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TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD
Si bien el DSM IV TR apunta que tener estos trastornos puede angustiar a las
personas afectadas, quienes sufren trastornos de personalidad quizá no
sientan angustia subjetiva alguna; en vez de ello, son los demás los que
perciben plenamente el desorden por las acciones de la persona afectada. Esto
es particularmente común en el caso del trastorno de personalidad antisocial,
ya que el individuo quizá manifieste una ostensible indiferencia por los
derechos de los otros sin mostrar remordimiento alguno (Hare, 1993). En
ciertos casos, alguien más que la persona con el trastorno de personalidad
debe decidir si el trastorno le está ocasionando un deterioro funcional
significativo, puesto que el individuo afectado a menudo no puede hacer tal
juicio.
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sospecha y la desconfianza pueden manifestarse de muchas maneras. La
gente con trastorno de personalidad paranoide puede ser muy discutidora, se
queje o se quede callada, pero obviamente es hostil hacia los otros. Con
frecuencia parece tensa y “está lista para saltar” cuando cree que ha sido
desdeñada por alguien. Estos individuos son muy sensibles a la crítica y tienen
una necesidad excesiva de autonomía (Bernstein, Useda y Siever, 1993).
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dentro y alejarse del mundo exterior. Se decía que esta gente carecía de
expresividad emocional y perseguía intereses oscuros (Barbow, 2007).
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Trastorno de personalidad esquizotípica.- la gente con el trastorno de
personalidad esquizotípica por lo común se encuentra aislada socialmente
como en el caso del trastorno de personalidad esquizoide. Sin embargo,
también se comporta de manera que podrían parecer rara para muchos de
nosotros (Siever et al 1995). Y suele ser desconfiada y tener creencias
extravagantes (Kotsaftis y Neak 1993).
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pobreza), algunos tendrán el trastorno de personalidad esquzotípica, que es
menos grave (fenotipo).
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individuos con trastorno de personalidad antisocial son muy pobres,
independientemente del género. Por ejemplo, en un estudio se realizó un
seguimiento de 1000 menores delincuentes y no delincuentes durante un
periodo de 50 años. Muchos de los niños delincuentes recibirían hoy un
diagnóstico de trastorno de conducta, lo que más tarde veremos que puede ser
un precursor del trastorno de personalidad antisocial en los adultos. Los
delincuentes tenían el doble de probabilidades de morir de forma antinatural
(accidente, suicidio, homicidio) que sus compañeros no delincuentes, lo que
puede atribuirse a factores como el abuso de alcohol y un pobre cuidado
personal (es decir, infecciones, conductas temerarias).
FACTORES CAUSALES
Influencias genéticas.- Estudios de familias, de gemelos y de adopción
sugieren que hay una influencia genética tanto en el trastorno de personalidad
antisocial como en la criminalidad (Bock y Goode 1996). Por ejemplo, Crowe
(1974) examinó a niños adoptados que se hallaban lejos de sus madres, pues
éstas habían cometido delitos graves, y los comparó con los hijos de mujeres
normales. A todos se les separó de su madre al nacer, lo que reduce al mínimo
la probabilidad de que factores ambientales propios de su familia biológica
fueran responsables de los resultados. Crowe descubrió que los vástagos
adoptados lejos de madres delincuentes tenían tasas significativamente más
elevadas de arresto, encarcelamiento y personalidad antisocial que los
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pequeños adoptados lejos de sus madres normales, lo que sugiere que hay
alguna influencia genética en la criminalidad y la conducta antisocial.
Sin embargo, Crowe también descubrió algo más, muy interesante. Los niños
adoptados, hijos de criminales y que más tarde se volvieron delincuentes,
habían pasado más tiempo en orfanatos que los hijos de delincuentes
adoptados que no se volvieron delincuentes o los hijos adoptados de madres
normales. Como señala Crowe, esto sugiere una interacción genético-
ambiental, en otras palabras, los factores genéticos pueden ser importantes
solo en presencia de ciertas influencias ambientales (alternativamente, ciertas
influencias ambientales son importantes sólo en presencia de ciertas
predisposiciones genéticas).
