Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
AT
Al leer los primeros testigos de la literatura bíblica se tiene la sensación de que los
antiguos israelitas propendían más a considerar a Dios como el salvador de Israel y el
autor de la alianza que como el Creador del mundo y del hombre. Sin embargo, es cierto
que la idea de la creación se remonta en Israel a la más remota antigüedad. Existía, en
efecto, en el medio oriental en que se afirmó la revelación bíblica, mucho antes de la
época de Abraham. En Egipto, el relato de la creación por Atum estaba grabado en las
paredes de las pirámides. En Mesopotamia textos acádicos, que dependen a su vez de
tradiciones suméricas, contenían diversos relatos de la creación. En Ugarit el dios
supremo El era llamado el «creador de las criaturas». Sin duda, en estos tres casos el
origen del mundo estaba ligado con concepciones politeístas. En Mesopotamia se
relacionaba orgánicamente con la guerra de los dioses que la mitología situaba en el
tiempo primordial. A pesar de todo, los mitos mismos eran testimonio de preocupaciones
y nociones que no podían ser extrañas a Israel.
1. El relato más antiguo Gen 2,4-25 se extiende sobre todo en la creación de la primera
pareja humana y del marco en que debe vivir. Dios hace salir de la tierra la humedad
que la fecundará, y planta en ella el huerto de Edén, el paraíso; con el polvo de la tierra
modela el cuerpo del hombre, luego el de los animales; del cuerpo del hombre saca a
la mujer. Todo lo que existe resulta así de su actividad personal, y el relato subraya a
su manera el carácter concreto de esta actividad: como un artesano, Dios trabaja a la
manera humana. Pero su obra resulta perfecta a la primera: el hombre es creado para
que viva dichoso, con los animales como servidores y con una compañera, que es otro
él. Sólo el pecado introducirá el desorden y la maldición en un mundo que en su origen
es bueno.
2. En el relato sacerdotal Gen 1 el cuadro es más grandioso. En un principio saca Dios
el universo (cielo y tierra) del caos primitivo 1,1; hace luego aparecer en él todo lo que
forma su riqueza y su belleza. El autor estaba impresionado por el orden de la creación:
regularidad del movimiento de los astros, distinción de los reinos, leyes de la
reproducción. Todo esto es obra del Creador que, sencillamente con su palabra, puso
todo en su lugar Sal 148,5. Y esta obra culmina en la creación del hombre, que será
a imagen y semejanza de Dios, y que debe dominar el universo. Finalmente Dios, una
vez acabada su obra, reposó y bendijo el séptimo día, destinado en adelante
al descanso. Este último rasgo revela el sentido del marco temporal en que se sitúa la
creación, el de la semana, que da a la vida del hombre un ritmo sagrado: la actividad
creadora de Dios es el modelo del trabajo humano.
Los rasgos que este segundo relato presenta en común con las tradiciones
babilónicas (victoria sobre el abismo, separación de las aguas superiores y de las aguas
inferiores, creación de los astros) no tienen el menor rastro de mitología. Dios obra solo,
no delibera sino consigo mismo. Su victoria sobre el caos no es el resultado de un
verdadero combate. El abismo (tehóm) no es una divinidad maligna contra
la Tiamal babilónica; no se trata ya de monstruos ni de demonios vencidos o
encadenados por Dios. La creación es la acción espontánea de un Dios todopoderoso,
que actúa según un plan determinado en favor del hombre, al que ha creado a su
imagen.
Después del exilio, los sabios van más lejos en la reflexión teológica. El editor de los
Proverbios, no contento con afirmar que Dios creó el mundo con sabiduría, inteligencia
y ciencia Prov 3,19s Sal 104,24, muestra en la sabiduría personificada la primera obra de
Dios engendrada desde los principios Prov 8,22ss. Existía cuando fueron creadas todas
las cosas, teniendo el papel de maestro de obras Prov 8,24-30; se recreaba en el universo
antes de complacerse en frecuentar a los hombres Prov 8,31. El autor del Eclesiástico,
alimentado con esta doctrina, insiste a su vez en la creación de la sabiduría
anteriormente a todas las cosas Eclo 1,9 24,9. Igualmente el libro de la Sabiduría ve en
ella la artesana del universo Sab 8,6 9,9. En una línea muy próxima de pensamiento, los
salmistas atribuyen la creación a la palabra y al espíritu de Dios
personificados Sal 33,6 104,30 Jdt 16,14. Estas nuevas perspectivas tienen su importancia,
pues son el preludio de la revelación del Verbo y del Espíritu Santo. Finalmente, en la
época griega, se llega a la idea explícita de un mundo sacado de la nada: «Mira al cielo
y a la tierra y ve cuanto hay en ellos y entiende que de la nada lo hizo todo Dios y todo
el humano linaje ha venido de igual modo» 2Mac 7,28: Pero enesta época la teología de
la creación se asocia a la apologética judía: frente a un mundo pagano, para el que todo
era Dios, excepto Dios mismo, afirma Israel la grandeza del Dios único, que se deja
percibir a través de sus obras Sab 13,1-5.
