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TEMA 56. PSIC. –TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD.

ASPECTOS
ETIOLÓGICOS Y CLÍNICOS. EVALUACIÓN, DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS.

1.- LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD.


1.1.- CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN.
1.2.- CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DEL DSM-5
2.- ASPECTOS ETIOLÓGICOS Y CLÍNICOS.
2.1.- CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS.
2.2.- ASPECTOS ETIOLÓGICOS.
3.- EVALUACIÓN, DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS.

1.- LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD.


1.1.- CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN.

El DSM-5 conserva los 10 trastornos de la personalidad (TP) específicos que se


incluían en el DSM-IV. De éstos, quizá seis hayan sido razonablemente bien
estudiados y cuenten con un respaldo sólido de la comunidad de investigadores. El
resto (TP paranoide, esquizoide, histriónico y dependiente), si bien quizá tengan un
fundamento menos sólido en la ciencia, conservan sus posiciones en el horizonte
diagnóstico, tal vez por su aplicación práctica y, con franqueza, la tradición.

Los rasgos de personalidad  son patrones persistentes en la forma de percibir,


relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo, que se ponen de
manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales. Hacia el final
de la adolescencia se consolidan de forma permanente y estable.

Los rasgos de personalidad sólo constituyen trastornos de la personalidad cuando


son inflexibles y desadaptativos, de modo que causan un deterioro funcional
significativo o un malestar subjetivo.

No obstante, en el trastorno de la personalidad, los rasgos son egosintónicos, es


decir, son aceptables para las necesidades y objetivos del ego y son coherentes
con la autoimagen del sujeto. La persona se siente bien con su forma de ser o, en
todo caso, percibe su sufrimiento emocional como algo inevitable, sin relación
alguna consigo mismo, con su manera de ser o de comportarse.

Por tanto, el trastorno de la personalidad se define como “un patrón permanente e


inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente
de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o
principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o
perjuicio para el sujeto”.

Cuando el patrón de comportamiento de un sujeto cumple los criterios para más de


un trastorno de la personalidad, se deben codificar todos los diagnósticos de los
trastornos de la personalidad pertinentes por orden de importancia.

Los rasgos de personalidad desadaptativos específicos que cumplen los criterios


para constituir algún trastorno de la personalidad también pueden registrarse; por
ejemplo, “rasgos de personalidad esquizoide”.

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El uso habitual por parte del sujeto de mecanismos de defensa concretos también
se puede indicar ; por ejemplo, “frecuente uso de la negación”.

Desde el DSM-III en 1980, los trastornos de la personalidad se han dividido en tres


grupos. Muy criticados ante la carencia de validez científica, los grupos quizá
alcancen su mayor utilidad como un dispositivo que hace más fácil recordar toda la
serie de TP. En función de la similitud de sus características, los diez trastornos
específicos de personalidad se clasifican en tres grupos:

Trastornos de la personalidad del grupo A

Las personas con TP del grupo A pueden describirse como retraídas, frías,
suspicaces o irracionales.

Paranoide. Estas personas son suspicaces y se ofenden con facilidad. Tienden a


confiar poco y pueden imaginar que las afirmaciones inocentes tienen significados
ocultos

Esquizoide. Estos pacientes tienen poco interés en las relaciones sociales,


cuentan con un rango emocional restringido y parecen indiferentes a la crítica o a
los elogios. Con una tendencia a la soledad, evitan las relaciones interpersonales
estrechas (lo que incluye las de tipo sexual

Esquizotípico. Las relaciones interpersonales son tan difíciles para estos


individuos que otros los consideran peculiares o extraños. Carecen de amigos
cercanos y se sienten incómodos en las situaciones sociales. Pueden mostrar
suspicacia, y tener percepciones o pensamiento inusuales, lenguaje excéntrico y
afecto inapropiado.

Trastornos de la personalidad del grupo B

Los afectados por TP del grupo B tienden a ser melodramáticos, susceptibles y a


buscar atención; sus estados de ánimo son lábiles y con frecuencia superficiales.
En muchas ocasiones tienen conflictos interpersonales intensos.

Antisocial. El comportamiento irresponsable y con frecuencia criminal de estas


personas comienza durante la niñez o la adolescencia temprana, con ausentismo
escolar, escapatorias del hogar, crueldad, peleas, destrucción, falsedad y robo.
Además del comportamiento criminal, como adultos pueden omitir el pago de
deudas o tener un comportamiento irresponsable en otros sentidos, actúan de
manera irresponsable o impulsiva y no muestran remordimiento por su
comportamiento

Limítrofe. Estas personas impulsivas adoptan comportamientos que les generan


daño (aventuras sexuales, gastos inapropiados, consumo excesivo de sustancias o
alimentos). Con un efecto inestable, en muchas ocasiones muestran ira intensa e
inapropiada. Se sienten vacíos o aburridos, e intentan evitar de manera frenética el
abandono. Sienten incertidumbre en torno a quiénes son, y carecen de la
capacidad para mantener relaciones interpersonales estables

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Histriónico. En extremo susceptibles, vagos y desesperados por obtener atención,
estos individuos necesitan reafirmar en forma constante su atractivo. Pueden ser
egocéntricos y seducir por medios sexuales

Narcisista. Estas personas se sienten importantes y con frecuencia muestran


intranquilidad por envidia, fantasías de éxito o rumiación en torno a la singularidad
de sus problemas. Su actitud prepotente y su falta de compasión pueden llevarles
a aprovecharse de otros. Rechazan con intensidad las críticas, y necesitan
atención y admiración constantes.

Trastornos de la personalidad del grupo C

Una persona con un TP del grupo C tiende a mostrarse ansiosa y tensa, con
frecuencia con un control extremo.

Evitación. Estas personas tímidas se sienten heridas con tanta facilidad por las
críticas que dudan involucrarse con otras. Pueden temer a la vergüenza de mostrar
emociones o decir cosas que parezcan tontas. Pueden carecer de amigos
cercanos y exagerar los riesgos que implican las actividades que difieren de sus
rutinas usuales

Dependiente. Estos individuos necesitan tanto la aprobación de otros que tienen


dificultad para tomar decisiones por sí mismas o iniciar proyectos; incluso pueden
mostrarse de acuerdo con quienes saben están equivocados. Temen al abandono,
se sienten desamparados cuando están solos y se sienten destrozados cuando las
relaciones terminan. La crítica los hiere con facilidad, e incluso, se ofrecen de
manera voluntaria para realizar tareas desagradables con la finalidad de ganar el
favor de otros

Obsesivo-compulsivo. El perfeccionismo y la rigidez caracterizan a estos


individuos. Con frecuencia son adictos al trabajo, tienden a ser indecisos, son
escrupulosos en extremo y se preocupan por los detalles. Insisten en que otras
personas hagan las cosas a su manera. Tienen dificultad para expresar afecto,
tienden a carecer de generosidad, e incluso, pueden resistirse a desechar objetos
que ya no necesitan

1.2.- CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DEL DSM-5

Según el DSM-5, un trastorno de la personalidad se diagnostica en función de los


siguientes criterios:

0) TRASTORNO GENERAL DE PERSONALIDAD

A. Patrón perdurable de experiencia interna y comportamiento que se desvía


notablemente de las expectativas de la cultura del individuo. Este patrón se
manifiesta en dos (o más) de los ámbitos siguientes:
1. Cognición (es decir, maneras de percibirse e interpretarse a uno mismo, a otras
personas y a los acontecimientos).
2. Afectividad (es decir, amplitud, intensidad, labilidad e idoneidad de la repuesta
emocional).
3. Funcionamiento interpersonal.
4. Control de los impulsos.
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B. El patrón perdurable es inflexible y dominante en una gran variedad de
situaciones personales y sociales.
C. El patrón perdurable causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se puede remontar al
menos a la adolescencia o a las primeras etapas de la edad adulta.
E. El patrón perdurable no se explica mejor como una manifestación o
consecuencia de otro trastorno mental.
F. El patrón perdurable no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una
sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) u otra afección médica (p. ej., un
traumatismo craneal).

1) TP PARANOIDE F60.0

A. Desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, de tal manera que sus
motivos se interpretan como malévolos, que comienza en las primeras etapas de
la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por
cuatro (o más) de los hechos siguientes:
1. Sospecha, sin base suficiente, de que los demás explotan, causan daño o
decepcionan al individuo.
2. Preocupación con dudas injustificadas acerca de la lealtad o confianza de los
amigos o colegas.
3. Poca disposición a confiar en los demás debido al miedo injustificado a que la
información se utilice maliciosamente en su contra.
4. Lectura encubierta de significados denigrantes o amenazadores en comentarios
o actos sin malicia.
5. Rencor persistente (es decir, no olvida los insultos, injurias o desaires).
6. Percepción de ataque a su carácter o reputación que no es apreciable por los
demás y disposición a reaccionar rápidamente con enfado o a contraatacar.
7. Sospecha recurrente, sin justificación, respecto a la fidelidad del cónyuge o la
pareja.
B. No se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia, un trastorno
bipolar o un trastorno depresivo con características psicóticas, u otro trastorno
psicótico, y no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de otra afección médica.

Nota: Si los criterios se cumplen antes del inicio de la esquizofrenia, se añadirá


“previo,” es decir, “trastorno de la personalidad paranoide (previo).”

2) TP ESQUIZOIDE F60.1

A. Patrón dominante de desapego en las relaciones sociales y poca variedad de


expresión de las emociones en contextos interpersonales, que comienza en las
primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se
manifiesta por cuatro (o más) de los hechos siguientes:
1. No desea ni disfruta las relaciones íntimas, incluido el formar parte de una
familia.
2. Casi siempre elige actividades solitarias.
3. Muestra poco o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona.
4. Disfruta con pocas o con ninguna actividad.
5. No tiene amigos íntimos ni confidentes aparte de sus familiares de primer
grado.
6. Se muestra indiferente a las alabanzas o a las críticas de los demás.
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7. Se muestra emocionalmente frío, con desapego o con afectividad plana.
B. No se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia, un trastorno
bipolar o un trastorno depresivo con características psicóticas, otro trastorno
psicótico o un trastorno del espectro del autismo, y no se puede atribuir a los
efectos fisiológicos de otra afección médica.