Este estudio de Lykken tiene repercusiones importantes que sugieren que los
psicópatas tal vez tengan dificultad para asociar ciertas claves o señales con
castigo o peligro de la misma forma que los niños que son socializados para
inhibir su conducta. La mayoría de los padres no castiga a sus hijos de modo
directo cada vez que éstos tienen un comportamiento peligroso o inapropiado,
sino que más bien dependen de claves como “No lo hagas” o incluso de una
mirada intimidatorio que inhibe el proceso inadecuado. En buena parte por
condicionamiento clásico, tales claves suelen ser sustituto muy eficaces del
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castigo directo. Pero si tienen poco o ningún impacto en el niño psicópata, tal
vez éste no adquiera una capacidad bien desarrollada para el control de
impulsos.
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pacientes ilustra la característica de inestabilidad de la gente con este
trastorno. Suelen tener relaciones muy turbulentas, temen el abandono pero
carecen d control sobre sus emociones. Con frecuencia se entregan a
conductas suicidas y/o automutiladotas, como cortarse, quemarse o punzarse.
A veces utilizan sus cigarrillos para quemarse la palma o el antebrazo y se
grababa iniciales en el brazo. Una proporción significativa –cerca del 6%- llega
a suicidarse (M.H. Stone 1989; Widiger y Trull 1993).
Los individuos con este trastorno de personalidad a menudo son muy intenso,
pasan de la ira a la depresión profunda en un breve lapso. También los
caracteriza la impulsividad y en la automutilación. Aunque no está claro cuál es
la razón, las conductas de automutilación tales como cortarse, se describen
como de reducción del estrés por parte de las personas que las realizan (Bohus
et al 2000).
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mujeres los generaba el útero (histeria) que “erraba” por el cuerpo (Abse 1987).
No obstante, el trastorno de personalidad histriónica se produce también en los
varones.
Hay una hipótesis que implica una posible relación con el trastorno de
personalidad antisocial. Hay pruebas de que la personalidad histriónica y la
antisocial coinciden mucho más a menudo de lo que se explicaría por
casualidad (Lilienfeld y sus colaboradores 1986), por ejemplo, descubrieron
que alrededor de dos terceras partes de la gente con personalidad histriónica
satisface también los criterios del trastorno de personalidad antisocial, La
personalidad histriónica y la antisocial quizá sean expresiones alternativas de
género de la misma condición subyacente no identificada. Las mujeres con
dicha condición tal vez estén predispuestas a manifestar un patrón
predominantemente histriónico, en tanto que los varones con tal condición
subyacente quizá estén predispuestos a mostrar un patrón predominantemente
antisocial.
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búsqueda interminable e infructuosa de la persona ideal que llene sus
necesidades de empatía insatisfechas.
Desde una perspectiva sociológica, Christopher Lasch (1978) escribió en su
popular libro “La Cultura del Narcisismo” que este trastorno de personalidad
está aumentando su prevalencia en la mayor parte de las sociedades
occidentales, principalmente como consecuencia de cambios sociales a gran
escala, entre los que se cuentan un mayor énfasis en el hedonismo a corto
plazo, el individualismo, la competitividad y el éxito. Según Lasch, la
“generación yo” ha producido algo más que una porción de individuos con el
trastorno de personalidad narcisista. En realidad, los informes confirman que la
prevalencia de este trastorno va en aumento (Cooper y Roningstam, 1992).
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• Trastorno de personalidad dependiente
Todos sabemos lo que significa depender de otra persona. Los individuos con
el trastorno de personalidad dependiente, sin embargo, dependen de otros para
tomar decisiones ordinarias lo mismo que para las importantes, lo que produce
un temor poco razonable de que los abandonen.