El acto creador, insertado en tal marco, escapa totalmente a las concepciones míticas
que lo desfiguraban en el antiguo Oriente. Siendo ello así, los autores sagrados, para
darle una representación poética, pueden recurrir impunemente a las imágenes de los
viejos mitos: éstas han perdido ya su veneno. El Creador se convierte en el héroe de un
combate gigantesco contra las bestias que personifican el caos, Rahano Leviatán. Estos
monstruos han sido hendidos Sal 89,11, atravesados Is 51,9 Job 26,13,
despedazados Sal 74,13. No están definitivamente destruidos, pero están
aletargados Job 3,8, en cadenas Job 7,12 9,13, relegados al mar Sal 104,26; la creación fue
para Dios su primera victoria. En la historia continúa la serie de los combates que se
pueden representar con las mismas imágenes: ¿no comportó el Éxodo una nueva
victoria sobre el monstruo del gran abismo Is 51,10? Así, a través de los símbolos,
hallamos siempre la misma asimilación de las grandes gestas históricas de Dios con su
gran gesta original.
NT
I. EL DIOS CREADOR
Dios, creando el mundo por su palabra 2Cor 4,6, llamó la nada a la existencia Rom 4,17.
Esta operación primera la continúa vivificando a sus criaturas: en él tenemos la vida, el
movimiento, el ser Act 17,28 1Tim 6,13. Él creó el mundo «y todo lo que
encierra» Ap 10,6 Act 14,15 17,24 Heb 2,10; todo existe por él y para
él 1Cor 8,6 Rom 11,35 Col 1,16. Por eso es buena toda criatura: todo lo que es de Dios
es puro 1Cor 10,25s Col 2,20ss. Por eso también las leyes del orden natural deben ser
respetadas por el hombre: por ejemplo, el divorcio contradice el designio de aquel que
en el principio creó al hombre y a la mujer Mt 19,4-8.
2. Jesucristo y la creación.
En un punto capital el NT realiza las virtualidades del AT. El Dios creador que conocía
Israel se ha revelado ahora como el Padre de Jesucristo. Jesús, estrechamente
asociado al Padre en su actividad creadora, es «el único Señor por el que todo existe y
por el que somos nosotros» 1Cor 8,6, el principio de las obras de Dios Ap 3,14. Siendo la
sabiduría de Dios 1Cor 1,24, «resplandor de su gloria e imagen de su substancia» Heb 1,3,
«imagen del Dios invisible y primogénito de toda criatura» Col 1,15, es el que «sostiene el
universo con su palabra poderosa» Heb 1,3, porque en él fueron creadas todas las cosas
y en él subsisten Col 1,16s. Siendo la palabra de Dios, el Verbo, que existía desde el
principio con Dios antes de hacerse carne al final de los tiempos Jn 1,1s.14, lo ha hecho
todo y es desde los comienzos vida y luz en el universo Jn 1,3s. Así la doctrina de la
creación halla su remate en una contemplación del Hijo de Dios, por la que se ve en él
el artífice, el modelo y el fin de todas las cosas.
II. LA NUEVA CREACIÓN
1. En Cristo.
Es posible precisar más el modo según el cual se ha efectuado esta creación de una
nueva humanidad Ef 2,15 4,24 en Jesucristo. En efecto, existe un sorprendente
paralelismo entre la primera creación y la última. En los orígenes había Dios hecho a
Adán el cabeza de su raza y le había entregado el mundo para que lo dominara. Al final
de los tiempos el Hijo de Dios hecho hombre ha entrado en la historia como el
nuevo Adán 1Cor 15,21.45 Rom 5,13. Dios lo ha constituido en cabeza de la humanidad
rescatada, que es su cuerpo Col 1,18 Ef 1,22s; le ha dado todo poder en la
tierra Mt 28,18 Jn 17,2, ha puesto todo en sus manos y lo ha establecido heredero de todas
las cosas Heb 1,2 2,6-9, de modo que todo debe ser instaurado en Cristo, los seres
celestes como los terrestres Ef 1,10. Porque Cristo, teniendo en sí la plenitud del
Espíritu Mc 1,10 p Lc 4,1, lo comunica a los otros hombres para. renovarlos interiormente y
hacer de ellos una nueva criatura Rom 8,14-17 Gal 3,26ss Jn 1,12.
3. En espera de la victoria.