Nota: Si los criterios se cumplen antes del inicio de la esquizofrenia, se añadirá


“previo,” es decir, “trastorno de la personalidad esquizoide (previo).”

3) TP ESQUIZOTÍPICA F21

A. Patrón dominante de deficiencias sociales e interpersonales que se manifiesta


por un malestar agudo y poca capacidad para las relaciones estrechas así como
por distorsiones cognitivas o perceptivas y comportamiento excéntrico, que
comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:
1. Ideas de referencia (con exclusión de delirios de referencia).
2. Creencias extrañas o pensamiento mágico que influye en el comportamiento y
que no concuerda con las normas subculturales (p. ej., supersticiones, creencia en
la clarividencia, la telepatía o un “sexto sentido”; en niños y adolescentes,
fantasías o preocupaciones extravagantes).
3. Experiencias perceptivas inhabituales, incluidas ilusiones corporales.
4. Pensamientos y discurso extraños (p. ej., vago, circunstancial, metafórico,
superelaborado o estereotipado).
5. Suspicacia o ideas paranoides.
6. Afecto inapropiado o limitado.
7. Comportamiento o aspecto extraño, excéntrico o peculiar.
8. No tiene amigos íntimos ni confidentes aparte de sus familiares de primer
grado.
9. Ansiedad social excesiva que no disminuye con la familiaridad
y tiende a asociarse a miedos paranoides más que a juicios negativos sobre sí
mismo.
B. No se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia, un trastorno
bipolar o un trastorno depresivo con características psicóticas, otro trastorno
psicótico o un trastorno del espectro del autismo.

Nota: Si los criterios se cumplen antes del inicio de la esquizofrenia, se añadirá


“previo,” p. ej., “trastorno de la personalidad esquizotípico (previo).”

4) TP ANTISOCIAL F60.2

A. Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás,


que se produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más)
de los hechos siguientes:
1. Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales,
que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención.
2. Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa
para provecho o placer personal.
3. Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
4. Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas
repetidas.
5. Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
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6. Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de
mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones
económicas.
7. Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización
del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
B. El individuo tiene como mínimo 18 años.
C. Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio
antes de los 15 años.
D. El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la
esquizofrenia o de un trastorno bipolar.

5) TP LÍMITE F60.3

Patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la


autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras
etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se
manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:
1. Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado. (Nota: No
incluir el comportamiento suicida ni de automutilación que figuran en el Criterio 5.)
2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza
por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.
3. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y
del sentido del yo.
4. Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (p. ej.,
gastos, sexo, drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios). (Nota: No
incluir el comportamiento suicida ni de automutilación que figuran en el Criterio 5.)
5. Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, o comportamiento
de automutilación.
6. Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo (p.
ej., episodios intensos de disforia, irritabilidad o ansiedad que generalmente duran
unas horas y, rara vez, más de unos días).
7. Sensación crónica de vacío.
8. Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira (p. ej., exhibición
frecuente de genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
9. Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos
graves.

6) TP HISTRIÓNICA F60.4

Patrón dominante de emotividad excesiva y de búsqueda de atención, que


comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:
1. Se siente incómodo en situaciones en las que no es el centro de atención.
2. La interacción con los demás se caracteriza con frecuencia por un
comportamiento sexualmente seductor o provocativo inapropiado.
3. Presenta cambios rápidos y expresión plana de las emociones.
4. Utiliza constantemente el aspecto físico para atraer la atención.
5. Tiene un estilo de hablar que se basa excesivamente en las impresiones y que
carece de detalles.
6. Muestra autodramatización, teatralidad y expresión exagerada de la emoción.
7. Es sugestionable (es decir, fácilmente influenciable por los demás o por las
circunstancias).
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8. Considera que las relaciones son más estrechas de lo que son en realidad.

7) TP NARCISISTA F60.81

Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad


de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida
adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más)
de los hechos siguientes:
1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y
talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes
éxitos).
2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal
ilimitado.
3. Cree que es “especial” y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede
relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.
5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de
tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus
expectativas).
6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás
para sus propios fines).
7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los
sentimientos y necesidades de los demás.
8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.
9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.

8) TP EVASIVA F60.6

Patrón dominante de inhibición social, sentimientos de incompetencia e


hipersensibilidad a la evaluación negativa, que comienza en las primeras etapas
de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por
cuatro (o más) de los hechos siguientes:
1. Evita las actividades laborales que implican un contacto interpersonal
significativo por miedo a la crítica, la desaprobación o el rechazo.
2. Se muestra poco dispuesto a establecer relación con los demás a no ser que
esté seguro de ser apreciado.
3. Se muestra retraído en las relaciones estrechas porque teme que lo
avergüencen o ridiculicen.
4. Le preocupa ser criticado o rechazado en situaciones sociales.
5. Se muestra inhibido en nuevas situaciones interpersonales debido al
sentimiento de falta de adaptación.
6. Se ve a sí mismo como socialmente inepto, con poco atractivo personal o
inferior a los demás.
7. Se muestra extremadamente reacio a asumir riesgos personales o a implicarse
en nuevas actividades porque le pueden resultar embarazosas.

9) TP DEPENDIENTE F60.7

Necesidad dominante y excesiva de que le cuiden, lo que conlleva un


comportamiento sumiso y de apego exagerado, y miedo a la separación, que
comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:
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1. Le cuesta tomar decisiones cotidianas sin el consejo y la tranquilización
excesiva de otras personas.
2. Necesita a los demás para asumir responsabilidades en la mayoría de los
ámbitos importantes de su vida.
3. Tiene dificultad para expresar el desacuerdo con los demás por miedo a perder
su apoyo o aprobación. (Nota: No incluir los miedos realistas de castigo.)
4. Tiene dificultad para iniciar proyectos o hacer cosas por sí mismo (debido a la
falta de confianza en el propio juicio o capacidad y no por falta de motivación o
energía).
5. Va demasiado lejos para obtener la aceptación y apoyo de los demás, hasta el
punto de hacer voluntariamente cosas que le desagradan.
6. Se siente incómodo o indefenso cuando está solo por miedo exagerado a ser
incapaz de cuidarse a sí mismo.
7. Cuando termina una relación estrecha, busca con urgencia otra relación para
que le cuiden y apoyen.
8. Siente una preocupación no realista por miedo a que lo abandonen y tenga que
cuidar de sí mismo.

10) TP OBSESIVO-COMPULSIVA F60.5

Patrón dominante de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control


mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la franqueza y la eficiencia,
que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cuatro (o más) de los siguientes hechos:
1. Se preocupa por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o
los programas hasta el punto de que descuida el objetivo principal de la actividad.
2. Muestra un perfeccionismo que interfiere con la terminación de las tareas (p. ej.,
es incapaz de completar un proyecto porque no se cumplen sus propios
estándares demasiado estrictos).
3. Muestra una dedicación excesiva al trabajo y la productividad que excluye las
actividades de ocio y los amigos (que no se explica por una necesidad económica
manifiesta).
4. Es demasiado consciente, escrupuloso e inflexible en materia de moralidad,
ética o valores (que no se explica por una identificación cultural o religiosa).
5. Es incapaz de deshacerse de objetos deteriorados o inútiles aunque no tengan
un valor sentimental.
6. Está poco dispuesto a delegar tareas o trabajo a menos que los demás se
sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.
7. Es avaro hacia sí mismo y hacia los demás; considera el dinero como algo que
se ha de acumular para catástrofes futuras.
8. Muestra rigidez y obstinación.

11) CAMBIO DE LA PERSONALIDAD DEBIDO A OTRA AFECCIÓN MEDICA


F07.0

A. Alteración persistente de la personalidad que constituye un cambio respecto al


anterior patrón característico de la personalidad del individuo.
Nota: En los niños, la alteración implica una desviación notable del desarrollo
normal o un cambio significativo de los patrones de comportamiento habitual del
niño, que dura al menos un año.
B. Existen evidencias a partir de la historia clínica, la exploración física o los
análisis de laboratorio de que la alteración es la consecuencia fisiopatológica
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directa de otra afección médica.
C. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (incluido otro
trastorno mental debido a otra afección médica).
D. La alteración no se produce exclusivamente en el curso de un síndrome
confusional.
E. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social,
laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Especificar si:
Tipo lábil: Si la característica predominante es la labilidad afectiva.
Tipo desinhibido: Si la característica predominante es un control insuficiente de
los impulsos como se pone de manifiesto por las indiscreciones sexuales, etc.
Tipo agresivo: Si la característica predominante en el comportamiento agresivo.
Tipo apático: Si la característica predominante es la apatía e indiferencia intensa.
Tipo paranoide: Si la característica predominante es la suspicacia o las ideas
paranoides.
Otro tipo: Si la presentación no se caracteriza por ninguno de los subtipos
anteriores
Tipo combinado: Si en el cuadro clínico predomina más de una característica.
Tipo no especificado

12) OTRO TP ESPECIFICADO F60.89

Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas


característicos de un trastorno de la personalidad que causan malestar
clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes
del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los
trastornos de la categoría diagnósticade los trastornos de la personalidad. La
categoría de otro trastorno de la personalidad especificado se utiliza en
situaciones en las que el clínico opta por comunicar el motivo específico por el que
la presentación no cumple los criterios de ningún trastorno de la personalidad
específico. Esto se hace registrando “otro trastorno de la personalidad
especificado” seguido del motivo específico (p. ej., “características mixtas de la
personalidad”).

13) TP NO ESPECIFICADO F60.9

Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas


característicos de un trastorno de la personalidad que causan malestar
clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes
del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los
trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos de la personalidad. La
categoría del trastorno de la personalidad no especificado se utiliza en situaciones
en las que el clínico opta por no especificar el motivo del incumplimiento de los
criterios para un trastorno de la personalidad específico, e incluye presentaciones
en las que no existe información suficiente para hacer un diagnóstico más
específico.