Los individuos con el trastorno de personalidad dependientes a veces aceptan
el parecer de otras personas aun cuando su propia opinión difiera, para que no
los rechacen (Hirsch Feld, Shea y Weise 1995). Su deseo de obtener y
mantener relaciones de apoyo y cuidado tal vez conduzcan a sus otras
características conductuales (Bornstein 1997), incluida la sumisión, la timidez y
la pasividad. Las personas con este trastorno son similares a las que tienen el
trastorno de personalidad por evitación en su sensación de ineptitud,
sensibilidad a la crítica y necesidad de confirmación de sus actos. Sin embargo,
quienes tienen el trastorno de personalidad por evitación responden a estos
sentimientos evitando las relaciones, en tanto que las personas con el trastorno
de personalidad dependiente reaccionan aferrándose a las relaciones.
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también es común encontrar trastornos de personalidad obsesivo-compulsiva
en niños superdotados, cuyas ansias de perfección pueden llegar a ser
enfermizas (Nugent 2000).
Causas.- Parece haber una débil contribución genética a este trastorno (Mc
Kcon y Murria 1987; M.H. Stone 1993). Algunas personas tal vez estén
predispuestas a favorecer la estructuración en su vida.
CASO CLÍNICO
CASO: 1
José Manuel: El Buscador de Emociones
Vi a José en su decimoséptimo aniversario. Por desgracia, estaba celebrando
el acontecimiento en un hospital psiquiátrico. Había dejado de ir al instituto
durante varios meses y se había metido en algún problema; el juez local que
atendió su caso recomendó una evaluación psiquiátrica una vez más, aunque
José Manuel había sido hospitalizado seis veces anteriormente, todas por
problemas relacionados con el consumo de drogas y el absentismo escolar.
Era un veterano del sistema y conocía ya a buena parte del personal. Lo
entrevisté para evaluar por qué había sido ingresado esta vez y para
recomendar algún tratamiento.
Mi primera impresión fue que José Manuel era cooperativo y agradable. Hizo
que yo adviertiera un tatuaje que se había hecho él mismo en el brazo,
manifestando que fue algo “tonto” haberlo hecho y que ahora lo lamentaba. De
hecho lamentaba muchas cosas y deseaba seguir con su vida. Luego descubrí
que nunca se había arrepentido en realidad de nada.
Nuestra segunda entrevista fue muy diferente. Durante aquellas 48 horas, José
Manuel hizo una gran cantidad de cosas que demostraban por qué necesitaba
tanta ayuda. El incidente más serio implicaba a una chica de quince años de
edad, llamada Ana, que asistía a un taller con él en el hospital. José Manuel le
dijo que iba a hacer que los pusieran en libertad, se metería en problemas y
sería enviado a la misma prisión en la que estaba el padre de Ana y que lo
violaría. La amenaza de José Manuel alteró tanto a Ana que golpeó al monitor
del taller y a varios miembros del personal. Cuando hablé con José Manuel
sobre esto, sonrió levemente y dijo que estaba aburrido y que fue divertido
molestar a Ana. Cuando le pregunté si le molestaba que su conducta
prolongara su estancia en el hospital, mostró cara de desconcierto y dijo: “¿Por
qué habría de molestarme? Es por ella por la que tengo que estar en este
condenado hoyo?.
Justo antes del ingreso de José Manuel, fue asesinado un adolescente de su
pueblo. Un grupo de adolescentes se dirigió al cementerio local por la noche
para realizar rituales satánicos y un joven murió apuñalado, al parecer por un
asunto de drogas. José Manuel formaba parte del grupo, aunque él no asesinó
al chico. Me contó que en ocasiones desenterraban sepulturas para obtener
huesos para sus fiestas; no porque creyeran realmente en el diablo, sino
porque era divertido y aterraba a los más jóvenes. Le pregunté: “¿Y qué
pasaría si se tratara de la tumba de alguien que conociste, un pariente o un
amigo? ¿No te molestaría que unos extraños estuvieran desenterrando los
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