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Rebeca Slomianski
TODOS LOS SERES VIVOS POSEEMOS RITMOS O PAUTAS DE ACTIVIDAD PERIÓDICA, LOS
BIORRITMOS, QUE ESTÁN EN SINCRONÍA CON LOS CICLOS DE LA NATURALEZA.
Introducción
Todos los seres vivos funcionan de acuerdo con una base temporal, De hecho, sus organismos
están sincronizados con los mismos ciclos celestes que el hombre ha considerado como base para
medir el tiempo. Esto se debe a que así optimizan su funcionamiento basado en los cambios
cíclicos de energía que ocurren en su medio ambiente. Por ejemplo, en la sucesión del día y la
noche, varían la cantidad de luz, la temperatura, la presión atmosférica e incluso el magnetismo
terrestre, aún cuando al día siguiente estas variables energéticas vuelvan a repetirse en forma
similar. En relación a la luz, por ejemplo, las plantas, gracias a ciertas estructuras pigmentadas que
poseen, registran cómo ésta varia a lo largo del día y la noche.
Ello les permite optimizar su aprovechamiento, como ocurre con
los tréboles que abren sus hojas durante el día y las cierran en la
noche, (comparación) o como en el caso de los girasoles, que
giran durante las horas de luz presentando siempre sus flores de
cara al Sol. Algo semejante ocurre con los animales sus ojos
reciben la luz y comunican a sus cerebros señales para que este
órgano a su vez sincronice el resto de las funciones orgánicas de
acuerdo con la luminosidad ambiental. Gracias a este
mecanismo los animales de hábitos diurnos despiertan e inician
sus actividades en la mañana mientras que los de hábitos nocturnos lo hacen al oscurecer.
No sólo los ojos, como receptores, y la luz, como señal energética proveniente del medio ambiente,
sincronizan las actividades de los seres vivos. Cangrejos, ostras, almejas y otros animales costeros
dependen del estado de las mareas para su funcionamiento orgánico y la obtención de alimentos.
(deducción)Las mareas, a su vez, las causan los movimientos lunares; de ahí que estos animales
presenten ritmos mensuales de funcionamiento. La propia hembra del ser humano, en cuanto a su
funcionamiento hormonal, se sincroniza también con los ciclos lunares. Así, entre una
menstruación y otra, transcurre aproximadamente un mes y el embarazo humano dura, casi
siempre, lo que nueve ciclos lunares.
Los estudiosos de los biorritmos han descubierto que cada especie tiene sus propios ritmos para
cada una de sus variables de funcionamiento y que cada miembro de las especies los presenta en
sincronía con los ciclos celestes que corresponden al lugar donde habita. También han observado
que los biorritmos se mantienen por un tiempo, aun cuando cambien de lugar los seres que los
manifiestan o se les someta a condiciones distintas a las acostumbrada. Esto lo comprobó, desde
1953, el doctor Frank A. Brown Jr., de la Universidad del Noroeste de Illinois, Estados Unidos,
cuando colocó unas ostras de las aguas de Long Island en un estanque en Evanston, Illinois. Las
mantuvo a una temperatura constante y bajo una luz tenue e invariable. (ejemplificación) Durante
dos semanas las ostras abrieron y cerraron sus conchas al ritmo de las mareas de Long Island,
costa situada a más de 1,500 kilómetros de distancia. De pronto, las ostras se cerraron de golpe y
se mantuvieron así unas cuatro horas, hasta que se abrieron de nuevo. Lo hicieron en el instante
en que debía ocurrir la marea alta en Evanston, si ahí fuera costa. A partir de ese momento
iniciaron un nuevo ciclo de apertura y cierre. Las ostras se habían adaptado a su nueva posición
geográfica. Brown dedujo que la fuerza gravitacional de la Luna era la señal para controlar los
ritmos de apertura y cierre de las ostras.
Cambios en los biorritmos
Los seres humanos presentamos un ciclo alternado de actividad/sueño que coincide con la
alternancia día/noche. Al ciclo actividad/sueño están acompañadas muchas de las variables de
nuestro funcionamiento orgánico. Por ejemplo, mientras dormimos el ritmo de nuestra respiración y
el de nuestros latidos cardíacos se hace más lento que cuando estamos despiertos. Asimismo, a lo
largo del ciclo día/noche va variando la temperatura corporal, la presión arterial y la secreción de
hormonas, entre otros. (conclusión)Por lo tanto, el cambio de horario nos afecta pues nos obliga a
una adaptación no sólo voluntaria sino además física. Dependiendo de la susceptibilidad de cada
persona, con el cambio de horario puede presentarse fatiga, falta de concentración, aturdimiento e
incluso depresión o euforia. Al cabo de unas semanas logramos habituarnos al nuevo horario,
aunque las molestias, mientras duran, pueden interferir con nuestro desempeño.
(¿Cómo ves?, Revista de divulgación de la ciencia de la UNAM, año 1, no. 11, pp. 16-19)
(bibliohemerografía)