2.- ASPECTOS ETIOLÓGICOS Y CLÍNICOS.


2.1.- CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS.

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Todos los humanos (y muchas otras especies también) tienen rasgos de la
personalidad. Se trata de vías con engranes bien definidos por las que los
individuos experimentan, interactúan y analizan todo lo que ocurre en torno a ellos.
Los TP son cúmulos de rasgos que se han vuelto rígidos y actúan para generar
una desventaja al individuo, hasta el punto de que comprometen su desempeño o
le generan tensión. Estos patrones de comportamiento y pensamiento han existido
desde una fase temprana de la edad adulta y se han podido reconocer en el
individuo durante un periodo prolongado.

La personalidad, y por ende los TP, quizá deban interpretarse como una cuestión
dimensional más que categórica; esto implica que sus componentes (rasgos)
existen en las personas normales, pero se acentúan en quienes padecen los
trastornos en cuestión. Sin embargo, por buenas y malas razones, el DSM-5 ha
conservado la estructura categórica tradicional que se ha utilizado durante más de
30 años.

El diagnóstico de los TP implica distintos problemas. Por un lado, con frecuencia se


pasan por alto; sin embargo, por otro, en ocasiones se sobrediagnostican—en mi
opinión, el TP limítrofe es un ejemplo notorio—. Uno (TP antisocial) conlleva un
pronóstico terrible; la mayoría, si no todos, son difíciles de tratar. Su escasa validez
relativa sugiere que ningún TP puede tenerse como diagnóstico aislado cuando
existe algún otro trastorno mental capaz de explicar los signos y los síntomas que
constituyen el cuadro clínico. Por todas estas razones, resulta una buena idea
tener en mente un esquema para establecer el diagnóstico de un TP.

1. Verificar la duración de los síntomas. Es necesario asegurarse que los


síntomas del paciente han estado presentes por lo menos desde el inicio de la
edad adulta (antes de los 15 años en el caso del TP antisocial). El interrogatorio de
los informantes (familia, amigos, colaboradores) quizá aporte el material más
válido.

2. Verificar que los síntomas afectan varias áreas de la vida del paciente. De
manera específica, ¿se encuentran afectados el trabajo (o la escuela), la vida en el
hogar, la vida personal y la vida social? Este paso puede implicar problemas
reales, en el sentido de que los pacientes mismos no consideran que su
comportamiento genere problemas (“Es el mundo el que tiene problemas”).

3. Verificar que el paciente tiene todos los elementos del diagnóstico


específico en cuestión. Esto implica verificar todas las características y consultar
las 10 series de criterios diagnósticos. En ocasiones es necesario recurrir al juicio
clínico. Debe intentarse ser tan objetivo como sea posible. Al igual que en el caso
de otros trastornos mentales, con una motivación suficiente suele ser posible forzar
al paciente a corresponder a distintos diagnósticos.

4. Si el paciente tiene menos de 18 años, asegurarse que los síntomas han


estado presentes durante por lo menos los últimos 12 meses ( tener seguridad
absoluta de que no se deben a algún otro trastorno mental o físico). Es preferible
no establecer un diagnóstico de este tipo a una edad tan temprana.

5. Descartar alguna otra enfermedad mental que pudiera ser más aguda y tener
un potencial mayor de generar daño. El punto débil es que otros trastornos
mentales también son con frecuencia más sensibles al tratamiento que los TP.
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6. Se trata también de un buen momento para revisar las características
genéricas de cualquier otro requisito que pudiera haberse pasado por alto. Debe
señalarse que cada paciente debe contar con dos o más tipos de problemas
duraderos de comportamiento, pensamiento o emociones a partir de una lista de
cuatro: cognitivos, afectivos, interpersonales e impulsivos (esto ayuda a asegurar
que los problemas del individuo en realidad afectan más de un área de vida).

7. Buscar otros TP. Es necesario valorar toda la historia clínica para definir si
existe algún otro TP adicional. Muchos individuos parecen tener más de un TP;
para estos casos, deben diagnosticarse todos. Quizá, con más frecuencia, se
identificarán muy pocos síntomas para establecer un diagnóstico. Es posible
agregar en la nota de resumen alguna observación en ese sentido: rasgos de la
personalidad esquizoide y paranoide.

8. Deben registrarse todos los diagnósticos mentales de la personalidad y de


otros tipos.

1) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD PARANOIDE

Se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los otros,


de forma que las intenciones de los demás son interpretadas como maliciosas.
Este patrón empieza al principio de la edad adulta y aparece en diversos contextos.

Lo que resulta más llamativo en los pacientes con TP paranoide (TPP) es la poca
confianza que tienen en, y lo mucho que sospechan de, otras personas. Las
sospechas que albergan son injustificadas, pero debido a su temor de ser
explotados, no confían en aquéllos cuyo comportamiento tendría que haber
merecido su confianza. En vez de esto, identifican significados ocultos en los
comentarios y las acciones positivas, e interpretan los eventos indeseables como
consecuencia de una acción deliberada. Tienden a albergar resentimiento durante
mucho tiempo, y quizá por siempre.

Estos individuos tienden a ser rígidos y prejuiciosos, y pueden tener una necesidad
en particular intensa de ser autosuficientes. Para otros pueden parecer personas
frías, calculadoras y desconfiadas, que evitan tanto la culpa como la intimidad.
Pueden mostrarse tensos y tener dificultad para relajarse durante una entrevista.
Este trastorno tiende a generar dificultades laborales: los pacientes con TPP están
tan concientes de los rangos y el poder que con frecuencia muestran dificultades
para el trato con superiores y colaboradores. Si bien al parecer no es infrecuente
(pudiera afectar a 1% de la población general), el TPP rara vez induce a la solicitud
de atención clínica.

Cuando esto ocurre, suele diagnosticarse en varones. Su relación (de existir) con
el desarrollo de la esquizofrenia sigue sin definirse, pero si se detecta que precedió
al inicio de la esquizofrenia se agrega el especificador (premórbido).

Los sujetos con trastorno paranoide de la personalidad suelen tener problemas en


las relaciones personales. Su suspicacia y hostilidad excesivas pueden expresarse
mediante protestas directas, quejas recurrentes, distanciamiento, etc. No confían
en los demás, tienen una necesidad excesiva de autosuficiencia y fuerte sentido de
autonomía. También necesitan un alto grado de control sobre quienes les rodean.
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Realizan formulaciones simplistas del mundo y frecuentemente recelan de las
situaciones ambiguas.

En algunos casos, el trastorno paranoide de la personalidad aparece como


antecedente premórbido de un trastorno delirante o una esquizofrenia. Los sujetos
con este trastorno pueden presentar un trastorno depresivo mayor y tener mayor
riesgo de padecer agorafobia y trastorno obsesivo-compulsivo. Es frecuente el
abuso o la dependencia del alcohol o de otras sustancias.

Los trastornos de la personalidad que se presentan conjuntamente con más


frecuencia son el esquizotípico, el esquizoide, el narcisista, el trastorno por
evitación y el límite.

El trastorno paranoide de la personalidad puede manifestarse por primera vez en la


infancia o la adolescencia mediante actitudes y comportamientos solitarios,
relaciones escasas con los compañeros, ansiedad social, bajo rendimiento escolar,
hipersensibilidad, pensamiento y lenguaje peculiares, etc. Estos niños se suelen
describir como “raros o excéntricos”.

Se debe establecer diagnóstico diferencial con:

a) trastorno delirante tipo persecutorio, esquizofrenia tipo paranoide y trastorno


del estado de ánimo con síntomas psicóticos: están caracterizados por un
período de síntomas psicóticos persistentes (por ejemplo, ideas delirantes y
alucinaciones). Para realizar diagnóstico adicional de trastorno paranoide de
la personalidad, debe haberse manifestado antes de iniciarse los síntomas
psicóticos y persistir cuando los síntomas psicóticos estén en remisión.
b) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos
aparecen debido a los efectos directos de una enfermedad del sistema
nervioso central.
c) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son
consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.
d) trastorno esquizotípico de la personalidad: comparte los rasgos de
suspicacia, distanciamiento interpersonal o ideación paranoide, pero
también incluye síntomas como pensamiento mágico, experiencias
perceptivas poco habituales y rarezas del pensamiento y el lenguaje.
e) un trastorno esquizoide de la personalidad: los sujetos suelen ser percibidos
como extraños, excéntricos, fríos y distantes, pero no suelen presentar una
ideación paranoide importante.
f) trastorno límite de la personalidad y trastorno histriónico de la personalidad:
se observa también tendencia a reaccionar con ira a pequeños estímulos,
pero no están necesariamente asociados a una suspicacia generalizada.
g) trastorno de la personalidad por evitación: hay recelo a confiar en los
demás, pero más por miedo a agobiarse o no saber qué hacer que por
temor a las malas intenciones ajenas.
h) trastorno antisocial de la personalidad: el comportamiento antisocial suele
estar motivado por un deseo de provecho personal o de explotación de los
demás.

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i) trastorno narcisista de la personalidad: los sujetos muestran recelo,
aislamiento social o alienación, pero como consecuencia de los temores a
que se descubran sus imperfecciones o defectos.

2) TRASTORNO ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD.

Se caracteriza por un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales


y de restricción de la expresión emocional en el plano interpersonal. Este patrón
comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

Los sujetos con trastorno esquizoide de la personalidad pueden tener dificultades


para responder adecuadamente a los acontecimientos vitales importantes. Debido
a la falta de habilidades sociales y a la falta de deseo de experiencias sexuales, los
sujetos con este trastorno tienen pocas amistades, no suelen casarse y la actividad
laboral puede estar deteriorada, sobre todo si se requiere una implicación
interpersonal.

Las personas con trastorno de la personalidad esquizoide (TPE) se muestran


indiferentes a la asociación con otras personas, en ocasiones en gran medida. De
manera característica son solitarios de toda la vida, que cuentan con un rango
emocional restringido, parecen insociables, fríos y huraños.

