún problema; el juez local que
atendió su caso recomendó una evaluación psiquiátrica una vez más, aunque
José Manuel había sido hospitalizado seis veces anteriormente, todas por
problemas relacionados con el consumo de drogas y el absentismo escolar.
Era un veterano del sistema y conocía ya a buena parte del personal. Lo
entrevisté para evaluar por qué había sido ingresado esta vez y para
recomendar algún tratamiento.
Mi primera impresión fue que José Manuel era cooperativo y agradable. Hizo
que yo adviertiera un tatuaje que se había hecho él mismo en el brazo,
manifestando que fue algo “tonto” haberlo hecho y que ahora lo lamentaba. De
hecho lamentaba muchas cosas y deseaba seguir con su vida. Luego descubrí
que nunca se había arrepentido en realidad de nada.
Nuestra segunda entrevista fue muy diferente. Durante aquellas 48 horas, José
Manuel hizo una gran cantidad de cosas que demostraban por qué necesitaba
tanta ayuda. El incidente más serio implicaba a una chica de quince años de
edad, llamada Ana, que asistía a un taller con él en el hospital. José Manuel le
dijo que iba a hacer que los pusieran en libertad, se metería en problemas y
sería enviado a la misma prisión en la que estaba el padre de Ana y que lo
violaría. La amenaza de José Manuel alteró tanto a Ana que golpeó al monitor
del taller y a varios miembros del personal. Cuando hablé con José Manuel
sobre esto, sonrió levemente y dijo que estaba aburrido y que fue divertido
molestar a Ana. Cuando le pregunté si le molestaba que su conducta
prolongara su estancia en el hospital, mostró cara de desconcierto y dijo: “¿Por
qué habría de molestarme? Es por ella por la que tengo que estar en este
condenado hoyo?.
Justo antes del ingreso de José Manuel, fue asesinado un adolescente de su
pueblo. Un grupo de adolescentes se dirigió al cementerio local por la noche
para realizar rituales satánicos y un joven murió apuñalado, al parecer por un
asunto de drogas. José Manuel formaba parte del grupo, aunque él no asesinó
al chico. Me contó que en ocasiones desenterraban sepulturas para obtener
huesos para sus fiestas; no porque creyeran realmente en el diablo, sino
porque era divertido y aterraba a los más jóvenes. Le pregunté: “¿Y qué
pasaría si se tratara de la tumba de alguien que conociste, un pariente o un
amigo? ¿No te molestaría que unos extraños estuvieran desenterrando los

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