Los individuos con TPE pueden tener éxito en empleos solitarios que otros
encuentran difíciles de tolerar. Pueden soñar despiertos en exceso, tener gran
apego a los animales y con frecuencia no se casan o no tienen relaciones
románticas duraderas. Conservan el contacto con la realidad, a menos que
desarrollen esquizofrenia. Sin embargo, sus parientes no tienen un riesgo más alto
de padecer el trastorno.

Si bien se diagnostica con poca frecuencia, el TPE es común, y afecta a un


porcentaje bajo de la población general. Los varones pueden tener un riesgo más
alto que las mujeres.

En algunos casos, el trastorno esquizoide de la personalidad puede aparecer como


el antecedente premórbido del trastorno delirante o la esquizofrenia. Algunas
veces, se presenta un trastorno depresivo mayor.

El trastorno esquizoide de la personalidad presenta frecuente comorbilidad con los


trastornos de la personalidad esquizotípico, paranoide y por evitación.

El trastorno esquizoide de la personalidad puede manifestarse por primera vez en


la infancia o la adolescencia a través de actitudes y comportamientos solitarios,
pobres relaciones con los compañeros y bajo rendimiento escolar.

El diagnóstico diferencial se realiza con:

a) trastorno delirante, esquizofrenia y trastorno del estado de ánimo con


síntomas psicóticos: están caracterizados por un período de síntomas
psicóticos persistentes (por ejemplo, ideas delirantes y alucinaciones). Para
realizar diagnóstico adicional de trastorno esquizoide de la personalidad,
debe haberse manifestado desde antes de iniciarse los síntomas psicóticos
y persistir cuando los síntomas psicóticos estén en remisión.
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b) formas leves de trastorno autista y trastorno de Asperger: hay un deterioro
más grave de la interacción social y comportamientos e intereses
estereotipados.

c) cambio de la personalidad debido a enfermedad médica: los rasgos


aparecen debidos a los efectos directos de una enfermedad del sistema
nervioso central.

d) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

e) trastorno esquizotípico de la personalidad: además de aislamiento social y


afectividad restringida, hay distorsiones perceptivas.

f) trastorno paranoide de la personalidad: además de aislamiento social y


afectividad restringida, hay suspicacia e ideación paranoide.

g) trastorno de la personalidad por evitación: el aislamiento social es debido al


temor a agobiarse o no saber qué hacer y a la anticipación excesiva de
rechazo.

h) trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad: el distanciamiento social


surge de la devoción al trabajo y del malestar con las emociones, pero se
conserva la capacidad interna para relacionarse.

3) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD ESQUIZOTÍPICO

Desde una edad temprana los pacientes con trastorno de la personalidad


esquizotípico (TPET) tienen deficiencias perdurables en las relaciones
interpersonales que reducen en gran medida su capacidad para tener cercanía con
otros. También muestran pensamientos, percepciones y comportamientos
distorsionados o excéntricos, lo que pudiera hacerles parecer peculiares. Con
frecuencia se sienten ansiosos al estar con extraños, así que no cuentan con
amigos cercanos.

Pueden ser suspicaces y supersticiosos. Entre las características llamativas de su


pensamiento se encuentran el pensamiento mágico y la creencia en la telepatía o
en otras modalidades inusuales de comunicación. Estos pacientes pueden hablar
acerca de sentir una “fuerza” o “presencia”, o tener un lenguaje que se caracteriza
por vaguedad, divagación, abstracción excesiva, pobreza de vocabulario o
aplicación inusual de palabras.

Los pacientes con TPET pueden, de manera eventual, desarrollar esquizofrenia.


Muchos de ellos se encuentran deprimidos al llegar por primera vez a recibir
atención clínica. Sus ideas excéntricas y su estilo de pensamiento también los
colocan en riesgo de involucrarse en cultos.

Sus relaciones con otros son malas, y al sentirse estresados pueden desarrollar
estados psicóticos breves. No obstante su comportamiento extraño, muchos se
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casan y trabajan. Este trastorno tiene casi la misma frecuencia que el TP
esquizoide.

Se caracteriza por un patrón general de déficit sociales e interpersonales


caracterizados por un malestar agudo y una capacidad reducida para las
relaciones personales, así como por distorsiones cognoscitivas o perceptivas y
excentricidades del comportamiento. Este patrón comienza al inicio de la edad
adulta y se observa en diversos contextos.

Suele haber síntomas asociados de ansiedad, depresión u otros estados de ánimo


disfóricos. En algunos casos, se presentan síntomas psicóticos significativos que
cumplen los criterios para un trastorno psicótico breve, un trastorno
esquizofreniforme, un trastorno delirante o una esquizofrenia.

Más de la mitad de casos presentan historia de al menos un episodio depresivo


mayor y entre el 30 y 50% tienen un diagnóstico concurrente de trastorno
depresivo mayor.

El trastorno esquizotípico de la personalidad presenta mayor comorbilidad con los


trastornos de la personalidad esquizoide, paranoide, por evitación y límite.

El trastorno esquizotípico de la personalidad puede manifestarse en la infancia o la


adolescencia a través de actividades y comportamientos solitarios, pobre relación
con los compañeros, ansiedad social, bajo rendimiento escolar, hipersensibilidad,
pensamiento y lenguaje peculiares y fantasías extrañas.

La prevalencia del trastorno esquizotípico de la personalidad se sitúa


aproximadamente en el 3% de la población general. Es un poco más frecuente en
varones.

Su curso es relativamente estable y solo un pequeño porcentaje de casos


desarrollan una esquizofrenia u otro trastorno psicótico.

El diagnóstico diferencial se establece con:

a) trastorno delirante, esquizofrenia y trastorno del estado de ánimo con


síntomas psicóticos: están caracterizados por un período de síntomas
psicóticos persistentes (por ejemplo, ideas delirantes y alucinaciones). Para
realizar diagnóstico adicional de trastorno esquizotípico de la personalidad,
debe haberse manifestado desde antes de iniciarse los síntomas psicóticos
y persistir cuando los síntomas psicóticos estén en remisión.

b) trastornos de la comunicación, como el trastorno mixto del lenguaje


receptivo – expresivo: aunque los niños afectados suelen ser solitarios y
raros, con un acusado aislamiento social, excentricidades o peculiaridades
en el lenguaje, se diferencian por la predominancia y gravedad del trastorno
del lenguaje, así como por los esfuerzos compensatorios del niño para
comunicarse de otras maneras (por ejemplo, mediante gestos).

c) formas leves de trastorno autista y trastorno de Asperger: se da una mayor


ausencia de contacto social y de reciprocidad emocional y se presentan
comportamientos e intereses estereotipados.
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d) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos
aparecen debido a los efectos directos de una enfermedad del sistema
nervioso central.

e) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

f) trastornos paranoide y esquizoide de la personalidad: también puede haber


distanciamiento social y efectividad restringida, pero no hay distorsiones
cognoscitivas o perceptivas ni una acusada excentricidad o rarezas.

g) trastorno de la personalidad por evitación: las relaciones personales están


limitadas, pero no hay ausencia de deseo de relacionarse ni distanciamiento
persistente, sino que el deseo activo de relacionarse es reprimido por el
temor al rechazo.

h) trastorno narcisista de la personalidad: puede haber suspicacia, aislamiento


social o alienación, pero derivan principalmente de los temores a que se
descubran las imperfecciones o los defectos.

i) trastorno límite de la personalidad: puede haber síntomas psicóticos


transitorios, pero están relacionados con los cambios afectivos en respuesta
al estrés (por ejemplo, ira intensa, ansiedad o contrariedad) y habitualmente
están más disociados (por ejemplo, desrealización o despersonalización).
Aunque puede haber aislamiento social, es secundario a los fracasos
interpersonales repetidos debidos a los arranques de ira y a los cambios
frecuentes de humor, más que al resultado de una falta persistente de
contactos sociales y de deseos de intimidad.

4) TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD.

Este patrón se ha denominado también psicopatía, sociopatía o trastorno disocial


de la personalidad.

Los individuos con TP antisocial (TPA) ignoran y violan en forma crónica los
derechos de otras personas; no pueden adaptarse a las normas de la sociedad o
deciden no hacerlo. Dicho esto, existen distintas alternativas por las que es posible
que se manifieste el TPA. Algunos son emprendedores y artífices de la estafa;
otros, con franqueza, son rufianes sin gracia. Las mujeres (y algunos hombres) con
el trastorno pueden involucrarse en la prostitución. En otros individuos, los
aspectos antisociales más tradicionales pudieran encontrarse opacados por el
consumo intenso (y, con frecuencia, la distribución) de drogas ilícitas.

Se caracteriza por un patrón general de desprecio y violación de los derechos de


los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continúa
en la edad adulta.

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Aunque algunos de estos individuos pueden parecer encantadores en la superficie,
muchos son agresivos y tienden a la irritabilidad. Sus comportamientos
irresponsables afectan casi todas sus áreas de vida. Además del consumo de
sustancias, pueden incurrir en peleas, mentiras y conducta criminal de todo tipo
concebible: robo, violencia, argucias, y maltrato de hijos y cónyuge.

Pueden referir sentimientos de culpa, pero no parecen sentir remordimiento


genuino por su comportamiento.

No obstante pudieran referir problemas somáticos múltiples y en ocasiones tienen


intentos suicidas, sus interacciones manipuladoras con otras personas hacen difícil
determinar si sus malestares son genuinos.

Los criterios del DSM-5 para el TPA especifican que, desde antes de los 15 años,
el paciente debe tener antecedentes que respaldan el diagnóstico de un trastorno
de la conducta, este comportamiento debe haber persistido e incluso aumentado
durante la edad adulta, con por lo menos cuatro síntomas de TPA.

Hasta 3% de los varones, pero sólo cerca de 1% de las mujeres, padece este
trastorno; se identifica en alrededor de tres cuartas partes de los prisioneros
recluidos en cárceles. Es más frecuente que en poblaciones de condición
socioeconómica más baja y tiene distribución familiar; es probable que tenga tanto
una base genética como ambiental. Los parientes varones padecen TPA y
trastornos relacionados con sustancias; las parientes mujeres padecen trastorno de
síntomas somáticos y otros relacionados con sustancias. El trastorno por déficit de
atención/hiperactividad es un precursor común en la niñez, y el trastorno de la
conducta de la niñez se considera un requisito.

Si bien el tratamiento parece modificar poco las cosas en pacientes con TPA,
existe cierta evidencia de que el trastorno se limita al avanzar la edad al tiempo
que estas personas se apaciguan, para convertirse en “sólo” consumidores de
sustancias. La muerte por suicidio u homicidio es la suerte de otros. Por lo general,
el diagnóstico de TPA no se justifica si el comportamiento antisocial sólo se
presenta en el contexto del consumo de sustancias. Los individuos que consumen
sustancias en forma inapropiada desarrollan en ocasiones conductas criminales,
pero sólo mientras buscan drogas. Resulta crucial identificar si los pacientes con
TPA posible han incurrido en actos ilícitos cuando no utilizan sustancias.

Si bien estos pacientes con frecuencia tienen una niñez marcada por la
incorregibilidad, la delincuencia y los problemas escolares, como el ausentismo,
menos de la mitad de los niños con estos antecedentes desarrolla de manera
eventual un síndrome completo en el adulto. Por ende, nunca debe establecerse
este diagnóstico antes de los 18 años. Por último, el TPA es un trastorno grave,
para el cual no existe tratamiento efectivo conocido.
A
sí, se trata de un diagnóstico de último recurso. Antes de establecerlo, deben
redoblarse los esfuerzos para descartar otros trastornos mentales mayores y TP.

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Pueden asociarse trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, trastornos
relacionados con sustancias, trastorno de somatización, juego patológico y otros
trastornos del control de los impulsos.

El trastorno antisocial de la personalidad tiene alta comorbilidad con otros


trastornos de la personalidad, en especial los trastornos límite, histriónico y
narcisista.

Las probabilidades de que un trastorno disocial evolucione a un trastorno antisocial


de la personalidad aumentan si hay maltrato o abandono en la infancia,
comportamiento inestable o variable de los padres o inconsistencia en la disciplina
por parte de los padres.

Los estudios de adopción indican que tanto los factores genéticos como los
ambientales contribuyen al riesgo de aparición del trastorno. Los hijos adoptivos y
los biológicos de padres con trastorno antisocial de la personalidad tienen un
riesgo elevado de presentar trastorno antisocial de la personalidad, trastorno de
somatización y trastornos relacionados con sustancias.

El diagnóstico diferencial se realiza con:

a) Trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

No se establece diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad,


excepto si los signos que sugieren el trastorno han aparecido en la infancia
y han continuado hasta la edad adulta. Cuando el consumo de sustancias y
el comportamiento antisocial han empezado en la infancia y continúan en la
edad adulta, se diagnostican ambos.

b) trastorno narcisista de la personalidad: los sujetos comparten la tendencia a


ser duros, poco sinceros, superficiales, explotadores y poco empáticos, pero
no hay impulsividad, agresión y engaño. Además, no suele haber historia de
trastorno disocial en la infancia o de comportamiento delictivo en la edad
adulta.

c) trastorno histriónico de la personalidad: los sujetos comparten una tendencia


a ser impulsivos, superficiales, buscadores de sensaciones, imprudentes,
seductores y manipuladores, pero tienden a ser más exagerados en sus
emociones y no se suelen involucrar en comportamientos antisociales.

d) trastorno límite de la personalidad: los sujetos son manipuladores para


obtener atención, no para sacar un provecho, lograr poder u otra
gratificación material. Además, son más inestables emocionalmente y
menos agresivos.

e) trastorno paranoide de la personalidad: el comportamiento antisocial no


suele estar motivado por el deseo de una ganancia personal o de

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explotación de los demás, sino que suele ser debido a un deseo de
venganza.

5) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD LÍMITE

El concepto de TPL se integró alrededor de la mitad del siglo XX. En su origen (y


en ocasiones todavía), se decía que estos pacientes rondaban entre la neurosis y
la psicosis—un “frontera” cuya existencia disputan muchos clínicos—. Al tiempo
que el concepto evolucionó para convertirse en un TP, alcanzó popularidad notoria,
quizá debido a que es posible forzar a muchos pacientes para corresponder a su
holgada definición.

A lo largo de su vida adulta, las personas con TP limítrofe (TPL) parecen


inestables. A menudo se encuentran en un punto crítico en cuanto al estado de
ánimo, el comportamiento y las relaciones interpersonales. Muchos se sienten
vacíos y aburridos; se apegan con intensidad a otros, y luego desarrollan ira u
hostilidad marcadas cuando piensan que son ignorados o maltratados por aquéllos
de quienes dependen. Pueden tratar de manera impulsiva de lesionarse o
mutilarse; estas acciones son expresiones de ira, gritos de ayuda o intentos de
dejar de percibir su dolor emocional. Si bien los pacientes con TPL pueden
experimentar episodios psicóticos breves, éstos se resuelven con tanta rapidez que
rara vez se les confunde con psicosis similares a la esquizofrenia. Los cambios
intensos y rápidos del estado de ánimo, la impulsividad y las relaciones
interpersonales inestables dificultan en estos pacientes desarrollar el potencial
social, laboral o escolar completo.

El TPL muestra distribución familiar. Estas personas en realidad sufren—a tal


grado, que hasta 10% se suicida.

Si bien, entre 1 y 2% de la población general pudiera justificarse un diagnóstico


legítimo de TPL, es probable que se aplique a una proporción mayor de individuos
que solicitan atención de salud mental. Pudiera seguir siendo una de las
condiciones con mayor sobrediagnóstico que mencionan los manuales
diagnósticos. Muchos de estos pacientes cursan con trastornos que pueden
tratarse con más facilidad; incluyen el trastorno depresivo mayor, el trastorno por
síntomas somáticos y los trastornos relacionados con sustancias.

Se caracteriza por un patrón general de inestabilidad en las relaciones


interpersonales, la autoimagen y la afectividad y una notable impulsividad que
comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

Los sujetos con trastorno límite de la personalidad pueden presentar síntomas


similares a los psicóticos (por ejemplo, alucinaciones, distorsiones de la imagen
corporal, ideas de autorreferencia y fenómenos hipnagógicos) durante los períodos
de estrés.

Son frecuentes las pérdidas repetidas de trabajo, las interrupciones de los estudios
y las rupturas matrimoniales. En la historia de infancia del sujeto son frecuentes
los malos tratos físicos y sexuales, la negligencia en el cuidado, los conflictos
hostiles y la pérdida temprana o la separación parental.

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Los trastornos del Eje I que más frecuentemente se asocian son los trastornos del
estado de ánimo, los trastornos relacionados con sustancias, los trastornos de la
conducta alimentaria (especialmente la bulimia), el trastorno por estrés
postraumático y los trastornos por déficit de atención con hiperactividad. También
se dan con frecuencia otros trastornos de la personalidad de forma simultánea.

La prevalencia del trastorno límite de la personalidad se sitúa alrededor del 2% de


la población general, aproximadamente el 10% en pacientes ambulatorios de salud
mental y el 20% en casos de ingreso psiquiátrico.

Se diagnostica fundamentalmente en mujeres (alrededor del 75 % de casos). En


población clínica, supone el 30 - 60% de trastornos de personalidad.

El curso del trastorno suele estar caracterizado por una inestabilidad crónica en el
principio de la edad adulta. Durante la cuarta y quinta décadas de la vida, en la
mayoría de casos se logra una mayor estabilidad en las relaciones y en la actividad
profesional.

El diagnóstico diferencial se realiza con:

a) trastornos del estado de ánimo: si se cumplen los criterios para ambos


trastornos, deben diagnosticarse conjuntamente. Solo se realiza diagnostico
adicional de trastorno limite de personalidad si el patrón de comportamiento
tiene un inicio temprano y un curso prolongado.

b) trastorno histriónico de la personalidad: también se caracteriza por la


búsqueda de atención, comportamiento manipulativo y emociones
cambiantes, pero no hay autodestructividad, rupturas airadas de las
relaciones personales ni sentimientos crónicos de profundo vacío y soledad.

c) trastorno esquizotípico de la personalidad: también hay ideas o ilusiones


paranoides, pero en el trastorno límite son más pasajeras,
interpersonalmente reactivas y en respuesta a estructuras externas.

d) trastorno paranoide de la personalidad y trastorno narcisista de la


personalidad: también pueden caracterizarse por una reacción colérica a
estímulos menores, pero se conserva una relativa estabilidad de la
autoimagen. Además, se diferencian por la falta de autodestructividad,
impulsividad y preocupaciones por el abandono.

e) trastorno antisocial de la personalidad: hay comportamientos manipulativos,


pero el objetivo es obtener un provecho, poder u otra gratificación material,
no la atención e interés de los demás.

f) trastorno de la personalidad por dependencia: se caracteriza por el temor al


abandono, pero la reacción al abandono es un aumento de la mansedumbre
y sumisión y una búsqueda urgente de una relación que reemplace la
anterior para que le proporcione cuidados y apoyo, no los sentimientos de
vacío emocional, rabia y demandas típicos del TPL. Además, no se da un
patrón de relaciones intensas e inestables.

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g) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos
aparecen como un efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso
central.

h) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

6) TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD.

Se caracteriza por un patrón de emotividad generalizada y excesiva y


comportamiento de búsqueda de atención. Este patrón empieza al principio de la
edad adulta y se da en diversos contextos.

Los sujetos con este trastorno suelen tener unas relaciones deterioradas con los
amigos de su mismo sexo debido a que su estilo interpersonal sexualmente
provocativo puede ser visto como una amenaza. Pueden apartar a los amigos con
sus demandas de atención constante.

Los pacientes con TP histriónico (TPH) tienen un patrón de larga evolución de


búsqueda extrema de atención y emotividad que se cuela a todas las áreas de
vida. Estas personas satisfacen su necesidad de encontrarse en el centro del
escenario por dos vías principales: (1) sus intereses y temas de conversación se
concentran en sus propios deseos y actividades; y (2) de manera continua llaman
la atención sobre sí mismos por medio de su comportamiento, lo que incluye el
lenguaje.

Se encuentran en extremo preocupados por el atractivo físico (el propio y el de


otros, en lo que se relaciona con ellos), y se expresan de manera tan extravagante
que pudiera parecer casi una parodia de la emotividad normal. Su necesidad de
aprobación puede inducirles a ser seductores, con frecuencia de manera
inapropiada (o incluso ostentosa). Muchos llevan vidas sexuales normales, pero
algunos son promiscuos y otros más pudieran carecer de interés en el sexo.

Estas personas con frecuencia son tan inseguras que buscan de manera constante
la aprobación de otras. La dependencia del favor de otros pudiera hacer que sus
estados de ánimo parezcan superficiales o sean en extremo reactivos al entorno.
La tolerancia baja a la frustración puede dar origen a berrinches. Les suele gustar
platicar con los profesionales de la salud mental (es otra oportunidad de ser el
centro de la atención), pero debido a que su lenguaje es con frecuencia vago y
está lleno de exageraciones, pueden generar frustración en el entrevistador.

Rápidos para establecer amistades nuevas, los individuos con TPH también se
vuelven demandantes con rapidez. Debido a que confían y se influye sobre ellos
con facilidad, su comportamiento pudiera parecer inconstante. No piensan en
forma muy analítica, de tal manera que tienen dificultad para realizar tareas que
requieren pensamiento lógico, como hacer cuentas mentales. Sin embargo,
pueden tener éxito en empleos que establecen alguna prima por la creatividad y la
imaginación. Su búsqueda de lo novedoso en ocasiones les genera problemas
legales, al tiempo que persiguen la sensación o la estimulación. Algunos tienen
una tendencia notoria a olvidar el material con carga afectiva.
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El TPH no ha sido en especial bien estudiado, pero se refiere como frecuente.
Puede distribuirse en familias. El caso clásico se identifica en la mujer, no obstante
el trastorno puede afectar a varones.

Se ha asociado con el trastorno de somatización, trastorno de conversión y


trastorno depresivo mayor. Es frecuente la comoribilidad con los trastornos de la
personalidad límite, narcisista, antisocial y por dependencia.
 
Los estudios en población general sugieren una prevalencia aproximada de 2 - 3%,
pero se alcanzan tasas del 10-15% en centros de salud mental tanto hospitalarios
como ambulatorios. En el marco clínico, se diagnostica más frecuentemente en
mujeres.

El diagnóstico diferencial se establece con:

a) trastorno límite de la personalidad: se caracteriza por la búsqueda de


atención, el comportamiento manipulativo y las emociones cambiantes, pero
también hay autodestructividad, rupturas airadas de las relaciones
personales, sentimientos crónicos de profundo vacío y alteración de la
identidad.

b) trastorno antisocial de la personalidad: comparten la tendencia a ser


impulsivos, superficiales, buscadores de sensaciones, temerarios,
seductores y manipuladores, pero tienden a ser menos exagerados en sus
emociones y a implicarse en comportamientos antisociales. Los sujetos son
manipuladores para sacar un provecho o para obtener poder u otra
gratificación material.

c) trastorno narcisista de la personalidad: los sujetos buscan la atención de los


demás y normalmente desean ser halagados por su “superioridad”, no
esperan ser vistos como frágiles o dependientes para lograr atención.

d) trastorno de la personalidad por dependencia: la persona es excesivamente


dependiente de los elogios y consejos de los demás, pero sin las
características extravagantes, exageradas y emocionales del histriónico.

e) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos


surgen como efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso central.

f) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

7) TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD.

Las personas con TP narcisista (TPN) tienen un patrón de grandeza (de la


conducta y de sus fantasías) de por vida, sed de admiración y ausencia de
empatía. Estas actitudes permean la mayor parte de los aspectos de sus vidas. Se
consideran inusualmente especiales, son individuos prepotentes que a menudo
exageran sus logros (sin embargo, desde el inicio es necesario señalar que estos
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rasgos constituyen sólo un TP en el adulto. Los niños y los adolescentes son
prepotentes por naturaleza; en los niños, los rasgos narcisistas no necesariamente
implican que se evolucionará a TP).

A pesar de sus actitudes de grandeza, las personas con TPN tienen una
autoestima frágil y con frecuencia consideran que carecen de valía; incluso en las
ocasiones en que tienen un éxito personal importante, pueden sentir que son un
fraude o que no lo merecen. Son en extremo sensibles a lo que otros piensan
acerca de ellos y necesitan recibir cumplidos. Cuando critican pueden ocultar su
tensión con una fachada de indiferencia helada. Tan sensibles como son en torno
a sus propios sentimientos, al parecer comprenden poco los sentimientos y laS
necesidades de los otros, y pudieran fingir empatía, al igual que pudieran mentir
para ocultar sus propias faltas.

Los pacientes con TPN con frecuencia fantasean con un éxito salvaje y envidian a
quienes lo han logrado. Pudieran elegir amigos que piensan que pueden ayudarles
a obtener lo que desean. El desempeño laboral puede sufrir (debido a los
problemas interpersonales) o mejorar (por su impulso eterno hacia el éxito). Debido
a que tienden preocuparse por el arreglo y valoran su aspecto juvenil, pueden
deprimirse cada vez más al tiempo que envejecen.

El TPN ha sido rara vez estudiado. Parece afectar a menos de 1% de la población


general; se refiere que la mayor parte de los pacientes la constituyen varones. Se
carece de información en torno a los antecedentes familiares, ambientales o de
otros tipos, que pudieran ayudar a comprender estas personalidades difíciles.

Se caracteriza por un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y


falta de empatía que empieza al comienzo de la edad adulta y que se da en
diversos contextos.

Aunque no lo demuestren abiertamente, las críticas pueden obsesionar a los


sujetos con este trastorno y hacer que se sientan humillados, degradados,
hundidos y vacíos.

Las relaciones interpersonales suelen estar deterioradas debido a los problemas


derivados de su pretenciosidad, necesidad de admiración y de la relativa falta de
interés por la sensibilidad de los demás.

Los sentimientos persistentes de vergüenza o humillación pueden estar asociados


a retraimiento social, estado de ánimo depresivo y trastorno depresivo mayor o
distímico. Por el contrario, los períodos persistentes de grandiosidad pueden
asociarse a un estado de ánimo hipomaníaco.

El trastorno narcisista de la personalidad se asocia con la anorexia nerviosa y los


trastornos relacionados con sustancias (especialmente con la cocaína). Presenta
mayor comorbilidad con los trastornos de la personalidad histriónico, límite,
antisocial y paranoide.

Se establece diagnóstico diferencial con:

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a) trastornos de la personalidad histriónico, antisocial y límite: los estilos de
interacción son respectivamente la coquetería, la insensibilidad y la pobreza
personal, no aparece la grandiosidad típica del narcisista.

Además, el trastorno límite de la personalidad se caracteriza por la


inestabilidad de la autoimagen, autodestructividad, impulsividad y
preocupaciones de abandono que no aparecen en el narcisista.

Por otro lado, en el trastorno antisocial de la personalidad hay impulsividad,


agresión y engaño y suele haber historia de trastorno disocial en la infancia
o de comportamiento delictivo en la edad adulta.

b) trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad: los sujetos buscan el


perfeccionismo, pero presentan constante autocrítica mientras el narcisista
es propenso a creer que ha alcanzado la perfección.

c) trastorno esquizotípico o paranoide de la personalidad: se diferencian por la


suspicacia y el retraimiento social.

d) episodio maníaco o hipomaníaco: puede surgir sensación de grandiosidad


pero se asocia con el cambio del estado de ánimo y deterioro funcional.

e) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos


surgen como efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso central.

f) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

8) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR EVITACIÓN.

Se caracteriza por un patrón general de inhibición social, sentimientos de


inadecuación e hipersensibilidad a la evaluación negativa que comienzan al
principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos.

Los mayores problemas asociados a este trastorno se presentan en la actividad


social y laboral. La baja autoestima y la hipersensibilidad al rechazo están
asociadas a la restricción de contactos interpersonales. Suele haber un relativo
aislamiento y escasa red de apoyo social.

Las personas con TP por evitación (TPPE) consideran que son inapropiadas,
muestran inhibición social y son en extremo sensibles a la crítica. Estas
características se presentan a lo largo de toda la vida adulta y afectan la mayor
parte de los aspectos de la vida cotidiana (al igual que los rasgos narcisistas,
aquéllos por evitación son frecuentes en niños y no necesariamente implican el
desarrollo eventual de un TP).

Su sensibilidad a la crítica y la desaprobación hace que estas personas sean


modestas y estén dispuestas a agradar a otras, pero también puede dar origen a
un aislamiento social intenso. Pueden malinterpretar como críticos los comentarios
inocentes; con frecuencia se rehúsan a establecer una relación a menos que estén
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seguras de que serán aceptadas. Se mantienen ocultas en los eventos sociales por
temor a decir algo tonto y pudieran evitar las actividades que impliquen demandas
sociales. Excepto por sus progenitores, hermanos o hijos, tienden a contar con
pocos amigos cercanos. Sintiéndose cómodos con la rutina pueden hacer un gran
esfuerzo por evitar dejar sus costumbres. En una entrevista pueden parecer tensos
y ansiosos, pudieran malinterpretar incluso las afirmaciones positivas como crítica.
Si bien el TPPE aparece en el DSM desde 1980, la investigación relevante todavía
es escasa. En frecuencia ocupa un espacio intermedio (cercano a 2% en la
población general) entre los TP, con una distribución similar entre varones y
mujeres. Muchos de estos pacientes se casan y trabajan, no obstante pudieran
desarrollar depresión o ansiedad si pierden sus sistemas de apoyo.

En ocasiones este trastorno se relaciona con alguna enfermedad desfigurante u


otra afección. El TPPE no se identifica con frecuencia en la clínica; estos pacientes
tienden a acudir para solicitar una valoración sólo cuando sobreviene otra
enfermedad. Tiene sobreposición considerable con el trastorno de ansiedad social.

Otros trastornos asociados son los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad
(especialmente la fobia social de tipo generalizado). También se diagnostica a
menudo junto con el trastorno de la personalidad por dependencia, trastorno límite
de la personalidad y trastornos de personalidad del grupo A (trastornos de la
personalidad paranoide, esquizoide o esquizotípico).

El diagnóstico diferencial se realiza con:

a) fobia social, tipo generalizado: hay un gran solapamiento, de modo que


pueden ser conceptualizaciones alternativas del mismo estado o estados
similares.

b) trastorno de angustia con agorafobia: la evitación empieza de forma


característica después del inicio de las crisis de angustia y puede variar en
base a su frecuencia e intensidad.

c) trastorno de la personalidad por dependencia: la principal preocupación es


que alguien se ocupe del sujeto, no la evitación de la humillación y el
rechazo. Sin embargo, es especialmente frecuente que se asocien.

d) trastorno esquizoide de la personalidad y trastorno esquizotípico de la


personalidad: se caracterizan por el aislamiento social, pero no desean tener
relaciones con otros ni sufren por su soledad, sino que pueden estar
satisfechos e incluso preferir el aislamiento social.

e) trastorno paranoide de la personalidad: la renuncia a confiar en los demás


no se debe al miedo a encontrarse en un compromiso o a ser considerado
inferior sino al miedo a las malas intenciones del prójimo.

f) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos


aparecen como un efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso
central.

g) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
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sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

9) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA.

Se caracteriza por una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno,


que ocasiona un comportamiento de sumisión, adhesión y temores de separación.
Este patrón empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos.

Los sujetos con este trastorno se caracterizan por el pesimismo y la inseguridad en


sí mismos, tienden a minimizar sus capacidades y sus valores y buscan la
sobreprotección y ser dominados por los demás. La actividad laboral puede estar
deteriorada y las relaciones sociales tienden a limitarse a las pocas personas de
quienes el sujeto es dependiente.

Con mayor intensidad que casi todas las personas, los individuos con TP
dependiente (TPD) sienten la necesidad de que alguien más cuide de ellos. Debido
a que temen la separación con desesperación, su comportamiento se vuelve tan
sumiso y empalagoso que pueden llevar a que otros se aprovechan de ellos o los
rechacen. La ansiedad florece si se les coloca en una posición de liderazgo, y se
sienten desamparados e incómodos cuando están solos. Puesto que en forma
característica requieren gran afirmación, pueden tener dificultad para tomar
decisiones. Estos pacientes tienen dificultad para iniciar proyectos y mantenerse en
un negocio propio, no obstante pueden tener buenos resultados bajo la dirección
cuidadosa de otra persona. Tienden a menospreciarse y estar de acuerdo con
personas no obstante saber que están equivocadas. También pueden tolerar un
abuso considerable (incluso físico).

Si bien pudiera ser frecuente, esta condición no ha sido bien estudiada. Algunos
autores consideran que es difícil distinguirla del TP por evitación. Se ha identificado
con más frecuencia en mujeres que en varones.

Puede haber riesgo elevado de trastornos del estado de ánimo, trastornos de


ansiedad y trastornos adaptativos. Se asocia frecuentemente a otros trastornos de
la personalidad, en especial al límite, por evitación e histriónico.

El trastorno de la personalidad por dependencia es uno de los trastornos de la


personalidad más frecuentes en centros de salud mental. Parece que el
diagnóstico es más frecuente en mujeres.

Se realiza diagnóstico diferencial con:

a) trastornos del Eje I (por ejemplo, trastornos del estado de ánimo, trastorno
de angustia y agorafobia) y enfermedades médicas: la dependencia que
aparece asociada a un trastorno del eje I o eje III no se considera como
trastorno de personalidad por dependencia.

b) trastorno límite de la personalidad: el sujeto reacciona a su temor al


abandono con sentimientos de vacío emocional, rabia y demandas, no con
un aumento de la mansedumbre y la sumisión. Además, no se busca
urgentemente una relación de reemplazo sino que hay un típico patrón de
relaciones inestables e intensas.
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c) trastorno histriónico de la personalidad: hay gran necesidad de reafirmación
y aprobación, pero no se caracteriza por la anulación de uno mismo y el
comportamiento dócil, sino por demandas activas de atención.

d) trastorno de la personalidad por evitación: los sujetos tienen un temor tan


fuerte a la humillación y al rechazo que se aíslan hasta que están seguros
de ser aceptados, no hay un patrón de búsqueda y mantenimiento de los
contactos.

e) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos


aparecen como efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso
central.

f) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

10) TRASTORNO OBSESIVO - COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD.

Se caracteriza por una preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control


mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la
eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos
contextos.

Los sujetos con trastorno obsesivo - compulsivo de la personalidad tienen tantas


dificultades para decidir qué tareas son prioritarias o la mejor forma de hacer una
cosa concreta, que puede que nunca empiecen nada. Tienen tendencia a
enfadarse en las situaciones en las que no son capaces de mantener el control de
su entorno físico o interpersonal.

Aunque algunos estudios sugieren una asociación con el trastorno obsesivo -


compulsivo, parece que la mayoría de las personas con el trastorno no tienen un
patrón de comportamiento que cumpla los criterios para el trastorno obsesivo -
compulsivo de la personalidad.

Muchos rasgos del trastorno obsesivo - compulsivo de la personalidad se solapan


con las características de la personalidad tipo A (por ejemplo, hostilidad,
competitividad y sensación de urgencia). Puede haber asociación entre el trastorno
obsesivo - compulsivo de la personalidad y los trastornos del estado de ánimo y de
ansiedad.
 
Las personas con TP obsesivo-compulsivo (TPOC) son perfeccionistas y se
desvelan por el orden; necesitan ejercer un control interpersonal y mental. Estos
rasgos persisten a lo largo de la vida, a expensas de eficiencia, flexibilidad y
encanto. Sin embargo, el TPOC no es tan solo un trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC) en miniatura. Muchos pacientes con TPOC no
presentan obsesiones o compulsiones, aunque algunos en forma eventual
desarrollan TOC.

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El perfeccionismo rígido de estos pacientes con frecuencia se acompaña de
indecisión, inquietud por el detalle, escrupulosidad e insistencia en que otros hagan
las cosas de la misma manera. Estas conductas pueden interferir con su eficacia
en el trabajo o en situaciones sociales.

Con frecuencia parecen deprimidos, y esta depresión puede mostrar oscilaciones,


quizá hasta el punto de que les lleve al tratamiento. En ocasiones estos individuos
son avaros; pueden guardar todo y rehusarse, incluso, a deshacerse de objetos
inútiles que ya no necesitan. Pueden tener dificultad para expresar afecto.

Los pacientes con TPOC gustan de hacer listas, administran mal su propio tiempo
y son adictos al trabajo, necesitan planear de manera meticulosa incluso su propio
placer. Pueden planear sus propias vacaciones sólo para posponerlas. Se resisten
a la autoridad de otros, pero insisten en la propia. Pueden ser percibidos como
forzados, rígidos o moralinos. Esta condición quizá es común; su prevalencia en
distintos centros de estudio se ubica en 5%. Se diagnostica con más frecuencia en
varones que en mujeres, y quizá tenga distribución familiar..

Se debe establecer diagnóstico diferencial con:

a) trastorno obsesivo – compulsivo: se distingue por la presencia de


verdaderas obsesiones y compulsiones. Si se cumplen los criterios para
ambos trastornos, se diagnostican los dos.

b) trastorno narcisista de la personalidad: también presentan inclinación al


perfeccionismo, pero no hay autocrítica sino que son más propensos a creer
que han alcanzado la perfección.
c) trastorno narcisista o antisocial de la personalidad: carecen de generosidad,
pero se cuidan a sí mismos, no adoptan un estilo avaro en los gastos tanto
para ellos mismos como para los demás.

d) trastorno esquizoide de la personalidad: puede caracterizarse por una


aparente formalidad y distanciamiento social, pero lo característico no es el
malestar emocional y excesiva dedicación al trabajo, sino fundamentalmente
una falta de capacidad para la intimidad.

e) cambio de la personalidad debido a una enfermedad médica: los rasgos


aparecen como efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso
central.

f) trastorno relacionado con sustancias: los comportamientos son


consecuencia de la intoxicación por el consumo o la abstinencia de
sustancias o están relacionados con las actividades destinadas a mantener
la dependencia.

11) CAMBIO DE LA PERSONALIDAD DEBIDO A OTRA AFECCIÓN MÉDICA

Algunas afecciones médicas pueden inducir un cambio de la personalidad que se


define como una modificación (por lo general, un recrudecimiento) de los rasgos de
la personalidad previos del paciente. La mayor parte de los casos de cambio de la
personalidad deriva de una lesión cerebral o algún trastorno del sistema nervioso
central distinto, como la epilepsia o la enfermedad de Huntington; sin embargo, las
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enfermedades sistémicas que tienen efecto sobre el cerebro (p. ej. el lupus
eritematoso sistémico) también se encuentran implicadas en ocasiones.

Varios tipos de cambios de la personalidad ocurren con frecuencia. El estado de


ánimo puede volverse inestable, quizá con explosiones de ira o suspicacia; otros
pacientes pueden desarrollar apatía y pasividad. Los cambios del estado de ánimo
son, en particular, frecuentes cuando existe daño a los lóbulos frontales del
cerebro. Los individuos con epilepsia del lóbulo temporal pueden desarrollar una
religiosidad excesiva, verborrea y falta del sentido del humor; algunos pueden
volverse en extremo agresivos. Las ideas paranoides también son comunes. La
beligerancia puede acompañar a las explosiones temperamentales, al grado de
que el juicio social en algunos de los afectados puede comprometerse con
intensidad. Para definir la naturaleza del cambio de la personalidad se utilizan los
especificadores de tipo, que se muestra en las notas para codificación.

Si existe una alteración importante en la estructura del cerebro, estos cambios de


la personalidad tienen probabilidad de persistir. Si el problema deriva de una
anomalía química corregible, pudieran resolverse. Cuando son graves, pueden por
último desencadenar demencia, como en ocasiones ocurre en personas con
esclerosis múltiple.

2.2.- ASPECTOS ETIOLÓGICOS.

En la etiología de los trastornos de la personalidad se encuentran implicados una


serie de factores y variables biopsicosociales que determinan un origen
multicausal. Según las diferentes teorías y estudios realizados, el origen o la causa
de un determinado trastorno de personalidad en un paciente concreto es la suma
de múltiples variables.

Entre las hipótesis más relevantes se encuentran las explicaciones basadas en:

1. FACTORES GENÉTICOS.

Según las evidencias empíricas, existe una base genética para los trastornos de
personalidad.

En investigaciones con personas adoptadas que desarrollan un TP, se ha


encontrado que los padres adoptivos presentan psicopatía en un 7% de casos
(porcentaje similar al de la población general), mientras que los padres biológicos
presentan TP en el 14% de casos.

En estudios con gemelos, se ha comprobado que la concordancia para TP es


significativamente más elevada en univitelinos que en gemelos bivitelinos.

2. FACTORES BIOLÓGICOS.

Se han encontrado alteraciones electroencefalográficas en pacientes con TP, que


fundamentalmente se basan en la aparición de ondas lentas en zonas frontales y
posteriores.

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También se han encontrado evidencias en personas con TP de una lenta
maduración cortical y se han observado alteraciones estructurales cerebrales (por
ejemplo, dilatación ventricular).

Se ha postulado la posibilidad de una relación entre la psicopatía y la existencia


de una disfunción cerebral, especialmente en el córtex frontal, pero la obtención de
resultados normales en los test neuropsicológicos por parte de los psicópatas hace
pensar en una anomalía funcional más que estructural.

Actualmente, la línea de investigación más desarrollada se centra en el estudio de


la función de los neurotransmisores en el origen y mantenimiento de los TP, ya que
en el tratamiento se está encontrando alta eficacia de algunos fármacos.

3. FACTORES PSICOLÓGICOS.

Desde la teoría psicoanalítica, se postula que el origen de los TP se relaciona con


los mecanismos de defensa, procesos mentales inconscientes que el yo utiliza
para resolver sus conflictos. Entre los mecanismos de defensa se encuentran la
fantasía, la disociación, la negación, el aislamiento, la proyección, la escisión, la
agresión pasiva, el acting out y la identificación proyectiva.

La teoría del aprendizaje sugiere que los TP se originan a partir del modelado
conductual. Desde esta perspectiva, los TP son el resultado de la influencia que
ejercen sobre el niño los modelos del entorno.

Los modelos cognitivos se centran en la influencia sobre la personalidad de las


cogniciones, los esquemas, los procesos interpersonales, etc.

Entre los modelos cognitivos, se encuentra el modelo de Freeman (1988). Según


este modelo, la personalidad se conceptualiza como una organización de
esquemas cognitivos ligados a determinados patrones de conducta.

Estos esquemas cognitivos son organizaciones individuales e idiosincrásicas de


reglas sobre la vida, las relaciones con otros y el autoconcepto, que se forman a lo
largo del desarrollo a través de las experiencias tempranas infantiles,
especialmente los mensajes y refuerzos provenientes de los otros significativos.

Los esquemas permanecen inactivos hasta que ciertos eventos lo activan (por
ejemplo, situaciones estresantes, cambios en el desarrollo psicoevolutivo, etc.) y
configuran determinados patrones de conducta.

4. FACTORES SOCIOAMBIENTALES.

Las teorías ambientalistas sugieren la influencia de factores socioambientales en el


origen de los TP. Se ha encontrado que algunas variables del contexto (por
ejemplo, la educación, los modelos parentales, el ambiente familiar o las
influencias del entorno) constituyen factores de riesgo para la aparición de los TP.

3.- EVALUACIÓN, DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS.

Es necesario valorar la estabilidad de los rasgos de personalidad a lo largo del


tiempo y en situaciones diferentes.
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Además, las características particulares de la personalidad deben estar presentes
desde el principio de la edad adulta. Para diagnosticar un TP en un sujeto menor
de 18 años, las características deben estar presentes durante al menos 1 año,
excepto en el caso del trastorno antisocial de la personalidad, que no se puede
diagnosticar antes de los 18 años.

La evaluación clínica debe incluir no solo al sujeto, sino a personas significativas


del entorno del sujeto, ya que las características de algunos TP influyen en la falta
de sinceridad, manipulación o suspicacia del sujeto. Además, el carácter
egosintónico de los TP hace que el sujeto en ocasiones no identifique los síntomas.

Además de la entrevista clínica, hay algunos instrumentos de evaluación para los


TP, entre los que destacan:

 Entrevista clínica estructurada (SCID): técnica de autoinforme con preguntas


de evaluación referentes a los criterios de trastornos de personalidad.
 Examen de los trastornos de la personalidad (PDE): entrevista
semiestructurada dividida en varias secciones que incluyen preguntas
abiertas y preguntas más concretas sobre los rasgos de personalidad.
 Escala de evaluación de la personalidad (PAS – Personality Assessment
Schedule): Evalúa 24 rasgos de la personalidad en escalas de 9 puntos de
gravedad.
 Cuestionario clínico multiaxial de Millon (MCMI): Combina síntomas
psicopatológicos y nueve escalas diagnósticas de trastornos de la
personalidad.
 Inventario multifásico de la personalidad de Minnesota (MMPI): contiene
escalas diagnósticas dirigidas a evaluar los trastornos de la personalidad.
 Inventario de personalidad de 16 factores de Cattell (16PF): instrumento de
evaluación de la personalidad de carácter psicométrico que proporciona
información sobre 16 dimensiones de personalidad.
 Inventario de personalidad NEO (NEO – PI): instrumento de evaluación de la
personalidad normal, basado en la estructura de los "cinco grandes" factores
de la personalidad (neuroticismo, extraversión, apertura, amabilidad y
responsabilidad).
 Revised Psychopathy Checklist de Hare (PCL - R): instrumento de
evaluación más usado para la psicopatía.

Según Freeman, los objetivos terapéuticos más importantes en el tratamiento de


los TP son:

1. Trabajar los síntomas presentes asociados al trastorno de la personalidad


(por ejemplo, depresión o ansiedad).

Puesto que las personas con TP suelen presentar baja colaboración con la terapia,
el abordaje en primer lugar de los síntomas asociados, que suelen tener carácter
egodistónico, puede ayudar a establecer una base motivacional para trabajar
posteriormente los esquemas cognitivos del trastorno de personalidad.

2. Trabajar los esquemas cognitivos ligados al trastorno de personalidad.

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Para abordar el trabajo sobre los esquemas cognitivos, se pueden valorar varias
opciones:

 Reestructuración de esquemas: Implica sustituir las reglas cognitivas del


sujeto por otras nuevas. Suele ser un objetivo muy difícil, costoso y largo.
 Modificación de esquemas: Implica modificar algunos aspectos situacionales
de la regla cognitiva del sujeto.
 Reinterpretación de esquemas: Implica la comprensión por el paciente
(insight) del modo en que ciertas reglas cognitivas interfieren en
determinados aspectos de su vida.

El modelo de terapia más utilizado actualmente es el cognitivo – conductual, que


incluye las siguientes técnicas:

1. TÉCNICAS COGNITIVAS:

Se pueden usar las siguientes estrategias en la terapia:

 Comprensión de significados asociados a los pensamientos del paciente:


para especificar pensamientos generales y vagos.
 Cuestionamiento de evidencia: para buscar evidencias para retar el
mantenimiento de pensamientos y creencias disfuncionales del sujeto.
 Retribución: para modificar las atribuciones o interpretaciones del sujeto
sobre los acontecimientos.
 Examen de opciones alternativas: para analizar otras posibles
interpretaciones de acontecimientos desde otras conductas de
afrontamiento a ciertas situaciones.
 Examen de ventajas y desventajas del mantenimiento de una creencia.
 Asociación guiada: para explorar los significados asociados a un
determinado pensamiento o creencia.
 Distracción cognitiva: para inducir a utilizar pensamientos, imágenes,
sensaciones y conductas incompatibles con las respuestas disfuncionales
rompiendo los círculos viciosos (por ejemplo, para la ansiedad se inducen
estados de relajación).
 Autoinstrucciones: para reemplazar los auto-diálogos inadecuados.

2. TÉCNICAS CONDUCTUALES:

Entre ellas se encuentran:

 Programación de actividades: para buscar una serie de actividades


alternativas.
 Asignación de tareas graduadas: para conseguir el acercamiento progresivo
hacia una conducta final.
 Entrenamiento asertivo: para aprender modos alternativos de resolución de
conflictos interpersonales de modo que se expresen los deseos, derechos,
opiniones y sentimientos con respeto a uno mismo y al interlocutor.
 Entrenamiento en relajación: para aprender a controlar las sensaciones de
ansiedad. Puede incluir técnicas de meditación, yoga, etc.
 Distracción conductual: para programar actividades incompatibles con las
conductas problema.

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 Rol playing: para recrear situaciones que el sujeto ha vivido con dificultades
e introducir modificaciones hasta llegar a conductas más adecuadas.
 Exposición en vivo: para afrontar las situaciones que producen miedo o
ansiedad.
 Psicodramatización: para representar escenas pasadas significativas donde
se han generado significados personales disfuncionales, de modo que se
active la secuencia interpersonal-cognitiva-emocional y se generen nuevas
alternativas representadas.

En el tratamiento de los TP se está usando con relativa eficacia la terapia


farmacológica, si bien se obtienen mejores resultados en combinación con la
psicoterapia.

La elección del fármaco se realiza en función de la sintomatología presente.

En general, si hay ansiedad y/o episodios delirantes (en TP del grupo A


fundamentalmente) se usan neurolépticos a dosis bajas. También son utilizados los
antidepresivos y psicoestimulantes.

En algunos casos se pueden usar estabilizadores del ánimo y antidepresivos en los


trastornos del grupo B, dependiendo de la sintomatología presente.

En TP del grupo C se suelen usar benzodiacepinas a dosis bajas, betabloqueantes


o ISRS.

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